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Primera edición en alemán, 1942
Primera edición en español, 1950
Primera reimpresión, 1975
Segunda reimpresión, 1979

Had we lmt wmld erumgh mu1 ti111e ...


\:--.:VREW :\ J.A.H\'ELL

Título original:
Mimesis: Darge.1tclle Wirklichkeit
m der Aúendl<indi.1chen Líteratur
<';) 1942, A. Francke AG. Verlag, Berna

D. R. © 1950, Fo~DO DE Cu.TURA Eco~ÓMJCA


Av. de b l'niver">irfad 975, :'.\léxico 12. D. F.

ISR0.' %8-16-0'.?8'.?-X

Impreso en j\f éxico


, l.
í!\-DICE

La cicatriz de Ulisc'
GE~ERAL

l)

11. Fortuna ta 31
III. La prisión de Petrus Valrnmcres 55
IV. Sicarios v Cramnesindos 79
V. Nombran a Roldán jefe de la rctaguMdia del ejército
francés 95
VI. La salida del caballero cortesano 121
VII. Adán v E1·;¡ 130
VIII. Eninata v Ca1·alcantc 166
IX. ha 1 r\l berto 194
X. i\ladame du Chastel 220
XI. El mundo en la boca de Pantagrucl 24S
XII. "L'humaine condition'' 265
Xlll. El príncipe cans:ido 292
XIV. La Dulcinea en can ta da 314
XV. El santurrón 340
XVI. La cena interrumpida 372
XVII. El músico i\lillcr 407
XVIII. La mansión De la ;\fole 426
XIX. Germinic Lacerteux 464
XX. La media parda 493
Epílogo 522
Indice de nombre<; 1 materias 527
454 LA MANSIÓN DE LA MOLE 455
LA MANSIÓN DE LA MOLE

Era propio de su temperamento agitado, cálido y sin crítica, era de la descripción de su desesperación, Luego nos cuenta cómo va
propio también del estilo de vida romántico, ver por todas partes descuidando la casa y a sí misma y cómo empieza a padecer acha-
fuerzas secretas demoníacas e intensificar la expresión de las mismas c¡ues, hasta que su esposo se decide a abandonar Tostes, porque
hasta lo melodramático. cree que es el clima lo que no le sienta a ella.
-t En la generación siguiente, que empieza a figurar en los años El pasaje mismo nos muestra un cuadro: el hombre y la mu1er
cincuenta, se señala una violenta reacción en este sentido: en Flau juntos a la hora de la comida. El cuadro no se nos presenta en modo
bert, el realismo se hace imparcial, impersonal y ohjetivo. En un alguno en sí y por sí, sino subordinado al tema dominante, la desola-
trabajo preparatorio sobre "la imitación seria de lo cotidiano", he ción de Emrna. Por lo mismo, tampoco es presentado directamente
analizado un párrafo de i\1adame 13ovary desde este punto de vista. al lector -personas sentadas a la mesa y el lector que los observa-,
y voy a repetir, con ligeras modificaciones y 2breviaciones, las páginas sino que el lector \'e primeramente a Emma, de la cual se había
en cuestión, ya que se engarzan perfectamente en el hilo de mis hablado mucho en las páginas anteriores, y luego, a través de ella,
pensamientos de ahora y el tr:.ibajo a que me refiero ha debido de ve el cuadro. Directamente no ve más que el estado interior de
tener muy pocos lectores a causa del lugar y del momento de s:1 Emma, e indirectamente, a resultas de este estado y a la luz de la
aparición (Estambul, 1937). El párrafo a que aludimos est& en el sensualidad de aquélla, ve el cuadro de la comida. Las primeras
capítulo rx de la primera parte de 1Hadame Bovary, y dice: palabras del párrafo: Mais c'était smtout aux hcures du repas qu' elle
n'ln 11ouniit plus .. , señalan el tema, y todo lo que sigue no hace
l\1ais c'était surtout aux hcures du repas qu'c!le n'en pouvait plus, dans sino desarrollarlo. 1'\o sólo los detalles ligados a dans y avec y que
cette petite salle au rez-de-chaussée, avec le pocle qui fumait, la porte qui
criait, les murs qui suintaient, les pavés humides; toute l'amertume de l'exis-
van describiendo el ámbito constituyen, por su hacinamiento de cir-
tencc lui semblait servie sur son assiette, et, a la fumée du bouilli, il montait cunstancias incómodas, un comentario a elle n'en pouvait plus,
du fond de son ame cumme d'autres bouffécs d'affadissement. Charles éta11 sino que también la frase siguiente, que habla del asco que le pro-
a
long manger; elle grignC!tait quelqucs noiscttes, ou bien, appuyée du coude, ducen las comidas, se ajusta por su sentido y su curso rítmico a la
s'amusait, 3\ ec la pointe de son couteau, de fairc de raics sur la toile cirée.~ intención principal. Cuando más tarde dice: Charles était long
El pasaje constitu: e el punto culminante de una dcscripciln a manger, se trata, gramaticalmente, de una nueva frase y, rítmica-
cuvo tema es la insatisfacción de Emma Bm,arv con su vi<la en mcnte, de un desarrollo nue\·o, pero también hay una reanudación,
T ~stes. l fa esperado durante largo tiempo <jUC se ÍJrodujera un acon una variante del moti\"O principal: la frase no alcanza su significado
tecimíento repentino que diera un nuc\'O giro a esta vida sin ele- pleno hasta llegar al contraste entre su buena comida y la repug-
gancia, aventura ni amor, en un rincón de provincia, al lado de un nancia y los mm·imientos, descritos a renglón seguido, de su nervios~1
hombre aburrido y mediocre. Hasta se preparó para recibir dígm desesperación. El hombre, c¡ue come sin barruntar nada, cobra un
mente este acontecimiento, cuidando de sí y a su casa, para que tinte ridículo y un poco espectral; cuando Emma lo contempla, sen-
estuvieran a la altura de aquel cambio de fortuna y lo merecieran: tado y comiendo, se cum·iertc en la causa principal del elle n'en
pero al ver que no llega, la desazón y la desesperación se apoderan pouvait plus, pues lo demás, que provoca la desolación -el triste
de ella. Esto es lo que Flaubert describe en varios cuadros que recinto, la comida habitual, la falta de mantel, lo desesperante de
pintan el ambiente de Emma, tal como ella se lo figura; desde el todo-- se le figura a ella, y, por lo tanto, al lector, como algo que
momento en que pierde toda esperanza de evadirse, solamente apa;c- tiene que ver con él, que proviene de él, y que sería totalmente
ce ante su vista lo desconsolador, monótono, gris, tedioso, asfixiante distinto si él fuera también distinto.
y sin perspectivas. Nuestro párrafo representa el punto culminante Vemos cómo la situación no está presentada como un nuevo
cuadro, sino que primero se presenta a Emma y, a través de ella, la
8 Pero sobre todo a las horas de comer era cuando no pod1a m(is, en esta salita situación. No se trata, sin embargo, como en varías novelas "yoís-
de la planta ba1a, con b estufa humcautc, la puerta gnc lhirriaba, bs paredes gm tas" y otras obras posteriores de índole semejante de una simple
rcznmbaban, h; lo;as lu'nncdas; le parecía guc tod:l la alllargnra de la existencia
l l \·apor dd cnc1do, ~1sccnduii
le había sido scrvicb en su plato y. :..il mismo tiempo c¡uc
reproducción del contenido de la conciencia de Emma, de lo que
del fondo de su alma otros 'apares clc insulsez, Ch aries comía lentamente; cll;i siente tal como lo siente. Es cierto que de ella parte la luz con
mordisqueaba algnnas avellanas, c. bien. :ipmatb 1nhrc el codo. "" rntrctcnía cu hacer la que se ilumina el cuadro, pero también ella forma parte del mis-
rayas sobre el hule con la punta de su cnchillo,
456 LA MANSIÓN DE LA MOLE
LA l\IANSIÓN DE LA MOLE 457
mo, está dentro de él. Esto nos recuerda al parlanchín de la escena
de Petronio (véase cap.u), sólo que los medios de Flaubert son dife- la dirección "repugnancia hacia Charles Bovary''. Este ordenamiento
rentes. No es Emma la que habla, sino el autor. Le poéle qui ele la situación interna no se efectúa con arreglo a pautas extcrnzis,
fumait, la porte qui criait, les murs qui sui1ztaient, les pnrés humidcs: sino a otras, proporcionadas por el material mismo de la situación.
todo esto son cosas que Emm·a ve y siente, desde luego, pero no En el ordenamiento entra ac1uello c1ue ha de ser utilizado, a fin
sería capaz de condensarlas así. To11te l'amertume de l'existence lui de que la situación misma se vierta en palabras que no contengan
semhlait sen•ie sur son assiette; ella tiene desde luego este senti- mezcla alguna.
miento, pero si hubiera de expresarlo no lo haría así; para llegar Al comparar la forma de esta representación con la de Stenclhal
a esta fórmula le faltan la agudeza y la tranquila honradez del auto- o la ele Balzac, hay que adelantar c¡ue también encontramos aquí
examen. Cierto que no es la existencia ele Flaubert, sino la ele Emma, los dos signos característicos del realismo moderno. Se toman muy
la que está contenida en estas palabras; Flau bcrt no hace más q uc en serio episodios reales y corrientes de una clase inferior, de la
pequeña burguesía de provincia: hemos de hablar todavía sobre
ciar madurez al material que ella le ofrece, en su plena subjetividad,
el carácter especial ele esta seriedad. Y los episodios corrientes son
para que pueda hablar. Si Emma pudiera hacerlo por sí misma, ''ª
no sería lo que es, se emanciparía ele sí misma y estaría salvada. De engarz<:dos exacta y prohmcbmentc en una determinada época his-
esta manera, no sólo ve ella, sino c1ue es también \'ista en su ver, v, tórico-contemporánea (la época de la monarquía burguesa), menos
por consiguiente, juzgada por la mera exposición de su existencia obviamente que en Stenclhal o en Balzac. pero también de modo
subjetiva, por medio ele las pruebas de su propia scnsibihbd. Cuan innegable. En estos dos signos distintivos fundamentales existe, fren-
te a todo el realismo anterior, unanimidad entre los tres escritores;
do leemos en un pasaje posterior (segunda parte, capitulo xu, hacü1
pero la actitud de Flaubert con respecto a su asunto es totalmente
la segunda página): jamais Charles ne lui paraissait aussi désagréahle,
avoir les doigts aussi carrés, l' esprit aussi lourd, les f m;ons si com- distinta. En Stendhal y en Balzac podernos oír a cada momento cómo
piensa el autor sobre sus personajes y sobre lo l}Ue ocurre; especial-
munes . .. , pensamos quizá por un momento que esta extraordinariJ
mente en Balzac, que acompaña siempre a sus relatos de comentarios
concentración sea el amontonamiento afectirn de los motivos que
emotivos, irónicos, morales, históricos o económicos. También oímos
excitan la repulsión de Emma hacia su esposo, y c1ue sea ella misma
a menudo lo que los personajes piens~m v sienten, cuando el autor
la que pronuncie estas palabras en su interior, es decir, que sea
se identifica, puesto en una situación semejante, con el personaje.
un caso ele "discurso vivido". Pero esto sería un error. Existen, desde
Ambas cosas faltan casi por completo en Flaubcrt. l\:o expresa su
luego, unos cuantos moti\·os ejemplares de la repugnancia ele Emm;1,
opinión sobre episodios \' personajes, \' cuando éstos habl8n, sucede
pero están acoplados según plan por el autor, y no en el afecto Je
de modo que se nota c1ue el autor no se identifica con sus opiniones.
Emma. Pues Emma siente mucho más, y mucho m:is confusamente:
y que tampoco abriga el· propúsito ele que ~e identifique con ellas
ve también otras cosas, en el cuerpo ele él, en sus modales, en su
el lector. Desde luego, oímos hablar al escritor, pero no exterior-
ropa, mézclanse también recuerdos, acaso lo oye hablar, siente
riza opinión alguna ni hace comentarios. Su papé:l se limita a
su mano, su aliento, lo ve ir y venir, bonachón, limíLJdo, poco apc-
seleccionar los episodios y a \ertcrlos en palabras, y realiza esta
titoso y sin darse cuenta de nada: un sinnúmero de impresiones
función con el com·cncimicnto de c¡ue cada episodio en que se logr.1
confusas. Sólo se perfila claramente el resultado: la repugnancia
que siente y debe ocultar. Flaubcrt pone claridad en Lis impresio- una expresión pura v completa se interpreta a la perfección tanto
a sí mismo como a los personajes ljUC intL'rYicncn en él, mucho
nes, de las que elige tres, ;iparentcmcntc sin intención, pero quc
mejor y mis exhau~tiyamcnte de lo c¡ue pudiera hacerlo cualquier
han sido tomadas como paradigmas, ele lo corporal, ele lo espiritual
opinión o juicio que se añadieran. En este cmwencimicnto, es de-
y del comportamiento, y las dispone en forma que parecen corno
cir. en una profunde! confi,mza en la \'eracidacl del lcnauaie. emplea-
tres shocks que Emma experimenta sucesirnmente. J\'o es ésta, en
do con plena respornabilidacL honnda \' cuídados:nn~nt~. ckscansa
modo alguno, una reproducción natur;1Jista de la concicnci:1: los
slwcks naturales se producen en forma bien diferente. Aquí se ve el arte de Hauhcrt. Es t'sta una tr:1clici(m muy :mtigua, chísica-
la mano ordenadora dd escritor, que resume sucintamente Ja con- mcn te fr:mccsa.
Ya en el \ rrso de Boilcau sobre d poder de la palabra justa-
fusión de la situación interna en la dirección c¡uc él mismo: en
mente empleada <~donde dice de i\blhcrbc · ¡/'1111 mot mis en sa
458 LA MANSIÓN DE LA MOLE LA MANSION DE LA MOLE 459
place cnscig1za le J'Ollvoir) hay algo de esto: exprc:siones parecidas podría representar cabalmente el cambio de actitud que se había
se encucntr~m en La Bruyere. Vau1·cnargucs ha dicho: ll n'y nurait producido. 1\fas también puede \Trse por la correspondencia cuán
point d'crreurs qui ne périsscnt d'cllcs mcmes, exprimées clairement. penosamente y con qué encalabrinado esfuerzo pudo llegar Flaubert
La confrmza de Flauhert en el lcnguage va aún más lejos (JUe la de a sus convicciones. Los grandes temas y la libre e irresponsable ac-
Vauvcnargucs: cree (jUe también la realidad de lo que ocurre se tuación de la fantasía creadora tenían todavía mucho de él; desde este
revela en la expresión \'erbal. Flaubcrt es un trabajudor muy cons- punto de mir~1 ye a Shakespcare, a Cer\':mtes y también a Hugo
ciente y posee entendimiento crítico del ;:irte en un grado desacos- con ojos completamente románticos, y maldice a \'eces de sus temas
tumbrado, incluso en Frunciu. Por eso encontramos en su corres- propios, estrechos y pec¡ueñoburgueses, que lo fuerzan a un trabajo
pondencia, principalmente en la de los aüos 1852-54, dur:mte los estilístico minucioso y agotador í dirc a la fois si111plcment et 1Jropre-
cuales escribió Mmlame Bovary ("Troisiemc série" en la "Nouvelk 111ente des ehoses vdgaircs). Esto rn a \·eces tan lcjus, que le obliga
édition augmentée'' de la Correspondence, 1927), muchas explica- a decir cosas que están en contradicción con sus concepciones fun-
ciones claves sobre sus intenciones artísticas. Éstas desembocan en damentales: et ce qu'il y a de désolant, c'est de penser que, méme
un fin último místico, pero en la práctica, como toda mística autén- réussi dans la 1ierfeetíon, cela [I\fodame Bornry J ne peut étre que
tica, en una teoría, basada en la razón, la experiencia y la disciplina. pnssablc et ne sera jmnais l1ea11, á enuse du fund 111emc. A e~to
de la inmersión en los objetos de la realidad ol\'idándose de sí mis- 1·iene a añadirse (¡ue él, como tantos grandes artistas del siglo xrx,
mo, operación por la cual éstos se trasmutan (par 1111e chimie mer- odia a su época; ye con gran agudeza sus problemas y las crisis
i eilleusc) hasta alcanzar madurez vcrbul. Los objetos llrn;m así por que ~e avecinan; ve la anarquía interior, Lt 111a11q11e de base théo-
completo ;il escritor; éste se o!Yida de sí mismo, sirviéndole su cora- /r,giquc, el descomedimiento incipiente, el historicismo blando y
zon tan sólo para sentir el de los demás; crnmdo por medio de una ecléctico, el reinudo de la fr:isc hecha, pero no ve ninguna solución
p.Jcicncia fanútica se ha lleg<ido a este estado, la expresión verbal ni ninguna salida. Su fanático misticismo artístico es casi como un
ljUC capta perfectamente el objeto respectirn, al par que lo juzga sustituto de ia religión, al cual se agarra epilépticamente, y su hon-
sin purticlismo, va surgiendo y ordcn{Jndose por sí misma. Los ob- radez se vueke a menudo gruúuna, mezquina, colérica y nerv1os:i,
jt:tos son vistos tal corno Dios los ve, en su rediclad peculiar. con perjuicio, a veces, de su amor imparciul hacía el objeto, com
Añáclcse a esto una concepción de la mezcla cs~ilística resultante parable al amor del creador hacia su criatura. Sin embargo, el
de Ja misma interpretación místico-real: no existen temas altos ni párrafo c1ue hemos analizado no está afeado por estos baches y debi-
l iajos, la Creación es una obra ele arte realizada sin purticlismos, y lidades de su naturaleza, y nos permite observar con pureza el efecto
el artista realista debe imitar los procedimientos de la Creación. Cada de su intención artística.
objeto contiene ante los ojos de Dios, en su peculiaridad, lo mismo La escena nos muestra al hombre y a la mujer a la mesa, la
scnedad que comicidad, dignidad que bajeza, y si está reproducido situación mús corriente que pueda imaginarse; antes de él sólo hubie-
L°c'n justeza y rigor, el nivel del estilo congruente gozará de la misma ra siclo concebible dentro de la literatura como parte de una farsa, de
justeza y rigor; no hay necesidad de teorías generales ele los nivele~ un idilio, de una sátira. Ahora representa un cuadro del disgusto
('!l los cuales deben ser dispuestos los objetos según su dignidad, ni
no rrwmentáneo y pasajero, sino cronico, que domina una existencia
:múlisis de ningún gt'.'nero por parte del autor que, después de la entera: la de Emma Bovary. Es verdad que a continuación ocurren
descripción, comentaría el tema con el propósito de una mejor com- toda clase de peripecias, y también historias de amor, pero nadie
prensión y ordenación: todo esto debe desprenderse de la repre- podrá \"Cr en la escena de la mesa una simple exposición parcial de
sentación misma del asunto.
una historia amorosa, ni calificar en modo alguno a J\1adame Bovnry
Es e\ idente el contraste entre esta concepción y la acentuación de novela erótica. La novela es la descripción de una existencia
ostentosa y grandilocnente del sentimiento propio y de la pauta humana sin perspectivas, y nuestro párrafo no es sino una parte
pro\ista por éste, como era costumbre en y desde Housseau: una de la misma, que contiene, sin embargo, la totalidad. No ocurre en
interpretación compar:idu del Nutre cocur 11c doit etrc han qu'a sentir esta escena nada de particular, ni ha ocurrido nada de particular
celui des mitres, de Flaubert, y de la frase de Housseau al principio poco antes. Es un instante cualquiera de una hora c¡ue se repite
de las Confesiones: Je sens man eocur . et je connais les hommes. regularmente, y durante la cual la mujer y el hombre cernen juntos.
460 LA MANSIÓN DE LA MOLE
LA MANSIÓN DE LA MOLE 461
N0 discuten, no sc nota ningún género de conflicto palpable. Emma que éste sólo podría existir cuando muchos de ellos encontraran
está desesperada por completo, pero esta desesperación no ha sido el camino de la auténtica y propia realidad, privativa de cada
causada por una catástrofe determinada cualc¡uicra, no existe nada uno, la cual sería entonces también la auténtica realidad común a
concreto que ella haya perdido o que desee. Desde luego que le todos. Verdad que los hombres se reúnen para sus negocios o para
bailan muchos deseos, pero son completamente vagos: elegancia, sus entretenimientos, pero tales reuniones no pronxan ningún eco
amor, una vida llena de altcrnatirns. Una desesperación tan vaga de comunidad; son torpes, ridícubs, penosas y saturadas de incom ·
puede haber existido siempre, pero antes no se pensó en tomarla prensión, vanidad, mentira y estúpido odio. Cómo sería en realidad
seriamente como tema de una obra literaria; una tragedia tan infor- el mundo, el mundo de los "sensatos", nunca nos lo dice Flaubert:
me, si es que se puede llamar tragedia, desencadenada por la situa- en su libro el mundo consiste en pura estupidez, que deja escapar la
ción misma, no ha sido literariamente concebible hasta el romanti- realidad auténtica, de modo que ésta no puede encontrarse en parte
cismo. Flaubcrt ha debido ele ser el primero que la ha descrito con alguna. Y, sin embargo, está ahí, en el lenguaje del escritor, que
personajes de escasa formación espiritual y pertenecientes a una desenmascara la necedad por el mero modo de contarla. El lenguaje
clase inferior; y sin eluda t¡ue es el primero en captar de modo viene a ser, pues, una piedra de toque de la estupidez, y participa,
directo lo que tiene ele situación este estado de ánimo. No ocurre por lo mismo, en aquella realidad de los "sensatos", que en ninguna
nada, pero esta nada se ha convertido en un algo pesado, agobiante, otra forma aparece en este libro.
amenazador. Ya hemos visto cómo consigue este efecto: ordena en También Emma Bovary, la figura principal de la novela, se
el lenguaje las confusas impresiones de desazón que asaltan a Emma halla completamente. metida en la falsa realidad, en la bétise ]¡¡¡-
a la vista de la habitación, de la comida, del hombre, hasta darles maine, exactamente igual que el "héroe" de otra no\Tla realista de
una densa unirncidad de sentido.
Flaubert, Frédéric l\1oreau, de la Ed11caiion sentirnentale. ¿Cómo
Aparte de esto, rara \TZ relata sucesos que hagan arnnz:ir rápida- se acomoda el medo de representación flaubcrtiano de sem:cjantes
mente la acción; por medio de simples cuadros, t¡ue dan a la nada personajes en las categorías tradicionales de lo "trúgico" y de lo "có-
de la vida vulgar e indiferente la forma de un estado deprimente, de mico"? Sin duda la existencia de Emma está captada en toda su
repugnancia, de aburrimiento, de falsas esperanzas, de desilusiones profundidad, sin duda tampoco son aplicables las categorías medias
parálizadoras y de temores lamentables, rn llevando a su fin lenta- de antes, como "conmovedor" o "satírico" o ''instructivo'', v, adeinas,
mente un destino humano gris y borroso. La in-terprctación de fa a menudo el lector se sobrecoge ante el destino de Emm; por algo
situación está contenida también en ella. i\mbos se sientan iuntos muy parecido a la compasión trágica. Y, sin embargo, no se trata
a la mesa; el hombre no sospecha nada de la situación inter~1a de de un héroe trágico auténtico. La forma en c¡ue el lenguaje pone al
ella; hay tan poco de común entre ellos, c¡ue jamás se produce una descubierto lo necio, lo agraz y caótico de su \"ida, lo miserable
disputa, un c1mbio de impresiones, un conflicto abierto. Cada uno de esta vida misma, de la que no sabe salir (t01lte l'amertume ele
se halla tJn ensimismado en su mundo propio, ella en la desc.·spcra- l'existcnce lui semhlait servi sur son assicttc), excluye la idea de una
ción y en los deseos nebulosos, él en su cerrazón de provinciano, que tragedia auténtica, no pudiendo jamás autor y lector identificarse
los dos son solitarios; no tienen nada en común, ni tampoco nada con Emma, como debe ocurrir en los héroes trágicos; por el contra-
propio por lo t]Ue merecería arrostr:ir la soledad. Pues cada uno rio, la protagonista es puesta a prueba, juzgada y sentenciada junto
dispone de un mundo neciamente falso, imposible de poner de con el ambiente en el cual se mueve. Pero tampoco es cómica, desde
acuerdo con la rcalid~1d de su situacicín, por lo que ambos des- luego; para ello está comprendida demasiado hondamente a base
aprovechan tocias las posibilidades de vicia que se les ofrecen. Lo de ~u destino, aunque Flaubcrt no intenta ninguna "psicología com-
t¡ue puede decirse de los dos se rcdría repetir ele casi todos los prensi\·a", sino que deja simplemente que las cosas hahlen. Ha en-
personajes de la nm'cla: cada uno de los numerosos tipos mediocres contrado una actitud ante la realidad de la vida contemporánea qü.c
t]Ue por ella transitzin tiene su propio mundo de estupidez chata difiere por completo de las actitudes y de los niveles estilísticos
e insensata, un mundo de ilusiones, hábitos, impulsos y tópicos; to- anteriores, incluso, y sobre todo, los de Stendhal y Balzac. Podría-
dos est:tn solos, ninguno puede comprender al otro, ni ayudar <d mos denominar esta actitud simplemente "seriedad objetiva". Suena
otro a comprender. No existe un mundo común de los hombres, por- un poco raro como definición del estilo de una obra literaria. Serie-
462 LA MANSIÓN DE LA MOLE LA MA'.'.'SJO'>' DE LA C\10Lf 4(1~

Jad ohjctiva, que intenta calar en Lis profundicbdrs de Lis pasionc~ h::iblarcmos má3 tarde. :\parte de c•,to, pocos ele los 11uc han ,-eniclo
y de las complicaciones Je una vicb hum;ma, sin cntreg;:irse ella mis después de d li'1n abordJcfo Lt urca de rcprL·scnur L1 rc~ilidad ele su
ma a la emoción, o por lo menos ~in tr:iicinnar esta emoción: he aquí é·poca con la misma claridad y rcspunsabilicbd: ¡icru sin dud.1 c¡1w
una ;ictitud c¡uc uno c~pcr:nia encontrar antC's en un religioso, un entre ellos ha h::ibido cópÍritus rn:is libres. espontáneos Y ricos.
cducidm o un psiet'Jlogo c1uc en cm ::irtista. Sin embargo, aquélloó El tratamicntD gran' ele L1 rc.dicbd curricntc, el :1scc1bu de grupos
c1uicrcn actuar inmccliclla y pr:ícticamcntc, intención a la c¡ue Flau- humanos :1mplit:s \ ele b~1jo niH ], p(lr un Lid<>, h.i:..Lt cum ,•rtirsc en
lx'rt es :1_icno. Por medio de su :ictitucl. FLrn bnt quiere --pas ,/e temas de rcprcsl'nt:1ción prublem:1tico-cxistcncial, y. p<:r utro, la in-
cris, [lllS ,{e C0Jlil!/5ir;n, ric11 lj11C fo fixité d'zm regurJ rcmif- obligar dusi<Ín de pcrs1mcJs y suce-;os cu:ilcsquicra y \ ulg.irc s, en el curso
;¡J lcn<.;r1:1jc a cntrc!~arlc la n·nL:cl sobre los obictns que caen hijo global de Li historia de Lt é¡mca, rnmtitu; en. Sl''-'.Ún creernos, las
~u oh-;cn-ación: le stl'lc étunt á luí trmt scul w1c 111onierc ak'iOliie bases ~acidas del furnbmcntll histi'lric:imcnte mo\ il. ckl rc:ilismo
de rnír les choscs_ (Corr. IL 3-i6!. Sin eluda. cun ello se lonra, en moderno, y es natur:il que L1 fr,rrn.1 :1mplia y cb:--tic1 de la novela
último térn1i110, un ~'ro¡)()sito pecl:ig1':s~ico y criticist:i pnr 1n c¡~e a L en presa se impusiera c1ch \ c'l rn:':s en una rcprcscnución que hab1a
(poca se refiere: lli' fkhcmos temer decirlo asi. p:>r mucho f!U'' Flau de comprender L:nt<JS ckmcn'.us ,1 L1 'L'l.
hcrt se aferre a "er :lfti-;ta y nada más c¡uc <lrtista. Cuanto más se Si no nus cc¡ui\uc:1mos. es Fr:mcia a la que en el siglo xrx co-
adcntu uno en Flauhcrt, con t~mta mayor clarid::id se le pnne de rrc,pondc l:J partL' mas impnrt:mtc Lll el n:icimicnt() y desarrollo del
manifiesto la pcnctracifin en el rirohlcmatismo v en la consunción realismo contcmpor,íncd. _\] final del penúltimo cipítulo explica-
de la cultur::i hurgue-;a del siglo x1'x que de sus obrns contienen, como remos cómo est:1b:m Lis Lw,:is en ~ \lL'mani:i. En I ndatcrra, b tTo-
ln confirman muchos pa>ajvs import:intcs de su cnrrespondencia. lución era en el f\mdu cxacumcnte la mi:onn LJLie c1~ l"r,meic1, pero
Es vercbd CJllC falta en él demonización del episodio que encontra- se fué dcsarrulbndo m~s tranquila y gradualmente. sin la tajante
mos en B~dzac; ya h Yicla no se precipita cspumosamente, sino que ruptura que significan los aúos entre 1780 v 1830; iníciase ya
fluye persistente e indokntemcnte. flaubcrt no halla lo genuino mucho antes, y conscn-a durante mucho m:io tiempo, hasta bien
del acaecer corriente de su época en l::is acciones y p::isiones llenas de adcl:int:ida b é-poca \'ictofrma. form.is y modo~ de ver t¡·,1dicionalcs.
agitación, ni en hombres o fuerns demoníac::is, cino en estados pro- Ya en el arte de he!ding '. {0111 Juuc'S :qi.nc(Ít) en 17-+9) hay un
lnng::idos, cuvo movimiento superficial es tan c{,]r¡ un ajctre0 vacíü. realismo de época mucho mús cnc'rgico CJUC en las novch1s frances:1s
Pero bajo é-;te time lugar otro movimiento, casi imperceptible, más del último período, y no falta tampuco por completo el movimien-
ubicuo e incesante, ele suerte c1ue el fondo político, económico y to del fondo históriLo. l'\o ob::-Untc, el c,mjunto óer:1 cunccbidu más
social pJrece, a la par. rebti,·amcnte estable y cargado ele una tensión moralmente, m:mtcniénclosc ap:Htado de la gr,¡n·¡fo¡] problemática y
insnport:ible. Los Jcontecimicntus no p~ircccn transformarlo, pern c:xistcnci,d. Adu11:!0, teda\ ía LI1 Dic L·n,;, cU1·:1s c,hus cmpu,1run a ver
en la concreci{m de lJ duración, co-;a que FLmbcrt s:ibc sugerir, t:m· la luz públicas en los aüos treinta del siglo x1x, a pesar del senti-
to en los episodios aishclos e como en nuestro ejemplo': como en el miento fuertemente social v ele la suocstiva den\idacl de sus milic11s,
conjunto de su panorama de !a época, se pone ele manifiesto algo ''ambientes", apenas si hay Írncllas del movimiento del fondo político-
así como una Jmenaza oculta: es un:i época en la que su sombría histórico; mientras que Th::ickeray, que incorpora concretamente los
falta de perspectivas parece cargarla de materia explosiva. sucesos ele Va11ity fnir ( l 8-i7,48) a la historia de la época (los años
Por medio del ni\cl cstilí~tico de una '..;ra,·ecbd fundamental v de \V atcrloo v posteriores). conserva en general la forma de crm-
objetirn, en el cual Lis cosas lubLm por sí mism:is, y se ordcna;1 cchir moral, scmisatírica y scmiscntimcntal, sin gmndcs transform::i-
automátiG1mcnte seoún n
sus valores como tr:'.1uicas
J
o cómicas o, en cioncs con respecto al legado traclicion~1] del siglo xnu. Dc~gr::iciad::i
la mavorfa de los casos, indifcrenteml:'nte como ambas a la vez, Fbu mente, dchemos renunciar a babi.ir, aunc¡ue sea de la manera más
bert l;a superado h Yiolencia e inscgurid:1cl románticas en el trat::i general, del nacimiento del realismo ruso contcmpnranco (las !limas
miento de los t<'mas coetáneos. En su criterio ::irtístico h.1y indiscuti- muertas, ele Gogol, aparecieron en 1842, el relato El gabán ya
blemente :1l.~o de positiYismo precedente, a pesar de ljllL' incident'!l· en J83S). cosa imposible. dentro del fin c¡ue perse~uirnos. si nn
mente pronuncia un juicio muy clc~fon1r'1hle sobre Comtc. SolJre 1:i pueden lcer«e Lis ohrzis en su propio idioma. Dchenl'is contcnt:rn1os
hase de cst:i ohj('ti,·i(Lid erJn posíhks utros clcs:irrollos, de los que c·tm penetrar c:1 L inf!uu1ci,1 que e;, te re,ili,r11u t jcrc ¡/, m:í, t:irclc.

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