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colombiano
Los datos del Censo Nacional Agropecuario confirman la enorme pobreza del
campo colombiano y la inmensa brecha que lo separa de los centros urbanos.
Para el exministro de Agricultura Juan Camilo Restrepo, gran impulsor del censo,
los primeros resultados muestran el atraso del sector y validan lo dicho en el punto
número uno de las negociaciones de paz de La Habana, sobre la necesidad de una
política de bienes públicos que ayude a llenar el bache entre lo rural y lo urbano.
Varios de los datos arrojados por el censo retratan la desigualdad. Por ejemplo, se
encontró que, en 2014, el 20 por ciento de la población entre los 5 y 16 años no
asistía a ninguna institución educativa. También se observó que el 72,6 por ciento
de los jóvenes entre 17 y 24 años no tenía acceso a la educación y que el 11,5 por
ciento de la población campesina mayor de 15 años no sabe leer ni escribir. Aunque
en la última década ha habido mejoras en el tema es evidente que se avanza muy
lentamente y que todavía queda mucho por hacer. La educación básica primaria es
el mayor nivel educativo para cerca de la mitad de los jefes de hogar. En la
cobertura de salud aparecen los avances más notorios. El 96 por ciento de los jefes
de hogar del sector rural se encontraba afiliado a algún sistema. La calidad de la
vivienda también mejoró en los últimos diez años.
El censo también mostró que el área rural se caracteriza por un bajo nivel de
capitalización. El 83 por ciento de los productores declaró no contar con
maquinaria y un porcentaje igual dijo no disponer de infraestructura agropecuaria.
Igualmente, se evidenció la baja solicitud de créditos y la poca asistencia técnica
para las actividades agropecuarias. El 90 por ciento de los productores afirmó no
recibir ninguna. Este fue uno de los aspectos que más lamentó el presidente Santos,
pues afirmó que “si no hay asistencia técnica nunca vamos a lograr el objetivo de
ser productivos, competitivos y eficientes”.
Aunque el ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, dice que se han hecho grandes
inversiones en los últimos cuatro años en créditos y convenios de asistencia técnica,
todo indica que se necesitan mayores esfuerzos en esta materia.
La buena noticia es que poco más de 7 millones de hectáreas están sembradas con
cultivos, lo cual supera el dato que se venía manejando, que estaba entre 5 y 6
millones de hectáreas. El área destinada a cultivos permanentes ha venido
aumentado: pasó de 43,7 por ciento en el censo de 1960, a 52,6 por ciento en el de
1970 y hoy es el 74,8 por ciento. Entre tanto, el 16 por ciento corresponde a cultivos
transitorios.
Este balance tiene algo de bueno y algo de malo. Según el presidente de la SAC,
Rafael Mejía, los cultivos permanentes, entre los que están principalmente la caña,
la palma, el caucho, el banano, las flores y el café, se han desarrollado en Colombia,
en buena parte, gracias a los centros de ciencia y tecnología que han financiado los
mismos productores, como es el caso de Cenicafé, Cenicaña o Cenipalma.
Por el contrario, los transitorios, como el maíz, la soya, la papa, el arroz, las
hortalizas y las verduras, no han crecido tanto. Este tipo de cultivo es fundamental
en la estructura productiva agrícola porque permite a los agricultores cambiar
rápidamente, dependiendo de las rentabilidades, de las condiciones climáticas o de
las circunstancias del mercado. De acuerdo con Mejía, lo ideal sería que el área con
cultivos transitorios aumentara pues no solo son productos importantes para el
consumo interno (garantizar la seguridad alimentaria) sino para las exportaciones.
“Si estos cultivos transitorios crecieran más, no estaríamos importando el 28 por
ciento de la comida”, dice.
Otro dato que llama la atención es que en la última década envejeció la población
rural. Esto muestra que la fuerza de trabajo joven está abandonando el campo,
porque no ve allí posibilidades de futuro. Si las condiciones de vida y las
expectativas fueran más positivas en el sector rural, muchos jóvenes querrían
seguir los pasos de los padres.
Estos resultados revelados por el Dane son un primer avance del censo, pues al
final del año estarán disponibles los microdatos que permitirán llegar a más
detalles y conclusiones sobre el campo. Por ahora, lo más importante es que el
gobierno tiene un diagnóstico más real de la situación del sector rural para lanzar
las políticas públicas que se requieren. Esto será fundamental en el posconflicto
pues, como dijo Santos, Colombia tiene que volcarse hacia el campo si quiere ser un
país con más equidad y en paz.