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Colonización de Bolivia

Los primeros asentamientos humanos datan de hace 15.000 años y corresponden a la cultura
vizcachanense (puntas de flecha, cerámica, pueblos sedentarios), asentada a algo más de 100 km.
de la ciudad de La Paz. A partir de entonces, se puede ver la evolución de éstos pueblos que tienen
su momento de máximo esplendor en Tiahuanacu cuyo periodo"clásico" deja testimonios como la
Puerta del sol, los templos de Kalasasaya.

Puma Punku y Akapana, de una perfección en el trabajo de la piedra equiparable a las más
esplendorosas culturas del mundo. La caída de Tiahunacu da lugar al surgimiento de los llamados
reinos collas (aymaras) asentados en los límites del lago Titicaca. Hacia 1300 los incas (quechuas)
provenientes del Cuzco, dominan el área del lago e imponen un imperio que va del Ecuador al norte
de Chile, y toma gran parte del Occidente de Bolivia. Los incas representan el momento culminante
de las culturas americanas junto a los aztecas en México.

La conquista española deviene en la llegada de Diego de Almagro a lo que hoy es Bolivia (1535) y el
establecimiento de la Audiencia de Charcas, parte esencial del virreinato del Perú, que abarcó todo
lo que hoy es el territorio boliviano. En Charcas florecieron La Plata (hoy Sucre) capital política de la
audiencia, y Potosí su capital económica.

La impresionante riqueza de mineral de plata del Cerro de Potosí (una de las montañas más ricas en
la historia) dio lugar a que esa ciudad tuviera el año 1611 alrededor de 160.000 habitantes,
constituyéndose en una de las cinco urbes más grandes del mundo de entonces. Potosí alimentó en
gran parte a la corona española durante los siglos XVII y XVIII y financió en buena medida las guerras
europeas emprendidas por Felipe II y sus sucesores. Simultáneamente en el oriente, florecieron las
misiones de Mojos y Chiquitos en las que los jesuitas intentaron hacer realidad la utopía agustiniana.

España conquistó, colonizó y dejó la lengua y la religión católica, así como los parámetros del
pensamiento occidental que, fusionados, dieron como resultado la enriquecida y mestiza cultura
nacional boliviana de hoy.

La guerra de la independencia fue larga y heroica. Con antecedentes en 1781 en el cerco de la Paz a
manos de Tupac Katari, se inició en 1809 y culminó más de quince años después, el 6 de Agosto de
1825, con la proclama de la independencia a instancias del Mariscal Antonio José de Sucre y el Dr.
Casimiro Olañeta (abogado de Chuquisaca, la vieja Charcas).
Bolívar fue quien accedió al deseo de los charquinos y su nombre sirvió para el patronímico que hoy
tenemos: Bolivia. La figura central del primer periodo independiente fue el Mariscal Andrés de Santa
Cruz que logró conformar la Confederación Perú-Boliviana (destruida en 1839), promovió los
primeros códigos del continente e hizo del país una nación respetada y sólida en sus diez años de
fructífero gobierno (1829-1839).

En 1879 Chile invadió territorio boliviano y desató la llamada guerra del Pacífico, que enfrentó a las
invasores con nuestro país y el Perú. Los intereses en el guano y el salitre originaron un conflicto,
producto del cual Bolivia perdió su acceso libre y soberano al Océano. A partir de 1880 se estableció
la democracia conservadora-liberal, apoyada primero en la economía de la plata del sur, cuyo centro
era Sucre, y luego en la minería del estaño cuyo centro era el eje Oruro-La Paz.

En 1899 los liberales derrotaron a los conservadores en la llamada revolución federal y trasladaron
la capital de Sucre a La Paz. La figura descollante del momento fue Simón I. Patiño minero del estaño
que llegó a ser uno de los hombres más ricos del mundo y más poderosos de Bolivia.

El efímero auge de la goma elástica nos llevó (1903-1904) a un conflicto con Brasil en el norte (Beni
y Pando), gran productor de goma. La invasión de la zona del Acre devino en una guerra y la pérdida
de un significativo territorio.

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