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En la actualidad, el dominio de una, dos o más lenguas consideradas de forma aislada deja
de ser el objetivo de aprendizaje para dar paso a la consecución del plurilingüismo. Para
lograr el plurilingüismo es fundamental desarrollar tanto un repertorio lingüístico, en el que
se ejerciten todas las capacidades lingüísticas que posee el individuo, como de los
mecanismos que faciliten la interacción de las competencias de sus diferentes lenguas. Las
propuestas curriculares han incorporado recientemente una referencia explícita a la
sensibilización de los aprendientes hacia la diversidad lingüística y cultural y el respeto a
diferentes maneras de expresarse y actuar. De esta manera, el desarrollo simultáneo del
plurilingüismo y de la interculturalidad se convierte en un proceso natural, pues las
competencias lingüística y cultural respecto a cada lengua interactúan, se enriquecen
mediante el conocimiento de la otra lengua y contribuyen a desarrollar destrezas,
capacidades y actitudes interculturales.
Las competencias en las diferentes lenguas que posee el hablante plurilingüe se encuentran
generalmente en desequilibrio, tienen un carácter transitorio y varían con el tiempo. En
efecto, generalmente:
La competencia plurilingüe varía de acuerdo con las experiencias lingüísticas que haya
vivido el individuo. Un buen perfil plurilingüe no presupone necesariamente un rico perfil
pluricultural, ya que es posible tener un buen dominio del sistema de una lengua y, sin
embargo, desconocer importantes aspectos de su cultura.
Personajes[editar]
El narrador le describe a un Borges oyente, una historia de la cual él es testigo, cómplice y
autor. Es el "hombre de la esquina rosada" y se puede deducir que es un hombre que en el
lugar pasa desapercibido o que, en todo caso, es percibido como insignificante. Su accionar
posterior, narrado o sugerido, muestra que en realidad es una persona que defiende a todo
trance sus ilusiones y sus ideales, que también son los de las otras personas del barrio donde
vive, que en este caso son el coraje, la hombría, la habilidad que representaba para ellos
Rosendo Juárez.
El autor de la muerte no puede ser considerado "asesino": no tiene rencor, no lo motiva la pasión,
simplemente cumple con su deber como verdugo, mata a quien mató a su ídolo. Mata a quién mató sus
ilusiones, sus míseras esperanzas de ascenso social y, aunque simultáneamente demostró que podía
ocupar el sitial de "guapo" que junto con la vida perdiera su referente, nos enseña que tampoco esa era
su intención.1
Rosendo Juárez, conocido como El Pegador, representa al matón, al cacique, al duro del
barrio; a aquel personaje querido por algunos, admirado y respetado por todos, pues Juárez,
dado sus hazañas realizadas con el puñal, hace temblar con su sola presencia a cualquiera
que sepa de él. En la historia, sin embargo, rehúye cobardemente el reto del forastero y se va
para desaparecer casi por completo del resto de la narración.
Francisco Real, apodado El Corralero, es el retador, descrito como un tipo alto y fornido
vestido de negro con una chalina color bayo cuya voz, potente y autoritaria, reflejaba su
personalidad. Viene de otro barrio expresamente a desafiar a pelear a El Pegador para
incrementar su fama y demostrar que es más varón.
La Lujanera es una prostituta, la mujer más bella del lugar, codiciada por cualquier hombre,
pero que estará junto al más poderoso, primero Juárez y luego Real. Será la única visible
testigo de la muerte de Real. Asimismo, tal vez de lo visto por esta mujer es que surge el
nombre de la historia, pues ella dice que vio a un hombre desconocido darle a El Corralero la
puñalada fatal.
Temas[editar]
El cuento es una suma de elementos perceptibles, los cuales son dependientes uno del otro
por lo que se caracterizan por tener una función única e importante dentro de la misma
historia. En síntesis, el relato puede ser observado como un intento de Borges por mostrar que
hasta en un ambiente rural y basto, cualquier individuo, pieza o cosa es importante en el
desarrollo de un hecho.
Comentario de Borges[editar]
En una conferencia pronunciada en el auditorio de la Universidad de Antioquia, Colombia, en
1963 decía Borges:
"Hace cerca de cuarenta años yo cometí la imprudencia de escribir un cuento titulado El hombre de la
esquina rosada, cuyo tema es ése: el desconocido que provoca a un desconocido, el desconocido que
llega de un barrio lejano a un barrio perdido en el oeste de Buenos Aires, y desafía a otro a pelear con
él. Ahora, cuando escribí ese cuento lo hice con un propósito visual, porque me había impresionado lo
visual de muchos cuentos de Stevenson y de Chesterton. Y pensé que sería curioso aplicar la materia
orillera a esa técnica, esa técnica que quiere que cada cosa ocurra de un modo vívido; es decir, que
todas las cosas ocurran como un ballet (y hace unos tres o cuatro años se ha hecho un ballet con ese
argumento de El hombre de la esquina rosada). Ahora bien, en ese cuento yo necesitaba que la
provocación fuera brusca. Y así, el corralero entra en el salón de baile y provoca bruscamente al guapo
local, que se llama, creo, Rosendo Suárez. Bueno, cuando escribí ese cuento sabía, porque lo había
presenciado muchas veces, que eso era históricamente falso. Las provocaciones nunca se hacían así.
Llegaba el desconocido, se acercaba respetuosamente al hombre que iba a desafiar, lo colmaba de
elogios, y luego esos elogios eran tan copiosos que se habían convertido en burlas, y luego lo desafiaba
a pelear.4
En la entrevista que le realizara Radio Nacional de España, Borges contaba lo siguiente:
"De todas las adaptaciones cinematográficas de mi obra, sólo hubo una buena: el mal cuento Hombre
de la esquina rosada inspiró un excelente film con el mismo título, dirigido por René Mugica. Era éste un
film admirable, muy superior al relato endeble en el cual se inspiró. Lo demás que se ha hecho prefiero
callarlo. (...) Luego hubo una película titulada Los otros (Les autres (1974), de Hugo Santiago). Eso se
hizo en francés. No recuerdo el nombre del director. Se estrenó en París, donde fracasó. Yo no la vi
nunca. También hicieron otras películas de las cuales no quiero acordarme. (...) Aunque participé en
alguno de los guiones, luego todo aquel trabajo fue transformado de tal manera –quizá mejorado– que
yo no lo reconocí al ver el producto final. Por ejemplo, en uno de aquellos films habían invertido el orden
cronológico del relato: empezaban por el medio, luego iban al final, y para terminar, volvían al principio.
Todo eso sin que yo tuviera nada que ver. Por eso siempre les digo a los cineastas que hagan lo que
quieran con mis argumentos. Yo prefiero que no pongan mi nombre para no hacerme responsable de
nada. Aun así, ellos insisten en poner mi nombre y luego yo resulto responsable de la ofensa". 5
Según una interpretación hecha desde el punto de vista psicoanalítico, es "como si Borges, a
través de la magia de la literatura, se hubiera concedido a sí mismo el rol de un compadrito
que, cuchillo en mano, consigue, dar muerte a un guapo bravo del Norte."6
Crítica[editar]
El crítico Eduardo Pérsico señaló que el cuento es "una pintura precisa de una época del
arrabal de Buenos Aires, perfecta calidad borgesiana en cada fragmento. Cuando en el
personaje Francisco Real da un pechazo y atropella a los gritos la puerta del prostíbulo,
Borges, el relator, que está de espaldas a la puerta, al verlo exclama “el hombre era parecido
a la voz”. Siete palabras no más y deja un concepto definitivo del tipo, esa era la calidad de
Borges cuentista armando frases perfectas y definitivas que mostraban su capacidad
incansable para corregir."7
Reaparición de un personaje[editar]
En otro relato, Historia de Rosendo Juárez de El informe de Brodie de 1970, El Pegador le
contará al propio Borges por qué no luchó esa noche. Porque le pareció cosa de botarates esa
de pelear porque sí para probar que se tiene coraje. Y le dice que si él esa noche hubiese
tenido miedo, hubiese peleado... Y es que el verdadero guapo sólo pelea cuando "no hay otro
remedio". Si esto puede ser una autojustificación en el caso de Rosendo, o un
cuestionamiento profundo al machismo criollista con su rígido y alardeado culto al coraje, eso
queda al libre criterio de cada cual.8
El manuscrito original[editar]
En octubre de 1996 el coleccionista argentino Eduardo Constantini adquirió en una subasta de
la galería Christian de Quay-Francis Lombrail de París en 164.000 dólares estadounidenses
dos lotes de textos manuscritos de Borges que incluían el correspondiente al cuento Hombre
de la esquina rosada.9
Notas[editar]
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