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Crean el primer ser

vivo con un genoma


completamente
manipulado
Investigadores de la Universidad de Cambridge
(Reino Unido) han creado un microorganismo
con todo su ADN alterado radicalmente

Científicos de la Universidad de
Cambridge (Reino Unido) han creado el
primer organismo que tiene un genoma
(el conjunto de todos los genes)
completamente modificado por el
hombre.

En un artículo publicado en Nature, el


equipo del investigador Jason Chin ha
relatado cómo ha sido posible crear una
cepa artificial de la bacteria Eschericia
coli (E. coli), un microbio intestinal muy
utilizado en los laboratorios, cuyo
material genético ha sido manipulado en
su integridad con la finalidad de
hacerlo más sencillo.
Los investigadores crearon una gran
secuencia de ADN que codifica para
aminoácidos, los ladrillos que
componen las proteínas, de una forma
más simple que la que emplea la
naturaleza. Después, fueron capaces de
trocear este genoma para ir
introduciéndolo poco a poco en el
microorganismo.

Finalmente, han logrado que la nueva


bacteria E. coli sobreviva con este
genoma artificial reducido a la mínima
expresión. El organismo, eso sí, crece
más lentamente y tiene una forma
más alargada.
La búú sqúeda de vida artificial

Estos resultados han sido posibles


gracias a dos años de trabajo y son un
importante paso adelante en el campo
de la biología sintética , que trabaja en
crear vida artificial con la finalidad de
diseñar organismos capaces de producir
medicamentos, combustibles o degradar
productos contaminantes.
Desde hace unas décadas esta es una
de las disciplinas científicas más
boyantes. Su gran ventaja, al contrario
que la biotecnología, es que no se busca
reciclar lo que la naturaleza ya ha
creado, sino tratar de empezar de cero:
en vez de montar un coche a partir de
piezas preexistentes, se busca diseñar
todo el coche desde el principio.
¿Para qué esforzarse en esto, y no
sencillamente seguir ahondando en la
biotecnología más tradicional, que
también modifica genes? «Una de las
razones de crear vida artificial y
genomas minimizados es aproximarse al
control total del sistema», ha explicado
a ABC Juli Peretó, vicedirector del
Instituto de Biología Integrativa de
Sistemas (Universidad de Valencia-
CSIC). «El objetivo final es interpretar
el funcionamiento de la vida como
lo haría un ingeniero con una
máquina. Esto es lo que se llama
biología sintética».

Un

investigador sostiene un tubo con el genoma artificial de un microorganismo - ETH Zurich /


Jonathan Venetz
El camino para lograrlo es
extremadamente largo, costoso y
complejo, porque requiere comprender
con una enorme profundidad la genética
de cada ser vivo. La tarea también es
difícil porque los genomas son grandes y
resulta difícil trabajar con ellos.

Pero si se logra fabricar genomas


mínimos que funcionen, se puede
crear seres vivos que se comporten
como un chasis básico en el que
introducir nuevas funciones, bien
presentes en otros seres o bien
diseñadas de novo.

Reescribir el cóú digó geneú ticó

En el caso de la investigación de Jason


Chin el logro está en que los científicos
han manipulado y simplificado todo el
genoma, y que además han trabajado
con uno muy grande.
Para entender cómo lo han hecho hay
que recordar que el ADN contiene las
instrucciones con las que las
células producen proteínas,
máquinas moleculares esenciales para
desempeñar muchas funciones básicas.
En realidad, estas instrucciones son
transcritas a ARN, una molécula que
transfiere el código genético: este es un
sistema que depende de cuatro
moléculas conocidas como bases
nitrogenadas, y que pueden
representarse con cuatro letras (A, C, G
y U).
Las células leen las secuencias de
estas cuatro letras en grupos de
tres en tres, que reciben el nombre de
codones. La mayoría de estos codones
de tres letras «le dicen» a las células que
incorporen uno de los 20 aminoácidos
de los que están compuestas las
proteínas (como la serina o la valina) y
no otro. Sin embargo, este código
genético está degenerado, lo que quiere
decir que resulta reiterativo: hay 64
codones para los 20 aminoácidos.
En esta ocasión, el equipo de Jason Chin
trató de acabar con esta redundancia,
«liberando» codones para codificar
nuevos aminoácios en el futuro.

Para ello emprendió la laboriosa tarea


de cambiar la secuencia del ADN de E.
coli en 18.000 puntos y así lograr que
las proteínas dependieran de 61
codones, y no 64.
Chin ha reconocido en The New York
Times que pretende ir más allá en estos
trabajos, y que pretende eliminar más
de estos codones.
Según Peretó, en efecto, «en este caso lo
destacable es que han editado el genoma
para reducir la "degeneración" del
código genético, es decir, eliminar
algunos codones sinónimos y
"liberarlos" para que puedan servir para
codificar otros aminoácidos».

Sin embargo, ha destacado que «el


concepto no es nuevo porque se está
aplicando al genoma artificial de
levadura, que se estima que se publicará
el año que viene».

La vida míúnima

El camino de la biología sintética dio un


gran salto en 2010 , cuando el equipo de
investigadores del científico
multimillonario Craig Venter logró crear
la primera forma de vida con un genoma
sintético. Dentro de este ADN los
científicos introdujeron varias frases y
direcciones de correo electrónico junto a
todo lo necesario para la vida de una
bacteria. Ya en 2016, Venter sintetizó un
genoma con la cantidad indispensable
de genes y lo introdujo en una célula
preexistente, una pequeña y simple
bacteria, con lo que logró crear una
forma de vida artificial mínima.
Los expertos consideran que el campo
de la biología sintética va a sufrir un
gran avance en los próximos años. Sin
embargo, por el momento todavía
no se han creado genes realmente
artificiales, ya que todos los intentos
se han limitado a plagiar a la naturaleza
o a modificarla en mayor o menor
medida.

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