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“Historia de la Música Universal”

La música tiene su origen en la búsqueda del lenguaje, esto es, en la necesidad de


comunicación. Las teorías etnomusicológicas, formuladas sobre todo a partir del último
tercio del siglo XIX han tenido que ampliar significativamente hasta nuestros días el marco
cronológico a la hora de determinar la antigüedad del fenómeno musical en el hombre: su
capacidad de distinguir diferentes alturas de sonidos y la facultad de proceder a la
ordenación de estos, nos remontan a hace unos 40,000 años, cuando el Homo Sapiens era
capaz de imitar los sonidos de la naturaleza y diferenciarlos de lo que constituía la
estructura de su lenguaje.

Las primeras expresiones musicales han sido asociadas a un hecho colectivo: rituales
funerarios, cacerías, ceremonias vinculadas a la fertilidad y liturgia formaban parte de una
cotidianidad de la que la música había entrado a formar parte por derecho propio.

Es un hecho aceptado que la cuna de la primera civilización musical fueron los fértiles
territorios bañados por los ríos Tigres y el Eufrates, el actual Irak, donde el pueblo
Sumerio, en el IV milenio a.c., asentado en la zona meridional de Mesopotamia, desarrolló
una actividad musical de carácter religioso, estrechamente relacionada con la liturgia.
Aquella sociedad en cuyo seno apareció la escritura y en la que se perfeccionaros e
impulsaron las artes de la alfarería y la fundición, levantó templos majestuosos en los
cuales sacerdotes, astrólogos, matemáticos y músicos elaboraron una compleja hímnica
en loa de la divinidad. El empleo de una melodía denominada Kalutu, peculiar por su
reiteración, hace presuponer una especie de canto responsorial entonado por el
sacerdote en su primer ciclo y respondido luego por un coro de oficiantes. Y lo que es más
importante: la intervención de instrumentos musicales en dichas celebraciones.

Entre los instrumentos hallados por los Sumerios tenemos:

· Viento: Flautas (tigtigi) y oboes (abub), lo cual es indicativo del descubrimiento de la


lengüeta, propia de los especimenes de la familia del Oboe, en los que el sonido se logra
mediante la rápida vibración de la columna de aire y no por el choque de éste sobre un
bisel o una embocadura, como sucede con las flautas.

· Cuerdas: Liras (algar) y arpas (zagsal) horizontales.

· Percusión: Tambor (balag), timbales pequeños, castañuelas rectas, sistros, címbalos y


campanillas.

Todo este instrumentario, y también el repertorio litúrgico fue transmitido a los ulteriores
pobladores de las regiones mesopotámicos, entre ellos los Asirios que hacia el año 2000
a.c. perfeccionaron las arpas y crearon una especie de primitivo Laúd (pantur); o a los
Babilonios, pueblo amorita de capital importancia para la evolución musical, ya que
además de ampliar y mejorar el muestrario instrumental, sobre todo en lo referido a los
ejemplares del tipo lira, enunció notables teorías musicales estrechamente ligadas a los
conocimientos matemáticos y astronómicos. No es del todo arriesgado suponer que la
música de los pueblos mesopotámicos fue en sus inicios pentatónica (escala de cinco
sonidos) y que tras evolucionar, pasó a ser heptatónica (escala de siete sonidos).

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