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Seminario Arquidiocesano de Chihuahua

Introductorio

Antología

Profesora.- Lic. Yareli Trevizo


Alumno.- Sergio Adrián Vásquez Payán
Instrucciones inútiles - Guiñar un ojo
Materiales
 Un par de ojos sanos y de preferencia lo más bello posible.
 Una calle transitada.
 Un lavabo y una toalla.
Instrucciones
1. Para comenzar, acérquese al lavabo y limpie, da mejores resultados si se usa agua
tibia, las lagañas de sus ojos.
2. Tome la toalla, entre más suave sea es mejor, y séquese el rostro; debe sentir una
bella sensación de limpieza.
3. A continuación diríjase a la calle, haciendo galanteo de sus bellos ojos ahora
limpios.
4. Sujete la perilla de la puerta con firmeza y hágala girar hasta que pueda abrir la
puerta.
5. Ahora vea a su alrededor y escoja un lugar estratégico de la calle, nosotros le
recomendamos una esquina.
6. Espere en la calle hasta que observe a su objetivo, si es una bella muchacha podrá
obtener óptimos resultados.
7. Observe a su objetivo directo a los ojos con una mirada intimidatoria.
8. Ahora piense cuál de los dos ojos usará para llevar a cabo el guiño, cuando haya
decidido, ciérrelo durante un instante y vuélvalo a abrir. Procure siempre verse
natural.
9. Enseguida diríjase con su objetivo (la muchacha) y pídale su número de teléfono.
10. Disfrute del éxito de saber guiñar correctamente un ojo.

Verso Gruyere – Sinfonía


Así de repente me mete en la mágica melodía
Llevo libro de notas propio, escucho sin perderme en mi alegría
Tú en cambio no te ves demasiado emocionado
Y esta música todo lo puede cambiar menos tu cara de amargado.

Versificando – Gracias Señor


Hace ya algunos meses
Iniciaba esta experiencia
Con dudas y certezas
Pero siempre en tu presencia.
Tu llamado nos ha hecho
Más unidos, más hermanos
Nos ponemos en tus manos
Para poderte decir…
Gracias Señor, gracias Señor (2)
Cuantos dones, cuantas gracias
Sonrisas y alabanzas
Crisis y tardanzas
Hemos visto en esta casa.
Por eso hoy te respondemos
Con la fuerza de la fe
En el campus San José
Gracias Señor, gracias Señor (2)

Aprender a escribir un ensayo – Amor en la vida célibe


1. ¿Es posible que se pueda vivir el celibato estando enamorado? Ser célibe no
significa dejar de amar, al contrario es él quien está llamado a ser un testigo vivo
del amor del Otro que lo ha amado a él y lo ha invitado a corresponderle.
2. ¿De qué manera vive el célibe el enamoramiento? El proceso de amor del célibe
se conforma de ciertas etapas con realidades, ideales y características concretas.
3. ¿Puede el célibe mantener su amor intacto de otros amores, o es solamente
una piadosidad? Es posible, pero eso no significa que será sencillo, el célibe debe
esforzarse porque el Amor que él tiene no se pierda buscando otros “amores” que
lo distraigan.
Hipótesis.- Vivir el celibato no implica reprimir la afectividad, sino que está llamado a
vivir con ella a plenitud, como un enamorado que anhela con todas sus fuerzas aquel
único amor que lo ha cautivado. Este enamorado va manifestando su amor de diferentes
maneras a través de su vida, debido a las distintas realidades que el célibe vive.
Argumentos
 De hecho.- Estudios realizados por la Universidad Gregoriana afirman que un
79% de los sacerdotes que “dejan el ministerio” no recibieron una adecuada
formación humana, especialmente en las dimensiones afectiva, psicológica y
sexual.
 De autoridad.- Sólo aquel “que se deja encontrar por quien le busca con sincero
corazón y está dispuesto a soportar sus audiencias”.1
 Apelación a las consecuencias.- Si seguimos formando a los sacerdotes en un
estilo de vida de amor, veremos que los sacerdotes se desenvolverán mejor con
los fieles y podrán vivir mejor su ministerio.
 Señalamiento antes y después.- Desde que en el Seminario Arquidiocesano de
Chihuahua se imparten las asignaturas de Madurez Psico-afectivo-sexual, ha
disminuido la cantidad de sacerdotes que “que dejan el ministerio”.
 Analogías.- La vida célibe es como el matrimonio, una persona se entrega a otra
con todo su amor y le consagra toda su vida; la diferencia es que el célibe escoge
el Mayor de los Amores.
 Ejemplificación.- Como San Francisco de Asís vivió su celibato diciendo: “He
encontrado en Dios al Amado, al Padre y a la Madre; y en los demás he encontrado
a mis hermanos”.

1
Portillo D., Madurez Psico-Afectivo-Sexual, p. 43
 Preguntas retóricas.- El ser humano tiene una dimensión afectiva que le permite
expresar amor, ¿no podrá el célibe ser capaz de amar?.

¿Puede un enamorado vivir el celibato?


Introducción
“Ser célibe por el Reino no es otra cosa que vivir la vida, el cuerpo, los recursos físicos
y psíquicos como don”.2
Recuerdo que un día se nos preguntaba en clase si un célibe es capaz de vivir su vocación
estando enamorado, casi todos respondimos unánimes que “no”, pues teníamos la
creencia de que un célibe es aquel que ha renunciado a un amor con una mujer, que ha
renunciado a una familia, etc., es decir que el célibe es alguien que ha dejado de amar;
sin embargo, nos mencionaban, que el célibe es necesariamente un enamorado, pues sólo
por amor puede abandonarse a sí mismo y arriesgarse a tan grande proyecto.
Creo que es importante mencionar que el amor del célibe tiene una gran particularidad:
el célibe ama al Otro, a aquel a quien no puede corresponder en la misma medida, ama a
aquel que le ha dado todo, a aquel que es el único que puede hacerlo pleno.
Partiendo del punto anterior, podemos decir que el célibe es aquel que ha tenido un
encuentro con Dios, que se ha permitido enamorarse de Él y ha encontrado su plenitud.
Este amor que ha surgido, dura para toda la vida, de modo que esta historia de amor que
se va desarrollando a lo largo de su vida pasa por 4 grandes etapas.
Amor joven: Deseo que nace (20’s)
La historia de amor inicia cuando es el célibe joven que tiene su encuentro con Dios, y
lo reconoce no como una persona teórica sino como persona viva, por quien se siente
fascinado; por el sentimiento de este encuentro el célibe realiza un “acto de fe” que lo
mueve a realizar la locura de optar por fiarse de Dios.
Los sacerdotes jóvenes tienen una inquietud por manifestar ese Amor que han encontrado,
viven intensamente su ministerio y se esfuerzan por no perder esa “chispa” que no es otra
cosa que la plenitud de encontrarse con aquel que es el Amor.
Cencini A. menciona en su libro Por Amor, con Amor, en el Amor que el joven célibe
debe esforzarse, principalmente, en tres aspectos:
1. Madurez afectiva y experiencia de Dios.- Debe de aceptar e incluso amar, la
prueba diaria de dar amor y darlo a imagen de Dios; y reconocer en ella el amor
fuerte y tierno de Dios.
2. Soledad y amistad.- Es capaz de vivir la soledad pues en ella puede vivir una
intimidad con Dios. Además es capaz de entablar relaciones y amistades cordiales.
3. Ser “joven”.- Creo que aquí se encuentra la síntesis de este apartado; vivir el
celibato con esa energía, con alegría, con grandes ideales, con ganas de arriesgar
su vida por algo grande, con capacidad de reírse de sí mismo y de tomarse en serio
la confianza que Dios le da.

2
D. Portillo, Madurez Psico-Afectivo-Sexual, p. 45
Amor Adulto: Deseo con fuerte oposición (30’s)
Hemos llegado al amor adulto, esta etapa conocida como de la “prueba”. En esta etapa el
célibe comienza a acomodarse y va perdiendo ese entusiasmo que le había sostenido sus
primeros años de ministerio. Ahora el amor que antes tenía hacia Cristo se ve enfrentado
por una fase de alejamiento;
“…según el tamaño del amor que el célibe tenga a Cristo, así de grande será la
tentación […]”.3
Esta prueba es inevitable para todo célibe, sin embargo no debemos limitarnos en el
aspecto negativo de la prueba, para esto tomemos el ejemplo de Abrahán cuando Dios le
pide que sacrifique lo que él más ama, su hijo Isaac; así como Dios le pidió a Abrahán lo
que más amaba, así Dios le pide constantemente al célibe que le entregué lo que más ama,
sin embargo, Dios no pide esto solo porque sí, sino que quiere establecer una alianza de
amor; así como a Abrahán lo bendijo y bendijo en él a todas las generaciones, así el célibe
al entregarse por completo a Dios se convierte en bendición para sí mismo y para los
demás.
Hemos visto que esta etapa es difícil por la prueba que llega, y podríamos pensar que por
esto, esta etapa es “letal”, sin embargo existe una solución; una profunda relación de
entrega con Dios, la única manera de dejarnos acompañar por Dios, será la de luchar con
Dios y dejarnos vencer por su Amor.
“Me has seducido, Yahvé, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido […]”
(Jer 20,7)
Necesitamos despojarnos de lo que más amamos, pues sólo cuando nos dejemos vencer
es cuando obtendremos su bendición.
“…las tentaciones y pruebas forman parte de esa seducción de este extraño amante que
es Dios”.4
Amor maduro: Deseo liberado (40’s-60’s)
Hemos llegado a una nueva etapa, la del re-nacimiento, comienza a haber cambios en
nosotros: el fin de la fecundidad, la pérdida del atractivo físico, hay ambigüedad en los
sueños que teníamos, podría decirse que se nos está escapando la vida.
El célibe comienza a sentir como si le faltara el amor de Dios, por lo que busca ser amado.
En este deseo de ser amado encontramos que el célibe puede buscar otros amores que
satisfagan su necesidad, como pueden ser el reconocimiento, el éxito, una dependencia
afectiva, etc.; por eso es importante que en esta etapa el célibe lleve a cabo su segunda
conversión.
El célibe no debe olvidar que, como Juan el Bautista, el solamente es el amigo del esposo.
Es el esposo al que se debe amar la esposa, y el amigo debe alegrarse con sólo escuchar
la voz de éste. ¿A que nos referimos cuando hablamos del esposo y de su amigo? El amigo
(célibe) no debe buscar dejar “huella”, no debe ser por quien los demás vivan, sino que él

3
Cfr. D. Portillo, Madurez Psico-Afectivo-Sexual, p. 28
4
D. Portillo, Madurez Psico-Afectivo-Sexual, p. 32
está llamado a ser la voz que anuncia para que los demás sigan su ejemplo y vivan por el
esposo. Esto no es fácil para el célibe pues implica que viva como mártir, es decir, que
muera a sí mismo, a dejar un “patrimonio” para entregar toda su existencia al amor del
esposo.
Amor hasta el fin: Deseo realizado (70+)
Hemos llegado a la última de estas etapas, a través de la vida podríamos reconocer la
historia de amor de Dios y el célibe que se ha ido dando y que ha ido creciendo a través
de momentos alegres y difíciles.
Solamente cuando vemos nuestra vida como un Don que Dios nos da, podemos vivir el
celibato, hacer una lectura de fe de nuestra vida y reconocer a lo largo de esta la obra de
Dios. Una lectura con Amor que hace síntesis, es decir, un recuento de mi historia de
amor con Dios. Por esto en esta etapa en la que las fuerzas se nos van cada vez más y
cada vez tenemos más “tiempo libre”, se exhorta al célibe a que viva esa etapa como esa
espera premiada que tanto ha esperado.
En este momento el célibe se acerca a la muerte, sin embargo el célibe no debe ver la
muerte como el “fin”, sino que está llamado a anhelar la muerte, pues sólo así podrá
encontrarse con su gran amor y de restituir plenamente el Don que ha recibido de Dios,
con la seguridad de que al devolverlo se le restituirá una vez más con absoluta
sobreabundancia.
“…vivir célibes es lograr la libertad de morir mediante una vida que es un continuo dar
y recibir”. 5
Conclusión
Al final de este escrito, puedo decir que todo esto se resume en este argumento: la vida
del célibe es una historia de un enamorado que ha hecho una elección por un Amor que
lo ha cautivado y a través de su vida va viviendo de maneras muy concretas esa relación
de amor: comienza con una pasión muy grande, que parece irse agotando a través de las
pruebas de la vida, pero cuando reconoce que él no es el centro, sino que es Dios el centro
de su vida, y se deja vencer por su amor; logra leer en su vida la presencia fiel de Dios
que lo llama a entregarle todos los dones que de Él ha recibido.
Ahora que hemos visto que la vida del célibe es la vida de un enamorado, si nos
preguntamos ¿puede un enamorado vivir el celibato? Creo que no sólo puede, sino creo
que vivir enamorado es la única manera de vivir la perla preciosa del celibato6.
Y si tuviera que dar un consejo a un célibe: diría que debemos siempre esforzarnos mucho
en mantener nuestra relación con Dios y con los demás, tratando siempre de: “…vivir
nuestro amor en el amor joven de Dios”.7 “Vivan y respondan a la llamada de Dios de
modo que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios"
(Rm 12, 1)8.

5
D. Portillo, Madurez Psico-Afectivo-Sexual, p.46
6
Beato Pablo VI, Exhort. Ap. Sacerdotalis Caelibatus, 1, AAS 59 (1967)
7
D. Portillo, Madurez Psico-Afectivo-Sexual, p.46
8
Cfr. Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XVII Jornada Mundial de la Juventud
Bibliografía
Beato Pablo VI. (1967). Sacerdotalis Caelibatus, Exhort. Ap. AAS 59.
Cencini, A. (2007). Por amor, con amor, en el amor. Salamanca: Sígueme.
Cencini, A., Molari, C., Favale, A., & Dianich, S. (1994). El Presbítero en la Iglesia
Hoy. Madrid: Atenas.
Cozzens, D. B. (2003). La Faz Cambiante del Sacerdocio. Santander: Sal Terrae.
Portillo, D. (s.f.). Madurez Psico-Afectivo-Sexual.

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