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La construcción de identidades en la sociedad actual: un desafío para…

La construcción de identidades
en la sociedad actual: un desafío
para la educación y para la democracia

por Francisco RODRÍGUEZ LESTEGÁS


Universidad de Santiago de Compostela

1. Introducción ciones han dejado de ser entidades inter-


La historia moderna de Europa mar- cambiables, de modo que la mayor parte
có el desarrollo y la consolidación de los de los países independientes actuales son
estados-nación, de tal manera que la iden- plurinacionales y multiétnicos (Lamo de
tidad nacional-estatal ha sido la forma Espinosa, 1995; Smith, 1991, 1992), al
dominante de construcción de identida- tiempo que las divergencias territoriales
des colectivas en nuestro continente des- entre Estado y nación han alimentado
de el siglo XVIII (Fuchs, Gerhards y activos movimientos expansionistas o
Roller, 1995). Al propio tiempo, los dere- irredentistas y generado broncos conflic-
chos sociales y políticos asociados a la tos fronterizos (Nadal, 1990).

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idea de ciudadanía se basaban en la per-
tenencia del individuo a una determina- Todo ello ha puesto en tela de juicio
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da comunidad nacional inequívocamente la utilidad del estado-nación soberano,
coincidente con una unidad política, con- por tratarse ahora de un modelo un tan-
dición que se estimaba necesaria y sufi- to anacrónico que resulta demasiado
ciente para asegurar la homogeneidad grande para resolver ciertos problemas y
cultural e identitaria de todos sus miem- excesivamente pequeño para abordar
bros. Pero este panorama se está viendo otros, disfuncionalidad de la que deriva
sometido a modificaciones de largo alcan- la necesidad de crear nuevas estructuras
ce, dado que los cambios que se han ve- políticas e institucionales que permitan
nido produciendo en el escenario operar con eficacia ante las necesidades
internacional a lo largo de las últimas de los ciudadanos. No es de extrañar,
décadas (globalización, descentralización, pues, que desde hace unos años asista-
flujos migratorios) han conducido a una mos, en todos los continentes y por razo-
nueva situación en la que estados y na- nes diversas a una especie de retri-

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balización (Thual, 1995), lo que significa comunidades con respecto al conjunto del
la reivindicación de identidades Estado; en el caso de los modelos estata-
particularistas por parte de diversos gru- les centralizados, las demarcaciones ad-
pos nacionales, étnicos o culturales, jus- ministrativas interiores tienden a
tamente cuando nos vemos inmersos en configurarse siguiendo un modelo centrí-
un proceso de globalización que tiende a peto que garantice el control del centro
la homogeneización cultural y a la uni- sobre la periferia.
formidad en lo que respecta a modos de
vida y valores compartidos (Bárcena, El territorio es, por consiguiente, un
1997; Kymlicka, 1995; Martiniello, 1997). elemento destacado en la construcción de
Y en nuestro país, que no ha resultado la identidad y, de manera más o menos
ajeno a esas modificaciones, el antes he- sutil, siempre está presente en los dis-
gemónico nacionalismo español se ve aho- cursos nacionalistas de cualquier signo
ra doblemente cuestionado: por abajo, a que se proponen despertar o estimular la
causa de la emergencia de nuevos refe- conciencia nacional (Nogué, 1991). La
rentes infranacionales, y por arriba, en identificación entre pueblos y territorios
virtud del proceso de configuración de un está tan ampliamente aceptada que da-
espacio supranacional y de impulso de mos por supuesto que los polacos viven
una identidad europea (Audigier, 1997; en Polonia, los escoceses en Escocia, los
López Facal, 2001; Marín, 2002; Valls, tibetanos en el Tíbet, y así sucesivamen-
2001; Valls y López, 2002). te. No debe sorprendernos, pues, que la
expresión suprema de la tendencia a de-
2. Lo que hemos venido haciendo: finir las sociedades en términos político-
construir una identidad nacional- territoriales haya cristalizado en el
Estado moderno, una unidad político-geo-
estatal gráfica basada conceptualmente en el
Ciudadanía, identidad y nacionalidad
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ideal de congruencia espacial, es decir,


son tres conceptos que, vinculados con la un pueblo culturalmente homogéneo con
idea de modernidad, han venido funcio- plena capacidad de decisión y control so-
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nando conjuntamente hasta nuestros bre un territorio políticamente soberano


días, bajo la suposición de que la perte- (Anderson, 1986, 1988; Knight, 1982).
nencia a un Estado soberano, circunscri-
to a un territorio nítidamente delimitado Por otro lado, la percepción espacial
por unas fronteras y a ser posible dotado convierte la territorialidad en elemento
de continuidad y compacidad espacial, es principal del conocimiento del territorio
lo que genera de manera automática una político y supone la fragmentación del es-
identificación como miembro de una co- pacio geográfico en compartimentos me-
munidad política (Audigier, 1999). El Es- jor o peor definidos, pero cuyos límites
tado nacional construye una territo- son considerados inviolables por sus ha-
rialidad que define tanto los límites ex- bitantes. De este modo, estabilidad y per-
ternos con otros países como las relacio- manencia son atributos de la territo-
nes de las diferentes regiones o rialidad que confluyen afectivamente en

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un sentido colectivo de apego al propio tidad nacional giraron alrededor de la di-


espacio vital, lo que Piveteau (1969) defi- fusión de una ideología territorial basa-
ne como sentimiento de pertenencia da en la representación de España como
(Sanguin, 1981; Souto y Ramiro, 2000). Estado unitario y de lo español como ca-
Así, tal como apunta Díez Nicolás (1999), tegoría indiscutida. El término espíritu
territorio, lengua y cultura suelen estar nacional, reiteradamente utilizado en
presentes en la definición de identidad, nuestro sistema educativo hasta 1976,
un término inequívocamente abstracto, abarcaba el conjunto de creencias, senti-
complejo y multidimensional, que puede mientos, imágenes, símbolos, ideales y
entenderse como «la vinculación a unas valores plenamente compartidos por to-
determinadas formas culturales (historia, dos los españoles y en el que tendría que
lengua, tradiciones, etc.) y referida a un apoyarse la ansiada reconstrucción de la
determinado ámbito geográfico» (Prats, unidad nacional, anteponiendo el hecho
2001, 149). diferencial español al hecho diferencial
regional (Pozo, 2000). Magnificando los
Coincidiendo con el apogeo de los na- elementos unitarios del Estado español y
cionalismos europeos a lo largo del siglo banalizando las peculiaridades regiona-
XIX, la escuela asumió la misión de de- les, tanto los libros de texto como los de
sarrollar el imaginario nacional, es de- lecturas complementarias abordaban el
cir, crear un intenso sentimiento conocimiento escolar de España en la to-
nacionalista cimentado sobre una cultu- talidad de su conjunto armónico y en su
ra compartida, base de una identidad co- maravillosa unidad indestructible.
lectiva común y unitaria que era preciso
desplegar entre los escolares, al tiempo Ante un planteamiento de resabio
que se les transmitían los valores apro- asimilacionista, cualquier manifestación
piados para exaltar su espíritu patriótico de diversidad cultural y lingüística se
veía reducida a simple anécdota costum-

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e inculcarles el amor a la patria, madre
común de todos los ciudadanos. La nue- brista (Hernàndez, 2000): los habitantes
va mitología de la nación que la escuela de las diferentes regiones se distinguen
se encargaba de propagar se apoyaba en por sus modos de vida y sus costumbres revista española de pedagogía
recursos tales como la divulgación de una tradicionales, por la diversidad de sus tra-
visión apologética de la propia historia, jes, fiestas y bailes típicos, por sus refra-
la imposición de la lengua del pueblo do- nes y decires, y por sus diferentes
minante, la difusión de tradiciones y le- psicologías y lenguajes. La hegemonía del
yendas adecuadamente seleccionadas, la discurso conservador reforzaba la visión
descripción parcial y sesgada del territo- centrípeta del país, identificando centra-
rio en cuestión, o la utilización de mapas lismo con modernidad y fortaleza, y ha-
que inducían a la construcción de una ciendo equivaler españolización y
nueva imagen del suelo nacional. castellanización (Arteta y otros, 2000). El
objetivo final no era otro que justificar la
Por lo que a nuestro país se refiere, estructuración de la unidad nacional y
las políticas de construcción de una iden- del Estado español, así como la configu-

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ración de una conciencia nacional alre- seen una considerable capacidad de asi-
dedor de la idea de que todos los españo- milación e integración de los aportes ex-
les forman una sola nación y un único ternos, vertebrando ordenadamente cada
Estado. nuevo elemento incorporado (Fontana,
1994; Jáuregui, 2000). En suma, el ex-
3. Lo que se nos pide que haga- traordinario desarrollo de las civilizacio-
mos: construir una identidad nes aquí asentadas durante una larga
historia común se ha visto plasmado en
europea una intensa humanización del espacio y
Parafraseando la sentencia que se en formas peculiares de organización del
atribuye a Massimo d’Azeglio tras la uni- mismo, de manera que son los factores
ficación del reino de Italia, diríamos hoy históricos y culturales los que ejercieron
que, una vez hecha Europa, toca ahora un peso evidente en la justificación de
hacer los europeos. Y aquí ya nos encon- ciertas realidades actuales.
tramos con un problema inicial: ante la
ausencia de una demarcación geográfica Ahora bien, al hablar de cultura eu-
bien definida, la identidad europea, la ropea nos estamos refiriendo realmente
europeidad, se sustenta más en un patri- a una enorme pluralidad de culturas,
monio cultural común y en ciertos valo- cada una de ellas dotada de sus códigos
res compartidos que en la territorialidad. peculiares y de su propia identidad. Le-
Pero si nos preguntamos qué es lo que jos de representar un modelo al que se
tenemos en común los europeos y qué es debe aspirar, el multiculturalismo es,
lo que nos diferencia de los no-europeos, simplemente, un hecho social (Garreta,
no es fácil hallar respuestas plenamente 2003). Europa se nos presenta, pues, no
satisfactorias (Smith, 1992): las diferen- exactamente unida en la diversidad
cias entre europeos son tan grandes como —como reza el lema oficial—, sino más
respecto a los no-europeos en lo que se bien como una familia de culturas (Smith,
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refiere al lenguaje (vascos, finlandeses, 1991, 1992) forjada a partir de tradicio-


húngaros), derecho (romano, germánico), nes históricas y herencias culturales par-
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religión (católicos, protestantes, orto- cialmente compartidas. Por eso, cuando


doxos), sistema político (monarquías, re- el artículo 151 del Tratado de Amsterdam
públicas, estados unitarios, estados (1997) reconoce la necesidad de valorar
federales). lo que define como patrimonio cultural
común de todos los europeos, se nos plan-
Pese a ello, a la hora de señalar los tea un problema de partida: ¿qué debe-
elementos caracterizadores de lo europeo mos entender por patrimonio cultural
suele destacarse, en primer lugar, la he- común y cómo puede conjugarse este con-
rencia de la cultura clásica grecolatina y cepto con la reconocida e insoslayable
la impronta del cristianismo, pero tam- existencia de diversidades culturales a
bién la influencia islámica y otras contri- escala nacional y regional? (Jáuregui,
buciones más recientes, siempre dentro 2000). Cuestión sobre la que también nos
de unas estructuras culturales que po- advierte Morin (1987): Europa sólo tiene

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unidad en y por su multiplicidad, lo que de los ministros de Educación relativa a


equivale a tener que pensar la identidad la Cooperación en el sector educativo, en
europea en términos de no-identidad. donde se abordaba, por vez primera de
manera oficial, el espinoso problema de
4. Lo que se dispone en los armonizar la soberanía nacional y el res-
currículos escolares: enseñar Europa peto a la especificidad de cada sistema
Durante las primeras fases del proce- educativo con la necesidad de promover
so de integración europea, la educación acciones de colaboración (aunque sin lle-
fue considerada una cuestión exclusiva- gar propiamente a una política común)
mente vinculada a la soberanía de cada también en este ámbito. Y aunque estas
uno de los estados nacionales signatarios iniciativas tardaron algún tiempo en cris-
del Tratado de Roma (1957), por lo que talizar, al final nos han permitido dispo-
la cooperación en esta materia tuvo un ner de una serie de programas de
carácter muy poco ambicioso. Por eso, cooperación educativa emanados de las
apoyándose en una aplicación estricta del instituciones supranacionales europeas
principio de subsidiaridad, los actos jurí- que tratan de impulsar la formación de
dicos comunitarios se vieron frecuente- una conciencia común en torno al senti-
mente invadidos por cláusulas cautelares miento de europeidad (Rodríguez, 1993;
con el fin de salvaguardar las identida- Rodríguez Lajo, 2002).
des nacionales, reservando a las institu-
ciones de cada uno de los países miembros Pero fue el Tratado de la Unión Euro-
todo el poder decisorio en asuntos educa- pea (UE en lo sucesivo), firmado en
tivos. Es significativo que la primera re- Maastricht en 1992, el instrumento que
unión de los ministros de Educación de avivó el proceso de construcción de una
los estados comunitarios no haya tenido identidad europea, al apostar por la
lugar hasta 1971, cuando la entonces lla- institucionalización del estatuto de ciu-
dadanía europea. Al propio tiempo, los

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mada Comunidad Económica Europea lle-
vaba ya catorce años de andadura, y que acuerdos adoptados en Maastricht hicie-
los participantes sólo hubiesen podido lle- ron de la educación, por vez primera, un
gar al limitado y retórico compromiso de ámbito más de las políticas europeas co- revista española de pedagogía

reconocer la necesidad de establecer me- munes, valorando la relevancia de su


canismos de cooperación en el campo edu- aportación a la creación de una nueva
cativo. ciudadanía. Con ello, el sistema educati-
vo adquiere, de pronto, un papel deter-
De todos modos, en el informe elabo- minante en la promoción de una
rado por un grupo de expertos constitui- ciudadanía activa y de una identidad eu-
do a raíz de esa reunión ya se reco- ropea, y la escuela tiene que contribuir a
mendaba la introducción de la dimensión dotar a los estudiantes de los instrumen-
europea en la escuela como uno de los tos necesarios para asumir y desarrollar
elementos básicos de la cooperación, el adecuadamente esta dimensión, definida
intercambio y la construcción europea. menos como un contenido académico que
Poco después se publicaba una resolución como un sistema de actitudes y valores

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basados en el pluralismo, la tolerancia y conocimiento de los aspectos históricos,


la apertura a los otros. Este objetivo re- culturales, económicos y sociales de la UE
clama la contribución expresa de los sis- y de sus estados miembros.
temas educativos nacionales en todos los
estados de la UE, a quienes se demanda Es cierto que la caída de los regíme-
la europeización del currículum a través nes comunistas europeos seguramente
del fortalecimiento de la dimensión euro- hizo de la economía uno de los escasos
pea (Ryba, 1993). Quiere esto decir que ámbitos en donde es posible apreciar una
el desarrollo de una verdadera identidad inequívoca tendencia a la convergencia,
supranacional entre los ciudadanos eu- de manera que la configuración de un
ropeos pasa por la incorporación del co- espacio económico común lo más amplio
nocimiento de Europa a la cultura escolar posible sigue visualizándose como el ob-
y, consecuentemente, a las disciplinas es- jetivo prioritario del proceso de construc-
colares, el mismo vehículo utilizado en ción europea (De Lucas, 1997). Pero si el
anteriores ocasiones para crear una con- espacio comunitario europeo es un mer-
ciencia nacional. cado que cada vez funciona mejor, su su-
perestructura política es todavía muy
Enseñar Europa y explicarla como incipiente y, además, carece de un de-
concepto cultural se ha convertido, pues, mos, es decir, una población que se iden-
en un imperativo legal; las demandas po- tifique con ella. Por eso, y aun a riesgo
líticas e institucionales en este sentido de tener que afrontar nuevos interro-
son apremiantes, de manera que «pro- gantes en relación con la identidad per-
porcionar a los adolescentes (futuros adul- sonal y colectiva (Audigier, 1997), al
tos) los medios para comprender Europa sistema educativo se le exige el esfuerzo
y actuar en consecuencia parece una prio- de lograr que los europeos nos sintamos
ridad» (Tutiaux-Guillon, 2000, 12). Los partícipes del proceso de integración co-
objetivos cívicos e identitarios asignados munitaria, lo que obliga a reforzar y po-
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a la consideración escolar de la dimen- tenciar la identidad europea. Lograr una


sión europea son los siguientes: reforzar adecuada articulación entre la formación
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en los jóvenes el sentimiento de la iden- de la identidad/ciudadanía nacional, que


tidad europea y hacerles comprender el se mantiene contra viento y marea, y la
valor de una civilización asentada sobre identidad/ciudadanía europea, ahora ju-
la salvaguarda de los principios demo- rídicamente definida, constituye todo un
cráticos, la justicia social y el respeto a desafío. El sentimiento de pertenencia a
los derechos humanos; preparar a los jó- una misma colectividad, de compartir el
venes para participar en el desarrollo eco- mismo destino, no puede crearse espon-
nómico y social de la UE; hacer que sean táneamente, sino que tiene que desarro-
conscientes de las ventajas que supone llarse a través, entre otros medios, de la
la pertenencia a la comunidad, pero tam- educación. Es preciso potenciar el
bién de los desafíos que representa for- redescubrimiento de Europa por parte de
mar parte de un espacio económico y los europeos, repensando los contenidos
social cada vez más amplio; y mejorar su escolares en clave europea y recuperan-

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do ese sentimiento de unidad europea vio desarrollado por el ya mencionado


que, por otra parte, nunca ha dejado de Tratado de Amsterdam, cuyo artículo 17
existir aunque no se haya manifestado aclara, no obstante, que la ciudadanía de
explícitamente en la escena política la Unión será complementaria y no
(Hernàndez, 2000). sustitutiva de la ciudadanía nacional.
Esto significa que, al menos por el mo-
Se trata, pues, de generar un objeto mento, el derecho nacional es preeminen-
de enseñanza capaz de construir un nue- te en la relación ciudadanía nacional/
vo imaginario europeo por encima de los ciudadanía europea, de manera que la
estereotipos, de los antagonismos, de la primera es condición sine qua non de la
compartimentación política del espacio y segunda (Audigier, 1999). En consecuen-
de los continuos enfrentamientos arma- cia, la ciudadanía europea se modula al-
dos entre los diversos pueblos del conti- rededor de un conjunto de derechos y
nente que negaban la realidad europea y deberes cívicos que emanan de la perte-
que la escuela se ha esforzado en desta- nencia a la UE y que se añaden a los
car y propagar (Rodríguez Lestegás,
propios derechos y deberes derivados de
2006). Pero este inédito desafío, nada me-
la calidad de ciudadano de un Estado
nos que forjar una identidad europea, co-
miembro.
incide con horas bajas en la conciencia
europeísta de los ciudadanos. Ya en su
De todos modos, aunque se insista en
momento los daneses habían rechazado
inicialmente el Tratado de Maastricht, y que la ciudadanía europea no anula sino
luego fueron los franceses y holandeses que completa y enriquece la ciudadanía
quienes abortaron el proyecto de profun- nacional, lo cierto es que esta nueva si-
dizar en la integración política a través tuación plantea no pocas discusiones acer-
de un tratado constitucional europeo. Jus- ca de la identidad y soberanía nacionales.
to cuando llevamos medio siglo de inte- Téngase en cuenta que la construcción

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gración comunitaria, parece que la de una identidad europea requiere que
ciudadanía europea no despierta grandes las personas incorporen a su propia e irre-
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entusiasmos y que, por el contrario, se nunciable identidad nacional otra de ca-
mira con recelo cualquier intento de tras- rácter supranacional, lo que comporta la
ladar las lealtades e identidades políti- necesidad de encontrar unas caracterís-
cas desde el ámbito nacional al ticas esenciales de identidad compartida
supranacional (Bauböck, 2007). El resul- (Flouris, 1998). Y si resulta que no es
tado visible es que la prevalencia del es- fácil renunciar a la identidad más próxi-
tado-nación en unos casos o de la ma y que el sentimiento de identidad pro-
región-nación en otros se resiste a des- pia es todavía muy fuerte (Prats, 2001),
aparecer de la vulgata escolar. ¿cuáles son entonces los valores y las am-
biciones colectivas que están dispuestos
5. Lo que debemos hacer: cons- a compartir los pueblos en una Europa
truir identidades múltiples comunitaria sometida a periódicas am-
El concepto de ciudadanía europea se pliaciones?

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Las instituciones comunitarias han (1995), dificultan la construcción de una


puesto en marcha una campaña de identidad europea. Nuevamente nos en-
concienciación de los ciudadanos europeos contramos con una conceptualización de
en relación con el patrimonio cultural la identidad elaborada a partir del dua-
compartido, junto con una serie de medi- lismo entre inclusión y exclusión: noso-
das simbólicas dirigidas a promover la tros, los europeos frente a ellos, los
integración social y cultural. Se postula no-europeos. Una oposición que simple-
una cultura europea cuyos fundamentos mente actualiza la alteridad atribuida a
se asientan en la religión judeo-cristia- otros pueblos a lo largo de la historia: los
na, en la filosofía y el arte griegos, en el bárbaros, las hordas asiáticas, los salva-
derecho romano, en el humanismo jes africanos, los musulmanes, los comu-
renacentista, en el racionalismo y la cien- nistas (Shore, 1993).
cia de la Ilustración, en la economía de
mercado, en los valores democráticos y el La Europa supranacional, a pesar de
imperio de la ley. Tal como recogen compartir algunos de los atributos pro-
Hansen (1998) y Shore (1993), esta pro- pios de los estados-nación (bandera, him-
blemática representación de Europa está no, instituciones de gobierno, moneda, día
trazada sobre un itinerario familiar: Gre- de Europa), no es en absoluto un
cia – Roma – Cristianismo – Renacimien- superestado, ni menos aún una
to – Democracia parlamentaria, que supernación, y tampoco consta que aspi-
refuerza las connotaciones etnocéntricas re a serlo algún día (Llobera, 1995; Smith,
y entorpece no sólo la integración de las 1991); de hecho, cuanto más se avanza
poblaciones inmigrantes de religión mu- en la construcción europea, más se redu-
sulmana, sino también la incorporación cen las expectativas razonables de que
a la UE de países como Turquía. Pese a este proceso pueda culminar en un tipo
ello, ¿los esfuerzos institucionales por de entidad supranacional que reproduz-
ca a mayor escala el modelo de estado-
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aglutinar a los europeos en torno a una


herencia cultural común lograrán evitar nación clásico. Lo cierto es que en estos
el resurgimiento de nacionalismos étnicos momentos no es fácil evitar la percep-
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y la aparición de nuevas formas de xeno- ción de un proyecto europeo que, por sus
fobia, racismo y chovinismo cultural? pretensiones homogeneizadoras, es visto
(Shore, 1993). como una amenaza para las culturas e
identidades nacionales todavía profunda-
Y no sólo eso, sino que esta política mente arraigadas entre ciertos sectores
cultural excluye de la europeidad, defini- de la población de los países comunita-
da en un restrictivo marco monocultural, rios europeos (Martiniello, 1997). No ol-
a toda la población inmigrante asentada videmos que, tras muchos años de
en Europa y proveniente de países cuya absoluta preeminencia de las identida-
fe predominante es la islámica, justamen- des nacionales, los europeos siguen valo-
te cuando la integración de los grupos rando extraordinariamente las singula-
étnicos no europeos es uno de los proble- ridades de sus respectivos pueblos. El es-
mas esenciales que, según señala Llobera tado-nación sigue siendo la forma domi-

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nante de división político-territorial y pa- no es algo dado de una vez para siempre.
rece poco probable que esta situación Más bien la identidad es un proceso en
vaya a modificarse sustancialmente en formación que se construye y reconstru-
un futuro próximo; más aún, los impul- ye en el curso de vida de los individuos y
sos identitarios en nuestro continente, in- grupos, y ello a través de diferentes
cluso los de carácter más minoritario, son facetas, roles y circunstancias» (Melucci,
tan activos que permiten hablar de un 2001, 115).
movimiento de re-nacionalización de Eu-
ropa (García de Cortázar, 2005; Knight, La tradicional identificación entre ciu-
1982; Thual, 1995). dadanía y estado-nación, a pesar de las
nada despreciables resistencias a las que
Entonces, ¿cabe la posibilidad de cons- ya nos hemos referido, parece haber en-
truir una identidad europea potente sin trado definitivamente en crisis (Zapata,
erosionar al mismo tiempo los viejos na- 2001). Desde postulados postmodernistas
cionalismos estatales?, se pregunta Shore se prefiere enfatizar la multiplicidad de
(1993). O dicho de otro modo: si desde la identidades propia de las sociedades con-
estructura política de los estados se pro- temporáneas: lejos de una consideración
cura que las identidades nacionales se de la identidad como algo monolítico o
mantengan firmemente enraizadas, petrificado, los individuos actúan ahora
¿cómo generar una identidad colectiva ca- como agentes activos de construcción de
paz de promover un fuerte grado de iden- identidades y pertenencias, desplazándo-
tificación entre los ciudadanos europeos? se de una a otra, minimizándola o exage-
(Smith, 1992). La respuesta tiene que ver rándola incluso, según las circunstancias
con un principio fundamental de nuestra lo requieran (Bárcena, 1997; Garreta,
convivencia democrática: el respeto a las 2003).
diferencias nacionales y regionales, fruto
Esto significa que las personas se

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de la historia o de la tradición y entendi-
das como un elemento de diversidad cul- identifican con diversas afiliaciones co-
tural sumamente enriquecedor. lectivas, definiéndose en ocasiones por la
nacionalidad de pertenencia (gallego, revista española de pedagogía
En este sentido, es preciso «desarro- bretón, escocés), pero otras veces por el
llar unos modelos de identificación que Estado soberano en el que esa nacionali-
sean válidos para todas las personas y dad se integra políticamente (español,
que permitan compaginar la identidad francés, británico), o por la lengua que
nacional y cultural con una identidad usan, o por la religión que practican, o
supranacional, abierta, flexible y evolu- por los rasgos étnicos que les caracteri-
tiva» (Marín, 2002, 45). Y por la misma zan, o por cualquier otro elemento que
razón se hace imprescindible la puesta pueda singularizar su identidad en ese
en marcha de un enfoque alternativo de momento; además, cualquier intento de
construcción de la identidad europea ba- priorizar alguna de estas identidades en-
sado en la aceptación de múltiples iden- traña un serio riesgo de ruptura de este
tidades simultáneas, porque «la identidad difícil equilibrio de lealtades, y cualquier

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proclamación monopolista y excluyente de múltiple, que Heater (1990, 1999) con-


identidad tiende a producir afirmaciones trapone al tradicional concepto unidimen-
compensatorias de otro tipo (Lamo de Es- sional de ciudadanía. En su lugar, se
pinosa, 1995). apuesta por una noción multidimensional,
abierta, pluralista y polisémica, que se
La europea es, precisamente, una de fundamenta en el reconocimiento de que
esas sociedades cuyos miembros se mue- la persona puede compatibilizar varias
ven cada vez más en los confines de dis- lealtades e identidades cívicas.
tintos sistemas, en cada uno de los cuales
despliegan solamente una parte de su 6. Lo que demanda una sociedad
identidad. Esta necesidad creciente de democrática: construir una identidad
desarrollar identidades múltiples y
permeables significa que los individuos
europea intercultural
deben lealtad a comunidades situadas en Como apunta Martiniello (2007), en
diferentes escalas, si bien la identidad la UE nos encontramos ya con una am-
de la unidad inferior debe contar con la plia variedad de filiaciones e identidades
aprobación y el reconocimiento de la uni- nacionales y etnoculturales, diversidad
dad situada en el nivel superior, hasta que no va a desaparecer a pesar de las
configurar un auténtico puzzle de identi- presiones de la globalización a favor de
dades (Lamo de Espinosa, 1995; Marín, la uniformidad. Es como si la comunidad
2002; Melucci, 2001). Desde un plantea- europea entrase de lleno en un proceso
miento de círculos concéntricos de leal- de diversificación de su diversidad. En
tad (Smith, 1991, 1992), identidades estas circunstancias, ¿cómo generar una
concéntricas (Díez Medrano y Gutiérrez, identidad europea respetuosa con las di-
2001) o nacionalismos multinivel (Miller, versas filiaciones nacionales y cultura-
2000), no es cuestión de elegir una sola les?; ¿cómo construir el sentimiento de
pertenencia a una comunidad dada des-
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identidad entre varias posibles, dado que,


al contrario de lo que se ha sostenido en de la diversidad étnica, lingüística y cul-
muchas ocasiones, está suficientemente tural?; ¿son compatibles identidad y
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demostrado (Díez Medrano y Gutiérrez, multiculturalismo?; y, por lo tanto, ¿es


2001; Díez Nicolás, 1999) que las identi- posible la construcción de una identidad
dades no son incompatibles y mutuamen- europea intercultural?
te excluyentes.
Pues bien, siendo evidente que la iden-
Por consiguiente, «la génesis de una tidad crea los fundamentos sobre los que
identidad europea no debería generar se construye una convivencia armónica
conflictos con las identidades nacionales (Garreta, 2003), es preciso destacar el pa-
de los ciudadanos autóctonos o con otras pel protagonista de la educación en la
fuentes de filiación» (Solé y Parella, 2003, construcción de la identidad europea
175). Y este es, precisamente, el sentido intercultural de las nuevas generaciones,
de la construcción de una identidad eu- a través del desarrollo de las competen-
ropea basada en la idea de ciudadanía cias necesarias —de naturaleza tanto

94
La construcción de identidades en la sociedad actual: un desafío para…

cognitiva como emotiva— no sólo para tenencia a una comunidad política desde
comprender y apreciar la diversidad cul- un enfoque inclusivo; reconocer las difi-
tural, sino también para posibilitar la co- cultades para la adquisición de ese senti-
municación, la cooperación y el miento de pertenencia cuando la mayoría
enriquecimiento mutuo (Kymlicka, 2001; no acepta la inclusión de la minoría o
Rodrigo, 1999; Sáez, 2006). A este res- cuando ésta no dispone de los recursos
pecto y desde una perspectiva liberal, necesarios para participar activamente en
Bauböck (1999) se muestra partidario de la comunidad, y trabajar operativamente
que las minorías puedan exigir recursos el sentimiento de pertenencia a comuni-
públicos para que sus miembros estén en dades políticas cada vez más amplias sin
condiciones de preservar y desarrollar sus prescindir de las escalas más próximas.
propias herencias culturales, que deben
ser incluidas en una cultura pública com- En todo caso, la historia nos enseña
partida. Este principio supone evitar el que sólo sobre la aceptación de la
conocimiento superficial de las culturas multiculturalidad, y nunca sobre el
que no va más allá de los rasgos exóticos uniformismo impuesto unilateralmente
y puramente anecdóticos de las mismas; de forma hegemónica, se podrá construir
también hay que eliminar las falsas imá- una Europa unida con vocación de per-
genes y los estereotipos negativos que manencia. Por consiguiente, la verdade-
cada cultura produce acerca de las de- ra clave de este enfoque se sitúa en
más, e iniciar el proceso de interacción enfatizar la toma en consideración de la
intercultural desde una posición de igual- doble dimensión de la multietnicidad y
dad que posibilite un acercamiento la pluriculturalidad a la hora de definir
empático: ser capaces de superar la vi- la identidad europea. Es preciso deter-
sión etnocéntrica y partir de los referen- minar «cuáles son los intereses que pue-
tes culturales ajenos para identificarse den ser comunes a los autóctonos
europeos y a los inmigrantes para permi-

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con el otro, ponerse en su lugar, sentir lo
que él siente. tir generar una identidad europea» (Solé
y Parella, 2003, 177). Sólo sobre la base
Las sociedades de inmigración necesi- de la asunción del pluralismo como con- revista española de pedagogía
tan dotarse de una identidad comparti- dición de legitimidad y del reconocimien-
da, pero nunca a partir de la exigencia to del derecho a la identidad cultural de
de una lealtad exclusiva, si bien es evi- los colectivos minoritarios como requisi-
dente que admitir que las identidades se to indispensable para el ejercicio de la
pueden solapar y superponer entre sí autonomía individual (Kymlicka, 1995),
(Bauböck, 2003) complica sobremanera la Europa podrá desarrollar un nosotros des-
construcción de una identidad europea de identidades culturales diferentes —a
intercultural. No obstante, Bartolomé y veces enfrentadas— (Bartolomé y Cabre-
Cabrera (2003) señalan algunas pautas ra, 2003) y fomentar la construcción de
para hacerlo: partir de una autocom- una identidad cívica intercultural capaz
prensión y valoración crítica de la propia de superar las diferencias étnicas, cultu-
cultura; construir el sentimiento de per- rales o religiosas. Ya se sabe que este

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Francisco RODRÍGUEZ LESTEGÁS

desafío entraña una mayor dificultad que nocimiento y el respeto debido a su es-
si se acometiera en un contexto cultural fuerzo en la comunidad» (Reitz, 2007, 46).
más homogéneo, pero, a cambio, permiti-
ría configurar una identidad europea En efecto, nadie debe ser privado de
«abierta, compatible con las identidades sus derechos sociales y políticos por ra-
de origen y otras fuentes de identifica- zones derivadas de su identidad étnica o
ción (a escala local, regional, nacional…) cultural, pero el reconocimiento de tales
tanto si se trata de inmigrantes como de derechos a los residentes extranjeros,
nacionales de los distintos estados miem- como punto de partida para la creación
bros y de sus respectivas regiones» (Solé de vínculos de pertenencia, con ser una
y Parella, 2003, 179). Una identidad ba- condición necesaria, no es suficiente. Es
sada en la inclusión y la equidad, y refe- preciso, además, eliminar las desigual-
rida a una comunidad de iguales, menos dades estructurales ligadas a la condi-
rígida y segmentada socialmente que la ción étnica y cultural, tanto en lo que se
actual, que aporta beneficios a la vez que refiere a la posición en el mercado labo-
comporta obligaciones. ral como en el acceso a los servicios del
Estado (sanidad, educación, vivienda…),
Por otro lado, Kymlicka (2001) apun- de manera que los inmigrantes se sien-
ta que la gente acepta la pertenencia a tan partícipes del desarrollo económico y
una misma comunidad de destino cuan- social que ellos mismos contribuyen a ge-
do asume algún tipo de responsabilida- nerar, sin verse en la necesidad de acep-
des con respecto a sus convecinos y tar incondicionalmente una situación que
cuando tiene la oportunidad de respon- pase por la asimilación cultural o la re-
der colectivamente a los retos a que se nuncia a sus identidades de origen (Solé
enfrenta esa comunidad. En la misma di- y Parella, 2003).
rección, Zapata (2001) insiste en la im-
portancia de la participación política en «El eje central de cualquier avance ha-
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un modelo de ciudadanía democrática que cia la ciudadanía multicultural comuni-


incorpore el pluralismo cultural; Sáez taria es la noción de una igualdad de
revista española de pedagogía

(2006) identifica la perspectiva derechos y deberes básicos para todos los


intercultural con el fundamento de un residentes legales en la Unión Europea»,
proyecto de cohesión social bajo la pre- advierte con firmeza Martiniello (2007,
misa de la intervención normalizada de 80). Sólo respetando este principio cami-
todas las personas en la vida social co- naremos hacia una sociedad europea en
mún, y Rex (1986) defiende el derecho la que todos los individuos, sin discrimi-
inalienable de todos los individuos a dis- nación alguna por su diferencia étnica o
frutar de una igualdad de oportunidades cultural, puedan defender sus intereses
real. Dicho lisa y llanamente, «los en un marco de identidad compartido. Y
inmigrantes y sus descendientes necesi- sólo así seremos capaces de construir una
tan sentir que ocupan un lugar dotado identidad europea intercultural, recono-
de sentido en la sociedad donde viven, ciendo que, aunque declaremos una pre-
son bien tratados y cuentan con el reco- ferencia más o menos decidida a favor de

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La construcción de identidades en la sociedad actual: un desafío para…

los valores de la nuestra, todas las cultu- evidencian la arbitrariedad de las fron-
ras tienen manifestaciones sumamente teras políticas y han originado una cre-
valiosas. ciente presencia de inmigrantes
residentes de forma más o menos perma-
7. Conclusión nente en los países comunitarios. De este
Al margen de las fronteras cada vez modo, sociedades relativamente homogé-
más difusas y porosas del estado-nación, neas han ido adquiriendo un carácter
la multiplicación de centros autónomos multiétnico, multilingüe y multicultural,
de decisión, junto a la interdependencia hasta el punto de que el mundo actual
planetaria y la emergencia de fuerzas po- aparece definido por espacios sociales
líticas y económicas transnacionales, son multiculturales, es decir, por la «coexis-
las tendencias, aparentemente contra- tencia en el mismo espacio social y geo-
puestas, que definen el mundo actual gráfico de individuos pertenecientes a
(Melucci, 2001). Así, en el escenario eu- culturas diversas que las practican en
ropeo pugnan dos fuerzas político-terri- esos espacios» (Lamo de Espinosa, 1995,
toriales divergentes: por un lado, la 54). En este contexto, sumamente propi-
eclosión de grupos regionales o naciona- cio a la emergencia de identidades confu-
les de dimensión subestatal que desean sas, cuando no contradictorias, «¿cómo es
recuperar su particular identidad y ad- posible la ciudadanía, noción tradicional-
quirir la mayor capacidad de autogo- mente concebida en términos homogé-
bierno posible —cuando no la plena neos, en nuestra sociedad política actual,
soberanía tras el reconocimiento del especialmente propensa a la fragmenta-
derecho a la autodeterminación— que les ción y al pluralismo?» (Zapata, 2001, 211).
permita regir sus propios destinos, y por Sabemos que la noción formal de ciuda-
otro, la tendencia hacia una integración danía siempre se ha referido a la identi-
de carácter supranacional en la que se ficación del ciudadano como miembro de

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implica un creciente número de países. una comunidad política geográficamente
Es evidente que ese refuerzo de los sen- determinada (Zapata, 1996), pero ahora
timientos de identificación con territorios es necesaria una redefinición de la iden-
tidad nacional, con la consiguiente revi- revista española de pedagogía
y sociedades a pequeña escala forma par-
te de una estrategia de enfrentamiento a sión del arraigado vínculo histórico entre
la imparable uniformización cultural que ciudadanía y nacionalidad (Bartolomé y
pretende adueñarse de las sociedades Cabrera, 2003; De Lucas, 1997; Garreta,
modernas configuradas a gran escala 2003; Marín, 2002; Solé y Parella, 2003).
(Knight, 1982).
La tradicional conceptualización de
Pero, además, a esta tensión entre el una nacionalidad otorgada necesariamen-
resurgimiento de los nacionalismos y la te por la vinculación a un estado-nación
aspiración al desarrollo de una cultura conlleva la exclusión social de la pobla-
global hay que sumarle una última cir- ción inmigrante, aunque comparta inte-
cunstancia que afecta al proyecto euro- reses colectivos con los autóctonos y
peo: los nuevos flujos demográficos contribuya activamente al desarrollo de

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Francisco RODRÍGUEZ LESTEGÁS

la sociedad receptora. Ante una discrimi- que, además de respetar la cultura del
nación tan difícilmente sostenible, el ace- otro, pivota sobre la aceptación y acogida
lerado incremento de sociedades de su persona.
multiétnicas en Europa ha impulsado el
debate en torno a una ciudadanía de ca- Dirección del autor: Francisco Rodríguez Lestegás, Es-
cuela Universitaria de Formación de Profesorado, Avda.
rácter supranacional, que Bauböck (1994) de Ramón Ferreiro, s/n, 27002 Lugo. E-mail:
y Soysal (1994) prefieren denominar lestegas@lugo.usc.es
transnacional y postnacional, respectiva-
mente, y que cuestiona seriamente la con- Fecha de recepción de la versión definitiva de este artícu-
lo: 15.X.2007
sideración del Estado nacional como
fuente principal o única de identidad. Por
el contrario, se abre ahora un abanico de Bibliografía
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mente reproductora de una visión 13-47.
etnocéntrica y monocultural de la reali-
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año LXVI, n.º 239, enero-abril 2008, 85-102

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revista española de pedagogía

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La construcción de identidades en la
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sociedad actual: un desafío para la in the construction of an intercultural
educación y para la democracia European identity based on the
La tradicional conceptualización de acceptance of multiple simultaneous
una identidad colectiva vinculada a un identities.
estado-nación está siendo seriamente
cuestionada. La reivindicación de identi- Key Words: National identity, European

año LXVI, n.º 239, enero-abril 2008, 85-102


dades particularistas por parte de diver- identity, multiple identities, intercultural
sos grupos regionales, étnicos o culturales education.
coexiste con un proceso de globalización revista española de pedagogía
que tiende a la homogeneización cultural
y a la uniformidad de modos de vida y
valores compartidos. En este trabajo se
aborda el proceso de incorporación del co-
nocimiento de Europa a la cultura esco-
lar y el papel relevante de la educación
en la construcción de una identidad eu-
ropea intercultural basada en la acepta-
ción de múltiples identidades simul-
táneas.

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