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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

Universidad del Perú, DECANA DE AMÉRICA


FACULTAD DE PSICOLOGÍA

UNIDAD DE PRE-GRADO

“Año de la Diversificación Productiva y del Fortalecimiento de la Educación”

Guía Práctica : Trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia

Profesor : Valencia Romero, Emir

Ciclo : VIII

Integrantes :

Landauro Rodríguez, Ana

León Piñares, Nelly

León Sánchez, Janet

Pérez Pedraza, Jorge Luis

Quispe Quispe, Yovanka

Sánchez Martel, Candia

Tamariz Torres, Rosa

Toribio Hinostroza, Erika

Zavala Cabrera, Inés

Ciudad Universitaria, Octubre del 2015


TRASTORNOS DE INICIO EN LA INFANCIA, LA NIÑEZ O LA ADOLESCENCIA

TRASTORNO DISOCIAL (F91.8)

I. Definición

Simón (2011), Wicks-Nelson y Allen (1997) y Ezpeleta (2001) mencionan que


el trastorno disocial se traduce en agresión a personas y/o animales, violación y/o
destrucción de la propiedad, robar con y sin confrontación, abuso sexual, uso de armas;
estos son considerados significativos si han ocurrido una sola vez; conductas desafiantes
y prender fuego en estos casos considerar si se ha sucedido en más de tres
oportunidades; mentir, engañar deben suceder varias veces a la semana. Las peleas en
las que se encuentren deben ser múltiples y provocar lesiones. Las conductas disociales
ocasionan deterioro funcional. Rey (2010) menciona que este patrón de comportamiento
se inicia en la infancia e inicio de la adolescencia y que está caracterizado por la
violación de los derechos de los demás y se apartan de los patrones establecidos por la
sociedad, estos actos son constantes. Estos problemas de conducta presentan altos
grados de perturbación en el entorno del niño o adolescente.

La APA (2014) y la CIE -10 (1994) definen el trastorno disocial como un patrón
repetitivo y persistente de comportamiento disocial, antisocial, agresivo o retador que
tienen en común la violación de las normas sociales del grupo referencia y la violación
de los derechos de las demás, ocasionando daño significativo en el ambiente que le
rodea. Sin embargo la APA y el DSM difieren en algunos aspectos, debido a que el
primero incluye dentro de los criterios de diagnóstico conductas que en el DSM forman
parte de otro trastorno (trastorno negativista desafiante), conducta como rabietas,
provocaciones, los desafíos y la desobediencia persistente.

Este trastorno está presente en niños o adolescente, se observa que pelean con
sus hermanos, desobedecen a sus padres y ocasionan daño a la propiedad de los otros,
estos actos son extremistas, persistentes e inmanejables que va más allá de la
experiencia habitual en comparación al desarrollo normal, de niños y adolescentes que
causan problemas a las personas que se encuentran alrededor de ellos. Por tanto se
define el trastorno disocial como un conjunto de comportamientos que violan las
normas y reglas sociales básicas ocasionando deterioro en el funcionamiento tanto en el
hogar como la escuela. (Simón, 2011; Wicks-Nelson y Allen 1997)

Las personas que presentan este trastorno no suelen darle importancia a los
comportamientos que están teniendo. Por ello se trata de desviaciones más graves que
la simple maldad infantil o rebeldía adolescente.

Se usa el termino de trastorno disocial para catalogar niveles elevados de


conductas agresivas y antisociales. Las conductas agresivas se manifiestan de diversas
formas como agresividad física, instrumental (dirigida a objetos), hostil que pretende
causar daño (Ezpeleta, 2001)

El trastorno disocial ha recibido diferente nominaciones: delincuencia,


problemas de comportamiento, etc. debido a que estos comportamientos son
sancionados los niños y adolescente tiende a esconder la verdad. (Simón, 2011; Wicks-
Nelson y Allen 1997, Ezpeleta, 2001).

II. Frecuencia

Los trastornos del comportamiento perturbador suponen uno de los diagnósticos


más frecuentes en las unidades de salud mental infanto-juveniles tanto en nuestro país,
como en otros países. Por ejemplo, De la Peña, F. (2003) menciona que en Mexico los
rangos en los reportes de la prevalencia del TD van desde 1 a 10% en poblaciones
abiertas de niños y adolescentes, y hasta 28% en muestras clínicas; esta variabilidad está
condicionada por la forma de evaluar el padecimiento (evaluación clínica vs entrevista
diagnóstica) por la definición operacional establecida (DSMIII-R vs DSM-IV) y por el
grupo seleccionado (hombres vs mujeres). La relación hombre-mujer en el TD es de
4:1.

Los diferentes autores estiman la prevalencia del trastorno disocial como del
negativista desafiante entre un 2-16 % según distintas investigaciones (Larroy,C. y De
la Puente, M., 1998).

Los estudios indican que la prevalencia del trastorno negativista desafiante o del
trastorno disocial es aproximadamente de un 3 % a los 10 años y aumenta al 8-9 % a los
16, es decir, se duplica en la adolescencia. Si se tiene en cuenta el sexo, las
investigaciones indican que estos trastornos son más frecuentes entre los chicos que
entre las chicas, en una proporción de tres a uno aunque las diferencias disminuyen con
la edad. Prácticamente todos los investigadores coinciden en la existencia de un
continuo que va desde la normalidad hasta los trastornos disociales, pasando por los
problemas de conducta propios del desarrollo evolutivo normal del niño, los paterno
filiales, los comportamientos antisociales en la niñez o la adolescencia y el trastorno
negativista desafiante. Los factores que determinarán la presencia y significación de un
trastorno clínico serán la edad, la frecuencia y la intensidad de las conductas. Por
ejemplo, el trastorno negativista desafiante suele iniciarse antes de los 8 años de edad,
se mantiene de forma gradual durante meses o años con conductas leves o poco
frecuentes y posteriormente se produce una mayor frecuencia y generalización desde el
entorno familiar a otros contextos, convirtiéndose en un trastorno del comportamiento.
No obstante, no todos los trastornos negativistas desafiantes se convierten en trastornos
disociales, aunque sí una cierta proporción. En estos casos habrá que tener en cuenta los
factores de riesgo y los factores protectores así como una intervención adecuada cuando
se produzcan los problemas. (García, y colaboradores, 2011).

En esta afección mental en el que la persona muestra un patrón de


comportamiento persistente y repetitivo refiriéndose a la presencia recurrente de
conductas distorsionadas, destructivas y de carácter negativo, además de transgresoras
de las normas sociales, influenciadas por factores parentales, psicológicos,
socioculturales o neurológicos, se establece una frecuencia que la determina como tal,
siendo esta, según el DSM-IV-TR (2000), una prevalencia mínima de un año, se
requiere que tres síntomas haya ocurrido repetidamente durante este año, y que por lo
menos uno de los síntomas haya estado presente de manera continua durante los últimos
seis meses. También señala que este Trastorno Disocial puede ocurrir en dos etapas:

- En el inicio de la infancia: anterior a los 10 años.


- En el inicio de la adolescencia: posterior a los 10 años.

Puede iniciarse hacia los 5 o 6 años pero habitualmente se diagnostica al inicio


de la adolescencia. Es inusual que se inicie después de los 16 años. El curso es variable
y repercute en la mayoría de personas en la etapa de su vida adulta. El subtipo de inicio
infantil presenta un peor pronóstico con tendencia a desarrollar un trastorno Antisocial
de la Personalidad.
Se estima que la prevalencia de este trastorno es mayor en los varones, menores
de 18 años, de entre un 6 y un 16%, mientras que en las mujeres sería de entre un 2 a un
9%.

La frecuencia es mayor en hijos biológicos de personas con Trastorno Antisocial


de la Personalidad o que tengan hermanos con Trastorno Disocial. También es frecuente
en hijos biológicos de padres con dependencia del alcohol, trastorno del Estado de
ánimo, Esquizofrenia, Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad o Trastorno
Disocial.

En la investigación Prevalencia estimada del Trastorno Disocial de la conducta


en adolescentes colombianos realizado por Pineda D. y Puerta I. (2001) se seleccionó
una muestra de 190 estudiantes de entre 12 y 16 años de edad, con niveles
socioeconómicos bajo, medio y alto, distribuidos proporcionalmente. Se usó el
Cuestionario Breve para el Diagnóstico de TDC. Y se llegó a la conclusión de que se
puede observar la prevalencia del TDC en adolescentes de sexo masculino con un 4-
10% de prevalencia. También se resalta los síntomas mayormente presentados siendo el
más frecuente la dimensión de violación de normas sociales, seguido por síntomas
relacionados con violencia y vandalismo, y finalmente por síntomas de crueldad contra
las personas y los animales. Además se postula que la prevalencia de TDC es
significativamente mayor en adolescentes pertenecientes a los estratos más bajos de la
población y en los adolescentes mayores de 15 años.

En Perú, en la investigación Trastornos de inicio del Comportamiento disruptivo


en estudiantes de 8 a 11 años de una Institución educativa – callao realizada por Baca,
F. (2012). Se seleccionó una muestra conformada por todos los niños y niñas de 8 a 11
años de edad, que cursan el segundo, tercero, cuarto, quinto y sexto grados,
matriculados en el período 2011 en la institución educativa público del nivel primario
del Callao. Institución situada en una zona denominada de alto riesgo, con altos índices
de desintegración social, estudiantes que en un 53% provienen de hogares
monoparentales, niños que viven solo con la madre o padre, familias de escasos
recursos económicos. Se usó Cuestionario para la Detección de los Trastornos del
Comportamiento en Niños y Adolescentes. Se obtuvo los resultados de las puntuaciones
obtenidas del factor disocial presentando un nivel grave reflejado por el 96%, con
puntuaciones altas en los estudiantes de 9 años, con un promedio de 33.15 y una
desviación estándar de 8.74, seguido de los estudiantes de 8, 10 y 11 años. Así mismos
Baca menciona que los resultados obtenidos en esta investigación coinciden con la
investigación hechos por Parellada. Et al. (2009) El trastorno disocial en las edades de 8
a 11 años se ubica en el nivel grave. Así mismo López, Castro, Alcántara, Fernández y
López (2009) señalan en los resultados de la investigación, que no existe diferencias
entre niños y niñas en el trastorno disocial; del mismo modo Espinoza y Laverde (2011)
demuestran que existe rangos de severidad de Trastorno disocial en niños que en niñas.
En cambio los estudios realizados por Bordallo, Zagalaz y Arenas (1995) demuestran
lo contrario, señalan que no existen diferencias importantes en cuanto a la prevalencia
de trastornos de conducta en la infancia en medios socioeconómicos diferentes. Aunque
en ambos niveles son los varones los que presentan estas conductas.

III. Factores de riesgo asociados

Para Armas (2007) el trastorno disocial es un fenómeno multicausal. Vásquez,


Feria, Palacios y De la peña (2010) clasifican los factores de riesgo que pueden
contribuir en el desarrollo del trastorno disocial en:

a) Factores parentales: La educación rígida y punitiva, inadecuado clima familiar,


el divorcio, el abuso y maltrato infantil, el alcoholismo y los trastornos
psiquiátricos.
b) Factores socioculturales: la falta de recursos económicos, el vivir en zonas
urbanas marginadas, y en donde exista un consumo de drogas, el desempleo de
los padres, la falta de apoyo social y la falta de participación en las actividades
de la comunidad.
c) Factores psicológicos: Los niños que han sido educados en condiciones caóticas
y negligentes.
d) Factores neuropsicológicos: los niños y adolescentes con un “carácter difícil”
parecen tener mayor probabilidad de desarrollar trastornos de conducta, así
como aquellos que presentan dificultades en el lóbulo frontal del cerebro.

Considerando el trastorno disocial de inicio infantil, Molinuevo (2014) señala


que las causas se relacionan con la inestabilidad familiar, los problemas
temperamentales, la persistencia de problemas de conducta, con déficits
neuropsicológicos y cognitivos y con una vulnerabilidad genética. Respecto al trastorno
disocial de inicio adolescente, menciona que, se relaciona con niveles más altos de
rebeldía, con un mayor rechazo de las normas convencionales, así como asociaciones
más débiles con factores familiares negativos y problemas temperamentales y
cognitivos, menor riesgo genético y por lo general, se debe a formas negativas de
aprendizaje social en el grupo de iguales.

Según la American Psychiatric Association (2002) los diversos estudios


demuestran que el trastorno disocial cuenta con componentes tanto genéticos como
ambientales. Es así que menciona que el riesgo de trastorno disocial aumenta en niños
con un padre biológico o adoptivo con trastorno antisocial de la personalidad o con un
hermano afecto de trastorno disocial., asimismo, parece ser más frecuente en hijos de
padres biológicos con dependencia del alcohol, trastornos del estado del ánimo o
esquizofrenia o de padres biológicos con historia de trastorno por déficit de atención
con hiperactividad o de trastorno disocial.

Por otro lado, los factores de riesgo más importantes según Caseras, et al (2002,
citado por Armas, 2007) son los aspectos genéticos y constitucionales relacionados con
la presencia del trastorno de la familia, anormalidades psicofisiológicas y/o de los
sistemas de neurotransmisión, el género, el temperamento, variables cognitivas,
concurrencia de TDAH y negativismo desafiante, soporte familiar inadecuado, nivel
socioeconómico, y el grupo de iguales.

Rodriguez y Barrau (2012) señalan que la etiopatogenia de los trastornos del


comportamiento se da por múltiples variables externas o internas al individuo como son
el temperamento, sexo, genética y variables sociofamiliares. Asimismo sugieren que
dentro de los factores de riesgo en los trastornos del comportamiento - trastorno por
déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el trastorno negativista desafiante (TND),
el trastorno disocial (TD) y el trastorno de comportamiento perturbador no especificado,
son determinadas las condiciones suponen un factor de riesgo para desarrollar trastornos
del comportamiento. Los factores de riesgo más importantes son (p.p 761):

a. Circunstancias de la concepción, embarazo y perinatales: embarazo en la


adolescencia; hijos no deseados; hijos concebidos en violaciones; embarazo de
riesgo médico; enfermedades graves de la madre o el feto; conductas y
situaciones de riesgo prenatal, como el consumo de drogas y los problemas
laborales y ambientales durante el embarazo; prematuridad; y sufrimiento fetal.

b. Características de la familia: padres muy jóvenes o muy mayores; conflictos


graves y crónicos de pareja; familias monoparentales; enfermedades crónicas,
invalidantes o graves en varios miembros de la familia; presencia de trastornos
psiquiátricos severos, entre los que cabe destacar los trastornos delirantes y la
esquizofrenia; trastornos depresivos mayores; intentos de suicidio; trastornos
graves de personalidad; y abuso de drogas. También, es importante la existencia
de malos tratos y la falta de contacto afectivo y lúdico.

c. Situaciones traumáticas puntuales, tales como: muerte de uno de los padres o un


hermano, separación de los padres u hospitalización prolongada. En definitiva,
cualquier cambio importante en el entorno del niño.

d. Factores relacionados con los patrones educativos familiares: padres con


importantes problemas de tolerancia por las crisis de la infancia y adolescencia;
padres que no aceptan la autonomía progresiva de sus hijos; y choques
relacionales destructivos o con violencia reiterados entre un progenitor y el hijo.

e. Circunstancias socioeconómicas adversas de la familia: familias aisladas


socialmente, cambios de residencia repetidos y paro sin subsidio de varios
miembros de la familia. También influyen las variables culturales.

f. Antecedentes de trastornos mentales en el niño: trastornos de la alimentación,


como: anorexia, bulimia, dietas restrictivas y ritualizadas; trastornos de ansiedad:
presencia de fobias, obsesiones y compulsiones, crisis de angustia;
manifestaciones somáticas de trastornos emocionales: existencia de quejas sobre
dolor de cabeza, cefaleas, abdominalgias, náuseas y vómitos; otros cuadros
psiquiátricos definidos: depresión, ideas de suicidio, drogodependencia y/o
abusos de drogas, presencia de alucinaciones/delirios.
g. Problemas con la justicia: adolescentes con medidas judiciales, delincuencia y
contactos repetidos con fiscalía de menores.

De esta manera, concluyen que el detectar factores de riesgo aumenta la


probabilidad de aparición de estos trastornos de conducta, puesto que ninguna de estas
características presentadas u otras encontradas en otros estudios pueden ser predictibles
de patologías futuras.

IV. Cuadro clínico


a. Diagnóstico

- Criterios de Diagnóstico según CIE -10:

*Aparece dentro de la categoría “Trastornos del comportamiento y de las emociones de


comienzo habitual en la infancia y adolescencia”.

Patrón de conducta repetitivo y persistente que conlleva la violación de los derechos básicos de
los demás o de las normas sociales básicas apropiadas a la edad del paciente. La duración debe
ser de al menos seis meses, durante los cuales algunos de los siguientes síntomas están presentes
(véanse las subcategorías particulares para los requerimientos en cuanto al número de síntomas).
Nota: los síntomas 11, 13, 15, 16, 20, 21, Y 23 necesitan que se produzcan sólo una vez para
que se cumpla el criterio.

El individuo presenta:
l. Rabietas excepcionalmente frecuentes y graves para la edad y el desarrollo del niño.
2. Frecuentes discusiones con los adultos.
3. Desafíos graves y frecuentes a los requerimientos y órdenes de los adultos.

A menudo hace cosas para molestar a otras personas de forma aparentemente deliberada.
5. Con frecuencia culpa a otros de sus faltas o de su mala conducta.
6. Es quisquilloso y se molesta fácilmente con los demás.
7. A menudo está enfadado o resentido.
8. A menudo es rencoroso y vengativo.
9. Miente con frecuencia y rompe promesas para obtener beneficios y favores o para eludir sus
obligaciones.
10. Inicia con frecuencia peleas físicas (sin incluir peleas con sus hermanos).
11. Ha usado alguna vez un arma que puede causar serios daños físicos a otros (p. ej., bates,
ladrillos, botellas rotas, cuchillos, arma de fuego).
12. A menudo permanece fuera de casa por la noche a pesar de la prohibición paterna (desde
antes de los trece años de edad).
13. Crueldad física con otras personas (p. ej., ata, corta o quema a sus víctimas).
14. Crueldad física con los animales.
15. Destrucción deliberada de la propiedad ajena (diferente a la provocación de incendios).
16. Incendios deliberados con la intención de provocar serios daños.
17. Robos de objetos de un valor significativo sin enfrentarse a la víctima, bien en el hogar o
fuera de él (p. ej., en tiendas, casas ajenas, falsificaciones).
18. Ausencias reiteradas al colegio, que comienzan antes de los trece años;
19. Abandono del hogar al menos en dos ocasiones o en una ocasión durante más de una noche
(a no ser que esté encaminado a evitar abusos físicos o sexuales).
20. Cualquier episodio de delito violento o que implique enfrentamiento con la víctima (p.ej
"tirones", atracos, extorsión).
21. Forzar a otra persona a tener relaciones sexuales.
22. Intimidaciones frecuentes a otras personas (p. ej., infligir dolor o daño deliberados,
incluyendo intimidación persistente, abusos deshonestos o torturas).
23. Allanamiento de morada o del vehículo de otros.

El trastorno no cumple criterios para trastorno disocial de personalidad (F60.2), esquizofrenia


(F20.-), episodio 'maníaco (F30.-), episodio depresivo (F32.-), trastorno generalizado del
desarrollo (F84.-) o trastorno hipercinético
(F90.-) [si se cumplen los criterios para trastorno de las emociones (F93.-) el diagnóstico deberá
ser de trastorno mixto disocial y de las emociones F92.-].

Se recomienda especificar la edad de comienzo:


- De inicio en la infancia: Al menos un síntoma disocial comienza antes de los diez años.
- De inicio en la adolescencia: No se presentan síntomas disociales antes de los diez años.

Especificación para posibles subdivisiones:


Existen discrepancias entre los autores sobre la mejor manera de subdividir los trastornos
disociales, si bien la mayoría coinciden en su heterogeneidad. Para determinar el pronóstico, la
gravedad (cuantificada por el número de síntomas) es un indicador mejor que el tipo de
sintomatología. La distinción mejor validada es la de trastornos socializados y no socializados,
definidos por la presencia o ausencia de amistades duraderas con los compañeros. Sin embargo,
algunos trastornos limitados al ámbito del hogar pudieran constituir una subvariedad
significativa, y para este propósito se ha creado una categoría. Resulta claro que es más
necesaria una investigación para comprobar la validez de las subdivisiones propuestas para estos
trastornos del comportamiento.
Además de estas categorizaciones, se recomienda describir los casos en términos dimensionales
según las puntuaciones que ofrezcan en tres dimensiones del trastorno:
l. Hiperactividad (falta de atención, comportamiento inquieto)
2. Alteración de las emociones (ansiedad, depresión, síntomas obsesivos, hipocondría).
3. Gravedad del trastorno del comportamiento:
a) Leve: Pocos (o ninguno) síntomas disociales más de los exactamente requeridos para el
diagnóstico. Los síntomas disociales ocasionan un riesgo pequeño para las demás personas.
b) Moderado: El número de síntomas disociales y los efectos que producen
en los demás son intermedios entre "leves" y "graves".
c) Graves: Muchos más síntomas disociales de los requeridos para el diagnóstico,
o bien los síntomas disociales causan un daño serio a las personas,
p. ej., daños físicos graves, vandalismo o robo.

- Criterios de Diagnóstico según DSM IV –R:

*Aparece localizado en la categoría “Trastornos de Inicio en la infancia, la


niñez o la adolescencia”.
A. Un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que se violan los
derechos básicos de otras personas o normas sociales importantes propias de la
edad, manifestándose por la presencia de tres (o más) de los siguientes criterios
durante los últimos 12 meses y por lo menos de un criterio durante los últimos 6
meses:

Agresión a personas y animales

(1). a menudo fanfarronea, amenaza o intimida a otros


(2). a menudo inicia peleas físicas
(3). ha utilizado un arma que puede causar daño físico grave a otras personas (p. ej.,
bate, ladrillo, botella rota, navaja, pistola)
(4). ha manifestado crueldad física con personas
(5). ha manifestado crueldad física con animales
(6). ha robado enfrentándose a la víctima (p. ej., ataque con violencia, arrebatar bolsos,
extorsión, robo a mano armada)
(7). ha forzado a alguien a una actividad sexual

Destrucción de la propiedad

(8). ha provocado deliberadamente incendios con la intención de causar daños graves


(9). ha destruido deliberadamente propiedades de otras personas (distinto de provocar
incendios)

Fraudulencia o robo

(10). ha violentado el hogar, la casa o el automóvil de otra persona


(11). a menudo miente para obtener bienes o favores o para evitar obligaciones (esto es,
"tima" a otros)
(12). ha robado objetos de cierto valor sin enfrentamiento con la víctima (p. ej., robos en
tiendas, pero sin allanamientos o destrozos; falsificaciones)

Violaciones graves de normas

(13). a menudo permanece fuera de casa de noche a pesar de las prohibiciones paternas,
iniciando este comportamiento antes de los 13 años de edad
(14). se ha escapado de casa durante la noche por lo menos dos veces, viviendo en la
casa de sus padres o en un hogar sustitutivo (o sólo una vez sin regresar durante un
largo período de tiempo)
(15). suele hacer novillos en la escuela, iniciando esta práctica antes de los 13 años de
edad

B. El trastorno disocial provoca deterioro clínicamente significativo de la actividad


social, académica o laboral.

C. Si el individuo tiene 18 años o más, no cumple criterios de trastorno antisocial de la


personalidad.

Codificar en función de la edad de inicio:

Trastorno disocial, tipo de inicio infantil: se inicia por lo menos una de las
características criterio de trastorno disocial antes de los 10 años de edad.
Trastorno disocial, tipo de inicio adolescente: ausencia de cualquier característica
criterio de trastorno disocial antes de los 10 años de edad.
Trastorno disocial, de tipo no especificado: no se sabe la edad de inicio.

Especificar la gravedad:

Leve: pocos o ningún problema de comportamiento exceden de los requeridos para


establecer el diagnóstico y los problemas de comportamiento sólo causan daños
mínimos a otros.

Moderado: el número de problemas de comportamiento y su efecto sobre otras personas


son intermedios entre "leves" y "graves".

Grave: varios problemas de comportamiento exceden de los requeridos para establecer


el diagnóstico o los problemas de comportamiento causan daños considerables a otros.

- Criterios de Diagnóstico según DSM V:

*Aparece agrupado bajo el nuevo epígrafe “Trastornos Perturbadores del Control


de Impulsos y de Conducta”.

*Igual que DSM IV-R. Agrega:

Especificar si:

Con emociones prosociales limitadas: Para poder asignar este especificador, el


individuo ha de haber presentado por lo menos dos de las siguientes características de
forma persistente durante dos meses, en diversas relaciones y situaciones. Estas
características reflejan el patrón típico de relaciones interpersonales y emocionales del
individuo durante ese periodo, no solamente episodios ocasionales en algunas
situaciones. Por lo tanto, para evaluar los criterios de un especificador concreto, se
necesitan varias fuentes de información. Además, de la comunicación del propio
individuo, es necesario considerar lo que dicen otros que lo hayan conocido durante
periodos prolongados de tiempo (p. ej., padres, profesores, compañeros de trabajo,
familiares, amigos).

Falta de remordimiento o culpabilidad: No se siente al ni culpable cuando hace algo


malo (no cuentan los remordimientos que expresa solamente cuando le sorprenden o
ante un castigo). El individuo muestra una falta general de preocupación sobre las
consecuencias negativas de sus acciones. Por ejemplo, el individuo no siente
remordimientos después de hacer daño a alguien ni se preocupa por las consecuencias
de transgredir las reglas.

Insensible, carente de empatía: No tiene ni le preocupan los sentimientos de los demás.


Este individuo se describe como frío e indiferente. La persona parece más preocupada
por los efectos de sus actos sobre si mismo que sobre los demás, incluso cuando
provocan daños apreciables a terceros.

Despreocupado por su remordimiento: No muestra preocupación respecto a un


remordimiento deficitario o problemático en la escuela, en el trabajo o en otras
actividades importantes. El individuo no realiza el esfuerzo necesario para alcanzar un
buen remordimiento, incluso cuando las expectativas son claras, y suele culpar a los de
más de su rendimiento deficitario.

Afecto superficial o deficiente: No expresa sentimientos ni muestra emociones con los


demás, salvo de una forma que parece poco sentida, poco sincera o superficial (p.ej, con
acciones que contradicen la emoción expresada, o puede conectar o desconectar
beneficios (p.ej. expresa emociones para manipular o intimidar a otros).

b. Diagnóstico diferencial

- Trastorno por déficit de atención e hiperactividad

El APA (2002) en el DSM IV-TR indica que aunque los niños con trastorno por
déficit de atención con hiperactividad suelen exhibir un comportamiento hiperactivo e
impulsivo que puede ser perturbador, este comportamiento no viola por sí mismo las
normas sociales propias de la edad y, por lo tanto no suele cumplir los criterios de
trastorno disocial. Cuando se cumplen simultáneamente los criterios de trastorno por
déficit de atención con hiperactividad y de trastorno disocial, deben establecerse ambos
diagnósticos.
- Episodio maníaco

El APA (2014) en el DSM V indica que la irritabilidad, la agresión y los


problemas de comportamiento también pueden darse en un Episodio Maniaco; sin
embargo, se distingue del Trastorno Disocial (Trastorno de Conducta) por su curso
episódico. Pues en el Episodio Maniaco sus síntomas persisten durante un periodo de
alteración del estado de ánimo (Criterio A y B).

“Las personas con Trastorno Disocial (Trastorno de Conducta) mostraran niveles


sustanciales de problemas de conducta agresiva o no agresiva durante periodos
de tiempo en los que no hay una alteración del estado de ánimo…” p. 475.

En el caso de que si se cumplieran los criterios para el Trastorno de Disocial


(Trastorno de Conducta) y Episodio Maniaco deben diagnosticarse los dos.

- Trastorno Comportamiento antisocial en la niñez o la adolescencia

Cuando hablamos de comportamiento antisocial nos referimos al conjunto de


comportamientos que infringen normas y leyes establecidas, siendo más exactos cuando
este comportamiento tiene una continuidad desde la infancia hasta la adolescencia y
posteriormente la adultez. (Justicia. F. et al. 2006). A diferencia, el trastorno disocial,
presenta conductas persistentes y reiteradas, se caracteriza por su intensidad, ya que
puede llegar a niveles extremos con la violación de normas mayores de las aceptables
para la edad del sujeto, estas son desviaciones más graves que la simple maldad
“infantil o rebeldía adolescente, también implican un patrón de comportamiento
duradero de aproximadamente seis o más meses. (CIE 10 Guia de bolsillo). Farrington,
(2005 citado en Justicia 2006) señala que como indicadores de comportamiento
antisocial en la infancia y adolescencia el robo, impulsividad, vandalismo, resistencia a
la autoridad, maltrato entre iguales, huida de casa, crueldad hacia los animales, etc. Que
también son indicadores del trastorno disocial (F91), sin embargo este último distingue
distintos tipos de trastorno disocial: limitado al ámbito familiar (F91.0), en niños no
socializados (F91.1), en niños socializados (F91.2), desafiante y oposicionista (F91.3),
otros trastornos disociales (F91.8). (Vásquez, et al 2010).

- Trastorno negativista desafiante

El manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM- IV-TR


(APA, 2002) resalta que la principal diferencia entre el trastorno disocial y el trastorno
oposicionista desafiante es la gravedad o intensidad de los comportamientos, siendo
mayor en el trastorno disocial. Asimismo, si se cumple ambos trastornos se diagnostica
el trastorno disocial.

“El trastorno negativista desafiante incluye algunas de las características


observadas en el trastorno disocial (p. ej., desobediencia y oposición a las figuras
de autoridad), no incluye el patrón persistente de las formas de comportamiento
más graves, que implican la violación de los derechos básicos de otras personas o
de las normas sociales propias de la edad del sujeto.” p. 94.

En el CIE 10 (1992) el trastorno negativista desafiante está considerado dentro


de los trastorno disociales. Los niños con este trastorno tienden frecuentemente a
oponerse activamente a las peticiones o reglas de los adultos y a molestar
deliberadamente a otras personas, provocando con ello enfrentamientos. Generalmente
tienen una baja tolerancia a la frustración y pierden el control fácilmente, sintiéndose
enojados, resentidos e irritados.

“Los trastornos disociales clínicamente significativos en los niños mayores suelen


acompañarse de un comportamiento disocial o agresivo que van más allá del
desafío, la desobediencia o la subversión, aunque con frecuencia suele precederse
de un trastorno disocial oposicionista en edades más tempranas” p.206

Sarason y Sarason (2006) consideran que de los niños que han sido
diagnosticados con trastorno negativista desafiante solo la minoría desarrollan
posteriormente el trastorno disocial y a diferencia de los niños con trastorno disocial
estos pueden estar atentos a los derechos de los demás y que las conductas negativistas
y desafiantes son ante las figuras de autoridad. Por otro lado, Bisetto, Latorre y Teruel
(2011) señalan que son trastornos independientes.
Con respecto a la edad de aparición, para Vásquez, Feria, Palacios y De la Peña
(2010) el trastorno negativista desafiante a diferencia del trastorno disocial no suele
presentarse después de la adolescencia. Si bien se cumple con los comportamientos
desafiantes pero no cumple los criterios para el diagnóstico de trastorno negativista
desafiante ni de trastorno disocial se realizará el diagnostico de trastorno de
comportamiento perturbador no especificado (APA, 2002).

- Trastorno Adaptativo

El APA (2002) en el DSM IV-TR indica que el diagnóstico de trastorno adaptativo (con
alteración del comportamiento o con alteración mixta de las emociones y el
comportamiento) debe ser tenido en cuenta si los problemas comportamentales
clínicamente significativos que no satisfacen los criterios de otro trastorno específico se
desarrollan en clara asociación con el inicio de un estrés psicosocial.

V. Exámenes

- Cuestionario para la detección de los trastornos del comportamiento en niños


y adolescentes (ESPERI)

Ficha técnica:

Nombre: Cuestionario para la detección de los trastornos del comportamiento en niños


y adolescentes.
Autores: María José Parellada Redondo, Javier San Sebastián, Rosario Martínez Arias
Javier Martín.
Fecha de publicación del test original: 2009
Factores que mide: son:
a. Factor 1 Inatención-Impulsividad-Hiperactividad.
b. Factor 2 Disocial
c. Factor 3 Predisocial
d. Factor 4 Oposicionismo desafiante.
Adaptación: Investigadora: Flora Baca Pacheco del Programa Académico de
Maestría Educación para docentes de la región Callao en la Mención de Psicopedagogía
de la infancia.
Validez: 1.00 V de Alken.
Confiabilidad: 0,84
Aplicación: Individual y colectiva
Tiempo de aplicación: 10minutos
Ámbito de aplicación: niños escolarizados entre 8-11 años y 12-17 años. No tiene otras
restricciones. En las versiones de padres y profesores son estos quienes responden en
relación a su hijo o alumno.

Este cuestionario tiene como autores a María José Parellada Redondo, Javier San
Sebastián, Rosario Martínez Arias Javier Martín y originalmente se publicó en el 2009.
Pretende medir los trastornos del comportamiento en el aula, específicamente el de
atención-impulsividad, el oposicionista, el predisocial y el disocial. Incluye cuatro
escalas: una para niños entre 8 y 11 años, otra para los adolescentes entre 12-17 años y
dos para los adultos con los que interactúan cotidianamente: padres y profesores. Estas
dos últimas se hallan en proceso de construcción, por lo que en la edición revisada solo
se incluyen algunos resultados preliminares. Padres y profesores han de responder en
relación a su hijo o alumno evaluado. 6 La escala para niños de 8 a11 años mide cuatro
factores de primer orden y dos macrofactores de segundo orden. Los primeros son: 1)
Inatención-Impulsividad-Hiperactividad, 2) Disocial, 3) Predisocial y 4)
Oposicionismo-Negativismo-Desafiante. En la escala para adolescentes, 12 a 17 años,
los factores de primer orden son el 1) Disocial, 2) Inatención-Impulsividad, 3)
Predisocial, 4) Psicopatía y 5) Hiperactividad. La versión del cuestionario para el
profesor mide tres factores: 1) Inatención-ImpulsividadHiperactividad, 2)
Oposicionismo-Negativismo Desafiante y 3) Predisocial-Disocial. En la de los padres se
sugiere obtener puntuaciones en los mismos factores que se han aislado en la versión
para profesores

- Escala de Evaluación del Trastorno disocial de conducta

Se construyó un cuestionario de 14 síntomas del criterio A del DSM-IV para el


diagnóstico del trastorno disocial (TDC) de conducta de acuerdo al modelo
semicontinuo de la lista de síntomas de Achenhbach, que se retomó para la lista de
síntomas del criterio A de TDC. La escala de calificación es de 0 (nunca a 3 (casi
siempre), al elegir una escala con cuatro posibles respuestas, se disminuye una escala
con cuatro posibles respuestas, se disminuye una escala con cuatro posibles respuestas,
al elegir una escala con cuatro posibles repuestas, se disminuye la probabilidad de la
denominada respuesta central o deseada (14,15,18). En nuestro estudio la lista de
síntomas fue contestada por los propios adolescentes (autoinforme). La puntuación
mínima para la escala total es 0, y la máxima, 42.

VI. Tratamiento

VII. Referencias

APA (2014). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-5

Armas, M. (2007). Prevención e intervención ante problemas de conducta: estrategias


para centros educativos y familias. Madrid: Wolters Kluver. Recuperado de:
https://books.google.com.pe/books?id=wQGHO6VmR9UC&pg=PA173&dq=tr
astorno+disocial&hl=es&sa=X&ved=0CBoQ6AEwAGoVChMI_MTc1uyEyAI
VkYMNCh0KgwDv#v=onepage&q=trastorno%20disocial&f=false

Asociación Americana de Psiquiatría, (2014). Manual de diagnóstico y estadístico de


los trastornos mentales (DSM—5°). Madrid: Editorial medica Panamericana.

Asociación Estadounidense de Psiquiatría (2000). Manual diagnóstico y estadístico de


los trastornos mentales (4ta ed, Texto rev.). Wachington DC
American Psychiatric Association (2002). Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales. DSM- IV-R

Baca, F. (2012). Trastornos de inicio del Comportamiento disruptivo en estudiantes de 8


a 11 años de una Institución educativa – callao. Tesis para optar el grado
académico de Maestro en educación. Universidad San Ignacio de Loyola, Lima,
Perú.

CIE- 10 (1994). Guía de bolsillo de la clasificación de los trastornos mentales y del


comportamiento. Editorial médica Panamericana

De la Peña, F. (2003). Tratamiento multisistémico en adolescentes con trastorno


disocial. Salud pública de México, 45, 125.
Ezpeleta, L. (2001). La entrevista diagnostica con niños y adolescentes. Madrid:
Editorial Síntesis.

García, A. y colaboradores (2011). Trastornos de la Conducta, una guía de intervención


de la escuela. Editorial Gobierno de Aragón.
Justicia, F. et al (2006) Aproximación a un nuevo modelo explicativo del
comportamiento antisocial. Revista electrónica de investigación psicoeducativa.
N°9 vol. (4). 2. España. Universidad de Granada.

Larroy, C. y De la Puente, M. (1998). Trastornos de conducta en los niños. Vallejo-


Pareja, M. A. Manual de terapia de conducta, 2, 463-496.
Molinuevo, B (2014). Trastorno disocial y DSM-5: cambios y nuevos retos. Revista
Iberoamericana de psicosomática, 110, 53-57. Recuperado de:
file:///C:/Users/user/Downloads/Dialnet-TrastornoDisocialYDSM5-
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Pineda D. y Puerta I. (2001). Prevalencia estimada del Trastorno Disocial de la


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http://www.psiquiatria.com/psiq_general_y_otras_areas/epidemiologia-
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Rodríguez, J. y Barrau, V. (2012). Trastornos del comportamiento. Pediatría Integral.
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Vásquez, J., Feria, M., Palacios, L., y De la peña, F. (2010). Guía clínica para el
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cd.gob.mx/guiasclinicas/trastorno_disocial.pdf

Wilck-Nelson, R. y Allen, I. (1997). Psicopatología del niño y adolescente. Madrid:


Prentice Hall.

VIII. Anexos

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