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HISTORIA AMBIENTAL

Compilado de artículos y ensayos


(Pablo Camus, Mauricio Folchi y Ernst Hayek)
HISTORIA AMBIENTAL DE CHILE
Pablo Camus y Ernst R. Hajek
1998

Datos editoriales
de la versión impresa:

Inscripción No. 106.166


Derechos Reservados
I.S.B.N. 956-288-091-5
Diciembre de 1998
Primera edición: 1.000 ejemplares
Diseño interior e impresión:
Andros Impresores. Santiago
183 pp.
HISTORIA AMBIENTAL
DE CHILE
Pablo Camus y Ernst R. Hajek
1998.
Agradecimientos
Deseamos reconocer a diversas instituciones y personas, por el apoyo que han
otorgado a la materialización de esta obra.

Expresamos nuestro agradecimiento a FONDECYT, por haber financiado los


proyectos 0639/92 y 0718/94 (a E.H.), los que permitieron, entre otras actividades, la
recopilación de valiosa información de prensa. Deseamos agradecer también en forma
muy especial Andrea Valle por su generosa colaboración en la elaboración de un índice
de titulares de noticias; a Jaime Rosenblitt, por su enriquecedora lectura crítica del
manuscrito, y a Celso Espinoza por sus incansables viajes. La publicación se ha
materializado a través del significativo apoyo económico que han otorgado la Facultad
de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica y la Corporación
Ambiental del Sur. Agradecemos a estas instituciones por tan valiosa ayuda para hacer
posible la existencia de este libro.

También deseamos agradecer en forma anticipada a los lectores, quienes por sus
críticas permitirán el perfeccionamiento de nuestros trabajos futuros en este campo.
Presentación
La creciente importancia que han adquirido los temas ambientales en el país nos
ha motivado a contribuir a su debate público y privado a partir de una visión histórica
sobre el desarrollo de los principales temas ambientales de los últimos treinta y cinco
años, con especial énfasis en el período 1992-1997.

La obra se presenta dividida en dos partes: la primera consiste en una visión


integral de la historia ambiental de Chile en este período, sobre la base de exponer un
breve contexto económico y los efectos que han tenido las políticas económicas sobre
los recursos naturales (forestales, pesqueros, mineros), los procesos y políticas de
urbanización, y la visión global, incluyendo perspectivas científicas, técnicas,
ciudadanas y académicas. La segunda parte comprende el análisis del período 1992-
1997 sobre la base de quince estudios de casos que reflejan la historia y los principales
conflictos ambientales de dicho lapso. Se ha considerado que reconstruir a través de la
prensa la historia de las posiciones mantenidas por los diversos actores ambientales que
han participado en la discusión de los conflictos, permitirá la formación de opiniones
más informadas y coherentes sobre lo que ha pasado en los últimos años.

Como medios de comunicación-expresión masivos y confiados en la


sensibilidad de los periodistas para captar las noticias ambientales más relevantes y para
reportear a los actores más importantes del día a día, nos propusimos la labor de
investigar y analizar exhaustivamente las distintas opiniones y hechos históricos que se
fueron expresando en la mayoría de los periódicos y revistas editadas durante el período
1992-1997.

Para una mejor comprensión del texto, en el ordenamiento de los estudios de


caso se tomó el criterio de agruparlos por áreas temáticas o sectores ambientales, vale
decir, energía, forestal, pesca, minería, urbanismo, además de legislación ambiental.
Estamos conscientes que no hemos podido abarcar todos los problemas ambientales del
período. Conflictos ambientales tan complejos y permanentes como la contaminación
del aire de Santiago o la aprobación de un espacio para verter sus desechos sólidos no
han podido ser estudiados y presentados ya que superan nuestro horizonte temporal y
están fuera de las posibilidades de este trabajo.

En este sentido esperamos que el trabajo que hemos realizado aporte una base de
información significativa a las personas y organismos interesados en los temas
ambientales y contribuya a la preparación de nuevos estudios que entreguen nuevas
aproximaciones o acercamientos a la realidad ambiental del país que mejoren los
análisis de las situaciones y reduzcan los niveles de incertidumbre en las decisiones.

Asimismo esperamos que los estudios de caso elegidos proporcionen una


comprensión más completa e informada, colaborando a la formación de opiniones
mejor fundamentadas sobre el desarrollo de los problemas ambientales en Chile y su
gestión en los últimos años.

Nuestro interés radica en el convencimiento de que el conocimiento de la


experiencia que hemos acumulado sobre la gestión de los conflictos ambientales es una
base sólida que nos permitirá comprender los contextos y las implicancias ambientales
de las decisiones que estamos tomando día a día en torno a los proyectos de inversión
que sustentan el desarrollo económico y social del país.
Indice (paginación de la versión impresa)

Agradecimientos …………………………………………………...……… 7
Presentación ……………………………………………………………….. 9

Primera Parte: La historia ambiental de Chile


entre 1964 y 1994 …………………………………………………….……. 15

I. Introducción ………………………………………………………… 17
II. La sustitución de importaciones, el Estado empresario y el
medio ambiente. 1964-1973 ………………………………………… 19
Contexto económico ………………………………………… 19
Sector forestal ……………………………………………….. 20
Sector pesquero ……………………………………………… 21
Sector minero ………………………………………………... 23
Urbanización ………………………………………………... 23
Visión global: Academia, sociedad y medio ambiente ……… 25
III. Libre mercado, economía primario exportadora y
medio ambiente 1973-1989 …………………………………………. 27
Contexto económico ………………………………………………… 27
Sector forestal ……………………………………………………….. 28
Sector pesquero ……………………………………………………… 29
Sector minero ………………………………………………………... 31
Urbanización ………………………………………………………… 32
Visión global: Academia, sociedad y medio ambiente ……………… 33

IV. Transición a la democracia y medio ambiente. 1990-1994 ……………... 36


Iniciativas ambientales en democracia ………………………………. 36
Globalización, comercio y medio ambiente …………………………. 38
Sector forestal ………………………………………………………… 39
Sector Pesquero ………………………………………………………. 40
Sector Minero ………………………………………………………… 42
Urbanización …………………………………………… 43
Visión global: Academia, sociedad y medio ambiente ……………… 44

Conclusiones ………………………………………………………………….. 46
Bibliografía …………………………………………………………………… 48
Segunda parte: Análisis de casos …………………………………………… 51

Legislación:
1
Discusiones en torno a la Ley de Bases del Medio Ambiente ………………… 53

Energía:
2
El proyecto Gas Andes: un conflicto emblemático en torno al trazado de un
gasoducto por el Cajón del Maipo ……………………………………………... 64

3
La construcción de centrales hidroeléctricas una polémica permanente en la
agenda medioambiental nacional: acerca de la Central Pangue ………………… 77

4
Más conflictos ambientales en el Alto Bío Bío: Los pehuenches, la Endesa y la
Central Hidroeléctrica Ralco …………………………………………………… 88

Forestal:
5
La Forestal Trillium, el proyecto Río Cóndor y las presiones ecologistas. ¿Es
sustentable la explotación de lenga magallánica? ……………………………… 102
6
Celulosa Valdivia y Caleta Mehuín: ¿macro o micro desarrollo? …………….. 115
7
Douglas Tompkins: el empresario/ecologista y su polémico proyecto de instalar
en Chile el "parque ecológico privado más grande del mundo" ………………. 123

Caza y Pesca:
8
La difícil campaña para evitar la caza de ballenas en los mares australes ……… 143

9
Conflicto por el arribo a aguas chilenas del American Monarch, el buque factoría
más grande del mundo …………………………………………………………... 148

Urbano:
10
Acerca del trazado de la Línea 5 del Metro: un nuevo y conflictivo debate sobre
el medio ambiente urbano de Santiago ………………………………………… 152

11
La mosca de la fruta y el encendido conflicto por las fumigaciones aéreas sobre
Santiago ………………………………………………………………………… 161

12
¿Río de autos en el Mapocho? Polémica a raíz de una propuesta para construir
una autopista sobre el lecho del río Mapocho ………………………………… 165
Minería:
13
El difícil y errático recorrido del proyecto Alumysa …………………………… 168

14
¿Quién contaminó el río Loa? …………………………………………………... 171

15
Buque con material radioactivo amenaza Chile: ¿pasará el barco con plutonio
por el Cabo de Hornos? ………………………………………………... ………. 178

PRENSA REVISADA PARA ELABORAR LOS ESTUDIOS DE CASOS


Período 1992 a 1998 …………………………………………………………….. 183
PRIMERA PARTE

LA HISTORIA AMBIENTAL
DE CHILE ENTRE 1964 Y 1994
I
Introducción

Este capítulo tiene como objetivo establecer un panorama global de los


principales aspectos que han marcado el desarrollo de la historia ambiental de Chile en
el período comprendido entre 1964 y 1994 [1]. Con ello se pretende comprender los
aspectos centrales de las cuestiones ambientales del país, ya que ciertamente no es
posible abarcar la historia ambiental de Chile en su totalidad.

En el capítulo se han planteado tres etapas de análisis. La primera se extiende


entre 1964 y 1973, y se refiere a los impactos que tuvieron sobre el medio ambiente y
los recursos naturales las políticas de sustitución de importaciones impulsadas por los
gobiernos de la época. El segundo período se desarrolla entre 1973 y 1989. En él se
pretende establecer los efectos ambientales de las políticas de libre mercado y fomento a
las exportaciones tal como se aplicaron durante el gobierno militar en Chile. Un tercer
período, denominado de transición a la democracia, se extiende entre 1990 y 1997,
período en el que se aprecia un primer intento por asumir la dimensión ambiental en el
desarrollo nacional.

Puesto que el medio ambiente incorpora todas las dimensiones humanas y


naturales, para comprender los principales procesos que han marcado el desarrollo de la
historia ambiental de Chile, los períodos señalados se han estructurado sobre la base de
exponer, inicialmente y a grandes rasgos, un contexto económico, para luego estudiar,
desde esa perspectiva, como han sido enfrentados la explotación de los recursos
naturales (forestales, pesqueros, mineros) y los procesos de urbanización del país. Para
concluir, el relato con una visión global, principalmente de la integración de los
componentes academia, sociedad y medio ambiente.
II
La Sustitución de Importaciones, el Estado Empresario
y el medio ambiente. 1964-1973.

Contexto económico

El período histórico conocido como de sustitución de importaciones alcanzó su


auge y caída aproximadamente durante los años 1964 y 1973. En este lapso se aprecia
cada vez una mayor irrupción del Estado en la economía, el que interviene tanto en el
proceso de industrialización como en el de extracción de los recursos naturales del país.

En este contexto histórico, durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva se


establecieron una serie de organismos encargados de la planificación del fomento
económico del país, destacando entre ellos la creación de ODEPLAN en 1967. Si bien
es cierto que la estrategia de desarrollo descansaba en la industrialización del país,
también lo es que en este período existieron diversas iniciativas hacia los recursos
naturales tanto en las áreas rurales, como en las marinas.

No parece extraño que no existan referencias ni conciencia sobre estos temas en


los documentos de la época, especialmente si consideramos que los conceptos de
desarrollo sustentable y medio ambiente adquieren relevancia mundial sólo a partir de la
década de los setenta[2]. En general, la explotación de los recursos naturales y las
iniciativas de desarrollo son tratadas en forma sectorial, antes que integradas,
interrelacionadas y sostenibles. Sin embargo, se percibe el anhelo y la conciencia de
usar racionalmente los recursos naturales renovables.

En 1964, el Consejo de CORFO estableció el Instituto de Investigaciones de


Recursos Naturales (IREN), que tenía por función mantener actualizada la información
sobre los recursos naturales del país, promoviendo investigaciones para afianzar su
desarrollo productivo. Además, a través de CORFO, se organizaron diversas
corporaciones privadas destinadas al estudio, reconocimiento y evaluación de los
recursos naturales. En 1967, se habían constituido, entre otros, los siguientes
organismos: Instituto de Fomento Pesquero, Instituto Forestal, Instituto de
Investigaciones Geológicas, Instituto de Investigaciones Agropecuarias.

Sector forestal

Desde la perspectiva de la explotación de los recursos naturales renovables, para


el Presidente Frei Montalva una preocupación importante fue el tema de los bosques,
tanto desde el punto de vista económico como de conservación. En un discurso
realizado al inaugurar la campaña Reforestación en agosto de 1965, señaló "una de las
aspiraciones más grandes que yo tenía al llegar a la presidencia, era poder afrontar este
problema del árbol en Chile. Para mí es un signo, tal vez un test, de la capacidad de
nuestra nación para comprender su situación, el que se adquiera conciencia sobre este
problema" (Pinochet de la Barra, 1983).

Esta preocupación del Presidente por los bosques, llevó a su gobierno a tomar
una serie de iniciativas respecto de ellos. Producto de la conciencia que existía acerca de
la degradación de los suelos originada por la tala indiscriminada de bosques se inició la
mayor campaña de reforestación conocida hasta entonces. En su Mensaje Presidencial
de 1966 señalaba "especial referencia debe hacerse a la política forestal del gobierno.
Ella está basada en la conservación de los recursos naturales del país, suelo y agua en
especial, simultáneamente con la ampliación de la zona boscosa, que permitirá
conquistar una posición prominente en el mercado internacional de papel y celulosa. La
meta es formar entre 1965 y 1970, 450 mil hectáreas de nuevos bosques" (Mensaje
Presidencial, 1966).

En 1967, además del Plan de Reforestación, que a través de créditos CORFO


había logrado duplicar ese año la más alta tasa de reforestación anual desde la década de
1950, el Instituto Forestal desarrolló inventarios e investigaciones y mantuvo campañas
de promoción para la exportación de productos forestales que se incrementaron en un
124 % respecto de 1964.

Asimismo, como parte del proceso industrializador del país, el gobierno


impulsó, también a través de CORFO, el financiamiento mayoritario que se requirió
para la instalación de Celulosa Arauco, Celulosa Constitución e INFORSA, concluidas
durante el gobierno de Salvador Allende.

Desde el punto de vista de la conservación del recurso se inició un Plan de


Protección contra incendios forestales y se propició la ejecución de controles para velar
por el cumplimiento de las disposiciones jurídicas y técnicas a que se encontraban
sometidos los suelos forestales. Asimismo durante este período se aprecia una
importante expansión de las Áreas Silvestres Protegidas del Estado (Soler, 1985).

En general, la mayor parte de las funciones silvícolas eran responsabilidad de


organismos dependientes del Ministerio de Agricultura, mientras que las funciones de
producción e industria pertenecieron al Ministerio de Economía, principalmente a través
de la acción de CORFO.

Durante el gobierno del presidente Salvador Allende se profundizó el proceso de


intervención del Estado en la economía. Como ente planificador del sector forestal se
organizó la Corporación Nacional Forestal con el objetivo de centralizar las tareas
relacionadas al recurso dispersas en distintas entidades de gobierno. Hacia 1973,
CONAF, además de asumir las funciones de la Corporación de Reforestación
establecida en 1969, comenzó a sumar las responsabilidades que antes estaban
repartidas en manos de SAG, CORA e INDAP.

Sector pesquero

En un sector económico relacionado con los recursos naturales marinos como es


el sector pesquero las políticas de este período más bien incentivaron la explotación
intensiva del recurso. No obstante estar reglamentada a partir del decreto con fuerza de
ley N° 34 de 1931[3], los orígenes de la industria pesquera basada en peces pelágicos
destinados a la producción de harina se remontan a los inicios de la década de 1960 en
la zona de Arica e Iquique. Entonces, la política gubernamental de fomento económico
generó condiciones en extremo favorables para el desarrollo de la pesca.

El decreto ley N° 266 vigente entre 1960 y 1976 otorgó franquicias tributarias
que redujeron en un 90 % el impuesto a las utilidades y establecieron exenciones
arancelarias para la internación de maquinaria industrial por un período de 10 años a
condición de reinvertir el 75% de las utilidades en el sector. Dos años antes a través de
la CORFO se habían destinado 1.6 millones de dólares a créditos blandos para financiar
la instalación de plantas reductoras y la adquisición de barcos (Zuleta, 1990).

Los resultados ambientales de esta política no se dejaron esperar. La


sobreinversión en el sector, el notable crecimiento de la industria de harina de pescado y
la sobrepesca de anchovetas eran evidentes en 1965. Ese año ya existían alrededor de 37
plantas industriales y una flota de 251 embarcaciones. Sin embargo, se presentó en
nuestro litoral un fenómeno oceanográfico conocido como "El Niño" que hizo disminuir
a la mitad la pesca de anchoveta con relación al año anterior y provocó la primera crisis
de esta incipiente industria.

El gobierno de Frei Montalva debió aplicar un plan de racionalización de la


explotación pesquera que permitió hacer desaparecer a los pequeños empresarios y
concentrar la actividad mediante la fusión de sociedades industriales y el otorgamiento
de créditos CORFO, reduciendo el número de plantas y la flota aproximadamente a la
mitad. En este contexto, junto a la desaparición de "El Niño" se inició la recuperación
del recurso y de la producción de harina de pescado. Entre 1959 y 1970 se aumentó de
300.000 a 1.400.000 toneladas anuales extraídas.

Conforme con su pensamiento económico, el gobierno de la Unidad Popular


propició una política estatizante de la industria pesquera. Ello a partir de la compra de
las principales empresas, que pasaron a depender de CORFO, de la creación de un
Comité Sectorial para el Desarrollo de la Industria Pesquera y del desarrollo de
proyectos de inversión. En esta perspectiva el Presidente Allende señalaba que "el
desembarco de anchoveta y otras especies para reducción había alcanzado a 1.027.386
toneladas en la zona norte, lo cual era sólo 2,5 % menos que el récord alcanzado en
1966. Las exportaciones de harina de pescado en 1971 alcanzaron a 191.202 toneladas"
(Mensaje Presidencial, 1973).

Sin embargo, en 1973 se produjo nuevamente una crisis del sector producto de
la sobreexplotación del recurso y la reaparición del fenómeno "El Niño". Las
consecuencias fueron más severas que en 1965-1966. Durante dos años consecutivos la
industria pesquera vio reducir sus capturas a casi la quinta parte de lo que se capturaba
luego de la recuperación a fines de la década de los sesenta. Desde entonces el recurso
anchoveta se ha estimado como colapsado y otras especies de peces pelágicos han
tenido que sustituir a este recurso (Zuleta, 1990).

Sector minero

La estrategia de desarrollo predominante en la segunda mitad de la década de los


sesenta consideraba la expansión del sector minero como un instrumento decisivo para
la conquista de los mercados mundiales y como fuente de financiamiento de la reforma
agraria y el desarrollo industrial, pilares del programa socioeconómico del gobierno de
la época. Por tratarse del principal recurso de exportación, la gran minería de cobre era
considerada como el "sueldo de Chile" o la "viga maestra" del desarrollo económico del
país (Ortega, 1989).

Desde esta perspectiva, el gobierno de Frei Montalva propició la


"Nacionalización" de la gran minería de cobre a partir de la compra del Estado de más
del 50 % de las acciones de las compañías norteamericanas instaladas en Chile.
Posteriormente durante el gobierno de Salvador Allende el proceso se denominó
"chilenización" puesto que se impulsó la expropiación de los yacimientos y sus
instalaciones sin pago de indemnización.

En general, en este período el tema de los recursos naturales no renovables y el


desarrollo productivo de la minería en relación con el medio ambiente estuvo
prácticamente ausente. Las necesidades de incrementar la producción y las ganancias no
permitían ver los graves perjuicios que las actividades mineras pueden provocar en otros
ámbitos del medio ambiente nacional. La literatura revisada no deja ver ningún indicio
de preocupación por temas relacionados con la contaminación y los altos requerimientos
de agua derivados de las actividades mineras, sino más bien todas las políticas asumidas
apuntaban hacia un aumento de la productividad sin consideraciones ni reparos de tipo
ambiental.

Urbanización

En el contexto del paradigma de la planificación del desarrollo, en este período,


se formularon y realizaron diversas acciones tendientes a ordenar el crecimiento de las
ciudades. En esta perspectiva, se estableció en 1965 el Ministerio de Vivienda y
Urbanismo, un paso importante "para producir las condiciones tendientes a la fijación
de una adecuada política habitacional y una efectiva planificación del desarrollo urbano
a nivel nacional" (Gross, 1991).

Santiago en la década de los sesenta siguió incrementando el ritmo de su


expansión demográfica y areal. Los movimientos migratorios estaban fuertemente
estimulados por la política sustitución de importaciones, puesto que la industrialización
convirtió a las ciudades en el principal foco de atracción de mano de obra. Además, el
estancamiento y la mecanización de la agricultura trajo como consecuencia un notable
aumento de la migración campo-ciudad. Para mitigar los efectos supuestamente
negativos derivados del sostenido crecimiento de la capital se elaboró en 1960 el Plan
Regulador Intercomunal de Santiago (PRIS).

Desde el punto de vista ambiental, el PRIS consideró que uno de los problemas
más importantes de Santiago era la inadecuada localización de la industria, que
generaba contaminación e inseguridad en los barrios residenciales próximos a este tipo
de instalaciones.

Por otra parte, entre sus propuestas estaba la protección de las áreas de cultivo
aledañas a la ciudad, la cual fue vulnerada sistemáticamente por el propio Estado al
realizar sus programas de vivienda social, por los particulares que deseaban ganancias a
través de la urbanización de sus propiedades y por las constantes tomas de terrenos.
Asimismo, el plan proponía, para mejorar la circulación y la conexión entre las comunas
que componían la ciudad, la construcción de un anillo de circunvalación que se fue
construyendo lentamente por etapas.

En 1968, se estableció la Corporación de Mejoramiento Urbano que inició


planes de remodelación con el objetivo de mejorar las áreas deterioradas y evitar el
excesivo crecimiento de la superficie de Santiago a través de la construcción en altura.
Durante el Gobierno de Salvador Allende, el Estado aspiró a asumir un papel
preponderante en el desarrollo de la ciudad. Así, por medio de planes seccionales y de
los organismos dependientes del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo se concretaron
algunas poblaciones y remodelaciones urbanas. Por ejemplo, con la finalidad de
modificar el proceso de segregación urbana se construyeron poblaciones en los terrenos
del ex fundo San Luis en la comuna de Las Condes, lo que produjo enfrentamientos con
los sectores altos de la ciudad que pretendían la exclusividad del sector (Gross, 1991).

No obstante los esfuerzos de los planificadores urbanos de la década de los


sesenta, Santiago no pudo detener su proceso de deterioro ambiental, por lo que
aumentó progresivamente sus problemas de vivienda, segregación social del espacio,
ocupación urbana de terrenos agrícolas, contaminación y congestión. En general puede
afirmarse que los instrumentos de planificación urbana fueron absolutamente
sobrepasados en el período. De hecho, urbanistas del período consideraban que las
tomas de terrenos y los asentamientos espontáneos se habían convertido en la operación
urbana de mayor importancia en Santiago vulnerando todos los planes elaborados.

Visión global: Academia, sociedad y medio ambiente.

En este período se configuraron en la Universidad de Chile los primeros grupos


dedicados a la investigación y docencia en el campo de la Ecología y del Medio
Ambiente con actividades en el área de la Ecología Vegetal en la Facultad de
Agronomía de la Universidad de Chile a cargo de] profesor don Edmundo Pisano. En el
Centro de Investigaciones Zoológicas comenzó también en esa época y tal vez aun
antes, un cierto énfasis en la Ecología, a partir de la Zoología y en menor medida de la
Botánica, bajo la orientación del Profesor Guillermo Mann. Hacia fines de la década del
50 se estableció en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Chile, un
grupo de trabajo centrado en la Biología del suelo y en enfoques generales de Ecología
y Medio Ambiente a un nivel regional en Chile, coordinado por el profesor Francesco di
Castri. Este grupo ha generado a través de su historia de aproximadamente unos 15
años, a muchos profesionales que luego colonizaron áreas de la Ecología en otras
unidades académicas de la Universidad de Chile, Universidad Austral de Chile,
Universidad Católica de Valparaíso y Universidad Católica de Chile (Santiago),
organismos del extranjero y también algunos Ministerios del país. A este respecto cabe
destacar también acá el decisivo apoyo de don Juan Gómez Millas, entonces Rector de
la Universidad de Chile y del decano, don Ramón Rodríguez, para el desarrollo del
grupo mencionado. Diversas razones asociadas en un primer momento a la reforma
universitaria de 1968 y luego al cambio de gobierno de 1973 llevaron al
desmantelamiento del grupo de Ecología de Medicina Veterinaria y al establecimiento
de los académicos en los centros universitarios señalados.

Otro hito significativo en las cuestiones académicas y en su proyección posterior


a las áreas del medio ambiente y al estudio de los recursos naturales fue la creación, en
1967, de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica que permitió
el desarrollo de las ciencias básicas y aplicadas y la investigación tecnológica. Ese
mismo año se generaron los primeros fondos que se ponen a disposición de la
comunidad científica y tecnológica, para el desarrollo de proyectos de investigación y
para la formación avanzada en diversas disciplinas científicas. Posteriormente se
formalizó otra institución, FONDECYT, que en forma específica es la encargada del
manejo de recursos de investigación a los cuales es posible postular mediante proyectos.
Desde ese entonces, numerosos proyectos se han desarrollado en el campo de las
ciencias ecológicas, ambientales y sociales, que tocan aspectos del medio ambiente.
Muchas de estas investigaciones y otros esfuerzos se han volcado a libros y numerosas
publicaciones en revistas científicas nacionales e internacionales.

En otra perspectiva se crearon en este período algunas organizaciones, de


protección ambiental y de los recursos naturales como el CODEFF (Comité de Defensa
de Flora y Fauna) en 1968, que tenía el objetivo de luchar contra los problemas
derivados de la explotación de los recursos naturales. Esta organización es una de las
más importantes del país hasta la fecha. Sus acciones han estado centradas en la defensa
del medio ambiente a partir de estudios, denuncias y campañas de concientización.

Merece ser destacado asimismo la publicación del libro "La sobrevivencia de


Chile" de Rafael Elizalde, (1970) en el cual se analiza el proceso histórico de
destrucción y deterioro de los recursos naturales del país y se proponen caminos para la
recuperación, haciendo un llamado de conciencia para protegerlos y manejarlos. Dichas
inquietudes ya habían sido anteriormente planteadas por el autor en un novedoso avance
de lo que sería la conciencia ambiental existente en Chile (1958).

Por otra parte, en esta época nacieron los departamentos de higiene ambiental y
que luego se transformaron en los de Salud del ambiente. Una iniciativa relevante es la
creación en 1970, de la Comisión contra la Contaminación Ambiental, con la
participación del Ministerio de Salud y otros cuatro ministerios. Esta Comisión
Nacional desapareció en 1978, pues desde 1974 dejó de funcionar.

En este período también se materializaron diversas iniciativas legales, o se


ratificaron localmente convenciones internacionales. Cabe señalar, sin pretender ser
exhaustivo, la Convención para la protección de la flora, fauna y bellezas escénicas de
los países de América (1967), la Higiene y Seguridad Ambiental (1967), las normas de
funcionamiento, especificaciones técnicas y aspectos de seguridad en calderas,
incineradores, generadores de vapor y chimeneas (1967), construcción y operación de
tranques de relaves (1970), Reglamento de la Ley de Caza (1972), Convención para la
protección de la flora, fauna y bellezas escénicas naturales de América (1967),
Convenio para la conservación y manejo de la vicuña (1973). Cabe mencionar que en
Chile se han reconocido cerca de 2000 disposiciones legales que tienen relevancia
ambiental. Muchas de estas iniciativas se han materializado en el período que se analiza
en este escrito, pero que por razones de brevedad no puede explicitarse todas.

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[1] Una versión preliminar de este capítulo del libro fue presentada en mayo de 1997 en la Universidad
de Stanford, EEUU, como parte del Seminario "From Frei to Frei: Perspectives on Chile over Three
Decades".
[2] Especialmente a partir de la Conferencia de Estocolmo en 1972 y del Informe de la Comisión
Brundlandt.
[3] El DFL N° 34 era un instrumento legal que regulaba las cuotas globales de captura, las vedas y los
tamaños mínimos, controlando el esfuerzo del país en materia pesquera.
III
Libre mercado, economía primario exportadora
y medio ambiente 1973-1989.

Contexto económico

A mediados de la década de los setenta se inició una política económica


fundada en las doctrinas de libre mercado. La nueva estrategia de desarrollo buscaba el
crecimiento económico por medio de la desregulación de la economía y la apertura al
comercio exterior.

Las medidas más características del nuevo estilo de desarrollo fueron la


reducción sustancial de las protecciones arancelarias y el incentivo a la participación de
capitales extranjeros en los asuntos económicos internos. El proceso en marcha incluyó
además el retroceso de la participación del Estado en el desarrollo productivo del país y
la progresiva privatización de sus empresas.

La nueva visión del desarrollo estimuló la diversificación de las exportaciones


nacionales bajo el principio de las ventajas comparativas. En este contexto, más allá de
las divisiones temporales, la explotación de los recursos naturales era, potencialmente,
el más importante de los productos con que el país podía competir en el exterior.

Asimismo, la nueva política económica propició la atracción de capitales


extranjeros mediante el Decreto Ley Nº 600 que aseguraba un tratamiento libre y no
discriminatorio a los capitales foráneos. En este sentido en 1992, la inversión extranjera,
entre materializada y comprometida, era superior a los 7.000 millones de dólares. La
mayor parte de ella se concentraba principalmente en sectores productivos relacionados
con la explotación de recursos naturales (CONAMA, 1992).

En suma se estimuló el desarrollo de una economía primario-exportadora


sustentada en la minería del norte, la fruticultura del centro, la silvicultura del sur y la
pesca, a través de todo el territorio marítimo nacional. Esto llevó a que en tiempos más
recientes, en 1993, la composición sectorial de las exportaciones estaba compuesta en
un 43.8 % en la minería, 13,2 % en productos ligados al sector forestal, el 11,4% a los
productos derivados de la pesca y en un 11 % por el sector frutícola.

Sector forestal

Las iniciativas estatales de reforestación de la década de los sesenta dejaron paso


a la actividad privada favorecida por las exenciones tributarias y el Decreto Ley Nº 701
sobre fomento forestal, que estableció la bonificación del fisco a las plantaciones
particulares. Asimismo, entre 1975 y 1979, el Estado, a través del Banco Central,
estableció una línea de crédito destinada exclusivamente a fomentar la forestación
(Contreras, 1989).

Por otra parte, el Estado comenzó a traspasar al sector privado las empresas que
se agrupaban en el Comité de Industrias Forestales de CORFO y los aserraderos,
viveros y maquinarias que administraba CONAF. Este organismo redujo drásticamente
sus funciones productivas, orientado su acción hacia la coordinación, control y fomento
de las actividades forestales del país y la administración del Sistema Nacional de Areas
Silvestres Protegidas del Estado.

Acorde con esta política, la superficie plantada, especialmente con Pinus


radiata, aumentó notablemente en el período 1975-1989. En 1975, la forestación del
país alcanzaba a las 390.000 hectáreas, mientras que en 1989, esta cifra se había elevado
a 1.326.700 hectáreas. Un estudio realizado en 1982 planteaba que la principal ventaja
comparativa de Chile en materia forestal era que el período de corta o rotación para
madera aserrada de pino insigne era de sólo 22 a 25 años y para madera pulpable de 18
a 20 años, mientras que los países forestales como Estados Unidos, Suecia y Canadá los
mismo volúmenes comerciables requerían de hasta 100 años (Aninat 1982).

La rápida expansión de las plantaciones se convirtió para los sectores ecologistas


en una amenaza para el bosque nativo, polarizando la opinión entre los sectores
desarrollistas, partidarios de las plantaciones y la explotación del bosque nativo y los
grupos defensores y preservacionistas. El clamor de diversos sectores de la sociedad por
la protección del bosque nativo se acrecentó a partir de 1986, puesto que la apertura de
los mercados externos para la producción nacional de astillas incrementó fuertemente la
explotación del bosque nativo.

Los ecologistas sostenían que, además de la producción de chips, en algunas


regiones se había desencadenado un proceso de destrucción del bosque nativo con el
objetivo de cultivar en esas tierras especies exóticas como el Pinus Radiata y en menor
medida el Eucalyptus. En 1989, CODEFF denunciaba la destrucción de 48.592
hectáreas de bosque nativo en las VII y VIII regiones para plantar posteriormente pino
insigne (Comisión Chilena de Derechos Humanos, 1989).

En este sentido los grupos ecologistas solicitaban un mayor control del Estado
hacia la acción de las empresas forestales privadas y de sus proyectos de inversión
relacionados con el bosque nativo (Asenjo, 1992). Para estos sectores, los efectos del
deterioro de las reservas de bosque nativo se expresaban tanto en la pérdida del
patrimonio natural del país como en los serios perjuicios sobre el medio ambiente, entre
otros: la expulsión de comunidades rurales, la degradación y erosión de suelos, la
vulnerabilidad ante las plagas, la disminución de los cauces de agua y la contaminación
del ecosistema por desechos y emanaciones que resultan de los rubros forestales de
transformación (Quiroga, 1994).

Desde la óptica desarrollista, el bosque nativo era considerado como un recurso


natural renovable que estaba llamado a contribuir notablemente en el desarrollo
económico del país. Asimismo, se argumentaba que las actividades forestales eran una
de las acciones más ecológicas que se desarrollaban, puesto que la reforestación de
miles de hectáreas en avanzado proceso erosivo habría permitido la recuperación de
estos suelos, acrecentando su valor y productividad e incorporándolos al desarrollo
económico (Susaeta, 1990).
Sector pesquero

Varios fueron los factores que permitieron la recuperación de la industria


pesquera luego de la crisis provocada por el agotamiento de la anchoveta a principios de
la década de los setenta. En primer termino, la demanda internacional se centró en la
sustitución de la anchoveta por especies hasta entonces poco explotadas: la sardina y el
jurel. De este modo, su abundancia permitió el aumento sostenido de las capturas,
estimulando la recuperación de la industria.

Asimismo, la restitución del control de las empresas al sector privado, las


políticas de libre acceso al recurso, de fomento a las exportaciones y de desregulación
del recurso incentivaron la inversión de grandes capitales en este sector económico, lo
que estimuló una fuerte expansión de esta actividad productiva.

Dado lo anterior las pesqueras del país se desarrollaron notablemente a partir de


la superación de la crisis de la anchoveta, transformándose en uno de los sectores más
dinámicos de la economía nacional. El desembarque de peces aumentó de 0.9 millones
de toneladas en 1975, a 6.6 millones en 1989, colocando a Chile entre los 5 países de
mayor importancia pesquera del mundo. El empleo directo generado por el sector pesca
industrial en su conjunto era de 44.369 personas (CONAMA, 1992).

La importancia creciente de este sector en la economía nacional se demuestra


con la creación, por decreto supremo N° 2.442 de 1978, de la Subsecretaría de Pesca,
entidad dependiente del Ministerio de Economía, Fomento y Reconstrucción. A este
organismo técnico del Estado le correspondió ejecutar la política pesquera y fiscalizar
su cumplimiento. Por otra parte, mediante el mismo decreto supremo se estableció,
además, el Servicio Nacional de Pesca encargado de cumplir las funciones realizadas
hasta entonces por la División de Pesca del Servicio Agrícola y Ganadero y por el
Instituto de Desarrollo Agropecuario (Mensaje Presidencial, 1979).

Se distingue una primera etapa en el desarrollo pesquero caracterizada por la


apertura total. En este período la extracción industrial estuvo dominada por buques
factoría para pesca de arrastre de origen japonés, coreano y español, a pesar de que la
legislación internacional del mar restringía la operación de estas naves frente a las
costas mundiales. Inicialmente estas embarcaciones sólo tenían la obligación de pagar
una licencia de pesca de valor proporcional al volumen de captura. Poco después se
suprimió el pago de licencias y los buques factoría quedaron sujetos al pago de
impuestos sobre las utilidades (Geisse, 1990). Asimismo, con el objetivo de incentivar
la incorporación de nuevos interesados en el sector se simplificó la tramitación para
obtener licencia de pesca por medio del dictado del decreto supremo del Ministerio de
Economía N° 175 de 1980.

El aumento de la vulnerabilidad del recurso, desencadenada por la reaparición


del fenómeno "El Niño" entre los años 1982 -1983, dio origen a una segunda etapa en el
desarrollo de esta industria, que se caracterizó por restringir el ingreso de buques
factoría extranjeros y favorecer la instalación de plantas procesadores en tierra,
incentivando además la participación de inversionistas nacionales en el sector. Así, en
1988, existían en Chile 58 plantas de harina de pescado, 214 plantas de congelados y
146 conserveras.
Desde entonces, producto de la presión de diversos actores sociales se ha ido
fortaleciendo las posturas que manifestaban la conveniencia de aplicar algunas
regulaciones en el sector pesca. En este sentido es interesante destacar que en 1986 se
promulgó la ley N° 18.565, que originó un cuerpo orgánico y coherente de principios y
normas generales que integraron el denominado "Derecho Pesquero". En esta normativa
se estableció que la caza marítima y la pesca se regularían por las disposiciones del
código y preferentemente por la legislación especial que rija al efecto. Asimismo ese
año se aprobó el decreto supremo N° 436 que prohibió el ingreso por tres años de
nuevos agentes económicos en las capturas de la pesquería pelágica de la I, II, y VII
Regiones, congelando así el número de barcos y la capacidad de bodega.

Esta medida fue motivo de numerosos recursos de protección, ya que se


consideró que atentaba contra los derechos consignados en la Constitución Política de
1980. En defensa del decreto supremo señalado se explicaba que se pretendía limitar el
esfuerzo pesquero puesto que presentaba un excesivo incremento de las capturas,
acompañado con una tendencia creciente a aumentar la flota (Sordo, 1993).

Desde la perspectiva de sus efectos sobre el medio ambiente, el crecimiento de


la industria pesquera y el desarrollo de las plantas procesadoras en tierra implicaron un
fuerte impacto sobre el medio ambiente marino y de las ciudades puerto del país. Arica,
Iquique, Antofagasta y Talcahuano, entre otras, se vieron afectadas por la intensa
contaminación del aire y del agua.

Sector minero

La importancia de este sector siguió siendo fundamental en el desarrollo


económico del país durante este período a pesar del crecimiento experimentado por las
exportaciones de productos forestales, pesqueros y frutícolas[1]. La dependencia entre
crecimiento económico y rentabilidad de la industria de cobre impidió que los
problemas ambientales derivados de esta actividad fueran afrontados con rapidez,
puesto que se privilegiaba la producción por sobre cualquier otra consideración.

De este modo, las inversiones estatales enfatizaron la ampliación de la


capacidad instalada, con el objetivo de reforzar la presencia del cobre chileno en los
mercados internacionales. En los ochenta, Chile aumentó su capacidad de fundición de
concentrados desde aproximadamente 1.9 millones de toneladas anuales a 3.4 millones
de toneladas anuales. En este proceso de expansión no existió mayor conciencia sobre el
impacto sobre el medio ambiente de esta industria, ni tampoco voluntad para fiscalizar
el cumplimiento de las normas de calidad ambiental (Cepal, 1991).

Las principales consecuencias ambientales asociadas al crecimiento de las


actividades mineras son la contaminación atmosférica por emanaciones de anhídrido
sulfuroso, arsénico y material particulado; la contaminación marina y de cuencas
hidrográficas mediante la descarga de relaves y desechos; asimismo, esta actividad, que
tiene grandes requerimientos de agua, por lo que al estar localizada preferentemente en
zonas desérticas, disminuyó los caudales de los ríos, dificultando las actividades
agropastoriles de subsistencia tradicionales de aymaras y atacameños.

Cabe destacar en la expansión de la minería nacional el aumento progresivo de


los capitales foráneos. Por ejemplo, en 1989, en este sector se materializó el 67.3% de la
inversión extranjera. Desde el punto de vista del medio ambiente, debido a la carencia
de políticas ambientales del gobierno, algunas empresas extranjeras han adoptado las
legislaciones de sus países de origen, motivados por un afán de protección y por la
convicción de que en estas materias es donde más cambios habría en el futuro de la
minería chilena (Quiroga, 1994).

Urbanización

Las políticas de liberalización económica implementadas en el período tuvieron


su expresión urbana en la Política Nacional de Desarrollo Urbano de 1979, donde se
estableció que el suelo urbano no era un recurso escaso y en consecuencia debía ser
transado en forma libre, según los requerimientos del mercado.

En consecuencia, se propuso eliminar las restricciones al crecimiento de las


áreas urbanas impuestas por la planificación en el pasado. El decreto supremo N° 420
de 1979, estableció la modificación del Plan Regulador Intercomunal de Santiago del
año 1960, suprimiendo las regulaciones urbanas y estimulando el crecimiento de las
áreas urbanas de acuerdo con las tendencias del mercado, estratificando social y
espacialmente la ciudad.

Asimismo, en el contexto de la política desreguladora enunciada, los planes


comunales realizados en el período tuvieron el objetivo central de liberalizar los
controles preexistentes tales como reservas de uso del suelo y previsiones de
crecimiento (Rodríguez, 1985).

Además, en 1980 se aprobó el Decreto Ley N° 3.516, que permitió la


subdivisión mínima de predios rústicos a media hectárea. Esta norma ha sido muy
criticada por los urbanistas pues ha permitido la formación de parcelas de agrado o
vivienda en terrenos agrícolas, lo que ha implicado la expansión de las actividades
urbanas fuera de los límites de la ciudad, ampliando considerablemente el tamaño de
ésta y subutilizando terrenos aptos para la producción económica.

Entre las políticas habitacionales implementadas por el gobierno militar entre


1979 y 1986 están los programas de erradicación de campamentos, de radicación de
campamentos y de sitios semiurbanizados. Larraín y Molina han planteado que estos
programas han sido instrumentos importantes del deterioro ambiental y también de la
segregación espacial experimentada por Santiago en el período. Especialmente la
erradicación y los sitios semiurbanizados que habrían concentrado la miseria en los
sectores periféricos e incorporaron a la ciudad unas 431 hectáreas de suelos agrícolas
(Larraín, 1987).

El crecimiento en extensión de Santiago ha implicado la pérdida de la


funcionalidad de la ciudad, lo que se ha visto reflejado, por ejemplo, en el aumento de
los tiempos de viaje. La diversidad de problemas originados a raíz de la liberalización
del mercado de suelo urbano provocó algunos cambios en la Política Nacional de
Desarrollo Urbano, aprobada por decreto supremo N° 131 de marzo de 1985. La nueva
"política ajustada" declaraba explícitamente que el suelo urbano es un recurso escaso y
que por lo tanto el mercado de suelo debía estar sujeto a la planificación estatal.
Visión global: Academia, sociedad y medio ambiente

La influencia del movimiento internacional relacionado con el desarrollo


sustentable y la toma de conciencia de algunos sectores acerca de la sobreexplotación de
los recursos naturales y de los problemas de contaminación asociados al crecimiento
económico del país, permitieron que el tema del medio ambiente tomara importancia en
el debate nacional especialmente a partir de la década de los ochenta.

Destaca en este aspecto, el decreto supremo N° 271 de 1984 del Ministerio de


Bienes Nacionales, que estableció la comisión interministerial de ecología que debía
proponer al Presidente de la República "la creación de un organismo o sistema nacional
de medio ambiente que formule, unifique, desarrolle e implemente las políticas que el
supremo gobierno estime convenientes para la protección del medio ambiente y la
racional utilización de los recursos naturales renovables".

Asimismo, se creó la Comisión Nacional de Ecología de acuerdo con el decreto


supremo N° 680 de 1984 con el objetivo de asesorar al Presidente de la República en las
acciones generales del gobierno vinculadas a la protección del medio ambiente y a la
conservación de los recursos naturales renovables. Además, se originó la Comisión de
Legislación del Medio Ambiente en 1985, que tuvo a su cargo la elaboración de un
anteproyecto de Ley General sobre Protección del Medio Ambiente. Este anteproyecto
circuló ampliamente y recibió numerosas críticas en un proceso de retroalimentación de
la Comisión. Sin embargo, esta iniciativa no se materializó.

Tal como en el período anterior se pueden señalar diversas iniciativas desde un


punto de vista legal, a modo de ejemplo, la Ley de Fomento Forestal (1974), uso del
fuego para fines silvoagropecuarios (1980), creación del Sistema Nacional de Areas
Silvestres (1984) diversas convenciones, la Ley sobre Industria Pesquera y sus
derivados (1983), Regulación para la pesquería pelágica en I, II y VIII Regiones (1986),
Código de Aguas (1981), Fomento a la inversión privada en obras de riego y drenaje
(1985-1986) Ley de Navegación (1978). Convenios internacionales sobre
contaminación marina (1977), Código de Minería (1983), Convenios y Tratados
internacionales para la conservación de especies animales marinas), Convención sobre
comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora silvestres -CITES-
(1975), Incineración y calidad del aire (1976), Normas sanitarias mínimas para prevenir
y controlar la contaminación atmosférica y establecimiento de normas de calidad del
aire (1978) y diversas disposiciones sobre contaminación atmosférica en la Región
Metropolitana (1979), basuras (1976 y 1980)) Protección agrícola (1981 y 1984),
Indices de calidad del aire (1988, 1989) entre otras disposiciones.

A pesar de su retraso respecto del contexto internacional, el incipiente


desarrollo de la conciencia ambiental en Chile permitió la inclusión en la Constitución
de 1980 del articulo 19 N° 8, que "asegura a todas las personas el derecho a vivir en un
medio ambiente libre de contaminación. Es deber del Estado velar para que este derecho
no sea afectado y tutelar la preservación de la naturaleza. La ley podrá establecer
restricciones específicas al ejercicio de determinados derechos o libertades para proteger
el medio ambiente".
En la década de los ochenta este articulo fue utilizado favorablemente ante los
tribunales de justicia por grupos ecologistas y ciudadanos. Los casos en que se
reconoció este derecho constitucional fueron en contra de cuatro industrias pesqueras de
Arica que con sus emanaciones contaminaban el aire de dicha ciudad, de la extracción
de agua de la laguna Chungará, y de CODELCO para que pusiera término definitivo a la
depositación de relaves en el litoral de Chañaral. En estos casos los tribunales de justicia
acogieron los recursos fundados en la defensa de esta garantía constitucional ambiental
(Hajek, 1993).

Desde otra perspectiva, después de la fundación de CODEFF en la década de


los sesenta, en 1974 se estableció el Instituto de Ecología, que a partir del empuje de su
secretario general Juan Grau influyó notablemente en la opinión pública, sensibilizando
al país en los temas ecológicos. En el recuerdo quedan las campañas que encabezó para
salvar la Isla Pájaro Niño de Algarrobo, para evitar la ampliación del aeropuerto de Isla
de Pascua y para incorporar a Chile en el acuerdo internacional de suspender la caza de
ballenas.

Por otra parte, en el año 1988 se fundó el Instituto de Ecología Política (IEP)
entidad que ha tenido a partir de entonces una activa participación en diversos aspectos
de defensa del medio ambiente y de los recursos naturales a través de denuncias,
campañas y estudios. Posterior a su fundación se establece RENACE (Red Nacional de
Acción Ecológica) y el Observatorio de Conflictos Ambientales (IEP, com. personal).

Asimismo, de importancia en la creación y el desarrollo de la conciencia


ambiental en la década de los ochenta fue el accionar de los centros científicos y
académicos, que inicialmente centraron su atención en el diagnóstico de la situación
ambiental del país. Destaca en este aspecto la creación de CIPMA (Centro de
Investigación y Planificación del Medio Ambiente), una corporación académica de
derecho privado formada con el objetivo de contribuir al desarrollo de una conciencia
nacional sobre la importancia de los recursos naturales y del medio ambiente en la
calidad de vida de las actuales y futuras generaciones de chilenos (CIPMA, 1983).

Una de las realizaciones más notables de CIPMA fue la organización, a partir


de 1983 y cada tres años, de los Encuentros Científicos sobre el Medio Ambiente, que
reunieron a académicos y profesionales provenientes de universidades, empresas,
organismos del sector público y privado, organizaciones gremiales, sociales y culturales
y organismos internacionales y no gubernamentales, con el objetivo de debatir sobre las
relaciones entre el medio ambiente y el desarrollo económico del país.

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[1] Todavía el cobre representa más del 40% del total de las exportaciones nacionales.
IV
Transición a la democracia y
medio ambiente. 1990 - 1994.

Iniciativas ambientales en democracia

Las elecciones presidenciales de 1989 y la instalación del gobierno


demócratacristiano de Patricio Aylwin permiten acotar un nuevo período en la historia
ambiental de Chile. Como se ha señalado, las preocupaciones ciudadanas y de los
medios de comunicación por la situación del medio ambiente habían adquirido mayor
intensidad a fines de los ochenta. De modo que los candidatos presidenciales debieron
incorporar, de una u otra forma, contenidos ambientales en sus proyectos políticos. Por
ejemplo, en 1989, el Tercer Encuentro Científico sobre el Medio Ambiente organizado
por CIPMA contó con la participación de los candidatos presidenciales Patricio Aylwin
y Hernán Büchi, representantes de las coaliciones de partidos más importantes del país.

Rafael Asenjo, señalaba en 1990, que el modelo económico impuesto al país


por el gobierno del general Pinochet tenía "una despreocupación prácticamente total por
la temática relacionada con el medio ambiente, que generó lo que nosotros hemos
llamado la tercera deuda, aquella que se ha llamado la deuda ambiental. Chile ha sufrido
en los últimos años un marcado deterioro de sus recursos naturales y una creciente
presencia de fenómenos puntuales de contaminación" (Asenjo, 1990).

A pesar de los intentos por establecer la Comisión Nacional de Ecología en


los ochenta, el país no contaba con un aparato institucional integrado para la gestión
pública ambiental. Según el nuevo gobierno la dispersión de leyes e instituciones con
relevancia ambiental hacía imposible una política coherente y coordinada respecto del
medio ambiente. Por otra parte, la ausencia de herramientas eficientes y de
preocupación por las materias ambientales en las estructuras ministeriales impedía al
gobierno alcanzar los principios que habían orientado parte de su programa político y
enfrentar los graves problemas ambientales del país.

En este contexto los principios que guiaron la política ambiental del país
fueron los de estabilidad, buscando no desalentar el desarrollo, gradualidad,
incorporando la dimensión ambiental en plazos razonables, y realismo, al considerar
tanto la magnitud de los problemas ambientales, como la forma y la oportunidad en que
ellos se abordaban y los recursos en instrumentos con que se contaba para enfrentarlos
(Mensaje Presidencial, 1993).

Sobre la base de estos principios políticos, el 5 de junio de 1990, el


Presidente de la República firmó el decreto que creó la Comisión Nacional del Medio
Ambiente (CONAMA), encargada de definir una política ambiental y de proponer una
ley marco y una institucionalidad ambiental para el país.

Esta institución se estableció a partir de un comité interministerial presidido


por el Ministro de Bienes Nacionales integrado por los ministros de Salud, Economía,
Agricultura, Minería, Vivienda y Transportes. Además, se formó un comité operativo
integrado por representantes de todos los ministerios con competencias ambientales y
una secretaría técnica y administrativa, dotada de recursos para su desempeño al
contratarse un crédito de 20 millones de dólares con el Banco Mundial. Por primera vez
se contaba con un impulso sustantivo para abordar las complejidades que el tema había
adquirido en el país (Alvarado, 1995).

"El proceso de desarrollo de las actividades de la CONAMA, tuvo una


trayectoria típica conocida y descrita en otras experiencias de los más diversos países:
entusiasmo por un tema nuevo, pero plagado de recelos por parte de los organismos
estatales que temen por sus atribuciones y competencias. Esto ocurre así porque tales
facultades se han repartido con el correr del tiempo en distintas instituciones. Cuando
llega la hora de rediseñar el aparato público, aparecen las resistencias" (Alvarado,
1995).

En el aspecto legislativo, la CONAMA, consciente de la enorme cantidad y


dispersión de las normas jurídicas con relevancia ambiental del país, realizó un
completo inventario que permitió identificar a cabalidad las normas relacionadas con el
medio ambiente vigentes en el país. Asimismo inició la tramitación en el Congreso
Nacional de la "Ley sobre Bases Generales sobre el Medio Ambiente".

Dicha ley, N° 19.300 fue publicada el 9 de marzo de 1994. En ella se creó


también la nueva estructura de la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA).
Una de las primeras iniciativas de la CONAMA fue incorporar la dimensión ambiental
en la gestión de los ministerios y generar un sistema de coordinación y dirección
tendiente a integrar y fortalecer la capacidad sectorial de cada una de las instituciones
del Estado que tienen competencia ambiental.

Además, este organismo inició un programa de evaluación de impacto


ambiental que, a pesar de no estar vigente la ley ni su reglamento, comenzó a ser
aplicado por los ministerios en sus proyectos de inversión, de acuerdo al "Instructivo
Presidencial. Pauta para la evaluación ambiental de proyectos de inversión" y a otros
estudios y textos de apoyo elaborados por esta institución.

Asimismo, inició un programa de educación ambiental con el objetivo de


implementar un "conjunto de actividades para desarrollar conocimientos, habilidades y
valores sobre el medio ambiente y sus problemas con el fin de corregirlos y prevenirlos;
desarrollar actividades de difusión y sensibilización tendientes a que la ciudadanía se
informe acerca de las causas y efectos de los principales problemas ambientales y
participe en la búsqueda y aplicación de soluciones; e involucrar a la comunidad en el
proceso de gestión ambiental". Los programas se relacionaban con la sensibilización,
descontaminación, recursos naturales, gestión y mejoramiento de la calidad de vida en
áreas urbanas (CONAMA, 1994).

Por otra parte, de acuerdo con la delicada situación ambiental de la Región


Metropolitana, afectada por diversos tipos de contaminación atmosférica, hídrica y
acústica, se estableció la Comisión Especial de Descontaminación de la Región
Metropolitana formada por los ministros de Transportes, Obras Públicas, Vivienda y
Urbanismo, la Comisión Nacional de Energía, Hacienda, Economía, la Intendencia de la
Región Metropolitana y era presidida por el Ministro del Interior. Su objetivo era
reducir los niveles de contaminación que afectaban el área.

No obstante, todos los esfuerzos realizados en el período 1990-94, el


Reglamento que hace ejecutable la ley de Bases del Medio Ambiente en lo que se
refiere a evaluación de impacto ambiental solo fue aprobado en abril de 1997.

Globalización, comercio y medio ambiente

Como se ha señalado, "Chile logró basar su crecimiento hacia fines de los


setenta en la apertura comercial y desde entonces el desarrollo del sector externo de la
economía mantiene una tasa en permanente aumento. Las exportaciones chilenas son,
en lo fundamental, recursos naturales y materias primas con bajo nivel de valor
agregado" (Alvarado, 1995). De acuerdo con este autor, un crecimiento tan dinámico,
junto a una política económica neoliberal muy ortodoxa y obsesiva, no estuvo asociada
a una debida protección ambiental y se han derivado de este accionar numerosas
alteraciones ambientales en los principales sectores de la economía, como la producción
minera y de celulosa, pesquera, forestal y frutícola. La culpa no seria atribuible al
comercio internacional, sino a la ineficiencia de los organismos para la protección
ambiental. Indica seguidamente Alvarado (1995) ".... la relación entre comercio
internacional y medio ambiente ha entrado en una fase crítica en la medida que se
aceleran los procesos conducentes a la firma de tratados de libre comercio. Esto es
particularmente notorio con las negociaciones de ingreso de Chile al NAFTA,
MERCOSUR y también con los acuerdos con la Unión Europea". "Por otra parte, el
sector privado exportador se ve compelido a actuar en la medida que los mercados
internacionales exigen certificaciones de calidad ambiental. Pero a la vez reacciona con
el temor de que tales exigencias se conviertan en barreras para arancelarias. En este caso
el sector público pasa a actuar como mediador entre intereses privados".

"Sin embargo, no cabe duda que habrá de producirse un efecto positivo, cual
es el de incentivar y perfeccionar el desarrollo de la gestión ambiental para que esa
variable se una a las ventajas comparativas que el país posee para su inserción creciente
en el comercio internacional".

Sector forestal

En 1992, con el objetivo de conciliar las posiciones extremas de los grupos


ecologistas que denunciaban una explotación depredadora e indiscriminada del recurso
y los empresarios que defendían su derecho a explotar los bosques en beneficio del
desarrollo económico del país, el ejecutivo envió al Congreso Nacional un proyecto de
ley con 52 artículos destinados a regular la situación del bosque nativo. La Ley de
Bosques que aún se debate en el Congreso desde hace varios años, ha recibido
numerosas observaciones, tanto de los grupos ecologistas, como fundadas reacciones
del ámbito académico científico.

A juicio del Instituto Libertad y Desarrollo el proyecto de ley despejaba


parcialmente la incertidumbre acerca del futuro del bosque nativo, puesto que "muchas
materias relevantes quedan sujetas a definición reglamentaria o administrativa, lo que
tiende a introducir excesiva discrecionalidad, y por lo tanto riesgo. Esto último tiende, a
su vez, a debilitar los incentivos a la conservación y al aprovechamiento productivo.
Asimismo, al enfatizarse las prohibiciones y limitaciones en determinadas materias, crea
también involuntariamente el incentivo contrario para el logro de los objetivos
perseguidos" (Instituto Libertad y Desarrollo, 1992)

Por su parte, una agrupación ambientalista de reconocida trayectoria en el


país como Codeff señalaba que el proyecto de ley "resulta contradictorio en su
concepción toda vez que sus dos ideas centrales se contraponen. Por una parte se
fomenta el mejoramiento y enriquecimiento de la masa forestal nativa y, por la otra, al
promover la sustitución, se induce a su destrucción, permitiendo que una importante
cantidad de bosque nativo sea reemplazada por plantaciones exóticas" (CODEFF,
1992).

En un tono conciliador, el director ejecutivo de CONAF, Juan Moya,


señalaba que era "sintomático y revelador que el proyecto sea objeto de críticas, tanto de
aquellos agentes interesados en la componente productiva como de aquellos
relacionados con la preservación del medio ambiente. Ello demuestra su equilibrio y
sentido común" (CIPMA, 1992).

Sector Pesquero

En atención a la necesidad de asegurar el desarrollo sustentable del sector


pesquero, el gobierno de la concertación envió y aprobó en el Congreso Nacional
nuevas modificaciones para la ley N° 18.892 de 1989, a través de la Ley General de
Pesca y Acuicultura, publicada en el Diario Oficial del 21 de enero de 1992.

Dentro de las diversas razones para impulsar este nuevo cuerpo legal estaba,
sin duda, la necesidad de resolver un problema agudo y complejo que se había
producido en el sector pesquero. La alta concentración de la propiedad industrial
pesquera y la rentabilidad que adquirió en pocos años, llevó a esas empresas, en su afán
competitivo, a generar una sobreinversión en flotas, lo que desembocaría en una crisis
de rentabilidad. Esa crisis sólo podía enfrentarse con una sobreexplotación de los
recursos marinos por lo que había riesgo de su desaparición. Tal situación alertó a su
vez a diversas entidades (grupos académicos y grupos ecologistas).

La nueva Ley de Pesca debía articular una ecuación que resolviera al mismo
tiempo la crisis económica de las empresas originada a partir de la decisión de
sobreinvertir en flota y de la extinción de diversas especies. Es decir, el centro de interés
de la Ley no apuntó dominantemente a la protección de los recursos marinos sino a
crear condiciones de explotación que pudieran ser controladas por la autoridad.

En esta perspectiva, esta normativa fijó un texto refundido, coordinado y


sistematizado donde estableció la fijación de cuotas globales de captura para especies
pesqueras en plena explotación, contemplando además un mecanismo de cuotas
individuales, divisibles y transables, asignadas inicialmente vía licitación. Asimismo,
preservó el derecho de la autoridad a restringir el tamaño de las capturas y las artes de
pesca y en ciertos casos establecer vedas periódicas.

Los críticos consideraban que debido a que buena parte del recurso es
migratorio y se compartía con países vecinos y las flotas extranjeras que operaban fuera
de la zona económica exclusiva, la regulación por cuotas establecía una desventaja para
las empresas pesqueras nacionales respecto de las internacionales. Además, se pensaba
que los recursos pelágicos son muy afectados por las condiciones ambientales y en
consecuencia no era posible calcular una cuota efectiva (Gómez Lobo, 1991).

Los defensores de la regulación e intervención del Estado en esta materia


esgrimieron el argumento de que posibilitar el acceso libre a los recursos pesqueros a
través de res nullius, (cosa de nadie o propiedad común), estimulaba la sobreinversión
de capitales, la expansión de los esfuerzos de captura y el consecuente colapso del
recurso.

En otro ámbito se criticaba que al regular los derechos de explotación y al


aprobar registros para pescadores artesanales, se estaba beneficiando a aquellos sectores
que podían adquirir los derechos de captura o estaban informados de los registros,
excluyendo el ingreso a esta actividad económica del resto de los interesados. Además,
se pensaba que estas disposiciones propiciarían la creación de monopolios, afectando
negativamente la asignación de recursos.

Otro de los problemas vigentes relacionado con la pesca artesanal es que la


Ley de Pesca reservaba a aquellas naves de eslora máxima no superior a 18 metros y a
50 toneladas de registro grueso, la exclusividad de operación en una zona de cinco
millas marinas a partir de la franja costera. No obstante, el criterio empleado no excluía
a aquellas naves que de acuerdo con estas dimensiones estaban dotadas de adelantos
tecnológicos que superaban ampliamente la capacidad de captura de los pescadores
artesanales.

Con todo, los avances legislativos han demostrado que existe la conciencia de
que el un mercado sin regulaciones no puede resguardar recursos pesqueros que por sus
características son de dominio público, por lo que tienden a la sobreexplotación y el
agotamiento. Las posibilidades de acuerdo y negociación entre ambas posturas siguen
presentes en el debate actual sobre el sector pesquero.

Sector Minero

La conciencia ambiental adquirida por las empresas mineras en la década de


los ochenta ha dado origen a una serie de iniciativas y programas de acción tendientes a
relacionar esta dimensión en sus actividades productivas.

Asimismo, el Ministerio de Minería intentó incorporar la protección del


medio ambiente en la política minera del gobierno, elaborando diagnósticos y normas
específicas para regular el impacto ambiental del sector. Uno de los programas más
importantes fue la aprobación del decreto supremo N° 185 de 1992 que estableció
normas para las empresas que emitieran gases sulfurosos, arsénico y partículas en todo
el territorio nacional, como también estableció la Comisión Interministerial de Calidad
del Aire (CICA). Asimismo por decreto supremo N° 25, de marzo de 1992, se radicó la
secretaría técnica de esta comisión en el Ministerio de Minería (Mensaje Presidencial,
1993).

Las normas ambientales establecidas debieron ser cumplidas tanto por la


minería estatal como por la privada. Como política, el gobierno consideró que las
nuevas fundiciones debían incorporar tecnologías que cumplieran con la normativa de
calidad y control ambiental. A las unidades existentes se les fijaron niveles máximos de
emisión de contaminantes, de manera de poder cumplir con las normas nacionales en un
plazo determinado. Así, en el sector público, se inició la implementación de un
programa de gestión ambiental para CODELCO, ENAMI Y ENAP.

No obstante los limitados resultados del control de la contaminación por


efecto de las actividades mineras estatales, cabe destacar los principales proyectos que
se consideraron en este período. Entre ellos se encuentra la construcción de la cuarta
planta de ácido sulfúrico en Chuquicamata, además del programa de descontaminación
en Ventanas y del proyecto de mejoramiento de los procesos productivos de Paipote
(CONAMA, 1992).

Por otra parte, por diversas motivaciones, la minería privada ya había


iniciado algunas inversiones en control ambiental desde fines de la década de los
ochenta. Por ejemplo, la minera Escondida inició un "programa ambiental en zonas de
explotación y descarga de efluentes", aplicando las más modernas técnicas de
ingeniería, acordes a las normas ambientales nacionales e internacionales. Asimismo, la
minera Disputada de las Condes estableció en 1989, la división de medio ambiente
encargada de coordinar las acciones ambientales de la compañía. Otras empresas
privadas comprometidas en incorporar la dimensión ambiental en sus procesos
productivos, iniciando acciones de control de impacto y puesta en práctica de proyectos
para disminuirlos fueron MOLYMET, REFIMET, Cía. Minera del Pacífico y El Indio.

A pesar de estas iniciativas de gestión y manejo ambiental, en el sector


minero queda mucho por realizar todavía, no en vano son varias décadas de actuar sin
exigencias ni conciencia ambiental por lo que los problemas se han ido acumulando en
el tiempo y el espacio.

Urbanización

En su discurso presidencial de 1993, Patricio Aylwin señalaba el creciente


desafío del desarrollo urbano, identificando esta acción como el "Hacer Ciudad", que
significaba para su gobierno perfeccionar los instrumentos de planificación urbana y
abordar la inversión necesaria para mejorar el hábitat y la calidad de vida en las
ciudades del país.

Los objetivos principales de su política, planteados en la "Política Nacional


de Asentamientos Humanos", fueron "densificar el uso del espacio urbano en las
ciudades mayores, reforzar el desarrollo de centros urbano medianos y pequeños, y
revertir las tendencias de segregación urbana que perjudica a los sectores más pobres"
(MINVU, 1992).

En este sentido, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo consideró necesario


asumir el papel conductor del proceso de desarrollo de los asentamientos humanos,
retomando la planificación urbana para optimizar el aprovechamiento de los recursos de
infraestructura y suelo. Además, este ministerio consideró como su papel fundamental
mejorar el hábitat de los asentamientos humanos más pobres (MINVU, 1993).

Los resultados de esta línea política se expresaron en la elaboración de


instrumentos de planificación urbana como planos reguladores comunales e
intercomunales, límite urbano, planes regionales de desarrollo urbano y planes de
gestión urbana complementarios; en inversión urbana, que en 1992 se había elevado al
doble de la que se tenía al comienzo del gobierno de la concertación; en la ejecución del
programa de mejoramiento de parques, que se había iniciado con la construcción de 4
parques con 25,9 hectáreas en la región metropolitana; y en la aprobación de la nueva
Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, que buscaba mejorar la calidad de
vida urbana de las ciudades y de los conjuntos y viviendas que se construyeran,
estableciendo las condiciones mínimas necesarias de las urbanizaciones y edificaciones.

Asimismo, la división de desarrollo urbano del Ministerio de Vivienda y


Urbanismo constituyó la Unidad del Medio Ambiente, que tuvo los siguientes objetivos:
definir los criterios ambientales a ser considerados e incorporados dentro del quehacer
del Ministerio e identificar y proponer un esquema institucional y operativo para la
introducción de consideraciones y criterios ambientales en los procesos de toma de
decisiones del Ministerio.

Visión global: Academia, sociedad y medio ambiente.

En 1990 un grupo de académicos completó el primer diagnóstico integral y


sistemático de problemas ambientales de todo Chile. Un total de 856 problemas
distribuidos en el país y correspondientes a 12 categorías del ambiente natural y
construido (Hajek et al., 1990), conformaron este primer diagnóstico. En 1994, en
trabajo conjunto con la CONAMA, el mismo grupo actualizó el diagnóstico anterior y
detectó 1.288 problemas ambientales. El mayor número se debe, no tanto al aumento de
la cantidad de problemas con respecto al diagnóstico anterior, sino que a una mejor
localización geográfica, a una desagregación y mejor definición. (Espinoza et al., 1994).

De igual modo, "en el período 1990/94, las universidades, las organizaciones


no gubernamentales y los centros académicos y científicos pasaron de los diagnósticos y
las denuncias a las propuestas de acción y gestión de los problemas ambientales. De este
modo, aparte de las presiones y denuncias ambientales difundidas a raíz de las
elecciones presidenciales, se inició una fuerte demanda ciudadana con el objetivo de
enfrentar y despejar los temas relacionados con el medio ambiente en el país".

La literatura especializada reconocía en este período que algunos indicadores


macroeconómicos como el crecimiento del producto geográfico bruto podían resultar
engañosos ya que no consideraban la depredación del capital natural en el sistema de
cuentas nacionales. Por ejemplo, se pensaba que en el caso del sector pesquero entre los
años 1980 y 1989 las cuentas nacionales habían registrado un crecimiento del 8,8% de
promedio anual en el sector. Pero al considerar la depreciación de capital natural, el
crecimiento sustentable había sido de 4,6 %, es decir casi la mitad, el resto habría sido
consumo de capital (Gómez Lobo, 1991).

En este sentido, como señala Alvarado (1995) se originaron una serie de


iniciativas tendientes al mejoramiento ambiental de la industria por parte de la empresa
privada. A fines de 1989, Fundación Chile inició un programa de calidad ambiental que
permitió determinar y certificar los residuos en frutas y hortalizas. Por su parte, Lever
Chile inició una política de medio ambiente destinada a disminuir y controlar la emisión
de partículas en la producción de detergentes y a manejar las calderas generadoras de
vapor. Asimismo, tanto Celulosa Arauco y Celulosa Constitución como CORPESCA
iniciaron programas de reducción de la contaminación ambiental derivada de sus
procesos industriales.
Conclusiones
Durante muchos años en Chile se ha producido el paulatino deterioro del
medio ambiente. Los procesos de explotación de los recursos naturales y de
urbanización han originado una creciente conciencia sobre dicho deterioro. Las diversas
formas como se han relacionado desarrollo y medio ambiente, han tenido a su vez
variadas consecuencias ambientales en el país. Sólo en los últimos años se puede
reconocer una mayor preocupación por la incorporación del medio ambiente en los
programas y proyectos de desarrollo. Sin embargo, los esfuerzos desplegados han sido
insuficientes ante la magnitud de los problemas ambientales que históricamente han ido
acumulándose en el espacio chileno.

Al momento actual, las políticas y la magnitud de las inversiones ambientales


no han sido verdaderas soluciones a los problemas detectados en la década de los
ochenta y aun antes. Las iniciativas legislativas no han estado exentas de trabas y
dilaciones, y algunas se encuentran entrampadas en alguno de los organismos del
Estado encargados de su aprobación. En general percibimos una baja prioridad para la
implementación de soluciones para los problemas del medio ambiente en las actuales
políticas de Estado, si bien es necesario reconocer avances parciales e iniciativas
valiosas. La protección ambiental, como un bien común, es sin duda importante, y en
ese sentido la participación ciudadana establecida en recientes cuerpos legales, abre una
nueva vía para resolver los problemas del medio ambiente y orientar las decisiones
públicas.

El análisis del período 1964-1994 en la historia ambiental de Chile realizado en


este capitulo del libro permitió cubrir una importante fase del desarrollo de las
cuestiones ambientales en el país. Se han descrito tres etapas de desarrollo, que a su vez
han tenido asociadas diversas problemáticas ambientales relacionadas con el uso y
manejo de los recursos naturales (mineros, pesqueros, forestales) y sus políticas
urbanas. La situación actual del medio ambiente en Chile es el resultado de muchas
variables que se han combinado de diversos modos en el pasado. El aprender la lección
de cómo las diferentes acciones humanas han afectado negativamente el medio
ambiente, será sin duda un mecanismo valioso para orientar una política ambiental
futura. Algunos avances como la aprobación en enero de 1998 de "Una Política
Ambiental para el Desarrollo Sustentable" por parte del Consejo de Ministros de
CONAMA representa un buen avance. Pero los esfuerzos deberán seguir
incrementándose a futuro.
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SEGUNDA PARTE

ANÁLISIS DE CASOS
Legislación

1
Discusiones en torno a la Ley de Bases del Medio Ambiente

En agosto de 1992 se afinaban en La Moneda los últimos detalles de una


iniciativa legal que se impulsaba para garantizar las condiciones básicas de protección
ambiental en el país que el Ejecutivo esperaba proponer al Congreso Nacional.

El proyecto de Ley estaba siendo preparado desde hace más de un año por la
Comisión Nacional del Medio Ambiente y un comité interministerial que presidía el
Ministro de Bienes Nacionales y que estaba integrado por los ministros de Salud,
Economía, Agricultura, Minería, Vivienda, Transportes, Planificación, Obras Públicas,
Educación y Secretaría General de la Presidencia.

La preparación del proyecto de Ley Marco había comenzado hace dos años con
la revisión de aproximadamente dos mil normas de relevancia ambiental, recopilándose
una gran cantidad de legislación que se encontraba dispersa y que muchas veces era
desconocida.

En opinión de los diputados miembros de la Comisión de Recursos Naturales y


Medio Ambiente, y de Agricultura y Pesca de la Cámara de Diputados, las mayores
dificultades para enfrentar el problema del medio ambiente eran, entre otras, la carencia
de una institucionalidad adecuada, la existencia de una legislación nutrida pero dispersa
y la tendencia de asumir los problemas del medio ambiente de manera dispersa y
sectorial.

Las propuestas de los representantes de las comisiones señaladas eran establecer


una política nacional que considerara un manejo adecuado de los recursos naturales,
controlar las distintas formas de contaminación, elevar la calidad de vida de la
población y alcanzar desarrollo sostenible y ambientalmente adecuado. Para llevar a
cabo tales propósitos estimaron que era indispensable la creación de un Ministerio del
Medio Ambiente, ya que "estamos convencidos que sólo un organismo con rango y
estructura ministerial puede tener éxito en esta acción". Para evitar la burocracia que
implicaba el establecimiento de un nuevo ministerio proponían que el actual Ministerio
de Bienes Nacionales se transformara en el futuro Ministerio del Medio Ambiente.

En medio del debate público que se producía en el país, el 14 de septiembre de


1992 se inició en el Congreso Nacional la tramitación del proyecto sobre Ley de Bases
del Medio Ambiente. En la ceremonia el Ministro de Bienes Nacionales Luis Alvarado
expresaba que el proyecto se justificaba pues "Chile acumula hace muchos años
situaciones medioambientales graves que podrían llegar a ser críticas y amenazar las
bases de nuestro crecimiento y bienestar. Tales situaciones adquirieron una dimensión
alarmante en la década de los ochenta, en que se impulsó un crecimiento económico a
costa del abatimiento de los salarios reales y de una presión de uso muy fuerte sobre
nuestros recursos naturales”.
En su discurso el Presidente Patricio Aylwin destacó que el proyecto
institucionalizaba la Comisión Nacional del Medio Ambiente, transformándola en un
organismo supraministerial que resuelve en materia de protección ambiental y coordina
las iniciativas públicas y privadas. Asimismo, generaba facultades para crear y ordenar
las normas o estándares de calidad ambiental. Además, establecía un sistema de
evaluación de impacto ambiental para todo proyecto de inversión o desarrollo que tenga
un efecto significativo en el entorno e instituía normas de responsabilidad civil por daño
ambiental, como amonestaciones y multas de hasta 500 mil unidades tributarias
mensuales. Para el presidente Aylwin "la vigencia de una ley marco en lo ambiental
responde a una necesidad nacional".

En la oportunidad el Presidente de la Confederación de la Producción y del


Comercio, José Antonio Guzmán, consideró muy positivo que se comience a legislar en
materia ambiental, "valorando que la iniciativa establezca normas específicas y
objetivas que permitan a los agentes productivos tomar sus decisiones sobre bases
previamente conocidas".

El 10 de octubre de 1992 el Senador UDI Eugenio Cantuarias expresaba en El


Mercurio su postura frente a la ley de bases del medio ambiente. En su parecer no
faltaban leyes de proyección ambiental o de control de contaminación, sino la voluntad
política para aplicarlas. Bastaba recordar la ley 3.133 de 1916 que contempla sanciones,
multas y hasta cierre de las industrias que no cumpliesen con las prescripciones
ambientales que establecía. En consecuencia la llamada ley marco ambiental se
justificaba si abría un nuevo tiempo en la gestión, control y protección del medio
ambiente, en términos de establecer una real voluntad política de aplicar la profusa
legislación existente, lo que no había ocurrido hasta la fecha.

No obstante, para Rafael Asenjo, Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional


del Medio Ambiente, la ley significaba un avance muy importante respecto de la
situación existente pues generaba los principales instrumentos de gestión ambiental,
entre los cuales la evaluación de impacto ambiental era uno de los más importantes en la
aplicación del principio preventivo. Por otra parte, Asenjo se declaró contrario a la idea
de crear un Ministerio de Medio Ambiente, porque "es un tema global, es un elemento
que cruza la totalidad del sector público. La idea es más bien involucrar a cada uno de
los ministerios sectoriales desde su propia perspectiva, haciendo que incorporen la
dimensión ambiental, y generar una instancia central de dirección e integración al más
alto nivel político".

Por su parte, también en El Mercurio, el Senador DC Máximo Pacheco señalaba


el 25 de octubre que la protección ambiental no podía plantearse como "un dilema
frente al desarrollo, sino como uno de sus elementos. Cuando hablamos de desarrollo
sustentable estamos pensando en crecimiento económico con equidad social y con
preservación y cuidado de los recursos naturales". A su juicio el Proyecto Ley de Bases
del Medio Ambiente estaba inspirado en los dos criterios que sirven como modelo de
acción para las políticas aplicadas por el Gobierno del Presidente Aylwin: la
gradualidad y el realismo pues los cambios que se requerían no podían ser impulsados
en forma apresurada y sin considerar las condiciones objetivas del país.

La perspectiva ecologista rechazó el proyecto de Ley de bases del Medio


Ambiente. En conferencia de prensa, Pedro Fernández representante de CODEFF, y
Manuel Baquedano, del Instituto de Ecología Política, denunciaron que el proyecto de
ley de protección al medio ambiente era un retroceso y aseguraron que en la cúpula de
la izquierda gobiernista no existía ninguna conciencia para proteger la naturaleza.

Por su parte, Tomás Hirsch, vicepresidente del Partido Alianza Humanista


Verde, señalaba que un peligroso criterio economicista parecía estar imponiéndose en
las autoridades encargadas del tema. Por ejemplo, se había eliminado el artículo
segundo transitorio que regulaba la exigencia de hacer estudios de impacto ambiental
para las obras en construcción o que inician sus actividades argumentando que era
riesgoso exigirles a las empresas en proceso de construcción esos estudios porque si
éstos salieran negativos éstas no podrían funcionar. Asimismo, la capacidad de
fiscalización quedaba muy limitada y no podía ser ejercida por cualquier ciudadano ya
que para hacer una denuncia se exigía un depósito en dinero equivalente al daño que se
podía producir. "En definitiva, tal como van las cosas, esta legislación sólo otorga
seguridad a los empresarios...el cuidado del medio ambiente aparece sólo como un
requisito formal: como se sabe la concesión de créditos internacionales depende del
respeto que se muestre por tales aspectos".

Desde otra perspectiva, la Sociedad Nacional de Agricultura formuló, a través de


su Presidente Jorge Prado, una serie de críticas al proyecto de Ley de Medio Ambiente.
A su juicio una normativa ambiental debía hacerse apuntando hacia un sistema que
considerara como valores básicos la libertad de empresa y el respeto irrestricto a la
propiedad privada, materias que serían vulneradas por la iniciativa del gobierno. El
reparo fundamental que la SNA hacía era que no todos los proyectos debían someterse a
una declaración o estudio del eventual impacto ambiental, sino sólo los proyectos que
por envergadura involucren masivamente a los componentes del medio ambiente,
"respecto del resto corresponde a la autoridad cuidar la aplicación y el cumplimiento de
los parámetros fijados previamente como asimismo aplicar los correctivos y sanciones
correspondientes". Denunciaba además una seria limitación al derecho de propiedad
pues el proyecto posibilitaba por medio de una declaración administrativa la creación de
zonas protegidas de dominio privado las que estarían afectas a iguales derechos,
obligaciones y cargas que las estatales, debiendo contar con la autorización previa del
ente administrador para realizar en ellas cualquier actividad.

Por su parte, la Sociedad Nacional de Minería consideró que debían introducirse


modificaciones al proyecto de ley, especialmente en lo que se refería a la gradualidad de
la aplicación de la ley "que está señalada en el mensaje del ejecutivo, pero no así en el
texto del proyecto", insistiendo en la necesidad de que la ley tenga normas claras, para
evitar futuras controversias en su aplicación.

Asimismo, la Sociedad de Fomento Fabril estimó que el proyecto de ley no


fijaba claramente la responsabilidad, derechos y obligaciones del Estado y de los
privados en la gestión ambiental. Además, se consideró que la ley debía incluir el uso de
instrumentos de mercado en la gestión ambiental y consagrar explícitamente el principio
de gradualidad en la aplicación de la ley. Por otra parte, para la SOFOFA era
indispensable derogar expresamente la mayor cantidad de normas que podrían
entorpecer y ser contradictorias con el proyecto de ley y solucionar la diversidad de
competencias que en materia ambiental existe entre los numerosos organismos del
Estado. En opinión de Aníbal Mege, gerente del departamento de medio ambiente de la
SOFOFA, la ley debía establecer instrumentos eficientes y no burocráticos "que
constituyan indicaciones claras sobre la forma de actuar de las empresas y las
autoridades en materias ambientales".

No obstante las imperfecciones detectadas al proyecto, la SOFOFA estaba de


acuerdo en legislar sobre el medio ambiente. Para la entidad los objetivos de protección
ambiental en orden de prioridad eran los siguientes: proteger la salud humana; conservar
muestras representativas de especies y ecosistemas propios del país; regular el uso de
los recursos naturales renovables de uso público y evitar la generación de daños
irreversibles sobre los recursos no renovables. La actitud básica de la SOFOFA frente a
cualquier tema relacionado con el medio ambiente estaba radicada en los principios del
desarrollo sustentable acordados, en abril de 1991 en Rotterdam por la International
Chamber of Commerce.

Pese a las objeciones realizadas, tanto por los sectores ligados al empresariado
como por las organizaciones ecologistas, el 1 de abril de 1993 se alcanzó en la comisión
especializada del Senado un alto grado de consenso para la aprobación del proyecto
sobre bases del medio ambiente, inclusive se propuso que la ley adquiriera la categoría
de Ley Orgánica Constitucional. Los senadores miembros de la comisión coincidían en
reconocer que había sido tan concienzudo el trabajo realizado por la comisión durante
varios meses y tan calificados los aportes hechos por todos los sectores interesados, que
"no serán muchas las indicaciones que se formularán para el debate particular del
proyecto. Por lo mismo se espera que el senado despache la ley de bases del medio
ambiente antes que finalice abril, pasando en seguida a la Cámara de Diputados para su
revisión".

Sin embargo, el 5 de mayo de 1993, el Senado postergó hasta una fecha no


determinada la votación para la aprobación general del proyecto de ley marco sobre el
medio ambiente ya que cinco parlamentarios no habían alcanzado a expresar su opinión
sobre el tema. Aún cuando había acuerdo sobre la necesidad de generar una legislación
moderna respecto del tema también había ciertos puntos de controversia. Uno de los
principales era el rango que debería tener la Comisión Nacional del Medio Ambiente.
Para el Senador socialista Jaime Gazmuri este organismo debía tener rango ministerial,
con una autoridad que coordine y articule las diversas instituciones vinculadas con el
tema y que tenga la responsabilidad de la política medioambiental.

Por otra parte, para los senadores de oposición Sergio Diez y Eugenio Cantuarias
la preocupación central era buscar una legislación que equilibrara la conservación del
medio ambiente con el derecho a la libertad de trabajo y a emprender actividades
económicas, conjuntamente con el derecho al uso y goce de la propiedad. En esta
perspectiva el senador Sebastián Piñera pidió el máximo de responsabilidad a la hora de
fijar las metas en materia ambiental, por cuanto ciertas medidas "podrían paralizar una
parte importante de la actividad productiva nacional si aquellas fuesen muy exigentes".

El 11 de mayo de 1993 el Senado aprobó por unanimidad legislar sobre el


proyecto de medio ambiente, concordando que esta legislación constituía un paso
trascendental e importante para la conservación de los recursos naturales del país y para
garantizar una explotación racional de los mismos, garantizando el desarrollo
económico nacional.
El 26 de junio de 1993 la comisión política del Partido por la Democracia (PPD)
solicitó la suspensión del trámite legislativo del proyecto de ley sobre medio ambiente y
el cambio de los equipos técnicos del gobierno que habían conducido la negociación. A
juicio del diputado Víctor Barrueto el proyecto definía una ley "desbalanceada,
básicamente de impacto ambiental, que ha dejado de lado temas tan trascendentes como
la ocupación de los recursos naturales del país o el tema del ordenamiento territorial".
Además, el proyecto no contemplaba "organismos de participación ciudadana ya que no
le da ningún rol al municipio, que, según aseguró el diputado, conforma el cuarto poder
del Estado".

En julio de 1993 el proyecto de ley de Bases del Medio Ambiente seguía siendo
tramitado en el parlamento. A principios de ese mes ya había recibido 329 indicaciones
realizadas por parlamentarios y sectores interesados y de estas 200 ya habían sido
acogidas por el Senado. El 7 de julio la Comisión Nacional del Medio Ambiente del
Senado había terminado de acoger las 329 indicaciones formuladas y el proyecto se
encontraba próximo a continuar su tramitación en la Cámara de Diputados. Rafael
Asenjo, secretario ejecutivo de la Comisión Nacional del Medio Ambiente estimaba que
el proyecto no había sufrido modificaciones importantes, solamente "hubo indicaciones
de forma para mejorar la redacción y de fondo, orientadas a acotar las definiciones y a
simplificar el sistema de evaluación de impacto ambiental".

El ministro Secretario General de la Presidencia destacaba que el aporte que


estas indicaciones han hecho al texto del proyecto han permitido recoger ideas que lo
enriquecen y que "a nuestro juicio contribuirán a que esta ley sea efectivamente un
instrumento legal idóneo y práctico para incorporar diferentes aspectos que protejan el
medio ambiente". Señalaba además que el gobierno "no era partidario de la creación de
un Ministerio del Medio Ambiente. Pretender solucionar los problemas a través de un
supraministerio no es fórmula eficaz, porque conduce a demoras y trabas burocráticas".
Asimismo, el ministro Boeninger estimaba que antes de fines de año estaría promulgada
la Ley de Bases del Medio Ambiente, que era una contribución fundamental para una
política integral en esta materia.

El 8 de septiembre de 1993 la comisión de la Cámara de Diputados aprobó en


general y por la unanimidad de sus miembros el proyecto de ley marco del medio
ambiente.

No obstante, pocos días antes, las ONG ecológicas habían señalado que el
proyecto contenía errores y que no cumplía con el fin de ser un instrumento eficaz en la
protección ambiental y el desarrollo del país y que esperaban que en la Cámara de
Diputados se corrigieran los numerosos errores que el texto contenía. Los ecologistas
estimaron que la iniciativa negaba "al Estado su facultad de poder rechazar, en casos
determinados, la ejecución de una obra que puede ser dañina para el medio ambiente,
limitándose sólo a permitir la presentación de correcciones a los Estudios de Impacto
Ambiental de las empresas, con lo cual renuncia a su derecho constitucional de velar
por el bien común". Además, a juicio de los ecologistas el texto creaba "una
institucionalidad inadecuada, que no funciona y es engorrosa" puntualizando que "no ha
tenido ninguna injerencia en las grandes decisiones ambientales, como es el caso de
CONAMA, existente en Chile desde hace muchos años, entregando su manejo a un
Comité de Ministros, que bien sabemos resulta inoperante".
Para los ecologistas otro problema era que la ciudadanía carecía de toda acción
para actuar en defensa del medio ambiente y establecía "una prescripción de cinco años,
trascurridos los cuales nadie podrá demandar reclamo en contra de quien dañe un
ecosistema", agregando que este plazo "tan exiguo es un retroceso de la actual
legislación ambiental, que establece lo contrario, la imprescriptibilidad de las acciones
que dañen el aire o el agua". Finalmente anunciaron una campaña para derogar el
articulo 63, que "propugna la impunidad ecológica de los delitos ambientales".

A pesar de las críticas, en noviembre la Comisión de Hacienda de la Cámara de


Diputados analizó y despachó el proyecto de Ley de Bases del Medio Ambiente,
aprobando por unanimidad las materias que le eran propias. La ley ambiental era
inminente. No obstante la ley no era aprobada. En enero de 1994 el senador UDI
Eugenio Cantuarias culpaba al PPD del retraso que estaba sufriendo el proyecto de ley
de medio ambiente, afirmando que la tardanza era producto de las presiones que el PPD
había estado ejerciendo sobre el gobierno para que se trasladara al Ministerio de Bienes
Nacionales -cuya próxima titular tiene esa militancia- la dependencia institucional de la
Comisión Nacional del Medio Ambiente.

Con todo y a pesar de las afirmaciones de Cantuarias, el 12 de enero de 1994, la


Cámara de Diputados aprobó el proyecto de ley sobre bases del medio ambiente y la
Comisión Nacional del Medio Ambiente quedó dependiendo del Ministerio Secretaría
General de la Presidencia. La iniciativa debía entonces cumplir un tercer trámite
constitucional en la Cámara Alta y virtualmente debía ir a una comisión mixta antes de
convertirse en ley. La cámara de diputados había introducido más de 90 modificaciones
al proyecto del senado, principalmente respecto de las definiciones sobre contaminación
y responsabilidad ambiental. Los diputados aprobaron lo que se denominó
"responsabilidad objetiva" en lo relativo al daño al medio ambiente, reforzando con ello
el principio de que "el que contamina paga los daños". Sobre este tema se produjo una
discrepancia con el Senado, que era partidario de la "responsabilidad subjetiva" es decir
sólo hay responsabilidad cuando el daño se causó culposa o dolosamente.

Sobre la "responsabilidad objetiva" introducida por la cámara de diputados


tampoco el gobierno estaba de acuerdo. Según Boeninger se era responsable cuando se
actuaba en forma culposa o dolosa, "porque lo aprobado por la Cámara puede causar
cierta incertidumbre jurídica respecto a algunas actividades”.

Para José Antonio Guzmán una gran preocupación en torno a la ley de bases del
medio ambiente era la postura de la cámara de diputados en torno a las definiciones de
contaminación y daño ambiental ya que otorgaban escasas posibilidades de defenderse a
los acusados. Señalaba que "si estos aspectos no se resuelven satisfactoriamente, la ley
resultará más un obstáculo que un aporte al desarrollo del país". Además consideraba
que traspasar las materias ambientales al Ministerio de Bienes Nacionales sería una
lamentable vuelta atrás ya que, a su juicio, la Comisión Nacional del Medio Ambiente
debía depender directamente del Ministerio Secretaría General de la Presidencia pues
sólo así "las materias ambientales podrán adquirir el carácter de políticas de Estado y
ser resueltas desde una perspectiva global, que considere los puntos de vista de los
restantes ministerios y de la ciudadanía".

Referiéndose al mismo tema, Pedro Lizana, Presidente de la Sociedad de


Fomento Fabril, señalaba que "todo el manejo de la ley debe estar a cargo de la
Secretaria General de la Presidencia, pues el tema no es sectorial, sino que traspasa
todos los ámbitos y, por ello, se le debe dar una dimensión más global y no
especializada" manifestando su inquietud por la idea de radicar el tema ambiental en el
Ministerio de Bienes Nacionales.

Por su parte, Manuel Baquedano, Presidente del Instituto de Ecología Política,


pedía postergar la discusión sobre la ley de medio ambiente hasta que se constituyera el
próximo parlamento, pues el proyecto contenía vacíos que hacían prácticamente
inaplicables las normas destinadas a la protección del medio ambiente. Un ejemplo
claro, señalaba, era "la póliza de seguro que garantizaba el eventual daño sin atender el
carácter irreversible que éste pueda tener". Además, los voceros del Instituto de
Ecología Política consideraban que era fundamental que la Comisión Nacional del
Medio Ambiente quedase constituida con rango ministerial.

Sin embargo, el 14 de enero de 1994, la comisión de recursos naturales y medio


ambiente del senado despachó la ley de medio ambiente aprobando 55 de las
modificaciones introducidas al texto original por la Cámara de Diputados y rechazando
otras 39 alteraciones. Este acuerdo debía ser informado a la sala del Senado el 18 de
enero, ocasión en que los senadores debían pronunciarse sobre el acuerdo de la
comisión. Luego el proyecto debía pasar a una comisión mixta.

El 20 de enero se formó la comisión mixta en la que se debían analizar las 45


diferencias existentes entre las dos cámaras en torno al proyecto de ley. Según Rafael
Asenjo el proyecto ya contaba con la aprobación de 125 de un total de 170
disposiciones y que la mayoría de las modificaciones rechazadas y aún pendientes
"corresponden a aclaraciones o mejoramientos en la redacción por lo que eran de fácil
despacho". Los temas más complicados que estaban pendientes eran la responsabilidad
final por daños al medio ambiente; la prescripción de la acción por el daño ambiental; la
definición del concepto de contaminación; y el tema de la acción pública, de quien
puede demandar a otro por contaminar o dañar el medio ambiente.

El principal conflicto se resolvió pocos días después, en la comisión mixta, al


acogerse la tesis del senado y del gobierno, que establecía la responsabilidad legal por
daños ambientales cuando existía dolo o culpa en quien lo producía, desechándose la
postura de la Cámara de Diputados que pretendía la reparación del daño causado en
todo caso y sin apreciar la intención del responsable.

El 26 de enero el Senado debía comunicar al Tribunal Constitucional el


despacho total por el Congreso de la Ley de Bases del Medio Ambiente, luego de que
las dos cámaras dieron su aprobación unánime al informe de la comisión mixta que
concilió las diferencias que se habían producido entre ellas durante la tramitación de la
iniciativa del Ejecutivo. La Ley de Bases del Medio Ambiente estaba prácticamente
lista para su promulgación.

En la oportunidad el presidente de la comisión de medio ambiente Máximo


Pacheco valoró los inéditos consensos que se produjeron entre el gobierno, el congreso
y los empresarios, señalando que "aquí se produjo una total coincidencia, no obstante
los particulares puntos de vista de cada cual, cuestión que se reflejó en la aprobación
unánime de todas las definiciones, que son las que fijan las referencias de las demás
leyes". Para el senador Pacheco la ley era realista y como tal aplicable, lo que constituía
uno de sus principales méritos. Los empresarios no podrían buscar subterfugios para
violar las disposiciones de la ley.

Según Rafael Asenjo, en Chile se había logrado una ley práctica, que no trataba
de imponer la gestión ambiental, “porque eso sería un desastre”. Más bien se trató de
integrar la variable del medio ambiente dentro de la comunidad, y para ello se había
aprobado una ley con la colaboración del sector empresarial. Así, el énfasis de la nueva
ley "es preventivo y no sancionatorio. Uno de sus propósitos es que el sector productivo
internalice la dimensión ambiental".

No obstante, para los sectores ecologistas la ley respetaba demasiado al


empresariado. En esta perspectiva, Francisco Vio, de la organización ecológica no
gubernamental El Canelo de Nos señalaba "la ley es demasiado temerosa de los
empresarios, como si la inversión fuese lo único que debía ser protegido". Si bien la
norma era un paso importante, consideraba que uno de sus principios -la gradualidad en
su aplicación- "sería comprensible en una situación normal, pero no en Chile, donde hay
muchos problemas que requieren soluciones urgentes".

Por su parte, respecto de la dependencia de la Comisión Nacional del Medio


Ambiente, Pedro Fernández, Presidente de CODEFF, advertía que al residir las
decisiones en un directorio conformado por nueve ministros presididos por el Ministro
Secretario General de la Presidencia, la "entidad se tornará inoperante, lenta, burocrática
y engorrosa". Además, señalaba que con la nueva ley el "Estado perdería su papel de
velar por el bien común que le entrega la Constitución, pues no le está permitido
rechazar un estudio o declaración de impacto ambiental". En consecuencia, la nueva ley
impedía al Estado negar la autorización para proyectos de inversión por más
contaminantes que éstos sean ya que otorgaba al inversionista la garantía de que si su
estudio o declaración de impacto ambiental es rechazado pueda presentarlo una y otra
vez hasta que las autoridades le den su aprobación, "es la táctica del mono porfiado:
insistir, insistir, hasta que se consiga la aprobación por cansancio". Otro punto débil de
la ley era que negaba toda participación real y efectiva de la ciudadanía respecto de la
defensa del medio ambiente, limitando la intervención sólo a expresar sus
preocupaciones y demandas a los funcionarios municipales "que podrán intervenir o no
según sean los intereses en juego". Así la norma impide a la ciudadanía recurrir a los
tribunales de justicia si estimaba que los estudios de impacto ambiental habían sido
realizados en forma errónea o incorrecta, violando así el Acuerdo de Río de Janeiro que
consagró el acceso de la ciudadanía a los procedimientos administrativos y judiciales en
defensa del medio ambiente. Sostuvo asimismo que se establecía un plazo de cinco años
para reclamar un daño ambiental, lo que era demasiado poco debido a que los procesos
de contaminación demoraban demasiados años en hacerse evidentes y comprobables.
Según Fernández, el gobierno apuraba el trámite de la ley por simple "vanidad política,
ya que pesó más el ansia de promulgarla durante su mandato que el de dotar al país de
una legislación e institucionalidad seria y efectiva". Por su parte, Manuel Baquedano
señalaba que el apresuramiento por aprobar la ley se debía a que para que nuestro país
pudiera optar al Nafta tenía que tener una ley que atacara sus problemas ambientales,
"era lo que llamaban la necesidad del Estado".

A pesar de las criticas realizadas por los sectores ecologistas el 1 de marzo de


1994 se realizó la ceremonia de promulgación de la ley de bases del medio ambiente. En
la oportunidad el Presidente Aylwin destacó el acuerdo político legislativo que implicó
la promulgación del documento final, estimando que era indudable que en nuestro país
se había formado una conciencia ecológica nacional, que tenía especial fuerza en los
sectores juveniles y que era muy honroso que durante su mandato se hubiera generado y
convertido en ley "este conjunto de disposiciones de regulación del medio ambiente".
Como una nota disonante el Tribunal Constitucional había declarado inconstitucional el
artículo de la ley de bases del medio ambiente que facultaba al Presidente de la
República establecer por decreto supremo la restricción vehicular y la prohibición de
emisión de gases industriales.

Así, la Ley sobre Bases Generales del Medio Ambiente apareció publicada en el
Diario Oficial el 9 de marzo de 1994. Sin embargo todavía quedaba una larga tarea por
delante: hacer operativa la ley mediante la promulgación del reglamento de la ley de
bases del medio ambiente, que sólo se hizo efectivo el 3 de abril de 1997, prácticamente
tres años después.
Energía

2
El proyecto Gas Andes: un conflicto emblemático en torno al trazado de un
gasoducto por el Cajón del Maipo.

El proyecto GasAndes era impulsado por las empresas chilenas Gasco y


Chilgener, asociadas con la transnacional canadiense Nova Corp. Internacional. El
objetivo del proyecto consistía en transportar gas natural desde la Provincia de Neuquén
en Argentina para abastecer a los sectores industrial, transporte y generación de energía
eléctrica de la Región Metropolitana. Para tal efecto se proyectaba construir un
gasoducto de 465 kilómetros que uniría la localidad de Mora en Argentina y la ciudad
de Santiago, cruzando la Cordillera de los Andes por una de las dos rutas alternativas en
estudio: a través del Paso Piuquenes o del paso Maipo.

En agosto de 1994 la Comisión Nacional del Medio Ambiente concluyó la


elaboración de los Términos de Referencia preliminares para el Estudio de Impacto
Ambiental del proyecto Gasoducto Transandino. Este documento debía ser enviado a
los distintos ministerios y entidades involucradas para un análisis desde una
"perspectiva nacional" y la realización de un documento final. En la oportunidad, Jaime
Solari, gerente ambiental de Gasoducto Transandino, Gas de Chile, señaló que "durante
el primer semestre de 1995 se le presentará a la autoridad el estudio de impacto
ambiental del proyecto para obtener los permisos necesarios".

El 30 de diciembre de 1994 la COREMA Metropolitana informó a la opinión


pública que el Consorcio GasAndes había decidido someter voluntariamente el Proyecto
Gasoducto GasAndes al Sistema de Impacto Ambiental. Asimismo señalaba que la
ciudadanía podía aportar sus observaciones para ser consideradas en la evaluación de
impacto ambiental del proyecto.

Las primeras reacciones de la ciudadanía tardaron otro mes. A fines de enero de


1995 el Comité Ecológico del Cajón del Maipo expresó su preocupación por "el
impacto ambiental que implicaría el proyecto de construcción de un gasoducto para el
transporte de gas natural desde Argentina, cuyo trazado contempla la ribera del río
Maipo". A pesar de los riesgos ambientales que implicaba el proyecto aseguraban tener
"la certeza de que no existen los estudios de los riesgos que se han enumerado y, por lo
tanto, no los van a hacer. Seguramente van a improvisar, lo que significará a corto plazo
rupturas del gasoducto".

Precisamente, un año después del inicio de este conflicto, "el gasoducto hace
estallar polémica". Dispuestos a defender su medio ambiente, los vecinos de Pirque se
encontraban muy molestos y engañados por que hacía sólo dos semanas que se les había
informado que el trazado iba a atravesar por todo Pirque, cortándolo por la mitad y
afectando a una de las zonas más pobladas, pues el proyecto pasaba a 300 metros de la
calle principal Ramón Subercaseaux, afectando, además, a 22 predios agrícolas.

La otra razón era que el consorcio GasAndes había decidido que el trazado del
gasoducto pasaría por los terrenos de la familia Astorga, quienes se negaban
terminantemente a vender a GasAndes una franja de siete kilómetros de largo por 37
metros de ancho y se mostraban dispuestos a defender sus tierras a cualquier costo. A
juicio del abogado Eduardo Astorga el "trazado es absolutamente ilegal. La ley de gas
en Chile es muy clara: un gasoducto no puede pasar por casas, huertos, jardines y
parques". Además, la familia Astorga había logrado que el martes 29 de agosto de 1995
el Ministerio de Educación declarara a su fundo como Santuario de la Naturaleza, lo
cual le otorgaba mayor inmunidad a la propiedad de los Astorga.

Asimismo, el Gobernador de la Provincia de Cordillera Oscar Santelices planteó


que promovería objeciones al proyecto si sus instalaciones presentan problemas de
seguridad, afectan a asentamientos humanos o comprometen bienes públicos y privados.

Desde otra perspectiva, el Gerente de Desarrollo de la Empresa señalaba que


esperaban esta pelea. Y aseguraba que no sería la última que GasAndes debería librar
antes de poner en marcha su gasoducto, en mayo de 1997. Sin embargo, el ejecutivo
estimaba que el "trazado había sido estudiado cuidadosamente y creemos firmemente
que el trazado que hoy día tenemos es el mejor, el más seguro y el que produce menos
daño ambiental".

Además, GasAndes había solicitado el otorgamiento de la concesión definitiva


de transporte de gas de acuerdo a las normas contenidas en el DFL Nº 323 del año 1931,
del Ministerio de Hacienda, y modificaciones posteriores, y al Decreto Nº 263 de 1995,
del Ministerio de Economía. De esta manera, el consorcio tenía derecho a las
servidumbres de paso para el tendido del gasoducto y las servidumbres de tránsito para
acceder al predio en su etapa de construcción y operación. El dueño de los terrenos sólo
tenía derecho a ser indemnizado por los perjuicios causados.

Septiembre fue un mes de intensa polémica. Por un lado, los ejecutivos de


GasAndes justificaban el trazado señalando que "la razón de Pirque es la seguridad de la
instalación, donde mejor queda el gasoducto instalado, donde es más seguro, donde
menos trastornos provoca". Por otro, representantes de Corpirque encabezados por
Mary Anne Müller se manifestaban en contra del proyecto, criticando la actitud
dictatorial con que había procedido la empresa. "De un día para otro, encontramos a
funcionarios de GasAndes midiendo algunos predios sin autorización". Corpirque
estaba apoyados por el diputado Girardi quien estimaba que "la situación era una
muestra más de que en el país los intereses económicos avasallan y pasan por encima de
los intereses de las personas".

El 13 de septiembre de 1995 el Gobierno despachó a la Contraloría, para su toma


de razón, los decretos que otorgan la concesión definitiva de transporte de gas natural
desde Argentina a Chile al consorcio GasAndes. Sin embargo, todavía estaba por ser
aprobado el estudio de impacto ambiental por lo que CONAMA tendría que tomar la
última decisión.

El 21 de septiembre la empresa entregó su Estudio de Impacto Ambiental a la


COREMA que tenía 120 días para entregar su decisión. La Directora de CONAMA
señaló en la ocasión "no es el propósito de esta entidad demorar o postergar decisiones
que son de alto costo para los chilenos"; asegurando que se iba a agilizar lo más posible
la evaluación técnica del proyecto a pesar de que "tenemos que asegurarnos que todo se
hará en el marco de la ley y en el respeto a todos aquellos que se sienten, de una u otra
manera, afectados".
Al día siguiente un grupo de niños, ancianos, oficinistas, señoras y jóvenes, en
su mayoría vecinos de la comuna de Pirque, protagonizaron por 35 minutos una ruidosa,
organizada y tranquila manifestación frente a las oficinas de la empresa GasAndes en
Las Condes. El grupo alegaba "no somos indios en el confín de la tierra" y expresaba su
descontento gritando "(Gasoducto no queremos, que se vaya por los cerros! y
(GasAndes, entiende, Pirque no se vende!".

Corpirque estimaba que el proyecto implicaba cambiar el perfil agrícola y


residencial de la zona y temían la instalación de industrias que aprovechasen el gas
natural. Además, existía, de acuerdo a la experiencia internacional, un riesgo inminente
de explosión e incendio tal como ya había sucedido en Canadá, Corea, URSS y en
México. Asimismo, otro peligro era el proceso continuo e inevitable de corrosión que
afecta a las tuberías producto de la presión que el gas ejercía sobre el tubo.

Paulatinamente, la polémica en torno al trazado se convirtió en una bandera de


lucha emblemática de los grupos ecologistas. Un ejemplo de ello ocurrió el mismo 29
de septiembre a través de la acusación realizada por la Red Nacional de Acción
Ecológica y del Instituto de Ecología Política a GasAndes por tala de bosque nativo sin
autorización. En la ocasión señalaron que "esto era una nueva forma poco ética,
prepotente e irrespetuosa que ha empleado GasAndes para llevar a cabo su proyecto". El
tenor de las declaraciones nos indica el agudo conflicto que se estaba desarrollando en
ese momento. Asimismo, en la oportunidad, criticaron a la directora de CONAMA por
haberse pronunciado en favor de GasAndes en consecuencia que la empresa recién
entregó el estudio de impacto ambiental que se debe evaluar y que recién está
conociendo la autoridad.

El mismo 29 de septiembre el consorcio GasAndes señalaba en conferencia de


prensa que el "proyecto había entrado en un punto de no retorno". Según ellos hasta el
momento se había negociado con más de la mitad de los habitantes de las zonas
pobladas por las cuales atravesaría el gasoducto por lo que esperaban no modificar el
trazado y terminar la construcción del proyecto en mayo de 1997. En relación a la
denuncia de tala ilegal explicaron que los trabajos habían sido realizados por una
empresa contratista con fines topográficos, pero que no se repetirían.

El abogado de Corpirque y de la Familia Astorga proyectaba tres vías de acción


para detener la construcción del gasoducto. La primera era en la Controlaría General de
la República la que había acogido dos solicitudes de impugnación de la legalidad del
decreto de concesión que permite la construcción del gasoducto. El abogado Eduardo
Astorga explicaba que la Secretaría de Electricidad y Combustibles había otorgado la
concesión definitiva "sin certificar el trazado, sin hacer un estudio in situ de éste, por
falta de funcionarios y de minuciosidad y eso generó un vicio".

El segundo paso era interponer un recurso de protección y solicitar a los


tribunales que se decretara orden de no innovar, suspendiendo la ejecución de la obra
mientras no se resolviera el recurso. En el caso que el recurso no prosperara la vía que
quedaba a los vecinos era pedir la nulidad de derecho público o impugnar la legalidad
de ese decreto supremo a través de los Tribunales de Justicia.

Por su parte, la Municipalidad de Pirque presentó un recurso de protección, ante


la Corte de Apelaciones de San Miguel en contra de GasAndes. El 3 de octubre el
tribunal decretó una orden de no innovar por medio de la cual se le prohibía al consorcio
talar árboles en la comuna de Pirque, mientras no se fallase el fondo del asunto.

En una columna de opinión aparecida en La Época, Domingo Namuncura del


PPD señalaba: "el problema de fondo sigue latente. ¿Puede una empresa transnacional
hacer en Chile todo aquello que las poderosas regulaciones del Estado canadiense y
norteamericano no le permiten? ¿Por qué el Estado chileno tendría que aceptar una
presión tan fuerte de sus ejecutivos sólo por tratarse de una inversión multimillonaria?
¿Por qué debe ser sacrificada la comunidad de Pirque en aras de una inversión que
busca rentabilidad aun a costa de la calidad de vida?”

A fines de octubre de 1995, la gerenta de asuntos corporativos de GasAndes,


Elena Serrano, señalaba que el proyecto era de "neto beneficio para la Región
Metropolitana porque, además, los consumidores serán beneficiados con una rebaja de
al menos el 10% en el precio de la electricidad". En respuesta Mary Anne Müller
planteaba que las tres termoeléctricas, que se instalarían con este fin en Santiago
saturarían de ozono el ambiente.

El 17 de Noviembre los vecinos de San Alfonso y Pirque marcharon por primera


vez juntos para protestar por el trazado del gasoducto. En la oportunidad un dirigente de
Corpirque señalaba que no importaba el resultado de la evaluación de impacto
ambiental pues "dudo que la Conama tenga la fuerza política para poder oponerse a un
mandato oficial ... el gobierno se ha comprometido total y completamente con este
proyecto".

A pesar de las reuniones realizadas entre Corpirque y GasAndes para estudiar las
alternativas de trazado del proyecto y solucionar así el conflicto el consorcio continuaba
considerando que la ruta original era la que ofrecía mayor seguridad, un menor impacto
ambiental y un mejor costo.

Paralelamente los dirigentes de Corpirque denunciaban que habían recibido


cartas anónimas amenazándolos de muerte. Una de las cartas señalaba "El tiempo se
acabó. Las órdenes son claras, tenís que hacer tu testamento y desaparecer porque sino
GasAndes abre la tierra para enterrarte a tí".

El 4 de diciembre la Corte de Apelaciones de San Miguel rechazó un recurso de


protección interpuesto contra GasAndes declarándolo inadmisible. El 9 y 10 de
noviembre el alcalde de Pirque Manuel Ossandón, además de Ricardo Kirsten, Leonel
Bastías y Consuelo Prieto habían interpuesto cuatro recursos de protección por el
derecho constitucional de vivir en un medio ambiente libre de contaminación, aludiendo
el decreto supremo 548 que otorgó la concesión definitiva para transportar gas natural,
en contra de GasAndes, del Presidente de la República, Eduardo Frei, del Ministro de
Economía, Alvaro García y del Director de COREMA. Los cuatro escritos pedían la
orden de no innovar, paralizando la concreción del proyecto de GasAndes, lo cual fue
rechazado por unanimidad.

El escrito en respuesta y defensa refleja claramente la postura favorable del


gobierno en el tema GasAndes. En uno de sus párrafos señalaba que "la llegada de gas
natural conllevará consecuencias ambientales positivas, entre las que sobresalen la
disminución de la contaminación de Santiago, la diversificación de las fuentes de
energía y la integración económica más estrecha con Argentina".

El 16 de diciembre, con ocasión de un concurso de equitación auspiciado por


GasAndes, se organizó en los alrededores del club ecuestre una nueva protesta de los
vecinos de Pirque quienes consideraron que el concurso sólo se trataba de "un lavado de
imagen". En cambio para los organizadores todo era una simple competencia. Que sea
un lavado de imagen es sólo un cliché de ellos, señalaban. Para el Gerente General del
consorcio Frank Wong se debía seguir adelante con el proyecto aunque continúe el
malestar de los vecinos de Pirque.

El mismo día vecinos de San Alfonso argumentaban a la prensa que "en algunas
zonas las cañerías estarán a 30 centímetros de profundidad y a pocos metros de algunas
casas, lo que implica grave peligro para la población". Además el suelo de las quebradas
y pendientes por donde pasarían las tuberías era continuamente socavado por las lluvias
por lo que el gasoducto podía quedar al descubierto y correr el riesgo de ser destruido
por las rocas de 10 toneladas que se desprenden de los cerros. Dado lo anterior
propusieron a la empresa una alternativa de trazado que instale la red de cañerías en
zonas de altura al interior del sector de Río Blanco.

Al día siguiente GasAndes enfatizaba la seguridad del gasoducto y advertía que


aún sin la venia de los propietarios la empresa podrá intervenir en sus terrenos
respaldada por órdenes judiciales que, si persiste la desavenencia, van a solicitar. Para
los ejecutivos de la empresa el gas natural "es el combustible más ecológico que existe.
No sólo no produce emisiones peligrosas sino que si está instalado y es usado en forma
apropiada es muy seguro". Planteaban asimismo que las aprensiones del público chileno
se relacionaban con que en el país no había gasoductos, ya que "el gas natural se
dispersa en la atmósfera, no se acumula en el suelo como acontece con el gas licuado
que se usa en Chile".

El mes de enero de 1996 fue de intensa polémica y conflicto. Como ejemplo un


título de la prensa señalaba: "vecinos de Pirque amenazan con guerra". Por su parte la
empresa señalaba que debía empezar las obras a fines de mes. El 12 de enero dirigentes
de Corpirque reiteraron sus denuncias de llamadas anónimas de amenazas para ellos y
sus familias. Para Mary Anne Müller si el proyecto pasaba finalmente por Pirque "sería
trágico para la democracia ya que nadie se podrá oponer a nada que pretenda imponer
de una manera dictatorial una empresa en este país".

Por su parte, Frank Wong solicitó al subsecretario del Interior Belisario Velasco
que intercediera ante las autoridades correspondientes para que se agilice al máximo la
investigación en torno a las amenazas que se habrían dirigido hacia los dirigentes de
Corpirque. En la oportunidad puntualizó que "no podemos aceptar ningún tipo de
alusión respecto de estos actos que son efectuados por personas vinculadas en cualquier
forma a nuestra empresa".

El 21 de enero, el Consejo de Monumentos Nacionales aprobó un voto


condicionado al paso del gasoducto por el fundo Cascada de las Animas, declarado
recientemente Santuario de la Naturaleza. Al respecto Eduardo Astorga dijo que era
"inaceptable que un consorcio canadiense decida pasar por nuestras casas porque le sale
más barato, cuando mi familia vive aquí hace 130 años". Después de meses de
conversaciones el proyecto no había cambiado en nada su trazado.

A fines de ese mes los Astorga preparaban la resistencia pacífica contra


GasAndes. Más de 250 personas llegaron al fundo Cascada de las Animas para
manifestarse en contra del proyecto en espera de la resolución de CONAMA. En la
oportunidad Sara Astorga señalaba que "esto es para demostrar que a la hora de los
quiubos no vamos a estar solos. Por aquí pretenden entrar y vamos a estar esperándolos.
No los vamos a dejar pasar".

El 31 de enero La Segunda señaló en un titular "CONAMA aprobó, con reparos,


el trazado del gasoducto de GasAndes". Según el director de la COREMA Región
Metropolitana, "la comunidad puede tener plena seguridad que acá se ha hecho un
estudio serio y profesional sobre este proyecto y que se han adoptado las más estrictas
medidas de seguridad para su desarrollo". Por su parte Marina Hermosilla, jefa de la
unidad de Impacto Ambiental de la COREMA estimaba que "jamás nos habíamos
enfrentado a un proyecto que presentara tales grados de complejidad, dada su extensión
y envergadura".

El principal reparo fue el rechazo a la instalación en el área de Los Morros en la


comuna de San Bernardo, de una estación de medición y descompresión, conocida en el
proyecto como City Gate 1. Asimismo, entre las condiciones técnicas se exigió que el
ducto fuese enterrado, no a 80 centímetros del suelo como lo establece la ley sino a 1,2
metros; además de condiciones especiales relacionadas con estudios sismológicos y
geológicos; condiciones de manejo ambiental como reforestación y cuidado de especies
animales y vegetales; cuidado de las vegas cordilleranas; y constante información a la
comunidad sobre las obras.

Respecto del polémico paso de las tuberías por la zona de Cascada de las
Animas, el informe señaló que "deberá cumplir con las condiciones de restauración
medioambientales exigidas por el Consejo de Monumentos Nacionales". Sin embargo
proponía un trazado alternativo para el gasoducto por la localidad de San Alfonso en la
ribera norte del río Maipo. Además, el consorcio debía realizar dos auditorías, una
ambiental y otra técnica, que velarían por el cumplimiento de las condiciones de
protección al medio ambiente impuestas por CONAMA.

Entre las reacciones a la resolución de CONAMA, Mary Anne Müller estimaba


que "el consorcio nos ha tomado el pelo durante siete meses, engañándonos no sólo a
nosotros, sino a toda la opinión pública, al hacer creer que estaban preocupados por el
impacto ecológico". Por su parte Sara Astorga afirmó "no dejaremos pasar el gasoducto
por nuestras tierras. Ahí vamos a estar esperándolos cuando lleguen y resistiendo por
todos los medios". Asimismo, Sara Larraín, de la Red Nacional Ecológica, señalaba que
tenía una sensación de impotencia muy grande porque "las personas no tienen injerencia
en las decisiones" y porque no había "voluntad política para equilibrar el desarrollo
económico con la protección del medio ambiente y la democratización".

Por su parte, el alcalde de San Bernardo se mostraba contento porque la


autoridad había escuchado el argumento de que la ubicación del City Gate 1 contradecía
el Plan Regulador. Estimaba que la unión de la comunidad había sido uno de los
factores que había permitido cambiar de localización la estación de descompresión. La
queja había sido planteada por los habitantes del sector El Cerrillo.

En otra perspectiva, la empresa GasAndes se manifestó satisfecha con la


decisión por que no existían grandes reparos al proyecto original, a pesar de que le iba a
costar unos 10 millones de dólares cambiar el sitio establecido para el City Gate 1 desde
el sector Cerrillos de Nos y de que "el permiso otorgado a GasAndes contiene
exigencias de seguridad y mitigación ambiental muy por encima de los estándares
internacionales". Ante la posibilidad de protestas ecologistas los ejecutivos de
GasAndes señalaron que esperaban que todos cumplieran con la ley tal como ellos lo
habían hecho. Por ejemplo, les correspondía pagar alrededor de 6 millones de dólares en
indemnizaciones a los propietarios de los predios por donde el gasoducto se trazaría y
una serie de condiciones especiales requeridas por CONAMA.

No obstante, los ejecutivos consideraron la posibilidad de apelar a algunas


condiciones. Consultados sobre el desplazamiento del City Gate 1, el gerente general
Frank Wong, "insistió que ese era el lugar óptimo para la instalación, aunque no
descartó la alternativa de ubicarlo en la zona del eje vial Santa Rosa, colindante con el
río Maipo". Efectivamente se apeló el 6 de marzo, pero luego el propio consorcio
desistió de su apelación.

El dos de febrero partieron las obras del polémico gasoducto en Chile. Los
dirigentes de los grupos opositores al proyecto señalaron que iban a instalarse en un
campamento permanente en El Manzanito e impedir la construcción de la obra a través
de la "desobediencia civil". Inclusive anunciaban una cadena humana para intentar
impedir el avance de las máquinas. En la ocasión estimaron que la evaluación de
impacto ambiental aprobada por COREMA era "una burla y una tomadura de pelo a
todo el país".

En este contexto, los Astorga señalaban que "el resultado de nuestra postura será
histórico para Chile, por lo que resistiremos hasta las últimas consecuencias". En
términos generales, los diversos actores ecologistas consideraban que la suerte final del
gasoducto marcaría el destino de las futuras luchas medioambientales en Chile.

El 15 de febrero Corpirque entregó la última apelación al informe final de la


COREMA. Resignado su presidente Ricardo Baeza señalaba "sólo estamos cumpliendo
con la obligación legal de hacer las observaciones para que no digan que no agotamos
todos los recursos, sería optimista creer que las recibirán como corresponde porque
sabemos que esto es una farsa". Por lo mismo la familia Astorga declinó hacerlo.

Sumándose a la polémica, el 22 de ese mes, los vecinos de San Alfonso


presentaron un reclamo oficial por la ruta alternativa al paso del Gasoducto en el sector
del fundo Astorga pues pasaría demasiado cerca del pueblo. En la oportunidad "hicieron
presente su disconformidad con la contradicción que existe entre el nuevo trazado y el
plano regulador metropolitano ya que el gasoducto pasaría por lugares que según la
normativa son zonas de riesgo geofísico, por remoción de masas y zonas de protección
ecológica. En estos sectores la ley prohibe realizar cualquier tipo de instalación o
actividad que no sea residencial, turística, educacional, científica o recreativa". Los
reclamos y denuncias de los vecinos de San Alfonso continuaron el mes de marzo de
1996. En abril, según la prensa, en San Alfonso estaban en "pie de guerra".
Los primeros en ceder en sus posiciones fueron los habitantes de Pirque. El 23
de febrero el alcalde señalaba que "con acuerdo unánime de los concejales y de los
representantes de Corpirque, Ricardo Baeza y Mary Anne Müller, aceptamos un apoyo
(de GasAndes y del Estado) para solucionar el problema de los allegados en la comuna".
De esta manera, la compensación aceptada por la autoridades de Pirque fue el subsidio
de 400 viviendas en la comuna.

No obstante, este hecho fue desmentido por los dirigentes de Corpirque quienes
señalaron días después que no estaban dispuestos a aceptar ningún tipo de
compensación por parte de la empresa pues seguían considerando el gasoducto como un
peligro para la empresa.

El 10 de mayo de 1996 el Juzgado de Letras de Puente Alto otorgó el permiso a


GasAndes para ingresar al fundo Cascada de las Animas e iniciar las actividades
necesarias para llevar a cabo los trabajos de instalación de tuberías. En esta fecha
aproximadamente el 12% de las obras del lado chileno estaban listas y del argentino el
30%. Además, ya se había llegado a acuerdo con 87 de los 88 propietarios de predios
que eran atravesados por el gasoducto.

En este contexto el 13 de mayo la familia Astorga amenazó con instalar dos


campamentos permanentes en el fundo Cascada de las Animas pues ese día se produjo
un "pequeño incidente", entre cuatro mujeres de la familia y seis hombres de la empresa
GasAndes que intentaron entrar al fundo Cascada de la Animas, siendo rechazados "a
empujones". En la comitiva de GasAndes iba el gerente del proyecto Bob Galatiuk; el
notario Jorge Rehbein y la receptora judicial de Puente Alto Rosa Calderón.

Al día siguiente Conama ordenó detener las faenas del gasoducto hasta el 22 de
mayo, día en que se tomaría una resolución definitiva en base a los nuevos estudios de
ingeniería que se estaban realizando. En la oportunidad la directora de CONAMA
señaló "nuestra intención es que el gasoducto no pase por la Cascada de las Animas". La
alternativa por la ladera norte pasaría a 100 y 300 metros de distancia de las casas
mientras que por el fundo de los Astorga a sólo cinco metros.

El 24 de mayo las rutas propuestas fueron recorridas por cuatro de los cinco
parlamentarios que componían la Comisión de Bienes Nacionales y Medio Ambiente
del Senado. Por su parte, Vivianne Blandot reiteraba "nuestra intención es que el ducto
pase por el lado norte, porque implica un menor riesgo".

El 26 de ese mes GasAndes se mostró dispuesta a evaluar paso del gasoducto


por la ladera norte. Sin embargo, los trabajos se harían por el fundo Cascada de las
Animas si a contar del 30 de junio el consorcio no tenía todas las autorizaciones
requeridas para llevarlos a cabo por la ribera norte.

Como reacción los vecinos de San Alfonso organizaron un "cabildo abierto" en


el que esperaban rechazar la construcción del gasoducto por el Cajón del Maipo. Así el
2 de junio de 1996 se reunieron entre 200 a 300 personas al aire libre interrumpiendo en
forma pacífica el flujo de vehículos por la carretera del Cajón del Maipo. En la
oportunidad José Palma activo vecino de San Alfonso señalaba que había dos trayectos
alternativos en los que no había riesgo: por el Cajón de los Mosquitos o por el sector de
La Caldera: "Ambos van por detrás de los montes y corresponden a terrenos
deshabitados".

Por su parte, la familia Astorga encontró un resquicio procesal que le permitió


retrasar judicialmente la ejecución de la obra unos días. GasAndes había presentado la
demanda de solicitud de servidumbre señalando como propietario a Eleodoro Astorga
Barriga siendo que el propietario del predio era en realidad la Sociedad Agrícola y de
Turismo Cascada de las Animas.

El 14 de Junio un título de la prensa señalaba "fuerte represión a vecinos de San


Alfonso que se tomaron camino". Según una participante de la manifestación los
carabineros "actuaron en forma desmedida, nosotros estábamos en forma pacífica
ocupando el camino hasta que llegó un microbús lleno con carabineros de Santiago
quienes comenzaron a dar golpes". Ante los hechos parlamentarios de distintas
bancadas expresaron su malestar por la represión en contra de los pobladores de la
localidad de San Alfonso. Los humanistas pidieron la renuncia del Ministro del Interior
Carlos Figueroa. El incidente fue confuso. Incluso una niña fue golpeada por una piedra
en su rostro "que en esos momentos comenzaban a caer de todas las direcciones".

El 17 de junio la familia Astorga "desarmó" y puso alambres de púa en el único


puente que permite el acceso a la ladera sur del río Maipo en el sector del Fundo
Cascada de la Animas. Además instaló un "campamento de resistencia" con el objetivo
de impedir el paso de los ingenieros de GasAndes. Carabineros por su parte mantenía un
contingente de 50 hombres de fuerzas especiales, dos buses blindados, un "zorrillo" y
60 policías montados.

Frente a los acontecimientos el consorcio y carabineros evaluaban la idea de


ingresar al fundo por aire ya que la empresa había decidido mantener el trazado original
del ducto pues "no podía seguir demorando el proyecto sin poner en riesgo la viabilidad
del proyecto".

Por su parte el gobierno, a través del Secretario General del Gobierno, José
Joaquín Brunner, señalaba que los cuatro millones de santiaguinos “no podían ser
rehenes de un pequeño grupo de personas, por muy atendibles que puedan ser sus
intereses y deseos de protección.”

El conflicto era cada vez más fuerte. "Alta tensión por el gasoducto" titulaba un
diario. En este contexto, el alcalde de San José, Miguel Márquez señalaba que "si los
hechos siguen como van hasta muertos podemos llegar a lamentar". Incluso pidió la
intervención mediadora del Presidente Eduardo Frei.

El 19 de junio se inició una tregua con nuevas conversaciones entre el consorcio


y la familia Astorga. Rechazada la alternativa por La Caldera, estas apuntaban a elegir
el trazado por el lado norte del río que se vislumbraba como la alternativa más viable de
solución al conflicto. Los Astorga estimaban que si GasAndes transaba con el pueblo de
San Alfonso "nosotros no tenemos problemas en entregar El Manzanito, que es una
meseta preciosa con bosques, pero en fin, sino hay otra alternativa compartiríamos ese
sacrificio con el pueblo".
Finalmente después de días de intensas negociaciones bajo reserva, el 24 de
junio el pueblo de San Alfonso cedió originándose así un camino para evitar la
"batalla". Pese a rechazar el trazado, en una asamblea de tensas discusiones entre los
vecinos, se decidió un voto de confianza para una comisión negociadora firmara un
acuerdo. El día siguiente fue una larga pero fructífera negociación entre GasAndes y la
comisión de vecinos de San Alfonso. El 26 de junio a las 11.10 de la mañana Jaime
Estevez, mediador de la negociación, señaló "se ha completado un acuerdo entre
GasAndes y los vecinos, para asegurar el paso amistoso del gas natural por esta zona".

Entre las medidas de compensación se contempló una serie de exigencias en el


modo de construcción, la fiscalización de un organismo externo y la creación de una
fundación que promoverá el desarrollo de San Alfonso a través de obras sociales y de
infraestructura en el pueblo. No nos vendimos señalaron los voceros del pueblo "sino
que quisimos evitar más apaleos y hasta muertes porque estábamos acosados por la
empresa y por el pueblo".

La prensa señalaba que al final no había ni vencedores ni vencidos. Sin embargo,


algunos vecinos estaban especialmente dolidos con los Astorga: "fuimos utilizados",
"nos dieron la espalda", "se arreglaron los bigotes y tiraron esa cosa por este lado"
señalaban. El arreglo había provocado una fisura difícil de superar en las relaciones de
los habitantes de San Alfonso y Cascada de las Animas.

Por su parte, Sara Larraín de la Red Nacional de Acción Ecológica señalaba y


valoraba que "la comunidad sola generó un proceso de construcción de una viabilidad
democrática de sus demandas. Sólo cuando lo logró se ganó un espacio en las
negociaciones".

En este sentido, una de las lecciones más importantes es que la participación de


la ciudadanía a través de la evaluación de impacto ambiental deber ser al momento de
iniciar el diseño del proyecto. Tal vez el conflicto podría haber sido evitado si se
hubiese actuado de este modo. No en vano toda la gente involucrada estaba de acuerdo
que el gas natural podía disminuir la contaminación de Santiago y por lo tanto el
proyecto en si era bueno.

Pareciera que el nudo del conflicto es el modo de actuar de las empresas y del
Estado, que no consideran desde el inicio la opinión y participación de los grupos
afectados por los proyectos y las obras de infraestructura de envergadura. A través de
esta forma de proceder no es posible, desde el punto de vista económico, hacer
modificaciones a los proyectos, ya que los estudios de ingeniería se hallan muy
avanzados y no resulta rentable estudiar nuevas alternativas. En este sentido, el mismo
gerente general de GasAndes, Frank Wong, señalaba que "a futuro, y lo deberíamos
haber hecho desde el principio, vamos a pasar más tiempo con las comunidades antes de
solicitar la concesión. Es lo que estamos haciendo ahora con el gasoducto en la quinta
región. Una vez que hayamos tenido esas conversaciones quedará claro el trazado
definitivo".
3
La construcción de centrales hidroeléctricas, una polémica permanente en la
agenda medioambiental nacional: acerca de la Central Pangue.

El 22 de mayo de 1990 el Ministerio de Economía autorizó la construcción de la


Central Pangue, primera etapa de un plan cuyo objetivo final era la construcción de una
serie de seis centrales hidroeléctricas en el Biobío. Terminados los estudios preliminares
se esperaba iniciar la construcción de la presa en marzo de 1993 dependiendo del éxito
de la gestión de los créditos que la empresa Pangue S.A., filial de ENDESA, llevaba a
cabo con organismos financieros internacionales.

En agosto de 1992 estaba en plena vigencia la polémica suscitada a raíz de la


construcción de la Central Hidroeléctrica Pangue sobre el cauce del río Biobío. El punto
conflictivo estaba en la construcción de una presa de 113 metros de alto y 450 metros de
largo en la llamada Angostura de Pangue que daría origen a un embalse de una
superficie de 500 hectáreas y de 175 millones de metros cúbicos de capacidad. Se
estimaba una inversión de 470 millones de dólares.

El 5 de agosto de 1992 la Federación de Estudiantes de Chile junto a dirigentes


de la Universidad Central y La República manifestaban su preocupación por el eventual
daño ecológico que causaría la construcción de la central hidroeléctrica Pangue. En esa
oportunidad señalaron los dirigentes que el problema más grave residía en que la zona
está ocupada por siete comunidades de los indígenas Pehuenches quienes verían
alterada su forma de vida.

El mismo día apareció una entrevista en El Diario donde el Presidente de Colbún


Renato Salazar afirmaba que Endesa debía construir la Central Pangue. Respaldado por
una larga trayectoria profesional como ingeniero de Endesa y consultor del Banco
Mundial, Salazar señalaba que el Biobío estaba sufriendo una crisis enorme a raíz de los
daños sufridos desde la llegada misma del hombre blanco, que destruyó el bosque
nativo y deterioró gravemente la capa vegetal. A su juicio para reparar el daño los
remedios conocidos eran dos: reforestar intensamente en las zonas altas o bien hacer
una escalera de embalses. Esta solución, conocida en Europa, “corta la bajada de los
sedimentos, permite acumular agua limpia y permite además la generación de
electricidad que es energía limpia”.

Al día siguiente un primer recurso de protección fue interpuesto ante la Corte de


Apelaciones de Santiago por Manuel Baquedano, miembro del Instituto de Ecología
Política; el antropólogo Rodrigo Valenzuela; y la sociedad Mallín Profesionales
Limitada, dedicada a estudios ambientales. En conferencia de prensa, Baquedano
explicó que "la crisis vulcanológica que compromete desde el viernes pasado a los
volcanes Copahue y Callaquí, en Alto Biobío, ha producido alarma pública respecto de
la seguridad de la población que habita la zona y de las circunstancias implicadas en la
futura instalación de la Central Hidroeléctrica Pangue” ... “la existencia de estudios
vulcanológicos encargados por Endesa, sobre cuya conclusiones hay presunciones
fundadas en términos que de producirse la erupción del volcán Callaqui, con la
generación de lahares correspondientes, las consecuencias sobre el área serían
devastadoras".
El 28 de agosto de 1992 el Centro EULA de la Universidad de Concepción
advertía que iba a ocurrir un cambio ecológico enorme en el Biobío y que era
"fundamental asegurar un caudal mínimo y evitar que el río se seque en algunos tramos
de su curso, como ocurrirá si se ejecuta el proyecto tal como está". Se estimaba que el
proyecto dejaría sin agua a un tramo de 20 kilómetros del río entre Santa Bárbara y
Santa Juana, durante unos 150 días cada año, en el período en que se llenaba de agua la
represa.

Al mes siguiente los intentos por detener la construcción de la Central Pangue


prosiguieron. El 28 de septiembre organizaciones indígenas y ecologistas encabezadas
por el abogado Fernando Dougnac y Juan Pablo Orrego, coordinador general del Grupo
de Acción por el Biobío, presentaron un recurso de protección contra Pangue ante la
Corte de Apelaciones de Concepción argumentando que el proyecto implicaba un
desastre ecológico de proporciones ya que al retener el agua en los embalses se
producirá su degradación, afectando a la agricultura y, luego al soltarla, se formará una
especie de ola que tendrá efectos erosivos en las riberas destruyendo un hábitat en que
se desarrolla una rica vida silvestre. Además, el embalse provocará el desplazamiento
obligado de miles de pehuenches que habitan en la zona, quiénes perderán sus recursos
por la inundación de 500 hectáreas. El texto de la demanda legal pedía que se
suspendiera la construcción de la obra "mientras no se aseguren los derechos
constitucionales a la vida, a la propiedad y a vivir en un medio ambiente libre de
contaminación".

La Corte de Apelaciones de Concepción resolvió acoger a trámite este recurso


de protección contra Pangue S.A. iniciándose así una lucha legal en torno al Alto Biobío
y la construcción de centrales hidroeléctricas.

La Evaluación de Impacto Ambiental realizada en conjunto por las firmas


Ecology and Environment y Agrotec Ltda. señalaba que "en general se estima que los
impactos ambientales del proyecto son manejables tomando las medidas adecuadas. Las
acciones requeridas en el entorno físico y ecológico se relacionan con especies de flora
y fauna con problemas de conservación y con la protección de áreas circundantes al
embalse. En relación con el entorno socioeconómico y cultural, dada la situación de
extrema pobreza imperante en el sector, con las medidas adecuadas el proyecto puede
lograr un notable mejoramiento de la calidad de vida reforzando la identidad cultural
pehuenche".

A principios de noviembre de 1992 más de 300 mujeres y diversos


representantes indígenas participaron en un "solemne ritual en el alto del Biobío contra
la central Pangue". Durante tres días las participantes recorrieron parte de las 500
hectáreas que serían inundadas si se construye la central y compartieron con las
comunidades pehuenches que habitaban la zona, realizando con las machis una rogativa
ritual destinada a defender al río y su entorno. Antes de partir se redactó una declaración
que se denominó "Acta del Biobío", que resume el compromiso adoptado en el sentido
de promover una calidad de vida que ponga en primer lugar la relación armónica con el
entorno y de oponerse firmemente a la construcción de la represa hidroeléctrica Pangue.
El ritual concluyó en Santiago con una protesta que se llevó a cabo el día 12 de
noviembre frente a las oficinas generales de Endesa, ubicadas en calle Santa Rosa. Las
manifestantes reiteraban que se "oponían a una noción de progreso que implica la
destrucción acelerada del medio ambiente".

No obstante, en el Alto Biobío ya se encontraban terminadas las obras


preliminares de la represa como son los caminos y los tendidos eléctricos. Ratificando
las acciones de Pangue S.A. el 20 de Noviembre de 1992 el Ministro de Energía Jaime
Tohá afirmaba que "central Pangue no puede detenerse" asegurando que el proyecto
Pangue se materializaría de cualquier forma, porque el país no tiene otras alternativas de
energía más viables que esta y por que de no construirse la Central Hidroeléctrica el
país se "verá afectado en 1997 con medidas de restricción en su consumo e incluso
cortes de energía en la zona central".

El 23 de noviembre, Aucan Huilcaman, werkén del consejo de todas las tierras


señalaba, luego de participar en una marcha pacífica entre la Plaza de Armas y los
tribunales de Concepción por la defensa del Biobío, que le llamaba “la atención la poca
conciencia que existe del significado que tiene la destrucción del Biobío". Advertía
asimismo que una de las medidas que sería decidida por esos días, como una acción de
defensa de sus tierras, de sus comunidades, de su identidad y de su cultura, era la de no
permitir más el ingreso de personas ajenas al territorio habitado por los pehuenches, que
por lo demás les pertenecía.

Sin embargo, el 25 de noviembre de 1992, el diputado UDI Victor Pérez,


afirmaba que la ratificación por el Ministro Jaime Tohá del proyecto de construcción de
la central hidroeléctrica Pangue constituía una realidad indiscutible, en la que el
Gobierno ponía fin a una discusión estéril sobre el tema, sobre todo para "quienes
hemos visitado el sector, conversado con sus habitantes, analizado el proyecto,
escuchado a los profesionales y ejecutivos de Pangue, tenemos la convicción de que este
será de un alto beneficio para la provincia de Biobío y para el país en general".

Durante el mes de diciembre de 1992 la discusión en torno a la central Pangue se


mantuvo. El 20 de diciembre fue un día donde se expresaron a través de la prensa las
más diversas opiniones sobre el proyecto Pangue. El Ministro Tohá afirmaba que era
bueno para el país la discusión con ecologistas en torno a central Pangue, en la medida
que ese "diálogo se haga sobre planteamientos coherentes, respaldado por cifras y
alternativas técnico económicas viables y no sean discusiones generales, con
argumentos sin respaldo". Agregaba Tohá que el Banco Mundial “es un organismo con
gran prestigio por la severidad y rigor con que analiza los problemas ambientales. De
manera que la aprobación del crédito viene a corroborar que dentro de lo que es posible
en Chile, se habían tomado todas las precauciones necesarias para minimizar el impacto
ambiental del proyecto”.

Efectivamente el día 17 de diciembre de 1992 la Corporación Financiera


Internacional había aprobado créditos por 125 millones de dólares para la construcción
de la central Pangue. La empresa señalaba que salvo las restricciones normales de todo
contrato, no se había solicitado ningún requisito previo para la aprobación del crédito.
Por su parte, respecto de las críticas formuladas por grupos ecologistas, el gerente
general de Pangue S.A. Gastón Aignerén estimó que el proyecto era limpio, bueno y no
contaminante. Señaló, además, que en una inserción en el cuerpo D de El Mercurio la
empresa explicó el proyecto y su aporte al desarrollo nacional, afirmando que entre sus
objetivos estaba la creación de una estación ecológica y de una fundación de desarrollo
llamada Pehuén destinada a mejorar el desarrollo sociocultural y económico de las
comunidades pehuenches ubicadas en las cercanías del proyecto.

El mismo día 20 de diciembre de 1992 en el diario La Tercera se informaba que


el abogado Fernando Dougnac, luego de exponer ante los delegados del Banco Mundial
en Washington, había dicho a la agencia noticiosa UPI que el Banco Mundial
condicionó a la Empresa Eléctrica Pangue S.A., el cumplimiento de ciertas normas
ecológicas para concederle el préstamo que iba a financiar en parte la construcción de la
planta hidroeléctrica en la región del Alto Biobío.

Posteriormente, el día 24, Dougnac aclaraba en el mismo diario que "el crédito
estaba sólo asignado y no aprobado, como se ha señalado", señalando que en el país "no
hay voluntad política para defender el medio ambiente" y que ENDESA había
informado que "esta central es ´de pasada´, es decir, de flujo continuo de agua, cuando
la verdad es que se trata de una central "de punta". Esto significa que sólo puede
funcionar acumulando agua, sistema que causa grave deterioro al ambiente, porque
obliga a cerrar el paso del agua por horas al día para acumularla, cierre que se
prolongaría demasiado en verano, cuando el caudal del río es bajo". Sostenía asimismo
que tampoco la empresa ha señalado que no se han tomado en cuenta los promedios de
agua de los períodos de sequía según lo demostraba un estudio de la Universidad de
Concepción.

Por su parte, los representantes de los partidos Izquierda Cristiana, Participación


Democrática de Izquierda y Partido de los Trabajadores plantearon ese mismo día que la
represa, a la vez de ser desechable -ya que la retención, en el fondo, del 87% de los
sedimentos producirán a largo plazo su embanque y la baja en el nivel de agua y en la
generación de energía eléctrica-, provocará trastornos del ecosistema en gran parte del
curso del río Biobío.

Asimismo el Senador DC Mariano Ruiz Esquide hacía una petición para que la
Cámara Alta de la República conozca la situación generada en torno a la construcción
de la Central Pangue. Solicitaba además que el Senado “contrate una asesoría ajena a las
partes involucradas para que emita un informe independiente critico y fundado sobre los
antecedentes entregados por grupos ecologistas y la empresa”.

Por su parte, el 10 de enero de 1993, Juan Pablo Orrego, rebatió los argumentos
de Tohá en relación a que la aprobación del préstamo es garantía de que el proyecto es
sano, señalando en un artículo del diario La Época que el Banco Mundial tenía “un
negro curriculum en materias ambientales pues ha contribuido al financiamiento de las
mayores catástrofes ecológicas provocadas por el hombre en las últimas décadas”.

El 20 de enero de 1993 la situación adquierió alta resonancia política cuando


nuevamente interviene en el Senado la bancada democratacristiana con Arturo Frei
proponiendo un plebiscito en la región para que "sean sus habitantes quienes decidan si
los proyectos hidroeléctricos para el alto Biobío se realizan o no" ya que en su opinión
no se habían tomado todos los resguardos. Nuevamente uno de los argumentos que se
esgrimieron fue que "la empresa debía asegurar un caudal mínimo aunque eso
signifique que tenga menos utilidades".
Por su parte, el Ministro Tohá manifestaba que el proyecto seguía adelante ya
que "dentro de lo posible se trabaja con la empresa para que adopte todos los resguardos
que se pueda para que los inevitables problemas ambientales que tiene cualquier
proyecto productivo sean minimizados". En su opinión, de acuerdo a un estudio
realizado por el ex jefe de la unidad de electricidad de la comisión, el precio de la
electricidad subiría en un 25 y un 50 por ciento, de modo que era imprescindible la
construcción de Pangue. Además expresó que la Comisión Nacional de Energía no tenía
atribuciones para incorporar en su trabajo el impacto medio ambiental que se deriva de
la construcción de una central.

El 25 de enero de 1993 el senador Ruiz Esquide reiteró que se debía realizar un


estudio a fondo “que permita saber si existen alternativas para construir la Central
Pangue ya que involucra un impacto no dimensionado sobre el segundo río más
importante del país”. Además junto al senador Palma denunciaron que el sistema de
generación, transmisión y distribución de la energía en Chile es "un monopolio privado
a través de su interrelación financiera". El día 27, Octavio Jara diputado PPD por la
octava región señalaba que "el punto medular del asunto radica en comprender que el
desarrollo nacional no puede ir en desmedro del desarrollo local", proponiendo que la
construcción de la Central se inscriba dentro de un plan más amplio que considere el
desarrollo integral de las comunas de Quilaco y Santa Bárbara. Por su parte el diputado
PPD Victor Barrueto consideraba una "irresponsabilidad permitir la construcción de la
central sin antes efectuar una revisión general a esa iniciativa y evitar graves efectos al
medio ambiente".

El 20 febrero diversas organizaciones políticas, ecologistas e indígenas iniciaron


una serie de manifestaciones en rechazo a la construcción de la central ya que a pesar de
estar pendientes dos recursos de protección y de la oposición de diversos sectores
sociales, Endesa había decidido imponer su proyecto por la vía de los hechos
consumados aumentando el ritmo de sus trabajos en la zona.

El 2 de abril de 1993 se informó a través de El Mercurio que Suecia había


aprobado en principio un préstamo de casi 29 millones de dólares para la construcción
de Pangue considerando que las implicaciones ambientales ya habían sido encaradas por
el principal financista, la Corporación Financiera Internacional. Pronto, el 15 de abril, el
Grupo de Acción por el Bio-Bío pidió a la embajadora sueca que la institución
gubernamental BITS de su país no financie la construcción de la Central Pangue. Por su
parte Manfred Max Neef afirmaba ese día que no estaba consumado el préstamo sueco
para la central Pangue.

En este contexto, el presidente de ENDESA, José Yuraszeck, tomaba parte de la


discusión el día 20 de abril señalando en una junta de accionistas que la empresa seguirá
con sus inversiones.

El 22 de junio de 1993 se abrió una luz de esperanza para los grupos ecologistas
pues la Corte de Apelaciones de Concepción ordenó modificar el proyecto de Central
Pangue ya que el proyecto "no se compadece con la constitución del derecho de
aprovechamiento no consuntivo otorgado por la Dirección General de Aguas a la
ENDESA". La resolución estipulaba que debería "evitarse que se produzcan golpes de
agua que puedan dañar las bocatomas y que en lugar de la captación del río Pangue
deberá dejarse pasar un caudal no inferior al gasto de golpe mínimo" lo que implicaba
que la Central debía emplear el líquido sin consumirlo, no modificar o regular el flujo
del río, no retener las aguas por largo tiempo ni provocar aumentos bruscos de caudal al
soltarlas. A juicio de Orrego el fallo tenía un carácter histórico ya que si bien no se
había logrado parar la construcción esto constituye un gran avance.

Hasta muy tarde ese día ENDESA estudió los caminos a seguir tras el fallo
judicial que acogía un recurso de protección presentado contra la construcción de
Pangue, decidiendo finalmente una apelación al dictamen ante la Corte Suprema. En
esta perspectiva, Jaime Bauzá, Gerente General de Endesa calificó de equivocada la
resolución de la Corte de Apelaciones de Concepción ya que de "prevalecer y
extenderse la interpretación dada al código de aguas el sector eléctrico y los
consumidores van a sufrir serios impactos". En consecuencia ENDESA pidió a la Corte
Suprema revocar la sentencia y desestimar el recurso pues el fallo se apoyaba "en
hechos no probados y aun en imputaciones". Por su parte, el Ministro Tohá estimó que
el fallo era "autodestructivo" para el país.

El 25 de junio de 1993 los grupos ecologistas señalaron que el fallo revelaba


negligencia y falta de responsabilidad del gobierno y en particular de la Comisión
Nacional de Energía ya que en la opinión ecologista la Central nunca debió ser
autorizada. Por otra parte, preveían que ENDESA iniciaría "una campaña del terror, un
apocalipsis se desatará la semana próxima para presionar a la Corte Suprema".

Ruiz Esquide y Palma calificaron el fallo "como un juicio histórico, fundamental


para el desarrollo sustentable de proyectos energéticos" y se "mostraron confiados en
que la Corte Suprema ratificará lo dispuesto en primera instancia". Además solicitaron
el rediseño del proyecto transformándolo de una central de embalse a una central de
pasada. En este contexto, el senador Ruiz Esquide señalaba que las posiciones
ecológicas en la materia no estaban destinadas a agredir a la inversión privada y contra
el progreso y el desarrollo sino más bien buscaban conciliar los intereses de todos los
sectores involucrados en el tema.

Representantes de CODEFF Concepción señalaron, en una carta al director de El


Mercurio, la gravedad de que "se sigan considerando razones exclusivamente
economicistas en el estudio de proyectos de inversión de gran envergadura, íntimamente
relacionados con el medio ambiente y que pueden alterar negativamente la calidad de
vida de toda una región del país. Es curioso también que se siga ironizando con un tema
tan delicado y tan importante como es la extinción de especies de flora y fauna. Los
estudios parciales de impacto ambiental, análisis y debates que se han efectuado con
relación al tema demuestran que el megaproyecto en cuestión tiene grandes defectos de
concepción y que, de continuarse con su construcción, se comprometerá grave y
desfavorablemente a una parte importante de la población del país y a diversas
actividades agrícolas, pesqueras e industriales de la Región del Biobío".

La presión de los grupos contrarios a la construcción de Pangue incluso permeó


a los sectores conservacionistas de Estados Unidos quienes afirmaban que el retraso en
la entrega de los estudios de impacto ambiental estaba poniendo en riesgo los créditos
necesarios para la construcción de la Central Hidroeléctrica Pangue. En efecto, la
organización ecologista Rivers Conservation International, señalaba que la Corporación
Financiera Internacional habría solicitado en ese entonces a la empresa Pangue S.A.,
filial de ENDESA, un estudio sobre los efectos de la represa aguas abajo como
condición indispensable para cursar el crédito de 129 millones de dólares aprobado en
diciembre pasado.

No obstante, Gastón Aigneren aseguraba que el plan financiero para construir la


central Pangue estaba cumpliéndose de acuerdo a lo establecido y desmentía que la
Corporación Financiera Internacional hubiese suspendido el crédito que tenía
comprometido en el proyecto. Además señalaba que la empresa Pangue S.A. iba a
realizar una emisión de bonos por unos cien millones de dólares que le permitirían
completar el paquete financiero de la central hidroeléctrica del Alto Bíobío, estimado en
unos 450 millones de dólares.

Desde otra perspectiva, El Diario señalaba en su editorial del 6 de julio de 1993


que de acatarse el fallo de la Corte de Apelaciones de Concepción, "éste se constituiría
en un impedimento legal a la sustancial capacidad de regulación que tienen los
embalses, pues ninguno de ellos, según esta interpretación, podría acumular agua en
períodos de excesos para emplearla en períodos de escasez, dado que en ese caso se
entendería la acción como consuntiva y, como se sabe, las autorizaciones de estas
empresas han sido solicitadas como no consuntivas .... Si esta interpretación se validara,
afectaría a todos los embalses, limitando la disponibilidad de energía más barata y
limpia".

Por su parte, el 19 de julio de 1993, Eduardo Bitrán, asesor del Ministerio de


Hacienda, advertía sobre las graves implicancias económicas del fallo contra Pangue
como el aumento en los costos de la energía eléctrica y mayores problemas ambientales.
Añadiendo que el fallo podía hacer inviable la construcción de futuras centrales
hidroeléctricas en el país. Por su parte el Gerente General de ENDESA señalaba que de
ratificarse el fallo la central Pangue "tendrá que operar con una potencia sensiblemente
inferior, lo que redundará en menos ingresos para la empresa los que deberán ser
compensados a través de las tarifas, con una aumento del 20% para las industrias y un
30% en las residencias".

En primera instancia, el 22 de julio de 1993, la Corte Suprema dejó pendiente el


fallo sobre el recurso interpuesto por la empresa eléctrica Pangue en contra del fallo de
la Corte de Apelaciones de Concepción.

En su defensa de Pangue, el abogado Pablo Rodríguez señalaba que “el caudal


del Biobío es de aproximadamente 292 metros cúbicos por segundo lo que permite
generar energía eléctrica con un mínimo de 45 metros cúbicos por la capacidad de las
turbinas que dispone; de manera que no existe ningún inconveniente para que esta
central pueda funcionar sin causar ningún tipo de perjuicio ni ningún daño a los
derechos constituidos sobre el mismo caudal aguas abajo del embalse de Pangue. Los
derechos que están constituidos aguas abajo ascienden a 43,5 metros cúbicos lo cual
puede perfectamente restituirse con la capacidad del Bíobío que tiene un término medio
de 292 metros cúbicos por segundo. Por lo tanto hay agua para hacer funcionar la
central y para respetar los derechos de aprovechamiento constituidos sobre el mismo
cauce aguas abajo”. A su juicio en este asunto había un problema de "terrorismo
ecológico" ya que “se quiere hacer creer a la gente que porque se va a construir una
central van a morir los peces, se van a secar los árboles y van a pasar cosas
catastróficas, nada de lo cual es verdad”.
Por su parte, el abogado Fernando Dougnac estimaba que existían muchas otras
alternativas energéticas que son probadas y eficientes y que no conllevan la destrucción
del Biobío. Porque lo más importante en esto es tener en cuenta que el Biobío no es un
río cualquiera, es un río que es la espina dorsal de toda la región. Si el río desaparece va
a desaparecer toda una región o por lo menos va a sufrir un gran embate. En esta
perspectiva, Cristián Andrade, biólogo que participó en la elaboración del estudio de
impacto ambiental de la central Pangue, señalaba que se había determinado que por el
uso de la electricidad en los horarios peaks el río estaría seco durante algún momento en
110 días al año en algunos casos hasta por 18 horas. Otro problema eran “los golpes de
agua ya que en las horas en que se requiera un suplemento de electricidad bajarán por el
río el equivalente a un crecida de invierno: 500 metros cúbicos por segundo por lo que
se estimaba la destrucción de canales de regadío y la inundación de los predios aguas
abajo”.

Finalmente la Corte Suprema acogió la apelación interpuesta por la empresa


Pangue S.A., dejando sin efecto el fallo de la Corte de Apelaciones de Concepción. La
lucha ecologista por la defensa del Biobío se había perdido.

Ante la inminente construcción de la central hidroeléctrica, el Consejo Regional


de la VII Región solicitó a Pangue S.A. "respeto por el caudal mínimo histórico del
Biobío a fin de evitar los efectos negativos sobre el ecosistema, además de un estudio de
impacto ambiental sobre el Golfo de Arauco, cuya productividad se vería seriamente
afectada por la disminución en el aporte de nutrientes por parte del Bíobío".

Para el Ministro Jaime Tohá el debate sobre Pangue era bueno y no malo ya que
implicaba tomar conciencia sobre el tema medio ambiental permitiendo enfrentar en el
futuro problemas similares con mayor conocimiento de causa. Agregando que con la ley
y reglamento sobre medio ambiente los proyectos podrán ser evaluados de una manera
coherente y con el mayor rigor posible.

Por su parte, el 6 de septiembre de 1993, los sectores ecologistas organizaron


una manifestación en el Parque Forestal en defensa de la "tierra amenazada" a causa de
la construcción de varias centrales hidroeléctricas por parte de Endesa. En esa
oportunidad Orrego señaló "el fallo es inapelable. Ahora sólo nos queda demostrarle al
gobierno y a la empresa nuestro descontento con la medida. Eso estamos haciendo hoy".

Posteriormente Orrego iniciaría una nueva lucha, la de la construcción de la


Central Ralco, también sobre el río Biobío.
4
Más conflictos ambientales en el Alto Bíobío: Los Pehuenches, la Endesa y la
Central Hidroeléctrica Ralco

De acuerdo con el procedimiento establecido en la "Pauta para la


Evaluación Ambiental de Proyectos de Inversión", correspondía a los proponentes de un
proyecto presentar y acordar los términos de referencia con la Comisión Nacional del
Medio Ambiente (CONAMA). En este contexto, el 12 de diciembre de 1994, ENDESA
entregó a José Goñi, entonces director ejecutivo de la CONAMA, los términos de
referencia para realizar el estudio de impacto ambiental de la Central Hidroeléctrica
Ralco.

Este hecho fue el inicio y el detonante de uno de los conflictos ambientales más
largos y polémicos del país, pues era una señal clara de la intención de ENDESA de
llevar a cabo la construcción de una segunda central hidroeléctrica en el Alto Biobío.

El proyecto Ralco, cuya construcción estaba prevista para 1998, implicaba la


inversión de unos 500 millones de dólares, la inundación de 3.467 hectáreas y la
erradicación de 76 familias pehuenches, cuyas tierras serían ocupadas por un embalse
de 1.222 millones de metros cúbicos de agua. Con una potencia de 570 megawatts, que
representan el 18% de las necesidades energéticas del país, Ralco se convertiría en la
central hidroeléctrica más grande del país.

En este contexto, un mes después, el 12 de enero de 1995, jóvenes ecologistas y


del Partido por la Democracia (PPD) ocuparon las oficinas de la Comisión Nacional de
Energía (CNE) en señal de protesta por lo que estimaban "la inminente aprobación para
que ENDESA construya una nueva central hidroeléctrica en el alto Biobío, denominada
Ralco".

La acción, que fue encabezada por el presidente de la juventud PPD, Mario


Gebauer, culminó cuando los manifestantes fueron recibidos por el Ministro Presidente
de la Comisión Nacional de Energía, Alejandro Jadresic, quien señaló que el proyecto
Ralco estaba en etapa de evaluación junto a otros 16 proyectos similares, para definir un
plan indicativo de obras que aseguraría el abastecimiento energético del país para los
próximos 10 años. Además, afirmó que las recomendaciones de la CNE no eran
definitivas ni obligaban a las empresas a construir sus proyectos, destacando que era la
CONAMA la instancia que decidía la ejecución de los proyectos energéticos.

Posteriormente, el 25 de enero de 1995, cuatro "werkenes" pehuenches del Alto


Bíobío amenazaron con tomar medidas de fuerza en caso de que ENDESA continuara
con los trabajos de prospección y sondaje que realizaba en la zona de Ralco. En la
oportunidad, Kurrubf-Lebf Pascual Levi vocero de los pehuenches, señalaba que en
vista que ENDESA ya tenía marcado todo el sector del embalse, ellos se encontraban en
"la obligación de pedirles que desalojen las comunidades de Quepuca Ralco, Palmucho,
Quepuca, Ralco Lepoy, Lepoy, La Veta y Cherquenco. Les damos plazo hasta el 20 de
febrero, de lo contrario tomaremos acciones para echarlos. Si tenemos que desbarrancar
un auto o parar el tránsito lo vamos a hacer". Al respecto, Esteban Montero, de la
oficina de relaciones públicas de ENDESA, respondió a través de la prensa a los
pehuenches señalando que "la empresa no tiene nada que decir frente a amenazas o
presiones".
En abril de 1995 se realizó en el Alto Biobío un "Cabildo Ambiental",
convocado por el director de CONAMA José Goñi, con el propósito de analizar el
proyecto Ralco y evitar lo que se denominó el "trauma Pangue". En el encuentro
participaron representantes de las comunidades pehuenches, concejales de la comuna
de Santa Bárbara y ejecutivos de la empresa eléctrica Pangue. Sin embargo, no se llegó
a acuerdos, pues los pehuenches se negaron terminantemente a la construcción de Ralco
ya que según ellos podía significar su desaparición mientras que los ejecutivos
señalaron que por el momento Ralco era sólo un muy buen proyecto más.

Por su parte, el diputado PPD Octavio Jara, contrario a Ralco, promovía en la


Cámara Baja un proyecto para impulsar un programa de desarrollo integral para las
comunas de Santa Bárbara y Quilaco, que "tienen índices de pobreza muy superiores al
promedio nacional". Entre otras medidas, en beneficio directo de los pehuenches,
proponía la creación de un área de desarrollo indígena y el establecimiento de un
programa especial de inversiones públicas en educación, capacitación laboral, salud,
vivienda, agua potable, alcantarillado, telefonía rural, infraestructura vial y un programa
especial de electrificación rural.

La polémica acerca de la construcción de la Central Ralco se reinició a fines de


1995. La inminente renovación de la concesión provisional por parte del gobierno a
ENDESA motivó una fuerte critica de diputados, grupos ecologistas y representantes de
la población pehuenche. En la ocasión se señaló que si la Contraloría tomaba razón de la
concesión provisional recurrirían a la Corte Suprema para impedir que Endesa
continuara haciendo los trabajos de prospección.

En enero de 1996 se realizó en el Alto Biobío una reunión entre las autoridades
de gobierno, incluyendo a Viviane Blanlot Directora de CONAMA, y algunos
miembros de las comunidades pehuenches. En representación de los indígenas tomó la
palabra Antolín Curreao, antiguo cacique, quien explicó que aunque actualmente son
pobres, lo serían más si entregaban sus tierras, ya que no tendrían donde criar a sus
animales y practicar su agricultura de subsistencia. Asimismo, el lonco Manuel
Leicuman se lamentaba por que se sentían acorralados y no sabían como resistir ya que
el mundo tal como lo conocían estaba siendo amenazado por los trabajadores de
ENDESA. No obstante, el diputado Octavio Jara les explicaba que la ley los amparaba
pues los territorios del Alto Biobío estaban protegidos por la ley indígena N° 19.253 y
nadie podía quitárselos ya que la normativa prohibía las permutas y enajenación de
tierras nativas, por particulares no indígenas.

Por su parte, Gonzalo Benavente, subgerente de medio ambiente de la central


Pangue, señalaba que "Endesa no quiere expulsar a los pehuenches sino llegar a acuerdo
con ellos". Explicaba que ya se había comprado un fundo a 4 kilómetros de la zona que
se proyectaba anegar para que los afectados se relocalizaran en él. Afirmaba, asimismo,
que había más de doscientos pehuenches que ya habían transado con la empresa.
Inclusive, señalaba que algunos indígenas trabajaban en la construcción de la Central
Pangue y otros se habían visto beneficiados por la fundación Pehuen, que se dedicaba a
ayudarlos.

Sin embargo, el entonces Director de la Corporación Nacional de Desarrollo


Indígena (CONADI), Mauricio Huenchulaf, afirmaba a la prensa que las comunidades
pehuenches y la CONADI se oponían a la entrega de sus tierras, por que las que se le
ofrecían no eran aptas para las labores agropecuarias y la sobrevivencia pehuenche.
Asimismo, señalaba que estaban estudiando la posibilidad de acudir a la justicia para
presentar un recurso de protección en defensa de las tierras de las comunidades
indígenas del alto Biobío.

En este polémico contexto, a fines de marzo de 1996, ENDESA presentó a la


Comisión Nacional de Medio Ambiente el estudio de impacto ambiental del proyecto
Ralco. La entidad tenía 120 días para evaluar el estudio y pronunciarse al respecto. En
lo referente a la situación de las familias pehuenches, Cristián Maturana, gerente de
Ralco, señaló que se les compensaría entregándoles "viviendas mejores que las que
tienen ahora y predios adecuados para las actividades que realizan". Además, afirmaba
que se contratarían 130 pehuenches durante los seis años que demoraría la construcción
del embalse por lo que se aumentaría el ingreso monetario de muchas familias
indígenas, algunas de las cuales vivían en la más extrema pobreza.

El 11 de abril, los pehuenches, acompañados de los lideres ecologistas Juan


Pablo Orrego, Manuel Baquedano y Sara Larraín, irrumpieron en una junta de
accionistas de Endesa para manifestar su total rechazo a la construcción de la Central
Ralco. En la oportunidad, el cacique José Antolín Curriao señaló que los pehuenches no
querían salir de sus tierras, porque allí estaban sus antepasados y su alimento.

En julio de 1996, la consultora Gestión Ambiental SGA, contratada por el Grupo


de Acción por el Bíobío para analizar el estudio de impacto ambiental de Ralco,
concluyó que la CONAMA debía rechazar dicho estudio ya que el proyecto Ralco
adolecía de numerosas y profundas deficiencias que impedirían su aprobación. La
consultora estimaba que el proyecto Ralco tenía importantes impactos ambientales
negativos de los que la ENDESA no se hacía cargo en su estudio. Según SGA se
cumplía con un 27% de los términos de referencia del estudio exigidos por CONAMA.
En este contexto, Jaime Solari, ingeniero civil coordinador del equipo revisor, estimaba
que "si CONAMA aprueba este estudio sería un escándalo".

Del mismo modo, el Centro de Ciencias Ambientales de la Universidad de


Concepción EULA, también consideró insuficiente el estudio de impacto ambiental de
Ralco, realizado por la empresa Electrowatts S.A. para ENDESA, ya que no cumplía a
cabalidad con las exigencias estipuladas en la Ley de Bases del Medio Ambiente y no
reconocía a la cuenca del Biobío como un sistema complejo, diversificado y
fuertemente integrado que no podía ser parcializado en segmentos como se hacía en el
estudio.

En general, los revisores del estudio ambiental de Ralco estimaban que los
impactos negativos sobre el régimen hidrológico del río, los ecosistemas de flora y
fauna y la forma de vida de las comunidades pehuenches serían prácticamente
irrecuperables, pero que incluso las medidas de mitigación presentadas por el estudio de
impacto ambiental eran insignificantes.

Por otra parte, la consultora SGA estimaba en un análisis costo-beneficio


que, si ENDESA reemplazaba Ralco por una central termoeléctrica a gas, la diferencia
entre ambos planes era de cuatro millones de dólares que serían pagados por todos los
chilenos a 300 pesos mensuales en la cuenta de luz a partir del año 2002. Ese era el
costo de no construir Ralco.

En este contexto, los diputados del PPD Octavio Jara y Victor Barrueto se
reunieron con la directora de CONAMA, Vivianne Blanlot, para plantearle su
convicción de la necesidad de rechazar el estudio de impacto ambiental de Ralco
presentado por ENDESA. En la oportunidad, Barrueto señaló que habían estado en la
"Comisión Nacional de Energía para evaluar exactamente cual era la importancia de
construir Ralco, porque se ha producido un cambio muy importante con la llegada del
gas natural y la respuesta es que este, vía la construcción de centrales termoeléctricas, a
un costo muy competitivo, permite aplazar desde ya la construcción de Ralco".
Concordando en este punto con la consultora SGA.

El 16 de julio de 1996 el Gerente General de ENDESA, Jaime Bauza, suspendió


una reunión que le habían solicitado los diputados Juan Pablo Letelier, Isabel Allende y
Andrés Palma para tratar el tema de la central hidroeléctrica Ralco, ya que iban a ser
acompañados por los ecologistas Juan Pablo Orrego y Sara Larraín a quienes calificó
como "personas que comercian con el medio ambiente". Por su parte, el diputado
Letelier señaló que "lamentaba que en esta oportunidad se haya optado por la
discriminación en vez del diálogo".

El 19 de julio, los pehuenches y un grupo de ecologistas intentaron una reunión,


esta vez, con el entonces Ministro Secretario General de la Presidencia, Genaro
Arriagada, con el objetivo de plantear su total desacuerdo con la construcción de la
central hidroeléctrica Ralco. Sin embargo, los manifestantes no fueron recibidos por el
Ministro Arriagada ya que "no habían solicitado audiencia y no podía recibir a un grupo
acompañando a otro".

Uno de los puntos más conflictivos del proyecto era la relocalización de los
pehuenches afectados por la inundación de sus predios, pues diversos grupos
consideraban que las tierras del fundo El Barco compradas por ENDESA para ese fin
eran de mala calidad y no permitían el desarrollo de las actividades de subsistencia de
los pehuenches.

Al respecto Cristián Maturana, gerente del proyecto Ralco, afirmaba que las
tierras que se entregaban eran "del mismo tipo y condiciones ambientales y en evidente
mejor estado de conservación que las que hoy poseen". A lo anterior agregaba que se
mejorarían los accesos al fundo El Barco, se habilitarían terrenos para regadío, se
construirían viviendas con instalaciones anexas y se realizaría un vasto plan de
ordenamiento forestal para el aprovechamiento de este recurso, todo lo cual permitiría
"potenciar a las comunidades para que superen los niveles de extrema pobreza locales".

No obstante, el dirigente indígena opositor a Ralco, Ricardo Gallina, afirmaba


que el fundo El Barco quedaba a cuatro horas a caballo de donde ellos vivían, en un
sector en que nevaba mucho, donde no había agua suficiente y las tierras no eran aptas
para ser sembradas, por lo que, concluía, los pehuenches no aceptaban el cambio.

El 24 de agosto de 1996, CONAMA rechazó el estudio de impacto ambiental de


Ralco, aduciendo que los antecedentes que se habían entregado no eran suficientes para
calificar ambientalmente el proyecto. Desde esa fecha ENDESA contaba con 180 días
para completar el estudio y evitar el rechazo de la obra. Básicamente, CONAMA
identificó tres factores para calificar de insuficiente el estudio, vale decir: una
descripción incompleta del proyecto, una incorrecta definición del área de influencia y
la ausencia de un plan de reasentamiento de las comunidades indígenas debidamente
detallado y evaluado.

Al respecto ENDESA señaló que los comentarios, observaciones y solicitudes de


aclaración de CONAMA apuntaban a convertir el EIA en un compendio de
conocimiento científico que, fuera de alejarse de los marcos de referencia acordados con
CONAMA, nada aportaba a la identificación de los impactos que sobre el medio
ambiente provocará Ralco. Además, estimaron que muchos de los requerimientos se
encontraban contenidos en el estudio por lo que calificaron de poco profundo el análisis
realizado por la CONAMA.

Sin embargo, ecologistas y diputados afirmaron que había 18 servicios del


Estado y tres municipios de la Octava Región que evaluaron el estudio recomendando
su rechazo, pero que, este sólo había sido postergado pidiendo nuevos antecedentes a
raíz de las fuertes presiones políticas que había recibido CONAMA.

En septiembre de 1996, el ex presidente Patricio Aylwin señaló a la prensa que


era necesario construir centrales hidroeléctricas en el país, pero que debía buscarse una
salida razonable y adecuada al problema de la relocalización de los pehuenches porque
"indudablemente no lo es mandarlos a una sección cordillerana de veranadas donde en
el invierno van a estar cubiertos de nieve". Al mismo tiempo, recordó que él no había
señalado que no se deberían hacer nuevas centrales en el Biobío como argumentaban
reiteradamente las organizaciones ecologistas.

No obstante, las organizaciones "Mapuches Organizados en Santiago", junto al


"Grupo de Acción por el Biobío", se manifestaron con pancartas en el exterior de las
oficinas de ENDESA, expresando su ferviente rechazo a la construcción de la Central
Ralco. En la oportunidad, el líder de la agrupación mapuche, Carlos Mila, afirmó que
"no vamos a permitir que se lleven a cabo los trabajos en el Alto BíoBío, debido a la
creciente amenaza que significa para nuestra integridad física, comunitaria y
sociocultural".

En otra perspectiva, Jaime Bauzá, Gerente General de ENDESA, señalaba que


"Ralco era ambientalmente viable". Además, en su opinión, "lo que finalmente
distingue a Ralco es que es una herramienta adecuada para aprovechar el único recurso
energético que poseemos en abundancia, pues, como ya se ha dicho, "el agua es el
petróleo de Chile".

El 3 de octubre de 1996, la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena


reiteraba que los planes de ENDESA de seguir adelante con el proyecto Ralco no tenían
viabilidad ya que "las medidas de mitigación propuestas por la empresa para las familias
pehuenches que serán inundadas son ilegales pues la Ley Indígena protegía las
propiedades pehuenches".

El 12 de octubre los pehuenches, junto al Grupo de Acción por el Biobío,


ecologistas y algunos jefes de tribus indígenas norteamericanas realizaron un
multitudinario Nguillatún en el Alto Biobío para protestar en contra de la Central Ralco.
Días después los participantes del Nguillatún arribaron a Santiago para reclamar frente
al edificio Diego Portales, donde se realizaba la 64a reunión de la Comisión
Internacional de Grandes Presas.

El 20 de octubre la Corte de Apelaciones de Concepción no acogió la solicitud


de suspensión de las actividades preliminares que realizaba ENDESA en el Alto
BíoBío. Por su parte, el presidente de ENDESA José Yuraszeck, informaba a la prensa
que se había llegado a un acuerdo con CONAMA para que un grupo de cinco expertos
independientes estudiasen la relocalización definitiva de los pehuenches afectados por la
inundación de la represa del proyecto Ralco.

En enero de 1997, a la espera del addendum al estudio de impacto ambiental que


preparaba ENDESA, las hermanas pehuenches Berta y Nicolasa Quintremán de la
comunidad Ralco Lepoy recibieron el premio "Esperanza Verde 1996" del Instituto de
Ecología Política. En la oportunidad las hermanas pehuenches insistieron que a las
familias indígenas del Alto Bíobío "las sacarán sólo con sangre de sus tierras y del lado
de sus muertos". Por su parte, dirigentes ecologistas anunciaron un "Plan de
Resistencia" en contra del proyecto Ralco.

En febrero de ese año estaba prácticamente listo un addendum o respuesta a las


observaciones y el plan de relocalización de las comunidades pehuenches realizado por
los cinco profesionales expertos e independientes convocados por ENDESA y el
Gobierno. Los sitios dispuestos para el reasentamiento eran los fundos El Barco y El
Huachi. Además, se contemplaba la asistencia técnica y monetaria a los pehuenches y la
entrega de viviendas.

Mientras tanto, otro estudio encargado por el Grupo de Acción por el Biobío a la
empresa EMG consultores señalaba que el proyecto Ralco era económicamente
inconveniente para Chile pues era más económico la instalación de dos centrales a gas
natural de ciclo combinado, que ahorrarían al país 47,6 millones de dólares. Según
EMG las motivaciones de ENDESA de seguir adelante con el proyecto eran estratégicas
y de participación en el mercado, ya que con Ralco se enviaba una señal a sus posibles
competidores en el tema de generación de electricidad.

En esta perspectiva, el vicepresidente de Renovación Nacional, Roberto


Ossandón, planteó la necesidad de estudiar en profundidad la implicancias económicas
del proyecto Ralco "para evitar pérdidas patrimoniales y ecológicas de la zona".

No obstante, a juicio de ENDESA, el crecimiento en la demanda del consumo


eléctrico que afrontará el país en la próxima década no podía quedar sustentada sólo en
el gas natural importado desde Argentina, por que la sola interrupción en el suministro
de dicho elemento generaría enormes pérdidas para el país. Asimismo, el gerente
general de Pangue, Gastón Aigneren, estimaba que "las cifras entregadas por el Grupo
de Acción por el Biobío adolecían de tres problemas básicos: no consideran que una
central hidroeléctrica tiene una vida útil de 50 años y una térmica de 25 años; el costo
que significa el transporte del gas natural hasta la planta; y usa costos de construcción
obsoletos". En este sentido, a su juicio, "la construcción de Ralco representa un ahorro
de 230 millones de dólares frente a la opción de reemplazar esta central por dos plantas
de ciclo combinado".
Además de los conflictos sociales y ambientales que enfrentaba ENDESA para
materializar sus proyectos en el Alto Bíobío, en febrero de 1997, se abrió un nuevo
frente de polémica pues la Corporación Financiera Internacional, filial del Banco
Mundial y principal financista del proyecto Pangue, acusó a ENDESA de no cumplir
con las cláusulas y obligaciones ambientales en la construcción de Pangue. Según la
evaluación del consultor del Banco Mundial, antropólogo Theodore Downing, se estaba
"aumentando el empobrecimiento de las comunidades" y "hasta ahora los datos indican
que los pehuenches están subsidiando el proyecto".

Endesa por su parte rechazó las acusaciones de la Corporación Financiera


Internacional sosteniendo que había cumplido a plena cabalidad con todos los
compromisos pactados pero que el organismo financiero había variado las condiciones
iniciales probablemente ante la presión y exigencias de los grupos ecologistas.

En este sentido, Julio Mellado, director ejecutivo de la Fundación Pehuen,


afirmaba que en los 5 años de trabajo se había logrado disminuir en un 30% los niveles
de indigencia de los pehuenches de Pangue. Asimismo, el lonco de Quepuca Ralco, José
del Carmen Levi, señalaba, en una carta dirigida al Presidente de la República,
"queremos que siga trabajando la fundación, donde estamos viendo muchas mejoras".

Sin embargo, para otros pehuenches, encabezados por el lonco Antolín Curriao,
los que participaban de la fundación habían vendido su historia, su tradición. No cabe
duda que entre los pehuenches las opiniones acerca de ENDESA también estaban
divididas.

La polémica prosiguió a partir de la presencia del Presidente de la República,


Eduardo Frei, en la inauguración de la Central Hidroeléctrica Pangue, el 6 de marzo de
1997. En la oportunidad, el primer mandatario fue objeto de duras críticas por parte de
los grupos ecologistas y de parlamentarios quienes consideraban que Eduardo Frei
"debía abstenerse de brindar apoyos públicos a una iniciativa que tiene reparos, incluso
del Banco Mundial". No obstante, en su discurso, el presidente señaló explícitamente su
posición, al afirmar que Chile no podía renunciar al desarrollo de proyectos
hidroeléctricos por razones estratégicas y cuestionó implícitamente a los ecologistas al
preguntarles acerca de que habían hecho por el desarrollo de las comunidades
pehuenches.

En tanto, mientras el presidente Eduardo Frei inauguraba la Central Pangue, un


grupo de Pehuenches que se oponía a la construcción de Ralco esperó en vano reunirse
con el mandatario para discutir y analizar el conflicto que mantenían, tal como se lo
había planteado en una carta que le habían enviado hace un tiempo.

Días después de la polémica inauguración, Juan Pablo Orrego, presidente del


grupo de Acción por el Biobío, calificó como destempladas y carentes de ecuanimidad
las expresiones del presidente durante la inauguración de Pangue, precisando que no
eran unos recién llegados en la preocupación por el pueblo pehuenche y lamentando que
Eduardo Frei "diera prácticamente por aprobado el proyecto Ralco sin esperar la
evaluación técnica de la CONAMA".

El 15 de marzo de 1997 el diputado del Partido Socialista, Juan Pablo Letelier,


señaló a la prensa que estaba convencido de que hubo intervención política desde La
Moneda para impedir que el proyecto Ralco fuera rechazado por las autoridades
medioambientales. En su opinión, el país tenía derecho a saber por qué un proyecto
"deficiente e incompleto" había sido reflotado utilizando procedimientos
"absolutamente irregulares y sin ninguna objetividad".

En esta perspectiva, el 21 de ese mes, Juan Ñanculef, jefe de gabinete de la


CONADI, señalaba que la permuta de tierras no sería autorizada por lo que "si se
respeta la ley indígena no habrá Ralco, pues ENDESA tiene el agua pero no la tierra".
En este contexto la CONADI estimaba ilegal el proyecto Ralco y recomendaba a la
CONAMA el rechazo del estudio de impacto ambiental presentado por ENDESA.

Similar era la postura del Ministerio de Bienes Nacionales que estimaba que el
proyecto era inviable pues "no existen mecanismos legales que permitan a ENDESA
adquirir todas las tierras cuya inundación es condición para la implementación del
proyecto". Respecto de la posibilidad que tenía la empresa de apelar a la ley de
concesiones eléctricas, que permite la expropiación de tierras, el análisis de Bienes
Nacionales sostenía que esa normativa se encontraba supeditada a la ley indígena,
porque esta última es una norma "especial y superior".

Por su parte, el diputado Octavio Jara estimaba que "mientras no se conozcan los
impactos sociales, ambientales, culturales y económicos de la central hidroeléctrica
Pangue el gobierno debía postergar su decisión respecto de la construcción de Ralco".

El 25 de marzo de 1997, el presidente Eduardo Frei firmó en Concepción un


decreto que declaraba al Alto Biobío como Área de Desarrollo Indígena. Mientras se
realizaba el acto las organizaciones ecologistas y sociales de la zona manifestaban a
gritos y con lienzos su oposición a la construcción de la Central Hidroeléctrica Ralco.

El 1 de abril de 1997, al igual que el año 1996, la junta de accionistas de


ENDESA fue interrumpida nuevamente por los pehuenches y las organizaciones
ecologistas que intentaron exponer su rechazo al proyecto Ralco en dicha junta. En la
oportunidad, José Yuraszeck debió interrumpir la rendición de cuentas ante los gritos
del presidente del Instituto de Ecología Política, Manuel Baquedano, quien pretendía
avanzar hacia los primeros lugares del teatro Teletón. Posteriormente tomaron la palabra
Berta y Nicolasa Quintremán quienes recordaron a sus antepasados y proclamaron el
derecho que poseen sobre las tierras, jurando que jamás saldrían de ellas. Por su parte,
Juan Pablo Orrego calificó el proyecto de etnocidio ya que se inundarían amplias
extensiones de tierras donde hoy habitan unas cien familias pehuenches, junto a 14
cementerios y sobre 70 sitios arqueológicos. Asimismo, precisó que se estaba
destruyendo uno de los ecosistemas más diversos del planeta. Sin embargo, los
reclamos fueron oídos en tono de burla y sólo consiguieron que la asamblea los pifiara y
aclamara al directorio por su intención de materializar el proyecto Ralco.

Por otra parte, el mismo día, Vivianne Blanlot reconoció ante la Comisión de
Recursos Naturales y Medio Ambiente de la Cámara de Diputados la necesidad de
efectuar un nuevo proceso de evaluación ambiental del proyecto Ralco, solicitando
expresamente a ENDESA un nuevo addendum, que aporte más antecedentes para
evaluar ambientalmente el proyecto.
El 2 de abril, miembros de la Comisión de Recursos Naturales y Medio
Ambiente de la Cámara de Diputados y otras autoridades de gobierno asistieron a una
audiencia pública con los pehuenches en Ralco. En la ocasión el presidente de dicha
comisión Victor Barrueto manifestó que había quedado con la fuerte impresión de que
"la comunidad pehuenche que se vería afectada por la construcción de la central Ralco
no estaba en condiciones de decidir libremente sobre el plan de relocalización propuesto
por ENDESA". La empresa, por su parte, señaló su sorpresa y malestar ya que no era
justo que el diputado pusiera en duda la palabra de los pehuenches.

A mediados de ese mes la Corte de Apelaciones de Concepción acogió un


recurso de protección presentado contra ENDESA por no respetar tierras indígenas al
realizar trabajos preliminares para la construcción de la Central Ralco sin el permiso de
los pehuenches dueños de las propiedades y sin contar con la autorización legal para
ello.

En tanto, el director de la CONAMA Mauricio Huenchulaf era removido de su


cargo por "desordenes administrativos" y sus desacuerdos con el subdirector de la
institución Victor Painemal según afirmó el Ministerio de Planificación. Sin embargo,
Huenchulaf estimaba que su destitución obedecía a su terminante oposición a la
construcción de Ralco, pues altos funcionarios de gobierno le habían pedido que
cambiara su postura.

El 13 de mayo de 1997, cerca de 300 indígenas marcharon hacia La Moneda


protestando al son de cultrunes y trutrucas ante lo que llamaron "el atropello de sus
derechos como los primeros habitantes del país" y ante la discriminación de no ser
recibidos por el Presidente de la República Eduardo Frei.

Algunos días después ENDESA presentó a CONAMA su segundo addendum


con las aclaraciones sobre el impacto ambiental de Ralco solicitadas por las autoridades
del medio ambiente. Según Gastón Aigneren la CONAMA disponía de 17 días hábiles
para resolver definitivamente si Ralco podía ser construido.

A principios de junio de 1997 los diputados del partido socialista, Alejandro


Navarro y Juan Pablo Letelier, manifestaron su rechazo a la actitud gubernamental de
respaldo a ENDESA y a su proyecto Ralco, así como a su negativa de asistir a una
sesión especial de la Cámara de Diputados para debatir el tema. Por su parte, el
gobierno, a través del ministro secretario general de la presidencia, Juan Villarzú,
rechazó las críticas de los parlamentarios, señalando que el gobierno no había
presionado para la aprobación del proyecto Ralco.

Mientras tanto, los pehuenches afirmaban que sentían amenazadas sus tierras y
su cultura si se construía la central Ralco. En su apoyo Manuel Baquedano señaló
"vamos a defender el territorio de nuestros hermanos pehuenches hasta las últimas
consecuencias". Asimismo, el dirigente de la Coordinadora Mapuche, Domingo
Marileo, expresaba que si era necesario se trasladarían a esa zona "y allí nos vamos a
apertrechar, porque sería la tercera invasión que sufre nuestro pueblo".

El 9 de junio de 1997, Vivianne Blanlot, Directora de CONAMA, informó a la


prensa la aprobación del proyecto Ralco con condiciones, pero no dio mayores
explicaciones respecto del fallo y tampoco accedió a contestar ninguna de las
interrogantes planteadas por los periodistas.

Una vez conocida la resolución, ENDESA se mostró satisfecha "pues la


aprobación, por parte de la autoridad, confirma que la central Ralco es un excelente
proyecto para el desarrollo energético del país". Asimismo, la empresa anunció que
revisaría al detalle todas las exigencias de CONAMA que puedan parecer "inadecuadas"
o fuera de los Términos de Referencia del Estudio de Impacto Ambiental.

Las nuevas exigencias de CONAMA eran las siguientes: "estaciones de


monitoreo, nuevo caudal entre la presa y la casa de máquinas, establecimiento de una
reserva de 3.800 hectáreas, ampliación de 4 a 10 años del plan de asistencia técnica a los
pehuenches relocalizados, rescate y manejo de eventuales alteraciones de monumentos
o sitios con valor arqueológico".

La reacción de los grupos ecologistas, como señal de protesta, fue ocupar la sede
central de la CONAMA, que debió ser desalojada por carabineros. A juicio de Manuel
Baquedano, "la resolución de CONAMA estaba viciada porque el marido de la directora
es un ejecutivo de Enersis, dueño de ENDESA que construirá la central" por lo que
ellos habían esperado que ella renunciara o se inhabilitara. Por su parte, doce dirigentes
de la Coordinadora Metropolitana Mapuche se tomaron las oficinas de la CONADI,
emplazando al nuevo director de esa institución Domingo Namuncura a defender la Ley
Indígena y evitar la construcción de Ralco.

Asimismo, los grupos ecologistas y los parlamentarios opositores al proyecto


anunciaron una serie de acciones y recursos legales ante la justicia en contra de la
aprobación de la CONAMA, anunciándose así un largo proceso ante los tribunales para
detener la construcción de Ralco.

Por su parte, el 11 de junio ENDESA anunció un recurso de reclamación ante el


Consejo Directivo de la Comisión Nacional del Medio Ambiente por las exigencias
adicionales que la CONAMA había incluido en la aprobación del proyecto Ralco, pues
consideraban que algunas de ellas eran "inapropiadas, discriminatorias e ilegales". El
recurso fue presentado un mes después, es decir el 11 de julio de 1997.

Al día siguiente se realizó la esperada sesión para debatir el proyecto Ralco en la


Cámara de Diputados. En medio de la agitada y violenta sesión, el diputado Letelier
acusó al gobierno de presionar a la CONAMA para que aprobase el proyecto. Por otro
lado, quedó en evidencia que era la CONADI quien debía dar la aprobación final al
proyecto pues era la institución encargada de aprobar o rechazar las permutas de tierras
propuestas en el plan de relocalización de ENDESA.

Por su parte, Domingo Namuncura y el consejo de CONADI, resolvieron


convocar a una reunión nacional de dirigentes de las distintas organizaciones indígenas
para analizar el informe de la CONAMA. El 21 de junio, algunos de los dirigentes de
las etnias indígenas del país señalaban a la prensa que estaban resueltos a no autorizar
las permutas de tierras pehuenches, impidiendo así la realización del proyecto Ralco.

En este contexto, el 2 de julio de 1997, un grupo de dirigentes indígenas y de


ecologistas denunciaron amedrentamientos de parte de carabineros y de ENDESA a los
pehuenches del Biobío. Según Ricardo Gallina, representante de la comunidad Quepuca
Ralco, la policía realizaba patrullajes hostigando tanto a pobladores como a quienes
defendían el río Biobío. Por su parte, Manuel Baquedano denunció que ENDESA
aplicaba una política de hechos consumados sin considerar que todavía había
situaciones que resolver como los recursos de protección interpuestos ante la justicia y
la decisión de la CONADI acerca de la permuta de las tierras indígenas. Asimismo, Juan
Pablo Orrego, señalaba a la prensa que el Grupo de Acción por el BíoBío iba a defender
a los indígenas y al Biobío hasta las últimas consecuencias ya que los pehuenches
habían recibido presiones directas para aceptar la permuta de sus tierras por las del
fundo El Barco, que por sus características ecológicas impedía la sobrevivencia de los
modos de vida de los indígenas.

ENDESA negó tales presiones y aseguró que el contacto que mantenían con los
pehuenches eran parte de un plan de relocalización sumamente activo y con muchas
consultas. Respecto de la nieve que en invierno caía sobre el fundo El Barco señalaron
que "cuando allí cae nieve también sucede lo mismo en las mencionadas comunidades"
(Quepuca Ralco y Ralco Lepoy).

A mediados de julio de 1997, Vivianne Blanlot renunció a su cargo de directora


de CONAMA "por razones estrictamente personales". Sin embargo, en los medios de
prensa se difundieron versiones extraoficiales que señalaban que su renuncia obedecía a
que, ante la acumulación de conflictos y discrepancias con los medios empresariales y
ecologistas, no se había coordinado adecuadamente con las otras instancias de gobierno,
especialmente con la Secretaria General de la Presidencia. También se especuló como
otra causal de despido su independencia y falta de subordinación al momento de tomar
las decisiones. Estas versiones fueron categóricamente desmentidas por Vivianne
Blanlot y por el Ministro Secretario General de la Presidencia, Juan Villarzú.

En agosto de 1997, Domingo Namuncura, Director de CONADI, criticó el


terreno ofrecido a los pehuenches por ENDESA ya que "las condiciones climáticas del
lugar ofrecido por la empresa para el traslado de los pehuenches son tremendamente
agresivas para la vida, los animales y las siembras". Asimismo, señaló a la prensa que
"ningún pehuenche quiere dejar sus tierras".

Así las cosas, el proyecto Ralco parecía tener un largo camino que recorrer antes
de su aprobación o de su rechazo, que probablemente será decidido por los tribunales de
justicia del país. En febrero de 1998, cuando escribimos estas líneas, todavía no se ha
resuelto el conflicto. Quizás cuanto tiempo más pasará antes de saber el verdadero
desenlace de esta polémica. Sin embargo, queda claro que en relación a los conflictos
ambientales todo depende de la perspectiva con que se aprecien las situaciones.
Forestal
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La Forestal Trillium, el proyecto Río Cóndor y las presiones ecologistas. ¿Es
sustentable la explotación de lenga magallánica?

La permanente polémica por la explotación del bosque de lenga desde que en


1992 se había instalado en la región la empresa Magallánica de Bosques, comenzaba a
intensificarse con el anuncio de más explotaciones por parte de una empresa
norteamericana.

El 3 de febrero de 1994 el diario La Tercera daba a conocer que la empresa


estadounidense Forestal Trillium invertiría US$ 100 millones en el proyecto Río
Cóndor, que implicaba una superficie de 250.000 hectáreas compradas a la compañía
canadiense Cetecsel y la construcción de un terminal en Puerto Arturo y de caminos de
acceso hacia las faenas. Consultado en la oportunidad, el obispo de Magallanes Tomás
González manifestaba que "el proyecto parte por las personas y no por las ganancias".
Entre los principios de la compañía estaba el respeto por las personas y la posibilidad de
dar un trabajo digno para cerca de un centenar de habitantes de Tierra del Fuego
señalaba el obispo. Asimismo, la Fundación para el Desarrollo de Magallanes calificaba
el proyecto como integral y completo.

David Syre era el dueño de Trillium Corporation y de un quinto de Tierra del


Fuego. Para desarrollar el proyecto Río Cóndor había formado la empresa Bayside Ltd,
propiedad en un 60% de Trillium y el 40% restante del grupo Beacon. Bayside, a su
vez, era dueña de Forestal Trillium Chile que manejaba el proyecto Río Cóndor y de
Lenga Patagónica S.A. que controlaba 40 mil hectáreas al lado argentino de Tierra del
Fuego.

El 21 de mayo de 1994, El Mercurio publicó un artículo donde se expresaron las


primeras discrepancias sobre el proyecto. Por ejemplo, a juicio de Nicolo Gligo,
coordinador de la unidad conjunta CEPAL-PNUMA de Desarrollo y Medio Ambiente,
"lo más preocupante es que no se cuenta con un catastro exacto de la superficie que
estos bosques abarcan a nivel regional". Agregaba que no sólo se necesitaban estudios
de tipo silvícolas para evaluar el proyecto sino también estudios de clima, suelos, ciclos
de nutrientes, manejo de cuencas y alteración de procesos hídricos. Además "no existen
estudios que cuantifiquen la capacidad de retención de excedentes económicos para la
región".

Al respecto, el gerente general de Trillium, Lou Crowder, consideraba que sólo


se les podía juzgar por sus acciones porque la idea no era producir astillas de madera
aserrable, sino de árboles sobremaduros. Sin embargo, Giglo estimaba que los cánones
de la exportación de chips consideraban que sólo la madera de óptima calidad podía ser
utilizada para la elaboración de papel de computación, "lo que hace más difícil que los
árboles sobremaduros sean los que mandan a Japón, uno de los países más exigentes en
el cumplimiento de estos estándares de calidad".

En este contexto, a principios de junio de 1994, el Intendente de Magallanes,


Ricardo Salles, anunció la decisión política de impedir todo proyecto nuevo destinado a
la elaboración de astillas en la región. Así, señalaba "no vamos a aprobar ningún
proyecto más que haga astillas de nuestro bosque. Es una posición oficial del gobierno.
Sólo proyectos que estén encaminados a generar valor agregado, a cautelar su
regeneración y ojalá a incrementar su masa boscosa. En definitiva, astillas no".

Sin embargo, los senadores integrantes de la Comisión de Agricultura


inspeccionaron la tala de bosque nativo en la región de Magallanes también a principios
de junio de 1994. En la oportunidad el senador Sergio Fernández señaló que en su visita
no había visto "depredación en los bosques, sino, lo contrario, un manejo silvicultural
técnicamente adecuado".

A principios de diciembre de 1994, las autoridades de Conama anunciaron a la


prensa que había acuerdo sobre los términos de referencia para la ejecución del estudio
de impacto ambiental del proyecto Río Cóndor, especificándose con ello los
requerimientos que los distintos servicios del Estado le estaban solicitando a la empresa
para dar la aprobación ambiental a la explotación de lenga magallánica.

En ese mismo momento, en la provincia argentina de Ushuaia, más de medio


millar de personas se manifestó en la Gobernación Provincial contra el proyecto de
Trillium Lenga Patagónica S.A. en su país que ya tenía más de 50.000 hectáreas de
superficie y estaba procurando la concesión de 100.000 de tierras fiscales.

En Chile, los diputados Guido Girardi (PPD), Andrés Chadwick (UDI),


Alejandro Navarro (PS) denunciaron irregularidades en la venta de los bosques
magallánicos. Anunciaron, asimismo, la presentación de dos requerimientos. Primero al
Ministerio de Bienes Nacionales para que entregara antecedentes que justifiquen la
decisión de vender los predios a bajos precios y en esas condiciones. Un segundo
requerimiento sería presentado a la Contraloría General de la República para que inicie
una investigación que determine las responsabilidades administrativas.

La enajenación de bosque nativo habría comenzado en 1985 cuando se aplicó


una política privatizadora que declaraba valiosos inmuebles fiscales como bienes
prescindibles. En Tierra del Fuego se lotearon tres millones de hectáreas de bosque
nativo divididas en 30 lotes. Por ejemplo, en 1991, el lote diez, de 85.380 hectáreas, se
vendió en 184.350 dólares, es decir, dos dólares por hectárea. No obstante un estudio
realizado por ingenieros forestales estimaba el valor de la hectárea en cien dólares.
Además el mismo predio fue vendido a Inversiones Cetec-Sel Chile limitada en
3.553.800 de dólares, es decir siete veces más que el precio en que vendió Bienes
Nacionales. Luego Cetec-Sel vendió a Trillium en una cantidad todavía mayor.

En una entrevista en La Nación, René Bobadilla, ex Seremi de Bienes


Nacionales de Magallanes, denunciaba que su intento por no permitir la venta de las
tierras fiscales de Magallanes le había significado la salida del gobierno, pero "pese a
todo seguí militando en mi partido: la Democracia Cristiana".

A fines de diciembre de 1994, Sara Larraín, Adriana Hoffmann y Manuel


Baquedano, representando a los organismos ecologistas chilenos, denunciaron que "la
empresa de capital estadounidense Trillium va a implementar el proyecto Río Cóndor
para utilizar el 80% de los árboles talados como combustible y astillas y sólo un 20%
como madera procesada". En opinión de Sara Larraín la zona era "apta para desarrollar
el turismo lo que traería beneficios permanentes para los 7.000 habitantes de la zona, y
no sólo ayuda temporal como ocurre con la penetración de empresas madereras que, a la
larga, saldrán de la zona después de talar los bosques".

La empresa norteamericana, por su parte, seguía realizando los trabajos


necesarios para desarrollar su proyecto forestal. En esta perspectiva, el 10 de enero de
1995, la Prensa Austral de Punta Arenas anunciaba que se encontraban en Tierra del
Fuego 40 científicos que estaban realizando los estudios de impacto ambiental para la
Forestal Trillium. Los trabajos ambientales se prolongarían mediante un sistema de
relevo entre enero y febrero, en los campamentos Vicuña, Río Bueno y Puerto Arturo en
el río Cóndor. La empresa encargada de realizar el trabajo fue la firma Dames and
Moore.

Hasta junio de 1995 la empresa Forestal Trillium Ltda había invertido en Río
Cóndor 8,4 millones de dólares y para el año 2000 se esperaba completar una inversión
de 150 millones de dólares. David Syre estimaba que el proyecto generaría empleos
para cerca de 700 personas en la planta de aserrío y elaboración, y a 300 en el bosque
mismo "lo que, sumado a los empleos indirectos, se llegaría a un total aproximado de
3.000 puestos de trabajo en Tierra del Fuego". Asimismo, aseguraba, que era posible
combinar ecología con negocios y que lo que más le atraía del negocio era la posibilidad
de establecer un modelo de desarrollo sustentable que demostrara que era posible
realizar un negocio rentable respetando el medio ambiente.

En Agosto los diputados de la Comisión de Recursos Naturales Guido Girardi


(PPD) y Mario Acuña (DC) solicitaron al Subsecretario de la Subsecretaría General de
la Presidencia una "exhaustiva investigación sobre "como se produjeron las ventas y en
que forma se negoció".

Sin embargo, el Ministerio de Bienes Nacionales solicitó al Consejo de Defensa


del Estado que "no investigue las irregularidades de la venta de terrenos en la región de
Magallanes a la empresa Forestal Trillium", a pesar que se habían analizado todos los
antecedentes, concluyendo que había mérito suficiente para establecer una acción legal
ante los tribunales por "lesión enorme al Estado". Ello porque la empresa
norteamericana había decidido donar 35 millones de pesos al fisco chileno para invertir
en la zona, como una forma de compensar los bajos precios en que se habían vendido
los terrenos.

En tanto, a pesar de la oposición de los ecologistas y de algunos diputados la


comunidad de Porvenir, en multitudinario Cabildo Abierto, apoyó el proyecto Río
Cóndor y acordó conformar un comité pro defensa de la Forestal Trillium.

Desde otra perspectiva, el ecologista Manuel Baquedano denunciaba que la


forestal negociaba la adquisición de otras 70.000 hectáreas en Tierra del Fuego pues el
plan de explotación de la empresa norteamericana requería de más terrenos y por ello
estaba comprando cada vez más tierras. A su juicio, las preocupaciones ambientalistas
de Trillium obedecerían nada más que a "una cuestión de marketing, en la que se han
invertido más de doce millones de dólares".

Al día siguiente Baquedano y algunos miembros del Instituto de Ecología


Política, irrumpieron abruptamente en una conferencia donde los ejecutivos de Trillium
explicaban los alcances económicos y ecológicos del proyecto, y anunciaban la creación
de una reserva biológica, en un 25% de las 257 mil hectáreas, destinada a preservar la
biodiversidad de la zona. En un lienzo que desplegaron los ecologistas detrás del panel
podía leerse "Trillium Miente". Entre sus argumentos, declaraban que Trillium habría
practicado tala rasa en Estados Unidos.

En este contexto, la COREMA de la Región de Magallanes recibió el estudio de


impacto ambiental del proyecto Río Cóndor el 16 de noviembre de 1995 y tenía un
plazo de 120 días para realizar su evaluación y decidir la aprobación o el rechazo del
proyecto, es decir hasta el 9 de mayo de 1996.

Los empresarios estaban optimistas pues consideraban que estaban avalados por
dos años en la zona sin cortar un árbol, el veredicto positivo de una comisión de más de
100 científicos independientes presididos por la académica de la Universidad de Chile
Mary Kalin y la necesidad laboral de los habitantes de porvenir. Además se habían
autoimpuesto tres promesas: no realizar talas rasas, no sustituir el bosque nativo por
especies exóticas y no exportar astillas como producto final. Por su parte, Jaime Illanes,
vicepresidente de Dames and Moore, señalaba que el plan ambiental "estableció una
serie de acciones para preservar en todo momento la sustentabilidad en los hábitat". A
favor del proyecto también estaba la gobernadora de la provincia de Tierra del Fuego
quien consideraba que era una salida para muchos problemas locales, aun cuando
expresaba su preocupación de que los contratos de mano de obra sean asumidos por
contratistas externos, que no respeten salarios ni derechos laborales.

En otra perspectiva, las agrupaciones ecologistas locales expresaban sus reservas


a la iniciativa y afirmaban que mediante el desarrollo del ecoturismo en la región se
podrían obtener mayores utilidades en el uso del bosque.

El 22 de febrero de 1996 se anunciaba en la prensa que, con el fin de poner en


marcha su proyecto lo antes posible, Forestal Trillium estaba elaborando un documento
de respuestas a las aclaraciones solicitadas por la COREMA.

En sesión pública el pasado 3 de abril, la COREMA decidió apoyar con


condiciones el proyecto. Posteriormente, el 22 de abril la COREMA de la Región de
Magallanes dictó una resolución donde se aprobó el Estudio de Impacto Ambiental del
proyecto Río Cóndor.

En respuesta a la resolución de la COREMA, el 6 de mayo de 1996, los


diputados Guido Girardi y Alejandro Navarro, a nombre del comité pro defensa del
medio ambiente presentaron un recurso de protección en la Corte de Apelaciones de
Punta Arenas en contra del Intendente de la Región de Magallanes por haber aprobado
el proyecto río Cóndor. Los diputados señalaban que la COREMA no había considerado
en su decisión el informe de su propio comité técnico, previo a la resolución, en el cual
se establecía la inviabilidad ambiental del proyecto Río Cóndor.

La Corte de Apelaciones dictó unos días después una orden de no innovar


paralizando totalmente el proyecto Trillium hasta que no fuese resuelto el recurso de
protección interpuesto por la organización medioambientalista. No obstante, en rigor, la
paralización de la explotación del bosque no afectaba a la empresa pues en ese momento
no se estaba en esa etapa, sino en la de exploración.
Para Vivianne Blanlot, Directora de CONAMA, los diputados habían actuado
con premura pues todavía no estaba terminado el proceso de evaluación de impacto
ambiental ya que aún quedaba la etapa de apelación. Por su parte, la comisión de
científicos que participó en la elaboración del estudio defendía la sustentabilidad del
proyecto Trillium. La doctora Mary Kalin afirmó que los bosques serían cosechados de
acuerdo a la modalidad silvícola llamada corte de protección y de acuerdo a un modelo
de simulación de cosecha sostenible. A su juicio el proyecto garantizaba la
sustentabilidad de los recursos forestales junto al abastecimiento del complejo industrial
y a las fuentes de trabajo en la región. Asimismo, los diputados Isabel Allende y Zarko
Luksic, que también eran miembros de la Comisión de Medio Ambiente, criticaron el
recurso de protección interpuesto por sus colegas ya que "no respetaba el conducto
natural administrativo que contempla una reclamación ante la CONAMA".

Por su parte, las organizaciones ecologistas Instituto de Ecología Política, Red


Nacional Ecológica, Corpirque, Grupo de Acción del Bíobío y Defensores del Bosque
Nativo, calificaron de "fraude ambiental", "traición al espíritu de la legislación
ambiental" y "abuso político" la decisión de autorizar el proyecto Río Cóndor. Además,
criticaron a los diputados Luksic y Allende, señalando que se harían parte del recurso de
protección presentado por Girardi y Navarro.

Asimismo, un organismo del arzobispado de Magallanes denominado Fide XII


presentó un recurso de reclamación a la CONAMA que de prosperar podría obligar a la
realización de un nuevo estudio de impacto ambiental.

El 3 de junio de 1996 se realizaron los alegatos del recurso de protección


interpuesto contra la aprobación del estudio de impacto ambiental del proyecto Río
Cóndor. El 8 de julio del mismo año la Corte de Apelaciones de Punta Arenas rechazó
el recurso de protección que paralizaba el proyecto de la empresa Forestal Trillium
pues no existían "los elementos que respalden la solicitud de los organismos
medioambientalistas".

En seguida, el 12 de julio, los ecologistas apelaron a la Corte Suprema por la


decisión de la corte de apelaciones de Punta Arenas de rechazar el recurso de protección
contra el proyecto Trillium. Nicolo Gligo, coordinador de la Alianza por los Bosques de
Chile, estimaba que según la ley "el Estado tenía que bonificar a Trillium por su
explotación en esa zona, así la empresa no tendrá que pagar IVA, se le bonificará la
mano de obra en más de un 15%, no pagará contribuciones y recibirá un 20% de
bonificación anual a sus exportaciones en 50 años. De esta forma, si el proyecto se
aprueba definitivamente seremos todos los chilenos quienes pagaremos a Trillium sus
engaños".

Por su parte, Robert Manne, presidente de Byside, señalaba que si seguían así las
cosas y durante el mes de agosto no había una resolución definitiva de la CONAMA,
ellos podrían congelar el proyecto Río Cóndor. Además afirmaba que el documento en
que se apoyaba la reclamación de Fide había sido elaborado por el científico argentino
Jorge Morello y financiado por "algunos ecologistas profundos de Chile". Según
Manne, el empresario norteamericano partidario de la ecología profunda Douglas
Tompkins cuando había ido a la Cámara de Diputado "gastó más tiempo en atacar mi
proyecto que en defender el suyo".
El 21 de agosto CONAMA anunció una "decisión final favorable" para el
proyecto Río Cóndor, la cual había sido tomada "bajo estrictas condiciones
ambientales". Entre ellas se contemplaba la cosecha solamente de bosques del tipo
forestal Lenga, la preservación de extensas áreas de bosque y una auditoría externa
altamente calificada durante todo el período que dure el proyecto. Asimismo, se
consideraba el manejo de 128 mil hectáreas de bosque nativo en un lapso de cien años,
autorizándose el manejo comercial de 77.000 hectáreas en las que se debía mantener "en
pie una cantidad suficiente de árboles que aseguren el desarrollo del bosque en buenas
condiciones". Según Vivianne Blanlot, directora de CONAMA, la resolución de la
entidad era una "oportunidad para demostrar que con conocimiento y respeto al medio
ambiente, es posible explotar el bosque nativo compatibilizando el crecimiento
económico con la conservación del patrimonio ambiental del país".

En este contexto, el embajador de Estados Unidos en Chile, Javier Guerra-


Mondragón anunció que el 26 de agosto ofrecería un almuerzo a Robert Manne,
presidente de la compañía dueña del proyecto Río Cóndor.

Por su parte, Nicolo Gligo insistía que uno de los peligros principales del
proyecto era que la cuota de extracción por volumen era peligrosa pues se desconocía la
cantidad de bosque existente en la región. Asimismo, en opinión de la Alianza por los
Bosques de Chile, CONAMA habría cedido a las presiones económicas y políticas de
Trillium "por su bajo perfil, falta de apoyo político, y por la carencia de fuerza ante
estas presiones".

En septiembre de 1996, se sumó al recurso de protección ante la Corte Suprema,


otro presentado por los diputados Arturo Longton (RN) y Antonio Horvath
(independiente) además de Girardi y Navarro, en contra de Vivianne Blanlot, por la
reciente resolución sobre el caso Trillium. La apelación se fundamentó en que la
aprobación de la CONAMA se realizó fuera de la legalidad vigente ya que de acuerdo
con la Ley 19.300 de Bases del Medio Ambiente los estudios de impacto ambiental de
los proyectos se aprueban o rechazan, pero no establece que se puedan aceptar con
condiciones.

Entonces el Presidente de la República, Eduardo Frei respaldó plenamente el


proyecto forestal de la empresa estadounidense Trillium, pues cumplía con todas las
normas. En esta perspectiva, señalaba que los ecologistas podían causar un grave daño a
la zona de Porvenir si seguían atacando el proyecto.

No obstante el respaldo presidencial, en octubre de 1996 los diputados Longton,


Girardi, Navarro y el senador Horvath presentaron un recurso penal contra quienes
resulten responsables de la "venta Irregular" de bosque nativo de Lenga en la región de
Magallanes. Asimismo denunciaron que la CONAMA no había considerado dos
estudios que ella misma había constatado y que señalaban que el proyecto Río Cóndor
no era sustentable por lo que recomendaban su no aprobación. Uno de ellos había sido
encargado al profesor de la Universidad Católica, Juan Gastó, reconocido por sus
conocimientos de medio ambiente y el otro había sido realizado por la Sociedad General
de Bosques Francesa, una de las instituciones más prestigiadas en el tema del bosque.
Según Girardi "esta información nunca apareció, la CONAMA no la entregó ni fue
nombrada en las distintas resoluciones que elaboró".
El 10 de diciembre la Corte de Apelaciones de Santiago rechazó un recurso de
protección interpuesto contra la resolución de CONAMA de aprobar el proyecto de la
empresa forestal Trillium pues la COREMA estaba facultada para aprobar el proyecto y
la CONAMA había actuado legalmente al confirmar la resolución de la primera. La
resolución fue apelada ante la Corte Suprema el 16 del mismo mes. A juicio de los
abogados querellantes el estudio de impacto ambiental de Trillium no cumplía con los
requisitos básicos para que el proyecto Río Cóndor fuera aprobado.

Los alegatos se realizaron a fines de enero de 1997. En representación de los


parlamentarios alegó el abogado José Antonio Ramírez, por la organización
medioambiental de la región de Magallanes lo hizo Fernando Dougnac y por la Forestal
Trillium, Hernán Bosselin.

Mientras se esperaba el fallo de la Corte Suprema, en un articulo aparecido en la


Revista Que Pasa del 10 de marzo de 1997, se afirmaba que el estudio de impacto
ambiental estaba realizado sobre la base de una cartografía obtenida de información
satelital a escala 1:150.000, por lo que era imposible distinguir los sectores planos de
los montañosos. A juicio de los ecologistas se debió haber tomado fotografías aéreas y
elaborado una cartografía 1:20.000, con lo que se podría haber reconocido las
pendientes, los flujos de agua, las quebradas, las turberas e incluso la diversidad
florística. Por otra parte, los ecologistas afirmaban que el sistema de corta de protección
propuesto por la empresa se basaba en una tasa de crecimiento promedio de la lenga de
6,19 metros cúbicos por hectárea al año, mientras que sus antecedentes señalaban que la
lenga crece a un promedio de 3,5 y 4,5 metros cúbicos.

Finalmente, el 19 de marzo de 1997, la Corte Suprema, por tres votos contra dos,
acogió el recurso de protección por el derecho a vivir en un medio ambiente libre de
contaminación, presentado por la "bancada verde". El máximo tribunal consideró que
no se podía aprobar el proyecto mientras no se dicte el reglamento de impacto ambiental
por lo que tanto la COREMA de Magallanes como la CONAMA habían incurrido en un
acto ilegal. Además puntualizaba que la organización gubernamental había pasado por
encima de todos los informes técnicos, tanto de los emitidos por el Estado como de los
que pusieron a su disposición las organizaciones ciudadanas que defienden el bosque
nativo.

Hernán Bosselin, abogado de Trillium, consideró que la resolución era un


"triunfo pirrico" para los ecologistas pues el fallo de la Corte Suprema dejaba a la
CONAMA sin facultades para exigir estudios de impacto ambiental a los inversionistas
y por lo tanto el proyecto podía seguir adelante.

Por su parte, Robert Manne afirmaba que el dictamen de la justicia "sólo viene a
perjudicar la imagen del país y echa por tierra un sistema de evaluación de impacto
ambiental instaurado por el propio gobierno, sentando precedente para otras iniciativas
de esta naturaleza". Asimismo señalaba que estaban decididos a poner en marcha en el
menor tiempo posible el proyecto forestal Río Cóndor pues "no seremos vencidos, no
importa cuanto tome esto. Vinimos a Magallanes para quedarnos". Sin embargo,
advertía que "si hubiese sabido que iba a sufrir todas estas demoras porque no había
reglas claras habría invertido en otro país".
En este contexto, un editorial de La Época señalaba que "el fallo judicial
ha desnudado las precarias condiciones en que se sigue desarrollando el tema ambiental
en el país". No obstante, los problemas de legislación ambiental del país y la decisión de
Trillium de continuar con el proyecto, para los ecologistas el fallo era una victoria sin
precedentes pues "constató que la posición de los ecologistas era seria, basada en la
realidad y las pruebas científicas que teníamos. Toda la campaña de desprestigio de
nuestras denuncias han caído por su propio peso".

Juan Villarzú, Ministro Secretario General de Gobierno estimaba que el fallo no


tenía un impacto práctico pues la ley y el reglamento de Bases del Medio Ambiente
funcionarían a corto plazo y "los fallos de la Corte Suprema en Chile no sientan
precedentes". Asimismo, aclaraba que el gobierno iba a seguir con estudios de impacto
ambiental voluntarios mientras no se dicte el reglamento "porque creemos que es bueno
para el país". Por otra parte, la dirección ejecutiva de la CONAMA planteó la urgente
necesidad de contar con un reglamento que haga operativo en plenitud el actual sistema
de evaluación de impacto ambiental". Según Vivianne Blanlot "los parlamentarios
querían demostrar que podían asestarle un golpe fuerte a la CONAMA, porque nunca
les ha gustado el ordenamiento institucional que estableció la Ley de Medio Ambiente y
quisieran debilitarlos lo más posible para que sea obligatorio cambiarlo".

Seis días después de ser acogido el recurso de protección, el abogado Pedro


Aylwin, en representación de Trillium, presentó un recurso de reconsideración ante la
Tercera Sala de la Corte Suprema de Santiago.

Ante los retrasos que sufría su proyecto, David Syre, dueño de Trillium,
afirmaba que las dificultades legales y administrativas que tenían los proyectos Río
Cóndor y Parque Pumalín de Douglas Tompkins podían alejar a otros empresarios
estadounidenses que deseen invertir en Chile, dado el clima adverso que existía para sus
intereses.

En tanto los habitantes de Porvenir se hallaban divididos frente al proyecto.


Algunos se quejaban de los ecologistas "no hay ecologista pobre o cesante. Ellos no
saben lo que es mendigar un subsidio o una canasta familiar para parar la olla". Otro
lugareño señalaba "yo invito a que vengan los ecologistas y nos den soluciones". Otros
se oponían pues pensaban que el futuro de la isla se basaba en el ecoturismo y la
conservación de los bosques y no en su explotación.

El 11 de abril de 1997 el Ministro Secretario General de la Presidencia Juan


Villarzú, anunció que tras la publicación del reglamento sobre sistema de evaluación de
impacto ambiental, el proyecto de la forestal Trillium debía someterse nuevamente al
proceso de estudio obligatorio fijado por el nuevo reglamento pues “no era posible
aplicar el artículo transitorio que establece que los proyectos que están sometidos en la
actualidad al estudio podrán continuar en dicho proceso, porque su tramitación
voluntaria ya había terminado”. No obstante, para José Antonio Prado, Director de
CONAF, Trillium no debía partir de cero sino "reforzar aquellos aspectos de los
términos de referencia que no desarrolló".

El 15 de abril de 1997, arribaron al país Steve Brinn, presidente de Trillium


Corporation y Robert Manne, presidente de Bayside, con el objetivo de iniciar una
ronda de conversaciones y definir el futuro del proyecto Río Cóndor, en el cual ya
habían invertido US$ 60 millones. Los ejecutivos tenían previsto entrevistarse con el
presidente Eduardo Frei, con un grupo de parlamentarios y con un grupo de
representantes de entidades empresariales gremiales. En la oportunidad señalaron que
"estaban tratando de entender el nuevo reglamento para decidir de qué manera
procederá la empresa". Un mes más tarde, los altos ejecutivos estimaron que se
demorarían todavía un mes más en decidir la materialización del proyecto.

Cuatro meses después, a fines de agosto de 1997, la empresa estadounidense


anunció la presentación de un nuevo estudio de impacto ambiental ante las autoridades
de la región de Magallanes. Según el comunicado enviado por Trillium la decisión
representaba voluntad de seguir con el desarrollo del proyecto pues tenían "la
convicción de que Río Cóndor es una propuesta única, que incorpora los más avanzados
conocimientos en el manejo forestal y la protección y preservación del bosque de lenga
de Tierra del Fuego".

A fines de enero de 1998 fue aprobado el estudio de impacto ambiental del


proyecto Río Condor, por lo que la empresa Trillium finalmente obtuvo la autorización
para llevar a cabo la explotación de la lenga magallánica.

En el mes de abril de 1998 la prensa señalaba que el 24 de ese mes se


decidiría el futuro de Forestal Trilium pues ese día se reuniría el Consejo Directivo de
Ministros de CONAMA. En este contexto, la empresa no descartaba apelar ante los
tribunales si el fallo le fuera adverso.

Posteriormente, a comienzos de mayo, se anunción una sesión especial de


la Comisión de Recursos Naturales y de Medio Ambiente de la Cámar de Diputados
para analizar en profundidad el proyecto forestal Río Cóndor de la empresa Trillium,
acogiéndose la solicitud de la Fundación Terram que cuestiona la viabilidad del
proyecto forestal. En esos mismos días ecologistas entregarían a la Cámara y Consejo
de Defensa del Estado informes sobre "subsidios" a Trillium, fundamentados de un
estudio que sostenía que, de aprobarse el proyecto, la empresa recibiría US$300
millones en franquicias del Estado chileno, dado que el proyecto podía acogerse a la
llamada "Ley Navarino" que se aplica en la Provincia de Timaukel, más otras
exenciones.

El 8 de mayo se anunciaba a través de la prensa que la Corte de


Apelaciones de Punta Arenas vería ese día el recurso de `protección interpuesto por los
parlamentarios de la bancada verde que impugnaban el fallo aprobatorio de la Comisión
Nacional del Medio Ambiente al proyecto forestal Río Cóndor de la empresa Trillium.
En el libelo solicitaban la anulación de la resolución adoptada a favor de los
inversionistas. Este requerimiento fue declarado el 12 de mayo como inadmisible e
improcedente por extemporáneo por la Corte de Apelaciones.

La aporbación condiconada del proyecto Río Cóndor el viernes 29 de


mayo de 1998 por parte del Consejo de Ministros de CONAMA generó reacciones en
los grupos ecologistas quienes afirmaron que apelarían a la Corte Suprema para detener
el proyecto forestal. Por su parte, el gerente regional de forestal Trillium, Edmundo
Fahrenkrog, aseguraba en Punta Arenas que l proyecto Río Cóndor salía fortalecido
luego de la aprobación por parte de la CONAMA, "porque ha pasado por todos los
procesos de evaluación y análisis a pesar de todo el hostigamiento que ha tenido en su
camino". Así mismo el presidente de Trillium Corporation expresaba el 5 de junio de
1998 "que pese a todas las tramitaciones seguirá adelante el proyecto Río Cóndor en
Tierra del Fuego. Ante la oposición de grupos ecologistas dijo que al final primará el
sentido común en la propuesta de desarrollo sustentable del bosque de lenga".

A fines de junio la prensa comentaba que CONAMA había impuesto más


de cien condiciones a la explotación de 103.000 hectáreas de lenga en Tierra del Fuego
y fiscalizaría su cumplimiento. También se indicaba que, con tres años de retraso, en
1999, Trillium debía iniciar las faenas forestales.

A comienzos de julio la Forestal Trillium presentó ante la Corte de


Apelaciones de Santiago un recurso de protección contra CONAMA en protesta por la
exigencia de definir una garantía ambiental que asegurara la sustentabilidad del recurso
lenga, pues para Trillium la garantía estaba incluida em el centenar de condiciones
impuestas por CONAMA y ratificadas por el Consejo de Ministros de ese organismo,
tras aprobar la viabilidad ambiental del proyecto Río Cóndor.

Paralelamente, organizaciones ecologistas (Greenpeace y Defensores del


Bosque chilena) interpondrían tres nuevos recursos contra CONAMA, impugnando la
aprobación del pryecto Río Cóndor de Forestal Trillium. Por otra parte el miércoles 15
de julio una resolución de la Corte Suprema señalaba que el recurso de protección de la
bancada verdecontra Trillium debía ser revisado en la Corte de Punta Arenas, lo que
significaba una nueva paralización del proyecto. En este contexto los diputados
custionaron el apoyo a Trillium pues "tras el fallo de la Corte Suprema que admitió el
recurso de protección en contra del proyecto forestal Río Cóndor", "el Gobierno debe
responder por la complicidad de autoridades con la ejecución de dicha iniciativa.". A
pesar de lo anteiror la Corte de Apelaciones de Punta Arenasvolvió a rechazar el recurso
contra Forestal Trillium, no acogiendo la acción de diputados de la bancada verde en
contra de COREMA de Magallanes por haber aprobado el proyecto Río Cóndor.

El 19 de agosto se señalaba a través de la prensa que la Forestal Trillium


sew desistía del recurso contra CONAMA (por su exigencia de definir una ganarntía
ambiental). Al día siguiente la prensa informaba que Trillium y CONAMA acaecaban
sus posiciones con el objetivo de definir una garantía ambiental.

El 10 de septiembre de 1998 la Primera Sala de la Corte Suprema dejó


pendiente el fallo respecto a ala apelación del recurso de protección interpuesto por los
diputados de la bancada verde. Sin embargo, el día 23 de septiembre se informaba que
la Corte Suprema fallaba a favor de Trillium al rechazar por cinco a cero el recurso de la
bancada verde. Al día siguiente el Instituto de Ecología Política, "molesto por la
aprobación del proyectopropone boicot a productos de Trillium". Por su parte Edmundo
Fahrenkrog afirmaba que "este primer pronunciamiento marcaun precedente para los
recursos legales pendientes", anunciando que, tras el fallo de la Corte Suprema, Trillium
comenzaría sus faenas en 1999.
6
Celulosa Valdivia y Caleta Mehuín: ¿macro o micro desarrollo?

El 7 de febrero de 1996 el departamento técnico de la COREMA de la


Región de Los Lagos rechazó el informe de estudio de impacto ambiental del Proyecto
Valdivia, presentado por Celulosa Arauco y Constitución (Celco), para construir una
planta de celulosa a 45 kilómetros al norte de Valdivia, en la localidad de San José de la
Mariquina.

El fallo estimaba que el informe carecía de la información esencial para


determinar con certeza la viabilidad ambiental de la planta de celulosa. La resolución
tenía como fundamento la Ley de Bases del Medio Ambiente que indicaba que un
estudio debía describir pormenorizadamente las características del proyecto de manera
tal que entregue antecedentes para identificar, interpretar y predecir el impacto
ambiental que producirá su construcción y puesta en marcha.

El proyecto pretendía alcanzar una producción de 1.500 toneladas diarias de


celulosa de pino y eucaliptos. Contemplaba una inversión de US$ 1000 millones de los
cuales US$ 75 millones se presupuestaba gastar en tecnologías de protección ambiental.
Entre ellas se consideraba dos plantas de tratamiento de residuos, una de los primarios y
la otra de los secundarios.

En este aspecto, el informe del cuerpo técnico de la COREMA proponía la


instalación de un tratamiento terciario de residuos. Rabindranat Quinteros, intendente de
la Región de los Lagos señalaba a El Mercurio que el gerente general del Proyecto
Valdivia, Victor Renner, había "reaccionado positivamente a nuestros planteamientos
con respecto a la planta de tratamiento terciario, aunque no me ha dado una respuesta
definitiva".

Sin embargo, Alejandro Pérez, gerente general de Celulosa Arauco, matriz del
Proyecto Valdivia, consideraba que estas dos plantas eran las mejores de América
Latina lo cual garantizaba la protección ambiental del proyecto. En esta perspectiva
estimaba que "el tratamiento terciario es una inversión muy costosa. Requiere
inicialmente de US$ 5 a 10 millones para instalarlo y significaría una gasto anual por
operación de US$ 5 millones".

Por su parte, los ecologistas se manifestaron contra el proyecto exigiendo a la


COREMA de la Región de los Lagos "que sea consecuente con los resultados de su
informe técnico, que rechazó el proyecto porque tiene una serie de falencias" señalaba
Carlos Leal, coordinador de proyectos forestales de CODEFF. Además informaban que
básicamente había dos problemas: la ubicación y la tecnología que utilizará el proyecto.

En este sentido, estimaban que si se construía la planta de celulosa a 25


kilómetros del río Cruces, donde se localiza el Santuario de la Naturaleza Carlos
Anwandter, única reserva de más de 105 aves acuáticas del país, se estaría violando las
obligaciones adquiridas al firmar la Convención Internacional sobre aves acuáticas y
zonas húmedas, conocida como Convención Ramsar, lo que "podría dañar seriamente su
imagen internacional y el mercado de la celulosa nacional", ya que había varias
organizaciones ambientales internacionales preocupadas por el Santuario río Cruces y
había en el mundo "un mercado creciente de consumidores con conciencia ambiental".
El 16 de abril de 1996 la COREMA de la Región de los Lagos aprobó con
reparos el Proyecto Valdivia. Así, la autorización definitiva quedaba circunscrita a que
la empresa cumpliera con algunos requisitos tras lo cual podía dar inicio a las obras. El
Intendente de la Región explicó que las objeciones se referían al tratamiento y
disposición de los residuos industriales sólidos y líquidos, aspecto en el que Celco debía
adecuarse a las normas del Ministerio de Salud. En relación al abastecimiento y
consumo de agua, la construcción de la bocatoma y difusores dependería de una
evaluación de las autoridades técnicas competentes. Además la empresa debía
completar los estudios respecto de la hidrología y calidad del agua del río Cruces.
Finalmente se exigía el establecimiento de un sistema de monitoreo de las condiciones
ambientales de la planta y su entorno.

Ante la resolución, Alejandro Pérez, gerente general de Celco, manifestó su total


satisfacción pues si bien no significaba la autorización final, era un buen punto de
inicio.

A principios de mayo de 1996, Celulosa Arauco y Constitución entregaron su


respuesta a las observaciones y reparos que la COREMA le había formulado antes de
aprobar el proyecto en forma definitiva. Como se ha señalado, la objeción fundamental
se refería al tratamiento y disposición de los residuos líquidos y sólidos. Al respecto,
Celco presentó las alternativas de construir una planta de tratamiento terciaria para
disminuir la polución de los residuos o verterlos directamente al mar, en un sector
alejado.

Representantes de CODEFF estimaban que era "una aberración que una empresa
de esa magnitud e intensidad de trabajo y manejo de desechos se instale cerca de un
santuario que tardó 15 años en establecerse y recuperarse". En este sentido consideraban
que la planta de celulosa perjudicaba la sustentabilidad ambiental del santuario de la
naturaleza del río Cruces, un humedal que servía de refugio para aves migratorias. Sin
embargo, señalaron que, dado el impacto socioeconómico positivo del proyecto, que
consideraba más de 3.500 empleos en su etapa de construcción y 350 en la de
operación, CODEFF podía "tener algunas consideraciones, siempre y cuando se utilice
tecnología limpia, esto es la construcción de una planta de tratamiento terciario que
purifique los residuos líquidos".

El 30 de mayo de 1996 fue aprobada por la COREMA la planta de celulosa en


Valdivia. Si bien la entidad insistía en la construcción de una planta de tratamiento
terciario, proponía asimismo como opción la descarga de los desechos a un curso o
cuerpo de agua distinto del río Cruces. Ese mismo día Celco resolvió construir un ducto
hasta el mar con el objetivo de no evacuar los desechos en el río Cruces. Esta alternativa
tenía un costo adicional de US$ 40 o 50 millones, pero era más económica que una
planta de tratamiento terciario de residuos. Además le permitía no involucrarse con un
Santuario de la Naturaleza protegido por la convención internacional Ramsar.

No obstante, a principios de junio de 1996 el CODEFF y la Unión de


Ornitólogos de Chile (UNORCH) anunciaron la presentación de recursos legales tanto
ante la justicia ordinaria como ante la CONAMA para evitar que la industria de celulosa
más grande de Sudamérica fuera instalada en San José de la Mariquina. Según Carlos
Leal, de CODEFF, la presentación de un recurso ante la justicia ordinaria, paralelo a la
apelación frente a la CONAMA, se debía a que la Ley 19.300 no les ofrecía mucha
confianza. Además, estimaban que si bien el comité técnico de la COREMA había
rechazado el estudio de impacto ambiental, este fue aprobado en la instancia política de
la CONAMA.

En respuesta, el Intendente de la Región de los Lagos y presidente de la


COREMA señaló que el CODEFF tenía el legítimo derecho de apelar a la aprobación
de impacto ambiental del proyecto Valdivia pero rechazó la afirmación de la
organización ecologista respecto de que se había desestimado información técnica a la
hora de adoptar la resolución. Días después, lamentaba "que el CODEFF no haya
aprovechado las instancias administrativas para entregar su reclamo ante el comité, en
vez de acudir a los tribunales".

En lo fundamental, los ecologistas señalaban que la extracción de 1.200 litros


por segundo de agua del río Cruces y su devolución directamente al mar afectaría la
crítica situación de variación estacional de los caudales. Al respecto el profesor de la
Universidad Austral Roberto Schlatter afirmaba que el estudio había sido realizado en
invierno y no en verano "cuando corre muy poca agua por ese río y se potencian los
contaminantes". Asimismo, estimaba que el emplazamiento de la planta traería consigo
el interés de otros por instalarse con plantaciones de pinos y eucaliptos para ofrecer los
insumos necesarios, los que "cambiarán entonces las características hidrológicas de la
comuna, con consecuencias impredecibles".

Otra deficiencia del proyecto era el impacto en el suelo y el aire de la emanación


de 12 toneladas diarias de dióxido de azufre, es decir, una lluvia ácida que emitiría un
incinerador de gases no condensables que al contacto con las constantes precipitaciones
de la zona contaminaría el bosque nativo, plantaciones, animales y personas que
consumen alimentos de la zona. Asimismo, los ecologistas cuestionaban el impacto
socio-económico-cultural ya que se estimaba, en poco meses, un crecimiento
demográfico explosivo de hasta un 21% en la comuna de Mariquina que podía alterar
las relaciones sociales y las costumbres del lugar.

Un nuevo y activo protagonista se suma a este conflicto en julio de 1996, a partir


de la resistencia de los 1.500 habitantes de la caleta de pescadores y balneario de
Mehuín en contra del tubo que la empresa Celulosa Arauco y Constitución proyectaba
sacar al mar, a unos 400 metros adentro, con el objetivo de depositar allí los residuos
líquidos que emitiría el proceso productivo de la planta de celulosa kraft, que se quería
construir en Mariquina.

Según Oscar Muñoz, representante del Comité de Defensa de Mehuín, se habían


reunido con Victor Renner, gerente del Proyecto Valdivia, quien ante la terminante
negativa del paso del ducto por Mehuín "empezó a ofrecer pavimento, escuelas, puentes
y otras mejoras para la comunidad, lo que nos molestó bastante porque entendimos que
nos querían comprar". Por su parte, Jimmy Becerra, presidente del comité, indicó "que
los habitantes de Mehuín se oponían a la instalación del ducto ya que afectaría a su
única fuente de trabajo: la pesca", por lo que desaparecería el poblado. Según Becerra,
la comunidad lucharía "hasta las últimas consecuencias" para lograr el objetivo de
detener el ducto al mar del Proyecto Valdivia.
No obstante, en septiembre de 1996, los ejecutivos de Celco afirmaban al Diario
Austral de Valdivia que estaban confiados de poder demostrarle "a la comunidad de
Mehuín que ellos no van a sufrir ningún impacto negativo, sino que van a ser los
directos beneficiarios del aumento de empleos, de la actividad comercial y de otros
adelantos que se producirán en la zona con la instalación de la planta". Posteriormente
anunciaron la decisión definitiva de construir la planta de celulosa cerca de San José de
la Mariquina.

Por su parte, según La Nación, los pescadores de Mehuín habían resuelto que ni
siquiera permitirían que los empleados de Celco ingresaran a la caleta para hacer sus
estudios técnicos para fundamentar el estudio de impacto ambiental, impidiendo así que
el proyecto pudiese ingresar al sistema de evaluación de impacto ambiental. En distintos
sectores se compartía la opinión de que la empresa había cometido el error de no
considerar a la comunidad y que había manejado muy mal las relaciones públicas por lo
que habían sido echados varias veces por los habitantes de Mehuín.

Según la Dirección del Territorio Marítimo (DIRECTEMAR) uno de los


principales contaminantes del medio ambiente marino eran los compuestos
organoclorados, entre ellos dioxinas y furanos, que se caracterizaban por tener una mala
biodegradación y una "alta solubilidad en los tejidos grasos de los organismos,
acumulándose en ellos". En este sentido los ecologistas ponían en duda de que los
efluentes líquidos quedarían limpios de químicos con sólo un nivel de tratamiento
secundario.

Por su parte, Mario Urrutia, gerente de la futura planta, que había asumido en
reemplazo de Victor Renner, afirmaba que si finalmente la comunidad se "pone en la
dura", el directorio debía definir si la empresa estaba dispuesta a tener que trabajar en la
caleta protegida por carabineros. En su opinión, en ese escenario existía la posibilidad
de que el proyecto no fuera realizado en la Región de los Lagos, pues "todo tiene un
límite".

En este sentido, Alejandro Pérez, gerente general de Celulosa Arauco


Concepción S.A., señalaba que los ambientalistas estaban frenando el desarrollo, pues
los obstáculos que ponían para impedir la realización de los estudios en Mehuín
mantenían paralizado el proyecto de crear una planta de celulosa en la provincia de
Valdivia.

Entonces el Intendente de la Región de los Lagos, Rabindranath Quinteros


convocó a una reunión a los pescadores de Mehuín en la que intentaría persuadirlos de
que al menos permitan el trabajo de los ambientalistas que debían evaluar el impacto en
el ecosistema. Sin embargo, los representantes del Comité de Defensa de Mehuín
señalaban que no permitirían que se realicen los estudios, ni menos la construcción del
ducto, "aunque este reciba cualquier tipo de tratamiento".

A juicio de Mario Urrutia, la gente tenía "que convencerse y creer en la


autoridad, que toma decisiones pensando en el bien común. Además, es una comunidad
que no tiene los conocimientos técnicos para pronunciarse sobre el punto del conflicto".
Un punto de vista similar sostenía un tiempo después el Senador de la zona Gabriel
Valdés quien señalaba que "a mi juicio no tienen derecho a decir eso por que no saben
el impacto que causa .... este tipo de planta de celulosa es aceptado en Canadá y
Suecia". Asimismo afirmaba que el proyecto "significa una verdadera explosión de
desarrollo para Valdivia."

No obstante, Jimmy Becerra respondía "los vamos a echar a palos, por que aquí
no van a entrar a trabajar en terreno. No queremos estudios y el asunto lo tenemos muy
claro: por aquí ese tubo no pasa. Nosotros estamos defendiendo nuestra subsistencia que
se vendrá abajo con las porquerías que nos quieren tirar en la bahía".

Por otra parte, los ecologistas sostenían que los residuos químicos
organoclorados que serían arrojados al mar eran "compuestos cancerígenos y
mutagénicos, escasamente biodegradables. Se acumulan en los tejidos de los
organismos filtradores (machas, almejas, choritos) y de los peces, pasando por su
consumo al ser humano. En función de su toxicidad, persistencia y bioacumulación,
encabezan el listado de sustancias altamente nocivas para el medio marino".

Ante las encontradas y ásperas posiciones, el Obispo de Valdivia Ricardo


Ezzati formuló un llamado a ecologistas y empresarios dirigido a establecer un diálogo
para que puedan llevarse a cabo en la zona los proyectos de instalación de una planta de
celulosa y la explotación del bosque nativo, sin dañar el medio ambiente. La misma
posición tenía la directora de CONAMA Vivianne Blanlot.

En tanto la Corte de Apelaciones de Valdivia había rechazado por unanimidad, a


mediados de febrero de 1997, los dos recursos de protección interpuestos en contra de la
COREMA por aprobar el estudio de impacto ambiental. Tal como en el caso Trillium,
el fundamento fue que no podía existir violación a la ley de bases del medio ambiente
porque ese cuerpo normativo no se encontraba vigente en lo que se refería al sistema de
evaluación de impacto ambiental ya que todavía no se dictaba el reglamento
correspondiente. A pesar de ello el recurso fue presentado a la Corte Suprema.

Finalmente a fines de febrero el Intendente de la Región de los Lagos


Rabindranath Quinteros logró reunirse con los habitantes de Mehuín con el objetivo de
intentar que estos aceptaran que Celarauco realice los estudios técnicos en terreno para
analizar la factibilidad de instalar el emisario submarino en la caleta. Sin embargo, los
pescadores no cedieron en su posición de ni siquiera permitir la realización de un
estudio de impacto ambiental en la bahía donde habitaban y trabajaban.

El 4 de mayo de 1997, La Nación titulaba un extenso reportaje de la siguiente


manera: "Mehuin en pie de guerra", aludiendo a la fuerte oposición de los habitantes de
la caleta a la construcción de un ducto en la bahía. Según el artículo los lugareños
proferían afirmaciones como "Aquí van a correr balas" o "a esta playa no entra nadie a
hacer estudios de impacto ambiental, aquí va a haber enfrentamientos".

Por otra parte, Jimmy Becerra explicaba a La Nación por que se oponían al
proyecto: "un ducto a trece kilómetros de profundidad y a 1.500 metros mar adentro no
sirve de nada, porque los que vivimos aquí sabemos que las corrientes son todas hacia la
costa y los vientos predominantes son todos de afuera hacia adentro. Nosotros no
estamos contra el proyecto ni contra el desarrollo de la zona. Simplemente no queremos
que un ducto contamine nuestras playas y nuestro mar".
El 20 de mayo de 1997 El Diario señalaba que tras los problemas ambientales y
la inmadurez del bosque, el proyecto Valdivia no estaba entre las prioridades del
Holding Copec a la que pertenecía la compañía Celulosa Arauco y Constitución. En esta
perspectiva, afirmaba que el presidente del holding había anunciado la postergación del
proyecto para 1999, e incluso la posibilidad de levantar la planta en la Región del
Biobío.

No obstante, unos días después, el 27 de mayo, Celco presentó a la COREMA


un estudio de impacto ambiental del emisario, planteándolo como la alternativa elegida
para evacuar los residuos líquidos de su futura planta de celulosa. Si bien la empresa no
había podido realizar todas las mediciones ambientales debido a la oposición de los
habitantes de Mehuín, los datos habían sido complementados con informes históricos
relativos a vientos y oleajes, además de datos sobre ecología y oceanografía de la zona.

El 9 de julio la COREMA no acogió a trámite el Estudio de Impacto Ambiental


de Celco debido a la ausencia de varios aspectos formales que impiden evaluar los
documentos presentados. En este sentido se había constatado la ausencia del resumen
ejecutivo, descripción del proyecto, plan de cumplimiento de la legislación ambiental y
del apartado donde se detalla la participación que tuvo la ciudadanía mientras se
elaboraba el estudio. Además se había entregado un número menor de copias del estudio
lo que además de estar contra la ley impedía la correcta evaluación del documento por
parte de los distintos organismos del Estado que debían analizar el estudio.

El 1 de agosto Celco presentó nuevamente su estudio de impacto ambiental para


aprobar el proyecto de construir una planta de celulosa en San José de la Mariquina que
descargaría sus residuos industriales en Mehuín. En la oportunidad, un nuevo revés
sufrió la recepción del estudio en la COREMA ya que una caja que contenía cuatro de
los veinte ejemplares enviados, aparentemente, se había extraviado en el camino. No
obstante, el 6 de agosto de 1997 la COREMA acogió a trámite el estudio ambiental de
Celco que aseguraba que todos los residuos líquidos y sólidos originados por la planta,
además de las emanaciones hacia la atmósfera cumplirían con la normas ambientales
vigentes en el país.

El 6 de julio de 1998 el diario La Nación tituló como encabezado una


extensa entrevista a Manuel Baquedano, director del Instituto de Ecología Política, que
el proyecto Mehuín está fracasado". Posteriormente en agosto de 1998 ecologistas y
pescadores consiguieron sus propósitos de una alternativa al ducto en Mehuín pues la
empresa Celco estaba optando por la descarga de efluentes con tratamiento terciario al
río Cruces. En este contexto, el 20 de agosto de 1998 COREMA solicitó a Celco un
nuevo estudio sobre le planta Valdicia, pues el organismo consideró necesario evaluar el
vertido de efluentes industriales al río Cruces, para resolver de mejor forma el tema.
Paralelamente seguía en trámite el ducto submarino de Mehuín. Una semana después la
prensa señaló que se había suspendido el análisis de EIA de la Planta Valdivia, ante la
prórroga solicitada por Celco.

El 10 de septiembre, Felipe Lamarca, presidente de Holding Copec,


señalaba que "en las actuales condiciones económicas y financieras del país hacen
impensable invertir US$1.300.000 como exige el proyecto". No obstante, algunos días
después se titulaba en la prensa que "EIA de Planta Valdivia está en sus últimos días" y
que "evacuación de residuos industriales de Mehuín aparece como alternativa poco
viable". El 21 de ese mes se informaba que la empresa Celulosa Arauco y Constitución
había entregado a la Comisión Regional del Medio Ambiente en Puerto Montt un
addendum que contenía el EIA de la planta de tratamiento terciario de la futura industria
de celulosa que se proyectaba instalar en San José de la Mariquina.

El 19 de octubre, el gobernador de la provincia de Valdivia, Jorge Vives,


observaba que "es altamente probable que antes de fin de mes COREMA X Región
apruebe el proyecto planta Valdivia de Celco. Finalmente, el 28 de octubre de 1998, la
prensa informaba que COREMA de la X Región había aprobado la planta de celulosa en
Valdivia, debiendo la empresa aplicar tratamiento terciario a los residuos líquidos
generados por la planta, además de hacerse cargo de todos los efectos ambientales
relevantes.

A la fecha de cierre de este escrito la prensa no ha publicado reacciones


motivadas por la mencionada aprobación.
7
Douglas Tompkins: el empresario/ecologista y su polémico proyecto de instalar en
Chile el "parque ecológico privado más grande del mundo".

Un amplio reportaje sobre Douglas Tompkins aparecido en La Segunda el


8 de abril de 1993 nos permitirá iniciar el conflictivo recorrido que ha seguido su
proyecto de crear el Parque Pumalín para preservar 300 mil hectáreas de bosques
templados en el sur de Chile. En ese momento, se sabía muy poco sobre el proyecto y
no existían todavía los incontenibles temores acerca de su concreción por parte de
amplios y poderosos sectores de la opinión pública nacional.

Douglas Tompkins era el Presidente de la Fundación para la Ecología Profunda


IRA-HITI, creada en 1990, a partir los capitales obtenidos por la venta de su empresa
transnacional "Esprit". La organización tenía como uno de sus objetivos apoyar y
financiar proyectos de preservación de la naturaleza en 60 países. En esta perspectiva
desde hacía un año y medio Tompkins compraba tierras en la zona cordillerana de la
Décima Región.

El trabajo de las fundaciones formadas por Tompkins era "desarrollar ideas que
van contra la depredación de la sociedad industrial y que buscan funcionar bien con la
naturaleza". Respecto de Greenpeace señalaba que ellos "pueden luchar por un bosque
amenazado por una empresa forestal, por ejemplo, pero nosotros estamos interesados en
apoyar organizaciones o personas que tengan un nuevo modelo de explotación forestal.
Esa es la diferencia".

Asimismo, estimaba negativa la tendencia de los gobiernos de disminuir sus


gastos en los parques nacionales entregándolos en concesión a privados: "En Estados
Unidos tenemos una red de parques nacionales con concesiones y eso hace que se pierda
el sentido del lugar. En el Gran Cañón, en Yellowstone, en todos los parques grandes
hay tiendas, teatros, incluso prisiones. Es increíble uno quiere escapar de la ciudad y se
encuentra con lo mismo".

En la oportunidad el empresario señalaba que "el tipo de ecosistema que se da


aquí existe en muy pocos lugares del mundo. Apenas el 2,4% de la superficie boscosa
mundial corresponde a bosques templados lluviosos, que producen cinco veces más
densidad de vegetación que los tropicales. El 60% de ellos se encuentra en territorio
chileno. El resto en Estados Unidos, Nueva Zelandia y Tasmania, y en muy mal estado
en el país del norte". Además, existía en la zona un alerzal de más de cuatro mil años.

A estas particulares condiciones ecosistémicas se agregaban la inaccesibilidad


del terreno, la escasa densidad demográfica y la falta de actividades industriales y
mineras, todo lo cual permitía la existencia de una naturaleza intacta, que Tompkins
consideraba digna de protegerse a través de una iniciativa privada. El norteamericano
esperaba terminar con el proyecto en un plazo de 10 años cuando el parque tuviera
alrededor de 300 mil hectáreas. Entonces la Fundación para la Educación, Ciencia y
Tecnología (EDUCEC) lo donaría al Estado de Chile.

Más de un año y medio después de este reportaje, se inició una ardua polémica
en torno a las adquisiciones de tierra que Douglas Tompkins realizaba para completar su
proyecto de formar un parque de bosques templados lluviosos. El 24 de diciembre de
1994, la revista Qué Pasa, titulaba un extenso reportaje: "La República Independiente de
Douglas Tompkins", aludiendo las fuertes críticas de quienes veían al magnate
norteamericano como una amenaza al desarrollo de la zona y a la soberanía nacional,
pues ya había logrado adquirir 270.000 hectáreas de las 300.000 inicialmente propuestas
en el proyecto.

El articulo señalaba que, de acuerdo a la teoría conspirativa, el objetivo de


Tompkins sería "por decir lo menos, oscuro ... en el vasto territorio que se extiende de
cordillera a mar y desde el sur del río Puelo hasta el norte de Chaitén se instalaría -aun
no está del todo claro- la próxima patria judía, un enorme basurero nuclear, un gran
lavadero de dinero sucio, una especie de sucesora de la extinguida colonia dignidad, o
bien una poderosa transnacional, (dispuesta) a talar gran parte de lo que queda del
bosque nativo chileno".

Se afirmaba además que "ante su implacable maquinaria de abogados criollos y


millones extranjeros, los lugareños venden despavoridos sus parcelas y la salmonera
nacional "Fiordo Blanco" lucha para no ser absorbida por el proyecto Parque Pumalín.
También estaba el caso de la empresa "Surex", filial Ladeco, que habría perdido un
litigio territorial con Douglas Tompkins.

En defensa del ecologista norteamericano, Malú Sierra señalaba a la revista


Qué Pasa que "toda esa historia es mentira y forma parte de una telenovela que se
alimenta de la envidia, la gran pasión nacional". Agregaba que si "Fiordo Blanco" tenía
problemas no era por su ubicación espacial, si no, por que no se manejaba como
correspondía pues estaba contaminando la zona. Por otra parte afirmaba que el
problema con "Susex" se había originado por que el dueño de las Termas de Porcelana
vendió dos veces, pero se había llegado a un acuerdo en que ellos "explotarían
adecuadamente las termas a través del ecoturismo y nosotros nos quedamos con los
bosques".

La compra de 270.000 hectáreas también preocupaba a las autoridades


regionales y a su Intendente Rabindranath Quinteros ya que se consideraba que la zona
de Palena era una "Frontera Interior" que estaba siendo comprada por un extranjero, lo
cual podía afectar la soberanía nacional en una extensa área. Además, se tenían
sospechas fundadas de que el norteamericano había realizado compras por el lado
argentino. Por su parte, el alcalde de Chaitén Pietro Bastacini estimaba que mientras el
gobierno chileno había intentado poblar la zona "este extranjero propicia lo contrario en
gran parte de la Provincia".
En el reportaje se señalaba que Tompkins había rastreado los títulos hasta
1935, año en que el Ministerio de Tierras y Colonización había saneado los títulos de
dominio de esas tierras. Se había buscado a los herederos por todo el mundo para
comprarles. "Con los papeles en la mano se les argumentó a los lugareños que
Tompkins era el propietario legítimo de los terrenos en que vivían porque tenía títulos
anteriores a los entregados por el Gobierno de familias sin título de dominio, pese a
haber hecho soberanía por décadas, aceptaron el ofrecimiento de permutar sus mejoras
(inversiones) por otras tierras en Chiloé y dinero". Inclusive se decía que a un lugareño
le insistieron por tres años para que dejara sus tierras.

La polémica a nivel nacional, con una importante cobertura periodística,


prosiguió en marzo de 1995, cuando los parlamentarios de la UDI Claudio Alvarado,
Pablo Longueira y Jaime Orpis, acusaron al magnate de haber presionado fuertemente a
los lugareños de la provincia de Palena para que vendieran sus tierras. Según Tompkins
estas acusaciones tenían un trasfondo "pues aparecen justo después que hemos
denunciado irregularidades cometidas por algunos sectores productivos de piscicultores
que no respetan el medio ambiente", sostenía Daniel González, biólogo y presidente del
directorio de la Fundación Educec.

El conflicto con la salmonera se había gatillado porque el norteamericano


impedía a la empresa usar de vertedero sus tierras y usar un camino que aseguraba era
particular pues estaba dentro de su propiedad privada. En esta perspectiva, había
presentado recursos de protección contra el subsecretario de Bienes Nacionales y el
Director de Vialidad por haber autorizado el uso público de un camino que daba a la
carretera austral.

Por otra parte, el líder del movimiento nacionalsocialista Miguel Serrano


declaraba en el diario El Llanquihue de Puerto Montt que la venta de terrenos le parecía
de "suma gravedad" pues en ellas estaban involucradas "personas del servicio de
inteligencia israelí", a pesar de que Tompkins no es judío.

Ante el apremio de los diversos actores de la realidad nacional que reclamaban


por el despoblamiento y la soberanía del área, Douglas Tompkins realizó una serie de
gestiones para defender su proyecto ante las autoridades. Así, el 23 de marzo de 1995,
se entrevistó con la Ministro de Bienes Nacionales Adriana Delpiano. Después de la
reunión, sorprendido por el amplio despliegue periodístico, Tompkins dejó la palabra a
su representante Fernando Dougnac, quien señaló que "los temores de despoblamiento
eran infundados pues al establecerse el parque se creará un polo de desarrollo que
permitirá que efectivamente la gente se radique allí por los servicios que este requerirá".
Por lo demás atribuyó el despoblamiento a factores anteriores a la llegada del ecologista
al lugar ya que no estaban dadas las condiciones para una efectiva colonización.

Asimismo, en defensa del proyecto de Douglas Tompkins, Manuel Baquedano,


del Instituto de Ecología Política señalaba a la prensa que "el proyecto de Tompkins
debería tomarse como un ejemplo para aquellos que años atrás vieron como se vendían
otras tierras del sur a transnacionales para la explotación maderera, y en vez de
protestar, aplaudieron".

Al explicar su proyecto a El Mercurio, Tompkins señalaba que era una idea que
había surgido poco a poco. Hace cinco años había comprado el fundo Reñihue más que
nada para conservar el bosque nativo, pero sin la intención de vivir en él. Después de
recorrer los fiordos en lancha con su hija se había dado cuenta de que tenía que vivir en
estos parajes. Al mismo tiempo estaban liquidando una gran extensión que colindaba
con su fundo. "Entonces empecé a pensar en la posibilidad de poder comprar todo y
crear un tipo de reserva, para evitar que el bosque cayera en manos de empresas
forestales que lo harían astillas".

Señalaba, asimismo, que la Foundation for Deep Ecology había patrocinado a


varios otros grupos que estaban haciendo proyectos de preservación. A una ONG
argentina que con otro grupo de Inglaterra estaban comprando el bosque Misión (donde
se hizo la película) que era amenazado por una empresa forestal. Aparte hacía casi seis
años que había comprado con otros tres socios un bosque de araucarias que después
había sido donado a una fundación que se encargaba de administrarlo. Además había
comprado una estancia en un valle colindante al parque Perito Moreno en el sur de
Argentina con la idea de ampliar el parque nacional.

Tompkins estimaba que en ningún caso había presionado a los lugareños. Por un
lado, 270 mil hectáreas correspondían a antiguos y grandes predios cuyos propietarios
ni siquiera habitaban en el lugar. Por otro, solamente 720 hectáreas correspondían a seis
lugareños con título, dispuestos a vender o permutar. Respecto de los ocho lugareños sin
título de propiedad en vez de desalojarlos mediante una notificación judicial, la política
era resolver caso a caso. Ya tres de ellos habían sido solucionados a través de permutas
por otros terrenos. De esta manera había "actuado de acuerdo con principios de respeto
por las personas y la propiedad ajena. Claro que hemos estado recorriendo
permanentemente el área y hemos consultado si tienen el interés de vender, pero eso no
es acoso ni presión a nuestro entender". En relación a los reclamos de los lugareños
señalaba que en la zona “no existen cercos ni patrullajes permanentes de los dueños de
los grandes terrenos por lo que los lugareños se sentían a sus anchas. Entonces el solo
hecho de que uno llegue a la zona es un gran disgusto".

El 28 de marzo de 1995, Tompkins asistió a una reunión presidida por el


intendente subrogante de la región de Los Lagos, Osvaldo Wistuba e integrada por un
buen número de autoridades regionales. Ante los requerimientos la fundación respondió
que estaban llanos a aclarar todo atendiéndose a las disposiciones legales. En la ocasión
Tompkins recibió el apoyo del diputado Guido Girardi, presidente de la Comisión de
Medio Ambiente de la Cámara de Diputados quien señaló que el proyecto se había visto
confrontado con los "intereses económicos depredadores como son las salmoneras y las
empresas madereras". Según Girardi, no se manifestaba la misma preocupación por
aquellas transnacionales que depredaban el ambiente a gran escala y, aludiendo al
Proyecto Cóndor en Tierra del Fuego, señalaba "que vienen a destruir con muy poco
valor agregado; que quieren hacer astillas más de 300.000 hectáreas y cuya acción se
convierte en una pérdida neta para el país".

En cambio, para el senador independiente Antonio Horvath, el magnate


norteamericano pertenecía a un tipo de ecologismo radical por lo que "un personaje con
estas características puede llegar a ser muy vulnerable, porque puede caer en algún tipo
de distorsión grave. Esto es complicado si se tiene en cuenta que en estos momentos es
dueño de 80 kilómetros de frontera con Argentina, en una zona históricamente
conflictiva, como la de Palena". Además no veía la "necesidad de crear un parque
ecológico en la zona porque ya la mitad de la zona austral son reservas y parques
nacionales".

En todo caso, la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de acuerdo que


señalaba "ofíciese al Presidente de la República que se disponga a la brevedad, en orden
a entregar una adecuada asesoría jurídica a los colonos de la Provincia de Palena y para
que se estudie implementar programas económicos y sociales que promuevan un
poblamiento y un desarrollo integral de tan importante zona del territorio nacional".

El 2 de abril, el Gobernador de Chaitén Armando Barría señalaba a Las Ultimas


Noticias que frecuentemente los pobladores denunciaban las presiones y los problemas
que sufrían, "la táctica es siempre la misma inicialmente son muy dulces, muy amables,
pero si el poblador se niega a entregar o vender su propiedad ahí vienen los problemas".
Por su parte, Francisco Feliú, Presidente de la Cámara de Turismo de Chaitén, afirmaba
"no es secreto que la conviviente del señor Tompkins en una entrevista a un canal
televisivo nacional, aseguró que a estas tierras vendrá una gran estrella brillante. )No se
estará encubriendo con estas actividades una secta de objetivos desconocidos. Hay
aspectos de la vida cotidiana del señor Tompkins que hacen pensar en ello".

Asimismo, Alihuén Antileo secretario de la "Organización Nacional Mapuche


Meli Wuxan Mapu" protestaba al día siguiente, también a través de Las Ultimas
Noticias, "por la forma irrisoria con que el gringo Tompkins adquirió las 270.000
hectáreas de tierras que, históricamente, ocuparon nuestros antepasados Mapuches
Huilliches".

En otra perspectiva, para Adriana Hoffmann y Malú Sierra, el ecologista


norteamericano era culpable por comprar para conservar la naturaleza por lo que
despertaba "sospechas o envidia )Quien es este personaje que se hizo de un territorio tan
grande como algunos países de Europa? Se le suponen oscuros propósitos; resulta
impensable que un millonario se venga a vivir al fin del mundo, compre todo lo que
puede y lo entregue a una fundación chilena que se hará cargo del parque privado más
grande de la Tierra. De disolverse la fundación, dicen los estatutos, todo pasará al
Estado".

El 11 y 12 de abril, el norteamericano se reunió con la Comisión de Medio


Ambiente de la Cámara de Diputados y del Senado donde defendió y expuso
nuevamente su proyecto. En la oportunidad el senador Horvath culpó al gobierno de la
concertación por "permitir que un grupo de financistas con un proyecto determinado se
compren una porción del país".

No obstante, según la Ministro de Bienes Nacionales, el gobierno no podía


impedir la adquisición de bienes privados por parte de particulares mientras no fuesen
ciudadanos de países vecinos. Además, estimaba que el traspaso de las tierras a una
fundación, con estatutos nacionales y dirigida por personas que le merecían su más
pleno respeto, tranquilizaba bastante la situación y la intensa polémica que se había
desencadenado en tono a este tema.

Pero la presión contra el proyecto Parque Pumalín prosiguió. El 20 de abril, los


parlamentarios Jaime Orpis, Claudio Alvarado y Alejandro García Huidobro
manifestaron su preocupación por los propósitos, alcances y efectos prácticos del
movimiento de Ecología Profunda que promovía el ciudadano norteamericano Douglas
Tompkins. En relación con la acusación por el despoblamiento de la zona, los
parlamentarios "resaltaron las coincidencias con los objetivos de ese movimiento
internacional, al que se acusa de promover el aborto y que propicia "un mundo con
menos gente". Asimismo el diputado García Huidobro señalaba que el arzobispo de
Concepción Monseñor Antonio Moreno le había confirmado que "había recibido
denuncias de personas que trabajarían en las empresas de los campos comprados por
Tompkins, en que se les prohibiría la posibilidad de tener hijos a los matrimonios que
trabajaban allí"[1].

Por su parte, el Diputado DC Sergio Elgueta, señalaba la necesidad de establecer


una comisión investigadora en la Cámara de Diputados para determinar los reales
objetivos del norteamericano, pues según se sabía su fundación en Estados Unidos
"proclama que es necesario rebajar el número de habitantes del planeta, mantener zonas
despobladas e incluso promocionar a las mujeres la libertad de abortar o decidir si
tienen o no sus hijos, lo que nos parece absolutamente irreconciliable con las normas de
derecho público chilenas".

Douglas Tompkins se defendía diciendo que rechazaba y no promovía el aborto


ni la planificación familiar entre sus empleados por ello las "nuevas acusaciones en su
contra corresponden a una campaña orquestada por intereses económicos que no
respetan el medio ambiente y que se oponen a su proyecto". Por su parte, Raúl
Hermosilla tesorero de la Fundación Educación, Cultura y Ecología afirmaba que todo
lo dicho era absolutamente falso y calumnioso.

Para completar su proyecto de 300.000 hectáreas Douglas Tompkins debía


comprar el fundo Huinai de propiedad de la Universidad Católica de Valparaíso. En ese
contexto, el 27 de abril de 1995 el obispo Jorge Medina, Gran Canciller de esa
Universidad, señalaba a la prensa que la venta del fundo Huinay todavía no estaba
decidida.

Respecto de Tompkins y su proyecto las autoridades eclesiásticas estaban


divididas. El arzobispo de Puerto Montt Bernardo Cazzaro declaraba a la prensa el 8 de
mayo de 1995 que rechazaba la Ecología Profunda que "pone en el centro de sus
preocupaciones no al hombre, sino a la naturaleza". Estimaba que esa filosofía era una
"especie de panteísmo, en que la naturaleza se vuelve como un dios y a la cual se
sacrifica todo incluyendo al hombre". No obstante, Tompkins había recibido una carta
del Obispo de Ancud, Monseñor José Luis Ysern, donde señalaba textualmente
"considero que la obra que usted está desarrollando es de gran valor y que más pronto o
más tarde será reconocida por todos".

En este contexto, los parlamentarios opositores al proyecto habían solicitado al


Nuncio Papal Piero Biggio, que intercediese ante el Vaticano para que la Universidad
Católica de Valparaíso no vendiera el fundo Huinay a Douglas Tompkins. Consideraban
como una solución que el Estado comprara el fundo por razones de soberanía nacional.
Asimismo, solicitaron al Presidente de la Corte Suprema, Carlos Aburto, que nombrase
un ministro para investigar las "supuestas presiones a algunos propietarios para que
vendan otras tierras a Tompkins".

Para los diputados socialistas Alejandro Navarro y Francisco Encina lo que se


debía hacer para concluir la polémica era aclarar las "vinculaciones económicas de las
empresas que allí existen y como operan, con los políticos que han hecho las
impugnaciones contra el proyecto de crear un parque ecológico privado en Palena".

En esta perspectiva, Manuel Baquedano, del Instituto de Ecología Política,


estimaba que detrás de las críticas a Tompkins había un ataque velado contra el
movimiento ecologista chileno y que la razón de fondo era que los parlamentarios
tenían vinculaciones con los intereses de las empresas salmoneras que operan en la zona
en que se crearía el parque. Para Baquedano el diputado García Huidobro defendía los
"intereses de su patrón político, el senador Francisco Javier Errazuriz, uno de los
mayores propietarios de salmoneras del sector".
Asimismo, señalaba que "el gerente general de Fiordos Blancos Patricio Quillot,
era un oficial retirado del ejército que enfrentaba juicios por derechos humanos", por lo
que "no nos extraña que los diputados de la UDI reaccionen como lo han hecho, dadas
sus vinculaciones históricas con estas personas". Por otra parte, afirmaba que los
ecologistas pedirán al Gobierno que declare la zona del parque Santuario de la
Naturaleza, para que "sin importar el carácter que tenga esa propiedad el Estado puede
asegurar la conservación del bosque templado que existe en el lugar".

El 15 de mayo, catorce organizaciones ecologistas entregaron su total respaldo al


proyecto de Tompkins. Las entidades reunidas en la Alianza por los Bosques de Chile
afirmaban que el valor del proyecto de Tompkins era incalculable, pues la inversión del
magnate norteamericano se hacía para conservar y no para explotar el bosque. Al
respecto Tompkins afirmaba que en la Oficina de Inversión Extranjera le habían dicho
"¡Qué bueno que por fin haya llegado alguien como usted!, porque el 98% de la
inversión forestal que se ha realizado en Chile (870 millones de dólares) ha sido para
fines de explotación".

En medio de la polémica, un reportaje de la revista Newsweek afirmaba que "el


caso Tompkins demuestra cuan inescrutable todavía puede ser el aspecto ambiental
norteamericano para los sudamericanos. Debido a que Chile ha pagado un alto costo
ambiental por su desarrollo Tompkins supuso que su regalo se recibiría con gran
beneplácito (...) sólo hay un problema: los residentes locales creen que está loco".

El 23 de Mayo, Pablo Longueira Diputado UDI titula una columna de opinión en


La Estrategia de la siguiente manera "Un santito llamado Tompkins". En su artículo
relata con detalles como durante sus vacaciones junto a Jaime Orpis y de manera
accidental llegó a involucrarse en el conflicto contra el empresario norteamericano "ya
que la estrategia de desinformación que ha montado el señor Tompkins, junto a sus
incondicionales voceros de la fundación que creó, ha pretendido vincular mi denuncia a
la defensa de intereses de empresas instaladas en la zona". Sin embargo "sólo me ha
motivado defender a nuestros esforzados e indefensos colonos, que se sienten obligados
a abandonar sus predios contra su voluntad".

Dos días después los diputados Claudio Alvarado, Jaime Orpis y Alejandro
García Huidobro visitaron al Subsecretario de Interior Belisario Velasco para dar a
conocer un proyecto de ley que modificaría la legislación vigente, prohibiendo a
cualquier extranjero adquirir el dominio tenencia o posesión de bienes raíces situados en
zonas fronterizas.

Por su parte, Tompkins se hallaba realizando gestiones para informar y aclarar


su proyecto ante las autoridades de gobierno que se encontraban divididas respecto del
norteamericano. En este contexto se reunió con el Subsecretario de Interior Belisario
Velasco y sus asesores Fernando Dougnac y Daniel González lo hicieron con el director
ejecutivo de la CONAMA José Goñi. En la oportunidad, solicitado por la prensa, Goñi
expresó su respaldo al proyecto del norteamericano. Ricardo Lagos, por otra parte, se
quejaba del "macarthismo chileno", de andar investigando con exceso de celo a quienes
invierten en Chile. Discrepaba en este asunto el Ministro de Agricultura, Emiliano
Ortega, quien supuestamente había afirmado que "el país no está en venta"[2].
El 22 de mayo, Velasco declaraba a la prensa que lo que le interesaba aclarar al
gobierno mediante una investigación eran las supuestas superposiciones de terrenos que
pertenecen al Estado y a particulares, los que habrían sido luego inscritos por
Tompkins; la posible existencia de presiones a los colonos para que vendieran sus
tierras; el cierre de caminos de dominio público en la zona; la preocupación de los
colonos del área "nos interesa que una zona que ha costado tanto poblar no sea
despoblada". Asimismo, le preocupaba la compra de terrenos en Argentina efectuada
por Tompkins, reconocidas ante el propio Velasco pero desmentidas ante la prensa[3].

Por su parte, la Ministro Adriana Delpiano señalaba a La Segunda que "no se


puede pretender eliminar a la gente para cuidar los árboles", por lo tanto "hemos
planteado a Douglas Tompkins que las dudas hacia su proyecto se despejarán cuando él
regularice la situación de los colonos, done sus hectáreas a la fundación que creó para su
parque privado y éste se rija entonces por el correspondiente reglamento de CONAFF".
A su juicio, lo medular estaba en reflexionar y definir si era un deber del Estado tomar
resguardos legislativos sobre el límite de hectáreas que un extranjero puede comprar en
el país. Precisaba, además, que "gran parte de las preocupaciones que hemos detectado
provienen de los colonos residentes en la zona de Huinai, que pertenece a la
Universidad Católica de Valparaíso y que ésta aparentemente quiere vender a
Tompkins".

El 24 de mayo la tercera sala de la Corte Suprema falló en favor de Tompkins y


otorgó el carácter de privado al camino Carretera Austral-Estero El Pillán, por estar
situado dentro de los límites de las propiedades adquiridas por el empresario ecologista.
Recordemos que la Dirección de Vialidad había reclamado su uso público. La Corte
Suprema concluía que la orden de vialidad "debe estimarse ilegal y atenta en contra de
la garantía constitucional del derecho a la propiedad".

Asimismo, otro fallo reciente de la Corte de Apelaciones de Puerto Montt había


establecido que la denuncia efectuada por el presidente de la Fundación EDUCEC era
correcta y que el vertedero de desechos industriales de la empresa "Fiordo Blanco S.A"
ubicado arbitrariamente en un terreno que administraban era ilegal y atentaba contra la
garantía constitucional de vivir en un medio ambiente libre de contaminación.

Ante el triunfo en los tribunales de justicia, los diputados opositores al proyecto


lanzaron una nueva ofensiva reiterando enfáticamente que entre las irregularidades "que
les han sido denunciadas están la superposición de título de dominio, las presiones a los
colonos para vender sus tierras, el cierre de caminos públicos y la adquisición de tierras
en territorio argentino". Para ellos, "la Ecología Profunda es una teoría de los
movimientos de izquierda en el mundo que son partidarios del aborto y de una sociedad
que pone en igualdad de condiciones al hombre y a la naturaleza ... y el señor Tompkins
en Estados Unidos es el financista de la Ecología Profunda". Al respecto sostuvieron
que "seria bueno que los ecologistas partidarios de la Ecología Profunda lo dijeran".
Además, acusaron a los ecologistas chilenos de haber recibido más de doscientos mil
dólares de parte del magnate norteamericano.

Sin embargo, junio fue un mes de relativa calma en la polémica contra el


empresario a través de la prensa. El conflicto se reanudó en julio de 1995, ya que, por
mandato expreso, el Presidente de la República Eduardo Frei ordenó comprar el fundo
Huinai y realizar allí un parque ecológico. La adquisición se concretaría entre el
Ministerio de Bienes Nacionales y el rector de la Universidad Católica de Valparaíso,
Bernardo Donoso. Al respecto el Ministro del Interior estimaba que Tompkins "no tenía
por qué sentirse amenazado porque el gobierno toma la decisión de comprar un fundo
que está inserto en lo que él pretendía fuera un parque" agregando que "su parque puede
ser menos ambicioso. Puede ser de 270 mil hectáreas en vez de 300 mil".

Ante la decisión del presidente, tomada a partir de lo que Tompkins calificaba


como un "montaje diabólico", el empresario ecologista señalaba "estamos desanimados
con la decisión del gobierno de comprar el fundo Huinai en el centro del proyecto y
ojalá en poco tiempo y con más información, el gobierno pueda repensar su situación".
Inéditamente los parlamentarios opositores al proyecto (y al gobierno) dieron su pleno
respaldo al Presidente Frei.

El 12 de julio, Velasco informaba a la opinión pública que para el gobierno no


era posible entregar "en forma responsable" beneficios tributarios y declarar santuario
de la naturaleza uno de los terrenos pertenecientes a Douglas Tompkins, el fundo
Rorohuentro, debido a que persistían las dudas sobre una eventual superposición de
títulos de propiedad.

Tompkins reaccionó amenazando con paralizar la realización del "Parque


Pumalín", ya que "no hemos recibido respuesta sobre la declaración de la zona como
santuario de la naturaleza ni tampoco sobre la exención de impuestos en la donación.
Estamos en una posición de retirarnos al cuartel y repensar todo el proyecto". Anunció
asimismo que por el momento no traspasaría sus tierras a una fundación ya que al
parecer los terrenos y la flora y fauna que había en ellos estaban "más seguros en su
calidad de propiedad privada".

Paralelamente, el Ministro de Obras Públicas, Ricardo Lagos, expresaba su


apoyo al proyecto Tompkins, estimando que "sería un error como país no aprovechar la
iniciativa del norteamericano". Al día siguiente el gobierno anunció la creación de una
comisión interministerial presidida por el Ministro Secretario General de la Presidencia
Genaro Arriagada e integrada por Bienes Nacionales, Agricultura, Defensa, Educación
y Relaciones Exteriores con el objetivo de tratar el proyecto de crear un parque
ecológico en el sur de Chile.

Estos hechos tranquilizaron los ánimos del Tompkins. No obstante, realizó una
serie de polémicas declaraciones. Al diario La Estrategia señaló: "no tengo tiempo para
tanto show" por lo que se había retractado en sus negociaciones por la compra del fundo
Huinai con la Universidad Católica de Valparaíso. Por otra parte, afirmaba
"francamente el señor Belisario Velasco es muy contrario y no entiendo las razones".
Asimismo en otro periódico afirmaba que "esto es una bofetada en la cara y yo no me
merezco ese trato de parte de algunas autoridades en el gobierno". Y, en Las Ultimas
Noticias, "estamos viviendo una escena Kafkiana, propia de la inquisición y poco a
poco estamos llegando hasta la coronilla, como se dice acá". Por último, ante las
reiteradas acusaciones de que jamás donaría las tierras a la fundación contestó "es
imposible contestar esas estupideces. Atropella mi dignidad".

El conflicto prosiguió durante ese mes. El 17 de julio, el director del Servicio


Nacional de Pesca, Juan Rusque, anunció que presentaría un requerimiento en contra de
Tompkins por negarse a colaborar en el esclarecimiento de la matanza de lobos en la
Décima Región. Para Tompkins esta denuncia del SERNAP no intentaba detener la
cacería de lobos marinos sino desacreditarlo ante la opinión pública y ante las personas
que viven en la zona. Ese día el norteamericano recibió el apoyo de Sergio Bitar, Guido
Girardi y Jorge Schaulsohn. Este último señaló a la prensa que toda la situación que se
había creado en torno al Parque Pumalín era "absurda, propia del realismo mágico de
García Márquez"... añadiendo "como entender que ante un proyecto de 250 mil
hectáreas (Trillium), que va a destruir el bosque, que también tiene tierras en el lado
argentino, que también tiene problemas de poblamiento y que más encima tiene dos
requerimientos legales, jamas se ha escuchado un debate."

La polémica se mantuvo poco menos intensa en agosto. Se estaba esperando los


resultados de la investigación de la comisión interministerial. Además había un acuerdo
tácito con el gobierno para bajar el nivel del conflicto. Por otra parte, estaba surgiendo
el tema GasAndes, que se apoderaría de las preocupaciones ambientales de la prensa por
largo tiempo.

No obstante, el 14 de ese mes los diputados de la Democracia Cristiana Renán


Fuentealba y Sergio Elgueta señalaron su objeción al proyecto por razones de carácter
geopolítico y económico. A juicio de los diputados el Parque Pumalín se hallaba justo
frente al fiordo de Comau que es el centro de operaciones estratégicas de la Armada en
un hipotético escenario bélico con Argentina. Unos días más tarde, en una polémica
interna, Zarko Lucsic, también diputado DC, negaba el carácter estratégico de la zona
de Huinai. En la ocasión Manuel Baquedano, del Instituto de Ecología Política, señalaba
que "frente a un conflicto bélico, nunca las fuerzas armadas han pedido permiso para
entrar a algún lugar, ni para cruzar la frontera".

Por su parte, el 15 de agosto, Nelson Avila, Diputado PPD, expresaba "no sé qué
es lo que queda como margen de duda para impedir que se concrete un proyecto de esta
naturaleza. La verdad es que hay como una especie de doble estándar, un cierto
contrasentido que no atino a explicarme".

El 28 de septiembre de 1995, El Diario aportaba nuevos antecedentes sobre


Tompkins afirmando que éste había adquirido 30 mil hectáreas en Melimollo, en la
región de Aysén, formando un verdadero "eje" de nuevas adquisiciones. La mayoría de
las compras se habían realizado entre 1993 y 1994. Asimismo el 7 de noviembre
denunciaba la compra de los fundos Tic Toc y Linahue de 83.500 hectáreas en la
Región de Los Lagos por lo que sus posesiones en Chile sumaban aproximadamente
450.000 hectáreas.

El 7 de octubre se anunció extraoficialmente a través de la prensa que la


Comisión Interministerial iba a proponer a Frei la compra por parte del Estado del
fundo Huinai para luego entregarlo en comodato a la fundación Educación, Ciencia y
Ecología. Sin embargo, el 11 del mismo mes, nuevas discrepancias interministeriales
implicaron detener la decisión del gobierno sobre el proyecto de Tompkins. Interior y
Agricultura no aceptaban entregar el fundo Huinai en comodato al norteamericano.

La Comisión de la Cámara de Diputados, por su parte, entregó su total respaldo


al proyecto Parque Pumalín, estimando innecesario que el gobierno invirtiera dos
millones de dólares en adquirir dichas tierras para luego cedérselas al norteamericano ya
que el proyecto ecológico ofrecía suficientes garantías.
A fines de octubre, sin dar mayores explicaciones, la Universidad Católica de
Valparaíso anunciaba la paralización por noventa días de las negociaciones por la venta
del fundo Huinai.

Manteniendo el conflicto vigente en la opinión pública, el 10 de noviembre de


1995, el diputado UDI Dario Paya, apoyado en un análisis de la revista norteamericana
"Insider Report", preguntaba a Tompkins a través de la prensa: )es verdad que usted esta
usando las tierras del sur de Chile para eludir impuestos en Estados Unidos? y calificaba
el proyecto como una "maniobra tributaria de clase mundial". Naturalmente esta
imputación fue terminantemente desmentida por el abogado del norteamericano Pedro
Pablo Gutiérrez quien señaló "las sospechas del diputado Paya son infundadas".

Por otra parte, en diciembre, el senador Bruno Siebert criticó duramente el


proyecto Parque Pumalin afirmando que "la pseudofilosofía que inspira a Tompkins
choca frontalmente con las necesidades reales del país. Chile requiere poblar y no
despoblar la zona austral. Hay urgencia por asegurar las fronteras presenciales,
precisamente en los territorios que está controlando el empresario estadounidense".

El 12 de diciembre, según se informó a través de la prensa, por iniciativa del


Presidente Eduardo Frei, el Ministro de Agricultura Emiliano Ortega se reunió con
Bernardo Donoso, rector de la Universidad Católica de Valparaíso, con el objetivo de
conversar los detalles del traspaso del fundo Huinai a una fundación privada que debía
formar un parque universitario. Ortega "estimaba conveniente para los intereses
nacionales darle a Huinai un destino diferente al que pretendían otorgarle otros
proyectos conocidos públicamente".

Sin embargo, al otro día, el rector Donoso discrepó de la versión del gobierno,
que daba por resuelta la venta del fundo señalando que la UCV resolvería en enero
próximo el destino definitivo de Huinai. Por otra parte, miembros de la fundación
calificaron de "abierta discriminación en su contra el anuncio del ministro Ortega".
Asimismo la agrupación Defensores del Bosque expresó su molestia por "los
trascendidos y declaraciones oficiosas de personeros de gobierno en una actitud hostil al
Parque Pumalín".

El 9 de enero de 1996, se sumó a las acusaciones anteriores, una insólita


denuncia de los diputados UDI quienes afirmaban que Tompkins había vendido leña
equivalente a 300 hectáreas de bosque nativo. Los diputados exhibieron una factura
fechada el 24 de marzo de 1993 donde se registraba una transacción de $ 120 millones a
través de su sociedad inmobiliaria "cuarenta grados sur". En este contexto señalaban
que el "país debe saber de una vez por todas la verdad: si estamos frente a un verdadero
filántropo que nos regala un parque ecológico y nos da clases de como debemos cuidar
nuestros bosques, o nos encontramos ante un engaño nacional, donde la figura principal
pareciera ser de carácter comercial".

Mientras recibía el premio ecologista "Alerta Tierra", al referirse a estas


acusaciones el norteamericano señaló a la prensa "no entiendo como los parlamentarios
pueden promover una falsedad como esa". Según Tompkins, al momento de recibir la
factura los diputados habían recibido también su anulación. Posteriormente, Tompkins
despediría a su contador Raúl Santana. Por "divulgar información confidencial"
señalaba el abogado de Santana. Por cometer graves desórdenes contables según la
Fundación EDUCEC, basada en una auditoría de la empresa Langdon-Clarke.

Zulema Ojeda era una de los colonos del fundo Huinai que más se oponía al
proyecto de Douglas Tompkins, por ello señalaba a Las Últimas Noticias en abril de
1996 que en Huinai no querían nada con el norteamericano pues "más ha arrebatado que
comprado tierras. Ha pagado miserias y saca con engaños". La señora Ojeda relataba
que su hija había trabajado con Tompkins "y vió muchas cosas. Es un dictador en su
fundo". En este sentido a principios de Mayo de 1996 La Segunda afirmaba que los
colonos de Palena se movilizarían para pedir la expulsión del país de Douglas
Tompkins.

Por su parte, el 12 de julio de 1996 Tompkins organizó una cena con


empresarios, políticos y directores de prensa nacional con el objetivo de obtener
respaldo para su proyecto, o al menos para apaciguar las continuas declaraciones de
desconfianza en su contra.

Sin embargo, a pesar de las estrategias conciliatorias del norteamericano, el


conflicto siguió su curso. Así el 31 de julio La Segunda denunciaba que para derivar la
atención Tompkins había pedido a un millonario británico que apareciera comprando en
el sur un fundo de 170 mil hectáreas perteneciente al ejército. La acusación se
demostraba a través de una carta manuscrita de la cual se destaca el siguiente párrafo:
"He logrado que Jimmy Goldsmith actué como la fundación compradora, Fundación
Goldsmith, también para apartar la atención de nosotros y reducir los candentes ánimos
que las fuerzas del desarrollo puedan desear causarnos".

En relación al fundo Huinai, desde hacía unos meses la Universidad Católica de


Valparaíso estaba empeñada en reunir doce empresas que debían aportar 200 mil
dólares cada una para crear un parque ecológico, pero el interés del empresariado
nacional no había sido suficiente. En este contexto, el 16 de octubre de 1996, el rector
Bernardo Donoso anunciaba que Huinai no sería parque ecológico ya que no se había
logrado obtener el apoyo del sector privado -para crear una fundación- ni del Estado.
Asimismo, en diciembre de ese año, la Universidad Católica de Valparaíso resolvió
regularizar los títulos de dominio de doce predios mediante la entrega de 620 hectáreas.

En marzo de 1997, el subsecretario de Interior Belisario Velasco reactivó la


polémica al denunciar que Tompkins estaba interesado en comprar, en US$ 3 millones,
la isla Huafo de 29.825 hectáreas. Además, Velasco señalaba que todavía no estaba
resuelto el tema del fundo Huinai y que se estudiaban "acciones legales contra el
empresario norteamericano para evitar que siga presionando y amenazando a los
colonos para que vendan sus tierras y fundos". Además, se denunciaba a través de la
prensa que Tompkins estaba construyendo ocho canchas de aterrizaje en Chaitén lo que
le permitía "salir de Chile cuantas veces quiera y sin dar aviso a la policía
internacional".

Para Tompkins estas acusaciones eran "maniobras de grupos interesados en


desprestigiar y acabar con su proyecto ecológico Parque Pumalin". Al respecto afirmaba
ante la prensa que quería pruebas reales que respaldaran las denuncias en su contra. Así,
señalaba "queremos ver algo formal, concreto, como denuncias ante el tribunal, para
saber exactamente de que están hablando" puesto que "hay gente que está echando estos
rumores ante la prensa, mal intencionados. Es una campaña en mi contra y sucia, y hay
gente detrás de esto, es obvio, porque alguien está alimentando a la prensa con estas
fantasías". Aseguraba además que postergaría su proyecto si se mantenía el
hostigamiento de parte del gobierno.

En defensa del ecologista, Raúl Hermosilla afirmaba que el Subsecretario de


Interior "ha proseguido su campaña de desinformación y descrédito del señor
Tompkins, entregando a la prensa hechos que no son efectivos". Por otra parte, la
Dirección de Aeronáutica Civil señalaba "que no se habían detectado vuelos ilegales o
irregulares en la undécima región". Tampoco había detectado infracciones en la
construcción de pistas de aterrizaje. Asimismo, el diputado DC del distrito en cuestión
Gabriel Ascencio declaraba que "el empresario ha generado 200 nuevos empleos,
encabezando la lista de empleadores de la zona. Además ha entregado títulos de
dominio a los colonos que se encuentran dentro de los terrenos del parque".

En tanto el diputado DC del mismo distrito Sergio Elgueta manifestaba sus


aprensiones por el proyecto asegurando que el empresario no había cumplido el estatuto
del inversionista extranjero. Señalaba asimismo que "de las siete fundaciones
norteamericanas en las que supuestamente participa Tompkins, sólo una tiene un
objetivo de ecoturismo. Las demás firmaron una solicitud de explotar comercialmente
los bosques". Por su parte, el Senador DC Gabriel Valdés estimaba que "como chileno
no puedo aceptar que un extranjero tenga propiedades de cordillera a mar, sobre todo
cuando su uso no está aclarado y particularmente en zonas estratégicas". Inclusive el
Ministro de Defensa Edmundo Pérez Yoma sostenía que el norteamericano era
"arrogante y desubicado" y lo acusó de "abusar de la hospitalidad de nuestro país,
llamándolo a recapacitar y cumplir con transparencia sus propósitos".

Para evitar una nueva reactivación de la polémica y de los duros juicios en su


contra, el lunes 24 de marzo, Tompkins decidió salir del país instruyendo a sus
colaboradores que evitaran referirse a temas relacionados con Pumalín durante su
ausencia.

El 11 de abril, el entonces Ministro Subsecretario General de la Presidencia Juan


Villarzú, expresó que estaba "recogiendo la inquietud creada en la opinión pública
frente a las numerosas adquisiciones de terreno de Douglas Tompkins". En este sentido
estaba recopilando todos los antecedentes disponibles acerca de la actuación del
magnate norteamericano en nuestro país. Sin embargo, aseguraba que hasta el momento
"no había ninguna irregularidad de parte de Tompkins" por lo que se estaba
desestimando intervenir en el plan de inversiones del norteamericano mientras el
empresario se sujetase a las normas legales chilenas.

No obstante, en Mayo de 1997, la Comisión Antimonopolio acogió a tramitación


un requerimiento realizado por diputados de Renovación Nacional en que denuncian
eventuales conductas monopólicas en que habría incurrido el empresario
norteamericano en el mercado nacional.

En su reaparición y luego de mantenerse alejado del conflicto por casi un mes,


Tompkins denunció una campaña de hostigamiento de parte del gobierno tales como la
revisión acuciosa de su documentación por parte de investigaciones y los vuelos
rasantes que la Fuerza Aérea realizaba sobre su extensa propiedad en Palena. También
señaló haber recibido amenazas de muerte por parte de grupos pronazis y denunció la
intervención de sus comunicaciones telefónicas. Asimismo, instaba a la prensa "para
descubrir quien está detrás de todo esto".

Velasco, en respuesta, afirmaba "no hay nadie en el gobierno que lo esté


hostilizando y persiguiendo", aclarando "que la policía debía en forma rutinaria verificar
los documentos de entrada y de salida de una persona que tiene sólo visa de turista por
una duración de noventa días". Además, señalaba que se estaban investigando 40
denuncias por presiones ilícitas a los colonos para que vendieran sus tierras y que según
sus antecedentes de los 18 millones de dólares que el norteamericano había ingresado al
país, 15,5 millones han sido declarados como recursos para la adquisición de bosques y
su explotación. Por su parte, el general Fernando Rojas declaraba que no era efectivo
que la aviación realizaba vuelos rasantes en las propiedades de Tompkins, pero precisó
que la FACH tenía todo el derecho para sobrevolar cualquier parte del territorio
nacional en custodia de la soberanía.

Sin embargo, los diputados de RN Arturo Longton y Pedro Alvarez y el PPD


Guido Girardi ratificaron las denuncias de hostigamiento hechas por Tompkins,
agregando que enviarían oficios al Ministerio del Interior, por que existía información
sobre intervención de teléfonos y cuentas bancarias.

Por su parte, en una extensa entrevista La Época del 23 de mayo de 1997


Tompkins declaraba "no entiendo por qué Belisario Velasco es tan duro con este
proyecto. Creo que está mal informado". Asimismo, luego de recibir a tres diputados de
la Comisión de Medio Ambiente, encabezados por su presidente Victor Barrueto (PPD),
expresaba en El Mercurio su "frustración por el desperdicio de tiempo, dinero y energía
que ha tenido que asumir durante los dos últimos años en defensa de su proyecto
ecológico Parque Pumalin". En la oportunidad el diputado Barrueto expresó su público
respaldo al proyecto.

A estas alturas del conflicto y de la larga y cerrada oposición al proyecto de


Douglas Tompkins se estaba poniendo en juego las bases mismas del sistema
económico liberal y la credibilidad de Chile en el extranjero, por ello el gobierno
flexibilizó su postura y buscó un acuerdo que permitiera dar una señal clara acerca de la
política positiva de apertura del país hacia la inversión extranjera.

Entonces la intervención de Juan Villarzú en el conflicto permitió un primer


acercamiento de las antagónicas posiciones; desde un principio el ministro se manifestó
optimista de lograr un arreglo, señalando a la prensa "estamos trabajando sobre los
últimos detalles", estimaba que el 6 de junio se terminaría de redactar un acuerdo entre
el Gobierno y el empresario norteamericano. Sin embargo, durante el mes de junio,
Villarzú se reunió varias veces con los abogados de Tompkins, quien se mantenía
permanentemente entrevistado por la prensa donde defendía su proyecto. Así en un
seminario organizado por el Instituto de Ciencia Política de la Universidad Católica,
Tompkins manifestaba que "un proyecto que se ha concretado sobre la base de la propia
legislación chilena no puede ser un riesgo para la soberanía y seguridad nacional".

No es posible entrar en todos los detalles acerca de las negociaciones finales y


de la permanente polémica y contradicción que ella originó entre los diferentes actores
en torno al proyecto Parque Pumalin. No obstante, debemos rescatar una columna del
diputado Jaime Orpis pues, estimamos, que resume una parte fundamental de los
argumentos que se esgrimieron para oponerse al proyecto del norteamericano. En ésta
señalaba "sin embargo, Tompkins, más que el parque Pumalín, por sobre todas las
cosas, es uno de los representantes más importantes a nivel mundial de un movimiento
ecológico denominado ecología profunda"... "que es la corriente ecologista más radical
que existe en el mundo. Tiene una visión biocéntrica del universo y panteísta. Para este
movimiento la naturaleza tiene derechos superiores y anteriores al ser humano; señalan
como la causa del deterioro del planeta la superpoblación y, por lo tanto, se justifica
todo tipo de campaña, incluido el aborto. Sostienen como tesis el desarrollo cero".

Otro hecho relevante es una carta enviada por ENDESA a la Secretaria General
de la Presidencia en que advierte a la autoridad la necesidad de dejar explicitado el tema
de los tendidos eléctricos dentro de las negociaciones con el empresario norteamericano.
Esto porque si el proyecto no considera expresamente el paso de líneas de transmisión,
se estará cercenando el 40% del potencial energético del país.

Posteriormente el propio presidente de ENDESA José Yuraszeck restaba


importancia a la misiva señalando que la Constitución de la República asegura el
desarrollo de obras eléctricas y sanitarias que promuevan el bienestar del país. Más bien
Yuraszeck concordaba con la posición de Orpis y otros actores, pues afirmaba que "el
señor Tompkins quiere que Chile detenga su crecimiento, que no haya más desarrollo, y
es por eso que el gobierno debe dar a conocer, antes de firmar, el acuerdo a que se está
llegando".

Sobre las negociaciones, el abogado de Tompkins señalaba el 19 de junio que la


compra del fundo Huinai no había sido abordada "ese fue un tema que no se tocó en
todas las negociaciones. Yo creo que Huinai se va a resolver con el tiempo"

Finalmente, después de varios años de polémica, el 7 de julio de 1997 se firmó


un "acuerdo de buena fe", sin carácter legal, entre el gobierno y Douglas Tompkins. En
este sentido, según Villarzú el acuerdo "no contiene elementos de orden coercitivo que
obliguen a su cumplimiento". Esto porque a su juicio las reservas expresadas
legítimamente por las distintas personas y entidades "no tienen fundamento".

Entre los principales puntos del acuerdo estaban la regularización de títulos de


25 colonos que tienen propiedades dentro del futuro Parque Pumalín, el traspaso de
tierras a una nueva fundación[4] (se terminaba EDUCEC), la tramitación de exenciones
tributarias para facilitar lo anterior, la abstención de Tompkins de comprar terrenos con
una extensión superior a las cuatro mil hectáreas hasta que se dicte una ley que regule
ese tipo de transacción, la declaración del parque como Santuario de la Naturaleza y el
derecho de servidumbre de paso para obras de infraestructura y actividades productivas,
mineras y pesqueras, en los sectores costeros.

En la oportunidad, el embajador de Estados Unidos en Chile, Gabriel Guerra-


Mondragón, que había colaborado en el acercamiento de Tompkins con el gobierno,
afirmaba ante la prensa que Tompkins era "un conocido ambientalista y respetado
empresario por lo que la exitosa conclusión y resultado de estas conversaciones con el
gobierno constituyen una clara señal para los inversionistas de cualquier país, del
positivo ambiente para las inversiones que existe en Chile".

No obstante, como un epílogo anunciado, el 24 de febrero de 1998, la


Universidad Católica de Valparaíso vendió el fundo Huinai a ENDESA en dos millones
de dólares sepultando así las aspiraciones del millonario Douglas Tompkins de unir sus
territorios y formar el parque ecológico más grande del mundo.
------
[1] Entre su ideario señalaba "intentaremos enunciar y sostener la visión de un mundo con menos gente
que en la actualidad y definir los beneficios ambientales, económicos políticos y sociales de un mundo
menos poblado (...) Somos proclives al desarrollo de actividades que traten directamente con el problema
en el ámbito de la política oficial, por ejemplo las campañas para la planificación internacional de la
familia y el establecimiento de los derechos de la mujer para controlar sus decisiones.

[2] Luego diría en La Segunda ... "vamos a ser claros para que aparezca la noticia bien dada, porque
este tema parece ser complicado ... yo solamente tengo una preocupación, que estas iniciativas sean
permanentes en el tiempo".

[3] En este punto su asesor Hermosilla aclaraba "en la audiencia que Tompkins tuvo con Belisario
Velasco en La Moneda, este le preguntó si tenía tierras en Argentina, a los que Tompkins respondió que
si, lo que no es un misterio para nadie, ya que incluso fue publicado por El Mercurio en su edición del 26
de marzo pasado. Posteriormente, a la salida, un periodista le consultó si era efectivo que tenía en
Argentina terrenos colindantes con Pumalín a lo que respondió que no, porque no es efectivo".

[4] La fundación debía componerse de 7 miembros, cuatro designados por Douglas Tompkins, los
demás por la Universidad Austral, por la Academia de Ciencias de Chile y por el Arzobispado de Ancud.
Caza y Pesca
8
La difícil campaña para evitar la caza de ballenas en los mares australes

La Comisión Ballenera Internacional estableció en 1982 una moratoria a la caza


de ballenas en beneficio de la conservación de distintas especies, la cual vencía en 1993.
En la 45a. reunión anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), a realizarse en
Tokio entre el 10 y 14 de mayo de 1993, se definirían las acciones para continuar con la
protección de estos mamíferos; entre ellas, se aspiraba a establecer en los mares
australes un santuario para la protección de las ballenas, una vez que terminara la veda.

En este contexto, el 16 de febrero de 1993 el Partido Humanista-Verde y


Greenpeace América Latina denunciaron que el Gobierno japonés estaría presionando a
varios países, entre ellos Chile, con el objetivo de renovar la caza de ballenas en los
mares australes. Asimismo Japón había llamado a una reunión secreta previa para
negociar la apertura de la caza de ballenas, la cual se realizó en medio de una gran
polémica internacional, el 19 de febrero en Madrid.

Al respecto, Juan Carlos Cárdenas, encargado de ecología oceánica de


Greenpeace, explicaba que había una creciente preocupación por "las negociaciones
privadas de carácter clandestino" que estaba llevando a cabo el Gobierno de Japón. Del
mismo modo, los voceros de las organizaciones señaladas exigieron que el Ministerio
de Relaciones Exteriores diera a conocer su posición en torno a la próxima reunión
anual que se realizaría en Tokio, instando a las autoridades a "no ceder a las demandas
de Japón".

Fernando Danus, comisionado interino del Ministerio de Relaciones Exteriores,


fue enfático en rechazar algunos aspectos de la denuncia del Partido Humanista Verde y
Greenpeace, especialmente el carácter "clandestino" de la reunión de Madrid, pues a su
juicio se trataba de una convocatoria abierta, donde "la mayoría de los asistentes se
oponen a la caza de ballenas, así es que no se puede decir que esto sea un mitin de
países que vayan a ser influenciados por Japón".

Por su parte, el Gobierno japonés desmintió categóricamente las


informaciones que afirmaban que esa nación había presionado a algunos países para
reabrir la captura comercial de las ballenas.

El 23 de marzo de 1993, siguiendo la postura asumida fundamentalmente por


Francia, diversas organizaciones ecologistas propusieron la creación de un santuario
internacional para la protección de la población de las ballenas que habitaban en la zona
austral del hemisferio sur. Asimismo anunciaron una campaña con el objetivo de reunir
100.000 firmas para impedir la caza de ballenas.

La Cancillería chilena, a través del Director de Política Especial de la


Cancillería, Jorge Berguño, objetó esta propuesta, sosteniendo que si se establecían
consensualmente parámetros estrictos, podría haber una caza ballenera, limitada sólo a
las especies más abundantes y con cuotas de captura reglamentadas. En este sentido,
afirmaba que "la posición de Chile sobre el punto es pragmática y no dogmática, y
naturalmente se irá alterando según como sean las negociaciones en la CBI".
No obstante, en la última reunión de la Comisión Permanente para el Pacífico
Sur (CPPS), los cancilleres de Colombia, Ecuador, Perú y Chile otorgaron su respaldo
político a la idea de crear un santuario o zona de protección para las ballenas dentro de
las aguas jurisdiccionales de los cuatro países.

El 23 de abril de 1993, en el Día Mundial de la Tierra, se realizaron una serie de


actividades tendientes a sensibilizar a la opinión pública acerca de la conveniencia de
oponerse oficialmente a un acuerdo que autorice la captura de ballenas.

A principios de mayo de 1993 la organización ecologista Greenpeace entregó en


el Palacio de la Moneda al Presidente de la República Patricio Aylwin, sobres con
150.000 firmas ciudadanas que demandaban la protección y preservación de las
ballenas. Según Juan Carlos Cárdenas, coordinador de la campaña, la posición del
gobierno había sido "ambigua e incoherente, porque ha suscrito acuerdos
internacionales que lo comprometen en la preservación de las ballenas, pero vacila en
apoyar la creación de un santuario".

El 12 de mayo, día de la asamblea internacional en Tokio, la prensa publicó que


Chile se había opuesto al santuario antártico para las ballenas, agrupándose con Japón,
Noruega, Corea del Sur y cuatro estados del Caribe y rechazando el santuario propuesto
por Francia. No obstante, esa postura sufrió un primer revés en la primera votación pues
la mayoría se pronunció a favor de la creación de un área de protección para los
cetáceos.

De inmediato se produjo una reacción en cadena que criticó la postura asumida


por Chile en la Conferencia Internacional Ballenera que se realizaba en Japón. Políticos,
parlamentarios y organizaciones ecologistas objetaron duramente el voto chileno,
acusando al gobierno de subordinarse a los intereses económicos japoneses e instándolo
a modificar el voto en la próxima sesión.

Enrique Silva Cimma, Ministro de Relaciones Exteriores, explicó el rechazo al


santuario ballenero ya que tal iniciativa afectaba la jurisdicción y soberanía de Chile en
sus aguas territoriales desde Valdivia hasta la Antártica.

Asimismo el Canciller afirmó que nuestro país proponía que "se acepte una
invitación de Australia para realizar una reunión intersesional, abierta a todos los
estados miembros de la BCI, otros países interesados y organizaciones no
gubernamentales, en el que se discuta sobre un santuario austral y se aborde las
cuestiones legales, políticas, ecológicas, geográficas, financieras y ambientales".

Esta propuesta, patrocinada por Chile, Brasil, Finlandia, Suecia y Suiza fue
aprobada el 14 de mayo de 1993 por 19 votos a favor, 8 en contra y 4 abstenciones,
postergándose por un año la decisión sobre el establecimiento de un santuario. Sobre el
levantamiento parcial de la moratoria propuesto por Noruega y Japón, la Comisión
Ballenera Internacional también aplazó su determinación para el año 1994.

A fines de agosto de 1993 la bancada de senadores del Partido por la


Democracia (PPD) y del Partido Socialista (PS) otorgaron su más amplio respaldo a la
moratoria de 50 años para la caza comercial de las ballenas dentro de las 200 millas
marítimas de Chile, Perú, Ecuador y Colombia. Días después, Gutemberg Martínez,
Andrés Palma y Eduardo Abedrapo, de la Democracia Cristiana, expusieron al canciller
su interés por la conservación de las ballenas.

En febrero de 1994, Greenpeace denunció y pidió explicaciones por la próxima


llegada del barco japonés Shonan Maru II que estaba realizando un viaje de
investigación para censar ciertas especies de ballenas, con el objetivo de avalar
científicamente la reanudación de la caza comercial de cetáceos. La cancillería explicó
que no era uno sino dos los barcos japoneses que navegaban por el pacífico sur
cumpliendo una iniciativa de la CBI que buscaba determinar las poblaciones de ballenas
minke en la zona.

De este modo y a la espera de la próxima reunión anual de la CBI en Puerto


Vallarta entre el 23 y 27 de Mayo, Greenpeace y 44 organizaciones relacionadas con
temas ambientales iniciaron nuevamente una campaña para sensibilizar a la ciudadanía
en torno al tema de las ballenas, manifestándose en favor de la creación de un santuario
ballenero al sur del paralelo 40 y de la mantención de la moratoria de la caza de
cetáceos. En la oportunidad, José Yañez, científico del Museo de Historia Natural y
miembro activo de Greenpeace, señalaba que había "entregado casi 300.000 firmas de
los ciudadanos, donde expresan su adhesión a la campaña de Greenpeace".

Días después, el presidente del PS Camilo Escalona y el coordinador de


Greenpeace, pidieron que los representantes de Chile en las reuniones del CBI
manifestaran "una posición más clara e inequívoca frente a la situación, porque hemos
tenido noticias de que Chile ha mantenido una conducta más bien ambigua".

De inmediato el canciller Enrique Silva Cimma contestó señalando que "quienes


piensen que hay ambigüedades es que no han leído la posición de la cancillería o
quieren formular críticas subjetivas". Por otra parte, afirmaba, que a su juicio el tema
estaba agotado.

Al concluir en Norfolk, Australia, la reunión intersesional de la CBI Australia,


Brasil, Nueva Zelandia, Francia, Holanda, España, Inglaterra, Mónaco, Irlanda y USA
apoyaron férreamente el establecimiento de un santuario circumpolar para proteger a
todas las poblaciones de grandes ballenas de barba. Chile estimó conveniente decidir su
posición definitiva con el nuevo gobierno de Eduardo Frei que asumiría muy pronto. En
ello había optimismo de parte de los ecologistas ya que la firma de Eduardo Frei era una
de las 300.000 que habían logrado captar en la campaña en favor del santuario
ballenero.

No obstante, Fernando Zegers, representante de Chile en la CBI indicó que


nuestro país había defendido la creación de un santuario y ha habido un apoyo bastante
amplio a la idea de crearlo, pero no ha habido acuerdos en cuanto a los límites del
refugio".

En Mayo de 1994, Greenpeace y el diputado PPD Guido Girardi anunciaron que


ya tenían 300.000 firmas a favor de la creación de un santuario de las ballenas. De
inmediato, Carlos Figueroa, entonces Ministro de Relaciones Exteriores del Presidente
Frei, negó las presiones japonesas y señaló a la prensa que la postura del Gobierno era
aceptar el santuario pero no con los límites planteados por Francia ya que ello lesionaría
la soberanía de Chile en sus 200 millas de Zona Económica Exclusiva. Sin embargo
Greenpeace criticó la posición chilena afirmando que la creación de un santuario
ballenero a partir del paralelo 60 grados de latitud sur ponía en peligro dos especies de
ballenas, por lo que exigían apoyo total al santuario ballenero, es decir a partir del
paralelo 40° sur.

En tanto el gobierno japonés rechazaba las peticiones internacionales que se le


formulaban para que terminara con la cacería de ballenas que habían sido autorizadas
bajo el argumento de la necesidad de realizar investigaciones científicas. Según el
primer Ministro Tsumoto Hata "para Japón era importante seguir con las
investigaciones sobre las ballenas para acumular conocimientos". Asimismo, habría
señalado que "el consumo de carne de ballena era parte de la cultura japonesa".
Aparentemente las 330 ballenas que se le permitía cazar a Japón con fines científicos
finalmente terminaban en los mercados japoneses donde se vendía hasta por 100 dólares
el kilogramo.

En consecuencia, en la Comisión Ballenera Internacional, Japón presentó como


alternativa a la creación de un santuario solicitando un permiso para cazar 4.000
ballenas minke. Asimismo, los representantes de ese país denunciaron que una
organización ambientalista estaría gestionando la compra de un submarino para
emplearlo en contra de la flota de su país.

No obstante, en la reunión de Puerto Vallarta se acordó ratificar la moratoria y


aprobar el santuario ballenero respetando la jurisdicción de Chile y Argentina sobre sus
200 millas de Zona Económica Exclusiva ya que en ese territorio el límite del santuario
se establecería en el paralelo 60 grados de latitud sur. Al respecto el Subsecretario de
Relaciones Exteriores, José Miguel Insulza afirmó que Chile había obtenido una gran
victoria porque "hemos obtenido el santuario y el respeto de nuestra soberanía marítima,
que eran nuestros dos grandes objetivos". Asimismo, la noticia fue recibida como una
notable victoria por las organizaciones ecologistas tanto de Chile como del mundo
entero.

Ante este fallo adverso, el Gobierno de Japón amenazó con retirarse de la CBI y
proseguir con la caza de ballenas pues a su juicio la decisión carecía de fundamentos
científicos. Además, la Sociedad para el Aprovechamiento de las Ballenas (kyodo
senpaku kaisha) de ese país juró la guerra a los extremistas del ambiente. En Noruega,
por otra parte, se afirmó que se proseguiría con la caza limitada del mamífero ya que,
también, estimaban que la instauración de un santuario carecía de fundamentos
científicos.

Al parecer las amenazas japonesas se hicieron realidad ya que en febrero de


1995 Greenpeace exhortó a Chile y a otros 21 estados miembros de la Comisión
Ballenera Internacional a protestar ante el Gobierno de Japón por la caza de ballenas
que una flotilla de ese país estaba realizando en el santuario ballenero Austral. No
obstante, se había dado un gran paso adelante con la creación del santuario pues ello
limitaba cada vez más las posibilidades de Japón y Noruega de cazar ballenas
9
Conflicto por el arribo a aguas chilenas del American Monarch, el buque factoría
más grande del mundo.

En La Época del 9 de agosto de 1996 se anunciaba que un "pesquero gigante


activa nuevo conflicto ecológico" pues en Noruega se encontraba en su fase final de
construcción el American Monarch, "el más poderoso barco factoría del mundo que
tiene una capacidad de pesca de un millón de kilogramos diarios y que pretende operar
en la zona Aysén y Magallanes".

La posible llegada del American Monarch estaba originando alarma del


Sindicato de Tripulantes Especiales y de Greenpeace Pacífico Sur quienes advertían
acerca del grave impacto ambiental y social que causaría el buque entre las pesquerías
de Chile austral.

Por su parte, el Servicio Nacional de Pesca (SERNAP) anunciaba que se


encontraba analizando y evaluando la solicitud de llegada del barco presentada por la
empresa Yelcho, filial chilena de consorcio noruego-estadounidense Resource Group
International, RGI, American Seafoods, por lo que el American Monarch no había sido
autorizado para operar.

La empresa Transnacional, que controlaba el 10% de las capturas mundiales de


carne blanca, había adquirido las licencias de pesca de tres embarcaciones que operaban
en los mares australes y que en conjunto eran capaces de procesar mil toneladas diarias,
tal como el American Monarch, que capturaría la merluza de cola y la merluza de tres
aletas para transformarla en surimi o pasta de pescado, que se vendía como imitación de
centollas y langostas, destinada al mercado japonés.

A fines de agosto de 1996, el presidente de RGI American Seafood, Kjell


Rokke, viajó a Chile en un viaje relámpago e intervino en la polémica afirmando que
"nuestro proyecto es sustentable" y que se sentían discriminados pues no había ninguna
razón para que el proyecto estuviese entrabado por casi un año pues su empresa había
realizado estudios que demostraban que las especies que se proponían explotar estaban
subexplotadas.

Según el presidente de RGI American Seafood los japoneses y los españoles que
tenían barcos operando en Chile estaban preocupados por que tenían una tecnología
muy antigua que les hacía sentir temor frente al American Monarch.

Asimismo, Kjell Rokke, afirmaba que "Greenpeace y nosotros tenemos


exactamente los mismos intereses. Por eso me siento muy afectado por la actitud de
ellos. Nosotros construimos naves de alta tecnología, que hacen sustentable la
extracción del recurso, y eso es justamente lo que pide Greenpeace".

No obstante, Greenpeace mantenía su cerrada oposición al American Monarch.


De esta manera, entre los objetivos de una gira a los mares del sur, se consideró como
uno de los más importantes el envío del Rainbow Warrior a Valparaíso para protestar
contra el pesquero gigante. Además, Greenpeace solicitó al ministro que mantuviese la
negativa de ingreso del barco factoría fabricado en Noruega.
A principios de Septiembre de 1996, la Subsecretaría de Pesca anunció a través
de la prensa que denegaba la solicitud presentada por Yelcho para sustituir las naves
Jing Yang 1, Gualas y San Rafael por el American Monarch, por lo que el buque no
tenía licencia para operar en la zona austral chilena. Uno de los fundamentos era que "la
nave San Rafael, uno de los tres barcos presentados por pesquera Yelcho para ser
sustituidas por el American Monarch, no tenía bandera chilena y estaba pescando en el
golfo de Omán".

De inmediato, Pesquera Yelcho, para permitir la operación en aguas chilenas del


gigantesco buque, presentó su apelación al Ministerio de Economía, alegando
discriminación en favor del monopolio de ciertas empresas pesqueras que operaban en
la zona austral. Asimismo, Pesquera Yelcho presentó un recurso de protección en la
Corte de Apelaciones de Valparaíso contra la resolución de la Subsecretaría de Pesca.

Por su parte, Greenpeace consideró el hecho como "una victoria". No obstante,


la Comisión Prodefensa de Magallanes formuló una enérgica protesta contra
Greenpeace a raíz de su rechazo a las operaciones del buque. Señalaban que el grupo
ecologista estaba desinformado pues había señalado que "al capturar merluza de cola y
tres aletas inmediatamente capturarían merluza del sur, por que las tres especies se
desarrollan juntas. Sin embargo, desde hace diez años otros buques están pescando
merluza de cola y tres aletas y no han afectado a la del sur".

En octubre de 1996 Greenpeace denunció una reunión en que el gobierno


chileno había negociado con el consorcio RGI las condiciones para entregar la licencia
de pesca al American Monarch, criticando que se había hecho "a espaldas de la opinión
pública nacional y noruega".

Al mes siguiente la prensa informaba sobre los preparativos que los pescadores
artesanales, a través de la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales, y
Greenpeace realizaban para impedir el ingreso a aguas territoriales chilenas del
American Monarch, en lo que titulaba como "la guerra naval por el buque factoría".

A principios de diciembre, el Ministro de Economía, Alvaro García, rechazó el


recurso de reclamación interpuesto por la Pesquera Yelcho, apoyando la decisión de la
Subsecretaría de Pesca en relación a la caducidad del permiso de pesca para la nave San
Rafael. De este modo la resolución final en esta materia quedaba en manos de la Corte
de Apelaciones de Valparaíso.

En abril de 1997, se dio a conocer a la opinión pública, un estudio de la Facultad


de Ciencias Biológicas de la Universidad de Católica que estimaba que la labor del
American Monarch era sustentable, pues no comprometía la renovación de las especies.
Asimismo, respecto de su impacto sobre otras especies, el estudio afirmaba que desde el
punto de vista tecnológico se había demostrado que con el denominado sistema de pesca
a media agua la captura de merluza austral era accidental, menor al uno por ciento.

Pocos días después, las conclusiones del estudio de la Universidad Católica


fueron refutadas por la Subsecretaría de Pesca, la cual consideraba que no existían
recursos pesqueros para que el American Monarch operara en aguas chilenas.
En mayo de 1997 la situación se hizo presente en forma más activa en la prensa
pues se esperaba que dentro de poco la Corte de Apelaciones de Valparaíso daría a
conocer su veredicto en relación a la operación del buque factoría en aguas chilenas.

A mediados de ese mes la segunda sala de la Corte de Apelaciones de


Valparaíso rechazó por unanimidad el recurso de protección que la Pesquera Yelcho
interpuso en contra de la Subsecretaría de Pesca, desestimando una posible arbitrariedad
o discriminación por parte de la autoridad.

A juicio de Greenpeace "la decisión de la Corte de Apelaciones de Valparaíso es


un gran triunfo de la lucha de los pescadores artesanales y los ciudadanos de Chile y
Noruega por la defensa de los mares del sur". Por su parte, el Subsecretario de Pesca,
Juan Manuel Cruz, reflexionaba y sacaba sus cuentas: "si la tonelada de surimi, en base
a un tipo de merluza, cuesta US$ 600.000 y el barco puede procesar 250 ton/día,
mínimo, la compañía habría obtenido en 160 días los US$ 65 millones que costó el
American Monarch".

Por su parte, el consorcio RGI y Pesquera Yelcho afirmaron que recurrirían a la


Corte Suprema con la intención de revertir el fallo. No obstante, el 17 de noviembre de
1997, la Corte Suprema confirmó el fallo de la Corte de Apelaciones de Valparaíso en
contra del American Monarch.

Debe destacarse que, en definitiva, en este caso de conflicto ambiental, la unión


hizo la fuerza. El Gobierno, el sistema judicial, los grupos ecologistas, los pescadores
artesanales e inclusive algunos sectores del empresariado concordaron, quizás por
primera vez, en que el American Monarch no debía operar en aguas territoriales
chilenas.
Urbano
10
Acerca del trazado de la Línea 5 del Metro: un nuevo y conflictivo debate sobre el
medio ambiente urbano de Santiago.

En agosto de 1992, después de cinco años de conflicto, la definición del trazado


de la línea 5 del Metro permanecía en medio de ásperas polémicas entre los actores
sociales que pretendían su trazado por el Parque Bustamante y aquellos que se negaban
terminantemente a aceptar este recorrido. La amenaza de destruir esta vasta área verde
de Santiago había encendido de parte de los vecinos y de la Municipalidad de
Providencia una fuerte presión, una oposición cerrada que permaneció por mucho
tiempo en la opinión pública nacional.

El 29 de agosto de 1992, Oscar Guillermo Garretón, Director General del Metro,


señalaba que una Comisión Interministerial presidida por el Ministro de Transportes
debía resolver el trazado de la línea 5. La proposición inicial había sido que el Metro se
extendiera hacia el sur, por las calles Arturo Prat, Matta y Vicuña Mackenna, a partir de
la Estación Universidad de Chile. Sin embargo por razones técnicas la idea se había
desechado. Después de estudiar cuatro variantes, se escogió en principio, extender la vía
por el Parque Bustamante. A través de un análisis botánico y forestal realizado por un
equipo de académicos de la Universidad de Chile se había determinado que la
vegetación del parque tenía "un valor relativo, excepto especies como los cipreses, las
araucarias australianas y otras especies escasas". En cambio, "por Vicuña Mackenna
existen 163 plátanos orientales, que viven cerca de 400 años", señalaba Garretón.

Otra perspectiva del asunto tenía la Municipalidad de Providencia. En esa


oportunidad Jorge Herrera, alcalde subrogante, entregaba la posición oficial del
municipio señalando "no aceptaremos la construcción del Metro a través del parque".
"No corresponde por el daño ecológico que produciría eliminar ese pulmón santiaguino.
Tampoco porque va contra la esencia residencial del sector y, finalmente, porque todos
los vecinos se oponen al proyecto".

Así, en octubre de 1992 los vecinos de Providencia encabezados por la alcaldesa


Carmen Grez presentaron al Presidente de la República Patricio Aylwin cinco mil
firmas solicitando que la Línea 5 del Metro no fuera construida por el Parque
Bustamante. En la oportunidad la alcaldesa señalaba "no son consideraciones
sentimentales. Estamos defendiendo el medio ambiente y la ecología, y un árbol demora
mucho en crecer".

En una carta al editor de El Mercurio aparecida el 13 de noviembre de 1992 la


alcaldesa de Providencia Carmen Grez aclaraba que la tarea de lograr 5 mil firmas de
apoyo es el resultado de un laborioso y sistemático trabajo de la Unión Comunal de
Juntas de Vecinos de Providencia, encabezada por su presidente el doctor Darío
Verdugo. Además, afirmaba que mantenía "grandes esperanzas de que se reconsidere el
trazado de la Línea 5 del Metro y su construcción no sea por el Parque Bustamante,
como lo hemos planteado reiteradamente con fundamentos técnicos, urbanísticos y
económicos a las instancias que deban decidir sobre este importante proyecto".
Por su parte, Sergio Saavedra, gerente general del proyecto, afirmaba a la prensa
que no existía una gran diferencia en los costos que significaría trazar la línea 5 por
Bustamante o por Vicuña Mackenna. Además, precisaba que la decisión no había sido
adoptada pero le pareció probable que "finalmente se opte por Vicuña Mackenna". Por
otro lado, el alcalde de Santiago Jaime Ravinet señalaba que el trazado por Vicuña
Mackenna "es desde el punto de vista del mediano y largo plazo sin duda la solución
más adecuada, porque significa robustecer la actividad comercial de Vicuña
Mackenna".

La polémica en torno al trazado de la línea 5 del metro se reactivó con mayor


fuerza a fines de 1992. El 15 de diciembre la Comisión de Desarrollo Urbano y Medio
Ambiente del Colegio de Arquitectos envió al Presidente de la República un estudio que
desarrollaba la alternativa de trazar la línea 5 por Arturo Prat ya que permitía "el
desarrollo y revalorización de un sector de Santiago que se encuentra muy deteriorado,
revitalizando calles como avenida Matta, Arturo Prat y San Diego. Además posibilita el
paso del Metro hacia el centro fundacional (Plaza de Armas) y las comunas del norte de
la capital: Independencia, Recoleta y Huechuraba". Estimaban asimismo que la actual
propuesta de trazado por Bustamante iba a generar un innecesario recargo de la línea 1
en el tramo entre las estaciones Baquedano y Universidad de Chile.

Para los arquitectos miembros de la Comisión, Juan Honold, Jorge Abarca y


Miguel Prieto, las alternativas por Vicuña Mackenna y Bustamante carecían de una
fundamentación adecuada desde el punto de vista del urbanismo "principalmente porque
se adoptan criterios de menor inversión, sin tomar en cuenta los beneficios de
renovación urbana". Según el estudio presentado "el trazado por Arturo Prat tendría un
alargamiento de 1.4 kilómetros respecto a la extensión del trazado por Vicuña
Mackenna o por Parque Bustamante, que es de 11.5 kilómetros. Esto significaría
aumentar la inversión en 40 millones de dólares. El costo total del proyecto Línea 5 del
Metro es de 260 millones de dólares".

En respuesta el Ministro de la Vivienda Alberto Etchegaray señaló que la


propuesta hecha por el Colegio de Arquitectos "es superior a las otras dos alternativas
en potencialidad urbana, porque permite la recuperación y revalorización de una zona
deteriorada de la ciudad". No obstante afirmó que "el costo de este trazado resulta
mayor y que puede ser favorable la posibilidad de extensión por Monjitas hacia Plaza de
Armas que ofrecen las otras dos alternativas".

Por su parte, el Alcalde de Santiago Jaime Ravinet se opuso al proyecto del


Colegio de Arquitectos, pues ese trazado "dejaría abandonado el sector norte de la
ciudad" planteando que la solución sería empalmar la Línea 5 con la estación Cal y
Canto, la que tendría diversos accesos y combinación con el metrobús. A su juicio, este
trazado permitiría realizar una circunvalación del centro de Santiago, solucionando el
congestionamiento de tránsito que hay en el sector y potenciando el desarrollo urbano
de los sectores aledaños a la Cárcel Pública y la Estación Mapocho.

El 19 de diciembre la alcaldesa de Providencia informaba que presentaría al


Presidente Aylwin tres mil firmas en contra del trazado del Metro por Bustamante. Por
su parte, el presidente de la Asociación Gremial de Dueños de Establecimientos
Comerciales junto a dirigentes de la Comuna de Providencia se pronunciaban
enfáticamente a favor de que la Línea 5 fuera trazada por Arturo Prat, manifestando su
preocupación por el deterioro del barrio sur de la Comuna de Santiago "lo cual se
revertiría con el paso del Metro por esta calle".

Unos días después, un vecino de La Reina señalaba en una carta al director de


La Época que "en relación con la polémica decisión con respecto al trazado de la futura
línea 5 del Metro de Santiago, me permito sugerir a la opinión pública, solamente con el
ánimo de aportar algo nuevo, y que podría ser solución a este candente problema. La
solución propuesta sería la de utilizar el Canal San Carlos que corre desde Puente Alto
por todo Santiago a través de la avenida Tobalaba. Solamente se podría desviar el Río
Maipo o bien profundizar el lecho de este, para construir en la superficie la futura línea
5, sin tener que destruir el Parque Bustamante o entrar en costosas expropiaciones".

No obstante, el ahorro de 40 millones de dólares parecía que iba a ser


determinante en la decisión presidencial respecto de la línea 5. En esta perspectiva, el
director del proyecto Linea 5 del Metro, Sergio Saavedra señalaba el siguiente
argumento "si se puede transportar el mismo número de personas y gastar menos )por
qué adoptar alternativas más caras?".

El arquitecto Juan Honold, refutando esta afirmación, estimaba que "el trazado
por Arturo Prat atraería la inversión privada en una zona de 200 hectáreas y el área se
remodelaría radicalmente. En un plazo de diez años, por la vía de los ingresos por
tributación, se recuperaría con creces el gasto adicional que implica la alternativa que
presentamos, (...) que supone no sólo la eficacia del transporte, sino también el
desarrollo de áreas periféricas, la renovación de zonas más obsoletas y la revalorización
del suelo".

Pero Sergio Saavedra contestaba que "la revalorización urbanística del área de
Avenida Matta, que según el Colegio de Arquitectos se produciría automáticamente, es
cuestionada por empresarios de la Línea 5 y algunos expertos en transporte". Por su
parte, Pedro Fernández, de la Secretaría Ejecutiva de la Comisión de Planificación de
Inversiones en Infraestrutura de Transportes (SECTRA), afirmaba "son apuestas que no
se pueden probar" y Claudio Hohmann, del Ministerio de Transportes, señalaba ")pero
que pasa si esto no sucede? ... perderíamos los 90 millones de dólares". En otra
oportunidad, Fernández señalaba que el "barrio Alameda Oriente, la Gran Avenida y la
Norte Sur no han tenido ningún desarrollo urbano aún teniendo el Metro. El paso del
ferrocarril metropolitano no es requisito sine qua non para la renovación de la zona".

Por su parte, la alcaldesa de Providencia Carmen Grez se manifestaba molesta


pues nadie había tomado en cuenta el municipio. Desde enero de 1992 había reunido
casi diez mil firmas, realizado estudios, enviado oficios sin lograr respuestas. "Todo lo
supimos de oídas" alegaba la alcaldesa, añadiendo que no hubo invitación para debatir
el tema y que incluso conocieron los estudios, extraoficialmente, por un "folleto
publicitario".

No obstante el conflicto, el Ministro de Transportes Germán Molina anunció


oficialmente el día 30 de diciembre de 1992 que el trazado de la Línea 5 del Metro se
haría por Bustamante, según lo había dispuesto el Presidente Aylwin. La evaluación
técnica de las tres alternativas había determinado que esta era la opción más adecuada
desde las perspectivas económicas, sociales, urbanísticas y ambientales.
El Ministro informaba además que para el traslado de los árboles del parque
afectados se había establecido un ítem de dos millones de dólares que serían
administrados por una Corporación presidida por el Intendente Metropolitano e
integrada por los alcaldes de Santiago, Ñuñoa y Providencia, con asesoría de urbanistas
y paisajistas[1].

Otro argumento era que la posibilidad de extender la Línea 5 por el Parque


Forestal o Monjitas hasta la Estación Cal y Canto o la Plaza de Armas permitiría el
acceso de esta línea hacia el centro de Santiago además de la descongestión de la Línea
1 entre las estaciones Baquedano y Universidad de Chile.

Al día siguiente la alcaldesa de Providencia entregó un memorial de oposición al


trazado rebatiendo las conclusiones del informe del gobierno que justificaba la
alternativa por Ramón Carnicer. Entre su argumentación se consideraba que la zona de
Bustamante era fundamentalmente residencial y no de servicios, como debería ser una
zona por la cual pasaría el Metro, que se atentaría contra el patrimonio verde del Parque
Bustamante y que la rentabilidad calculada para las tres alternativas era al menos
discutible.

Durante el mes de enero de 1993 la polémica medida adoptada por el Presidente


Aylwin fue tema obligado de los periódicos del país. En una artículo de El Mercurio el
Ministro de Transportes Germán Molina afirmaba que se había desestimado la
alternativa de Arturo Prat por que implicaba gastar 90 millones de dólares adicionales.
Asimismo, se había desestimado la alternativa de Vicuña Mackenna "porque habría
aumentado la emisión de monóxido de carbono al derivar el tránsito por otras variantes
y se habría producido un gasto en litros combustibles y horas hombres ocho veces
mayor que por Ramón Carnicer".

Respecto de esta alternativa, los estudios realizados consideraron que el 90% de


los lamados árboles "patrimoniales" no serían tocados por el Metro o que podrían ser
transplantados. Un estudio realizado por un equipo de profesores de la Universidad de
Chile encabezados por Rodolfo Gajardo, de los 588 árboles afectados, sólo 16 eran de
categoría relevantes y 111 interesantes, los cuales serían trasplantados manteniendo
intacto el patrimonio vegetal del parque. Además, según el mismo estudio, más árboles
serían destruidos si el Metro se traza por Vicuña Mackenna.

Ante la cerrada oposición de la alcaldesa de Providencia, los alcaldes de 5


comunas del Gran Santiago, vinculados a los partidos de la Concertación, calificaron de
"política" la posición de Carmen Grez y llamaron a respaldar la decisión presidencial
que calificaron de "visionaria" y avalada por "importantes estudios urbanísticos,
ambientales y de impacto ecológico". En su opinión si bien era "comprensible que
existiese tal preocupación por una área verde tan importante como el Parque
Bustamante, tal preocupación no puede dejar de lado el necesario progreso en bien de
miles de habitantes".

En defensa de la alcaldesa el diputado Alberto Espina estimaba que el problema


que se generaba en el sector del Parque Bustamante por la construcción de la Línea 5
del Metro iba mucho más allá de los arboles, "no se trata de dos o menos, sino de la
calidad de vida de esta zona residencial". En su opinión se alterarían de tal forma las
condiciones de vida que "será imposible que vuelvan a recuperarse" por lo que, en su
opinión, el trazado debía ser por calle Arturo Prat o por avenida Vicuña Mackenna. En
esta perspectiva iba a solicitar al Presidente de la República la reconsideración de la
medida.

Por su parte, la alcaldesa de Providencia contraatacaba señalando que el caso de


la línea 5 del Metro era una clara demostración de la falta de autonomía municipal.
Asimismo estimaba que no era lógico que SECTRA jamás hubiese consultado al
municipio ni a los vecinos mientras preparaba el informe técnico, así como que tampoco
se invitara a los profesionales de la municipalidad a participar en los estudios realizados.
Por otra parte, rechazaba categóricamente que su posición tuviese un trasfondo político,
tal como lo habían señalado días atrás cinco alcaldes de la Concertación.

Los arquitectos por su parte insistieron en que la Línea 5 del Metro fuese trazada
por Arturo Prat y Matta pues un mayor número de comunas del Gran Santiago se verían
beneficiadas por esta alternativa que respondía a un planteamiento integral de
urbanismo. Por un lado el área centro sur de Santiago estaría beneficiada por el proceso
de renovación urbana que generaría el Metro. Por otro las comunas del área norte se
verían directamente beneficiadas con la prolongación de la Linea 5 en esa dirección.
Asimismo, las comunas del oriente no sufrirían los inconvenientes que iba a provocar la
congestión provocada por los pasajeros provenientes de La Florida en estación
Baquedano.

Además, como ya se señaló, estimaban que la probable renovación de 200


hectáreas en el área central de la metrópoli significaba una economía de 800 hectáreas
de tierras agrícolas de la periferia de Santiago. En su opinión las alternativas originadas
por los trazados que concurren a Plaza Baquedano eran completamente disfuncionales
pues no pasaban por el eje histórico de la ciudad que es el área de destino de gran parte
de los usuarios provenientes de La Florida.

Apoyando esta moción, el 12 de enero de 1993, el Presidente de la Cámara


Nacional del Comercio, Juan Carlos Délano, hizo un llamado al gobierno para que
escuchase la opinión de los distintos sectores de la comunidad que podían verse
afectados por el trazado de la Línea 5 del Metro. En la práctica, la Cámara Nacional del
Comercio coincidía con la postura del Colegio de Arquitectos y apoyaba la construcción
del Metro por Arturo Prat y avenida Matta pues aunque esta opción era más costosa
"ofrece una rentabilidad económica y social en el largo plazo".

Asimismo, el 26 de enero de 1993 la alcaldesa de Providencia y los concejales


de esa comuna solicitaron nuevamente al Presidente de la República Patricio Aylwin
que reconsiderara su decisión. No obstante, en esa oportunidad el Ministro de
Transportes señaló que no existían posibilidades de modificar la decisión presidencial
ya que no había ninguna argumentación nueva para cambiarla.

El 1 de febrero de 1993 se realizó la recepción de las propuestas económicas y la


apertura de las propuestas técnicas de material rodante para la Línea 5, correspondientes
a tres de los cuatro consorcios internacionales preclasificados para la construcción de la
extensión del Metro hasta La Florida, pues luego de presentarse siete propuestas, en
agosto de 1992, habían preclasificado el Consorcio Siemens, Duewag, Ferrostal de
Alemania; la empresa Gec Alsthom de Francia; A.B.B. de Inglaterra y Bombardier S.A.
de C.V. de México con colaboración de Bombardier Inc. de Canadá. Esta última entidad
había declinado participar en la licitación a través de una carta fechada el 19 de enero en
la que adujo razones internas.

En la ocasión se encontraban presentes el Ministro de Transportes y


Telecomunicaciones subrogante Sergio González y el Gerente General del Proyecto
Línea 5 del Metro Sergio Saavedra. Las alternativas técnicas iban a ser estudiadas en los
siguientes 45 días, durante los cuales los antecedentes económicos serían guardados en
la caja de fondos de la gerencia del proyecto Línea 5. Luego serían estudiadas las
propuestas con todos sus datos por otros 60 días para, alrededor del 15 de mayo entregar
los resultados de esta licitación.

El 22 de Marzo de ese año se realizó la apertura de dos propuestas económicas.


En el primer lugar de clasificación técnica había quedado la empresa francesa Gec
Alsthom y en segundo el consorcio alemán Santiago Metro Ligero. La oferta económica
de A.A.B Transportation Limitada se devolvió sin abrir pues no había cumplido con los
requisitos básicos de las bases técnicas. En la oportunidad, Sergio Saavedra anunció que
en julio de 1993 comenzarían los trabajos de trasplante y traslado de árboles del Parque
Bustamante. Además explicó que el recorrido de la Línea por Vicuña Mackenna sería
por una vía elevada, apoyada en pilares de 40 metros, como una especie de "gran
puente", aún cuando reconoció que "provocará una contaminación visual", cosa que se
evitaría si "fuésemos un país más rico que pudiera pagar un túnel que cuesta 3 o 4
millones más por kilómetro".

El 27 de julio de 1993, en una ceremonia presidida por el Ministro de


Transportes Germán Molina y el embajador de Francia Gerard Gross, se firmó un
contrato por 82 millones de dólares para el suministro de 10 trenes de última
generación, entre las máximas autoridades de la empresa Metro S.A. y los
representantes de Gec-Alsthom. En la ocasión, Daniel Fernández, señaló que existía un
convenio con la Municipalidad de Providencia para el traslado de los árboles, "es decir
nosotros hacemos lo que la Municipalidad quiere que se haga".

Por otra parte los vecinos que tanto se habían esforzado por parar la obra ya
estaban resignados. La Segunda de ese día entrevistó a Carmen Narvaéz, Presidenta de
la Junta Vecinal N1 16 del sector quien "con la voz quebrada por la impotencia y la
amargura" explicaba que en la sesión municipal del 20 de abril de 1993 se había
aprobado la construcción de la Línea 5 en esa área. Así, la dirigenta vecinal señalaba al
diario que "la alcaldesa nos llamó y con mucho dolor nos dijo que habíamos perdido la
pelea, en el fondo para que no siguiéramos como quien dice luchando por esto".

El 13 de agosto de 1993 se inició el traslado de los árboles de los sectores del


Parque Bustamante que se verían comprometidos con la construcción de la Línea 5 del
Metro. Según explicaba la empresa Araucaria el trozo de tierra alrededor de cada árbol
sería envuelto en una rejilla metálica, posteriormente la grúa debía tomar cada árbol por
su tronco y ubicarlo a bordo de un camión acostado, "para evitar que se enrede con los
cables", con el objetivo de llevarlo a una pileta rellena con un "colchón" de paja y arena.

Entonces una nueva polémica estalló a raíz de la construcción en altura de la


Línea 5 del Metro. En efecto, el 27 de agosto de 1993, el alcalde de Ñuñoa Jaime
Castillo, basado en un demoledor estudio realizado por la Facultad de Arquitectura y
Urbanismo de la Universidad de Chile, anticipaba que el proyecto provocaría un efecto
negativo por unos 10 millones de dólares. Tal cifra constituía la repercusión inmediata
de la iniciativa pues habría una depreciación económica de la zona al alejarse el interés
de los inversionistas por construir edificios y polos comerciales en el lugar.

En este sentido, el alcalde Castillo afirmaba: "basta observar lo que pasó en el


centro de París, donde junto a los soportes se acumulan basurales y delincuencia". En
contraste, el tren subterráneo provocaría un intenso desarrollo urbano al potenciar el
área de San Eugenio y colaborar en la construcción de un nuevo polo urbano que
descongestione el centro histórico de la ciudad por la vía de la localización de nuevos
empleos y servicios.

Al respecto Pedro Fernández señaló "son posiciones que no tienen sustento


técnico porque planteamientos como que la estación no tenga cochera o talleres es
literalmente un cuerpo sin riñones. El tema del viaducto es de costos y cualquier
modificación al proyecto traería costos adicionales enormes".

En fin, sepultando toda esperanza de cambio en las decisiones tomadas, el 6 de


octubre de 1993, la Primera Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago rechazó por
unanimidad el recurso de protección interpuesto por los vecinos del Parque Bustamante
en contra del Ministerio de Transportes y de la Dirección General del Metro por la
construcción de la Línea 5 del Ferrocarril Metropolitano. La resolución de la corte
señalaba "se infiere que la decisión presidencial, lejos de ser improvisada, producto del
capricho o sin fundamento razonable, fue la culminación de antecedentes técnicos que
evaluaron las diversas alternativas viables para el proyecto, todo lo cual impide el
reproche de arbitrariedad en el actuar gubernamental".

Los trabajos se iniciaron el 27 de enero de 1994 con un acto encabezado por el


Presidente Aylwin. Comprendían básicamente la reestructuración del alcantarillado y el
inicio de un método constructivo en túnel sin abrir la superficie para no destruir las
áreas verdes.

Sólo el transcurso de los años y el juicio que la opinión pública y técnica emita
sobre los resultados urbanísticos obtenidos a partir de la ejecución del proyecto podrán
definir quien tenía la razón en este conflicto, pues sólo en 20 o 30 años más será posible
evaluar con perspectiva la resolución de construir la línea 5 por Ramón Carnicer. Por el
momento solamente podemos presentar los argumentos que los diferentes actores
esgrimieron en torno a este polémico asunto

-----
[1] Juan de Dios Jiménez, Secretario Metropolitano del Colegio de Profesores, fue uno de los pocos que
discutió esta decisión señalando en una carta al Director de la Segunda fechada el 1 de febrero de 1993:
“)es racional gastar dos millones de dólares en este traslado, en circunstancias que con dicha cantidad se
podrían plantar cientos de miles de árboles y en sectores que realmente lo necesitan como imperativo
moral y ecológico?, me refiero a Renca, Huechuraba, Cerro Navia, La Pintana, Lo Espejo, etc. )Acaso la
estética del Parque Bustamante es cualitativamente más importante que las necesidades biológicas y
psicológicas de los habitantes del resto de la ciudad?”
11
La mosca de la fruta y el encendido conflicto por las fumigaciones aéreas sobre
Santiago.

El 2 de marzo de 1994 el Servicio Agrícola Ganadero (SAG) anunció que al día


siguiente se realizaría una fumigación aérea en el sector sur de Santiago, iniciando así el
programa de aplicación del plaguicida Malation 57 EC contra la mosca del mediterráneo
o mosca de la fruta.

De inmediato surgieron contra el SAG las protestas de los alcaldes de San


Ramón, La Cisterna y el Bosque, de los grupos ecologistas y de las juntas de vecinos. El
alcalde de La Cisterna, Rodolfo Pereira, presentó un recurso de protección contra la
medida, solicitando al tribunal que ordene la suspensión de las fumigaciones por
considerarlas como un peligro inherente a la salud de la población. En la oportunidad,
Pereira criticó al SAG, pues estimaba que este organismo "debió haberse contactado con
los alcaldes y así estas nebulizaciones se habrían planeado en forma planificada y
tomando todos los debidos resguardos para la población, lo que ahora no ha ocurrido.
Fuimos informados de esta campaña a través de una conferencia de prensa".

Por su parte, Leopoldo Sánchez, Director del SAG, replicó los cargos de los
alcaldes afirmando que "no sólo se contaba con la autorización del Ministerio de Salud
para fumigar, sino que el Malation es hoy utilizado a nivel mundial como un insecticida
inocuo pues es biodegradable y en 30 minutos se vaporiza completamente". Según
Sánchez, los alcaldes que se oponían a las fumigaciones debían pensar con interés de
país ya que la agricultura "proporciona el 20% de la mano de obra y genera el 20% de
nuestras divisas".

Respaldando la acción del SAG, el Subsecretario de Salud, Patricio Silva,


afirmaba que la dosis empleada era de 25,5 miligramos por metro cuadrado y "para
tener un riesgo serio de intoxicación se tendría que recibir 20 mil veces esa cantidad".

No obstante, el Instituto de Ecología Política, la Comisión Nacional Campesina


y la Red Nacional de Acción Ecológica informaban que el Malation provocaba
alteraciones a nivel genético y tenía riesgos cancerígenos. Los principales síntomas de
la intoxicación son dolores de cabeza, nauseas, salivación, diarrea, tercianas,
convulsiones, debilidad muscular, falta de coordinación, dolores abdominales, visión
borrosa, contracción de la pupila, baja del ritmo cardíaco, dificultades respiratorias,
opresión en el pecho, parálisis y coma.

Días después el director del SAG anunció una nueva fumigación, afirmando que
en total podían ser cuatro o nueve, de acuerdo con el comportamiento de la plaga ante el
plaguicida.

Entonces los Concejales de La Cisterna solicitaron la renuncia de los directores


del SAG y del Servicio Metropolitano de Salud del Ambiente y anunciaron la apertura
de una "Oficina verde" donde se recibirían todas las denuncias de los vecinos afectados
por las fumigaciones, con el objetivo de concentrar todos los reclamos para iniciar las
acciones legales que correspondían.
Estas acciones fueron respaldadas por los 27 alcaldes de las 34 comunas de la
Región Metropolitana, las que acordaron protestar formalmente por el procedimiento
adoptado por el SAG. Un matiz surgió, entonces, en la postura de los alcaldes pues más
que el Malation ellos criticaban la forma en que se había autorizado la fumigación, sin
consultar a las autoridades municipales correspondientes. Así, por ejemplo, el alcalde
Pereira señalaba que su municipio no estaba en contra de las medidas de protección del
SAG, "sino contra la falta de coordinación del programa que se aplicó y que no consultó
a quienes somos responsables ante la comunidad en estos sectores".

Sumándose a la polémica los productores de fruta, la Sociedad Nacional de


Agricultura (SNA) y el Colegio de Ingenieros Agrónomos manifestaron su amplio
respaldo a la labor de control del foco de la mosca de la fruta a través de las
fumigaciones. Al respecto, Ricardo Ariztía, presidente de la Federación Nacional de
Productores de Fruta, señalaba que el producto aplicado tenía "menos efectos que los
diversos productos utilizados en todas las casas para eliminar los insectos domésticos".

En este contexto, el Presidente de la República, Patricio Aylwin, señaló a la


prensa "sí, yo autoricé personalmente la fumigación", en una de sus últimas acciones
como gobernante del país.

El 7 de marzo de 1994, Leopoldo Sánchez y Rodolfo Pereira, suscribieron un


acuerdo tendiente a perfeccionar los mecanismos de coordinación y comunicación
institucional entre los distintos agentes involucrados, así como para informar con la
debida antelación las fechas y horas de las pulverizaciones.

A pesar de la polémica las pulverizaciones continuaron. Los grupos ecologistas


mantuvieron su rechazo al uso del Malation y pidieron el empleo de alternativas
racionales para evitar la propagación de la plaga, sugiriendo, por ejemplo, que las
aspersiones se realizaran por las noches. Las autoridades reiteraron que el producto
utilizado no producía efectos dañinos sobre la salud de la población.

El concejal por la Cisterna, Bernardo Suarez de Renovación Nacional envió a


Eduardo Frei, quien recién había asumido como Presidente de la República, un estudio
realizado por el Journal of Pesticide Reform sobre los efectos dañinos del Malation.
Junto a una serie de organizaciones ecologistas, el concejal Suarez demandó del
gobierno el respeto a la Ley de Bases del Medio Ambiente, que exigía un estudio de
impacto ambiental antes de aplicar pesticidas.

El Senador Sebastián Piñera apoyó al concejal Suarez señalando la necesidad de


realizar un Estudio de Impacto Ambiental pues sobre el Malation "más allá de su
posible efecto tóxico en el corto plazo, lo que realmente debe preocuparnos es el efecto
que en el largo plazo pueda tener sobre el equipamiento genético de las personas y sus
consecuencias en términos de malformaciones genéticas, problemas reproductivos,
enfermedades oncogénicas y mutagénicas, desórdenes visuales, etc". Por lo tanto,
afirmaba que se debía privilegiar el combate de la mosca de la fruta por vía alternativas
"tales como procedimientos biológicos, machos estériles, insectos enemigos, y
fumigaciones localizadas a nivel de tierra".

El 22 de marzo el Ministro de Agricultura Emiliano Ortega afirmó que se estaba


estudiando la posibilidad de reducir las aplicaciones programadas, para disminuir los
efectos potenciales negativos que pueda tener sobre la población y el medio ambiente el
uso del Malation. Por su parte, Leopoldo Sánchez, desechó la idea de efectuar las
fumigaciones de noche ya que en ese horario "este sistema de control tiene un 40% de
efectividad".

A medida que las fumigaciones se fueron realizando el conflicto disminuyó su


intensidad. El 23 de abril de 1997 se anunciaba por la prensa que el SAG realizaría una
séptima fumigación, con la esperanza de ser la última. Al mismo tiempo el director del
SAG criticó la postura de concejales y parlamentarios ya que nunca había logrado
"entender porque no miraron el problema con una perspectiva de país".

El 5 de mayo de 1994 se efectuó la octava y última pulverización aérea en el


sector sur de Santiago. En la oportunidad Leopoldo Sánchez señalaba que el foco de
mosca de la fruta encontrado el 21 de febrero estaba absolutamente controlado. No
obstante, continuarían con el trabajo terrestre, por lo menos durante los próximos dos
meses con inspección casa a casa, destacando asimismo "la notable colaboración de la
gente, teniendo claro la perspectiva de interés nacional de controlar este foco".
12
¿Río de autos en el Mapocho? Polémica a raíz de una propuesta para construir un
autopista sobre el lecho del Río Mapocho.

Uno de los temas del medio ambiente urbano que estalló en la opinión pública a
partir del 12 de agosto de 1992 fue la polémica que se creó en torno a una propuesta
para construir una autopista sobre el Río Mapocho, que formuló la empresa Sigdo
Koppers Sociedad Anónima. La vía rápida de transporte por el Mapocho consistía en
una ruta pavimentada en hormigón o piedra de tres vías, cada una de tres metros y
medio de ancho, construida dentro del lecho a una altura intermedia entre el fondo del
cauce y el nivel medio de la ribera, en una tramo de seis kilómetros de largo
comprendido entre el puente Lo Saldes y un punto al oriente del nudo norte sur.

En esa oportunidad el director nacional de vialidad y el subdirector de vialidad


urbana del Ministerio de Obras Públicas señalaron que no sabían si la obra era o no
factible ya que todavía restaba efectuar una serie de estudios para tomar la decisión.
Argumentaban que existen en el mundo algunas vías sobre las cuales pasan ríos pero
reconocieron que el Mapocho por su calidad de torrente poseía características distintas
que debían ser consideradas. Por su parte el Alcalde de Santiago expresó su
"congratulación y alegría" por el hecho que una empresa haya estudiado seriamente y
propuesto la construcción de una vía expresa para automóviles particulares, afecta a
peaje, por que ello refleja "la audacia y decisión que ha faltado al sector público para
poner atajo a la congestión.

De inmediato surgieron voces que manifestaron su rotunda oposición al


proyecto. El 23 de agosto de 1992 el arquitecto Christián de Groote envió una carta al
Director de El Mercurio en la que señalaba que no dudaba en que el daño para la ciudad
sería tremendo e irreparable, afectándose a la única estructura coherente de parques que
existe en la ciudad. Además señalaba la posibilidad de monumentales atochamientos en
los puntos de entrada y salida de la autopista. Por su parte, en la misma sección de este
diario, el Senador Arturo Alessandri sugería que se terminara de una vez la ruta
Avenida del Cerro o Comodoro Arturo Merino Benitez que se inició hace muchos años,
como una alternativa más económica y práctica al mencionado proyecto. El mismo día
otra carta al Director de la época señalaba "sería un escándalo que en lugar de emplear
28 millones de dólares en mejorar la calidad de las aguas, se destinen a estimular aún
más la circulación de vehículos".

El 30 de agosto el Ministro de Transportes Germán Correa afirmaba que había


que evaluar el proyecto ya que existían riesgos de congestión con la construcción de una
vía de alta velocidad sobre el Mapocho que desemboque en el centro, advirtiendo sobre
los posibles costos adicionales que el proyecto podía significar en toda la red vial en su
conjunto.

El 6 de septiembre el PPD se sumaba a la polémica al señalar públicamente que


el proyecto tenía efectos negativos en áreas verdes características de la capital y en el
río Mapocho patrimonio natural de todos los chilenos. Estos planteamientos estaban
apoyados por el llamado Comité Pro Defensa del Río Mapocho.

Así las cosas el 9 de septiembre el Ministro de Obras Públicas Carlos Hurtado


informó que el río Mapocho no será utilizado para los proyectos hasta ahora presentados
por el sector privado pues el lecho del río debe preservarse por sus aspectos
paisajísticos, ambientales y urbanísticos. Por su parte el Ministro de la Vivienda Alberto
Etchegaray expresaba que el uso del lecho del río constituiría una desarticulación
urbanística de Santiago. El amplio movimiento ciudadano en contra del proyecto se
refleja en la forma en que fue titulada esta noticia por el diario La Nación: "El Mapocho
vuelve a reír. Comité interministerial dejó sin efecto construcción de autopista".

No faltó quien se opuso a la decisión tomada por las autoridades respecto de la


autopista del Mapocho. Alfredo Velasco señalaba en carta al Director de El Mercurio
que siempre hay gente que tiene buenos argumentos para resistirse al avance de los
tiempos pero que oponerse a una autopista sobre el Mapocho, que el proyectaba sobre
pistas laterales a media altura como la que existe en París sobre el río Sena, era una
exageración. Sugería además que "entre las autopistas y el lecho mismo se diseñen
sendas corridas de eucaliptos o palmeras. Así el Mapocho seguiría siendo prácticamente
el mismo, aún más bonito que hoy; sólo que un poco más angosto, pero más profundo y
obviamente más caudaloso a la vista y ya nadie más se reiría del famoso hilo de agua
que llaman río".
Minería

13
El difícil y errático recorrido del proyecto Alumysa

En enero de 1995, Proyectos de Aysén vendió sus derechos sobre la iniciativa


denominada Proyecto Alumysa al consorcio formado por Alumysa Joint Ventures y la
transnacional Noranda. El proyecto contemplaba una inversión de más de 1.600
millones de dólares y consistía en la construcción de una central hidroeléctrica de 360
MW en el sector de río Cuervo, Provincia de Aysén, destinada a alimentar de energía
eléctrica a una planta de reducción de aluminio y, adicionalmente, contemplaba la
construcción de un puerto mecanizado para descargar materias primas para la
producción de aluminio y carga del metal producido.

En este contexto, en marzo de 1995 se informó al medio nacional a través del


Diario Oficial que la sociedad Proyecto Alumysa S.A. había decidido someter
voluntariamente el "Proyecto Alumysa" al Sistema de Evaluación de Impacto
Ambiental mediante la realización de un Estudio de Impacto Ambiental.

En agosto de 1995, Robert Biehl, gerente general de Alumysa, señalaba que la


compañía estaba dedicada a elaborar el estudio de ingeniería y de impacto ambiental del
proyecto. Biehl detallaba a la prensa las medidas ambientales del proyecto asegurando
que se aplicarían medidas de primer nivel, cumpliendo así con los estándares
ambientales más exigentes y estrictos, por lo que calificaba como "falsedades, infundios
y acusaciones difamatorias" las críticas que habían formulado CODEFF y otras
organizaciones ecologistas quienes reclamaban por el bajo costo de la compra de las
tierras donde se realizaría el proyecto y afirmaban que la refinación de aluminio tenía
serios riesgos de contaminación del aire, las tierras y el agua del fiordo de Aysén, una
zona aún prístina, que cambiaría la percepción de virginidad que existe sobre la región.

Por otra parte, Sergio Vergara, Subsecretario de Bienes Nacionales, señalaba que
lo que interesaba verdaderamente al país era, además de cuidar el medio ambiente,
"facilitar en ciertas regiones el desarrollo de empresas, entidades que den estabilidad,
que den empleo, que permitan poblar el territorio".

No obstante, Peter Martmann, representante de CODEFF en Aysén, se


preguntaba si existía algún ecosistema capaz de absorber la tremenda cantidad de
materiales tóxicos que generaría el proyecto Alumysa. Para Martmann el interés de
Noranda en Aysén era por que había energía a muy bajo costo, considerando que un
enclave económico como Alumysa difícilmente constituiría un beneficio para la zona.

A principios de octubre de 1995, parlamentarios verdes y grupos ecologistas


solicitaron una investigación acabada e insistieron en rechazar el proyecto Alumysa ya
que consideraban que el proyecto dejaría 350.000 toneladas al año de residuos tóxicos y
peligrosos como cianuro, fluoruro, hidrocarburos aromáticos y monóxido de carbono,
contaminando las aguas y el aire de la zona. Afirmando además que Noranda tenía un
amplio prontuario ambiental en Estados Unidos y Canadá por diversas infracciones.
En este contexto, la empresa Noranda anunció la suspensión no definitiva del
desarrollo del proyecto Alumysa en Chile pues se consideraba que "la proyección del
retorno sobre la inversión da al proyecto una prioridad menor que otras oportunidades
importantes de expansión del grupo Noranda". Este anuncio fue calificado como
"inquietante" por la Intendente de la Región de Aysén Silvia Moreno quien estimaba
que "había cifradas esperanzas en que la iniciativa produciría un rápido desarrollo para
Aysén".

Sin embargo, en Febrero de 1996, Noranda estaba negociando la posibilidad de


formar un consorcio con la empresa australiana Comalco para desarrollar el proyecto,
señalando a la prensa que por el momento el proyecto sólo se había retrasado mientras
se concretaba una alianza estratégica con algún socio interesado en el proyecto.

La materialización del consorcio Noranda-Comalco se anunció en agosto de


1996, a partir de un acuerdo según el cual Comalco compraría el 50% de la propiedad
del proyecto de aluminio en la región de Aysén. Ambas empresas esperaban tomar la
decisión de realizar el proyecto a mediados de 1997, una vez que se concluyeran los
estudios de factibilidad.

Anticipándose a las reacciones ecologistas Robert Biehl afirmaba en septiembre


de 1996 que Alumysa era un proyecto no contaminante. En este contexto el ejecutivo
señalaba "no habrá contaminación a ríos porque no verteremos agua a ellos; las
emisiones de flúor serán tan controladas como nuestro modelo, la planta de aluminio en
Australia, que ha sido premiada por organizaciones ambientalistas y celebrada por
Greenpeace; los beneficios a Chile no sólo serán económicos, sino que permitirá dar
empleo permanente a más de mil habitantes de una zona actualmente deprimida y
favorecerá notablemente el turismo. A su juicio, las críticas al proyecto se debían a la
desinformación que existía entre los grupos ecologistas y algunos parlamentarios.

Para Manuel Baquedano una planta de aluminio en la región iba a "lesionar


seriamente el desarrollo de Aysén como región favorable al ecoturismo y a sus
empresas como la salmonífera".

En julio de 1997 Noranda continuaba con la búsqueda de un socio estratégico


con el cual sacar adelante el proyecto. No obstante anunciaba que a principios de 1998
estaría en condiciones de presentar a la COREMA de la región de Aysén el Estudio de
Impacto Ambiental que verificaría la viabilidad ambiental del proyecto.

Así, después de todas las dificultades encontradas el grupo económico


canadiense se mantenía empeñado en sacar adelante el proyecto. Los grupos
ecologistas, por su parte, seguían intentado detenerlo. La última palabra, por supuesto,
la tendría la COREMA de la región de Aysén, aún cuando se distaba mucho de tener un
estudio y una opinión formada y acabada sobre el tema. Como siempre unos estaban
absolutamente convencidos de las bondades del proyecto y los otros de sus defectos e
impactos no mitigables ni compensables.
14
¿Quién contaminó el río Loa?

El 10 de enero de 1997 El Mercurio de Aclama señalaba que un "derrame de


ácido sulfúrico de El Abra cayó en el Río Loa". De acuerdo con la información
entregada el día anterior por el intendente subrogante, Tomislavc Ostoic, más de 13 mil
litros de solución de ácido sulfúrico y cobre disuelto habían escurrido de una pila de
lixiviación del mineral El Abra cayendo al río Loa en las cercanías del embalse de
Conchi. Por otra parte, Ostoic agregó que la filtración había ocurrido el 15 de diciembre
y que hasta la fecha no existían antecedentes sobre daños ecológicos directos.

En la oportunidad, una de las observaciones realizadas por la COREMA fue que


la empresa debía haber habilitado una piscina, como lo hacen otras mineras, para
prevenir hechos de este tipo, "de manera que ahora deberá abordarlo como tarea
prioritaria".

En tanto la empresa minera informaba a través de Marcelo Núñez, jefe de


Relaciones con el Personal Minera El Abra, que efectivamente había un derrame de una
solución ácida pero que se había logrado diluir el contenido de ácido sulfúrico antes de
que ese caudal fuera utilizado para las labores de riego de los agricultores del Loa.

Por su parte, Ubaldo Argüenez, subgerente de la Empresa de Servicios


Sanitarios de Antofagasta, informó, luego de explorar en terreno los daños, que no había
ningún peligro para la comunidad que consume agua potable debido a que el hecho
ocurrió lejos de las captaciones y después del embalse por lo que "el ácido no pudo
escurrir río arriba". Asimismo aseguró que de haber caído 13 metros cúbicos de ácido
en el embalse estos se hubieran "diluido sin causar mayor peligro a la comunidad. Es
decir no habría tenido efecto por el volumen de agua que existe en el lugar".

En otra perspectiva, el secretario ministerial de minería, Orlayer Alcayaga


estimaba que la posible contaminación del río era "una situación grave por lo que se
tomarán las medidas necesarias para que esto no ocurra nuevamente y se establezcan las
respectivas responsabilidades y sanciones".

Lo anterior no sería sino el preludio de un problema mucho mayor que se


desencadenaría unos meses después. A las 03:00 horas del 12 de marzo de 1997 se hizo
una denuncia en Carabineros por un extraño fenómeno que estaba afectando el cauce
del río Loa, en el sector de Quillagua, donde debido al aumento considerable de sales en
aguas dulces se estaba produciendo una falta de oxígeno que implicó la muerte de 5.000
peces en menos de 24 horas y una grave contaminación de las aguas del Loa.

De inmediato los ecologistas reaccionaron calificando el hecho como una


catástrofe ambiental, por el notable daño a la flora y la fauna que se estaba provocando,
pues el río Loa se habría convertido en una mancha negra y espesa debido al derrame de
una considerable cantidad de metros cúbicos de hidrocarburos.

Los habitantes de Quillagua se encontraban directamente afectados pues la


mancha tóxica ya había llegado a la localidad contaminando la zona. Según el dirigente
Miguel Olate los habitantes del sector temían por sus animales ya que era muy difícil
evitar que bebieran el agua.
En este contexto, el intendente regional Cesar Castillo afirmaba que la
contaminación del río Loa estaba "fuera de control". A mediados de marzo se sabía de
la muerte de aproximadamente 50.000 truchas salmonídeas en el tranque Sloman, que se
alimentaba con las aguas del Loa y que la solución derramada se extendía en una
longitud de 10 a 15 kilómetros. Tras los análisis efectuados se había determinado que el
compuesto no era un hidrocarburo, sino un tipo de Xantato, que es un solvente orgánico
que se utiliza en las faenas de producción minera.

Las autoridades estaban tratando de localizar el punto por donde fluyó la carga
contaminante ya que la empresa causante del daño ambiental no había dado aviso del
incidente como tampoco había informado que tipo de solvente era exactamente, para así
tomar las medidas necesarias.

No obstante, días después, el Gobernador de Tocopilla Pedro Valdés, afirmaba


que según los informes entregados por Codelco Chuquicamata la sedimentación
observada en el río provenía del tranque Sloman y era producto de materias propias de
las riberas del río que había crecido a raíz del invierno boliviano y no por
contaminación externa. Asimismo, el Director del Servicio de Salud, Manuel Zamorano
manifestó su conformidad con el diagnóstico de los laboratorios privados, que
señalaban que la contaminación del río Loa había sido causada por agentes naturales.

Esta información fue confirmada por el Intendente Cesar Castillo quien señaló a
la prensa que la contaminación del Loa se debía a un fenómeno natural. Lo mismo
opinaba el ingeniero químico de la Universidad Católica del Norte Fabricio Queirolo
"las aguas de los ríos de esta región tienen altas concentraciones de cloruros, nitratos e
inclusive arsénico los que al disminuir el caudal se depositan en la orilla y son -más
tarde- nuevamente arrastrados cuando crece el río, especialmente durante el invierno
boliviano".

Pasado unos días, Queirolo junto a otros expertos y científicos de la Universidad


de Antofagasta y la Universidad Católica del Norte descartaron finalmente la causa
natural en la contaminación del río Loa y criticaron el bajo perfil que el gobierno
regional quería darle al tema. Según los resultados de un estudio realizado por ellos si la
tasa de arsénico que se permitía en Chile era de 0.05 miligramos por litro, el sedimento
de El Loa mostró una concentración de 4.636 miligramos por litro. El xantato alcanzó a
554 miligramos por litro en residuos depositados sobre roca, mientras el mercurio llegó
a 1.79 miligramos. En la oportunidad el biólogo Carlos Guerra calificó el derrame como
criminal, puntualizando que los materiales arrojados al río son altamente tóxicos y en
extremo peligrosos para la salud humana.

A fines de marzo de 1997 el diputado del Partido Socialista Alejandro


Navarro afirmó que solicitaría a la Directora de la Comisión Nacional del Medio
Ambiente, Vivianne Blanlot, un estudio integral de la cuenca hidrográfica del río Loa
"ante el inusitado crecimiento del caudal por la presencia de sustancias contaminantes
en el agua".

En la oportunidad el diputado Navarro informó que "en este cauce existe una
mancha que contiene el reactivo xantato que avanza a una hora por kilómetro y llegó a
la desembocadura del río, en el Océano Pacífico, en la mañana de ayer". A su juicio lo
más grave del hecho era que se ignoraba si se trataba de una mancha de naturaleza
tóxica y cuáles eran sus grados de toxicidad pues existían cuatro estudios técnicos no
coincidentes entre sí.

El 31 de marzo de 1997 el intendente regional Cesar Castillo y el diputado


Felipe Valenzuela presentaron un escrito en la Corte de Apelaciones en que solicitaron
la designación de un ministro en visita para que investigue la contaminación del río Loa.
Al parecer de Castillo, el gobierno no podía "entrar a zanjar las opiniones basadas en
estudios de instituciones tan serias como universidades y empresas conocidas a nivel
nacional".

A principios de abril debido a la magnitud de la catástrofe el Gobierno


Regional de la Región de Tarapacá propuso desviar el curso del río Loa con el objetivo
de mitigar los impactos ambientales y la contaminación del mar evitando que la mancha
negra que cubría las aguas del cauce llegaran a la desembocadura. Por mientras las
autoridades de la Región de Antofagasta iniciaron un programa de vigilancia y
monitoreo ambiental de las aguas del mar y se prohibió la extracción de mariscos y
peces en un radio de 5 kilómetros desde la desembocadura del Loa.

Por su parte los tribunales de justicia no dieron cabida a la petición de un


ministro en visita por la contaminación del río Loa pues no existían los fundamentos de
alarma pública para tomar tal decisión. De esta forma la investigación para determinar
las responsabilidades del hecho seguía dependiendo de la labor del juez de María Elena,
instancia que recibió el denuncio inicial de lo que estaba ocurriendo.

Días después se dio a conocer un estudio del Instituto de Salud Pública que
afirmaba que la contaminación del Loa era normal, no detectándose en ellas xantato ni
hidrocarburos volátiles. Al respecto la secretaria regional ministerial subrogante de
salud, doctora Marcela Hernando Pérez, reiteró que lo que estaba ocurriendo se
relacionaba con las crecidas del río y por lo tanto el fenómeno obedecía a causas
naturales.

En este contexto, miembros de la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara de


Diputados, luego de una visita a terreno, recomendaron la búsqueda de una asesoría de
expertos internacionales para enfrentar la contaminación del río Loa y solicitaron la
declaración de emergencia ambiental para ayudar a los pescadores de Caleta Chipana y
a los agricultores del valle de Quillagua.

A mediados de abril expertos de la división Chuquicamata de Codelco


aseguraron que esta empresa cuprera no tenía ninguna responsabilidad respecto a la
contaminación detectada en el río Loa, confirmando que el fenómeno se había originado
por causas naturales y no por posibles filtraciones del tranque de almacenamiento de
relaves de Talabre ya que este estaba construido sobre una capa de arcilla, "con una
impermeabilidad tal que cualquier líquido demoraría miles de años en traspasar esa capa
para llegar a otro lugar".

No obstante, un informe elaborado en terreno por los miembros de la Comisión


de Medio Ambiente de la Cámara de Diputados y dado a conocer por Fanny Pollarolo
señalaba que "aún persiste un alto grado de confusión respecto del exacto origen del
fenómeno observado en el río Loa".
De modo que el 23 de abril, a partir de las iniciativas de los diputados Victor
Barrueto y Alejandro Navarro, se anunció por la prensa que un equipo
multidisciplinario de científicos de la Universidad de Antofagasta iniciaría el primer
estudio global de la cuenca del río Loa, tendiente a conocer la hidrología, biomasa,
calidad de las aguas y su importancia sociocultural en el desarrollo de las comunidades
ribereñas.

Por su parte el Diputado Carlos Cantero aparentemente difundiendo información


de carácter reservado señaló que tanto el informe elaborado por Chuquicamata como el
de la Universidad de Chile e incluso el del Instituto de Salud Pública, que no detectaron
el xantato, no tenía "medida de comparación ante el buen trabajo hecho por los
científicos de la Universidad de Antofagasta". La propia Universidad de Antofagasta
junto con la Universidad Católica del Norte indicaban que esos estudios eran
incompletos, discutibles y que adolecían de serias omisiones.

En este contexto, El Mercurio afirmaba que el envenenamiento del Loa podía


matar la localidad de Quillagua pues los cultivos corrían el peligro de no ser
comercializados debido a efectos de la contaminación. En el reportaje se entrevistaba al
lugareño y presidente de los agricultores Porfirio Vega de 75 años quien afirmaba que
nunca se había visto algo así en el Loa, considerando que hace décadas la crecida
natural de las aguas por el invierno boliviano, inundó grandes proporciones de terreno y
removió sedimentos con furia. Por eso -opinaba- "no pueden ser causas naturales. Antes
dejábamos pasar dos días para regar con las aguas de color chocolate que bajaban con la
crecida. Lo de ahora es distinto, parece petróleo".

Entonces el Gobierno dio a conocer un plan de contingencia multisectorial para


el río Loa y una Guía Metodológica de Evaluación de Impacto Ambiental en
Emergencias que sería elaborado con el apoyo de dos expertos suecos de las Naciones
Unidas. Por el momento se estaba llevando a los habitantes de Quillagua, agua potable,
alimentos y forraje desde María Elena.

No obstante CODELCO reiteraba su inocencia en la contaminación del Loa,


señalando que no existía ninguna relación entre sus procesos productivos y el fenómeno
registrado durante la crecida del río a raíz del invierno boliviano.

Por otra parte, Alejandrina Olivares, asesora técnica de la Asociación de


Agricultores del Valle de Calama, señalaba que habían comprobado que la
contaminación descubierta en el tranque Sloman procedía de Calama.

Ante la confusión creada y la multiplicidad de explicaciones que se lanzaban a la


prensa los diputados de la Región de Antofagasta Fanny Pollarolo, Felipe Valenzuela y
Carlos Cantero presentaron una nueva petición ante la Corte de Apelaciones de
Antofagasta para que se designase un ministro en visita para investigar la contaminación
en el río Loa pues consideraron que existía el delito de daño y que la alarma pública
había sobrepasado los poderes públicos y las fronteras del país.

A fines de mayo la polémica por la contaminación del río Loa era cada vez más
intensa. Parlamentarios de la bancada verde responsabilizaron directamente a empresas
del Estado como las principales causantes del fenómeno. Cantero afirmaba que era
evidente que se había producido "un grave colapso ecológico ambiental de gran
envergadura".

A su vez CODELCO dio a conocer el estudio de una querella criminal por


injurias contra el diputado Guido Girardi por sostener que esta empresa faltaba a la ética
y era la causante del desastre ecológico. No obstante, el diputado contestaba afirmando
que "no lo amedrentarán en su labor fiscalizadora".

A principios de junio, luego de varios recorridos en terreno con distintas


autoridades los expertos suecos del Comité Conjunto para Emergencias Ambientales de
las Naciones Unidas afirmaron que no era posible determinar si intervinieron factores
humanos en la contaminación del río Loa. Asimismo señalaron que había habido falta
de coordinación frente a la emergencia y una carencia de estudios previos que
facilitaran la labor de los servicios públicos.

A mediados de ese mes en una reunión convocada por el intendente de la Región


de Antofagasta los miembros de las distintas entidades del Estado coincidieron en que
toda la comunidad tenía culpa en la contaminación del río. El Jefe del Servicio Agrícola
Ganadero, Carlos Pardo, señaló en la oportunidad "yo invito a los calameños a que
hagan un recorrido desde Calama hasta Chiu-Chiu y vean como está impactado. Toda la
ribera con bolsas, papeles y otros".

Sin embargo, a esta altura de la polémica, existía la opinión unánime entre


quince limnólogos de cinco universidades de que no era posible sostener seriamente que
lo que había sucedido en el río se debiera a causas naturales. Según la doctora Irma Vila
de la Universidad de Chile "lo que debió ocurrir, y que nadie quiere admitir, es que la
contaminación del Loa se produjo por el vertido de desechos contaminantes poco antes
o durante las lluvias, pensando que estas los eliminarían, o fue provocada por la
remoción de una acumulación de botados previos, que se estancaron en el tranque".
Según la bióloga, "los xantatos, que fueron los agentes detectados en el Loa, son
utilizados en la producción cuprífera y al igual que la espuma que se formó sobre el
torrente, no existe en ningún sistema natural". Asimismo estimaba que traer científicos
extranjeros había sido un agravio a la capacidad de los científicos nacionales.

No obstante, en vista del informe final elaborado por los expertos suecos, que
reiteraba que en la contaminación del río era un incidente que no podía explicarse con
los antecedentes disponibles, la Intendencia de la Región de Antofagasta dio por cerrado
el polémico caso de la contaminación del río Loa.

Según concluyó el informe internacional la causa de la polución detectada en el


curso fluvial del norte de Chile "no puede ser completamente explicada", agregando que
era "un hecho que debe ser aceptado".

En este contexto, la diputada Fanny Pollarolo lamentó que no se encontraran los


responsables de la contaminación. Asimismo la doctora Irma Vila reiteró que los
especialistas nacionales habían visto elementos activos, que no se producen por causas
naturales sino por acción del hombre. Por su parte, Manuel Baquedano, Presidente del
Instituto de Ecología Política, señaló que se mostraba escéptico ante el resultado de las
investigaciones realizadas por los expertos suecos, pues era "imposible, ya que no puede
existir algo así por causas naturales". Finalmente, en una declaración pública, los
científicos de la Universidad Católica del Norte validaron una vez más el informe que
habían realizado. Sin embargo, nadie asumió responsabilidades por la contaminación
del Loa.

Hacia fines de 1998, "investigadores de la Universidad de Antofagasta


determinaron tras meses de trabajo que peces mantenidos en aguas contaminadas del río
Loa eran recogidos durante la emergencia ambiental de marzo de 1997 murieron debido
a agentes tóxicos que no tienen un origen natural". Estas conclusiones fueron entregadas
por el doctor en Biología de la Universidad de Antofagasta Carlos Guerra durante el IV
Encuentro Nacional de Química Analítica que se realizó en la Universidad Católica del
Norte.
15
Buque con material radiactivo amenaza Chile: ¿pasará el barco con plutonio por
el Cabo de Hornos?

El 25 de agosto de 1996 Greenpeace denunciaba como "una amenaza sin


precedentes para la humanidad" el traslado de material radiactivo altamente peligroso
desde Francia a Japón a través del Cabo de Hornos. Según la organización ecologista el
plutonio provocaría "diversas enfermedades mortales a quienes sean expuestos a su
presencia, contaminaría las fuentes de agua dulce y las playas, haría incomibles los
productos agrícolas y obligaría a suspender la pesca y extracción de mariscos por años".

De inmediato la Cancillería chilena inició una investigación tendiente a


corroborar la veracidad de las denuncias formuladas por Greenpeace. El propio
Canciller Enrique Silva Cimma "yo he pedido la aclaración y averiguación del caso y la
Cancillería está tomando contacto con Greenpeace, y según las informaciones concretas
que tengamos vamos a tomar una resolución".

Rápidamente cundió la alarma en todos los sectores de opinión pública del país.
La Dirección del Territorio Marítimo y Marina Mercante de la Armada Nacional
(Directemar) tomó contacto con la Comisión Nacional de Energía Nuclear para
coordinar las medidas que podría requerir. Por su parte la Cancillería se preocupó de
hacer estudios para evaluar la verdadera dimensión del problema.

En la oportunidad, el senador Ronald Mc-Intyre señaló que, a pesar de la


tremenda inquietud que había, Chile no tenía soberanía ni derecho a impedir el paso de
la nave pues el Akatsuki Maru pasaría por aguas internacionales y no territoriales.
Además afirmó que en el derecho internacional marítimo no estaba regulado el tráfico
de buques con material radioactivo como el plutonio.

No obstante, la Cancillería, la Armada, la prensa y en general la ciudadanía se


mantuvo expectante y alerta ante el problema. Una de las mayores dificultades que se
enfrentaban era la precaria información que se disponía. Por ejemplo el vocero de
Directemar aseguraba que ignoraba la identidad y el tipo de carguero que trasladaría el
material radioactivo.

Por su parte, el consejero de la Embajada de Sudáfrica en Santiago afirmaba a la


prensa que su país "no aceptaba que convoyes con material radiactivo transiten o hagan
escala en aguas territoriales". Descartando absolutamente el paso del Akatsuki Maru por
el cabo de Buena Esperanza.

A principios de septiembre, en Argentina, una asamblea de legisladores


nacionales, provinciales y comunales rechazaron el eventual paso por aguas territoriales
del barco japonés que contenía una tonelada de óxido de plutonio en sus bodegas,
advirtiendo que era "terrible y criminal. Si el contenido se derrama o se produce una
colisión se contaminaría media Patagonia y sus efectos se extenderían por todo el
hemisferio; un solo gramo de plutonio produce cáncer".

A mediados de septiembre el Presidente de la República Patricio Aylwin afirmó


que si los informes que estaba realizando el gobierno respecto al paso del barco japonés
Akatsuki Maru por aguas territoriales chilenas derivan en sospechas de un mínimo
riesgo para el medio ambiente marino nuestro país se opondrá al cruce de esta nave.

No obstante, al gobierno se le criticaba su demora en adoptar una posición


oficial sobre el eventual paso de un barco con plutonio por el Cabo de Hornos. El
problema fue mayor cuando el diputado PS Vladislav Kuzmicic informó a la prensa que
se preveían 45 viajes de barcos con plutonio en la década de los noventa.

Japón por su parte no fijaba ni la ruta ni la fecha del viaje del Akatsuki Maru,
aduciendo problemas de seguridad, especialmente por posibles atentados terroristas.
Durante los meses de octubre y noviembre de 1992 prácticamente todos los días
aparecieron noticias sobre el eventual paso del barco maldito por el Cabo de Hornos,
inclusive por aguas territoriales chilenas. Asimismo se hicieron gestiones de todo tipo
para evitar la catástrofe. Se iniciaron contactos oficiales con Argentina y Brasil para
rechazar el paso del barco, se realizaron foros internacionales para analizar el problema,
incluso se presentó un proyecto de ley para impedir accidentes por radioactividad y el
paso de plutonio. Dirigentes políticos humanistas le plantearon al Ministro de
Relaciones Exteriores “su total oposición a la posibilidad de que el navío japonés
navegue cerca de las costas chilenas”. El CODEFF declaró insuficiente la labor de la
Cancillería y el gobierno. Los ecologistas iniciaron una gran campaña. El tema fue
ampliamente debatido por expertos y principiantes. Todo el país opinó sobre el paso del
Akatsuki Maru.

Ha sido una de las pocas veces en que prácticamente toda la opinión pública
nacional está de acuerdo sobre la necesidad de impedir el paso del buque con plutonio.
En este contexto Chile y Argentina emitieron una declaración oficial donde no se
aceptaba el tránsito por el mar territorial y los puertos de ambos países.

No obstante, analizando el problema desde otra dimensión, Eduardo Bobadilla,


Presidente de la Comisión Chilena de Energía Nuclear, señaló a la prensa que los
traslados de material radioactivo se realizaban hace mucho tiempo bajo extremas
medidas de seguridad. Asimismo, la oficina gubernamental argentina sobre política
nuclear aseguró que el barco era seguro, defendiendo su derecho a navegar.

Otro que tampoco estaba de acuerdo con la alarma pública generada fue el
Almirante en retiro José Toribio Merino quien señaló a la prensa que el buque con
plutonio no revestía riesgo alguno pues "no puede ni tan siquiera suponerse que quienes
transportan el plutonio lo hagan sin previamente haberlo envasado en forma tal que
brinde todas las garantías para que nada suceda".

Japón, por su parte, rechazó las críticas, enfatizando la seguridad del barco y de
su carga de plutonio.

Sin embargo, el 31 de octubre el Instituto de Protección y Seguridad Nuclear de


Francia cuestionó la confiabilidad de los equipos de protección y exigió a Japón
respuesta a once preguntas sobre aspectos críticos de la seguridad a bordo del Akatsuki
Maru.
A principios de noviembre de 1992 el barco japonés zarpó hacia el puerto de
Cherburgo para cargar el plutonio. Al ingresar a la bahía la nave Moby Dick de
Greenpeace trató de interponerse en su ruta pero las tropas francesas que resguardaban
el barco embistieron la embarcación. En el incidente dos militantes ecologistas fueron
heridos de gravedad, uno de ellos quedó sin una mano pues la hélice de una nave militar
se la amputó luego de haber caído al agua.

Luego de cargar el plutonio el barco japonés zarpó con rumbo desconocido,


manteniendo en el más estricto secreto la ruta del buque. Esta era informada
permanentemente por ecologistas que no perdieron vista a la nave a pesar de los
hostigamientos del barco escolta Sikishima.

Por otra parte, el gobierno de Japón, reconociendo las críticas de que era objeto
anunció que el buque no incursionaría en aguas territoriales de otros países.

No obstante, el CODEFF presentó un recurso de protección en contra del


gobierno japonés y el ministro de relaciones exteriores de Chile Enrique Silva Cimma.
Pero a los pocos días la Sala de la Corte de Apelaciones de Punta Arenas se declaró
incompetente.

La FECH y otras organizaciones convocaron a una manifestación pacífica frente


a la embajada japonesa en la que fueron detenidos dos jóvenes.

El 20 de noviembre el barco con plutonio cruzó hacia el sur la Línea del


Ecuador. Todo parecía indicar que el barco pasaría por el Cabo de Hornos. A los pocos
días Greenpeace anunciaba que el barco se dirigía hacia el Cabo de Buena Esperanza. El
Canciller chileno defendía la actuación de Chile señalando que lo sucedido era un logro
de la diplomacia nacional pues se había actuado con el máximo de energía.

El peligro del Akatsuki Maru había desaparecido....finalmente después de


atravesar el Cabo de Buena Esperanza y navegar por el Océano Indico, donde
Greenpeace perdió el rastro, el buque arribó a Japón el 5 de enero de 1993.

Dos años después, en marzo de 1995, se reabriría la polémica pero con menos
fuerza, tornando el traslado de plutonio casi en un hecho inadvertido por la ciudadanía.
Paradojalmente esta vez si fue el Cabo de Hornos la ruta elegida para el traslado del
material radiactivo.

En la oportunidad, la Cancillería y la Armada prohibieron el paso del buque por


aguas jurisdiccionales chilenas. Sin embargo, el barco debió desviar su ruta e ingresar a
aguas nacionales debido a los fuertes vientos y las peligrosas olas que lo envolvieron,
desconociendo la prohibición de la Armada, la que en una arriesgada maniobra debió
interceptar el rumbo del "Pacific Pintail" y obligarlo a salir de nuestras aguas
jurisdiccionales.

Nuevas denuncias sobre el paso de barcos con plutonio por el Cabo de Hornos se
realizaron en febrero y diciembre de 1996 pero la cobertura periodística fue
notablemente menor. El transporte de material radioactivo dejó de ser un hecho
inquietante para la ciudadanía o bien para los periodistas.
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Algunas de estas historias continuarán ....

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PRENSA REVISADA PARA ELABORAR
LOS ESTUDIOS DE CASOS
Período 1992 a 1998

Diario Oficial La Estrella de El Loa


El Diario La Estrella, Iquique
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La Cuarta Revista Qué Pasa
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Instituto de Historia
Pontificia Universidad Católica de Chile
HISTORIA o 37, Vol. II, julio-diciembre 2004: 289-310
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LANMINERÍA EN CHILE 289
ISSN 0073-2435

PABLO CAMUS GAYAN1

LOS BOSQUES Y LA MINERÍA DEL NORTE CHICO, S. XIX.


UN MITO EN LA REPRESENTACIÓN DEL PAISAJE CHILENO

Diversos estudios han planteado que los privilegios que el denuncio de bosques
otorgaba a los mineros habrían provocado el deterioro irreversible del ambiente del
Norte Chico. El presente artículo pretende relativizar esta tesis planteando que el
paisaje era semiárido antes de la expansión de la minería y proponiendo la hipóte-
sis que la discusión para derogar los denuncios fue un conflicto entre mineros y
agricultores por definir la propiedad de los bosques, pero de los que se encontra-
ban más al sur.

Palabras clave: Bosques, minería, medio ambiente, agricultura.

Several studies had stablished that the privilege that the claim or denounce of
forests that have been given to the miners had caused the irreversible damage to
the land of the Norte Chico. This article pretends to diminish this thesis, arguing
that the lands was semi dry o semi desertic before the expantion of mines
suggesting the hipothesis that the argument to stop with the claim was a struggle
betwenn the miners and the farmers to define the property of the forets, but the
ones further south.

Key words: Forest, minning, environment, agriculture.

EL ESCENARIO NATURAL

Intentaremos reconstruir el paisaje, específicamente los bosques en relación con


las tierras despejadas, en el siglo XVIII y principios del siglo XIX. Con este
objetivo analizaremos las descripciones de viajeros y científicos sobre el Norte
Chico. La idea es conocer cómo se percibió el paisaje de la región antes del
período de expansión minera, en el cual se producen las transformaciones más
importantes. ¿Cuál era la distribución del bosque y de las tierras despejadas? ¿Cuál
fue la magnitud de las modificaciones provocadas por los avances en los procesos
de colonización del territorio al norte del país?
Parece evidente que, por las condiciones climáticas imperantes, las regiones del
norte del país nunca fueron boscosas. No obstante, sin duda que existía una impor-
tante vegetación compuesta de árboles de clima seco o semiárido como el chañar,

1 Doctor en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad de


Toulouse, Francia. Correo electrónico: pcamusg@puc.cl
290 HISTORIA 37 / 2004

el algarrobo y el algarrobillo. Aparentemente a inicios del siglo XVIII estos chapa-


rrales abundaban en las quebradas y en los valles formados por los ríos de las
provincias de Atacama y Coquimbo.
Según algunos autores, en el siglo XVIII comienza la expansión de las activida-
des mineras, la que modificará notablemente la distribución de bosques y tierras
despejadas en la región2.
Carlos Sayago en su Historia de Copiapó plantea que al fundar la ciudad en
1744, el corregidor Francisco Cortez, acompañado de los vecinos más notables, se
internó por entre los árboles y matorrales que por tanto tiempo habían sido la espalda
del pueblo viejo y, tendiendo cordeladas de 150 varas, trazó la plaza, las manzanas y
las calles de la villa, que fue bautizada con el nombre de San Francisco de la Selva,
en honor del santo patrono del corregidor y en recuerdo de la selva que desde ese día
debía desaparecer para dar paso a la nueva población. Después se inició el desmonte
y la adjudicación de los solares. Este autor señala que había allí una

“vegetación lujuriante y salvaje … había entonces bosques impenetrables de


chañares de algarrobos de espinos y de olivillos, cercados de grandes campos
de dadín, chilca, amancay y brea … nos consta por los nombres de los diversos
puntos de nuestro territorio: allí Chañaral y Chañarcillo, aquí Carrizal y Carri-
zalillo, Cachiyuyal y Cachiyuyo, acá Totoral y Totoralillo, el Algarrobal, el
Breadal y tantos otros que acusan la pasada existencia de bosques, de abundan-
te follaje y de copiosa verdura3”.

Sayago recuerda el memorable algarrobo de Tinajitas, en la hacienda Ramadi-


lla, a partir del siguiente párrafo del copiapino Jotabeche, escrito en 1842:

“Podéis asilaros en verano bajo un asombroso algarrobo de tan manifiesta anti-


güedad que quizás os recostéis en el mismo sitio donde, más de tres siglos ha,
celebraron los indígenas sus consejos de guerra … ha sido tasada la madera de
este árbol en mil pesos, puede cubrir con su sombra un batallón entero y a pesar
de su ancianidad, se conserva tan vivo y tan verde como el joven roble que
acaricia con sus ramas las corrientes del Maule o del Bio Bio4”.

No obstante, se deben tomar con cuidado las apreciaciones de Sayago, quien


escribió en la década de 1870, un período donde culmina el proceso que culpó a los
mineros de la devastación de la vegetación en la región y se consiguió, por este
medio, la derogación de los denuncios de bosque en el Parlamento. Este cuidado
deriva del análisis de la descripción que los viajeros hacen del paisaje del Norte
Chico antes de la expansión de las fundiciones. Por ejemplo, Amadeo Frezier,

2 Un ejemplo reciente sobre la deforestación de las provincias del Norte Chico, Mauricio Fol-
chi: “La insustentabilidad de la industria del cobre en Chile: los hornos y los bosques durante el siglo
XIX”. Mapocho, N° 49, 2001.
3 Carlos María Sayago: Historia de Copiapó. Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires,
1973 (primera edición 1874), 133-134.
4 Ibid., 314.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 291

señalaba que, a principios del siglo XVIII, en el puerto del Inglés, probablemente
la actual Bahía Inglesa, “no hay agua, ni leña”. En Caldera, la leña era muy difícil
de encontrar y para obtenerla había que “internarse cinco o seis leguas en el valle
donde pasa el río”5. En 1744, José Fernández Campino señalaba que el Obispado
de Santiago, comprendido entre los ríos Copiapó y Maule, especialmente hacia el
norte, tenía un:

“temperamento por lo general seco; y en particular todo lo que le pertenece de


la otra banda de la cordillera y provincia de Cuyo; y de esta el corregimiento de
Copiapó, Coquimbo y aun mucha parte del de Quillota, por ser más escasos los
ríos y manantiales; motivo por el cual se trafica con miramiento a los aloja-
mientos que suelen estar faltos de agua, y con ningún pasto, y por que se
atrasan las labores y beneficios de las minas, que cargan casi todo por esta
parte. Hasta que con el beneficio de las lluvias de invierno y nevadas de la
cordillera, vuelven a correr los manantiales y a reverdecer los campos, de suerte
que mirando y cotejando lo fértil y hermoso de la primavera, abundancia de
todas flores y pastos, con lo agostado, árido y seco del estío e invierno, y por
que va de extremo a extremo, solo los parajes de ríos, son abundantes sus vegas
o serranías, o las haciendas que merecen alguna acequia de ellos fructifica
incesantemente copiosos frutos y cuantos quisiesen plantar o sembrar en ellos,
con tal abundancia que todo es un múltiplo; casi incapaz de decirse por la
contingencia de creerse. Sin este beneficio del agua es comúnmente todo el
Obispado muy seco6”.

En 1775, el corregidor de Copiapó Antonio Martín planteaba que, a treinta años


de fundada la villa, uno de los principales problemas era la carencia de maderas
para construir edificios. De hecho, la construcción de la parroquia se encontraba
suspendida por la escasez de madera7.
En Descripción del Reyno de Chile, obra escrita a fines del siglo XVIII y
atribuida a Thaddaeus Haenke pero escrita por un miembro de la expedición Ma-
laspina, se representa la región de Copiapó como de clima seco, aunque en las
quebradas y en los valles, que se forman en los ríos, arroyos y puquios, alimenta-
dos por las nieves de la cordillera de los Andes, “se encuentran varias florestas y
algunas vegas aunque de corta extensión”. En cambio, los cerros estaban “peinados
y desnudos de árboles”8.
El corregidor de la provincia de Copiapó señalaba en 1756 que en las haciendas
de los dos valles del partido de Copiapó se producían 10.000 fanegas de trigo,
10.000 fanegas de frejoles y 7.000 arrobas de vino. Por lo que podemos pensar que

5 Amadeo Frezier: Relación del viaje por el mar del sur. Biblioteca Ayacucho, Caracas, Vene-
zuela, 1982, 131.
6 José Fernández Campino: Relación del Obispado de Santiago.1744. Editorial Universitaria,
Santiago, Chile, 1981, 23.
7 Francisco Solano (ed): Relaciones geográficas del Reino de Chile. 1780, Santiago, Chile, 1995, 59.
8 Thaddaeus Haenke: Descripción del Reyno de Chile. Editorial Nascimento, Santiago, Chile,
1942, 190.
292 HISTORIA 37 / 2004

las mejores tierras estaban despejadas, en plena producción y disputando el espacio


con los árboles9.
En consecuencia, si en su mayoría los cerros se encontraban desnudos de árbo-
les y estos se hallaban en el valle y en las quebradas, donde también se realizaban
ciertas prácticas agrícolas, es factible pensar que existieron muchos lugares bosco-
sos, pero que las mejores tierras estaban despejadas y habilitadas para la agricultu-
ra. Probablemente solo las quebradas más pequeñas y escondidas debieron presen-
tar una hermosa vegetación, pero lo que predominaba eran los cerros desnudos.
La provincia de Coquimbo también debió presentarse como un paisaje seco a los
hombres del siglo XVIII. En el valle de Coquimbo, hoy de Elqui, se había fundado la
ciudad de La Serena, junto a “un pequeño valle lleno de árboles siempre verdes, la
mayor parte de los cuales pertenece a esa especie de mirto que los españoles llaman
arrayanes. En medio de esos hermosos bosquecillos se ve serpentear el río Coquim-
bo, casi siempre vadeable, que abastece de agua a la ciudad y riega los prados de los
alrededores después de haber nacido en las montañas, donde fertiliza, al pasar, varios
hermosos valles cuyas tierras nada niegan al labrador”10. Lo mismo anota Fernández
Campino, quien señala que, por su ribera norte, el río Elqui estaba lleno de arraya-
nes11. Un testimonio similar recoge el corregidor de la zona en 1780, quien plantea
que La Serena fue fundada en una zona rodeada por la parte norte y la del oeste por
una hermosa vega vestida de arrayanes y otros árboles silvestres12.
Sin embargo, más allá del valle de Elqui, en la bahía de Coquimbo había “poca
leña y muy delgada y de mala calidad: el agua también es mala y se hace con
mucha dificultad”13. Amadeo Frezier señalaba que a principios del siglo XVIII, en
la bahía de Coquimbo, no había “otra leña que la de algunos matorrales, que solo
sirve para calentar el horno, salvo que uno se interne bien adentro en el valle que
está a tres leguas del puerto”. Por su parte, José Antonio Becerra afirmaba en 1791
que entre Santiago y La Serena

“las más de las montañas, despobladas hasta de leña y arbustos, deleitan poco a
la vista. En sus faldas y quebradas se hallan algunos y en parte espino, litre,
algarrobo, y algún otro árbol de poca corpulencia, que sirven para reparo de las
minas y construcción de ranchos14”.

Es decir, en Coquimbo, al igual que en Copiapó, en general, las cajas de los


ríos y las quebradas debieron estar más o menos cubiertas de una vegetación
adaptada a las condiciones del ambiente árido de la zona.

9 Francisco Solano (ed): Relaciones económicas del Reino de Chile, 1756, Madrid, 1994, 59.
10 Amadeo Frezier: Relación del viaje por el mar del sur. Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1982,
124.
11 José Fernández Campino : Relación del … Op. Cit., 47.
12 Francisco Solano (ed): Relaciones económicas … Op. cit., 195.
13 Alejandro Malaspina : Viaje político científico alrededor del mundo por las corbetas Descu-
bierta y Atrevida. Desde 1789 a 1794. Madrid, 1885, 536.
14 Becerra , José Antonio: “Representación de don José Antonio Becerra al M.I.S.P. don Ambro-
sio Higgins Vallenar. Revista Chilena de Historia y Geografía. Santiago, N° 112, 1948, 383.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 293

En 1600, fray Diego de Ocaña señalaba que en las 70 leguas que separan
Coquimbo de Santiago la “tierra es llana y escombrada de árboles, sino es en los
valles por donde pasan ríos”15. En los mejores valles esta vegetación silvestre
disputaba el espacio con las actividades agrícolas, pues en todos los sectores rega-
dos la tierra era fértil y producía todo género de árboles frutales, flores y legum-
bres provenientes de Europa, especialmente trigo, viñas y legumbres, como tam-
bién numerosas hierbas medicinales16. Frezier destacaba que en los valles de Elqui,
Sotaqui, Salsipuedes, Andacollo y Limarí se obtenía trigo para cargar cuatro o
cinco navíos de 400 toneladas con destino a Lima. También estos valles abastecían
a Santiago de vino y de aceite “el que es considerado el mejor de la costa”17.
Insertando en su Descripción del Reyno de Chile atribuida a Thaddaeus
Haenke, la representación de Antonio Pineda del camino entre Coquimbo y Punita-
qui, señala que entraron a

“un caxón de la Cuesta del cura o Martencillo, pequeño valle agostado y escaso
de aguas: cúbrese, no obstante, de variedades de plantas, arbustos y árboles,
más o menos frondoso a proporción de su proximidad al agua18”.

Observaba que, en general, los hombres habitaban las quebradas y valles, en cam-
bio “los parajes altos son solitarios”19. Así al llegar a Samo Alto se encontró con un:
hermoso valle, por el cual pasamos, recreando nuevamente la vista con los árboles
y arbustos verdes que crecen en su umbría (y) se contrapone con la aridez de las
montañas que le cercan20.
A fines del siglo XVIII, en Sotaquí y Combarbalá se cortaban y comerciaban
maderas de algarrobo21. Sin embargo, en general, la falta de árboles de grandes
dimensiones era propia de las características ambientales de estas regiones semiári-
das y uno de los problemas de las actividades mineras, según se desprende de la
siguiente reflexión del teniente del navío Don Quintano, “la falta de maderas gran-
des será siempre en mi sentir, un atraso para el beneficio de esta mina (Punitaqui)
tanto para enmendar las galerías que lo necesitan, cuanto para los molinos y demás
ingenios que tanto facilitan esta especie de faenas. En el día las que están enmade-
radas no tienen seguridad, y se ven los palos de espino rotos por el demasiado peso
a que no pueden resistir por su poca corpulencia y figura tortuosa”22.
Peter Schmidtmeyer, aunque un poco tardíamente respecto del inicio de la ex-
pansión minera, señalaba que en su viaje al Norte Chico, en 1820 o 1821, había
“oído que en muchas minas, la mayor parte del valor del cobre obtenido está

15 Ocaña, Diego de: Relación del viaje a Chile, año de 1600. Introducción de Eugenio Pereira
Salas. Separata de los Anales de la Universidad de Chile, s/f., 6.
16 Ibíd.
17 Amadeo Frezier: Relación del viaje por … Op. cit., 127.
18 Thaddaeus Haenke: Descripción del … Op. cit., 213.
19 Ibid. 215.
20 Ibid. 219.
21 Francisco Solano (ed): Relaciones económicas … Op. cit., 204 y 205.
22 Thaddaeus Haenke: Descripción … Op. cit., 234.
294 HISTORIA 37 / 2004

absorbida por el solo transporte de leña y agua”. Más adelante, refiriéndose a la


bahía de Coquimbo, escribía que “las montañas forman aquí un escenario lindo
pero desnudo”. Hacia el interior del valle “los montes eran de formas suaves y
bonitas, con lindas cañadas, pero con muy poca vegetación”. El recorrido entre
Coquimbo y Huasco, hacia el norte, fue “regulado por las viviendas distantes del
camino, y estas solo se encontraban donde un débil manantial daba una provisión
suficiente de agua para unas pocas personas. Dos o tres higueras grandes a su
costado, y una vista ocasional de las montañas superiores de los Andes, eran los
objetos que contribuían a romper la uniformidad de un escenario casi desolado”.
De Coquimbo hacia el sur “el camino nos llevaba a veces a lugares donde una
débil corriente hacía que arbustos y matorrales aparecieran con un verde agradable;
pero los cerros y las montañas tenían un manto delgado y parcial de plantas carbo-
nizadas. El algarrobo había desaparecido casi, y la acacia permanecía en posesión
de algunas zonas, junto con aloes y tunas”23.
Los altos de Canela Baja y el valle de Choapa eran, según Fernández Campino,
de “buen temperamento y saludable; aunque por lo general tiene falta de riego y
predomina la aridez”24. Con esto pensamos que Fernández Campino nos indica que
estos parajes no eran mucho más húmedos y arbolados que Coquimbo y Copiapó.
La expedición de Alejandro Malaspina describió, a fines del siglo XVIII, la bahía
de Pichidangui señalando que “aunque el temperamento es benigno, la falta de
agua tiene sus campiñas a muchas leguas de él, áridas y enteramente despobladas;
por esta razón sus contornos carecen de toda especie de producciones y consi-
guientemente está abandonado de las embarcaciones mercantes. La leña es escasa,
mucho más el agua, y el puerto carece enteramente de pescado”25.
No obstante, del valle del Choapa o de la bahía de Pichidangui al sur, aparente-
mente, los suelos se presentaban con una mayor cubierta de árboles, especialmente
por el camino de la costa, en los valles y quebradas que forman los ríos, y en los
faldeos de la cordillera de la Costa. José Antonio Becerra señalaba, en este sentido,
que “por el camino de la costa, particularmente pasado de la cuesta de las vacas, y
en los valles que riega el río de la Aconcagua, que por Quillota baja a desaguar a la
mar, desde la estancia de Purutún del señor Marqués de Azúa, se hallan maderas
bastante buenas y en abundancia”26.
Todavía en 1857 Amado Pissis observaba que en las haciendas de Conchalí, de
Las Vacas y de Huentelauquén se observaba

“Con gran abundancia una acacia arborescente, el algarrobo, el boldo i un gran


número de synantéreas arborescentes. En las partes pantanosas i en los llanos
estrechos que ocupan el fondo de los valles la vegetación arborescente se en-

23 Peter Schmidtmeyer: Viaje a Chile a través de los Andes. En los años 1820 y 1821. Editorial
Claridad, Buenos Aires, 1947, 251, 257, 267, 258 y 246.
24 José Fernández Campino: Relación del Obispado … Op. cit., 452.
25 Alejandro Malaspina: Viaje político científico … Op. cit., 535.
26 José Antonio Becerra: Representación de don José Antonio Becerra al … Op. cit. 383.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 295

cuentra representada por el canelo, la patagua, el maquí i diversas especies de


arrayanes27”.

En Petorca, el combustible era “todavía muy abundante en la parte superior de


los valles i en las cercanías de la costa facilita ahí el establecimiento de ingenios
para el beneficio de aquellos minerales”28. En la provincia de La Ligua, las monta-
ñas “sobre todo aquellas cuya vertiente sur corresponde a este departamento se
encuentran todavía algunas extensas superficies de bosques que son explotados
actualmente para el beneficio de los minerales de cobre”29. En cambio, en Aconca-
gua, donde se habían establecido antiguas explotaciones de cobre “el consumo de
las leñas marcha con una rapidez espantosa i la provincia de Aconcagua ofrece un
ejemplo bien triste de esta aserción. Donde existieron hermosas selvas, no se en-
cuentran ya hoy, sino áridas rocas”30.
En suma, tal como se desprende del análisis de las descripciones del paisaje del
Norte Chico realizado, es posible afirmar que en el siglo XVIII los cerros de esta
región nunca estuvieron cubiertos de vegetación natural, pues esta se concentraba
fundamentalmente en los valles y quebradas e incluso debía competir por espacio
con los cultivos agrícolas prehispánicos e hispánicos. Así, en general, puede afirmar-
se que en esta región los cerros estaban despejados de árboles, pero que las quebra-
das y los valles formados por ríos estaban en parte poblados de algarrobos, espinos y
otras especies xerófitas. Aun el argumento de los toponimios, generalmente citado
para reafirmar la tesis de la abundancia de vegetación, se relaciona más con la idea
de la existencia de vegetación solo en las quebradas y valles. Chañaral, Chañarcillo,
Carrizal, Carrizalillo, Cachiyuyal, Cachiyuyo, Totoral, Totoralillo, Juncal, Algarro-
bal, en fin, muchos toponimios que señalan vegetación, pero que, a la vez, designan
quebradas y pequeños valles definidos y reconocibles en el territorio.

LA CONSTRUCCIÓN DE UN DISCURSO

La corona española legisló en favor de la protección de los bosques en sus domi-


nios americanos, ordenando a las autoridades locales, como son los corregidores y los
cabildos, su administración, mantención y fomento. La Novísima Recopilación de las
Leyes de España, conjunto de leyes vigentes al momento de la Independencia, ordena-
ba en su libro VII, que los montes que habían sido “restituidos a las ciudades por los
corregidores y jueces comisarios se conservasen, autorizando la corta de árboles solo
en aquellos montes que fuesen muy grandes y con tal que se dejase la planta en estado
de volver a crecer”31. Asimismo, las Leyes de Indias pusieron énfasis en establecer que

27 Amado Pissis: “Descripción topográfica i geológica de la provincia de Aconcagua”. En:


Revista de Ciencias y Letras, 1857, 282.
28 Ibid., 291.
29 Ibid., 296.
30 Ibid., 294.
31 Novísima recopilación de las leyes de España dividida en XII libros en que se reforma la
recopilación publicada por el señor don Felipe II en el año de 1775. París, 1831.
296 HISTORIA 37 / 2004

los montes, pastos y aguas fuesen comunes a españoles e indios, lo que explicaría que
la tuición de los bosques se confiara a los cabildos.
Las Reales ordenanzas para la dirección, régimen y gobierno del importante
cuerpo de la minería en Nueva España, el más importante de todos los cuerpos de
legislación minera en América, fue aprobada para aquel virreinato el 22 de mayo
de 1783; posteriormente, por cédula de 8 de diciembre de 1785, dirigida al virrey
del Perú, se mandó adoptarlas en el Perú y en Chile. En nuestro país estuvieron
vigentes hasta la aprobación del Código de Minería en 187432.
Las ordenanzas de Nueva España disponían en su Título XIII, artículo 7, que
las diputaciones territoriales podían visitar, reconocer y examinar con frecuencia
las fuentes manantiales perennes que forman el caudal de las aguas que sirvan para
mover las máquinas de la minería, a fin de poder representar a la justicia, con
oportunidad y debida instrucción, para que se evite en ellos, o en sus cercanías el
desmonte de los montes que los cubran o se rocen para sembrar o cualquier otra
cosa que se haga para agotarlos o aminorarlos. El artículo 14 del mismo título
señalaba, respecto de la leña y el carbón, que a los leñadores y carboneros “les
prohibo con el mayor vigor la corta de los renuevos de árboles para hacer leña y
carbón; y ordeno que donde no los hubiere se trate de plantar y replantar arboledas,
principalmente en los sitios y parajes donde anteriormente los hubo”33.
De las disposiciones señaladas se deduce que la Corona de Castilla se preocupó
de legislar sobre el manejo de los bosques. Sin embargo, aparentemente, no se
ocupó de asegurar el buen cumplimiento de las medidas. Es posible que las distan-
cias, la escasa densidad de la población, las difíciles comunicaciones y la permisi-
vidad de los cabildos favorecieran el escaso cumplimiento de la ley, sobre todo en
Chile, donde, además de lo anterior, los recursos madereros parecían inagotables.
Asimismo, que los bosques, pastos y aguas fuesen comunes también provocó efec-
tos negativos ya que nadie se preocupó de su conservación y fomento. También
contribuyó a la destrucción de los bosques de Chile el denominado “denuncio de
bosques” que en la práctica permitió a los mineros disponer de las maderas y los
combustibles necesarios para la explotación de los minerales.
El artículo XII del Título XIII de las ordenanzas, señalaba que:

“los montes y selvas próximas a las minas deben servir para proveerlas de
maderas con destino a sus maquinas y de leña y carbón para el beneficio de sus
metales; entendiéndose lo mismo con los que sean propios de particulares con
tal que se les pague el justo precio: en cuya forma será a estos prohibido, como
lo prohíbo, el que puedan extraer la madera, leña y carbón las dichas pertene-
cías para otras poblaciones que puedan proveerse de distintos parajes34”.

32 José Bernardo Lira: Esposición de las leyes de minería en Chile. Imprenta del Mercurio,
Valparaíso, 1870, 12. Alejandro Vergara Blanco: Principios y sistema del Derecho Minero. Estudio
histórico dogmático. Editorial Jurídica de Chile, Santiago, Chile, 1992, 57.
33 Ordenanzas de Minería i colección de las órdenes y decretos de esta materia. París, Librería
de Roser y Bouvet, 1854, 139.
34 Ibid., 138.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 297

En efecto, las Ordenanzas de Nueva España permitían a los mineros usar las
maderas de los bosques para construir casas, ingenios de fundición y toda obra
necesaria para el laboreo de minas o para el beneficio o afinación de metales,
aunque fuere en un sitio diferente al de sus minas; hacer pastar bueyes y bestias de
carga en terrenos así públicos como privados; pescar y cazar libremente tres leguas
alrededor del asiento minero; aprovechar gratuitamente la leña de los montes co-
munes; proveerse en los montes y selvas de particulares próximos a las minas de
madera con destino a las máquinas, y de leña y carbón para la fundición de meta-
les, pagando su justo precio a su dueño, el cual quedaba inhibido de extraer made-
ra, leña y carbón para venderlo en población que pudiera procurarse estos elemen-
tos en parajes distintos35.
Con estas medidas, la Corona española trataba de fomentar e incrementar la
producción minera en América y en Chile. La importancia que adquirió la mine-
ría, con relación a las demás actividades económicas, se ve reflejada en estos
derechos, especialmente en el último de ellos, el denominado “denuncio de bos-
ques”, que permitía a los mineros asegurarse los bosques próximos a los yaci-
mientos con el objetivo de obtener madera, leña y carbón, necesarios para la
explotación de minerales.
En la práctica, el “denuncio de bosques” consistía en una petición escrita pre-
sentada al juez local para que se le asegurase el bosque en beneficio de su mina. En
este contexto de privilegios jurídicos para el impulso de la minería, en cada mina y
trapiche se asolaron los bosques y matorrales adyacentes debido a las necesidades
de combustible y alimentación de los animales de carga.
Esta disposición jurídica legitimó la tala indiscriminada de bosques en las re-
giones mineras del Norte Chico, sobre todo del espino, cuya leña tiene alto poder
calórico, por lo que era muy apetecida en los establecimientos de fundición36.
Además, debido a que frecuentemente se abandonaban las minas en busca de nue-
vos y mejores yacimientos, este proceso se fue repitiendo en diversos lugares:
Andacollo, Real de Cogón, Punitaqui, Talca, Vallenar, Petorca, La Ligua, Catapil-
co, Illapel, etcétera, según se desprende de las noticias de las principales minas
conocidas, entregadas por Antonio Martínez de Mata en 178837.
Con la intensificación de las actividades mineras en el siglo XVIII, el uso de la
madera local en las fundiciones se aceleró, lo que explicaría el rápido proceso de
tala de matorrales y arbustos ubicados en las proximidades de las fundiciones y

35 Ibid., 208-209.
36 Federico Saelzer: La evolución de la legislación forestal chilena. Universidad Austral, Valdi-
via, 1973, 2.
37 Manuel Martínez de Mata: “Noticias sobre las principales minas conocidas en el Reino de
Chile, sacadas de la visita general que hizo de ellas en 1778”. Revista Chilena de Historia y Geogra-
fía, 1948, Nº 111. Sobre la minería y los yacimientos mineros ver Ricardo Nazer: José Tomás Urme-
neta. Un empresario del siglo XIX. Dirección de Archivos Bibliotecas y Museos, Santiago, 1994. Luz
María Méndez: Instituciones y problemas de la minería en Chile. 1787-1826. Santiago, 1979. Carlos
María Sayago: Historia de Copiapó. Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires, 1973. Benjamín
Vicuña Mackenna: El libro del cobre. Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires, 1978. Francisco
San Román: Reseña industrial e histórica de la minería i metalurgia de Chile. Imprenta Nacional,
Santiago, Chile, 1894.
298 HISTORIA 37 / 2004

minas. Se utilizaba especialmente la jarilla, la algarrobilla, el algarrobo y el espi-


no. Vicuña Mackenna señalaba:

“el combustible, es decir la leña de los bosques primitivos, no tenía más valor en
las estancias que el costo de echar los árboles abajo, y aun considerábase como
un beneficio talar selva para la rosa eficaz y productiva de las siembras. El
combustible es hoy el gran obstáculo en el fomento de las industrias subterráneas,
exactamente como durante la colonia fue su estimulo principal, por que donde
había montes, allí el primer venido cortaba adobes y fabricaba ingenios38”.

La presión sobre los recursos vegetales del Norte Chico se intensificó aún más
durante las primeras décadas del siglo XIX con los descubrimientos de los minera-
les de plata de Agua Amarga (1815), Arqueros (1825), Chañarcillo (1832) y Tres
Puntas (1848) y con la explotación de un sinnúmero de pequeñas y medianas minas
de cobre a partir de 1826. Vicuña Mackenna afirmaba que la introducción de los
hornos de reverbero de Carlos Lambert, permitieron la obtención de cobre a través
de sulfuros, por lo que activó muchos yacimientos ya abandonados por falta de
tecnología para extraer el cobre más allá de los carbonatos y óxidos de cobre, que
se encontraban en las capas superficiales. Pero, por su alta demanda de combusti-
ble, paralelamente, el horno de reverbero habría producido la destrucción casi total
de los recursos vegetales y paisajísticos del Norte Chico chileno entre 1831 y
1851. Posteriormente, ante el progresivo agotamiento de los recursos madereros
locales, las fundiciones comenzaron a reemplazar la leña por carbón mineral, el
que era extraído de los yacimientos carboníferos del golfo de Arauco39.
Así, la acción devastadora de los mineros, apoyados jurídicamente por el denun-
cio de bosques, habría significado el empobrecimiento progresivo de la vegetación
de las provincias del norte, especialmente a partir del siglo XVIII y durante el siglo
XIX. En estas circunstancias, en 1839, el naturalista francés Claudio Gay, refiriéndo-
se a la disminución de los bosques de la Provincia de Coquimbo, señalaba:

“ésta provincia se presenta ante el observador menos atento bajo un aspecto


totalmente desfavorable. Los montes casi del todo han desaparecido; los árboles
son débiles, pequeños y desmembrados, y las rocas descubriendo ya sus flancos
en la más espantosa desnudez, parecen presagiar a esta hermosa provincia un
lamentable porvenir. Empero, el clima no es del todo contrario a una vegetación
grande y robusta; en varios lugares aislados y sobre todo distantes de las pobla-
ciones se encuentran árboles de gran tamaño, allí se ven algarrobos, espinos,
talhuenes, litres, etc., de una belleza y altura notables y si en adelante la vegeta-
ción varía y estos desaparecen, son reemplazados por sauces, lormatas, chaña-

38 Benjamín Vicuña Mackenna: El libro del cobre y del … Op. cit., 81.
39 Ver discusiones en el Congreso Nacional de los proyectos de ley sobre denuncio y corta de
bosques de principios de la década de 1870. El senador Pedro Félix Vicuña, por ejemplo, alude a que
él mismo funde con carbón piedra pero que este se estaba encareciendo desmedidamente producto de
la discusión sobre concluir con los privilegios de la minería en cuanto al denuncio de bosques.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 299

res y otros muchos árboles y arbustos que convienen a la fuerza de aquel


terreno o a la fuerza de su clima. La localidad no debe, pues, ser acusada de
ingrata, sino el hombre y en el hombre solo es donde se ha buscar la causa de la
aridez de esta provincia: existe en la penuria de nuestras leyes sobre el arreglo
de bosques y plantíos, y en el vicio de las ordenanzas de minería, que autorizan
a los mineros para arrancar y destruirlo todo40”.

Un año después, la Sociedad Nacional de Agricultura dio a conocer una Memo-


ria Económico Legal sobre los Bosques en la que denunciaba el mal uso y abuso
que se hacía de los montes en el país. El informe estaba firmado por los señores
José Miguel Irarrázaval, Manuel Carvallo, Pedro Nolasco Mena, José Vicente Iñi-
guez, Claudio Gay, Francisco García Huidobro, Eugenio Cortés y Félix Solar. La
primera parte del informe se refiere a la “Necesidad y Utilidad de los Montes” a
través de algunas consideraciones generales y de referencias legales. El informe
comienza señalando que ya en la Biblia se prohibía cortar árboles, incluso en
territorio enemigo, por lo que se planteaba que si los judíos hubieran cumplido
estas prescripciones no se tendría que lamentar la pobreza actual de los territorios
palestinos. Luego se indica que la falta de árboles trae muchas desgracias como
sequedad, aridez, falta de vegetación, enfermedades, despoblamiento y miseria,
pues los árboles son indispensables para conservar la humedad, proteger los suelos,
favorecer la lluvia, mantener el caudal de los ríos y evitar las inundaciones, permi-
tiendo a la vez riegos abundantes. Además de ser imprescindibles para la construc-
ción y la obtención de combustible.
Sobre la legislación protectora de los montes el informe indica que ya desde los
tiempos de los Reyes Católicos había leyes que impedían talar los árboles, descor-
tezarlos o provocar incendios. Además, realiza un recuento de las normas protecto-
ras desde el Fuero Juzgo en la Edad Media hasta el Código de Intendentes, con las
ordenanzas sobre montes de 1748, 1762, 1792, 1801, 1811 y 1833, planteando que
estas leyes no estaban derogadas por lo que algunas se podrían aplicar en Chile
como la prohibición de talar los bosques comunes de villas y pueblos, prohibir la
entrada de caprinos en los montes y reglamentar podas y roces.
Este capítulo concluye afirmando que

“los montes se han cortado en nuestro país sin número ni tasa, sin orden ni
medida... de este eterno azote con que se les ha castigado ¿qué podrá esperarse
sino la aridez y la devastación? ¿El aspecto que presentan nuestros campos se
parece en algo al que ofrecían cincuenta años atrás? Las llanuras de Maipo y la
Dehesa, la Punta y lo de Aguirre, pobladas según la historia de espesísimos
montes ¿Qué demuestran ahora sino los vestigios de las selvas que en otros
tiempos las cubrieron?41”.

40 Claudio Gay: “Memoria sobre las causas de la disminución de los bosques en la provincia de
Coquimbo”. El Araucano, Nº 399. 20 de abril de 1838, 2.
41 Sociedad Nacional de Agricultura: Memoria Económico Legal sobre los bosques que la comisión
encargada al efecto presenta a la sección de policía rural y legislación agrícola. Santiago, Chile, 1839, 11.
300 HISTORIA 37 / 2004

La segunda parte del informe trata sobre los obstáculos que se oponen al fo-
mento y conservación de los montes, clasificándolos en tres tipos: de opinión,
físicos y legales. Entre los obstáculos de opinión, la memoria destaca que había
quienes consideraban

“a los montes como objeto secundario, e inútil, como despreciable e indigno de


la atención y protección de la ley, avanzándose algunos a creerlo pernicioso,
hasta el extremo de pensar, por ejemplo, que el regadío y planteles con que en
estos tiempos se ha enriquecido el valle del Maipo, han cambiado desfavorable-
mente el temperamento de Santiago, y traído enfermedades antes desconocidas.
Una opinión tan absurda y extravagante no cree la comisión deba contestarse
con desprecio o con un silencio desdeñoso... “otros creen que sin atacar el
sagrado derecho de propiedad individual no puede dictarse ley alguna protecto-
ra de montes... otros, imbuidos en principios de economía que no han profundi-
zado ni podido digerir, creen que las cosas deben dejarse correr como vayan...
ellos han leído que el interés individual es el supremo regulador de la conve-
niencia y partiendo de este principio, cuyas restricciones desconocen, y cuyas
aplicaciones ignoran, sostienen a pie juntillas, que cada uno consulte sus pro-
pios intereses, y arreglado a ellos proceda en sus operaciones destructoras42”.

Entre los obstáculos físicos el documento señalaba que la extensión ilimitada


del territorio chileno hacía impracticable el establecimiento de una policía rural,
que “las naciones celosas de la conservación de sus bosques han creído indispensa-
bles para consultar sus adelantos y estabilidad”. Asimismo, planteaba que aquellos
que consideraban como un obstáculo la esterilidad y calidad de los terrenos, eran
enemigos de los bosques “pues no hay uno solo que no sea favorable a la nutrición
de cierta especie particular de árboles”43.
Los obstáculos legales fueron considerados por la comisión como los más graves,
pues había leyes contrarias a la prosperidad de los bosques, aun cuando era posible
derogarlas, modificarlas o sustituirlas. Un primer problema era la multitud y confusión
de leyes de montes de lo que se había originado su confusión y olvido, además de su
escasa adaptabilidad a las circunstancias del país. No obstante, el mayor obstáculo eran
los privilegios de la minería que “tienen al metal como la única riqueza para cuya
explotación y beneficio no se trepida en aniquilar la industria agraria, como si en la
sociedad fuese más indispensable el metal, que el pan y la carne”. … “A la sombra de
tales disposiciones antieconómicas se ve el agricultor expuesto a la invasión de su
propiedad, y a mirar con dolor que su hacienda se convierta en un tambo donde se
introducen cortadores de leña, arrieros y otros vagabundos44.
Entre las medidas para detener la ruina de los bosques del país la comisión
proponía que los metales se transportasen donde había madera suficiente para las
fundiciones, con lo cual descansarían los bosques del norte y podrían reponerse,

42 Ibid., 13-14.
43 Ibid., 14-16.
44 Ibid., 20.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 301

fomentando de paso el cabotaje; que se impulse la explotación de carbón fósil del


golfo de Arauco y mientras tanto se importe de Inglaterra o Australia, ya que
estaba probado que los rendimientos de las fundiciones a carbón eran tres veces
superiores a los que utilizaban leña. Además, proponía reglamentar los denuncios
de bosques, “a la genuina interpretación y literal sentido de la ordenanza”45.
Una vez conocido el informe, los mineros no tardaron en responder a los agricul-
tores a través de un documento titulado “Contestación a la memoria económico legal
de la comisión de bosques de la Sociedad Nacional de Agricultura”. Plantean allí su
desacuerdo, estimando que “todo el proyecto de la comisión de bosques tiene una
tendencia a poner a los mineros bajo la dependencia de los hacendados y quitarles la
libertad, que le es tan necesaria para el arreglo y economía de sus operaciones”46.
A juicio de los mineros la

“situación de Chile con respecto a bosques se asemeja más bien al estado salvaje
de una naturaleza inculta y primitiva, que a una nación que tiene que lamentar las
faltas de combustibles y maderas de construcción. Si se exceptúa la Provincia de
Coquimbo que por su situación geográfica, su carencia de aguas, y su ingrato
terreno ha sido siempre sin bosques todas las demás los tienen en exceso y todos
los años vemos impiadosamente arder sin el menor provecho, para facilitar cam-
pos a la agricultura, que con el aumento de la población exige mayor cultivo47”.

En consecuencia, los mineros rechazaban el documento elaborado y difundido


por la Sociedad Nacional de Agricultura.
Posteriormente, se presentaron algunos estudios, informes y proyectos de ley
tendientes a eliminar el “denuncio de bosques”. En 1855, por ejemplo, Esperidión
Garridos, en su “Memoria sobre Bosques y Montes”, presentada para obtener el
título de Licenciado en Leyes, señalaba con relación a los denuncios: “se ha abusa-
do tanto en esta materia y se ha tenido tan poco cuidado para reparar sus inmensos
perjuicios, que se hace de absoluta necesidad concluir con un privilegio tan odioso
en su ejercicio”48. En 1866, se publicó, también en los Anales de la Universidad de
Chile, un trabajo de Mastardi Fioretti, denominado “Reglamentación sobre el corte
y conservación de bosques”, en el que planteaba

“si hay una nación que poco se haya cuidado de la explotación y conservación
de sus bosques, esta es por cierto España... me ha parecido que, tratándose de
proponer los medios más eficaces para la conservación de nuestros bosques, no
debía ofrecer como modelo los poco y malos reglamentos españoles49”.

45 Ibid.
46 “Contestación a la memoria económico legal de la comisión de bosques de la Sociedad Nacio-
nal de Agricultura”. Imprenta de la Opinión, Santiago, Chile, 1839, 2.
47 Ibíd., 3.
48 Esperidión Garridos: “Memoria sobre Bosques y Montes”. En: Anales de la Universidad de
Chile. Imprenta Chile, Santiago, Chile, marzo de 1855, 509.
49 Mastardi Fioretti: “Reglamentación sobre corte y conservación de bosques”. En: Anales de la
Universidad de Chile. Imprenta Nacional, Santiago, Chile, septiembre de 1866, 77.
302 HISTORIA 37 / 2004

Otro ejemplo de oposición a los denuncios, es el proyecto de ley presentado al


Congreso Nacional en 1868 por el diputado por Quillota, Francisco Echaurren, en
el cual, además de solicitar la derogación de las Ordenanzas de Minería, intentaba
impedir la corta de bosques cerca de manantiales y vertientes, y prohibir la roza o
destrucción del bosque por medio del fuego. Según Echaurren

“el uso y abuso que se ha hecho entre nosotros de esta disposición legal la
conoce sobradamente la Honorable Cámara. No solo los lugares vecinos a los
asientos de minas han sido desojados de sus bosques, sino más tarde y a impul-
so del desarrollo dado a la industria de fundición de metales casi no ha habido
fundo alguno de la República que se haya escapado a la devastación. Los de-
nuncios de bosques se han repetido sin cesar y el hacha que la codicia española
ponía en las manos del minero a sacrificado a la agricultura, empobreciendo la
fertilidad de nuestros campos, desnudándolos de su vegetación y trayendo por
consecuencia la forzosa desecación de las vertientes naturales destinadas a fe-
cundizarlos50”.

LA DISCUSIÓN PARLAMENTARIA

En 1870 se inició en el Congreso Nacional un intenso y significativo debate


acerca de la reglamentación de los bosques del país y de los denuncios de bosques,
del cual se presentan sus aspectos más relevantes.
La iniciativa la asumió el diputado por Valparaíso, Marcial González, al llamar
la atención de la Cámara sobre el problema de la corta de bosques. Para el diputado
se trataba de una ley compleja y de largo aliento, incompatible con las numerosas
ocupaciones que agobiaban a la Cámara. Por lo tanto, preguntaba: “¿no sería posi-
ble hacer una ley aunque fuera provisoria?, ¿no sería dable suspender el artículo de
la ordenanza de minería referente a la materia y fijar un plazo dentro del cual solo
debieran regir los denuncios existentes?” El diputado por Linares José Tocornal
veía el asunto de manera parecida

“celebro infinito que el Honorable diputado por Valparaíso haya llamado la


atención de la Cámara hacia una cuestión de tanta importancia para la agricultu-
ra que desde hace algunos años a esta parte preocupa profundamente a la opi-
nión pública... la necesidad de que se adopte alguna medida que tienda a preser-
var los bosques que todavía existen en el centro y norte de la República, es
generalmente sentida, se encuentra en la conciencia de todo el país... recuerdo
en este momento que el conocido sabio e historiador M. Gay, la última vez que
estuvo entre nosotros, dijo a muchas personas: que había observado un cambio
muy notable en nuestro clima, debido sin duda alguna a la corta inconsiderada

50 Francisco Echaurren: Proyecto de ley presentado por el señor diputado por Quillota Francis-
co Echaurren. Imprenta Nacional, Santiago, Chile, 1868, 4.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 303

de nuestros montes y que se admiraba que aun no se tomaran medidas eficaces


para evitar un mal de tanta gravedad51”.

La Cámara, después de una larga discusión, aprobó la idea de legislar los aspec-
tos relativos a la supresión de los denuncios, dejando para más adelante la discusión
de una ley general sobre la corta de bosques. Con el objetivo de redactar un proyecto
adecuado a este contexto, se nombró una comisión especial compuesta por los dipu-
tados Domingo Arteaga Alemparte, Ramón Barros Luco, Enrique Cood, Isidoro
Errázuriz, Ángel Custodio Gallo, Manuel Antonio Matta, Zorobabel Rodríguez, Ma-
riano Sánchez, Antonio Subercaseaux, Ignacio Zenteno y José Tocornal.
Esta comisión especial despachó el siguiente proyecto sobre la supresión de los
denuncios:

“Se derogan las ordenanzas de minas en cuanto autorizan los denuncios de


bosques. Los denuncios hechos con anterioridad a la presente ley facultarán a
los denunciantes que tengan hornos en labor para continuar ejercitando sus
derechos con arreglo a ordenanza, por el término de tres años, contados desde
la promulgación de esta ley. Si el propietario se allanare a pagar al denunciante
el valor actual de su establecimiento, a tasación de peritos, podrá hacer cesar
los efectos del denuncio antes del plazo mencionado52”.

El principal punto en que se centró la discusión del proyecto de ley propuesto


por la comisión fue la posibilidad jurídica de limitar o no el derecho de propiedad
que tenían los mineros sobre los bosques ya denunciados. El diputado Ramón
Barros Luco consideraba que era factible, estimando que: “el legislador tiene una
facultad perfecta para limitar el derecho en cuestión, porque solo en virtud de una
ley se puede expropiar, y desde que el mismo legislador restringió la propiedad
restringiendo los denuncios, tiene perfecto derecho para limitar estos últimos”. En
cambio, el diputado por Elqui, Antonio Varas, planteaba que se debían respetar los
derechos adquiridos. En este sentido se preguntaba:

“¿ha tenido presente la comisión nombrada para formular este proyecto, la


situación creada por la ley vigente, que autoriza los denuncios de bosques? ¿se
ha fijado que por ella hay muchos ciudadanos que tienen derechos perfectamen-
te adquiridos? Creo que no. Si, por ejemplo, debemos apresurarnos en reivindi-
car la propiedad atacada, jamás procedamos atacando los derechos legitima y
legalmente adquiridos... Suprímanse, enhorabuena, los denuncios, pero respete-
mos los derechos adquiridos”.

Barros Luco contestó, entonces:

“¿acaso no se puede por medio de otra ley restablecer las cosas a un estado
constitucional dando a la propiedad todo el desarrollo que puede tener por el

51 Sesiones del Congreso Nacional. Santiago, Chile, 1870, 311.


52 Ibid., 506.
304 HISTORIA 37 / 2004

derecho natural y la Constitución? ... Al hablar de derechos, yo no los conside-


ro tales, por que para mi no son mas que una simple expectativa, que tiene su
origen en una ley estúpida”.

Por su parte, también atacando los denuncios, el diputado por San Fernando,
Osvaldo Rengifo, señalaba que el denuncio de bosques no podía considerarse una
transacción usual pues:

“en todo contrato, sea de compraventa o de otra clase, debe concurrir la volun-
tad de ambos contratantes; al paso que en un denuncio no sucede así, puesto
que se obliga al dueño de los montes contra su voluntad a entregarlos. Por
consiguiente, no hay razón para decir que en los denuncios hay derechos adqui-
ridos que respetar, como sucede cuando se celebra un contrato53”.

En este sentido, con manifiesta actualidad, interesante resulta la opinión del


diputado por Caldera, Ángel Custodio Gallo:

“¿puede permitirse la destrucción de una propiedad perjudicando los intereses


de la comunidad en general? ¿podría tener un individuo derechos que estuvie-
ran en oposición con las consideraciones del bien general del país? Imposible.
Yo respeto el derecho de propiedad; pero creo que ese derecho está sujeto a
limitaciones, y por eso reconozco como principio en toda legislación, que debe
ceder la propiedad individual a los intereses de la comunidad. En esta utilidad
general se funda el derecho de expropiación. Y en el caso a que nos referimos,
de la reglamentación y conservación de los bosques, se prueba que lo que se ha
hecho hasta ahora no ha sido legal... por que según la Constitución de 33, y en
ella se reconoce la inviolabilidad del dominio de una manera que no se presta a
dudas, y en contra de ese dominio son los denuncios de montes que acuerda la
ordenanza; porque, según la Constitución de 33, no pueden existir tales denun-
cios; luego el otorgamiento de denuncios injustos no puede producir efectos
legales; luego han sido denuncios injustos, luego han sido simplemente un
abuso, no un derecho legal54”.

Pero la discusión continuó con vigor y por largo tiempo. Al igual que Antonio
Varas, el diputado por Los Andes, Eulogio Allendes, defendía los denuncios de
bosques en cuanto eran un derecho ya adquirido por los denunciantes y autorizado
por las Ordenanzas de Minas y la Constitución. Por lo tanto, planteaba que no era
posible arrebatarlos a quienes ya hubiesen denunciado un bosque.
El conflicto se centró, por lo tanto, más que en los denuncios mismos, en el
inciso segundo del proyecto, que autorizaba a continuar con los derechos adquiri-
dos por un plazo de tres años. En este sentido Allendes señalaba:

53 Ibid., 507, 509, 510 y 511.


54 Ibid., 512.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 305

“no sé, señor, como puede sostenerse que pueda una ley privar a un individuo
de un derecho, a pura pérdida, sin resarcirle los perjuicios que la privación de
ese derecho le ocasiona... Lo único que pido es que seamos justos, seamos
equitativos. Conviene acordar el remedio para el mal, pero de modo que no
perjudiquemos el derecho de nadie... yo veo muy en relieve que es el interés
particular de los agricultores el que preside en este debate55”.

En la misma dirección iban los planteamientos del diputado Luis Martiniano


Rodríguez al señalar que, a los que han denunciado bosques, una nueva ley le
señalaba:

“ustedes van a perder todos los derechos que han adquirido. Una ley de esta
naturaleza ¿puede decirse que es conforme con la Constitución? Indudablemen-
te que no. La Constitución exige no solo que la expropiación sea por motivos
de utilidad pública, sino que ordena además que se resarza al expropiado los
perjuicios que se le irrogan... Será posible que venga una ley a arrebatar a los
dueños de establecimientos su industria y las expectativas que a ella estaban
vinculadas sin indemnizarle siquiera los gastos que han tenido que hacer? ¿Es
esto constitucional?56”.

Enseguida, el diputado Rodríguez criticaba a los agricultores planteando:

“incendian sus bosques para aprovechar el terreno que estos ocupan. Pero un
señor diputado ha dicho que la roza de los bosques por medio del fuego produ-
ce un gran bien y que merced a este arbitrio se ha cultivado todo el valle
central. Si tal es la opinión que tienen los agricultores es evidente que no se
conseguirá el fin que se propone este proyecto, por que si se les va a quitar los
bosques a los fundidores para dejárselos a los propietarios y estos creen que es
necesario quemarlos para beneficiar sus terrenos, es el caso que los bosques
serán siempre cortados57”.

En definitiva, a pesar de la motivación original, la discusión sobre los denun-


cios no estaba orientada a conservar los bosques, que modificaban el clima, como
se decía en la época, o a favorecer la agricultura al conservar las vertientes y los
manantiales, sino a definir quién tenía la explotación de los bosques: los mineros o
los agricultores, y a establecer si la nueva ley tuviese o no tuviese efecto retroacti-
vo sobre los bosques denunciados y cuáles eran los derechos que tenían aquellos
fundidores que ya hubiesen denunciado bosques para seguir explotándolos. En el
fondo, por la magnitud del negocio, la importancia de la discusión superaba los
limites de las provincias mineras e involucraba a toda la República, en especial los
bosques disponibles más al sur de estas provincias, pues los escuálidos arbustos y
árboles del Norte Chico poco interesaban al minero o bien ya habían desaparecido.

55 Ibid., 541.
56 Ibid.
57 Ibid., 543.
306 HISTORIA 37 / 2004

En un marco más general sobre América Latina, Carmagnani y Romano han


planteado que el problema central que recorre toda la segunda mitad del siglo XIX,
y que continua en el siglo XX, es la transformación de los derechos consuetudina-
rios y de posesión en derechos de propiedad sobre tierras, bosques, aguas y yaci-
mientos minerales58.
¿Eran los denuncios una simple expectativa o un derecho adquirido? Si eran lo
primero podían suprimirse por medio de una ley, si eran lo segundo no podían
prohibirse los que ya habían sido adquiridos sin violar la Constitución en cuanto
esta aseguraba el derecho de propiedad. Las opiniones eran completamente encon-
tradas y contradictorias. El diputado José Tocornal, por ejemplo, sostenía “que el
derecho que se atribuye a los denunciantes de bosques no existe”. El diputado
Joaquín Laso, en cambio, planteaba que “el derecho que han adquirido los denun-
ciantes es incuestionable”59.
Con relación al efecto retroactivo de la ley, lo que implicaba la posibilidad de
limitar los denuncios ya efectuados, se acordó dejar esta discusión para el proyecto
de ley más general sobre corta de bosques, pues la polémica se alargaba y estaba
impidiendo una pronta resolución sobre los nuevos denuncios que se seguían reali-
zando en el país y que “amenazaban con agotar los bosques de la República”. Para
“evitar demoras”, como se dijo en la oportunidad, se despachó el primer artículo
del proyecto, en forma separada al Senado, el que, finalmente, aprobó prohibir los
denuncios de bosques en lo sucesivo.
En este contexto, el 15 de julio de 1871, bajo la presidencia de José Joaquín
Pérez, el Congreso Nacional prestó su aprobación a una ley redactada de la si-
guiente forma:

“Artículo único. Se derogan las Ordenanzas de Minas en cuanto autorizan los


denuncios de bosques60”.

Así redactada, la ley dejaba el problema en pie, pues no definía qué sucedía con
los derechos adquiridos sobre los denuncios ya realizados. Por lo tanto, el tema de la
explotación de los denuncios existentes en 1871, volvió a ser motivo de debate en
1872, al retomarse la discusión del proyecto general sobre la ley de corta de bosques.
Se volvió, entonces, al tema de precisar si la limitación de los denuncios estable-
cida en la ley de 1871 afectaba a los denuncios ya efectuados antes de su promulga-
ción. Al respecto, el senador Francisco Marín estimaba que era posible pues

“la legislación, señores, no podrá tener jamás un carácter irrevocable; las leyes
deben amoldarse a la situación política y social de los pueblos para que se
dictan y ponerse en armonía con su estado de atraso o madurez. Declarar que
las reglas y mandatos que rigen para gobernar bien lo presente serán siempre

58 Marcello Carmagmani y Rugiero Romano: Componentes Económicos. Marcello Carmagmani,


Alicia Hernández y Rugiero Romano, Coordinadores: Para Una Historia de América. Las Estructuras.
Fondo de Cultura Económica, México, 1999, 244.
59 Sesiones del Congreso Nacional. Santiago, Chile, 1871, 61-62.
60 Boletín de Leyes y Decretos de la República de Chile. Libro XXXIX, 1871, 280.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 307

justas y buenas en lo venidero, es afirmar un absurdo, porque seria condenar a


las sociedades a una paralización completa”.

Además, para el Senador Marín era evidente que

“a la devastación de los bosques se sigue la escasez de lluvias, la sequedad de


los manantiales y la esterilidad del suelo, que este es un hecho tan constante y
regular como el curso de las estaciones. Véase la Palestina, véase otros países
antiguamente fecundos y ricos, que en la actualidad por falta de pobladores y
de cultivos no ofrecen más que vastas soledades. Véase lo que era el norte de
Chile, y lo que es en nuestros días”.

Por otra parte, Marín consideraba que

“la pérdida que la minería presentase con la presente ley sería insignificante.
Los hornos del norte, donde las minas tienen su principal asiento, que se funden
con leña son ya poquísimos, habiéndola ya casi generalmente reemplazado por
el carbón piedra61”.

En cambio, el senador Pedro Félix Vicuña, estimaba que se estaba establecien-


do un monopolio en el sentido

“de hacer depender la minería de los pocos dueños y explotadores del carbón
piedra... que de dos pesos y medio a que se vendieron en Lebu cuarenta mil
toneladas, ha subido a dieciséis pesos y también a veinte los de mejor calidad,
imposibilitando a los mineros fundir sus minerales”.

Para Vicuña no era posible, sin quebrantar la Constitución, arrebatar los dere-
chos adquiridos por los mineros, reduciéndose toda la iniciativa a una “guerra
eterna” que los propietarios de la tierra “han sostenido contra los mineros”. Ello se
notaba en las discusiones sostenidas en la Cámara de Diputados, pues “en los
discursos, en las ideas allí emitidas, en la precipitación de sus resoluciones, en la
anarquía y confusión que apareció en sus discusiones, se ve claramente el espíritu
que la impulsaba”. En este contexto, Vicuña planteaba que “la ley nueva no debe
arrebatar los derechos que están adquiridos”62.
No obstante, al aprobarse la ley general sobre corta de bosques, el 13 de julio
de 1872, se limitó la explotación de los derechos adquiridos a tres años. Por tanto,
los denuncios de bosques hechos con anterioridad a esta fecha facultaban a los
denunciantes que tuviesen hornos en labor para seguir ejercitando sus derechos con
arreglo a ordenanza, por el término de tres años contados desde la promulgación de
la ley, pudiendo solo cortar los árboles que se consumieran durante ese período.
Quedaban exentos de toda expropiación forzada los montes anteriormente cortados

61 Sesiones del Congreso Nacional. Santiago, Chile, 1872, 20-21.


62 Ibid., 21, 23 y 30.
308 HISTORIA 37 / 2004

y aquellos en que no se hubiesen iniciado aun los establecimientos para lo que se


habían solicitado63.

UNA REVISIÓN DE LA PROBLEMÁTICA

Se ha planteado reiteradamente que la suspensión de los denuncios de bosques


se aprobó demasiado tarde. La mayor parte de la vegetación del Norte Chico ya
había desaparecido ante la demanda de combustible de los mineros. Benjamín
Vicuña Mackenna, por ejemplo, publicó un editorial en El Ferrocarril, el 5 de
diciembre de 1870, en el que describe el deteriorado paisaje de las regiones mine-
ras cuando se discutía legislar sobre los denuncios de bosques:

“el viajero que recorre las provincias del norte, esos terrenos que presentan la
fisonomía de Arabia, se admira al llegar en cada jornada a lugares desiertos en
que no existen ya ni aun restos de vegetación y que sin embargo conservan
todavía sus antiguos nombres, que son otros tantos testimonios del antiguo
esplendor de esas localidades. Esos puntos, que ahora solo sirven para señalar
las jornadas y conocer las distancias recorridas, llevan todavía como sarcasmo
los nombres de Carrizal, Algarrobal, Puquios, Esteros, Maitenes, cuando en
realidad nada existe ya sino el nombre, así como sobrevive el nombre de los
muertos sobre la loza que oculta sus cenizas64”.

Una impresión más extrema de la devastación de los recursos vegetales del


Norte Chico nos sugiere el testimonio escrito en 1873 por Eugenio Hostos, quien
señala que cuando Pedro de Valdivia había emprendido la conquista de Chile, este
se había sorprendido al salir del desierto pues

“Las comarcas contrastaban con él por la abundante vegetación que los poblaba
i por los bosques frondosos que lo embellecían, por las plantas rastreras que
conservaban en ellas la humedad de la atmósfera y del suelo, son hoy comarcas
desiertas de florestas i de bosques, áridas, rígidas, sedientas, calurosas. El alga-
rrobo cuya vista deleitaba a los que se alejaban del desierto comienza a desapa-
recer por completo de la vista ansiosa; el chañar, que parecía expresamente
creado para aquellas arenosas soledades; el carbón, cuya lustrosísima madera
monopolizaba los contornos de Coquimbo; todos esos árboles, con los parásitos
trepadores, rastreras, líquenes y musgos que les sirven de cortejo; con las flo-
res, el césped i la verdura que alimentaban i los alimentan al descomponerse i
convertirse en abono vegetal, han muerto bajo el hacha del minero65”.

63 Boletín de Leyes y Decretos de la República de Chile. Libro XL, 1872, 438.


64 Benjamín Vicuña Mackenna: Editorial. El Ferrocarril, 5 de diciembre de 1870.
65 Eugenio Hostos: Chile en su exposición de Septiembre, Santiago, Chile, Imprenta de la Repú-
blica, 1873, 14.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 309

Sin embargo, por todo lo expuesto, queda una pregunta fundamental: ¿Cuál fue
la verdadera magnitud de la destrucción de la vegetación por los mineros? ¿Se
transformó una “selva valdiviana” en un desierto como podría desprenderse a pri-
mera vista de las palabras de Eugenio Hostos?
La visión que se inicia con Claudio Gay y que prosigue con Vicuña Mackenna,
pronto forma parte del debate parlamentario. Se trata de una postura inclinada a
hacer prevalecer los derechos de propiedad sobre los árboles de los dueños de las
tierras, es decir, de los agricultores. El contenido del discurso agricultor es que
antes de la expansión minera, el Norte Chico tenía una vegetación de grandes
árboles que habían sido arrasados por el hacha del minero. En consecuencia, había
que derogar los denuncios de bosques que permitían tales “abusos”. Los agriculto-
res aprovechaban este discurso para su fin. No es que la postura haya sido pro
bosques sino no más bien pro definición de la propiedad de los montes del país.
No obstante, aun cuando no desconocemos el problema de la representación del
paisaje de acuerdo a los prejuicios de quien observa, sí consideramos las descrip-
ciones del paisaje del Norte Chico realizadas a partir de cronistas y viajeros que
estuvieron en la región antes de la expansión minera, y queda la impresión que
solo había árboles en los valles que formaban los ríos y quebradas y que ellos
competían con las actividades agropecuarias por el uso del suelo. Todos los autores
citados concuerdan en describir la región como una zona muy seca, con las laderas
de los cerros descubiertas de árboles y vegetación, aunque, probablemente, en
algunos sectores más húmedos de exposición sur había cactus y otras especies
asociadas al clima semiárido que prevalece en la zona de tiempos inmemoriales.
Con todo, no cabe duda que los mineros terminaron por destruir la vegetación
arbórea que había en las quebradas, en los valles y en las aguadas u oasis de las
regiones mineras y terminaron por sellar la suerte del semiárido chileno en su
transformación en un desierto.
No se trata, entonces, de minimizar la devastación de espinos, algarrobos, cha-
ñares, molles, sauces y otras especies para alimentar los hornos de fundición y
otras labores de la industria minera, pero sí de llamar la atención sobre ciertas
construcciones románticas y legendarias del pasado, especialmente en lo que se
refiere a temas ecológicos, que permiten argumentar y hacer prevalecer ciertos
razonamientos sobre bases que limitan con el mito o la idealización66.
En el caso de Chile, esto se ejemplifica en la idea de una naturaleza prístina y
no intervenida hasta la llegada de los españoles y especialmente hasta el inicio de
los ciclos económicos minero y triguero. Si consideramos que los habitantes pre-
hispánicos de los cordones transversales del Norte Chico practicaban la agricultura
y siempre han sido considerados más adelantados en este ámbito que los habitantes
del valle central, debió existir cierta competencia entre los árboles y las necesida-
des de tierras de cultivo, sobre todo si buena parte de las laderas de los cerros
estaban desnudas de vegetación. El espacio de los valles debió estar bastante más

66 Karl Butzer (editor) : “The Americas before and after 1492”. En: Annals of the Association of
American Geographers, Vol, 82, N° 3, septiembre de 1992. Ver: Robert Whelan: Indómito en los
bosques. El mito del buen salvaje en el ecologismo. Universidad Finis Terrae. S/f.
310 HISTORIA 37 / 2004

intervenido de lo que generalmente se asume y admite. No cabe duda que debió


haber bastantes más aguadas y cursos de agua, y en ellos abundantes algarrobos,
chañares, molles, arrayanes, sauces y otras especies adaptadas a esas condiciones
climáticas. Pero ello no debe hacernos olvidar que ese paisaje semiárido había sido
intervenido y habitado por el hombre por más de diez mil años. No existía tal
paisaje idílico ni bosques o árboles intocados por el hombre. La milenaria existen-
cia de diferentes grupos humanos había modificado el medio natural en forma
constante desde tiempos inmemoriales.
No creemos, por lo tanto, que la discusión sobre los denuncios de bosques
estuviese dirigida, en forma particular, a definir la propiedad de los bosques cerca-
nos a los yacimientos mineros, sino, más bien, de los bosques que existían más al
sur de la República. Ahí debió estar el conflicto de interés. A la fecha del debate
no había recursos forestales importantes en las regiones mineras. En 1866, Mastar-
di Fioretti señalaba que lamentaba la destrucción casi consumada de los bosques en
las provincias del norte, pero advertía sobre el peligro de las provincias del centro
si no se ponía “coto a su devastación actual”. Recordemos que Francisco Echau-
rren planteaba que casi no había punto en la República que hubiese escapado a la
devastación generada por los denuncios de bosques. El monopolio del carbón no
significaba, como en general se ha señalado, eliminar la competencia de la explota-
ción de los escasos recursos combustibles de Coquimbo y Atacama, sino, más bien,
restringir la competencia de la madera de las regiones del centro sur. Conociendo
la extensión histórica de la vegetación en aquellas comarcas norteñas y luego de un
largo ciclo de explotación minera, ¿era posible una discusión de tal magnitud para
regular bosques que no eran tales? En general, se parte de la base que en aquellas
regiones todavía había bosques para explotar, pero las descripciones de viajeros de
los siglos coloniales nos demuestran que esos recursos estaban bastante limitados
antes de la expansión minera. Creemos, en definitiva, que la supresión de los
denuncios tendía a regular la explotación de otros bosques, los de las regiones de
más al sur y, sobre todo, a otorgar la posesión de los montes a los agricultores.
Al respecto, Manuel Blanco Encalada publicó en 1848 un documento donde
expresó su alarma por la noticia del establecimiento de hornos destinados a la
fundición de cobre con leña sobre las márgenes del río Maule67.

Fecha de recepción: dicembre de 2003.


Fecha de publicación: noviembre de 2004.

67 Gilberto Harris: “El cuidado y la protección de los montes de la región del Maule. 1848”. En:
Revista de Marina, N o 4, 1997, 359.
De la panacea a la tragedia. Bosques, erosión y
forestación en Chile. Siglos XIX y XX

From panacea to tragedy. Forests, Erosion and Forestation in Chile during the
Nineteenth and Twentieth Centuries

 
           
XIX e XX

Frente a la destrucción por medio del fuego de los bosques de Chile y las
AUTOR
continuas rotaciones de trigo en los suelos despejados, se levantó en el país un
Pablo Camus Gayan discurso que impulsó las plantaciones forestales como un medio para detener la
erosión de suelos y elevar su productividad. Los esplendidos incentivos otorgados
Pontificia Universidad
por el decreto ley 701 de 1974 impulsaron un notable crecimiento de las plantaciones
Católica de Chile,
Santiago, Chile de pino radiata lo cual fue denunciado por los sectores conservacionistas del país
pcamusg@uc.cl como una tragedia para el bosque nativo chileno. Luego de ser considerada como
el remedio contra la erosión la forestación se habría transformado en una verdadera
catástrofe para los ecosistemas nativos de Chile.

Palabras clave: Bosques; Erosión; Políticas Forestales; Pino radiata.

Facing the destruction of Chilean forests due to fire and continuous


crop rotations of wheat in cleared land; a discourse emerged in the country that
promoted the idea of planting forests as a means to stop soil erosion and to
increase its productivity. The generous incentives granted by government decree
no. 701 of 1974 drove a notable increase of the planting of radiata pine, which
RECEPCIÓN was denounced by conservation groups of the country as a tragedy for native
13 de agosto de 2014 Chilean forests. After being considered a remedy against erosion, forestation
was a true catastrophe for the native Chilean ecosystem.
APROBACIÓN
9 de octubre de 2014 Key Words: Forests; Erosion; Forest Policies; Radiata Pine.

DOI
Diante da destruição que o fogo gera nas florestas do Chile e as contínuas
10.3232/RHI.2014.
V7.N2.01 rotações de trigo nos solos limpos, originou-se no país um discurso que impulsionou
as plantações florestais como um meio para deter a erosão de solos e aumentar
a produtividade. Os ótimos incentivos concedidos pelo decreto de lei 701 de 1974
impulsionaram um crescimento notável das plantações de pinheiro radiata e isso

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De la panacea a la tragedia. Bosques, erosión y forestación en Chile. Siglos XIX y XX
Pablo Camus Gayan

foi denunciado pelos setores mais conservadores do país, que o consideraram como uma tragédia
para a floresta nativa chilena. Logo de ser considerado o remédio contra a erosão, o reflorestamento
se transformou em uma verdadeira catástrofe para os ecossistemas nativos do Chile.

Palavras-chave: Florestas; Erosão; Políticas Florestais; Pinheiro Radiata.

El ciclo del trigo y la erosión de suelos en Chile

La progresiva inserción de Chile en los mercados internacionales a través de las


exportaciones de trigo, se sumó a la demanda interna de madera y leña de los crecientes centros
urbanos y mineros, e impactó profundamente a los ecosistemas nativos, especialmente a partir
de mediados del siglo XIX1.

Durante el ciclo económico del trigo, mediante el fuego, la Cordillera de la Costa al norte
del Bio Bío fue despejada de su cubierta arbórea con el objetivo de cultivar el preciado cereal.
Poco después, se iniciaba con la misma finalidad la colonización de Valdivia y luego la ocupación
de la Araucanía, regiones que pronto se convertirían en el “granero de Chile”2.

No obstante, tempranamente, hubo quienes se opusieron a la inmisericorde destrucción


de los bosques en favor del lucrativo negocio del trigo. Rafael Larraín Moxó indicaba, por ejemplo,
que la aprobación de una ley de corta de bosques de 1872 había sido necesaria pues

“en un espacio relativamente corto de tiempo, en menos de cincuenta años, el aspecto del país,
su clima, su feracidad, su salubridad habían experimentado una lamentable transformación. Si
no el desierto, algo que se asemejaba mucho al desierto, habría invadido provincias enteras; el
terreno cultivable iba haciéndose más y más escaso; las siembras de rulo en las provincias al
norte de Santiago, iban siendo ya un peligrosísimo juego del azar, en el que las probabilidades de
perder iban creciendo año a año; las lluvias venían tarde, escasas y mal distribuidas; los ríos iban
perdiendo paulatina pero visiblemente su caudal; las vertientes desapareciendo, y en fin, todos los
elementos de feracidad, de belleza, de salubridad, agotándose a vista de ojo”3.

Conforme avanzaba en el tiempo la demanda de trigo y la consecuente construcción


de una red ferroviaria en el sur del país, gran consumidora de madera para durmientes, se
incrementaba también la práctica del roce. Una vez cortados los árboles más aptos, se iniciaba
la quema de la vegetación remanente, aprovechándose así la rica ceniza y materia orgánica
acumulada por los bosques durante miles de años4. Según Rafael Elizalde: “el mundo entero se
maravillaba de la prodigiosa tierra araucana que producía hasta 55 quintales por hectárea”5.

En 1915, el naturalista alemán Federico Albert estimaba que ya se habían quemado


unas trece millones de hectáreas de bosques. A su juicio:

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los daños que se habían causado a la nación serán comprendidos tarde o temprano y caerá
la culpa sobre los que se han empeñado con ahínco y porfía en dificultar el desarrollo del
estudio y el fomento de la materia. La generación actual será juzgada por la venidera, que
tendrá que sufrir las consecuencias de la falta de precaución de la nuestra y de no querer oír
a tiempo. Serán los hijos quienes juzgarán el proceder de sus padres6.

Posteriormente, la magnitud de los incendios se ve retratada, por ejemplo, en una nota que en
1936 envía el embajador argentino en Chile al Ministerio de Tierras y Colonización alertando
sobre el peligro que existía en algunos pasos cordilleranos por donde “un incendio, en condiciones
favorables de viento, podía invadir fácilmente el territorio argentino y llegar a producir un desastre
de proporciones incalculables”7.

La lucha contra la erosión y el discurso forestador

Ante la devastación de los bosques del país, al igual que en Europa, emergieron en Chile
una serie de ideas y planteamientos acerca de la influencia positiva de los bosques, los árboles
y las plantaciones forestales sobre el clima, las inundaciones, la conservación de la tierra y el
control de la erosión. Paradójicamente, pese a la aparente abundancia de los bosques de Chile
y su destrucción, era evidente la necesidad de su fomento y conservación ya que la madera
proveniente de los bosques seguía siendo uno de los recursos fundamentales de la sociedad,
pues era el principal combustible y la materia prima para la fabricación de navíos, muebles,
juguetes y otros utensilios indispensables para el desarrollo de la humanidad8.

Ya en 1839, Carlos Durant de Maisons, por ejemplo, envió desde Francia a Pedro Mena,
Director de la Sociedad Nacional de Agricultura, “un cajoncito de semillas” que contenía más
de cien especies de árboles, “para que se propaguen semillas de los árboles más interesantes
del bosque de construcción y frutales de Europa, que aún se conocen aquí, y cuya utilidad es
excusado encarecer”9. Durant de Maisons recomendaba, sin ninguna duda, la plantación de
pinos marítimos en Santiago para “suplir la leña que cada año va escaseando en los alrededores
de la capital, también en la provincia de Aconcagua, igualmente entre Valparaíso y Concepción,
sobre la costa donde hay tantos terrenos arenosos en que el árbol se produce tan alto y tan
bello”. Incluso señalaba, adelantándose muchos años a la masificación de las plantaciones de
pinos en Chile:

no dudo del proceso de naturalización del pino en las provincias de Santiago y Valparaíso,
Aconcagua y Concepción, porque ya desde hace dos años se ha sembrado bastante en
Valparaíso y en diferentes haciendas de sus alrededores, y también muchos de mis paisanos
han sembrado bastante que ha prosperado, principalmente el señor Chabry, agricultor
distinguido que tiene en La Zorra, su propiedad cerca de Valparaíso más de 500 individuos
en completa prosperidad10.

A principios del siglo XX surgió la figura del naturalista alemán Federico Albert quien

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realizó en Chile una incansable y épica labor tendiente a la gestión de los recursos naturales,
de los bosques, la pesca, la caza y el agua11. Albert era un ferviente partidario de la forestación
de los suelos del país como un medio de detener la erosión de los suelos y proveer de madera
y combustible a los centros urbanos y las crecientes actividades industriales12. Por ejemplo,
escribió diversos artículos promoviendo la forestación e inició un programa de forestación de las
dunas de Chanco que permitió reconquistar con plantaciones forestales más de 300 hectáreas
de “arenas volantes”13.

Desde entonces diversos especialistas en la gestión de los recursos naturales propusieron


el fomento de la forestación como un medio para evitar los procesos erosivos desencadenados
por el fuego y los cultivos de trigo. El control de la erosión de suelos se transformó entonces en un
problema de supervivencia nacional. En 1942, los ingenieros agrónomos Manuel Elgueta y Juan
Jirkal calcularon que no menos de cuatro millones de hectáreas del territorio nacional habían sido
afectadas por los procesos erosivos14. En este contexto, sus colegas Manuel Rodríguez y José
Suarez sentenciaban dramáticamente:

nadie puede, pues, ignorar la importancia de este problema. No afecta sólo al agricultor
que labora la tierra erosionada sino que por igual a todos. La vida de la nación está
amenazada. La capacidad de producir alimentos y vestidos está en peligro. La magnitud,
complejidad y consecuencias de los problemas de conservación de suelos exigen que no
dependan sólo de técnicos y de los directamente afectados, sino que deben preocupar a
toda la colectividad15.

Al año siguiente, Víctor Bianchi indicaba en su texto Erosión: cáncer del suelo que:

un incendio en los bosques cordilleranos como el que se produjo en los años 1943 y 1944 ha
dejado sin vegetación arbórea a más de 100.000 hectáreas de terrenos forestales. La capa
vegetal de estos terrenos está siendo arrastrada hacia los ríos que crecen y se enturbian
después de cada aguacero, para bajar después en forma alarmante en los meses de sequía.
En los ríos mueren los peces faltos de agua cristalina. En los puertos los barcos encuentran
cada día menos calado. Desaparecen los mariscos de las playas y una faja más o menos
ancha de campos de cultivos situada a la orilla del mar es cubierta por las dunas y los médanos.
¿Y quién ganó con esta catástrofe nacional? Media docena de agricultores apresurados que
siguen el bárbaro sistema del fuego para hacer limpias en su campo. Pero ni aun ellos
podrán disfrutar más de cinco años del producto que desataron entre Arauco y Llanquihue, en
cuyas llamas perecieron cuarenta personas. La erosión comienza a manifestarse sin control
ni enemigos. Zanjas y rocas lavadas muestran el material primario y estéril de la cordillera
chilena16.

Por su parte, Francesco di Castri, eminente ecólogo italiano radicado por muchos años
en Chile, afirmaba que:

en pocos países es dable observar una semejante extensión e intensidad de los fenómenos
de degradación irreversible de los recursos; los bosques se están implacablemente

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acabando con escaso aprovechamiento y con un ritmo que permite pronosticar un desierto
en un plazo relativamente breve, la mayoría de las especies autóctonas está en vías de
extinción, praderas y estepas naturales se están agotando por sobrepastoreo, y finalmente,
consecuencia ultima de estos desequilibrios, la erosión está amenazando la mayor parte del
territorio nacional17.

Frente a la catástrofe erosiva tomó cada vez más impulso el discurso favorable a la
forestación pues se pensaba que el bosque era el “elemento conservacionista por excelencia
del suelo. Defiende como ningún otro recurso natural su conservación, amortiguando la acción
mortificante del agua lluvia, el viento y los cambios atmosféricos”18. De este modo, tal como
ocurrió en el ámbito internacional con la aparición de las ciencias forestales, la receta o remedio
ideado para luchar contra los efectos de la catástrofe erosiva inminente y las inundaciones fue la
forestación de los suelos desprovistos de árboles y vegetación. Este discurso conservacionista
permitía, al mismo tiempo, una reconversión agroproductiva tendiente a elevar el rendimiento
económico de los suelos desgastados y satisfacer las demandas mundiales de madera, celulosa
y papel19.

El Decreto Ley N° 4.363 de 1931 y el Decreto Ley N° 701 de 1974

Siguiendo las ideas y lineamientos planteados por Federico Albert, un primer instrumento
de fomento a la forestación fue el Decreto Ley N° 4.363 de 1931, más conocido como Ley de
Bosques, que consolidó y sintetizó varios decretos aprobados con anterioridad, definiendo los
terrenos que serían considerados forestales, los cuales quedarían sujetos a planes de vigilancia,
cultivo, repoblación y explotación, como también a expropiación. Prohibió el roce como métodos
de explotación de terrenos forestales, la corta de bosques cerca de manantiales y vertientes, y
concedió la exención de impuestos territoriales a los proyectos de reforestación.

Al amparo de esta legislación, agricultores y empresas como la Compañía Manufacturera


de Papeles y Cartones solicitaron la declaración de terrenos como forestales, pidieron árboles
a los viveros fiscales y permisos de forestación al Ministerio de Tierras y Colonización, como
también la exención del pago de contribuciones territoriales. Se originó asimismo el sistema de
forestación de “parcelas bosques”. Cada retazo tenía una extensión de una hectárea plantada
con dos mil quinientos pinos insignes, a dos metros de distancia cada uno y media hectárea sin
árboles. A juicio de sus impulsores no existía hasta el momento en el país una “combinación de
ahorro o multiplicación del capital, más estable y reproductiva que la inversión en bosques”20.

Este sistema de ahorro, planteaban, no se limitaba al simple interés ya que además


contribuía directamente a la creación de una riqueza nueva y efectiva, que estaba a cubierto de
las constantes fluctuaciones monetarias, de la temida inflación y de todas las complicaciones
económicas de “la vida moderna”. Se sumaba a ello el indiscutible atractivo recreacional
que ofrecía el bosque para los habitantes urbanos, pues los pinares de la parcelas bosques
brindaban la oportunidad de pasar los fines de semana entregado a la caza, la contemplación

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de la naturaleza y al aire puro de la parcela. Un empleado de Santiago podía tomar el tren al sur
del viernes por la noche, llegar a Yumbel, disfrutar del fin de semana, para regresar en el tren del
domingo por la noche y arribar a su trabajo el lunes a las 9:30 completamente repuesto, mientras
su inversión se mantenía a salvo de la temida inflación21.

El Estado, por su parte, a través de la Corporación de Fomento de la Producción,


CORFO, inició diversas iniciativas tendientes a facilitar créditos para la forestación y a propiciar la
formación de sociedades forestales. En 1943, CORFO estimaba que había realizado préstamos
por $ 2.000.000, lo que había permitido la forestación de 4.000 hectáreas plantadas con
aproximadamente 10.000.000 de pinos y eucaliptos. Una década más tarde, el primer inventario
de plantaciones de pino entre las provincias de Linares y Malleco indicó que se habían plantado
136.358 hectáreas. Si bien durante los siguientes diez años el ritmo de la forestación decreció,
durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva ésta se incrementó notablemente. El ministro de
agricultura, Hugo Trivelli, destacaba la importancia de la forestación en los planes de gobierno
con la siguiente consigna: “que no se nos vaya el piso al mar”. Se formuló, entonces, un Plan
Nacional de Forestación, 1966 – 1970, que inicialmente se basó en aumentar los viveros del
Estado y entregar a los propietarios pinos gratuitos o a muy bajo costo. Paralelamente los
profesionales a cargo tenían la difícil tarea de convencer a los campesinos a cambiarse de sus
viejas prácticas agrícolas o ganaderas al pino. Luego se establecieron convenios de forestación
por medio de los cuales la recién creada Corporación de Reforestación, COREF, ejecutaba
directamente en los predios labores de forestación. Así se realizó el Plan Colchagua que cubrió
una zona extremadamente pobre, con actividad ganadera extensiva y la explotación de viejos
vestigios arbóreos empleados para la producción de leña y carbón vegetal. Las iniciativas
prosiguieron bajo el gobierno de Salvador Allende. Entre 1971 y 1972, COREF y su sucesora
CONAF (Corporación Nacional Forestal) plantaron cerca de 40.000 hectáreas mediante los
convenios de reforestación22.

Durante el régimen militar se aprobó en 1974 el Decreto Ley N° 701 de fomento forestal
por medio del cual se dispuso una serie de incentivos a las plantaciones en terrenos declarados
forestales, de aptitud preferentemente forestal y bosques naturales, los cuales quedaron exentos
del impuesto territorial; tampoco se considerarían para determinar la renta presunta, ni para el
cálculo del global complementario. Tampoco para los efectos de la ley de herencias, asignaciones
y donaciones. Asimismo, el Estado los declaró no expropiables y determinó que bonificaría a
quienes forestaran con un 75% de los costos netos de la forestación. Los incentivos otorgados
por el decreto ley N°701 fueron notables. En el período 1974-1980 la superficie promedio de
plantación anual fue de 77.583 hectáreas, tres veces el promedio anual de plantaciones del
período anterior, predominando ampliamente las plantaciones privadas. Para 1984 se habían
forestado más de un millón de hectáreas y en 1989 había cerca de dos millones de hectáreas.
La expansión de las plantaciones permitió que las exportaciones forestales subieran de 127.000
toneladas en 1974 a 730.100 toneladas en 1989. Hacia 1990, prácticamente toda la Cordillera
de la Costa desde Colchagua al Bio Bío se hallaba completamente forestada con pino insigne y
las plantaciones seguían avanzando hacia la Araucanía y Valdivia23.

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Impactos ambientales de la expansión forestal en Chile

La notable expansión de las plantaciones de pino insigne desencadenó un intenso


debate acerca de los impactos ambientales de los monocultivos forestales. Por un lado,
distintas organizaciones sociales, ecologistas y ambientalistas denunciaban los impactos de las
plantaciones sobre el suelo, los ciclos hídricos, la flora y la fauna, pero también los problemas
originados a raíz de los patrones de poblamiento de las áreas rurales24.

Una de las organizaciones que inició las críticas a las plantaciones forestales fue el Grupo
de Investigaciones Agrarias de la Academia de Humanismo Cristiano. Pionero en este sentido fue
el documento La realidad forestal chilena, elaborado por María Elena Cruz y Rigoberto Rivera,
en el cual se planteaba que el indiscriminado crecimiento de las plantaciones había provocado
profundas transformaciones ecológicas y sociales. La población había sido expulsada de los
campos pues era incompatible con las plantaciones, en tanto que a nivel físico “la concentración
de grandes plantaciones en paños muy continuos provoca alteraciones de diversos tipos, tales
como acidificación de los suelos, pérdida de la capacidad de amarre mecánico del suelo y
problemas fitosanitarios asociados al monocultivo. Pero en su opinión, las alteraciones de mayor
significación en el largo plazo y que afectan directamente a las poblaciones ubicadas en las
áreas de plantación se referían “a las modificaciones que sufren los ciclos hídricos, lo que afecta
gravemente a la actividad agrícola circundante”. A juicio de los autores, era evidente que las
extensas plantaciones de pino insigne producían el desecamiento de las vertientes, pozos y otras
fuentes naturales de agua, el embancamiento de los cursos de agua, el anegamiento de valles,
además de crecidas irregulares en los ríos25.

Por su parte, la Vicaría Pastoral Obrera del Arzobispado de Concepción y otras


organizaciones civiles pusieron énfasis en las condiciones en que laboraban los trabajadores
forestales26. Así, por ejemplo, una investigación efectuada en la VIII región por un equipo de la
Dirección del Trabajo verificó en 1980 las condiciones “ilegales e inhumanas” en cuarenta y uno
de los cuarenta y dos campamentos forestales visitados, comprobando el pago de bajos salarios,
además de la existencia de una gran cantidad de trabajadores sin contrato o en blanco, ausencia
de equipos de seguridad, campamentos antihigiénicos conocidos como rucos, sin letrinas, ni
control en el consumo de agua27.

Otro cambio ocurrió en los patrones de poblamiento de la población rural, lo que se vio
reflejado en la expulsión de los campesinos, quienes terminaban sucumbiendo ante las ofertas de
compra de las empresas forestales. Casi veinte años después de las primeras críticas, CODEFF
indicaba que el precio que obtenían por sus terrenos difícilmente aseguraba la reconstrucción
en otro lugar de una nueva vida que sustentase a la familia, pero se veían obligados a vender,
ya que el cambio de su entorno, el avance de las plantaciones y las migraciones de los vecinos,
terminaban por afectar su sistema económico y social: la escuela rural cerraba por falta de
alumnos, se cortaban los caminos, escaseaban los pequeños animales silvestres que cazaban o
los frutos del bosque que servían de alimento a los chanchos, etc28.

Para el Comité de Defensa de la Flora y Fauna, CODEFF, el principal problema era

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la sustitución de bosque nativo por plantaciones forestales. En el tercer encuentro científico


del medio ambiente realizado en Concepción en agosto de 1989, Antonio Lara, Leonardo
Araya, Juan Capella, Mauricio Fierro y Aarón Caviedes, representando a CODEFF, presentaron
la ponencia “Evaluación de la destrucción y disponibilidad de los recursos forestales nativos
en la VII y VIII Región”. Según el estudio, entre 1978 y 1987, el 31,3% de los bosques que
crecían en la cordillera de la costa de la octava región habían sido destruidos para efectuar
plantaciones de pino insigne. En otras palabras, en nueve años se había eliminado casi un
tercio de los bosques nativos de la región del Bio Bío. El principal tipo de bosque que se estaba
destruyendo correspondía a especies renovales tales como roble, hualo, raulí y coihue, que
representaban un 90% de total. En la región del Maule, la destrucción de los renovales para
efectuar plantaciones alcanzó un máximo en los años 1985-198629. En el fondo, planteaban que
la sustitución significaba cambiar un ecosistema por otro lo que, a juicio de CODEFF, significaba
intensificar los procesos erosivos y de déficits hídricos, como también los impactos en la fauna
y flora, uso de venenos extremadamente tóxicos, incluso letales para el ser humano, utilizados
para controlar especialmente la plaga de conejos que se comía el ápice de la planta e impedía el
desarrollo del pino como un recurso de alta productividad30.

De este modo, con el avance inexorable de las plantaciones forestales incentivadas por
el decreto ley 701, la “sustitución” se había transformado para algunos sectores de la sociedad
nacional en una verdadera “tragedia del bosque chileno”31. El remedio o panacea contra la
erosión revelaba también su lado oculto: elevar la productividad de los suelos desgastados por
el ciclo triguero con una nueva especie quizá aún más invasora, pero adecuada a la industria
de la celulosa y el papel en el mundo, independiente de los matorrales de especies nativas allí
existentes, que siguieron siendo exterminadas por medio del fuego. Se trataba en definitiva de
un lucrativo negocio que consistía en establecer monocultivos capaces de cobrar los generosos
subsidios del fisco y de tener ya probadamente, desde Durant de Maisons en 1839, varias
rotaciones en un lapso corto de tiempo y además acorde con el desarrollo de la tecnología por
ser funcionales a la industria de la celulosa y del papel, a nivel nacional y luego mundial. El
remedio contra la erosión se había transformado en una de las peores pesadillas de los sectores
conservacionistas.

Conclusiones

En las primeras décadas del siglo XX, el discurso en favor de la forestación convocó
tanto a los sectores productivistas como a los conservacionistas. Por un lado, se pensaba que el
repoblamiento forestal de las áreas erosionadas producto del ciclo económico del trigo permitiría
conservar los suelos y mejorar los ciclos hídricos. Por otra parte, se sabía que había especies
exóticas que se daban muy bien en el país como el pino marítimo o pino pinaster o bien el
pino radiata o insigne, que crecía muy rápido y podía ser plantado como un monocultivo, lo
que aseguraba un volumen determinado de madera al cabo de una rotación. Esta conjunción
de intereses permitió instalar en el país un discurso e incentivos tributarios favorables a las
iniciativas forestadoras. Los estímulos propuestos por el decreto ley 701 de 1974 hicieron de las

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plantaciones forestales un lucrativo negocio que permitió la rápida expansión de la forestación


que pasó de 300.00 hectáreas forestadas en 1973 a prácticamente 2.000.000 de hectáreas en
1990. Se inició entonces un intenso debate entre los sectores productivitas y conservacionistas,
quienes denunciaban la práctica de la sustitución de bosque nativo por plantaciones forestales y
los impactos ecológicos y sociales de la expansión de los monocultivos forestales. El remedio se
había transformado en algo peor que la enfermedad. Así, el análisis de las políticas forestales en
el largo tiempo nos demuestra que las políticas y prácticas referidas a los ecosistemas naturales
no siempre tienen los efectos esperados por sus impulsores, desencadenándose muchas veces
impactos imprevistos e irreversibles sobre los ecosistemas de Chile.

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Universitaria, 1959.

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De la panacea a la tragedia. Bosques, erosión y forestación en Chile. Siglos XIX y XX
Pablo Camus Gayan

Notas

1
Pablo Camus, Ambiente, bosques y gestión forestal en Chile, 1541-2005, LOM-Centro de Investigaciones Barros Arana,
2006.
2
Sergio Sepúlveda, El trigo chileno en el mercado mundial, Un ensayo de geografía histórica, Santiago, Editorial
Universitaria, 1959.
3
Rafael Larraín, Corta de Bosques, Informe de la comisión nombrada para dictaminar esta materia y reglamento
dictaminado por el Presidente de la República, Santiago, Imprenta Nacional, 1873, p, 7.
4
Luis Otero, La huella del Fuego, Historia de los bosques nativos, poblamiento y cambios en el paisaje del sur de Chile,
Pehuén, 2006.
5
Rafael Elizalde, La sobrevivencia de Chile, Santiago, Chile, SAG, 1970, p, 23.
6
Federico Albert, “El problema forestal en Chile”, en: Boletín de bosques, pesca y caza, Tomo I, N°10, Santiago, abril de
1913, pp. 696-697.
7
Archivo Nacional, Fondo Ministerio de Tierras y Colonización “Circulares y órdenes ministeriales”, Vol.1113, 1935-1940.
8
Pablo Camus, Ambiente, bosques y gestión forestal…, op. cit.
9
Carlos Durant de Maisons, “Carta al presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura don Pedro Mena”, Archivo
Nacional, Fondo Ministerio de Hacienda, Vol. 173.
10
Idem.
11
Pablo Camus, “Federico Albert, Pionero de la gestión ambiental en Chile”, Estudio introductorio a Plan general para el
cultivo de bosques en Chile, Biblioteca Fundamentos de la Construcción de Chile, 2012.
12
Pablo Camus, “Federico Albert: Artífice de la gestión de los bosques de Chile”, Revista de Geografía Norte Grande, Nº
30, Instituto de Geografía, Universidad Católica de Chile, 2003.
13
Federico Albert, Las dunas, o sea, las arenas volantes, voladeros, arenas muertas, invasión de las arenas, playas y
médanos del centro de Chile: comprendiendo el litoral desde el límite norte de la provincia de Aconcagua hasta el límite
sur de la de Arauco, Imprenta Cervantes, Santiago, Chile, 1900.
14
Juan Elgueta y Manuel Jirkal, Erosión de suelos en Chile, Santiago, Imprenta Sud Americana, 1942.
15
Manuel Rodríguez y José Suárez, La conservación de suelos en Chile, Santiago, Ministerio de Agricultura, 1946.
16
Víctor Bianchi, Erosión, Cáncer del suelo, Santiago, Imprenta Universitaria, 1947.
17
Francesco di Castri, “Posición de la ecología en la ciencia y en la sociedad actual”, Anales de la Universidad de Chile,
N°131, 1964.
18
Florencio Durán, La Conservación del suelo y la Erosión, Santiago, Zig-Zag, 1970.
19
Pablo Camus, “Erosión, inundaciones y forestación: mitos fundadores del bosque contemporáneo”, Revista de
Geografía Norte Grande, Instituto de Geografía, Universidad Católica de Chile Nº 28, 2001.
20
Comunidad Irarrázaval-Larraín, Parcelas Bosques, Santiago, 1942.
21
Comunidad Irarrázaval-Larraín, Parcelas Bosques, Santiago, 1942. Más antecedentes en Pablo Camus, Ambiente,
bosques y gestión forestal…, op. cit.
22
José Leyton, “El fomento de la actividad forestal y su impacto sobre el desarrollo rural de Chile”, CEPAL, El desarrollo
frutícola y forestal en Chile y sus derivaciones sociales, Naciones Unidas, 1986.
23
INFOR, “Estadísticas Forestales 1999”, Boletín Estadístico, N° 74, Santiago, Octubre del 2000.
24
Ver el libro reciente de Thomas Klubock, La Frontera: Forests and Ecological Conflict in Chile’s Frontier Territory,
Durham, Duke University Press, 2014.
25
Más antecedentes en, Pablo Camus, Ambiente, bosques y gestión forestal… op. cit.
26
Rodolfo Contreras, Más Allá del bosque, La explotación forestal en Chile, Concepción, Amerindia Estudios, 1988.
27
Mario Aravena, “Detrás de los bosques”, Hoy, N°165, Santiago, 1980.
28
CODEFF, “Sustituyen campesinos por pino radiata. Ente las VII y IX regiones”, ECOS, CODEFF, año 27, N° 19,
Santiago, julio, 1996.
29
Más antecedentes en, Pablo Camus, Ambiente, bosques y gestión forestal…, op. cit.
30
Pablo Camus, Fabián Jaksic y Sergio Castro, “El conejo Europeo en Chile, Historia de una invasión biológica”, Instituto
de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, Historia, Vol. II, Nº 41, 2008,
31
Defensores del Bosque Chileno (ed.), La Tragedia del bosque chileno, 1a ed., Santiago de Chile, Ocho Libros Editores,
c1998.

HIb. REVISTA DE HISTORIA IBEROAMERICANA | ISSN: 1989-2616 | Semestral | Año 2014 | Vol. 7 | Núm. 2
HISTORIA N o 41, vol. II, julio-diciembre 2008: 305-339
ISSN 0073-2435
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 305

PABLO CAMUS*
SERGIO CASTRO**
FABIÁN JAKSIC***

EL CONEJO EUROPEO EN CHILE:


HISTORIA DE UNA INVASIÓN BIOLÓGICA

Este trabajo analiza las relaciones entre los seres humanos y su ambiente, a partir
de la historia de la aclimatación y posterior invasión de conejos en Chile, consta-
tando que, en el largo plazo, las acciones humanas tienen efectos e impactos insos-
pechados sobre el medio natural. En efecto, si bien inicialmente los conejos fueron
vistos como una oportunidad de desarrollo económico a partir del aprovechamien-
to de su piel y su carne, pronto esta especie se convirtió en una plaga difícil de
controlar en diversas regiones del país, como Chile central, Tierra del Fuego e
islas Juan Fernández. Así, con el paso del tiempo, el conejo se ha terminado por
transformar en nuestro país en un verdadero “convidado de piedra”.

Palabras clave: Historia ambiental, invasiones biológicas, conejo europeo, ecolo-


gía y medio ambiente.

This work analyses the relationship between human beings and their environment
taking into consideration the adjustment and eventual invasion of rabbits in Chile.
It argues that in the long run, human actions have unsuspected effects upon the
environment. In fact rabbits were seen initially as an opportunity for economic
development because of the exploitation of their meat and skin. Later, rabbits
became a plague in different areas of Central Chile, Tierra del Fuego and Juan
Fernández islands, which was difficult to control. Over the years rabbits became
unwelcome guests in Chile.

Key words: Environmental History, biological invasions, European rabbit,


ecology and environment.

Fecha de recepción: octubre 2007


Fecha de aceptación: abril 2008

* Centro de Estudios Avanzados en Ecología y Biodiversidad (CASEB). Correo electrónico:


pcamusg@uc.cl
** Departamento de Biología, Facultad de Química y Biología; Universidad de Santiago de Chile.
Centro de Estudios Avanzados en Ecología y Biodiversidad (CASEB). Correo electrónico:
scastro@usach.cl
*** Departamento de Ecología, Pontificia Universidad Católica de Chile. Centro de Estudios

Avanzados en Ecología y Biodiversidad (CASEB). Correo electrónico: fjaksic@bio.puc.cl


306 HISTORIA 41 / 2008

INTRODUCCIÓN1

El proceso de globalización ha concitado modificaciones no solo en los patro-


nes culturales y económicos del planeta, sino que también sobre el patrimonio
biológico de los países involucrados2. Así, el aumento de la conectividad comercial
y del transporte entre regiones remotas del planeta ha propiciado un intercambio de
flora, fauna y microorganismos sin precedentes en la historia geológica3. En mu-
chas ocasiones, la introducción de especies se realiza de manera intencional, como
es el caso de aquellas con importancia económica y productiva. Sin embargo, en
otras situaciones, la introducción es involuntaria y en muchos casos indeseada,
como ocurre con especies de maleza o plaga.
Las especies invasoras han despertado un renovado y creciente interés en nues-
tra sociedad4. Por una parte, se ha reconocido que su presencia afecta el patrimonio
natural (biológico) de las unidades geopolíticas recipientes, debido a que puede
alterar la representación de especies nativas, y en algunos casos causar su extin-
ción. Por otra, las especies invasoras afectan negativamente a los sectores produc-
tivos, debido a que pueden comportarse como malezas o plagas de cultivos. Final-
mente, la llegada de nuevas especies puede implicar efectos en la salud humana, al
introducir conjuntamente patógenos o sustancias deletéreas.
Aunque la dimensión biológica de estas invasiones comienza a ser mejor com-
prendida desde el punto de vista de la teoría ecológica, un aspecto claramente
menos estudiado lo constituye su dimensión humana5. Esto es particularmente cier-
to si se considera que la conectividad global (i.e. globalización) está sustentada por
relaciones entre unidades geopolíticas concretas (i.e. países), y que estas se han
modificado profundamente en los últimos 500 años. Así, el estudio de la dimensión
humana de las invasiones biológicas constituye una vertiente que permite com-
prender cómo se ha amparado, histórica, social y políticamente, la introducción de
especies, y qué lecciones es posible extraer de estas experiencias para aplicarlas en
el futuro, pues es probable que nuevos eventos de este tipo vuelvan a ocurrir.
En Chile continental, la introducción de especies invasoras comenzó temprana-
mente. El intercambio comercial entre las etnias originarias probablemente contri-
buyó a la expansión de numerosas especies y cultivos (quínoa, pimiento, caméli-
dos, etc.). Sin embargo, es la colonización española la que impuso un cambio

1 Agradecemos la ayuda de Rodrigo Torres en la recopilación de antecedentes para la elabora-


ción de este trabajo.
2 Peter M. Vitousek, Carla M. D’Antonio, Lloyd L. Loope y Randy Westbrooks, “Biological
invasions as global environmental change”, en American Scientist, Vol. 84, Nº 5, Washington, 1996.
3 Richard N. Mack, Daniel Simberloff, Mark Lonsdale, Harry Evans, Michael Clout y Fakhri A.
Bazzaz, “Biotic invasions: causes, epidemiology, global consequences, and control”, en Ecological
Applications, Vol. 10, Nº 3, Washington, 2000.
4 D. Pimentel, L. Lach, R. Zuniga y D. Morrison, Environmental and economic costs associated
with non-indigenous species in the United States, Ithaca, NY, College of Agriculture and Life Scien-
ces, Cornell University, 1999.
5 J.A. McNeely, The great reshuffling: how alien species help feed the global economy, Gland,
Suiza, IUCN, 2001.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 307

cualitativo y cuantitativo a esta dinámica, pues se introducen especies provenientes


de un continente lejano, cuyos vínculos evolutivos y biogeográficos con la biota
local son remotos6. Con la instauración de la República se estimuló activamente la
apertura comercial y el desarrollo ganadero y silvo-agropecuario interno, lo que
posibilitó la introducción de nuevas crianzas y cultivos. Como resultado, Chile
cuenta con 24 especies de vertebrados y 800 especies de plantas invasoras, la
historia de su introducción, en su contexto social y biológico, permanece, en su
mayor parte, desconocida.
El conejo europeo (Oryctolagus cuniculus L.) ocupa un lugar importante entre
la fauna invasora de Chile7. Siendo una especie introducida –aparentemente con
propósitos comerciales–, la crianza en conejeras en Chile central llevó a su escape
o liberación en ambientes naturales. Alcanzado el estatus de especie silvestre, esta
especie no solo logró expandir su distribución geográfica, sino que alcanzó abun-
dancias poblacionales considerables, al punto de causar perjuicios económicos al
sector silvo-agropecuario y convertirse, de paso, en una especie plaga: un convida-
do de piedra8. En la actualidad, la presencia del conejo europeo en Chile no solo se
observa en la porción central del territorio, sino también en el archipiélago de Juan
Fernández, Tierra del Fuego y parte de la Patagonia chileno-argentina.
En este artículo revisamos y analizamos los antecedentes históricos disponibles
que acreditan la introducción de conejos en Chile. Específicamente, intentamos
cubrir dos aspectos de esta problemática: por una parte, reconstruir la historia de
esta invasión, focalizándonos en la evidencia documental disponible; y por otra,
analizar el contexto político y social que desencadenó la introducción y asilvestra-
miento de una de las especies más preocupantes para el sector forestal y agrícola
chileno. Con estos antecedentes, intentaremos extraer algunas lecciones relevantes
acerca de la introducción de especies en Chile y la necesidad de un diálogo virtuo-
so entre la investigación científica y la toma de decisiones políticas, las que han
acompañado y acompañarán la conexión multilateral de nuestro país de cara a la
globalización.

EL CONEJO EUROPEO

El conejo europeo es una especie nativa de la Península Ibérica. Originalmente


su distribución estuvo restringida por los eventos de glaciación que afectaron al
continente europeo, determinando la aparición de dos subespecies: O. cuniculus

6 Sergio A. Castro, Javier A. Figueroa, Mélica Muñoz-Schick y F.M. Jaksic, “Minimum residen-
ce time, biogeographical origin, and life cycle as determinants of the geographical extent of naturali-
zed plants in continental Chile”, en Diversity & Distributions, Vol. 11, Nº 3, Stellenbosch, South
Africa, 2005.
7 Fabián M. Jaksic, “Vertebrate invaders and their ecological impacts in Chile”, en Biodiversity
& Conservation, Vol. 7, Nº 11, Springer, Netherlands, 1998.
8 Fabián M. Jaksic y Eduardo Fuentes, “El conejo español: ¿un convidado de piedra?”, en E.
Fuentes y S. Prenafeta (eds.), Ecología del paisaje en Chile central: estudios sobre sus espacios
montañosos, Santiago, Ediciones Universidad Católica, 1988.
308 HISTORIA 41 / 2008

cuniculus y O. cuniculus algirus9. La primera subespecie se distribuye en la por-


ción noreste de la península y en el sudeste de Francia, mientras que la segunda se
halla al suroeste de España, incluyendo Portugal. La gran fecundidad exhibida por
esta especie, así como su importancia peletera y comestible, probablemente moti-
varon su introducción en diversas regiones del mundo (i.e. Asia, África, Australia,
Nueva Zelanda y América), incluyendo numerosas islas oceánicas. Así, en este
último caso, la dotación de conejos proveería de sustento alimenticio a los prime-
ros viajeros interoceánicos de los siglos XV y XVI en adelante. En muchas de estas
localidades el conejo terminó asilvestrándose y transformándose en una especie
indeseada. Este es el caso de Australia, donde no hubo conejos hasta que el velero
Lightning llevó, en 1859, dos docenas de ellos encargados por el terrateniente
Thomas Austin, quien no se quería privar de la tradicional caza del conejo. Los
conejos liberados por Austin no tenían depredadores naturales, por lo que se multi-
plicaron con una rapidez abismante. En pocos años llegaron a convertirse en millo-
nes y progresivamente fueron ocupando el continente australiano sin que nada los
detuviera. Como paliativo se importaron zorros desde Inglaterra, pero ellos prefi-
rieron depredar la fauna marsupial indígena y casi terminaron por exterminarla.
Posteriormente, se colocó una alambrada de 11.000 kilómetros a través de todo el
país, sin resultados. En diez años Australia exportó 700 millones de pieles de
conejos y 160 millones de conejos congelados. Todas las medidas para eliminar el
conejo fueron inútiles, hasta que en 1950 los científicos comenzaron a inyectar el
virus mixoma a los conejos. Los mosquitos se encargaron de transmitir la enferme-
dad, hasta que, para 1951, la propagación del mixoma había alcanzado su punto
máximo10.
Prácticamente en todos los países en que se ha introducido el conejo, este ha
sido un colonizador exitoso y ha demostrado su potencial destructor para los eco-
sistemas, los cultivos y el ganado. Por ello, el conejo ha llegado a ser uno de los
ejemplos clásicos que se utilizan para caracterizar los impactos provocados por las
invasiones biológicas. Al mismo tiempo, paradójicamente, en muchos países el
conejo ha sido introducido deliberadamente con el objetivo de practicar la cacería,
obtener carne y pieles, e inclusive para ser adoptado por familias como mascota.
En Europa y otros continentes, el conejo ha sido por siglos objeto de altercados y
rivalidades entre los “arrendatarios” y los “grandes propietarios”, quienes se dispu-
taban los derechos de propiedad sobre su caza, por lo que el estatus jurídico del
conejo fue objeto de largas deliberaciones, querellas y legislaciones. En la segunda
mitad del siglo XX, los programas de investigación científica, bajo el amparo de

9 Christophe Biju-Duval, Hajer Ennafaa, Nicole Dennebouy, Monique Monnerot, Françoise


Mignotte, Ramon C. Soriguer, Amel El Gaaïed, Ali El Hili y Jean-Claude Mounolou, “Mitochondrial
DNA evolution in lagomorphs: origin of systematic heteroplasmy and organization of diversity in
European rabbits”, en Journal of Molecular Evolution, Vol. 33, Nº 1, New York, 1991.
Monique Monnerot, Jean-Denis Vigne, Christophe Biju-Duval, Didier Casane, Cécile Callou,
Florence Mougel, Ramon C. Soriguer, Nicole Dennebouy y Jean-Claude Mounolou, “Rabbit and man:
genetic and historic approach”, en Genetics Selection Evolution, Nº 26, Supl. 1, París, 1994.
10 J. Voigt, La destrucción de equilibrio biológico, Madrid, Alianza, 1987, 146-150.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 309

los gobiernos nacionales, han establecido costosos laboratorios de experimentación


médica y programas de control de esta especie. En suma, el conejo es una especie
económicamente importante, que se adapta eficaz y rápidamente, al mismo tiempo
que un seguro y exitoso colonizador11.

ORÍGENES DEL CONEJO EN CHILE

En 1892, Lataste indicó que los primeros ejemplares de O. cuniculus fueron


ingresados a Chile en 1884. Esta introducción habría ocurrido en una isla que
existía en el lago Cauquenes (en la actual VI Región), sitio desde el cual se
habrían expandido a lo largo del territorio de Chile central. A pesar de que la
versión de Lataste fue ampliamente aceptada, el reciente examen de la evidencia
histórica disponible sugiere otra interpretación. En efecto, después de investigar
en las primeras crónicas y otras fuentes, tales como las actas del Cabildo, los
relatos de viajeros y las impresiones de distintos actores que describen los ele-
mentos del medio natural en Chile, podemos señalar que el primero en señalar la
presencia de conejos en el país fue Juan Ignacio Molina, más de un siglo antes de
lo planteado por Lataste. De esta manera, los registros históricos indican que
hubo conejos en Chile desde antes de lo convencionalmente aceptado en la litera-
tura. En todo caso, subsisten preguntas que la documentación consultada no re-
suelve. Por ejemplo, ¿en qué momento fueron introducidos? y ¿en qué momento
se naturalizaron?
Como se señaló, las primeras referencias a la presencia de conejos en Chile,
aunque en forma indirecta, fueron escritas por el jesuita Juan Ignacio Molina,
quien al caracterizar al “cuy” señalaba que, a pesar de toda la semejanza que tiene
con los conejos, “huye de su compañía y jamás se han visto asociados ni juntos
estos animales”12. En su Ensayo sobre la historia natural de Chile, Molina plan-
teaba que tanto el cuy como el conejo “temen mucho a los gatos y topos, que son
sus enemigos y depredadores”13. Al mismo tiempo, refiriéndose a las vizcachas,
Molina señalaba que “aquellas gentes [los campesinos] prefieren la carne de este
animal, que es blanca y mui tierna, a la de los conejos y de las liebres”14. Conside-
rando que Molina fue expulsado en 1768, a la edad de 28 años, estas observaciones
indican que hacia mediados del siglo XVIII los conejos ya habían sido introduci-
dos en Chile, pues el autor los menciona para comparar sus hábitos en el contexto
nacional y para clarificar y significar sus descripciones de cuys y vizcachas al
medio europeo, al cual dirige su obra sobre la historia natural de Chile.

11 H. Thompson y C. King (eds), The European Rabitt. The history and biology of a sucessful
colonizer, Oxford, Oxford Science Publications, 2004.
12 Juan Ignacio Molina, Compendio de la historia civil del Reyno de Chile, Madrid, Imprenta de
Sancha, 1788-1795, tomo I, LXXXVIII, 348.
13 Juan Ignacio Molina, Ensayo sobre la historia natural de Chile, Santiago, Ediciones Maule,
1987, 288.
14 Molina, Compendio..., op. cit., tomo I, LXXXVIII, 289.
310 HISTORIA 41 / 2008

No obstante, al menos hasta mediados del siglo XIX, los conejos no eran consi-
derados en Chile como una especie invasora o problema. Así lo estimaba Claudio
Gay, quien señaló que esta especie era “desgraciadamente poco abundante con
relación a los numerosos servicios que presta su carne como alimento y sus pelos
como fieltro para los sombreros”15. En su tratado de Zoología, Claudio Gay indica-
ba que el conejo que había en Chile era “de un gris mezclado de flavo en el estado
salvaje, con bermejo en la nuca; su garganta y vientre son blanquizos. Las orejas
casi de la longitud de la cabeza. La cola menos larga que el muslo y bruna por
cima; pero en el estado doméstico los colores varían mucho”. Lo cual nos indica
que, en su percepción, antes de mediados del siglo XIX, había conejos silvestres o
salvajes en Chile, aunque no en la abundancia requerida, para un francés acostum-
brado a ellos, para ser percibidos como plaga. En consecuencia, Gay señalaba que
en Chile “sería sin duda útil que se tratase de propagarlos en el estado salvaje,
sobre todo en las grandes comarcas próximas á las cordilleras donde los terrenos
no están todavía cultivados, pues ofrecerían además de una carne mucho más
gustosa y sana que la de los caseros, gran cantidad de pieles, que el arte de la
sombrerería emplea tan generalmente y con tanta ventaja”16.
Tenemos, en todo caso, más noticias de la existencia de conejos a mediados del
siglo XIX y también de los primeros indicios de su potencial como plaga ambien-
tal, a partir de referencias de las que disponemos sobre un conejar establecido
antes de 1849. Así lo recuerda Nathan Miers, quien señala que ese año Manuel
Ruiz Tagle le había contado que “en su fundo La Calera tenía una conejera de
cómo cuatro cuadras de extensión, con muchos conejos. Averiguando sobre ella,
colijo que, muerto él, sus herederos no cuidaron los conejos, i es probable, según la
explicación que se me ha hecho, que, encerrados con paredes de cal y ladrillo y no
recibiendo alimentación, perecieron en su mayor parte. Algunos deben haber esca-
pado. Porque hace pocos días, alguien me contó que en territorios vecinos de la
Calera se ven conejos”17.
En suma, de los planteamientos de Juan Ignacio Molina, Claudio Gay y Nathan
Miers se puede deducir que, a diferencia de lo planteado originalmente por Fer-
nand Lataste, había conejos en Chile con anterioridad a 1884. Aunque probable-
mente estos fueron mantenidos bajo cautiverio, en atención a su carne y piel, no
está claro si las poblaciones de conejos asilvestrados en el territorio central de
Chile fueron conformadas por individuos liberados o escapados de la crianza. Por
otra parte, con la evidencia disponible no es posible determinar si la introducción
de conejos al país se realizó en una o varias oportunidades, o si sus escapes o
eventos de liberación ocurrieron en más de una ocasión. Lo concreto es que, para
fines del siglo XIX, ya existía la crianza cautiva de conejos, así como conejos
asilvestrados en Chile central.

15 Claudio Gay, Agricultura Chilena, Santiago, ICIRA, 1973, 477.


16 Claudio Gay, Historia física y política de Chile. Zoología, tomo I, Santiago, Museo de Histo-
ria Natural de Santiago, 1847, 126.
17 Nathan Miers, “Invasión de los conejos”, en Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura,
Vol. XXI, Nº 22, Santiago, 28 de mayo de 1900, 453 y 454.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 311

ACLIMATACIÓN DEL CONEJO EN CHILE

Hacia el último tercio del siglo XIX se inició una interesante polémica acerca
de la aclimatación del conejo en Chile y de los beneficios que la crianza de esta
especie podía tener en el desarrollo económico nacional, especialmente para los
sectores más desprovistos de recursos. Para unos se trataba de una especie muy
rentable, que, por su capacidad para multiplicarse rápidamente, proporcionaría en
abundancia y a bajo costo pieles y carne para el consumo de las familias del
campo; mientras que para otros, como Rodulfo A. Philippi, se trataba de una
especie que, si escapaba de sus planteles, podía causar enormes estragos a la
agricultura, tal como había ocurrido en otras regiones del mundo. En todo caso, la
mayoría de los autores advertía sobre la importancia de cerrar muy bien las coneje-
ras, para que estos animales no pudiesen alcanzar la libertad.
Es así como en 1870 el Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura publicó
un artículo titulado “Cría del Conejo”, en el que destacaba la importancia del
conejo en los campos, señalando que, hasta entonces, este vertebrado desempeñaba
“un papel secundario en nuestros corrales”, pero que en otras latitudes era recono-
cido por “su carne blanca, limpia y de un gusto siempre agradable, no empalaga y
se puede guisar mil diversas maneras. Pero no es lo exquisito de su gusto lo que
nos hace realzarlo en este ligero estudio que le dedicamos; es una consideración
superior todavía y que se roza con la economía doméstica del pobre: es la impor-
tancia que tiene como alimento para las familias campestres”. En consecuencia, el
artículo concluía “recomendando a nuestros hacendados su difusión entre los cam-
pesinos”. En todo caso planteaba que la conejera debía ser “construida con un
material que impida la salida del conejo, que es diestro y esforzado en hacer
grandes cuevas donde se oculta al principio y por donde se proporciona la libertad
al fin”18.
Santos Tornero también alentaba, en aquel período, el desarrollo de la presencia
de los conejos en Chile. En 1875, destacaba los beneficios de crianza de esta
especie, al señalar que era útil, “cuando en condiciones apropiadas se multiplica la
raza doméstica. Su asistencia es poco costosa, y además de los productos, da una
excelente carne, su piel y su pelo tienen mucho valor, y como se presta a que las
familias pobres los críen, son un gran recurso para la economía doméstica”19. Sin
embargo, al mismo tiempo, advertía sobre lo “dañino del conejo en estado de
libertad”20.
Ese mismo año, el Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura publicó
nuevamente un artículo sobre la cría del conejo “para manifestar la gran utilidad
que en otros países sacan los agricultores de este ramo mui descuidado de la
República”, en el cual se señalaba que “en cuanto a las conejeras al aire libre es

18 “Cría del conejo”, en Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura, Vol. I, Nº 1, Santiago,


1870, 168.
19 Santos Tornero, De la cría y propagación de animales domésticos, Valparaíso, Librería del
Mercurio, 1875, 175.
20 Idem.
312 HISTORIA 41 / 2008

preciso tener presente que cuanto mayor sea la extensión tanto mejor prosperarán.
Cada conejera debe ser cerrada exactamente por todas partes, con tapias de cal y
canto de unos diez pies de altura i con los cimientos bastante profundos para que
los conejos no puedan pasar por abajo […] Ojalá que uno de nuestros compatriotas
que actualmente se hayan en Europa pasase a Flandes para adquirir algunos pares
de estos animales bonitos y provechosos”21. Texto que se puede interpretar como
una preocupación por la posible invasión de conejos, dada su ya conocida fecundi-
dad, o como una inquietud por la pérdida de productividad del conejar a partir de
la salida de algunos ejemplares.
Diez años más tarde, el naturalista Rodulfo Amando Philippi pensaba que, de
acuerdo a sus observaciones, “los conejos no se han hecho salvajes por felicidad, a
pesar que algunos franceses hayan tratado de ponerlos en una que otra chacra para
tener el gusto de cazarlos i de comer su carne, mui estimada en Francia. Pronto se
ha visto el gran daño que hacían i se han exterminado antes de que hayan podido
volverse salvajes. Los ingleses, grandes cazadores de conejos, los han transportado
a Australia, donde se han multiplicado en algunos puntos de un modo tan excesivo
que llega a ser una plaga; de modo que los pobladores no saben como librarse de
estos animales, que amenazan con devastar toda plantación”22. Es interesante ana-
lizar este comentario de Rodulfo Philippi, pues es la primera referencia que tene-
mos acerca de la plaga de conejos en Australia, tópico que será más que recurrente
para explicar los perjuicios del conejo en la documentación disponible en las déca-
das siguientes. Por otra parte, señala algunas acciones emprendidas para extermi-
narlos antes de que se volviesen salvajes, y, especulando, pensamos que de algún
modo cuestiona los planteamientos del francés Claudio Gay, ya referidos, acerca
de la conveniencia de soltar conejos a la vida silvestre.
Por su parte, René Le Feuvre, director de la Quinta Normal de Agricultura,
planteaba que la crianza de conejos convenía “sobre todo a los pobres del campo;
tanto porque les permite variar algo su alimentación, como porque puede efectuar-
se muy económicamente haciendo recoger por niños, ordinariamente muy desocu-
pados, las yerbas y malezas de que se alimentan estos animales”23. Consecuente
con las lecciones de Le Feuvre, director del más importante centro de experimenta-
ción agrícola del país, en 1900 la Escuela Práctica de Agricultura de Chillán infor-
maba que en su establecimiento los conejos “se han multiplicado bastante hasta
formar una buena base para explotarlos en mayor escala”24.
En cambio, Nathan Miers, un colaborador frecuente del Boletín de la Sociedad
Nacional de Agricultura, temía los efectos de la propagación de los conejos en
Chile, debido a su asombrosa fertilidad. Así, discutiendo las visiones que ensalza-
ban las bondades económicas del conejo, señalaba que:

21 “Cría del conejo”, en Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura, Vol. VI, Nº 13, Santia-
go,1875, 346.
22 Rodulfo Philippi, “Sobre los animales introducidos en Chile desde su conquista por los espa-
ñoles”, en Anales de la Universidad de Chile, LXVIII, Santiago, junio de 1885, 323 y 324.
23 René Le Feuvre, Lecciones teórico-prácticas de Agricultura y Zootecnia: dadas a los alumnos
de la Escuela Normal de Preceptores, Valparaíso, Imprenta Excelsior, 1885, 345.
24 Memoria del Ministerio de Industria y Obras Públicas, Santiago, 1900, 18.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 313

“El año pasado hice los siguientes apuntes relativos a un par de conejos que tenia: el
macho era blanco i la hembra negra. Esta parió ocho chicos el 26 de Octubre; siete el 27
de Noviembre siguiente, i nueve el 2 de Enero. Así, en 68 días un par se multiplicó
hasta 27. Calculando que el primer par procreara durante siete meses del año; i que sus
hijos solo desde seis meses de edad, se puede establecer que en un año podría contarse
con 570. Este cálculo no es fantástico, es sí algo todavía mui limitado, cuando se
considera que el estado natural de plena libertad i suficiente alimento es siempre mas
favorable para la procreación que el artificial i de confinamiento”25.

Posteriormente, en 1900, Miers volvió a advertir en el Boletín de la Sociedad


Nacional de Agricultura sobre “la asombrosa fecundidad del conejo”. Señalaba en
esta oportunidad que este hecho debería ser conocido, pues se hallaba destacado en
todos los “trataditos” sobre cunicultura utilizados, además de citar el caso de Nue-
va Gales del Sur en Australia, sobre el cual escribía “cualquiera puede medir la
extensión de lo que puede alcanzar a ser la invasión de los conejos con los datos
que suministra el señor F. A. Coghlan, estadístico de gobierno en su obra sobre La
riqueza y el progreso de Nueva Gales del Sur”26. Así, Miers señalaba que los
argumentos expuestos eran suficientes, a su juicio, para “saber a que atenerse
largando los conejos al campo”27.
También advirtiendo sobre los peligros de la propagación del conejo, en 1912
Luis Castillo escribió que

“en Chile, especialmente en la región central, que comparte sus caracteres con la región
de origen, este roedor ha encontrado un suelo apto para socavar y abundancia de cercas
vivas para protegerse de la persecución de que es objeto por los daños que causa. Se
encuentra aquí tan bien, tan a su gusto que se multiplica prodigiosamente invadiendo los
campos de cultivo con asombrosa rapidez, para lo cual cuenta con el valioso concurso de
la zarzamora, planta invasora que le sirve de guarida inviolable, salvo por el fuego”28.

Asimismo, Castillo señalaba que

“el conejo como muchos otros seres orgánicos aclimatados fuera de su país de origen,
ha encontrado en otras regiones de la tierra condiciones tan aptas para prosperar que
han adquirido un grado de rusticidad completamente imprevisto por sus introductores.
Es lo que ha pasado en Chile con el manzano y también con el pez dorado, la galega
como yerba fanagerta i la zarzamora, tres calamidades. En Chile dichas plantas, como el
pez dorado, han hallado en el clima, en la calidad del suelo y en la falta de todos
aquellos agentes naturales que en un sentido u otro se oponen a su multiplicación y
diseminación, condiciones tan favorables a su rusticidad que de seres útiles se han
transformado en nocivos”29.

25 Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura, Vol. XXIV, Nº 15, Santiago, 5 de agosto de


1893, 445.
26 Miers, “Invasión de los conejos”, op. cit., 453-454.
27 Idem.
28 Luis Castillo, “El conejo en libertad”, en Boletín de bosques, pesca y caza, Vol. I, Nº 4,
Santiago, octubre de 1912, 253.
29 Ibid., 261.
314 HISTORIA 41 / 2008

En otro artículo, Castillo planteaba que “el conejo y la zarzamora no solo han
hallado en Chile fácil aclimatación sino también se han vuelto silvestres de modo
imprevisto hasta el extremo de convertirse en seres altamente perjudiciales para la
agricultura”30.
Al año siguiente, el Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura señalaba,
en un artículo sobre plagas y problemas de la agricultura, que

“en los campos de la costa de las provincias de Santiago, Colchagua i en la de


O’Higgins existe una gran cantidad de conejos silvestres, cuyo orijen no se conoce con
exactitud, pues mientras algunos sostienen que fueron soltados de esprofeso para el
sport de la caza, otros dicen provienen de conejos escapados de las jaulas en que se les
mantenía. Ello es que la plaga ya ha pasado al sur del Maipo i alcanza hasta la laguna
de Aculeo. Por ahora lo mejor que se hace es cazarlos de todas maneras i como son
apreciados por su carne, cada día se les combatirá mas. Es conveniente destruir por el
fuego las manchas de zarzamora que es donde más les agrada guarecerse. El medio mas
práctico es el empleo de lazos especiales hechos con alambre delgado, los que se colo-
can en los puntos más traficados por los conejos, estos al pasar introducen la cabeza en
el lazo y se ahorcan. De esta manera se cazan cada día grandes cantidades”31.

A pesar del peligro del conejo como especie invasora, los beneficios económi-
cos que se esperaba obtener a partir de la explotación de su piel y de su carne
permitieron considerar a esta especie como una oportunidad para el desarrollo del
país, sobre todo para los pequeños propietarios agrícolas. En efecto, especialmente
a partir de la década de 1920, comienza en la documentación disponible una persis-
tente campaña para introducir la cunicultura como una buena alternativa de desa-
rrollo económico. En 1921, por ejemplo, Carlos Echeverría publicó un manual de
cunicultura en el que señalaba que

“la industria del conejo es una de las pocas que podría fácilmente i en el corto tiempo
convertirse en una verdadera fuente de riqueza para nuestro país y en los momentos
actuales son los más apropiados para su desarrollo ya que no exige gran capital i que
contribuiría poderosamente a resolver en muchos puntos el abastecimiento de carne para
la alimentación ... las personas desocupadas o impedidas para hacer trabajos forzados,
las mujeres que viven en los campos i poblaciones rurales pueden fácilmente cuidar dos
o tres conejos de cría i proporcionarse un alimento mui nutritivo a menor precio”.

En todo caso, Echeverría advertía que

“la mayoría de los conejos que se venden en nuestros mercados son los provenientes de
los conejos que viven en libertad i que algunas personas han soltado para que se propa-

30 Luis Castillo, “Migraciones observadas en la fauna y flora de Chile”, en Boletín de bosques,


pesca y caza, Vol. II, Nº 4, Santiago, octubre de 1913, 251.
31 “Cartilla práctica sobre las enfermedades de árboles y cultivos, causadas por insectos y anima-
les. Remedios”, en Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura, Vol. XLV, Nº 9, Santiago, 15 de
septiembre de 1914, 528.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 315

guen y poder después dedicarse a la caza sin imaginarse el gran perjuicio que ocasionan
a nuestra agricultura, inutilizando las cosechas i minando los terrenos i aun las casas
para construir sus madrigueras”32.

En marzo de 1928, la Sociedad Nacional de Agricultura publicó un artículo


titulado “La cría del conejo”, donde destacaba que “entre las pequeñas industrias
agrícolas, una de las más lucrativas tal vez es la cría del conejo, tanto por su carne
fina y delicada, como por su piel, que adquiere cada día mayor importancia comer-
cial”33. Pocos meses después, en junio de 1928, el Boletín de la Sociedad publicó
“Consejos para la producción de piel”, donde se afirmaba que “la industria peletera
ha alcanzado tal perfeccionamiento que transforma la piel de los prolíficos conejos
en lujosos tapados de armiño, lutre, castor y otras imitaciones que por su elegancia
y economía se han conquistado la adopción general en las modas femeninas”. Por
ello, se estimaba que “con razón el Ministerio comienza a preocuparse de dar vida
a una explotación sumamente sencilla, propia de hogares modestos y capaz de
rendir apreciables utilidades”. Finalmente, enfatizaba que

“la piel de conejo ahora ya ha triunfado y no hay necesidad de disfrazarla bajo otros
nombres para que se les otorgue la estimación que merece. Nuestras damas no tendrán
por que considerar en menos las confecciones con esta clase de pieles, puesto que la
moda más reciente, en los países que la imponen, está a su favor y los mismos persona-
jes reales aceptan llevar pieles de este origen”34.

El Boletín de dicho mes destacó también “la exhibición de conejos hecha en las
vitrinas de Gath y Chaves” y el folleto que se repartía allí sobre los beneficios
posibles de la crianza de conejos para obtener su piel. Los editores del Boletín
planteaban, asimismo, que estas iniciativas del Departamento de Tierras y Coloni-
zación, dependiente del Ministerio de Fomento, eran una prueba del interés por
auspiciar el nacimiento de una lucrativa industria como la de pieles. En consecuen-
cia, exclamaban: “Felicitémonos de que haya llegado la hora en que sea tomada en
cuenta una riqueza del país a la cual no se había mirado en serio hasta ahora”. No
obstante, advertían que no bastaba con la “pequeña industria fácil de establecer en
quintas o terrenos cercanos a las ciudades, sino que es menester ir a la industriali-
zación de explotaciones hechas en grande escala, establecidas con ayuda del Esta-
do, por lo menos en lo que se refiere a la entrega de ciertas porciones de territorio
que se dedicaría exclusivamente a ese fin”. Planteaban además que el Gobierno
debía eliminar los derechos de aduana para los ejemplares vivos que se introduje-
sen al país y, tomando el ejemplo de Estados Unidos y Canadá, conceder “el
arrendamiento de islas a lo largo del litoral chileno, donde las hay en gran canti-

32 Carlos Echeverría, Conejos y conejeras. Lecciones prácticas sobre los medios de manejar esta
industria, 1921, 2-4.
33 “La cría del conejo”, en Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura, Vol. LX, Nº 3,
Santiago, marzo de 1928, 172.
34 “Consejos para la producción de piel”, en Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura,
Vol. LX, Nº 6, Santiago, junio de 1928, 381 y 382.
316 HISTORIA 41 / 2008

dad, completamente abandonadas, sin que reporten ninguna utilidad al fisco ni a la


economía nacional y que ofrecerían espléndido campo para toda clase de crianzas
con fines peleteros”35.
Al mes siguiente, julio de 1928, el jefe del Departamento de Tierras y Coloni-
zación dirigió “una nota al presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura
invitándolo a cooperar en la campaña que dicho departamento se ha propuesto
emprender para intensificar la explotación de los animales de piel, principalmente
en el ramo de la cunicultura”. En la nota, la autoridad dejaba constancia de la
buena calidad de las pieles chilenas que se exportan y de que, “a pesar de las
condiciones deficientes en que se las prepara, son estimadas como de primera
calidad en el extranjero”. Además, añadía que “nuestras fábricas de sombreros
tienen una demanda anual de pelo de conejo avaluada en dos millones de pesos,
materia prima que hasta hoy día necesitan importar”36. Respondiendo a la solicitud
del Departamento de Tierras y Colonización, el presidente de la Sociedad Nacional
de Agricultura planteó que “su institución siempre había tratado de fomentar en
nuestros campos todas estas pequeñas explotaciones e inspirada en tales propósitos
no ha descuidado jamás el publicar en su boletín toda noticia útil sobre esta mate-
ria. Últimamente nuestra revista a creado una sección especial que trata de la
cunicultura”37.
Efectivamente, a partir de entonces, se sucedieron una serie de publicaciones,
tanto en el Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura como en folletos,
documentos oficiales, artículos y libros, que planteaban la necesidad de implemen-
tar la cunicultura como una posibilidad de desarrollo de industrias agrícolas en
pequeña escala. Por ejemplo, entre abril de 1928 y septiembre de 1929, el Boletín
de la Sociedad Nacional de Agricultura publicó: “Preceptos de higiene y alimenta-
ción para conejos”, “Conejos para producción de piel”, “La explotación del conejo
de angora”, “La explotación lucrativa del conejo de angora”, “La depilación del
angora”, “El conejo castorex”, “Castorex robusto y rústico”, “La coccidiosis en los
conejos” y “La coriza en los conejos”. En este mismo contexto, en la Revista de
Ganadería y Agricultura Veterinaria, se publicó un artículo titulado “La cría de
conejos y su reproducción”, donde se señalaba que “es un hecho conocido que en
Chile la crianza de conejos ha alcanzado en estos últimos tiempos bastante desarro-
llo”38.
No es de extrañar, por lo tanto, que dada la reconocida fecundidad de los
conejos, pronto surgieran nuevas preocupaciones, advertencias y también algunas
medidas para controlar el crecimiento poblacional de estas especies en el país. En
suma, en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX, se inició un debate

35 “Medida indispensable que el Gobierno debe adoptar a favor de la industria peletera nacio-
nal”, en Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura, Vol. LX, Nº 6, Santiago, junio de 1928, 385.
36 “Cunicultura. La explotación del conejo de Angora”, Boletín de la Sociedad Nacional de
Agricultura, Vol. LX, Nº 7, Santiago, julio de 1928, 457.
37 Idem.
38 “La cría de conejos y su reproducción”, en Revista de Ganadería y Agricultura Veterinaria,
Año V, Nº 53, Santiago, 1930, 692.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 317

acerca de los beneficios o perjuicios de la aclimatación del conejo y el estableci-


miento de la cunicultura, especialmente como oportunidad de negocio para los
pequeños propietarios agrícolas. El conejo era apreciado por su rápida multiplica-
ción, la facilidad de su crianza y los beneficios que reportaba la explotación de su
piel y de su carne. No obstante, muchos veían en el conejo un peligro, pues las
posibilidades de que escaparan algunos y formaran colonias silvestres eran muy
altas. De hecho, de ello dan cuenta los agentes promotores de la cunicultura, quie-
nes hacen una diferencia entre los conejos silvestres y los conejos criados. Las
primeras advertencias categóricas sobre los perjuicios del conejo las hacen Philip-
pi, en 1885, Miers, en 1900, y Castillo, en 1912, quien ya advierte los primeros
signos de una plaga de conejos en Chile central. Es así como, junto con el desarro-
llo de la cunicultura, promovida por agentes fiscales, como el Departamento de
Tierras y Colonización, y organismos gremiales, como la Sociedad Nacional de
Agricultura, a fines de la década de 1920 era cada vez más evidente la existencia
de una plaga de conejos en Chile.

CONEJOS EN CHILE CENTRAL

Hacia fines de la década de 1920 los conejos se hallaban por todo el valle
central. En 1929, por ejemplo, Camacho reconocía como

“un hecho innegable que en algunas partes del país tenemos establecida la plaga del
conejo, que causa perjuicios importantes en las plantaciones, sembrados y praderas. […]
Esta plaga según informaciones que tengo sigue extendiéndose y puede que en fecha no
lejana, sea necesario tomar medidas para evitar que continúe aumentando la superficie
invadida y para controlar la situación en las partes ya invadidas”39.

Por otra parte, en la discusión parlamentaria de la Ley de Caza de 1929, se


incluyó un artículo que permitía al Presidente de la República autorizar la caza de
animales perjudiciales o dañinos sin la cédula a que se refería el artículo 2º, en
cualquier tiempo, aun en los períodos de veda. Asimismo, reconociendo el carácter
de plaga que estaba adquiriendo por aquellos años el conejo en Chile, en la Cámara
de Diputados, el honorable García Henríquez señalaba que el proyecto gravaba “la
caza del conejo, cuando en otros países se paga por que los maten”. Lo alarmante
era que “La Nación y El Mercurio, editorialmente, han pedido que se de una batida
a los conejos que constituyen una plaga. Sin embargo aquí se va a cobrar a los que
los matan”40. Por su parte, el senador Yrarrázaval planteaba la necesidad de fo-
mentar la caza del conejo, no solo reduciendo los impuestos por derecho de expor-
tación propuestos por el proyecto, sino que “en cambio establecería una disposi-

39 C. Camacho, “El conejo Silvestre”, en Boletín del Departamento de Agricultura, Año I, Nº 10/
12, Santiago, octubre/diciembre de 1929, 3.
40 Chile. Congreso Nacional, Cámara de Diputados, Diario de Sesiones. Publicación Oficial de
la Cámara de Diputados, 41ª sesión ordinaria en 10 de septiembre de 1928, 1.246.
318 HISTORIA 41 / 2008

ción según la cual se pague una prima por la exportación del cuero de conejo
debido a que este animal se ha extendido considerablemente hasta el extremo de
ser una plaga en los campos agrícolas, como sucede en la región de Melipilla”41.
En 1930, Ismael Vicuña, cónsul de Chile en Bremen, envió una nota al Ministe-
rio de Relaciones Exteriores y Comercio en la cual entregaba “antecedentes impor-
tantes sobre la manera que podrá emplearse en nuestro país para atacar la gran
invasión de conejos que está produciendo tan graves daños a la agricultura”. En
este sentido, realizó “un estudio de los sistemas utilizados en Alemania para com-
batir a los conejos silvestres constituidos en plaga para la agricultura”42. A juicio
de Vicuña, en Chile, existía “un peligro gravísimo para la agricultura por los
perjuicios que vienen ocasionando los conejos, y lo peor es que los agricultores
han debido convenir que se hace indispensable no seguir cazando los zorros que
son animales que se comen los conejos. Pero hay que tener presente que son
mortales enemigos de los corderos y de las aves de corral”. Al mismo tiempo,
Vicuña envió a la Sociedad Nacional de Agricultura dos modelos de trampas para
cazar conejos, con sus precios y también otros catálogos referentes a aparatos para
usar gas sulfocarburo, con los precios del aparato y del gas. Finalmente, justificaba
la extensión de su informe “en el entendimiento de que dejo tratada una materia
que ha de servir a los agricultores, quienes están alarmados con los inmensos daños
que reciben de los conejos”43.
Reconociendo la plaga, el 8 de marzo de 1932, mediante el oficio Nº 300, la
Dirección General de Pesca y Caza solicitó al Ministro de Fomento la prórroga por
cinco años de prohibición de caza de las distintas especies de zorros, entre otras
especies nativas, con el objetivo de controlar las poblaciones de conejos44. Pocos
meses después, el 23 de junio de 1932, se dictó el decreto Nº 1.046, ante el cual los
agricultores de la zona central levantaron numerosos reclamos, pues consideraron
que autorizaba bajo ciertas condiciones la caza del zorro, lo que ocasionaría “un
grave peligro para la agricultura […] La extinción o merma de la referida especie
significa anular uno de los medios naturales más eficaces para concluir con la
plaga de conejos y liebres que invaden los campos con grave perjuicio de la econo-
mía nacional”. Además, consideraban que, si bien en el decreto 1.046 se fijaban
normas para compensar los efectos de la apertura parcial de la caza del zorro,
como por ejemplo comercio y exportación de pieles de zorro con la obligación de
exportar al mismo tiempo grandes cantidades de pieles de liebres y conejos, “esta
compensación no corresponde a la magnitud de los daños que se pueden origi-
nar”45. En efecto, la Sociedad Agronómica de Chile había planteado diez días
antes, el 13 de julio, la necesidad de mantener la veda absoluta de caza del zorro,

41 Chile. Congreso Nacional. Senado, Sesiones de la Cámara de Senadores, 7 de febrero de


1929, 2.748.
42 “Animales dañinos. Procedimientos para exterminar la plaga de los conejos”, en Boletín de la
Sociedad Nacional de Agricultura, Vol. LXII, Nº 4, Santiago, abril de 1930, 198.
43 Ibid., 202.
44 AN.FMF, Vol. 653. Expediente Decreto Nº 1.253, 30 de julio de 1932.
45 Ibid., Vol. 654. Decreto Nº 1.205, 21 de julio de 1932.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 319

argumentando que “el solo hecho de que el zorro sea un enemigo poderoso de una
de las más perjudiciales plagas que comienzan a surtir sus efectos en nuestra
agricultura, bastaría para tratar de proteger su existencia por todos los medios
posibles”46. En estas circunstancias, el Departamento de Pesca y Caza del Ministe-
rio de Fomento optó por la derogación del Decreto Nº 1.046, manteniendo “en todo
su rigor los preceptos de la Ley Nº 4.601, en cuanto se refiere a la veda de la caza
del zorro y demás animales protegidos”47. Pocos días después, el Ministerio de
Fomento aprobó el Decreto Nº 1.253, mediante el cual prorrogó “por el término de
tres años a contar desde el 1º de diciembre del año en curso, la prohibición estable-
cida en la letra b) del artículo 2º del reglamento de la ley 4.601”48.
Sin embargo, en 1934, en el valle central la plaga de conejos no cedía. Ese
año Carlos Reed publicó un folleto que denominó Aprovechemos la carne y la
piel del conejo silvestre y con esto contribuiremos al bienestar nacional, en el
que señalaba que

“en los últimos veinte años el conejo en estado silvestre se ha multiplicado extraordina-
riamente en los campos de Chile, y ya va llegando al sur […] la agricultura se lamenta
de los grandes destrozos que este roedor le ocasiona en sus cultivos […] yo atribuyo un
valor extraordinario desde el punto de vista de la salud de nuestro pueblo, a la aclimata-
ción del conejo en estado silvestre, en los campos de Chile […] el campesino antes no
comía carne […] ahora con la multiplicación del conejo, la carne entra en la dieta diaria
de los campesinos y también de los habitantes de las ciudades”49.

Reed había podido constatar que “más de cien mil conejos muertos, cazados
con trampas o con perros, llegan mensualmente durante los meses de invierno, a la
ciudad de Santiago, para ser vendidos en los diversos mercados. En un solo día, en
el año 1933, según pude informarme, entraron a Santiago más de cinco mil conejos
muertos”. Por lo tanto, “la carne de conejo se vende a bajo precio en Santiago”.
Luego recomendaba una serie de recetas de conejo, para concluir que

“el pueblo chileno, haría obra patriótica si consumiera mas carne de conejo y procurara
reemplazar, hasta cierto punto, con esta carne, la de vaca, cordero y gallina […] que su
consumo aumente en todos los hogares de Chile y con esto pues disminuirá la plaga de
conejos en los campos y el pueblo estará mejor nutrido, habrá menos consumo de carne
de vacuno importado y además las pieles de conejos debidamente secadas podrán ser
mejor aprovechadas por la industria peletera nacional y también como un articulo im-
portante de exportación”50.

El 8 de junio de 1934, los peleteros de Santiago solicitaron formalmente la


apertura de la caza de zorros en la zona norte, desde el 15 de junio hasta el 31 de

46 Ibid., Vol. 653. Expediente Decreto Nº 1.253, 30 de julio de 1932.


47 Ibid., Vol. 654. Decreto Nº 1.205, 21 de julio de 1932.
48 Ibid., Vol. 653. Expediente Decreto Nº 1.253, 30 de julio de 1932.
49 Carlos Reed, Aprovechemos la carne y la piel del conejo silvestre y con esto contribuiremos al
bienestar nacional, Santiago, Imprenta y Litografía La Ilustración, 1934, 3.
50 Ibid., 36.
320 HISTORIA 41 / 2008

agosto, y de zorros, coipos y huillines, en la zona sur, desde el primero al 31 de


agosto, permitiendo su exportación hasta el 31 de septiembre, argumentando que
ello

“contribuiría poderosamente a despertar el interés entre los cazadores de conejos y


liebres salvando así a la agricultura de esta plaga y dando salida al mismo tiempo de
numerosos cueros de zorros, coipos y huillines que conservan los propietarios y mayor-
domos, etc., de los fundos. Es de imaginarse que los cazadores de conejos y liebres no
dejan de cazar el zorro y otras especies de animales dañinos cuando cruzan el camino.
Así que no es extraño que se haya acumulado una gran cantidad de estas pieles, cuyo
valor debe aprovecharse debidamente, con beneficio manifiesto para el fisco ya que el
comercio y exportación de ellas significan un ingreso considerable de impuestos y
derechos de aduanas, y su empleo en el país daría mayor vida a la industria nacional de
peletería. Además, se ha visto que la ley de veda y prohibición, durante su vigencia de
cuatros años, no ha tenido los efectos de exterminar la plaga de los conejos y liebres, y
tal vez, al contrario, la ha dejado tomar mayores proporciones, pues es el caso que
cuando se permitía la caza de los zorros, coipos, etc., se exportaban casi 4 millones de
cueros de conejos y liebres anualmente, pero que desde que está en vigencia la ley de
prohibición, la exportación de liebres y conejos ha sido casi nula. Prueba más elocuente
no puede existir para demostrar que la matanza de conejos es fomentada cuando hay una
salida de las pieles también, y por lo tanto, estimulando a los cazadores de conejos y
liebres al permitirles una salida de las pieles de zorros, coipos, etc., que caen en su
poder, se logrará exterminar la plaga de conejos y liebres en los campos agrícolas […]
de este modo se evitaría el ejercicio clandestino de la caza, y a pesar de la vigilancia
que se mantiene en las aduanas, se evitaría también que se sigan exportando estas pieles
al margen de la ley y a favor de los malos expedientes de que se valen los contravento-
res para hacerlo, burlando el pago de los derechos respectivos”51.

Días después los comerciantes y exportadores de cueros para pieles de Tal-


ca, solicitaron al Ministro de Fomento la apertura de caza de las especies coi-
pos, huillines y zorros. Esto, considerando el beneficio económico del país a
través de los puestos de trabajo y de los ingresos por concepto de impuestos y
derechos aduaneros que generaba esta actividad económica. Además, en los
seis años de veda, se había conseguido largamente la conservación de estas
especies, cual era el objetivo del reglamento de la Ley Nº 4601 sobre caza del
18 de junio de 1929. Al mismo tiempo, planteaban que “la apertura de la caza
de estos animales llevará una ayuda efectiva a muchos hogares de nuestros
campesinos azotados por la crisis, ya que los cazadores podrán dedicarse a una
actividad que les deja buenas utilidades por los altos precios que ellos perciben
por las pieles de estos animales” 52 .
Al respecto, Luis Lagos, director general de la Dirección de Bosques, Pesca y
Caza, planteó que la ley de caza respondía a la necesidad de

51 AN.FMF, Vol 885. Expediente Decreto Ley Nº 2.436 de 11 de agosto de 1934.


52 Idem.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 321

“proteger estos animales de la tenaz persecución que venían siendo objeto y evitar la
extinción de especies que propagadas en forma conveniente podían llegar a constituir
una gran riqueza económica para el país; y por lo que respecta al zorro un elemento de
defensa natural a la invasión de las liebres y conejos de las propiedades agrícolas del
centro y sur de nuestro territorio. La veda establecida por el reglamento y decretos
posteriores se ha mantenido hasta hoy con ligeras excepciones, lo que ha hecho que
todos los años, los comerciantes en pieles hayan recurrido al ministerio del digno cargo
de US., pidiendo la suspensión temporal de ella en esta misma época, o sea la del
invierno, que es cuando los animales de que se trata adquieren la plenitud de su valor en
lo que se refiere a la calidad de su pelaje. A este respecto, y toda vez que en las
provincias de Coquimbo y Atacama no hay plagas de liebres y conejos que combatir y
el zorro, en esa zona, constituye en realidad un peligro para las crías del ganado lanar y
cabrío y aun para la especie cada vez más extinguida, de chinchilla, opina esta dirección
que no habría inconveniente en otorgar ese permiso hasta el 31 de agosto, próximo,
previa inscripción de los cazadores y pago de carné correspondiente en las gobernacio-
nes que procedan [...] en cuanto a lo que se refiere a la caza del zorro en la zona
comprendida entre las provincias de Aconcagua al sur, y a pesar de lo que afirman los
solicitantes de que la caza de este animal les serviría de estímulo para dar al mismo
tiempo una batida en regla a los roedores (liebres y conejos) que invaden los campos,
considero que esta materia es digna de un mayor estudio y que para resolverla, sería
preciso consultar previamente al Ministerio de Agricultura”53.

El informe del Servicio de Sanidad Vegetal del Ministerio de Agricultura reco-


gió la opinión del director de Pesca y Caza al plantear que:

“el zorro era un valioso elemento de defensa natural contra la invasión de liebres y
conejos en las propiedades agrícolas del Centro y Sur de nuestro territorio. Los conejos
y las liebres son una plaga desde la provincia de Aconcagua hasta la de Cautín, inclusi-
ve, de modo que desde este punto de vista todo lo que se haga por conservar los zorros
será solamente en beneficio de nuestra agricultura. Los daños que puedan causar estos
animales creo que no pueden tomarse en cuenta al lado de los perjuicios causados por
los roedores mencionados; además los agricultores pueden fácilmente tomar precaucio-
nes para impedir este daño que puedan causar los zorros. La opinión del suscrito con
respecto al zorro es por lo tanto que desde la provincia de Aconcagua hasta Cautín
inclusive, no se permita su caza, haciéndose por el contrario más estricta la veda exis-
tente, a fin de evitar todo comercio clandestino de pieles de zorro. Me permito aun
insinuar que deben confiscarse todas las pieles que existen almacenadas en los fundos,
de animales cazados durante la veda, y que están en espera de que se abra el permiso
para exportar, para poder venderlas. Si no se toma esta precaución los períodos de veda
resultan completamente inútiles pues los mayordomos y otros empleados en los fundos
continúan cazando zorros y guardan los cueros hasta el momento en que su venta sea
permitida. Por lo que respecta a las provincias de Coquimbo y Atacama y al sur de la
provincia de Cautín donde el problema de los conejos prácticamente no existe, no veo
inconveniente para que se de la autorización pedida”54.

53 Idem.
54 Idem.
322 HISTORIA 41 / 2008

Confirmando lo anterior, la Inspección de los Servicios Provinciales del Minis-


terio de Agricultura señalaba que los zorros causaban perjuicios considerables en
las explotaciones de ovejunos y cabríos y que “no existe la plaga de esos roedo-
res”, por lo que sería conveniente que se dictara una ley que “eximiera a las
provincias de Atacama y Coquimbo del cumplimiento general de la Ley Nº 4.601,
que prohíbe la caza del zorro”55. En este contexto, el decreto 2.436, del 11 de
agosto de 1934, excluyó de la veda a las provincias de Coquimbo y Atacama y
estableció la prohibición de “la captura del zorro en las provincias de Aconcagua a
Cautín inclusive”56. Sabemos, asimismo, que el 17 de agosto de 1942, la Dirección
General de Pesca y Caza recogió diversas informaciones que confirmaban las ase-
veraciones sostenidas por particulares, quienes señalaban que, en la zona compren-
dida entre los ríos Mapocho y Maipo, se había desarrollado una plaga de roedores
que producía considerables perjuicios. En consecuencia, el 21 de agosto de 1942,
se estableció, mediante el decreto 1.745, la veda absoluta para la caza del zorro por
espacio de cinco años en la zona afectada por la plaga de roedores57.
Un año después, el 9 de julio de 1943, algunos propietarios de la provincia del
Maule plantearon que “la prohibición de la caza del zorro había ocasionado en la
provincia del Maule una abundancia de este dañino animal, originando verdaderos
estragos en los rebaños de la región. Los perjuicios producidos en el ganado lanar
por la plaga de zorros habían alcanzado tales proporciones que los agricultores se
encontraban justamente alarmados por este motivo, llegando algunos a suprimir la
crianza ante el temor de mayores perdidas”. En consideración a “lo expuesto, y en
atención a los superiores intereses de la industria nacional, tenga a bien a tomar las
medidas precautorias que procedan, teniendo precedente que el principal motivo
para prohibir la caza del zorro, ha desaparecido con el notable incremento de la
caza de liebres y conejos, dado el alto precio que han alcanzado los cueros de estos
animales”58. En este sentido, el 31 de julio de 1943, el director general de la
Dirección de Pesca y Caza señalaba que el decreto ley Nº 2.436 efectivamente
había dado los resultados esperados. Diez años después, la Dirección de Pesca y
Caza del Ministerio de Fomento afirmaba que

“se multiplicaron los zorros en tal abundancia, que, si bien es cierto que se ha logrado
reducir la plaga de conejos, a su vez, ya no encuentran alimento suficiente, por lo que
se han lanzado a la caza de ganado lanar, como lo asevera el informe Ministerio de
Agricultura. Es, por lo tanto, llegado el momento de dar libre la caza del zorro, en la
forma como lo establece el reglamento de la Ley de Caza en su articulo 1º, dejando
solo subsistente la veda total que establece por espacio de cinco años, el decreto
1.745, de 21 de agosto de 1942, en la pequeña zona comprendida entre los ríos
Mapocho y Maipo”59.

55 Idem.
56 Idem.
57 Ibid., Vol. 1968. Decreto Ley 1.745, 21 de agosto de 1934.
58 Ibid., Vol. 15. Expediente Decreto Ley Nº 618, 16 de agosto de 1943.
59 Idem.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 323

Vistos estos antecedentes, el Ministerio de Fomento dictó el Decreto Nº 618 del


16 de agosto de 1943, que derogó el Decreto Nº 2.436, manteniendo, eso sí, “la
veda ordinaria que contempla el articulo 1º del reglamento de la ley de caza y la
veda extraordinaria establecida por decreto Nº 1.745, del 21 de agosto de 1942,
para la zona comprendida entre los ríos Maipo y Mapocho”60. Lo cual nos indica
que los conejos seguían siendo considerados como una plaga para la agricultura en
la actual área metropolitana de Santiago.
No obstante, Carlos Schneider realizaba otro diagnóstico para la región del
Biobío, al señalar que, si bien los primeros conejos se habían aclimatado en Con-
cepción alrededor de 1907 y habían causados estragos hacia 1909, posteriormente
habían desaparecido totalmente, “tal vez controlado por algún carnívoro o ave de
rapiña para aparecer nuevamente en los últimos años en forma de una plaga real-
mente seria”61, contradiciendo, en este sentido, lo planteado por el Departamento
de Pesca y Caza del Ministerio de Fomento.
Pese a las evidencias de lo sucedido con los conejos en Chile central, el 26 de
junio de 1940, la Dirección de Pesca y Caza ingresó un proyecto a la CORFO para
poblar las islas australes con conejos, liebres y cabritos, para luego soltar zorros
plateados, azules, grises y colorados y formar así “una fuente inagotable de rique-
zas con animales de piel fina”62. En marzo de 1943, la revista Pesca y Caza
publicó un artículo denominado “Seis puntos impostergables en la caza y pesca de
Chile”, en el cual se insistía en el proyecto de incorporar las innumerables islas
australes a la economía, poblándolas de liebres, conejos y cabritos, para después de
algunos años, cuando esos animales se hubiesen multiplicado, largar

“zorros plateados, azules y grises y otros animales de piel fina, una especie en cada
isla, donde encontrarían el alimento necesario para su sustento, en forma de liebres,
conejos y cabritos. Una vez que se hubieren multiplicado esos animales pelíferos,
sería llegado el momento de la labor directa del hombre, quien, desde el primer día
encontraría animales que le proporcionarían valiosas pieles y ganancias consiguientes
inmediatas”63 .

Rafael Housse, por su parte, señalaba que el zorro culpeo se alimentaba de “los
mamíferos de reducido tamaño incapaces de resistirles: todas las especies de ratas,
liebres y conejos de cualquiera edad, vizcachas, cabritos, corderos, pudúes y ca-
sualmente gatos domésticos”. Según Housse, los posibles daños que podía causar
el zorro culpeo en los animales domésticos que devora:

“en realidad no son muchos sus estragos, por lo mismo que la especie vive comúnmente
en partes apartadas y silvestres que no frecuentan el ganado menor y que distan de las

60 Idem.
61 Carlos Schneider, “Catálogo de los mamíferos de la provincia de Concepción”, en Boletín de
la Sociedad de Biología de Concepción, tomo XXI, Concepción, 1946, 76.
62 AN.FMF, Vol. 1976. “Repoblación de las islas australes”.
63 “Detengamos el exterminio de nuestras especies”, en Pesca y Caza, Año II, Nº 2, Santiago,
marzo de 1943, 28.
324 HISTORIA 41 / 2008

viviendas humanas. Estos daños son muy inferiores a los beneficios que el culpeo
reporta al hombre por la cantidad enorme de liebres y conejos, crías y adultos, que
destruye preservando los campos de los destrozos. Así lo proclama la experiencia:
donde la gente inconsiderada ha mermado o exterminado a los culpeos, allí cundieron
en tal forma los conejos y liebres que inutilizaron las siembras y acabaron con los
cultivos. Lo propio sucedió en la cuenca del río Claro, al este de Molina, en los años
1928-1930. Por codiciar el valor comercial de las pieles dedicándose los montañeses a
la matanza de culpeos, de resultas de esa aberración los leporidos se multiplicaron de tal
forma que invadieron las laderas y quebradas cordilleranas y rebasaron el valle central,
siendo incontenible tan funesta plaga”64.

Never Bonino y Reinaldo Gader señalan, por su parte, que entre 1945 y 1950
se vieron por primera vez conejos en Argentina, en la provincia de Neuquén y
más precisamente en la localidad de Andacollo. Los autores plantean que estos
conejos “provinieron casi con seguridad de Chile, ya que en el sector chileno a
igual latitud, se encontraban establecidas poblaciones de esta especie, y en esta
zona existen numerosos pasos que cruzan la cordillera con una altitud que de
ninguna manera constituye un impedimento para el avance de los conejos” 65. Por
su parte, John Keever Greer realizó observaciones de mamíferos en la provincia
de Malleco entre 1960 y 1962 y estimó que el conejo se distribuía “a todo lo
largo de la provincia de Malleco, exceptuando las partes altas de la cordillera de
los Andes” 66.
Por otra parte, las estadísticas sobre pieles de conejos y zorros exportadas por
Chile nos indican que efectivamente disminuyó el número de pieles de zorro envia-
das al extranjero, lo cual es evidencia de una menor cacería, producto de las
restricciones impuestas por la ley de caza de 1929. Sin embargo, el número de
pieles de conejos exportadas aumentó notablemente, al menos hasta la década de
1960, alcanzando un máximo de 479.031 pieles exportadas en el período 1950-
1954. En este sentido, los números indican que no existiría una correlación directa
entre el aumento de la población de zorros y la disminución de la población de
conejos, pues a pesar de disminuir la exportación de pieles de zorros, la exporta-
ción de pieles de conejos fue en aumento. Esto obedecería, con los antecedentes
disponibles hacia 1960, a dos factores señalados en este trabajo. Por un lado, el
fomento de la cunicultura mencionado precisamente para aquel período y, por otro,
la expansión de la presencia del conejo silvestre en Chile central.

64 Rafael Housse, Animales Salvajes de Chile en su clasificación moderna, Santiago, Universi-


dad de Chile. 1953, 150-153.
65 Never Bonino y Reinaldo Gader, “Expansión del conejo silvestre europeo (Oryctolagus cuni-
culus L.) en la República Argentina y perspectivas futuras”, en Anales del Museo de Historia Natural
de Valparaíso, Nº 18, Valparaíso, 1987, 157.
66 John Keever Greer, Mamíferos de la provincia de Malleco, Angol, Museo Dillman S. Bullock,
68 y 69.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 325

TABLA 1

NÚMERO DE PIELES EXPORTADAS, 1910-198067

Años Conejos Zorros

1910 - 1914 0 96.524


1915 - 1919 0 14.418
1920 - 1924 0 19.176
1925 - 1929 453.775 53.367
1930 - 1934 68.315 24.059
1935 - 1939 75.989 21.827
1940 - 1944 151.739 25.904
1945 - 1949 159.655 9.692
1950 - 1954 479.031 2.404
1955 - 1959 255.621 2.845
1960 - 1964 273.719 17.893
1965 - 1969 120.270 14.704
1970 - 1974 37.000 11.100
1975 - 1979 51.645 1.746
1980 - 1984 14.600 0

Total 2.141.359 315.659

Lo sorprendente de esta historia es que, aproximadamente treinta años después,


Jaksic y Yáñez calcularon, por primera vez, la incidencia de los conejos en la dieta
de los zorros chilenos, a partir del análisis de fecas y estómagos de carnívoros y de
regurgitados de aves rapaces, concluyendo que los conejos constituían una fracción
minoritaria de las presas cazadas por los predadores más comunes en el país. Como
explicación de este fenómeno, planteaban que los predadores chilenos no eran
eficientes en la caza del conejo, pues no habían desarrollado las “adaptaciones
conductuales para cazar una especie recientemente introducida como era el conejo.
En todo caso cualquiera sea la explicación al fenómeno, es aparente que los preda-
dores no tienen un rol importante en la abundancia de conejos en Chile”68. Con
esto aniquilaban varios años de políticas públicas en la materia y planteaban un
nuevo desafío: ¿cómo controlar la plaga de conejos?, ¿qué hacer para evitar los
perjuicios que causa a la agricultura?

67 José A. Iriarte y Fabián M. Jaksic, “The fur trade in Chile: an overview of seventy years of
export data (1910-1984)”, en Biological Conservation, Vol. 38, Barking, 1986, 247.
68 Fabián M. Jaksic y José Yáñez, “¿Quién controla las poblaciones de conejos introducidos?”,
en Medio Ambiente, Nº 4, Valdivia, 1980, 43.
326 HISTORIA 41 / 2008

Desde otro punto de vista, solo nos queda plantear que, a pesar de este equivo-
cado y reiterado pensamiento analógico, que trasplantaba el rol de los zorros espa-
ñoles en el control de los conejos peninsulares a la capacidad intrínseca de los
zorros chilenos para controlar la plaga de esta especie exótica en el país, las
especies de zorros nacionales posiblemente fueron resguardadas por las institucio-
nes del Estado, permitiendo, al menos, disminuir el proceso de extinción en que se
hallaban antes de la ley de pesca y caza de 1929. Efectivamente, como lo denotan
las demandas de los cazadores del valle central, con esta ley se puso una serie de
cortapisas para la exportación de pieles de zorros, que se redujo sustantivamente
tal como lo demuestra la estadística en la Tabla 1. Así, el mito que ha reputado a
los zorros chilenos como voraces comedores de conejos, se construyó sobre la base
de suposiciones y no sobre una plataforma científica con datos cuantificados sobre
la dieta efectiva de estos depredadores. En todo caso, afortunadamente esta suposi-
ción y mitificación permitió la aplicación más férrea de una institucionalidad que
reguló la caza del zorro y de otras especies en el país y que intentó impedir o
dificultar al máximo la exportación de sus pieles, a raíz, en este caso, del supuesto
rol ecológico que cumplían.

CONEJOS EN TIERRA DEL FUEGO

Otra plaga de conejos conocida en el país fue la ocurrida en la región fueguina


de Magallanes. Pedro Arentsen señala que los primeros conejos fueron introduci-
dos en la Isla Grande de Tierra del Fuego, hacia 1874, por misioneros protestantes
que se instalaron en la parte argentina de la isla, enfrentando el canal Beagle. Estos
primeros ejemplares se habrían multiplicado libremente, en una vida completamen-
te silvestre, pero al cabo de poco tiempo habrían sido diezmados por un invierno
muy crudo, de fuertes heladas y nevazones. En 1913, se habrían liberado nueva-
mente conejos en el sector chileno de Baquedano y poco después en las proximida-
des de Porvenir, pero debido a los duros inviernos ninguno de estos ensayos habría
prosperado, para suerte de la ganadería fueguina de entonces. La plaga de 1950
provino de dos parejas de conejos de origen europeo largados en los alrededores de
Porvenir, por el año 1936, o quizás dos o tres años antes. Estos conejos se habían
“multiplicado rápidamente sin dársele mayor importancia al hecho, debido a que
tanto los ganaderos como los obreros veían en el aumento de su población una
nueva fuente de riqueza para la provincia”69.

69 Pedro Arentsen, “Control Biológico del Conejo”, en Boletín Ganadero, Nº 43, Punta Arenas,
1954, 4.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 327

TABLA 2

EMBARQUE DE CUEROS DE CONEJOS AL NORTE DEL PAÍS,


PROCEDENTES DE LA PROVINCIA DE MAGALLANES 70

Año Piezas Valor $

1939 4.171 15.732


1940 4.318 13.564
1941 10.624 64.877
1942 51.121 422.074
1943 148.289 1.216.495
1944 120.045 1.464.811
1945 89.793 772.961
1946 185.337 2.564.440
1947 318.031 4.159.150
1948 433.340 3.504.286
1949 379.490 3.203.472

Como se puede apreciar en la Tabla 2, junto con la plaga de conejos en los


campos fueguinos, el comercio de esta especie adquirió un desarrollo creciente a
partir de 1942, reportando generosas ganancias, especialmente para quienes se
dedicaban al comercio de las pieles. Sin embargo, Arentsen señalaba

“mucho se ha dicho y se ha escrito sobre la conveniencia de que se tomen medidas que


tiendan a proteger la libre multiplicación de los conejos alegándose los beneficios que
este roedor aporta a la economía de un país, tanto por las carnes como por las pieles que
producen y que significan un elemento de trabajo, para los cazadores y el desarrollo de
industrias que explotan estos ramos [...] Estos beneficios aparentes para un país son
indiscutiblemente muy relativos si se consideran los enormes daños que ocasionan estos
leporidos”71.

Desde principios de 1947, la plaga de conejos que azotaba a la provincia co-


menzó a preocupar seriamente a la directiva de la Unión de Pequeños Ganaderos
de Magallanes, que se dirigió por primera vez al Ministerio de Agricultura “repre-
sentándole la gravedad de esta plaga y la amenaza inmediata que ya constituía para
la ganadería de Magallanes”72. H. B. de Bruyne fue uno de los primeros particula-
res que advirtió a los ganaderos y a las autoridades del verdadero alcance económi-
co de esta terrible plaga, al comentar en La Prensa Austral del 19 de junio de

70 “Exterminación total de la plaga de conejos”, en Boletín Ganadero, Año I, Nº 8, Punta Arenas,


septiembre de 1950, 3.
71 Arentsen, op. cit., 8.
72 Daniel Claro, “Instituciones ganaderas aúnan sus esfuerzos para extirpar la plaga de conejos
en la región”, en Boletín Ganadero, Año I, Nº 3, Punta Arenas, enero de 1950, 24.
328 HISTORIA 41 / 2008

1948, un pertinente artículo titulado “Una advertencia a Chile”, escrito por el señor
Jorge Mulgrue y aparecido en la revista Imperial Review. Este artículo, Mulgrue
planteaba que:

“el conejo no consume solamente la vegetación de pastoreo que aflora a la superficie,


sino que también come el corazón de la planta, de tal manera que esta muere, convir-
tiendo en eriales lo que antes eran verdes praderas. Además, el conejo no come cual-
quiera planta, se alimenta únicamente de los mejores pastos de cada región, dejando
subsistir las malezas, que terminan por extirpar el pasto aprovechable que no consumie-
ron los conejos. La bosta de los conejos, por otra parte, envenena y mata los pastizales
transformando los campos por ellos asolados en terreno árido, que, a falta de árboles
para evaporar la humedad pueden dar lugar a desastrosas sequías. La falta de vegetación
ocasionada por estos roedores, añadida a la inevitable sequía que dicha falta significa,
acarrean la erosión del terreno, de tal manera que, en corto tiempo, los campos atacados
de conejos se convierten en arenales movibles. Es del caso llamar seriamente la aten-
ción hacia lo que esto puede significar en una región de fuertes vientos, como lo es la
Patagonia Chilena. El alimento requerido por un lanar satisface solo a 16 conejos. Si
consideramos que una pareja de conejos, con un número normal de pariciones que
alcanza, por lo menos, a cuatro por año, se convierte al cabo de un año en millones de
ejemplares, veremos que el peligro de no contar con el pasto suficiente para el ganado
lanar puede ser una triste realidad dentro de un plazo relativamente corto”73.

Por su parte, Manuel Chaparro, presidente de Unión de Pequeños Ganaderos de


Magallanes, planteaba que si “este mal continúa dentro de cinco o diez años se
habrá terminado la capacidad talajera de Tierra del Fuego hasta sus raíces, inicián-
dose la erosión de los suelos que hará de toda la provincia un gran desierto”74.
Asimismo, señalaba que Carlos Strauss, de reconocida experiencia en asuntos zoo-
lógicos, le había expresado que “la plaga de conejos tenía su origen en un desequi-
librio producido en la naturaleza con la caza descontrolada de animales de pieles
finas […] dijo que había que ir hacia una protección de nuestra fauna como manera
de impedir la desaparición de las especies que se alimentan de conejos y no permi-
ten que la especie aumente en forma desproporcionada”75. En la misma dirección,
otro autor señalaba que

“desde hace varios años a esta parte y debido a la caza implacable y sin control y el
libre comercio de cueros, plumas, pelos de zorros, chingues, quiques, gatos monteses y
pajeros, águilas, aguiluchos, etc., se ha ocasionado la desaparición de estas especies y la
multiplicación desmedida de otras como ser el conejo cuya multiplicación es asombrosa
con el consiguiente desequilibrio de la naturaleza, originando la verdadera plaga del
conejo que está talando todos los campos destinados a la crianza de los ovejunos”76.

73 Jorge Mulgrue, “Una advertencia a Chile”, en La Prensa Austral, Punta Arenas, 19 de junio de
1948.
74 “Plaga de Conejos invade Tierra del Fuego”, en Boletín Ganadero, Año I, Nº 5, Punta Arenas,
abril de 1950, 2.
75 Idem.
76 “Campaña nacional contra plaga de conejos”, en Boletín Ganadero, Año I, Nº 7, Punta Are-
nas, julio de 1950, 21.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 329

Con estos argumentos, la Unión de Pequeños Ganaderos de Magallanes acordó


“gestionar ante los organismos oficiales la dictación de un decreto que contemple
la veda de la caza de chingues, zorros grises, gatos salvajes, monteses y pajeros,
especies que se han ido agotando en la provincia y que podrían contribuir al
extermino del conejo”77.
En Santiago, mediante el oficio Nº 255, del 24 de mayo de 1950, el Ministro de
Agricultura, a través de la Comisión Nacional de Protección a la Vida Silvestre,
solicitó al Ministerio de Economía atender “una sugerencia del Comité Local de
Magallanes en el sentido de dictar un decreto que prohíba, por un plazo no inferior
a cinco años, la caza y el comercio de pieles, pelos y plumas de varias especies
animales que son enemigas del conejo”78. El oficio fue derivado por el ministro de
Economía al Departamento de Pesca y Caza. El 6 de junio de 1950, Exequiel
Rodríguez, su director, elevó al ministro de Fomento una solicitud de decreto que
prohibía la caza de todas las especies enemigas del conejo, con el objetivo de
“combatir la plaga de dichos animales, que está ocasionando tan graves perjuicios
a la ganadería de la región de Magallanes y Aysén a causa del desequilibrio bioló-
gico producido por la persecución incontrolada, especialmente de zorros y gatos
monteses”. Al mismo tiempo recomendaba, para combatir la plaga de conejos, que
se aprovechase su carne congelada en los frigoríficos de esa zona, enviándola a la
zona central, con lo cual aumentaría en forma notable la caza de esta especie. Se
encomendaba, asimismo, al representante de la Asociación Ganadera de Magalla-
nes que adquiriese en la zona comprendida entre Concepción y Puerto Montt y con
los fondos disponibles para esta campaña, parejas de zorros para soltarlos en Tierra
del Fuego79.
Acogiendo el llamado de la Unión de Pequeños Ganaderos de Magallanes y el
informe técnico del Departamento de Pesca y Caza, el 23 de junio de 1950, el
ministro de Economía, consideró que la plaga de conejos había causado perjuicios
de importancia a la masa ganadera de esa zona y que este aumento en el número de
conejos se debía a la caza y exterminio de algunas especies que eran enemigas del
conejo. En consecuencia, acordó prohibir por el término de cinco años “la caza y el
comercio de pieles, pelos y plumas o huevos de las siguientes especies considera-
das enemigos del conejo, en las provincias de Aysén y Magallanes: águila, aguilu-
cho, avestruz ñandú, cernícalo, Chilla o zorrino patagónico, chingue, gato montés,
güiña o gato montés chico, guanaco, quique, peucos”80. Asimismo, el 7 de agosto
de 1952, el Ministerio de Agricultura dictó el Decreto Supremo Nº 811, que decla-
ró al conejo plaga de la agricultura en Magallanes y obligó a su combate, y el 24
de agosto el Decreto Supremo Nº 1.379, que estableció como medida efectiva el
uso de medallas de alambre81.

77 “Labor Directiva”, en Boletín Ganadero, Año I, Nº 6, Punta Arenas, mayo de 1950, 23.
78 AN.FMF, Vol. 280, Expediente Decreto Ley Nº 757, 13 de julio de 1950.
79 Idem.
80 Ibid., 23 de junio de 1950.
81 Arentsen, op. cit., 6.
330 HISTORIA 41 / 2008

En diciembre de 1953, comenzó el combate biológico del conejo, empleando


para este efecto el virus de una enfermedad que había probado ser específica del
conejo: la myxomatosis. Para 1954 se proyectaba una campaña que inyectaría el
virus a 100.000 conejos. Luego se procedería a exterminar todos los focos aislados
que pudieran quedar, empleándose para ello toda clase de elementos, como sebos,
venenos, gases, perros, predadores, armas de fuego, etc.82. En este marco, en 1954,
el Departamento de Ganadería y Sanidad Animal de Magallanes, bajo la jefatura
del médico veterinario Elías Sabat, inició una enérgica campaña contra la plaga del
conejo. Brigadas de inoculación del virus myxomatósico, audiciones radiales dedi-
cadas a la nefasta plaga y el apoyo de Carlos Aracena, director del diario La
Prensa Austral83. En todo caso, Sabat manifestaba sus aprensiones y dudas sobre el
proceso, advirtiendo que la mixomatosis:

“no era una panacea infalible ya que había estudios efectuados por bacteriólogos e
inmunólogos que comprobaban que se podía producir en el animal una resistencia
bastante notable al virus y cuando lleguemos a este estado de cosas deberemos recu-
rrir a todos los medios posibles como son los perros, armas de fuego, venenos, etc. y
establecer el equilibrio natural de la isla mediante los predadores que atacan al conejo
y la acción del hombre para llegar a un control efectivo de la plaga. En las circunstan-
cias actuales parece necesario, en forma imperativa, la colocación de mallas para
defender tanto los campos erradicados, como así también, para continuar la lucha en
áreas más pequeñas, haciéndose de esta manera más efectiva la infestación y mortali-
dad de los conejos”84 .

Lo mismo estimaba Arentsen, quien pudo

“observar en viajes de recorrido en campos de la estancia “Sarita”, de la sociedad


ganadera Gente Grande, donde la epizootia había prácticamente barrido con numerosos
roedores en pocos meses, que numerosos ejemplares seguían viviendo tranquilamente
en el sector amagado y en circunstancias de que estaban rodeados de animales enfermos
o muertos por myxomatosis. Estas observaciones dan margen a pensar que los conejos
de Tierra del Fuego ya están comenzando un proceso de inmunización”85.

En abril de 1954, se realizó un foro público en la región, para analizar la


situación de la plaga de conejos, que amenazaba con “terminar, a corto plazo, las
fértiles praderas de la isla Grande de Tierra del Fuego”86. Al respecto, Otway
Falkiner, criador de ovejas de Australia, señalaba con vigor: “yo aconsejaría a todo

82 Ibid., 22.
83 “Campaña enérgica contra la plaga de conejos”, en Boletín Ganadero, Año IV, Nº 44, Punta
Arenas, diciembre de 1954, 10.
84 Elías Sabat, “La mixomatosis no es una panacea infalible”, en Boletín Ganadero, Nº 45, Punta
Arenas, 1955, 23.
85 Arentsen, op. cit., 14.
86 “Foro público contra la plaga del conejo”, en Boletín Ganadero, Año IV, Nº 40, Punta Arenas,
abril de 1954, 8.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 331

aquel que viera conejos en sus campos o vecindad que persiga intensamente a los
mismos para destruirlos sin piedad”87. Marco Davisón, director de la Unión de
Pequeños Ganaderos de Magallanes, por su parte, recordaba que el conejo había
llegado hace algunos años y se debía solamente al “espíritu aventurero y deportista
exótico” de un hombre que, para

“producirse distracción de caza fácil y abundante se le ocurrió traer a esta región unas
parejitas de conejos, largándolas al campo y ahora nos hallamos ante el pavoroso hecho
de que se pueden estimar en millones, es decir, 10 conejos por cada oveja, el año que
viene ya habrá 20 conejos por cada oveja y a los años de 20 a 40, de modo que si no se
toman cartas en el asunto de inmediato se puede adelantar que Tierra del Fuego se
transformará en muy breve plazo en una bola de billar”88.

La situación era percibida por los ganaderos de Tierra del Fuego como de
“extrema gravedad”. El conejo había afectado los campos, que presentaban “claros
signos de erosión, en algunos casos, y si bien es cierto, esta erosión apenas se
insinúa no es menos cierto que terminaran por erosionarse en forma definitiva de
continuar de esta manera”. Por otra parte el conejo también había afectado a la
población ovina, pues

“en la lucha biológica entre el ovino y el conejo, gana este último siempre, ya que está
favorecido por una larga lista de factores, como ser su gran proliferación, gran rustici-
dad, gran sanidad y aún la misma viveza del animal. De esta manera afectó a la pobla-
ción ovina, disminuyendo su número, disminuyendo su producción, disminuyendo su
calidad zootécnica en un 20, 30, 40 y más por ciento según los casos”.

Además, había afectado a la ganadería, al disminuir todas las faenas: esquila,


marca, arreos, frigoríficos, embarques, etc. Así concluía que “el daño causado por
la plaga de conejos es difícil de establecer y lo que es peor es difícil de reparar. En
1935 no había conejos en la isla, en menos de 20 años han llegado las cosas a tal
extremo, que la ganadería va camino a desaparecer”89.
Entre los factores que favorecían el desarrollo de la plaga se hallaban los hábi-
tos de caza, pues la piel de conejo que tenía valor comercial era la de invierno, por
lo que entre mayo y septiembre había muchos interesados en dedicarse a la caza
del conejo, pues alrededor de su piel se movían fuertes capitales. A partir de
octubre y durante el verano, la piel dejaba de tener el valor comercial que tenía
durante el invierno y por esta razón no había interesados en la caza del conejo, lo
cual lo transformaba rápidamente en plaga90. La situación se tornaba cada vez más
desesperada, pues todas las medidas tomadas resultaban ser ineficaces. Entre 1953

87 “Opiniones de Mr. Falkiner y un llamado de atención sobre la plaga de conejos”, en Boletín


Ganadero, Año IV, Nº 40, Punta Arenas, abril de 1954, 25.
88 Ibid., 26.
89 “Interesante exposición sobre la plaga de conejos”, en Boletín Ganadero, Año IV, Nº 41,
Punta Arenas, abril de 1954, 5.
90 Idem.
332 HISTORIA 41 / 2008

y 1954, la región había visto mermada o disminuida su producción en 1.898.593


kilos de lana, el menor beneficio de animales de una temporada a otra era de
112.003 animales y la disminución de los kilos de carne ascendía a la ya importan-
te suma de 1.947.776 kilos del producto congelado91.
No obstante, a partir de 1955, la plaga de conejos se apaciguó en Magallanes, y,
desde entonces, dejó de ser un tema para los ganaderos locales. Con el paso del
tiempo y con una mirada científica del tema, Jaksic y Yáñez plantean que la
introducción del virus myxomatosis fue el más efectivo agente para el control
biológico de los conejos en Tierra del Fuego92. Sin embargo, hay una opinión
disidente, de Ojeda, González y Araya, quienes estimaron que la myxomatosis no
logró la erradicación, ya que el conejo desarrolló una resistencia genética, a partir
de la cual la población de conejos recuperó su densidad y condición de plaga93.
Con todo, según observaciones personales de Jaksic, esto no es efectivo, por lo que
la myxomatosis persiste como el más efectivo método de control de conejos en
Tierra del Fuego.

CONEJOS EN J UAN FERNÁNDEZ

Las 9.290 hectáreas del archipiélago de Juan Fernández fueron declaradas par-
que nacional en 1935, el cual se encuentra bajo la tutela administrativa de la
Corporación Nacional Forestal. En 1977, el archipiélago fue nombrado por la
UNESCO como Reserva Mundial de la Biosfera, reconociendo de esta manera este
valioso ecosistema que se caracteriza por el alto grado de endemismo de sus espe-
cies vegetales. A pesar de encontrarse protegido y bajo la administración de CO-
NAF , Francisco Sáiz y Patricio Ojeda señalan que la isla Robinson Crusoe “ha sido
campo de las más inverosímiles introducciones de especies, muchas de las cuales
se han convertido en graves plagas, transformando profundamente el ambiente de
la isla, tales como ganado doméstico, zarzamora, maqui, trun, zorzal, cabra, coatí,
conejo, etc.”94. Entre estas invasiones a la isla, Sáiz y Ojeda destacaban los cone-
jos, que eran importantes cooperadores de la acción de deterioro ejercida por el
ganado, así como otros factores, tales como la construcción de caminos vehicula-
res, la corta de árboles y la introducción de otras especies animales y vegetales.
Las informaciones disponibles indican que el conejo europeo (Oryctolagus cu-
niculus), fue introducido en la isla Robinson Crusoe en la década comprendida
entre 1930 y 1940, más precisamente en 193595 o 193696, con la finalidad de criar

91 “Campaña enérgica contra la plaga del conejo”, op. cit., 11.


92 Fabián M. Jaksic y José Yáñez, “Rabbit and fox introductios in Tierra del Fuego: History and
assessement of the attemps at biological control of the rabbit infestation”, en Biological Conservation,
Vol. 26, Barking, 1983, 374.
93 CONAF, “El conejo silvestre en Chile”, en Boletín Técnico Nº 8, Santiago, 1973.
94 Francisco Sáiz y Patricio Ojeda, “Oryctolagus cuniculus L. en Juan Fernández. Problema y
control”, en Anales del Museo de Historia Natural de Valparaíso, Valparaíso, Vol. 19, 1988, 91.
95 Walter Kahler, “La isla Juan Fernández”, en En Viaje, Nº 238, Santiago, 1953, 15.
96 Maura Brescia, Mares de leyenda, Santiago, s/l, 1979, 95.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 333

en cautiverio esta especie y utilizarla como suplemento alimenticio para la pobla-


ción local. Sin embargo, algunos individuos escaparon, expandiendo su distribu-
ción por las islas Robinson Crusoe y Santa Clara97. Hacia 1970 la situación todavía
no parecía grave. Al menos así lo indicaban las observaciones realizadas a princi-
pios de 1970 por Daniel Torres y Anelio Aguayo, quienes planteaban que:

“este lagomorfo asuela la vegetación que cubre los suelos de algunos lugares de Robin-
son Crusoe, tales como “Puerto Inglés”, “Puerto Francés”, “Villagra” y “Plazoleta del
Yunque”. En Alejandro Selkirk los isleños aseguran haber visto algunos hace años.
Nosotros tratamos de comprobar la posible presencia de estos animales recorriendo gran
parte de la isla, con resultado negativo. Por otra parte, constatamos la presencia de
gatos domésticos en estado salvaje, por lo que estimamos difícil encontrar conejos en la
actualidad. Sin embargo, Mann asegura haber observado algunos ejemplares en las
cercanías de la “Quebrada de las Casas”, animales que habrían sido introducidos recien-
temente por los isleños con el objeto de practicar la caza. Actualmente en la isla Santa
Clara existe una gran población de conejos, los que son naturalmente controlados por el
“nuco” (Asio flammeus suinda)”98.

Sin embargo, cinco años después, en 1975, la percepción de Guillermo Mann


era radicalmente distinta al afirmar que el conejo:

“actualmente está representado por muchos miles de ejemplares en la isla Robinson


Crusoe. Representa por su continuo aumento, uno de los problemas más graves para el
equilibrio biológico en esta isla, pues contribuye en gran medida a la continua disminu-
ción del estrato herbáceo y al consiguiente aumento de la erosión. Además contribuye al
exterminio de varias especies vegetales autóctonas y aún endémicas. La intensa caza de
que es objeto por parte de los isleños no se hace notar en una disminución significativa
de su población”99.

Por su parte, en 1976, el Plan de Manejo Parque Nacional Juan Fernández


indicó que el conejo “se encuentra formando grandes poblaciones que contribuyen
significativamente al deterioro de la cubierta vegetal, en las islas Robinson Crusoe
y Santa Clara y en reducido número en Alejandro Selkirk”100. En todo caso, a
finales de la década del 70, la situación se hacía cada vez más insostenible. En
1981, Guillermo Mann señalaba que

“en las islas Santa Clara y Robinson Crusoe, su población es muy numerosa aproxima-
damente 7.000 ejemplares como promedio y fluctúa grandemente año tras año, repre-

97 Patricio Ojeda, Hernán González y Guillermo Araya, “Erradicación del conejo europeo (Oryc-
tolagus cuniculus Linnaeus, 1758) desde la Isla Santa Clara, Archipiélago de Juan Fernández”, Infor-
me Técnico N°48, CONAF, diciembre de 2003.
98 D. Torres y A. Aguayo, “Algunas observaciones sobre la fauna del archipiélago de Juan
Fernández”, en Boletín de la Universidad de Chile, Nº 112, Santiago, junio de 1971, 34.
99 Guillermo Mann, “Observaciones sobre el estado actual de algunos representantes de flora y
fauna en el Parque Nacional Juan Fernández”, en Boletín del Museo Nacional de Historia Natural, Nº
34, Santiago, 1975, 211.
100 CONAF, Plan de Manejo Parque Nacional Juan Fernández, CONAF, 1976.
334 HISTORIA 41 / 2008

sentando plagas importantes cuando alcanza su máximo número poblacional. En la


competencia con el ganado, por la cubierta herbácea, y debido a la confección de
galerías que –derrumbándose constantemente bajo las pisadas del ganado– facilitan la
erosión física del suelo; su acción destructiva se ve potenciada”101.

Progresivamente, los conejos comenzaron a competir por alimentos con el ga-


nado ovino presente en la isla de Santa Clara, lo que llevó a la comunidad isleña a
solicitar la intervención de las autoridades en la solución del problema. En este
marco, la Corporación Nacional Forestal (CONAF) convocó a la comunidad científi-
ca nacional para efectuar un estudio, cuyo objetivo fue evaluar la magnitud del
problema y proponer un plan integral para su control102. Como resultado de este
estudio, durante 1982, la CONAF recibió el documento “Proposición de un método
de control integrado del conejo en el Archipiélago de Juan Fernández”, realizado
por un equipo interdisciplinario perteneciente a la Universidad Católica de Valpa-
raíso. La propuesta fue implementada parcialmente durante el período 1983-1985,
a través de un programa de caza permanente mediante lazos o huachis, para lo cual
se incluyó en el proyecto la contratación de un cazador experimentado, quien se
constituyó en un elemento valioso, al capacitar a varias generaciones de cazadores,
pues permaneció en la isla hasta su muerte el año 2002.
Evaluaciones realizadas hacia fines de la década de los ochenta evidenciaban
una clara recuperación del estrato herbáceo, en sectores donde los conejos habían
disminuido, y su mantención o disminución en aquellas zonas en las cuales se
habían incrementado. Si bien, en términos globales, no se podía afirmar una dismi-
nución de la densidad de conejos, sí era posible plantear una significativa disminu-
ción de tallas y pesos, desapareciendo especialmente los individuos más grandes,
que tienen mayor tasa reproductora. En consecuencia, “la población de conejos ha
sido efectivamente impactada por la caza a que ha sido sometida”, lo cual, según
Sáiz y Ojeda, avalaría la efectividad de la caza como modalidad de control del
conejo, sin necesidad de introducir myxomatosis, “si se aplica el método en forma
rigurosa e intensa en toda la isla por un lapso adecuado”103.
No obstante, una década después, en diciembre de 1997, se aprobó un proyecto
financiado por el Reino de los Países Bajos que incluyó, en su marco de acción, el
control de la plaga de conejos, entre otras. Es así como, a partir de 1998, se inició
el Programa de Control del Conejo en las Islas Robinson Crusoe y Santa Clara.
Poco después, en el año 2002, se puso en práctica un sistema integrado de control
del conejo, con el objetivo de erradicarlo de la isla Santa Clara, que consideró
todos aquellos métodos de control en uso en el mundo, con características legal y
ecológicamente aceptables104. En aquel período, CONAF , pagaba a los cazadores de
Juan Fernández 500 pesos por cada cola de conejo que llegara hasta sus dependen-

101 Guillermo Mann, “Análisis del Plan de Manejo y situación actual del Parque Nacional Juan

Fernández”, Informe CONAF , 1981, 34.


102 Sáiz y Ojeda, op. cit., 91.
103 Idem.
104 Ojeda, González y Araya, op. cit.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 335

cias, ya que la plaga de conejos dañaba severamente las especies nativas de las
islas, destruyendo plántulas y brotes tiernos105.
En el año 2005, la CONAF buscaba financiamiento en el Fondo del Medio Am-
biente Mundial de las Naciones Unidas, para realizar estudio por un monto de 1,6
millón de dólares, cuyo objetivo era fijar acciones para conservar la flora y fauna
nativa en peligro de extinción en la isla y erradicar a los animales que amenazaban
la biodiversidad local. Según explicaba el director de CONAF de la V Región, Mario
Gálvez, la primera parte de la iniciativa consistía en realizar una evaluación del
estado de conservación de las especies y ecosistemas terrestres y marinos del
archipiélago. Por otra parte, se buscaba proponer un modelo para erradicar estas
especies, por medio de capturas cuya efectividad sea superior a las capacidades de
reproducción106. En octubre de 2005, Aarón Caviedes y Guillermo Araya señala-
ban la importancia de este proyecto, pues el archipiélago albergaba un alto porcen-
taje de especies endémicas que transformaban al lugar en uno de más ricos del
planeta en cuanto a biodiversidad. En particular, una de las principales preocupa-
ciones la constituía la presencia del conejo, que incluso había llegado hasta las
partes más altas de la isla, es decir, a las zonas las mejor conservadas. En este
sentido, el guardaparque de CONAF Guillermo Araya señalaba que, “en lugares de
difícil acceso como El Yunque, se han encontrado muestras de fecas, lo que es un
indicador de su presencia”107.
Después de más de setenta años desde su introducción, los conejos siguen
asolando el archipiélago y causando graves perjuicios a los ecosistemas isleños,
con su variada gama de especies endémicas. Evidentemente, la caza ha demostra-
dor ser insuficiente como método de control de los conejos en las islas Juan Fer-
nández.

CONEJOS EN PLANTACIONES FORESTALES

En 1968, un estudio realizado por expertos de la Universidad de Chile, sobre la


base de una encuesta a las asociaciones y clubes de la Federación de Pesca y Caza,
planteó que la distribución de los conejos se había extendido desde Coquimbo al
sur, excepto en las provincias de Osorno, Chiloé y Aysén. Los autores advertían
que esta expansión tenía caracteres graves debido a la alta tasa de nacimientos de
esta especie de elevado potencial biótico, con lo cual las zonas invadidas debían
soportar una fuerte sobrepoblación animal, con graves consecuencias para la gana-
dería y agricultura. El fenómeno de la plaga de conejos en Chile había sido particu-

105 E. Bellido, “Plagas devoran Juan Fernández. Animales y vegetales exóticos amenazan equili-

brio ecológico del archipiélago”, en La Nación, Santiago, 4 de junio de 2004.


106 “Controlarán especies dañinas de archipiélago Juan Fernández”, en La Tercera, Santiago, 8 de

julio del 2005. En sección noticias de web CONAF.


107 “Inician estudio para salvar biodiversidad del archipiélago de Juan Fernández”, en La Nación,

Santiago, 23 de octubre de 2005.


336 HISTORIA 41 / 2008

larmente notorio en las provincias de Magallanes y Malleco, ocasionando incluso


un aumento de la erosión108.
En este contexto, la industria forestal también se vio complicada por la presen-
cia del conejo. Específicamente por los hábitos alimentarios de esta especie, que
acostumbra comer el ápice de crecimiento de los pinos insignes, lo cual impedía el
desarrollo vertical del árbol y producía un crecimiento achaparrado, producto del
rebrote de yemas laterales. El conejo podía llegar a dañar hasta el 100% de las
plantaciones, y el replante, además del costo de reinvertir en plantar, significaba la
pérdida de la bonificación estatal y el retraso en un año en la explotación final del
rodal afectado109. En este sentido, Jaksic y Fuentes señalaban que “los conejos son
temibles en las plantaciones forestales, y sus efectos negativos sobre los almácigos
de pinos son sobradamente conocidos”110.
CONAF publicó, en 1974, el boletín “El conejo silvestre en Chile”, donde plan-
teó que el

“enorme daño que ocasiona el conejo silvestre en la reforestación, ha sido una de las
causas principales de dedicar recursos y esfuerzos por parte de la Corporación Nacional
Forestal para estudiar y aplicar técnicas avanzadas de control racional de este animal
[...] al cabo de cincuenta o más años el conejo silvestre está ocupando prácticamente
todos los ambientes donde de una forma u otra le ha sido posible llegar y aclimatarse, a
excepción de algunas regiones altoandinas, área norte de la provincia de Magallanes y
provincia de Aysén” 111.

De acuerdo con los antecedentes que disponían, señalaban que el conejo silves-
tre alcanzaba su mayor importancia entre las provincias de Los Andes, por el norte,
y Malleco, por el sur, y suponían que “la especie tiene como límite norte de
distribución el valle del Limarí. Se ignora si este ha constituido una limitante
ecológica o meramente física”. A juicio de los autores del estudio, el método más
adecuado de erradicación en Chile continental consistía en la aplicación de mo-
nofluoracetato de sodio 1.080, “a pesar de su alta peligrosidad para el hombre y
los animales domésticos”112.
En este marco, en febrero de 1977, la revista El Celarauco, de la empresa de
Celulosa Arauco, señalaba que “uno de los enemigos más implacables es el temido
conejo silvestre, capaz de destruir hasta el 100% de una plantación de pino insig-
ne”. Más adelante indicaba que “se calcula que la población estable sube de los
cinco millones y que, en determinadas épocas del año sobrepasa los treinta millo-
nes de ejemplares [...] en las zonas afectadas puede haber entre 4 a 15 conejos por

108 Jaime Péafur et al., “Estudio preliminar de mamíferos silvestres chilenos: su distribución,

valor económico e importancia zoonótica”, en Revista de la Sociedad de Medicina Veterinaria de


Chile, Vol. 18, Santiago, enero-diciembre 1968, 6.
109 Jaime Rodríguez, “Alternativas de control de lagomorfos en plantaciones forestales”, en Cien-

cia e Investigación Forestal, Nº 4, agosto de 1988.


110 Jaksic y Fuentes, op. cit., 94.
111 CONAF, “El conejo silvestre en Chile”, op. cit., 1.
112 Ibid., 3.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 337

hectárea”113. Para controlar los conejos se utilizaba el compuesto 1.080, que es un


poderoso tóxico que podía exterminar al 90% de los conejos, pero que, al mismo
tiempo, con una baja concentración podía matar a un hombre. El tratamiento masi-
vo contra los conejos se había iniciado por CONAF a principios de la década de los
sesenta. En 1975 este servicio pasó “a manos de empresas privadas organizadas ese
mismo año. Actualmente existen dos: TECFA Ltda. (sociedad del manejo técnico de
la fauna) y EXCO (explotadora de conejos) que durante la temporada pasada trata-
ron treinta mil hectáreas”114.
Estos riesgos debió considerar la resolución del Servicio Agrícola Ganadero del
25 de noviembre de 1982, que prohibió la importación, fabricación y uso del
monofluoracetato de Sodio 1.080, considerando que era “un plaguicida altamente
tóxico para el hombre” y que permanecía “en el organismo de los animales que lo
han ingerido sin disminuir su toxicidad por lo que puede provocar el envenena-
miento tanto de personas como de animales útiles, revistiendo esta situación espe-
cialmente gravedad por no existir antídotos para el tratamiento de los intoxica-
dos” 115 . En este diagnóstico concordaban Cruz y Rivera, del Grupo de
Investigaciones Agrarias, quienes señalaban que “los pesticidas de alto contenido
tóxico que se usaban para eliminar los conejos silvestres, también afectaban a los
campesinos, sus animales domésticos y animales de caza”116. Para Aarón Caviedes
y Antonio Lara, la aplicación de venenos para matar conejos era otro de los impac-
tos ambientales negativos de las plantaciones forestales, pues ello significaba tam-
bién la muerte de aves y mamíferos silvestres. A este impacto se sumaba el ecoló-
gico, pues los venenos provocaban una fuerte disminución de la fauna, en especial
de los carnívoros, encargados de regular las poblaciones de herbívoros, lo cual
producía “una alteración del equilibrio natural que facilitaba el aumento de los
conejos”117.
Pese a las advertencias del daño ambiental ocasionado por el uso de este vene-
no, Jaime Rodríguez, profesor de Ecología y Fauna Silvestre de la Universidad de
Chile, precisaba que, años después de la resolución del Servicio Agrícola Ganade-
ro, el compuesto 1.080 seguía utilizándose, ya que “debido a la falta de productos
sustitutos en el mercado, dicha resolución se prorrogó por un año. Esto ha sucedido
cada año hasta el presente (1988)”118. Como alternativa de control del conejo,
Rodríguez rechazaba la introducción del virus mixoma, por el riesgo grave de
contagiar a los conejos de criaderos, y también los métodos de captura y depreda-

113 “Se le acabó la suerte al conejo: Se le acusa de destructor de plantas de pino”, en El Celarau-

co, Año IV, Nº 29, Arauco, febrero de 1977, 8.


114 Idem.
115 Servicio Agrícola Ganadero, “Prohíbe la importación, fabricación y uso del Monofluoracetato

de Sodio 1.080”, Santiago, 25 de noviembre de 1982.


116 María Elena Cruz y Rigoberto Rivera, Cambios ecológicos y de poblamiento en el sector

forestal chileno, Santiago, GIA, 1983.


117 Aarón Caviedes y Antonio Lara, La destrucción de bosque nativo para ser reemplazado por

plantaciones de pino insigne: evaluación y proposiciones, Santiago, CODEFF, 1983.


118 J. Rodríguez, “Alternativas de control de lagomorfos en plantaciones forestales”, en Ciencia e

Investigación Forestal, Nº 4, Santiago, agosto de 1988.


338 HISTORIA 41 / 2008

ción, ya que habían demostrado ser ineficaces en Chile. Respecto de los métodos
químicos, señalaba que diversos ensayos de control de lagomorfos en plantaciones
forestales, con anticoagulantes de segunda generación, habían entregado muy bue-
nos resultados, siendo incluso mejores que los obtenidos por el monofluoracetato
de sodio 1.080. Según sus pruebas, recomendaba la utilización de bloques parafi-
nados de brodifacoum, conocido también como klerat, ya que tenía buena acepta-
ción entre los lepóridos, ejerciendo un eficaz control contra el daño y disminuyen-
do el riesgo, tanto para hombres como para animales beneficiosos, ya que posee
antídoto y su dosis letal es elevada119.
El año 2002, Ovalle, Ojeda y Skewes señalaban que el tagasaste (Chamaecyti-
sus proliferus palmensis) fue introducido en Chile, el año 1988, por el Instituto de
Investigaciones Agropecuarias (INIA), como parte de un proyecto de búsqueda y
selección de arbustos y árboles forrajeros que contribuyesen al mejoramiento de la
producción ganadera en las zonas de secano. Sin embargo “una de las limitantes de
mayor importancia en el establecimiento del tagasaste es el daño provocado por
lagomorfos (conejos y liebres), en el período comprendido entre la plantación y el
primer año de vida de la planta”120. Lo cual nos indica que en el siglo XXI el
conejo sigue siendo una plaga en Chile central, en tanto problema para la silvicul-
tura y el hombre, y que las dificultades para controlar su excesivo crecimiento
poblacional persisten.

CONCLUSIONES

El conejo europeo fue introducido en Chile en una fecha incierta. Las primeras
referencias sobre la existencia de conejos en el país son de mediados del siglo
XVIII y fueron realizadas por el abate Molina, para describir a los europeos ciertas
especies chilenas como los cuyes y las vizcachas. En el siglo XIX, varios autores
se refieren a la existencia de conejos y conejares en Chile central. Algunos aconse-
jan la crianza de este animal por sus beneficios económicos, mientras que otros
advierten sobre los peligros que para la agricultura podía significar la aclimatación
de esta especie. No es posible establecer si el asilvestramiento del conejo fue
intencional o casual. ¿Se escaparon los conejos de los planteles de cunicultura? o
bien ¿fueron liberados a los campos en forma intencional para practicar la caza y
obtener carne y pieles? Las fuentes manuscritas no han dejado huella sobre estas
interrogantes.
Lo cierto es que, a principios del siglo XX, muchos observadores comenzaron
a advertir de los peligros que entrañaba el “conejo en libertad”. Es posible presu-
mir que muchos conejares no habían sido construidos bajo estrictas normas de
seguridad, y que ello se comenzó a notar especialmente en la segunda mitad de la

119 Idem.
120 C. Ovalle, F. Ojeda y O. Skewes, “Evaluación de distintos métodos de prevención de daño
causado por lagomorfos en plantaciones de tagasaste (Chamaecytisus proliferus ssp. palmensis)”, en
Agricultura Técnica, Vol. 62, Nº 3, Santiago, julio 2002, 396.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 339

década de 1920. Desde entonces, la presencia del conejo como plaga es descrita,
a veces con dramatismo, en Chile central, Tierra del Fuego y el archipiélago Juan
Fernández. Frente a esta realidad, el Estado respondió formulando políticas pú-
blicas que han intentando detener la plaga de conejos. En la década de 1930, se
vedó la caza de los zorros, lo cual permitió la protección de estas especies y la
desarticulación de buena parte de la industria peletera nacional. No obstante, tal
como se comprobó décadas después, los zorros chilenos se alimentan solo margi-
nalmente de conejos, pues se encuentran mejor adaptados para depredar otros
animales nativos, lo cual nos indica que esta política fue fundada sobre bases
erradas y que no debió tener resultados. Posteriormente, la industria forestal
debió recurrir a un potente y peligroso veneno, que no tiene antídoto en caso de
envenenamiento humano. Persisten, entonces, las dificultades para controlar esta
especie invasora en Chile central.
En la actualidad, existen evidencias de que el problema del “conejo en libertad”
en Chile central no ha sido resuelto en forma definitiva. En el caso de Tierra del
Fuego, después de una alarma generalizada que incluyó la llegada a la zona de
cazadores, trampas, venenos y depredadores, el Estado implementó exitosamente la
introducción del virus mixoma, entonces ampliamente reconocido en el ámbito
mundial por su eficacia para controlar el crecimiento desmedido de las poblaciones
de conejos. En el archipiélago de Juan Fernández, tras años de financiamiento
internacional y esfuerzos nacionales, los conejos siguen siendo una especie difícil
de controlar.
Las disputas por el mar: bienes comunes, pescadores artesanales y
pesca industrial. El caso de la caleta Cocholgüe en el litoral centro
sur de Chile a mediados del siglo XX. Sea Dispute: Common Property,
Artisanal Fisheries and Industrial Fishing. The Case of Caleta Cocholgüe in
South Central Chile in the Mid Twentieth Century. Pablo Camus,
Rodrigo Hidalgo y Enrique Muñoz. Población & Sociedad [en línea],
ISSN-L 0328 3445, Vol. 23 (2), 2016, pp. 91-114. Puesto en línea en
diciembre de 2016.
http://www.poblacionysociedad.org.ar/archivos/23/P&S-V23-N2-
Camus-Hidalgo-Munoz.pdf

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Las disputas por el mar: bienes comunes,
pescadores artesanales y pesca industrial. El caso
de la caleta Cocholgüe en el litoral centro sur de
Chile a mediados del siglo XX

Sea Dispute: Common Property, Artisanal Fisheries and Industrial


Fishing. The Case of Caleta Cocholgüe in South Central Chile in the
Mid Twentieth Century

Pablo Camus
Rodrigo Hidalgo
Enrique Muñoz

Resumen
Partiendo desde la historia ambiental enfrentamos la historicidad del mar,
estudiando el desarrollo de las transformaciones de las relaciones entre el
hombre y el mar. La presente investigación estudia la historia de la pesca en
Chile a mediados del siglo XX (en un contexto global de fomento de la pesca
industrial). Analizamos la relación entre pescadores artesanales e industriales
y el problema de la definición de los derechos de propiedad. De mediador
central se situarán las instituciones políticas. En este marco, destacan los
pescadores artesanales quienes desarrollaron una fuerte conciencia de los
desafíos legales, ecológicos y económicos, desplegando diversas tácticas de
adaptación y resistencia.
Palabras clave: bienes comunes; pescadores libres; pesca industrial; caleta
Cocholgüe

Abstract
From environmental history we move to the historicity of the sea, especially
the changes in the relationship between man and the sea over the years. This
research study focuses on the history of fishing in Chile in the mid-twentieth
century (in a global context of commercial fishing encouragement). We
analyze the relationship between artisanal and commercial fisheries and the
right to property definition problems. Political institutions acted as mediators
whereas artisanal fishermen played a key role in raising awareness of legal,
ecological and economic challenges by deploying distinctive resistance and
adaptation tactics.
Keywords: common property; artisanal fishing; commercial fishing; Caleta
Cocholgüe

Recibido: 01/04/2016 - Aceptado: 27/06/2016


Población & Sociedad, ISSN-L 0328 3445, Vol. 23 (2), 2016, pp. 91-114
Población & Sociedad, ISSN-L 0328 3445, Vol. 23 (2), 2016, pp. 91-114

Introducción1
En los últimos años el mar se ha vuelto un problema mediático ante
el declive de los recursos marítimos alrededor del mundo. Detrás de
esta situación yace la historia de cómo el hombre se relaciona con el
medio ambiente marítimo. Desde tiempos inmemoriales se caracterizó
al mar como un objeto intemporal, y por lo mismo ajeno a los efectos
que el hombre podía causar sobre él, en tanto su inmensidad parecía
garantizarle un status de fenómeno a-histórico. La actual fragilidad es
la cara contrapuesta que distintos investigadores de las ciencias
sociales se han volcado a comprender y explicar. Lamentablemente
muchas de las investigaciones no se preguntan por el proceso mismo
de transformación que ha llevado a la situación actual. Por lo tanto,
urge dotar de historicidad al mar para comprender la evolución de su
relación con el ser humano a lo largo del tiempo. De esto se desprende
la posibilidad de dilucidar las dinámicas de desenvolvimiento de los
actores involucrados. Sin entender la historia detrás de las
transformaciones es improbable que logremos comprender a
cabalidad sus causas, pero aún más importante es el hecho de que sin
poseer una perspectiva de larga duración nos será muy difícil, por no
decir imposible, elaborar políticas públicas coherentes para el futuro
(Bolster, 2006).
La historia de la pesca se caracteriza por ser un área de
convergencia interdisciplinaria donde confluyen la economía, la
sociología, los estudios medio ambientales (Armiero, 1998). Uno de los
ejes de la presente investigación se centra en el hecho mismo de los
recursos naturales marítimos y sus formas de apropiación en tanto
bien común. Las luchas por la definición y la naturaleza del régimen
de propiedad del mar provocan una serie de conflictos a lo largo del
tiempo donde se entrecruzan la naturaleza y la historia. Al pensar en
la transformación de los océanos se vuelve un tema central el
desarrollo del capitalismo y de sus modos de acumulación, donde el
capitalismo ha sido la mayor fuerza de cambio medio ambiental en la
historia (Worster, 1990).
Entonces, estudiar el mar significa preguntarse por los distintos
grupos y su desempeño a la hora de la explotación del mismo. Es
sumamente importante destacar que las características biológicas del
mar (dependiente del equilibrio de un ecosistema muy dinámico) y
espaciales (los peces se desplazan libremente) lo hacen un tipo de
recurso natural único a la hora de definir sus derechos de propiedad
(Mansfield, 2004). Ante las complejidades técnicas y biológicas al
momento de definir los derechos de propiedad en el mar, las políticas

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Pablo Camus, Rodrigo Hidalgo, Enrique Muñoz. Las disputas por el mar

públicas durante el siglo XX se han caracterizado por una tendencia de


falta de visión de largo plazo (Larkin, 1977).
México es un caso representativo de tal problema. El Estado
mexicano fue promotor del sector pesquero (tanto artesanal como
industrial), pero estas políticas se caracterizaban por ser cortoplacistas
y por sobre todo contradictorias entre sí a la hora de definir sus
objetivos, carentes de una coordinación adecuada sobre qué es lo que
se buscaba entre los distintos planes. El Estado de México, sin buscarlo,
terminó por promover la sobreexplotación y la degradación del medio
marítimo en Baja California, a la vez que culpaba a los pescadores
artesanales de todos los males (Young, 2001).
El caso de Argentina contrasta en este sentido en tanto se dio una
mayor integración entre los pescadores independientes y los
industriales. Tal situación permitió el auge y consolidación de un
sector pesquero industrial exitoso durante el ciclo desarrollista (Masid
& Mateo, 2008). Un hecho clave es la conversión de la flota artesanal
de la zona de Mar del Plata en una flota costera como llama Mateo
(2004a), es decir, los pescadores proveían de materia prima a la
industria conservera. De esta manera la flota costera de Mar del Plata
se consolidará como la comunidad pesquera más importante de dicho
país en el siglo XX (Mateo, 2004b).
El drama de los recursos marítimos prima facie pareciera ser que
debido a la ausencia de derechos de propiedad establecidos, los actores
actúan de manera tal que sobreexplotan al mar cayendo de manera
ineluctable en la famosa tragedia de los comunes, establecida en el
famoso pero controversial artículo de Garrett Hardin: “La ruina es el
destino hacia el cual corren todos los hombres, cada uno buscando su
mejor provecho en un mundo que cree en la libertad de los recursos
comunes. La libertad de los recursos comunes resulta la ruina para
todos” (1995: 41). Desde su publicación la tesis de Hardin ha sido
criticada por las ciencias sociales como la antropología y la sociología.
Desde la historiografía la respuesta de E.P. Thompson condensa el
problema central de la tesis de Hardin: “A pesar de su aire de sensatez,
lo que el argumento pasa por alto es que los commoners mismos no
carecían de sentido común” (Thompson, 1995: 127) agrega en un pie
de página “la «Tragedy of the commons» de Hardin, […] es ignorante
históricamente y da por sentado que las tierras comunales eran «pastos
abiertos a todos»” (Thompson, 1995: 129). Los hechos están en contra
de la tesis de la tragedia de los comunes: “a lo largo del tiempo y del
espacio los usuarios de tierras comunales han creado una rica variedad
de instituciones y sanciones comunitarias que han frenado y limitado
el uso” (Thompson, 1995: 128). En nuestra misma región es fácil
encontrar ejemplos aplicados a los recursos marinos como bienes

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Población & Sociedad, ISSN-L 0328 3445, Vol. 23 (2), 2016, pp. 91-114

comunes que desmienten la tesis de Hardin. Aquí nombraremos


únicamente a las 151 comunidades de la zona peruana del lago
Titicaca, que en la década de 1990 habían logrado retener sus derechos
históricos comunales a pesar de los intentos del Estado, mediante el
uso de la Guardia Costera por arrebatárselos, derechos no sólo
particulares para cada comunidad sino que funcionales a la
preservación del ecosistema (Levieil & Orlove, 1990).
Gracias a la desprolijidad de las políticas públicas de los Estados
para establecer derechos de propiedad de manera coherente, desde el
neoliberalismo, en los últimos treinta años, se ha establecido una
versión supuestamente más sofisticada de la tragedia de los comunes por
medio del discurso de la Economía y los modelos estadísticos
(Mansfield, 2004). Pero, a fin de cuentas, con el neoliberalismo se
replica la misma lógica detrás de la mayoría de las regulaciones de los
derechos de propiedad del mar a lo largo de los siglos XIX y XX, es
decir, la institucionalidad del Estado funciona en pos de la
acumulación internacional del capital, especialmente aquella de corto
plazo (Breton & Chares, 1981).
Nuestra investigación está inspirada por el debate de los bienes
comunes como problema histórico. El mar, la pesca y los pescadores
libres, ahora llamados artesanales, han sido territorios ajenos a los
intereses de los historiadores chilenos. Nuestro objetivo final es suplir
el presente olvido historiográfico: los pescadores libres en tanto sujetos
históricos. Hay que contextualizar que los pescadores artesanales de
Chile se encontraban en una pésima posición: por una parte, el
contexto internacional promovía la pesca industrial para alimentar al
mundo; por otra parte, a nivel local la industrialización del mar se
envolvía dentro del proceso generalizado del desarrollo de la industria
Latinoamérica, promovido desde la década de los ‘30 con la adopción
del desarrollismo como modelo económico.
Si bien el discurso técnico y científico puede estar al servicio de la
acumulación del capital, se dan situaciones en la que los actores que
resisten a la institucionalidad logran apropiarse de elementos de dicho
discurso e incorporarlo a sus tácticas de resistencia. A nivel
latinoamericano podemos destacar el caso de Brasil. Robben (1992)
expone las luchas discursivas de los pescadores de Camurim sobre la
economía, y la manera en que al estudiar dichas disputas discursivas
se amplía nuestra comprensión sobre las relaciones entre pesca y sus
actores, complejizando las relaciones económicas. En Chile la
condición legal de bien común de los espacios litorales permitió a los
pescadores exigir sus derechos ante las autoridades y de algún modo
sobrevivir en un medio hostil y conflictivo, forjándose así, en torno a

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Pablo Camus, Rodrigo Hidalgo, Enrique Muñoz. Las disputas por el mar

las playas, un sujeto histórico que pese a sus transformaciones ha


logrado persistir hasta nuestros días.
Los artesanales desarrollaron una enriquecida conciencia de los
desafíos legales, ecológicos y económicos a los que se enfrentaban. En
especial a la presión de los industriales que ejercieron dumping contra
ellos, y a las instituciones políticas que promovieron a los industriales
en desmedro de los artesanales. La capacidad de adaptación y
resistencia de los pescadores artesanales nos muestra como “la
voluntad de los individuos y el peligro […] podían hacer que nacieran
capacidades inéditas, en circunstancias que la urgencia obligaba”
(Rancière, 2014: 27). Haciendo uso de una institucionalidad que estaba
pensanda en contra de ellos y logrando ciertos éxitos que les permitió
resistir a lo largo del siglo. Finalmente, veremos el caso del
enfrentamiento del Combate Naval en Cocholgüe que nos muestra como
“no hay relaciones de poder que triunfen por completo y cuya
dominación sea imposible de eludir […] la lucha [es] perpetua y
multiforme, más que la dominación lúgubre y estable de un aparato
uniformador” (Foucault, 2012: 77).

El avance de la pesca industrial y los primeros conflictos


por la apropiación de los bienes comunes marinos
Durrenberger & Pálsson (1987) han reunido distintas
investigaciones alrededor del mundo que desmienten la noción de que
las comunidades pesqueras consideran al mar como un recurso abierto
y sin restricciones. Han planteado que las distintas comunidades
generan formas de apropiación de los recursos marítimos que no
siempre pueden ser llamados derechos de propiedad (en muchos casos
porque pertenecen a sistemas económicos precapitalistas). Lo que
destacan, principalmente, es que el modo en como las comunidades
territorializan sus áreas costeras no puede deducirse ni a partir del tipo
de especie pescada, ni por factores comunitarios, ni la tecnología
utilizada o diferencias culturales. Las reglas de acceso a los recursos
del mar sólo pueden entenderse dentro de un contexto socioeconómico
total al que pertenecen. De esta manera a la hora de analizar el acceso
al mar hay que tener en cuenta por una parte la articulación de lo local
y por otro lado el mercado, las empresas y el Estado. En Chile a
principios del siglo XX la economía seguía bajo la rúbrica del
librecambismo consolidado en el siglo XIX, hecho clave a la hora de
explicar que la promoción de la industria pesquera se diera en un
comienzo vía estímulos fiscales y sin una institucionalidad muy clara
(Bernedo, 2013).

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Población & Sociedad, ISSN-L 0328 3445, Vol. 23 (2), 2016, pp. 91-114

Aprobada en 1907, la Ley Nº 1949 de Fomento de la Pesquería


concedió a las embarcaciones, de bandera nacional, una prima anual
de quince pesos por tonelada de peces y mariscos frescos, que
internasen para el consumo del país y autorizó el empleo de redes de
arrastre para las embarcaciones que se ocupasen de la pesca. También,
la ley fijó en un máximo de 200 mil pesos al año el pago de primas y,
en caso de que éstas fuesen mayores, se distribuiría “a prorrata del
tonelaje total de las naves y del tonelaje de pesca que corresponda a
cada embarcación”.2
Tales indicaciones se especificaron en el “Reglamento para el pago
de primas” establecido en la misma ley de Fomento a la Pesquería a
través de los apartados “del pago de las primas”; “de las primas por
tonelaje”; y “de las primas por tonelada de peces y mariscos”.3 Luego
de que fuera promulgada la ley y reglamento, un sinnúmero de
empresas pesqueras, ya sean grandes, pequeñas o como pescadores
artesanales, comenzaron a pedir el pago de primas al Estado en
conformidad a la ley, las cuales serían pagadas anualmente a contar
del primero de enero del año siguiente.
Si bien la legislación era clara en establecer y exigir certificados de
la Dirección General de la Armada, así como tiempos mínimos de
pesca, bultos de embalaje y especies de peces y mariscos; muchas veces
las solicitudes presentadas carecían de éstos requisitos, los que no eran
tomados en cuenta por las autoridades. En ocasiones, la
documentación presentada era una hoja de papel escrita a mano en la
que el propio capitán de la nave que exigía el pago de primas
certificaba la cantidad, especies y tiempo de pesca. Estás
irregularidades fueron percatadas a tiempo por las autoridades de la
Dirección de Caza y Pesca, que logró realizar cambios a la legislación
en 1912, 1916, 1918 y 1919, estableciendo requisitos más estrictos y un
proceso de verificación más adecuado.
Pese a los reclamos por su “insignificancia” (Liga Marítima de
Chile, 1917: 25), los estímulos fiscales permitieron cierta expansión de
las actividades industriales pesqueras, lo cual originó una serie de
conflictos por el uso y la explotación de los recursos marinos. Así, por
ejemplo, al amparo de la ley de fomento de la pesca industrial en las
primeras décadas del siglo XX se originaron una serie de empresas
concesionarias de los terrenos de playa y de los espacios adyacentes al
borde costero. El objetivo consistía en explotar los bienes comunes
marinos existentes a partir de proyectos de mayor escala productiva.
Los nuevos inversionistas u ocupantes de los bienes comunes litorales
compitieron con los pescadores libres, artesanales o tradicionales, por
la captura de los recursos y por el uso del borde costero. En la isla Santa
María, situada frente a la costa de Arauco, por ejemplo, fue cedida en

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Pablo Camus, Rodrigo Hidalgo, Enrique Muñoz. Las disputas por el mar

concesión a los señores Fartón y Castillón, quienes a principios del


siglo XX instalaron una verdadera factoría de pesca en la cual
trabajaban 17 familias de pescadores (Arzobispado de Santiago: 1913).
Otro caso que conocemos es la solicitud de “concesión de
arrendamiento de los bancos de moluscos de Ancud, Maullín, Calbuco
y Guaitecas e islas adyacentes”.4 Por otra parte, está consignada la
solicitud de SONAPESCA al fisco por el arrendamiento de los islotes
Choros, Damas y Gaviotas para construir habitaciones para sus
empleados.5
Frente al sistema de concesiones de pesca, uso de playas y
explotación de los bienes comunes marinos, los pescadores
tradicionales reaccionaron generando diversos mecanismos de
adaptación al nuevo ordenamiento jurídico. Los pescadores de Pudeto,
por ejemplo, solicitaron al Ministerio de Hacienda establecer en los
bancos de choros “un derecho de extracción proporcional ya que la
competencia favorecía muy desigualmente a los industriales”.6
Otro caso es la reacción de los pescadores de Talcahuano frente a
un decreto de la Gobernación Marítima del 6 de julio de 1910, que
prohibía el desembarco de productos de la pesca en otro punto que no
fuere el Morro. En esa oportunidad la Sociedad Unión de Pescadores
de Talcahuano realizó una inserción en el diario El Sur de Concepción,
con el objetivo de protestar por la conducta observada en el alcalde de
mar al haber:
Ordenado de mutuo propio, sin que emanara orden superior alguna,
el traslado de los pescadores al rio del Morro […] [prohibiéndoseles]
desembarcar productos de la pesca diaria en el antiguo
desembarcadero […] [ejerciendo presiones indebidas contra] la libertad
de embarque de pescados y mariscos […] [por medio de éste ardid se
estaba] entregando a varios comerciantes en la remisión de pescados
que no son pescadores, que están gozando indebidamente de las
franquicias que otorga la ley sólo a los pescadores (Sociedad Unión de
Pescadores de Talcahuano, 1910: 8).

En tal escenario, los pescadores libres se encontraban sometidos al


tutelaje de la Sociedad Remitente de Pescado y Marisco, establecida en
el Morro porque la especial sociedad “goza de una especie de
privilegio exclusivo para el desembarque, embarque y bodegaje del
pescado lo que es absolutamente perjudicial para los pescadores
libres”.7
Por otra parte, para contrarrestar la difundida creencia sobre la
inexistencia de cardúmenes rentables en los litorales de Chile y
fomentar la pesca industrial, en 1929, el gobierno contrató al experto
alemán Hans Lubert, quien concluyó que no existía país en el mundo
más rico que Chile en cuanto a la cantidad, variedad, y calidad de peces

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Población & Sociedad, ISSN-L 0328 3445, Vol. 23 (2), 2016, pp. 91-114

y mariscos. Por su parte, el californiano Stanley Hiller declaró que sólo


por el capítulo de anchoas y sardinas exportables poseíamos una
riqueza mucho más grande que la del salitre. En el mismo sentido
opinó el técnico portugués José Teodoro d’Almeida Coelho, en un
extenso memorial presentado al Ministerio de Fomento a fines de 1938.
El problema no era la escasez de peces sino de pescadores, o bien la
inexistencia de métodos industriales de pesca porque “lo primero que
se necesita para tener pescado es pescarlo” (Lagos, 1942: 126). El
diagnóstico sobre las potencialidades del mar y su industrialización en
Chile se engloban dentro del desarrollo del desarrollismo (Bernedo,
2013).
En el caso chileno la institución que lideró éste proceso es la
Corporación de Fomento de la Producción (CORFO). Desde sus
orígenes, la institución realizó una intensa labor de apoyo de la pesca
industrial en aspectos tales como: exploraciones marinas; incremento
de la producción; industrialización; consumo y propaganda. Ya en
1940, en conocimiento de que en Argentina y Uruguay se hacía “pesca
de arrastre muy bien organizada, dotada de eficientes equipos y con
abundante producción de pescado” (Guerrero, 1946: 269), la
Corporación envió hacia aquellos países una comisión que permaneció
tres meses realizando observaciones y estudios, en los cuales pudieron
presenciar “una faena experimental que dejó de manifiesto la sencillez,
rapidez y eficacia de la pesca de arrastre” (Guerrero, 1946: 270). Por
ello, la comisión concluyó su estadía con el arriendo de un “vapor
pesquero tipo otter trawler”, denominado “TITO” (Guerrero, 1946: 269).
La primera experiencia industrial realizada por “TITO” fue en la
mañana del 12 de noviembre de 1940, donde “arrojó una producción
de cuatro toneladas de merluza en 90 minutos” (Guerrero, 1947: 43).
Dados los alentadores resultados, en adelante, CORFO proporcionó
financiamiento a los pescadores; contribuyó a formar sociedades
industriales para la elaboración de pescado; creó una empresa propia
para la extracción, distribución y venta de pescado en estado fresco, la
Compañía Pesquera Arauco; desarrolló junto con otras reparticiones
del Estado una intensa labor de propaganda para estimular el consumo
de pescado; contrató una Misión de Técnicos Pesqueros
Norteamericanos para “elaborar un plan racional para el fomento de
la pesca” (Guerrero, 1946: 268).
Para el ingeniero de CORFO, Washington Guerrero, poner en
operaciones por primera vez en Chile un buque pesquero de tonelaje
considerablemente superior al usual, equipado con un aparejo
prácticamente desconocido, dotado de equipo radiotelefónico, y que
operaba en gran escala con buen tiempo o temporal, produjo una
“novedosa impresión” (Guerrero, 1947: 45) en las empresas pesqueras

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Pablo Camus, Rodrigo Hidalgo, Enrique Muñoz. Las disputas por el mar

existentes. Sin embargo, al mismo tiempo “en los gremios de


pescadores” (Guerrero, 1947: 45), se consideró que la pesca de arrastre
amenazaba sus propias actividades desde el punto de vista comercial,
por lo que:
[…] formaron pronto un ambiente muy desfavorable a la aplicación del
nuevo sistema de pesca acusándolo de haber introducido una
competencia malsana en el ramo, de amenazar nuestra riqueza
pesquera con la extinción de las especies de fondo y con la destrucción
de los viveros costeros de peces y por consiguiente la ruina de nuestras
riquezas marinas (Guerrero, 1947: 45).

No obstante, el ingeniero indicaba que los “ensayos probatorios y


la práctica de la misma durante cuatro años” eran concluyentes e
inclinaban “la balanza a favor de las ventajas del sistema que primaba
sobre los inconvenientes” (Guerrero, 1947: 45). Con el nuevo sistema
de pesca se había incrementado visiblemente el consumo “de pescado
fresco en la masa popular” (Guerrero, 1946: 268) y se estaba
estimulando la creación de nuevas empresas “para explotar la pesca
de arrastre” (Guerrero, 1947: 46). No obstante, inicialmente el
problema fue que “el público de Santiago se resistía a consumir la
merluza por considerarla un pescado excesivamente ordinario”
(Guerrero, 1947: 46). Con todo, según sus antecedentes a través de la
pesca de arrastre se había logrado triplicar el consumo de pescado en
Santiago en “los últimos cuatro años” (Guerrero, 1947: 47).
De manera paralela, y en sintonía con las acciones emprendidas por
CORFO en aquellos años, la Food and Agriculture Organization (FAO)
estaba promoviendo en el mundo la industrialización del mar con el
objetivo de alimentar a la humanidad. La organización internacional
expresaba que con la extracción de tal cantidad de productos del mar
con destino a la elaboración de harinas (en su mayoría exportadas a
mercados extranjeros) se intentaba insertar a Chile en un cometido más
activo e importante en la alimentación humana. Todo a partir de la
realización de “cuidadosos estudios selectivos y ensayos [donde la
FAO] pretende el fomento de la elaboración de harinas” (de Buen,
1954: 74).8
Inevitablemente, con la introducción y generalización de la pesca
de arrastre, y la progresiva industrialización de los recursos del mar,
las autoridades debieron mediar entre los intereses de los pescadores
libres y los intereses de los pescadores industriales. Bernier (1981)
muestra para la región de Quebec, cómo la política juega un papel
fundamental en el desarrollo de los derechos de propiedad marítimos,
poniendo en cuestionamiento el papel neutral del Estado en el
desarrollo de las fuerzas productivas y cómo este finalmente trabaja en
función de la lógicas de la acumulación del capital en desmedro de los

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Población & Sociedad, ISSN-L 0328 3445, Vol. 23 (2), 2016, pp. 91-114

intereses de los habitantes locales. Situación análoga a lo que ocurrió


en Chile.
El primer fusible estatal ante las demandas de los pescadores era la
Dirección de Pesca y Caza. En 1953, por ejemplo, por indicación de
dicha entidad, el Ministerio de Agricultura planteó que la iniciación de
faenas de pesca de arrastre en la zona de Quintero, “a causa del
establecimiento en ese puerto de la Compañía Pesquera ISESA”, había
producido finalmente, “algunos conflictos entre los barcos de arrastre
y los pequeños pescadores de las caletas vecinas”.9 Luego de oír a los
representantes de los sindicatos de pescadores de las caletas de
Horcón, Quintero, Las Ventanas y Loncura, y a los capitanes de barcos
de arrastre, así como a los representantes de ISESA, los funcionarios de
la Dirección General de Pesca y Caza sugirieron que se vedase la pesca
de arrastre en toda la bahía a fin de evitar “interferencias y conflictos”,
entre los “pescadores profesionales y los barcos de arrastre”.
Finalmente, las autoridades del Ministerio de Agricultura decretaron
la prohibición de la pesca de arrastre en la bahía dentro de la “recta
imaginaria que une punta Liles y punta Panulcillo”.10
Ese mismo año de 1953, por decreto del Ministerio de Agricultura,
se prohibió por tres años la pesca de arrastre del ostión en el litoral del
puerto de Caldera, en la zona comprendida entre el mismo puerto por
el norte y Punta Morro por el sur. La medida fue justificada
técnicamente en la idea de que el molusco estaba “a punto de
agotarse”.11 Del mismo modo, por iniciativa del Departamento de
Pesca y Caza, ahora dependiente del Ministerio de Agricultura, se
vedó por cinco años la extracción de choros en todo el territorio
nacional.12
Otro caso de interferencia entre las actividades pesqueras ocurrió
en Concepción y Arauco en 1959, por las dificultades producidas
“entre los pescadores profesionales y las empresas que trabajan con
barcos pesqueros de arrastre”.13 Finalmente, las autoridades
prohibieron la pesca de arrastre en el interior de la bahía de
Concepción. El trazo iría hasta la línea imaginaria que uniría punta de
Tumbes con el faro de la isla Quiriquina y el monte lobería. En el golfo
de Arauco las autoridades marítimas reservaron para los “pescadores
profesionales” los “sacos de mar” de bahía de San Vicente, Puerto
Cullinto, bahía Coronel y Lota, mar de Arauco entre el río
Carampangue y punta Pichicui, bahía de Llico e isla de Santa María.14
Todos estos son ejemplos de un conflicto inveterado por los
derechos de explotación de los recursos del mar, en el cual los
pescadores artesanales se vieron seriamente amenazados por el avance
del poder extractivo alcanzado por la pesca industrial, bien estimulada
por el pago de primas. Ante el arrasamiento ecológico, biológico y

100
Pablo Camus, Rodrigo Hidalgo, Enrique Muñoz. Las disputas por el mar

reproductivo de las poblaciones marinas los industriales fueron


percibidos por los pescadores libres, como el actor depredador que
estaba poniendo en peligro su fuente de trabajo y sustento, al
exterminar las especies a gran escala y sin distinción de edad, tamaño
o especie, o bien, al mismo tiempo, al distorsionar la oferta
monopolizándola por su gran capacidad de extracción y ejerciendo al
mismo tiempo un dumping al resistir la baja de los precios pero con la
posibilidad de cobrar después.

Más estímulos a la industrialización y al ingreso del


capital en la explotación de los recursos marinos
A pesar de los avances en la industrialización del país realizados
por los gobiernos radicales (1938-1952) el modelo desarrollista se
desenvolvía con muchas deficiencias y problemas. Ante el
estancamiento económico de la década de los 50s, el gobierno de
Carlos Ibañez del Campo (1952-1958) contrató en 1955 la misión de
economistas estadounidenses Klein-Sacks, que propugnó medidas
liberalizadoras de la economía que no pudieron ser aplicadas por las
fuertes protestas de 1957 (Bernedo, 2013).
Con el advenimiento de la presidencia de derecha de Jorge
Alessandri (1958-1964) se volvieron a promover medidas liberales
(aunque sin abandonar el papel protagonista en la economía que tenía
CORFO) (Bernedo, 2013). Este fue un ejemplo más de las muchas
contradicciones del modelo desarrollista en Chile, que terminaban por
impedir la promoción de un proyecto económico de largo plazo
(Salazar, 2006). Estas contradicciones se ven a la hora de estudiar la
evolución de la institucionalidad del mar y la ausencia de acciones
coordinadas, sino siempre sobre la marcha. Así, se entienden las
franquicias aduaneras y tributarias otorgadas por el Ministerio de
Hacienda bajo la presidencia de Alessandri a través del Decreto con
Fuerza de Ley Nº266 del 6 de abril de 1960, y los créditos otorgados
por CORFO que permitieron un crecimiento exponencial de la
industria pesquera.
Los privilegios otorgados más importantes fueron la reducción de
90% de la tasa de impuestos sobre las utilidades y del impuesto global
complementario. Asimismo, las contribuciones de bienes raíces y
todos los impuestos, tributos, recargos, derechos o gravámenes fiscales
que cargan los terrenos, edificios, construcciones, instalaciones y
mejoras destinadas al uso directo de las industrias, serían pagados con
una reducción del 90% de la tasa o monto que les correspondiere
conforme a las leyes generales. De la misma franquicia gozarían los
contratos de construcción, la aprobación de planos y los permisos que

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Población & Sociedad, ISSN-L 0328 3445, Vol. 23 (2), 2016, pp. 91-114

se refiriesen a cualquiera de las obras señaladas precedentemente,


como, asimismo, el arrendamiento, concesión o uso de predios fiscales,
playas o terrenos de playa, porciones de agua y fondos de mar.
También la exención de los impuestos que afectasen la distribución,
transferencia y adquisición de pescados, ballenas, mariscos,
crustáceos, algas marinas, harina de pescado, carne y huesos de ballena
y aceites marinos, y a las embarcaciones destinadas a la pesca
comercial e industrial como también la exención para motores marinos
y huinches; combustible y lubricantes que se empleasen en la industria
pesquera, tanto a bordo como en tierra; maquinarias, sus repuestos y
accesorios; equipos y máquinas para frigoríficos, sus repuestos y
accesorios; gas freón y sus similares; unidades y equipos frigoríficos
especiales para la venta y exhibición de los productos del mar; hojatala
y envases, planchas y demás productos de acero destinados a la
construcción o reparación de las embarcaciones referidas en éste
número; redes, hilos, jarcias y cordeles, de fibras naturales o sintéticas;
cables de acero rígidos o flexibles, galvanizados o no, y aparatos y
equipos para la navegación y para la pesca. Finalmente se eximió a las
empresas de los impuestos de cifra de negocios, de timbres y
estampillas, de los derechos y tasas de cabotaje, de la contribución de
faros y balizas además de “liberar a la industria de los derechos de
internación de maquinarias, embarcaciones y combustibles para la
industria pesquera”.15
Junto con los créditos para el desarrollo de la industria pesquera,
CORFO estableció un convenio con la Administración de Cooperación
Internacional, que permitió la contratación de dos capitanes de pesca
norteamericanos con el objetivo de adiestrar a las tripulaciones
chilenas tanto en el empleo de las embarcaciones como en todo lo que
se refería a los equipos y métodos de pesca modernos. Fruto del mismo
convenio arribó a Chile el experto Harvey McMillin quien había
prestado servicios durante nueve años a la floreciente industria
pesquera peruana. Asimismo, con la ayuda del Fondo Especial de las
Naciones Unidas se comenzó la elaboración de una carta pesquera
nacional y se establecieron créditos para adquirir barcos construidos
en astilleros nacionales y para las instalaciones terrestres. En Iquique,
muy golpeada por la crisis del salitre, CORFO adquirió un predio de
120 hectáreas para instalar un barrio industrial, además de un área de
servicios comunes de carga y descarga de pescado, estación de servicio
para avituallar los barcos, suministros de agua, combustibles y hielo.
También se proyectaba construir una maestranza y un astillero y
reconstruir el viejo varadero modernizándolo para “atender barcos de
hasta 400 toneladas” (CORFO, 1961: 119).

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Pablo Camus, Rodrigo Hidalgo, Enrique Muñoz. Las disputas por el mar

Cuadro 1. Créditos otorgados por CORFO para el fomento de la


industria pesquera 1960 – 1966

Fuente: Instituto de Fomento Pesquero (1966), Créditos CORFO para el desarrollo de la


industria pesquera, 1960-1966. Santiago, Chile: IFOP.
* Nota: Dato disponible hasta octubre de 1966.

Al amparo de estas franquicias y beneficios fiscales, en la década de


1960 se instalaron una serie de industrias pesqueras en el litoral
chileno, especialmente en el golfo de Arauco y en el extremo norte,
donde la sobreexplotación de la anchoveta y el fenómeno del niño se
conjugaron en 1964 y 1965 para hacer tambalear a una naciente
industria fuertemente endeudada en más de sesenta millones de
dólares con la Corporación de Fomento. Así, Antonio Tocornal,
gerente de Pesquera Indo, reconocía que la ayuda de la CORFO había
sido “muy importante en los momentos difíciles por los que pasó la
industria chilena en 1965, pues gracias a ella no llegamos a la debacle
total” (Pesca, 1966: 44).
La crisis de las capturas de 1965, asociada bien al fenómeno de niño
o bien a la sobreexplotación, demostró las debilidades de una
floreciente industria que se hallaba fuertemente fragmentada en
diversas empresas que duplicaban los esfuerzos administrativos y
productivos e impedían la formación de un capital monopólico. El
nuevo escenario demostró claramente la necesidad de integración y
llevó a los empresarios de la zona norte a agruparse en una entidad
que denominaron Consorcio Pesquero del Norte (CORPESCA) con el
objetivo de “coordinar y solucionar los problemas de la industria con
CORFO y el gobierno de Chile” (Pesca, 1966: 44). Debilidades que
sorprendentemente volvemos a encontrar medio siglo después con la
crisis de la industria del Salmon en el sur del país (Soluri, 2011), en
particular reproduciendo cómo los industriales promueven lógicas de
acumulación de corto plazo de manera directa o indirecta, que van en
desmedro de las poblaciones autóctonas.

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La caleta Cocholgüe: breve descripción de las aguas en


disputa
La localidad de Cocholgüe se encuentra ubicada en la actual región
del Bio Bio, zona centro sur Chile, y pertenece administrativamente a
la comuna de Tomé (Figura 1). Se emplaza a 37 km de la capital
regional, Concepción, en una costa que alterna zonas de arenales con
acantilados, generando una serie de pequeñas bahías de distinta
amplitud, las cuales están separadas por puntas rocosas. Sus límites
son por el norte la Punta de Lobería, y por el sur la bahía de Tomé,
mientras que por el este se encuentra la localidad de Frutillares y por
el oeste el mar. Está dividida en tres sectores: Caleta Grande, donde se
asientan los pescadores y la actividad pesquera; Caleta Chica, lugar de
uso turístico; y Villa Cocholgüe donde se ha venido desarrollando la
instalación de casas de veraneo (Flores, 1993). Hacia mitad del siglo XX
la población apenas superaba el centenar de personas. Actualmente la
localidad bordea los 2.000 habitantes, quienes en su mayoría están
relacionados directamente con labores de pesca y recolección.
Desde tiempos inmemoriales, Cocholgüe había sido un aislado y
pequeño caserío, donde con el tiempo se estableció una caleta de
pescadores que vivía del comercio de lo que allí obtenían. Esta caleta
era de difícil acceso, y sólo era posible vía:
[…] botes, canoas y pequeñas chatas, pues su entrada está protegida
por un extenso cordón de rocas marinas, paralelo a la costa, con
estrechos pasos formados entre roca y roca. Además, el mar está
generalmente agitado y cubre el cordón de rocas ya mencionado un
abundante manto de sargaso [sic] (Miranda, 1926: 11).

Sin embargo, en la medida que se fue consolidando la industria


carbonífera en las zonas próximas, se hicieron prospecciones en
Cocholgüe, donde se encontraron mantos explotables, lo que dio inicio
a una etapa de extracción de carbón:
Son numerosos los vecinos de Tomé, Cocholgüe, Frutillares, Coliumo y
Dichato, que se han dedicado a la explotación del carbón. Lo han
descubierto donde quiera que han cavado un par de metros, y han
ganado dinero cada vez que han dispuesto de capital y han tenido
constancia y conocimiento para esta clase de trabajos. En la actualidad,
se sigue explotando las antiguas minas de Cocholgüe, de don Olegario
Sandoval, minero experimentado de esa región (Miranda, 1926: 23).

Una vez que la extracción de carbón fue quedando paulatinamente


de lado, las labores de pesca se consolidaron como la actividad
económica más importante de la zona. Según la descripción de
Miranda (1926), esta caleta comenzó a crecer en la medida que se

104
Pablo Camus, Rodrigo Hidalgo, Enrique Muñoz. Las disputas por el mar

instaló una escuela mixta y llegó el camino que la comunicaría con


Tomé:
Tanto la caleta de este nombre como sus alrededores contienen regular
porcentaje de habitantes. Se dedican a la pesca y a la minería. Venden
sus productos en Tomé y Talcahuano, empleando generalmente la vía
marítima. Son audaces para el mar y con frecuencia salen a pescar con
tiempo malo, sin reparar en los peligros. En la coleta [sic] de Cocholgüe
funciona una escuela mixta, de gran importancia por la misión cultural
que le corresponde desarrollar entre esta gente de mar. Fuera de la vía
marítima, que solamente puede emplearse en primavera y verano, se
viaja a Tomé a través de la altiplanicie de Cocholgüe por un camino
vecinal que empalma al norte del Cementerio con el que va de Tomé a
Frutillares. En invierno se llena de barro y hace imposible el tráfico de
carretas (Miranda, 1926: 60).

Figura 1. Localización relativa de la Caleta de Cochogüe

Fuente: Sottorff, I. et al. (2013).

Cocholgüe se encuentra en la zona de transición entre el clima


mediterráneo templado del centro y el clima frío y lluvioso del sur, con
fuerte influencia oceánica, por lo que presenta un aumento en sus
precipitaciones con un promedio de 1083 mm caídos, considerando los
cincuenta y cinco años de registro de la estación meteorológica más
próxima. Además despliega una vegetación asociada al ambiente

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Población & Sociedad, ISSN-L 0328 3445, Vol. 23 (2), 2016, pp. 91-114

costero y especies relacionadas a la explotación comercial, como el


pino y el eucaliptus (Flores, 1993).

La batalla entre artesanales e industriales en Caleta


Cocholgüe
En la zona Concepción, Talcahuano y San Vicente la industria
pesquera también había experimentado un auge importante y
sostenido en la década de 1960. En 1966 la industria había logrado
reducir a harina de pescado 98.863 toneladas de merluza, anchoveta y
sardinas, pero en 1967 esa cifra subió a 122.581 y luego alcanzó las
172.022 toneladas en 1968; ese año había 52 embarcaciones
industriales, las cuales tenían una capacidad de 3.730 toneladas y eran
tripuladas por 213 personas. Lo anterior se vio reflejado en la
capacidad de las plantas procesadoras de harina de pescado instaladas
en Talcahuano y San Vicente las cuales en 1968 tuvieron un “violento
desarrollo”.16
En cambio, el número de embarcaciones artesanales que operaban
en la zona de Concepción y Arauco era muchísimo mayor a las
industriales, en torno a las 2.000 unidades, en las cuales encontraban
trabajo más 3.500 personas vinculadas de diversos modos a la
extracción y comercialización de los productos del mar para el
consumo humano.17
La tensión existente entre los pescadores artesanales y los
pescadores industriales por la apropiación de los bienes comunes que
se hallaban en los espacios marinos, detonó el 17 de febrero de 1969,
cuando tres barcos pesqueros de tipo industrial, que se encontraban
pescando en aguas de la caleta Cocholgüe, a una milla de Talcahuano,
se vieron sorprendidos al ver aparecer cinco embarcaciones de pesca
menor enarbolando sus “instrumentos de batalla”. En pocos segundos
la lucha campal se hizo general y “chocaron remos, palos, cordeles y
otros elementos de pesca que esta vez se esgrimieron como armas de
guerra” (Peñaloza, 1969: 20).
El diario La Tercera de la Hora dejó un registro de los hechos,
relatando en la nota titulada “Combate Naval en Talcahuano” que los
sucesos ocurridos en Cocholgüe habían sido un “combate naval de
proporciones [...] daños de consideración y varios contusos fue el saldo
de la refriega” (Peñaloza, 1969: 20). En la oportunidad, los pescadores
menores dieron como explicación a su sorpresivo ataque “el hecho de
que los barcos ocupaban aguas que estaban destinadas a la pesca
artesanal” (Peñaloza, 1969: 20).
Los sobrevivientes al episodio, al ser entrevistados, recuerdan que
el conflicto se inició por las constantes invasiones a sus territorios

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Pablo Camus, Rodrigo Hidalgo, Enrique Muñoz. Las disputas por el mar

marítimos de las embarcaciones de cerco y arrastre en la bahía de


Cocholgüe. Los enfrentamientos fueron varios, al menos más de cuatro
con la magnitud registrada por la prensa y las autoridades navales.
Posteriormente los enfrentamientos continuaron con piedras, pues
aseguran que “se les echaba de la bahía a piedrazos”.18 De acuerdo con
sus recuerdos el acontecimiento comenzó con dos embarcaciones
menores, remadas por mujeres mariscadoras como Dianilda Sanhueza
Dominguez, Graciela Coloma Rodríguez, Juana Nacia Mendez y otras,
quienes a la cabeza del movimiento de pescadores fueron las que
emprendieron el enfrentamiento contra las naves de cerco que
invadían su territorio de pesca. Los cuarenta y cinco botes que venían
a continuación fueron los que tomaron de rehén cinco pangas o botes
de apoyo, que sujetan la red. Heridos, señalan los pescadores
entrevistados, no hubo, ya que siempre “cuidaron que la violencia no
sea la intérprete de la protesta”.19
Otra versión de los hechos la entrega el informe del gobernador
marítimo de Talcahuano, fechado el 19 de febrero de 1969. Según la
autoridad la población de pescadores de caleta Cocholgüe se enfrentó
con piedras con una flota industrial que se acercaba a lo que ellos
consideraban su espacio o territorio marítimo propio, “en número
aproximado a quinientas personas entre mujeres, niños y hombres
repelieron a piedrazos a catorce barcos pesqueros industriales que
llegaron a echar sus redes a una distancia de cien metros de la costa”.20
La autoridad marítima, una vez que conoció el incidente, ordenó
una investigación para esclarecer las causas y las responsabilidades,
disponiendo como medida provisoria que la pesca industrial no debía
llevarse a cabo a menos de una milla de la costa. La resolución de las
autoridades no tuvo una acogida favorable entre los industriales
pesqueros quienes “adujeron que a una milla de la costa no se
encuentran bancos de sardinas”, por lo que “forzosamente tenían que
acercarse a la costa ya que esta busca las aguas menos profundas y
huyen del pez más grande que en éste caso sería la merluza”.21
Frente a los impases y reclamos la autoridad marítima organizó una
reunión entre los industriales y los representantes de las caletas en la
cual los pescadores artesanales hicieron presente “la destrucción de
sus materiales de pesca por los barcos pesqueros industriales”.22
Fue en ese entonces cuando el señor “Saelzer, presidente de la
Asociación Pesquera de Talcahuano, en su afán de armonizar la
situación ofreció pagar cualquier daño comprobado que se le hiciese a
los pescadores artesanales en sus equipos de pesca por los barcos de
pesca industrial”.23
Desde ese momento, Saelzer consideraba que la áspera situación
parecía haberse solucionado en buena forma “tomándose varios

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Población & Sociedad, ISSN-L 0328 3445, Vol. 23 (2), 2016, pp. 91-114

acuerdos”.24 Sin embargo, en una segunda reunión, los pescadores


artesanales se negaron a firmar el acuerdo, dilatando la solución del
problema. El gobierno decidió, entonces, enviar una comisión
encabezada por el director del Instituto de Fomento Pesquero con el
objetivo de poder “apreciar en el terreno la razón y proporciones de
las dificultades producidas entre los barcos de cerco y los pescadores
artesanales”.25
En su informe, las autoridades del IFOP indicaban que los
pescadores artesanales no estaban interesados en la pesca de la sardina
y anchoventa, pero estimaban que “su presencia en el interior de las
caletas atraía a los jureles, sardinas y corvinas que se alimentaban de
estos clupeoideos y facilitaban su captura por los pequeños
pescadores”. 26 Por otra parte, también era causa de malestar la captura
de especies finas por barcos de cerco ya que aquello hacía bajar los
precios de los peces en el mercado al ser comercializados al por mayor
por los industriales pesqueros. Sostenían, asimismo, los pescadores
libres, que se debía impedir la pesca de cerco de ejemplares juveniles
de merluza ya que esto atentaba contra la conservación de esta especie
y limitaba seriamente sus posibilidades para ser pescadas con “artes
menores”.27
Por su parte, los capitanes de barco de cerco sostenían que
prácticamente la totalidad de la sardina y la anchoveta se pescaban a
menos de una milla de la orilla por lo que al vedarse esta zona para su
trabajo sobrevendría el cierre de las fábricas de reducción y la
paralización de la flota industrial. Asimismo, afirmaban que la pesca
de la merluza, sea junto con las sardinas o por medio de lances
destinados específicamente a capturarla, era ocasional y solamente
durante una temporada corta. En todo caso los industriales
manifestaron su absoluto desinterés tanto por la pesca de merluza
como de especies finas, por lo que estaban dispuestos a
comercializarlas a través de las cooperativas de pescadores para
“evitar bajas en el mercado”.28
Entonces, la comisión recomendó prohibir la pesca de cerco de
merluza a una distancia menor a dos millas de la costa, e indicó que
“aquello que se pesque con éste arte fuera de éste límite deberá ser
dedicado íntegramente al consumo humano”. Asimismo propuso “dar
mayor impulso a las investigaciones encaminadas a determinar el
tamaño mínimo legal para la merluza”, esto es “basado en razones
biológicas”.29
Finalmente, en éste caso, por medio del decreto Nº 158 del 30 de
abril de 1969, se decretó la prohibición de la pesca de merluza a una
distancia menor a dos millas de la costa de las bahías de Concepción y
Arauco. Asimismo, estableció que “la merluza que se pesque con red

108
Pablo Camus, Rodrigo Hidalgo, Enrique Muñoz. Las disputas por el mar

de cerco a más de dos millas de la costa de las bahías mencionadas


deberá ser dedicado íntegramente al consumo humano”. No obstante,
el decreto estableció que “dentro de la zona de dos millas se permitirán
los embarques mixtos de captura para una pesca de cerco hasta con un
máximo de un 15% de merluza”.30

Consideraciones finales
Ahora podemos establecer que la historia de la pesca en Chile
confirma ciertos patrones ya vistos en otras latitudes. Especialmente el
problema de los derechos de propiedad y los desafíos que implica
establecer éstos en un medio ambiente de complejidad mayor como es
el mar. Con Durrenberger y Pálsson (1987) vimos que la
territorialización de las áreas costeras sólo puede entenderse dentro de
un contexto socioeconómico total al que pertenecen estas reglas. Por lo
tanto, nuestro estudio abordó por un lado la articulación de lo local y
lo global, estudiando a las instituciones del Estado de Chile, los
pescadores industriales y los pescadores artesanales.
El papel jugado por el Estado de Chile, en especial CORFO desde
la década de los ‘60, fue el de promover el desarrollo de la industria
pesquera mediante distintos mecanismos como subsidios, exenciones
y créditos, dentro de un contexto global que clamaba la
industrialización de los mares para alimentar al mundo. Pero tal como
se vio, el rol que juega el Estado no se queda sólo en la promoción de
la industria, sino que tempranamente se transforma en el mediador a
la hora de establecer los derechos de propiedad de los recursos del
mar. No deja de ser decidor que el Estado no haya previsto los
conflictos que sus políticas iban a provocar, lo que muestra la
insuficiencia de la promoción de la pesca industrial sin integrar de
manera coherente lo local. El caso de Chile coincide con la situación en
Baja California, México (Young, 2001) vista supra. El Estado y sus
distintas políticas sobre el mar se caracterizaron por ser de corto
alcance temporal y sin una coordinación integral entre ellas, situación
que provocó innumerables conflictos entre los actores y promoviendo
de manera no intencionada la sobreexplotación.
Mirada de corto plazo, no solo proveniente del Estado sino que
característica de la industria pesquera de Chile y sus lógicas de
acumulación. Los industriales desarrollaron una industria pensada en
el ámbito del comercio internacional, favoreciendo las lógicas de
circulación globales. El producto principal de la industria fueron las
harinas (siguiendo los lineamientos internacionales de la FAO), un
producto de bajo valor agregado basado en la pesca de arrastre que no
hace mayores distinciones de tamaño, edad o especie, es decir, sin

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preocuparse mayormente por los equilibrios ecológicos del mar. Esto


favoreció el aumento progresivo en las extracciones pero al mismo
tiempo impidió una visión de largo plazo de la industria, provocando
la sobreexplotación temprana si consideramos que el despegue se da
con fuerza al inicio de los años 1960s con el presidente Alessandri, y en
esa década ya se habían registrado problemas.

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Pablo Camus, Rodrigo Hidalgo, Enrique Muñoz. Las disputas por el mar

Notas
1 Proyecto FONDECYT N° 1150331, La “tragedia de los comunes” en los mares y litorales
de Chile central. Hacia una historia de las relaciones humanas con los ambientes y
ecosistemas marinos y costaneros s. XIX y XX.
2 Archivo Nacional de Chile (ANCh), Ministerio de Industrias y Obras Públicas (MIOP). Año

1908, Vol. 2447, sin folio (s.f).


3 ANCh, MOP. Año 1919, Vol. 2447, s.f.
4 Archivo Nacional de Chile, Ministerio de Obras Públicas (MOP). Año 1912, Vol. 2507,

s.f.
5 ANCh, MOP. Año 1919, Vol. 2929, s.f.
6 ANCh, Fondo Ministerio de Hacienda (FMH). Año 1913, Vol. 4773, s.f.
7 ANCh, MOP. Año 1912, Vol. 2507, s.f.
8 Ver: Food and Agriculture Organization (1952), Informe al gobierno de Chile sobre peces

alimenticios de Chile. Roma: FAO. De Buen, F (1953). Las familias de peces de importancia
económica. Santiago, Chile: Oficina Regional de la FAO. González, C (1954). Higiene y
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Chile & Oficina coordinadora de la FAO Fomento Consumo Pescado (1953) Nuestro
pueblo y el consumo de pescado. Santiago, Chile: MINEDUC.
9 ANCh, Ministerio de Agricultura (MA). Año 1954, Vol. 1026, s.f.
10 ANCh, MA. Año 1954, Vol.1026, s.f.
11 ANCh, MA. Año 1954, Vol.1026, s.f.
12 ANCh, MA. Año 1959 Vol. 1321, s.f.
13 ANCh, MA. Año 1959 Vol. 1321, s.f.
14 ANCh, MA. Año 1960, Vol.1322, s.f.
15 Decreto con Fuerza de Ley (DFL) Nº266 del 6 de abril de 1960. Ver

http://www.leychile.cl.
16 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
17 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
18 Síntesis de entrevistas realizadas por Romina Monsalve en el contexto del proyecto

FONDECYT N° 1150331, “La “tragedia de los comunes” en los mares y litorales de Chile
central. Hacia una historia de las relaciones humanas con los ambientes y ecosistemas
marinos y costaneros. s. XIX y XX”.
19 Síntesis de entrevistas realizadas por Romina Monsalve en el contexto del proyecto

FONDECYT N° 1150331, “La “tragedia de los comunes” en los mares y litorales de Chile
central. Hacia una historia de las relaciones humanas con los ambientes y ecosistemas
marinos y costaneros. s. XIX y XX”.
20 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
21 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
22 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
23 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
24 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
25 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
26 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
27 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
28 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
29 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
30 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f..

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Población & Sociedad, ISSN-L 0328 3445, Vol. 23 (2), 2016, pp. 91-114

Pablo Camus es Magister en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente y


Doctor en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Se
desempeña como profesor del Instituto de Historia de la Universidad Católica
y como investigador del Departamento de Bioética y Humanidades Médicas
de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Actualmente, es
investigador responsable del Proyecto FONDECYT La “tragedia de los
comunes” en los mares y litorales de Chile central. Hacia una historia de las
relaciones humanas con los ambientes y ecosistemas marinos y costaneros. s.
XIX y XX. Correo electrónico: pcamusg@uc.cl

Rodrigo Hidalgo es Licenciado en Geografía y Geógrafo de la Pontificia


Universidad Católica de Chile y Doctor en Geografía Humana por la
Universidad de Barcelona, España. Se desempeña como Profesor Titular y jefe
del Programa de Doctorado del Instituto de Geografía Universidad Católica.
Ha sido profesor invitado en varias universidad de Argentina, Brasil,
Colombia y México. Editor de la colección geolibros y Director de la Revista
de Geografía Norte Grande. Es editor, autor y coautor de artículos y capítulos
de libros que abarcan diversas temáticas de la geografía social. Correo
electrónico: rhidalgd@uc.cl

Enrique Muñoz es Licenciado en Historia de la Pontificia Universidad


Católica de Chile y tesista en Licenciatura en Filosofía en la misma casa de
estudios. Sus áreas de estudio son: Historia Ambiental, Teoría de la Historia y
Teoría de las Ciencias Sociales. Ayudante de investigación proyecto
FONDECYT N°1150331. Se ha adjudicado tres concursos de investigación de
pregrado de la Universidad Católica. Entre los distintos congresos
internacionales en los que ha presentado destaca 2nd INTH Conference: ‘The
Practical Past: on the advantages and disadvantages of history for life’ Brasil,
Agosto, 2016. Correo electrónico: enmunfi@gmail.com;

114
ESPECIAL: CONFLICTOS MINEROS

La insustentabilidad
del boom minero
chileno:
política y medio
ambiente,
1983-2003
Mauricio Folchi D*

EL BOOM DE LA MINERÍA DEL COBRE EN


CHILE, 1983-2002
* El autor es historiador, integrante del Área de Historia Ecológica del
Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile y pro- Durante décadas, la minería del cobre en Chile mantuvo una
fesor asociado del Departamento de Historia e Instituciones Económi- fisonomía que podría considerarse «clásica». Había una nítida
cas de la Universidad Autónoma de Barcelona. Debo agradecer a Da-
niel Tirado, Enric Tello, Giusseppe Munda y Agustí Nieto sus atentos
división en tres sectores: la pequeña minería (conformada por
comentarios y a Adolfo Sandoval, Juan Pablo Iglesias y Raïssa Kordic una multitud de pequeñas unidades artesanales que vendían el
su valiosa colaboración. Naturalmente, estas personas no suscriben mineral al Estado), una mediana minería (integrada por un
(necesariamente) los argumentos que aquí se plantean. Cualquier co-
número fluctuante de empresas con cierto nivel tecnológico
mentario que este artículo suscite, será bien recibido en el e-mail:
maurofolchi@hotmail.com. que extraían y beneficiaban sus minerales a mediana escala) y,
Siglas y abreviaturas utilizadas: CONAMA, Comisión Nacional del finalmente, la gran minería integrada por sólo tres minas (El
Medio Ambiente; COREMA, Comisión Regional del Medio Ambiente; Teniente, Chuquicamata y El Salvador), originalmente de pro-
CODELCO, Corporación del Cobre; ENAMI, Empresa Nacional de Mi-
nería; SONAMI, Sociedad Nacional de Minería; COCHILCO, Comisión
piedad norteamericana y posteriormente públicas, que produ-
Chilena del Cobre; CESCO, Centro de Estudios del Cobre y la Minería, cían más del 90% del cobre chileno.1
IEDM, Inversión Extranjera Directa Materializada; BMM, Biblioteca del En años recientes, la industria del cobre en Chile ha expe-
Ministerio de Minería (Santiago de Chile).
1
A partir de 1971, el Estado chileno se hizo cargo de la explotación de
rimentado un proceso de transformación y crecimiento espec-
los yacimientos y administración de estas minas, para cuyo efecto creo tacular, que le ha merecido el sobrenombre de «boom mine-
la ‘Corporación del Cobre’ (CODELCO). Excelentes trabajos para aproxi- ro».2 En Chile, se produce hoy el doble de cobre que en 1994,
marse a la historia de la minería del cobre en Chile y sus problemas
cuatro veces más que hace veinte años, y diez veces más de lo
son los de: Ffrench-Davis y Tironi (1974), Zauschquevich y Sutulov
(1975) y O’Brien (1992). que se producía en los años cincuenta. Esta intensificación de
2
Algunos trabajos que estudian este fenómeno son los de COCHILCO la producción ha llevado a que, sólo entre 1988 y 2001, se
(1996), Lagos (1997) Borregard et al (1999).
3
haya producido la misma cantidad de cobre que la que se pro-
La expresión «cobre fino» se refiere al cobre contenido en un produc-
to y se utiliza para poder establecer consistencia entre productos de
dujo entre 1900 y 1987, esto es: un poco más de 39 millones
cobre de desigual ley. Todas las cifras que se utilizan en este trabajo, de toneladas métricas de cobre fino (ver gráfico Nº 1).3

26 - 2003 23

26-4.p65 23 07/01/04, 12:30


La insustentabilidad del boom minero chileno

Gráfico Nº1
Gráfico Nº 1
Gráfico Nº2
Gráfico Nº 2
Producciónchilena
Producción chilena de
de cobre,
cobre,1950-2001
1950-2001
Principales
Principales paísespaíses productores de cobre,
productores 1981-2001 1981-2001
de cobre,
(Producción
(Producción anualanual
enen Miles
Miles de de
T.M. T.M.
en cobre
enfino)
cobre fino)
5.00
0 5.000

Miles de TM de Cobre Fino al año


4.500 Chil
Chile
Mile 4.00 e
E stados Unidos
Estados
0 Unidos
s de 4.000
Indones
Indonesia
TM
de
3.500 ia
Cana
Canadá
Cob 3.00 3.000 dá
Austral
Australia
re 0 ia
Fino 2.500
al
2.00 2.000
año
0 1.500
1.000
1.00
0 500
0
0
1981 1985 1989 1993 1997 2001
1950 1960 1970 1980 1990 2000
Fuente:
Fuente: Cochilco
Cochilco (2001),(2001),
(1986); (1986); US Geological
US Geological Service
Service (2002); CDA Inc. (2002).
Fuente:Braun
Fuente: Braunetet
al al (2000)
(2000) y
y Cochilco (2002). (2002); CDA Inc. (2002).
Cochilco (2002)

Este aumento de la producción se debe, en parte, a la La producción chilena ha estado aun por encima de esa
expansión de los yacimientos «históricos» de propiedad públi- tendencia. En el presente, ésta representa un 350% de la de
ca, pero, sobre todo, a la proliferación de nuevos y enormes esos años, lo que ha repercutido en que el cobre chileno haya
proyectos mineros de propiedad privada, y en su mayoría, ex- pasado de una cuota del 17% a una cuota del 35% de la pro-
tranjera, que han sido posibles gracias a un nuevo arreglo ducción mundial entre 1986 y el 2001. Este gran incremento
institucional construido a partir de 1974, que abrió las puertas es consecuencia, sobre todo, del incremento de la demanda
a la inversión extranjera y ofreció facilidades y garantías a los proveniente de los países asiáticos. A mediados de los ochenta,
consorcios transnacionales para instalarse en el país. los principales importadores de cobre en el mundo eran Japón,
El desarrollo de estos nuevos proyectos mineros de gran Alemania y EE UU, (que sumaban el 44% de las importacio-
escala ha impulsado un cambio estructural en la industria del nes mundiales). En la actualidad los principales importadores
cobre chileno y ha llevado a que el país se empine, con distan- son Japón, China y EE UU. Respecto de Chile, EE UU. ha
cia, como el principal productor de cobre de mina y primer perdido el puesto de comprador principal frente a Japón y
exportador de cobre (fundido y refinado) del mundo, por en- China.4
cima de sus competidores históricos (EE UU, Canadá, Zambia)
y de otros países que también han experimentado un creci-
miento acelerado en los últimos años, como Indonesia o Aus-
tralia (ver gráfico Nº 2). 4
En términos relativos, el cambio más significativo es el caso chino, que
Como ha sido la constante histórica, prácticamente, la de importar el 4,6% del cobre chileno ha pasado a ocupar una cuota del
10,8%. En términos absolutos, el incremento más importante en la de-
totalidad de esta producción está dirigida al mercado interna-
manda de cobre chileno ha sido el de Japón, que en la actualidad con-
cional, escenario en el que, desde el punto de vista de la de- sume 590 mil toneladas anuales más que a mediados de los ochenta.
manda, se han producido varios cambios significativos durante Los países que mayor incremento proporcional de consumo de cobre

estos años. El consumo mundial de la actualidad (promedio chileno han tenido en estos años son China, Corea del Sur y Japón
que, en promedio, han multiplicado por siete su demanda. Estos cam-
1999-2001), representa un 152,4% respecto del consumo de bios corresponden a la comparación del período 1984-1986 con el pe-
mediados de los ochenta (promedio 1984-1986). ríodo 1999-2001, de acuerdo a los datos de COCHILCO, 1997 y 2003.

24 26 - 2003

26-4.p65 24 07/01/04, 12:30


ESPECIAL: CONFLICTOS MINEROS

CHILE, UN PARAÍSO MINERO desapego al dogma liberal fue más que compensado con el nuevo
marco institucional que dejó instalado, mediante un paquete
Un hecho que puede destacarse como «paradójico» en el régi- de leyes para la minería del cobre: el «Estatuto de Inversión
men ultraliberal de Pinochet (1973-1989) es que, en medio Extranjera» (1974), la Nueva Ley de Concesiones Mineras
del masivo proceso de privatización de las empresas públicas (1982) y el Nuevo Código de Minería (1983), en los que se
efectuado, la empresa nacional del cobre (CODELCO) per- siguió a rajatabla los lineamientos neoliberales.6
maneciera en manos del Estado.5 No obstante, este pequeño
La Honorable Junta de Gobierno estima necesario [...]
que para lograr un acelerado desarrollo de la actividad eco-
5
Sólo en la década de los setenta se privatizaron 550 empresas de nómica del país resulta indispensable el concurso de la
propiedad estatal. La explicación que se ha dado para esta «excepción» inversión extranjera [... en consecuencia], ha parecido fun-
nacional-desarrollista es, en primer lugar, que esta empresa era la prin- damental la dictación de un cuerpo orgánico de normas
cipal generadora de divisas para el país, divisas que en el contexto de
políticas de «ajuste externo» que siguieron a la llamada «crisis de la
que signifique una real promoción a la inversión extranje-
deuda», eran imprescindibles para poder cumplir con los acreedores. ra y que estimule su desarrollo y permanencia en el país.7
Otra razón, que sin duda tuvo peso en aquella decisión, fue que desde
1976, gracias a la Ley Reservada Nº 13.196, el 10% de las ventas del
Según las palabras del Ministro de Minería de la época e
cobre (de las ventas, no de los beneficios operativos) van directamente
al presupuesto de las Fuerzas Armadas. ideólogo de esta reforma institucional, la intención era:
6
El Estatuto de Inversión Extranjera buscaba incentivar la inversión ex-
tranjera con mecanismos tales como la venta de bonos de la deuda
[...] abrir el camino a una presencia privada preponderan-
externa chilena contra una participación en proyectos mineros, facilida-
des para remesar al exterior utilidades y dividendos y garantía de la
te en la producción de cobre a través de una legislación
devolución de su inversión en caso de expropiación. Mediante la Ley [...] que alentara el descubrimiento de escondidos yaci-
Orgánica Constitucional Sobre Concesiones Mineras (21/01/82) y el mientos y la ampliación de los existentes.8
Código de Minería (26/09/1983) se establecía el principio de no discri-
minación entre nacionales y extranjeros, la libertad de exploración (ser-
vidumbres incluidas), se introducía el concepto de «concesión plena» ¿Cómo se les abrió camino? Estableciendo un marco de
(que consagraba el derecho de propiedad a perpetuidad) y se estable- garantías y facilidades funcionales al objetivo de atraer la inver-
cía un criterio de «indemnización justa» en caso de expropiación «con-
sión extranjera directa, entre las que se cuenta la no existencia
forme al daño patrimonial efectivamente causado». Véase Piñera (2002).
7
Considerando del «Estatuto de la Inversión Extranjera», Decreto Nº de impuestos especiales.9 Al igual que en Zimbabwe, Namibia,
600, 11 de julio de 1974. El Congo y Marruecos, en Chile no existe un régimen tribu-
tario especial para las empresas extractivas, los llamados royalties
8
José Piñera Echenique fue miembro del grupo de economistas que
implantó el sistema neoliberal en Chile durante la dictadura militar. Como
Ministro de Trabajo y Previsión Social (1978-1980), privatizó del sistema
(ver gráfico Nº 3).10 Las empresas mineras se encuentran suje-
de pensiones y promovió la Reforma Laboral que flexibilizó y desprotegió tas a las mismas normas fiscales que cualquier otro negocio,
el mercado del trabajo. Piñera asumió el Ministerio de Minería durante más el pago de las patentes correspondientes a sus concesiones,
1981 para liberalizar el sector. Véase Piñera, José: «El cascabel a la
minería: la ley constitucional minera», op cit.
de precios inofensivos.11 De los siete principales países
9
El tema del aporte al fisco de la ‘gran minería’ tiene una historia que exportadores de cobre, sólo Chile y Perú eximen de este pago a
conviene mencionar brevemente. Entre 1904 y 1951 el Estado Chileno las empresas. 12
prácticamente no participó de los beneficios obtenidos por la gran mine-
El ministro de minería de la dictadura que definió esta
ría del cobre. Éstos quedaron exclusivamente en manos de las empre-
sas norteamericanas que explotaban los yacimientos. A partir de ese política, fue muy explícito respecto de la justificación de esta
año, en que se establece una participación del 20% en la producción, la política: «A Chile le conviene una explotación minera acelera-
situación se fue revirtiendo progresivamente hasta que, en 1971, por da por la enorme magnitud de sus recursos. Le conviene ha-
una enmienda constitucional que contó con el respaldo de todos los
partidos políticos presentes en el Congreso Nacional, se expropiaron (o
cerlo a la brevedad porque lo que hoy es riqueza, mañana bien
«nacionalizaron») estas empresas. puede no serlo».13 Años más tarde, un organismo influyente

26 - 2003 25

26-4.p65 25 07/01/04, 12:30


La insustentabilidad del boom minero chileno

en estos temas, vinculado a los partidos que gobiernan hoy en ca bananera (la expresión no es textual). En resumen, califican
Chile: el ‘Centro de Estudios del Cobre’ (CESCO), suscribía lo ocurrido con la industria del cobre como un fenómeno de
este criterio al reiniciarse la vida democrática. Refiriéndose al «desnacionalización» de la principal riqueza chilena.15
cobre, argumentaba que «los riesgos de obsolescencia de meta- Las críticas de estos sectores han trascendido el debate aca-
les ubicados en el tramo final de su ciclo de vida [...] aconsejan démico, pues se ha llegado a interponer un demanda ante los
acelerar la producción hoy».14 Bajo la influencia de esa idea, se tribunales contra estas compañías por «los daños causados a
explica la asombrosa continuidad existente entre la política todos los ciudadanos de este país».16 Los querellantes han sos-
minera de la dictadura y la de los gobiernos democráticos. tenido que el creciente predominio de las empresas extranjeras
se ve agravado por el hecho de que éstas, además de las garan-
Gráfico Nº 3 tías que se les ha conferido por ley, se las arreglan para desvane-
Royalty a la extracción de cobre
(Países seleccionados)
10 10,0
Canon sobre el precio mercado (%)

10
Can 9,0 Los royalties son un impuesto especial que deben pagar las empre-
on
sobr 8 sas que extraen recursos no renovables, como compensación por la
e el
prec reducción (o depreciación) del capital natural disponible que su activi-
io 6
de dad supone, es decir, es una forma de contabilizar los costos de reposi-
mer 5,0
cad ción que representa la pérdida definitiva de un recurso. Tal recaudación
o 4
(%) 3,0 debería invertirse en otras formas de capital (físico, natural o humano)
2,5
2,0
que permitan sostener el ingreso en un horizonte de tiempo que sobre-
2 1,0
pase el agotamiento de los yacimientos.
0,0
11
0 La tributación ordinaria recae sobre los resultados; esto es, una tasa
Turquía Kazakjstan Indonesia Australia Mongolia Zambia Sudáfrica Chile del 16% sobre la renta tributaria y un «Impuesto Global Complementa-
Fuente: Barbard
Fuente: Barbard (1999). rio» de un 35% sobre las utilidades percibidas por los dueños de las
(1999).
empresas. El Código de Minería define la patente como un pago anual
por la concesión, que corresponde a aproximadamente 4,0 US$ por
hectárea, si es explotación, y 0,80 US$ por hectárea, si es exploración.
La consecuencia directa de este proceso de apertura es un Véase Código de Minería, Título X, párrafo 1, artículo 142 y ss..
hecho sin precedentes. En la actualidad, la «Gran Minería» de 12
En este punto conviene introducir un matiz. Si bien es cierto que la
imposición o no de los royalties marca una clara voluntad de política
propiedad pública convive (y compite) con una «Gran Mine-
minera, y en ese sentido pueden considerarse representativos de ésta,
ría» privada (nacional y extranjera), que ha venido creciendo un análisis más exhaustivo obligaría a revisar la carga tributaria efectiva
de manera sostenida durante los últimos 20 años, hasta sobre- total sobre las empresas mineras de cada país.
13
pasarla. En 1990, la producción privada de cobre equivalía a 14
La cita ha sido tomada de Fermandois (1999), p. 8.
Cabe agregar que la política recomendada por el CESCO añadía la
una quinta parte de la producción de las empresas públicas necesidad de «utilizar dicho sector como plataforma de expansión de
(CODELCO y ENAMI) y participaba con casi un 17% de la sectores productivos vinculados, que a futuro puedan servir de relevo,
producción nacional. En la actualidad, los papeles se han in- independizando la economía de contingencias naturales o tecnológicas,
como el agotamiento o la obsolescencia de determinados recursos. Ello
vertido. Es la producción pública la que equivale a un poco significará definir políticas de extracción de excedentes y de reinversión
más de la mitad de la producción privada, la que representa a que aseguren un crecimiento armónico y eficiente», Gana, (1990), p. 28.
su vez, el 65% de la producción total del país (ver gráfico Nº4). Una lectura mordaz de la participación del CESCO en la formulación de
la política minera durante la transición democrática chilena en Farías
En consideración a que no existen royalties y al hecho
(2002).
que la mayor parte de la producción nacional de cobre sea de 15
Este problema ha dado lugar a un intenso debate. Al respecto, ver los
propiedad extranjera, la política minera del país ha sido trabajos de Vera (1994), Caputo (1996), Alcayaga (1999), Lavandero

frontalmente cuestionada por un sector de intelectuales y polí- (1999), y Farías (2002).


16
«Demandan a mineras privadas por US$ 30 billones», Areaminera.com
ticos progresistas, para quienes Chile se ha convertido en lo (Periódico electrónico), 12/07/2002. «Declaran admisible demanda por
que al tema minero respecta, poco menos que en una repúbli- evasión tributaria», Areaminera.com (Periódico electrónico), 08/08/2002.

26 26 - 2003

26-4.p65 26 07/01/04, 12:30


ESPECIAL: CONFLICTOS MINEROS

Gráfico Nº4
Gráfico Nº 4 o semibeneficiado a sus empresas matrices (es decir, a sí mis-
Distribución
Distribución dedelala producción
producción totaltotal
de cobre
de cobre
entre entre el sector
el sector público yyelel
público privado, 1980-2000
privado, 1980-2000
mas) en un precio declarado, hasta en un 30% inferior al que
marca la Bolsa de Metales de Londres, sin que el fisco le impu-
100%
90%
te un valor a su producción.18
80% Por otra parte, la legislación autoriza la «inversión con
70% deuda», con lo cual las utilidades de las empresas operadoras
60% (creadas al efecto) se diluyen con la amortización de los crédi-
50%
tos que han contratado con alguna empresa del mismo hol-
40%
30%
ding al momento de crearse (es decir, consigo mismas). Las
20% autoridades han reconocido que, de la totalidad de proyectos
10% mineros surgidos en el actual contexto, sólo dos han pagado
0% impuestos al fisco en los últimos 10 años.19
1980 1985 1990 1996 2000
Durante el 2002, la compañía Exxon Minerals (filial de
% S. Público % S. Privado
Exxon Mobil) protagonizó un verdadero «escándalo financie-
Fuente:
Fuente: Cochilco
Cochilco (1997);
(1997); Cochilco
Cochilco (2001); Vera (1994).
(2001); Vera (1994). ro», que vino a respaldar todas estas críticas. La empresa, pro-
pietaria de la mina «Disputada de las Condes» desde 1978,
después de haber declarado pérdidas durante casi la totalidad
cer sus utilidades, y no tributar, con lo cual una parte impor-
de sus ejercicios, y por lo tanto, sin haber pagado jamás im-
tante de la riqueza del país no se traduciría en prácticamente
puestos al fisco, apareció vendiendo la propiedad a otro con-
ningún aporte a las arcas del Estado. «Las empresas extranjeras
sorcio (Anglo American), en la no modesta cifra de 1.300 mi-
que poseen minas en Chile —afirman— no tienen como ob-
llones de dólares. El hecho obligó a reaccionar al gobierno,
jetivo obtener beneficios directos aquí, sino en el extranjero,
cuando se conoció la intención que tenían estas empresas de
donde se encuentran sus bases industriales y comerciales».17 El
cerrar el negocio fuera de Chile, con lo cual eludirían los im-
mecanismo empleado son los llamados «precios de transferen-
puestos con los que las leyes chilenas gravan este tipo de tran-
cia». De acuerdo a la legislación chilena, las empresas tienen
sacciones: «yo no puedo aceptar que una mina de nuestro país
derecho a exportar, libremente, mineral en bruto, concentrado
se venda en una transacción en una islita donde no se pagan
o refinado. Así, lo que ocurre, en la práctica, es que las empre-
impuestos», declaró el Presidente.20 Tras la enérgica (e inerme)
sas instaladas en Chile pueden vender el cobre no beneficiado
reacción del gobierno para contravenir las intenciones de Exxon
Minerals; y después de una seguidilla de acusaciones mutuas,
17
Lavandero (1999), p. 130. CODELCO refina el 95% de su producción. de querellas cruzadas en los tribunales, de reformas legislativas,
Las empresas privadas refinan el 30,3% de lo que producen. Lavandero de innumerables operaciones de lobby y negociaciones a puer-
(1999) p. 98. tas cerradas, se terminó firmando un acuerdo, en el mismo
18
Sobre estas cuestiones véase: Lavandero (1999), p. 130 y ss. y Vera
(1996) p. 103 y ss.
despacho del Presidente de la República, por el cual el fisco
19
«Gobierno autoriza venta de Disputada tras compromiso tributario de chileno consiguió recaudar 40 millones de dólares por concep-
comprador», La Tercera, Santiago de Chile, 01/10/2002, p. 22. Gustavo to de «ganancias del capital», previo juramento público del eje-
Lagos (1997) ha señalado que este problema es una cuestión de tiem-
cutivo de que no habría innovaciones en materia de carga fis-
po. En algún momento, una vez que estas inversiones hayan amortizado,
las empresas deberían comenzar a pagar impuestos. cal sobre el sector minero, es decir, que no se aplicarían royalties
20
«Segundo hombre de Exxon llega a Chile para sellar acuerdo en caso en el sector, y de rechazar explícitamente la demanda inter-
Disputada», La Tercera, Santiago de Chile, 30/08/2002, p. 28.
21
puesta contra las grandes compañías mineras.21
«Lagos confirmó que no habrán nuevos impuestos a la minería»,
Areaminera.com (Periódico electrónico), 20/08/2002. Más antecedentes
En medio del acalorado debate que este incidente animó,
sobre este caso en Ibáñez (2002). el presidente de la República salió a tranquilizar a las grandes

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26-4.p65 27 07/01/04, 12:30


La insustentabilidad del boom minero chileno

empresas mineras, diciéndoles que el mecanismo para hacer Gráfico


Gráfico Nº
Nº6 6
retornar los beneficios a la sociedad (a cambio de la entrega Reservas
Reservas de Cobre
de Cobre eny Chile
en Chile y 1982-2000.
Canadá, Canadá

que ésta hace de sus recursos naturales no renovables), no sería 22 180

el tributario, sino que había que «explorar en conjunto» otras 20 Canadá 160
fórmulas, sin enredarse en discusiones por «un par de pesos Chile
18
que entran o que salen».22 140

Canadá (Millones de TM)


16
Bajo estas controvertidas reglas del juego, entre 1974 y

Chile (Millones de TM)


120
1984 ingresaron al sector minero 1.109 millones de dólares 14
100
(un 43% de la inversión extranjera total del país) dirigidos bá- 12
sicamente a financiar proyectos de exploración. Entre 1985 y 80
10
2001 la inversión extranjera directa materializada (IEDM) en
8 60
el sector minero, fue doce veces esa cantidad (US$ 13.700
millones), la mayor parte procedente de Estados Unidos y Ca- 6 40
1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000
nadá (61% en total). Este segundo flujo de inversión se desti-
nó a la explotación de los nuevos proyectos (ver gráfico Nº5). Fuente:
Fuente: Elaborado condatos
Elaborado con los datos de Aguilar
de Aguilar (2001) y Reed (2002).
(2001) y Reed (2002).
Así, el sector minero se ha convertido en el principal sector de
IEDM, con un 33% del total de la inversión para el período ternacional de las inversiones mineras. De acuerdo a los estu-
1974-2001.23 Al mismo tiempo, y como consecuencia de la dios del Fraser Institute (Canadá),24 en la actualidad, Chile ocupa
importante inversión que se está realizando en las tareas de el tercer lugar en el índice de políticas de incentivo a la inver-
exploración, las reservas de cobre del país se han expandido de sión minera a nivel mundial y el primero desde el punto de
manera notable, a diferencia de lo que ocurre en los países de
origen del capital (EE UU y Canadá) donde las reservas han 22 «Lagos pidió un esfuerzo para estabilizar el mercado del cobre»,
Minería Chilena, Nº 258, diciembre 2002, pág 55. No obstante, en los
experimentado un retroceso (ver gráfico Nº6). últimos meses se han producido algunas señales alentadoras. En mayo
Este hecho es destacable no sólo en relación a la distribu- de 2003 el Senado acogió la iniciativa del Senador Lavanderos de revi-
ción interna de la IEDM, sino en relación al movimiento in- sar la situación tributaria de las empresas mineras que eluden impues-
tos por la vía del sobreendeudamiento («Senado acuerda revisar carga
tributaria de grandes mineras», La Tercera, Santiago, 09/05/2003). Un
Gráfico Nº 5 poco más tarde, el Ejecutivo se mostró por primera vez abierto a reco-
Gráfico Nº5
Financiación del Sector Minero, 1984-2001 nocer este problema. El ministro de Hacienda afirmó que «hay rentas
Financiación del Sector Minero, 1984-2001
(Stock acumulado desde 1974, en US$ constantes) extraordinarias derivadas de la extracción de recursos no renovables
(Stock acumulado desde 1974, en US$
constantes) que no han sido todavía debidamente captadas en la legislación y [...]
20.000
presentaremos las iniciativas legales correspondientes» («Gobierno da
18.000 giro y admite crear nuevo impuesto a mineras», La Tercera, Santiago,
16.000 20/06/2003. Cabe consignar que estas iniciativas sólo afectarían a pro-
Mil 14.000 yectos futuros.
Miles de US$ de 2001

es 23
Para un análisis más detenido de este proceso a nivel latinoamerica-
de 12.000
US no véase Moguillansky (1998) y Sánchez, Ortiz y Moussa (1999).
10.000
24
$ El Fraser Institutute es una organización independiente de orientación
de 8.000
neoliberal fundada en 1974 y que se dedica a investigar y difundir la
200 6.000
1 economía de libre mercado en Canadá. Sus puntos de atención princi-
4.000 pales son las políticas públicas y la regulación de los mercados. Desde
2.000 1997, el Instituto publica un informe anual con los resultados de una
0 encuesta aplicada a los ejecutivos de las empresas mineras (metáli-
cas), para determinar cómo las dotaciones de mineral y los factores
1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000
institucionales tales como impuestos y regulación afectan la inversión
Fuente:Elaborado
Fuente: Elaborado con
con datos
datos deldel Comité
Comité de de
Inv. Ext., Chile. en exploración.
Inv. Ext., Chile.

28 26 - 2003

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ESPECIAL: CONFLICTOS MINEROS

vista del «potencial minero».25 Ponderando ambos factores, Chi- que la regulación ambiental y la tributación sean un obstáculo
le se presenta como la región más atractiva del mundo para la para invertir en Chile (ver cuadro Nº1). La opinión del presi-
inversión minera, seguida de Québec (Canadá), Australia, Ne- dente de una compañía canadiense de inversiones mineras, ex-
vada (EE UU) y Perú (ver gráfico Nº7).26 presada en 1991, es muy ilustrativa sobre estas cuestiones.

Gráfico Nº7
Gráfico Nº 7 Es necesario que exista un sistema justo equitativo y bien
Índice
Índice dedeatracción
atracción (100 a 1)aa la
(100 1)inversión minera en mienra
a la inversión los en definido para regular las adquisiciones, las mesuras o los
principales países
los principales países exportadores
exportadores de cobre,
de2002/2003.
cobre, 2002/2003
títulos de concesión. Por ello es importante la actitud del
100 gobierno y del pueblo: ¿Desean ellos en realidad que haya
94
inversiones extranjeras en minería? En caso afirmativo.
90 89
¿Transmiten este deseo los funcionarios de gobierno? [...].
80 84 Naturalmente, Chile está bien calificado en estas materias
y los resultados están a la vista. Hay una gran cantidad de
70
63
recursos extranjeros que están llegando a Chile para hacer
60 56
inversiones en minería y no tengo la menor duda de que
49 esta tendencia continuará en el futuro».27
50

40
Este flujo de inversión minera hacia Chile se ha traduci-
CHILE AUSTRALI PERÚ RUSIA CANADÁ INDONESIA
INDONESI
CHILE
A
AUSTRALIA PERÚ RUSIA CANADÁ
A
do en que, en la actualidad, de los once proyectos mineros más
Fuente:
Fuente: Annual Survey
Annual Survey of Mining
of Mining Companies
Companies 2002/2003.
2002/2003 . grandes del país, sólo tres sean de propiedad exclusivamente
nacional (pública o privada). El resto pertenece mayoritaria-
Observada dicha encuesta con detalle, resulta chocante cons- mente a las grandes multinacionales del sector minero:
tatar cuáles son las ventajas que ofrece Chile respecto de sus com- Mitsubishi Corporation (Japón), Phelps Dodge (EE UU),
petidores: no hay ninguna empresa del mundo que considere Anglo American (Reino Unido), Placer Dome (Canadá), y BHP
Billiton (Australia).
Ponderando la participación de las empresas públicas y
25
Un rasgo determinante en el desarrollo de la industria del cobre en de los privados nacionales en los principales proyectos mine-
Chile es que sus yacimientos cuentan con ventajas comparativas por su ros del país, se puede afirmar que prácticamente el 60% del
gran tamaño y la calidad del mineral, de leyes relativamente altas y otras
cobre chileno es explotado por compañías extranjeras (ver cua-
características que hacen más eficiente su tratamiento. En cuanto al
marco institucional, la mejor puntuación de Chile en la encuesta la con-
dro Nº 2) .28
sigue en: régimen tributario, regulación ambiental y no duplicación ni Por último, cabe destacar otra característica extravagante
inconsistencias de las normas. del boom minero chileno, y que es la convivencia entre el sec-
26
En el gráfico, el valor asignado a Canadá corresponde al promedio de
los valores de las 12 jurisdicciones que comprende: Alberta, British Co-
tor público, el empresariado y las compañías extranjeras, que
lumbia, Quebec, etc. se ha planteado en términos sorprendentemente fraternos. En
27
Conferencia de George D. Tikkanen, presidente de Cominco Resources lo que constituye un hecho inédito en la historia de la minería
International Limited, en Santiago de Chile, 10/04/1991. Publicada como:
del cobre en Chile, en 1998 las diecisiete más grandes empre-
«La inversión minera en Chile. Una visión desde el Exterior», Revista
Minerales, Vol. 46 (195), Santiago de Chile, julio-septiembre de 1991, p. sas mineras que operan en el país constituyeron una asociación
33. gremial para defender sus intereses: el «Consejo Minero», que
agrupa a compañías públicas y privadas, de capitales extranje-
28
CODELCO y ENAMI tienen alguna participación en proyectos de in-
versión mixta (estatal y privada). Para el cálculo se ha ponderado la
producción de las empresas de acuerdo a la participación accionaria en
ros y nacionales. Analizado en clave política, este hecho cobra
las mismas. relevancia, pues refleja la consecuencia política del boom mi-

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La insustentabilidad del boom minero chileno

Cuadro Nº1
Factores disuasivos para la inversión en proyectos de
exploración minera. Encuesta a las empresas que operan en 47 regiones mineras

Chile
«Mejores» «Peor»
% Posic.

Duplicación e inconsistencias de las normas 0 1º Chile, Alberta y Québec Rusia


Regulación ambiental 0 1º Chile, Kazajstán, Colombia Wisconsin
Régimen tributario 0 1º Chile, Perú, Manitoba Kazajstán
Reivindicaciones de tierras indígenas 6 1º Chile, Nuevo México y Nevada Brit. Columbia
Incertidumbre en la definición de áreas protegidas 6 2º México, Chile y Argentina Brit. Columbia
Regulación laboral 5 3º Nevada, Alberta y Chile Zimbabwe
Incertidumbre en la regulación 4 6º Australia, N. Brunswick y Alberta Rusia
Infraestructura 6 20º Idaho, Dakota del Sur y Utah Rusia
Estabilidad Política 9 24º Ontario, Australia y N. Brunswick Zimbabwe

Fuente: Fredricksen (2002), Annual Survey of Mining Companies 2002/2003.

Cuadro Nº 2
Participación en la producción del año 2000 de las
11 principales empresas mineras del país

Propietario

Estado de Chile Privados chilenos Multinacionales TOTAL

Producción (en millones de TM) 1.619,4 161,1 2.542,5 4.323,0


Porcentaje 37,5 3,7 58,8 100,0

Fuente: Elaborado a partir de Cochilco, 2001.

nero. El primer efecto del boom es que la importancia de esta LA INSUSTENTABILIDAD DEL BOOM MINERO
industria en la economía nacional se haya acentuado. Y el se-
gundo, derivado de la forma en que éste se planteó (inversión A partir de esta expansión de la actividad productiva podría
privada y sobre todo extranjera), ha sido la promoción y inferirse, mecánicamente, que los mismos problemas ambien-
«empoderamiento» de un nuevo actor: los grandes mineros tales directos e indirectos que provocó tradicionalmente la gran
privados (incluidas las empresas transnacionales), que ha irrum- minería, ahora se han extendido por el territorio e incrementa-
pido en la arena política como un actor gravitante, defensor do proporcionalmente al incremento de las faenas extractivas.
del axioma «las reglas del juego tienen que ser estables». Todo Esto no ha sido así, debido a tres razones.
esto introduce cambios importantes en la gobernabilidad del Primero, el «boom minero» ha coincidido con el naci-
sector minero, y específicamente, en la gobernabilidad ambiental miento de una política ambiental, impulsada por los gobiernos
del mismo, que deben tenerse en cuenta. democráticos (desde 1990), que ha establecido un marco de

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ESPECIAL: CONFLICTOS MINEROS

regulación para la actividad minera y comenzado a fiscalizar secuencias ambientales previsibles: expulsión a la atmósfera de
sus procesos y a aplicar sanciones cuando ha sido necesario. En gases nocivos y polvo sin ningún tipo de medidas de control,
segundo lugar, la expansión de las actividades extractivas en vertido indiscriminado de desechos industriales (metales pesa-
Chile ha coincidido con una tendencia en la minería metálica dos y reactivos químicos) directamente sobre el suelo, cursos
mundial al desarrollo de nuevas tecnologías, más eficientes y de agua u océano, etc.31
más limpias. Por último, y a diferencia de lo que ocurría veinte La situación comenzó a cambiar de manera decisiva con
años atrás, no todo el cobre extraído en Chile es procesado por el restablecimiento del régimen democrático, a partir de 1990.
completo, es decir, que la expansión de las actividades conta- En junio de ese año se creó la Comisión Nacional del Medio
minantes de beneficio (concentración, fundición y refino) no Ambiente (CONAMA), dos años más tarde, se presentó al
ha sido directamente proporcional al aumento de las faenas Congreso el proyecto de ley sobre «Bases Generales sobre el
extractivas, y por lo tanto, los impactos ambientales tampoco. Medio Ambiente», que fue finalmente aprobado en marzo de
Todo ello ha impedido que el desarrollo explosivo de las 1994. En 1997 se promulgó el «Reglamento de Evaluación de
actividades mineras en Chile haya desembocado en una catás- Impacto Ambiental», con lo que se completó el sistema nor-
trofe ecológica de una magnitud equivalente a su expansión, y mativo para la minería y demás actividades productivas del país.
que los daños ambientales que se producen en la actualidad A partir de entonces, ningún proyecto vinculado a la actividad
sean menos generalizados y queden menos impunes que en el minera puede iniciarse sin contar con la aprobación de un Es-
pasado. 29 tudio de Impacto Ambiental 32 por parte de la autoridad com-
petente, en el que se expliciten «las medidas que se adoptarán
para eliminar o minimizar los efectos adversos del proyecto o
Política y regulación ambiental en el sector
actividad y las acciones de reparación que se realizarán, cuando
minero
ello sea procedente».33
En Chile existe legislación ambiental aplicable a la minería des- De acuerdo a estos hitos, el establecimiento de una regu-
de 1916. A partir de entonces, se dictaron varias leyes, decretos lación ambiental sobre la actividad minera en el país se puede
y reglamentos de «alcance ambiental», pero como éstos no for- dividir en tres fases. Hay un primer período, relativamente lar-
maban parte de un cuerpo sólido y coherente y no había una go, que podemos llamar de incubación (1963-1990), que com-
política manifiesta al respecto, simplemente no se respetaban.30 prende los dos últimos gobiernos del período «nacional-
En la práctica, las empresas mineras adoptaban soluciones tec- desarrollista» (incluido el gobierno socialista) y la Dictadura
nológicas con criterios estrictamente económicos, con las con- Militar, durante el cual la ciudadanía, algunos Ministerios y los
tribunales ordinarios, fueron los que marcaron la pauta hacia
la protección ambiental, apoyándose en algunas normas dis-
29
Otros trabajos que analizan los efectos ambientales del boom minero persas de higiene o salubridad vegetal, y más tarde, en la propia
chileno son: Pagani (1994), Lagos (1997), Borregard et al (1999), Lagos Constitución (de 1980). A partir de la creación de la CONAMA
et al (2002), Padilla (2002).
30
Se estima que a partir de 1916, se habrían dictado en Chile cerca de
se abre una fase de transición (1990-1999) —que coincide con
40 normas sobre contaminación del aire, suelo y aguas. Véase, Casal la transición política e institucional del país— en la que se
(1990), p. 8. manifiesta la voluntad política de elaborar un marco de regula-
31
Algunos antecedentes sobre la historia ambiental de la minería del
ción ambiental, y al mismo tiempo se abre un espacio para la
cobre en Chile se pueden encontrar en Folchi (1998), Folchi (2001a),
Folchi (2002) y Folchi (2003). negociación y ajuste respecto de la nueva institucionalidad. Por
32
El Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental establece una dife- último, puede distinguirse un período de consolidación (desde
rencia según tipo de proyectos y sector involucrado. Algunos de ellos 1997, hasta la actualidad) que llega con la definición de las
deben presentar un «Estudio de Impacto Ambiental», otros sólo una
«Declaración de Impacto Ambiental».
últimas normas de calidad ambiental y la expiración de los pro-
33
Ley 19.300, artículo 12, letra e. cesos negociados de modernización ambiental al que se acogen

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La insustentabilidad del boom minero chileno

las principales empresas contaminantes, esto es, con el funcio- En el caso de la fundición de «Chagres», propiedad de la
namiento en forma de los marcos reguladores (ver cuadro empresa Disputada de las Condes, puesta en operaciones en
Nº 3).34 1957 (y hasta 1993, la única fundición de cobre privada del
país), las quejas de los agricultores de la zona, levantadas poco
después de la entrada en funcionamiento de la planta, llevaron
El período de incubación, 1963-1990
a la autoridad a efectuar un estudio que determinó que:
El régimen militar (1973-1990), tuvo un comportamiento con-
tradictorio en relación al tema ambiental. Su adscripción al [...] las emanaciones de humos, provenientes de la citada
paradigma neoliberal, lo llevó a convertirse en un gran fundición, causan serios daños en los predios agrícolas ve-
«desregulador» de la actividad económica, al mismo tiempo que cinos a ella debido, principalmente al hecho de que con-
implementaba políticas de crecimiento basadas en la expansión tienen anhídrido sulfuroso el que, disuelto en la hume-
del sector primario-exportador (sector forestal, minería, pesca, dad del aire constituye un elemento altamente perjudicial
etc.). Sectores en los cuales se crearon o agudizaron los proble- para las plantas, árboles frutales y animales.40
mas ambientales en todas las regiones del país.35 Pero, por otra
parte, el gobierno de Pinochet tuvo «iniciativas ambientalistas», En consecuencia, la planta fue obligada a suspender sus
tales como crear un Sistema de Áreas Silvestres Protegidas y operaciones cada vez que la «concentración de anhídrido sulfu-
suscribir todos los convenios internacionales en materia de pro- roso [...] exceda de los límites que se consideran peligrosos»,
tección ambiental que pudo.36 Una de las sorpresas en esta para lo cual debía instalar un sistema de monitoreo a su costo.
línea, fue que en la nueva Constitución que promulgó (1980), Más tarde y ante la ineficacia de tal sistema, la empresa se vio
se estableció el derecho de todas las personas a «vivir en un «obligada a instalar una fábrica de ácido sulfúrico de 100 t/día
medio ambiente libre de contaminación» y se indicaba que era a partir de los gases de sus convertidores».41 A pesar de ello, los
deber del Estado «velar para que este derecho no sea afectado y problemas de contaminación persistieron, y en 1985 una nue-
tutelar la preservación de la naturaleza».37
La existencia de normas específicas dispersas y en desu-
so, más este mandato constitucional, permitió que los con-
38
34
Las etapas que se describen son claramente identificables, pero los
flictos planteados entre el sector minero y algunas comunida-
años que las delimitan no deben considerarse como cortes limpios, ob-
des afectas por la contaminación, terminaran en resoluciones viamente, éstas etapas se superponen.
judiciales que forzaron a estas empresas a adoptar medidas de 35
En esta idea los trabajos que más profundizan son los de Quiroga

control ambiental, con anterioridad a la creación de la CONA- (1994), Quiroga y Van Hauwermeieren (1996) y Claude (1997). También
se puede consultar a Silva (1996), Castro Brignardelo(1999) y Quiroga
MA. Entre ellas estaban las dos empresas públicas del cobre: (2001).
CODELCO y ENAMI y la única fundición privada que ha- 36
Véase Silva (1996), pp. 10 y 11.
bía sobrevivido desde principios del siglo XX: la Fundición de 37
Constitución Política, Capítulo III, artículo 19, Nº 8.
38
Algunas de estas normas son la ley de «Sanidad Vegetal» de 1948, el
Chagres. A juicio de los propios intereses mineros, en este pe- Decreto Supremo Nº144, de 1961, del Ministerio de Salud, que ordena-
ríodo: ba la «eliminación de gases, vapores, polvo, emanaciones o contami-
nantes de cualquier naturaleza producidos en cualquier establecimiento
fabril o lugar de trabajo», y el ‘Código Sanitario’ (promulgado en 1967),
Las restricciones actuales a la contaminación ambiental son
que establecía por su parte, la: «conservación y pureza del aire y evitar
ejercidas por diferentes ministerios, organismos, servicios, en él la presencia de materia olores que constituyan una amenaza para
cada uno actuando en forma independiente, estando li- la salud, seguridad o bienestar del hombre o que tengan influencia des-

mitada su acción por disponibilidad de personal y presu- favorable sobre el uso y goce de los bienes» (Art. Nº 83).
39
Casal (1990): «Proyecto de Ley General de Medio Ambiente», p. 8.
puestos, lo que hace que el conjunto sea, por decir lo 40
Decreto Nº583 del Ministerio de Agricultura, 22 de Agosto de 1963.
menos, poco eficaz y a veces discriminatorio.39 41
Zauschquevich y Sutulov (1975) p. 204-6.

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ESPECIAL: CONFLICTOS MINEROS

Cuadro Nº 3
Etapas en la regulación ambiental para el Sector Minero, 1980-2003

1) Incubación, 1963-1990 2) Transición, 1991-1999 3) Consolidación, 1997-2003

(1963-1985) Decretos sucesivos (1991-97) Son declaradas «zonas (1997) Promulgación del Regla-
que obligan a la Fundición de saturadas de contaminación» to- mento del Sistema de Evaluación
Chagres a controlar las emisiones das las Fundiciones Estatales de de Impacto Ambiental.
de SO2. Cobre: Chuquicamata (1991),
(1999-2002) Reformulación de al-
Paipote (1993), Ventanas (1993),
(1988) Sentencia judicial que obli- gunos planes de Descontamina-
Caletones (1994) y Potrerillos
ga a la División El Salvador de ción.
(1997).
CODELCO a reconducir sus rela-
ves. (1994) Promulgación de la Ley
Sobre Bases Generales del Me-
(1990) Reestablecimiento de la
dio Ambiente.
Democracia y creación de la Co-
misión Nacional del Medio Am- (1993-1999) Formulación y pues-
biente, CONAMA. ta en marcha de Planes de Des-
contaminación de las Fundiciones
Estatales: Chuquicamata (1993),
Paipote (1994), Ventanas (1995),
Caletones(1996) y Potrerillos
(1999).

Fuente: Elaboración Propia

va acción legal recayó en la empresa, por medio de la cual la tener a su costo un sistema de vigilancia de las concentraciones
compañía quedó obligada a proyectar, instalar, operar y man- de anhídrido sulfuroso en la atmósfera, bajo el control de los
organismos de salud y de agricultura regionales.42 Finalmente,
en 1991 una nueva iniciativa legal forzó a la empresa a
42
Decreto Supremo Conjunto Nº4, de los Ministerios de Salud, Agricul- implementar un nuevo y definitivo programa de descontami-
tura y Minería (11 de enero de 1985). nación con plazos y metas acordados con las autoridades sani-
tarias o ambientales.43 Con todo, esta planta fue la primera
43
En marzo de 1991, fue dictado un nuevo decreto (Decreto Nº28 del
Ministerio de Agricultura) en vistas a que «la información disponible indi-
ca que la capacidad de dilución de anhídrido sulfuroso en la atmósfera
fundición del país en cumplir las estándares de emisión de ga-
del área agrícola circundante a la Fundición de Chagres está práctica- ses contaminantes.
mente colmada por las actuales emisiones de la Fundición y que, por lo En 1987, las organizaciones cívicas de la ciudad de
tanto, es necesario establecer mecanismos para regular éstas y [... ]
que, a la fecha, es necesario actualizar los procedimientos técnicos de
«Chañaral» (ubicada en la costa de la 2ª Región) entablaron un
monitoreo de calidad del aire y señalar las condiciones para autorizar juicio contra la División «El Salvador», de CODELCO, la que
una eventual ampliación de la capacidad de producción de las instala- desde 1938 había estado descargando sus desechos sólidos
ciones de la Fundición Chagres». Además de esto, la empresa propieta-
(‘relaves’) directamente al río Salado, que, arrastrados hasta el
ria de la fundición de Chagres, la compañía «Disputada de las Condes»
(entre 1978 y el 2002, propiedad de Exxon Minerals, EE.UU.) además mar, en la bahía de aquella localidad, habían formado una «playa
de haber reestructurado sus proceso en la planta de refinación de de relaves» y contaminado gravemente las aguas. Los máximos
«Chagres», ha tomado otras medidas como el trasladado de los relaves tribunales dieron la razón a la ciudadanía y condenaron a la
de la mina de cobre «Los Bronces» a un lugar más seguro («Minería
chilena aporta al desarrollo sustentable del país», El Mercurio, 11/08/
empresa pública, que fue obligada a poner término definitivo a
1994, p. C8). la disposición de estos desechos en el mar.

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La insustentabilidad del boom minero chileno

A partir de este incidente, CODELCO ha venido mos- La dramática perturbación de los ecosistemas de una re-
trando, poco a poco, mayor preocupación por los problemas gión debe ser prevista, analizada y estudiadas sus conse-
ambientales que provoca. No obstante, y según ha reconocido cuencias. Y he aquí otro desafío que generaciones presen-
la propia empresa, con anterioridad a 1994, sólo realizaron ac- tes y futuras exigen a los mineros del cobre, y que es hoy
ciones de diagnóstico y evaluación de los problemas ambienta- en todo el mundo motivo de debates y controversias.47
les de sus operaciones, sin hacer «inversiones importantes ni
esfuerzos de gestión para su tratamiento efectivo». Sólo a par- Es conveniente tener esto presente a la hora de establecer
tir de ese año la empresa asumió «la necesidad de poner en el momento en que el sector minero chileno «toma concien-
marcha un proceso de incorporación real y efectivo de la di- cia» y se hace cargo de los problemas ambientales que genera.
mensión ambiental a la gestión del negocio».44 A veces se insinúa lo contrario, 48 pero el carácter contaminan-
Con la otra empresa pública del sector, ENAMI, que se te de las actividades mineras es algo de lo cual siempre se tuvo
dedica a la fundición y refinación del cobre, se produjo una conocimiento, tanto en Chile como en el exterior.49 Lo que
evolución similar. La Refinería de «Ventanas» (inaugurada en cambia en la década de los setenta es que en los países indus-
1964) nunca reconoció que sus emisiones de gases contami- trializados se enfrenta el problema con políticas públicas, que
nantes pudieran perjudicar a la actividad agrícola y a la salud afectaron prácticamente a todos los sectores industriales. Cabe
de los habitantes de la zona. Durante los años setenta y ochen- recordar que en 1970, fue creada en EE UU la Agencia de
ta hubo quejas privadas, protestas disimuladas, reclamos for- Protección del Ambiental (EPA), y ese mismo año es promul-
males ante la autoridad y algunas acciones judiciales contra la gada la famosa «Clean Air Act».50
empresa, que no prosperaron. La movilización social se hizo Cuando las compañías mineras de Japón, Canadá y EE UU
más decidida a partir de 1987-1988, en vísperas de la recupera- debieron hacerse cargo de sus problemas de contaminación y
ción de la democracia. Finalmente, en 1990 la empresa reco- tuvieron que modificar sus procesos de extracción y beneficio,
noció que contaminaba e implementó un sistema para reducir en Chile existía plena conciencia de que ello estaba ocurrien-
en un 30% las emisiones de anhídrido sulfuroso.45
Otra fuerza que interviene en el reconocimiento del pro-
blema ambiental en las operaciones mineras en Chile es el 44
CODELCO: Reporte ambiental 1999, p. 12.
45
Algunos antecedentes sobre este caso se encuentran en Sabatini et
contexto internacional. Estos años coinciden, a nivel mun-
al (1997).
dial, con el giro de las actividades mineras hacia el desarrollo 46
Zauschquevich y Sutulov, 1975: 206. Estas herramientas eran las ini-
de procesos más eficientes y más limpios, de lo cual, en Chi- ciativas legales de los sesenta referidas en la nota Nº.

le, existía plena conciencia, y al mismo tiempo, cierta pre-


47
Sutulov et al (1978), p. 235.
48
Un experto chileno ha afirmado lo siguiente: «El problema de la conta-
ocupación. Los expertos chilenos, planteaban a mediados de minación ha existido siempre en todo el mundo, pero sus efectos se
los setenta que: empiezan a tomar en cuenta, en los países industrializados, en la déca-
da de los sesenta, cuando el desarrollo económico impulsa fuertemente
las industrias térmicas generadoras de electricidad, las refinerías de pe-
Los problemas de contaminación han estado promovien- tróleo, [etc.]». Casal (1990), p. 8.
do a nivel mundial las investigaciones sobre nuevos pro- 49
Yendo más lejos, la Sociedad Nacional de Minería, tempranamente,
cesos y los reemplazos de algunas fundiciones tradiciona- dio cobertura en su revista (el Boletín Minero) a los conflictos suscita-
dos por la contaminación atmosférica en torno a las Fundiciones de
les por fundiciones con equipos modernos. Las leyes de
Cobre de EE.UU, (1909) y en ‘La Oroya’ en Perú (1926).
contaminación en todo país desarrollado han llegado a un 50
Con esta iniciativa legal, el gobierno federal se hizo cargo del proble-
máximo de estrictez. En nuestro país no se ha dictado ma de la contaminación a nivel nacional, fija metas y plazos y sancio-

una legislación específica, pero el Servicio Nacional de nes, en vistas a «proteger y elevar la calidad del recurso aire de la Na-
ción, para promover la salud pública y el bienestar y la capacidad pro-
Salud tiene algunas herramientas legales como para inter- ductiva de su población». (Véase, David Field (1996): «The Clean Air
venir en determinadas circunstancias.46 Act Amendments of 1990» [http://gurukul.ucc.american.edu/TED/]).

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ESPECIAL: CONFLICTOS MINEROS

do. En consecuencia, no es admisible atribuir el retraso en la En esta coyuntura de conflictos internos y de una ten-
adopción de medidas de control ambiental en Chile al «desco- dencia internacional hacia la modernización ambiental, en Chile
nocimiento» del problema.51 Ya en el programa oficial del Mi- comienza a identificarse un «discurso ambiental minero» que,
nisterio de Minería del año 1982, se fijó la tarea de «determi- más tarde, se transformaría en la política ambiental del sector
nar las bases de correlación de los efectos de las actividades en la que terminarían aunados: los expertos, las autoridades
mineras en la salud humana y en el sistema ecológico».52 El mineras y los empresarios.
estudio se realizó, no obstante, no se derivaron de él las medi- Tempranamente (mediados de los setenta), los expertos
das correctoras que planteaba. Además de esto, las empresas chilenos reconocían la necesidad de «tomar medidas» respecto
extranjeras que se instalan en Chile a mediados de los ochenta, de los problemas de contaminación, pero sólo para los «nuevos
y que provenían de países donde las políticas de regulación proyectos». Estas medidas debían aplicarse sobre todo para pro-
ambiental ya se habían consolidado, y que, por lo tanto, ha- teger los lugares de trabajo y el perímetro de las propias faenas,
bían adoptado tales políticas y practicas como propias, desarro- para lo cual se estimaba como aspectos decisivos «la ubicación
llan sus actividades en el país con los mismos cuidados que lo de la fundición y chimenea y la altura de esta última».55 Res-
hacían en sus países de origen. Con lo cual, se les puede consi- pecto de la contaminación zonal, es decir, la que afecta a los
derar las pioneras.53 Un ejemplo de ello lo constituye la com- habitantes de las centros urbanos próximos y a las áreas agríco-
pañía Billiton plc., subsidiaria del Grupo Shell, propietaria de las circundantes, se sostenía que las medidas anticontaminación
la mina Choquelimpie (Au, Ag y Cu) que entró en operacio- debían aplicarse teniendo en cuenta la «disparidad ecológica»
nes en 1988, de acuerdo a un plan que contemplaba un estu- del país». Así, éstas deberían plantearse como una exigencia
dio ambiental previo, tal «como lo hace en cualquier país del estricta sólo a los planteles ubicados en la zona central del país;
mundo».54 con flexibilidad en las zonas interiores (Cordillera de los An-
des) y, en ningún caso, se justificaría imponer medidas de con-
trol a los planteles de la zona norte, ya que:
51
La comunidad científica de ciencias mineras es una colectividad muy
integrada internacionalmente y completamente compenetrada con las Tanto Chuquicamata como Potrerillos, por estar en zonas
compañías mineras. La minería chilena siempre ha estado muy vincula- desérticas y lejos de centros urbanos de mayor importancia,
da ese saber minero internacional. En su origen, la gran minería del
no presentan problemas de contaminación atmosférica.56
cobre en Chile formó parte de ese concierto internacional, pero tanto
antes como después de la nacionalización de las grandes empresas del
cobre, los expertos formados en las universidades chilenas (y especia- Otro argumento que comienza a aparecer en este mo-
lizados en las extranjeras) se mantuvieron completamente al día res-
mento y en el que luego se insistiría bastante, es la idea de que
pecto de los avances y los problemas tecnológicos que ha enfrentado el
sector. Lo que nos consta es que hubo presencia chilena en el
no se podía olvidar que Chile era un «país subdesarrollado» y
Symposium on Minerals and the Environment, organizado por la Institution que la modernización ambiental era un «lujo» que sólo se po-
of Mining and Metallurgy, en Londres, en julio de 1974, en el cual no dían permitir los países desarrollados, cuyas empresas estaban
sólo se presentaron los efectos de las actividades mineras sobre el Medio
Ambiente, sino que las fórmulas para impedirlo e incluso, repararlo. Véa-
en condiciones de llevar a cabo las reformas tecnológicas exigi-
se, Sutulov et al (1978), pp. 235-242. das, justamente, gracias a haber experimentado un largo proce-
52
Moraga (1982), p. 49. El estudio se encargó al Ministerio de Agricultu- so de desarrollo a expensas de cierto deterioro del ambiente.
ra y éste lo delegó en la División de Recursos Naturales Renovables del
Por lo tanto, sería absurdo, o por lo menos anticipado, que los
Servicio Agrícola y Ganadero. El estudio identificó 44 focos de contami-
nación minera y fijó los principales problemas la disposición de relaves países que todavía no alcanzaran un nivel de desarrollo equipa-
y la contaminación atmosférica. rable, como era el caso de Chile, hicieran el mismo esfuerzo.
53
Lagos, Blanco, Torres y Bustos (2002), p. 368.
54
Véase, Cuadra (1989).
55
Zauschquevich y Sutulov (1975), p. 206.
Es evidente que los sistemas anticontaminación en los
56
Zauschquevich y Sutulov (1975), p. 204. países desarrollados se están pagando, en alguna medida,

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La insustentabilidad del boom minero chileno

con el desarrollo producido en los períodos en que las En abril de 1988, el Ministerio de Minería creo una co-
empresas se consolidaron libres de trabas y de inversiones misión asesora en temas ambientales, integrada por la asocia-
onerosas.57 ción gremial de empresarios mineros (SONAMI), el colegio
profesional de ingenieros, los organismos técnicos mineros de-
El fenómeno interesante es cómo el discurso ambiental mi- pendientes del Estado y las empresas mineras públicas. Al cabo
nero de estos años, poco a poco, se transforma en la política del de un año presentaron una propuesta para una «Política sobre
sector. Como se ha dicho, el régimen militar tuvo un comporta- uso y protección del Medio Ambiente» en la que, si bien se
miento extraño en materias ambientales. Una de las «iniciativas reconocía el deber de proteger el Medio Ambiente, se partía de
ambientalistas» que tuvo fue la de incluir en su Programa Socio- la premisa de que:
Económico para el período 1981-1989 la definición de directri-
ces para la «defensa y desarrollo del medio ambiente».58 En no- La generación y emisión de materias susceptibles de con-
viembre de 1984 creó la «Comisión Nacional de Ecología» para taminar, es consecuencia inevitable de toda actividad hu-
asesorar a la presidencia en las acciones generales del gobierno mana [...y que] el medio ambiente tiene la capacidad para
vinculadas a la protección del medio ambiente y a la conserva- absorber, diluir y neutralizar variados tipos de emisiones y
ción de los recursos naturales renovables. A la vez, organizó una tiene también capacidad de regeneración.61
Comisión de Legislación del Medio Ambiente, que tuvo a su
cargo la elaboración de un anteproyecto de Ley General sobre En el documento, se hacía énfasis en la necesidad de «com-
Protección del Medio Ambiente.59 Transcurridos doce meses de patibilizar» la protección del medio ambiente con el aprove-
su formación, la Comisión —en la que estaba excluido el Minis- chamiento de los recursos naturales como «factores de progre-
terio de Minería— presentó un anteproyecto que mereció un so y desarrollo económico y social.»62 Además, se volvía a de-
decidido rechazo por parte de esta cartera, pues: fender un «tratamiento diferenciado» para las «faenas instaladas
y funcionando desde hace muchos años, que se han regulado
[...] «contenía numerosas materias que eran incompati- por la legislación existente» 63 y los proyectos a desarrollarse en
bles con los problemas, fuentes y niveles reales de conta- el futuro, «exigiendo a éstos últimos las evaluaciones de impac-
minación de las instalaciones mineras y con la realidad to ambiental y el uso de tecnología adecuada que neutralice las
ecológica que existe en torno de cada operación minera
individual». Y porque las medidas de mitigación propues-
tas: «causarían fuertes repercusiones económicas al sector 57
Ibidem, p. 206. Es indudable que, por lo menos en parte, el crecimien-

y éstas no estaban basadas en conceptos científicos y téc- to de las empresas mineras del resto del mundo se hizo externalizando
costos ambientales, sin embargo, esto también ocurría en Chile al mis-
nicos y que no armonizaban el equilibrio que debe existir mo tiempo. Por lo tanto, el diferencial de crecimiento entre las econo-
entre lo técnico-económico y el medio ambiente».60 mías mineras, hay que buscarlo en los otros factores que inhibieron el
crecimiento relativo le la minería chilena o que la hicieron menos com-
petitiva. Negarse a internalizar los costos ambientales en la producción
El anteproyecto no prosperó y la Comisión cesó sus fun- de una materia prima dirigida íntegramente al mercado internacional, en
ciones sin llegar a establecer una política ambiental para el régi- un momento en que los competidores se veían obligados a hacerlo, no
men militar. A pesar de su corta e inútil vida, ésta aventura fue es otra cosa que una política de dumping ambiental.
58
Moraga (1982), Bases preliminares..., p. 50.
entendida por los intereses mineros como una señal clara de 59
De acuerdo a Rojas (1994) y Silva (1996), esta iniciativa habría sido
que, tarde o temprano, se terminarían imponiendo restriccio- una respuesta ante la movilización de los académicos producida a par-
nes ambientales sobre las actividades mineras. Frente a ese dile- tir de 1983.

ma, adoptaron una posición proactiva en la conformación de


60
Casal (1990): «Proyecto de Ley General de Medio Ambiente», p. 8.
61
Casal (1990), op cit, p. 9.
dicha institucionalidad, para impedir así, que ésta fuera con- 62
Ibidem, p. 9.
trolada por las ideas ecologistas más exigentes. 63
Ibidem, p. 10.

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ESPECIAL: CONFLICTOS MINEROS

emisiones».64 En resumen, los intereses mineros pedían un le- el país.67 Las palabras del Ministro de Minería del primer go-
gislación moderada, pues, en caso contrario, las empresas del bierno democrático son ilustrativas al respecto.
sector no estarían en condiciones (ni disposición) de cumplir.
El diseño de una política global sobre medio ambiente
Esperamos que en el futuro, partiendo por [...] el equili- requiere, además de una voluntad política, una voluntad
brio entre el desarrollo económico y la naturaleza, nos ambiental decidida. Esa voluntad ha sido demostrada cla-
permita llegar a una Ley General del Uso y Protección del ramente por el gobierno, trayendo a la luz pública el pro-
Medio Ambiente que sea clara, comprensible, realista, flexi- blema de la contaminación [...]. Hemos actuado de cara a
ble para diferentes escenarios y finalmente eficaz y cum- la comunidad y a la opinión pública, sacando el velo a
plible.65 aquello que todos conocíamos, pero que se ocultó por
muchos años. Sabíamos que no sería una tarea fácil pero
decidimos abordarla con valentía.68
El período de transición, 1990-1999
Durante los años ochenta se consolidó el movimiento ecologista Al retornar la democracia existía el compromiso y la vo-
chileno, hermanado, por una parte, con las fuerzas políticas de luntad política de contener los procesos de degradación am-
oposición a la dictadura (que a partir de 1990 se hicieron car- biental, pero ello había de hacerse de acuerdo a las reglas del
go del gobierno), y por otra, con la comunidad científica am- juego del sistema democrático, es decir, respetando la voz y el
biental que se iba afianzando en las universidades.66 En ese peso político de los intereses mineros. Así, el período 1990-
concierto, el retorno a la democracia implicó un compromiso 1999, puede considerarse una etapa de transición de la regula-
ineludible con el establecimiento de una política ambiental en ción ambiental, en la que se comenzaron a aplicar de manera
flexible los primeros controles y se sometió a discusión y nego-
ciación política la legislación que se establecería en el país, con
64
Ibidem, p. 9.
la participación (formal o no) de los diversos actores impli-
65
Ibidem, p. 10. cados.
66
La fecha de «nacimiento» del movimiento ecologista chileno suele fi- La Asociación Gremial del sector (SONAMI), planteaba,
jarse en 1963 con la fundación del Comité de Defensa de la Fauna y
hacia 1992, que la única forma de conseguir que las empresas
Flora, CODEFF. Un hito importante en el desarrollo del movimiento
ecologista chileno fue la celebración del Primer Congreso Científico del «se comprometieran lealmente en la aplicación de normas am-
Medio Ambiente, en la ciudad de la Serena, en que contó con la partici- bientales» era que estas normas fueran «realistas» y que se esta-
pación de 377 personas. La reunión significó la constitución de una co-
blecieran «plazos razonables» para su aplicación.69 Cuando la
munidad científica preocupada de los problemas ambientales. Para un
análisis de este proceso, véase Rojas (1994).
autoridad clausuró por primera vez una actividad minera por
67
Para un análisis de la conformación de la política ambiental en Chile, consideraciones ambientales (febrero de 1993), la asociación
véase Silva (1996). gremial reaccionó con indignación, acusando al gobierno de
68
BMM: «Discurso del Ministro de Minería, Juan Hamilton, en la inaugu-
ración de la Red de Monitoreo ENAMI-Ventanas», 10 de abril de 1992.
una «animosidad antiempresarial» y de estar bajo la influencia
69
«Políticas ambientales y países en desarrollo», El Mercurio, Santiago, de «grupos de presión escondidos detrás de las organizaciones
09/10/1992, p. A2. Cabe señalar que los empresarios mineros no eran ecologistas»; exigió la revocación de la medida y que se sancio-
los únicos que marcaron posiciones defensivas en este trance de deba-
nara a los funcionarios que habían impulsado la clausura.70
te. Los industriales, agrupados en la Sociedad de Fomento Fabril
(SOFOFA), declaraban su rechazo a la fijación de «estándares ambien- La empresa pública del Cobre (CODELCO), por su par-
tales altamente exigentes, propios de un país desarrollado» y pedían te planteaba que:
«normas de protección ambiental [...] acordes a nuestro nivel de desa-
rrollo socioeconómico»(SOFOFA: Memoria Anual 2000/2001, p. 26).
70
«Clausura de mina ‘La Campana’ revela ánimo antiempresarial», El
Chile no se puede dar el lujo de aplicar restricciones am-
Mercurio, Santiago, 16/02/1993, p. B1. bientales similares a las de los países industrializados sin

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La insustentabilidad del boom minero chileno

afectar de forma negativa los recursos requeridos para aten- de liderazgo en materia de protección del medio ambien-
der sus urgentes necesidades sociales y sin provocar una te, el sector minero actúa con realismo y decisión al anti-
pérdida de competitividad de sus operaciones, que haría ciparse a un proceso de carácter mundial que aún no está
peligrar las bases de su subsistencia.71 completamente consolidado en Chile [...] proyecta una
imagen seria y responsable de la industria frente a la ciu-
La autoridad minera, por su parte, coincidentemente con dadanía.75
estas ideas de moderación, afirmaba que:
Como era el deseo de los intereses mineros, la política
El diseño de políticas ambientales requiere, para ser eficaz, ambiental sobre el sector ofreció un trato distinto a los nuevos
una normativa realista y posible de cumplir. Poco sacare- proyectos mineros que a los antiguos. La promulgación de una
mos si la norma aparece como muy buena en teoría, pero ley de Bases del Medio Ambiente (1992-94), en la que se pe-
imposible de llevar a la práctica.72 naliza a quien «culposa o dolosamente cause daño ambiental»76
definido éste como: «toda pérdida, disminución, detrimento o
Ése fue el clima en el que se desarrolló el proceso de menoscabo significativo inferido al medio ambiente o a uno o
formulación de la regulación ambiental, que tomó cinco años, más de sus componentes»77 significaba, virtualmente, ilegalizar
desde la presentación del Proyecto de Ley sobre Bases del a las empresas contaminantes.
Medio Ambiente (1992), hasta la promulgación del Regla- Algunas de éstas no reaccionaron oportunamente al nue-
mento del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental vo escenario y fueron forzadas a hacerlo hasta llegar a ser
(1997). clausuradas.78 Otras firmas tuvieron el tino (o el privilegio) de
Siguiendo la lógica de ocupar una «posición de liderazgo» negociar con la autoridad los términos de su transición am-
en el tema ambiental y evitar el riesgo que implicaría la adop-
ción de una posición más pasiva o defensiva, todos los pro-
yectos mineros inaugurados en ese período (1992-1997) se 71
Las palabras corresponden a Gerardo Muñoz, quien era Director de
sometieron voluntariamente a evaluaciones de impacto am- Control Ambiental de CODELCO. Véase Muñoz (1993: 243).
biental, lo cual significó que en todos ellos se contemplaran 72
BMM: «Discurso del Ministro de Minería, Juan Hamilton, en la inaugu-
ración de la Red de Monitoreo ENAMI-Ventanas», 10 de abril de 1992.
medidas de mitigación de sus impactos y prevención de inci- 73
No obstante, según ha afirmado Padilla (2002), tales proyectos fueron
dentes que pudieran representar algún riesgo para el medio aprobados en un contexto bastante precario, desde el punto de vista de
ambiente. En este escenario, la minería cumplió un rol que la regulación ambiental. «Muchos proyectos fueron aprobados por auto-

no se puede desconocer: del monto total de inversiones so- ridades sin experiencia en el tema y sin capacidad de exigir efectiva-
mente las condiciones preventivas que aseguran un impacto reducido
metidas a Estudios de Impacto Ambiental, los proyectos mi- de las explotaciones mineras» (p. 15).
neros representaron el 44%.73 En el período en el que este 74
10 años de minería..., op cit, p. 44.
trámite era ya obligatorio (a partir de 1997), la representa- 75
BMM, Discurso del Ministro de Minería, Juan Hamilton sobre Balance
de la Gestión Ambiental en el Sector Minero, Universidad Católica, San-
ción alcanzó el 39%, lo que sitúa al sector minero en el pri- tiago, 16 de mayo de 1991.
mer lugar, en relación a los montos de inversión sometidos a 76
Ley 19.300, Art. 51.
escrutinio ambiental.74 77
Ley 19.300, Art. 2º.
78
Este es el caso de la «Compañía Explotadora de Minas», cuyo yaci-
La estrategia de tomar posiciones de «avanzada» rindió
miento de cobre ubicado en el cerro La Campana, al interior de un área
buenos frutos: se ganó el respaldo del Ejecutivo: silvestre protegida fue clausurado por el Gobierno por razones de ries-
go ambiental en febrero de 1993 («Clausura de mina ‘La Campana’ re-

El gobierno valora sobremanera todas las acciones desa- vela ánimo antiempresarial», El Mercurio, Santiago, 16/02/1993, p. B1).
También es el caso de la Empresa Minera Las Juntas (que describire-
rrolladas por el sector minero para incorporar la dimen- mos más adelante) cuyo tranque de relaves fue clausurado en el año
sión ambiental en sus actividades. Al asumir una posición 2001.

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ESPECIAL: CONFLICTOS MINEROS

biental.79 Para estos efectos, la Ley estableció la obligatoriedad Gráfico Nº8


Gráfico Nº 8
(u oportunidad) de formular «Planes de Descontaminación», Emisiones SO
Emisiones SO22Chuquicamata
Chuquicamata
350
una fórmula de nombre engañoso, pues no compromete ac-
Emisiones Compromiso
ciones de restauración ni reparación, sino de reducción las 300

emisiones contaminantes, en las zonas calificadas como «satu-


250

Miles de toneladas/año
radas».80 De acuerdo a esto, entre 1991 y 1997, las cinco plan-
tas de fundición y refino de cobre de propiedad estatal fueron 200

declaradas zonas saturadas de contaminación por SO2, Arséni- 150


co y material particulado (pm10), y acto seguido, elaboraron
100
«Planes de Descontaminación» (iniciados entre 1993 y 1999)
de acuerdo a los cuales se reducirían progresivamente sus emi- 50

siones contaminantes, hasta cumplir —en un plazo de consen- 0


so— con las normas de calidad del aire establecidas.81 1993 1995 1997 1999 2001 2003

En general, estos planes se han venido ejecutando con éxito. Fuente: CODELCO.
Fuente: CODELCO.
Las inversiones y cambios técnicos comprometidos se llevaron
a efecto y los distintos planteles fueron reduciendo sus emisio-
nes hasta cumplir con las normas progresivas fijadas ad hoc.82 De acuerdo al plan original, debía cumplir con la norma
La única excepción ha sido la Fundición de Chuquicamata, el año 2000; como esto no ocurrió, se le otorgó una prórroga
que ha incumplido en dos oportunidades los plazos fijados para de dos años, que tampoco fue suficiente para cumplir con ella.
cumplir la norma (ver gráfico Nº 8). A fines del 2002 la CONAMA le concedió un nuevo aplaza-
miento (de un año más) para cumplir con los compromisos de
su plan de descontaminación, que llegará, como mínimo, con
79
Según lo anunciaba el propio Ministro de Minería, la legislación «esta-
cuatro años de retraso.
blece límites a las emisiones de las presas emisoras de gases y polvo y Con todo, es justo reconocer a lo largo de estos años,
les otorga un período negociable para ajustarse a la nueva normativa efectivamente se ha conseguido una reducción significativa de
[...]. Las empresas deben proponer planes de descontaminación a la
las emisiones de gases contaminantes en el conjunto del sector,
intendencia y a la comisión técnica de calidad del aire que estudiará la
propuesta y negociará un cronograma satisfactorio para ambas partes». tanto en términos absolutos (toneladas métricas de SO2 libera-
(BMM: «Discurso del Ministro de Minería, Juan Hamilton, en la inaugu- das a la atmósfera) como relativos (como proporción de la pro-
ración de la Red de Monitoreo ENAMI-Ventanas», 10 de abril de 1992.)
80
ducción de cobre) (ver gráfico Nº 9).83
De acuerdo a la legislación, una zona declarada «saturada» es aque-
lla en que una o más normas de calidad ambiental se encuentran so-
Ahora bien, no debe olvidarse de que el problema de la
brepasadas. contaminación atmosférica, problema al cual se han aplicado
81
El Decreto Nº 94 de la Secretaría General de la Presidencia (15/05/ tanto las autoridades como las empresas mineras durante estos
1995) define el Plan de Descontaminación como un instrumento de ges-
tión ambiental que tiene por finalidad recuperar los niveles señalados en
años, no es el único problema ambiental que genera esta acti-
las normas de calidad ambiental de una zona saturada. vidad. En consecuencia, una valoración seria de los avances rea-
82
Los planes deberían completarse al año 2005 con el cumplimiento de lizados en estos años, no debe limitarse a este aspecto sino que
las metas más exigentes. En el caso de El Teniente (CODELCO), por
debería recogerlos todos.
ejemplo, esto implica la conversión de sus sistemas de combustión, que
serán completamente alimentados con gas natural. En el caso de
Chuquicamata, exige el traslado del campamento minero a una distan-
cia de las chimeneas segura para su salud.
El período de consolidación, 1997-2003
83
Una revisión pormenorizada de los cambios técnicos que han hecho
posible esta reducción de las emisiones en Sánchez y Castro (2002);
Transcurridos ya más de diez años desde que se iniciara el pro-
Lagos, Lehuedé y Andía (2001), y Álvarez (2002). ceso de conformación de un marco de regulación ambiental

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La insustentabilidad del boom minero chileno

Gráfico Nº 9
Gráfico Nº9 [...] instrumento de política ambiental que, sobre la base
Producción
Producciónde Cobre
de Cobre (Blister
(Blister más Refinado)
más Refinado) y
y Emisiones
de un convenio celebrado entre la industria y la autoridad
Emisiones dede Dióxido
Dióxido de Azufre
de Azufre
3.000 pública competente, o sobre la base de una declaración
unilateral de la industria, persigue lograr objetivos am-
2.500
bientales concretos.85

En miles de Toneladas
En
mile 2.000
s de
Ton Estos acuerdos entre la autoridad (el ejecutivo, más los
elad 1.500 organismos sectoriales), las empresas y otros actores involucra-
as
1.000 dos, entre los que no se cuentan las asociaciones de base ni los
Dióxido de azufre
Cobre Blister y Refinado
afectados, tienen carácter voluntario, pero incorporan un siste-
500
ma de monitoreo y control. Así, estas iniciativas vendrían a
0 promover la adopción y aplicación de medidas eficaces que se
1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 anticipan a la legislación. El objetivo explícito de este tipo de
Fuente: Conama
Fuente: Conama 2 aproximados)
(Datos SO 2 y
aproximados) y Cochilco, 2001. acuerdos es:
(Datos SO Cochilco, 2001.

Generar y consolidar una masa crítica de actores públicos


para la actividad minera, no cabe duda de que éste se encuen- y privados que produzcan en forma limpia y promuevan
tra ampliamente aceptado. En la actualidad, no hay ningún el uso de esta estrategia, con el fin de minimizar la conta-
actor que ponga en duda la necesidad de que este marco exista minación y aumentar la competitividad de las empresas.86
y se respete. Ahora bien, la legislación ambiental desarrollada
hasta 1997 estableció compromisos genéricos. A partir de en- En noviembre del año 2000, fue firmado el «Acuerdo
tonces, ha sido necesario fijar con exactitud los valores y Marco de Producción Limpia, Sector Gran Minería», entre el
estándares de calidad, tarea a la cual la CONAMA ha estado gobierno (con todas su reparticiones y oficinas involucradas) y
dedicada durante los últimos años. Como resultado de ese tra- las empresas afiliadas al Consejo Minero (16 empresas) cuyo
bajo, durante 1998 se dictó la norma definitiva que regula las objetivo era:
emisiones de anhídrido sulfuroso y arsénico,84 que son las dos
sustancias contaminantes típicas de las fundiciones de cobre. [...] aplicar una estrategia ambiental preventiva en los pro-
Con estas normas se puede considerar que la regulación está cesos, productos, servicios y organización del trabajo, re-
completa en cuanto a este problema. Respecto de la larga lista lacionados con la empresa, para aumentar su eficiencia y
de problemas ambientales que suscitan las actividades mineras, competitividad, previniendo la generación de residuos en
respecto de los cuales no se han establecido ni estándares ni la fuente y reduciendo el riesgo sobre la población y el
planes vinculantes, se abre una gran interrogante. El cuadro medio ambiente.87
Nº 4 da cuenta del contraste que existe entre los aspectos para
los que existen marcos normativos claros y los que permanecen
en «tierra de nadie». 84
Decreto Supremo Nº59 y Decreto Supremo Nº165, ambos de 1998.
85
«Acuerdos de Producción Limpia: Conceptos y Alcances», Comité
Respecto del conjunto de problemas ambientales de la
Público-Privado de Producción Limpia, noviembre de 1998.
minería, sobre los cuales aún no hay una legislación específica 86
«Chile: país que produce limpio. Política nacional de fomento a la pro-
la solución de los mismos se ha encausado por otra vía: el acuer- ducción limpia, 2001-2005», Consejo Nacional de Producción Limpia, 7

do de caballeros, bautizados con el nombre de «acuerdos de de julio de 2001.


87
«Acuerdo Marco de Producción Limpia, Sector Gran Minería», Go-
producción limpia», que se definen como un: bierno de Chile, Ministerios de Economía, Minería y Energía, noviembre
de 2000.

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ESPECIAL: CONFLICTOS MINEROS

Cuadro Nº 4
Evolución de la regulación ambiental efectiva sobre las actividades mineras

Aspectos Regulados ç 1962-1990 1990-1997 1997-2003

Emisión de SO2

Emisión de material particulado

Emisión de arsénico

Contaminación de los suelos

Seguridad de los depósitos de relaves

Contaminación de agua

Abandono de faenas

Transporte de desechos peligrosos

Preservación del recurso agua

Depreciación del capital natural

Fuente: Elaboración propia

Ninguno Bajo o flexible Medio Estricto

88
Los temas de estos materiales son los siguientes: 1) Gestión de Resi- Al cabo de dos años de trabajo, el comité técnico creado al
duos Industriales Sólidos Mineros y Buenas Prácticas. 2) Gestión de efecto ofreció sus primeros resultados: cuatro Manuales Técnicos
Residuos Industriales Líquidos Mineros y Buenas Prácticas. 3) Guía
Metodológica sobre drenaje ácido en la industria minera. 4) Guía y dos Guías Metodológicas, que analizaban seis áreas críticas para
metodológica para el cierre de faenas mineras. 5) Uso eficiente de ener- el sector: la generación de aguas ácidas, el cierre y abandono de
gía en la industria minera y Buenas Prácticas. 6) Uso eficiente de aguas
en la industria minera y Buenas Prácticas.
faenas, el uso eficiente de la energía y del agua, y el manejo de los
89
En el proceso de la calcopirita (CuFeS2), por ejemplo, hay una prime- residuos industriales sólidos y líquidos. Estos materiales permiti-
ra fase de flotación, con la cual se obtiene concentrado de cobre, un rían, de acuerdo a la comisión, una gestión ambiental proactiva
producto cuyo contenido típico es: 30% de cobre, 34% de azufre, 27%
de hierro y un 8% de agua, más el desecho del proceso que son los de parte de las empresas mineras, y al mismo tiempo, proporcio-
relaves. A continuación, los concentrados son sometidos a procesos naría los elementos técnicos que facilitarán la labor de fiscalización
pirometalúrgicos (fundición y conversión), gracias a los cuales se obtie-
ne cobre blister (99% de cobre fino) y, como desechos del proceso, se
a los organismos públicos.88 Los resultados sociales y ambientales
libera el azufre en forma de SO2 y se obtiene un residuo de escorias. de estos «acuerdos de caballeros» aún no podemos conocerlos.
Finalmente, el cobre blister es refinado a fuego para obtener ánodos de
cobre (99,5% de cobre fino), y luego vuelto a refinar, por electro-refina-
ción, para conseguir cátodos de 99,99% de cobre fino. Todos los mine-
Sistemas tecnológicos y calidad ambiental
rales sulfurados, como la calcopirita (que es el mineral más abundante),
son sometidos al mismo tratamiento. Los procesos tradicionales a los
que son sometidos a minerales oxidados son levemente diferentes, y de
Los impactos y problemas ambientales derivados de las opera-
ellos también se obtienen cátodos de 99,99% de ley de cobre. ciones de beneficio del cobre varían mucho de un proyecto a

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La insustentabilidad del boom minero chileno

otro, dependiendo, en primer lugar, del tipo de mineral a pro- en cambio, los productos de nuevas tecnologías, los llamados
cesar (sulfuros u óxidos de cobre) de cuál sea el grado de trata- «Cátodos SX-EW»90 representan hoy once veces más que en
miento metalúrgico a los que sea sometido dicho mineral (que 1991 y comprenden el 51,5% de la producción de cobre refi-
puede ser depurado hasta conseguir entre un 30% y un 99,99% nado.91 La importancia de este cambio radica en que en la
de cobre fino), y del tipo de tecnología empleada (flotación, producción de estos Cátodos SX-EW se consume hasta una
lixiviación, biolixiviación, fundición a mata, extracción por sol- cuarta parte de agua que lo consumen los procesos tradiciona-
ventes, electrobtención, etc.), pues las hay más y menos conta- les, y se emite un volumen de gases contaminantes considera-
minantes, y más o menos intensivas en uso de otros recursos y blemente menor, pues se salta el proceso de fundición.92
de energía.89 Un buen ejemplo de la importancia de variable tecnológi-
El boom minero también ha acarreado cambios impor- ca en la estimación del impacto ambiental del boom de la mi-
tantes en este sentido. En la actualidad, sólo el 53% del total nería del cobre es el caso del proyecto minero «El Abra» (pro-
de cobre extraído en Chile es refinado, es decir, procesado por piedad de Phelps Dodge Corp. y CODELCO), en operacio-
completo, el resto sólo llega a la fase pirometalúrgica (fundi- nes desde 1996. Esta planta tiene un sistema de producción en
ción a mata y conversión) o a la fase anterior de concentración. circuito cerrado, con el cual asegura conseguir un nivel cero de
La expansión producida durante los últimos 20 años, en contaminación.93 Otro ejemplo lo constituye el proyecto «Que-
términos absolutos, no ha afectado al cobre blister, que es el brada Blanca» (propiedad de Aur Resources, Canadá y Socie-
producto del proceso de fundición a mata, sino a los refinados dad Minera Pudahuel, en operaciones desde 1994), que, al igual
y graneles (concentrados y otros productos), y en términos re- que «El Abra», figura entre las principales empresas mineras del
lativos, sobre todo a los graneles, que corresponden al tipo de país, y que obtiene el metal mediante biolixiviación, tecnolo-
producto que menos generación de residuos supone —y tam- gía que, a diferencia de los procesos de concentración y
bién al que menor valor añadido genera— (ver gráfico Nº 10).
Entre los productos refinados, por su parte, los productos de
89
En el proceso de la calcopirita (CuFeS2), por ejemplo, hay una prime-
procesos tradicionales (cátodos electrolíticos y cátodos refina- ra fase de flotación, con la cual se obtiene concentrado de cobre, un
dos a fuego) representan sólo un 20% más que hace diez años, producto cuyo contenido típico es: 30% de cobre, 34% de azufre, 27%
de hierro y un 8% de agua, más el desecho del proceso que son los
relaves. A continuación, los concentrados son sometidos a procesos
pirometalúrgicos (fundición y conversión), gracias a los cuales se obtie-
Gráfico Nº
Gráfico Nº10
10 ne cobre blister (99% de cobre fino) y, como desechos del proceso, se
Producción
Producciónchilena decobre
chilena de cobrepor
por libera el azufre en forma de SO2 y se obtiene un residuo de escorias.
tipo
tipode
deproducto, 1980-2000
producto, 1980-2000. Finalmente, el cobre blister es refinado a fuego para obtener ánodos de
cobre (99,5% de cobre fino), y luego vuelto a refinar, por electro-refina-
5.000
ción, para conseguir cátodos de 99,99% de cobre fino. Todos los mine-
4.500 Graneles
rales sulfurados, como la calcopirita (que es el mineral más abundante),
4.000 Blister
Miles de TM de Cobre fino

Mile son sometidos al mismo tratamiento. Los procesos tradicionales a los


s de 3.500 Refinado que son sometidos a minerales oxidados son levemente diferentes, y de
TM
de 3.000 ellos también se obtienen cátodos de 99,99% de ley de cobre.
Cob 2.500
90
Siglas del inglés solvent extraction- electro winning (extracción por
re
2.000 solventes-electro obtención).
fino
91
En 1991, Chile producía el 16,6% de este tipo de producto, en la ac-
1.500
tualidad, el 58.8% de Cátodos SX-EW salen de Chile. En el mismo pe-
1.000
ríodo, la producción mundial de Cátodos SX-EW se ha multiplicado por
500
tres. (Fuente: COCHILCO, 2001).
0 92
Figueroa et al (1996), p. 80.
1980 1983 1986 1989 1992 1995 1998 93
«Esta mina no contamina nada», El Mercurio, Revista Siglo XXI, 05/
Fuente:
Fuente: Cochilco, 2001. 10/1995, Santiago, p. 15. Como veremos enseguida, en la práctica, esta
Cochilco, 2001. buena intención no se ha concretado al pie de la letra.

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ESPECIAL: CONFLICTOS MINEROS

lixiviación tradicionales, no genera relaves, y que tiene un bajo cobre. Los incidentes de daño ambiental se siguen suscitando
consumo de energía y de agua.94 constantemente.
La mina de cobre El Abra, en diciembre de 1997, sufrió
un derrame de ácido sulfúrico en su planta de lixiviación que
Los fallos de la gestión ambiental en el sector
contaminó el río Loa.96 En abril de 2002 el incidente se repi-
minero, 1997-2002
tió, pero con mayor gravedad: se derramaron cinco mil metros
Si bien es cierto que el sector minero ha protagonizado un cúbicos de esta sustancia. En agosto del mismo año, la empre-
proceso de modernización ambiental efectivo y que, compara- sa sufrió el derrame de una solución de refino.97 Como conse-
tivamente, sus avances han sido mayores que los conseguidos cuencia de estas infracciones, la compañía fue multada con un
en otros sectores (como la industria forestal, los transportes y poco más de 80 mil US$, en agosto de 2002.98
la agroindustria),95 los hechos indican que tanto el marco nor- En octubre de 1997, a consecuencia de seísmo, varios tran-
mativo, como la aplicación del mismo, es decir, la política am- ques de relaves ubicados en la proximidades de la localidad de
biental efectiva, al igual que el desempeño ambiental de las Illapel y cuenca del río Elqui sufrieron derrumbes de impor-
empresas (tanto privadas como públicas), ya sea por falta de tancia, que causaron gran alarma a la población al contaminar
fiscalización o de incentivos, no ha sido suficiente para resolver las aguas de varios ríos y esteros.99
definitivamente los problemas ambientales de la minería del En agosto de 1999, un derrame de relaves desde una planta
de concentración de la empresa Cobrex SA. contaminó el em-
balse de agua Lautaro, cerca de Copiapó.100 La misma empresa
94
La «oxidación bacteriana» es un proceso que ocurre naturalmente, de
ha contaminado con sus relaves en reiteradas ocasiones el río
hecho, es el responsable de la acidez del ‘agua de minas’. El fenómeno
era conocido desde la época de los romanos, pero no fue entendido ni
Elqui, lo cual le significó, a fines del 2002, la revocación de su
controlado hasta mediados del siglo XX, cuando se aisló la bacteria que permiso ambiental.101
tiene la propiedad de atacar y solubilizar el mineral (Thiobacillus En julio de 2002, la Compañía Minera Los Pelambres,
ferroxidans).
95
Para un análisis de la situación ambiental en distintos sectores véase
recibió una multa de 12 mil dólares por el vertido de concen-
CAPP (2000), Claude,(1997), Quiroga (1994) y trados de cobre, ocasionado por la ruptura del ducto a través
96
«Derrame de El Abra», Minería Chilena, Nº188, febrero de 1998, p. 42. del cual éstos son trasladados a 120 km. de distancia.102
97
«Nueva contingencia ambiental en El Abra», El Mercurio de
La Compañía Minera «Portezuelo», que opera una planta
Antofagasta, 06/08/2002, p. A4.
98
«Corema aplicó sanción a empresa minera», El Mercurio de de lixiviación en las cercanías de Illapel, fue objeto de una in-
Antofagasta, 15/08/2002, p. A3. vestigación sumaria y sanciones a raíz de dos incidentes de ver-
tido de residuos líquidos al estero Aucó, durante abril y junio
99
«Río Illapel contaminado por derrumbe de relaves», El Día, La Sere-
na, 17/10/1997, p. 13. «Estricta fiscalización del agua en la región», El
Día, La Serena, 24/10/1997, p. 11.
de 2002.103
100
«Contaminado embalse Lautaro por relaves», El Mercurio, Santiago, En noviembre de 2002, la fundición Altonorte, la única
11/08/1999, p. C4. planta de refinación levantada durante el boom (1993), de pro-
101
«Emergencias ambientales en el norte por derrames mineros», El
Mercurio, Santiago, 09/11/2002, p. C9; «Revocan resolución ambiental
piedad de la empresa canadiense Norada, fue sancionada con
de Minera Cobrex», Puntocoquimbo (Periódico electrónico), 20/12/2002. 18 mil dólares de multa por excederse en sus emisiones de an-
102
«$8.600.000 deberá pagar Los Pelambres por accidentes ambienta- hídrido sulfuroso.104
les», Áreaminera.com (Portal electrónico), 25/07/2002.
103
A principios de octubre de 2003, uno de los depósitos de
«Toman Medidas en situación de drenes en estero Aucó», La Voz del
Choapa, Illapel, 27/06/2002, p. 3. relaves de la mina Cerro Negro, una mediana empresa en acti-
104
«Confirman sanciones por daños ambientales», El Mercurio de vidad desde 1945, que ya había sufrido un accidente idéntico
Antofagasta, 15/11/2002, p. A6.
105
en 1965, sufrió una fractura, con el consiguiente derrame de
«Alerta por grave emergencia ambiental», El Mercurio de Valparaíso,
4/10/2003.
50 mil toneladas de lodos tóxicos que contaminaron los cursos
de agua de la localidad agraria de Guayacán.105

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La insustentabilidad del boom minero chileno

En el sector público, también se han reiterado estos pro- ricas anteriores. Al año 2001, por ejemplo, había 15 comuni-
blemas. En agosto de 1998, en la División Andina (CODEL- dades en conflicto con proyectos mineros.112 La explicación de
CO) escaparon concentrados de cobre hasta el Río Blanco.106 esto es que la mayor parte de las faenas de explotación se reali-
Y en junio del 2000, la misma división, sufrió un derrame de zan en zonas deshabitadas, con lo cual, los impactos ambienta-
5.280 metros cúbicos de relaves que contaminaron cursos de les que puedan tener alguna respuesta social se reducen a las
agua y ocasionaron la muerte del ganado de los agricultores actividades beneficio del mineral, que se desarrollan en zonas
vecinos en la quebrada El Maitén.107 A principios de 1998, la pobladas (de hecho, la norma de emisiones se ajusta a la proxi-
mina El Teniente (CODELCO), se derramaron al río Coya midad de la población). En segundo lugar, y como ya hemos
mil toneladas de concentrado de cobre durante catorce días.108 destacado, la política ambiental impide que los nuevos proyec-
En agosto de 2001, esta misma división de CODELCO derra- tos (a diferencia de lo que ocurría en el pasado) tengan proce-
mó 26.000 litros de ácido sulfúrico al mismo río. Según ha sos que provoquen daños sobre el medio ambiente de manera
reconocido la propia empresa pública, en el período 1994-1999, ostensible y permanente, con lo cual, los episodios de conta-
se contabilizaron trece ‘infracciones ambientales’ (incumplimien- minación son sucesos relativamente esporádicos y accidentales
to de las normas) y 45 el año 2001.109 En febrero de 2002, y, por lo tanto, la resiliencia social frente a los mismos, más
una fuga de anhídrido sulfuroso intoxicó a 33 trabajadores en larga. En tercer lugar, las empresas (privadas y públicas) co-
El Teniente. Más recientemente, en noviembre de 2002, en mienzan a implementar una política sistemática de «coopera-
dos oportunidades consecutivas, la rotura de cañerías provocó
el derrame de relaves en la división Chuquicamata que forma-
106
ron una laguna de tres kilómetros lineales que, según la empre- «Indignación ecologista por derrame», La Tercera, Santiago, 16/08/
1998, p. 3.
sa, «no provocaron daño ecológico alguno».110 107
«Derrame de relaves en División de CODELCO», El Mercurio, San-
Además de estos problemas que se producen directamen- tiago, 25/11/2000, p. C7.
te en las labores mineras, hay que considerar los daños am- 108
«Nuevo derrame de cobre en Caletones», El Rancaguino, Rancagua,
06/02/1998, p. 5. Por este incidente la compañía habría tenido que pa-
bientales que se generan por los accidentes de las operaciones gar una multa cuyo monto equivale al 3% de los excedentes de un solo
de transporte y embarque de sustancias peligrosas que son de- día de producción. «Multarán a CODELCO por vaciado de cobre», La
mandadas o generadas por las actividades mineras, tales como Época, 02/02/1998, p. 15. La multa máxima que la legislación permite en
estos casos es de US$ 29.000. En 1998 los excedentes (antes de im-
fugas o derrames por el volcado de camiones, cuya frecuencia
puestos) de CODELCO fueron de 355,3 millones de dólares.
se va acentuando en las regiones mineras durante los últimos 109
CODELCO: Reporte ambiental 1999: 36; 2001: 31. Por este concep-
años.111 to, el año 2001 la empresa pagó 125 mil dólares en multas.
110
«Emergencias ambientales en el norte por derrames mineros», El
Mercurio, Santiago, 09/11/2002, p. C9. «Emergencia por derrame tóxi-
co», El Mercurio de Antofagasta, 09/11/2002, p. A3.
LA RESPUESTA SOCIAL A LOS IMPACTOS 111
Este es un problema no menor. Sólo por las carreteras de la Segun-
AMBIENTALES DEL BOOM MINERO da Región se mueven anualmente, en promedio, un millón 440 mil tone-
ladas de ácido sulfúrico, un millón 322 mil toneladas de combustibles,
324 toneladas de nitratos y 3 mil 600 toneladas de explosivos. Por el
Hemos dicho que la legislación ambiental es incompleta y que, Puerto de Antofagasta pasan 75 mil toneladas de todo tipo de sustan-
por falta de fiscalización o disuasión, los incidentes de daño cias peligrosas. Se estima que diariamente circulan por la región 289
camiones con sustancias tóxicas. Los accidentes de este tipo tienen
ambiental se siguen produciendo permanentemente. Cabe pre-
lugar en un 44% en caminos y carreteras, 36% en plantas y empresas,
guntarse entonces, cómo ha reaccionado la sociedad civil fren- 12% en vías férreas y 8% en recintos portuarios. (Fuente: «Emergencia
te a esto. por derrame de ácido sulfúrico», El Mercurio de Antofagasta, 13/02/2003,

En el caso de los proyectos mineros implementados en p. A5).


112
Padilla (2002), p. 15. De acuerdo al Observatorio Latinoamericano de
Chile durante los últimos años, los conflictos de este tipo, si Conflictos Ambientales, el gobierno chileno habría reconocido la ocu-
bien, son mucho más abundantes que durante las etapas histó- rrencia de 60 conflictos al año 2000. Clark (2003: 20).

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ESPECIAL: CONFLICTOS MINEROS

ción» con su entorno social, que les garantiza la lealtad y com- to minero «Los Pelambres» contemplaba el procesamiento
prensión de éste frente a situaciones de este tipo, con lo cual, de concentrados de cobre en una planta vecina a la locali-
la propensión a reaccionar en contra de las compañías no es dad de pescadores de «Los Vilos». En principio, los habi-
espacialmente aguda.113 tantes se opusieron a la construcción de la planta por los
A pesar de esto, en estos años ha habido casos de riesgos de contaminación que implicaba para la bahía. Fi-
conflictividad ambiental en torno a las actividades mineras, que nalmente, la empresa firmó un «acuerdo de cooperación»
dan algunas luces respecto de las imperfecciones del sistema —en con la comunidad, la que declinó su oposición al proyecto.114
cuanto a los criterios vigentes para aprobar los proyectos, como a c) Pilas de lixiviación en Andacollo, cuarta región (1997-2002).
la fiscalización de los mismos— que merecen ser destacados. La empresa minera «Carmen de Andacollo», subsidiaria de
la firma canadiense «Aur Ressaurce Inc.», practica el trata-
a) Traslado de ácido sulfúrico desde la «Fundición Caletones» miento de sus minerales por el método de ‘lixiviación en
de «El Teniente» (CODELCO) al puerto de San Antonio pilas’ que consiste en regar con ácido sulfúrico el mineral
(1997-1998). Por la propia imposición de un plan de re- apilado. La planta se encuentra a menos de 200 metros de
ducción de emisiones de anhídrido sulfuroso, la empresa la localidad de Chepiquilla, cuyos pobladores han denun-
comenzó a capturar los gases en forma de ácido sulfúrico, ciado los problemas suscitados por la filtración y dispersión
que sería exportado por el puerto de San Antonio. Las co- de esta sustancia tóxica, y han llegado a presentar una de-
munidades emplazadas entre ambos puntos se opusieron a nuncia ante tribunales internacionales contra la autoridad
que éste fuera trasladado en camiones, por el riesgo que ambiental chilena que autorizó en 1995 el funcionamiento
ello implicaba, y obligaron a la empresa pública a implemen- de la planta con este sistema.115
tar un sistema más seguro (camino especial y estación de d) Terminal minero en Caleta Coloso (1990-1997). La com-
transferencia). pañía minera «La Escondida», en operaciones desde 1991,
b) Planta de tratamiento de concentrados de cobre en la loca- construyó una planta de secado y embarque de concentra-
lidad de «Los Vilos», cuarta región (1996-1998). El proyec- dos en la caleta Coloso. El traslado de los concentrados
húmedos se hace por medio de un ducto de 170 kilóme-
tros de longitud desde la mina hasta el litoral. Una vez ex-
113
Cabe señalar que la «política ambiental» que declaran las empresas
traída el agua, éstos se embarcan y el agua se descarga en el
privadas ha levantado algunas suspicacias entre los grupos
ambientalistas: es posible que ésta sea más bien una estrategia de mar- mar. Los habitantes y pescadores de la localidad protestaron
keting verde y no la sincera materialización de una convicción de res- por el polvillo que se liberaba en las maniobras de carga y
ponsabilidad ambiental. Por otra parte, les llama la atención que las
por el vertido de agua de desecho al mar. Finalmente, la
empresas estén haciendo esfuerzos para evitar los conflictos con las
comunidades vecinas a sus faenas, congraciándose con ellas, en lugar
empresa accedió a las demandas de los habitantes del lugar
de limitarse a reducir a cero sus impactos ambientales. De este modo, y modificó sus sistemas para solucionar estos problemas.116
han llamado la atención, por ejemplo, sobre el hecho que la Sociedad e) Tranque de relaves de la Minera «Los Pelambres» (2000-
Nacional de Minería (SONAMI) haya sugerido a las empresas que estu-
dian proyectos mineros, que tengan una temprana aproximación a las
2002). Esta compañía minera, en operaciones desde 1999,
comunidades afectadas y propietarios de terrenos sujetos a exploración, ha intensificado su producción de cobre, con el consiguiente
para adelantarse así a la presentación de conflictos ambientales. Véase incremento en la producción de relaves. Como consecuen-
Padilla (2000a), p. 12.
114
cia de ello, ha colmado prematuramente el tranque de relaves
Más antecedentes sobre el caso en Mayorga, 2000.
115
Más antecedentes sobre el caso en Corvalán, 1999. autorizado por la autoridad ambiental (Tranque «Los
116
Más antecedentes sobre el caso en Padilla, 2000; y VV.AA., 1997: 80- Quillayes»). A partir de diciembre de 2000, ha intentado
81. También en D. Arcos (Ed.) Minería del Cobre, Ecología y Ambiente conseguir la autorización para construir nuevos tranque de
Costero, Editora Aníbal Pinto S.A-Escondida, Chile, 1998.
117
Más antecedentes sobre el caso en sitio web del Observatorio Lati-
relaves, pero se ha encontrado con la oposición decidida de
noamericano de Conflictos Ambientales, OLCA. (http://www.relca.net/oca). las comunidades potencialmente afectadas.117

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La insustentabilidad del boom minero chileno

f) Tranque de relaves de la Minera ‘Las Juntas’ en Ovalle (2000- tas transformaciones, interpretadas en clave política, se expre-
2001). Esta empresa, que venía funcionando desde hace san en una redistribución del «poder minero», que ha sido
varios años, utilizaba un sistema de acopio de relaves muy gravitante en la definición (o redefinición) de las políticas so-
defectuoso, provocando constantes episodios de contami- bre el sector.
nación en el estero ‘San Miguel’. Las comunidades agríco- La lógica del proyecto expansionista, fraguado a comien-
las afectas iniciaron acciones ante las autoridades que termi- zos de los ochenta es que, ante el riesgo de una cercana
naron dándoles la razón y decretaron la clausura del tran- obsolescencia, había que intensificar la explotación del recurso
que de relaves colapsado. Finalmente, la empresa se declaró en el presente —hasta agotarlo si fuera necesario— y obtener
en quiebra y abandonó el establecimiento sin ningún plan con ello la mayor renta posible. Tal proyecto no podía ser asu-
de manejo de los desechos mineros.118 mido por las empresas públicas del cobre, con lo cual era im-
prescindible abrir la puerta a las compañías extranjeras intere-
Por otra parte, los conflictos ambientales ocurridos du- sadas en invertir en Chile. Para conseguir que ello ocurriera, la
rante los últimos doce años, vienen a demostrar que la defini- presión fiscal, la regulación ambiental y las demás reglas del
ción técnico-política de los estándares ambientales no siempre juego debían ser relativamente atractivas para estas empresas,
coincide con la definición social de los mismos, y que la regu- pero al mismo tiempo (y en condiciones de no discrimina-
lación ambiental aún tiene vacíos, es decir, que todavía hay ción), debían permitir la supervivencia de la empresa pública
aspectos no regulados taxativamente, tales como la disputa por (CODELCO), que en este modelo, viene a ser la única que
recursos/insumos a nivel local (agua o suelo) o los impactos genera ingresos sustantivos (e irrenunciables) para el fisco. El
indirectos y remotos que puedan generar los proyectos mine- proyecto ha tenido los resultados deseados: se extrae cobre en
ros. Estas cuestiones todavía están en el terreno de la acción volúmenes sin precedentes y CODELCO sigue siendo un pi-
colectiva. lar del ingreso fiscal.
Este ciclo de expansión ha coincidido —afortunadamen-
te— con la puesta en vigor de una incipiente política ambien-
SÍNTESIS Y CONCLUSIONES tal, (en sintonía con una tendencia en la minería metálica
mundial orientada al desarrollo de nuevas tecnologías, más efi-
La espectacular expansión de la producción minera ocurrida cientes y más limpias) que ha promovido cambios técnicos e
durante los últimos veinte años en Chile es el resultado de la institucionales que han impedido que el boom minero haya
combinación de dos factores: la excepcional dotación del sub- desembocado en una catástrofe ecológica de proporciones, y
suelo chileno y el aumento de la demanda mundial de cobre. que ha conseguido que los daños ambientales que se generan
Pero el factor decisivo que hizo posible el boom minero, fue la en la actualidad sean menos generalizados y queden menos
voluntad política de los últimos gobiernos del país que han impunes que en el pasado.
creado o mantenido un marco institucional favorable al desa- No obstante, la política ambiental sobre las actividades
rrollo de nuevos proyectos extractivos de gran escala. mineras tuvo que someterse a la política minera general, y, con-
El boom minero no sólo ha supuesto el incremento de forme a ella, ajustarse a ciertos requisitos: moderación, gradua-
los volúmenes de producción, también ha repercutido en una lismo y flexibilidad. Estos principios han primado, en primer
transformación del sector, en el que hoy, las empresas públicas lugar, con las propias empresas públicas, que pudieron hacer
representan una cuota muy reducida de la producción «chile- una modernización ambiental paulatina para cumplir con unos
na» del cobre, mientras la mayor parte de ésta es controlada estándares de calidad ambiental menos exigentes que los que
por manos privadas, y sobre todo, por los grandes consorcios
transnacionales del sector: BHP Billiton, Mitsubishi, Falcon-
bridge, Anglo-American, Placer Dome, Outokumpu, etc. Es- 118
Ibídem.

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ESPECIAL: CONFLICTOS MINEROS

existen en EE UU, Canadá o Japón. Aun así, como hemos BIBLIOGRAFÍA


visto, en diez años la fundición de Chuquicamata ha sido in-
capaz de reducir satisfactoriamente sus emisiones contaminan- AGUILAR, Ximena (2001), Cuantificación de los principales recursos
tes. En este caso, la autoridad tenía sólo dos opciones: obligar- minerales de Chile, 1985-2000, Banco central de Chile-
la a reducir su producción (en un 30% aproximadamente), SERNAGEOMIN, Santiago de Chile.
para reducir así el volumen de emisiones, o ampliar el plazo de ÁLVAREZ CAMPILLAY, Verónica (2002), «Hacia indicadores de desa-
incumplimiento de la norma; naturalmente, optó por lo se- rrollo sustentable para el sector minero (1ª etapa)», en Ro-
gundo. Con el sector privado ha ocurrido algo similar. Cuan- berto Villas Bôas y Christian Beinhoff (eds.), Indicadores de
do la empresa canadiense Norada fue sancionada (en noviem- Sostenibilidad para la Industria Extractiva Mineral, pp. 297-
bre de 2002) por incumplir la norma de emisión de SO2, en 312, CYTED/IMAAC/UNIDO, Carajás, Brasil.
lugar de corregir sus procesos y reforzar sus medidas de con- BARBARD, Fred (1999), «Metal-mining royalties around the world»,
trol, aseguró que el origen del problema era meteorológico y Subcommittee on Ennergy & Mineral Resources, U.S. House
no técnico, y que, por lo tanto, lo que correspondía hacer era of Representatives, Golden, Colorado.
«revisar la norma».119 La política ambiental minera está supe- BLANCO, Hernán; Valeria TORRES; Beatriz BUSTOS; Christina
ditada a un interés superior: dar buen cobijo a las inversiones ECHAVARRÍA y Gustavo LAGOS (2001), «La minería y el desa-
extranjeras y permitir que las empresas públicas les sigan el paso. rrollo sustentable en Chile. ¿Qué piensan los diversos acto-
La actitud general que ha definido el gobierno es la de: «pro- res?», en Ambiente y Desarrollo, vol. XVII (4), pp. 1-17, San-
mover y apoyar herramientas a partir de procesos de autorre- tiago de Chile.
gulación de la industria y propuestas de compromisos voluntarios BORREGAARD, Nicola y Annie DUFEY (2002), Environmental effects
entre las empresas, la comunidad y el Estado», es decir, cuidarse of foreign investment versus domestic investment in the
de no ahogar ni ahuyentar la inversión con malos modales y pro- mining sector in Latin-america, OECD Global Forum on
curar, al mismo tiempo, desmovilizar a las comunidades afectadas International Investment, Conference on Foreign Direct
por los daños ambientales que provoca la minería.120 Investment and the Environment. Lessons to be Learned from
La apuesta chilena fue arriesgada, quizá innecesariamente the Mining Sector, París, Francia 7-8 febrero de 2002.
radical, pero a la hora de resumir, por lo menos en sus objeti- BORREGAARD, Nicola; Giulio VOLPI; Hernán BLANCO; Françoise
vos de corto plazo, ha sido exitosa. Las reglas del juego ya es- WAUTIEZ y Andrea Matte-Baker (1999), Environmental
tán definidas y sería políticamente muy improbable que éstas Impacts of Trade Liberalization and Policies for the Sustainable
sean modificadas desde arriba. Sólo queda esperar que la socie- Management of Natural Resources. A Case Study on Chile’s
dad civil pueda implicarse e introducir correcciones en el es- Mining Sector, Naciones Unidas, Nueva York/Ginebra.
quema vigente, para ampliar la cobertura de la política minera BRAUN, Juan et al (2000), Economía chilena 1810-1995: estadísticas
hacia los aspectos sociales y ambientales que aún están poster- históricas, Instituto de Economía, Pontificia Universidad Ca-
gados, y conseguir así una minería realmente sustentable. tólica de Chile, Santiago de Chile.
CAPP (2000), Estado del Medio Ambiente en Chile, Centro de
Barcelona, octubre de 2003 Análisis de Políticas Públicas, Universidad de Chile.
CAPUTO LEIVA, Orlando (1996), «La sobreproducción mundial de
cobre creada por Chile. Su impacto en la economía nacio-
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26-4.p65 49 07/01/04, 12:30


CIENTÍFICOS POR EL MEDIO AMBIENTE (CiMA)
Recientemente se ha creado la asociación independiente científicos por el medio ambiente (CiMA), integrada por científi-
cos procedentes de diversas disciplinas de las ciencias sociales y naturales.
El objetivo de esta asociación es la protección del medio ambiente y la diversidad biológica y cultural, así como la
promoción de la salud pública y la sustentabilidad.
Desde hace muchos años se viene reivindicando desde diversos organismos, la importancia de poder realizar consultas a
científicos y técnicos especialistas en diferentes ámbitos medioambientales, con un pensamiento independiente y crítico.
Es de todos conocida la falta de opiniones críticas en cuestiones medioambientales. Algunas asociaciones o sencillamente
grupos de ciudadanos preocupados por estos temas, se encuentran con la dificultad de poder contactar con especialistas que
quieran o puedan dar opiniones críticas a determinadas cuestiones relacionadas con el medio ambiente. A la vez, se acusa de
poco rigor científico a aquellos grupos de ciudadanos que se atreven a cuestionar algunas actuaciones por parte de la adminis-
tración, alegando alternativas menos agresivas con el entorno.
Algunos científicos, conscientes de su papel al servicio de la sociedad, han presentado denuncias o han intervenido en
debates o juicios contra agresiones medioambientales, aunque a menudo han tenido que hacerlo en nombre propio, cosa que
en algunas ocasiones ha provocado represalias por parte de organismos oficiales o del entorno laboral al que pertenecen.
CiMA nace con la finalidad de agrupar a estos científicos y dar un entorno de acogida, debate y discusión.
Los fines de esta asociación podrían englobarse a grandes rasgos en:

Dar una visión alternativa i crítica a los problemas medioambientales.


Nos encontramos envueltos de problemas eco-sociales que piden ser tratados de manera crítica pero a la vez experta. Hay
otras respuestas al «no pasa nada» al que estamos acostumbrados en casos como el del Prestige y Doñana, u otros casos de
contaminación de alimentos, productos farmacéuticos o pequeñas fugas locales de contaminantes que afectan a una pequeña
parte de la población. A la vez también existen otros científicos expertos que pueden opinar de manera libre e independiente.
Otro fin de la asociación es la influencia en la toma de decisiones, considerando siempre los intereses de los más débiles,
que son a menudo los que sufren las consecuencias más graves. Teniendo en cuenta no solamente a los menos favorecidos
dentro de nuestro entorno, sino también a los habitantes de otros países, que además de ver mermada y explotada su riqueza
natural, sin ningún beneficio a cambio, sufren los resultados de la degradación ambiental causada por esta expoliación.
Planteamos esta visión alternativa de los problemas medioambientales junto con un compromiso social.

La difusión de la información
Se pretende crear un marco común de debate, reflexión y comunicación que se traslade a la sociedad, contribuyendo a
mejorar su nivel científico. Algunas medidas podrían ser el redireccionamiento a lugares donde existe esta información, o la
publicación de artículos en revistas de divulgación.
La difusión del principio de precaución en todos los ámbitos también constituye uno de los fines que persigue la asocia-
ción. Conocer el riesgo que comportan ciertas substancias es imprescindible para poder intentar evitar su presencia en nuestro
entorno. La información es un derecho de cualquier ciudadano y por tanto es un deber que ésta pueda ser asequible a cual-
quier persona interesada. El secretismo que continúan albergando algunos datos científicos, debería ser substituido por una
información transparente e inteligible.
Es importante substituir la figura intocable del científico que tiene la información y habla desde su supuesta «neutralidad»,
y acercarse a la sociedad mediante un lenguaje asequible y modesto.
La dispersión de opiniones frente a conclusiones extraídas de unos mismos datos empíricos, no deja de ser una buena
herramienta para un debate social enriquecedor.

Las implicaciones en el campo de la Ciencia y la Tecnología.


La reorientación de la investigación científico-técnica a problemas eco-sociales graves, aunque no representen un ámbito
de interés económico, es una de las líneas de interés planteada. Asimismo la transparencia de los mecanismos de participación
y la independencia del sistema de Ciencia y Tecnología, dejando los intereses privados aparte, merece una atención especial.
Considerar la calidad y el rigor científico en este campo es otro de los fines de CiMA.
CiMA se ofrece como una respuesta a la demanda de científicos alternativos al servicio de la sociedad.

Núria Ferrer
Científicos por el Medio Ambiente
http://axtom.modwest.com/cima/index.htm

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LA INSUSTENTABILIDAD DE LA INDUSTRIA DEL
COBRE EN CHILE: LOS HORNOS Y LOS BOSQUES
DURANTE EL SIGLO XIX.
Mauricio Folchi Donoso*

«La explotación de las minas tomó proporciones


colosales, los hornos de fundición cubrieron el territorio
que se extiende desde el Maipo a Copiapó, y Chile, que
había vivido en la creencia de que los bosques eran
inagotables, supo un día con asombro, que ya no le
quedaban más que restos escasos de aquel tesoro
inmenso»
Rafael Larraín Moxó, 18721

PRÓLOGO
La apreciable aridez y la pobreza del tapiz vegetal, probablemente sean las características
más distintivas del paisaje de la región genéricamente denominada Norte Chico, comprendida
desde el valle de Copiapó hasta el cordón de Chacabuco. ¿Existe alguna relación entre este
paisaje y el devenir histórico de la región?
Tanto en el ámbito de la historiografía minera, como en el de la historia ambiental,
incluso en algún manual de Historia, circula una especie de “rumor” según el cual, durante el
siglo XIX se habría producido en esta región un proceso sostenido de deterioro de la cubierta
vegetacional como consecuencia del desarrollo de la industria del cobre, la que habría
consumido enormes cantidades de leña en los hornos de fundición. Algunos de estos trabajos
son los de Bahre, (1979: 43), Vayssiere, (1982: 59-61), Gligo y Morello (1981: 142),
Fuentes (1994: 194), Barros (1986: 60) y Silva (1979: 480). Desgraciadamente, en todos
ellos, dicha afirmación se hace con bastante ligereza, casi como un dato ornamental, obtenido
conjeturalmente, sin detenerse a fundamentar tal juicio, con lo cual éste pierde crédito. El
único trabajo que profundiza más sobre el punto —pero que tampoco alcanza a ser un estudio
historiográficamente concluyente— es el de Pedro Cunill, (1975: 59-74).

*
El autor es Licenciado en Historia, Magister en Estudios Latinoamericanos(c). Se desempeña como
académico del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile, en área de Historia Ecológica. El
autor quiere manifestar su agradecimiento a Elena Reyes, Juan Pablo Iglesias y Adolfo Sandoval por su
desinteresada colaboración. Cualquier comentario que este artículo provoque será bien recibido en el e-mail:
maurofolchi@hotmail.com
1
Citado por Elizalde Mac Clure: La sobrevivencia de Chile. La conservación de sus recursos naturales
renovables, Ministerio de Agricultura, Dirección general de producción agraria y pesquera, Santiago de Chile,
1958, pág. 14.

Revista Mapocho Nº 49: 149-175, 2001.


© DIBAM · ISSN: 0716-2510 · Santiago de Chile.
MAPOCHO

Mientras esta versión de la historia material de la región centro-norte del país ha


llegado ser parte de la memoria colectiva de la gente que está más cerca del discurso
ambiental, al mismo tiempo, ha sido categóricamente rechazada por quienes se ubican en el
discurso desarrollista neo-liberal (empeñados en convencer que los “reparos ambientales” son
un obstáculo para el Desarrollo). Entre quienes se hacen cargo de esta segunda opinión está,
por ejemplo, el empresario Guillermo Güell, ex-presidente de la CORMA (Corporación de la
Madera), quien respecto de este debate histórico ha sostenido lo siguiente:
«Coquimbo está situado en un lugar semiárido y será siempre semiárido[...]. No
se puede aseverar científicamente que Coquimbo y sus alrededores hayan estado
cubiertos por bosques porque esto no es así. No es efectivo. Coquimbo es un
sector semidesértico hoy día y lo fue hace miles de años[...] Las descripciones
de esa época [... que hablan de vegetación] se refieren a lugares específicos
aislados que no son generalidades. Muchas veces gente muy culta de este país,
políticos connotados, han ocupado otro ejemplo. A raíz del nombre de Copiapó,
que fue San Francisco de la Selva, se ha dicho que antiguamente eso era un
vergel y nunca fue así [...]. Yo discrepo en que el Norte Chico haya sido un
vergel»2

Reconstruir con exactitud cuál era el paisaje original de esta región, calcular la
biomasa total de los distintos tipos forestales que alguna vez existieron, determinar el
funcionamiento primitivo de los diversos ecosistemas de la región, para luego cuantificar con
precisión el ritmo e intensidad del impacto que tuvo la actividad minera sobre él, es una tarea
que aún no se lleva a cabo, y que requerirá de los afanes concertados de distintos especialistas
y de la utilización de metodologías complejas.
No obstante, con la documentación disponible, se pueden verificar históricamente
varios hechos significativos. Primero, la presencia de formaciones vegetacionales en
distintos puntos de la región que ahora, simplemente, ya no existen. Segundo, el desarrollo
exponencial de la industria del cobre en Chile durante gran parte del siglo XIX, tanto en sus
faenas de extracción del mineral como de su procesamiento por medio de fundición (con el
consiguiente incremento en la utilización de combustible). Tercero, que paralelamente al
desarrollo de la actividad metalúrgica de beneficio del cobre se produjo una disminución
sostenida de la disponibilidad de combustible (leña) en toda la región minera, lo cual
evidenciaría, finalmente, el empobrecimiento progresivo de la cubierta vegetacional de la
región a causa de dicha actividad. Cuarto, que varios miembros de la intelectualidad chilena
del siglo XIX advirtieron este fenómeno, lo denunciaron y trataron de impulsar medidas para
contenerlo.
El presente trabajo trata de reconstruir históricamente el desarrollo de la industria del
cobre durante el siglo XIX y muy especialmente, las labores de beneficio del mineral.
Siguiendo atentamente los cuatro problemas enunciados antes, se intenta fundamentar
historiográficamente, la relación causal entre la actividad de beneficio vinculada a la industria
del cobre y el deterioro de la cubierta vegetacional originaria en dicha región.

2
Entrevista de Marcelo Mendoza, en: Todos queríamos ser verdes, Planeta, Santiago de Chile, 1994.
pág. 61.

150
CIENCIAS SOCIALES

I. LA INDUSTRIA DEL COBRE


DURANTE EL SIGLO XIX EN LA REGIÓN MINERA 3

A lo largo de toda nuestra historia, el territorio nacional ha mostrado una vocación


natural para proveer de minerales a sus habitantes. Los conquistadores españoles encargados
de “correr la tierra” le aseguraban al Rey que el territorio entero estaba regado de depósitos
minerales diversos: «son comunísimas las minas de todos metales, de suerte que no parece
sino que toda la tierra se compone enteramente de mineral»4. Y durante la República, los
hombres que asumieron la causa del “engrandecimiento material” del país, no dejaron de
subrayar la relevancia de la minería: «la industria minera es a la vez el consumidor más
importante de los productos de la agricultura i el manantial de la esportación»5.
Consecuentemente, la historia de la zona centro-norte del país está definitivamente marcada,
desde la Conquista, durante la Colonia y durante gran parte del siglo XIX, por el desarrollo y
diseminación de las faenas mineras, en particular las vinculadas al cobre.

a) Antecedentes coloniales de la industria del cobre

Durante la administración española, la actividad minera gozó en nuestro país, como


en el resto de América hispana, un claro régimen de privilegio respecto de otras actividades.
Para el monarca español, la minería era «la primera fuente de donde procede el
derecho y la felicidad de mis vasallos, la conservación y aumento de mi erario… »6.
De acuerdo a estos principios, la minería se vio beneficiada por un conjunto de
medidas de amparo y fomento, y llegado el momento, los mineros chilenos, al igual que los
mineros de Nueva España, se hicieron depositarios: «de todas las mercedes i privilegios
dispensados a los mineros de Castilla i los del Perú»7.
En los primeros años, la industria minera en Chile estuvo abocada a los metales
preciosos; el oro y la plata, pero paulatinamente también al cobre, que se aprovechó para
satisfacer la demanda de utensilios domésticos, de campanas, cañones y otras piezas de
artillería fabricadas en Perú o en la Metrópoli. El territorio chileno parecía especialmente
favorable para la explotación del cobre, que no era un metal intrínsecamente codiciable, pero

3
La actividad minera de explotación del cobre se desarrolló en el período histórico que nos interesa
(siglo XVIII hasta 1875) fundamentalmente entre Copiapó y el valle de Aconcagua. Toda esa región conformaba
una unidad, cultural y económicamente homogénea, claramente distinta a la región que se extendía desde Santiago
hasta la frontera sur, donde la principal actividad económica era la agricultura y la hacienda constituía la entidad
socioeconómica preponderante. Por el contrario, en la región que podríamos denominar “Norte Histórico”, la
principal actividad era la minería, lo cual dio origen a una organización social, económica y cultural
marcadamente diferente.
4
Antonio de Ulloa Gacetero Americano, citado por Molina, Compendio de la Historia Natural de
Chile, pág. 356.
5
Pissis, Amado: “Consideraciones sobre el estado actual de la industria minera en Chile”, en Revista de
Ciencias i Letras, Tomo I, Nº1, Santiago, 1857, pág. 589.
6
Reales ordenanzas para la dirección rejimen i gobierno del importante cuerpo de la minería de Nueva
España, Título XIX, artículo 1º, en: Ezquerra del Bayo, Elementos de laboreo de minas, pág. 487.
7
Ib idem.

151
MAPOCHO

muy abundante y de fácil extracción. Tanto es así, que se llegó a creer que en algunos cerros
el cobre ‘brotaba’ todos los días, como en una vertiente:
«Los indios llaman a uno de estos cerros, Payen, es decir, cobre [...] Se ven
algunas piedras con parte de cobre bien formado i otra de cobre imperfecto; lo
que quiere decir que en ese lugar la tierra es creadora, es decir, que el cobre se
forma allí todos los días» 8

En estas condiciones de amparo y abundancia, se desarrolló en Chile la industria del


cobre durante el período de la administración española. A fines del siglo XVIII se hablaba de
la existencia de “mil labores” entre Copiapó y Coquimbo9, no todas en funcionamiento pues
la práctica era trabajar sólo las de mayor ganancia. Solamente se explotaban aquellas «en que
el propietario encuentra en cada cajón la mitad por lo menos de cobre puro, porque de otra
manera creen que pierden su trabajo»10.
El marco legislativo que regulaba las actividades mineras en el Imperio Español
establecía que la propiedad plena de las minas recaía en el Estado, pero admitía que la
posesión de las mismas estaba abierta a cualquier individuo. Bastaba entonces, que se hiciera
la solicitud de la veta descubierta ante la autoridad, siempre solícita, para iniciar los trabajos.
El método de extracción de los minerales de cobre era muy rudimentario. Rara vez se iba
más allá de la superficie y se hacía en completa ignorancia de las leyes geológicas de
mineralización. Se hacía simplemente a “tajo abierto”, «como quien cava un pozo o ahonda
blanda zanja en ancha vega arrojando a ambos lados del herido la tierra, los guijarros i el lodo
[...] de suerte que el beneficio de cobre no era una industria sino una devastación»11.
Como es lógico, el mineral extraído debía ser purificado antes de su comercialización.
Con ese propósito, los españoles fabricaban unos hornos (conocidos como “hornos de
manga”) en forma de cúpula con una bóveda interior y una ventana en la parte superior que
servía para introducir el mineral y la leña. La operación de beneficio se iniciaba con el
“caldeo” del horno durante algunos días. Paralelamente, se seleccionaba la parte del mineral
acopiado que sería beneficiado para reducirlo mediante golpes de martillo al menor tamaño
posible. A continuación, se iban depositando alternadamente al interior del horno capas de
leña y mineral hasta llegar al nivel de la ventana. Para avivar el fuego se inyectaba aire
mediante unos enormes fuelles accionados a mano o con la fuerza de un canal de agua, que se
conectaban al horno a través de una manga (de ahí viene el nombre del horno). Cuando el
metal ya estaba bien líquido se abría un agujero inferior por donde éste salía “como un
torrente de fuego” al molde que estaba preparado. Esta operación se mantenía durante días,
hasta que toda la carga de mineral hubiera sido fundida. 12

8
Fuente: Frezier, Relación del viaje por el mar del sur a las costas de Chile y Perú (1716), pág. 54-55.
9
Gomez de Vidaurre, Historia geográfica, natural y civil del reino de Chile, pág. 200; también Molina,
op. cit., pág. 357.
10
Compendio de la historia jeográfica, natural y civil de Chile (Anónimo), Bolonia, Italia, 1776. En
Colección de Historiadores de Chile, Tomo XI, 1878, pág. 237.
11
Vicuña Mackenna, El libro del cobre y del carbón piedra, pág. 84-85.
12
Molina, op cit, págs. 358-359 y Gomez de Vidaurre, op cit, pág 201. También se describe el proceso
en Morales, Historia del Huasco, pág. 209-210.

152
CIENCIAS SOCIALES

¿Cómo se las arreglaban los mineros y fundidores para proveerse de combustible?


Sencillamente, haciendo uso del régimen de privilegio que les brindaba la administración
colonial. La ordenanza de minas indicaba expresamente que:
«Los montes [bosques] i selvas próximas a las minas deben servir para
proveerlas de madera con destino a sus máquinas, i de leña i carbón para el
beneficio de sus metales; entendiéndose lo mismo con las que sean propias de
particulares»13.

Así, a través del sencillo mecanismo del denuncio (solicitud de disfrute), los mineros
y fundidores podían apropiarse de las leñas, siendo imposible para los propietarios de los
terrenos donde éstas se encontraban, negarse a la transacción. Un dato importante es que este
marco legislativo de la actividad minera, puesto en vigencia a partir de 1787 en nuestro país,
se prolongó hasta la época republicana. En junio de 1833 se dictó un decreto supremo que
revalidó la normativa.

b) La industria del cobre en el siglo XIX

Después de la Independencia, el cobre, al igual que los demás productos de


exportación que habían circulado en el restringido espacio comercial del monopolio imperial,
apenas agujereado por un contrabando reducido, vio ampliarse definitivamente sus fronteras.
Este paso generó cambios importantes de orden financiero y comercial que se tradujeron en
un fuerte incentivo para el desarrollo de la industria cuprífera en lo que restaba del siglo XIX.
En marzo de 1813, el Senado chileno decretó el libre comercio, esto era, el intercambio
recíproco en los puertos mayores con naves de “naciones amigas”. Este hito inaugura el
primer ciclo de expansión de la economía chilena. La apertura comercial progresiva, llevó
aparejado el incremento de la producción destinada al mercado externo. Las mercancías que
Chile exportó fueron fundamentalmente primarias; metal amonedable, cobre y trigo. Este
intercambio se desarrolló principalmente con las naciones noratlánticas: Francia, Alemania,
Holanda y muy especialmente Inglaterra, aunque también se registró un importante comercio
con Estados Unidos, otras naciones latinoamericanas e incluso con la India.14 En ese
momento, Chile «prometía convertirse en una gran factoría, una cabeza de puente para los
mercados para toda la región del Pacífico»15. Sin embargo, nuestro país no asumió el desafío
que su posición geoeconómica le insinuaba y se conformó, en este escenario de intercambio
comercial internacional, con un papel dependiente. Así, el país se especializó en producir y
exportar lo que las empresas mercantil-financieras extranjeras que operaron sobre nuestra
economía querían comprar (productos primarios); y en importar los medios de consumo y
“modernización” que esas casas querían vender.16 Desde el punto de vista del tráfico, para
13
Reales ordenanzas para la dirección…, loc cit.. Título XIII, artículo 12.
14
Pereira Salas, Eugenio: Los primeros contactos entre Chile y Estados Unidos, 1778-1809, pág. 226, y
Salazar, Gabriel: “Dialéctica de la modernización mercantil. Intercambio desigual, coacción, claudicación (Chile
como West Coast, 1817-1843)”, en Cuadernos de Historia, Nº14, diciembre 1994, pág. 37-39.
15
D. Goebel: “British-American rivalry in de chilean trade.1817-1820”, Journal of Economic History,
2:1, 1942. (Citado por G. Salazar: “Dialéctica de la modernización…”, op cit, pág. 37).
16
Salazar, Gabriel: “Los límites históricos de la modernidad (neo)liberal en Chile”, en Cuadernos de
Historia, Nº12, Santiago, diciembre de 1992, pág. 104-105.

153
MAPOCHO

los comerciantes ingleses que introducían productos elaborados en Chile, los productos
minerales eran un negocio redondo, pues en el viaje de regreso de todos modos debían cargar
lastre en sus bodegas.
En verdad, Chile no tenía una diversidad de productos que ofrecer al mercado
exterior. Éramos básicamente “productores” de metales, vocación que se vio incentivada,
para el caso específico del cobre, con la convergencia de varios factores. En primer lugar, el
comienzo del fenómeno llamado “revolución industrial” que se tradujo desde comienzos del
siglo XIX en un aumento sostenido del consumo mundial de cobre, y por consiguiente, en la
ampliación del mercado externo para el metal rojo chileno. Así mismo, influyó de manera
creciente hacia la mitad del siglo, el inicio del agotamiento de las reservas de cobre de
Inglaterra.17
Por otra parte, en este contexto de economía primario exportadora, la explotación del
cobre resultaba ser mejor negocio que la minería del oro o la plata. Como no se practicaban
reconocimientos de ninguna especie, no había certidumbre respecto de la duración y éxito de
una faena aurífera o argentífera. El éxito estaba sujeto a la suerte del minero quién además
debía hacer frente a un sin número de imponderables que podían perjudicar sus labores. No
en pocas ocasiones estas empresas arrojaron sólo pérdidas. La producción de cobre, en
cambio, se consideraba mucho más segura. Las vetas no se agotaban repentinamente y los
costos se mantenían estables. Así:
«La explotación del cobre debe considerarse, sin embargo, como un negocio
mucho más lucrativo y como una verdadera rama de la industria del país, pues
ocupa numerosos obreros y no está sujeta a un agotamiento de las minas. Aun
cuando el descubrimiento casual de minas de plata puede inducir a abandonar las
de cobre, los obreros, seducidos a trabajarlas, pero luego desengañados, volverán
tarde o temprano a la ocupación mucho más segura que les ofrecen las minas de
cobre».18

Durante el siglo XIX la industria del cobre en Chile se expandió con fuerza, el
mercado internacional incrementó la demanda por el metal rojo, y sobre todo en la zona norte
del territorio, proliferaron las faenas de extracción del mineral y los establecimientos de
beneficio.
La estructuración de la “economía mundo” permitió la conformación en Chile de un
complejo sistema de financiamiento y comercialización de las riquezas minerales cuyos
principales gestores fueron los comerciantes ingleses que se establecieron en el país,
especialmente en Valparaíso. En este período se produjo, además, en concordancia con este
auge comercial para la industria del metal rojo, y como consecuencia de él, la primera
revolución tecnológica en la explotación del cobre. La industria inglesa del cobre introdujo
un nuevo tipo de horno de fundición que reemplazaría al viejo “horno de manga”, el horno de
reverbero, que permitió fundir un tipo de mineral de cobre, los sulfuros o “bronces”, que era

17
Cavieres, Eduardo: Comercio chileno y comerciantes ingleses, 1820-1880. (Un ciclo de historia
económica), Instituto de Historia, Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, 1988, pág. 181.
18
Poeppig, Eduard: Un testigo en la alborada de Chile (1826-1829), Ed. Zig-Zag, Santiago, 1960, pág.
261-262.

154
CIENCIAS SOCIALES

lejos lo más abundante y que hasta ese momento, por la imposibilidad tecnológica de
beneficiarlo, se despreciaba.19
«Cuando una labor trabajada por metales de cobre daba, como es casi lei
universal de su formación jeolojica... en bronces amarillo o morados...
declaraban nuestros abuelos la veta en broceo, i sentábanse a su puerta
desconsolados renunciando al trabajo i a la esperanza como delante de
irremediable calamidad»20

La diferencia fundamental entre el nuevo horno y el español, era que éste tenía dos
bóvedas conectadas, una para el mineral y otra para el combustible, cuyo calor fundía el
mineral por reverberación.21
Esta renovación tecnológica en la metalurgia del cobre tuvo un impacto considerable
para el desarrollo de la industria del metal rojo en nuestro país. Gracias a la innovación
metalúrgica introducida por los ingleses, que se difundió en la región minera entre 1831 y
1841, se amplió de forma notable la cantidad de mineral de cobre en disposición de ser
explotado, lo cual coincidía con el aumento sostenido de la demanda generada por la
industrialización en los países del norte. Como resultado de la convergencia de estos dos
factores se produjo un notable incremento en la explotación del mineral. A principios del
siglo XIX, es decir, antes que los comerciantes ingleses y con ellos la economía mundo
ungiera a la industria del cobre chileno, nuestro país explotaba en promedio 1.500 toneladas
anuales (equivalente en cobre fino)22. Durante el último quinquenio de la década del cuarenta,
o sea, cuando los nuevos procesos metalúrgicos se habían difundido y la demanda mundial de
cobre crecía aceleradamente, la producción del mineral alcanzó las 9.900 toneladas promedio
anuales, explotación con la cual nuestro país se hacía responsable del 40% de la producción
mundial de este metal.23 Al finalizar este ciclo de auge, en el período 1870-1880, la cantidad
de cobre producido en Chile llegaba a las 45.677 toneladas anuales promedio, con lo cual,
nuestro país cubría ya el 62% de las necesidades mundiales de cobre en el mundo y se
constituía lejos, en el principal productor del metal rojo.24
El año de 1876 fue el año cúspide de este ciclo ascendente de la industria del cobre.
Hasta ese momento la producción se fue incrementando de un año a otro, hasta llegar a la
cifra ‘peack’ de 52.308 TM. Desde ese año en adelante, la producción comenzó a decaer,
sobre todo después de 1884 cuando el descenso se hizo sostenido. A principios de la década
del 80 el panorama de la industria cuprífera comenzaba a tornarse sombrío:

19
Esta innovación se ha atribuido al minero de origen francés, Charles Lambert, quien se habría
instalado en Chile alrededor de 1818, primero como empleado de la Compañía de Minas de Copiapó y más tarde
como empresario independiente hasta 1851. Mayores detalles sobre su trabajo en Chile se pueden encontrar en
Moraga, 1987.
20
Vicuña Mackenna, op cit, pág. 197.
21
Cobo, José Manuel, “Algunas nociones prácticas sobre el mecanismo de las fundiciones de cobre”,
pág. 378.
22
“Cobre fino” es la expresión para referirse al contenido de cobre puro que tiene un mineral o un
producto elaborado de cobre, de acuerdo a su ley. Así, un quintal de mineral de cobre con una ley del 25% tiene
un cuarto de ese quintal en cobre fino, es decir, 25 libras.
23
Cavieres, Eduardo: Comercio chileno…, op cit, pág. 195.
24
Herrmann, Alberto, La producción en Chile de los metales..., pág. 56-57.

155
MAPOCHO

«hoi dia la industria minera en Chile, y mui especialmente la industria del cobre,
jime y se retuerce desesperadamente en medio de la inanición y de la
indiferencia más inexplicable de nuestros capitalistas y mineros...»25

Hasta 1881 Chile era aún el principal productor de cobre en el mundo. Cinco años
más tarde ya había sido superado por la producción ibérica y por Estados Unidos, cuya
industria cuprífera experimentaba un desarrollo notable. En 1905, nuestra producción de
cobre nos ubicaba ya en el sexto lugar a nivel mundial.26
La crisis de la industria del cobre chileno se debía a varios factores, pero el hecho
más claro es que se agotaba un ciclo de crecimiento fácil, basado en la explotación de
minerales de ley excepcional, pero no en la optimización de los procesos productivos. Por lo
tanto, no se había desarrollado propiamente la “Industria del Cobre”, sino que se había
intensificado su explotación, que no es lo mismo.
«Nadie se preocupaba gran cosa de la economía industrial ni de los sistemas
razonados de explotación en el trabajo de las minas. El minero no creía tener
más misión que la de extraer en el menor tiempo posible la abundante riqueza
sin preocuparse del porvenir»27

El auge que experimentó la industria del cobre en la región minera entre 1841 y 1884,
obviamente significó el desarrollo de los múltiples eslabones que eran necesarios para
alimentar esa industria. Desarrollo portuario y naviero, un incremento y especialización en la
mano de obra y un desarrollo de las fórmulas para captarla, la complejización de las formas
de financiamiento de las empresas, etc.28 Y también implicó, necesariamente, el desarrollo e
intensificación de las faenas de beneficio. El horno de reverbero, en este sentido, es clave,
pues no sólo aumentó los volúmenes totales de mineral beneficiado (recordemos que
permitía beneficiar el cobre que antes se despreciaba), sino que incrementó el consumo de
leña por unidad de mineral beneficiado, pues se generaba más calor, pero con mayor
consumo de combustible.29

Si esta es la historia del Norte Chico en este período; una historia de expansión de la
industria del cobre, en la que tanto las faenas de extracción como las plantas de beneficio se
multiplicaron considerablemente por todos los rincones de la región, no parece descabellado
pensar que alguna relación pudo tener dicha actividad con la fisonomía actual del paisaje de
dicha región, en términos del impacto que el consumo de leña pudo generar.
Un primer testimonio que respalda esta conjetura nos lo ofrece Vicente Pérez
Rosales. En 1846, cuando viajaba desde Copiapó a Chañarcillo, apuntó la existencia de una
aguada llamada “el injenio”, que debía su nombre a un establecimiento de fundición que
había estado instalado allí en el pasado, cuestión que se podía reconocer, según el viajero,

25
Aracena, Francisco: Apuntes de viaje, la industria del cobre… pág. 37.
26
Gandarillas, Bosquejo del estado actual de la industria minera del cobre… pág. 28.
27
San Román, Francisco: Reseña industrial e histórica de la minería i metalurgia de Chile, pág. 366-7.
28
Cavieres, Eduardo: Comercio chileno…, op cit, passim.
29
El diseño original del horno consideraba la utilización exclusiva de carbón piedra como combustible,
pero en nuestro país el modelo fue adaptado para utilizar leña.

156
CIENCIAS SOCIALES

«por las escorias que aun quedan, i por la total destrucción de toda la vejetación
circunvecina»30.

II. APROXIMACIONES A UNA RECONSTRUCCIÓN


DEL PAISAJE ORIGINAL EN LA REGIÓN MINERA

Las ciencias forestales han establecido que el clima es el factor que determina las
formaciones vegetacionales de una región.31 De esta premisa se desprende el concepto de
“tipos climáticos”, de acuerdo al cual se considera que las condiciones climáticas
(principalmente hídricas) que imperan en una región relativamente extensa, determinan el
surgimiento de tipos de vegetación dominante en coherencia con esas condiciones: hidrófita
(grandes necesidades de agua), mesófita (necesidad de agua moderada) y xerófita (poca
necesidad de agua).
De acuerdo a estas premisas, resulta fundamental establecer cuál ha sido el clima de
la región para luego inferir cuáles pudieron haber sido los tipos vegetacionales que se
desarrollaron originalmente en ella.
En términos generales, el clima que se presenta en esta parte del territorio es de
tendencia mediterránea, lo cual significa que se produce un largo período de sequía en el año,
acompañado de cielos despejados que provocan intensa insolación. Estas condiciones
generales: poca humedad y elevadas temperaturas diurnas, que —por cierto— han
permanecido estables en períodos históricos, podrían llevarnos a concluir rápidamente que
frente a tal adversidad climática la posibilidad que se desarrollara una cubierta vegetacional
menos exhigua a la que se observa hoy día en la región es prácticamente inexistente. No
obstante, existen dos hechos que nos permiten configurar un cuadro más acabado de las
condiciones ambientales de la región y de las formaciones vegetacionales que éstas pudieron
haber permitido.
En primer lugar, conviene establecer que en esta región no existe un clima
homogéneo. Las combinaciones de temperatura y humedad que se dan en la zona determinan
la presencia de nueve tipos de clima diferentes (Antonioletti, 1972). Esta heterogeneidad
climática se produce como consecuencia de la combinación de dos factores. Primero, la
variable precipitación, que no es pareja, sino que mucho más severa en la parte septentrional
y considerablemente más moderada hacia latitudes más australes. Segundo, la topografía. El
relieve de la región se presenta esencialmente montañoso, lo cual repercute en la
conformación de condiciones de temperatura y humedad especialmente benignas en ciertos
sectores.
Por otra parte, debemos tener presente también, la existencia de especies y
asociaciones vegetales que tienen la capacidad de adaptarse a condiciones climáticas
rigurosas y de desarrollarse con una disponibilidad de agua mínima, soportando largos
períodos de sequía. La existencia de especies como el algarrobo, el arrayán y otras, nos
recuerdan que un clima seco no equivale a poca vegetación, sino al desarrollo de cierto tipo
de vegetación.
30
Pérez Rosales, Vicente: Lo que fue Copiapó, 1903, pág. 12.
31
Por cierto, existen otras condiciones que también intervienen, como el suelo, el que no obstante,
también es determinado por el clima.

157
MAPOCHO

Los cronistas de la época colonial, y de principios de la era republicana, más


preocupados del éxito de la artificialización y especialización de los ecosistemas de la zona,
es decir, de los cultivos y la actividad agroganadera, no abundaron en descripciones
específicas sobre los sectores no alterados y que hasta ese momento conservaban las
formaciones vegetacionales primarias. Sin embargo, a trazos sueltos, en combinación con los
antecedentes climáticos y geomorfológicos que se encuentran disponibles, es posible hacerse
una idea de cómo era el paisaje que ellos alcanzaron a conocer.

La región que hemos definido como “región minera”, presenta una considerable
diversidad biogeográfica. Un elemento ordenador es que la aridez y la temperatura castigan
severamente a la parte norte, pero se van moderando hacia el sur. La irregularidad
topográfica complejiza el panorama. El aspecto general del relieve es el de una red de
cordones montañosos que se descuelgan desde el macizo andino hacia el mar, desplegándose
hacia el norte y el sur, enlazándose unos con otros, hasta llegar a los brazos del macizo
costero. Este entramado de cerros da origen a un sin número de pequeñas quebradas
diseminadas por toda la región entre las que se asoman escasos terrenos planos.
Para efectos de simplificar la descripción de esta región, que abarca más de cien mil
Km2, conviene identificar tres tipos de sectores que se presentan desde el extremo norte al
límite sur de la zona, de acuerdo a la homogeneidad de factores y elementos climáticos y
geomorfológicos que determinan en ellas la formación vegetacional (CIREN-CORFO, 1990).
Así, podemos hablar de la franja litoral conformada por las planicies costeras y su
prolongación hacia el interior, los valles fluviales transversales, y los sectores montañosos.

a) La franja litoral
El clima del sector costero de la región es el más homogéneo a lo largo del año, sus
precipitaciones son bastante bajas en general, sobre todo en la parte norte, sin embargo, el
déficit hídrico no es tan pronunciado, pues las condiciones de radiación solar, térmicas y de
humedad relativa dan lugar a montos de evotranspiración relativamente bajos. Como
resultado de esto, en la franja litoral, prolongándose hacia los valles, se dan las condiciones
para que prácticamente en toda la extensión de estas planicies abunden formaciones
vegetacionales xeromórficas en la parte septentrional, con especies como el mirto y el arrayán
y vegetación mesomórfica hacia el sur, con especies como el algarrobo y el boldo. Así, los
cronistas de mediados del siglo XVII que visitaron La Serena la describieron como sigue:
«el sitio en que esta ciudad está fundada, que es muy ameno i alegre, ni alto ni
bajo, del cual hasta el mar hay dos leguas de la mas agradable y vistosa vega que
se conoce, toda llena de mirtos y arrayanes, como si a propósito los hubieran allí
plantado»32

Esto concuerda con un testimonio de 1684, en el que una vecina de la Serena, doña
María Astudillo, alegaba derechos sobre un sitio ribereño que según su descripción:

32
Alonso de Ovalle: Histórica relación…., op cit, pág. 302.

158
CIENCIAS SOCIALES

«está [el sitio] barranca abajo del río, el cual era un monte de arrayanes mui
cerrado i yo a mi costa lo he desmontado»33.

Igual observación hizo el viejero francés Amadeo Frezier en 1712, respecto de esta
localidad, que aún era «un vallecito plantado de árboles siempre verdes, la mayor parte de
esta especie de mirtos […]. En medio de esos hermosos boscajes se vé serpentear el río»34.
Avanzando hacia el sur, en la medida que se iba debilitando progresivamente el
déficit hídrico, por una mayor frecuencia de precipitaciones, las planicies litorales iban
adquieriendo una vegetación más exuberante. Según se informaba al Gobernador del país en
1791, entre Santiago y La Serena, por el camino de la costa «desde la estancia de Purutún del
señor marqués de Azúa, se hallan maderas bastantemente buenas y en abundancia»35. Hacia
1770, el puerto de Quinteros se presentaba «con mucho monte, de buenas maderas en sus
inmediaciones».36 Lo cual es corroborado por varios testimonios posteriores. Así por
ejemplo, el sector comprendido entre Los Vilos y Huentelauquén, todavía en 1856, en toda su
superficie se veía «con abundancia una casia arborescente, el algarrabo, el boldo y un gran
número de synantéreas arborescentes»37 y en las partes más húmedas, vale decir, en sectores
pantanosos y en los fondos de los valles más estrechos se encontraban «canelo, patagua, el
maqui, i diversas especies de arrayanes»38. Mientras que en la parte más austral de la misma
franja, (entre Quintero y Concón) el belloto constituía la especie dominante; «este hermoso
árbol forma casí por sí solo todos los bosques de las haciendas de Catapilco i de Pullallí, i
llega a sus mayores dimensiones»39.
En el extremo austral de la región que describimos, esta riqueza forestal era aún
mayor. A principios del siglo XVIII, la planicie costera donde hoy se emplaza la ciudad de
Viña del Mar era descrita de la siguiente forma:
«A legua i media de Valparaíso, al N. E. hai un vallecito llamado Viña del Mar,
donde se encuentran árboles para leña, de la que se aprovisionan los buques, a
pesar de la distancia, i tambien para hacer tablas y bordajes.»40

Internándose por el valle hacia la cordillera, “penetrando cuatro o cinco leguas más
adentro”, es decir, un poco más de 20 kilómetros, esto es cerca de Quilpué, se encontraban
árboles en tal abundancia y calidad que resultaba el lugar apropiado para abastecerse de
maderas destinadas a la construcción de buques:
«Ahí nos hicimos de tablas de laurel, de madera blanca i muy liviana; de belloto
también de madera blanca; de peumo, que es muy frájil, i de raulí que es la

33
Citado por M. Concha: Crónica de La Serena, pág. 129.
34
Frezier, op cit, pág. 121.
35
Representación de Don José Antonio Becerra al M.I.S.P. Don Ambrosio Higgins Vallenar, Santiago,
31/3/1791. En Revista Chilena de Historia y Geografía, Nº112, 1948, pp. 382-3.
36
Amat y Juinent, Manuel: Historia geográfica é hidrográphica con derrotero general correlativo al
plan de el Reyno de Chile, °N 102.
37
Pissis, op cit, pág. 282.
38
Ib idem.
39
Pissis, op cit, pág. 281.
40
Frezier, op cit, pág. 105. (Los “bordajes” corresponde a los tablones que cubren un barco).

159
MAPOCHO

mejor y la mas suave [... El]capitán de la Asunción, hizo mientras estábamos ahí,
una barca de treinta i seis piés de quilla con esas maderas»41

b) Los valles fluviales transversales


En los valles fluviales transversales el clima sufre una gradación paulatina de mar a
cordillera como consecuencia de la pérdida de influencia de brisas costeras y aumento de las
condiciones de enclaustramiento y de influencia de la altura y laderas vecinas. Como
resultado de ello, se produce la disminución de la humedad relativa y el aumento de las
oscilaciones térmicas. El déficit hídrico aumenta en relación a los sectores costeros a causa
de la mayor evotranspiración potencial. En estas condiciones, en los valles ubicados más el
norte sólo especies xerófitas con un sistema radial de gran capacidad de búsqueda de
humedad y mucho ramaje para evitar la transpiración pudieron haber colonizado este tipo de
terrenos, sobre todo en aquellas partes con alguna disponibilidad de agua ya sea superficial o
freática. Pero en los valles que se ubican más al sur, al igual como sucede en el sector
costero, esta condición de aridez se va atenuando. Éstos tenían una mayor disponibilidad
hídrica, lo cual permitió que fueran colonizados por las especies esclerófilas que dominaban
en la región costera, que no tuvieron problemas para avanzar hacia la cordillera por los valles.
En el valle de Copiapó, que es el que su ubica más al norte (que hoy día es
prácticamente un desierto) era posible encontrar vegetación importante a principios del siglo
XVIII. De acuerdo a un testimonio de la época, en el sector de Caldera la madera y la leña
eran muy escasas «i para encontrarlas es preciso internarse cinco o seis leguas en los valles
por donde pasa el río»42, es decir, avanzar hacia el sur para encontrarse con el valle del río
Copiapó, lugar en el cual:
«había crecido una vegetación lujuriante y salvaje […] habían entonces bosques
impenetrables de chañares, de algarrobos, de espinos y de olivillos»43

. La ciudad de Copiapó fue fundada en 1744 con el nombre de “San Francisco de la


Selva” a un costado del antiguo caserío de Copiapó. Para efectuar el acto de fundación, el
corregidor Francisco Cortez Calabrío «se internó por entre esos árboles y matorrales que por
tanto tiempo habían sido la espalda del pueblo viejo». La villa fue bautizada con ese nombre
en honor al patrono del corregidor y «en recuerdo de la selva que desde ese día debía
desaparecer para alzarse la nueva población»44. Como testimonio de esa vegetación que
cubría el valle originalmente, y sobre la cual se levantó la villa de San Francisco de la Selva,
en 1841, Jotabeche observó que en el poblado, «los algarrobos, chañares y dadines no sólo
dividían las propiedades unas de otras, sino que sombreaban las habitaciones e invadían los
patios y aceras de las calles»45.

41
Frezier, ib idem. Que la embarcación tuviera 36 pies de quilla significa que la embarcación tenía un
poco más de diez metros de popa a proa por la parte inferior, lo cual habla de la dimensión de los árboles que
debieron ser utilizados.
42
Frezier, op cit, pág. 135.
43
Sayago, op cit, pág. 313.
44
Ib idem, pág. 134.
45
Ib idem, pág, 124.

160
CIENCIAS SOCIALES

Más al sur, en el valle del río Elqui, era posible observar a principios del siglo XVIII,
«muchos algarrobos, especie de tamarindo, que da una habichuela mui resinosa»46. De
acuerdo a un testimonio de 1841, el valle del río Choapa, ubicado más al sur, todavía era «un
hermoso y ancho valle [...con] campos poblados a trechos […] por los verdes quillayes»47.
Al norte de Quillota, en el valle de Purutún, viajando hacia Coquimbo, en mayo de 1838,
Ignacio Domeyko halló «bosques con árboles tan altos como nuestros robles y tilos» y
observó que «los inmensos peumos estaban cubiertos de frutas del tamaño de nuestras
bellotas»48.
Al rededor de 1790, en las proximidades del valle de Putaendo, en un sitio “en la
parte que a este le toca de cordillera”, unos mineros:
«hallaron corpulentos maderos de espino i algarrobo que allí no los hai, i sin
duda fueron conducidos desde los valles donde abundan esas maderas de que se
valen para los empotrados que sostienen las máquinas»49

En las cuencas de los ríos Petorca y Aconcagua, yendo de mar a cordillera,


traspasando la antiguamente llamada “cadena intermedia” (Cordillera de la Costa), aún a
mediados del siglo XIX, podía apreciarse una «región boscosa que comienza hacia la orilla
del mar [...que] penetra en los valles transversales i se estiende hasta la base de los andes»50.
A juicio de Domeyko, el Valle del río Aconcagua era «más hermoso que otros cercanos, por
cuanto no sólo su fondo sino también las paredes que lo rodean resplandecen de verdor, se
adornan a trechos de bosquecillos...»51. En estos valles aparecían el quillay, el peumo y el
litre como «los árboles dominantes en los bosques», incluso era posible todavía encontrar
robles en la hacienda de Vichiculén.52

c) Los sectores montañosos


Los sectores cordilleranos, tanto de la cordillera de la costa como de la Cordillera de
los Andes hasta los 2.000 metros de altitud, tienen un clima dominado por el factor de altura,
sobre todo en el caso de la parte más septentrional, donde las oscilaciones térmicas son
agudas y hay un importante déficit hídrico por aumento de la evotranspiración, mientras que
el aumento de las precipitaciones que se produce por la misma condición de altura no es
suficiente para compensarla. Como es natural, esta condición de intensa aridez se atenúa
hacia el sur. En general, la vegetación que se desarrolló en las montañas debió haber sido
achaparrada y no muy abundante, salvo en las quebradas, donde por menor exposición al sol
y mayor concentración de agua se hacía posible el desarrollo de mayor vegetación
En 1791 se informaba al Gobernador, Ambrosio O’Higgins que entre Santiago y La
Serena, «todo el suelo, pasados los llanos inmediatos de esta ciudad, un tejido de montañas,
que desde la eminencia de la Cordillera van descendiendo de unas en otras, a terminar dicha

46
Frezier, op cit, pág. 128
47
Domeyko, Ignacio: Mis viajes. Memorias de un exiliado, Ediciones de la Universidad de Chile,
Santiago, 1977, vol. I, pág. 476.
48
Domeyko, Ignacio: Mis viajes… vol. I, pág. 349.
49
Carvallo i Goyeneche, op cit, pág. 78.
50
Pissis, op cit, pág. 281.
51
Domeyko, Mis viajes…, op cit, vol. I, pág. 481.
52
Pissis, op cit, pág. 281.

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MAPOCHO

costa regularmente [...]En sus faldas y quebradas se hallan algunos y en parte espinos, litre,
algarrobo y algún otro árbol de poca corpulencia, que sirven de reparo para las minas y
construcción de ranchos»53.
Hacia 1840, cuando Domeyko viaja por el Valle que une Los Hornos con Illapel,
describe que en las:
«estribaciones occidentales se ve un inmenso bosque de cactus, espinoso, gris,
del mismo color que las rocas [...] ese bosque espinoso, por su forma, color y
situación sobre la empinada estribación del cerro, no se parece a bosque alguno,
es original, difícil de describir.»54

Más al sur, en el viaje de Santiago a Valparaíso que el ingeniero francés Amadeo


Frezier realizó en octubre de 1712, debió surcar el “gran camino de Zapata” tramontando el
cerro del mismo nombre y la “Cuesta de Prado” para de bajada llegar a alojar a la orilla del
“riachuelo de Pudagüel”. En el camino:
«no vimos casi tierras trabajadas, todos los campos [...]solo se veian cubiertos de
ciertos árboles espinosos que hacen muy incómodo el camino [pues] lo
desgarran por todas partes»55

Según Amado Pissis, en la Provincia de Aconcagua, penetrando en los Andes, aún


en 1856 predominaba el quillay, asociado al maitén y al “hun” hasta una altura de 1.700
metros.56
En consideración a estos antecedentes parece bastante claro que, por lo menos en
términos generales, prácticamente toda esta región estuvo originalmente cubierta por algún
tipo de vegetación. Las planicies más septentrionales estuvieron cubiertas de ‘vistosas vegas’
y ‘hermosos boscajes’, mientras que en el área más austral hubo ‘montes’ de espino y
algarrobo y ‘maderas en abundancia’. Hasta en los sectores cordilleranos era posible
observar ‘árboles de poca corpulencia’, pero también quillayes y otras especies.

III. LA ESCASEZ PROGRESIVA DE LA LEÑA


La hipótesis de que la utilización del recurso leña para alimentar los hornos de
fundición instalados en la región minera del país es la causa del proceso de disminución
progresiva del tapiz vegetacional de dicha zona está respaldada por un fenómeno
concluyente, suficiente testimoniado: la considerable disponibilidad inicial de leña que
gozaron las fundiciones y la consiguiente disminución progresiva ésta.
El retroceso de la cubierta vegetenacional que se produjo a raíz de la corta de leña,
debió iniciarse en las regiones donde más temprana e intensamente se taló y donde la cubierta
vegetacional existente era débil y donde además, las características ecológicas condicionaban
una reposición natural más lenta. Esto significa que la leña escaseó primero en el extremo

53
Representación de Don José Antonio Becerra al M.I.S.P. Don Ambrosio Higgins Vallenar, Santiago,
31/3/1791. En Revista Chilena de Historia y Geografía, Nº112, 1948, pp. 382-3.
54
Domeyko, Mis viajes…, op cit, pág. 472.
55
Frezier, op cit, págs. 74 y 86.
56
Pissis, op cit, pág. 281.

162
CIENCIAS SOCIALES

norte de la región minera, esto es, en la zona ecológicamente denominada “mediterránea per-
árida” (muy árida), que comprende las cuencas de los ríos Copiapó y Huasco, para más tarde
ir avanzando hacia el sur, hacia las zonas donde hay mayor humedad; la región
“mediterránea árida”, comprendida por las cuencas de los ríos Elqui, Limarí y Choapa (entre
La Serena e Illapel) para extenderse finalmente, hasta la región “mediterránea semi-árida” en
la que se encuentran las cuencas de los ríos Petorca, La Ligua y Aconcagua, que comprende
desde la localidad de Petorca hasta el cordón de Chacabuco.

a) El agotamiento de la leña
En 1792, en el extremo norte, en la región de Copiapó, un connotado minero, Pedro
de Fraga, quien había levantado un artificio de metales de cobre hacia 1786 en la hacienda La
Ramadilla, distante a 15 kilómetros desde el poblado hacia el mar57, se excusaba de no poder
responder a la demanda de cobre que “a cuenta del Rey” se le hacía desde la Capital,
argumentando que:
«Los crecidos costos que demanda en este Partido el laborío de las minas de
cobre y la escasez de combustible para la fundición y refina de este metal, me ha
obligado tiempo ha a suspenderlo, desengañado por propia experiencia de las
cortas ventajas que ofrece su continuación»58

Al año siguiente, en la misma localidad, el minero José Monrreal se quejaba de tener


«considerable porción de caxones de metal en cancha», sin poder fundirlos por «la falta de
leñas»59 en sus tierras, lo cual contrastaba con la situación de una hacienda vecina, en la cual
había aún en esa fecha «muchos e inumerables arboles silvestres» 60.

En el informe del Real Tribunal de Minería de 1802 (diez años más tarde), en el que
se planteaban cuáles eran los factores que afectaban el desarrollo de la industria del país, se
auguraba ya un negro futuro para los “montes” de la región del Huasco (100 kilómetros al sur
de Copiapó). Respecto de los mineros de esta región se afirmaba que era «tanta la cantidad
de leña que consumen [en la actividad de beneficio], que en breve concluirán con aquellos
montes»61, sin embargo, en el mismo informe se sostenía que en asientos mineros ubicados
más al sur, como Illapel, Mincha y Combarbalá, aún existían “pastos y leñas” en
abundancia.62
Algunos años más tarde, en 1831, Diego Portales, célebre hombre de los negocios y
de la política, dirigió una carta al Ministerio de Hacienda con el objeto de conseguir algunas
franquicias para crear un establecimiento de beneficio en el Departamento de Valparaíso.
Como fundamento de su solicitud, Portales hacía el siguiente diagnóstico respecto de la

57
Sayago, Carlos María: Historia de Copiapó, pág. 419.
58
Archivo Nacional, Fondo Capitanía General, vol. 404, fj. 98. (Citado por Cavieres, 1996, pág. 190)
59
Archivo Nacional, Fondo Capitanía General. vol. 251, pza. 19: “Don José Monrreal sobre la libertad
de cortar y sacar leña de cualesquier monte para fundir metales de cobre en el Partido de Copiapó” (1793), fj. 218.
(Debo agradecer esto datos a Juan Pablo Iglesias).
60
Ib idem, fj. 234.
61
Egaña, Juan: Informe al Tribunal..., pág 31.
62
Ib idem, series estadísticas.

163
MAPOCHO

situación del abastecimiento de combustible para los hornos de fundición ubicados entre
Copiapó y Coquimbo:
«En Coquimbo escasean notablemente las leñas, en Huasco son aún más
escasas, y en Copiapó ya se ven precisados a servirse para las fundiciones de las
cepas o raíces de árboles que cortaron en otro tiempo con el mismo destino»63

En 1838, el botánico francés Claudio Gay, comisionado por el gobierno para


reconocer el territorio, hizo ver públicamente la situación de degradación que se estaba
produciendo en la región minera. En relación al Departamento de Coquimbo sostenía que:
«los montes casi del todo han desaparecido, los arbustos son débiles, pequeños
y desmedrados y las rocas descubriendo ya sus flancos en la más espantosa
aridez, parecen presagiar a esta hermosa provincia un lamentable porvenir» 64.

Pero Gay no se limitó a describir el aspecto de los ‘montes’. Según el científico, no


podía argumentarse que fuera el clima característico de la provincia el factor que determinaba
la pobreza de la vegetación. ¿Cuál era explicación para tan lamentable hecho?:
«...en el hombre sólo es donde se ha de buscar la causa: esta existe en la penuria
de nuestras leyes sobre el arreglo de bosques y plantíos y en el vicio de las
Ordenanzas de Minería que autorizan a los mineros para arrancar y destruirlo
todo» 65.

Hacia 1840, mientras en el extremo norte de la región minera la leña ya escaseaba por
completo, en su extremo sur todavía abundaba. Según el testimonio del geólogo Ignacio
Domeyko, en Copiapó, incluso la leña más sencilla, que se utilizaba como combustible en los
requerimientos domésticos de los campamentos mineros era «traída de los lejanos
desfiladeros»66. Seis años más tarde, en el mismo lugar, Vicente Pérez Rosales observó
cómo la leña era traída desde él único lugar que, dada sus distancia (tres leguas, o sea, 16
kilómetros):
«se había librado del hacha del apir[…] Desde que amanecía ya se veían los
caminos del monte i los de la aguada cubiertos de borricos [… cargados] de
manojos de chamiza i mala leña que costaba ocho reales»67

Pero en el valle de Aconcagua en cambio, hacia la misma época, a ojos del propio
Domeyko, se ofrecía un cuadro muy diferente:
«Se diría que es el primer valle en el hemisferio austral (yendo de norte a sur…)
donde se encuentra tanta vegetación [...] hai mucho mas combustible aquí que en
todo el país desde Copiapó a Petorca: lo que hace muy favorable a este
departamento para la fundición de minerales»68

63
Archivo del Ministerio de Hacienda, vol 26, Stgo. 28/12/1831.
64
De su visita redactó un informe para el Ministro del Interior, que fue publicado en el periódico El
Araucano, órgano oficial del Gobierno. La cita, El Araucano, Nº 399, 20 de abril de 1838, pág. 2.
65
Ib idem.
66
Domeyko, Mis viajes..., op cit, pág. 429.
67
Pérez Rosales, Vicente, op cit, pág. 12.
68
Domeyko, Escursión a las minas de..., op cit, pág. 418-9.

164
CIENCIAS SOCIALES

Específicamente en el sector de Catemu, los minerales de la mina Los Mantos, que


tenía una ley de cobre modesta para la época (de al rededor de un 9%) eran conducidos al
establecimiento de los Ángeles donde no hubiera sido rentable fundirlos «si no hubiera en los
alrededores leña en abundancia»69.
Quince años más tarde, en 1856, el científico Amado Pissis haciendo una descripción
de la provincia de Aconcagua sostenía que en los Departamentos de Los Andes, San Felipe y
Putaendo, es decir, en la zona más oriental y más elevada de la región, la disponibilidad de
combustible ya se estaba haciendo poca. Según su relación, en el Departamento de Putaendo,
las abundantes minas de cobre habían dado origen a numerosas explotaciones en cuyas
cercanías se habían levantado numerosos “pueblecitos”. Sin embargo, el Departamento tenía
sólo dos establecimientos de fundición a raíz de la escasez de combustible que ya se hacía
notar. Respecto de uno de ellos, el establecimiento El Tártaro, el científico estaba
convencido de:
«que no debe considerarse sino como un establecimiento poco duradero; pues
los bosques que se encuentran en lo alrededores, bastarían apenas para
alimentarlo durante un corto número de años»70

Pero al mismo tiempo que las leñas se hacían escasas en ese sector, en los valles
ubicados en la parte noroeste de la Provincia la situación era diferente. En La Ligua, las
leñas eran todavía abundantes, tanto como el cobre, a raíz de lo cual, en 1856 se podía
observar cómo «se han multiplicado los establecimientos que sirven para la extracción de este
metal»71 alcanzando un total de ocho planteles. De la misma manera, en Petorca, donde
había numerosas vetas de “bronces amarillos” y “apavonados”, el combustible alcanzaba para
que funcionaran cinco planteles:
«El combustible todavía muy abundante en la parte superior de los valles i en las
cercanías de la costa, facilita ahí el establecimiento de Injenios para el beneficio
de aquellos minerales»72

Quince años después de que se registraran estos testimonios, a comienzos de la


década del 1870, en la región de Copiapó y Huasco la leña prácticamente había dejado de
existir. Carlos María Sayago, autor de la primera Historia de Copiapó, sostenía que de la
“vegetación lujuriosa” que alguna vez había existido, quedaba muy poca:
«el hacha del intenso leñador ha concluido con toda esa vegetación. Apenas sí
quedan en toda la extensión del valle unos cuántos de esos añosos árboles, de
grueso tronco y abundante madera»73

Respecto de Coquimbo, en el informe anual del Intendente de dicho partido


manifestaba su inquietud por «la rápida desaparición de las leñas, lo que representa una
rápida declinación de la producción cuprífera»74. En la Provincia de Aconcagua

69
Domeyko, Escursión a las minas de..., op cit, pág. 422.
70
Pissis, op cit, pág. 294.
71
Pissis, op cit, pág. 298.
72
Pissis, op cit, pág.501..
73
Sayago, op cit, pág. 314.
74
Memoria del Ministro del Interior, 1871. (Citado por Vayssiere, Un siècle de capitalisme..., pág. 61).

165
MAPOCHO

«En esos parajes [...Coquimbo y Aconcagua] el cobre ha vivido a manera de


monarca absoluto, porque en ambas márgenes del río fronterizo [Choapa] han
ardido las savaleras de centenares de ingenios de cobre desde tiempo remoto,
mientras hubo leña en las montañas i chamizas en los matorrales. Más tarde
háse habilitado un puerto de promedio (Los Vilos), para surtir de carbón de
piedra las faenas que aun no merman en su rendimiento»75

De acuerdo a estos testimonios, queda bastante claro que el tapiz vegetacional fue
siendo consumido por una ola de devastación que avanzó de norte a sur, buscando los montes
“más a propósito” para instalar en sus proximidades los hornos, expandiéndose por los
intersticios del relieve hasta llegar a los últimos remanentes de montes naturales.

b) Estrategias para remediar la escasez de leña


El alza sostenida que experimentó la explotación del cobre desde 1820 hasta 1876
significó el incremento en la utilización de todos los recursos productivos que participaban de
dicha industria: mano de obra, transporte, combustible, etc. Esa curva ascendente no podía
ser seguida por la leña, que como hemos visto, se hacía más escasa a la vez que se
intensificaban las labores de beneficio. Ante la escasez de leña, los fundidores pusieron en
práctica una serie de estrategias para abastecerse del vital insumo, cuya obtención se hacía
cada vez más difícil.
Una primera alternativa fue la exportación de minerales en bruto. La elevada ley que
exhibían los minerales de cobre chileno hacía rentable su comercialización directa hacia los
centros industriales, especialmente hacia la localidad de Swansea, en Inglaterra.76
Otra alternativa, fue la utilización de especies no leñosas como combustible. En la
medida en que las mejores leñas (las más secas y compactas) se fueron acabando, los
fundidores comenzaron a echar a sus hornos, prácticamente cualquier cosa que ardiera,
llegando incluso a ocupar cactáceas.
«Los fundidores utilizan la madera de estos cactus para fundir el cobre, a pesar
de que esta madera es liviana, blanca y esponjosa [...] Se prende fácilmente, y
arde de prisa, dando mucha llama»77

Una tercera estrategia de los fundidores fue la “trashumancia” de los establecimientos


de beneficio. Ya en 1845, refiriéndose a los ingenios de fundición de la zona norte del país,
Ignacio Domeyko sostenía:
«es necesario ver qué triste y mezquina es la vegetación con que se alimentan los
injenios del norte, i con qué prontitud ella desaparece en un espacio inmenso al
rededor de cada horno. Se puede decir que de algunos años a esta parte se han

75
Vicuña Mackenna, op cit,, pág. 380.
76
Cavieres, “Comercio chileno…”, op cit, pág. 183.
77
Domeyko, Mis viajes..., op cit, pág. 472

166
CIENCIAS SOCIALES

vuelto ambulantes dichos injenios a la manera de las tolderías de los pueblos


nómades»78

La práctica habitual consistía en emplazar establecimientos en aquellos lugares donde


hubiesen leñas y explotarlas hasta que se agotaran. Entonces se buscaba otro sitio en las
proximidades al cuál trasladarse. En relación a esta estrategia existen varios casos
suficientemente documentados. Revisemos uno.
Pedro Félix Vicuña, hombre de figuración política en la República decimonónica,
Diputado y Senador, entre otros negocios tuvo una fundición que, después de dragar los
parajes de Catapilco, se instaló en Llay-Llay, donde en el espacio de 25 años agotó los
‘impenetrables bosques’ de espino de Vichiculén y de su propia vega, la vega de Llay-Llay.
Hacia 1840, según su propia confesión, «por falta de leñas en Llay-Llay trasladé mis hornos a
[la hacienda] El Melón, donde casi toda la superficie está cubierta de espesos bosques»79. A
los pocos años, en su ingenio de El Melón destruyó casi la totalidad de la densa vegetación de
las quebradas en los territorios de la hacienda y cuesta del mismo nombre.80
Otra opción para abastecerse de combustible fue la disputa (judicial y extrajudicial)
por los remanentes de montes que quedaban. Entre 1822 y 1871 se encuentran
documentados más de 55 expedientes de enfrentamientos por el recurso entre agricultores y
mineros o fundidores de la región.81
Finalmente, el último recurso fue el empleo de combustibles alternativos,
fundamentalmente carbón mineral. La superioridad calórica del coke inglés era bastante
conocida desde la utilización del primer horno de reverbero. Pero su utilización se expandió
muy lentamente mientras hubo disponibilidad de leña, que era un bien prácticamente libre.
El carbón inglés y el chileno se introdujeron tardíamente y sólo en los grandes
establecimientos que se fundaron después de 1850 como el de Guayacán, de José Tomás
Urmeneta.82

IV. LA CONSTATACIÓN DEL DETERIORO DE


LOS BOSQUES Y LAS INICIATIVAS DE PROTECCIÓN

A partir del conflicto de intereses entre fundidores y hacendados en la región minera,


se comenzó a promover en el Congreso por parte del sector de agricultores y hacendados, la
reforma del marco legislativo que amparaba la devastación de los montes. Exactamente dos
años después de que la legislación colonial fuera revalidada por la República, se presentó (en
junio de1835), en la Cámara de Diputados un proyecto de ley de reforma del procedimiento
del “denuncio de bosques” contemplado en la Ordenanza de Minas, que aspiraba a proteger

78
Domeyko, Ignacio: “Medidas para fomentar..”, pág. 470.
79
Valencia Avaria, Luis: Memoria íntimas de Don Pedro Félix Vicuña Aguirre, Santiago de Chile, 1943,
pág. 96.
80
Cunill, Pedro, “La temprana sementera urbana chilena y los comienzos del deterioro ambiental”,
Universidad de Chile, 1975, pág. 73.
81
Una investigación muy interesante sobre este punto está desarrollando una alumna tesista del
Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile, que esperamos pronto esté concluida.
82
Ver Figueroa, Pedro Pablo: Historia de la fundación de la industria..., pág. 11-19. También
Astorquiza, Octavio, Lota. Antecedentes históricos..., pág. 28 y ss.

167
MAPOCHO

mínimamente los intereses de los dueños de los terrenos donde se encontraban las leñas. No
obstante, el proyecto no prosperó. La Comisión de Hacienda y Minería de la Cámara de
diputados se opuso a la iniciativa argumentando que, si bien la región minera:
«ha sufrido la destrucción de algunos de los muy pocos bosques, que en
concepto a su extensión, han existido en ella; mas esto no ha provenido, a juicio
de la Comisión, por el uso que se ha hecho de las leñas, sino por el abuso que se
ha hecho por el corte de ellas [sic]»83

Tres años más tarde, en 1838, el científico francés Claudio Gay —como vimos—
levantó la primera voz de alarma pública respecto de los daños que la industria minera estaba
ocasionando en la cubierta vegetacional de la región, al publicar en El Araucano, periódico
oficial del gobierno, una memoria científica dirigida al Ministerio del Interior. A juicio de
este botánico (comisionado por el gobierno para estudiar las potencialidades económicas del
territorio nacional) era evidente que los montes estaban siendo devastados por los leñadores
que trabajaban para las fundiciones, lo cual tenía como consecuencia más grave, a su juicio,
el cambio del estado atmosférico de la región, con lo cual se perjudicaría el desarrollo de las
actividades agrícolas en el futuro. Consciente de la imposibilidad de impedir la corta de
árboles sin perjudicar el trabajo minero que, constituía «uno de los principales ramos del
comercio de esta provincia», propuso como solución el traslado de los minerales hacia la
provincia de Concepción para ser fundidos utilizando los bosques que allí existían en
abundancia.84 Sensible frente al diagnóstico y recomendaciones de Claudio Gay, el gobierno
encomendó a la Sociedad Nacional de Agricultura la elaboración de un proyecto de ley en el
que se acogieran las inquietudes del científico. Después de un intenso debate con los sectores
vinculados al gremio de los mineros, el proyecto de ley no pudo prosperar, y el consejo de
Gay finalmente, sólo fue seguido por un particular, Joaquín Edwards, quien levantó una
fundición en Lirquén, en la provincia de Concepción85.
Veinticuatro años después de su primera denuncia, el científico recordaba su
intervención pública para proteger los bosques:

«Este feliz pensamiento, que hubiese sido sumamente provechoso[...]quedó,


como otros muchos anteriores y posteriores, olvidado... Los mineros
continuaron desvastando las montañas, pero de tal manera que hasta la leña
concluirá [...] por faltar completamente...
Cuando se recorren sus regiones no puede uno menos de entristecerse al divisar
las ásperas y descarnadas montañas que tanto ha maltratado la impróvida
licencia de que vamos hablando. En ellas se ve a los leñadores arrancar por su
base sin discernimiento ni cuidado, los árboles de todas edades, de todas
dimensiones, sin conservar ni raíces, ni vástagos, preparando de este modo á
aquellas regiones un porvenir de los más deprorables»86.

83
Cámara de Diputados, 15/7/1835, vol. XXIV, pág. 85. (Debo agradecer esta información a Elena
Reyes)
84
Gay, Claudio: “Sobre las causas de...” loc cit.
85
Figueroa, Pedro Pablo: Historia de la fundación de la industria del carbón de piedra en Chile, pág.
41.
86
Gay, Claudio: Agricultura Chilena, pág. 231-2.

168
CIENCIAS SOCIALES

Respecto de los argumentos de los hacendados contra las fundiciones podría


sostenerse que éstos eran sesgados, puesto que defendían intereses particulares. Eso no
podría argumentarse en oposición a las sentencias de Claudio Gay, a quien, sin embargo,
podría objetársele por ser un promotor de la agricultura y por ende, menos favorable a los
intereses de los mineros. Pero en esos mismos años, quien manifiesta públicamente los
mismos reparos mencionados antes, es nada menos que el primer mineralogista del país,
Ignacio Domeyko, a quien si fuera necesario situar en algún bando, obviamente debería
inscribírsele en el de la minería.
En 1845, Domeyko publicó, también en El Araucano, una memoria en la que se
recomendaban una serie de medidas para fomentar la industria cuprífera del país. La primera
medida que el experto proponía era la exoneración de todas las “trabas y dificultades” con las
que se gravaba la internación del carbón inglés para fomentar su utilización por los
fundidores. Con ello, a juicio de Domeyko, se podría retomar la explotación de las minas
abandonadas ubicadas en parajes “desprovistos de combustible” (entiéndase, donde ya no
quedaba monte para cortar), y lo más importante, se conseguiría: «la conservación de
aquellos restos de vejetación que se van acabando i desapareciendo, cada día más en las
provincias del norte»87. Alarmado por la forma en que disminuía la cubierta vegetal,
sostenía:
«Es necesario ver que triste y mezquina es la vejetación con que se alimentan los
injenios del norte, i con qué prontitud ella desaparece en un espacio inmenso al
rededor de cada horno»88

En 1854, Benjamín Vicuña Mackena publicó un pequeño libro titulado Estudios


sobre la Agricultura como producto a sus observaciones y estudios sobre la agricultura
europea. En el texto hacía pública su preocupación por la situación de los bosques en Chile,
donde «la ruda hacha del leñador ha arrasado aquellos completamente en algunos lugares,
como en la Hacienda el Melón»89. A su juicio, Chile era candidato a convertirse, en un plazo
no superior a cincuenta años, en «un país de desnudas colinas». Fue muy claro en plantear
que:
«si hai en Chile algo que requiera una medida urgente y enérjica es la
conservación de nuestros bosques […] La conservación de nuestros bosques
debe protegerse a toda costa, contra todos sus asoladores»90.

87
Domeyko: “Medidas para…”, pág. 470.
88
Ib idem
89
Vicuña Mackena: Estudios sobre Agricultura, pág. 118-119.
90
Ib idem, pág. 119. Vicuña Mackenna sostenía, sin embargo, que el mal no estaba en el hecho de
cortar los bosques, que eran una de nuestras industrias más ricas, sino en la forma en que esto se practicaba.
Proponía tomar como modelo el código forestal de Francia, donde a pesar del intenso uso de la leña como
combustible, los bosques conseguían mantenerse intactos gracias a medidas como la prohibición de cortarlos en
plazos inferiores a los 18 años bajo la dirección de un Inspector de Bosques. Y agregaba como ejemplo, que en
Prusia había escuelas especiales donde se enseñaba “Ciencia Forestera”, y que en Inglaterra el único combustible
que se empleaba era el carbón mineral.

169
MAPOCHO

En 1856, el científico francés Amado Pissis, que años antes había sido contratado por
el gobierno chileno para hacer una descripción geológica del país, preparó una descripción
geográfica de la Provincia de Aconcagua, región en la cual funcionaron los últimos
establecimientos de fundición alimentados con leña. En su ensayo reparaba en la “rapidez
espantosa” con que eran devastados los montes aledaños a las fundiciones de cobre, y en el
proceso erosivo que lo seguía:
«Donde quiera que se esploten minas de cobre, el consumo de las leñas marcha
con rapidez espantosa, i la provincia de Aconcagua ofrece un ejemplo bien triste
de esta aserción. Donde existieron hermosas selvas, no se encuentran ya hoi,
sino áridas rocas. Como la falta de vejetación arborescente disminuye la
humedad de la atmósfera, los pastos dejan de crecer en las faldas de las
montañas que, pronto despojadas de la débil capa de tierra vejetal que las cubría,
no presentan ya sino rocas enteramente desnudas»91

Con este mal —según el científico— no sólo resultaría perjudicada la agricultura


sino la propia minería que vería elevarse sus costos de producción. Pissis se preguntaba
entonces cuál podría ser el remedio para controlar ese proceso y evitar sus males. Su
respuesta era bastante coincidente con la de sus antecesores:
«Juzgando por la marcha actual de las cosas, este resultado parece inevitable, i
su realización parece aun muy cercana; es pues urjente tratar de remediarlo,
sujetando la explotación de los bosques a reglamentos que permitan utilizarlos
sin destruirlos. Así, sin inferir lesión al interés de los mineros, se podrían
conservar los pocos bosques que existen todavía»92

Una segunda cruzada legislativa de protección, tuvo lugar diez años después de las
proposiciones de Amado Pissis. En 1868, el diputado Francisco Echaurren presentó un
proyecto de ley para reglamentar “el corte y uso de los bosques naturales”.93 Esta iniciativa
dio origen a una larga e intensa disputa entre los intereses de los mineros y de los
hacendados. Finalmente, con leyes de julio de 1871 y julio de 1872 se consiguió abolir el
procedimiento del denuncio, que según los legisladores: “conducía al exterminio de los
bosques”. Según el impulsor de esta modificación legislativa, Rafael Larraín Moxó,
presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura:
«La explotación de las minas tomó proporciones colosales, los hornos de
fundición cubrieron el territorio que se extiende desde el Maipo a Copiapó, y
Chile, que había vivido en la creencia de que los bosques eran inagotables, supo
un día con asombro, que ya no le quedaban mas que restos escasos de aquel
tesoro inmenso»94

91
Pissis, op cit, pág. 294.
92
Ib idem, pág. 295.
93
El proyecto de ley establecía la prohibición de cortar en ciertos lugares y de la práctica del roce a
fuego, la obligatoriedad de reforestar en cada corte, y la derogación de las disposiciones relativas a los bosques de
la Ordenanza de Minas.
94
Citado por Elizalde Mac Clure: La sobrevivencia..., pág. 19.

170
CIENCIAS SOCIALES

Lamentablemente, esta ley de protección llegó 100 años tarde, cuando la actividad
humana sobre la región había cambiado irreversiblemente paisaje, transformándolo en lo que
conocemos hoy en día. Y la industria del cobre, por lo demás, ya había entrado en un ciclo
declinante del que no se recuperó sino hasta el primer decenio del siglo XX, con la segunda
revolución tecnológica de dicha industria.
En 1872, Chile organizó la “Esposición Nacional de Artes e Industria”, en cuyo
marco se realizó un certamen de ensayos científicos. La Memoria premiada en esa ocasión,
escrita por el intelectual portorriqueño, Eugenio María Hostos, presenta un claro balance de
la situación de los bosques en la región minera. A juicio de Hostos en las “comarcas
septentrionales” se estaba produciendo un cambio de clima a raíz de la disminución de la
vegetación:
«Los palmares que entonces abundaban, escasean ahora; el algarrobo, cuya vista
deleitaba a los que se alejaban del desierto, empieza a desaparecer por completo
de la vista ansiosa; el chañar, que parecía espresamente creado para aquellas
arenosas soledades; el carbón, cuya lustrosísima madera monopolizaban los
contornos de Coquimbo; el arrayán, que recorría toda la zona vejetal de Chile,
desde Valdivia hasta Coquimbo; todos esos árboles, con las parásitas,
trepadoras, rastreras [...] han muerto bajo el hacha del minero»95

V. A MODO DE CONCLUSIÓN: LA INSUSTENTABILIDAD


DE LA INDUSTRIA DEL COBRE EN CHILE DURANTE EL SIGLO XIX

La importancia de historiar este proceso degradativo radica en la centralidad que tiene


hasta el día de hoy la industria del cobre en nuestro país, cuyo modelo de desarrollo no ha
variado mucho desde sus orígenes hasta el día de hoy. La pregunta clave, en este sentido es
qué tan sustentable es y ha sido la industria del cobre en Chile.
El concepto de “sustentabilidad”, puesto en el tapete de la discusión ambiental por el
informe Brundtland en 1987, se ha incorporado definitivamente al debate del desarrollo. Su
atractivo se funda en una cuestión de simple sentido común: sería absurdo avanzar un paso
para retroceder dos, expresión que es bastante cercana a la definición más clara del concepto
desarrollo sustentable: el máximo desarrollo posible en el presente que no comprometa las
potencialidades de desarrollo futuro.
El concepto sustentabilidad encierra varios elementos de discusión. Probablemente,
el más importante de ellos es la noción de que existen “límites” para el desarrollo de
cualquier actividad económica que pretenda “sostenerse” sobre sí misma. Una actividad
económica no sustentable es aquella que por su sola concepción (de procesos y ritmos) se
encuentra condenada al fracaso. Con la explotación de los recursos bióticos (vivos) la
sustentabilidad es una cuestión relativamente fácil de advertir. Si la actividad de explotación
no respeta los ritmos de reposición de la especie explotada, o altera los equilibrios
ecosistémicos que hacen posible la existencia de dicha especie, está desarrollando una
actividad insustentable. El caso más ilustrativo de esta dinámica es la actividad de la pesca,

95
Hostos, Eugenio: “Memoria presentada...”, pág. 14.

171
MAPOCHO

que en nuestro país hace necesaria la imposición periódica de vedas que alivian
momentáneamente la presión sobre las especies cuya sobrevivencia se ve amenazada.
Ahora bien, con los recursos abióticos (no vivos) el concepto de “sustentabilidad”
debe ser recogido en un sentido más amplio. Los minerales como el cobre, el salitre o el
carbón no se reponen en ningún plazo histórico, sino en períodos geológicos. ¿Es posible
plantear un desarrollo sustentable de las industrias asociadas a estos recursos?
La sustentabilidad de estas industrias no está determinada tanto por la sobrevivencia
del recurso explotado —cuestión que no deja de ser una inquietud importante— sino por la
situación del ambiente en el que la actividad de explotación se llevan a cabo. En estos casos,
la pregunta central es si son mayores los beneficios o los perjuicios que se generan a partir de
una actividad de explotación.
La transformación de un mineral diseminado entre algunas rocas, en una hermosa
pieza metálica de color rojo, que en algunos casos puede ser una obra de arte y en otras un
implemento extremadamente útil como un conductor eléctrico, no puede ser considerada una
acción intrínsecamente perniciosa. El problema se presenta en los procesos que son
necesarios para llevar a cabo esa transformación. La remoción de tierra, el consumo de agua
(del que necesariamente son privadas otras actividades) y energía (con los múltiples procesos
desencadenados por la generación y conducción de ésta), los procesos de depuración del
mineral, que generan contaminación de los cursos de agua donde son depositados los relaves,
o “lluvia ácida” a raíz de la liberación de dióxido de azufre a la atmósfera en los procesos de
refinación, son algunos de los perjuicios externos que acompañan a la industria.
La sustentabilidad entonces, está determinada por el balance general de todos estos
factores. En un platillo de la balanza está el mineral obtenido y en el otro, los daños a la
salud de las personas, las carencias de recursos traspasadas a las generaciones futuras como
consecuencia el daño provocado al medio ambiente, la pobreza ambiental y económica de las
comunidades que son perjudicadas por estas actividades y que no tienen la fuerza para
contrarrestar a las empresas causantes del daño, son parte de una larga lista.
En el caso de los bosques que desaparecieron bajo el hacha de los fundidores durante
el siglo XIX, debemos poner en un platillo las 870 mil toneladas de cobre fino que fueron
vendidas entre 1822 y 1880 y sumarle a ello los beneficios posteriores arrojados por la
dinámica económica generada con los ingresos de esas ventas. ¿Y en el otro? La
incalculable cantidad de biomasa quemada en los hornos, los distintas especies animales y
vegetales que se desarrollaban asociadas a esos ecosistemas que también debieron perecer,
los derechos de agua de animales, plantas y seres humanos que han habitado desde entonces
esa región, el suelo que se ha erosionado sostenida e irremediablemente desde que se perdió
la cubierta vegetal de la región, etc.
La operación matemática en cuestión, la suma y resta de beneficios y perjuicios, es
probablemente imposible de realizar y tal vez sea inoficioso hacerlo. La posibilidad de
reponer lo perdido es inexistente. ¿Qué queda por hacer? No mucho. Algunos dirán: “hacer
conciencia” para evitar que ello se siga produciendo. Sería lo lógico, pero si, como se ha
visto, ya entonces hubo conciencia y no sirvió de nada, de qué podría servir ahora.
La intención de quien ha escrito estas páginas ha sido sencillamente disputar una
parte de la memoria histórica, intentar introducir esta historia en “La Historia” y esperar que
algún día la sustentabilidad sea algo más que un elemento retórico de fácil apropiación para
justos y pecadores.

172
CIENCIAS SOCIALES

BIBLIOGRAFÍA
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175
Varia Historia
ISSN: 0104-8775
variahis@gmail.com
Universidade Federal de Minas Gerais
Brasil

FOLCHI D., MAURICIO


Los efectos ambientales del beneficio de minerales metálicos. Un marco de análisis para
la historia ambiental
Varia Historia, vol. 21, núm. 33, 2005, pp. 32-57
Universidade Federal de Minas Gerais
Belo Horizonte, Brasil

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=384434809003

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Los efectos ambientales
del beneficio de
minerales metálicos*
Un marco de análisis para la historia ambiental**

The environmental effects of the


improvement of metallic minerals
An analysis landmark for environmental history

MAURICIO FOLCHI D.
Académico del Área de Historia Ecológica del Departamento de Ciencias Históricas
de la Universidad de Chile; Profesor asociado del Departamento de Historia e
Instituciones Económicas de la Universidad Autónoma de Barcelona
maurofolchi@hotmail.com

RESUMO Os efeitos ambientais das operações compreendidas no be-


neficiamento dos minerais metálicos variaram historicamente, de acordo
com o desenvolvimento das mesmas. À medida que tais operações se
tornaram mais complexas e rigorosas, provocaram efeitos ambientais
cada vez mais complexos, diversos e profundos. Este artigo desenvolve
um esquema de análise que permite descobrir e compreender historica-
mente a origem e a evolução desses efeitos.

* Artigo recebido em: 29/08/2004 - Aprovado em: 03/10/2004.


** Artículo elaborado a partir de la ponencia “Las labores de beneficio y la Historia Ambiental: conceptos,
problemas y perspectivas de análisis”, presentada en la VIII Reunión Internacional de Historiadores de la
Minería Latinoamericana, Guanajuato, 24-28 de marzo de 2004. Agradezco los comentarios y sugerencias
que Enric Tello y Agustí Nieto me formularon sobre un borrador de este trabajo. También debo agradecer el
apoyo del Ministerio de Planificación y Cooperación de Chile y de la Facultad de Filosofía y Humanidades de
la Universidad de Chile.

32 VARIA HISTORIA, nº 33
Palavras-chave efeitos ambientais, beneficiamento de minerais metáli-
cos, contaminação

ABSTRACT The environmental effects of the operations comprised in


the improvement of metallic minerals have varied historically, according
to their development. As such operations became more and more com-
plex and rigorous, they have caused environmental effects increasingly
more complex, diverse and profound. This article develops an analysis
scheme with the objective of historically discovering and understanding
the origin and evolution of these effects
Key words environmental effects, metallic mineral processing, contami-
nating

1. Introducción
El beneficio de minerales metálicos puede entenderse como un con-
junto de operaciones mecánicas, químicas o biológicas destinadas a
obtener ciertos elementos metálicos contenidos en algunas rocas de la
corteza terrestre, en las que se movilizan, transforman y consumen gran-
des cantidades de materia.
Algunas de esas operaciones son: la trituración de los minerales a
golpe de martillo o en molinos, la decantación de partículas en piscinas,
la aspersión de ácido sobre rocas amontonadas, y la fundición con leña
o carbón mineral. Todas estas acciones (a las que habría que añadir las
de tipo indirecto) han provocado a lo largo de la historia algún efecto
sobre el entorno en el que tuvieron lugar.
La historia de estos efectos está determinada, en primer lugar, por el
desarrollo de las faenas mineras en cuanto a la escala de la explotación
y a su expansión geográfica (la tendencia ha sido al desarrollo de opera-
ciones cada vez a mayor escala y a afectar a una porción cada vez más
amplia de las regiones mineras). Por otra parte, estos efectos se han
ajustado a las características geológicas de los yacimientos explotados,
los cuales han cambiado a lo largo de la historia explotándose yacimien-
tos de progresiva menor ley y de composición mineralógica más com-
pleja. Pero, por sobre todo, los efectos ambientales del beneficio han
variado históricamente de acuerdo a los cambios técnicos de estas la-
bores, cada vez más complejas y exigentes, y que han tenido unos efec-
tos ambientales cada vez más diversos, complejos y profundos.1 Como

1 Conviene explicitar que en este trabajo sólo hacemos referencia a los efectos ambientales de las labores de
beneficio y no a las restantes fases de la actividad minera (prospección y extracción). Asimismo, este estudio
se restringe a las labores de beneficio de la minería metálica, y especialmente, de los metales no ferrosos.

Janeiro, 2005 33
se comprenderá, la obtención del oro nativo mediante selección en bate-
as con agua desviada de algún estero, accionadas por trabajadores
manuales, típica de los primeros siglos coloniales, acarreaba unos efec-
tos ambientales bien distintos a los de las grandes plantas construidas a
principios del siglo XX que obtenían el metal en soluciones de cianuro.

2. Las labores de beneficio


La tradición distingue dos tipos de labores en la explotación minera:
las labores de extracción, que corresponden a la minería propiamente
tal, y que se refieren a las operaciones de excavación (subterránea o
superficial); y las labores de beneficio, que comprenden todas las ope-
raciones que siguen a la excavación destinadas a separar el material
‘estéril’ y obtener, con el mayor grado de pureza posible, el metal conte-
nido en las rocas.2
Todas estas operaciones han evolucionado de manera incesante
desde la Edad del Bronce hasta la actualidad. El avance ha hecho posi-
ble la explotación progresiva de nuevos minerales, ya sea para conse-
guir metales nuevos u otros conocidos, pero de difícil obtención. Las
primeras técnicas de beneficio que conoció la humanidad apenas per-
mitían obtener unos pocos metales, y sólo a partir de cierto tipo de mine-
rales, que se fundían a temperaturas relativamente bajas (cobre, hierro,
estaño y plomo, los primeros).3 En la actualidad, se obtienen setenta
metales distintos de todos los tipos de minerales existentes. Además, se
han ido consiguiendo resultados cada vez mejores en cuanto a la cali-
dad de los productos intermedios y finales, lo cual se ha traducido en
incrementos constantes de la eficiencia general del beneficio, lo que ha
conducido, a su vez, a una reducción progresiva de la ley de corte de los
yacimientos.4 A fines del siglo XIX, por ejemplo, los adelantos en las téc-
nicas de molienda y concentración de minerales de cobre permitieron
pasar de una la ley mínima del 5,0% a una ley de 0,5% o menos.5
En términos muy generales, las labores de beneficio incluyen cinco
operaciones sucesivas: molienda, selección, concentración, reducción
y afino. En lo que respecta a las operaciones de molienda, selección y
concentración, el progreso ha consistido en el desarrollo de mejores dis-

2 En la actualidad, se hace una distinción un poco distinta para clasificar los procedimientos de beneficio y se
habla de una etapa de ‘preparación del mineral’ — también llamada mineralurgia — que comprende las
operaciones de molienda, selección y concentración, y una segunda etapa, que sería la propiamente extrac-
tiva y propiamente metalúrgica, correspondiente a la transformación química del mineral, denominada ‘meta-
lurgia extractiva’.
3 Estos metales tienen la propiedad de entrar en fusión con temperaturas que están por debajo de los 800 C°,
y que se podían conseguir quemando materiales carbonáceos (leña).
4 La ley de corte corresponde al porcentaje mínimo necesario de metal contenido (ley) en la roca para que ésta
se considere aprovechable económicamente.
5 BALLESTER, A.; VARDEJA, L.F. y SANCHO, J. (2000): Metalurgia extractiva, vol. I, Síntesis, Madrid, pág. 38.

34 VARIA HISTORIA, nº 33
positivos mecánicos (más eficientes y de mayor capacidad) y en el uso
creciente de energía. En cuanto a la reducción y afino, las mejoras han
sido posibles gracias al desarrollo científico (de la Física y de la Quími-
ca) que se ha aplicado al perfeccionamiento de las técnicas pirometalúr-
gicas (que fueron las primeras que desarrolló la humanidad) y al desar-
rollo (y posterior perfeccionamiento) de técnicas nuevas como la hidro-
metalurgia, la electrometalurgia y la biometalurgia6 (véase cuadro Nº 1).

Cuadro Nº 1
Técnicas y procedimientos del beneficio de metales no ferrosos

Fuente: Elaboración Propia

Como se ha dicho, los efectos ambientales derivados de las labores


de beneficio están determinados por las características de cada yacimi-
ento y por las técnicas específicas de cada explotación. Por lo tanto,
estos efectos exhiben una gran variedad en cada sitio y en cada mo-
mento histórico en que estas labores se llevaron a cabo, lo cual obliga a
establecer un patrón de análisis que permita identificar y estudiar la evo-
lución histórica de estos efectos, siguiendo el desarrollo y evolución de
las labores beneficio en cada lugar específico.

6 La hidrometalurgia se define como el tratamiento de materiales metálicos a través de métodos húmedos que
producen la disolución de alguno de sus componentes y su posterior recuperación; véase BALLESTER et al.
(2000), op. cit., pág. 330. La electrometalurgia comprende procesos electrotérmicos similares a los pirometa-
lúrgicos (efectuados en ‘hornos eléctricos’) y a la descomposición de soluciones o la disolución anódica de
metales impuros, mediante electrólisis; véase MORRAL et al. (1982): Metalurgia general, Reverté, Barcelona,
pág. 201. La biometalurgia (o biolixiviación u “oxidación bacteriana”) es la técnica que se vale de una bacte-
ria (Thiobacillus ferroxidans) que tiene la propiedad de atacar y solubilizar el mineral; véase BALLESTER et al.
(2000), op cit., pág. 397 y ss.

Janeiro, 2005 35
3. Los efectos ambientales del beneficio

3.1 Definición y aclaraciones


Un efecto ambiental (o impacto ambiental) puede definirse como
cualquier alteración de los componentes de un medio ambiente dado o
de la dinámica del mismo, producto de una acción no natural.
Es importante subrayar que no decimos “efectos sobre el medio na-
tural”, sino “efectos sobre un medio ambiente dado”. Mientras la primera
expresión alude a ecosistemas naturales (como bosques, manglares,
humedales, ríos, estuarios, pastizales, etc.), la segunda expresión incluye
los ecosistemas domesticados (silvícolas, agrícolas, ganaderos, acuíco-
las, etc.), así como los ecosistemas construidos (ciudades, campamen-
tos mineros y las propias plantas de beneficio).7 Esta distinción es impor-
tante porque el medio ambiente ‘dado’que sufre un impacto ambiental,
no es, necesariamente, un paraje idílico de vegetación virgen y exube-
rante, sino, simplemente, un medio que tiene unas condiciones de habi-
tabilidad y una disponibilidad de recursos que los usuarios u ocupantes
del mismo (agricultores, pescadores, pastores, vecinos, o incluso, los
propios obreros metalúrgicos)8 consideran suficientes, saludables o con-
fortables, y en los que, por lo tanto, se ha consolidado cierta regularidad
de las relaciones sociedad/naturaleza.
Asimismo, es importante destacar que efecto sobre el ‘medio’, se
refiere a cualquier cambio en la dinámica o condiciones de ese ambi-
ente (ciclo del agua, estructura del suelo, calidad del aire, humedad
ambiente, etc.), independientemente de la percepción y valoración so-
cial que pueda existir sobre el mismo. Los efectos ambientales son fe-
nómenos físicos, químicos y biológicos, y, por lo tanto, son fenómenos
relativamente objetivos y neutros (o, por lo menos, tan objetivos y neu-
tros como objetivas y neutras sean las disciplinas científicas que los
establecen), que se han producido históricamente como consecuencia
de cualquier acción humana significativa sobre el medio (como las
mencionadas antes, propias del beneficio de minerales), aunque nadie
tuviera conciencia de su ocurrencia. Hoy sabemos con certeza que
ciertos elementos expulsados al entorno, en cualquier dosis (como el
mercurio o el cianuro), son indiscutiblemente nocivos para los organis-
mos, pero este conocimiento es resultado de un devenir histórico, que

7 La distinción entre ecosistemas naturales, domesticados y construidos en ODUM, Eugene (1995): Ecología:
peligra la vida, McGraw Hill, México D.F., págs. 1-16 y 233-235.
8 La historia de la metalurgia está colmada de casos en los que los propios trabajadores son los que primero se
resienten por la mala calidad del ambiente. Un ejemplo de esto lo encontramos en la fundición de la Com-
pañía Metalúrgica Mexicana (1890-1920) en San Luis de Potosí, la que llegó a contabilizar un promedio de 30
trabajadores enfermos al mes a consecuencia de respirar los gases fugitivos de la planta, cuyos conductos
estaban construidos de madera; véase GÁMEZ, Moisés (2003): “Minería y metalurgia en el centro-norte me-
xicano: la Compañía Metalúrgica Mexicana”, Universidad Autónoma de Barcelona, Departamento de Econo-
mía e Historia Económica, mimeografiado, pág. 26.

36 VARIA HISTORIA, nº 33
es posterior e independiente al hecho de que tales elementos fueran
liberados al ambiente.9
3.2 Acciones no naturales
Una vez definido efecto ambiental como cualquier cambio ocasiona-
do por una acción no natural sobre un medio ambiente dado (que in-
cluye toda clase de ambientes), se sigue que tales acciones son muy
diversas e incluso innumerables, y que, por lo tanto, un intento de identi-
ficación y clasificación causa/efecto debe combinar distintos criterios y
conceptos. Así, se puede aceptar que, a escala local (que es la que aquí
interesa) existen — aunque solapados entre sí — tres órdenes de accio-
nes sobre el medio que acarrean efectos ambientales: las emisiones y
descargas de elementos extraños (contaminación), la extracción de re-
cursos y la transformación del paisaje (véase el cuadro Nº2).10

Cuadro Nº2
Acciones sobre el medio y sus efectos ambientales

Fuente: Elaboración Propia

9 El proceso de toma de conciencia y valoración negativa de un determinado efecto ambiental por parte de la
sociedad en su conjunto, o de un segmento de ella, es lo que media — a veces con notable retraso y otras con
sorprendente simultaneidad — entre el efecto ambiental y el problema ambiental. Mientras lo primero es algo
mensurable, observable, y en ese sentido, objetivo, el problema ambiental es la construcción social del mismo y,
por lo tanto, es subjetivo, y sólo se manifiesta cuando se asienta la convicción de que esos efectos representan
una merma o una amenaza para la salud, el confort o el bienestar de las personas, es decir, cuando representan
un “problema”. Para un desarrollo más largo de esta idea de transición entre efecto ambiental, problema ambiental
y su ulterior conflicto ambiental; véase FOLCHI, Mauricio (2001): “Conflictos de contenido ambiental y ecologismo
de los pobres: no siempre pobres, ni siempre ecologistas”, en Ecología Política Nº22, Barcelona, págs. 79-100.
10 Una de las consecuencias más importantes de la actividad humana en el medio ambiente es el cambio
climático que aquí excluimos para centrarnos en los cambios a escala local.

Janeiro, 2005 37
3.3 Tipos de efecto ambiental
El tipo de efecto es un aspecto del problema que conviene tener
claro a la hora de valorar estos fenómenos, pues no todos los efectos
ambientales se dejan sentir de forma simultánea ni instantánea, tampoco
aparecen siempre como una consecuencia evidente de las actividades
de beneficio, y, en algunos casos, ni siquiera se producen donde estas
faenas se practican. Los efectos ambientales derivados o imputables a
las actividades de beneficio se pueden dar en corto, mediano o largo
plazo; además pueden ser directos o indirectos; y, por último, pueden
manifestarse como efectos in situ o como efectos ex situ.
Los impactos ambientales se presentan en un horizonte de tiempo
variable. Mientras unos efectos, como la intoxicación por humos nocivos
puede considerarse un efecto inmediato, hay otros que se presentan con
considerable retraso, a consecuencia de varios mecanismos que existen
en la naturaleza que le permiten resistir durante cierto tiempo los emba-
tes de la contaminación sin sufrir perturbaciones apreciables.11 Pero, la
capacidad de absorción de los sistemas naturales tiene un límite, y una
vez que se sobrepasa cierto umbral, los daños ambientales afloran.
Otra distinción importante debe establecerse entre efectos directos
e indirectos. Los primeros, son aquellos que se producen como conse-
cuencia inmediata y directa de una acción sobre el ambiente, y que, por
lo mismo, son fácilmente identificables. Los segundos, son aquellos en
los que el efecto ambiental es el desenlace de una reacción posterior o
de una serie de reacciones desencadenadas a partir de una primera
perturbación, y que, por lo tanto, no guarda una relación evidente con el
daño. La erosión del suelo, por ejemplo, es un efecto indirecto de la de-
forestación: los leñadores y carboneros no son quienes erosionan el sue-
lo, sino el viento y la lluvia, que actúan una vez que el suelo ha perdido
esa cubierta protectora que es la vegetación, y arrastran los sedimentos
y partículas que componen el suelo.
Un buen ejemplo de esto, muy vinculado a las labores de beneficio,
es el efecto de las emisiones de anhídrido sulfuroso (SO2) sobre la vege-
tación, cuyo impacto está mediado por una serie de reacciones quími-
cas que hacen que el SO2 liberado a la atmósfera — que no mata direc-
tamente la vegetación — sea transformado, mediante el fenómeno cono-
cido como “lluvia ácida”, en ácido sulfuroso (H2SO3), y ataque a las hojas
de árboles y plantas, haciéndolas más vulnerables a la acción del viento,
el frío, la sequía, las enfermedades y los parásitos.12

11 La resiliencia es la capacidad de un sistema de mantener sus funciones y controles, a pesar de estar some-
tido a un disturbio, ya sea por la habilidad del sistema para resistir un disturbio o de autoorganizarse y
asimilar perturbaciones sin deteriorarse definitivamente. El límite hasta el cual un ecosistema puede soportar
perturbaciones sin desequilibrarse definitivamente se llama “umbral de resiliencia”.
12 En condiciones atmosféricas determinadas el anhídrido sulfuroso (SO2), liberado por oxidación, produce

38 VARIA HISTORIA, nº 33
Otra consideración importante es que, si bien los daños ambientales
más ostensibles suelen producirse in situ, es decir, en el lugar mismo de
las actividades mineras (como la descarga directa de residuos líquidos
en cursos de agua o lagos), también es posible que se produzcan daños
ambientales imputables a las actividades de beneficio en lugares apar-
tados de éstas, ya sea porque se producen en lugares distintos a los del
beneficio, o bien porque los residuos son desplazados hasta lugares
apartados (a veces un país vecino) por el viento o cauces naturales, o
incluso porque éstos son trasladados ex profeso.
3.4 Efectos hacia atrás y efectos hacia adelante
Si bien la acción fundamental del beneficio corresponde a la opera-
ciones que van desde la trituración de las rocas hasta la obtención de
productos metálicos finales (barras, cátodos, lingotes, etc.), para efec-
tos de establecer su responsabilidad ambiental debe considerarse tam-
bién como acción sobre el medio la ejecución de las obras de infraes-
tructura que exige el funcionamiento de un establecimiento de beneficio
(construcción de caminos y puentes, desvío de cursos de agua, cons-
trucción de presas, etc.), y también los efectos derivados de la provisión
de los recursos requeridos por los procesos de beneficio: principalmen-
te, energía y agua, los cuales acarrean efectos sobre el entorno tan o
más agudos que los de la actividad principal. Todas esta cuestiones, en
la experiencia histórica, son problemas que frecuentemente han resuelto
las empresas mineras por sus propias manos.
Aquí llamamos efectos hacia adelante (de acuerdo al sentido del
proceso productivo), a aquellos efectos asociados a “lo que sale” (ou-
tputs) del lugar de beneficio, esto es, los distintos productos metálicos
(concentrados, soluciones, cátodos, etc.), más los desechos de los mis-
mos (gases, ripios, escorias, aguas residuales, etc.) que son expulsados
voluntaria o accidentalmente al entorno, y cuyo efecto sobre éste se pu-
ede resumir en una palabra: contaminación. Llamamos efectos hacia atrás,
a todos los efectos anteriores al proceso de beneficio propiamente tal,
que se derivan de la obtención de los insumos (inputs) (agua y energía
en forma de leña o electricidad) y de la construcción de la infraestructura
requerida por el mismo (la más importante: la de transporte), es decir,
todo aquello que queda comprendido por las categorías extracción de
recursos y transformación del paisaje antes mencionadas (véanse es-
quemas Nº1 y Nº3).

anhídrido sulfúrico (SO3), y éste reacciona con el vapor de agua del aire produciendo ácido sulfuroso (H2SO3)
o ácido sulfúrico (H2SO4), el que, arrastrado por las precipitaciones, provoca el fenómeno de la “lluvia ácida”,
que afecta las hojas de los vegetales, despojándolas de su cubierta cerosa y provocando pequeñas lesiones
que alteran la acción fotosintética. Con ello, las plantas pierden hojas, y así, la posibilidad de alimentarse
adecuadamente. En ocasiones, la lluvia ácida hace que penetren al vegetal ciertos elementos como el alumi-
nio (éste bloquea la absorción de nutrientes en las raíces), que también afectan su desarrollo.

Janeiro, 2005 39
Esquema Nº 1
Efectos ambientales de las actividades de beneficio (resumen)

Fuente: Elaboración Propia

4. Las labores de beneficio y sus efectos hacia atrás


Los casos más abundantes de este tipo de impacto están asociados
a la demanda energética de las plantas de beneficio. Al respecto, el he-
cho ambiental más frecuente y generalizado es la deforestación de ex-
tensas zonas, primero próximas y más tarde alejadas de los planteles de
beneficio, con el propósito de alimentar los hornos de fundición. Si bien
este es un problema que la Historia Ambiental latinoamericana no ha
estudiado de forma sistemática, conocemos numerosos casos que nos
informan de este fenómeno. En cada región donde se aplicaron técnicas
pirometalúrgicas de beneficio durante los siglos coloniales y durante el
siglo XIX, se arrasaron extensas zonas boscosas.
México es la región donde más tempranamente se produjo defores-
tación importante como consecuencia de la actividad minera y de dónde
más ejemplos disponemos. Entre 1548 y 1576, la cal que se utilizó en la

40 VARIA HISTORIA, nº 33
reconstrucción de Tenochtitlan se obtenía del valle del Mezquital donde,
para alimentar los hornos en que ésta se producía, se talaron y quema-
ron los extensos bosques de roble que existían en el área sur de este
valle, en Tezcatepec y Axacuba.13 Más al norte, los mineros de Ixmiquil-
pan (mineral de plata y plomo) talaron sistemáticamente los bosques cir-
cunvecinos desde 1540, hasta hacerlos desaparecer de esa zona hacia
finales del siglo.14 Más tarde, hacia 1599, en la cercanías de la mina de
plata de Pachuca, fueron los propios indígenas de Tlilcuautla y Torna-
custla quienes talaron sus bosques para vendérselos a los mineros.15 A
mediados del siglo XVI, dos pueblos de indios cercanos a las minas de
plata de Taxco, se enfrentaron judicialmente por este problema. Los indi-
os de Tenango querían explotar los bosques para abastecer a los mine-
ros y los de Teticpac querían impedirlo. La autoridad dio la razón a los
primeros e impuso “perpetuo silencio” a los segundos.16 De la misma
manera, en la provincia de Santa Bárbara (al sur del actual estado de
Chihuahua) la minería de la plata fue exterminando progresivamente los
bosques, incluso cuando ya se había introducido el tratamiento de la
plata con mercurio (1631), ya que sólo los grandes mineros podían obte-
ner mercurio a crédito de la Corona. Los pequeños mineros, mientras
tanto, continuaron beneficiando los minerales de plata por fundición di-
recta.17 Toda esa zona, que llegó a alimentar de leña hasta cinco centros
mineros a mediados del siglo XVII, hoy “es calificada como semiárida y
se encuentra casi totalmente desertificada y desnuda de árboles”.18 Por
último, en Zacatecas, a fines del siglo XVI, después de cincuenta años
de labores extractivas, se había producido el mismo proceso. En pala-
bras del obispo del lugar:

Había en este descubrimiento mucha arboleda y monte en estas quebradas,


las cuales todas se han acabado y talado con fundiciones de madera, que si
no son unas palmillas silvestres, otra cosa no ha quedado.19

En la era de la Revolución Industrial, cuando el carbón mineral se


imponía como combustible en la mayor parte de las naciones que se
industrializaban, la leña y el carbón vegetal siguieron empleándose ma-

13 MELVILLE, E. (1999): Plaga de ovejas. Consecuencias ambientales de la conquista de México, FCE, México
D.F., pág. 113.
14 Ibidem, pág. 133.
15 Ibidem, pág. 121.
16 AYALA, M.de la L.(1999): “La pugna por la propiedad de los montes y bosques”, en MARTÍNEZ, Bernardo
García y JÁCOME, Alba González (comps.), Estudios sobre historia y ambiente en América, vol. 1, El Colegio
de México, México D.F., pág. 81.
17 CRAMAUSSEL, C. (1999): “Sociedad colonial y depredación ecológica: Parral en el siglo XVII”, en GARCÍA y
GONZÁLEZ, op. cit., pág. 97.
18 Ibidem, pág. 98.
19 Citado por CRAMAUSSEL (1999), op. cit., pág. 101.

Janeiro, 2005 41
sivamente en América Latina, aun en las máquinas a vapor, con las con-
secuencias acostumbradas. Este fue el caso de las minas de plata de
Real del Monte (México), una antigua explotación de la que se hizo car-
go una empresa inglesa entre 1824 y 1849. Los ingleses trabajaron con
el método de beneficio de barril y consumían grandes cantidades de
leña en las máquinas de vapor (necesarias para mover los barriles), que
además se empleaban para desaguar las minas. Al principio, la com-
pañía no tuvo problemas de abastecimiento, pues en sus propias tierras
“existían grandes zonas boscosas”. Doce años después de su puesta en
marcha, éstas se habían agotado y la empresa tuvo que adquirir nuevas
tierras con bosques y firmar contratos de tala, en zonas cada vez más
alejadas. En 1948, el administrador de la empresa (ya en decadencia)
estimaba que las reservas de leña alcanzaban para “más que otras dos
semanas”.20 Una situación similar se prudujo siglos más tarde en la Guya-
na venezolana, en el último tercio del siglo XIX, durante una especie de
fiebre del oro que vivió la región; y, a pesar de que existían otros métodos
de beneficio, para facilitar la molienda del mineral de cuarzo (con el que
estaba mezclado el mineral de oro) se practicaba la técnica de calentar
las rocas en hogueras alimentadas con leña de los bosques cercanos,
que también fueron arrasados.21 Lo mismo ocurrió en Chile, en la exten-
sa región denominada Norte Chico en la que, entre 1800 y 1870, se elimi-
naron casi todos los bosques existentes para alimentar los hornos de
fundición de cobre.22 Según resumió el presidente de la Sociedad Naci-
onal de Agricultura:

La explotación de las minas tomó proporciones colosales, los hornos de fun-


dición cubrieron el territorio que se extiende desde el Maipo a Copiapó, y
Chile, que había vivido en la creencia de que los bosques eran inagotables,
supo un día con asombro, que ya no le quedaban más que restos escasos de
aquel tesoro inmenso.23

Un situación del mismo tipo describe Warren Dean en su Historia de


la Destrucción de la Mata Atlántica, en Brasil. Durante la segunda mitad
del siglo XIX, en la zona de Minas Gerais, hubo un período de auge de
las “forjas africanas”, alimentadas con carbón vegetal, que provocó la
tala de 2.000 Km2 de bosque, precisamente, aquellos bosques que habí-

20 RANDALL, R.W. (1977): Real del Monte: una empresa minera británica en México, F.C.E., México D.F., págs.
181-183.
21 GONZÁLEZ DELUCA, M.E. (1992): “Estrategias políticas, minería y poblamiento en la Guyana venezolana”,
en: ÁVILA, Dolores; HERRERA, Inés y ORTIZ, Rina (comps.), Empresarios y política minera, vol. II, págs. 27-
40, INAH, México D.F., pág. 46.
22 FOLCHI, M. (2001): “La insustentabilidad de la industria del cobre en Chile: los hornos y los bosques durante
el siglo XIX”, en Mapocho, Nº 49, págs. 149-177, Santiago de Chile.
23 MOXÓ, R.L. (1872). Citado por Elizalde Mac Clure: La sobrevivencia de Chile. La conservación de sus recur-
sos naturales renovables, Ministerio de Agricultura, Dirección general de producción agraria y pesquera,
Santiago de Chile, 1958, pág. 14.

42 VARIA HISTORIA, nº 33
an sucedido a los que habían sido esquilmados durante “la fiebre del
oro” en los siglos XVII y XVIII . Un observador señalaba que los lugares
que “hasta hace poco estaban poblados de gigantescas bignonias” es-
taban “casi completamente devastados”.24
Otro tipo de efecto ambiental hacia atrás, vinculado al problema
energético, lo constituyen las obras de generación eléctrica construi-
das especialmente para alimentar la maquinaria de estos planteles. Un
buen ejemplo de esto es lo ocurrido con el río Necaxa (México) a prin-
cipios del siglo XX, y que además es un caso muy demostrativo de lo
difícil que puede ser advertir los efectos indirectos, de mediano y largo
plazo, y más aún el valorar los perjuicios que éstos acarrean para la
sociedad, que a veces pueden ser muy sutiles pero profundos, como la
alteración del ritmo de la vida. Siguiendo a Aboites, el desarrollo de la
energía eléctrica emergió en México con la construcción de dos gran-
des centrales hidroeléctricas en los ríos Necaxa y Tenango, entre 1903
y 1916, que generaban energía para abastecer a los centros mineros
de Pachuca y El Oro. El caudal del río Necaxa, a partir de entonces, no
tuvo más el ritmo natural de los deshielos o de las lluvias, sino el que
dictaban las necesidades mineras e industriales, más intensas durante
el día y más bajas durante la noche y constantes a lo largo del año. Los
agricultores que vivían río abajo (la mayoría indígenas), a partir de en-
tonces no pudieron vadear el río en los momentos del día en que acos-
tumbraban hacerlo, sino que debían hacerlo entre las seis y las diez de
la mañana, cuando la generación era menos intensa y el caudal más
bajo; en algunos casos estas personas encontraron la muerte cuando
el río aumentaba su caudal repentinamente mientras lo intentaban cru-
zar.25 Además del costo humano que supuso la alteración del caudal,
con toda seguridad, el cambio también afectó a las comunidades de
flora y fauna que estaban adaptadas a las variaciones del caudal del
régimen natural del río.26
Otro caso que ilustra esta dimensión del problema es la producción
de aluminio: un metal que se obtiene a partir de la bauxita, pero cuyo
insumo más importante durante la producción no es la bauxita sino la
electricidad. En Jamaica — comenta Elizabeth Dore — , para sostener
las minas de bauxita, “las compañías construyeron presas que inunda-
ron fértiles valles y obligaron a los agricultores a abandonar sus tierras”.
Además de eso, “el barro rojo [llamada así por el color de la bauxita] ha

24 DEAN, W. (1996): A ferro e fogo: a história e a devastação da Mata Atlântica brasileira, Editora Schwartz, São
Paulo, págs. 212-214.
25 ABOITES, L. (1999): “Relación sociedad-naturaleza desde la historia de los usos del agua en México (1900-
1940)”, en García y González, op. cit., pág. 179.
26 Esta alteración les perjudica en tanto favorece las bioinvaciones. Un claro ejemplo de esto se ha discutido
recientemente en España a propósito del proyecto de trasvase del río Ebro, río en el cual estaría amenazada
la pervivencia de un bivalvo mediterráneo endémico: la margaritífera, por la invasión del mejillón cebra.

Janeiro, 2005 43
contaminado el suelo y el agua de zonas alrededor de las minas”.27 Pa-
rece claro que una misma actividad de beneficio puede desencadenar
impactos ambientales de distinto tipo: contaminación directa e in situ
(barro rojo) y efectos indirectos y ex situ (la alteración del paisaje agrario
y con ello las formas de reproducción material de una parte de la pobla-
ción).

5. Las labores de beneficio y sus efectos hacia delante: la conta-


minación

5.1 Formas de contaminación


La contaminación se define como la introducción al medio de cual-
quier sustancia extraña o de energía en una cantidad tal, y por un perío-
do de tiempo suficientemente prolongado, para causar, directa o indirec-
tamente, una merma (o riesgo de merma), en el bienestar, salud y confort
de las personas.28 De acuerdo a la naturaleza de los contaminantes, se
distinguen tres tipos de contaminación: química, física y biológica, y se-
gún cuál sea el medio afectado, ésta puede clasificarse en contaminaci-
ón del suelo, contaminación de la atmósfera o contaminación del medio
hídrico. Así, y sólo considerando estos dos criterios, se pueden identifi-
car nueve formas de contaminación (véase cuadro Nº3).
Respecto del origen de la contaminación, hay que tener presente
que ésta no sólo se refiere a la presencia de elementos de origen indus-
trial (artificiales e intrínsecamente tóxicos), sino que bien pueden ser ele-
mentos inocuos o incluso necesarios para la vida, que se transforman en
perjudiciales, y por lo tanto adquieren la condición de contaminantes,
cuando su concentración es excesiva o cuando están “fuera de lugar”
(de su lugar natural).29

27 DORE, E. (1994): “Una interpretación socio-ecológica de la historia minera latinoamericana”, en Ecología


Política, Nº 7, Barcelona, pág. 63.
28 LÓPEZ BONILLO, D. (1997): El medio ambiente, Cátedra, Madrid, págs. 117 y 236. Cabe comentar que “la
contaminación”, no sólo es una acción sobre el medio (la acción de emitir gases o descargar sustancias
líquidas o sólidas), sino que también un problema ambiental. Antes dijimos que los efectos podían ser neutros
o incluso positivos; la contaminación, por definición, es siempre negativa.
29 ODUM (1995): Ecología..., op. cit., pág. 107.

44 VARIA HISTORIA, nº 33
Cuadro Nº3
Principales formas de contaminación

Fuente: Elaborado a partir de BONILLO, López (1997): El medio ambiente, Cátedra,


Madrid, pp. 117-241.

5.2 El origen de la contaminación minera


Las plantas de beneficio son, por definición, fuentes de contaminaci-
ón. Si una planta beneficia menas con una ley del 6%, significa que tiene
una tasa de producción de desechos del 94% (respecto del volumen de
la materia prima que procesa) o, lo que es lo mismo, que por cada uni-
dad de metal obtenido, genera quince veces más unidades de residuos,
los que, salvo neutralización resuelta y efectiva, terminarán provocando
alguna de las seis formas de contaminación (de las nueve posibles) que
se originan en los procesos de beneficio: la contaminación física del aire,
del suelo y del medio hídrico, y la contaminación química de los mismos
medios.30
Lo que los procesos de beneficio hacen es, justamente, movilizar o
cambiar de lugar elementos que la Naturaleza tiene almacenados de

30 Aunque se aplican técnicas biometalúrgicas en las que los minerales son atacados con bacterias, aún no se
han documentado casos de contaminación biológica.

Janeiro, 2005 45
forma segura en el interior de la corteza terrestre y expulsarlos a la
superficie en volúmenes considerables y concentraciones elevadas.31
Además de ello, estos procesos transforman estos elementos, convirti-
endo en sustancias tóxicas aquellos que, originalmente, no represen-
tan ningún peligro, como por ejemplo, el azufre, que ingresa al benefi-
cio en forma de mineral (minerales sulfurados) y sale transformado en
dióxido de azufre, que luego se convierte naturalmente en ácido sulfú-
rico.
No obstante, no hace falta que los desechos mineros sean tóxicos
para que provoquen contaminación. La distinción entre contaminación
física y química es importante, porque, si bien una parte considerable de
los desechos mineros pueden ser componentes inofensivos para los or-
ganismos vegetales o animales, como la mica, la ortosa o el cuarzo, su
gran volumen y mala disposición, habitualmente se traduce en proble-
mas de contaminación física, tan indeseables o lesivos como pueden ser
los fenómenos de contaminación química (tóxica).
La historia minera está plagada de casos de contaminación física.
Así por ejemplo, el administrador del Ferrocarril del puerto de Chañaral
(en el Norte de Chile), a principios del siglo XX, consultado por la autori-
dad respecto del estado de la infraestructura portuaria de dicha locali-
dad, sostenía que:

El asunto más serio que hay a este respecto es el embancamiento al costado


del muelle de este Ferrocarril por la escoria del Establecimiento de Fundición
[que] desde tiempo atrás se ha arrojado […] muy a orillas de la playa, de
donde, por las fuertes olas y corrientes es arrastrada y paulatinamente se ha
depositado alrededor del referido muelle impidiendo […] cualquiera operaci-
ón de carga y descarga de lanchas.32

En Guanajuato (México) a fines de los años ’60 del siglo XX, la pobla-
ción se veía en problemas, porque una de las presas construidas en el
siglo XVIII para regular el caudal del río que atravesaba la ciudad y ase-
gurar su abastecimiento de agua, se encontraba completamente ‘azol-
vada’ (colmatada), lo que provocaba que “las aguas de las avenidas […]
brinquen a todo lo largo de la cortina [del muro] causando grandes des-
trozos”. El origen del problema se encontraba en los “loseros” (canteras
para extraer losa) que funcionaban río arriba, ya que “los trabajadores
acostumbran labrar la losa en la entrada del losero, tirando ahí mismo los
fragmentos que resultan de labrarla, los cuales son posteriormente ar-

31 Es de reconocer que también existen episodios muy excepcionales de contaminación natural en los que
ciertos elementos son movilizados desde la corteza por lixiviación natural o arrastre fluvial.
32 “Carta al Ministro de Industrias y Obras Públicas”, desde la Dirección General de Ferrocarriles del Estado,
Santiago, 09.10.1901. (Archivo Siglo XX, Fondo Ministerio de Obras Públicas, vol XLII, ff. 4254 y ss.).

46 VARIA HISTORIA, nº 33
rastrados por el agua [del Río de los Loseros] y depositados en las pre-
sas”.33
Si nos concentramos en las formas de contaminación química, es
decir, en las formas tóxicas de contaminación, podemos advertir que los
elementos contaminantes provienen de cuatro fuentes distintas.
En algunos casos, el elemento en explotación es, en sí mismo, un
elemento tóxico o perjudicial para el medio ambiente. En estos casos,
cualquier imperfección o fallo del proceso de recuperación supone la
introducción inmediata al ambiente del elemento nocivo. Y lo mismo ocurre
en caso de que haya defectos o pérdidas en el almacenamiento o trans-
porte de estos productos. En este sentido, el plomo, el arsénico, el cro-
mo el cadmio, y el mercurio son los ejemplos más evidentes, dada su
alta toxicidad; pero otros elementos, como el cobre, el níquel, el estaño,
la plata, el hierro, o el zinc — varios de los cuales son necesarios para los
organismos en minúsculas dosis — a partir de ciertas concentraciones
tampoco se consideran inocuos. Cada vez que la recuperación de estos
elementos es ineficiente, ya sea de forma sistemática o accidental, la
pérdida se traduce en una alteración inmediata de los ecosistemas en
los que estas operaciones se llevan a cabo, y, muy especialmente, en un
perjuicio inminente para la salud de las personas que trabajan o viven en
esos ambientes contaminados.
En segundo lugar, aun cuando el proceso de obtención del elemento
deseado fuera perfecto, es decir, se consiguiera recuperar de forma se-
gura el 100% del metal contenido en las rocas, o bien, si las pérdidas
fueran insignificantes desde el punto de vista ambiental, dada la baja o
nula toxicidad del elemento o la pequeña proporción de la pérdida, el
acto de separar completamente el elemento deseado del resto de la
materia contenida en las rocas — la llamada ‘ganga’ y el ‘estéril’ — ,
implica, por definición, la expulsión al ambiente de muchos otros ele-
mentos potencialmente contaminantes.

33 ÁLVAREZ, T.: “Consideraciones relativas al azolve de las presas de La Olla y de San Renovato”, Guanajuato,
25.01.1968. (Archivo Histórico de la Ciudad de Guanajuato, Salubridad y Asistencia, Tomo XI, s.f.).

Janeiro, 2005 47
Cuadro Nº 4
Principales minerales de plata, plomo y cobre y sus componentes

Fuente: Criddle, A.J. y C.J. Stanley (1993): Quantitative data file for ore minerals, Lon-
don, Chapman & Hall.; y Klein, Cornelis y Cornelius S. Hurlbut (1997): Manual de mine-
ralogía: basado en la obra de J.D. Dana, 4a ed, Barcelona, Reverté.

La explicación de esto es que las rocas de las que se obtienen los


metales nunca contienen el elemento deseado en estado puro y aislado,
sino como un componente más de un mineral específico, formado por
varios elementos.34 Así, por ejemplo, la tenantita, Cu11FeAs4S13, que es
un mineral que interesa por su contenido en cobre (48%), está compues-
ta también por azufre (28%), arsénico (20%) y hierro (4%). En consecu-
encia, la obtención de un metal específico conlleva, inevitablemente, la
remoción y liberación al entorno de un conjunto de otros elementos no
deseados que, perfectamente, pueden resultar tóxicos u ocasionar al-
gún daño en los ecosistemas aledaños. De acuerdo con este ejemplo,
para obtener una tonelada de cobre, hay que, necesariamente, dese-
char unos 583 kg. de azufre, 416 kg. de arsénico, y 83 kg. hierro.
El cuadro Nº4, permite hacerse una idea de cuáles son los contami-
nantes potenciales que pueden ser liberados al ambiente en los proce-

34 Un mineral se define como un sólido de origen inorgánico, que aparece naturalmente en la corteza terrestre,
que tiene una composición físico-química definida, por ejemplo: CuFeS2 (calcopirita), o NiAs (niquelita), o
Ag2S (argentita). Una roca es una mezcla de minerales (cada uno de cuales tiene una composición físico-
química determinada), mientras que una mena es un tipo de roca de la que se puede extraer con provecho
(económico) uno o más elementos químicos contenido en alguno de los minerales que la componen.

48 VARIA HISTORIA, nº 33
sos de obtención de algunos metales. Allí puede apreciarse que los mi-
nerales de plata contienen alguna fracción de azufre, más un porcentaje
de antimonio o de arsénico; que los minerales principales del plomo con-
tienen proporciones significativas de cloro, azufre y arsénico, además de
fracciones más pequeñas de fósforo o flúor, y que, entre los minerales de
cobre, el azufre aparece como un contaminante potencial muy importan-
te, junto con el plomo y el antimonio.
Si tomamos como ejemplo el caso del cobre, podemos estimar la
cantidad de azufre potencialmente liberado al entorno en forma de dióxi-
do de azufre (SO2). En 1993, las 2.756.000 Tm de cobre fino que se pro-
dujeron en América Latina representaban una emisión potencial de
427.000 mt3 de este gas.35 Si planteamos esto históricamente, podemos
estimar una curva de emisión potencial de dióxido de azufre 1880 y 1993,
de acuerdo a las cifras de producción disponibles, por parte de los prin-
cipales productores de este metal en América Latina36 (véase gráfico
Nº1).
En tercer lugar, es preciso considerar que los minerales que despier-
tan el interés de las empresas mineras no se encuentran aislados, sino
que asociados con otros minerales en la misma roca.37 Por lo regular, no
se encuentran yacimientos de rocas que contengan exclusivamente un
único mineral. Volviendo al ejemplo de la tenantita, ésta normalmente se
encuentra asociada a minerales como la blenda (zinc) o la galena (plo-
mo), que son minerales que, a su vez, contienen otros elementos (que no
son ni plomo ni zinc, tales como hierro, molibdeno, calcio, aluminio, sili-
cio, etc.) que, en principio, están destinados a formar parte de los dese-

35 Una aclaración importante es que esta estimación se refiere a las emisiones “potenciales” y no a las emisio-
nes “efectivas”, pues éstas serán menores en la medida en que no todo el cobre producido es despojado de
la totalidad del azufre contenido en los minerales antes de su comercialización. Una parte del cobre conteni-
do es exportada sin refinar, ya sea como concentrado de cobre ( 30% Cu; 34% S; 27% Fe) o eje (45,0% Cu;
27,2% S; 27,8% Fe). Esa porción de azufre contenido en estos productos supone una transferencia al exterior
de contaminantes potenciales que, en un cálculo más fino de “contaminación aparente” habría que descon-
tar. Asimismo, en los casos en que los concentrados son sometidos a procesos de fundición y el combustible
empleado es un tipo de carbón mineral que contenga azufre, la volatización del mismo (en forma de SO2)
tendría que ser añadida a la de origen mineral.
36 Para hacer esta estimación se han tomado las cifras de producción publicadas en las estadísticas oficiales
de Bolivia, Cuba, Chile, México y Perú, recogidas por MITCHELL, B. R. (1998): International historical statis-
tics. The Americas 1750-1993 (4th ed), Macmillan, New York, pág. 333 y ss.; y se ha supuesto, siguiendo a
Habashi, que el 90% del cobre que se produce en el mundo proviene de tres minerales (calcopirita, bornita y
calcocita) cuya media de azufre contenido es 26,9%, cifra que se ha empleado como cuociente. Con este
método, los datos que se ofrecen sólo pueden tomarse como una aproximación, pues la distribución de los
minerales y su paragénesis puede variar considerablemente entre yacimientos distintos y al interior de un
mismo yacimiento. Un cálculo preciso de esto (aunque quizá impracticable) debería partir de un inventario de
los minerales que se han extraído de cada una de las “zonas de mineralización” en cada uno de los yacimi-
entos explotados, en cada momento histórico. VÉASE HABASHI, Fathi (1997): Handbook of extractive me-
tallurgy, vol. II. Wiley-VCH, Quebec, pág. 497.
37 Esto es lo que en geología se conoce como paragénesis, que se refiere al conjunto de minerales que compo-
nen una roca y han permanecido en equilibrio, y se generaron simultáneamente, bajo las mismas condiciones
de presión y temperatura. Algunas paragénesis son muy frecuentes, como la del granito, que está compuesto
por tres minerales: ortosa [KAlSi3O8], mica [XY3Si4O12] y cuarzo [SiO2], otras raras y algunas, por razones
fisico-químicas, imposibles. GONZÁLEZ, Ángel; et al. (1996): Minerales. Estudio y reconocimiento, Omega,
Barcelona, pág. 12.

Janeiro, 2005 49
chos del proceso de obtención del cobre contenido en la tenantita (salvo
que su presencia sea tan alta que haga conveniente desarrollar un siste-
ma específico para su recuperación).

Gráfico 1
Producción anual de cobre y estimación de la emisión potencial de
dióxido de azufre. Bolivia, Cuba, Chile, México y Perú (1880-1993)

Fonte: Elaboración propia

Así por ejemplo, si pensamos en la obtención del estaño, que prácti-


camente en su totalidad proviene de la casiterita, SnO2, que es un mine-
ral que además del estaño sólo contiene oxígeno, habría que concluir
que la liberación de elementos contaminantes en su explotación es prác-
ticamente nula. No obstante, esto cambia al considerar la paragénesis
de la casiterita, que suele estar asociada a, por lo menos, ocho minera-
les que en conjunto contienen calcio, flúor, fósforo, cloro, sodio, berilio y
aluminio, además de pequeñas fracciones de “impurezas” tales como
hierro, tantalio, niobio, zinc, wolframio, manganeso, escandio, germanio,
indio, escandio y galio (Véase cuadro Nº5).

50 VARIA HISTORIA, nº 33
Cuadro Nº 5
Minerales asociados a la casiterita

Fuente: Véase Cuadro Nº4

Otra evidencia de esto, que puede resultar apropiada es observar la


lista de minerales presentes en el Cerro Rico de Postosí, una mina de plata
de las más famosas del mundo que, no obstante, también puede conside-
rarse un depósito natural de muchos otros elementos (véase cuadro Nº 6).

Cuadro Nº 6
Minerales presentes en el Cerro Rico de Potosí

1) Acantita 18) Esfalerita 35) Pirargirita


2) Alunita 19) Estanita 36) Pirita
3) Andorita 20) Fosfofilita 37) Pirostilpnita
4) Apatita 21) Franckeita 38) Plata (nativa)
5) Arsénico(nativo) 22) Freibergita 39) Siderita
6) Arsenopirita 23) Galena 40) Sideronatrita
7) Arsenosulvanita 24) Goetita 41) Siderotil
8) Barita 25) Goslarita 42) Smithsonita
9) Berndtita 26) Hematita 43) Stefanita
10) Bismuthinita 27) Jamesonita 44) Stibnita
11) Bournonita 28) Jarosita 45) Tetrahedrita
12) Calcita 29) Matildita 46) Valentinita
13) Calcopirita 30) Melanterita 47) Voltaita
14) Casiterita 31) Miargirita 48) Wavellita
15) Clorargirita 32) Nacrita 49) Wolframita
16) Cuarzo 33) Ottemanita 50) Wurtzita
17) Diaforita 34) Pickeringita

Fuente: Mineral Data [http://www.mindat.org]

Janeiro, 2005 51
Por último, hay ingredientes potencialmente contaminantes que no
provienen de las menas explotadas, sino que se añaden en el proceso
de beneficio (por ejemplo, fundentes y reactivos). Los casos más evi-
dentes son la amalgamación de la plata con mercurio, la disolución del
oro con cianuro, y la lixiviación de óxidos de cobre con ácido sulfúrico.
Estos elementos añadidos pueden terminar en el ambiente, ya sea por
accidentes en el transporte o almacenamiento de los mismos, o bien
porque pasan a formar parte de los desechos del proceso.
5.3 La tecnología y la producción de desechos
Las técnicas de beneficio determinan las características químicas y
físicas de las sustancias contaminantes que son introducidas en el ambi-
ente. En primer lugar, de acuerdo a cuál sea el procedimiento empleado
para obtener el metal, se determina el ‘estado de la materia’ en la que
serán expulsados los residuos, esto es, en estado sólido, líquido o gase-
oso; de lo cual depende, a su vez, la forma y lugar de su expulsión, y en
último término, el medio afectado por la contaminación: suelo, agua o
aire (véase esquema Nº2).

Esquema Nº2 - Generación de elementos contaminantes en las


labores de beneficio

52 VARIA HISTORIA, nº 33
Cada uno de estos medios presenta unas interacciones determina-
das con los desechos mineros, siendo el medio acuático, probablemen-
te, el más sensible de ellos, puesto que propicia la disolución de ciertos
compuestos, y además, resulta ser el medio idóneo para la dispersión
natural de los contaminantes. Mientras que en medios áridos las sustan-
cias contaminantes tienden a quedar depositadas, en los medios de al-
tas precipitaciones éstas son rápidamente incorporadas a los suelos,
infiltrándose hasta el sistema hídrico subterráneo, alcanzando desde éste,
el sistema hídrico superficial y el mar, extendiéndose así el problema en
una amplia zona.
Por otra parte, dependiendo de cuál sea el surtido de elementos del
proceso de beneficio y cuáles sean las reacciones químicas que forman
parte de los mismos, los residuos tendrán una composición específica,
que puede tener un efecto sobre el ambiente más o menos agudo. Por
ejemplo, en el caso de los residuos del beneficio del plomo, las reaccio-
nes resultantes de la descarga en el ambiente no serán las mismas si se
trata de un residuo rico en óxido de plomo (2PbO) que de un residuo
compuesto de sulfato de plomo (PbSO4), mucho más estable. Cada com-
puesto se comporta de una manera específica en cada ambiente, unos
son más estables que otros, y por lo tanto, no todos tienen la misma
peligrosidad: mientras algunos penetran directamente en los organismos
y en la cadena alimenticia, otros pueden ser fijados o neutralizados natu-
ralmente en el medio.
El ejemplo histórico más generalizado respecto de la repercusión
ambiental de la tecnología, es la generación de dióxido de azufre (SO2) a
partir de minerales sulfurados como la galena (Pb), la argentita (Ag), la
calcopirita (Cu), la millerita (Ni) o la blenda (Zn). El método más recurren-
te para separar el metal deseado del azufre que lo acompaña, ha sido
tradicionalmente la volatización del segundo (en forma de SO2), lo cual
se consigue con un proceso de calcinación o tostación de los minerales,
ya sea en hornos o al aire libre.38
El caso más emblemático en la historia ambiental minera en relación
con las emisiones de anhídrido sulfuroso (SO2) a partir de minerales sul-
furados, probablemente sea lo ocurrido en las famosas minas de Río
Tinto (Huelva, España) a fines del siglo XIX.
El método de beneficio del cobre empleado en Río Tinto, se iniciaba
con la calcinación al aire libre de los minerales, que consistía en hacer
pilas de rocas (‘teleras’) encima de ramajes secos y prenderles fuego para
que ardieran, ininterrumpidamente, entre seis y doce meses. La reacción
química transformaba el azufre en anhídrido sulfuroso que era liberado a

38 La tostación o calcinación se practica para reducir el contenido de azufre en los minerales que impide la
fusión directa de los metales.

Janeiro, 2005 53
la atmósfera en enormes cantidades, las que se fueron incrementando en
la medida que se intensificó la actividad extractiva en la región.
En respuesta a la contaminación provocada, se organizó un movimi-
ento “antihumista” en el que participaron los agricultores vecinos, cuyos
cultivos se veían mermados por efectos de los humos, y los propios tra-
bajadores de la empresa cuya salud se veía directamente afectada.39 La
presiones que se ejercieron contra las teleras de Río Tinto (y sobre las
demás empresas de aquella región minera), apuntaban principalmente
hacia el reemplazo del método de beneficio y al pago de compensacio-
nes por los daños en la agricultura.
En febrero de 1888 (el “año de los tiros”), en un contexto de creciente
tensión, agricultores y trabajadores de la mina convocaron a una mani-
festación en el Municipio de Río Tinto, en las que las reivindicaciones
antihumistas se mezclaban con demandas laborales. La manifestación
fue objeto de una represión violentísima por parte de las fuerzas de or-
den del gobierno provincial, que se saldó con la muerte (oficial) de trece
personas. A consecuencia de estos sucesos, el gobierno se vio en la
obligación de aprobar un Real Decreto por el que prohibía las calcinaci-
ones al aire libre. Éstas, no obstante, no se abandonaron por completo
hasta 1907.40
Otro ejemplo que puede citarse respecto de la condición determi-
nante de la tecnología en la generación de los residuos, es el caso de las
técnicas de concentración por vía húmeda (flotación o espumación),
patentada en Alemania hacia 1877. Esta técnica, especialmente apropi-
ada para las menas sulfurosas (de cobre o de níquel, por ejemplo), con-
siste en mezclar las menas trituradas con agua y cubrir las partículas del
mineral con un reactivo que tiene la propiedad de adherir estas partícu-
las a burbujas de aire, con lo cual éstas flotan, mientras los restantes
elementos precipitan, lo cual permite su fácil selección y recogida. El
desarrollo de la flotación implicó la generación de un nuevo tipo de de-
secho: el material sobrante del proceso, un compuesto formado por agua,
reactivos, algún porcentaje de elementos metálicos y materiales estéri-
les contenidos en los minerales asociados al mineral principal en las
menas, al que se denomina ‘relaves’ (o ‘aguas ácidas’, o ‘colas’, o tailin-
gs, o ‘lodos tóxicos’, o ‘jales’) y que generaron un tipo de impacto ambi-
ental no conocido hasta entonces.

39 El SO2 es un gas incoloro y con sabor ácido picante, perceptible por el olfato en concentraciones de 3 ppm.
a 5 ppm. Cuando se encuentra en niveles de 1 a 10 ppm. induce al aumento de la frecuencia respiratoria y el
pulso. Cuando alcanza las 20 ppm. produce una fuerte irritación en ojos, nariz, garganta, incrementa la crisis
asmáticas y recrudece las alergias respiratorias. Si la concentración y el tiempo de exposición aumentan, se
producen afecciones respiratorias severas. Una exposición a 400-500 ppm, aunque sea breve, puede resul-
tar fatal para el organismo al producir o agravar ciertos padecimientos cardiovasculares.
40 FERRERO BLANCO, M.D. (1998): Capitalismo minero y resistencia rural en el sureste andaluz. Río Tinto,
1873-1900, Universidad de Huelva, Huelva.

54 VARIA HISTORIA, nº 33
En Chile, los relaves se dieron a conocer en 1911, en la mina ‘El
Teniente’, propiedad de la empresa norteamericana Kennecott Copper
Co., situada en la Cordillera de los Andes. Los relaves de la planta prime-
ro fueron descargados directamente al río, y más tarde depositados en
unos embalses muy precarios construidos sobre el mismo lecho del río
(previamente protegido por un acueducto), que se desplomaron en re-
petidas ocasiones. El resultado de ello fue la contaminación de un río
que se usaba para riego agrícola en el extenso y rico valle del Cachapo-
al. Los grandes propietarios de dichas tierras, vieron con espanto cómo
las aguas bajaban “arrastrando sustancias nocivas”, y se movilizaron con
diligencia y efectividad. En 1916 el Parlamento chileno dictó una ley que
prohibió a las empresas mineras arrojar sus desechos directamente a los
ríos.41
Una historia similar se puede contar respecto del beneficio del oro
por ‘vía húmeda’, y del desarrollo de las técnicas hidrometalúrgicas en
general. El principio de la hidrometalurgia moderna fue determinado ha-
cia 1844, en Rusia, por P. Bragation o, hacia 1846 por L. Elsner en Ale-
mania, quienes establecieron la reacción de disolución del oro en soluci-
ones de cianuro, pero fue J.S. McArthur y los hermanos Forrets quienes,
varios años más tarde (1887), desarrollaron y patentaron el proceso de
cianuración de minerales de oro, que empezó a aplicarse casi de inme-
diato en Nueva Zelanda y Sudáfrica.42
Hacia 1907, en México, el antiguo mineral de El Oro, en el que se
había trabajado antes por fundición directa y por amalgamación con
mercurio, se encontraba en su tercera fase tecnológica: la concentraci-
ón por cianuro o cianurización. Los agricultores vecinos, que al parecer
habían logrado sobrevivir a los métodos anteriores, se quejaron enton-
ces del “envenenamiento de las aguas del río por el cianuro que mata
nuestros ganados, esteriliza las tierras y torna las propias aguas en im-
posibles para los usos domésticos y aun para el lavado de la ropa”.43

6. Síntesis y conclusiones
Las labores de beneficio son, por definición, generadoras de efectos
ambientales. Al remover y procesar ciertos minerales de la corteza ter-
restre para obtener un elemento específico contenido en los mismos (a

41 Pero la historia no terminó ahí. Con posterioridad a la promulgación de esa ley, se siguieron produciendo
problemas con los relaves de esta y otras minas, a veces con desenlaces trágicos. Más antecedentes en
Folchi, Mauricio (2003): “El beneficio del cobre por ‘vía húmeda’ y su impacto en el medio ambiente (Chile,
1904-1990)”, Simposio de Historia Ambiental Americana, Santiago.
42 HABASHI, F. (1987): “One hundred years of cyanidation”, CIM Bulletin, Vol 80 (905), págs. 108-110. Ese
mismo año, Karl Josef Bayer patentó en Alemania el proceso de lixiviación de la bauxita, seguido de la
precipitación electrolítica del metal por vía seca, utilizando el proceso de Hall-Heroult. Véase Ballester, et al
(2000), op. cit., pág. 331.
43 Citado por ABOITES (1999), op cit., pág. 184.

Janeiro, 2005 55
veces en una proporción muy pequeña), inevitablemente, se movilizan
una gran cantidad de materiales, perturbando la dinámica de un territo-
rio y transformando en desechos sólidos, líquidos o gaseosos ciertos
elementos asociados al elemento deseado. Todas estas acciones sobre
el medio provocan, directa o indirectamente, a corto o largo plazo, un
menoscabo en el bienestar o la salud de los ocupantes y habitantes del
medio en el que éstas se llevan a cabo.
Los efectos de las operaciones de beneficio sobre el entorno biofísi-
co en el que éstas se realizan, deben buscarse tanto hacia adelante como
hacia atrás (en el sentido del proceso productivo), es decir, tanto en la
fase de aprovisionamiento de insumos y ejecución de las obras que es-
tas labores requieren, como en la fase final de descarga de los desechos
generados (véase esquema Nº3). Esto nos lleva, en otras palabras, a
construir un balance input/output en términos físico-químicos de estas
labores, identificando qué es “lo que entra” y qué es “lo que sale” del
proceso de beneficio.
Para hacer esto, es necesario determinar cuál es la composición de
la materia prima (las rocas de las que se obtiene el elemento deseado), y
conocer con exactitud los sistemas tecnológicos empleados en su trata-
miento, especialmente el funcionamiento de los dispositivos que lo inte-
gran, pues son éstos los que determinan cuáles son los insumos reque-
ridos y cuál es el tipo de desecho formado.
Así como las labores de beneficio han experimentado una transfor-
mación notable a lo largo de la historia, los efectos ambientales deriva-
dos de las mismas han tenido un desarrollo histórico análogo. Esto nos
lleva a situar en el tiempo y en el espacio el desarrollo y difusión de los
distintas técnicas de beneficio, determinando qué procesos y qué ope-
raciones se realizaban en cada momento y lugar (molienda, calcinación,
lixiviación, flotación, cementación, etc.), y con qué maquinas y reactores
se efectuaban tales procesos (molinos, teleras, pilas, celdas de flotaci-
ón, cubas, etc.). A partir de ese conocimiento, se podrán inferir los efec-
tos ambientales previsiblemente ocurridos y buscar las evidencias de
los mismos.
Sobre esta base, la historia ambiental puede comprender histórica-
mente el origen y evolución de los efectos ambientales de las labores de
beneficio, en términos de transformación del paisaje y de degradación
ambiental (agotamiento de recursos y deterioro de las condiciones de
habitabilidad para personas, animales y plantas), junto con sus conse-
cuencias consabidas: desestructuración socio ambiental (cambio en las
reglas de acceso a los recursos, redistribución del uso del territorio), y
detrimento de las bases de la reproducción material de las comunidades
afectadas.

56 VARIA HISTORIA, nº 33
Janeiro, 2005 57
 
LA HIGIENE, LA SALUBRIDAD PÚBLICA Y
EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA POPULAR
EN SANTIAGO DE CHILE, 1843-1925.
 
MAURICIO FOLCHI D.*
Área de Historia Ecológica
Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile

INTRODUCCIÓN 
 
Los ‘cuartos redondos’ y, mayoritariamente, los ‘conventillos’ fueron la solución
arquitectónica espontánea en Santiago de Chile frente al crecimiento de los sectores
populares durante la segunda mitad del siglo XIX. Ambos tipos de vivienda, ofrecidas
en régimen de arrendamiento, estaban emplazadas al interior de la ciudad. Eran
edificaciones de una sola planta que comprendían una sola habitación por grupo
familiar, sin cuarto de baño, ni cocina, ni dormitorios. Fueron habilitadas al interior de
antiguas casonas o construidas expresamente para alojar a este segmento social, con total
despreocupación por su seguridad y salud. Hacia 1912 se calculaba que existían, por lo
menos, 1.574 conventillos, habitados por una población superior a las 75.000 personas, lo
que representaba casi el 25% de la población censada en la ciudad.1
La condición de hacinamiento, insalubridad y precariedad general en las que vivía este
sector social levantó un contundente alegato. El discurso oficial de la época definió estas
viviendas como lugares en los que se veía “todo lo contrario de lo que la higiene pide” y,
por lo mismo, fueron vistos como “nidadas de anarquía”; el caldo de cultivo idóneo para
los defectos típicos atribuidos a las clases populares: la promiscuidad, la pereza, la
rebeldía, etc. Todo ello animó una campaña por resolver el llamado problema  de  la 
vivienda  popular que se prolongó desde mediados del siglo XIX hasta las primeras
décadas del siglo XX.

* El autor quiere agradecer el inestimable apoyo y colaboración de Isabel Torres, Raissa Kordic, Adolfo
Sandoval, Sebastián Rivera y Enrique Aliste. Naturalmente, estos colegas están exentos de responsabilidad
respecto de las afirmaciones y omisiones que este artículo contenga.
1 Además de estas viviendas, para las clases populares estaban los ‘ranchos’ que eran viviendas
unifamiliares extendidas caóticamente en los suburbios de la ciudad y los ‘cités’ (sobre ambos volveremos
más adelante).

361
Los historiadores que se han ocupado de este tema han interpretado este
fenómeno, en general, bajo el prisma de la llamada “cuestión social”, y en consecuencia,
han dado a entender (implícita o explícitamente) que la lucha por la erradicación de los
conventillos fue un asunto de justicia social, es decir, una cuestión de desigualdad o
injusticia social.2 Ninguno de estos estudios ha reparado en los argumentos específicos
—sorprendentemente unánimes— en los que se apoyó tal empeño, cuales eran, en
resumen, los “inconvenientes de la vida colectiva”, es decir, el hacinamiento, y las
“deplorables condiciones  higiénicas”  de esas viviendas: húmedas, mal ventiladas y
desprovistas de luz solar.

Figura1: Conventillo de la calle Exposición

2 Los principales trabajos que se han ocupado directamente de esta cuestión para Santiago son: Torres, Isabel
(1986): “Los conventillos en Santiago (1900-1930)”, Cuadernos de Historia, Nº 6, pp. 67-85, Departamento de
Ciencias Históricas, Universidad de Chile, Santiago; Romero, Luis Alberto (1984): “Condiciones de vida de
los sectores populares en Santiago de Chile, 1840-1895 (vivienda y salud)”, Nueva Historia, Vol. 3, Nº 9, pp.
5-86, Londres; Salazar, Gabriel (1985): Labradores, peones y proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular 
chilena  del  siglo  XIX, Ediciones Sur, Santiago; Espinoza, Vicente (1988): Para  una  historia  de  los  pobres  de  la 
ciudad, Ediciones Sur, Santiago; Garrido Vargas, Mabel (1995): “Del rancho al conventillo. El problema
habitacional de los sectores populares en Santiago de Chile, 1860-1920: una primera aproximación”, Tesis
de Licenciatura, Universidad Católica, Santiago.

362
Figura 2. Conventillo mandado a demoler por el Consejo Superior de la Habitación

Pero, ¿era la cuestión higiénica un asunto de justicia social? ¿Era acaso el


hacinamiento, la humedad, la falta de ventilación y la ausencia de luz solar un asunto de
derechos sociales? ¿Era acaso el anhelo de integración o promoción social lo que
movilizaba a los activistas del problema de la vivienda popular?
Para responder estas preguntas conviene tener presente dos cosas. Primero, que
hasta el desarrollo de la microbiología (fines del siglo XIX) los médicos —y con ellos,
toda la intelectualidad— estuvieron completamente persuadidos de que la salud física y
moral de las personas dependía directamente de la calidad o características del medio
ambiente que habitaban. Este paradigma médico —que hoy consideramos
equivocado— es lo que se ha conocido como higienismo, que tiene sus raíces en las
concepciones médicas de la Grecia clásica, que pervivió durante la Edad Media y el
Renacimiento, para alcanzar su máxima expresión durante el siglo XIX en Europa y
desde ahí difundirse a todo el mundo occidental.3 Segundo, el hecho de que los

3 Algunos antecedentes sobre la historia del higienismo pueden encontrarse en Lindemann, Mary (2002):
Medicina  y  sociedad  en la  Europa  moderna, 1500‐1800, Siglo XXI, Madrid, págs. 201 y ss.; Rodríguez Ocaña,
Esteban (1992): Por la salud de las naciones. Higiene, microbiología y medicina social, Ediciones Akal, Madrid.;
Urteaga, Luis (1997): Ideas  medioambientales  durante  el  siglo  XVIII.  Naturaleza,  clima  y  civilización, Akal,
Madrid, pp. 7-21. Y muy especialmente, los trabajos de Carlo Cipolla (1993): Contra  un  enemigo  mortal  e 
invisible, Crítica, Barcelona. Cipolla, Carlo M.,(1989): Miasmi ed umori: ecologia e condizioni sanitarie in Toscana 
nel  seicento, Il Mulino, Bologna. Cipolla, Carlo M. (1976): Public  health  and  the  medical  profession  in  the 

363
principales promotores de la lucha contra los conventillos en Santiago (y al mismo tiempo
los autores de todos los documentos que leemos hoy sobre el problema) fueron,
justamente, los intelectuales que publicaban en la Revista Médica de Santiago, en los Anales 
de la Universidad de Chile, y en la Revista Chilena de Higiene.
Mi opinión es que el alegato sobre la vivienda popular en Santiago de Chile —
contemporáneo al sanitary movement británico y a las campañas de construcción de cités 
ouvriers en Francia— debe entenderse, fundamentalmente, como una lucha por lo que
hoy llamamos salud ambiental, es decir, por lo que en el vocabulario del siglo XIX era la
higiene pública; un ideario bastante reñido, por lo menos en sus versiones predominantes,
con la idea de justicia social que manejamos hoy, mayoritariamente comprometido con
un modelo de sociedad elitista y un proyecto civilizatorio que difícilmente podría
calificarse como de integración social.
Las páginas siguientes intentan respaldar esta posición, enfocando el problema
de la vivienda popular en el plano discursivo. Se sitúa el discurso sobre la vivienda
popular en su contexto teórico universal, reconociendo en el paradigma  higienista las
categorías y preceptos a partir de los cuales se configuró, entendió y testimonió este
problema en Santiago de Chile durante la segunda mitad del siglo XIX y primeras
décadas del siglo XX.

EL PARADIGMA HIGIENISTA DEL SIGLO XIX 
En la actualidad entendemos por higiene, básicamente, un conjunto de buenas
prácticas de aseo y limpieza. No obstante, durante el siglo XIX, higiene era un concepto
mucho más amplio e incluso, a primera vista, algo extravagante: “un arte que se
propone, por medio de los modificadores cósmicos o individuales, mantener o
restablecer la salud del hombre sano o enfermo […] en las condiciones más favorables al
desarrollo o desenvolvimiento regular de su organización física, intelectual y moral”.4
La Higiene era un conjunto de creencias sobre la constitución de los organismos,
la salud y el origen de las enfermedades; de prácticas orientadas a preservar la salud
física y moral de las personas y las sociedades; y de políticas públicas inspiradas en esos
mismos conceptos. Bien puede decirse que la Higiene constituía lo que hoy
denominamos un paradigma científico.5

Renaissance, Cambridge University Press, Cambridge. Cipolla, Carlo M. (1992): Miasmas and disease public 


health and the environment in the pre‐industrial age, Yale University Press New, Haven.

4 Fleury, Louis (1852): Cours dʹhygiene: fait a la faculté de Médecine de París, Labé, Paris. Citado por Tortajada y


García, Eduardo (1862): Utilidad de la higiene pública: sus progresos en el presente siglo. Discurso pronunciado
ante el claustro de la Universidad Central, Establecimiento Tipográfico de A. Vicente, Madrid, pág. 3.
5 Una constelación de acuerdos al interior de una comunidad científica respecto de valores, creencias,
técnicas, teorías, modelos y ejemplos, que le permite plantear y resolver satisfactoriamente los problemas
del conocimiento de su disciplina, con relativa unanimidad. Kuhn, T. (1975): La Estructura de la Revoluciones 
Científicas, F.C.E., México D.F.

364
Las ideas fundamentales de este paradigma pueden resumirse en cuatro puntos.
Primero, la aceptación del principio hipocrático según el cual, la salud de las personas
dependía de la calidad del ambiente que éstas habitaban, y de la idea de que existían
lugares ‘sanos’ y otros ‘insanos’.6 Durante más de veinte siglos, los médicos (que
ignoraban la existencia de los agentes patógenos que hoy conocemos bien: virus,
bacterias y protozoarios) creyeron que el estado de salud de las personas era
consecuencia directa (aunque imprecisa) de las condiciones ambientales que envolvían a
los individuos. Por una parte, el ambiente determinaba la constitución fisiológica de los
organismos y por otra, se entendía que mientras persistiera una combinación concreta de
circunstancias ambientales, se producirían determinadas enfermedades.
Segundo, la adhesión a la teoría miasmática desarrollada durante el Renacimiento,
según la cual, las enfermedades infecciosas se originaban en la corrupción de la
atmósfera por un elemento invisible y abstracto que llamaron miasma. Los higienistas
aceptaron que los miasmas eran un elemento maligno que se identificaba vagamente con
los “vapores deletéreos”, “exhalaciones nocivas” o “emanaciones mefíticas”, que se
desprendían de la materia orgánica en descomposición, del agua pútrida estancada, de
los excrementos fétidos, de las emanaciones de los cráteres y los “efluvios” procedentes
de las grietas en la tierra, e incluso, de los cuerpos sanos en situación de hacinamiento
(por ejemplo, en los barcos, en las prisiones, o en los talleres).
Tercero, la convicción de que la propagación de las enfermedades era algo
evitable. Los higienistas estaban convencidos de que, aun cuando las enfermedades no
pudieran curarse, sí podían impedirse, ya fuera por la vía de la prevención del contagio
(impidiendo que los enfermos se mezclaran con los sanos), o por la vía de atacar los
focos de las enfermedades, mediante el saneamiento  de  los  lugares potencialmente
infecciosos. Según declaraban los higienistas, era factible hacer frente a las
enfermedades epidémicas, destruyendo las “emanaciones malignas” que afectaban “por
medio de una atmósfera corrompida” a los “individuos colocados en el espacio que ésta
ocupa”.7 Esto significaba extinguir las fuentes de emanación de los miasmas, practicando
“campañas de saneamiento”, que constituyeron, en la práctica, una política de
transformación del ambiente para hacerlo más “sano”.8
Cuarto, la convicción de que el Estado tenía el deber de velar por la salubridad
pública. Los higienistas medievales se preocuparon de la salud de la alta nobleza, pero
no de la del vulgo. Durante el Renacimiento, aparecieron las primeras acciones de

6 Hipócrates escribió un tratado con el título Sobre los aires, aguas y lugares en el que sentó la idea de que los
“lugares”, es decir, los distintos tipos de hábitat, ya fueran más secos o más húmedos, expuestos a vientos
cálidos o fríos, con aguas de mejor calidad o peor, etc., determinaban el estado de salud de los habitantes
del mismo. Véase López Férez y García Novo (1986):Tratados hipocráticos, Vol. II, Gredos, Madrid.
7 Londe, Michael (1829): Nouveaux  éléments  d’hygiène. Traducción castellana, Nuevos  elementos  de  Higiene,
Librería de los señores viuda de Callejas é hijos, Madrid, pág. 256.
8 Entre otras acciones promovidas por los higienistas, se pavimentaron calles, enyesaron y pintaron las
paredes, se drenaron charcas o pozas, se desecaron lagunas y pantanos, se retiraron las basuras, se alejaron
los cementerios de las ciudades, se plantaron árboles en las ciudades y se cortaron en aquellas zonas
demasiado húmedas, etc.

365
alcance colectivo, pero eran relativamente aisladas y episódicas. Los higienistas del siglo
XIX, en cambio, estaban convencidos de la necesidad de una política pública de salud
sistemática. El aire, un bien colectivo por excelencia, era el soporte de las enfermedades
que amenazaban al conjunto de la sociedad, por lo tanto, la salud se transformaba en una
cuestión de responsabilidad y gestión pública.
Además de estos cuatro elementos, es preciso señalar que los higienistas
abrazaban un proyecto vasto, que promovía la salud en un sentido amplio: la salud física
y espiritual, la salud individual y colectiva, y que también se pronunciaban sobre
cuestiones como la convivencia social, los modelos educativos, las diferencias de sexo, la
observancia religiosa, la prostitución, etc. Todos estos asuntos eran interpretables desde
el paradigma higienista, y respecto de todos ellos los higienistas tuvieron una posición
que manifestaron y defendieron decididamente.
Desgraciadamente, no es posible profundizar aquí en todas las derivaciones
teóricas y actuaciones que se permitió el paradigma higienista a partir de una concepción
tan vasta de la Higiene; pero sí es preciso ahondar en el tema específico que orienta las
páginas restantes: el discurso higienista sobre la clase obrera, que fue una cuestión que les
preocupó especialmente.
La aparición del higienismo a fines del siglo XVIII debe interpretarse como una
reacción frente a los cambios medioambientales introducidos por el modelo urbano‐
industrial que se iba imponiendo en Europa y respecto de los cuales los higienistas se
mostraron particularmente sensibles. En ese contexto, la clase obrera resultaba ser el
sector social más desfavorecido, primero, porque vivían en las ciudades, que, a juicio de
los higienistas, eran en sí mismas un atentado a la Higiene, segundo, porque los barrios
de los pobres y de los obreros eran los que presentaban las peores condiciones de
salubridad, y por último, porque los obreros ocupaban unas viviendas en pésimas
condiciones.
Las viviendas de los obreros, en cualquier ciudad que estuvieran, a ojos de los
higienistas, coincidían en no ofrecer a sus moradores las mínimas condiciones higiénicas.
En alusión a Madrid y Barcelona, por ejemplo, se señalaba que todas las “habitaciones
particulares de los jornaleros son generalmente poco higiénicas”,9 eran “o muy bajas, y
privadas por consiguiente de luz y de calor; o muy altas, y expuestas, por lo tanto, a los
rigores de las temperaturas extremas, del viento”.10 Estas viviendas, “situadas, de
ordinario, en las calles más insalubres o más inmundas, [eran] también estrechas:
familias de cinco o seis individuos no tienen a veces más que un mal cuarto donde
duermen, cocinan, y tal vez trabajan todo el día”.11

9 Monlau, Pedro Felipe (1847): Elementos de higiene pública, Imprenta de Don Pablo Riera, 2 vols., Barcelona,
pág. 549.
10 Monlau, Pedro Felipe (1856): ¿Qué medidas puede dictar el gobierno a favor de las clases obreras?. Memoria que 
obtuvo el premio de una medalla de oro ofrecido acerca de  esta  cuestión  por la  Academia de  Medicina y  Cirugía de 
Barcelona. Imprenta Polt. de Tomás Gorchs, Barcelona, pág. 16.
11 Monlau, P. F. (1847): Elementos de higiene pública, op. cit., pág. 549.

366
La descripción de una vivienda obrera en Lilla (Francia) remite al mismo cuadro.
“Es imposible figurarse el aspecto de las habitaciones de estos pobres [...]. La incuria en
que viven llama sobre ellos los males que convierten su miseria en terrible, intolerable y
mortífera [...]. En sus cuevas obscuras, en sus aposentos, que pueden llamarse calabozos,
el aire no se renueva jamás [...], es infecto”.12
Todas las descripciones de los barrios obreros europeos parecen estar escritas
por la misma mano. En la ciudad de Macclesfield (Inglaterra) había: “34 edificios sin
puerta trasera u otra medida de ventilación; las casas son principalmente pequeñas,
húmedas y oscuras [...]. Para estas casas hay tres baños descubiertos; aquí pequeñas
charcas de agua, con toda clase de asaduras; la materia animal y vegetal muerta está
amontonada junto a una masa sucia y podrida, desagradable a la vista y repugnante al
olfato; los vapores de contagio, esparcidos por sí mismos periódicamente en el
vecindario, producen diversos tipos de fiebre y trastornos estomacales e intestinales. Las
personas que habitan estas moradas están pálidas e insaludables, y en una casa en
particular, están pálidas, hinchadas y tambaleantes”.13

Figura 3: vivienda construida sobre un depósito de inmundicias

12 Documento del Consejo de Salubridad francés, citado por Salirach, Joaquim (1858): Higiene  del  tejedor,  ó 
sean: medios físicos y morales para evitar las enfermedades y procurar el bienestar de los obreros ocupados en hilar y 
tejer el algodón, Imprenta y librería de Soler hermanos, Vich, España, pág. 125.
13 Chadwick, Edwin (1842): Report  on the sanitary  condition of labouring population of  Great Britain. Edición de
M.W. Flinn, Edinburgh University Press, Edinburgh, 1965, pág. 91.

367
Conscientes de esta situación, los higienistas se empeñaron remediar todos estos
males, expresando que “el saneamiento de las habitaciones de las clases laboriosas” era
uno de “los más ardientes votos de la higiene publica”, y que a los gobiernos tocaba “en
mucha parte satisfacerlo”.14 Afirmaban con decisión que, si bien “la habitación del
obrero no debe ser llena de comodidades” tampoco debía faltarle lo más preciso:
“sobre todo el aire; procure el artesano que no le haga falta este elemento que
debe vivificar la sangre de sus venas; huya como de una epidemia de esas
cuevas húmedas y sombrías, cuya fetidez mohosa indica ya al inquilino la suerte
que le aguarda si se sujeta a su influjo”.15

Figura 4: Pavimento defectuoso de una lechería

14 Monlau, P. F. (1847): Elementos de higiene pública, op. cit., pág. 549.


15 Salirach (1858): Higiene del tejedor..., op. cit., pág. 13.

368
Figura 5: Humedad causada por la cercanía de un pozo negro

Pero los argumentos de los higienistas no se quedaban en la cuestión de la salud


del ambiente. Ellos observaban un encadenamiento causa/efecto en el terreno biofísico,
que involucraba el plano social y moral. La condición de hacinamiento en la que vivían
estos sectores —afirmaba Edwin Chadwick (1800-1890), la gran figura del higienismo en
Gran Bretaña— no sólo era causante de la mala salud, sino que era “también
frecuentemente señalada como una causa de extrema desmoralización e inmoderación, y
la inmoderación es, a su vez, una causa de enfermedad”.16 Los higienistas se mostraban
completamente convencidos de que “la miseria produce la degradación física y moral,
porque el espíritu y la materia viven en íntimo e inseparable consorcio”.17 Así, se creía
que una vivienda en malas condiciones era el origen de un comportamiento impropio.
”Cuando la vivienda es mala, cuando la vivienda es insalubre [...] el obrero [...]
no halla más que motivos de repulsión y de enojo, y sucumbe moralmente,
alimentando su cerebro con ideas de odio y de desesperación, dando origen a los

16 Chadwick, E. (1842): Report on the sanitary condition…, op. cit., pág. 190.


17 Fernández Caro, Ángel (1886): “Los deberes de la sociedad ante los intereses de la higiene”. Discursos leídos 
en la sesión inaugural del año académico de 1886‐1887 en la Sociedad Española de Higiene, Imprenta de Enrique
Teodoro, Madrid, pág. 8.

369
principios, a las escuelas y a los partidos más disolventes, o procura distraerse en
la taberna o en otro lugar igualmente inconveniente”.18

Si bien nunca se especificó cuál era el mecanismo por el cual ambas cosas se
asociaban, en la lógica higienista, esta asociación no era disparatada. Era un hecho
ampliamente aceptado, de acuerdo a la tradición galeno-hipocrática, que la composición
interna de los “humores” determinaba el temperamento, y que los trastornos de éste,
como la nostalgia u otros, se debían a una perturbación del equilibrio humoral, es decir,
que temperie y temperamento estaban relacionados. Las topografías  médicas19 estaban
plagadas de afirmaciones deterministas, tales como que “las pasiones y los
temperamentos de las gentes” eran modificados por el clima.20
Los higienistas tenían para la clase obrera un proyecto integral que suponía
mejorar sus condiciones de habitabilidad, pero también “civilizarlo”, o lo que es lo
mismo, integrarlo a la sociedad higiénica, es decir, a la sociedad decente, moderada y
cristiana. Las siguientes palabras de la figura emblemática del higienismo en España,
Pedro Felipe Monlau (1808-1871), constituyen un resumen desinhibido de sus ideas e
intenciones respecto de la clase obrera.
“El obrero es pobre: socorredle, ayudadle. El obrero es ignorante: instruirle,
educarle. El obrero tiene instintos aviesos: moralizadle. Socorredle! porque la
religión lo manda, la humanidad lo dicta, y el mismo interés de las clases
afortunadas lo aconseja. Arrancadle de la miseria, porque entonces será mayor
su robustez [...]. Instruidle! cultivad su inteligencia en la medida adecuada, y
comprenderá sus deberes, y no maldecirá su condición, y respetará el orden
jerárquico de la sociedad [...]. Socorred e instruid al obrero, y de seguro lo veréis
romper con la imprevisión, con la embriaguez, con la holgazanería, con los
instintos de sedición, y con las otras malas pasiones y tristes hábitos que se
observan en la clase social a [la] que pertenece. Socorred e instruid al obrero, y
tendréis expedito el camino para hacerle morigerado y religioso”.21
 
 

18 Hernández Iglesias, Fermín (1891): Construcción de viviendas económicas e higiénicas para los obreros, Imprenta


y Estereotipia de El Liberal, Madrid, pág. 6.
19 Las “topografías médicas” o “geografías médicas” (según la escala), eran estudios en los que se
documentaba el estado sanitario de pueblos y ciudades paralelamente a una descripción geográfica,
económica, demográfica y sociológica de los de los mismos. Eran estudios buscaron establecer en qué
medida las variaciones locales de la morbilidad podían estar relacionadas con las características del medio
(en particular, las condiciones climáticas y atmosféricas, y la salubridad), ya fuera para modificar la
resistencia del organismo humano al ataque de los agentes patógenos, o bien como caldo de cultivo para el
desarrollo de las enfermedades. Véase Urteaga (1986) en “Higienismo y ambientalismo en la medicina
decimonónica”, Dynamis: acta hispanica ad medicinae scientiarumque historiam illustrandam, Vols. 5-6, pp. 417-
425, Universidad de Granada.
20 Urteaga, L. (1986): “Higienismo y ambientalismo…”, op. cit., pág. 419.
21 Monlau, P. F. (1856): ¿Qué medidas puede dictar el gobierno..., op. cit., pág. 61.

370
LA VIVIENDA POPULAR EN SANTIAGO DE CHILE DURANTE EL SIGLO XIX 

En Chile, un país donde el proceso de industrialización durante el siglo XIX


alcanzó una escala muy modesta, la “cuestión de la vivienda obrera” adoptó el carácter
más general de la “cuestión de la vivienda popular”.22 El problema tuvo su origen en un
fenómeno típico de las grandes ciudades latinoamericanas: la suburbanización resultante
de la corriente migratoria campo-ciudad sin industrialización. 23
El flujo creciente de población hacia la ciudad, que había sido edificada de
acuerdo al patrón urbano y estratificación social del régimen colonial, hizo que ésta
mantuviera durante la primera mitad del siglo XIX una fisonomía en la que se
distinguían dos áreas concéntricas bastante diferenciadas: el núcleo, que, según veía (o
quería ver) el Intendente de la ciudad, don Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886), era
el área ‘decente y civilizada’ y la periferia, ocupada por la ‘barbarie’. Según sus palabras:
“nuestra capital es doble [...]; hay dos Santiago [...], uno de adobe y otro de ramas
entretejidas, uno de mojinetes y calles de fango o polvaredas y otro de alamedas y
acequiones de agua”.24
Como consecuencia de la transformación social de la vida republicana y del
incremento de la inmigración hacia Santiago, se produjo una presión insostenible sobre
esta estructura, que terminó cediendo en varios sentidos. El más importante de ellos es
que la ciudad se ensanchó, ocupando las tierras agrícolas que la rodeaban. El desarrollo
de nuevas clases sociales (media y media-alta), que no podían pagar los elevados
alquileres de la “zona culta” de la ciudad, justificó la construcción de nuevos barrios en
los sectores oriente y sur del valle de Santiago.25 Así, el Gran Santiago del siglo XIX,
segregado y heterogéneo, que entre 1872 y 1915 duplicó su superficie (de 1.494 a 3.006
hectáreas) y que entre 1875 y 1920 prácticamente cuadriplicó su población, quedó
constituido por tres zonas: un centro histórico mixto, con barrios en los que se mantenía
la aristocracia tradicional, con un entorno salpicado de enclaves de viviendas populares,
unos barrios nuevos para la clase media, convenientemente urbanizados, y amplias

22 Los habitantes de los conventillos eran los “sectores populares”. No se trata de la “clase obrera” en su
sentido clásico, sino un grupo heterogéneo de familias cuyo principal rasgo en común era la pobreza.
Había entre ellos obreros, pero también artesanos, trabajadoras domésticas, trabajadores independientes,
cesantes, ancianos, enfermos y viudas, todos juntos o mezclados, buscándose la vida en una sociedad
oligárquica, por lo tanto, una sociedad excluyente, y en una ciudad que crecía, pero no se industrializaba.
23 El fenómeno de la migración sobre Santiago (y sobre las otras dos grandes ciudades del país: Valparaíso y
Concepción), por parte de todas las clases sociales, es un fenómeno determinante en la transformación
urbana del país. El fenómeno —no del todo lógico— se explica por factores económicos (desarrollo de
actividades típicamente urbanas) pero también culturales. Más que una razón práctica para emigrar, a la
gente la movilizó el deseo de hacerlo, pues pasar de la provincia a la capital (o del campo a la ciudad)
constituía una forma de ascenso social, y estos eran vistos como espacios en los cuales encontrar mejores
oportunidades; pero estas oportunidades, por lo menos para las clases bajas, no existían.
24 Vicuña Mackenna, Benjamín (1931): Miscelánea, Nº 29, Zig-Zag, pág. 115. Citado por Garrido (1995): “Del
rancho al conventillo...”, op. cit., pág. 13.
25 De Ramón, Armando (1992): Santiago de Chile (1541‐1991). Historia de una sociedad urbana, Mapfre, Madrid.
También Romero (1984), “Condiciones de vida de los sectores populares...”, op. cit.

371
zonas de edificación precaria, en la periferia semirrural, hacia el norte y poniente de la
ciudad y en los márgenes del río que atraviesa, en las que se alojaban las familias del bajo 
pueblo en extensos “arrabales” o “rancheríos”.
Sobre esta cartografía, podían reconocerse cuatro tipos de viviendas populares.
En primer lugar estaban los ranchos (de donde proviene la expresión rancheríos, conjunto
de ranchos), que eran la réplica urbana de las viviendas de los trabajadores agrícolas,
construidas con materiales precarios, habitualmente de adobe, con techo de paja o zinc,
levantadas extensamente en las zonas suburbanas y otros puntos de la ciudad. Los
propietarios eran los dueños del suelo agrícola, que subdividían el terreno y arrendaban
pequeños lotes para que el inquilino construyera su propia vivienda. Así se formaron
extensas barriadas de casuchas amontonadas sobre callejuelas sin salida, sin ningún
orden ni infraestructura.26
Luego estaban, en el corazón de la ciudad, los cuartos  redondos, que eran
viviendas de un solo ambiente, que formaban parte de las antiguas casonas
abandonadas (en parte o del todo) por sus antiguos habitantes, de las cuales se
alquilaban los cuartos que daban a la calle o, previo trabajo de tabiquería, algunos
cuartos interiores. No tenían ni baño ni cocina, pero aún así fueron alquilados como
viviendas familiares. Debían su nombre no a su forma (eran de planta cuadrada), sino al
hecho de ser habitaciones cerradas, sin ninguna abertura además de la puerta de
entrada. De acuerdo a un testimonio de 1877, este tipo de vivienda “de pequeñas
dimensiones las más veces”, servía de “morada permanente, por lo general, a más de dos
personas” y tenía “una sola puerta para la entrada del aire”.27
La forma más renombrada de las viviendas populares, apareció más tarde: los
conventillos, que tienen su origen en el arrendamiento de alas enteras de viejas casas de
planta colonial, y que, en buenas cuentas,  eran un conjunto de cuartos redondos
alrededor de una patio interior, con una distribución similar a la del claustro de un
convento (de ahí su nombre). Sobre ese diseño, y con la misma denominación, fueron
levantados más tarde conjuntos similares de cuartos dispuestos en torno a un espacio
común de tierra y sin techo, con baños y cocina compartidos, construidos ex profeso para
ser alquilados a familias pobres. En la legislación de 1901, los conventillos se definieron
como “la propiedad destinada a arrendamiento, por piezas o por secciones, a la gente
proletaria, y que en varias piezas o cuerpos de edificios arrendados a distintas personas
tengan patio o zaguán común”.28 En principio, los conventillos fueron vistos con buenos
ojos, porque se trataba de viviendas de nueva construcción que podían diseñarse
adecuadamente, pero en la práctica esto no ocurría casi nunca, con lo cual terminaron
tan desprestigiados como las otras formas de vivienda popular.

26 Véase Romero (1984): “Condiciones de vida de los sectores populares...”, op. cit., pp. 10-17.
27 Cotardo, Jenaro (1877): “Causas de la propagación de la viruela en Chile y de la excesiva mortalidad que
producen sus epidemias”, Revista Médica de Chile, tomo VI, pág. 215.
28 “Reglamento de Conventillos”. Revista de Higiene, tomo VII, Santiago, 1901.

372
Finalmente, al finalizar el siglo XIX, aparecieron los cités, que tomaron su
nombre (sólo el nombre) de los proyectos de viviendas populares parisinos: las cités 
ouvriers.  Los cités chilenos eran cuartos de una planta, alineados a ambos costados de un
pasillo que daba a la calle, y que representaron una mejora importante en el diseño de
las casas colectivas destinadas a las clases populares (o al segmento más alto de éstas),
pues cada vivienda tenía baño y cocina propios.29

LAS IDEAS HIGIENISTAS EN CHILE 

Cómo no podía ser de otra forma, el paradigma higienista fue el que predominó
en Chile entre los médicos y demás intelectuales interesados en la sanidad.30
Desgraciadamente, no existe ningún estudio histórico sobre la difusión del paradigma
higienista en Chile, no obstante, su presencia puede constatarse con facilidad, por lo
menos, desde los primeros años de la década del ’50, en diversos artículos publicados en
revistas especializadas que dan cuenta de las ideas etiológicas y preventivas que tenían
los médicos chilenos. No es posible hacer aquí una revisión exhaustiva de estos
testimonios, pero sí podemos presentar algunos ejemplos.
Para explicar una epidemia en la ciudad de La Serena hacia 1851, se
argumentaba que la enfermedad habría consistido en la contaminación de la sangre con
el propio sudor del organismo: “un material depurativo muerto tenazmente retenido”
que “devasta la organización”, que no podía ser expelidos de los organismos a través la
piel a causa del aumento excepcional de la humedad atmosférica e inestabilidad
barométrica ocurrida en dicha localidad.31 En la misma línea, hacia 1854 se planteaba
que la mejor estrategia para prevenir las enfermedades hereditarias era “cambiar al
individuo de país, de lugar y de clima [...], y hacerlo habitar en medio de un concurso de
circunstancias tales [...] que modifique su constitución y corrija su disposición orgánica a
la enfermedad”.32 Respecto de la viruela, se creía que las “calles i suburbios de la
ciudad” y algunos establecimientos, fábricas y casas eran “pequeños focos de

29 Más información sobre los cités en Garrido Vargas (1995): “Del rancho al conventillo...”, op. cit., pp. 25-37.
Cuando estos cités tenían salida a dos calles, por cada uno de sus extremos, recibieron el nombre de
“pasajes”.
30 La influencia europea en el desarrollo de la medicina chilena es un hecho indiscutible. La primera carrera
de medicina que existió en el país (1833) fue organizada por un médico británico, Guillermo Blest, y a
partir de ésta se organizó diez años más tarde la primera Facultad de Medicina, bajo la dirección del
médico francés Lorenzo Sazié, y en cuyo claustro figuraban ocho médicos: dos chilenos, cuatro británicos y
dos franceses.
31 Brunner, Dr. (1854): “Sobre la epidemia de 1851 en La Serena”, Anales de la Universidad de Chile, tomo XI,
pp. 39-42.
32 Miquel, Juan (1854): “Memoria acerca de las enfermedades hereditarias en Chile y con especialidad en
Santiago”, Anales de la Universidad de Chile, tomo I, pág. 353.

373
emanaciones permanentes” de la enfermedad, y que, reunidos en la ciudad, eran capaces
de “infectarla por completo”.33
El avance del pensamiento higienista en el país se reflejó también en la
publicación, sólo entre 1855 y 1891, de, por lo menos, ocho manuales de Higiene en los
que se seguía con fidelidad las ideas desarrolladas en Europa. Asimismo, se hicieron
traducciones de obras francesas tales como el Cours  dʹhygiène, de Auguste Tessereau,
publicado en Santiago de Chile en 1867.34 También llegó a publicarse la traducción de
un informe sobre el cólera firmado por el mismísimo Edwin Chadwick.35 No es posible
aquí dar cuenta del contenido de estos trabajos, pero sí podemos destacar uno de ellos,
salido de la pluma de uno de los más distinguidos representantes del higienismo
chileno: Federico Puga (1856-1935),36 en cuyo libro, Elementos  de  Higiene (1891), este
médico y político, declaraba haber seguido “el método de la obra de [Aimé] Riant
premiada por la academia de medicina de París”, convenientemente “ajustada a los
últimos e interesantes hechos adquiridos por la ciencia”, que encontró en la lectura de
algunos higienistas franceses como A. Proust, Apollinaire Bouchardat, y especialmente,
Jules Arnould.37
Los higienistas chilenos no hicieron ninguna contribución relevante a la ciencia
de la Higiene, pero sus observaciones sobre su realidad inmediata constituyen para
nosotros un testimonio valioso (aunque sesgado) respecto de la salud ambiental durante
la segunda mitad del siglo XIX. El diagnóstico que los higienistas hacían era bastante
alarmante. Su convicción era que el país, si bien, por la “inmunidad providencial” propia
de su clima templado, parecía escapar del “azote destructor de las epidemias asoladoras
de otros lugares”, padecía de un “calamitoso estado de salubridad pública” que actuaba
en el sentido inverso.38

33 Cotardo, Jenaro (1877): “Causas de la propagación de la viruela…”, op. cit., pág. 217. La lista de artículos
publicados en las revistas especializadas que dan cuenta de la adhesión de los médicos chilenos al
paradigma higienista es demasiado extensa para incorporarla aquí. No obstante, es obligado mencionar la
publicación de tres “topografías médicas”: la de Francisco Javier Tocornal (1859), “Principales causas de las
enfermedades en Santiago de Chile”; la de Francisco Julio Lafargue (1863), Memoria sobre el Estado de Chile 
considerado bajo el aspecto médico e higiénico; y la de Wenceslao Díaz (1875), Jeografía médica de Chile.
34 Tessereau, A. (1867): Curso elemental de hijiene, Imprenta Nacional, Santiago de Chile. La edición francesa se
publicó en 1855 (Garnier Frères, París).
35 El informe se publicó a instancias de Andrés Bello en el periódico Araucano, en 1851. Véase Bello, Andrés
(1892): Obras completas de Andrés Bello, vol. XIV, Imprenta Cervantes, Santiago de Chile, pp.473-553.
36 Federico Puga Borne es considerado el médico de mayor influencia política en la historia de Chile. Estuvo a
cargo de la cátedra de Higiene y Medicina Legal de la Universidad de Chile. Además de esto, fue electo en
varias oportunidades como parlamentario. Fue el primer director del Instituto de Higiene de Santiago
(1891) y presidente del Consejo Superior de Higiene Pública (1906). Publicó, además de sus Elementos  de 
Higiene, otros cinco trabajos de interés.
37 Puga, Federico (1891): Elementos de Hijiene, Imprenta Gutemberg, Santiago de Chile, pág. 42.
38 Pretot, Víctor (1853): “Discurso de incorporación como miembro de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Chile”, Anales de la Universidad de Chile, tomo X, pp. 36-38.

374
“Tomando en consideración el clima i sus habitantes, Chile debería ser un país
mui sano i mui próspero, pues la naturaleza ha sido pródiga, al darnos un suelo
tan variado i tan hermoso [...]. El orden natural ha sido, sin embargo, alterado i
cambiado desventajosamente, por defectos de todo orden debidos
principalmente al desconocimiento o descuido de las prácticas hijiénicas”.39

La mejor prueba de la falta de observancia de la Higiene era la propia ciudad de


Santiago, que “aunque edificada regularmente i con sus calles rectas, es la ciudad más
insalubre de todo el país”.40 Así, los primeros higienistas reclamaban, ya hacia 1853, el
deber de las autoridades “de mejorar en todo la parte que sea posible el aseo de las
poblaciones y del hogar doméstico, dictando medidas que, apoyadas en el
convencimiento de su utilidad, las acepten con gusto los que deben cumplirla”.41
Tales demandas no tuvieron eco hasta que asumió el cargo de Intendente de la
ciudad el mencionado Benjamín Vicuña Mackenna, una de las figuras más renombradas
de la Historia de Chile. Durante su gestión (1872-1875), este hombre, que tenía clara
conciencia de que “en una capital tan vasta como Santiago [existían] necesidades
higiénicas de primer orden”, concretó las primeras medidas inspiradas “en la ciencia
utilísima de la higiene pública”, la que —según afirmaba— se encontraba en el país en
“estado de simple teoría, sin la aplicación práctica, ni a los hábitos del pueblo ni a la
acción de la autoridad local ni al ejercicio de la ciencia misma”.42 Para tal efecto formó
un ‘Consejo de Higiene y Salubridad Públicas’ que debía hacerse cargo de numerosas
tareas: entre otras, la salubridad de localidades y viviendas, la prevención de epidemias,
la vacunación, el mejoramiento de condiciones higiénicas de la población, el traslado de
las fábricas insalubres, la creación de grandes establecimientos de diversiones públicas
populares “construidos bajo los principios de la hijiene i la moral”, la plantación de
árboles en la ciudad y la “reedificación de los suburbios insalubres y pestilentes”.43
Cabe detenerse en esta última idea, que se tradujo en una descomunal y
controvertida campaña de remodelación urbana. A partir de la situación que ya existía,
se propuso dividir la ciudad en dos anillos concéntricos bien diferenciados: un área
central ‘decente y civilizada’, que correspondería a la parte ‘ilustrada’, ‘laboriosa’,
‘opulenta’, ‘pacífica’ y ‘cristiana’ de Santiago; y una periferia, que sería la zona habitada
por la ‘barbarie’, la ‘zona brutal’, ‘desmoralizada’ y ‘feroz’, en la que él veía “una
inmensa cloaca de infección y de vicio, de crimen y de peste, un verdadero potrero de la

39 Gabler Coester, Federico (1898): “Saneamiento de Santiago. El alejamiento i la destrucción de las basuras”,
Revista Chilena de Hijiene, tomo IV, pág. 70.
40 Lafargue, Dr. (1863): “Informe sobre la memoria del Estado de Chile, considerado bajo el aspecto médico e
higiénico, por el doctor Lafargue, médico establecido en Chile (comisionados los señores Gerardren, Bally
y Renauldin)”, Anales de la Universidad de Chile, Tomo XXIII, 1863, pág. 751.
41 Padin, Vicente (1853): “Contestación de don Vicente A. Padin al discurso de incorporación como miembro
de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile”, Anales de la Universidad de Chile, tomo X, pág. 38.
42 Vicuña Mackenna, Benjamín (1873): Un año en la Intendencia de Santiago: lo que es la capital i lo que debería ser,
Imprenta de la Librería del Mercurio, Santiago, vol. II, pág. 411.
43 Vicuña Mackenna, ibidem, vol. II, pág. 413.

375
muerte”.44 Para conseguir tal segregación, el proyecto, contemplaba la “demolición
sistemática y gradual de los ranchos [enclavados en la parte decente de la ciudad] que
emponzoñan la ciudad”45, la apertura de calles y la construcción de un camino de cintura,
esto es, una circunvalación que separara los dos segmentos de la ciudad.
El proyecto de transformación espacial de Vicuña Mackenna —que nunca llegó a
completarse— era, innegablemente, un proyecto de discriminación social, y por ello se
ha ganado la antipatía de los historiadores sociales chilenos. No obstante, éstos no han
advertido, o no han valorado, el hecho de que el proyecto tuviera inspiración higienista.
El proyecto de segregación era una solución práctica frente el problema de salubridad
pública que suponía la existencia de lo que el intendente llamaba despectivamente el
“potrero de la muerte”. La idea —que había sido planteada en Europa muchos años
antes— de construir un ‘camino de cintura’ que sirviera como “una especie de cordón
sanitario por medio de sus plantaciones, contra las influencias pestilenciales de los
arrabales”46 no buscaba segregar a los pobres sólo porque fueran pobres, sino porque se
creía que éstos suponían un peligro para la salud del resto de los habitantes de la
ciudad.47 Pero no era sólo el entusiasta intendente quien pensaba de esta manera, sino
también algunos médicos, quienes veían en los arrabales de la periferia “un círculo de
miasmas” rodeando “a la hermosa ciudad de Santiago”.48 Algunos de ellos, incluso
mucho antes que Vicuña Mackenna, se declararon convencidos de que en “la clase
indigente” se encontraba el “foco de donde parten, en la mayoría de los casos, las
enfermedades que se han hecho endémicas en Chile”.49 En la misma línea se afirmaba
que las viviendas de los pobres eran una “herencia de la Colonia”, que los propietarios
sólo conservaban “en perjuicio de la salubridad pública”.50

44 Citado por De Ramón, Armando (1992): Santiago de Chile…, op. cit., pág. 225.


45 Citado por Romero (1984): “Condiciones de vida de los sectores populares...”, op. cit., pág. 73.
46 Vicuña Mackenna, Benjamín (1872): La  transformación  de  Santiago:  notas  e  indicaciones  respetuosamente 
sometidas  a  la  Ilustre  Municipalidad,  al  Supremo  Gobierno  y  al  Congreso  Nacional. Santiago, Imprenta de la
librería del Mercurio, pág. 18.
47 Una de las medidas que proponía Michael Londe en su Nuevos elementos de Higiene (1829) para impedir la
irradiación de las emanaciones miasmáticas, a partir de los focos donde éstas se generaban era “circuir los
lagos y balsas con una línea de árboles elevados muy hojosos” que actuarían como barrera, impidiendo “la
propagación de los efluvios que serán absorbidos con la humedad que les sirve de vehículos”. Londe,
Michael (1829): Nouveaux éléments d’hygiène, op. cit., pág. 258.
48 Mesa B., David (1887): “Epidemia de cólera en el país. Estudio científico de esta epidemia en el
Departamento de Santiago”, Revista Médica de Chile, vol. XV, Santiago 1886-1887, pág. 533.
49 Padin, Vicente (1853): “Contestación de don Vicente A. Padin al discurso...”, op. cit., pág. 38.
50 Cotardo, Jenaro (1877): “Causas de la propagación de la viruela…”, op. cit., pág. 215.

376
EL DISCURSO DEL HIGIENISMO CHILENO SOBRE LA VIVIENDA POPULAR 

Al igual que sus modelos europeos, los higienistas chilenos tenían muy clara la
asociación entre nivel de vida, condiciones de habitabilidad y estado de salud. Así, por
ejemplo, Jenaro Cotardo constató, respecto de la viruela, que “la casi totalidad de las
víctimas pertenece a la clase pobre del pueblo”, quienes, a consecuencia de su ignorancia
“en sumo grado [de] las más simples nociones de higiene”, y dado “el género de vida”
que llevaban —“mal alimentados y excediéndose en la bebida”— estaban predispuestos
a contraer la enfermedad.51
La idea marco de los higienistas chilenos respecto de este segmento social era la
misma que predominaba en Europa. Así lo manifestaba Federico Gabler Coester, para
quien “las condiciones en que vive la gente de medianos recursos i particularmente las
clases proletarias son por desgracia demasiado tristes y calamitosas. Es urgente poner
remedio enérgico a este estado de cosas y dictar leyes que corrijan estos defectos”.52 El
propio Federico Puga, antes mencionado, resumía esta misma creencia de la siguiente
manera:
“La miseria, descendiente inmediata de la ignorancia, [que es un] mal contra el
que debieran ponerse en campaña los variados recursos que la sociedad posee
[...], es muchas veces obstáculo invencible para la salud. ¿De qué sirve aconsejar
una vivienda sana al infeliz que puede pagar un rancho a duras penas?, ¿de qué
[sirve] exigir aseo a los que tienen que pagar por cántaros el agua?. Pero este mal
tiene sus grandes remedios y la Higiene no es en absoluto extraña a ellos. Una
de sus ramas toda entera, la higiene pública, es la higiene de los pobres”.53

Al igual como ocurrió con sus homólogos europeos, los higienistas chilenos (y
con ellos, una buena parte de la intelectualidad chilena de la segunda mitad del siglo
XIX), se fijaron el objetivo de mejorar las condiciones de habitabilidad de estos sectores,
las que, de manera generalizada, incumplían los preceptos de la higiene. “¿Quién que
conozca el interior de estas miserables pocilgas —se preguntaban— no se sentirá harto
de conmiseración y de lástima para tantos infelices que se ven obligados a habitarlas?”. 54

LO CONTRARIO DE LO QUE LA HIGIENE PIDE 
Para los higienistas de cualquier parte del mundo, una vivienda sana era aquella
que reunía una serie de condiciones bien claras. Primero, que estuviera a salvo de
“emanaciones mefíticas”, lo cual dependía de la aptitud del suelo sobre el que se
levantaría la vivienda (no podía ser un suelo que previamente hubiera estado ocupado

51 Cotardo, Jenaro (1877): “Causas de la propagación de la viruela…”, op. cit., pág. 215.


52 Gabler Coester, Federico (1898): “Saneamiento de Santiago…”, op. cit.,pág. 74.
53 Puga, F. (1891): Elementos de Hijiene, op. cit., pág. 30.
54 Dávila Boza, Ricardo (1899): “Mortalidad de los niños en Santiago. Sus causas y sus remedios”, Revista 
Chilena de Hijiene, tomo V, pág. 334.

377
por desperdicios orgánicos ni agua estancada) y contar con sistema eficiente de
eliminación de las materias fecales, aguas sucias y de los desperdicios domésticos. En
segundo lugar, la vivienda debía permanecer libre de humedad, es decir, debía
mantenerse con las paredes y el suelo perfectamente secos. Además de esto, era
necesario que estuviera bien ventilada, para evitar que no se produjera el fenómeno del
“aire confinado”, lo cual exigía la existencia de más de una abertura, en paredes
opuestas, para conseguir que el aire circulara. En cuarto lugar, la vivienda tenía que
estar generosamente bañada por los rayos del sol, lo cual exigía unas ventanas de
tamaño razonable para que éstos pudieran penetrar. Se consideraba imprescindible,
también, que la vivienda contase con un suministro adecuado agua potable. Fuera de
esto, era preciso que la vivienda se mantuviera bien aseada. Por último, ésta debía estar
habitada por una cantidad limitada de personas, de acuerdo a las dimensiones de la
misma, de tal manera que cada habitante pudiese disponer de, por lo menos, doce
metros cúbicos de aire.
En la documentación que dejaron los higienistas de Santiago respecto de todas
las formas de vivienda ocupadas por los sectores populares, y especialmente los
conventillos, éstas parecen réplicas de las viviendas que ocuparon los primeros obreros
europeos, a pesar de tratarse de ciudades muy distintas y de formas arquitectónicas
también distintas (edificios elevados y calles estrechas en Europa y casas de una sola
planta y calles más anchas en Santiago). A los ojos de estos intelectuales, ataviados con
idéntico paradigma médico, estas viviendas eran, en resumen: lo  contrario  de  lo  que  la 
higiene pide.
“Los que estamos acostumbrados a ver de cerca estas casas y habitaciones, los
que una sola vez hayan mirado al interior de una de ellas, podrán asegurarse
cómo lo que ahí se ve es precisamente lo contrario de lo que la higiene pide; ahí
encontramos presencia de agua y falta de aire. A la falta de aire y presencia
natural de agua, por constituirse en sitios húmedos, tenemos que agregar [la]
respiración de productos en descomposición [...]. La acequia misma, contribuye
con sus aniegos a llenar esos largos patios, en forma de callejones, de una agua
celagosa que dará, un poco después, lugar a la formación de miasmas de tantas
enfermedades infecciosas y, en consecuencia, a epidemias que toman su origen,
precisamente, en este punto”.55

De acuerdo al juicio del higienista Jenaro Cotardo, los conventillos reunían todas
las características de la vivienda antihigiénica: piezas bajas, generalmente inferiores al
nivel del suelo, húmedas, sin aire ni luz, “en donde jamás penetra un rayo de sol”, con
apenas un patio mezquino que no eras más que “un pasillo angosto formado por la
unión de los aleros de un lado con los del otro”. Además, eran viviendas que daban

55 Altamirano, C. (1895): “Apuntes para un estudio sobre habitaciones de obreros”, Revista Chilena de Hijiene,


tomo II, N° 4, pág. 9.

378
“asilo a familias numerosas que por las condiciones de vida que observan, suministran
un contingente nada pequeño de […] enfermedades infecto contagiosas”.56
Frecuentemente los conventillos fueron levantados en unas condiciones que
contravenían los principios básicos del higienismo, como por ejemplo, el referido a la
idoneidad del suelo.
“En la misma cañadilla se está construyendo un conventillo. La tierra del sitio en
que se levanta el conventillo ha sido extraída en grandes cantidades para hacer
adobes, ha sido necesario pues rellenar terraplenes [...] pues bien, el relleno se ha
hecho con desperdicios de cervecería, de caballerizas y, sobre todo, esto parece
un verdadero poema de horror, con desperdicios del hospital de San Vicente,
con algodones usados para úlceras y otras llagas con fajas, trapos sucios e
infectados [...]. Sobre estas murallas se levantarían los futuros cuartos de
conventillos”.57

Tampoco se procuraba mantenerlos libres de materias excrementicias, llegando


algunos a construirse sin letrinas. Las acequias, heredadas del pasado agrícola, fueron
aprovechadas como una especie de sistema de alcantarillado que funcionaba de manera
similar al que se imponía en Europa (el sistema “todo a la cloaca”), pero con la diferencia
de que aquí, los excrementos, las aguas servidas y los restantes desechos domésticos
corrían a nivel de la superficie, alegremente por en medio de los patios.58 Un testimonio
de 1901 describe detalladamente este sistema.
“Los excusados se componen de simples tablones colocados a la altura
conveniente, sin formar un asiento propiamente tal y que dejan totalmente al
descubierto la acequia. Hacia delante y hacia detrás de los tablones y en
dirección inclinada hacia el cauce de la acequia hay colocadas láminas de zinc
acanalado, para impedir que las materias excrementicias puedan salpicar los
bordes de la acequia”.59

Ante cualquier episodio imprevisto, el sistema colapsaba, el agua se desbordada


de las acequias, y los patios y las viviendas quedaban anegados, con lo cual quedaba “un
patio estrecho y que en toda estación, de enero a enero, [era un] inmundo charco de
aguas sucias y corrompidas”.60

56 Cotardo, Jenaro (1877): “Causas de la propagación de la viruela...”, op. cit., pág. 215.


57 El Porvenir, 05/04/1900, pág. 3. Citado por Torres (1986): “Los conventillos en Santiago…”, op. cit., pág. 77.
58 Cabe señalar que el sistema de acequias como medio para evacuar los desechos de las casas era usado en la
mayor parte de la ciudad, lo cual también animó una campaña por parte de los higienistas.
59 Dávila Boza, R. (1901): “Condiciones hijiénicas del conventillo de la calle Grajales N° 1970”, Revista Chilena 
de Hijiene, Santiago, tomo VIII, pág. 258.
60 Dávila Boza (1899): “Mortalidad de los niños en Santiago”, op. cit., pág. 334

379
El aire en estos ambientes no sólo estaba contaminado, sino además era escaso.
Se trataba —según Dávila Boza— de “piezas siempre desproporcionadamente estrechas
para el número de individuos que se amontonan en ellas para vivir y dormir”.61
“Muchas de esas habitaciones no tienen más de dos y medio a tres metros de
altura, ninguna ventana y una sola puerta. En realidad, de verdad que tales
habitaciones apenas estarían buenas para establos. Y pensar que en ellas se
amontonan familias de tres y cuatro, y hasta de cinco y de seis individuos”.62

Las consecuencias de vivir con tales restricciones atmosféricas estaban claras


para los higienistas: creían que se producía una especie de envenenamiento de la sangre.
“En los actuales conventillos duermen de 6 a 8 personas, donde el aire no circula
de manera sana. Las personas están tan acostumbradas que no sienten el mal
olor, pero no por eso dejan de sentir el malestar que les provoca. Las
consecuencias de respirar este aire viciado son un decaimiento de la vitalidad,
porque no se produce una buena sanguinificación [...]. La fiebre tifoidea, la
viruela, la escrófula i la tisis son las enfermedades que más azotan a estos
hambrientos de oxígeno”.63

Pero, al problema de la falta de aire se añadía el de la humedad permanente, ya


no de los patios, sino de las propias casas, ya que éstas no tenían “otra ventilación ni
tragaluz que una puerta mal ajustada y colocada para remate, en la mitad de los casos
del lado de la sombra”64, lo cual se combinaba con el hecho de que no tenían “otro piso
que el suelo natural o mal enladrillado”.65
En resumen, y siguiendo la teoría miasmática, los higienistas chilenos veían con
espanto las condiciones de habitabilidad de las clases populares. La descomposición de
restos orgánicos y de la mugre generalizada emanaban miasmas que contaminaban el
aire, haciendo de aquellos ambientes auténticos focos de infección y epidemias.
“Podemos decir, pues, que hay en Santiago 100 mil personas que viven en un
ambiente deletéreo, en medio de miasmas ponzoñosas, respirando aires impuros
y sufriendo la influencia y el contagio de infecciones y epidemias. Cien mil
personas que viven en habitaciones como inmundas mazmorras, estrechas,
oscuras, sin ventilación, en que el organismo se atrofia y degenera. Cien mil
personas que viven en término medio, de a cuatro por pieza, en 25 mil

61 Dávila Boza (1899): “Mortalidad de los niños en Santiago”, op. cit., pág. 334
62 Dávila Boza, Ricardo (1893): “Ordenanza sobre la salubridad de conventillos, fábricas y establecimientos
análogos”, Revista Médica de Chile, tomo XXI, pág. 171.
63 Altamirano, C. (1895): “Apuntes para un estudio...”, op. cit., pág. 20.
64 Dávila Boza (1899): “Mortalidad de los niños en Santiago”, op. cit., pág. 334
65 Ibidem.

380
habitaciones, contándose a veces hasta ocho individuos en cada una. Cien mil
personas que viven en el hacinamiento y en la promiscuidad más repugnante”.66

CUARTELES DE DOLORES, NIDADAS DE ANARQUÍA 

Los higienistas chilenos estaban tan convencidos como sus homónimos europeos
de que había una conexión infalible entre las condiciones ambientales y la constitución
física y moral de las personas. Jenaro Cotardo, por ejemplo, defendía la idea de que la
mala conducta era una precondición de la mala salud. Según él, la viruela actuaba sobre
las clases populares a consecuencia, entre otros factores, de las costumbres que tenían
estos sectores, “entregados constantemente a toda clase de desórdenes”.67 Desórdenes
que eran intrínsecos a las condiciones de habitabilidad de los conventillos, en los que los
higienistas veían “una abigarrada población, compuesta por individuos de toda edad,
sexo y condición moral y confundidos en horrenda promiscuidad”.68
Así, las condiciones de vida de los conventillos fueron consideradas no sólo foco
de las enfermedades contagiosas (enfermedades biológicas, digamos) sino que también
caldo de cultivo para los desórdenes morales tales como la anarquía y los malos hábitos.
Augusto Orrego Luco (1848-1933), el intelectual que instaló en Chile el debate sobre la
cuestión  social, afirmaba que la “atmósfera del rancho” era “material y moralmente, [...]
una atmósfera malsana y disolvente”; para él, mientras el ‘bajo pueblo’ estuviera:
“sumergido en la miseria, mientras viva en la promiscuidad horrenda de los
ranchos, no solamente tendremos condiciones físicas que hagan inevitable la
mortalidad de los párvulos, sino también un fenómeno más grave; la falta de los
sentimientos de familia en que nuestra sociabilidad está basada.”69

La oligarquía santiaguina, al igual que la europea, tenía, por lo tanto, doble


razón para librar batalla contra los conventillos: primero, porque eran un foco de
insalubridad para su moradores y, por lo tanto, para la ciudad en su conjunto y,
segundo, porque sus moradores —esa “multitud viciosa y embrutecida por el
trabajo”70— no podían sino degradarse moralmente viviendo en tales condiciones.
“El conventillo es, entre la tempestuosa vida arrabalera, la más honda dolencia
de la ciudad. Su miseria —palabra soez y cuarto oscuro— es venganza de todos

66 Editorial del periódico El Mercurio, sd/sd/1910. Citado por Urmeneta, Roberto (1984): Condiciones físicas y 
sociales de conventillos, cités, pasajes y residenciales en la zona centro de Santiago: análisis descriptivo. Facultad de
Arquitectura de la Universidad Católica, Santiago de Chile, pág. 19.
67 Cotardo, Jenaro (1877): “Causas de la propagación de la viruela...”, op. cit., pág. 215.
68 Dávila Boza (1899): “Mortalidad de los niños en Santiago...”, op. cit., pág. 334.
69 Orrego Luco, Augusto (1884): La cuestión social en Chile, Imprenta Barcelona, Santiago.
70 Romero, Alberto (1932): La viuda del conventillo, Editorial Ercilla, Santiago.

381
[...]. En estos rincones —cuarteles de dolores, nidadas de anarquía— el pueblo
procrea y muere [...]. Es una tremenda vida de desorden. Casi no existe familia.
Hombres y mujeres, arrastrados por sus pasiones y por sus pobrezas, forman un
día un hogar, y luego lo destrozan. Como resultado de esta vida de miseria, las
criaturas crecen mirando cara a cara el desenfreno de sus padres. Junto a la cuna
se sienta la infamia.”71

En este sentido, denunciar la situación de los conventillos o intentar mejorar las


condiciones de las viviendas de los sectores populares no era una cuestión de caridad ni
justicia social, sino de prevención en el sentido más amplio del término. Actuar contra
los conventillos era una de las fórmulas de “evolución, para evitar la revolución”.72 Las
palabras de un diputado respecto de la utilidad de proporcionar a los obreros viviendas
“baratas, higiénicas y alegres” para así, “hacerlos sobrios y laboriosos”, son
particularmente ilustrativas del criterio y valores que los movilizaban.
“Si la habitación [del obrero] es triste e inmunda, pocos atractivos tendrá para el
obrero la vida de familia: en vez de alegría y consuelo, sentirá profundo disgusto
al volver a ella después del trabajo”.73

Aquella miseria era en el mediano plazo una amenaza: nada bueno podía salir
de allí. Así, por ejemplo, Orrego Luco planteaba que de las malas condiciones de vida,
además de la mortalidad infantil, se derivaba “el problema más grave todavía de la
constitución del estado civil, de la organización fundamental de la familia”, que era un
“problema formidable”, en el cual hasta entonces “no se [había] fijado la atención” a
pesar de que estaba “llamado a hacer una peligrosa aparición en un término acaso no
lejano”.74 Ello explica que los sectores conservadores hayan tenido una voz decidida en
contra de los conventillos. Resolver el problema de la vivienda del pobre era una forma
de “radicarle al hogar y a la patria”, de hacerle ver “el fruto de su trabajo y de su
ahorro”, lo cual permitiría hacer de él “un miembro conservador de la sociedad, un buen
ciudadano”.75
¿Cómo conseguir este objetivo, si no se podía “contar con los obreros para hacer
llegar a un buen fin una obra de esta importancia”, ya que no tenían “ni los
conocimientos ni los capitales necesarios”, y además tenían una “manera de comprender
los deberes sociales” que no permitía “contar con ellos para encontrar solución”?76 La

71 Daniel de la Vega (1924): “Miseria”, Revista de la Habitación, Nº13.


72 Este es un elemento que advierte Torres (1986): “Los conventillos en Santiago...”, op. cit., pág 83 y también
Romero (1984): “Condiciones de vida de los sectores populares...”, op. cit., pág. 77.
73 Palabras del Diputado Ruiz Valledor, citado por Garrido (1995): “Del rancho al conventillo...”, op. cit., pág.
56.
74 Orrego Luco (1884): La cuestión social en Chile, op. cit.
75 El Ferrocarril, 28/01/1872. Citado por Romero (1984): “Condiciones de vida de los sectores populares...”, op. 
cit., pág. 77.
76 Altamirano, C. (1895): “Apuntes para un estudio...”, op. cit., pág. 28.

382
respuesta de los higienistas era que debía existir una asociación entre “las clases
laboriosas y las clases que poseen el capital”, y que era a “las clases ricas a las que
pertenece la iniciativa i el patronato”.77

VIVIENDAS BARATAS E HIGIÉNICAS PARA LA CLASE OBRERA 

Paralelamente al despliegue del discurso higienista que hemos revisado sobre las
condiciones de habitabilidad de los sectores populares, se fue desarrollando una política
de mejoramiento de tales condiciones, que puede fecharse entre 1843 y 1925, y que,
básicamente, consistió en iniciativas legales contra las viviendas que no cumplían con los
preceptos mínimos de la higiene.78
En 1843 se estableció una ordenanza sobre los cuartos redondos, según la cuál se
prohibía “habitar todo cuarto a la calle cuando no tenga una ventana cuando menos de
vara y cuarta de alto [1,05 mts.] y expeditamente con un corral o patio”.79 Otras
disposiciones en contra de los ranchos y cuartos redondos se emprendieron en 1857 y
1861, sin que llegaran a ejecutarse ya que, según el criterio de las autoridades
municipales, llevarlas a cabo redundaría en “un gravísimo mal para una proporción de
nuestro pueblo”.80 Otras acciones legislativos infructuosas o insuficientes por parte de la
autoridad para “resolver” el problema de la vivienda popular datan de 1868, 1874, 1883
y 1893.81
La primera acción institucional efectiva al respecto fue la promulgación del
“Reglamento de Conventillos” de 1899, que impuso ciertas exigencias sobre la
construcción y funcionamiento de estas viviendas. El texto puede considerarse una
genuina expresión del espíritu higienista.
“El terreno que se destine a esas habitaciones debe ser seco, limpio y no estar
expuesto a desbordes e inundaciones: lugares que hayan recibido basuras o
desperdicios infectos, no podrán ser utilizados sin que previamente se extraigan
esos materiales y terraplenes con cascajo o tierra limpia [...]. Las partes del
edificio destinadas a habitación deben ser construidas de manera que el

77 Ibídem.
78 El período 1900-1930 de este proceso está bien estudiado en Torres (1986): “Los conventillos en
Santiago…”,op. cit..
79 “Disposiciones legales y municipales de policía y beneficencia”, 1843. Citado por Torres (1986) “Los
conventillos en Santiago…”, op. cit., pág 68.
80 El Ferrocarril, 25/11/1859. Citado por Romero (1984): “Condiciones de vida de los sectores populares...”, op. 
cit., pág. 72.
81 Una ordenanza municipal del año 1868 prohibió la construcción de ranchos dentro de ciertos límites
urbanos; otra disposición de 1874 fijó la altura máxima de los edificios para efectos de la salubridad. En
1883 aparece una medida innovadora que aplicaba incentivos para que los empresarios construyeran
viviendas para obreros. En 1893 se presentó un proyecto de “Ordenanza sobre salubridad de conventillos,
fábricas y establecimientos análogos”.

383
pavimento de las piezas esté a lo menos 20 cms. más alto que la superficie del
suelo. El espacio que queda entre el suelo y el pavimento de las piezas deberá ser
fácilmente ventilable”.82

Desafortunadamente, la legislación no tuvo el efecto deseado y los conventillos


continuaron levantándose con las mismas características que indignaban a los
higienistas. Éstos se lamentaban de que a pesar de haber informado “de los gravísimos
peligros que estas habitaciones encierran para la salubridad pública, i mucho más por su
puesto, para sus propios moradores” y haber defendido “la necesidad urjentisima de
someterlos a una reglamentación cualquiera [...] en cuanto a construcción i a su rejimen
habitual”, resultaba evidente que “los reglamentos existentes sólo existen en el papel, i
son nulos en la práctica, en cuanto nosotros hemos podido observarlo”.83
La batalla legal prosiguió hasta 1906, año en el que se promulga la “Ley de
habitación obrera”, que buscaba explícitamente favorecer la construcción de “viviendas
baratas e higiénicas” para este sector social.  Esta iniciativa legal resultó más completa y
efectiva, pues imponía sanciones claras e iba asociada, además, a la creación de un
organismo, el Consejo Superior de la Habitación, encargado de fiscalizar estos
inmuebles, con autoridad para obligar a los propietarios a hacer reformas, e incluso, para
ordenar la demolición de las viviendas.
Con posterioridad a la promulgación de esta ley, el problema de los conventillos
mejoró desde el punto de vista de la Higiene, pero no desde el punto de vista social. El
Consejo descubrió que casi la totalidad de los conventillos de Santiago contravenían
abiertamente las disposiciones que regulaban su edificación, y que estaban en
condiciones no sólo “insalubres, sino más aun, inhabitables”, por lo cual se hacían
“merecedores de una orden de demolición”.84 En este sentido, la batalla contra los
conventillos pudo haber sido, incluso, contraproducente, pues cada demolición
restringía aun más la oferta de viviendas baratas.
Para entender lo difícil que era solucionar el problema, hay que aceptar que los
conventillos no habían surgido de la mente retorcida de los agentes inmobiliarios. Más
simple que eso, fueron una solución de mercado: la oferta de muchas viviendas baratas
que, como tales, debían estar edificadas al costo más bajo posible, lo cual sólo podía
conseguirse reduciendo su tamaño, empleando materiales de construcción baratos, y
reduciendo al mínimo la incorporación de los elementos más costosos: cocinas, baños,
alcantarillado, carpintería, etc. Los sectores populares representaban una demanda
masiva, pero el precio que podían pagar era mínimo. En situación de libre mercado (y
en ausencia de ética), sólo una inversión de estas características podía ser rentable y, al

82 Reglamento de Conventillos, Revista de Higiene, Nº VII, 1901.


83 Dávila Boza, Ricardo y Daniel Joacham (1901), “Un año de inspección sanitaria. Memoria elevada al
Consejo Superior de Hijiene Pública”, Revista Chilena de Hijiene, tomo VI, pág. 35.
84 “Las Habitaciones Obreras”, El Mercurio, Santiago, 01/01/1912, pág. 13.

384
mismo tiempo, satisfacer la demanda creciente de alojamiento. Hacia 1910, el periódico
El Mercurio hacía unas observaciones que coinciden con este enfoque.
“En esta clase de vivienda es donde se aglomera la parte de la población más
difícil de alojar en buenas condiciones: el alojamiento de personas que viven de
una renta o sueldo fijo ofrece, sin dudas, menos dificultades que el obrero que
recibe el salario semanal [...]. El problema se complica aún más tratándose de
aquél grupo, tan numeroso de personas, especialmente de mujeres que viven de
un oficio manual o que ejercen alguna pequeña industria como son las
lavanderas, verduleras, costureras y que van a refugiarse en los conventillos,
porque en ninguna otra parte podrían encontrar habitación más barata, pero
también la más infeliz”.85

Por otra parte, si bien las características de las viviendas no eran aceptables, el
cuadro empeoraba según aumentara la cantidad de gente que se instalara dentro de
éstas, cuestión que ya no era responsabilidad del propietario del inmueble, sino de los
propios inquilinos, o en último término, del país.
Ante el escaso resultado de la ley de 1906, se comienza a plantear, al igual que
había ocurrido en Gran Bretaña, en Bélgica, en Alemania y Francia, que el Estado debía
asumir una participación mayor en la solución del problema de la vivienda obrera. Con
el decreto ley Nº 308, de marzo de 1925 se estableció un nuevo marco para promocionar
la construcción de “habitaciones baratas”, que contemplaba garantías a la inversión y un
paquete de medidas tributarias destinadas a fomentar la construcción de edificios
cooperativos colectivos y de poblaciones nuevas, que serían adecuadamente urbanizadas
“teniendo presente las exigencias de la higiene moderna”. Se creó un organismo
específico para gestionar el problema: el Consejo Superior de Bienestar Social con un
fondo crediticio a su disposición.
Los conventillos quedaron expresamente excluidos de este conjunto de regalías,
a la vez que se estableció la condición explícita de que “los departamentos o casitas, aun
cuando sean de una pieza” que quisieran acogerse a los beneficios que otorgaba la ley
“deberán tener patio independiente, con W. C., baño y cocina individuales”.86 Además
de ello, en el Reglamento de la ley se detallaban las características técnicas que debían
presentar las nuevas viviendas; entre las cuales estaban algunas que resultan familiares:
la aptitud del terreno (que debía estar seco, sin rellenos de basuras ni depresiones que
“hagan temer la formación de charcos”), la conducción de los cursos de agua que
atravesaran el terreno en tubos, la preparación de un suelo de las viviendas en
condiciones de “impedir todo peligro de humedad y siempre que pueda practicarse una
ventilación eficaz bajo los entablados”, la reserva de una franja de pequeñas plantaciones
en la fachada de los edificios, una superficie y altura mínimas de las viviendas, y,

85 “Los Conventillos de Santiago”, El Mercurio, Santiago, 09/06/1910, pág. 3.


86 “Reglamento de edificación complementario de la ley Nº 308, de 9 marzo de 1925, sobre habitaciones
baratas”, 25/06/1925. Título II, Artículo 8º.

385
especialmente, de los dormitorios que deberían asegurar “un volumen mínimo
equivalente a quince metros cúbicos por habitante”.87
Esta ley marcó el fin de la construcción de conventillos en Santiago, y dio paso a
otras dinámicas de edificación, con lo cual, el problema de la vivienda obrera, siempre
vigente, siguió otros derroteros. Los conventillos no fueron demolidos; siguieron
existiendo y siguieron siendo habitados por el mismo sector social durante el resto del
siglo XX. Un informe de 1984, patrocinado por el Arzobispado de Santiago, daba cuenta
de que en Santiago aún existían 815 de estas viviendas colectivas: 227 conventillos y 588
cités, con 7,6 y 10,5 viviendas en promedio, respectivamente, en las que vivían
aproximadamente 27.000 personas.88

SÍNTESIS Y CONCLUSIONES 

Toda la documentación originada en la medianía del siglo XIX y hasta principios


del siglo XX respecto de la vivienda popular, ha sido utilizada por la Historiografía
chilena sin sospechar de su particular lenguaje, tan similar entre los distintos
testimonios. Las descripciones que en estos documentos se hace de las distintas formas
y espacios del habitar popular (los ranchos, los cuartos redondos, los conventillos y los cités)
han sido dadas por verdaderas, sin mayor comentario ni cuestionamiento. No se ha
reparado en el hecho de que prácticamente la totalidad de estos documentos no
proceden de la voz de los afectados, sino de la pluma de intelectuales que fueron
educados de acuerdo al conjunto de ideas y preceptos médicos y etiológicos que aquí
hemos presentado como el paradigma higienista. Consecuentemente, todos estos hombres
de letras y, necesariamente, todos los documentos que ahora leemos respecto de la
vivienda urbano-popular, están teñidos —sino determinados— por ese enfoque.
La imagen de la vivienda popular que tenía la intelectualidad santiaguina y que
nos ha trasmitido, aunque no lo digan expresamente, es la mirada higienista universal
sobre los sectores populares y sus condiciones de habitabilidad durante el siglo XIX, la
que, por lo mismo, es unánime y sorprendentemente coincidente respecto de cualquier
lugar al que haga referencia: Madrid, Londres, París o Santiago de Chile. Los testimonios
recogidos de la prensa santiaguina y de los medios escritos especializados, parecen
calcados a los testimonios europeos. En esta perspectiva, en las páginas precedentes se
ha tratado de establecer cuáles son los elementos centrales del paradigma  higienista y
demostrar cómo a partir de sus conceptos científicos, se construye un discurso sobre la
clase obrera y, especialmente, sobre el “problema de la habitación popular”.
Los higienistas —que ignoraban que las enfermedades fueran causadas por unos
agentes patógenos específicos: virus, bacterias y protozoarios— estaban convencidos de
que la salud de las personas dependía de la salud del ambiente que éstas habitaban, y

87 Ibídem, Artículos 9 al 83.


88 “La pobreza encubierta”, Revista Qué Pasa, Santiago, 03/01/2003, pág. 46.

386
que estas condiciones de habitabilidad dependían de tres variables principales: el aire, el
agua y la luz solar. El aire no debía estar viciado ni contaminado por ‘emanaciones
miasmáticas’ o ‘efluvios’, y disponible, además, en cantidad adecuada. El agua debía ser
igualmente limpia, no contener restos orgánicos ni ‘sustancias deletéreas’. La luz del sol,
fuente de la salud, debía bañar los lugares y a las personas. De acuerdo a esto, los
higienistas vieron con espanto las viviendas de las clases trabajadoras, que no cumplían
ninguna de las condiciones que ellos estimaban imprescindibles para conservar la salud.
Las viviendas populares eran pequeñas y los pobres se hacinaban en su interior; tenían
pésima ventilación, permanecían húmedas, no contaban con agua potable, ni con un
sistema adecuado de eliminación de los desechos orgánicos; la suciedad se acumulaba en
su interior y, además, estaban emplazadas en unas zonas urbanas igualmente insalubres.
Por otra parte, los higienistas estaban persuadidos de que las condiciones ambientales
determinaban además, vía alteración o constitución de los organismos, el temperamento y
las pasiones de los individuos, es decir, sus “constituciones morales”. En consecuencia,
¿qué se podía esperar de una vida bajo aquellas condiciones de habitabilidad? Según los
higienistas: sólo la degradación física y moral de las clases populares.
Al no reparar en el hecho de que la crítica hacia las pésimas condiciones de la
vivienda popular de la intelectualidad chilena estaba inspirada y determinada por el
paradigma  higienista, la Historiografía chilena ha interpretado —explícita o
implícitamente—, tanto “el problema de la habitación obrera” como el de la “lucha por
la habitación obrera” como una cuestión de justicia social. Dicha interpretación puede ser
correcta para los años treinta y posteriores del siglo XX, pero cabe dudar de que lo sea
para los años anteriores. Mientras no se forjó y extendió un pensamiento político con
acento social —ya fuera de inspiración cristiana o laica— que impulsara la igualdad o la
promoción social, la denuncia de las malas condiciones de la vivienda de las clases
populares difícilmente puede interpretarse en esa clave; como expresión de un
pensamiento que aún no existía, o, por lo menos, que no predominaba.
Las tempranas denuncias y acciones que se efectuaron en Chile sobre las
condiciones de habitabilidad de las clases populares (desde 1843 en adelante), sólo
pueden enmarcarse dentro de la “cuestión higiénica”, pero no como brotes de la
“cuestión social” (en el sentido que adquirió más tarde esa expresión). El higienismo era
mayoritariamente conservador y moralista. La Higiene tenía la misión “de predicar
constantemente las máximas que defienden la vida y sirven para conservar la salud del
cuerpo, y con ella la salud del alma”, declaraban.89 Su idea básica era que un medio
ambiente insano —como el que padecían las clases trabajadoras masivamente—
terminaría corrompiendo física y moralmente a éstos y a la sociedad en su conjunto.
Tales creencias los movilizaron a denunciar las malas condiciones de las viviendas de los
pobres, conjuntamente con promover el saneamiento de la ciudad y procurar divulgar
los demás preceptos de la Higiene, orientados a que las personas tuvieran una vida sana
y larga, para que las sociedades, a su vez, tuvieran un desarrollo armónico y próspero.

89 Rodríguez y Rodríguez, Ambrosio (1902): Contribución  al  estudio  de  la  higiene  de  los  trabajadores  y 
enfermedades de los jornaleros. Tipolitografía ‘La Industria’, Gijón, pág. 165.

387
Todo esto nos lleva a concluir que el problema de la vivienda obrera en Santiago
de Chile durante el siglo XIX, al igual que lo fue en Londres, París y Madrid, era, para la
intelectualidad chilena, básicamente un problema de Higiene y salubridad pública, es
decir, de miasmas y efluvios en el aire, y no de injusticias y privaciones en la Tierra.

388

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