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El etiquetado: ¿Una praxis acientífica en Psicología?

¿Cuál es el verdadero problema al utilizar los manuales diagnósticos en


psicología? ¿Es el manual o su inadecuado uso? Está pregunta nos abre el
camino para hablar de un fenómeno que oscurece la práctica de los profesionales
de la salud mental; el etiquetado, pero ¿Qué es el etiquetado?

Antes de hablar del tema es importante definir la palabra etiqueta, entendiéndose


esta como una señal, marca, rótulo o marbete que se adhiere a un objeto, persona
o situación para su identificación, clasificación o valoración de la realidad sin
necesidad de conocer a fondo a este. Por ello, en la vida diaria ha servido a las
personas para poder clasificar un conjunto de características o información para
así poder hacer su actuar un poco más sencillo, y de cierta forma estable o para
percibir que existe un cierto orden, y así poder comprender un poco mejor su
realidad sin un constante análisis de las diversas situaciones, personas u objetos,
sin embargo ahora en día hemos podido ver que es muy común el poder clasificar
sin tomar en cuenta la magnitud o la repercusión que tendrá esa etiqueta en la
vida de la persona, y aún más grave, cuando se trata de clasificar con un
trastorno.

Al etiquetar a una persona se hace por uno o un par de aspectos cualidades o, por
defectos, por características "x" atribuyendo una connotación generalizada a algo
positivo o negativo a lo que en realidad es, y en lo que respecta la psicología, se
clasifica a una persona en relación a un trastorno sin bases científicas producto
del desconocimiento del mismo. Es ahí cuando al encasillar a alguien, creemos
que esa persona es tal y cual la percibimos y que será así por el resto de su vida y
la hemos de tratar por lo que es. Se enfatiza que un comportamiento no define lo
que en realidad es una persona.

De igual forma, creemos que hay un patrón existente cuando se etiqueta a una
persona, si se analiza de forma profunda este fenómeno se puede observar que
hay un existente patrón de relaciones de poder, de tal forma que la persona que
etiqueta tiene o tiene varios grados más poder, independientemente si este es o
no es formal, lo cual a su vez implica, que la persona que ha sido etiqueta pueda
llegar a etiquetar a otra persona de que posee menos poder, esta forma de poder
se traduce en un determinado grado de influencia sobra que la persona tiene en la
comunidad o en la sociedad, siendo así que, la etiqueta adquiere mayor peso
cuando la designa una persona que tiene más poder sobre otro, aun así, esto no
implica que una persona pueda etiquetar a otra que tiene igual o menor poder que
otra pero el peso de la etiqueta será menor, en el resto del artículo se puede lograr
entender mejor nuestro punto de vista si se relaciona cada enunciado con el
análisis planteado.

Consideramos que hoy en día se ha popularizado en nuestra sociedad el atribuir


etiquetas de trastornos o enfermedades mentales a las personas por falta de
conocimiento e información que, a su vez, adquiere una connotación peyorativa.
Esta mala praxis se suele dar ocasionalmente en personas que no ejercen la
carrera de psicología, pero que creen tener el conocimiento para hacerlo, a su vez,
son personas que poseen un determinado estatus. por ejemplo: el médico, por el
poder que ejerce sobre sus pacientes se atreve a etiquetar a estas personas solo
por el hecho de manifestar una conducta ya sea de tristeza o enojo que puede ser
ocasionada enfermedad física, y por un conocimiento vago que tienen se sienten
con la autoridad de hacerlo. De igual forma también eso pasa con los profesores y
sus alumnos, el conocimiento vago que tienen siente que solo eso basta para
atribuir un nombre a una conducta de los niños, y por efecto Pigmalión puede
tornarse realidad, ante el caso en que se le repite la etiqueta constantemente.

Dado que la psicología es la ciencia que nos ayuda a comprender la actividad


mental del individuo y por ende hacer un diagnóstico es imprescindible que
tengamos sumo cuidado a la hora de dar un diagnóstico ya que el diagnóstico
gnoseológico no lo podemos tomar como algo que luego podremos cambiar o
corregirlo ya que le estamos diciendo a la persona.

Ahora bien ¿Dónde surge el etiquetado? El etiquetado surge de la ignorancia de


los conocimientos científicos; ignorancia que puede llegar a dañar a la persona
sujeto de la etiqueta. Una vez dicho esto y ya habiendo entrado en materia con a
pregunta inicial podemos preguntarnos ¿Que son los manuales diagnósticos? son
un sistema de clasificación de los trastornos mentales que proporciona
descripciones claras de las categorías diagnósticas, con el fin de que los clínicos e
investigadores de las ciencias de la salud puedan diagnosticar, estudiar e
intercambiar información y tratar los distintos trastornos y que de alguna manera,
la categoría diagnostica llega a oído de otras personas con o sin conocimiento de
estos, por tanto, detrás de etiquetar a una persona, se esconde un prejuicio,
denotándose que la persona no posee formación académica para poder hacer uso
de dichas categorías diagnósticas.

Por tanto, se utiliza en cultura general la etiqueta como un adjetivo, para clasificar
a las personas en base a lo que considera normal o anormal, entendiéndose acá,
lo anormal como aquello que se sale de la normativa social, y la persona que
posee un determinado estatus sumado a un conocimiento superficial de la
categoría diagnostica se concibe asimismo como normal auto etiquetándose
implícitamente. y, por ende, se considera estar en la capacidad de clasificar a los
demás, o también basarse en rumores infundamentados tomándolos como ciertos.

Ante una alta demanda de servicios de salud mental, hay psicólogos que no están
realmente comprometidos con su ejercicio, realizando praxis inadecuadas sin
ninguna ética dañan a los y ante estos casos, el afectado difícilmente note el error
en primer lugar porque desconocerá sus derechos y los deberes a los que está
sujeto el profesional a causa de la poca importancia que se le da a la salud en
nuestra sociedad. Entonces debería ser un compromiso del profesional de saber
manejar toda aquella situación personal para no entorpecer el proceso
psicoterapéutico y dar así la garantía de poseer todas aquellas habilidades para
solventar la situación que perturba a su paciente.

Además, en los procesos psicoterapéuticos será frecuente ver como aquellas


personas que acuden a los centros de salud utilizan el “etiquetado” (extrovertido,
ansioso, depresivo, entre otras.) como explicativos de problemas de conducta,
cuando en realidad las personas solo le describen al profesional (como etiquetas
verbales que son). Esto podría llevar al profesional a pensar que la aparición de
cada vez más etiquetas que hay más trastornos o enfermedades mentales, por lo
tanto, se requiere que los profesionales puedan evaluar, diagnosticar y explicar los
problemas psicológicos para no caer en el círculo vicioso de la etiqueta.

A esto agregamos que dichos manuales son producto del estudio científico y cómo
podemos evidenciar están hechos para ayudar a los profesionales de la salud a
identificar los trastornos para poder ayudar a las personas que padecen algún
trastorno, por tanto, se fundamentan en lo científicamente comprobado, por lo que
son una fuente confiable, descartando así que el problema sean los manuales,
estos nos permiten el determinar las causas de las características que presenta y
en base a ello determinar la psicoterapia; se requiere realizar un estudio
exhaustivo de la persona para poder emitir un diagnóstico certero debido a la
complejidad de la psiquis, de igual forma se requiere estudiar todo aquello que nos
permita entender mejor la realidad humana.

Esto implica como requisito el tener las competencias necesarias para poder
emplear las categorías diagnósticas, por tanto, se necesita actualizar y estudiar
para poder emplearlas, si no se cree estar suficientemente preparado, se debe
remitir a otro profesional para no equivocarse. Por lo tanto, la causa es el mal uso
de los manuales diagnóstico y la popularización de sus categorías. Su uso
inadecuado es perjudicial para la salud mental del usuario pues es
contraproducente y en lugar de mejorar su bienestar, afectando su pensamiento y
la idea de tener cierto trastorno, su sentir y actuar, en su personalidad en general.
Se crea una idea errónea y se limita a "cierto trastorno". Por tanto, se reduce, se
etiqueta, se estigmatiza.

No obstante, un psicólogo puede etiquetar al momento de intervenir a una persona


se dejan llevar en primera instancia y con firmeza únicamente con lo que observan
del usuario o paciente, alegando que posee un ojo clínico altamente desarrollado,
basando así en meras especulaciones, o también, hay quienes cometen el error
de diagnosticar en base a los rasgos que nos proporcionan los test psicológicos
que es contraproducente, puesto que dicha información se debe corroborar. Por lo
cual, la gravedad es inmensa, dado que, se está recibiendo una formación
académica para aprender el uso adecuado de las categorías diagnósticas, pero
parece que sucede lo contrario, y en ocasiones minimizamos o normalizamos
dichos casos. Sobre todo, ante el caso en que algunos estudiantes encuentran
tedioso el realizar un estudio exhaustivo de la psiquis humana e ignorando la
historia personal de su usuario, su devenir, sin tomar en cuenta los efectos
adversos que trae consigo esa actitud y por consiguiente el etiquetamiento. Por lo
que se procede a dar una psicoterapia inadecuadamente orientada, en el peor de
los casos recibe prescripciones médicas que no se requieren según el
padecimiento.

También suele darse el caso en que estudiantes las personas que eligen la carrera
en psicología, o que inicia a trabajar en el área clínica sin tener interés y
convicción, si no hay un interés o motivación por la carrera se traducirá en una
praxis inadecuada. Por lo que no hay empatía, o también personas que se
sobrestiman así mismas, por lo que se adjudica los problemas y se ignora los
problemas que se poseen. Se hace así un pobre análisis y se observa de forma
muy pobre la etiología de los problemas de las personas. Podría hasta hablarse de
una baja autoestima, ya que damos mayor relieve a los problemas de los demás
por miedo de no mostrar nuestras debilidades. El etiquetado puede iniciar entre
compañeros en forma de broma, en donde tiende a convertirse en un patrón de
conducta generalizada.

Como futuros psicólogos nos dimos cuenta que debemos de trabajar con nosotros
mismos primero, ya que pueden existir etiquetas incluso con nosotros mismos, las
cuales son consecuencias porque fueron inculcadas por personas significativas o
que poseen un cargo o rol importante, y esto puede repercutir en como ejerzamos
la profesión. Debemos entender que la forma en la que nos veamos a nosotros
mismos también va influir en cómo veamos a las demás personas. El etiquetado
se intensifica al ser realizado por un profesional de la salud mental, quienes deben
conocer el efecto negativo de estas, sabiendo que en realidad solo se diagnostica
aplicando la ciencia al realizar un estudio minucioso. También al sistema de salud
exige un diagnóstico desde la primera sesión y no solo es el sistema de salud con
sus fallos los que permiten que el psicólogo sea susceptible a etiquetar arraigando
como característica particular de cada individuo y es acá donde comienza a verse
como "el mejor método de hacer el diagnóstico".

Por lo tanto, el etiquetado en psicología engloba una enorme cantidad de variables


que se interconectan, lo que dificulta que se pueda englobar y tomar en cuenta
todas estas, pudiéndose así omitir detalles importantes ante este fenómeno. Ante
esta situación, con las redes virtuales han estado surgiendo en los últimos años
pseudo categorías diagnósticas, por tanto, son acientíficas, y quienes emplean
estas etiquetas es la población en general, implicando a profesionales o
estudiantes de distintas disciplinas y no profesionales que las toman en forma de
broma ignorando que estas pueden dañar la integridad de las personas, pero de
trasfondo puede denotarse la presencia de prejuicios acompañados de la
observación superficial de conductas, en el peor de los casos, la persona puede
creer que posee un trastorno inexistente adoptando algunos de los
comportamientos que implican la etiqueta, en este sentido, la persona puede
desarrollar complicaciones de salud mental.

No obstante, el profesional también puede etiquetar por error al no tomar en


cuenta la cultura en la cual se ha desenvuelto, por tanto, no solo se requiere un
conocimiento profundo de los manuales diagnósticos de clasificación utilizados
para tratar complicaciones de la salud mental, sino que también se requiere un
conocimiento extenso de la cultura, variable que se entrelaza profundamente con
la historia de vida de la persona.

En lo que respecta al área clínica, la persona nos otorga su confianza y que se al


final del proceso se etiquete, la conducta se agrava, en el sentido que al psicólogo
se le percibe como la persona calificada para ayudarle, motivo por el cual la
persona puede llegar a creer que posee lo que implica la etiqueta, por
consiguiente, la psicoterapia podría hacerle empeorar su situación provocando
que la persona adquiera nuevos problemas y a la vez, el rol del psicólogo pierde
credibilidad. La persona, la persona estará propensa a emitir los comportamientos
que implican la etiqueta, que por consiguiente afectara su auto concepto y
autoimagen, y, por ende, su forma de desenvolverse en la sociedad. La situación
se agravaría que las personas tiendan a excluirla del resto o a auto excluirse, ya
sea por una etiqueta, o por un diagnóstico certero pero que las personas de su
entorno se enteren de situación y así, sustituyan su nombre real por la etiqueta.

Esto se debe a que la etiqueta lleva consigo la estigmatización definiendo esta


como una desaprobación social severa de características o creencias de carácter
personales que son percibidas como contrarias a las normas culturales
establecidas. Es importante empezar a tratar de eliminar la tendencia de clasificar
a los demás por un comportamiento, ya que existen personas que son más
vulnerables que otras y podrían tender a adoptarla, pudiendo provocar un posible
pronostico desfavorable.

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