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CAPITULO INTRODUCTORIO.

Santo Tomas de Aquino.

 Vida y obras

Santo Tomás es sin duda la figura más importante de la filosofía escolástica, representa
y significa el espíritu de la misma en cuanto a su recepción, asimilación y síntesis de los
autores, de las escuelas y doctrinas filosófico-teológicas precedentes. Los méritos que logró
en vida lo llevaron para que, se ha reconocido por la Iglesia Católica, como el más depurado
teólogo católico y uno de los principales filósofos cristianos de la tradición del llamado mundo
occidental.

Para comprender mejor y a profundidad el pensamiento de nuestro filósofo en este


trabajo, es necesario conocer los acontecimientos de su vida; hay una infinidad de datos
biográficos que dan razón de ello, solo se harán mención de los momentos más importantes
de su vida de forma sucinta.

Especificar la fecha exacta de nacimiento de Santo Tomás, es imposible, pero podemos


tener una aproximación de ella. Gracias a los biógrafos tenemos esa aproximación, que ronda
a finales de 1224 o a inicios de 1225. Nació en la pequeña población llamada Roccasecca,
cerca de la villa mayor de Aquino, en el viejo camino que va de Nápoles a Roma, donde sus
padres ocupaban una posición acomodada aunque modesta, como dueños de un pequeño
dominio feudal en una frontera milenariamente disputada por los emperadores germano-
románicos y los pontífices.1 Su padre se llamaba Landulfo de Aquino de origen lombardo y su
madre Teodora Teate de origen normando. Su familia estaba emparentada con los
Emperadores Enrique VI y Federico II, y los Reyes de Aragón, Castilla y Francia. 2 Santo Tomás,
es el último hijo varón de una numerosa familia de doce hijos: siete hombres y cinco mujeres.

1
Cfr. CRUZ. O. Oscar René. Santo Tomas, Biografía del genio. Cruzosa. 1982. P. 3
2
RAMIREZ, Navas. Juan Sebastián. Historia del Cristianismo. Cal-Colombia. 2007. P. 9
Por ser el más pequeño de la familia y, por ser la tradición de aquella época, donde
los nobles solían destinar sus hijos menores al estado eclesiástico, Santo Tomás fue colocado
desde muy temprana edad en el monasterio Benedictino de Monte Cassino en 1230, como
oblato. Su familia tenía puestas las esperanzas de llegar a contar con un abad en la familia, en
ventaja propia con vistas a la fortuna y prosperidad, claro está, ya que desde tiempos
anteriores los títulos y puestos eclesiásticos eran muy valiosos y codiciados.

Permaneció allí el lapso de nueve años, donde el pequeño Tomás recibió su primera
educación, aprendiendo las primeras letras y el trivium (gramática, música y poesía), además
de la formación religiosa propia de un monasterio, donde se destacó por su buena conducta:
piadoso, recogido, meditabundo, silencioso, siendo el modelo de los demás oblatos.3

En el año de 1239, después de nueve años en aquel santuario de vida cultural y


espiritual, el joven Tomás fue obligado a regresar al seno familiar, durante unos meses,
cuando el emperador Federico II expulsó de sus territorios a los monjes, por ser éstos
demasiado obedientes al Papa Gregorio IX. Eran los días de rapiña y de combate inicial por el
llamado saco de Roma, el botín más valioso de aquel entonces.4

A finales de ese año, el joven Tomás por consejo del abad de Monte Casino, Esteban
de Corvario, en vista de las relevantes cualidades del joven, fue enviado por su padre,
Landolfo al monasterio benedictino de San Demetrio de Nápoles, para que terminará su
formación. Ahí se matriculó en la universidad de Nápoles (Universidad que fue fundada en
1224 por el emperador Federico II), misma donde se desarrolló en el estudio de la facultad de
artes, perfeccionándose en letras según el método del famoso cursus, que consistía en una
prosa rimada con palabras dispuestas y ordenadas a base de su acento; Pero sobre todo
estudió con ahínco la filosofía, teniendo por profesor de lógica al maestro Martín, y
Cosmología (que entonces llamaban filosofía natural) al maestro Pedro de Irlanda, ambos de
tendencia marcadamente aristotélica.5

3
Cfr. FR. RAMÍREZ, Santiago O. P., Suma teológica, introducción general, BAC, Salamanca, 1964, p. 4
4
CRUZ. O. Oscar René. Santo Tomas, Biografía del genio. Cruzosa. 1982. P. 4.
5
Cfr. FR. RAMÍREZ, Santiago O. P., Suma teológica, introducción general, BAC, Salamanca, 1964, p. 4-5
Por otra parte, en la misma Universidad napolitana tuvo ocasión de conocer y de
ponerse en contacto con algunos religiosos de una nueva orden, conocida como dominica, la
cual muchos de sus miembros se habían dedicado al estudio y a la enseñanza universitaria. Y
fue a finales de 1244 cuando Decidió ingresar en la orden, atraído por esta nueva forma
de vida religiosa, abierta a las nuevas realidades sociales, que tomaba parte en el debate
cultural y que se hallaba exenta de intereses mundanos.6 Pero el ingreso a la orden lo hizo
clandestinamente, debido a la oposición familiar que veía así truncados sus planes y
aspiraciones. Por la aversión de la familia hacia los deseos de Santo Tomás, el maestro Juan
decidió llevarlo consigo, con objeto de enviarlo a París, a continuar sus estudios, una vez
terminado el noviciado en el convento de Bolonia.

Enterada su familia de los deseos y planes que Sto. Tomás tenía, fue raptado por sus
hermanos y retenido por ellos durante más de un año en el castillo de Roccasecca, con la
intención de disuadirlo de su ingreso definitivo en la orden, cosa que no consiguieron
dejándole, finalmente, cumplir su voluntad. Se dirigió posteriormente a París, probablemente
en el verano de 1245. Permaneció en esa ciudad probablemente desde 1245 hasta 1248.

En 1246, terminó, en la Facultad de Artes en la Universidad de París, sus estudios de


bachiller, que había iniciado en la Universidad de Nápoles. Al año siguiente comenzó sus
estudios de Teología. Siguió los cursos de San Alberto Magno7, que gozaba de un enorme
prestigio. 8 A esta época pertenecen quizá dos obras de escolar: De fallaciis y De
propositionibus modalibus. En 1248, Santo Tomás abandona París para acompañar a su
maestro, que había sido encargado de dirigir el nuevo Studium generale establecido por la
orden en Colonia.

Sus compañeros de la época le pusieron el apodo de buey mudo de Sicilia, debido,


suponemos, a su gran estatura y a su silencio y concentración. Alberto Magno vio el enorme

6
Cfr. REALE Giovanni, ANTISERI Darío. Historia del pensamiento filosófico y científico, tomo primero,
antigüedad y edad media. Herder, Barcelona, 1995, p.479.
7
San Alberto Magno (1206-1280) Nacido en la ciudad alemana de Lauigen, fue fraile dominico, filosofo, teólogo
y doctor de la iglesia. Escribió extensamente sobre materias científicas, como también sobre teología y filosofía,
estando en esta última fuertemente influido por las obras de Aristóteles. También Fue uno de los primeros en
advertir que era vital encontrar un modo de armonizar la filosofía de aristotélica con el cristianismo. Mereció el
sobre nombre de doctor universalis (doctor universal).
8
Cfr. FORMENT G., Eudaldo, Suma contra gentiles l, introducción general, BAC, Madrid, 2017, p. XV
talento de Tomás de Aquino por lo que señala “Llamáis a éste el buey mudo, pero yo os
aseguro que este buey dará tales mugidos con su ciencia que resonarán en el mundo entero”9.

En su estancia en colonia, prosiguió sus estudios y se ordenó sacerdote, comenzando


su profesorado. Por entonces le ofrecieron el cargo de abad de Monte Cassino, el cual
rechazo.10 En colonia permaneció hasta 1252. A finales de ese año, después de casi cuatro
cursos en Colonia, Santo Tomás es nuevamente enviado a París para ocupar una vacante de
profesor sentenciario con el maestro Elías Brunet.

Al llegar a la Universidad de París, el Aquinate se encontró con una fuerte oposición de parte
de los maestros seculares, que envidiaban a los frailes mendicantes por su éxito entre los
estudiantes y también el que tenían en sus iglesias, por su mayor formación y piedad. 11 Se
desato una fuerte contienda de escritos dirigidos del uno al otro, entre Santo Tomás y
Guillermo Saint Amour12 -líder de los maestros seculares-, creando cada vez más, un ambiente
tenso. Era muy grande la disputa que se había desato en la universidad que se llegó hasta el
grado de pedir la intercesión de Roma, quien en un primer momento por medio del Papa
Inocencio IV al recibir una obra de Saint Amour, derogó los privilegios de las órdenes
mendicantes que tenían para poder realizar su carisma.

A los dieciséis días muere el Papa antes mencionado, y su sucesor Alejandro IV, declina
por los frailes, pues concedió los privilegios de las órdenes mendicantes, en el año de 1255. A
pesar de los privilegios concedidos a los mendicantes por parte del pontífice los problemas
continuaron, pues Guillermo de Saint Amour seguía escribiendo en contra de los frailes pero
no por mucho tiempo porque por orden del Papa fue desterrado de París, y con esto
momentáneamente terminaba la batalla contra las órdenes mendicantes.

Y así, el año 1256, Santo Tomás fue es promovido al grado máximo de maestro o
doctor, por el pontífice Alejando IV, mismo que le concedió la licencia para enseñar y ocupar
la cátedra para extranjeros en la universidad de París como sucesor de Elías Brunet, pero fue

9
Cfr. FR. RAMÍREZ, Santiago O. P., Suma teológica, introducción general, BAC, Salamanca, 1964, p. 10
10
Cfr. Guillermo Fraile, O.P. Historia de la filosofía, Tomo II Filosofía judía y mulsumana. Alta escolástica:
desarrollo y decadencia. BAC. Madrid, 1986. pp. 259-260.
11
Cfr. FORMENT G., Eudaldo, Suma contra gentiles l, introducción general, BAC, Madrid, 2017, p. XV
12
Célebre teólogo francés, doctor de la Sorbona, canónigo de Beauvais y rector de la universidad de París;
nació a principios del siglo XIII, y murió en 1272. Se distinguió por sus disputas con los frailes mendicantes,
contra los cuales escribió una obra titulada De los peligros de los últimos tiempos.
hasta 1257 que logró asumir el cargo a causa de oposición antimendicante, que permanecía
en la universidad. En esta época el Aquinate escribió los opúsculos Sobre el ente y la esencia
y Sobre los principios de la Naturaleza. Termino el escrito sobre los cuatros libros de las
Sentencias del maestro Lombardo. Como también las Cuestiones disputadas sobre la Verdad
y las Cuestiones Quodlibetales de la VII a la XI.13 Inicia a escribir la Suma contra los gentiles.

En el año 1259, Santo Tomás regreso a Italia, pues fue nombrado consejero teológico
y conferencista en la Curia Papal, entonces el centro de todo el humanismo. En este país
permaneció nueve años, los más fecundos de su vida. Fue profesor en Anagni con Alejandro
IV (1259-1261), en Orvieto con Urbano IV (1261-1265), pontífice que le encomendó, por su
buena relación y afecto, la composición de un oficio para la fiesta del Corpus Christi, a la cuál
accedió y creó la obra maestra que conocemos. También mientras albergaba en Orvieto tuvo
la fortuna de encontrarse con su hermano religioso Guillermo Moerbeke, quien, a ruego suyo,
le tradujo del griego obras de Aristóteles. Estuvo también en Santa Sabina de Roma (1265-
1267) y en Viterbo con Clemente IV (1267-1268), mismo que le ofreció a Tomás de Aquino
dos veces el arzobispado de Nápoles, pero él lo rechazó. Durante su periodo de residencia
en Italia escribió sus mayores obras: la Suma contra gentiles (iniciada en París), el segundo
Comentario a las sentencias, y la I y II parte de la Suma teológica.14

En los años 1269-1272 se encuentra nuevamente en parís, ocupando la catedra de


maestro de teología. Se le considera a esta la etapa más destacada de su producción científica.

Estos tres años de residencia en París fueron, para Santo Tomás también los años mas
duros de su vida, pues tenía que luchar en triple frente: 1. Contra los enemigos de las ordenes
mendicantes, que hallaron representantes muy elocuentes en Nicolás de Lisieux y en Gerardo
de Abbeville. El Aquinate escribió en contra ellos Sobre la perfección de la vida espiritual y
Contra la doctrina de los que apartan del ingreso a las órdenes religiosas. Contra Siger de
Brabante, autorizado maestro de la facultad de artes, quién, por su radical aristotelismo o
también conocido como averroísmo15, de signo totalmente anticristiano, ponía en el más grave

13
Cfr. FORMENT G., Eudaldo, Suma contra gentiles l, introducción general, BAC, Madrid, 2017, p. XVI
14
Cfr. ABBAGNANO, Nicolás, Historia de la filosofía, Vol. I Filosofía antigua-Filosofía patrística-Filosofía
escolástica, HORA, Barcelona, España, 1994. p. 457
15
Recibe el nombre de averroísmo las doctrinas de Averroes, filósofo musulmán cordobés, más conocido como
el Comentador, por la gran cantidad de libros que escribió comentando las obras de Aristóteles. No hace falta
decir que esto casi le cuesta la vida, y sus obras serán prohibidas en el mundo islámico. En pleno siglo XIII,
interpreta los escritos de Aristóteles tal como aparecen, rescatándolo de las influencias platónicas. *
peligro la obra de la vida de Santo Tomás. Entonces, escribió contra Siger Sobre la unidad del
intelecto, una de las obras más profundas de toda su filosofía. 3. Contra el agustinismo, que
entonces mantenían aun inviolablemente no sólo los franciscanos, sino también muchos
sacerdotes seculares16.

A raíz de esto, en 1270 condena radicalmente al averroísmo, logrando que la tradición


y los postulados canónicos de la iglesia le desterrasen de la enseñanza católica oficiante. Meses
después de lo ocurrido, en este mismo año se pareció retractar, recordando entonces su
racionalismo y dijo que a su manera él era también un conjurante y un apostata, puesto que
daba peculiar preminencia a la razón sobre la fe, en sus anteriores enseñanzas. Pareció fracasar
y sumirse en los abismos de tal manera que pocos creyeron realmente que podría volver a
resurgir. Tal fue su auto destierro y exilio obligado durante dos años, en plena madurez de
pensamiento y acción.17

En el 1272, ante la insistencia del Rey Carlos I de Anjou, que lo pedía como profesor
de la universidad de Nápoles, recibió el permiso de sus superiores para marchar desde París
nuevamente a Italia. Su encomienda era ahora establecer y dirigir una escuela dominica de
estudios superiores. Permaneció allí hasta 1274, año en que fue designado como consejero
especial del papa Gregorio X, en el segundo Concilio Ecuménico de Lyon, Francia, donde se
trataba nuevamente de reparar el cisma entre iglesias de Occidente y de Oriente, de conciliar a
Roma con Atenas y Constantinopla.18 Santo Tomás inicio el viaje, pero nunca llego a su destino,
por que murió en el camino, el 7 de marzo de 1274, en el monasterio cisterciense de Fossanuova,
entre Nápoles y Roma. Tenía cuarenta y nueve años de edad, y dejaba tras de sí una vida
consagrada al estudio y a la enseñanza. Su vida no fue de gran actividad o agitación externa, si
exceptuamos el incidente de su prisión juvenil, los viajes más o menos frecuentes, y las
controversias en que se vio envuelto; pero fue una vida consagrada a la búsqueda y defensa de
la verdad y una vida llena de una profunda motivación espiritual19.

16
Cfr. FISCHL, Johann. Manual de historia de la filosofía. Herder. Barcelona. 1997. p. 186
17
Cfr. CRUZ. O. Oscar René. Santo Tomas, Biografía del genio. Cruzosa. 1982. Pp. 10-11
18
Cfr. Ibídem, p. 25
19
Cfr. COPLESTON, Frederick, Historia de la Filosofía, Vol. II de San Agustín a Escoto, Ariel, Barcelona, 1983, p.
299-300
Grande y universal fue el sentimiento por su muerte. San Alberto Magno, que por divina
revelación la conoció en el mismo instante de acaecer, prorrumpió en lágrimas y sollozos,
diciendo: “Ha muerto mi hijo Fray Tomás, flor del mundo y luz de la iglesia”.20

Santo Tomás fue canonizado como santo por el papa Juan XXII, después de haber sido
aceptado como supremo maestro teologal, en el año de 1323, y San Pio V luego lo proclamo
como protector y lego eclesiástico en 1567, considerado como principal protagonista de la
ortodoxia católica durante la crisis cismática de la reforma; y luego, desde el final del siglo
XVIII hasta nuestros días. En el año 1879 fue declarado como patrón universal de todas las
escuelas católicas por papa León XII. Los restos humanos de Santo Tomás, después de la
revolución francesa, se conservan hasta ahora en la iglesia de San Sernin.

La continua vuelta de ojos hacia la figura de Santo Tomás por parte de la ecclesia, desde
su canonización en el siglo XIV, no hace olvidar el difícil trato que se le dio en los arduos
tiempos vividos en el siglo XIII, en medio de la conmoción eclesiástica por la renovación
teológica .21

En el espacio de unos veinte años, es lo que comprende su actividad docente y literaria


de Santo Tomás, especialmente en los dieciséis en su estancia en Italia y su segundo magisterio
en París, desplegó una fecundidad asombrosa como escritor, abarcando las formas y materias
más diversas. Su vida y obra es de extrema llaneza y simplicidad. Su crónica es sumamente
modesta. Una vida pubertad debatida, un viaje, una carrera universitaria, una vocación de por
vida devota a la iglesia, estancias en París, en colonia, en la Curia Romana, en París
nuevamente, en Nápoles. Una vida de teólogo y Filósofo, de estudioso y lego. De profesor y
consejero. De funcionario eclesiástico. Una obra controvertida y polemizada. Una
trascendencia innegable de múltiples bifurcaciones y ramificaciones hasta nuestros días. Sin
embargo sería un error considerar que su vida fue hierática o quietista, sin ninguna emoción.
El drama profundo de su lucha intelectual en la vida religiosa y eclesiástica, en pro de la
supervivencia de la ecclesia, habla elocuentemente de la importancia emocional de la vida
Aquiniana.

La obra de Santo Tomás, conjuga un renacimiento cultural y científico del evangelio,


con necesidad de poner al día, filosófica y científicamente, los aspectos más profundos,

20
Cfr. FR. RAMÍREZ, Santiago O. P., Suma teológica, introducción general, BAC, Salamanca, 1964, p. 44
21
Cfr. CRUZ. O, Oscar René, Santo Tomas, Biografía del genio, Cruzosa, 1982. p. 26
teológicos y canónicos. Para Él, el individuo y su alma eran la vida misma de la iglesia
Cristiano-Católica de occidente.22

De esta manera hemos expuesto los momentos más importantes del itinerario de vida
de Santo Tomás de Aquino y, al mismo tiempo, hemos señalado algunas de sus grandes obras,
indicando de manera concisa, cuando era posible, el lugar y el tiempo en que fueron escritas,
así como los motivos de su publicación. Ahora nos referiremos hablar sobre el carácter de su
doctrina o pensamiento, puntualizando en los aspectos más importantes.

 Carácter de la doctrina tomista

Tomás de Aquino es el maestro del orden, el gran sistematizador de la filosofía cristiana.


Si a esto unimos su carácter tranquilo, podríamos pensar que tuvo una vida también tranquila,
dedicada al estudio y alejada de las tensiones y luchas que caracterizan la Baja Edad Media. En
su actividad docente despertó el interés y admiración de los estudiantes, entusiasmados por la
novedad de su método y sus opiniones. Tomás de Aquino se ocupó y preocupó por elaborar un
sistema de pensamiento que conciliara la autoridad de “el Filósofo”23 con la teología cristiana.
Y, a pesar de todos los problemas, lo consiguió. Por eso se entiende el prestigio que alcanzó su
pensamiento, con todas las presiones, ataques y controversias con las que tuvo que ejercer su
labor este hombre bonachón, tranquilo y reservado. Es el creador del sistema filosófico cristiano
que más ha influido en Occidente y el autor más importante en la enseñanza de la Iglesia. Se le
ha comparado a un gran arquitecto del pensamiento.

Sus obras son una arquitectura admirablemente trabada, una vigorosa construcción, en
que, como en las grandes catedrales de su tiempo, se unen la suma sobriedad con la suma
sencillez, la robustez con una suprema simplificación y elegancia de líneas. Ningún filósofo le
ha igualado jamás en la depurada precisión de conceptos ni en el riguroso orden sistemático de
la exposición. No es la originalidad, sino el vigor y armonía de la construcción lo que encumbra
a Santo Tomás sobre todos los escolásticos. 24

22
Cfr. CRUZ. O, Oscar René, Santo Tomas, Biografía del genio, Cruzosa, 1982. p. 6
23
Con ese término, Santo Tomás hace referencia a Aristóteles, cuando lo cita en sus obras.
24
Cfr. Guillermo Fraile, O.P. Historia de la filosofía, Tomo II Filosofía judía y musulmana. Alta escolástica:
desarrollo y decadencia. BAC. Madrid, 1986. pp. 264-265.
la filosofía de Santo Tomás ha dejado una fisura: si para el agustinismo eclesiástico
tradicional, el ser humano era pecador irremisible, merced al pecado original adamita; y debía
ser considerado como malévolo y perdido en naturaleza, de no redimirse voluntariamente en
conciencia y alma por el espíritu divino, en su gracia, amor y compasión. El Aquinate, lejos de
comulgar con esta tradición de doce siglos de pensamiento, y más precisamente desde la era
agustiniana del siglo V, había introducido el dualismo de Fe-razón, inclusive subordinando la
fe a la razón humana y considerando al hombre, al ser humano como puro e inocente, en tanto
creado, capaz de corromperse en voluntad, actuación y conductas propias, pero no por su propia
naturaleza.25

Como todos los medievales, Santo Tomas presto gran atención al gran problema de la
relación entre la razón y la fe, es por eso que su sistema se basa en la determinación rigurosa de
la relación entre razón y la fe. Santo Tomás comienza distinguiendo, para concluir
armonizando. La razón y fe, se tratan de dos órdenes distintos, pero no expuestos, antagónicos
ni contradictorios, sino que se complementan y convergen en una misma meta intencional,
porque tienen por origen, causa y principio al mismo autor: Dios. La revelación no anula ni
hace inútil la razón: la gracia no destruye la naturaleza, sino que la perfecciona. La razón le
puede sirve y ayudar, demostrando los preámbulos de la fe, es decir, aquellas verdades cuya
26
demostración es necesaria a la misma fe. Pero, por otra parte tampoco podríamos decir que
por el hecho de que Santo Tomás restringa el campo de la razón a favor de la fe, que proscribe
a la razón de la teología y la reduce a una sola dimensión fideísta, esto no es, lo verdadero es lo
contrario. Él se esforzó demasiado para construir una teología como ciencia. En este punto
introdujo una distinción de gran importancia entre dos clases de ciencias: unas, que parten de
principios evidentes por sí mismos; otras, que parten de principios suministrados por una
ciencia superior.27

Silenciosamente y sin alboroto, Santo Tomás llevó a cabo una de las mayores
revoluciones doctrinales de la historia, de una escolástica falsamente tradicional, que cerraba a
todo progreso, a una escolástica viviente y fecunda, en la que, después de asimilarlas, introduce
las nuevas aportaciones de la filosofía de Aristóteles, de los neoplatónicos, de los musulmanes
y judíos. La escolástica tomista tiene un carácter propio, destacado y un sello tan fuerte de

25
Cfr. CRUZ. O, Oscar René, Santo Tomas, Biografía del genio, Cruzosa, 1982. p. 21
26
Cfr. MERINO, José Antonio, Historia de la filosofía medieval, BAC, Madrid, 2001, pp. 188-189
27
CHATELET, Francois, Historia de la filosofía, Espasa-Calpe, S.A., Madrid, 1982, p. 373
originalidad, como puede tenerlo otro cualquier otro sistema. Desde sus escritos juveniles
(Comentario a las sentencias, opúsculo De ente y esencia) aparecen numerosas novedades, que
debieron de impresionar a sus contemporáneos. En ellos se definen ya con toda claridad las
nociones directrices de su pensamiento: concepto de ser, de acto-potencia, forma-materia, etc.28

La filosofía de Santo Tomás es esencialmente realista y concreta. El Aquinate adopta


sin duda la formula aristotélica de que la filosofía primera o metafísica estudia el ser en cuanto
ser; pero está perfectamente claro que la tarea que él se propone es la de explicar el ser existente,
en la medida en que eso pueda ser conseguido por la mente humana. En otras palabras, no
presupone una noción a partir de la cual haya de deducirse la realidad, si no que toma su punto
de partida en el mundo existente, e inquiere cuál es su ser, cómo existe, cuál es la condición de
su existencia. A demás su pensamiento se concreta en la Existencia Suprema, en el Ser que no
meramente posee existencia, sino que es su propia existencia, que es la plenitud misma de la
existencia, el ipsum ese subsitens. El pensamiento de Santo Tomás permanece siempre en
contacto con lo concreto, con lo existente, tanto con aquello que tiene existencia como algo
derivado, recibido, como con aquello que no recibe la existencia, sino que es existencia. En este
sentido es verdadera la afirmación de que el tomismo es una “filosofía existencial”, aunque es
desorientador llamar a Santo Tomás “existencialista”, puesto que la Existenz de los
“existencialistas” no es la misma cosa que el esse de Santo Tomás; ni tampoco el método
tomista de abordar el problema de la existencia es el mismo que emplean los filósofos hoy
llamados existencialistas. 29

Una de las principales características de la filosofía de Santo Tomás es su “objetividad”.


El objeto inmediato del entendimiento humano es la esencia de la cosa material, y Santo Tomás
edifica su filosofía por reflexión sobre la experiencia sensible. En sus pruebas de la existencia
de Dios, el proceso de argumentación va siempre del mundo sensible a Dios. Indudablemente,
alguna de las pruebas podría aplicarse al alma misma como punto de partida, y desarrollarse
de un modo diferente; pero el hecho es que no fue esa la manera de Santo Tomás, y la prueba a
la que él mismo llama vía manifestior es la que depende más estrictamente de los argumentos
de Aristóteles. La “objetividad” aristotélica de santo tomas puede parecer desconcertante a
aquellos para quienes “la verdad es la subjetividad”; pero al mismo tiempo es una gran fuente

28
Cfr. Guillermo Fraile, O.P. Historia de la filosofía, Tomo II Filosofía judía y musulmana. Alta escolástica:
desarrollo y decadencia. BAC. Madrid, 1986. P. 266
29
Cfr. COPLESTON, Frederick, Historia de la Filosofía, Vol. II de San Agustín a Escoto, Ariel, Barcelona, 1983, p.
303
de fuerza, puesto que significa que sus argumentaciones pueden ser consideradas en sí mismas,
aparte de la vida de santo tomas, por sus propios méritos y deméritos, y que la cuestión principal
es, en su caso, no la de su espiritualidad personal sino la del carácter convincente de los
argumentos mismo. A pesar de lo dicho, santo tomas fue un filósofo cristiano. Como ya hemos
indicado, sigue a Aristóteles al hablar de la metafísica como la ciencia del ser en cuanto ser;
pero el hecho de que su pensamiento se centraba en lo concreto, y el hecho de que él era un
filósofo cristiano, le llevaron a subrayar también la opinión de que la filosofía primera se dirige
completamente al conocimiento de Dios como último fin, y de que el conocimiento de Dios es
el fin último todo conocimiento y operación humana. 30

La importancia del tomismo consiste en la aportación de un riguroso espíritu científico.


Nadie puede dudar que Santo Tomás fue un místico elevadísimo y un finísimo poeta. Pero
cuando se trataba de hacer ciencia, en el sentido estricto de la palabra dejaba de lado las
efusiones del sentimiento y las lindezas de la literatura para seguir un método estricto, que es
el que le conducieron a resultados verdaderamente científicos

Entre estas pocas ideas mencionadas de Aristóteles, retomadas por Santo Tomas y
también sobre el método empleado por él, llevaron a que su doctrina adoptase un carácter propio
y único, colocándola como la más sublime de la escolástica. A continuación vamos

 Innovación del tomismo

Se ha dicho de Santo Tomás que es el príncipe de la escolástica. Esto tiene un recto


sentido, pues en realidad es un verdadero fundador. Cuando se mira retrospectivamente al siglo
XIII desde una fecha muy posterior, no siempre se reconoce el hecho de que Santo Tomás fue
un innovador, que su adopción del aristotelismo fue audaz y “moderna”. En el siglo XIII, Santo
Tomas se enfrentaba con un sistema de creciente influencia e importancia, que parecía en
muchos aspectos ser incompatible con la tradición cristiana, pero el Aquinate audazmente tomó
al toro por los cuernos y utilizó al aristotelismo para la edificación de su propio sistema, estuvo
muy lejos de ser una acción oscurantista; fue al contrario, una acción extraordinariamente
“moderna” y resultó de la mayor importancia para el futuro de la filosofía escolástica, y, en

30
Cfr. COPLESTON, Frederick, Historia de la Filosofía, Vol. II de San Agustín a Escoto, Ariel, Barcelona, 1983, p.
303-305
verdad, para la historia de la filosofía en general. Santo Tomás, presto, indudablemente, un
servicio incomparablemente al pensamiento cristiano al utilizar el instrumento que se le
presentaba, y, naturalmente, interpretó a Aristóteles en el sentido más favorable desde el punto
de vista cristiano. A demás, no es cierto que Santo Tomás no tuviese un sentido de
interpretación exacta: es posible no estar de acuerdo con todas sus interpretaciones de
Aristóteles, pero es indudable que, dada las circunstancias de su tiempo y la escaza información
histórica pertinente a su disposición, Santo Tomas fue uno de los más concienzudos y finos
comentarista de Aristóteles que han existido.31

Es tan majestuosa la utilidad que le da Santo Tomás, a Aristóteles para el desarrollo de su


doctrina; esta naturalmente ligada al cristianismo, que hasta nuestros días cuesta trabajo
hacernos a la idea que alguna vez haya podido extrañar o inquietar a los espíritus en el momento
de su aparición. Pero reflexionemos en las novedades que semejante sistema traía consigo. En
primer lugar, se invita a la razón a abstenerse de determinadas especulaciones; se le hace saber
que su intervención en las cuestiones teológicas más elevadas no puede sino comprometerla en
la causa que defiende. A continuación se arranca a la razón humana la dulce ilusión de que
conoce las cosas en sus razones eternas y ya no se le habla más de esa íntima presencia y de esa
consoladora voz interior de su Dios. Con objeto de impedirle con más seguridad esos vuelos, a
los que ya no tiene derecho, se la vincula al cuerpo, del que es directamente forma; por hiriente
que pueda parecer, a primera vista, este pensamiento, hay que resignarse a no escatimarle el
contacto inmediato con el cuerpo y renunciar a las formas intermedias que le separan de él. Más
aún, hay que admitir que esta alma racional, que es la forma única del cuerpo, hasta el punto de
ser una sustancia incompleta, sobrevive, empero, a este cuerpo y no perece con él. Reducida
por esta nueva situación a sacar de lo sensible todos sus conocimientos, incluso los inteligibles,
el alma ve cerrársela todos los caminos directos que conducen al conocimiento de Dios; se
acabó la evidencia directa que prueba su existencia; se acabaron esas intuiciones directas que
nos permiten leer, a través de las cosas, el transparente misterio de su esencia. El hombre debía
sentir la impresión de que se alejaba de Dios y, con frecuencia, hasta debía experimentar el
temor de que se le sepárese de Él.32

3131
Cfr. COPLESTON, Frederick, Historia de la Filosofía, Vol. II de San Agustín a Escoto, Ariel, Barcelona, 1983, p.
316
32
Cfr. GILSON, Étienne, La filosofía en la edad media, desde los orígenes patrísticos hasta el fin del siglo XIV,
Gredos, España,
A raíz de esto, se empezaron hacer acusaciones contra el tomismo, se echaba de ver cómo
se afirmaba un cierto aristotelismo integral, que se presentaba como la verdad racional absoluta
en contradicción con la verdad revelada por Dios, sus adversarios no desaprovecharon la
ocasión para atacarlo; pero sus intentos, e incluso los éxitos temporales que lograron sobre
Santo Tomás, debían a la postre de redundar en gloria de éste. Santo Tomás no estaba en el
terreno que se creía atacarle.

Lo que en él podía parecer averroísmo no era sino lo que retenía, como verdadero, de la
filosofía de Aristóteles, y lo que retenía, como verdadero, de la filosofía de Aristóteles tomaba
un sentido nuevo al incorporarse a su propio sistema. Por ejemplo, todo lo que había dicho
Aristóteles del ser, en cuanto sustancia cuya forma es el acto, se encontraba en la doctrina
tomista integrado y subordinado a una metafísica del ser concebido como una sustancia cuya
forma misma está en potencia respecto a su acto de existir. El Dios de Santo Tomás no es el
acto puro de pensamiento que presidia el mundo aristotélico, sino el Acto puro de existir que
ha creado de la nada el mundo cristiano de los individuos actualmente existentes, cada uno de
los cuales, estructura compleja de potencia y acto, de sustancia, de facultades y de operaciones
diversas, recibe su unidad del acto puro de existir, por el cual es todo eso justamente y que, por
derivar de este acto existencial el poder de obrar, trabaja incesantemente en perfeccionarse
según la ley de su esencia, en un esfuerzo constante por unirse de nuevo a su causa primera,
que es Dios. Al trascender así el aristotelismo, Santo Tomás introducía en historia una nueva
filosofía que, por su fondo más íntimo, era irreductible a cualquiera de los sistemas del pasado
y, por sus principios, permanece perpetuamente abierta al futuro. 33

Por último, no podemos dejar pasar por desapercibido, que aunque Santo Tomás adoptase
el aristotelismo como instrumento para expresión de su sistema, no fue ciego adorador de
Aristóteles, que desechase a San Agustín en provecho de la filosofía del pensador pagano. En
teología, Tomás sigue naturalmente las huellas de San Agustín, aunque su propia adopción de
la filosofía aristotélica como instrumento le permitió sistematizar, definir y argumentar
lógicamente a partir de doctrinas teológicas, de un modo que era extraño a la actitud
agustiniana. 34

33
Cfr. GILSON, Étienne, La filosofía en la edad media, desde los orígenes patrísticos hasta el fin del siglo XIV,
Gredos, España, p. 520
34
Cfr. COPLESTON, Frederick, Historia de la Filosofía, Vol. II de San Agustín a Escoto, Ariel, Barcelona, 1983, p.
317
Pero sobre la utilidad que le dió a San Agustín y otros pensadores, lo veremos en el
siguiente apartado, que está dedicado más a describir las influencias que recibo para crear este
tan sublime sistema.

 Influencias anterior y posterior del pensamiento tomista

Santo Tomás de Aquino es tenido como el gran sistematizador de la Filosofía medieval,


su obra es auténticamente original, pero a pesar de ello, no fue ajeno a ninguna corriente de su
tiempo. De muchos autores emana su pensamiento; utiliza sus fuentes con respeto y gratitud,
pero siempre con noble y abierta independencia, no se apegaba a seguir el pensamiento de
alguien en concreto, no vacilaba en corregirlos o en apartarse de ellos cuando no las considerase
en armonía con la verdad, sino que, más bien tomaba lo mejor que encontraba de ellos,
depurando lo más que se podía, aprobando lo cierto, rechazando lo falso.

<<Nada más lejos de él que el eclecticismo o que el mero papel de compilador.


Domina sus fuentes de información, las organiza, las completa y las perfecciona con
su propio trabajo personal. Con ser tan respetuoso para con los demás y tan
tradicional, Santo Tomás apareció ante sus contemporáneos como un novador y casi
como un revolucionario. >>35

Desde sus obras podemos identificar a la mayoría de autores que retoma, en cualquiera
de sus tratados abundan las citas de autores, por ejemplo, de latinos: San Agustín, Boecio,
Macrobio, Ulpiano, San jerónimo, San Isidro, entre otros… de griegos: Aristóteles, Platón, San
Gregorio de Nisa, San Juan Damasceno y seudo Dionisio, de musulmanes: Avicena y averroes,
y por ultimo de judíos: Ibn Garibol y Maimonides.36 Pero fueron unas cuantas influencias las
que más predominaron en el espíritu del pensamiento tomista, entre ellas se encuentran las
siguientes.

Primero, es menester, comenzar por Aristóteles, pues él, marcó lo básico de su filosofía,
es decir, el entramado de sus principales tesis es de origen aristotélico, se sabe que Santo Tomás
había comenzado a familiarizarse con el Estagirita durante su primera estancia en la universidad

35
FR. RAMÍREZ, Santiago O. P., Suma teológica, introducción general, BAC, Salamanca, 1964, p. 44
36
Cfr. Guillermo Fraile, O.P. Historia de la filosofía, Tomo II Filosofía judía y musulmana. Alta escolástica:
desarrollo y decadencia. BAC. Madrid, 1986. p. 267
de Nápoles, al inicio de sus estudios. Después, su aprendizaje vera de San Alberto debió de
ayudarle mucho para comprender el alcance y transcendencia de la filosofía peripatética. 37

En concreto, algunas de las ideas que retoma de Aristóteles se manifiestan en casi todas
las áreas de la filosofía, aunque siempre matizadas y completadas por su concepción cristiana
de la realidad, podemos coger algunos ejemplos de la utilización por Santo Tomás de temas
aristotélicos con fines de sistematización: en ontología encontramos los conceptos aristotélicos
fundamentales (forma/materia, acto/potencia, substancia/accidentes), o la creencia en la
existencia de los universales, de las esencias, conceptos a los que Santo Tomás añade la
oposición metafísica esencia/existencia y Dios como fundamento último de la realidad; en
teología natural, principalmente en la primera, segunda y quinta prueba, o en la concepción de
Dios como motor inmóvil, acto puro y forma inmaterial; en filosofía de la naturaleza, su
descripción del mundo físico es aristotélica, por ejemplo, las explicaciones finalistas del mundo
natural, o la división del mundo en mundo sublunar y mundo supralunar, con principios y leyes
distintas para cada ámbito; en teoría del conocimiento, la primacía de la experiencia en la
fundamentación del conocimiento (el conocimiento comienza con la percepción, aunque no se
limite a lo que ofrecen los sentidos, pues es posible el conocimiento de las realidades
trascendentes, por ejemplo de Dios y del alma); en antropología, su caracterización del alma,
en términos más próximos a Aristóteles que a Platón, (concepción biologista del alma, división
tripartita del alma: vegetativa, sensitiva e intelectiva), aunque, a diferencia de Aristóteles,
defiende con claridad la inmortalidad del alma espiritual individual; en ética Santo Tomás
acepta el concepto y la clasificación aristotélica de la virtud, pero añade las virtudes
sobrenaturales; finalmente, en política emplea las ideas de Aristóteles sobre la ley natural, y las
completa con la referencia a la ley eterna (concepto ajeno al pensamiento aristotélico).38

Por otro lado, en el pensamiento de Santo Tomás se puede percibir rasgos del pensamiento
de platón, por ejemplo, su huella en la Cuarta Vía para la demostración de la existencia de Dios,
la Vía por los grados de perfección (decimos huella porque en esta vía, también hay indicios
del pensamiento de Aristóteles) también se percibe la influencia de platón en el caso de la

37
Cfr. SARANYANA, José Ignacio, Historia de la filosofía medieval, Eunsa, Españana, 1989, p. 229
38
Cfr. www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/InfluenciasRepercusiones/SantoTomas-
InfluenciasyRepercusiones.htm
doctrina platónica de la participación, que Santo Tomás tomará para explicar la relación entre
Dios y las criaturas; entre el Ser necesario y el ser contingente.39

El pensamiento medieval dejó también su huella en la filosofía de Santo Tomás, desde


filósofos árabes como Avicena (siglo XI) (en su distinción entre esencia y existencia, y la
tercera vía, de lo contingente a lo necesario) y Averroes (siglo XII), al hebreo Maimónides
(siglo XII), muy apreciado por Santo Tomás entre otras cuestiones por su defensa de la creación
del mundo de la nada y por su forma de entender las relaciones entre la fe y la razón. Es
importante destacar la figura de Averroes porque Santo Tomás tuvo que enfrentarse a sus
seguidores cristianos (averroísmo latino) para mostrar que las interpretaciones que éstos
ofrecían de Aristóteles relativas al origen del mundo y a la inmortalidad del alma eran erróneas,
y así justificar la posibilidad de aceptar la filosofía aristotélica desde la perspectiva cristiana.
También la polémica contra la teoría de la doble verdad de los averroístas le permitió hacer una
defensa de la armonía entre los dos órdenes de conocimiento, problema que tanto preocupó al
pensamiento medieval, el orden de conocimiento racional (la filosofía) y el orden de
conocimiento sobrenatural (la religión).

Por supuesto, acepto también la autoridad indiscutible de San Agustín (354-430),


especialmente en teología, mostrándose cauteloso respecto a temas filosóficos del Obispo de
Hipona, pero, acogió e incorporó algunas de sus doctrinas, por ejemplo, la del
transcendentalismo causal y el ejemplarismo divino. Influyó mucho en Él, Pseudo-Dionisio
(siglo V) con su obra De divinis nominibus, de la cual, Santo Tomás, recogió buena parte de su
doctrina sobre los transcendentales, el valor de las teologías apofática y catafática (negativa y
afirmativa) para el conocimiento de la esencia divina, la doctrina sobre el orden cosmológico
del universo, la solución al problema del mal (complementando la visión que había obtenido de
San Agustín). Y por último, de Boecio (480-524), especialmente de su obra De hebdomadibus
de la cual obtuvo el famoso binarium <<quod est>> y <<quo est>> o ese, que interpretó dándole
un alcance que no había tenido en el contexto de su creador, también tomó del pensador romano varias
e importantes definiciones, como las de eternidad, persona, destino, providencia, etc. El Liber de causis,
que glosó durante su segundo magisterio parisino, le sirvió también para perfilar su noción de esse. 40

Hemos especificado algunas influencias anteriores al pensamiento del Doctor Angelico,


ahora vamos hacer un recuento de algunas influencias posteriores. Tras su muerte, hubo una

39
Cfr. MERINO, José Antonio, Historia de la filosofía medieval, BAC, Madrid, 2001, pp. 206-207
40
Cfr. SARANYANA, José Ignacio, Historia de la filosofía medieval, Eunsa, Españana, 1989, p. 230
importante oposición a su filosofía, particularmente de los franciscanos, que reivindicaron a
San Agustín como el más fiel exponente del punto de vista cristiano; la oposición culminó en
la condena de algunas de las doctrinas tomistas por parte de las autoridades eclesiásticas de
París y Oxford en 1277. Pero a despecho de las resistencias que encontró, la doctrina de Santo
Tomás le ganó pronto numerosos discípulos, no solamente dentro de la orden dominicana, sino
también en otros medios escolares y religiosos. 41

El tomismo se afirmó en la estimación de los pensadores debido a lo completo de su


síntesis, a su lucidez y a su profundidad. Por ejemplo, su magnífica teoría de la ley natural
influyó en el siglo XVI en la Escuela de Salamanca (principalmente Francisco de Vitoria
((1483-1546), que desarrolló el “derecho de gentes” y al que algunos consideran el creador del
Derecho Internacional)) y en el llamado Iusnaturalismo (Hugo Grocio (1583-1645)). También
influyó en la filosofía moderna a través de las Disputaciones metafísicas de Francisco Suárez
(1548–1617), y así, aunque muy alejados, e incluso opuestos a Santo Tomás en muchos temas,
su presencia es innegable en Descartes, que utilizó las pruebas tomistas por la causalidad
eficiente y por la contingencia, aunque con importantes modificaciones, para la demostración
de la existencia de Dios, o en Leibniz que, con el mismo fin empleará la tercera Vía, la Vía por
la contingencia.
La aparición de nuevos sistemas filosóficos a partir de la Edad Moderna eclipsó el
pensamiento tomista; pero en el siglo XIX un grupo de pensadores italianos, inspiradores de la
encíclica de León XIII Aeterni Patris (1879) en la que se defiende el pensamiento de Tomás
de Aquino como el más adecuado al cristianismo, marcó la renovación de su pensamiento en lo
que se ha dado en llamar neotomismo o neoescolástica. Los principales representantes de la
neoescolástica contemporánea son J. Maréchal, J. Maritain y E. Gilson. En la Encíclica, antes
citada, "Aeterni Patris", León XIII le declaró "príncipe y maestro de todos los doctores
escolásticos" y, en 1880, le designó patrono de todas las universidades, academias y escuelas
católicas de todo el mundo.
En claro contraste con las gravísimas dificultades que ofrece su filosofía para
conciliarla con la ciencia moderna (principalmente la nueva física y más aún la teoría
evolucionista), el empirismo y, por supuesto, el materialismo tan presentes en nuestra época,
Santo Tomás se ha convertido en el filósofo con más presencia en el seno de la Iglesia: la Iglesia

41
Cfr. GILSON, Étienne, La filosofía en la edad media, desde los orígenes patrísticos hasta el fin del siglo XIV,
Gredos, España, p. 520
estableció para sus centros de enseñanza superior, seminarios y facultades de Teología los
principios de la doctrina de Aquino; en su obra buscaron consejo e inspiración los teólogos y
eclesiásticos que participaron en los Concilios, por ejemplo el de Trento; los sucesivos
Catecismos de la Iglesia rescatan su teología; su concepción de la naturaleza humana y la idea
de la ley natural sirven de fundamento para la moral católica oficial...
Capítulo I

NOCIONES DEL PENSAMIENTO ANTROPOLÓGICO DE SANTO TOMÁS DE


AQUINO.

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