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TESINA
TANATOLOGÍA.
PRESENTA:
Presidente de la Asociación
P R E S E N T E.
Por medio de la presente le informo que revisé y aprobé la tesina que presentó:
A t e n t a m e n t e.
___________________________________________
Director de Tesina.
2
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 5
JUSTIFICACIÓN 7
OBJETIVO 8
AGRADECIMIENTOS 9
DEDICATORIA 10
CAPÍTULO I EL DUELO
1.1 Definición 12
1.2 Antecedentes 13
1.3 Conductas 13
1.8 Depresión 24
3
2.3 Definición de muerte perinatal 31
CONCLUSIONES 48
FUENTES DE INFORMACIÓN 49
4
INTRODUCCIÓN
5
significativos como son los padres, criadores o maestros, para creer que no se soportará
el dolor, que nadie ni nada puede superar la muerte de un ser querido, que podrían morir
si la persona amada fallece, que la tristeza es nefasta y destructiva, que no serían
capaces de aguantar ni siquiera un momento de sufrimiento extremo de una pérdida
importante. Muchas personas humanas viven condicionando sus vidas con estos
pensamientos, que como la mayoría de las creencias aprendidas y no reflexionadas,
dependerá del aspecto profesional intervenir adecuadamente en diferentes casos con la
finalidad de que el dolor y el sufrimiento sea aliviado, en la disciplina de la tanatología
sería ayudar a curar el dolor de la desesperanza.
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JUSTIFICACIÓN
En nuestro paso por la vida, tarde o temprano, nos encontramos con el dolor de una
separación y/o pérdidas y es necesario comprender qué nos pasa. El proceso mediante el
cual elaboramos las pérdidas, es el duelo. Si bien la pérdida de un trabajo, la pérdida de
una relación de pareja, la pérdida de una amistad entre otras son pérdidas importantes en
nuestra vida, el mayor dolor es cuando fallece un ser querido y cuando muere ese ser
querido se produce una respuesta de sufrimiento que sólo el tiempo y la vivencia de
nuestras emociones, pero que sucede cuando existe la pérdida de un hijo que se espera
con ansias durante un largo embarazo y de repente una mujer despierta rodeada de
cables y sondas, con una barriga inflamada, y al voltear a el lado buscando esa imagen
de un bebé en un cunero, o la sonrisa de su pareja porque ambos son padres, que pasa
cuando de manera inesperada un ser que fue esperado con tantas ansias, de repente no
está y la que fue su madre no tiene las respuestas que espera, la misma que no puede
abrazar, mimar y alimentar a ese bebé, como elabora su duelo, como acepta la realidad
de ese evento tan doloroso, si no se le presenta la oportunidad de saber con exactitud lo
que pasó en ese momento pues la anestesia la tiene aturdida, como no sentir odio y
desprecio por el equipo de salud que le atendió ,pero sobre todo como poder decir adiós a
alguien que ni siquiera le pudo decir un hola, las motivaciones principales para el
desarrollo de esta tesina son personales, debido a una experiencia propia en la cual los
síntomas se detonaron de forma inconsciente y el dolor fue reprimido varios años, hasta
que la carga no pudo ser tolerada ni un segundo más y se inició un duelo que al día de
hoy se encuentra resuelto, es justificable que debido a las tazas de mortalidad perinatal
algunas madres pasen por la situación por la cual me encontré por lo cual en este trabajo
se enfoca a informar acerca de los procesos por los cuales una madre con pérdida
perinatal puede presentar y sobre todo algunas herramientas prácticas que apoyen en la
elaboración del duelo y la recuperación de la esencia de las persona afectadas, así
mismo como apoyo literario para colegas tanatólogos interesados en la pérdida perinatal.
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OBJETIVO
Conocer lo que es el duelo, sus diferentes etapas, sus diferentes motivos, así como la
recuperación del dolor de la pérdida, mediante la utilización de algunas aportaciones de la
Tanatología, del Enfoque Humanista y de la Terapia Gestalt para ayudar a la elaboración
del proceso de duelo de las personas que se encuentren en situaciones de pérdida ya sea
por muerte o separación.
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AGRADECIMIENTOS
Gracias a Dios.
Gracias papá, mamá, familia por ser parte de mi vida...en este camino.
9
DEDICATORIA
A mi angelito en el cielo:
La culminación de este Diplomado sin duda, llego contigo; hoy todo tiene sentido
para mí, hoy entiendo el propósito de tu vida en la mía…con infinito y eterno
amor, gracias.
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CAPÍTULO I EL DUELO
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1.1 Definición
1.2 Antecedentes
La muerte es universal y nadie escapa de ella; sin embargo, cada cultura la ha vivido y la
ha asumido de diferentes formas, de acuerdo con el concepto previo sobre el hecho,
controlado por todas las creencias que una sociedad específica tenga del morir, del
cuerpo y del más allá.
A lo largo de los años, lo que se entiende como proceso de “buena” o “mala muerte” ha
variado, lo que hace que se busque acceder de alguna manera a la forma correcta.
Rojas (2005) hace referencia de cómo el suicidio en la antigüedad podía ser considerado
algo adecuado en caso de enfermedad o dolor, en contraste con una mala muerte en
medio de enfermedad o sufrimiento, como también se consideraba mala muerte cuando el
cadáver no tenía sepultura. En la Edad Media, “la buena muerte” era la que ocurría de
forma lenta y anunciada y se hacía de forma asistida. Por el contrario, la inadecuada era
la que llegaba de forma repentina. En los siglos XIV al XVIII, el dolor y la agonía con
sufrimiento adquieren un notable valor religioso y se consideran como una muerte
adecuada. La muerte incorrecta es entonces para los que no están preparados, la que
ocurre de forma tranquila y sin dolor. En Occidente, hasta finales del siglo XVIII, la figura
del médico estaba separada de la muerte ya que su acompañamiento al paciente sólo
tenía sentido cuando la capacidad de curar, y cuando el paciente entraba en fase terminal
y/o agónica que en su momento daba solo al cuidado de su familia. En el siglo XIX se
comienza a confiar en el diagnóstico médico y con la llegada del estetoscopio en 1818, se
tiene certeza del diagnóstico de muerte, dejando éste de ser patrimonio de la religión y la
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filosofía. La muerte buscada era de quienes se habían preparado espiritualmente para ella
y habían dejado un testamento; por el contrario, la muerte imprevista y sin testamento era
considerada como inadecuada. Ya en el siglo XX con el avance de la tecnología y la
entrada en vigor del cuidado intensivo, se permite prolongar la vida al paciente
modificando sustancialmente los límites de la vida y la forma de morir. En estos casos, el
hombre muere en el hospital solo o acompañado por muy pocas personas.
Ya desde los años sesenta, con la aparición del cuidado paliativo, se dignifica el proceso
de la muerte y se busca que ocurra en el mejor lugar para que se le brinde la atención
integral que el moribundo requiere, pudiendo ser un hospital en una ciudad especializada
para morir o la propia casa. El moribundo está rodeado de su grupo cercano.
La afirmaciones de Tizón (2004), si bien el duelo se vive como una experiencia individual,
psicológica, psicosocial y psico-biológica, es también una realidad social. Y una de gran
importancia: en ella se reglan las relaciones de la humanidad con la pérdida y, ante todo,
con la más trastornadora de las pérdidas: la muerte. Por eso la dimensión social del duelo
resulta una consideración ineludible, aunque, a menudo, hoy nos parezca menos
aparente, en ocasiones casi oculta.
1.3 Conductas
13
salud mental le catalogarán como trastorno depresivo. Las conductas frecuentes en el
duelo como son el insomnio (No poder dormir adecuadamente), anorexia (evitar comer),
pérdida de peso, etc. La persona que atraviesa un episodio de duelo c onsidera su estado
como normal.
a) Trastornos del sueño. Pueden incluir dificultad para dormir y despertar temprano por las
mañanas. En los duelos normales se corrigen solos pero si el trastorno del sueño persiste,
puede indicar un trastorno depresivo más serio, que se debería explorar. Los trastornos
del sueño pueden simbolizar algunas veces miedos, incluso miedo a soñar, miedo a estar
en la cama solo/a y miedo a no despertarse.
d) Aislamiento social. No es extraño que las personas que han sufrido una pérdida
quieran aislarse del resto de la gente. Es normalmente un fenómeno efímero y se corrige
solo. El aislamiento social también puede incluir una pérdida de interés por el mundo
externo, como leer los periódicos o no mirar la televisión.
e) Soñar con el fallecido. Tanto sueños normales como sueños angustiosos o pesadillas.
Muchas veces dichos sueños sirven a diversos propósitos como dar alguna clave
diagnóstica sobre la situación de la persona en el curso de su duelo.
f) Evitar recordatorios del fallecido. Algunas personas evitarán los lugares o cosas que les
provocan sentimientos dolorosos.
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Cuando la persona en duelo se libra rápidamente de todas las cosas asociadas con el
fallecido, deshaciéndose de ellas o haciéndolas desaparecer de cualquier manera posible,
puede derivar en un duelo complicado. Normalmente no es una conducta sana y muchas
veces indica una relación muy ambivalente con el fallecido.
g) Buscar y llamar en voz alta. Está relacionado con esta conducta de búsqueda. No es
extraño que alguien pueda llamar en voz alta a la persona querida con un comentario
asociado: “Jaime, Jaime. Por favor vuelve conmigo, regresa a mí”. Cuando no se hace
verbalmente se puede hacer de forma sub vocal.
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l) Atesorar objetos que pertenecían al fallecido.
Una misma persona no experimentará todas estas reacciones. Es importante que los
asesores que trabajan en duelo entiendan el amplio rango de conductas que abarca el
duelo normal y no patológico de aquello que debería ser reconocido como normal. Sin
embargo, si estas experiencias persisten durante mucho tiempo en el proceso del duelo
pueden ser indicadoras de un duelo más complicado.
M. Ruiz & F. Sainz (2010) en su trabajo para el apoyo de personas con discapacidad
intelectual refieren que las reacciones de cada uno a la pérdida de un ser querido
dependen también de numerosos factores. Si la muerte (por ejemplo), se ha producido
inesperadamente las reacciones iniciales tienen más que ver con el shock, la rabia, el
aturdimiento, la negación, la incredulidad (“no es posible”).
En todo caso y en el ámbito físico, es normal que se produzcan alteraciones, sobre todo
en la fase inicial. Este “duelo del cuerpo” debe ser escuchado y acompañado, porque si
no se presta la debida atención, puede derivar en patologías físicas y psíquicas.
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En el ámbito mental la experiencia del duelo también tiene manifestaciones concretas,
como la dificultad para concentrarse, la búsqueda de la persona perdida, el recuerdo de
tantos momentos compartidos, la añoranza. Entre otras dificultades, con frecuencia
cuesta concentrarse y organizar los propios pensamientos. Es normal que se produzca
una idealización de la persona fallecida. Con frecuencia, muchas personas confiesan que
la muerte de un ser querido les ha hecho tomar conciencia de lo que es realmente
importante en la vida (Bermejo, 2005).
Niemeyer afirmaba que la experiencia del duelo está relacionada con el nivel evolutivo y
las cuestiones conflictivas de la persona que están implicadas, los determinantes más
importantes parecen entrar dentro de las seis categorías siguientes.
• La fuerza del apego: (la intensidad del amor). La reacción emocional aumentará su
gravedad proporcionalmente a la intensidad de la relación afectiva.
• Los conflictos con el fallecido son también determinantes. Toda la historia de conflictos,
merece en especial atención los conflictos que provienen de abuso sexual y/o físico a una
edad temprana.
17
3. Tipo de muerte. Como murió la persona nos dirá algo sobre cómo elabora el duelo el
superviviente. Tradicionalmente las muertes se han catalogado bajo las categorías NASH:
natural, accidental, suicidio y homicidio.
Otras dimensiones asociadas con el tipo de muerte incluyen dónde se produjo la muerte a
nivel geográfico, si ocurrió cerca o lejos y si había algún aviso previo o se trata de una
muerte inesperada.
6. Variables sociales. La subcultura étnica y social son sólo dos entre muchas. En la fe
judía se respeta el shiva, un período de siete días en que la familia está en casa y los
amigos y familiares vienen a ayudarles para que puedan elaborar el duelo en las mejores
circunstancias. A esto le siguen otros rituales como ir al templo y descubrir la lápida en el
primer aniversario de la pérdida. Los católicos tienen sus propios rituales al igual que los
protestantes. Se han de conocer los antecedentes sociales, étnicos y religiosos del
superviviente.
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El grado de apoyo emocional y social percibido que se recibe de los demás, tanto dentro
como fuera de la familia, es significativo. Incluso las personas que tenían un animal
mostraron menos síntomas que las personas que no tenían su compañía. La mayoría de
estudios encuentran que aquellos que progresan menos en el duelo tienen un apoyo
social inadecuado o conflictivo.
7. Otros tipos de estrés simultáneos. Cambios simultáneos y crisis que surgen después de
la muerte, incluyendo graves cambios económicos.
Diferentes autores de diferentes enfoques teóricos han tratado de establecer las etapas
que se suceden en el duelo. El autor Warner y Bladure (Tizón, 2004) existirían las
siguientes etapas:
Segunda etapa: Dolor agudo. Incluye sentimientos de tristeza, depresión, ira, culpabilidad,
ansiedad, temores, regresión y angustia física.
Desde otro punto de vista; James y Friedman (2000), que afirman que la pena emocional
no tiene etapas, aunque muchas personas experimenten ciertas respuestas comunes.
Pero en definitiva, como se afirma en Tizón (2004) la mayoría de autores, distinguen tres
estadios o etapas en la evolución temporal del duelo:
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1. Fase de impacto (Silverman) o impasibilidad (Parkes y Clayton), que dura de pocas
horas a una semana después del deceso, que puede cursar tanto con embotamiento
como con liberación emocional intensa, no siendo consciente de lo sucedido y
mostrando una conducta semiautomática. Es el momento de los ritos sociales y
familiares del duelo que facilitan la resolución de esta fase. Desde el punto de vista
psicopatológico, la ansiedad es la emoción predominante produciéndose igualmente
un estrechamiento del campo de la consciencia.
3) Pacto: con el que el enfermo debe ganar tiempo antes de aceptar la realidad, por lo
que retrasa la responsabilidad necesaria para liberar emocionalmente la pérdida.
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4) Depresión: enojo dirigido hacia adentro que incluye sentimientos de desamparo, falta
de esperanza e impotencia.
Los mecanismos psicológicos con los que el duelo puede transformarse en enfermedad
son:
1) Ausencia del duelo consciente, con descompensación psicológica caracterizada por
depresión, ansiedad y/o enfermedades psicosomáticas.
3) Cronicidad del proceso, por persistencia de ira, que se manifiesta por nerviosismo,
irritabilidad y agresividad, que conduce a la depresión.
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Aceptar la realidad de la suponga que toda la
pérdida III. Desorganización y gente deba
II. Trabajar las emociones Desesperanza experimentar. Cada
y el dolor de la pérdida. reacción es única.
III. Readaptarse al medio IV. Reorganización
contando con la ausencia
del objeto. IV. Reubicar el
objeto (interno):”olvidar
recordando)
Existen diferentes tipos de duelos, en este apartado es importante darle mayor énfasis al
duelo aplazado ya que es el tema central del presente trabajo escrito, los síntomas han
permanecido sin manifestarse durante un determinado tiempo y se desencadenan
después.
Diferentes autores, como Pangrazzi (1993) y Bermejo (2005) entre otros, coinciden en
clasificar los diversos tipos de duelo de la siguiente manera:
Duelo aplazado: también conocido como retrasado, existe en aquellas personas que “se
controlan”, “no tienen tiempo de ocuparse de sí mismas” o escapan al dolor y a la realidad
de la muerte del ser querido mediante una “hiperactividad”. Durante meses o años,
cualquier recuerdo o imagen, desencadena el duelo no resuelto, este tipo de duele puede
surgir en la pérdida perinatal, la madre puede aparentar que no pasa nada y continuar con
su vida normal pues el dolor es enviado al inconsciente para retomarse posteriormente en
un momento de la vida.
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Duelo crónico: que arrastra al doliente durante años, absorbido por los recuerdos,
incapaz de reincorporarse a la vida normal.
Para estos autores mencionados lo que distingue el duelo normal del anormal o
patológico es la intensidad y la duración de las reacciones en el tiempo.
El Dr, Freud describió en su obra clásica, Duelo y melancolía, (1915, 1917) que en el
duelo normal la pérdida se percibe con claridad y puede internalizarse la persona muerta
como objeto amado, mientras que en el duelo anormal o patológico no puede realizarse el
proceso y lo que se internaliza es un objeto con cargas negativas, con lo que el sujeto
sufre sentimientos depresivos, pérdida de autoestima e incluso sentimiento y expectativas
de castigo.
Otras escuelas que adoptan diferentes posturas, no aceptan las tesis psicodinámicas y
valoran más los aspectos cognitivos, entendiendo que en la base de la elaboración
patológica del duelo radica una sucesión de pensamientos erróneos que deben ser
modificados por técnicas adecuadas.
No es fácil establecer diferencias entre duelo patológico y normal pues en ocasiones nos
encontramos ante un continuo de signos y síntomas que pueden ser normales en función
de las personas, las culturas o la época. Dada la dificultad de delimitar el contenido del
cuerpo de duelo patológico, se suele hacer referencia a formas de evolución no deseable
del duelo
23
1.7 Diagnóstico del duelo
El DSM V (2013) codifica a este proceso adaptativo como V62.82 Duelo no complicado
(Z63.4) y hace referencia a que para realizar un diagnóstico acerca de esta categoría se
aplica cuando el objeto de la atención clínica es una reacción normal ante la muerte de un
ser querido. Como parte de su reacción ante una pérdida así, algunos individuos en duelo
presentan síntomas característicos de un episodio de depresión mayor, como por ejemplo
sentimientos de tristeza con otros síntomas asociados, como insomnio, falta de apetito y
pérdida de peso. El individuo en duelo suele considerar su ánimo deprimido como
“normal”, si bien el individuo puede buscar ayuda profesional para aliviar otros síntomas
que lleva asociados, tales como insomnio o anorexia. La duración y la expresión de un
duelo “normal” varían considerablemente entre los distintos grupos culturales. En los
criterios de un episodio depresivo mayor se ofrece más información para distinguirlo del
duelo.
1.8 Depresión
24
Los sentimientos de culpa son frecuentes en la depresión, y cuando aparecen en el duelo,
suelen estar motivadas porque se piensa que no se ha hecho lo suficiente por el fallecido
antes de morir, y no porque el individuo tenga la certeza de que es despreciable e inútil,
como ocurre con frecuencia en la depresión.
Las personas deprimidas hacen más intentos de suicidio que las personas en duelo, las
cuales, salvo en circunstancias especiales como por ejemplo, un anciano físicamente
dependiente, no desea realmente morir, aunque aseguren que la vida se les hace
realmente insoportable.
Es importante tener en cuenta que las personas con episodios previos de depresión
tienen riesgo de recaer cuando se produce una pérdida importante. Algunos pacientes
con duelo complicado terminan presentando un trastorno depresivo mayor; la
diferenciación está basada en la gravedad de los síntomas y en su duración.
Según el DSM-IV (Flórez, 2002) el diagnóstico de trastorno depresivo mayor sólo se hace
cuando los síntomas prevalecen dos meses después de la pérdida. La presencia de
síntomas que no son característicos de una reacción de duelo normal pueden ayudar a
diferenciar entre un episodio depresivo y una reacción de duelo. Los síntomas que se ven
con mayor frecuencia en el trastorno depresivo mayor que aparece tras un duelo son:
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Experiencias alucinatorias diferentes a las percepciones transitorias de oír o ver a
la persona fallecida.
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CAPITULO II El DUELO APLAZADO DE
LA MADRE ANTE LA MUERTE DEL
RECIÉN NACIDO
“El dolor del duelo es como un invitado borracho, cuando parece que se ha
27
De acuerdo a la Revista Mexicana de Pediatría (RMP; 2009) El nacimiento de un hijo,
representa un momento estelar en la vida de una familia. Desde el embarazo hasta el
parto, los padres desarrollan sentimientos de esperanza, ilusión y júbilo, proyectados
hacia el futuro y ninguno de los dos imagina que habrá un final infeliz. Pero no todos los
embarazos terminan satisfactoriamente y en algunos casos puede ocurrir la muerte del
feto en la etapa perinatal que se inicia a las 22 semanas de gestación y concluye siete
días después del nacimiento. Para la mujer, el hecho de concebir un hijo sigue un proceso
complejo, comienza antes de la concepción y causa en ella cambios emocionales y
físicos.
Durante el embarazo la mujer percibe al feto como parte de ella misma y no como un
sujeto separado. Esta experiencia de fusión de carácter narcisista es el sustrato
fundamental en el que se cimienta el vínculo de apego materno a su hijo, pues la madre
deposita en él parte de su autoestima, por lo que la gestación llena las ambiciones
narcisistas más relevantes señaladas por Freud, entre las que se encuentran la sensación
de omnipotencia derivada del hecho de dar vida a un nuevo ser, la afirmación de la
feminidad y la ilusión de la inmortalidad, al contribuir a la perpetuación de las próximas
generaciones de seres humanos, a través de su hijo.
La simbiosis biológica que experimenta la madre con el feto le confirma su propio valor y
esta total fusión representa, de manera idealizada, la mejor parte de ella misma. De allí
que ante la pérdida perinatal del hijo en gestación, la respuesta emocional que la madre
experimenta son como vacío corporal, con sensación de inadecuación, desamparo y
pérdida de la autoestima; sentimientos que derivan de la pérdida de una parte de sí
misma que ha sido dañada.
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fases que lo caracterizan y tienen una relación directa con los cuidados maternos del
equipo de salud que la atiende en ese momento crítico para ella.
Por otra parte, a partir de la concepción en la madre surge la idea de finitud del ser
humano, por lo que se plantea preguntas existenciales hasta ese momento: como si dar
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vida conlleva un cambio generacional y se enfrenta con la idea de su propia muerte, que
la asusta y angustia. Al nacer su hijo aún no muestra una conducta de apego hacia su
madre (no llora ante su alejamiento y él es indiferente al estar o no, en sus brazos). Ella
no se siente prescindible para él, ya que cualquier otra persona podría ocupar su lugar en
ese momento; lo que puede engendrar en la madre un sentimiento vacío. Si además, el
periodo de parto o de postparto ha sido complicado, la madre no puede hacerse cargo
inmediatamente de su hijo, y se añaden otras alteraciones emocionales: como sentimiento
de culpa o de impotencia.
La revista Mexicana de Pediatría (2009) hace referencia de que con el nacimiento del niño
la pareja pierde la intimidad que solía tener. El hogar se convierte en un espacio amplio y
abierto, con la continua presencia de familiares por la llegada de un nuevo miembro y la
invasión de espacios íntimos da lugar a cierta estabilidad en la pareja, que necesita
tiempo para adaptarse a esta situación.
Este escenario acontece cuando la gestación llega a feliz término y el recién nacido está
vivo y sin complicaciones, pero no ocurre esto cuando ese hijo nace muerto o muere al
nacer. En este caso la madre no sólo se enfrenta al duelo por la pérdida del hijo, sino
también a la frustración de su maternidad, es por ello que en muchas de las ocasiones la
madre que ha perdido a un hijo suele no mostrar síntomas de duelo en un inicio, si no
continuar su vida normal y posteriormente mostrar conductas y emociones propias del
duelo aplazado o retardado.
Las expectativas de una madre casi siempre apuntarán a tener el menor dolor posible
durante el alumbramiento y a que su hijo o hija nazca completamente sano, Las actitudes
hacia la pérdida perinatal varían según las expectativas, es decir lo que las madres y los
padres esperan acerca del embarazo, los progenitores, la prosperidad de la sociedad en
que viven, y la cultura a que pertenezcan. Por ejemplo, López A (2010) en su artículo
acerca del duelo Perinatal refiere que un pequeño estudio sobre mujeres hindúes de clase
30
media se observaron reacciones intensas de duelo mientras sus familias las culpaban por
no producir un bebé sano. Otro estudio en Taiwán destacaba la importancia cultural de la
“ideología de continuidad”, por la que se espera que la mujer sea capaz de aportar un hijo
varón a la familia política. La mayoría de religiones conceden escasa atención a las
pérdidas perinatales, y no hay rituales concretos que faciliten la elaboración del duelo.
La mujer que acaba de dar a luz tiene muchas expectativas, esto es esperar algo de una
situación que no se tiene control, estas se suman cuando no conoce el sexo de su bebé,
muchas veces empiezan a fantasear con el color de piel, de cabello ,de ojos que
desarrollará, la carrera que estudiarán o como serán de grandes, pretenden que tenga
algún parecido a un integrante de la familia pero sobre todo en su mayoría las
expectativas de la madre es que gocen de buena salud y su progenitor no tenga
complicaciones médicas, las expectativas siempre serán inadecuadas por que al no verse
cumplidas se traducen en frustración y muchas veces en culpas sin fundamento por
situaciones en la vida que ocurren por el simple hecho de vivir, existe un pequeño lazo
entre crear una expectativa y una visión a futuro, en donde la expectativa nos pierde de la
realidad y no deja ver que los eventos positivos y negativos tienen la misma probabilidad.
La Revista Mexicana de Pediatría (2009)y la OMS (2011) afirman que la etapa perinatal
que se inicia a las 22 semanas de gestación y concluye siete días después del
nacimiento, por lo que las muertes en fetos de 22 (154 días) semanas y hasta 7 días
después de nacidos se considerarán como muertes perinatales.
El Dr. Kowalski (2001) en su literatura lo prolonga desde la concepción hasta el final del
primer año de vida, lo que convierte en pérdidas perinatales al embarazo ectópico, al
31
aborto espontáneo o inducido, a la reducción selectiva, a la muerte de un gemelo en
gestación, al feto muerto intraútero o intraparto, a la muerte del prematuro, a la del
neonato, y también a los bebés nacidos con anomalías congénitas o y los hijos cedidos en
adopción.
Normalmente hay tres tipos de cambio que nos ayudan a identificar cuando una persona
se ha adaptado a la pérdida de un familiar cercano. Son cambio en: la experiencia
subjetiva, la conducta y el alivio de síntomas.
c) Alivio de síntomas. Los pacientes presentan menos dolores corporales y reducción del
síntoma que les hizo buscar ayuda.
32
2.4.1 El duelo materno aplazado ante una pérdida perinatal
33
CAPÌTULO III MANEJO TANATOLÓGICO
DEL DUELO APLAZADO EN MADRES CON
PÉRDINA PERINATAL.
“Llevo un juramento sin jurar Llevo una oración sin terminar. El dolor de no ser
nada más .Y mi testamento sin firmar Nada tuve, nada dejé. Mi pobreza ya me la
gasté. Si hoy tengo una flor en el hojal es para dejarla en el final. Si he de morir
flor “.
34
Es importante que no se considere a la Tanatología como una receta de cocina en la cual
todo lleva un orden o un instructivo, se trata de ser sensibles e identificar las
problemáticas y las necesidades del consultante así como de la familia para poder
generar equilibrio, en este capítulo se abordan los principios éticos que todo tanatólogo
serio pero sobre todo profesional debe considerar para evitar lastimar la relación
tanatólogo-asesorado o paciente, continuando con el desarrollo de este trabajo escrito se
enuncian afirmaciones de lo que se debe y no debe hacer cuando una persona se
encuentra en duelo con la finalidad de estar informados y evitar cometer errores que
dificulten la elaboración de un duelo adecuado, también se abordarán técnicas para
fomentar las tareas de duelo, los tipos de funeral y la importancia que ellas tienen en el
proceso complejo del duelo y un apartado que ayuda a identificar y hacer consciente al
tanatólogo acerca de que en muchos de los procesos emocionales es importante referir a
un servicio de salud mental para el apoyo farmacológico.
35
3.1.1 Principios éticos del asesoramiento Tanatológico
Existen diez principios básicos usados en el Manual de Neymer (2010) para el apoyo en
cuanto a valores y bioética con la finalidad de asesorar de manera adecuada, los cuales
se muestran a continuación:
Cuando alguien pierde a un ser importante, aunque la muerte sea esperada, siempre hay
una cierta sensación de irrealidad, de que no ocurrió realmente. Además, la primera tarea
es llegar a tener una conciencia más clara de que la pérdida ha ocurrido de verdad: la
persona está muerta y no volverá. Los supervivientes deben aceptar esta realidad para
poder afrontar el impacto emocional de la pérdida.
Visitar el cementerio o el lugar en el que reposan o están esparcidos los restos, también
puede hacer que se dé cuenta de la realidad de la pérdida. Explorar con los clientes si
visitan alguna vez la tumba y qué supone eso para ellos. Si no la visitan, preguntar cuál es
su fantasía respecto a ir. Las visitas al cementerio tienen sus raíces en las expectativas y
prácticas culturales y pueden dar también alguna pista respecto a cómo está elaborando
la persona la tarea I. A algunas personas hay que animarlas a visitar la tumba como parte
del trabajo del duelo. Esto se puede hacer con amabilidad, de una manera sensible, y
teniendo cuidado con el momento en que se hace la sugerencia.
36
2. Principio dos: ayudar al superviviente a identificar y expresar sentimientos
Enfado: cuando alguien a quien se quiere muere es muy normal sentirse enfadado.
Probablemente el enfado proviene de dos fuentes. Una la frustración, y una sensación de
impotencia regresiva. Es cierto que muchas personas lo experimentan pero no siempre lo
asocian con el fallecido. Este enfado es real y debe ir a algún lugar, de manera que si no
se dirige hacia el fallecido, que es el objetivo real, se puede desviar a otras personas
como el médico, el personal hospitalario, el director de la funeraria, el clero o un miembro
de la familia. Si el enfado no se dirige hacia el fallecido ni se desplaza hacia alguna
persona, se puede volver hacia uno mismo (dirigirse hacia dentro y experimentarse como
depresión, culpa, o disminución de autoestima). En casos extremos una conducta suicida,
ya sea en pensamiento o en acción.
Este principio implica ayudar a las personas a adaptarse a una pérdida y facilitar su
capacidad para vivir sin el fallecido y para tomar decisiones de manera independiente.
Para lograrlo, el asesor puede usar un enfoque de solución de problemas, es decir, cuáles
son los problemas que ha de afrontar el superviviente y cómo se pueden resolver. El
fallecido desempeñaba diversos roles. Un rol importante en las familias es el de toma de
decisiones, y a veces esto causa problemas después de la muerte de un cónyuge. El
asesor le puede ayudar a que aprenda habilidades de afrontamiento y de toma de
decisiones para poder asumir el papel que antes desempeñaba su marido y reducir así s u
malestar emocional.
Como principio general, a la persona que ha sufrido una pérdida reciente se le debería
recomendar que no tomara decisiones que produzcan cambios importantes en su vida,
como vender propiedades, cambiar de trabajo o de carrera o adoptar hijos,
inmediatamente después de la muerte. Es difícil tener un buen juicio en la fase aguda del
duelo, en la que existe un riesgo elevado de reaccionar de manera desadaptada. Es mejor
elaborar el duelo donde las cosas sean familiares.
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Al disuadir a las personas en duelo de que tomen decisiones que produzcan cambios
importantes en su vida de que tomen decisiones que produzcan cambios importantes en
su vida de manera precipitada hay que tener cuidado de no provocar una sensación de
impotencia. Por el contrario, hay que decirles que serán capaces de tomar decisiones y de
llevar a cabo acciones cuando estén preparados pero que no lo hagan simplemente para
reducir el dolor.
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Ciertos momentos son particularmente difíciles. Los asesores deben tener claros estos
períodos críticos y contactar con la persona si no hay contacto regular. Entre los períodos
críticos están el tercer mes y el primer aniversario de la muerte.
Para muchos, las vacaciones son lo más duro. Una intervención eficaz es ayudar al
cliente a anticiparlas y prepararse por adelantado.
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8. Principio ocho: dar apoyo continuado
Implica ayudar a los clientes a examinar sus defensas y sus estilos de afrontamiento
porque se intensificarán después de una pérdida significativa. Cuando se ha establecido
un vínculo de confianza entre el cliente y el asesor, es más fácil que los clientes acepten
comentar aspectos de su comportamiento presagian una conducta competente y otros no.
Por ejemplo, una persona que afronta las situaciones usando un exceso de alcohol o
drogas es probable que no se esté ajustando de manera eficaz a la pérdida.
El asesor ha de estar alerta e investigar sobre el uso y/o abuso de drogas o alcohol. El
abuso de estas sustancias puede intensificar la experiencia de dolor y depresión y
perjudicar el proceso de duelo. Si existe o se sospecha que hay un problema, el asesor
haría bien en seguir un tratamiento activo que incluyera recurrir a grupos como
Alcohólicos Anónimos o Narcóticos Anónimos.
Alguien que evita ver fotos del fallecido o tener algo a la vista que se lo recuerde puede
tener un estilo de afrontamiento poco sano. El asesor puede subrayar estos estilos de
afrontamiento y ayudar al cliente a valorar su eficacia. Luego pueden explorar juntos otras
avenidas de afrontamientos posibles, más eficaces para reducir el malestar y resolver
problemas.
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3.1.1.1 Lo que se debe hacer ante una persona con duelo
Permitir que hable del ser querido que ha muerto: recordar a la persona amada es un
consuelo para los sobrevivientes.
Permitir que participe en los ritos funerarios: puede ayudarle a comprender qué es la
muerte y a iniciar mejor el proceso de duelo. Explicar con anticipación lo que sucederá.
No forzarle nunca.
Tener a la mano siempre alcohol, algodón pues ayuda a animar a las personas cuando se
desvanecen.
Acompañarla.
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3.1.1.2 Lo que no se debe hacer ante una persona con duelo
Evitar las frases hechas: "tienes que olvidar", "debes ser fuerte". Si no sabe qué decir, no
diga nada. Lo que más necesitan las personas en duelo al principio es hablar y llorar.
Tener en cuenta las actitudes que no ayudan: no intente buscar una justificación a lo
ocurrido, no es el momento de ver las ventajas de una nueva vida.
No se debe obligar a la persona a realizar algo que no quiere, sin embargo es importante
alentarlo, permitirle la negativa inicial y posteriormente preguntarle si desea tener tal o
cual acción.
Decirle que cualquier cosa que necesite, le llame, ya que inconscientemente revela su
negativa a acompañar durante el proceso.
Todo Tanatólogo deberá orientar a la madre que sufre por duelo acerca de que no es
adecuado el vivir aparentando que las cosas no pasaron o que es mejor olvidar, de
acuerdo con el Dr. Worden (1997) que afirmaba que el duelo debía entenderse como un
cumplimiento de tareas que se describen a continuación:
1. Aceptar la realidad de la pérdida. Dice que cuando alguien muere siempre hay
sensación de que no es verdad, por eso la primera tarea consistiría en afrontar
plenamente esa realidad, aceptando que el reencuentro es imposible. La negación se
puede practicar a varios niveles y tomar varias formas, pero la mayoría de las veces
implica negar la realidad. Llegar a aceptar la realidad de la pérdida lleva tiempo porque
implica no sólo una aceptación intelectual sino también emocional.
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2. Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida. No todo el mundo experimenta el dolor
con la misma intensidad, ni lo siente de la misma manera, pero es imposible no
experimentar cierto nivel de dolor cuando se pierde a alguien con el que se ha estado
vinculado. Si esta tarea no se completa adecuadamente, puede que sea necesaria una
terapia más adelante, en un momento en que puede ser más difícil trabajar el dolor que se
ha estado evitando. Esta tarea es más difícil de trabajar que la anterior.
Para este autor el duelo acaba cuando se han completado las cuatro tareas. Un punto de
referencia de un duelo acabado es cuando la persona es capaz de pensar en el fallecido
sin dolor, aunque sienta algo de tristeza porque es irremediable.
Worden (Tizón, 2004) propuso más que una nueva teoría sobre el duelo, una aplicación
práctica directamente orientada a las sesiones de “counselling” (orientación psicológica)
de las personas en duelo. Como en la perspectiva psicoanalítica, esta perspectiva más
cognitivista parte del duelo como algo necesario, un tipo de proceso que implica
importante sufrimiento, pero que puede ser aliviado mediante el consejo y/o la
psicoterapia de apoyo. La elaboración del duelo supone una aceptación de la experiencia
total del dolor y sufrimiento mental que el duelo implica, así como del sufrimiento adicional
que emerge durante las tareas del duelo. En su modelo, Worden proporciona claves para
la identificación de los momentos del duelo e intervenciones específicas para dirigirse a
cada una, un tipo de aproximación que ha sido seguida por numerosos autores.
Rando (Tizón, 2004). Desde su concepción de “las Seis R del proceso de duelo”. Postula
una idea creativa, que como la de Worden, es vincular cada una de las fases o momentos
del duelo con una tarea o tareas (psicológicas) que la persona en duelo debe realizar para
progresar en el camino de la elaboración, es decir que después de las orientaciones el
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paciente iba y realizaba una actividad prudente como visitar el cementerio, o dejar de
hacerlo según la necesidad y conductas existentes.
• Puede ayudar a hacer real la pérdida. Ver el cuerpo de la persona fallecida ayuda a
darse cuenta de la realidad y la finalidad de la muerte. Incluso en el caso de que lo
incineren, el cuerpo puede estar presente aún en el funeral, ya sea en un ataúd abierto o
cerrado, y se puede incinerar después de la ceremonia. El funeral puede ser positivo para
ayudar a los pacientes a elaborar la primera tarea del duelo.
• La ceremonia puede además ser una reflexión sobre la vida de la persona que se ha ido.
Es posible tener algunas cosas suyas en la ceremonia general para poder señalar lo que
era importante para él.
• El funeral tiene el efecto de tender una red de apoyo social a la familia que puede ser
extremadamente útil para facilitar el duelo.
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3.3 Técnicas útiles del asesoramiento
Las siguientes técnicas son de tipo Terapia Gestatl, pueden ser utilizadas de acuerdo el
caso en específico que se presenta, es importante recibir formación y entrenamiento
profesional con la finalidad de no confundir al paciente en caso de dirigir una técnica de
forma inadecuada:
2. El uso de símbolos. Hacer que el cliente traiga fotos del fallecido a las sesiones. Esto
no sólo ayuda al asesor a tener una sensación más clara de quién era dicha persona sino
que, además, crea una sensación de inmediatez y un enfoque concreto para hablar al
fallecido en vez de hablar de él. Otros símbolos que me han resultado útiles son cartas
escritas por el fallecido, cintas de casete o de vídeos suyas y artículos de ropa y joyería.
3. Escribir. Hacer que el superviviente escriba una o varias cartas al fallecido expresando
sus pensamientos y sentimientos. Esto le puede ayudar a arreglar los asuntos pendientes
y a expresar las cosas que necesite decirle. Llevar una diario explicando la experiencia
del duelo o escribir poesía también puede facilitar la expresión de sentimientos y dar
significado personal a la experiencia de la pérdida.
4. Dibujar. Al igual que la escritura, hacer dibujos que reflejen los propios sentimientos y
experiencias con el fallecido son también útiles. Ésta es una técnica muy buena para usar
con niños, pero también funciona con adultos.
5. Role playing. Ayudar a las personas a representar diferentes situaciones que temen o
sobre las que se sienten molestas es una manera de desarrollar sus habilidades, algo que
es muy útil al trabajar con la tarea III. El asesor puede participar en el role playing ya sea
como facilitador o para modelar posibles conductas nuevas en el cliente.
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identificar estos pensamientos y contrastarlos con la realidad para ver su precisión y sobre
generalización, el asesor puede ayudar a reducir los sentimientos disfóricos que provocan
ciertos pensamientos irracionales, como “nadie me volverá a querer de nuevo”, un
pensamiento que ciertamente no es probable en el presente.
8. Imaginación guiada. Ayudar a la persona a imaginar al fallecido, ya sea con los ojos
cerrados o visualizando su presencia en una silla vacía, y animarle a decirle las cosas que
siente necesidad de decirle, es una técnica muy poderosa. El poder viene, no de la
imaginación sino de estar en el presente, y de nuevo, hablar con la persona en vez de
hablar de la persona.
Dentro del asesoramiento tanatológico hay metas a seguir: El objetivo global del
asesoramiento en procesos de duelo es ayudar al superviviente a completar cualquier
cuestión no resuelta con el fallecido y a ser capaz de decir un adiós final.
Por otro lado existen objetivos específicos que corresponden a las cuatro tareas. Estos
objetivos específicos son:
2. Ayudar a la persona asesorada a tratar tanto las emociones expresadas como las
latentes.
4. Animar a decir un adiós apropiado y a sentirse cómoda volviendo otra vez a la vida.
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3.4 La medicación desde el enfoque tanatológico
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CONCLUSIONES
Las relaciones familiares sanas siempre serán un recurso positivo para elaborar un duelo.
Todo ser humano ya sea hombre o mujer debe considerar que la pedida es un sentir
individual, y el proceso para sanarlo es similar.
Cada persona reacciona de manera muy distinta; sin embargo ante la pérdida o el dolor.
Todos los seres humanos necesitamos ayuda y acompañamiento para procesar el duelo
ya sea q la pida personalmente o en su caso un familiar.
La tanatología orienta para que una persona sepa y sienta que el dolor y sufrimiento no
son para siempre, y con el apoyo de esta disciplina, después de una pérdida pueda tener
la posibilidad de vivir e integrar a su vida el bienestar en todo sentido.
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FUENTES DE INFORMACIÓN
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Barcelona: Ediciones Garnica, S. A.
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(Maternal mourning due to perinatal death) .Revista Mexicana de Pediatría-Septiembre-
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FUENTES ELECTRÓNICAS
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Suplemento 3 Recurso en internet:
http:// www.cfnavarra.es/salud/anales/textos/suple25_3.html]
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