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Yo, yo ya soy solamente un viejo que viene a contemplar la vida desde un punto de vista

externo, mientras medito en las historias que aquí a diario veo, es extraño poder opinar
tan “sabiamente” cuando de alguien más se trata, el poder ser objetivos y racionales, cosa
que cuando es nuestra propia vida no podemos ser. Me he detenido aquí tardes
completas durante varios años y son bastantes historias las que me he encontrado, he
conocido personas maravillosas llenas de vivencias de todo tipo; este café se ha
convertido en mi propia cueva de ermitaño, aunque para los demás verme aquí ya no es
algo extraño.

Mis historias preferidas son las de amor, porque son aquellas que resultan más complejas
e interesantes, además de que es lo que la mayoría de las personas busca y que pocas
llegan a encontrar realmente.
La vida es tan simple y compleja al mismo tiempo, es realmente un misterio el saber
vivirla, yo, a estas alturas de mi vida y echando un vistazo a lo que fui, viví y pude ser,
reconozco todas aquellas posibilidades infinitas que tuve, pese a esto, creo que
gratamente puedo decir que no me arrepiento de nada, que mi vida la viví como mejor
pude y que solo deseo haber podido dar unos cuantos abrazos más a las personas que
realmente importaron en mi vida.

Viene a mi mente el recuerdo de uno de mis amores, de esos que fueron más sinceros y
de los que debo decir, aprecié mucho menos de lo que debí.
Ella se llamaba Isela, fue una chica bastante singular, cuando la conocí, ella no tenía
mucho conocimiento en el amor a causa de la falta de este mismo, fue una joven con una
vida bastante complicada, realmente dura y sin mucho conocimiento en el amor a causa
de la falta de este mismo; fue una joven que sus primeros años de vida los pasó en una
ranchería, al cumplir los 12 años fue llevada a una ciudad cercana por su propia madre
para que quedara bajo la crianza de una tía , ya que por sus precarias condiciones de vida,
no era posible que se quedara en su casa.

Desde esa corta edad, Isela tuvo que trabajar como sirvienta en una casa, en la cual
trabajaba su tía; a pesar de las circunstancias, de su escasa educación y de todo el entorno
social en que vivía, Isela era una chica fuerte, con ganas de salir adelante y decidida; fue
entonces que se salió de casa de su tía, consiguió otro trabajo, igual de empleada
doméstica, pero le permitía vivir de una manera más decorosa, en la casa le brindaron su
propio cuarto y le permitían estudiar los días sábado; fue en este transcurso que Isela
conoció a un joven apuesto de nombre Enrique, algunos años mayor que ella, se hicieron
novios y así se dio comienzo a una linda historia, ella que no tenía básicamente familia con
la cual contar, encontró en su amado un gran apoyo, un respaldo, una nueva oportunidad;
el chico estudiaba la carrera de Ingeniero Agrónomo, le faltaba poco para concluir, al ver
que, aunque tenía trabajo y podía pagar sus estudios, Isela no recibía del todo un buen
trato, además ella no se encontraba en casa propia ni mucho menos, por lo que el joven
propuso a Isela matrimonio, ella encantada aceptó, comenzaron a hacer sus planes,
ambos entusiasmados por tan importante acontecimiento, pero una nube oscura nubló se
felicidad, Enrique falleció en un accidente de auto, Isela quedó nuevamente sola y esta vez
con una gran pena en el alma, tanto que sus ganas de vivir se fueron, vivía día a día por
inercia, como máquina programada para realizar actividades diarias, se tornó enferma,
más flaca de lo que ya de por si era; hasta que un día entre sus sueños se apareció su
amado para pedirle que por favor continuara con su vida, que fuera feliz, que saliera
adelante y se superara; quizás fue solo un sueño, tal vez fue la forma que encontró su
mente para sobrevivir o en el más romántico de los casos, él realmente se apareció para
una vez más ayudarla.
La vida de Isela transcurría sin mucha novedad, continuaba con sus agotadoras rutinas,
todo el día lo dedicaba a sus labores domésticas, además de que cuidaba de 2 niñas, hijas
de la dueña de la casa en que trabajaba; por las noches hacía sus tareas y el fin de semana
asistía a sus clases.
Parecía que Isela ya se estaba resignando a ese estilo de vida, hasta que un día apareció
otro joven apuesto al que Isela conoció cerca de su escuela; el joven se acercó a ella para
comenzar a halagarla, Isela no hizo caso, pues en ella aún vivía el recuerdo de Enrique,
pero este nuevo joven de nombre Rafael no se dio por vencido, cada sábado la esperaba
fuera de la escuela para poder saludarla, él recargado en su clásico coche amarillo, hasta
que por fin un día ella aceptó conocerlo, no pasó mucho tiempo para que ellos se hicieran
novios.

Isela y Rafa eran muy compatibles, se adoraban, él representaba una nueva oportunidad
para ella, una tranquilidad que ella había perdido con la muerte de Enrique, un beso cálido
para el frío que la cobijaba; él la llevó a conocer a sus padres, ellos quedaron encantados
con ella, ya que Isela no era una chica como las demás, ella no buscaba solo diversión o
rebeldía, era una chica demasiado centrada para su corta edad que apenas rondaba los 18
años, era muy responsable, trabajadora, dedicada y honesta, era la clase de mujer que los
padres de Rafael querían para él, tan era así que al cabo de un año de noviazgo Rafael le
propuso matrimonio a Isela, ella aceptó y los padres de él inmediatamente comenzaron a
idear como ayudarlos.

Como en todas las relaciones hubo problemas y complicaciones, un día una compañera de
clases de Isela le dijo que le quería presentar a su novio, porque por ser su amiga quería
que le diera “el visto bueno”, Isela aceptó, no le pareció un suceso de mayor importancia,
pero se llevó una gran sorpresa cuando el mencionado novio de su amiga resultó ser
Rafael, Isela no hizo comentario alguno, por dentro estaba desconcertada, no sabía
realmente cómo reaccionar, pero no tuvo que hacer mucho, Rafael se acercó a las dos y
besó a Isela en los labios, así que, en realidad quien se llevó una gran sorpresa fue la
amiga de Isela, hubo una serie de reclamos en los que Rafael no permitió que se ofendiera
a Isela y aclaró que la otra chica no le generaba el menor interés; pese a sus aclaraciones,
una vez que estuvieron solos, él con Isela, ella inmediatamente le reclamó su infidelidad,
él le explicó que la otra chica se había hecho ilusiones con él pero que él jamás le había
dado motivos. Ella no sabía si confiar del todo en su palabra, pero decidió no hacer más
reclamos.

La situación económica de Isela era terrible, acababa de terminar sus estudios como
auxiliar contable, por un fuerte problema con sus jefes se vio obligada a renunciar, a
quedar sin empleo y sin un lugar donde quedarse, así que rentó un pequeño cuarto en una
casa de huéspedes donde en su mayoría rentaban estudiantes, pero en poco tiempo sus
escasos ahorros se esfumaron, comenzó a desesperarse, Rafa por más que quería no
podía ayudarla, aún no estaban listos para casarse y él no tenía las posibilidades
económicas para ayudarla.

Un día Isela escuchó de un trabajo como vendedora en una farmacia en el centro de la


ciudad, así que decidió probar suerte e ir a preguntar por el empleo, se iba y regresaba
caminando desde donde vivía hasta dicho lugar, pues no se podía dar el lujo de pagar
transporte con los pocos centavos que le quedaban; cuando llegó a preguntar por el
trabajo, se encontró con el dueño de la farmacia, era un señor ya maduro de edad, de
aproximadamente 53 años; le recibió la solicitud pero le dijo que no la podía entrevistar
así que mejor regresara al día siguiente, lo mismo le hizo los dos días siguientes, así que
Isela fastidiada y desesperada le dijo que por favor fuera sincero de una vez y que no la
hiciera perder su tiempo ya que no estaba en condiciones para tal desperdicio, él un poco
burlón le dijo que estaba bien, que comenzaba al día siguiente pero a prueba ya que ella
no sabía nada sobre el negocio.

Para Isela que era una chica muy inteligente y bastante dedicada, no le costó trabajo
aprender rápidamente, cosa que por cierto llamó la atención del dueño, José era su
nombre.
Tiempo después Isela comenzó a pedir sueldo adelantado y hasta prestamos ya que debía
meses de renta atrasadas y su sueldo no era suficiente para cubrir sus gastos, por lo que
José le aumentó el sueldo.

Con todo y el aumento del sueldo, Isela seguía con problemas de dinero, lo que ganaba
apenas le alcanzaba para pagar la renta del cuarto, pero no para comer bien y mucho
menos para vestirse y calzarse; su jefe ofreció ayudarla e Isela aceptó la ayuda, se generó
una admiración de ella hacía él y al señor le gustaba ella.

Así transcurrió un pequeño lapso de tiempo, hasta que un día el señor le robó un beso a
Isela, a ella le sorprendió mucho, se sintió algo incomoda y se lo dijo, pero él solo dio una
sonrisa burlona.

Tiempo después, pasó algo que Isela nunca hubiera imaginado, tuvo relaciones con José,
no porque se hubiera enamorado de él, sino porque se vio orillada a hacerlo dentro de su
propia desesperación, además lo vio como el método de pago por la ayuda recibida;
terminó su relación con Rafael diciéndole que era porque se había enamorado de otro.
Claro que le dolía mucho, y a él ni se diga, Rafael sospechaba que se trataba de José pero
no pudo hacer nada.
Cuando al fin Rafael confirmó que se trataba del jefe de Isela, le suplicó que lo dejara, le
aseguró que él aún la amaba, pero ya no hubo más por hacer, para este punto ya eran
varias cosas las que la unían a aquel hombre que le llevaba 35 años de diferencia en edad,
entre ellas los prejuicios acordes a la época y a su educación, en las que, al ya haber
tenido relaciones con José la obligaba a quedarse con él; además el hecho de que
consideraba injusto y cruel lo que le había hecho a Rafa; uno de los aspectos que dieron
origen a todo esto y tal vez más importante que las demás, lo era la necesidad de Isela de
sentirse protegida, segura, querida y acompañada por alguien; muchos podrían decir que
Rafa le daba eso, pero creo que sus apegos mentales con los que todos contamos en
diferente medida y con distintos nombres, fueron los que orillaron a Isela a Isela a andar
con un hombre de tan avanzada edad.

Isela se convenció a si misma de que se había enamorado de José, nadie niega que de
seguro se le generó cariño por él, pero amor como el que había sentido por Enrique o por
Rafa jamás.
Isela y José nunca se casaron, porque él estaba casado con otra mujer, que por cierto
tenía aproximadamente su misma edad

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