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Los estándares para juzgar lo estético actualmente donde no tenemos cánones ni

parámetros establecidos como en la Grecia clásica o el Barroco en las diferentes


disciplinas del arte ya sea pintura, literatura, arquitectura, etcétera, nos lleva a
cuestionarnos continuamente acerca de lo que se puede considerar bello y lo que no.
Diferentes ensayos y posturas se hallan respecto a este tema, yendo desde el juicio
meramente objetivo al exclusivamente subjetivo, en este caso analizaremos la postura
de Inmanuel Kant que en su ensayo nos presenta una serie de criterios y requisitos a
cumplir para poder hacer una crítica adecuada que incide principalmente en que el
juicio estético reside en la sensación y no en el conocimiento.
Kant afirma que la crítica expone más de lo que está implícito en un concepto, ya que
como se mencionó anteriormente el juicio reside en la sensación, pero no se basa en
una experiencia por lo que no es empírica, siendo así que para Kant la crítica debe
ser sintética y a priori. Partiendo de esto divide a la crítica del juicio en dos: el juicio
estético y el juicio teleológico; siendo el juicio estético lo que desglosaremos a
continuación.
El juicio estético consta de cuatro criterios; debe ser desinteresado, lo que implica que
el juicio debe estar libre de un interés, ya sea éste por lo agradable o lo bueno. Es
decir el juicio debe ser independiente del fin del objeto, a esto le llama “gusto de
reflexión” mientras que el gusto por lo agradable lo define como “gusto de los sentidos”
El segundo criterio nos habla acerca de la universalidad del juicio, aquí nos cuestiona
acerca de si “en el juicio de gusto el sentimiento de placer precede al juicio del objeto
o éste precede a aquel”; para Kant es el juicio el que precede el placer, ya que en el
caso contrario el juicio estaría condicionado de manera patológica o pasiva a lo que
agrada, lo que lo singulariza y le quita el carácter de universal. Según sus criterios la
belleza no reside en el conocimiento ya que no es empírica (no depende ni es
adquirida a través de la experiencia) ni es objetiva, la belleza proviene meramente de
la naturaleza del sujeto, es decir de la persona que juzga.
La “Finalidad sin fin” es el tercer criterio, aquí Kant nos habla acerca de la causalidad,
siendo el concepto la causa y el objeto el fin. En este criterio se nos permite juzgar la
belleza sin necesidad de contemplar el concepto del fin del objeto, acotando que aun
en ausencia de un fin el objeto manifiesta una finalidad.

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