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Adam Smith y la mano invisible del mercado

Está ampliamente aceptado, probablemente más en el ámbito común que en el académico, que la metáfora acuñada por el filósofo y
economista del siglo XVIII hace referencia a la capacidad auto-reguladora del mercado para llegar al equilibrio representando junto con la
frase “laissez faire” los pilares fundamentales del liberalismo económico.

¿Pero a qué se refería en realidad Smith?

Antes de responder esta pregunta vamos a enumerar algunas cosas a tener en cuenta. Primero y principal el termino fue utilizado una
sola vez en su obra más conocida como “La Riqueza de las Naciones”. También el termino lo utilizo en otras dos de sus obras: “Teoría de
los sentimientos Morales” y un tratado sobre astronomía que nunca termino y que fue publicado post-mortem. Pero lo importante es que
en los tres textos la metáfora fue utilizada con significados distintos. Otra cosa para tener en cuenta es que Smith nunca desarrollo una
teoría de la mano invisible ni nada que se le parezca.

“Únicamente el afán de lucro inclina al hombre a emplear su capital en empresas industriales, y procurara invertirlo en sostener aquellas
industrias cuyo producto considere que tiene el máximo valor, o que pueda cambiarse por mayor cantidad de dinero o de cualquier otra
mercancía. Pero el ingreso anual de la sociedad es precisamente igual al valor en cambio del total producto anual de sus actividades
económicas, o mejor dicho, se identifica con el mismo. Ahora bien, como cualquier individuo pone todo su empeño en emplear su capital
en sostener la industria doméstica, y dirigirla a la consecución del producto que rinde más valor, resulta que cada uno de ellos colabora de
una manera necesaria en la obtención del ingreso anual máximo para la sociedad. Ninguno se propone, por lo general, promover el
interés público, ni sabe hasta qué punto lo promueve. Cuando prefiere la actividad económica de su país a la extranjera, únicamente
considera su seguridad, y cuando dirige la primera de tal forma que su producto represente el mayor valor posible, solo piensa en su
ganancia propia; pero en este como en otros muchos casos, es conducido por una mano invisible a promover un fin que no entraba en sus
intenciones Mas no implica mal alguno para la sociedad que tal fin no entre a formar parte de sus propósitos, pues al perseguir su propio
interés, promueve el de la sociedad de una manera más efectiva que si esto entrara en sus designios”. (Fragmento extraído de “La
Riqueza de las Naciones”)

Según Adam Smith los agentes económicos concurren al mercado en una postura económica egoísta. Esto significa esto, que cada uno
va en busca de su beneficio. El oferente busca que se pague el mayor precio posible por el bien que quiere vender y el demandante busca
un bien o servicio para satisfacer alguna necesidad, deseo o capricho pagando el menor precio posible. Lo que nos pone en una situación
con intereses contrapuestos.

Lo que se busca explicar con la metáfora de la mano invisible es como uno, sea oferente o demandante, termina promoviendo un fin que
no estaba en sus intenciones. Y el mecanismo por el cual se logra esto es mediante el intercambio.

El fin que uno termina promoviendo sin intención es el beneficio del otro agente que tiene intereses contrapuestos al de uno. Es razonable
pensar que si hay intereses contrapuestos una de las dos partes termine perdiendo, pero según Smith esto no ocurre, y es la razón por la
cual utiliza la metáfora. Si los agentes se presentan libremente en el mercado y logran un acuerdo concretando el intercambio significa
que lo que lo que recibieron vale más que lo que entregaron a cambio. La promoción de mi interés termina promoviendo el interés de
alguien más, contrapuesto al mío.

Este mecanismo es para Smith la fuente del progreso y el bienestar económico de la sociedad. El define a la riqueza como la cantidad de
bienes y servicios que podemos adquirir, en contraposición a los mercantilistas que entendían a la riqueza como la cantidad de “dinero”
(en aquel entonces metales preciosos) que uno podía acumular. Para poner un ejemplo en términos actuales, si yo tengo un mil millones
de dólares pero por alguna razón no puedo adquirir nada que satisfaga mis necesidades no soy un hombre rico, pero sí en cambio puedo
realizar intercambios para comprar lo que yo quiera si soy un hombre rico. Pero a la hora de la hablar de los países el autor entendía la
riqueza como la cantidad de bienes y servicios que se producen en ella, concepto que aun goza de vigencia ya que es muy similar a la
definición de PIB, uno de los indicadores más importantes, junto con su variación, a la hora de medir la situación económica de un país.

En conclusión, podemos decir que el tema de la mano invisible es uno de los conceptos erróneos más arraigados ya que Smith no se
refería a la capacidad de los mercados de autorregularse, concepto que era propio de la escuela de pensamiento fisiócrata que afirmaba
la existencia de una ley natural por la cual el buen funcionamiento del sistema económico estaría asegurado sin la intervención del
Estado.

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