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Teología Fundamental 1 La Luz de la Fe

LA LUZ DE LA FE

Bibliografía:

-A. Tanquerey, Synopsis Theologiae Dogmaticae Specialis, T. 1, pp. 14-80.


-R. Fisichella, Teología Fundamental, Verbo Divino,
-GER, voz fe.

A. Naturaleza de la fe

Introducción

La palabra fe, como ocurre con muchos términos, se usa tanto en sentido
religioso como profano para indicar, en general, un conocimiento basado en el
testimonio. Es pues, en su sentido más amplio, un conocimiento, una adquisición
de verdades, basado en el testimonio de otra persona. Tiene, pues, un aspecto de
adhesión a otro.

Se trata de verdades que no se muestran objetivamente a la mente del que las


recibe, pero en las que se garantiza seguridad porque hay un testigo que las
garantiza y una confianza, o entrega, en o a la persona de ese testigo.

La certeza se da en la ciencia y también -de modo diferente- en la fe. Es sabido


que la certeza, o sea, la plena adhesión de la mente a la verdad se funda: a) en la
evidencia del objeto; o b) en la autoridad de un testimonio. En el primer caso el
entendimiento es movido por su objeto propio que es la verdad (es el
conocimiento propio de las ciencias humanas y experimentales) y la certeza se
basa en la intuición o en la deducción lógica o racional; en el segundo caso lo
evidente no es el objeto, sino su credibilidad, y se llega a la certeza porque el
entendimiento es movido por la voluntad de modo que no habiendo evidencia
objetiva puede haber certeza, sin embargo. Recuérdese que el saber basado en
el testimonio es el más frecuente en la vida; hasta en las mismas ciencias
llamadas experimentales se aceptan verdades por un acto de confianza en el
testimonio o autoridad de otros investigadores.

Para la certeza no es, pues, absolutamente necesario que el fundamento de la


adhesión de la mente a la verdad sea la evidencia intríseca de la misma; así
sucede en la fe, asentimiento inmutable a una verdad no evidente a la razón, que
no es visión de la verdad, sino tener por verdadera una cosa por influjo de la
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voluntad: se cree, dice Sto. Tomás, no por la facultad del conocimiento, sino por la
voluntad (S.T. 2-2, q.2, a.1, ad.3). Téngase en cuenta que la fe fundada en el
testimonio humano, aunque no da la evidencia del objeto, no es mera opinión,
porque no da sólo probabilidad, sino certeza moral, auténtica certeza, de lo que
se cree. Así se creen, p.ej., muchos hechos históricos que no se conocen de visu,
sino sólo por el testimonio de los hombres dignos de fe.

Hay pues dos hechos caractéristicos en la fe: a) se trata de aceptar un objeto no


evidente (si hubiese evidencia ya no habría fe); b) a ese objeto se da un
asentimiento inocondicional por influjo de la voluntad, movida a su vez por la
autoridad del testigo.

Se dan por tanto siempre en la fe dos elementos conceptuales: a) asentimiento a


un contenido y b) asentimiento a una persona. Sto. Tomás expresa esa unión
personal del elemento intelectual y del volitivo con la afirmación de que la fe es
siempre creer algo a alguien (aliquid et alicui credere) (S.T. 2-2, q. 129, a.6). De
quien sea ese alguien (su autoridad, la fuerza de su testimonio, etc.) dependerá la
mayor o menor intensidad y seguridad de la fe.

En la fe sobrenatural ese alguien es Dios, revelado en Jesucristo, el Testigo por


antonomasia, al cual se debe dar la mayor credibilidad.

La fe no puede considerarse, por tanto, como un sacrificium intellectus, sino que


es una forma de conocimiento peculiar, que pertenece a la persona en su
explicitación y en su realización.

En una perspectiva bíblica, ya en el AT, puede decirse que el tema de la fe y del


creer aparece como la dimensión más adecuada para entrar en relación con
Yahvé. "Conocer que Yahvé es Dios" (Is 43, 10) puede asumirse como la
profesión de fe que recorre todo el AT.

En el NT se pone de manifiesto la centralidad de la persona histórica de Jesús y


se muestra que el encuentro personal y directo con El es fuente de conocimiento
sobre la propia existencia personal. Para conocer a Dios y creer en El, hay que
conocer y creer al que ha sido enviado por Dios. Hay que entregarse a El y
ponerse en sus manos como niños, que conocen mucho más por vía intuitiva que
a través de las especulaciones del entendimiento (cfr. Mt 18, 1-6).

En el Evangelio de S. Juan la relación creer-conocer tiene una importancia


decisiva. Al "escéptico" Nicodemo Jesús le enseña que debe "renacer de arriba".
Por tanto, que la forma de ponerse ante El debe ser distinta, ya que sólo "el que
viene de arriba está por encima de todos", mientras que el que viene de la tierra
pertenece a la tierra y habla de la tierra (cfr. Io 3,31). Creer y conocer son afines y
a veces incluso intercambiables.

En otras palabras, la fe abre a un conocimiento y a una inteligencia cada vez


mayor y a una comunión cada vez más estrecha con la persona que es conocida
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de este modo, hasta llegar al amor y a la entrega a Alguien por quien se deja todo
para seguirlo.
En S. Pablo la fe define el ser cristiano y la identidad personal. Es una realidad
dinámica que comienza con la aceptación del Bautismo, que nos justifica. La
justificación para la salvación es un proceso que tiene que llevar al creyente a
una asimilación total con el Señor; dura toda la vida. Todos tienen acceso a la fe,
sin exclusión de ningún tipo (cfr. Gal 3,26; Rom 10,12). Así, la fe se desarrolla
como una apertura total a la aceptación del Evangelio.

En S. Pablo se encuentra muy viva la relación entre creer y conocer: Rom 6, 8-9;
2 Cor 5,1; 2 Cor 4,14.

La fe, a su vez es ex auditu: depende de la predicación del apóstol.

En resumen, en la SE creer es una forma pecular de conocimiento. Indica una


actitud concreta, ya que implica el reconocer, el acoger, el ver, el oir y el escuchar,
es decir, un contacto personal. Creer es un acto personal en el que queda
asumida toda la persona: la inteligencia, la voluntad, la comprensión de sí mismo
y la decisión.

1. El objeto de la fe es la Verdad Primera. El objeto formal ´quod´es la Verdad


primera in essendo, que excede la razón natural porque nada cae bajo la fe a no
ser en orden a Dios; la razón formal del objeto de la fe, o aquello en virtud de lo
cual asentimos a las verdades de la fe, es la autoridad de Dios que revela o
primera Verdad in dicendo.

El asentimiento que damos a las verdades reveladas por Dios no es un ciego


movimiento del alma, sino que se funda en un motivo verdaderamente racional. El
motivo de la fe, llamado también objeto formal, es aquello en virtud de lo cual
asentimos inmediatamente a las verdades reveladas. Es pues la razón o motivo
que impele a la mente a creer. Es distinto de los motivos de credibilidad, que sólo
de un modo remoto impelen al entendimiento a creer.

El objeto formal, o sea, la razón por la cual se cree, es Dios mismo,


concretamente su infinita Veracidad, que no puede "ni engañarse ni engañarnos".
Las razones naturales que conducen a la fe son los "preámbulos de la fe", pero su
causa formal es sólo la veracidad divina.

Fue este el camino seguido por los Apóstoles en su predicación: proponían las
verdades de fe, no porque fueran evidentes en sí mismas, sino por la Revelación
de Jesucristo y por tanto por la autoridad de Dios: "Porque os hago saber,
hermanos, que el Evangelio por mí anunciado no es algo humano; pues yo no lo
he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo"
(Gal 1, 11-12).
Teología Fundamental 4 La Luz de la Fe

Los fieles creían no por argumentos intrínsecos o por el testimonio humano, sino
por el testimonio del mismo Dios: "Por esto, también nosotros damos gracias a
Dios sin cesar, porque cuando recibisteis la palabra que os predicamos, la
acogisteis no como palabra humana, sino como lo que es en verdad, palabra
divina, que actúa eficazmente en vosotros, los creyentes" (I Tes 2, 13).

De este modo es la autoridad de Dios la que eficazmente nos mueve a creer.


Pues su infalibilidad excluye todo error y su veracidad prohíbe que nos falle y así
la autoridad divina remueve todo temor de errar.

-El objeto material de la fe son todas las verdades reveladas por Dios.

El objeto material de la fe es todo aquello que es creído por la autoridad de Dios


que revela.

Puede hablarse de verdades

a) formalmente reveladas: aquellas que directa e inmediatamente han sido


declaradas por Dios. P. ej. "Verbum caro factum est", revela formalmente el hecho
de la Encarnación del Verbo.

b) virtualmente reveladas: las que lo han sido de modo mediato, y no


directamente. Son aquellas que se deducen de otras formalmente reveladas, en
las cuales están contenidas como en su principio, causa o raíz. P. ej.: afirmar que
Cristo tiene verdadero cuerpo humano, es una verdad que se deduce de la
afirmación "Verbum caro factum est".

Las verdades formalmente reveladas pueden ser a su vez:

a.1) explícitas: cuando en sus propios términos han sido enunciadas por Dios. P.
ej. el dogma de la creación está explícitamente contenido en las palabras "In
principio crevit Deus coelum et terram";

a.2) implícitas, cuando se expresan con términos equivalentes. Esta equivalencia


puede darse de los siguientes modos:

a.2.1) cuando explícitamente se revela una proposición, implícitamente se revelan


todas las verdades que sustancialmente tienen el mismo sentido. P. ej., al decir
que el Verbo se hizo carne, implícitamente se afirma que el Verbo se hizo hombre.
O cuando se afirma del Mesías "Filius meus es tu", implícitamente se revela que
Dios es su Padre, porque los términos hijo y padre son correlativos.

a.2.2.) cuando explícitamente se revela el todo, implícitamente se revela la parte.


Así, la revelación de que Cristo es hombre implica que tiene cuerpo y alma
humanos. Otro ejemplo: si se afirma que "todos los hombres resucitarán",
implícitamente se está diciendo que Pedro, Juan o María, resucitarán.
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a.2.3) cuando se revelan dos premisas de un silogismo, implícitamente se revela


la conclusión. Así p. ej., la revelación de que todos los Apóstoles recibieron al
Espíritu Santo, seguida de que Pedro es Apóstol, implica que Pedro recibió el
Espíritu Santo.

Todas las verdades formal y explícitamente -o implícitamente- reveladas son


objeto de fe.

Las verdades virtualmente reveladas se llaman con frecuencia conclusiones


teológicas, porque se deducen a modo de conclusión a partir de principios
formalmente revelados. Más concretamente, se entiende por conclusión teológica
aquella proposición deducida cierta y evidentemente de dos premisas, de las
cuales una es formalmente revelada y la otra naturalmente conocida pero no
formalmente revelada.

No se trata del silogismo al que se hizo referencia en a.2.3. En éste, en realidad,


sólo se deduce una proposición particular contenida en una más general.

Se trata ahora en cambio, de un silogismo discursivo, en el cual la premisa menor


no es expositiva, sino que contiene un concepto distinto de aquél contenido en la
premisa mayor. P.ej: Premisa mayor (formalmente revelada): Dios dará a cada uno
según sus obras. Premisa menor: Dios no puede obrar de modo si el hombre no
es libre. Conclusión: el hombre es libre.

La sentencia más probable es que no existe estricta obligación de creer como


objeto de fe las conclusiones teológicas, antes de que sean definidas por la
Iglesia. Sin embargo, quien niega tales conclusiones, yerra, y toda proposición
que directamente se oponga a la conclusión teológica es errónea. Cuando la
Iglesia define alguna conclusión teológica como verdadera, estrictamente
hablando no se convierte en objeto de fe divina y quien la niega no es hereje en
sentido estricto. Sin embargo, se le puede llamar presuntamente hereje porque al
menos niega la autoridad infalible de la Iglesia que ha definido la conclusión
teológica.

2. El acto de fe es el acto del entendimiento que asiente a la verdad divina bajo el


imperio de la voluntad movida por Dios a través de la gracia.

-GER, pp. 789-792.

-Anexos, II, A, 2: pp. 9-11 del Programa.

-El acto de fe se da bajo el imperio de la voluntad: es esencialmente libre, y por


tanto meritorio si está informado por la caridad.
Teología Fundamental 6 La Luz de la Fe

La fe, formalmente, es un acto de inteligencia que, bajo el impulso de la gracia se


adhiere a la verdad revelada, por la autoridad de Dios revelante: "creer es un acto
del entendimiento que da el asentimiento a la verdad divina, bajo el imperio de la
voluntad movida por la gracia" (S.T., 2-2, q.2, a.9). Además del entendimieto entra,
pues, en la fe la voluntad ayudada por la gracia divina, porque la verdad revelada
es misteriosa y por tanto falta de aquella evidencia intrínseca que suele
determinar el asentimiento de la mente.

Los pecados, sin embargo, pueden obstaculizar la inclinación de la voluntad al


bien e impedir el asentimiento de la inteligencia a la verdad. Entonces acude la
gracia: "la fe como asentimiento, que es su acto principal, depende de Dios, que
mueve interiormente con la gracia" (S.T. 2-2, q.6, a.1). Pero en todo caso la fe es
libre y meritoria de la vida eterna.

Racionalidad, libertad y sobrenaturalidad son pues tres dimensiones esenciales


de la fe cristiana.

-GER, p. 785, n. 3 (Luteranismo y modernismo).

Entre las propiedades del acto de fe destacan las siguientes:

a) Firmeza: es el estado de la mente que excluye todo temor de errar por la


infalibilidad de la autoridad de Dios, que no puede engañarse ni engañarnos.
Desde el punto de vista de la claridad, la fe tiene menos que las ciencias
naturales. P.ej., es más claro el principio "el todo es mayor que la parte". Desde al
ángulo de la exclusión de duda, fe y ciencia están a la par. Sin embargo, si se
considera la adhesión firme, la fe está por encima de las ciencias naturales.

En este sentido la Sagrada Escritura tiene múltiples referencias. P. ej.: "Por tanto,
sepa con seguridad toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo
a este Jesús a quien vosotros crucificasteis" (Act 2, 36). Se reprueba toda duda
en la fe, toda incredulidad ("El que creyere y se bautizare...") y se expresa la
razón de esta adhesión firmísima: "Si aceptamos el testimonio de los hombres,
mayor es el testimonio de Dios; en esto consiste el testimonio de Dios: en que ha
dado testimonio acerca de su Hijo" (1Io 5, 9). El testimonio de Dios, por tanto,
ofrece mayor certeza que el testimonio humano.

Por tanto, el asentimiento de la fe es más firme que el científico por dos razones:
1) el mismo motivo de la fe, que es la autoridad de Dios que revela. En este
sentido da más firmeza el testimonio de Dios, que aquél que pueda dar la propia
razón. 2) El imperio de la voluntad y la ayuda de la gracia: la voluntad elevada y
ayudada por la gracia, puede imperar la adhesión a las verdades reveladas con la
mayor firmeza. Es distinto el caso de las verdades metafisicas evidentes, en las
cuales no interviene la voluntad: el entendimiento, de modo pasivo y exento de
toda duda, las acepta (p.ej., el todo es mayor que la parte, etc.).

b) infalibilidad: la infalibilidad de la fe consiste en la necesaria conexión entre


asentimiento y verdad, de tal modo que no se puede tener auténtica fe en algo
Teología Fundamental 7 La Luz de la Fe

que sea falso. Esto se explica porque si algo sometido a la fe fuera falso, querría
decir, o que Dios puede revelar algo falso, o que el hombre puede creer como
revelado lo que no lo es. En cuanto a lo primero, Dios no puede revelar nada falso
ni mentir: El es la misma Verdad. En cuanto a lo segundo: asentir como si fuera de
fe lo que no lo es (p.ej. creer que el agua bendita es un sacramento) en realidad
no es un acto de fe sino asentimiento puramente natural. En efecto, desde un
punto de vista objetivo, para que se dé un genuino acto de fe se requiere el
asentimiento a la autoridad de Dios. Pero en el caso, el asentimiento a algo que
es un error, no puede fundarse en la autoridad de Dios, que no puede revelar algo
erróneo. Desde un punto de vista subjetivo, sin embargo, es posible que una
persona, por ignorancia, asienta a una proposición falsa que entiende como
revelada. En este caso no peca e incluso su acto es meritorio en cuanto responde
a una disposición piadosa.

Quien niega una proposición que estima como revelada, aunque en realidad no lo
es, es hereje affective y en el foro interno, porque está negando la autoridad de
Dios que revela.

c) oscuridad: la fe es oscura por razón del objeto porque las principales verdades
reveladas son misterios que superan la razón.

d) libertad: el acto de fe es producido por el intelecto imperado por la voluntad.


Por tanto es libre, tanto en cuanto al ejercicio (se puede creer o no creer) como en
cuanto a la especificación (creer ésto o aquéllo). Es de fe que el acto de fe es
libre: "Si quis dixerit assensum fidei christianae no esse liberum, sed argumentis
humanae rationis necessario produci...a.s" (Conc. Vaticano I, can. 5). La Sagrada
Escritura lo prueba: "Quien creyere y se bautizare...quien no creyere..." (Mc 16,6).

Puede añadirse que, aunque la verdad revelada es ciertamente creíble (por la


autoridad de Dios que la fundamenta), al no ser evidente intrínsecamente requiere
la intervención libre de la voluntad (cfr. itinerario del acto de fe). Se entiende así
que existan personas que no quieren creer, aunque se les propongan
suficientemente los motivos de credibilidad. Para creer no basta la proposición de
la verdad: es necesaria la recta disposición de la voluntad o del corazón. De lo
contrario, los prejuicios, la soberbia, el miedo a las dificultades, etc., alejan del
acto de fe.

De aquí se sigue que la fe no sea la misma en todos los hombres. Su perfección


depende de las disposiciones de la voluntad. Así dice Santo Tomás: "Potest ergo
fides in aliquo dici maior uno modo ex parte intellectus, propter maiorem
certitudinem et firmitatem; alio modo ex parte voluntatis, propter maiorem
promptitudinem, seu devotionem vel confidentiam" (S.T. 2-2, q.6, a.4).

El tema se entiende mejor si se parte del hecho de que la Revelación es un acto


libre de Dios y que esta libertad sólo podrá ser conocida y aceptada a través de
otra libertad, la nuestra. Al mismo tiempo la aceptación de la verdad revelada
compromete a toda la persona: entendimiento, voluntad, obediencia, fidelidad a
Dios.
Teología Fundamental 8 La Luz de la Fe

-Resumen: GER, p. 786, n. 4.

-La fe es don de Dios y virtud sobrenatural infundida por Dios. El mismo Dios
causa la fe en el creyente, inclinando la voluntad e ilustrando el intelecto.

B. Sublimidad de la fe

1. El conocimiento de Dios es la máxima sabiduría porque muy propiamente habla


de Dios, no sólo en cuanto es cognoscible a través de las criaturas, sino también
en cuanto a aquello que es conocido sólo por El mismo (vid. Anexo, II, B, 1, pp.
12-13 del Programa).

2. La fe divina no puede enseñar algo falso.

Ya se explicó.

3. La fe es más cierta que cualquier entendimiento y ciencia, porque la Primera


Verdad, que causa el asentimiento de la fe es causa más fuerte que la luz de la
razón que causa el asentimiento del entendimiento o de la ciencia.

Ya se explicó.

C. Admirable congruencia de la fe con la naturaleza y razón humana

1. Dios en primer lugar se revela a Sí mismo para creer, después para ver, según
la congruencia del hombre, que de lo perfecto va a lo perfecto (Anexo II, C, 1, p.
14 del Programa).

-El conocimiento por la fe se encuentra también en las cosas humanas, pues el


hombre naturalmente cree a otros y es instruido por ellos.

2. La fe es un obsequio racional. Nada es más congruente con la razón y la


naturaleza humana que creer a Dios que se revela a Sí mismo.

-Aunque la fe está por encima de la razón, no puede haber ninguna contradicción


entre fe y razón, porque ambas surgen de la misma y única fuente inmutable de la
verdad.

No pueden contradecirse aquellas cosas que tienen el mismo autor, esto es Dios.
La fe y la razón tienen a Dios como autor, pues es el mismo Dios el que nos ha
dado la razón y Quien infunde en el alma la luz de la fe.
Teología Fundamental 9 La Luz de la Fe

Por tanto, si ambas tienden, por medios legítimos, al conocimiento de la única


verdad, no pueden contradecirse. La verdad no puede contradecir la misma
verdad.

En ocasiones pueden presentarse aparentes contradicciones, por dos motivos:

a) por culpa de los teólogos: que no entienden la verdadera mente de la Iglesia, y


enseñan como de fe, lo que realmente no lo es. P.ej., pretender hacer decir a la
Biblia verdades de tipo científico. Fue el caso Galileo.

b) por culpa de los científicos: que con frecuencia exponen como hechos
indudables lo que no son sino hipótesis y pretenden oponerlas a las enseñanzas
de la Iglesia o de la Sagrada Escritura. P.ej., evolucionismo. Otras veces se salen
de su propio ámbito, pretendiendo extraer de las ciencias experimentales
conclusiones que no les son propias. P.ej., inexistencia del alma humana, o del
mismo Dios.

-La fe y la razón se ayudan mutuamente, en cuanto que la recta razón demuestra


los fundamentos de la fe e ilustrada por su luz penetra en la ciencia de las cosas
divinas; y la fe libera a la razón de sus errores.

Dos errores pueden aparecer cuando no se entienden adecuadamente las


relaciones entre fe y razón: a) fideísmo, que consiste en el rechazo de la
capacidad de la razón y b) racionalismo, que desprecia el conocimiento adquirido
por la fe. Lo hace, bien porque lo estima contrario a la razón, o simplemente por
considerarlo inútil y carente de todo fundamento racional.

En realidad fe y razón difieren por razón de los motivos, de los principios y del
objeto.

Motivos: el motivo por el cual la razón se adhiere a las verdades naturales es su


evidencia natural (intrínseca: ciencias naturales, o extrínseca: fe humana). En la
fe el motivo por el que creemos es la evidencia sobrenatural, derivada del
testimonio divino. Principios: el principio del cual parte la razón es sólo el
intelecto, con su fuerza natural y el concurso general de Dios. En la fe es también
el entendimiento, pero ayudado por la gracia sobrenatural. Objeto: la razón sólo
puede alcanzar las verdades que están dentro de su propio ámbito. La fe alcanza
verdades que superan a la razón y que ésta nunca podría alcanzar.

El asentimiento de la fe no es ciego, sino razonable y legítimo, porque es


imperado por la misma razón. Esta, en efecto, manfiesta que Dios conoce muchas
cosas que nosotros ignoramos y que puede revelarnos. La misma razón
demuestra con argumentos ciertos que Dios, de hecho, ha revelado verdades.
Finalmente, la razón nos muestra que no sólo podemos sino que debemos asentir
firmemente a las verdades reveladas por Dios, siendo El el supremo Señor no
sólo en el orden moral sino también en el intelectual.

Por el contrario, quien rehúsa creer, obra irracionalmente. Si lo es rechazar el


testimonio de personas fiables, mucho más lo es rechazar el testimonio de Dios.
Teología Fundamental 10 La Luz de la Fe

La ayuda que la razón presta a la fe puede darse de las siguientes maneras:

a) Antes del acto de fe, la razón demuestra los fundamentos de la fe y ofrece


algún entendimiento de las verdades reveladas.

La fe supone esencialmente tres cosas: existencia y veracidad de Dios, existencia


de la Revelación, y captación de ls verdades reveladas. En las tres interviene la
razón. Primero, es capaz de demostrar la existencia y los atributos de Dios, y en
particular su ciencia infalible y su veracidad. La misma razón es capaz de probar
la posibilidad, la necesidad moral y la existencia de la Revelación. Es el tema de
los argumentos de credibilidad. Puede finalmente la razón, a través de los
métodos propios de la crítica bíblica, deducir de la Sagrada Escritura lo que Dios
ha querido revelar. De todos modos, la certeza sobre el contenido de la
Revelación exige la intervención de la autoridad infalible de la Iglesia.

En segundo lugar, como ya se dijo, la razón ofrece algún entendimiento de la


Revelación. Es verdad que no puede comprender totalmente los misterios, pero
con ella -la razón- puede llegarse a entender mejor lo que Dios ha querido revelar.
Esta es precisamente la labor de la Teología.

b) Después del acto de fe, la razón interviene del modo siguiente:

- Analizando y exponiendo las verdades de fe.

- Estableciendo analogías y comparaciones tomadas de las realidades naturales


que ayudan a una mejor comprensión de la Revelación. El ejemplo es de Cristo
(parábolas). También comparando las mismas verdades reveladas se llega a un
mayor entendimiento. P. ej., el misterio de la Encarnación sólo se entiende a partir
del misterio de la Trinidad.

- Sintetizando y ordenando las verdades de fe: símbolos de fe, por ejemplo.

- Defendiendo las verdades de la fe contra quienes las impugnan.

Por su parte, la fe ayuda a la razón:

a) liberándola de muchos errores a los que puede llegar.

b) Ofreciéndole conocimientos: p.ej., verdad de la creación, atributos y


perfecciones divinas, su Providencia y Gobierno del mundo, inmortalidad del
alma, etc.

c) Favorece el progreso de la ciencia: la fe y la Teología han llevado a multitud de


progresos en las ciencias humanas: en filosofía, historia, arqueología, lingüística,
artes...

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