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PRÒLOGO

La problemática del abuso de alcohol en la juventud es el reflejo de la ignorancia y escasa percepción de


riegos e inconciencia inherente al adolescente, dicho fenómeno nos atraviesa personalmente como
jóvenes, padres y pertenecientes a una sociedad donde nos parece necesario que esta problemática se
vuelva un tema relevante al cual se debe prestar absoluta importancia por las consecuencias que atrae
individual y colectivamente. Ésta es la razón, nuestro disparador a aprehender y compartir información que
sirva de herramienta para nosotros mismos, pretendiendo a su vez un alcance más amplio.

Cada año en diferentes investigaciones y a su vez en la simple cotidianeidad, logramos observar y


distinguir una curva ascendente en el consumo de alcohol en adolescentes y descendente en la edad de
auge e inicio del mismo. Una postal en una guardia de un hospital da cuenta de estos graves cambios,
antes la edad promedio de intoxicaciones agudas era de 18-19 años y hoy en día alcanza la edad de 14-15
años con el doble de concentración de alcohol en sangre.

Está fuera de toda duda la importancia y conciencia que le hemos quitado a los riesgos y daños que el
alcohol provoca en los jóvenes, naturalizando y subestimando las borracheras adolescentes y haciéndonos
ignorantes de los efectos irreversibles que conlleva la ingesta del mismo a elevadas dosis en un periodo en
el que el cerebro se encuentra aún en desarrollo.

En la actualidad, creemos que la sociedad en su conjunto se encuentra a sabiendas de los efectos a corto
plazo que dicha sustancia provoca en nuestro cuerpo y mente, pero consideramos que hay una cierta falta
de información, de toma de conciencia, de lo fundamental que es entender que las intoxicaciones
periódicas y espontáneas en edades tempranas hacen estragos en el cerebro involucrando directamente,
por ejemplo, el perfil cognitivo.

Por lo expresado hasta acá, siendo nuestro país uno de los que lidera el ranking de consumo de alcohol en
la región, nos proponemos en este trabajo hacer un análisis crítico y esclarecedor de ciertas caras de este
fenómeno que consideramos poco discutidas.

INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo, se pretende abordar dos ejes centrales referidos al consumo de alcohol en la
adolescencia. En primer lugar, hacer foco en los factores que incrementan la vulnerabilidad hacia el
consumo, sobre todo, el papel de la sociedad, la familia y los amigos. En segundo lugar, la gravedad de la
toxicidad en un cerebro en desarrollo, haciendo hincapié en los efectos a corto y largo plazo abarcando, a
su vez, la relación entre sistema nervioso e inmunitario con respecto a la neuroinflamación.

Los patrones de uso y abuso del alcohol han variado de forma muy importante, las transformaciones y los
cambios económicos, sociales y culturales han hecho que el acceso a las bebidas alcohólicas sea de total
facilidad lo que incrementa al progresivo consumo generalizado y socialmente aceptado de alcohol en
edades tempranas. El inicio en el consumo de alcohol no sólo se produce hoy en el seno familiar, sino que
de forma creciente y generalizada se produce en el grupo de amigos y compañeros, siendo la edad media
de inicio del mismo de 13-14 años.

El alcohol es un facilitador de problemas sociales, sanitarios y de salud pública como por ejemplo
embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual, accidentes y el acceso a otras sustancias
ilegales.

Toda cultura que consume colectivamente una droga-el alcohol en este caso-tiende a ensalzar al máximo
sus valores positivos y a minusvalorar sus efectos nocivos. (Echeburúa, 2001)

La gravedad del problema en esta etapa de la vida, radica en que la ingesta abusiva interfiere en el
desarrollo físico y en la maduración psicológica de los adolescentes y puede ser responsable de ciertos
deterioros neuropsicológicos, tales como disminución de la capacidad de reacción, reducción de la facultad
de crítica, así como modificaciones en el comportamiento, influenciabilidad y cambios repentinos de ánimo.

La alta prevalencia del consumo de alcohol por los jóvenes ocurre en un momento en el que el cerebro
adolescente se encuentra en desarrollo, y dicha plasticidad, aunque favorable para adaptarse a entornos
nuevos le confiere una especial vulnerabilidad a los efectos adversos del alcohol u otras drogas.(Speat y
Swartzwelder,2014 citado en Montesinos Selfa, 2016)

Esta etapa se caracteriza por la aparición de notables cambios morfológicos y funcionales, que junto al
incremento de niveles hormonales, interactúan con factores culturales, económicos y psicosociales dando
forma a la identidad y conducta del adolescente. (Spear, 2013 citado en Montesinos Selfa, 2016)

Factores que incrementan la vulnerabilidad hacia el consumo: componente psicosociocultural.

Durante la adolescencia y en la juventud se producen ciertos procesos decisivos en la vida de una persona,
como por ejemplo, la selección de amigos estables, el desarrollo de aficiones, el establecimiento de los
objetivos académicos y profesionales, los hábitos de trabajo, etc,sobre los cuales el abuso del alcohol
interviene e impacta negativamente.

Tradicionalmente las transmisiones culturales en las sociedades han marcado y en el presente aún más un
discurso de “disfrute”, “desinhibición”, en los que los adolescentes están expuestos a un sin fin de material
publicitario sobre bebidas alcohólicas tanto en revistas, como en vallas publicitarias, acontecimientos
deportivos y, por supuesto, en los medios masivos de comunicación: radio, televisión e Internet.
(Tapert,2007)

En síntesis, el rol de una sociedad que acepta, contribuye y subestima el abuso de una sustancia de alta
toxicidad a la que puede accederse con facilidad ya sea por su bajo costo o por el escaso control y
restricción que generalmente se les impone a los jóvenes a la hora de la venta, incumpliendo las leyes e
ignorando responsabilidades con propósitos exclusivamente económicos.

En cuanto a la familia, su papel puede desempeñarse de forma activa ya sea como moderadora,
estableciendo límites bajo una lógica de información y conciencia, que mediante el diálogo genere un
espacio de confianza y crítica hacia la ingesta excesiva. O bien como una familia reforzadora, que
establezca un entorno en el que se propicie la tendencia al abuso de esta sustancia, en un ámbito
problemático, en el cual, los adolescentes corren el riesgo de convertirse más fácilmente en alcohólicos, es
decir, sabemos que cuanto más joven es el adolescente afectado más temprana suele ser la habituación al
alcohol y mayor es la probabilidad de que la toxicomanía del sujeto refleje un trastorno de personalidad o
un problema en la estructura familiar. Por otro lado, algunos padres de adolescentes se ubican en una
posición neutra, al punto de naturalizar, subestimar y aceptar las conductas de los mismos jugando también
un rol nocivo tanto a nivel psicológico como biológico.

En este periodo de la vida, en el que resulta necesario e indispensable establecer lazos sociales con
grupos de pares, el alcohol actúa como un estimulador, facilitador y generador de nuevas formas de
comunicación y de supuesto disfrute. A la vez el mismo propicia la integración y relajación en los jóvenes,
principalmente por su efecto desinhibitorio, por otro lado el no consumo de alcohol está asociado dentro del
ámbito adolescente a la exclusión.

“El patrón de consumo en el alcoholismo de fin de semana característico de los adolescentes implica una
secuencia borrachera-abstinencia que se repite cada siete días, lo que implica que los jóvenes bebedores
van a sufrir el daño neurocognitivo propio del consumo abusivo más el correspondiente al inicio del a
abstinencia, y esto, con la regularidad que implica repetir el proceso cada fin de semana.” (García Moreno,
Expósito, Sanhueza & Angulo, 2008)
El alcohol y sus efectos en el cerebro adolescente.

“El alcohol etílico o etanol es una sustancia psicoactiva que afecta al cerebro, la conducta y la cognición,
actuando como depresor del sistema nervioso central; además su consumo crónico y excesivo se asocia a
numerosas enfermedades inflamatorias y degenerativas que pueden acabar con la vida del consumidor.”
(Schlesinger Piedrahita, Pescador Vargas & Roa Culma, 2017, pp.90)

Aunque a los 18 años se considere al joven mayor de edad legalmente, su cerebro no ha alcanzado la
mayoría de edad, es decir continua su desarrollo.

En la adolescencia “se producen cambios neuromadurativos importantes, extendiéndose para algunas


estructuras de evolución más reciente hasta aproximadamente los 25 años. En contra de lo que se
presuponía hace un par de décadas, el cerebro adolescente parece especialmente vulnerable a los efectos
del alcohol siendo probablemente las regiones de maduración más tardía diana especial.” (Cadaveira
Mahía, 2009)

Durante la adolescencia los lóbulos frontales se encuentran en plena fase de desarrollo. Los lóbulos
frontales y en el especial la corteza prefrontal, experimentan cambios entre los que destacan la
mielinización y el perfeccionamiento sináptico. Es una región muy amplia del cerebro y, a veces, la
dividimos en dos secciones distintas. La región posterior se asocia con el control de movimiento, la
coordinación y los movimientos oculares. La región dorsal o superior de los lóbulos frontales es crucial para
las funciones cognitivas, la memoria de trabajo y las capacidades de planificación y organización. Más
inferior se encuentra la región ventral de la corteza prefrontal, que vela por nuestro comportamiento y
nuestra capacidad de tomar decisiones sensatas. ()1

En investigaciones se ha demostrado que el volumen de las diferentes regiones mencionadas era inferior
en los bebedores en exceso, especialmente el volumen del componente ventral de la corteza prefrontal,
que incide en el proceso de tomas de decisiones, de supervisión de nuestro propio comportamiento y en el
autocontrol de nuestros sentimientos.()2

Otra región del cerebro muy importante para las funciones cognitivas es el hipocampo que también se
encuentra en desarrollo durante la adolescencia. El hipocampo es imprescindible para aprender
información nueva y parece que su vulnerabilidad a los efectos del alcohol en la adolescencia es muy
superior a la que posee en la etapa de la madurez. Se debe aclarar, por cierto, que todos tenemos dos
hipocampos, siendo el correspondiente al lado izquierdo significativamente más pequeño y a su vez
asociado al rendimiento de la memoria.(2)

El cuerpo calloso es, una zona del cerebro que comunica los hemisferios del cerebro derecho e izquierdo.
En los bebedores en exceso, se ha logrado observar una materia blanca de peor calidad de la parte
posterior del cuerpo calloso, resultando en estos, un grado de deterioro relacionado con los años que lleva
bebiendo y la cantidad de alcohol consumido.()

En resumen, se observa una reducción de tamaño en la corteza prefrontal y en el hipocampo, así como,
una asimetría anormal entre los hipocampos izquierdo y derecho, una calidad pobre de la materia blanca y
menos flujo sanguíneo en regiones cruciales del cerebro.

Como procesos determinantes del neurodesarrollo adolescente, tenemos la mielinogénesis y la “poda


sináptica”. El primero de estos, consiste en que los precursores de oligodendrocitos proliferan, maduran y
recubren los axones con mielina. Se sabe que la mielina actúa como sustancia aislante y permite aumentar
la velocidad eléctrica en forma de potenciales de acción, facilitando, la especialización, funcionalidad y
capacidad para comunicar información entre las diferentes áreas cerebrales (salami, 2003 en Montesinos
Selfa, 2016). El segundo proceso clave en la transformación del cerebro adolescente, la poda sináptica
(Spear et al., 2013 citado en Montesinos Selfa, 2016) es altamente específica y puede llegar a suponer
hasta una pérdida del 50% de las conexiones en ciertas regiones, (Rakic, 1994 citado en Montesinos Selfa,
2016) las cuales adquieren una mayor funcionalidad, eficacia y especialización. (Lenroot y Giedd, 2006
citado en Montesinos Selfa, 2016)

El cerebro adolescente sufre una pérdida de materia gris debido a la poda sináptica y un aumento de la
materia blanca debido a la mielinización, ambos procesos en conjunto suponen el estrechamiento de la
corteza cerebral, ya que disminuye el volumen de materia gris en relación al volumen de materia blanca.()

Además de los cambios estructurales, ocurren también cambios neuroquímicos que juegan un papel
importante. Por ejemplo, los niveles de receptores para dopamina y glutamato son mayores durante la
adolescencia que en la fase adulta. La inmadurez en la arquitectura del cerebro que lo dota de alta
impulsividad y de baja inhibición, se considera una de las principales causas que pueden conllevar al inicio
del consumo de alcohol en la adolescencia.(1)

El consumo intensivo de alcohol en pocas horas, es decir, la exposición intermitente característica de los
hábitos adolescentes, es especialmente neurotóxica ya que en un periodo corto de tiempo se alcanzan
altas concentraciones de dicha sustancia en sangre y en cerebro. (Montesinos Selfa, 2016)
La neurotoxicidad del alcohol se debe a la activación del sistema inmunitario innato en el cerebro, que
promueve compuestos inflamatorios que serían los responsables del daño neural. El alcohol activa los
receptores denominados “toll-like” o “TLRs”, proteínas ancestrales responsables de la respuesta inmune
innata y de la defensa. Estos receptores se encuentran en las células del sistema inmune, reconocen a un
gran número de agentes patógenos y su interacción provoca una rápida respuesta y la producción de
compuestos tóxicos e inflamatorios, su sobreactivación puede causar inflamación crónica y lesiva.

Las células gliales,astroglia y microglia, juegan un papel crucial en la respuesta inmune, liberando
mediadores inflamatorios como citoquinas,quimioquinas o especies reactivas del oxígeno.Su activación por
estímulos tóxicos puede causar respuestas anómalas y contribuir de esta forma a la neurodegeneración y
al daño cerebral que se mantendrían a largo plazo a pesar del cese a la exposición a etanol.(Schlesinger
Piedrahita et al. 2017)

Por otro lado, los cambios epigenéticos causados por el alcohol en genes involucrados en la
neuroplasticidad se asocian a la sensibilización glutamatergica corticolímbica, conduciendo junto con los
déficits sinápticos y mielínicos, a alteraciones conductuales tales como mayores niveles de ansiedad y
conductas asociadas a las adicciones en la edad adulta. (Montesinos Selfa et al. 2016)

CONCLUSIONES

A modo de conclusión, esperamos haber transmitido una información que consideramos de alta
importancia y de utilidad, de una forma clara, entendible y aprehensible al lector. Poder hacer visible los
efectos y consecuencias que desencadena la conducta abusiva sobre nuestro propio cuerpo, nuestra vida
misma y la del otro.

En este periodo único de desarrollo en el que el cerebro atraviesa por cambios cruciales para convertirse
en un órgano eficaz, el consumo de alcohol si se convierte en problemático, es decir, cuando los jóvenes
comienzan a depender psicológicamente del alcohol de una forma impulsiva para buscar estimulación,
ocultar la propia inseguridad personal, compensar la falta de expectativas de futuro,
etc. conduciendo a diversas repercusiones significativas e irreversibles que impactaran a largo plazo.

Creemos fundamental, la información y concientización en campañas de difusión por políticas de salud


pública con el fin de que quienes formamos parte de la sociedad podamos involucrarnos de una forma más
activa, de forma conjunta, tomando decisiones certeras.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Cadaveira Mahía F. (2009) Alcohol y cerebro adolescente. Departamento de Psicología Clínica y


Psicobiología, Universidad de Santiago de Compostela. Recuperado de
http://adicciones.es/index.php/adicciones/article/view/246

Echeburúa E. (2001) Abuso de alcohol. Madrid: Síntesis.

García Moreno L.M., Expósito J., Sanhueza C. & Angulo M.T. (2008) Actividad prefrontal y alcoholismo de
fin de semana en jóvenes. Sección Departamental de Psicobiología. Facultad de Educación. Universidad
Complutense de Madrid. Recuperado de http://www.redalyc.org/html/2891/289122035007/

Montesinos Selfa J. (2016) Papel de los receptores TRL4 en los mecanismos moleculares
neuroinflamatorios y patológicos de la exposición al alcohol durante la adolescencia. (Tesis de doctorado,
Universidad de Valencia) Recuperado de http://roderic.uv.es/handle/10550/56783

Schlesinger Piedrahita A., Pescador Vargas B. & Roa Culma L. A. (2017) Neurotoxicidad Alcohólica.
Revista Med 25(1),90-98.Recuperado de http://www.scielo.org.co/pdf/med/v25n1/v25n1a10.pdf

Tapert S. (2007) Consumo de alcohol en Adolescentes: efectos sobre el cerebro. Universidad de California,
San Diego. Recuperado de http://www.drogasextremadura.com/archivos/Alcohol-y-desarrollo-cerebral-en-
adolescentes.pdf

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