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LA LUZ DE LA FE
Bibliografía:
A. Naturaleza de la fe
Introducción
La palabra fe, como ocurre con muchos términos, se usa tanto en sentido
religioso como profano para indicar, en general, un conocimiento basado en el
testimonio. Es pues, en su sentido más amplio, un conocimiento, una adquisición
de verdades, basado en el testimonio de otra persona. Tiene, pues, un aspecto de
adhesión a otro.
voluntad: se cree, dice Sto. Tomás, no por la facultad del conocimiento, sino por la
voluntad (S.T. 2-2, q.2, a.1, ad.3). Téngase en cuenta que la fe fundada en el
testimonio humano, aunque no da la evidencia del objeto, no es mera opinión,
porque no da sólo probabilidad, sino certeza moral, auténtica certeza, de lo que
se cree. Así se creen, p.ej., muchos hechos históricos que no se conocen de visu,
sino sólo por el testimonio de los hombres dignos de fe.
de este modo, hasta llegar al amor y a la entrega a Alguien por quien se deja todo
para seguirlo.
En S. Pablo la fe define el ser cristiano y la identidad personal. Es una realidad
dinámica que comienza con la aceptación del Bautismo, que nos justifica. La
justificación para la salvación es un proceso que tiene que llevar al creyente a
una asimilación total con el Señor; dura toda la vida. Todos tienen acceso a la fe,
sin exclusión de ningún tipo (cfr. Gal 3,26; Rom 10,12). Así, la fe se desarrolla
como una apertura total a la aceptación del Evangelio.
En S. Pablo se encuentra muy viva la relación entre creer y conocer: Rom 6, 8-9;
2 Cor 5,1; 2 Cor 4,14.
Fue este el camino seguido por los Apóstoles en su predicación: proponían las
verdades de fe, no porque fueran evidentes en sí mismas, sino por la Revelación
de Jesucristo y por tanto por la autoridad de Dios: "Porque os hago saber,
hermanos, que el Evangelio por mí anunciado no es algo humano; pues yo no lo
he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo"
(Gal 1, 11-12).
Teología Fundamental 4 La Luz de la Fe
Los fieles creían no por argumentos intrínsecos o por el testimonio humano, sino
por el testimonio del mismo Dios: "Por esto, también nosotros damos gracias a
Dios sin cesar, porque cuando recibisteis la palabra que os predicamos, la
acogisteis no como palabra humana, sino como lo que es en verdad, palabra
divina, que actúa eficazmente en vosotros, los creyentes" (I Tes 2, 13).
-El objeto material de la fe son todas las verdades reveladas por Dios.
a.1) explícitas: cuando en sus propios términos han sido enunciadas por Dios. P.
ej. el dogma de la creación está explícitamente contenido en las palabras "In
principio crevit Deus coelum et terram";
En este sentido la Sagrada Escritura tiene múltiples referencias. P. ej.: "Por tanto,
sepa con seguridad toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo
a este Jesús a quien vosotros crucificasteis" (Act 2, 36). Se reprueba toda duda
en la fe, toda incredulidad ("El que creyere y se bautizare...") y se expresa la
razón de esta adhesión firmísima: "Si aceptamos el testimonio de los hombres,
mayor es el testimonio de Dios; en esto consiste el testimonio de Dios: en que ha
dado testimonio acerca de su Hijo" (1Io 5, 9). El testimonio de Dios, por tanto,
ofrece mayor certeza que el testimonio humano.
Por tanto, el asentimiento de la fe es más firme que el científico por dos razones:
1) el mismo motivo de la fe, que es la autoridad de Dios que revela. En este
sentido da más firmeza el testimonio de Dios, que aquél que pueda dar la propia
razón. 2) El imperio de la voluntad y la ayuda de la gracia: la voluntad elevada y
ayudada por la gracia, puede imperar la adhesión a las verdades reveladas con la
mayor firmeza. Es distinto el caso de las verdades metafisicas evidentes, en las
cuales no interviene la voluntad: el entendimiento, de modo pasivo y exento de
toda duda, las acepta (p.ej., el todo es mayor que la parte, etc.).
que sea falso. Esto se explica porque si algo sometido a la fe fuera falso, querría
decir, o que Dios puede revelar algo falso, o que el hombre puede creer como
revelado lo que no lo es. En cuanto a lo primero, Dios no puede revelar nada falso
ni mentir: El es la misma Verdad. En cuanto a lo segundo: asentir como si fuera de
fe lo que no lo es (p.ej. creer que el agua bendita es un sacramento) en realidad
no es un acto de fe sino asentimiento puramente natural. En efecto, desde un
punto de vista objetivo, para que se dé un genuino acto de fe se requiere el
asentimiento a la autoridad de Dios. Pero en el caso, el asentimiento a algo que
es un error, no puede fundarse en la autoridad de Dios, que no puede revelar algo
erróneo. Desde un punto de vista subjetivo, sin embargo, es posible que una
persona, por ignorancia, asienta a una proposición falsa que entiende como
revelada. En este caso no peca e incluso su acto es meritorio en cuanto responde
a una disposición piadosa.
Quien niega una proposición que estima como revelada, aunque en realidad no lo
es, es hereje affective y en el foro interno, porque está negando la autoridad de
Dios que revela.
c) oscuridad: la fe es oscura por razón del objeto porque las principales verdades
reveladas son misterios que superan la razón.
-La fe es don de Dios y virtud sobrenatural infundida por Dios. El mismo Dios
causa la fe en el creyente, inclinando la voluntad e ilustrando el intelecto.
B. Sublimidad de la fe
Ya se explicó.
Ya se explicó.
1. Dios en primer lugar se revela a Sí mismo para creer, después para ver, según
la congruencia del hombre, que de lo perfecto va a lo perfecto (Anexo II, C, 1, p.
14 del Programa).
No pueden contradecirse aquellas cosas que tienen el mismo autor, esto es Dios.
La fe y la razón tienen a Dios como autor, pues es el mismo Dios el que nos ha
dado la razón y Quien infunde en el alma la luz de la fe.
Teología Fundamental 9 La Luz de la Fe
b) por culpa de los científicos: que con frecuencia exponen como hechos
indudables lo que no son sino hipótesis y pretenden oponerlas a las enseñanzas
de la Iglesia o de la Sagrada Escritura. P.ej., evolucionismo. Otras veces se salen
de su propio ámbito, pretendiendo extraer de las ciencias experimentales
conclusiones que no les son propias. P.ej., inexistencia del alma humana, o del
mismo Dios.
En realidad fe y razón difieren por razón de los motivos, de los principios y del
objeto.