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El uso del sombrero rojo permite que el pensador diga " Así me siento con respecto a este
asunto".
El sombrero rojo legitima las emociones y los sentimientos como una parte importante del
pensamiento.
Con el pensamiento de sombrero rojo nunca hace falta justificar o explicar lo que se siente.
Toda decisión correcta debe ser emocional en última instancia. Cuando hemos usado el
pensamiento para trazar el mapa, son valores y emociones los que determinan la ruta que
elegimos. Las emociones dan relevancia a nuestro pensamiento y lo acomodan a nuestras
necesidades y al contexto del momento.
El sombrero rojo cubre dos amplios tipos de sentimiento. En primer lugar, las emociones
comunes, que van desde las fuertes tales como miedo y disgusto, hasta las más sutiles como la
sospecha. En segundo lugar los juicios complejos clasificables en tipos tales como
presentimientos, intuiciones, sensaciones, preferencias, sentimientos estéticos y otros tipos no
justificables de modo perceptible. Cuando una opinión consta en gran medida de este tipo de
sentimientos, también se la puede encajar bajo el sombrero rojo.
También se puede manejar la intuición según el "ganar algo, perder algo", la intuición puede no
ser siempre correcta, pero si lo fue más veces que errónea, el resultado final será positivo.
Sería peligroso atribuir a la intuición la infalibilidad de un oráculo místico. Sin embargo, la
intuición es parte del pensamiento. Está ahí. Es real. Y puede contribuir.
En medio del flujo natural de emociones que ocurre en cualquier reunión, la convención del
sombrero rojo podría parecer artificial e innecesaria.
¿Realmente hace falta "ponerse" el sombrero rojo para enfadarse? ¿Acaso no se pueden
expresar las emociones por medio de la mirada y del tono de voz?
... Quiero que se ponga el sombrero rojo y me diga lo que piensa de mi propuesta
Una-vez que las emociones se han hecho presentes por medio del sombrero rojo, se puede
intentar investigarlas e incluso cambiarlas.
Ya que el pensamiento de sombrero rojo nos permite ser valientes y abiertos con nuestros
sentimientos, podemos tratas de sintonizarlos con las situaciones. Sin el sombrero rojo tendemos
a limitarnos a las palabras más fuertes complementadas con el tono y la expresión facial.