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EL GRAN IMPACTO DE LOS CONFLICTOS ESCOLARES

A nivel mundial, es evidente que los niños y adolescentes no son una minoría en
el sentido habitual del término, pero sí lo son en tanto que son un grupo de
personas cuya «minoría de edad» condiciona su toma de decisiones, y que se
encuentra en gran medida a expensas de las que toma una mayoría distinta a la
de sus propios componentes demográficos. Por ello, creemos conveniente
analizar uno de los aspectos intraespecíficos más de actualidad, como es el caso
de los conflictos en la escuela, protagonizados por los menores.

Puede ser que el ámbito educativo sea un espacio privilegiado para que se den
varios tipos de conflictos, ya que podemos decir que las personas que componen
este ámbito tienen sus propias historias que pueden chocar con el grupo. A partir
de aquí pueden surgir conflictos interpersonales, los cuales son muy frecuentes en
los colegios, presentando éstos diferentes manifestaciones.

El conflicto lo podemos definir como el conjunto de dos o más hipotéticas


situaciones que son excluyentes: es decir que no pueden darse en forma
simultánea. Por lo tanto cuando surge un conflicto, se produce un enfrentamiento,
una pelea, una lucha, o una discusión, donde una de las partes intervinientes
intenta imponerse a la otra. También lo podemos definir como el proceso de
oposición a los intereses entre dos personas. Este proceso puede que se deba a
una dinámica de antagonismo llegando a manifestaciones violentas. Puede ser
que la mayoría de los conflictos se vayan desarrollando y modificando en función
de los contextos del momento. Además las causas pueden ser múltiples y se
interrelacionan entre sí, de manera que es difícil encontrar la causa única como
origen del conflicto.

La escuela es una institución que educa para la vida y en la vida hay que saber
convivir. Así de sencillo o más bien dicho, decirlo es sencillo, pero como institución
social donde a diario se relacionan cientos de personas vivir en convivencia
resulta con frecuencia un dilema y más aún cuando no se le da la necesaria
atención a la transformación de los conflictos, la escuela se puede convierte en un
territorio hostil para docentes, directivos, alumnos y padres de familia, por eso, la
transformación de conflictos reviste, en la actualidad, una exigencia especialmente
apremiante. “Decidir en la incertidumbre y actuar en la urgencia” (Perrenoud,
1996). Todas las instituciones y las escuelas no es precisamente una excepción,
se caracterizan por vivir diversos conflictos de distinta índole, de diferente
intensidad y diversos protagonistas. Se suscitan por ejemplo conflictos entre
profesores, entre profesores y alumnos, entre profesores y padres de familia,
conflictos entre profesores y directivos, conflictos entre alumnos, entre padres de
familia conflictos entre toda la comunidad escolar esto es una pequeña muestra de
las múltiples situaciones conflictivas que todos los que estamos inmersos en un
centro educativo hemos vivido y seguiremos viviendo, pero se puede dar una
mejor transformación a los conflictos.

En este artículo se incide en el análisis de los conflictos y de la violencia en los


centros educativos, y en sus consecuencias educativas y sociales procediendo a
realizar una aproximación teórica tanto a la violencia que se desprende del
conflicto escolar como a las dinámicas que, a niveles familiares, sociales y
educativos, se generan. Que la problemática de la violencia escolar tiene
repercusiones y suscita preocupación en todos los niveles de nuestras sociedades
se observa tanto en el tratamiento institucional que se le está dando, como en las
investigaciones que en torno a ella se están llevando a cabo desde diversas
perspectivas. Sin embargo, sería contraproducente ceder a la tentación de
alimentar lo que se ha venido en llamar "alarma social" considerando que las
actitudes y comportamientos violentos en las escuelas son algo generalizado. Por
lo que la actual situación, sin dejar de reconocer sus rasgos preocupantes, permite
que el tratamiento y resolución de los conflictos violentos pueda aún realizarse a
través de medidas esencialmente educativas y no represivas, y sin necesidad de
desbordar los límites de los centros escolares.

Frente a las concepciones biológicistas o mecanicistas, se posicionan aquellas


Que consideran la conducta agresiva como resultado del aprendizaje de hábitos
Perjudiciales. Ciertamente, estas posturas antagónicas vuelven a poner de relieve
La controversia del problema de lo innato y lo adquirido en los seres humanos,
esto es, hasta dónde alcanza el peso de la herencia y dónde comienza el del
ambiente en nuestras actuaciones. Lo más probable, como dice Yela (1978), es
que ambos aspectos estén presentes y sean interdependientes, es decir, que no
puedan darse el uno sin el otro.

En mi opinión, en el actual grado de la evolución humana, la violencia y


su apreciación debe ser considerada como una construcción social. En efecto, hay
actos de gran violencia que, en determinados contextos, no son considerados
agresión, mientras que algunos comportamientos aparentemente inocuos son
calificados como agresivos si se cree que el actor tenía intención de causar daño.

Una misma conducta es juzgada a veces como agresiva o no, según las creencias
de los observadores, con lo que la violencia es un concepto que no sólo es
descriptivo sino también evaluativo, con lo que fundamenta la tesis de que el
carácter de ese juicio se construye socialmente.

El conflicto tiene una escasa resonancia en los estudios y manuales clásicos de


organización
escolar, por ello, es de gran interés realizar un análisis a la transformación del
conflicto y para ello
se empezará por clarificar la terminológica, de que se entiende por conflicto: “un
tipo de situación
en la que las personas o grupos sociales buscan o perciben metas opuestas,
afirman valores
antagónicos o tienen intereses divergentes” (Jares, 1991, p. 108). Es decir, el
conflicto es, en
esencia, un fenómeno de incompatibilidad entre personas o grupos

BIBIOGRAFIA

CASAMAYOR G. Los conflictos: la disciplina en la Enseñanza Secundaria.


Barcelona.
FISHER, Roger: Más allá de Maquiavelo, Herramientas para afrontar
conflictos. Ed: Gránica, 1996.
Britto, C. (1991). Gestão escolar participada. Na escola todos somos
gestores. Lisboa, Textoeditora.
Carr, W. y Kemmis, S. (1986). Teoría crítica de la enseñanza. La
investigación-acción en laformación del profesorado. Barcelona, Martínez
Roca.
Císcar, C. y Uría, E. (1988). Organización escolar y acción directiva.
Madrid, Narcea.

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