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En el mundo moderno, pocas mercancías valen más que el arte. Si el nombre del artista es el
indicado, las obras llegan a valer sumas que te dejan estupefacto.
Pero si quieres comprender la extraña relación entre el arte y el dinero, hay que remontarse 600
años.
En el Renacimiento hubo una colisión aún más impactante de las fuerzas del mercado y las obras
maestras. Y el arte más bello del mundo se creó al servicio de una familia rica y despiadada: los
Medici.
Con su dinero, convirtieron a Florencia en una de las ciudades más hermosas del mundo.
Fueron los primeros grandes coleccionistas de arte moderno. Pero su relación con el arte
involucró todo tipo de pasiones.
Doquiera que mires puedes ver su escudo de armas, con sus bolas. Es como si hubieran marcado
la ciudad por toda la eternidad.
Detalle de un tapiz florentino con dos ángeles sosteniendo el escudo de armas de los Médici,
con 6 bolas.
Hay muchos mitos sobre las famosas bolas Medici. La verdad es que siempre fueron besantes,
las antiguas monedas bizantinas, símbolos tangibles del hecho de que la familia comerciaba
dinero.
No prestarle a la realeza
El banco Medici tuvo éxito gracias a sus reglas, como no prestarle a la realeza, pues nunca
devolvía el dinero.
Fue el nacimiento del capitalismo, y ninguna familia prosperó más que la Medici.
Pero sus miembros eran cristianos devotos sujetos a las leyes de la Iglesia, y eso presentaba un
profundo dilema.
El 7º círculo
El mundo del más allá, repleto de ángeles y demonios, era tan real para los Medici como el
mundo en el que comerciaban. Según la Biblia, la usura -el préstamo de dinero- era un pecado
mortal.
El espectro del infierno se cernía sobre los florentinos y su célebre poeta Dante Alighieri lo había
descrito con lujo de detalle en su "Divina Comedia".
En el 7º círculo del averno, junto con los blasfemos y los sodomitas, estaban los prestamistas.
No obstante, había una cláusula de rescisión para los usureros del Renacimiento.
De acuerdo con la doctrina de la Iglesia, podías salvarte del infierno patrocinando una gran
obra de arte o arquitectura.
Donar algo para el baptisterio, el edificio más comunal de Florencia, donde ricos y pobres eran
bautizados, era ideal: resolvía los problemas divinos y terrenales.
En 1401, un gran par de puertas de bronce fueron comisionadas para la gloria de Dios. Y
Giovanni di Bicci, el jefe de la familia Medici, estaba en el comité que eligió al artista: Lorenzo
Ghiberti.
Este es el lugar exacto donde comenzó la participación de los Medici con el arte en Florencia: las
puertas norte del baptisterio de Florencia, en bronce dorado, mostrando escenas para el Nuevo
Testamento.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionCada escena del Nuevo
Testamento es un drama en miniatura de la vida de Cristo. Aquí está la última cena, con los
apóstoles alrededor de la mesa.
Cosme fue un genio político que convirtió a los Medici en la familia más poderosa de Florencia.
Pero también sabía que la ciudad era una República -al menos de nombre-, en la que se suponía
que todos eran iguales. Así que vestía ropa sencilla e incluso montaba en burro en lugar de
caballo.
Estaba decidido a hacer todo lo posible para borrar la mancha de la usura de la reputación de
su familia.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionCosme el Viejo en su burro pintado
por Benozzo Gozzoli (ca. 1421-1497). Detalle de un gran fresco que verás más abajo.
Y una prueba de que para Cosme el Viejo el dinero realmente no era un impedimento, si se
trataba de salvar su alma eterna.
En San Marco, hogar de la austera orden dominicana, se construyó una celda, un poco más
grande que la de los monjes, y, como buen banquero, hizo tallar justo sobre a la entrada una
inscripción que oficializaba la naturaleza del intercambio que tuvo lugar:
Image caption"El Papa, Eugenio IV, promete que Cosme de Medici será absuelto de todos sus
pecados a cambio de haber construido este monasterio".
Adentro de la celda, el poderoso jefe de los Medici ayunaba, hacía penitencia y rogaba por la
salvación de su alma eterna.
El prestamista pecador había conseguido la redención, había logrado incluso entrar al templo.
Ahora, tenía que limpiar la imagen de la familia y una obra de arte que había comisionado para
su celda le sirvió de inspiración para su campaña de márketing.
Image captionLos reyes magos: ¿la metáfora visual perfecta?
La pintura creada por Benozzo Gozzoli mostraba a los Reyes Magos llevándole regalos a Jesús.
¿Qué era el Monasterio de San Marco si no un espléndido regalo a Cristo?
Cosme había notado que Melchor, Gaspar y Baltasar eran unos de los pocos hombres ricos y
buenos en la Biblia.
En privado
Los Medici se obsesionaron tanto con sus nuevos héroes, que se unieron a una fraternidad que
celebraba a los Tres Reyes Magos.
Cada el 6 de enero, una gran procesión tomaba las calles de Florencia. Cientos de personas
vestidas con colores brillantes y llevando animales -monos, babuinos, tigres, guepardos-
recreaban el viaje de los Reyes Magos a Belén.
Pero en el Palazzo Medici, en la capilla privada, lejos de las miradas indiscretas, era evidente
que la sombra de la culpa se estaba despejando.
Image captionLa imagen de Cosme el Viejo de arriba es apenas un detalle de este fresco, que es
apenas parte del que adorna todas las paredes de su capilla en su palacio: Viaje de los magos.
El espectacular fresco que la adorna la capilla fue obra del mismo artista -Benozzo Gozzoli- y
tema era el mismo que en San Marco -el viaje de los Reyes Magos-, pero en este caso no había
ningún rastro de austeridad.
El Magnífico
Lorenzo el Magnífico recibió la mejor educación clásica que el dinero podía comprar.
Pero Lorenzo, más rico de lo imaginable, no usó esa educación para la banca, que francamente
le aburría, sino para el placer.
Su gran sueño era revivir la belleza y los mitos del antiguo pasado clásico, así que tomó medidas
prácticas realizarlo.
Preocupado por la caída de los estándares del arte florentino del Renacimiento, se le ocurrió de
fundar una academia.
Seleccionó varias obras de las colecciones de los Medici, contrató un tutor y ¡listo!: nació la
escuela de arte moderno.
Ya tenían el cielo
Lorenzo estableció la academia en su propio jardín y su devoción por el arte pagano en lugar del
religioso moldeó las mentes de sus estudiantes.
Una de esas mentes fue la de Miguel Ángel, a quien Lorenzo lo tomó bajo su ala cuando el genio
tenía 15 años.
Una prueba visual del gran impacto que Lorenzo el Magnífico tuvo en el joven Miguel Ángel es
una de las únicas dos esculturas que hizo en la academia.
"La Batalla de los Centauros" no tiene ninguna referencia religiosa, ni un rastro de iconografía
santa.
Su tema es la lucha, y, en cierto sentido, lo que vemos es a Miguel Ángel luchando contra las
normas establecidas para esculpir una nueva forma.
Este es realmente el nacimiento del arte secular de Europa occidental.
Lorenzo siguió promoviendo los estilos de arte clásicos, auspiciando artistas y comisionando
obras que se alejaban cada vez más del arte religioso.
Varios crearon expresiones pictóricas de la idea que Lorenzo aportó a los Medici: ya no
necesitaban a Dios, tenían sus propios dioses y esos eran los dioses del arte.
Image captionEn la villa Poggio a Caiano, bajo el pretexto de evocar el mito clásico de Vertumno
y Pomona -dios y diosa de la naturaleza-, lo que realmente creó el pintor Pontormo fue una
oración pagana, una obra cuyo espíritu fue heredado de Lorenzo el Magnífico.
Crimen y castigo
Savonarola hizo todo lo posible para derribar y destruir todo lo que los Medici habían creado.
Ordenó una purga del arte pagano que los Medici habían revivido. Ninfas, dioses desnudos y
diosas... todo tenía que desaparecer.
Organizó inmensas y casi frenéticas fiestas religiosas, conocidas como las hogueras de las
vanidades, donde alentaba a todos los habitantes de Florencia a traer sus posesiones más
valiosas, incluidas las obras de arte, y quemarlas para la gloria de Dios.
Las posesiones y palacios de la familia fueron saqueados, sus obras de arte fueron incautadas o
destruidas.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionA Miguel Ángel, el artista más
grande de Italia, lo arrastró el nuevo fervor republicano. Su heroico David, listo para vencer a
Goliat, se enfrentaría a todos los que corrompieran esa república sagrada, incluidos los Medici.
Reyes de Florencia
La familia permaneció en el exilio de Florencia durante casi dos décadas, durante las que
redirigieron sus energías y fortuna para urdir su poder dentro de la Iglesia.
Giovanni se convirtió en el primer Papa Medici -León X- y, en 1512, la familia pudo recurrir al
músculo militar papal para volver al poder en Florencia.
Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionGiovanni era uno de los hijos de
Lorenzo el Magnífico.
Los años de exilio habían engendrado una nueva y brutal generación de Medici, decidida a
destruir el viejo sueño de la república florentina.
Era un símbolo increíblemente fuerte, decía que los Medici eran el equivalente de reyes.
Esos hombres que utilizaban su fortuna para alcanzar el poder y el estatus ahora estaban en el
dinero de Florencia.
Los Medici tuvieron hasta el descaro de apoderarse del ayuntamiento de la ciudad, el Palazzo
Signoria, el corazón de la Florencia republicana.
Por fin lo habían logrado: habían dejado de ser unos usureros innobles que vivían bajo la
amenaza de la condenación eterna.
Pero aún le darían un giro final a la historia del arte.
La liberación
Las obras que alberga muestran un arte desatado totalmente de cualquier noción de valor
compartido. Desvinculado de las nociones de religión y de política, se había tornado en una
experiencia en y por sí misma.
La moneda suprema
Florencia fue el laboratorio de un gran experimento en el que el arte se hizo más precioso que
el oro.
El poder y las pasiones de los Medici fueron los catalizadores de nuevas formas de expresión
artística.
E hicieron el capitalismo respetable. La codicia es buena, decían. Pero la codicia por el arte es
lo mejor de todo.
*Este texto es una adaptación del documental de la BBC The Medici: Makers of Modern Art ("Los
Medici: los creadores del arte moderno").