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LOS SENTIDOS ESTÉTICOS

CARLOS MARX1
El ojo se ha convertido en ojo humano, del mismo modo que su objeto se ha convertido
en un objeto social, humano, procedente del hombre y para el hombre. Por tanto, los
sentidos se han convertido directamente, en su práctica, en teóricos. Se comportan hacia
la cosa por la cosa misma, pero la cosa misma es un comportamiento humano objetivo
hacia sí mismo y hacia el hombre, y viceversa.2 La necesidad o el goce han perdido, por
tanto, su naturaleza egoísta y la naturaleza su mera utilidad, al convertirse ésta en
utilidad humana. Y, asimismo, los sentidos y el goce de los otros hombres se han
convertido en mi propia apropiación. Aparte de estos órganos directos, se forman, por
consiguiente, órganos sociales bajo la forma de la sociedad; así, por ejemplo, la
actividad realizada directamente en sociedad con otros se convierte en un órgano de mi
manifestación de vida y en un modo de apropiación de la vida humana.
Huelga decir que el ojo del hombre disfruta de otro modo que el ojo tosco, no humano,
el oído del hombre de otro modo que el oído tosco, etcétera. Ya lo hemos visto. El
hombre solamente no se pierde en su objeto cuando éste se convierte para él en objeto
humano o en hombre objetivado. Y esto sólo es posible al convertirse ante él en objeto
social y verse él mismo en cuanto ente social, del mismo modo que la sociedad cobra
esencia para él en este objeto.
Así pues, mientras que, de una parte, para el hombre en sociedad la realidad objetiva se
convierte en realidad de las fuerzas esenciales humanas, en realidad humana y, por
tanto, en realidad de sus propias fuerzas esenciales, todos los objetos pasan a ser, para
él, la objetividad de sí mismo, como los objetos que confirman y realizan su
individualidad, como sus objetos; es decir, que él mismo se hace objeto. Cómo se
conviertan estos objetos en suyos dependerá de la naturaleza del objeto y de la
naturaleza de la fuerza esencial a tono con ella, pues es precisamente la
determinabilidad de esta relación la que constituye el modo especial y real de la
afirmación. El ojo adquiere un objeto distinto del objeto del oído, y el objeto del
primero es otro que el del segundo. Lo peculiar de cada fuerza esencial reside
precisamente en su peculiar esencia y también, por tanto, en el modo peculiar de su
objetivación, de su ser vivo, objetivo-real. Por tanto, el hombre no es afirmado en el
mundo objetivo solamente en el pensamiento, sino con todos los sentidos.
De otra parte, desde el punto de vista subjetivo, así como la música despierta el sentido
musical del hombre y la más bella de las músicas carece de sentido y de objeto para el
oído no musical, pues mi objeto no puede ser otra cosa que la confirmación de una de
mis fuerzas esenciales, es decir, sólo puede ser para mí como sea para sí mi fuerza
esencial en cuanto capacidad subjetiva, ya que el sentido de un objeto para mí (que sólo
tiene sentido para un sentido a tono con él) llega precisamente hasta donde llega mi

1
Carlos Marx (1962), Manuscritos económico-filosóficos de 1844, trad. de Wenceslao Roces, en: C. Marx
y F. Engels, Escritos económicos varios, Ed. Grijalbo. México, D. F.
2
Sólo puedo comportarme, en la práctica, humanamente ante la cosa siempre y cuando ésta, a su vez,
se comporte humanamente ante el hombre. (Nota de Marx.)
2

sentido y por eso los sentidos del hombre social son otros que los del hombre no social,
así también es la riqueza objetivamente desplegada de la esencia humana la que
determina la riqueza de los sentidos subjetivos del hombre, el oído musical, el ojo capaz
de captar la belleza de la forma, en una palabra: es así como se desarrollan y, en parte,
como nacen los sentidos capaces de goces humanos, los sentidos que actúan como
fuerzas esenciales humanas. Pues es la existencia de su objeto, la naturaleza
humanizada, lo que da vida no sólo a los cinco sentidos, sino también a los llamados
sentidos espirituales, a los sentidos prácticos (la voluntad, el amor, etcétera), en una
palabra, al sentido humano, a la humanidad de los sentidos. La formación de los cinco
sentidos es la obra de toda la historia universal anterior. El sentido aprisionado por la
tosca necesidad práctica sólo tiene también un sentido limitado. Para el hombre
hambriento no existe la forma humana de la comida, sino solamente su existencia
abstracta de alimento; exactamente del mismo modo podría presentarse bajo la más
tosca de las formas, sin que sea posible decir en qué se distingue esta actividad nutritiva
de la actividad nutritiva animal. El hombre angustiado y en la penuria no tiene el menor
sentido para el más bello de los espectáculos; el tratante en minerales sólo ve el valor
mercantilista, pero no la belleza ni la naturaleza peculiar de los minerales en que
trafica; no tiene el menor sentido mineralógico. Por tanto, es necesaria la objetivación
de la esencia humana, tanto en el aspecto teórico como en el práctico, lo mismo para
convertir en humano el sentido del hombre como para crear el sentido humano
adecuado a toda la riqueza de la esencia humana y natural.

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