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-Integrantes: Miguel Cayupan Ruiz, Pedro Cancino Velarde, Fernando Torres Zúñiga.
A) El autor al presentar las dos caras o dimensiones de exclusión educativa nos plantea que,
por un lado hay una dimensión de exclusión que está afuera de la escuela que consiste en la
marginación de los alumnos y alumnas del sistema educativos, es decir, que no dan curso a
sus procesos de escolarización, además está estrechamente relacionado con la posibilidad de
ir superando los niveles educativos y avanzando las etapas de la escuela, esto implica que
debido a las dificultades que tienen los alumnos y alumnas fuera del sistema educativo no
pueden ingresar a este, generando una exclusión principalmente hacia los estratos más bajos
de la sociedad. Esto por ejemplo se evidencia en el acceso al sistema universitario Chileno,
donde quienes ingresan a la Universidad son en su mayoría personas con un nivel económico
y socio cultural superior a la media de la población.
Partiendo de la base que en las escuelas hay estudiantes con diferentes niveles
socioculturales, económicos, de conducta, entre otros. La dimensión de exclusión del
conocimiento hace referencia a que en la escuela no son tomados en cuenta todos los
conocimientos que portan sus alumnos y alumnas, como el capital cultural que tienen. Por lo
tanto en el desarrollo de los aprendizajes se dejan aspectos de lado, como las expresiones
lingüísticas que algunos/as estudiantes o conocimientos no formales. Es más compleja que
la exclusión escolar, porque se sabe responder a la cobertura educacional, pero no se sabe
responder a las demandas por mayor conocimiento o por las complejidades de este, ya que
lo segundo es necesario desarrollar por su complejidad y no solo invertir. En palabras de
Emilio Tenti: “los que más capital cultural tienen son los que más demandan y exigen. En el
extremo los más desposeídos de cultura son quienes están en peores condiciones de
demandarla”. 1 En la visión de este conflicto por el autor entendemos que el conflicto no es
cuestión de mayor inversión, más bien esta segunda dimensión afecta a los más desposeídos
por tanto no es prioritario para las políticas que emanan desde el gobierno lo que asegura el
circulo segregatorio.
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Tenti, Emilio. “La escuela y la cuestión social”. Conferencia. Revista Diálogos Pedagógicos, n° 11, 2008, p.
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social, sobre todo en el contexto del neoliberalismo donde la desprotección de los estratos
marginados y las políticas pactadas por los ministerios “sociales” –termino expuesto en el
trabajo de Emilio Tenti para los ministerios de educación- mantienen una relación estatal
asistencialista y unilateral, sin embargo la principal diferencia entre las dos dimensiones es
la solución generada por los gobiernos, siendo la marginación de la estructura educativa la
causa del fomento y cobertura de establecimientos a lo largo de los territorios, sin embargo,
una demanda por mayor conocimiento que conlleva una demanda también por el “saber
hacer” no genera respuestas coherentes permitiendo la marginación de los sectores de menor
capital cultural que están en una posición menos favorable para esta demanda. Por supuesto
otro factor de incidencia en dicha marginación dice relación con las estructuras del
establecimiento en sí mismo, el cual dentro de las dinámicas no logra satisfacer la inclusión
real por tanto sin un programa integral que comprenda una mayor redistribución económica
y por tanto un giro a las políticas individualistas para dar paso a una visión más colectiva de
las necesidades. Por último, el autor hace un paralelismo entre la necesidad material de un
requerimiento básico como el pan para el hambre, establecimientos para educarse, y la falta
de propuestas para una demanda de mayor y mejor conocimiento que por cierto no se resuelve
con políticas aisladas y autónomas2.
B)
Por otro lado consideramos que el sistema educativo chileno en torno a su composición
(colegios particulares, particulares subvencionados, municipales) genera notables diferencias
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Tenti, Emilio. “La escuela y la cuestión social”. Conferencia. Revista Diálogos Pedagógicos, n° 11, 2008, p.
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educativas sosteniendo la estratificación social del país, a lo que se llama coloquialmente una
“educación para ricos” y una “educación para pobres”, como dice Emilio Tenti, “Los
programas implementados siempre fueron mínimos frente al tamaño de la población afectada
y a la gravedad del costo humano de las políticas económicas neoliberales” 3, esto quiere
decir que ante las consecuencias segregadoras del modelo neoliberal, la acumulación de
capitales por el grupo más favorecido, el tamaño amplio de desfavorecidos no fueron
correspondidos por las políticas estatales que por el bienestar del modelo requieren el
mantenimiento de este mismo.
A modo de conclusión, el modelo educativo chileno por un lado unifica, pero se necesitan
políticas igualitarias de carácter colectivo, el que se encargue de palear definitivamente las
grandes diferencias que podemos evidenciar en nuestro sistema, diferencias que se muestran
en los grandes ámbitos de nuestra sociedad, es decir, necesitamos un nuevo modelo que nos
configure en el ámbito educacional.
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