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Exp N°: 00146-2012

Especialista: Alan García Pérez


Sumilla: Solicitud de Sobreseimiento.

AL JUZGADO MIXTO DE TAMBOGRANDE

JHON WILSON ZEA PALACIOS, identificado con DNI N° 43525031, en la investigación seguida
en mi contra por el presunto delito CONTRA LA VIDA, EL CUERPO Y LA SALUD, en su
modalidad de TENTATIVA DE HOMICIDIO en agravio de NEHEMIAS SALVADOR PINTADO, a
Usted, digo:

A través de la presente, y en atención a la falta de respuesta o atención a nuestro escrito


presentado con fecha 09.01.2015, reiteramos a usted el citado escrito en el que expresamos
las razones por las cuales y ofrecimos medios probatorios suficientes para que su despacho
mediante disposición pertinente solicite el sobreseimiento y/o archive la presente
investigación. En atención a ello nos permitimos manifestarle lo siguiente:

CON RESPECTO A LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA:

El proceso penal, en nuestro sistema acusatorio, tiene como pilar fundamental y garantía para
todo imputado el principio de presunción de inocencia, amparado en el artículo 2 inciso 24
literal e de nuestra constitución (C):

“Toda persona es considerada inocente mientras no se haya declarado


judicialmente su responsabilidad.”

Así como en el art. II del Título Preliminar (TP) del Código Procesal Penal (CPP):

“1. Toda persona imputada de la comisión de un hecho punible es considerada


inocente, y debe ser tratada como tal, mientras no se demuestre lo contrario y se haya
declarado su responsabilidad mediante sentencia firme debidamente motivada. Para
estos efectos, se requiere de una suficiente actividad probatoria de cargo, obtenida y
actuada con las debidas garantías procesales. (…)”

Tal es así que dicho principio debe mantenerse y ser respetado a lo largo de toda investigación
y todo proceso penal. En ese mismo sentido lo expone TALAVERA ELGUERA1 al citar la STC
2915-2004-PHC/TC: “De igual forma, se ha dicho que la presunción de inocencia se mantiene
“viva” en el proceso penal siempre que no exista una sentencia judicial que, como corolario del
cauce investigatorio llevado a cabo con las garantías inherentes al debido proceso, logre
desvirtuarla.”

En cuanto a los alcances del citado principio, la STC 1934-2003-HC/TC establece que: “La
presunción de inocencia obliga al órgano jurisdiccional a llevar a cabo una actividad probatoria
suficiente que desvirtúe el estado de inocencia del que goza todo imputado.” Asimismo la STC
10107-2005-PHC/TC establece que “La sentencia condenatoria debe fundamentarse en
auténticos hechos de prueba y en que la actividad probatoria sea suficiente para generar en el

1
TALAVERA ELGUERA. La Prueba en el Nuevo Proceso Penal.
Tribunal la evidencia de la existencia, no solo del hecho punible sino también de la
responsabilidad penal del acusado.”

De acuerdo a lo expuesto, es plenamente entendible y lógico que TALAVERA2 manifieste que el


principio de presunción de inocencia presenta un triple contenido: “Como regla de
tratamiento, obliga a que el acusado sea tratado durante el desarrollo del proceso penal como
inocente mientras no se declare su culpabilidad en una sentencia condenatoria. Como regla de
juicio penal, opera imponiendo la absolución del acusado tanto en los supuestos de ausencia
total de prueba como en los supuestos de insuficiencia probatoria o duda razonable. Como
regla probatoria, exige que la carga de la prueba sea de quien acusa; la existencia de pruebas y
que éstas tengan la condición de pruebas de cargo, que sean suficientes y que hayan sido
obtenidas y actuadas con las debidas garantías procesales.” (Resaltado nuestro)

De ello, y en cuanto al caso concreto nos importa resaltar el segundo contenido del principio
de presunción de inocencia que está relacionado con lo regulado en el segundo párrafo del
numeral 1 del Art. II del TP del CPP:

“En caso de duda sobre la responsabilidad penal debe resolverse a favor del
imputado.”

El cual, añade a la esfera de defensa del imputado el principio de Indubio Pro Reo, y que por
ende, fortalece la exigencia del grado de certeza que debe de existir sobre la responsabilidad
de un sujeto para hacer pesar sobre él los efectos de una eventual sentencia condenatoria.

Resulta entonces primordial que para la imposición de una condena existan indicios o medios
de prueba lo suficientemente consistentes y fuertes como para lograr enervar la presunción de
inocencia, sin dejar lugar a duda alguna sobre la culpabilidad del presunto responsable. En tal
sentido se expresa el Dr. GARCÍA CAVERO3: “De lo expuesto, se puede concluir que la sentencia
condenatoria requiere de una valoración de suficiente prueba de cargo que, desde una sana
crítica racional, lleve al juzgador al convencimiento de la existencia del hecho que funda la
decisión de la condena.”

CON RESPECTO A LA FUERZA PROBATORIA DE LOS MEDIOS DE PRUEBA OBTENIDOS:

Como hemos manifestado en los párrafos anteriores, para la imposición de una sanción penal
es imprescindible y necesaria la existencia de medios de prueba que demuestren no sólo la
realización del hecho delictivo sino que éste es atribuible a los imputados.

Por ello, resulta alarmante lo afirmado por la 2° Fiscalía Superior y ahora por vuestro despacho
en cuanto a que “existen elementos de convicción que vinculan a los investigados Jhon Wilson
Zea Palacios y Miguel Ángel Torrejón Mesia con el hecho delictivo investigado”. Cuando de la
revisión y análisis conjunta de los medios probatorios obtenidos a nivel de investigación
preliminar y diligencias realizadas (declaraciones, inspección y recabo de documentos) no se
logra establecer una conexión causal entre los hechos denunciados y el actuar de los presuntos
imputados.

2
TALAVERA ELGUERA, Idem.
3
GARCÍA CAVERO, La Prueba por Indicios en el Proceso Penal. Editorial Reforma. Lima, 2010.
Ahora, del análisis realizado por el Fiscal Superior para declarar fundada la queja de derecho
presentada por la viuda parte agraviada, se observa que ésta se basa en la sindicación que
hacen 4 testigos hacia el Sr. Zea como presunto autor del disparo homicida, asimismo que ello
unido a la constante situación de violencia entre los pobladores de la Zona y los trabajadores
de la Empresa El Montículo S.A.C vincularía al Sr. Torrejón con los hechos sucedidos. Manifestó
además la Fiscalía, que de acuerdo a su análisis y desarrollo de la imputación objetiva, se
demostraría la participación y responsabilidad de los imputados en cuanto a que fueron
artífices de la creación de una situación de riesgo en la zona y que tuvo como resultado el
homicidio materia del presente proceso investigatorio. Siendo así quedaría demostrada la
existencia de indicios o elementos vinculantes del hecho delictivo sucedido con los presuntos
imputados.

Tales argumentos resultan insuficientes cuando se analiza cada uno de los elementos de
pruebas obtenidos. En primer lugar, durante la investigación tanto policial como fiscal, de los
medios probatorios obtenidos, los que podrían resultar los más esclarecedores de lo sucedido
son las declaraciones de los testigos directos. Sin embargo, tal y como lo manifestamos en
nuestro escrito, estos están cubiertos de ciertas irregularidades y contradicciones que resultan
en detrimento de su valor probatorio.

En primer lugar, lo manifestado por la esposa del agraviado, la Sra. Orfelinda Coronado
Chininin, quien en su denuncia verbal manifiesta que no sabía quiénes habrían sido las
personas que habrían matado a su esposo, pero posteriormente en su declaración del
11.09.2013 manifiesta lo mismo pero añadiendo que los autores habrían sido personal
contratado por El Montículo S.A.C.; y luego en posterior nueva declaración del 27.11.2013
afirma que el autor del homicidio sería un trabajador del Montículo de apellido Bayona.
Resulta entonces sospechoso señor Fiscal, este cambio en cuanto a las versiones de la Sra.
Orfelinda, observándose un indicio de manipulación a su persona para que sus declaraciones
sean dirigidas contra presunto personal del Montículo.

Asimismo, también existen contradicciones en las declaraciones de los 4 presuntos testigos


directos de los hechos, ya que 3 de ellos afirman que el Sr. Zea se encontraba solo disparando
contra ellos, mientras que el Sr. Maza Bruno afirma que éste se encontraba acompañado de un
número indeterminado de personas quienes disparaban armas cuyas balas no los alcanzaban.
Además, no hay concordancia entre lo manifestado por el Sr. Gomes Villegas en su declaración
y en la diligencia de Reconstrucción de los hechos, ya que en la primera señalaba que al
momento del homicidio se encontraba a 60 metros del agraviado y 80 del imputado mientras
que en su segunda declaración manifestó que se encontraba a 30 metros de donde cayó el
occiso y a 60 metros del imputado Jhon Zea. Ello nos lleva a inferir que las distancias
aproximadas establecidas no sólo por él sino por los demás testigos así como su mecanismo de
atención mental y recuerdos de los hechos se encuentran ya contaminados o nublados, tanto
al momento del hecho delictivo, por el mismo impacto mismo del suceso y el ambiente de
violencia que se daba; así como posteriormente al mismo, por el transcurrir del tiempo desde
lo sucedido, el cual siguiendo una máxima de la experiencia hace que los recuerdos de lo
presenciado se vaya dilucidando y ya no sea tan claro.
Cabe señalar además y reiterar el hecho de que el Sr. Gomes Villegas es un adulto mayor de 71
años y que teniendo en cuenta su elevada edad y el desarrollo normal del cuerpo humano,
resulta poco creíble que en medio de la trifulca haya logrado distinguir claramente al Sr. Zea
como la persona que efectuó el disparo, ello unido al hecho de que conforme a todos los
testigos, el presunto homicida usaba una gorra blanca. Dicho rasgo debe ser evaluado al
momento de analizar su declaración conforme lo establece el Acuerdo Plenario N° 2-2005/CJ-
116: “se debe apreciar las condiciones personales del testigo o víctima; esto es, si se trata de
una persona con dificultades para percibir, retener y evocar hechos de manera idónea y
adecuada.”

Otra irregularidad que se destacó fue que si bien es cierto, la investigación se inició por la
denuncia de la viuda del occiso el día 06.09.2013 (dos días después de los hechos) mientras
que la denuncia de los pobladores de la zona se realizó el 27.09.2013, casi a un mes de lo
sucedido. Dicho hecho resulta bastante sospechoso y se puede tomar como indicio de una
preparación y predisposición de los mismos con miras a perjudicar y sindicar como autores del
hecho delictivo a los trabajadores de la empresa El Montículo S.A.C., lo cual ocasiona un
detrimento del valor probatorio de la denuncia y posteriores declaraciones tal y como lo
afirma TALAVERA: “La denuncia tardía es algo que también puede restar credibilidad”4.

Cabe señalar además que de las demás diligencias realizadas, tales como las inspecciones y
constataciones del terreno de los hechos, no se ha logrado obtener información de carácter
relevante y que acredite responsabilidad alguna de los imputados sobre el hecho y tampoco
sobre la identidad del homicida.

Asimismo que, con respecto al arma pistola IZH-71H del Sr. Luis Felipe Domínguez y cuya
presentación se ordena mediante la Disposición N° 06, tal y como se ha venido manifestando
en reiterada oportunidad ésta le fue sustraída días antes de los hechos y en atención a ello
sentó la denuncia respectiva ante la comisaría de la zona. Siendo así que, tal y como lo
confirmó en su declaración el efectivo policial Oscar Limichi Pinto, el día y hora de los hechos
se encontraba en la misma comisaría en compañía del Sr. Jhon Zea a fin de conversar sobre los
avances de dicha denuncia. Acerca de dicha arma ya se ha realizado una primera exhibición el
22.03.2013, ya que le fue devuelta de manera violenta en su hogar por sujetos desconocidos, y
que tal arma, contrario a lo afirmado por la Fiscalía Superior, no puede ser tomado como una
prueba que confirme la existencia de armas durante la trifulca ocurrida.

En atención a todo lo expuesto, se puede observar el error en que incurre la Fiscalía Superior al
establecer sin argumentación de fuerza alguna que existen elementos de convicción
suficientes para continuar con la investigación, ya que se ha probado que tanto el Sr. Jhon Zea
Palacios como Miguel Ángel Torrejón se encontraban lejos de la zona en la que ocurrieron los
hechos, resultando en imposible imputarles responsabilidad alguna sobre el homicidio
sucedido. Asimismo las sindicaciones realizadas por los testigos directos del hecho hacia el Sr.
Zea van perdiendo su fuerza probatoria conforme se analiza y se ha observado los puntos
débiles de los mismos.

4
TALAVERA ELGUERA. Ob. Cit.
POR TANTO:

Solicitamos a Usted Sr. Fiscal brindar la atención debida a nuestros argumentos esgrimidos de
manera reiterada y disponer conforme a derecho el respectivo SOBRESEIMIENTO de los
imputados en el presente proceso, al no hallarse ningún medio de prueba lo suficientemente
capaz como para enervar el principio de Presunción de Inocencia.

Piura, 12 de Junio de 2015.

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