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La observación, el punto de partida

Todo análisis meteorológico previo a una predicción tiene como punto de partida
una etapa de observación. A partir de este argumento se puede llegar a la
conclusión de que un acertado pronóstico se sustenta en la exactitud y la mayor
frecuencia posible con la que se realice dicha etapa.

Desde tiempos memorables, cuando se comenzó a llevar a cabo ese proceso


lógico y ordenado de generar conocimiento llamado método científico, ha sido
palpable que todo empieza en función de la paciente, exhaustiva, constante y
sistemática fase de observación. Bajo la mira decidida y contemplativa de un
observador se encaminan toda una serie de posibles resultados que confluyen a
la construcción de una verdad, de un conocimiento refutable y verificable, no
absoluto. Una vez determinado el fenómeno (proceso, sistema, etc.) de interés
que se pretende estudiar hay que dar paso a la curiosidad para percibir lo más
exacto posible su aparición, las circunstancias bajo las cuales se produce y las
características que lo definen.

En meteorología aeronáutica el proceso observatorio necesariamente debe


cumplir estas exigencias para contribuir al logro del objetivo primordial de una
aeronavegación segura y confiable. Para ello es fundamental contar con el
concurso de personal idóneo para el desarrollo de un análisis sensorial e
instrumental que permita identificar, a la luz de sus conocimientos, las
condiciones atmosféricas reinantes en todo momento, las posibles tendencias de
cambio y las implicaciones que estas tienen para la operación de las aeronaves
tanto en vuelo como en tierra.

La reiterada, minuciosa y rigurosa manera con la que se desarrolle la


observación hará de esta un insumo preciado para el proceso de análisis y
verificación previos al pronóstico. La capacidad de prever y anticiparse con el
mayor nivel probabilidad a la ocurrencia o presentación de las condiciones de
tiempo atmosférico depende de ello. Por lo tanto, la preparación, la mística y la
adecuada posición visual del observador marcan también, sobremanera, un ítem
sin el cual es imposible que los resultados de una etapa repercutan
positivamente en la otra.

Un observador meteorológico es una persona con capacidades sensoriales e


interpretativas óptimas que está al tanto de la evolución del tiempo atmosférico;

La observación, el punto de partida Ing. Nelson Vásquez Castellar


MPT Fundamentos de Meteorología Aeronáutica

es decir, de esas condiciones de la atmosfera que se presentan en un momento


dado, en un lugar determinado (en este caso, un aeródromo) y que son
susceptibles de cambios continuos. Para ello debe registrar y analizar
constantemente el comportamiento de las variables meteorológicas, tales como
temperatura, presión atmosférica, dirección y velocidad del viento, humedad,
etc., a través de la instrumentación adecuada. Además de ello, debe percibir lo
más acertado posible los tipos, cantidades y alturas de las nubes, la presencia o
no de fenómenos y la reducción o no de visibilidad horizontal que ello pueda
conllevar. La labor de un observador meteorológico es fundamental para el
óptimo desarrollo de las operaciones propias de la navegación aérea.

Con el desarrollo tecnológico y la consecuente generación de instrumentos y


equipos cada vez más sofisticados, la labor del observador meteorológico ha
venido en detrimento, sin que ello signifique que se haya reducido su
importancia; de hecho, hoy es más determinante dada las necesidades
crecientes de productos meteorológicos por parte de la aeronavegación. Pero
muy a pesar de ello, la confianza absoluta en la automatización y el repunte
creciente de las nuevas tecnologías hace imparable la progresiva reducción de
la influencia humana en la determinación de las condiciones atmosféricas
reinantes, especialmente, en los aeródromos.

La labor de observación tiene mucho de vocación, mística y motivación. Desde


tiempos ancestrales esta ha sido desarrollada bajo un aura esotérica, espiritual
y de misterio, pero con el paso del tiempo la necesidad de registro fue cambiando
paulatinamente esa visión. Primero el soporte anecdótico de los acontecimientos
meteorológicos más impactantes y luego el registro numérico de los
comportamientos de las variables atmosféricas medidas con instrumentos
convencionales, fueron la antesala a la acumulación y análisis automático de la
información. Muy a pesar del nivel precisión y la rapidez de respuestas que
puede brindar la tecnología, ya se echa de menos la identificación natural que el
hombre abocado a esta ciencia experimenta con la temperie, esa relación difícil
de explicar, en donde el entorno atmosférico pasa a ser una extensión natural
de sus propios miembros. Sin embargo, más allá del adelanto tecnológico, el
concurso humano no podrá ser erradicado del todo. Nunca un software podrá
equiparar el análisis inteligente, argumentativo y asociativo que solo una
persona abocada por el amor a esta ciencia y a este oficio puede realizar.

La observación meteorológica va más allá de los números. Estos constituyen el


insumo fundamental del análisis y enriquecen la interpretación de los resultados,
pero la asociación y la relación que guardan los elementos propios de una
observación atmosférica para comunicarse en un lenguaje claro y familiar solo
las puede desarrollar una persona. Y no cualquier persona. Para ser observador
meteorológico se requiere la adopción de una serie de competencias que van

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desde lo académico hasta lo experiencial, pasando por lo actitudinal.


Actualmente se adolece de conocimiento meteorológico en el campo aeronáutico
colombiano y el observador debe ser el faro que da luz ante esa deficiencia; por
lo tanto, allí debe siempre estar una persona idónea de acuerdo a las
competencias exigidas.

Conocimientos académicos en temas específicos de áreas como matemáticas,


física, química, estadísticas, sistemas, etc., capacidad de análisis, proactividad,
actitud de servicio, pero, sobre todo, amor por la profesión, lo que es palpable
cuando su labor da como resultado un trabajo pulcro, ordenado, honesto y
acertado a la realidad meteorológica, son en resumidas cuentas las
competencias y actitudes que debe poseer un observador meteorológico en el
día de hoy.

Un buen inicio, sin duda, potencia la probabilidad de un buen final. Así, de esa
manera o bajo este argumento, una buena observación proyectará la realización
de un buen pronóstico.

Nelson Vásquez Castellar

La observación, el punto de partida Ing. Nelson Vásquez Castellar

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