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Referencia: Palma, H. y Pardo, R. (edit.

) (2012), Epistemología de las


ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones
científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos

INDICE

INTRODUCCIÓN. NI TAN IGUALES NI TAN DISTINTAS (Héctor A. Palma y Rubén H. Pardo)

PARTE 1. TRADICIONES EPISTEMOLOGICAS


 La invención de la ciencia: La constitución de la cultura occidental a través del conocimiento
científico
Rubén H. Pardo

 La verdad como método: La concepción heredada y la ciencia como producto


Rubén H. Pardo

 La ciencia como proceso: de la filosofía de las ciencias a los estudios sobre la ciencia y la
tecnología
Héctor A. Palma

 El desafío de las ciencias sociales: desde el naturalismo a la hermenéutica


Rubén H. Pardo

PARTE 2. PROBLEMAS FILOSÓFICOS EN CIENCIAS SOCIALES

 Artilugios técnicos y máquinas de pensar: La reflexión acerca de la tecnología


José Antonio Gómez Di Vincenzo

 Metáforas y modelos científicos. Relaciones entre ciencia naturales y sociales


Héctor A. Palma

 Naturaleza humana y orden social


Héctor A. Palma

 La teoría de la ideología.
Ariel Mayo

 La Medicina. Historia, saber y poder


Jorge Mallearel
INTRODUCCION
Ni tan iguales ni tan distintas

Hay algo de problemático y sospechoso cuando se habla de ciencias sociales.


Mientras que cuando se habla de ciencias en general todos parecen entender (se), la
sola mención de las ciencias sociales parece requerir inmediatamente alguna
aclaración de sus alcances, límites y estatus. Sólo en las asignaturas introductorias a
las diversas ciencias sociales la justificación de su cientificidad resulta la primera
aproximación a los temas. Tanto quienes sostienen que hay algo de específico e
irreductible en el conocimiento de lo social como, del otro lado, los que sostienen, por
el contrario, que hay una manera standard de hacer ciencia que alcanzaría a todas las
áreas, parecen tener que justificar sus puntos de vista. Nada de esto hacen los físicos,
los químicos o los biólogos, por ejemplo.
Si se quiere ir un poco más a fondo, podría cuestionarse la legitimidad misma
de la distinción entre ciencias naturales y sociales, distinción a veces útil para una
primera aproximación, pero completamente equívoca a la hora de encontrar caracteres
distintivos que permitan incuestionablemente llenar de contenido ambos subconjuntos.
Todos los intentos de epistemólogos y científicos por establecer criterios unívocos (y a
veces también a priori) para distinguir estos supuestos grupos de ciencias han
fracasado por diversos motivos. Quizás, en el fondo se han planteado mal las
preguntas y se impone más que una elucidación de los conceptos, una caracterización
progresiva y múltiple para comprender la complejidad del problema desde una doble
vía: histórico-genealógica por un lado y conceptual por otro. Este libro intenta hacer
eso, tratando de mostrar que las ciencias sociales no son ni tan iguales ni tan distintas,
al menos en los sentidos que esas semejanzas y diferencias se han planteado: en la
primera parte se abordan algunas de las principales discusiones que han tenido lugar
en el campo de la epistemología y, en la segunda, algunos problemas filosóficos que
impactan directamente en el quehacer de los científicos sociales.
“Ciencias del espíritu”, “ciencias humanas” o hasta incluso “ciencias morales”, son
algunas de las manifestaciones polisémicas de un desafío –quizás habría que decir de
un malentendido- que en su mismo origen nominal contiene el estigma esencial de la
existencia de esas disciplinas que hoy en día también llamamos “ciencias sociales”.
Estas ciencias sociales cuyo origen hay que buscar en lo más profundo del proyecto
de la modernidad como resultado de la extensión de aquellos logros que las ciencias
naturales habían alcanzado en el conocimiento del mundo natural, al conocimiento de
la sociedad y del hombre. Pero precisamente a partir del modelo naturalista y
esencialmente moderno de su matriz originaria surge el perfil siempre controvertido y
el debate por un status científico, nunca del todo claro, de esos saberes nacidos con la
misión de consumar el paradigma científico moderno. ¿Qué significa esto?
Sencillamente que –en primer lugar- las ciencias sociales son tributarias, en su
nacimiento, del sentido moderno de ciencia, signado por la centralidad normativa del
concepto de método. Así, la tendencia fundamental del pensamiento científico
moderno es la de identificar el saber, el conocimiento propiamente dicho, la ciencia,
con lo comprobable empíricamente y, por tanto, la verdad con la certeza. Sin embargo,
quizás aquí tenga lugar el principal malentendido que hará del proyecto de las ciencias
sociales un desafío continuo e inacabable, una suerte de repetición del destino de
Sísifo, tal como refería Kant respecto del quehacer de la metafísica; ya que tal vez
estas disciplinas no puedan ocultar del todo ni desprenderse completamente de su
otro origen, de su origen más remoto: el griego, arraigado no tanto en el concepto de
episteme sino más bien en el de filosofía práctica, acuñado por Aristóteles.
Este libro tiene como objetivo explicitar, para un lector no necesariamente
especialista, el proceso de constitución y evolución histórica de las ciencias sociales,
que las llevaron desde un comienzo naturalista y empirista hasta un presente en el que
estas tendencias se ven confrontadas e interpeladas por un escenario diverso, pero
alentado por un temple orientado hacia una idea de racionalidad más amplia y menos
cientificista.
El problema epistemológico es esencialmente un producto de la modernidad,
resultado de un lento pero inexorable proceso de separación entre Ciencia y Filosofía
como dos órdenes de conocimiento metodológicamente específicos y diversos. A partir
de los siglos XVII y XVIII esta última tendrá como objetivo prioritario –y casi único para
algunos- el establecer los criterios y pretensiones de validez de todo supuesto
conocimiento. Vale decir, la filosofía se convierte en epistemología, en tanto discurso
capaz de evaluar –cognoscitivamente- a cualquier otro discurso.
Podemos denominar a éste como el sentido fuerte del concepto de
epistemología; sentido a partir del cual la filosofía moderna irá adquiriendo un marcado
perfil antimetafísico, como producto de su esencial devenir epistemológico. Del
racionalismo al empirismo, del empirismo al positivismo e incluso de éste al empirismo
lógico.
Sin embargo, asistimos hoy, en los albores del siglo XXI y podríamos decir que
aproximadamente desde mitad del XX, a la construcción de otro sentido del término
“epistemología”, uno más débil o, al menos, no tan ambicioso. Es por todo conocido, y
en buena medida aceptado en cuanto diagnóstico, el anuncio nietzscheano de la
llegada del nihilismo y su problemática proyección hacia los siglos XX y XXI. Nietzsche
se concibe a sí mismo como el augur de una época cuyo sello y sino estriba
precisamente en la crisis de los fundamentos, en el despertar nihilista del sueño de la
promesa práctica de una ilustración plena. El fracaso de dicho ideal, la tan mentada
muerte de dios, sin dudas ha proyectado ya sus primeras sombras sobre el siglo XX y
XXI, dándole a la época una reconocible tonalidad crepuscular: la idea weberiana del
desencanto y la jaula de hierro, o el análisis heideggeriano en términos de bestand y
mayor ocultamiento del ser, son sólo algunos ejemplos del cada vez más consciente
malestar de una modernidad signada por un doble horizonte de vacío de
fundamentación y devenir tecnológico de su proyecto de racionalidad.
Ya sea que se comprenda el desarrollo histórico cultural de Occidente como
proceso de racionalización e instrumentalización de la razón, o como historia del ocaso
del ser, el resultado, a todas luces, es el mismo: un común diagnóstico de crisis, fruto
de la toma de conciencia de los límites y de las contradicciones inherentes al ideal
moderno; y es así que también es la misma la pregunta, reavivada y recreada
continuamente desde múltiples perspectivas: ¿cómo seguir pensando, a partir de la
encrucijada de una razón que se percata de su propia vacuidad de razones y que se
desliza, gustosa y constantemente, hacia una riesgosa práctica autista de
señalamiento de abismos propios?; y más concretamente: ¿cómo seguir pensando la
posibilidad de un discurso capaz de evaluar las pretensiones de validez de cualquier
conocimiento? En síntesis, la crisis tardomoderna de los fundamentos genera el
declinar del proyecto epistemológico moderno en sentido fuerte e inaugura la
construcción de un pensamiento epistemológico, dentro de la filosofía de la ciencia,
más ligado a la problematización de cuestiones vinculadas con el método científico,
con la historia de la ciencia y con algunos conceptos propios de cualquier teoría del
conocimiento científico: el progreso, la objetividad, el cambio, la evaluación de teorías,
etc. Este último sentido del concepto de “epistemología” es en apariencia más débil,
en comparación con el de los inicios de la modernidad, pero indudablemente más
potente, en la medida en que lejos de simplificar artificialmente el problema de la
ciencia, trata de comprenderlo en la complejidad de una trama sociohistórica.

H.A.P. y R.H.P.

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