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-Caricatura de la Ciencia (y Técnología) en la época Helenística (desde la muerte de Alejandro Magno (323 a.C.

) hasta la invasión
de Macedonia por los romanos (148 a.C.) apróx.) por Shutterstock.
Durante el período helenístico, 336 a. C. y el 30 a. C., el arte y la literatura florecieron, al igual que la investigación científica pura.
Mientras la ciencia tuvo grandes avances durante este tiempo, las ciencias aplicadas fueron vistas como menos importantes. Sin
embargo, ciencias como la astronomía, la geografía, la física y las matemáticas en particular, fueron especialmente bien
desarrolladas durante la era que comenzó con la ascensión de Alejandro Magno al poder y terminó con la muerte de Cleopatra. El
centro del saber pasará de Atenas a Alejandría. Aquí el rey Ptolomeo había fundado un museo, instituto de investigación y
biblioteca con más de medio millón de ejemplares, zoo, jardines botánicos y un observatorio astronómico. Tras la muerte de
Alejandro Magno en el año 323 a.C., su imperio se desmembró, correspondiendo Egipto a uno de sus generales, Ptolomeo, quien,
como el propio Alejandro había estudiado con Aristóteles. Ptolomeo contrató a Estratón, quien más tarde sería director del Liceo,
como tutor de su hijo Filadelfo, y fundó el Museo de Alejandría, institución que seguía el plan del Liceo, aunque a una escala
mucho mayor.
En el periodo alejandrino o helenístico se desarrollan bastantes descubrimientos científicos pero, a diferencia de la época
anterior, existirá una voluntad de aplicarlos a casos concretos y a necesidades prácticas con el fin de mejorar las condiciones de
vida de los hombres o, en el caso opuesto, a hacer más eficaces los procedimientos de guerra.
Era el germen de la famosa Biblioteca de Alejandría a la que llegarán los principales pensadores del mundo conocido. Además, la
ciudad prosperó gracias al comercio y esta circunstancia favoreció el intercambio de ideas y facilitó la adquisición de obras
novedosas o raras. Poco después se crearán importantes centros de saber en Pérgamo, Rodas o Siracusa. En esta última ciudad
Arquímedes (298-212 a. C.) estableció su famoso principio, según el cual, cuando un objeto se sumerge en el agua pesa menos
porque el agua ejerce sobre él un empuje ascendente. Dicho empuje es igual al peso del líquido desalojado por el objeto. Se
cuenta que Arquímedes descubrió este principio al entrar en la bañera y ver como rebosaba el agua. Entonces exclamó ¡Eureka!
(¡Lo he encontrado!) y corrió desnudo por la calle hasta llegar al palacio del rey Hierón para contarle su hallazgo.
Arquímedes, más allá de sus antecesores, fue un inventor. Es decir, llevó a la práctica sus descubrimientos. Así, ideó máquinas de
guerra, entre las que puede incluirse una especie de catapulta, o unos espejos que concentraban los rayos del sol sobre los barcos
enemigos hasta incendiarlos. En otros campos se le atribuye el llamado "tornillo de Arquímedes", que se emplea aún en algunos
pozos de Oriente Medio para extraer agua y elevarla desde el fondo de los pozos. Esta pieza se emplea también en las modernas
cosechadoras.
Otros inventos igual de curiosos vieron su origen en esta época, aunque a la civilización griega no le preocuparon los aspectos
prácticos o técnicos. A Herón de Alejandría (s. I d. C.), por ejemplo, se debe el invento de la primera máquina de vapor: consistía
en una bola de metal, llena de agua, con dos tubos laterales. Cuando el agua hervía el vapor salía por los tubos y la bola se movía.
Aún era una máquina muy débil para desplazar algo pesado, pero Herón había conseguido algo que se movía por sí mismo.
¡Podríamos decir que se trata del primer antecedente documentado del principio de propulsión a reacción!.
Dos astrónomos importantes de la época helenística fueron Aristarco de Samos e Hiparco. Aristarco fue llamado a menudo el
Copérnico heleno. Decía que las estrellas parecía moverse, porque estaban muy lejos. Aristarco fue el primero en comprender
realmente que el universo era enorme y que los planetas orbitaban alrededor del sol. Por supuesto, en su época, hubo pocas
personas que estuvieron de acuerdo. Hiparco es recordado por la creación del astrolabio, que fue realmente el mejor mapa de
cuerpos celestes en la antigüedad. Además, él dio una estimación bastante precisa del diámetro de la Luna y su distancia a la
Tierra. También teorizó la regularidad de los equinoccios y documentó su precesión, o cambio relevante para la órbita y gravedad.
Ptolomeo de Alejandría también debe mencionarse como autor del Almagesto, que es un resumen de los hallazgos astronómicos
durante y antes de su época. Aunque gran parte de las obras contenidas no son suyas, el Almagesto es una de las obras científicas
más importantes de todos los tiempos.
Además hubo una Escuela de Ingenieros. El fundador de la escuela alejandrina de ingenieros fue Ctesibo, fl. 285-222 a.C., el hijo
de un barbero de Alejandría. No sobrevivió ninguna de sus obras, aunque fueron descritas por su más joven contemporáneo Filón
de Bizancio. Se le atribuye la invención del reloj de agua o clepsidra accionada mecánicamente; un órgano de agua; una bomba
impelente y piezas de artillería que funcionaban con aire comprimido. Ctesibo y Filón sugirieron que la fuerza elástica del aire
comprimido o de resortes metálicos podría utilizarse para fabricar catapultas de asedio, sustituyendo a las cuerdas o tiras de
cuero retorcidas que resultaban sensibles a la humedad.
Un examen del tratado de Filón de Bizancio nos revela el abanico de intereses de estos ingenieros alejandrinos y la función
sociopolítica de la ciencia en ese momento. El tratado está dividido en las siguientes partes: Principios y aplicaciones de la
palanca; Construcción de puertos, artillería y balística; Neumática o máquinas que funcionan con aire comprimido; Construcción
de autómatas; y Defensa i sitio de ciudades. Como puede observarse las aplicaciones bélicas absorbían la mayor parte de la
mecánica. No tocaron el tema de la ingeniería civil ni problemas artesanales, si exceptuamos lo relativo a la construcción de
puertos.
El Museo y la escuela helenística duróaron unos seiscientos años, aunque los primeros doscientos fueron los más importantes
para la ciencia. A medida que los Ptolomeos se fueron imbuyendo progresivamente de la cultura egipcia, favorecieron cada vez
menos la ciencia, hasta el punto de que Ptolomeo IV llegó al extremo de perseguir lo griego en Alejandría.

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