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CAPÍTULO III. A.

La Seducción de los Siniestro en la Mitología y la Pintura

CAPÍTULO III. B. La Seducción de lo Siniestro en la Literatura. El caso José


Asunción Silva

Amor, vida y muerte, son las 3 grandes mansiones donde habita el ser humano y de las
cuales se han ocupado poetas y escritores. José Asunción Silva, poeta y escritor
Colombiano de finales del siglo XIX (1865 - 1896), desconocido en vida como tal pero
reivindicado póstumamente como uno de los iniciadores del modernismo en
literatura (junto a los latinoamericanos Rubén Darío y Gutiérrez Nájera) murió a sus
31 años, en la soledad y silencio de la media noche, luego de una tertulia literaria
realizada en su casa con otros amigos poetas. Se dice que al día siguiente fue
encontrado en su lecho con su impecable traje, y encima del nochero, abierto el libro
de D´Annunzio titulado “El triunfo de la Muerte”.
Silva cuyo padre fue un escritor costumbrista y hombre de negocios, desde muy
temprano bebió de las letras en las tertulias que alrededor de una taza de chocolate su
padre realizaba con escritores y políticos de la naciente y provinciana Santa fe de
Bogotá. Años después, Silva repetiría la marca dejada por su padre muerto
tempranamente, realizando tertulias parecidas con sus amigos poetas, luego de cenar
(de sobremesa) pero ahora, alrededor de una taza de Té. Una noche de ellas, después
de la lectura de algunas páginas de su única novela “De sobremesa” y luego de
despedir a sus amigos, se tiende en su cama y se dispara al corazón. Un periódico
bogotano al día siguiente de su muerte publicó en nota escueta: “anoche se suicidó José
Asunción Silva, al parecer hacía versos”.

El tema de la muerte en la novela de Silva, así como en su poesía más madura, es una
preocupación que no solo poetizó con sentidos y pulidos versos, sino que terminó
acabando con su vida misma. Desde safo, pasando por los románticos, los decadentes
y los poetas malditos el tema de la muerte ha sido recurrente. Silva tuvo contacto en
París con Stephane Mallarme y en Londres con los poetas y pintores pre-rafaelitas.
Durante su viaje a Europa estuvo cercano a las vanguardias europeas, sobre todo
francesas, y a los desarrollo de la psiquiatría realizados por Charcot y que darían
nacimiento posterior al psicoanálisis como se puede evidenciar en su novela, texto
rico en reflexiones pictóricas, musicales, psicológicas y estéticas en general: “es que yo
no quiero decir sino sugerir y para que la sugestión se produzca es preciso que el lector
sea un artista. En imaginaciones desprovista de facultades de ese orden, qué efectos
produciría la obra de arte?... uno no hace los versos, los versos se hacen en uno, uno
simplemente los escribe” (De Sobremesa).1 Su sensibilidad lo llevó a sentirse afín a los
llamados poetas malditos y decadentes, poetas para los cuales la seducción de lo
siniestro se tornó en tema central. En cierto sentido, Silva es el poeta maldito
colombiano.

Una lectura psicoanalítica de la novela de sobremesa, de la relación del personaje


central (José Fernández) con su idealizada y amada muerta (Helena) y con sus otras
amantes terrenales, nos permite ilustrar y verificar algunos de los postulados

1 Obra Completa de José Asunción Silva. Editorial Bedout S.A. Medellín. 1978
freudianos sobre el tipo de elección de objeto sexual en el hombre que anunciamos
anteriormente y que de alguna manera apunta a una degradación general de la vida
erótica masculina, producto de la inscripción del sujeto en el Edipo y de la roca de la
castración. Una lectura detenida de “ De Sobremesa” nos muestra un caso especial que
estructura de manera singular la presencia y goce de la Mujer en la novela de Silva. En
efecto, el comportamiento erótico del personaje central – José Fernández – aparece
escindido, disociado en dos direcciones que el arte personificado como el “Amor
Divino” y el “Amor Terreno”. José Fernández evidentemente está dividido entre un
“goce sagrado” y un “goce profano”, entre el goce de la “madre” (pura, virginal, casta,
insexuada, prohibida,, santificada) y el goce de la “puta” (perverso, lascivo,
voluptuoso, degenerado). De otra manera dicho, a este tipo de sujetos, como es el caso
de nuestro personaje, les resulta imposible gozar eróticamente a la mujer que aman
(La Amada), y al contrario, a la mujer que gozan (La amante) no la aman. Este tipo de
comportamientos de la vida amorosa del hombre en relación con la mujer, obedece a
determinaciones inconscientes relacionadas con una fijación incestuosa del sujeto en
la madre o hermana como lo plantea Freud. Por supuesto que acá se trata de un
personaje de papel (el protagonista en la novela) y no de Silva (el autor de la obra),
aunque de alguna manera el fantasma de autor inevitablemente deja huellas en lo
poético, especie de velo tras el cual se viste el impacto que la muerte de su hermana
produjo en silva y que se escenifica en un escenario otro, diferente a las leyendas e
imaginarios morbosos que se han tejido alrededor de la relación de ambos.

¿Por qué se mató Silva? es una pregunta cuya respuesta es imposible; así el poeta
haya tenido un destino que pese a las comodidades que le brindó su cuna, estuvo
atravesado por pérdidas profundas que cada vez lo acercaban al abismo: la muerte de
su padre y la responsabilidad de asumir un negocio de importaciones en plena
juventud y con un alma que tenía más sed de lo poético que de lo económico y que
terminó por llevarlo a la ruina; la incomprensión y desprecio de parte de una ciudad
provinciana que lo veía como un dandi presuntuoso, afrancesado y extraño
cosmopolita para su medio; súmese a ello la muerte de su herma Elvira, cómplice en
los juegos de infancia, ideal femenino de belleza y sensibilidad en una ciudad
provinciana e inculta, cuya pérdida lo sume en una aflicción profunda de la cual
surgen los versos del su Nocturno, uno de los poemas mas bellos del habla hispana,
gestado en “noches de negruras y de lágrimas”:
“esta noche
solo, el alma
llena de las amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
por el infinito negro
donde nuestra voz no alcanza,
solo y mudo por la senda caminaba”…2

Tras la pérdida de su “muerta adorada”, cae en un abatimiento que lo aísla del mundo
durante veinte días oscuros y noches de insomnio, dolor inmenso del cual saldrá
herido de muerte y signado para siempre, “hoy comprendo que el tiempo no borrará de
mi jamás su recuerdo aunque viviera cien años, pero que al pasar irá suavizando lo que
en los primeros momentos fue un dolor tan agudo como esos dolores físicos que al
prolongarse producen un vértigo en que se pierde el sentido”3. Su vida ya no será la
misma, pero su poesía es la única tabla de salvación que le queda para expresar y
sublimar su insondable dolor e impedir actuar su propia muerte y descender al
averno al reencuentro con su amada, dolor cincelado y vuelto poesía que le permitirá
regresar a sus asuntos cotidianos y cumplir las responsabilidades como sustituto
paterno en el cuidado de la madre y su otra hermana, que son su familia. Regresó a la
vida práctica aunque desgarrado en su interior : “Hoy el irrevocable así fue; la
aceptación de su muerte como la aceptación de lo irremediable, han triunfado en mí del
horror que en los primeros días fue el pensar en la desaparición cruel de ella… y si
viviera eternamente no la volvería a ver nunca. Murió, mi vida queda apenas alumbrada
por otras luces y no volverá a tener nunca la claridad triunfal del mediodía con que ella

2 Obra Completa de José Asunción Silva. Editorial Bedout S.A. Medellín. 1978. Poema Nocturno,
fragmento.
3 Obra Completa de José Asunción Silva. Editorial Bedout S.A. Medellín. 1978. Carta de José asunción

Silva a Eduardo Villa Ricaurte 03-02-1891)


la iluminaba… Yo se para el resto de lo que vida que lo mas querido, lo mas encantador
que exista, puede desaparecer en unos segundos, y para siempre temeré la llegada
repentina de la muerte, que viene a arrancar las flores y a romper los vasos preciosos en
que bebemos los mas dulces néctares”4.

Ofelia. Jhon EveretT Millais . 1852


“flotaba, pálido y rubio, arrastrado por la melodía como por el agua pérfida del
río homicida, el cadáver de Ofelia, Ofelia pálida y rubia, coronada de flores… el
cadáver pálido y rubio coronado de flores, llevado por la corriente mansa” (De
sobremesa)

Pero de nuevo, el destino aciago le agrega una nueva pérdida con lo que quizá
era su único apoyo en la oscuridad de su vida: sus últimas producciones
poéticas y el borrador de su novela “De Sobremesa” los pierde en un naufragio
del barco que lo traía de regreso a Bogotá luego de una estadía como
embajador político en Venezuela. Resignificar un mundo que le dio de beber

4 Obra Completa de José Asunción Silva. Editorial Bedout S.A. Medellín. 1978. Carta de José Asunción
Silva a Eduardo Villa Ricaurte 03-02-1891)
dulces néctares pero también Gotas Amargas (título de unos de sus libros de
poesía) no era fácil, y mucho de ello seguramente tiene que ver con su fatal
decisión, aunque la muerte en su misterio, al igual que la vida y el amor, son
indecibles, ante ellos las palabras poéticas velan, pero no alcanzan a descifrar
el misterio (solo poéticamente habita el hombre el mundo, como dice
Heidegger). Buena parte de sus días finales, los dedicó Silva a reconstruir sus
poemas y novela perdidos en el mar, lectura que realizaba en las tertulias que
de sobremesa compartía con sus amigos hasta la última noche en que la
seducción de lo siniestro lo envolvió en sus “mortuorias sábanas”.

En la novela, el protagonista tiene una serie de sueños relacionados con la


muerte, de los cuales extraemos esta pesadilla, que podríamos llamar el sueño
de la locura o de la muerte y que en este montaje fotográfico realizado por
estudiantes de la Escuela Popular de arte de Medellín, condensa lo que ha sido
preocupación de este trabajo, conjunción de las pulsiones de eros y tánatos,
seducción de lo siniestro. Silva trató de poetizar en su corta existencia, las tres
heridas con las que, dice el poeta español Miguel Hernández, hemos sido
arrojados al mundo: la de la vida, la del amor, la de la muerte.

“Otra Noche en una pesadilla que me apretó con sus garras negras y de las
cuales desperté bañado en sudor frío, una cabeza horrible, la mitad mujer
de veinte años, sonrosada y fresca, pero coronada de espinas que le hacían
sangrar la frente tersa, la otra mitad, calavera seca con las cuencas de los
ojos vacías y negras y unja corona de espinas ciñéndole los huesos del
cráneo, todo ello destacado sobre una aureola de luz pálida, una cabeza
horrible me hablaba con la boca, mitad labios de rosada carne, mitad
huesos pálidos y me decía: soy tuya, eres mío, soy la locura” (De
Sobremesa)5

5 Obra Completa de José Asunción Silva. Editorial Bedout S.A. Medellín. 1978.
La pesadilla de la Locura. Fotomontaje estudiantes Escuela Popular de Arte de Medellín. 2001.

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