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Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Lic. En educación básica con énfasis en humanidades y lengua castellana


Lenguaje, sociedad, comunicación y cultura
Profesor Borys Bustamante Bohórquez
Estudiante Marly Zuli Saavedra Correa- 20132160211

Metáforas de la vida cotidiana

El libro Metáforas de la vida cotidiana como parte de la colección Teorema y en su octava


edición , fue realizado y publicado (2004) por los profesores George Lakoff y Mark Johnson,
siendo el primero doctor en lingüística, destacado por sus estudios de la gramática generativa
transformacional, conocido por ser uno de los más comprometidos investigadores en lingüística
cognitiva e identificado como su creador en 1970, y el segundo, conocido como profesor de
ciencias del lenguaje en la universidad Macquarie, director del centro de ciencias del lenguaje en
esa misma universidad y autor de numerosas publicaciones.

El texto en mención merece ser reseñado y analizado a la luz de sus acercamientos, pero se
debe entender que para ello se requiere de un minucioso estudio, por lo cual a lo largo de estas
páginas se hará un acercamiento al lector, que le permita entender los principales planteamientos
del texto, específicamente en sus primeros diez apartados.

El libro Metáforas de la vida cotidiana surge de la preocupación por la forma en que la


gente entiende su lenguaje y experiencia. En los diez primeros apartados se da especial
importancia al entendimiento, comprensión y análisis de la metáfora como aquella que “impregna
todo el lenguaje, el pensamiento y la acción”, pero también entendida a partir de aquello que da
sentido a nuestra experiencia cotidiana.

Todo aquello que da sentido a nuestra experiencia cotidiana, es en primer lugar, aquellos
conceptos mediante los que vivimos que son constituidos como un sistema conceptual, capaz de
llevar al ser humano a pensar y actuar, y no solo a decir. Es un sistema ordinario que tiene una
naturaleza metafórica, evidenciada a través de todo lo que se puede hacer con el lenguaje, pero
hay que tener claro que aquellos conceptos metafóricos utilizados varían dependiendo de la
cultura, pues al decir “Una discusión es una guerra”, se entiende que esa expresión se vive y se
habla en una cultura, no para llevar a una guerra física, sino para hacer alusión a la estructura de
una (perder o ganar, atacar o defender, etc.), mientras que en otra cultura el concepto discusión
puede entenderse a través de otras metáforas.

Por lo anterior, resulta evidente que – de acuerdo a lo que expresa G. Lakoff y M. Johnson-
aquellos conceptos con los que se vive, las actividades que se realizan y por supuesto el lenguaje
son “estructurados metafóricamente”, es decir, que “las metáforas como expresiones lingüísticas
son posibles, porque son metáforas en el sistema conceptual de una persona” y constituyen gran
parte de los procesos de pensamiento humano.

Ahora bien, para entender un poco más los conceptos metafóricos, es necesario hablar
sobre su sistematicidad, es decir, que ellos se ajustan a un sistema o conjunto ordenado, y
convierten sus relaciones en redes, lo que en otras palabras serían los enlaces entre aquellas
expresiones metafóricas del lenguaje cotidiano y ellos mismos, enlaces no modificables y no
extinguibles, pues es a partir de las expresiones metafóricas que se puede conocer la “naturaleza
metafórica de los conceptos que estructuran nuestras actividades cotidianas”, entre ellos las
mismas expresiones metafóricas, explicitas a través del lenguaje.

Para dar una idea más clara de lo dicho en el párrafo anterior los autores consideran el
concepto metafórico EL TIEMPO ES DINERO, que se convierte en metafórico desde que las
personas de una determinada cultura (pues en otras puede variar la conceptualización del tiempo)
usan sus “experiencias cotidianas con el dinero, los recursos limitados y las cosas valiosas para
conceptualizar el tiempo”. Este es un ejemplo de la forma en que las implicaciones metafóricas
pueden caracterizar un sistema coherente de conceptos metafóricos y un sistema coherente
correspondiente de expresiones metafóricas de esos conceptos”.

Esa sistematicidad ya mencionada, que nos permite comprender y destacar un concepto a


través o en “términos” de otro, oculta necesariamente otros aspectos del primero, es decir, que
esconde características relevantes, las hace inconscientes, es una forma de fijar la atención en solo
una cosa y perder de vista otros aspectos que podrían ser determinantes.
Lo anterior se ejemplifica claramente con “la metáfora de CANAL” propuesta por Michel
Reddy que supone y lleva a cabo aquellos ocultamientos en las expresiones metafóricas como los
significados son objetos, que supone que “los significados tienen una existencia independiente de
la gente y los contextos”, siendo esto acertado para algunas culturas pero no para otras, pues en
muchos casos el contexto sí importa y las personas no entienden las expresiones de igual forma.
Por tanto queda claro que un concepto sí está estructurado por una metáfora pero no totalmente.

Hasta aquí se ha esbozado lo que son las metáforas estructurales, en las cuales se conoce
un concepto y su estructura parcial en términos de otro. Ahora es necesario hablar de otro tipo de
concepto metafórico que “ organiza un sistema global de conceptos con relación a otro”, y la forma
de llamarlos es metáforas orientacionales, que tienen su base en la experiencia cultural y física de
un ser humano pues la mayoría de ellas dan a un concepto una orientación espacial ( arriba-abajo,
dentro fuera, delante-detrás, etc.), pero aclarando que las oposiciones como arriba-abajo y dentro-
fuera, llevan a variar a las metáforas orientacionales basadas en ellas de una cultura a otra.

Ahora bien, para poder explicar la forma en que cada concepto metafórico puede haber
surgido de la experiencia física y cultural, se debe tener claro que no es discutible el/los
fundamentos experienciales, la coherencia y la sistematicidad (ya esbozada anteriormente) de cada
concepto, lo que se hace necesario es saber cuáles son esos fundamentos (en la experiencia física
y cultural).

De acuerdo con lo dicho en el párrafo anterior, se debe hablar, en primer lugar, de aquellas
metáforas espacializadoras que en muchas ocasiones se convierten en parte esencial para un
concepto, pues la mayoría están organizados en términos de estas metáforas, además ellas
metáforas enraizadas en la experiencia cultural y física, tienen una sistematicidad interna y por
supuesto una global que define la coherencia entre una y otra metáfora espacializadora.

Esas metáforas mencionadas podrían ejemplificarse con FELIZ ES ARRIBA, que puede
determinarse por la experiencia física de ver a alguien erguido o decaído y asociarlo con su estado
de ánimo, y LO RACIONAL ES ARRIBA, metáfora que involucra una base física y una cultural
al identificar las diferencias físicas entre el hombre y los animales y poner al hombre por encima
de ellos, como aquellos que los controlan por regla cultural (obviamente esto varía de una cultura
a otra).
Sencillamente “ninguna metáfora se puede entender, ni siquiera representar,
adecuadamente independientemente de su fundamento en la experiencia” y es ese fundamento el
que en muchos casos las diferencia y da lugar a muchas metáforas, es decir, que cada una se basa
en tipos de experiencias diferentes, es una verticalidad que se puede identificar en ejemplos como
más-menos, arriba-abajo o racional- emocional, a

Por otro lado, pero sin desligarse de lo dicho hasta ahora, los autores afirmarán que “los
valores fundamentales en una cultura serán coherentes con la estructura metafórica de los
conceptos fundamentales en la misma”, y es a partir de esa aseveración que se dará por sentado la
importancia de estudiar el papel de la metáfora en la coherencia cultural de una sociedad.

Por lo anterior, se evidencia la falta de independencia de los valores fundamentales de una


cultura en que deben formar un sistema coherente con los conceptos metafóricos de los que se
vive. Pero esos valores pueden no mantenerse si las circunstancias cambian y si eso pasa (que es
muy frecuente) se entraría en conflictos entre valores, lo cual devengaría en conflictos entre
aquellas metáforas que se asocian con ellos.

Los conflictos ya mencionados anteriormente, se explican con la prioridad que se otorga a


los valores y a las metáforas en aquella “subcultura” que los usa, es decir, que los grupos y por
supuesto los individuos hacen variar sus prioridades y “las maneras de definir lo que es bueno y
virtuoso para ellos”, sufriendo sus sistemas de valores cambios debido a las circunstancias,
viéndose obligados a volver a ser coherentes con las metáforas orientaciones de la corriente
cultural en la que se encuentren.

Otro tipo de metáforas, que se complementa con las ya mencionadas, son las ontológicas
que a su vez tienen diferentes tipos y sirven a efectos diversos, pero para entender esos efectos es
necesario hablar en primer lugar de las metáforas de sustancia y entidad que se materializan cuando
se identifican las propias “experiencias como objetos o sustancias, permitiendo con eso referirse a
ellas, categorizarlas, agruparlas y cuantificarlas”.

Las experiencias que un ser humano tiene con objetos físicos son la base para la variedad
tan grande de metáforas ontológicas, es decir, muchas maneras de considerar actividades, ideas,
etc. como sustancias y por supuesto como entidades. Un ejemplo de esto se puede plasmar con
metáforas como LA MENTE ES UNA MÁQUINA, que nos permite concebir y entender la mente,
este tipo de metáforas y aun una como LA INFLACIÓN ES UNA ENTIDAD, se vuelven tan
naturales e impregnan tanto el pensamiento que a veces es casi imposible pensar que son
metafóricas, esto se explica con el hecho de que metáforas “son parte integrante del modelo de
mente” que se posee en una cultura.

En segundo lugar están las metáforas de recipiente, que hacen parte integrante de las
metáforas ontológicas, y que tienen una estructura acogedora de distintas características, que
empiezan con entender que los seres humanos se consideran entre sí recipientes con orientación
dentro-fuera, esto proyectado sobre otros objetos físicos y también sobre el ambiente natural,
siempre se quiere establecer qué hay dentro y también imponer límites al recipiente, lo que le dará
un tamaño y serán cuantificados en “ en términos de cantidad de sustancia que contienen”.

Otra característica de las metáforas de recipiente está en el hecho de tener un campo visual
conceptualizado como un recipiente, el cual tiene en su interior todo lo que se ve, es decir, que al
mirar hacia algún territorio el campo visual define una frontera. Y por último como característica
se tiene que para entender acontecimientos, acciones, actividades y estados se utilizan las
metáforas ontológicas, es decir, que en muchos casos se “los acontecimientos y las acciones se
conceptualizan metafóricamente como objetos; las actividades como sustancias; los estados como
recipientes”.

Por otro lado y con la misma importancia de las metáforas ya mencionadas, está la
personificación que considerada como una “categoría general”, cubre y abarca una gran cantidad
de metáforas que escogen diferentes aspectos de una persona y formas de mirarla, y que comparten
algo, todas permiten dar sentido a fenómenos del mundo en términos humanos, como por ejemplo
la metáfora LA INFLACIÓN ES UN ADVERSARIO, es decir, que se personifica la inflación.
Pero hay que entender que cada personificación cambia dependiendo de los aspectos escogidos, es
una forma de atribuir cualidades humanas a cosas que no son humanas, no existe referencia a seres
humanos reales.

Complementada y explicada en la personificación, la metonimia podría decirse que actua


similar a la personificación pero esta utiliza una entidad para referirse a otra que está relacionada
con ella, es decir, que los conceptos metonímicos permiten hacer una conceptualización de una
cosa en “virtud de su relación con otra”. Es como cuando se piensa en una obra o pintura, no se
piensa solo como obra de arte en sí misma sino que se piensa en ella en términos de su relación
con el artista (y todo alrededor de él para realizarla).

Lo anterior revela que así como las metáforas, los conceptos metonímicos que se tienen
son fundados en la experiencia y hacen parte de ella, estructuran el lenguaje, pero también y las
acciones y el pensamiento, entre otros. Son un agente causal basado en la relación, es decir, que
cuando se habla de PALOMA POR EL ESPÍRITU SANTO, se está diciendo metonímicamente
que la paloma representa el cielo, que es hermosa y se relaciona con el espíritu santo, es una forma
de evidenciar los sistemas conceptuales de las culturas y en este caso de las religiones. Por tanto
se puede hablar ahora de metonimias y metonimias simbólicas que aunque no parezca son
“eslabones críticos entre la experiencia cotidiana y los sistemas metafóricos coherentes” de las
culturas.

Por todo lo dicho es evidente que las metáforas y las metonimias no son algo que pueda
llamarse arbitrario, como se piensa en muchos casos, más bien “forman sistemas coherentes en
términos de los cuales se conceptualizan las experiencias”. Pero se han encontrado incoherencias
aparentes en las expresiones metafóricas cotidianas que en esencia constituyen desafíos a la
coherencia metafórica.

Esas aparentes incoherencias podrían evidenciarse en ejemplos como una contradicción


metafórica aparente, donde la lengua de una cultura específica parece tener dos organizaciones del
tiempo contradictorias, siendo la primera donde el futuro está delante y el pasado está atrás y la
segunda donde el pasado está delante y el futuro está atrás, pero si se considera que muchas culturas
adoptan tanto una como la otra, no existe contradicción porque sí hay una coherencia, hay una
orientación que se establece dependiendo de la cultura, todos los detalles estarían inmersos en una
metáfora como EL TIEMPO ES UN OBJETO QUE SE MUEVE, es una forma de mostrar que
todo esto tiene una estructura metafórica detallada y consistente que hace parte vital del lenguaje
cotidiano sobre el tiempo.

Es necesario hablar también de la coherencia frente a la consistencia, pues no son lo mismo,


ya que existe una diferencia entre ellas, y es que las conexiones entre metáforas implican con
mayor probabilidad de coherencia que consistencia, es decir, que en una metáfora como EL AMOR
ES UN VIAJE, la metáfora básica será VIAJE, pero hay varios tipos de viaje y es eso lo que no
permite un imagen única y consistente que ajuste todas las metáforas de VIAJE. Por tanto puede
que un metáfora sea consistente pero no coherente en tanto no crean una imagen única, pero si
encajan.

Este recorrido ha develado ese carácter y ese papel tan importante que tienen las metáforas
en nuestra vida, pues en sus diferentes acepciones y formas le dan al lenguaje y a la vida un color
y sabor distintos, permiten jugar con aquello que nos hace humanos, el lenguaje y lo mueve por
distintos terrenos para darnos a nosotros la oportunidad de crear y construir con él, es satisfactorio
encontrar y entender parte de lo que nos identifica, pues pareciera poco importante pero es
fundamental en la vida cotidiana. Las metáforas no son hervideros de la imaginación, son una parte
integrante del ser humano, sea de la cultura que sea, ellas se ajustan, se moldean y actuar en favor
de darle sentido a nuestra existencia, a nuestra vida, hacen parte de la cotidianidad y la construyen.

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