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PRINCIPIOS PROPIOS DEL DERECHO PROCESAL DEL TRABAJO


Concepto:

Para llegar al concepto de los principios propios del Derecho Procesal del Trabajo, me
valgo únicamente de las definiciones de dos prestigiados autores sudamericanos:
Ramiro Podetti y Américo Plá Rodríguez, procesalista el primero y juslaboralista el
segundo.

Podetti define a los principios procesales como «Las directrices o líneas matrices dentro
de las cuales han de desarrollarse las instituciones del proceso»

Aunque Plá Rodríguez trata los principios del Derecho del Trabajo y no los principios
procesales, estimo que su definición es perfectamente aplicable a éstos últimos.

Su definición dice así: «Límites directrices que informan algunas normas e inspiran
directa o indirectamente una serie de soluciones por lo que pueden servir para
promover y encauzar la aprobación de nuevas normas, orientar la interpretación de las
existentes y resolver los casos no previstos».
La definición de Podetti resalta el carácter de directrices o líneas matrices que tienen
los principios y que servirán para modelar las instituciones del proceso con las
características que desee imprimírsele a un determinado tipo de proceso, para
diferenciarlo de otro u otros procesos.

En la definición de Plá Rodríguez no se descarta esta característica rectora d e


los principios, sino que, por el contrario, también se afirma al decir: «Líneas
directrices que informan algunas normas...».

Pero además con mucha fortuna y claridad se evoca también el papel de fuente
integradora que desempeñan ante el Juez, al auxiliarlo en la substanciación y
resolución de los conflictos de una rama, joven e inconclusa, como lo es el Derecho
Procesal de Trabajo.

Porque en ocasiones—frecuentes, por cierto—se tiene que acudir a los principios no


sólo para aplicar correctamente la norma o para determinar sus legítimos alcances,
sino para crearla, inspirarla o cuando menos complementarla.

Por esas razones, me adhiero a la definición del distinguido profesor uruguayo, que, a
mi modo de ver, sintetiza en forma más completa el concepto de lo que debemos
entender por principios del Derecho de Trabajo, y consecuentemente también, por
principios de su rama instrumental.
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Importancia de su estudio:

La ciencia procesal contemporánea le concede una especial importancia al estudio de


la estructura interna del proceso. Sin desentenderse de los procedimientos, podría
afirmar que ha taladrado en ellos hasta llegar a sus principios formativos, porque del
manejo y combinación que se haga de los mismos, dependerá la fisonomía y
características que se le impriman a un determinado proceso.

En lo que hace a nuestra disciplina de ello dependerá en suma que se modele a un


proceso obrero tradicional y muy parecido al proceso civil, o bien que se modele a un
proceso de trabajo distinto, más atrevido y más adecuado a la realidad laboral de
nuestros países, que sirva de cauce al Derecho Laboral. Ponernos de acuerdo sobre
los principios que deben informar al proceso laboral, constituye también uno de los
primeros pasos en la meritoria tarea de sentar las bases para una legislación procesal
trabajista uniforme en Latinoamérica.

A lo dicho habría que agregar, que además del interés teórico y legislación comparada
por los principios procesales, en países como el mío: Guatemala—en donde la ley
remite expresamente al Juez a los principios procesales en su labor de colmar lagunas,
y en donde toda clase de conflictos laborales, individuales, interindividuales,
disciplinarios, colectivos de carácter jurídico y colectivos de carácter económico social o
de intereses, están sometidos a la jurisdicción privativa de Trabajo y Previsión Social,
es natural que se tenga por la problemática de los principios, también un vivo interés
practico.

En efecto, el artículo 326 del Código de Trabajo guatemalteco dice: «En cuanto no
contraríen el texto y los principios procesales que contiene este Código se aplicarán
supletoriamente las disposiciones del Código de Procedimientos Civil y Mercantil y de
la ley Constitutiva del Organismo Judicial.- Si hubiera omisión de procedimientos, los
Tribunales de Trabajo y Previsión Social están autorizados para aplicar las normas de
las referidas leyes por analogía a fin de que pueda dictarse con prontitud la resolución
que decida imparcialmente las pretensiones de las partes.

Las normas contenidas en este título se aplicarán a su vez, si no hubiere incompa-


tibilidad, en silencio de las demás reglas del presente Código.

Desafortunadamente fuera del precepto citado y de algunos lineamientos que se dan


en la parte considerativa, nuestra ley no determina cuáles son esos principios en forma
expresa.

El Código de Trabajo guatemalteco que siguiendo los modelos «clásicos» contiene en


un mismo cuerpo, la parte sustantiva y la parte procesal, adolece en cuanto a esta
última respecta, de graves, extensas e innumerables lagunas, por lo que con
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demasiada frecuencia los Jueces y magistrados de la judicatura privativa de trabajo,


tienen que servirse del citado artículo 326.

ALGUNOS CRITERIOS PARA LA DETERMINACIÓN DE LOS PRINCIPIOS DEL


DERECHO PROCESAL DEL TRABAJO.

El Maestro Mario López Larrave, era del criterio que: "Más difícil que ponerse de
acuerdo sobre el concepto y definición de los principios procesales en materia laboral,
sobre la importancia doctrinaria y práctica no hay duda, resalta la tarea de su
determinación.

Como criterio para tal propósito, me permito sugerir que se parta de la premisa de que
el Derecho del Trabajo Sustantivo, es un derecho clasista que pretende tutelar no los
intereses de cualquier ciudadano y ni siquiera de los trabajadores individualmente
considerados, sino que ve a los trabajadores como clase, en determinadas condiciones
y con determinadas limitaciones con respecto a otras clases sociales. -

Estas características explican y justifican que el derecho laboral les brinde una tutela
jurídica preferente a los trabajadores, para compensar la desigualdad jurídica y cultural
que los separa de los empresarios.

El Derecho del Trabajo, Sustantivo no protege intereses individuales, sino que apunta a
la tutela de intereses sociales o colectivos. Siendo así, no debo extrañar que el Derecho
Procesal del Trabajo -que como fin inmediato persigue la aplicación coercitiva de las
normas sustantivas laborales participe también de similares características y, en
consecuencia, a través de sus normas instrumentales se pretenda en última instancia
proteger también intereses sociales o colectivos de los trabajadores.

Precisamente, por estas características es que los intereses de la clase trabajadora no


pueden satisfacerse a través de las normas del Derecho Procesal Civil, que
generalmente protegen intereses individuales y que parte de la premisa de la igualdad
inter partes.

Ahora bien, si se acepta que el proceso del trabajo debe tutelar preferentemente
intereses sociales y no individuales, las líneas matrices que le den fisonomía al proceso
de trabajo podrían ser:

PRINCIPIO PROTECTOR O TUTELAR DE LOS TRABAJADORES.

Significa que el juzgador pueda equiparar la situación desigual de los litigantes, lo que
implica el otorgamiento de los más amplios poderes directores al Juez de trabajo a lo
largo de todo el proceso, desde la decisión oficial para llenar omisiones y corregir
deficiencias por los litigantes, hasta dirigir por si rogatorios a las partes, a los testigos y
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expertos, así como el ordenamiento y evacuación de pruebas en auto para mejor


proveer, aunque no hayan sido ofrecidas por las partes.

Podría argumentarse que el principio protector o tutelar solamente es aplicable en el


derecho Laboral Sustantivo, no así en el Adjetivo o Procesal, que está informado por los
principios de igualdad y bilateralidad de la audiencia, en cuya virtud las partes se
encuentran en un plano de igualdad de oportunidades durante el desarrollo del proceso.
Sin embargo, yo sostengo que precisamente el prerrequisito o presupuesto para que
pueda funcionar la igualdad de las partes en el proceso laboral, estriba en que el Juez
merced al principio tutelar, pueda equiparar la situación desigual de los litigantes.

En efecto, podría hablarse seria y sinceramente del principio de igualdad de un proceso


en el que uno de los litigantes -patrono- puede esperar indefinidamente la prolongación
del juicio, mientras que el otro –trabajador- se ve compelido a transar si no quiere dejar
abandonado el juicio. Será válido hablar del principio de igualdad en un juicio en donde
la parte empresarial está representada por un director que es Abogado y Psicólogo.

Mientras que el otro litigante es un infeliz campesino analfabeto que ni siquiera maneja
el idioma, a la hora de la articulación y absolución de los interrogatorios de confesión
judicial. Definitivamente no.

Pensar en igualdad sería escarnecedora ficción y las disciplinas laborales -sustantivas y


procesales- deben ser objetivas y realistas enemigas de las ficciones jurídicas.

PRINCIPIO DE ECONOMÍA PROCESAL.

Entendido éste en el sentido de evitar a lo máximo los gastos que ocasiona un proceso.
Se encuentra en todas sus manifestaciones o sea desde la celeridad y rapidez del juicio
(acortando los términos y limitando las defensas procésales, los recursos y las
incidencias) hasta la gratuidad y baratura en la substanciación (administración de
justicia gratuita, exoneración de papel sellado y timbre), dispensas de gastos judiciales
(como embargos y pregones, exoneración de patrocinio de letrado, etc.).

PRINCIPIO DE INMEDIACIÓN.

Consiste en que el Juez esté en contacto directo y personal con las partes durante la
substanciación del procedimiento. Tal el caso de la recepción de las pruebas, al
extremo que aquellos medios probatorios que se incorporan al proceso sin su
intervención carecen de validez probatoria, de conformidad con el primer párrafo del
artículo 344 del Código de Trabajo, que establece: "Si no hubiere avenimiento entre las
partes el juez recibirá inmediatamente las pruebas ofrecidas."
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PRINCIPIO DE CONCENTRACIÓN.

En cuya virtud deberá tratarse de reunir el mayor número de actos procesales en un


solo comparendo o audiencia. Para J.J. Castorena la concentración procesal significa
"que todas las acciones, excepciones e incidentes que se susciten con motivo de la
aplicación de la norma, se planteen en un solo acto y se resuelvan en el laudo
juntamente con lo principal."

Nuestra legislación laboral contempla dicho principio al facultar a las partes a que en la
primera audiencia que se señala para la comparecencia de las partes a juicio oral, éstas
puedan contestar la demanda, interponer excepciones perentorias, promover
reconvención, contestar las excepciones perentorias y la reconvención, recibir los
medios de prueba ofrecidos por las partes, etc.

PRINCIPIO DE PRECLUSIÓN.

Está representado por el hecho que el procedimiento está estructurado en varias etapas
o estadios, las que se desarrollan en forma sucesiva, mediante la clausura definitiva de
cada una de ellas, impidiéndose el regreso a etapas y momentos procesales ya
extinguidos y consumados.

Con el inicio de la fase de contestación de la demanda se cierra la etapa procesal de la


modificación o ampliación de la demanda y el actor ya no puede ampliar o modificar la
misma; iniciada la fase obligatoria de la conciliación, el demandado ya no puede ampliar
o modificar la contestación de la demanda, y así sucesivamente.

PRINCIPIO DE IMPULSO PROCESAL DE OFICIO.

El Código de Trabajo en el artículo 321 primer párrafo preceptúa: "El procedimiento en


todos los juicios de Trabajo y Previsión Social es oral, actuado e impulsado de oficio por
los tribunales," lo que significa que es obligación del Juez velar porque el trámite del
juicio no se paralice.

No siendo por lo tanto necesaria la presentación de solicitud de parte interesada, y a su


vez, implica la inexistencia del decaimiento perención o caducidad de la instancia.

Las multas a los funcionarios judiciales por la demora en la substanciación del proceso
y la preclusión de facultades a las partes que no las ejerciten en su oportunidad.

PRINCIPIO DE PUBLICIDAD.

Consiste en el derecho que tienen las partes y hasta terceras personas, a presenciar
todas las diligencias, examinar los autos y escritos de las partes, excepto de aquellas
actuaciones que merezcan reserva razonable de índole moral.
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En relación a éste principio nuestro compatriota el Licenciado Mario Efraín Nájera


Farfán, en su libro Derecho Procesal Civil expone Lexicográficamente, publicidad es
"calidad o estado público. Y público, lo que se hace a vista de todos.

En consecuencia, principio de publicidad en el proceso es el que propugna porque los


actos del proceso sean accesibles al público. En nuestros días, el proceso secreto sería
insólito y se tiene por indiscutible que la publicidad es garantía de justicia; pues como
apunta ALSINA. "es uno de los caracteres del régimen republicano que permite a la
opinión pública controlar la actuación de los órganos del Estado y "la forma más segura
y simple de divulgar los conceptos jurídicos educando al pueblo en la práctica del
derecho.

La publicidad en el proceso se entiende, realiza y reglamenta de tres maneras:


Publicidad para todos; publicidad entre las partes con acceso a terceros; y publicidad
sólo entre partes. En nuestras leyes se contemplan esos tres aspectos.

PRINCIPIO DE ORALIDAD.

El citado Lic. Nájera Farfán, es del criterio que la oralidad no constituye directriz ni
fuente de orientación o estimativa procesal, por lo que no debe considerarse a la
oralidad como un principio, sino que es una forma de sustanciarse el procedimiento.
Cuando en él predomina la palabra escrita como medio de actuación, se dice que el
proceso es escrito. Y cuando predomina la palabra hablada, se dice que el proceso es
oral. Y digo predominio de uno u otro, porque no existe ningún proceso exclusivamente
escrito ni exclusivamente oral.

En lo referente al procedimiento ordinario laboral, no obstante que el artículo 321 del


Código de Trabajo establece que el mismo debe ser oral, en la realidad vemos que
dicha norma no se cumple, pues el procedimiento ordinario laboral en su mayoría se
tramita en forma escrita.

PRINCIPIO DE SENCILLEZ.

Según el cual todo proceso debe establecer una serie de formas que garanticen la
defensa de los intereses tutelados por el derecho.

Al contrario de lo que piensa Trueba Urbina sobre el principio de formalidad, aun


reconociendo que no hay proceso sin formas, éstas en el campo laboral debe reducirse
al mínimum estricto, a las rigurosamente indispensables para no violentar las garantías
de defensa en juicio.

Debiendo descartarse las fórmulas sacramentales de un derecho tradicional y


deformado a través de los siglos, dando lugar al lenguaje llano, a las formulas lógicas y
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de sentido común asequibles a cualquier persona normal, de cualesquiera, condición


que sea.

PRINCIPIO DE INVESTIGACIÓN O DE LA AVERIGUACIÓN DE LA VERDAD


MATERIAL O HISTÓRICA.

En cuya virtud el órgano jurisdiccional tendrá facultades para producir pruebas no


ofrecidas por las partes o completar las propuestas por aquellas, toda vez, que al Juez
de trabajo no le interesa la verdad formal y dispuesta por las partes, sino la verdad
material o histórica, independientemente de la mayor o menor eficacia con que se
realice la asesoría en cuanto a ofrecimiento, producción y fiscalización de las pruebas.

PRINCIPIO DE ADQUISICIÓN DE LOS MEDIOS DE PRUEBA.

Consiste en que los medios de prueba diligenciados o producidos por una de las partes,
no lo benefician únicamente a ella, porque se convierten en pruebas del proceso y no
de las partes, por lo que pueden eventualmente favorecer a la contraparte o a los
demás litigantes. El último párrafo del artículo 177 del Código Procesal Civil y Mercantil,
que puede ser aplicado supletoriamente al procedimiento ordinario laboral preceptúa:
"El documento que una parte presente como prueba, siempre probará en su contra.

PRINCIPIO DE LA FLEXIBILIDAD EN CUANTO A LA CARGA Y VALORACIÓN DE


LAS PRUEBAS. Otorgándole amplias facultades al juzgador para invertir el peso del
onus probandi y para apreciar el material probatorio producido, utilizando sistemas que
puedan variar desde la sana critica a la libre convicción, pero descartándose en todo
caso las reglas tasadas de valoración.

PRINCIPIO DE CONGRUENCIA DE LA SENTENCIA.

El Diccionario Jurídico Espasa expone que congruencia de la sentencia es el requisito


que han de cumplir las sentencias sobre el fondo, consistente en la adecuación,
correlación o armonía entre las peticiones de tutela realizadas por las partes y lo
decidido en el fallo de la sentencia. En este sentido se exige también la exhaustividad
de la sentencia, esto es, que el fallo recaiga sobre todas las pretensiones de las pares,
de modo que, si no ocurre así, la sentencia está viciada de incongruencia por omisión
de procedimiento.

El Código de Trabajo contempla el principio de congruencia al consignar en el artículo


364: "Las sentencias se dictarán en forma clara y precisa, haciéndose en ellas las
declaraciones que procedan y sean congruentes con la demanda, condenando o
absolviendo, total o parcialmente, al demandado y decidiendo todos los puntos litigiosos
que hayan sido objeto de debate.
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Similar normativa se encuentra en la Ley del Organismo Judicial al preceptuar en el


artículo 147 literal e) Redacción.

Las sentencias se redactarán expresando: La parte resolutiva, que contendrá


decisiones expresas y precisas congruentes con el objeto del proceso.

En relación al principio de congruencia la Corte de Constitucionalidad ha manifestado:


La jurisprudencia y también la doctrina interpretando el principio de congruencia han
establecido que las sentencias deben atenerse a la situación que existía al momento de
trabarse el debate, por lo que es imperativo resolver con arreglo a las acciones
deducidas en el juicio.

Pronunciarse sobre todo lo que piden las partes y nada más que sobre lo que piden,
decidir sobre peticiones concretas, encuadrarse en el marco de los hechos y
pretensiones precisas que se hayan traído con la demanda en cuanto a las personas, el
objeto y la causa; además, han afirmado que el juez no debe considerar otras
cuestiones que las incluidas en la relación procesal, ni pronunciarse sobre pretensiones
no deducidas, cosas no pedidas o solicitudes no formuladas".

PRINCIPIO DE PROBIDAD O DE LEALTAD.

Que consiste en la obligación que tienen las partes y sus abogados asesores de litigar
de buena fe en juicio, con el complemento de sancionar a los maliciosos, por lo que
debe dejarse al juzgador el más amplio poder disciplinario para sancionar a los
litigantes y Abogados que traten de valerse de maniobras sorpresivas, retardatarias o
fraudulentas para vencer al contrario por hambre o agotamiento.

Su ubicación:

Habiendo aceptado un concepto de los principios propios del Derecho Procesal del
Trabajo, habiendo puesto de relieve su importancia teórica práctica y habiendo dado
ciertos criterios para su determinación, todavía queda un problema difícil de resolver su
ubicación.

La regla generalizada es que los códigos y leyes procesales de trabajo no contemplan


expresamente los principios que los informan.

En la mayor parte de países, sólo algunos pocos principios se encuentran


contemplados en forma expresa—y no con el enunciado de «principios»—,
encontrándose el resto de ellos más bien en forma implícita en la regulación de las
instituciones, actos y procedimientos laborales.
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Algunas veces, estos principios ni siquiera figuran en las normas procesales de trabajo
sino en otras leyes. Tal es el caso por ejemplo de Guatemala, en donde los principios
de publicidad y gratuidad de la administración de justicia—en todas sus ramas—tienen
raíz constitucional.

¿Pero será ésta la posición más correcta, o por el contrario, siguiendo las directrices
del proyecto de Código de Procedimiento Civil del recordado Maestro uruguayo
Eduardo J. Couture, será preferible dedicar un primer capítulo de la ley procesal del
trabajo a los principios generales?

Y para el caso que se elija la segunda alternativa, ¿deberá hacerse una regulación
taxativa de todos los principios formativos o bien bastará con enunciar los principios
generales más importantes?

Personalmente, me siento inclinado por la regulación expresa en la ley procesal del


trabajo. Pero mi preferencia puede estar influida de ingredientes subjetivos, como lo
son la mala experiencia guatemalteca en donde los principios solamente se encuentran
previstos implícitamente en la ley o en la parte considerativa de la misma, lo cual se ha
traducido en la negación de estos principios por nuestra timorata administración de
justicia laboral.

Sin embargo, los inconvenientes de una regulación expresa y taxativa que a la postre
aparejen una eventual restricción de los principios, me induce a pensar que debe
abrirse el más amplio y profundo debate al respecto, antes de tomar una posición
definitiva.
TERMINOLOGÍA

El diccionario enciclopédico de la lengua española, en su tomo IV nos define la palabra


Terminología de la forma siguiente: «TERMINOLOGÍA»: «Arte de representar por
medio de palabras y particularmente de inventar y emplear los términos técnicos. Esa
supuesta ciencia no es más que una vana terminología. Conjunto de los términos
especiales que pertenecen a determinada profesión, ciencia o materia, o de que se
sirve habitualmente un escritor.

La importancia de la terminología, es que, su selección debe ser apropiada, y estar


acorde con la verdadera esencia y contenido de la rama científica de que se trate. Los
estudiosos del Derecho Procesal del Trabajo han utilizado varios términos para
designar a dicha rama científica, pudiendo dividirlos en tres corrientes a saber:
1. Los que la denominan en forma restringida;
2. Los que la denominan en un sentido amplio; y,
3. Los que la denominan conforme su esencia y contenido.
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PRIMERA CORRIENTE
Los que la denominan en forma restringida
DERECHO PROCESAL OBRERO
Jesús Catorena y George Scelle, le llamaron DERECHO PROCESAL OBRERO,
denominación en principio comprensible, pues se refiere principalmente a la época del
corporativismo, en el que sólo se trataba de estudiar y resolver los conflictos surgidos
entre artesanos, obreros, maestros y aprendices, es decir de personas o pequeños
grupos dedicados al trabajo artesanal o manual pues se desconocían las grandes
fábricas, lo cual como es lógico suponer, con el tiempo se quedó limitado pues no
abarcaba a una gran variedad de conflictos relacionados con otras actividades del
Derecho del Trabajo, teniendo en la actualidad únicamente un valor histórico.

DERECHO PROCESAL INDUSTRIAL

Los autores franceses, entre ellos Paul Pie, lo han denominado como Derecho
Procesal Industrial, pero tal denominación no ha sido aceptada, pues se le critica que
el derecho laboral no comprende solamente a la industria, sino a una gran diversidad
de ramas de trabajo: Comercio, Agrícola, Bancario, etc., razón por la cual la mayoría
de tratadistas y legisladores no aceptan dicha denominación por considerarla
demasiado restringida.

SEGUNDA CORRIENTE
Los que la denominan en un sentido amplio
DERECHO PROCESAL SOCIAL
Es denominado así por los tratadistas españoles y en Latinoamérica por autores
sudamericanos, especialmente por los brasileños; ésta denominación no es aceptada
por el hecho de que el término SOCIAL es amplísimo, tiene múltiples significados, se le
considera más una característica de algunas ramas del orden jurídico que un
calificativo para distinguir una rama de todas las demás y en consecuencia no
determina bien la materia objeto de nuestro estudio. Entre los autores que aceptan
dicho término se encuentran: Juan Manuel Pidal, Eduardo Stafforini, Francisco
González Díaz Lombargo.
TERCERA CORRIENTE
Los que la denominan conforme su esencia y contenido
PROCEDIMIENTO LABORAL O PROCEDIMIENTO DE TRABAJO
Contra los autores que se pronuncian a favor de dicha terminología, surge la corriente
que argumenta que tal denominación se refiere más que todo a una fase del Derecho
Procesal, se orienta únicamente a las reglas de derecho positivo procedimental, que no
tiene carácter científico, es más teórico práctico y algo más, le niegan autonomía como
rama del derecho. Entre los autores que aceptan dicho término se encuentran en
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Argentina: Bernal Martín y Pío S. Jofre, al comentar el procedimiento laboral de la


Capital Federal y de la provincia de Buenos Aires.

DERECHO PROCESAL DEL TRABAJO O DERECHO PROCESAL LABORAL

Es el término aceptado con más generalidad por tener una connotación precisa, por
referirse a los problemas laborales individuales y/o colectivos, y porque el vocablo del
trabajo, abarca con más amplitud la rama del objeto de nuestro estudio. México,
Guatemala, Honduras, Costa Rica, Argentina, Chile, en su legislación le dan dicha
terminología; y entre los más connotados tratadistas que se han dedicado al estudio del
Derecho Procesal Laboral o del Trabajo, se puede citar a: Luigi de Litala, Alberto
Trueba Urbina, Armando Porras López, Gaete Berríos y Alfredo y Hugo Pereira
Anabalón, Manuel Alonso Olea, Alfredo J. Ruprecht, Miguel Gerardo Salazar.

CONTENIDO

Estimo, adecuado establecer el contenido del Derecho Procesal del Trabajo,


deduciéndolo de la definición elaborada por el maestro Mario López Larrave, que dice:
«Derecho Procesal del Trabajo, es el conjunto de principios, instituciones y normas
instrumentales que tienen por objeto resolver los conflictos surgidos con ocasión del
trabajo (individuales y colectivos), así como en las cuestiones voluntarias, organizando
para el efecto a la jurisdicción privativa de Trabajo y Previsión Social y regulando los
diversos tipos de proceso.

El criterio de aceptar la definición del maestro López Larrave, obedece a que en la


misma se determina como objeto y por lo tanto, el contenido del Derecho Procesal del
Trabajo, no sólo los procedimientos individuales y colectivos, sino una serie de
instituciones mucho más amplias que podemos enumerar de la manera siguiente:
1. Los principios y doctrinas que informan al Derecho Procesal del Trabajo;
2. Sus instituciones propias;
3. Sus normas instrumentales;
4. Las cuestiones voluntarias que pueden presentarse;
5. La organización de la jurisdicción privativa del Trabajo y Previsión Social.
6. La organización de los órganos administrativos laborales;
7. La regulación de los diversos tipos de proceso: individuales, colectivos,
cautelares, ejecutivos, voluntarios, etc.
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AUTONOMÍA

El Derecho como conjunto de normas que regulan la actividad humana en la vida


individual y social es UNITARIA dice el tratadista Luigi de Litala—pero no obstante su
unidad teleológica, de acuerdo con las formas de vida humana que se proponga regular
y del fin que se propone alcanzar, se divide, diferenciándose y especificándose.

Esta unidad sistemática admite, ramas singulares y autónomas de las ciencias


jurídicas. Para el autor citado «una disciplina jurídica es autónoma cuando abarca un
conjunto de principios y de institutos propios».

Otro enfoque lo expresa el tratadista Trueba Urbina citando a Rocco: Para que una
ciencia jurídica pueda decirse autónoma es necesario y suficiente que sea bastante
extensa que amerite un estudio conveniente y particular; que también contenga
doctrina homogénea dominando el concepto general común y distante del concepto
general informativo de otra disciplina; que posea un método propio, es decir que adopte
procedimientos especiales para el conocimiento de la verdad constitutiva del objeto de
la indagación.

«El campo en que actúa el Derecho Procesal de Trabajo es extenso y, a medida que se
desarrollan y complican las relaciones obrero-patronales, ínter obreras e
interpersonales tiende a extenderse mucho más, ameritando una disciplina jurídica
especial que las regule; el Derecho Procesal de Trabajo día a día enriquece su
doctrina, vigoriza y consolida instituciones propias (sentencia colectiva, llamamiento
conciliatorio forzoso, inversión de la carga de la prueba, apreciación de la prueba en
conciencia, etc.) está informado por una serie de principios propios; posee un método
propio para el conocimiento de la verdad objeto de su indagación, como lo es el
sistema de la apreciación de la prueba en conciencia; y por último, cuenta con una
jurisprudencia privativa y especializada».

La mayoría de autores, estima que el Derecho Procesal del Trabajo es autónomo, pues
tiene sus características propias y su campo de acción también propio y particular.
Trueba Urbina dice que es «autónomo por la especialidad de sus instituciones, de sus
principios básicos y por su independencia frente a otras disciplinas, aunque no excluye
que exista relación de las mismas. Estas características fundamentales definen la
autonomía científica».

Elementos que caracterizan la autonomía del Derecho Procesal Laboral:


De lo expuesto anteriormente podemos señalar como elementos que caracterizan la
autonomía del Derecho Procesal del Trabajo los siguientes:
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1. Rama extensa que amerite un estudio particularizado.


2. Principios propios o cuando menos más acentuados que en otras ramas.
3. Institutos propios o con características muy peculiares.
4. Método propio para el conocimiento de la verdad.
5. Autonomía del Derecho Procesal Laboral guatemalteco:

Podría pensarse que el hecho de encontrarse en un mismo cuerpo normativo (Código


de Trabajo) las leyes sustantivas y adjetivas laborales, significa que la materia objeto
de nuestro estudio no es una rama autónoma pero para desvanecer definitivamente tal
duda debemos recordar lo expresado por los autores chilenos, Alfredo Gaete Berríos y
Hugo Pereira Anabalón, cuando sostienen que el carácter instrumental de las normas
procesales de trabajo, no puede negarse aun cuando están contenidas en el Código de
Trabajo material «si se considera que el carácter formal de una norma no depende de
modo alguno de la naturaleza del cuerpo legal que la contiene».

En cuanto a nuestro medio, se sostiene que el Derecho Procesal del Trabajo sí es una
rama jurídica autónoma, porque llena los requisitos siguientes:

1. Autonomía doctrinaria o sea desde su aspecto interno:

Es una rama extensa que ha ameritado un estudio conveniente y particular; recordar su


contenido, principios e instituciones propias, contiene doctrina homogénea, dominando
el concepto común y distante del concepto general informativo de otras disciplinas; y
posee un método propio, pues como veremos en el transcurso del curso, tiene
procedimientos especiales para el conocimiento de la verdad constitutiva del objeto de
la indagación.

2. Autonomía legislativa, jurisdiccional y administrativa:

Desde su aspecto externo la autonomía legislativa, tiene su origen constitucional, pues


fue en la Constitución de 1945 donde se le dio su nacimiento (aspectos que han sido
reiterados en las Constituciones de 1965 y 1985) se desarrolla en el Código de Trabajo
y Leyes Laborales emitidas posteriormente (considerando V y VI; Artículos. 274-275-
276-278-283 y 289 del Código de Trabajo vigente), el aspecto jurisdiccional se
establece al crearse una judicatura privativa, un derecho procesal autónomo, Jueces
especializados; y que tiene autonomía administrativa, se configura con la creación de
órganos administrativos específicos como el Ministerio de Trabajo y Previsión Social,
con sus diferentes dependencias.
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3. Autonomía didáctica:

Atendiendo al empuje que la doctrina le dio al Derecho Procesal del Trabajo, en la


mayoría de países; a la jurisprudencia que se estaba creando en nuestro medio como
consecuencia de la promulgación del Código de Trabajo y los conflictos que se
suscitaban en el campo laboral, así como la necesidad de actualizar nuestra casa de
estudios en cuanto a las materias que impartía, la Facultad de Derecho de la
Universidad de San Carlos de Guatemala, instituyó en su pensum de estudios la
materia de DERECHO PROCESAL DEL TRABAJO, a partir del mes de febrero de
1972, durante el Decanato del Lic. Mario López Larrave.

Contenido Prueba corta.


Martes 29 enero 2019

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