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Datos editoriales
de la versión impresa:
También deseamos agradecer en forma anticipada a los lectores, quienes por sus
críticas permitirán el perfeccionamiento de nuestros trabajos futuros en este campo.
Presentación
La creciente importancia que han adquirido los temas ambientales en el país nos
ha motivado a contribuir a su debate público y privado a partir de una visión histórica
sobre el desarrollo de los principales temas ambientales de los últimos treinta y cinco
años, con especial énfasis en el período 1992-1997.
En este sentido esperamos que el trabajo que hemos realizado aporte una base de
información significativa a las personas y organismos interesados en los temas
ambientales y contribuya a la preparación de nuevos estudios que entreguen nuevas
aproximaciones o acercamientos a la realidad ambiental del país que mejoren los
análisis de las situaciones y reduzcan los niveles de incertidumbre en las decisiones.
Agradecimientos …………………………………………………...……… 7
Presentación ……………………………………………………………….. 9
I. Introducción ………………………………………………………… 17
II. La sustitución de importaciones, el Estado empresario y el
medio ambiente. 1964-1973 ………………………………………… 19
Contexto económico ………………………………………… 19
Sector forestal ……………………………………………….. 20
Sector pesquero ……………………………………………… 21
Sector minero ………………………………………………... 23
Urbanización ………………………………………………... 23
Visión global: Academia, sociedad y medio ambiente ……… 25
III. Libre mercado, economía primario exportadora y
medio ambiente 1973-1989 …………………………………………. 27
Contexto económico ………………………………………………… 27
Sector forestal ……………………………………………………….. 28
Sector pesquero ……………………………………………………… 29
Sector minero ………………………………………………………... 31
Urbanización ………………………………………………………… 32
Visión global: Academia, sociedad y medio ambiente ……………… 33
Conclusiones ………………………………………………………………….. 46
Bibliografía …………………………………………………………………… 48
Segunda parte: Análisis de casos …………………………………………… 51
Legislación:
1
Discusiones en torno a la Ley de Bases del Medio Ambiente ………………… 53
Energía:
2
El proyecto Gas Andes: un conflicto emblemático en torno al trazado de un
gasoducto por el Cajón del Maipo ……………………………………………... 64
3
La construcción de centrales hidroeléctricas una polémica permanente en la
agenda medioambiental nacional: acerca de la Central Pangue ………………… 77
4
Más conflictos ambientales en el Alto Bío Bío: Los pehuenches, la Endesa y la
Central Hidroeléctrica Ralco …………………………………………………… 88
Forestal:
5
La Forestal Trillium, el proyecto Río Cóndor y las presiones ecologistas. ¿Es
sustentable la explotación de lenga magallánica? ……………………………… 102
6
Celulosa Valdivia y Caleta Mehuín: ¿macro o micro desarrollo? …………….. 115
7
Douglas Tompkins: el empresario/ecologista y su polémico proyecto de instalar
en Chile el "parque ecológico privado más grande del mundo" ………………. 123
Caza y Pesca:
8
La difícil campaña para evitar la caza de ballenas en los mares australes ……… 143
9
Conflicto por el arribo a aguas chilenas del American Monarch, el buque factoría
más grande del mundo …………………………………………………………... 148
Urbano:
10
Acerca del trazado de la Línea 5 del Metro: un nuevo y conflictivo debate sobre
el medio ambiente urbano de Santiago ………………………………………… 152
11
La mosca de la fruta y el encendido conflicto por las fumigaciones aéreas sobre
Santiago ………………………………………………………………………… 161
12
¿Río de autos en el Mapocho? Polémica a raíz de una propuesta para construir
una autopista sobre el lecho del río Mapocho ………………………………… 165
Minería:
13
El difícil y errático recorrido del proyecto Alumysa …………………………… 168
14
¿Quién contaminó el río Loa? …………………………………………………... 171
15
Buque con material radioactivo amenaza Chile: ¿pasará el barco con plutonio
por el Cabo de Hornos? ………………………………………………... ………. 178
LA HISTORIA AMBIENTAL
DE CHILE ENTRE 1964 Y 1994
I
Introducción
Contexto económico
Sector forestal
Esta preocupación del Presidente por los bosques, llevó a su gobierno a tomar
una serie de iniciativas respecto de ellos. Producto de la conciencia que existía acerca de
la degradación de los suelos originada por la tala indiscriminada de bosques se inició la
mayor campaña de reforestación conocida hasta entonces. En su Mensaje Presidencial
de 1966 señalaba "especial referencia debe hacerse a la política forestal del gobierno.
Ella está basada en la conservación de los recursos naturales del país, suelo y agua en
especial, simultáneamente con la ampliación de la zona boscosa, que permitirá
conquistar una posición prominente en el mercado internacional de papel y celulosa. La
meta es formar entre 1965 y 1970, 450 mil hectáreas de nuevos bosques" (Mensaje
Presidencial, 1966).
Sector pesquero
El decreto ley N° 266 vigente entre 1960 y 1976 otorgó franquicias tributarias
que redujeron en un 90 % el impuesto a las utilidades y establecieron exenciones
arancelarias para la internación de maquinaria industrial por un período de 10 años a
condición de reinvertir el 75% de las utilidades en el sector. Dos años antes a través de
la CORFO se habían destinado 1.6 millones de dólares a créditos blandos para financiar
la instalación de plantas reductoras y la adquisición de barcos (Zuleta, 1990).
Sin embargo, en 1973 se produjo nuevamente una crisis del sector producto de
la sobreexplotación del recurso y la reaparición del fenómeno "El Niño". Las
consecuencias fueron más severas que en 1965-1966. Durante dos años consecutivos la
industria pesquera vio reducir sus capturas a casi la quinta parte de lo que se capturaba
luego de la recuperación a fines de la década de los sesenta. Desde entonces el recurso
anchoveta se ha estimado como colapsado y otras especies de peces pelágicos han
tenido que sustituir a este recurso (Zuleta, 1990).
Sector minero
Urbanización
Desde el punto de vista ambiental, el PRIS consideró que uno de los problemas
más importantes de Santiago era la inadecuada localización de la industria, que
generaba contaminación e inseguridad en los barrios residenciales próximos a este tipo
de instalaciones.
Por otra parte, entre sus propuestas estaba la protección de las áreas de cultivo
aledañas a la ciudad, la cual fue vulnerada sistemáticamente por el propio Estado al
realizar sus programas de vivienda social, por los particulares que deseaban ganancias a
través de la urbanización de sus propiedades y por las constantes tomas de terrenos.
Asimismo, el plan proponía, para mejorar la circulación y la conexión entre las comunas
que componían la ciudad, la construcción de un anillo de circunvalación que se fue
construyendo lentamente por etapas.
Por otra parte, en esta época nacieron los departamentos de higiene ambiental y
que luego se transformaron en los de Salud del ambiente. Una iniciativa relevante es la
creación en 1970, de la Comisión contra la Contaminación Ambiental, con la
participación del Ministerio de Salud y otros cuatro ministerios. Esta Comisión
Nacional desapareció en 1978, pues desde 1974 dejó de funcionar.
------
[1] Una versión preliminar de este capítulo del libro fue presentada en mayo de 1997 en la Universidad
de Stanford, EEUU, como parte del Seminario "From Frei to Frei: Perspectives on Chile over Three
Decades".
[2] Especialmente a partir de la Conferencia de Estocolmo en 1972 y del Informe de la Comisión
Brundlandt.
[3] El DFL N° 34 era un instrumento legal que regulaba las cuotas globales de captura, las vedas y los
tamaños mínimos, controlando el esfuerzo del país en materia pesquera.
III
Libre mercado, economía primario exportadora
y medio ambiente 1973-1989.
Contexto económico
Sector forestal
Por otra parte, el Estado comenzó a traspasar al sector privado las empresas que
se agrupaban en el Comité de Industrias Forestales de CORFO y los aserraderos,
viveros y maquinarias que administraba CONAF. Este organismo redujo drásticamente
sus funciones productivas, orientado su acción hacia la coordinación, control y fomento
de las actividades forestales del país y la administración del Sistema Nacional de Areas
Silvestres Protegidas del Estado.
En este sentido los grupos ecologistas solicitaban un mayor control del Estado
hacia la acción de las empresas forestales privadas y de sus proyectos de inversión
relacionados con el bosque nativo (Asenjo, 1992). Para estos sectores, los efectos del
deterioro de las reservas de bosque nativo se expresaban tanto en la pérdida del
patrimonio natural del país como en los serios perjuicios sobre el medio ambiente, entre
otros: la expulsión de comunidades rurales, la degradación y erosión de suelos, la
vulnerabilidad ante las plagas, la disminución de los cauces de agua y la contaminación
del ecosistema por desechos y emanaciones que resultan de los rubros forestales de
transformación (Quiroga, 1994).
Sector minero
Urbanización
Por otra parte, en el año 1988 se fundó el Instituto de Ecología Política (IEP)
entidad que ha tenido a partir de entonces una activa participación en diversos aspectos
de defensa del medio ambiente y de los recursos naturales a través de denuncias,
campañas y estudios. Posterior a su fundación se establece RENACE (Red Nacional de
Acción Ecológica) y el Observatorio de Conflictos Ambientales (IEP, com. personal).
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[1] Todavía el cobre representa más del 40% del total de las exportaciones nacionales.
IV
Transición a la democracia y
medio ambiente. 1990 - 1994.
En este contexto los principios que guiaron la política ambiental del país
fueron los de estabilidad, buscando no desalentar el desarrollo, gradualidad,
incorporando la dimensión ambiental en plazos razonables, y realismo, al considerar
tanto la magnitud de los problemas ambientales, como la forma y la oportunidad en que
ellos se abordaban y los recursos en instrumentos con que se contaba para enfrentarlos
(Mensaje Presidencial, 1993).
"Sin embargo, no cabe duda que habrá de producirse un efecto positivo, cual
es el de incentivar y perfeccionar el desarrollo de la gestión ambiental para que esa
variable se una a las ventajas comparativas que el país posee para su inserción creciente
en el comercio internacional".
Sector forestal
Sector Pesquero
Dentro de las diversas razones para impulsar este nuevo cuerpo legal estaba,
sin duda, la necesidad de resolver un problema agudo y complejo que se había
producido en el sector pesquero. La alta concentración de la propiedad industrial
pesquera y la rentabilidad que adquirió en pocos años, llevó a esas empresas, en su afán
competitivo, a generar una sobreinversión en flotas, lo que desembocaría en una crisis
de rentabilidad. Esa crisis sólo podía enfrentarse con una sobreexplotación de los
recursos marinos por lo que había riesgo de su desaparición. Tal situación alertó a su
vez a diversas entidades (grupos académicos y grupos ecologistas).
La nueva Ley de Pesca debía articular una ecuación que resolviera al mismo
tiempo la crisis económica de las empresas originada a partir de la decisión de
sobreinvertir en flota y de la extinción de diversas especies. Es decir, el centro de interés
de la Ley no apuntó dominantemente a la protección de los recursos marinos sino a
crear condiciones de explotación que pudieran ser controladas por la autoridad.
Los críticos consideraban que debido a que buena parte del recurso es
migratorio y se compartía con países vecinos y las flotas extranjeras que operaban fuera
de la zona económica exclusiva, la regulación por cuotas establecía una desventaja para
las empresas pesqueras nacionales respecto de las internacionales. Además, se pensaba
que los recursos pelágicos son muy afectados por las condiciones ambientales y en
consecuencia no era posible calcular una cuota efectiva (Gómez Lobo, 1991).
Con todo, los avances legislativos han demostrado que existe la conciencia de
que el un mercado sin regulaciones no puede resguardar recursos pesqueros que por sus
características son de dominio público, por lo que tienden a la sobreexplotación y el
agotamiento. Las posibilidades de acuerdo y negociación entre ambas posturas siguen
presentes en el debate actual sobre el sector pesquero.
Sector Minero
Urbanización
Asenjo, R (1990): La Gestión Ambiental en Chile. En: Gestión Ambiental en Países del
Convenio Andrés Bello.SECAB/FKA. Bogotá:121-135.
Aylwin J. & A. Scozia (eds.) (1989) El problema del Medio Ambiente en Chile:
violación de un derecho humano. Comisión Chilena de Derechos Humanos. Documento
de trabajo No. 113. Santiago.
CIPMA (1983, 1986, 1989, 1992 y 1995) Encuentros Científicos del Medio Ambiente.
Chile. Resúmenes de Ponencias, versiones abreviadas. Centro de Investigación y
Planificación del Medio Ambiente. Santiago.
CONAMA (1994) CONAMA 1990 - 1994. Memoria Comisión Nacional del Medio
Ambiente. Alfabeta Impresores. Santiago. 51 pp.
Contreras, R. (1989) Más allá del bosque: la explotación forestal en Chile. Santiago de
Chile. Editorial Amerindia. Concepción. 252 pp.
Hajek, E.R., P. Gross y G. Espinoza (1990) Problemas ambientales en Chile. Vol 1 (206
pp.) Vol 2 (25 mapas temáticos). Alfabeta Impresores. Santiago.
Instituto Libertad y Desarrollo (1992). Análisis del Proyecto de Ley de Bosque Nativo y
de Fomento Forestal. Serie Opinión Económica. Santiago. 14 pp.
Montenegro, S. (1990) Marco jurídico e institucional del medio ambiente en Chile. En:
SECAB/FKA. Medio Ambiente y Desarrollo Social Bogotá:149-168.
Sordo, A.M. (1993) Derecho Pesquero Vigente. Tesis Facultad de Derecho Universidad
Católica de Chile. Santiago. 321 pp.
ANÁLISIS DE CASOS
Legislación
1
Discusiones en torno a la Ley de Bases del Medio Ambiente
El proyecto de Ley estaba siendo preparado desde hace más de un año por la
Comisión Nacional del Medio Ambiente y un comité interministerial que presidía el
Ministro de Bienes Nacionales y que estaba integrado por los ministros de Salud,
Economía, Agricultura, Minería, Vivienda, Transportes, Planificación, Obras Públicas,
Educación y Secretaría General de la Presidencia.
La preparación del proyecto de Ley Marco había comenzado hace dos años con
la revisión de aproximadamente dos mil normas de relevancia ambiental, recopilándose
una gran cantidad de legislación que se encontraba dispersa y que muchas veces era
desconocida.
Pese a las objeciones realizadas, tanto por los sectores ligados al empresariado
como por las organizaciones ecologistas, el 1 de abril de 1993 se alcanzó en la comisión
especializada del Senado un alto grado de consenso para la aprobación del proyecto
sobre bases del medio ambiente, inclusive se propuso que la ley adquiriera la categoría
de Ley Orgánica Constitucional. Los senadores miembros de la comisión coincidían en
reconocer que había sido tan concienzudo el trabajo realizado por la comisión durante
varios meses y tan calificados los aportes hechos por todos los sectores interesados, que
"no serán muchas las indicaciones que se formularán para el debate particular del
proyecto. Por lo mismo se espera que el senado despache la ley de bases del medio
ambiente antes que finalice abril, pasando en seguida a la Cámara de Diputados para su
revisión".
Por otra parte, para los senadores de oposición Sergio Diez y Eugenio Cantuarias
la preocupación central era buscar una legislación que equilibrara la conservación del
medio ambiente con el derecho a la libertad de trabajo y a emprender actividades
económicas, conjuntamente con el derecho al uso y goce de la propiedad. En esta
perspectiva el senador Sebastián Piñera pidió el máximo de responsabilidad a la hora de
fijar las metas en materia ambiental, por cuanto ciertas medidas "podrían paralizar una
parte importante de la actividad productiva nacional si aquellas fuesen muy exigentes".
En julio de 1993 el proyecto de ley de Bases del Medio Ambiente seguía siendo
tramitado en el parlamento. A principios de ese mes ya había recibido 329 indicaciones
realizadas por parlamentarios y sectores interesados y de estas 200 ya habían sido
acogidas por el Senado. El 7 de julio la Comisión Nacional del Medio Ambiente del
Senado había terminado de acoger las 329 indicaciones formuladas y el proyecto se
encontraba próximo a continuar su tramitación en la Cámara de Diputados. Rafael
Asenjo, secretario ejecutivo de la Comisión Nacional del Medio Ambiente estimaba que
el proyecto no había sufrido modificaciones importantes, solamente "hubo indicaciones
de forma para mejorar la redacción y de fondo, orientadas a acotar las definiciones y a
simplificar el sistema de evaluación de impacto ambiental".
No obstante, pocos días antes, las ONG ecológicas habían señalado que el
proyecto contenía errores y que no cumplía con el fin de ser un instrumento eficaz en la
protección ambiental y el desarrollo del país y que esperaban que en la Cámara de
Diputados se corrigieran los numerosos errores que el texto contenía. Los ecologistas
estimaron que la iniciativa negaba "al Estado su facultad de poder rechazar, en casos
determinados, la ejecución de una obra que puede ser dañina para el medio ambiente,
limitándose sólo a permitir la presentación de correcciones a los Estudios de Impacto
Ambiental de las empresas, con lo cual renuncia a su derecho constitucional de velar
por el bien común". Además, a juicio de los ecologistas el texto creaba "una
institucionalidad inadecuada, que no funciona y es engorrosa" puntualizando que "no ha
tenido ninguna injerencia en las grandes decisiones ambientales, como es el caso de
CONAMA, existente en Chile desde hace muchos años, entregando su manejo a un
Comité de Ministros, que bien sabemos resulta inoperante".
Para los ecologistas otro problema era que la ciudadanía carecía de toda acción
para actuar en defensa del medio ambiente y establecía "una prescripción de cinco años,
trascurridos los cuales nadie podrá demandar reclamo en contra de quien dañe un
ecosistema", agregando que este plazo "tan exiguo es un retroceso de la actual
legislación ambiental, que establece lo contrario, la imprescriptibilidad de las acciones
que dañen el aire o el agua". Finalmente anunciaron una campaña para derogar el
articulo 63, que "propugna la impunidad ecológica de los delitos ambientales".
Para José Antonio Guzmán una gran preocupación en torno a la ley de bases del
medio ambiente era la postura de la cámara de diputados en torno a las definiciones de
contaminación y daño ambiental ya que otorgaban escasas posibilidades de defenderse a
los acusados. Señalaba que "si estos aspectos no se resuelven satisfactoriamente, la ley
resultará más un obstáculo que un aporte al desarrollo del país". Además consideraba
que traspasar las materias ambientales al Ministerio de Bienes Nacionales sería una
lamentable vuelta atrás ya que, a su juicio, la Comisión Nacional del Medio Ambiente
debía depender directamente del Ministerio Secretaría General de la Presidencia pues
sólo así "las materias ambientales podrán adquirir el carácter de políticas de Estado y
ser resueltas desde una perspectiva global, que considere los puntos de vista de los
restantes ministerios y de la ciudadanía".
Según Rafael Asenjo, en Chile se había logrado una ley práctica, que no trataba
de imponer la gestión ambiental, “porque eso sería un desastre”. Más bien se trató de
integrar la variable del medio ambiente dentro de la comunidad, y para ello se había
aprobado una ley con la colaboración del sector empresarial. Así, el énfasis de la nueva
ley "es preventivo y no sancionatorio. Uno de sus propósitos es que el sector productivo
internalice la dimensión ambiental".
Así, la Ley sobre Bases Generales del Medio Ambiente apareció publicada en el
Diario Oficial el 9 de marzo de 1994. Sin embargo todavía quedaba una larga tarea por
delante: hacer operativa la ley mediante la promulgación del reglamento de la ley de
bases del medio ambiente, que sólo se hizo efectivo el 3 de abril de 1997, prácticamente
tres años después.
Energía
2
El proyecto Gas Andes: un conflicto emblemático en torno al trazado de un
gasoducto por el Cajón del Maipo.
Precisamente, un año después del inicio de este conflicto, "el gasoducto hace
estallar polémica". Dispuestos a defender su medio ambiente, los vecinos de Pirque se
encontraban muy molestos y engañados por que hacía sólo dos semanas que se les había
informado que el trazado iba a atravesar por todo Pirque, cortándolo por la mitad y
afectando a una de las zonas más pobladas, pues el proyecto pasaba a 300 metros de la
calle principal Ramón Subercaseaux, afectando, además, a 22 predios agrícolas.
La otra razón era que el consorcio GasAndes había decidido que el trazado del
gasoducto pasaría por los terrenos de la familia Astorga, quienes se negaban
terminantemente a vender a GasAndes una franja de siete kilómetros de largo por 37
metros de ancho y se mostraban dispuestos a defender sus tierras a cualquier costo. A
juicio del abogado Eduardo Astorga el "trazado es absolutamente ilegal. La ley de gas
en Chile es muy clara: un gasoducto no puede pasar por casas, huertos, jardines y
parques". Además, la familia Astorga había logrado que el martes 29 de agosto de 1995
el Ministerio de Educación declarara a su fundo como Santuario de la Naturaleza, lo
cual le otorgaba mayor inmunidad a la propiedad de los Astorga.
A pesar de las reuniones realizadas entre Corpirque y GasAndes para estudiar las
alternativas de trazado del proyecto y solucionar así el conflicto el consorcio continuaba
considerando que la ruta original era la que ofrecía mayor seguridad, un menor impacto
ambiental y un mejor costo.
El mismo día vecinos de San Alfonso argumentaban a la prensa que "en algunas
zonas las cañerías estarán a 30 centímetros de profundidad y a pocos metros de algunas
casas, lo que implica grave peligro para la población". Además el suelo de las quebradas
y pendientes por donde pasarían las tuberías era continuamente socavado por las lluvias
por lo que el gasoducto podía quedar al descubierto y correr el riesgo de ser destruido
por las rocas de 10 toneladas que se desprenden de los cerros. Dado lo anterior
propusieron a la empresa una alternativa de trazado que instale la red de cañerías en
zonas de altura al interior del sector de Río Blanco.
Por su parte, Frank Wong solicitó al subsecretario del Interior Belisario Velasco
que intercediera ante las autoridades correspondientes para que se agilice al máximo la
investigación en torno a las amenazas que se habrían dirigido hacia los dirigentes de
Corpirque. En la oportunidad puntualizó que "no podemos aceptar ningún tipo de
alusión respecto de estos actos que son efectuados por personas vinculadas en cualquier
forma a nuestra empresa".
Respecto del polémico paso de las tuberías por la zona de Cascada de las
Animas, el informe señaló que "deberá cumplir con las condiciones de restauración
medioambientales exigidas por el Consejo de Monumentos Nacionales". Sin embargo
proponía un trazado alternativo para el gasoducto por la localidad de San Alfonso en la
ribera norte del río Maipo. Además, el consorcio debía realizar dos auditorías, una
ambiental y otra técnica, que velarían por el cumplimiento de las condiciones de
protección al medio ambiente impuestas por CONAMA.
El dos de febrero partieron las obras del polémico gasoducto en Chile. Los
dirigentes de los grupos opositores al proyecto señalaron que iban a instalarse en un
campamento permanente en El Manzanito e impedir la construcción de la obra a través
de la "desobediencia civil". Inclusive anunciaban una cadena humana para intentar
impedir el avance de las máquinas. En la ocasión estimaron que la evaluación de
impacto ambiental aprobada por COREMA era "una burla y una tomadura de pelo a
todo el país".
En este contexto, los Astorga señalaban que "el resultado de nuestra postura será
histórico para Chile, por lo que resistiremos hasta las últimas consecuencias". En
términos generales, los diversos actores ecologistas consideraban que la suerte final del
gasoducto marcaría el destino de las futuras luchas medioambientales en Chile.
No obstante, este hecho fue desmentido por los dirigentes de Corpirque quienes
señalaron días después que no estaban dispuestos a aceptar ningún tipo de
compensación por parte de la empresa pues seguían considerando el gasoducto como un
peligro para la empresa.
Al día siguiente Conama ordenó detener las faenas del gasoducto hasta el 22 de
mayo, día en que se tomaría una resolución definitiva en base a los nuevos estudios de
ingeniería que se estaban realizando. En la oportunidad la directora de CONAMA
señaló "nuestra intención es que el gasoducto no pase por la Cascada de las Animas". La
alternativa por la ladera norte pasaría a 100 y 300 metros de distancia de las casas
mientras que por el fundo de los Astorga a sólo cinco metros.
El 24 de mayo las rutas propuestas fueron recorridas por cuatro de los cinco
parlamentarios que componían la Comisión de Bienes Nacionales y Medio Ambiente
del Senado. Por su parte, Vivianne Blandot reiteraba "nuestra intención es que el ducto
pase por el lado norte, porque implica un menor riesgo".
Por su parte el gobierno, a través del Secretario General del Gobierno, José
Joaquín Brunner, señalaba que los cuatro millones de santiaguinos “no podían ser
rehenes de un pequeño grupo de personas, por muy atendibles que puedan ser sus
intereses y deseos de protección.”
El conflicto era cada vez más fuerte. "Alta tensión por el gasoducto" titulaba un
diario. En este contexto, el alcalde de San José, Miguel Márquez señalaba que "si los
hechos siguen como van hasta muertos podemos llegar a lamentar". Incluso pidió la
intervención mediadora del Presidente Eduardo Frei.
Pareciera que el nudo del conflicto es el modo de actuar de las empresas y del
Estado, que no consideran desde el inicio la opinión y participación de los grupos
afectados por los proyectos y las obras de infraestructura de envergadura. A través de
esta forma de proceder no es posible, desde el punto de vista económico, hacer
modificaciones a los proyectos, ya que los estudios de ingeniería se hallan muy
avanzados y no resulta rentable estudiar nuevas alternativas. En este sentido, el mismo
gerente general de GasAndes, Frank Wong, señalaba que "a futuro, y lo deberíamos
haber hecho desde el principio, vamos a pasar más tiempo con las comunidades antes de
solicitar la concesión. Es lo que estamos haciendo ahora con el gasoducto en la quinta
región. Una vez que hayamos tenido esas conversaciones quedará claro el trazado
definitivo".
3
La construcción de centrales hidroeléctricas, una polémica permanente en la
agenda medioambiental nacional: acerca de la Central Pangue.
Posteriormente, el día 24, Dougnac aclaraba en el mismo diario que "el crédito
estaba sólo asignado y no aprobado, como se ha señalado", señalando que en el país "no
hay voluntad política para defender el medio ambiente" y que ENDESA había
informado que "esta central es ´de pasada´, es decir, de flujo continuo de agua, cuando
la verdad es que se trata de una central "de punta". Esto significa que sólo puede
funcionar acumulando agua, sistema que causa grave deterioro al ambiente, porque
obliga a cerrar el paso del agua por horas al día para acumularla, cierre que se
prolongaría demasiado en verano, cuando el caudal del río es bajo". Sostenía asimismo
que tampoco la empresa ha señalado que no se han tomado en cuenta los promedios de
agua de los períodos de sequía según lo demostraba un estudio de la Universidad de
Concepción.
Asimismo el Senador DC Mariano Ruiz Esquide hacía una petición para que la
Cámara Alta de la República conozca la situación generada en torno a la construcción
de la Central Pangue. Solicitaba además que el Senado “contrate una asesoría ajena a las
partes involucradas para que emita un informe independiente critico y fundado sobre los
antecedentes entregados por grupos ecologistas y la empresa”.
Por su parte, el 10 de enero de 1993, Juan Pablo Orrego, rebatió los argumentos
de Tohá en relación a que la aprobación del préstamo es garantía de que el proyecto es
sano, señalando en un artículo del diario La Época que el Banco Mundial tenía “un
negro curriculum en materias ambientales pues ha contribuido al financiamiento de las
mayores catástrofes ecológicas provocadas por el hombre en las últimas décadas”.
El 22 de junio de 1993 se abrió una luz de esperanza para los grupos ecologistas
pues la Corte de Apelaciones de Concepción ordenó modificar el proyecto de Central
Pangue ya que el proyecto "no se compadece con la constitución del derecho de
aprovechamiento no consuntivo otorgado por la Dirección General de Aguas a la
ENDESA". La resolución estipulaba que debería "evitarse que se produzcan golpes de
agua que puedan dañar las bocatomas y que en lugar de la captación del río Pangue
deberá dejarse pasar un caudal no inferior al gasto de golpe mínimo" lo que implicaba
que la Central debía emplear el líquido sin consumirlo, no modificar o regular el flujo
del río, no retener las aguas por largo tiempo ni provocar aumentos bruscos de caudal al
soltarlas. A juicio de Orrego el fallo tenía un carácter histórico ya que si bien no se
había logrado parar la construcción esto constituye un gran avance.
Hasta muy tarde ese día ENDESA estudió los caminos a seguir tras el fallo
judicial que acogía un recurso de protección presentado contra la construcción de
Pangue, decidiendo finalmente una apelación al dictamen ante la Corte Suprema. En
esta perspectiva, Jaime Bauzá, Gerente General de Endesa calificó de equivocada la
resolución de la Corte de Apelaciones de Concepción ya que de "prevalecer y
extenderse la interpretación dada al código de aguas el sector eléctrico y los
consumidores van a sufrir serios impactos". En consecuencia ENDESA pidió a la Corte
Suprema revocar la sentencia y desestimar el recurso pues el fallo se apoyaba "en
hechos no probados y aun en imputaciones". Por su parte, el Ministro Tohá estimó que
el fallo era "autodestructivo" para el país.
Para el Ministro Jaime Tohá el debate sobre Pangue era bueno y no malo ya que
implicaba tomar conciencia sobre el tema medio ambiental permitiendo enfrentar en el
futuro problemas similares con mayor conocimiento de causa. Agregando que con la ley
y reglamento sobre medio ambiente los proyectos podrán ser evaluados de una manera
coherente y con el mayor rigor posible.
Este hecho fue el inicio y el detonante de uno de los conflictos ambientales más
largos y polémicos del país, pues era una señal clara de la intención de ENDESA de
llevar a cabo la construcción de una segunda central hidroeléctrica en el Alto Biobío.
En enero de 1996 se realizó en el Alto Biobío una reunión entre las autoridades
de gobierno, incluyendo a Viviane Blanlot Directora de CONAMA, y algunos
miembros de las comunidades pehuenches. En representación de los indígenas tomó la
palabra Antolín Curreao, antiguo cacique, quien explicó que aunque actualmente son
pobres, lo serían más si entregaban sus tierras, ya que no tendrían donde criar a sus
animales y practicar su agricultura de subsistencia. Asimismo, el lonco Manuel
Leicuman se lamentaba por que se sentían acorralados y no sabían como resistir ya que
el mundo tal como lo conocían estaba siendo amenazado por los trabajadores de
ENDESA. No obstante, el diputado Octavio Jara les explicaba que la ley los amparaba
pues los territorios del Alto Biobío estaban protegidos por la ley indígena N° 19.253 y
nadie podía quitárselos ya que la normativa prohibía las permutas y enajenación de
tierras nativas, por particulares no indígenas.
En general, los revisores del estudio ambiental de Ralco estimaban que los
impactos negativos sobre el régimen hidrológico del río, los ecosistemas de flora y
fauna y la forma de vida de las comunidades pehuenches serían prácticamente
irrecuperables, pero que incluso las medidas de mitigación presentadas por el estudio de
impacto ambiental eran insignificantes.
En este contexto, los diputados del PPD Octavio Jara y Victor Barrueto se
reunieron con la directora de CONAMA, Vivianne Blanlot, para plantearle su
convicción de la necesidad de rechazar el estudio de impacto ambiental de Ralco
presentado por ENDESA. En la oportunidad, Barrueto señaló que habían estado en la
"Comisión Nacional de Energía para evaluar exactamente cual era la importancia de
construir Ralco, porque se ha producido un cambio muy importante con la llegada del
gas natural y la respuesta es que este, vía la construcción de centrales termoeléctricas, a
un costo muy competitivo, permite aplazar desde ya la construcción de Ralco".
Concordando en este punto con la consultora SGA.
Uno de los puntos más conflictivos del proyecto era la relocalización de los
pehuenches afectados por la inundación de sus predios, pues diversos grupos
consideraban que las tierras del fundo El Barco compradas por ENDESA para ese fin
eran de mala calidad y no permitían el desarrollo de las actividades de subsistencia de
los pehuenches.
Al respecto Cristián Maturana, gerente del proyecto Ralco, afirmaba que las
tierras que se entregaban eran "del mismo tipo y condiciones ambientales y en evidente
mejor estado de conservación que las que hoy poseen". A lo anterior agregaba que se
mejorarían los accesos al fundo El Barco, se habilitarían terrenos para regadío, se
construirían viviendas con instalaciones anexas y se realizaría un vasto plan de
ordenamiento forestal para el aprovechamiento de este recurso, todo lo cual permitiría
"potenciar a las comunidades para que superen los niveles de extrema pobreza locales".
Mientras tanto, otro estudio encargado por el Grupo de Acción por el Biobío a la
empresa EMG consultores señalaba que el proyecto Ralco era económicamente
inconveniente para Chile pues era más económico la instalación de dos centrales a gas
natural de ciclo combinado, que ahorrarían al país 47,6 millones de dólares. Según
EMG las motivaciones de ENDESA de seguir adelante con el proyecto eran estratégicas
y de participación en el mercado, ya que con Ralco se enviaba una señal a sus posibles
competidores en el tema de generación de electricidad.
Sin embargo, para otros pehuenches, encabezados por el lonco Antolín Curriao,
los que participaban de la fundación habían vendido su historia, su tradición. No cabe
duda que entre los pehuenches las opiniones acerca de ENDESA también estaban
divididas.
Similar era la postura del Ministerio de Bienes Nacionales que estimaba que el
proyecto era inviable pues "no existen mecanismos legales que permitan a ENDESA
adquirir todas las tierras cuya inundación es condición para la implementación del
proyecto". Respecto de la posibilidad que tenía la empresa de apelar a la ley de
concesiones eléctricas, que permite la expropiación de tierras, el análisis de Bienes
Nacionales sostenía que esa normativa se encontraba supeditada a la ley indígena,
porque esta última es una norma "especial y superior".
Por su parte, el diputado Octavio Jara estimaba que "mientras no se conozcan los
impactos sociales, ambientales, culturales y económicos de la central hidroeléctrica
Pangue el gobierno debía postergar su decisión respecto de la construcción de Ralco".
Por otra parte, el mismo día, Vivianne Blanlot reconoció ante la Comisión de
Recursos Naturales y Medio Ambiente de la Cámara de Diputados la necesidad de
efectuar un nuevo proceso de evaluación ambiental del proyecto Ralco, solicitando
expresamente a ENDESA un nuevo addendum, que aporte más antecedentes para
evaluar ambientalmente el proyecto.
El 2 de abril, miembros de la Comisión de Recursos Naturales y Medio
Ambiente de la Cámara de Diputados y otras autoridades de gobierno asistieron a una
audiencia pública con los pehuenches en Ralco. En la ocasión el presidente de dicha
comisión Victor Barrueto manifestó que había quedado con la fuerte impresión de que
"la comunidad pehuenche que se vería afectada por la construcción de la central Ralco
no estaba en condiciones de decidir libremente sobre el plan de relocalización propuesto
por ENDESA". La empresa, por su parte, señaló su sorpresa y malestar ya que no era
justo que el diputado pusiera en duda la palabra de los pehuenches.
Mientras tanto, los pehuenches afirmaban que sentían amenazadas sus tierras y
su cultura si se construía la central Ralco. En su apoyo Manuel Baquedano señaló
"vamos a defender el territorio de nuestros hermanos pehuenches hasta las últimas
consecuencias". Asimismo, el dirigente de la Coordinadora Mapuche, Domingo
Marileo, expresaba que si era necesario se trasladarían a esa zona "y allí nos vamos a
apertrechar, porque sería la tercera invasión que sufre nuestro pueblo".
La reacción de los grupos ecologistas, como señal de protesta, fue ocupar la sede
central de la CONAMA, que debió ser desalojada por carabineros. A juicio de Manuel
Baquedano, "la resolución de CONAMA estaba viciada porque el marido de la directora
es un ejecutivo de Enersis, dueño de ENDESA que construirá la central" por lo que
ellos habían esperado que ella renunciara o se inhabilitara. Por su parte, doce dirigentes
de la Coordinadora Metropolitana Mapuche se tomaron las oficinas de la CONADI,
emplazando al nuevo director de esa institución Domingo Namuncura a defender la Ley
Indígena y evitar la construcción de Ralco.
ENDESA negó tales presiones y aseguró que el contacto que mantenían con los
pehuenches eran parte de un plan de relocalización sumamente activo y con muchas
consultas. Respecto de la nieve que en invierno caía sobre el fundo El Barco señalaron
que "cuando allí cae nieve también sucede lo mismo en las mencionadas comunidades"
(Quepuca Ralco y Ralco Lepoy).
Así las cosas, el proyecto Ralco parecía tener un largo camino que recorrer antes
de su aprobación o de su rechazo, que probablemente será decidido por los tribunales de
justicia del país. En febrero de 1998, cuando escribimos estas líneas, todavía no se ha
resuelto el conflicto. Quizás cuanto tiempo más pasará antes de saber el verdadero
desenlace de esta polémica. Sin embargo, queda claro que en relación a los conflictos
ambientales todo depende de la perspectiva con que se aprecien las situaciones.
Forestal
5
La Forestal Trillium, el proyecto Río Cóndor y las presiones ecologistas. ¿Es
sustentable la explotación de lenga magallánica?
Hasta junio de 1995 la empresa Forestal Trillium Ltda había invertido en Río
Cóndor 8,4 millones de dólares y para el año 2000 se esperaba completar una inversión
de 150 millones de dólares. David Syre estimaba que el proyecto generaría empleos
para cerca de 700 personas en la planta de aserrío y elaboración, y a 300 en el bosque
mismo "lo que, sumado a los empleos indirectos, se llegaría a un total aproximado de
3.000 puestos de trabajo en Tierra del Fuego". Asimismo, aseguraba, que era posible
combinar ecología con negocios y que lo que más le atraía del negocio era la posibilidad
de establecer un modelo de desarrollo sustentable que demostrara que era posible
realizar un negocio rentable respetando el medio ambiente.
Los empresarios estaban optimistas pues consideraban que estaban avalados por
dos años en la zona sin cortar un árbol, el veredicto positivo de una comisión de más de
100 científicos independientes presididos por la académica de la Universidad de Chile
Mary Kalin y la necesidad laboral de los habitantes de porvenir. Además se habían
autoimpuesto tres promesas: no realizar talas rasas, no sustituir el bosque nativo por
especies exóticas y no exportar astillas como producto final. Por su parte, Jaime Illanes,
vicepresidente de Dames and Moore, señalaba que el plan ambiental "estableció una
serie de acciones para preservar en todo momento la sustentabilidad en los hábitat". A
favor del proyecto también estaba la gobernadora de la provincia de Tierra del Fuego
quien consideraba que era una salida para muchos problemas locales, aun cuando
expresaba su preocupación de que los contratos de mano de obra sean asumidos por
contratistas externos, que no respeten salarios ni derechos laborales.
Por su parte, Robert Manne, presidente de Byside, señalaba que si seguían así las
cosas y durante el mes de agosto no había una resolución definitiva de la CONAMA,
ellos podrían congelar el proyecto Río Cóndor. Además afirmaba que el documento en
que se apoyaba la reclamación de Fide había sido elaborado por el científico argentino
Jorge Morello y financiado por "algunos ecologistas profundos de Chile". Según
Manne, el empresario norteamericano partidario de la ecología profunda Douglas
Tompkins cuando había ido a la Cámara de Diputado "gastó más tiempo en atacar mi
proyecto que en defender el suyo".
El 21 de agosto CONAMA anunció una "decisión final favorable" para el
proyecto Río Cóndor, la cual había sido tomada "bajo estrictas condiciones
ambientales". Entre ellas se contemplaba la cosecha solamente de bosques del tipo
forestal Lenga, la preservación de extensas áreas de bosque y una auditoría externa
altamente calificada durante todo el período que dure el proyecto. Asimismo, se
consideraba el manejo de 128 mil hectáreas de bosque nativo en un lapso de cien años,
autorizándose el manejo comercial de 77.000 hectáreas en las que se debía mantener "en
pie una cantidad suficiente de árboles que aseguren el desarrollo del bosque en buenas
condiciones". Según Vivianne Blanlot, directora de CONAMA, la resolución de la
entidad era una "oportunidad para demostrar que con conocimiento y respeto al medio
ambiente, es posible explotar el bosque nativo compatibilizando el crecimiento
económico con la conservación del patrimonio ambiental del país".
Por su parte, Nicolo Gligo insistía que uno de los peligros principales del
proyecto era que la cuota de extracción por volumen era peligrosa pues se desconocía la
cantidad de bosque existente en la región. Asimismo, en opinión de la Alianza por los
Bosques de Chile, CONAMA habría cedido a las presiones económicas y políticas de
Trillium "por su bajo perfil, falta de apoyo político, y por la carencia de fuerza ante
estas presiones".
Finalmente, el 19 de marzo de 1997, la Corte Suprema, por tres votos contra dos,
acogió el recurso de protección por el derecho a vivir en un medio ambiente libre de
contaminación, presentado por la "bancada verde". El máximo tribunal consideró que
no se podía aprobar el proyecto mientras no se dicte el reglamento de impacto ambiental
por lo que tanto la COREMA de Magallanes como la CONAMA habían incurrido en un
acto ilegal. Además puntualizaba que la organización gubernamental había pasado por
encima de todos los informes técnicos, tanto de los emitidos por el Estado como de los
que pusieron a su disposición las organizaciones ciudadanas que defienden el bosque
nativo.
Por su parte, Robert Manne afirmaba que el dictamen de la justicia "sólo viene a
perjudicar la imagen del país y echa por tierra un sistema de evaluación de impacto
ambiental instaurado por el propio gobierno, sentando precedente para otras iniciativas
de esta naturaleza". Asimismo señalaba que estaban decididos a poner en marcha en el
menor tiempo posible el proyecto forestal Río Cóndor pues "no seremos vencidos, no
importa cuanto tome esto. Vinimos a Magallanes para quedarnos". Sin embargo,
advertía que "si hubiese sabido que iba a sufrir todas estas demoras porque no había
reglas claras habría invertido en otro país".
En este contexto, un editorial de La Época señalaba que "el fallo judicial
ha desnudado las precarias condiciones en que se sigue desarrollando el tema ambiental
en el país". No obstante, los problemas de legislación ambiental del país y la decisión de
Trillium de continuar con el proyecto, para los ecologistas el fallo era una victoria sin
precedentes pues "constató que la posición de los ecologistas era seria, basada en la
realidad y las pruebas científicas que teníamos. Toda la campaña de desprestigio de
nuestras denuncias han caído por su propio peso".
Ante los retrasos que sufría su proyecto, David Syre, dueño de Trillium,
afirmaba que las dificultades legales y administrativas que tenían los proyectos Río
Cóndor y Parque Pumalín de Douglas Tompkins podían alejar a otros empresarios
estadounidenses que deseen invertir en Chile, dado el clima adverso que existía para sus
intereses.
Sin embargo, Alejandro Pérez, gerente general de Celulosa Arauco, matriz del
Proyecto Valdivia, consideraba que estas dos plantas eran las mejores de América
Latina lo cual garantizaba la protección ambiental del proyecto. En esta perspectiva
estimaba que "el tratamiento terciario es una inversión muy costosa. Requiere
inicialmente de US$ 5 a 10 millones para instalarlo y significaría una gasto anual por
operación de US$ 5 millones".
Representantes de CODEFF estimaban que era "una aberración que una empresa
de esa magnitud e intensidad de trabajo y manejo de desechos se instale cerca de un
santuario que tardó 15 años en establecerse y recuperarse". En este sentido consideraban
que la planta de celulosa perjudicaba la sustentabilidad ambiental del santuario de la
naturaleza del río Cruces, un humedal que servía de refugio para aves migratorias. Sin
embargo, señalaron que, dado el impacto socioeconómico positivo del proyecto, que
consideraba más de 3.500 empleos en su etapa de construcción y 350 en la de
operación, CODEFF podía "tener algunas consideraciones, siempre y cuando se utilice
tecnología limpia, esto es la construcción de una planta de tratamiento terciario que
purifique los residuos líquidos".
Por su parte, según La Nación, los pescadores de Mehuín habían resuelto que ni
siquiera permitirían que los empleados de Celco ingresaran a la caleta para hacer sus
estudios técnicos para fundamentar el estudio de impacto ambiental, impidiendo así que
el proyecto pudiese ingresar al sistema de evaluación de impacto ambiental. En distintos
sectores se compartía la opinión de que la empresa había cometido el error de no
considerar a la comunidad y que había manejado muy mal las relaciones públicas por lo
que habían sido echados varias veces por los habitantes de Mehuín.
Por su parte, Mario Urrutia, gerente de la futura planta, que había asumido en
reemplazo de Victor Renner, afirmaba que si finalmente la comunidad se "pone en la
dura", el directorio debía definir si la empresa estaba dispuesta a tener que trabajar en la
caleta protegida por carabineros. En su opinión, en ese escenario existía la posibilidad
de que el proyecto no fuera realizado en la Región de los Lagos, pues "todo tiene un
límite".
No obstante, Jimmy Becerra respondía "los vamos a echar a palos, por que aquí
no van a entrar a trabajar en terreno. No queremos estudios y el asunto lo tenemos muy
claro: por aquí ese tubo no pasa. Nosotros estamos defendiendo nuestra subsistencia que
se vendrá abajo con las porquerías que nos quieren tirar en la bahía".
Por otra parte, los ecologistas sostenían que los residuos químicos
organoclorados que serían arrojados al mar eran "compuestos cancerígenos y
mutagénicos, escasamente biodegradables. Se acumulan en los tejidos de los
organismos filtradores (machas, almejas, choritos) y de los peces, pasando por su
consumo al ser humano. En función de su toxicidad, persistencia y bioacumulación,
encabezan el listado de sustancias altamente nocivas para el medio marino".
Por otra parte, Jimmy Becerra explicaba a La Nación por que se oponían al
proyecto: "un ducto a trece kilómetros de profundidad y a 1.500 metros mar adentro no
sirve de nada, porque los que vivimos aquí sabemos que las corrientes son todas hacia la
costa y los vientos predominantes son todos de afuera hacia adentro. Nosotros no
estamos contra el proyecto ni contra el desarrollo de la zona. Simplemente no queremos
que un ducto contamine nuestras playas y nuestro mar".
El 20 de mayo de 1997 El Diario señalaba que tras los problemas ambientales y
la inmadurez del bosque, el proyecto Valdivia no estaba entre las prioridades del
Holding Copec a la que pertenecía la compañía Celulosa Arauco y Constitución. En esta
perspectiva, afirmaba que el presidente del holding había anunciado la postergación del
proyecto para 1999, e incluso la posibilidad de levantar la planta en la Región del
Biobío.
El trabajo de las fundaciones formadas por Tompkins era "desarrollar ideas que
van contra la depredación de la sociedad industrial y que buscan funcionar bien con la
naturaleza". Respecto de Greenpeace señalaba que ellos "pueden luchar por un bosque
amenazado por una empresa forestal, por ejemplo, pero nosotros estamos interesados en
apoyar organizaciones o personas que tengan un nuevo modelo de explotación forestal.
Esa es la diferencia".
Más de un año y medio después de este reportaje, se inició una ardua polémica
en torno a las adquisiciones de tierra que Douglas Tompkins realizaba para completar su
proyecto de formar un parque de bosques templados lluviosos. El 24 de diciembre de
1994, la revista Qué Pasa, titulaba un extenso reportaje: "La República Independiente de
Douglas Tompkins", aludiendo las fuertes críticas de quienes veían al magnate
norteamericano como una amenaza al desarrollo de la zona y a la soberanía nacional,
pues ya había logrado adquirir 270.000 hectáreas de las 300.000 inicialmente propuestas
en el proyecto.
Al explicar su proyecto a El Mercurio, Tompkins señalaba que era una idea que
había surgido poco a poco. Hace cinco años había comprado el fundo Reñihue más que
nada para conservar el bosque nativo, pero sin la intención de vivir en él. Después de
recorrer los fiordos en lancha con su hija se había dado cuenta de que tenía que vivir en
estos parajes. Al mismo tiempo estaban liquidando una gran extensión que colindaba
con su fundo. "Entonces empecé a pensar en la posibilidad de poder comprar todo y
crear un tipo de reserva, para evitar que el bosque cayera en manos de empresas
forestales que lo harían astillas".
Tompkins estimaba que en ningún caso había presionado a los lugareños. Por un
lado, 270 mil hectáreas correspondían a antiguos y grandes predios cuyos propietarios
ni siquiera habitaban en el lugar. Por otro, solamente 720 hectáreas correspondían a seis
lugareños con título, dispuestos a vender o permutar. Respecto de los ocho lugareños sin
título de propiedad en vez de desalojarlos mediante una notificación judicial, la política
era resolver caso a caso. Ya tres de ellos habían sido solucionados a través de permutas
por otros terrenos. De esta manera había "actuado de acuerdo con principios de respeto
por las personas y la propiedad ajena. Claro que hemos estado recorriendo
permanentemente el área y hemos consultado si tienen el interés de vender, pero eso no
es acoso ni presión a nuestro entender". En relación a los reclamos de los lugareños
señalaba que en la zona “no existen cercos ni patrullajes permanentes de los dueños de
los grandes terrenos por lo que los lugareños se sentían a sus anchas. Entonces el solo
hecho de que uno llegue a la zona es un gran disgusto".
Dos días después los diputados Claudio Alvarado, Jaime Orpis y Alejandro
García Huidobro visitaron al Subsecretario de Interior Belisario Velasco para dar a
conocer un proyecto de ley que modificaría la legislación vigente, prohibiendo a
cualquier extranjero adquirir el dominio tenencia o posesión de bienes raíces situados en
zonas fronterizas.
Estos hechos tranquilizaron los ánimos del Tompkins. No obstante, realizó una
serie de polémicas declaraciones. Al diario La Estrategia señaló: "no tengo tiempo para
tanto show" por lo que se había retractado en sus negociaciones por la compra del fundo
Huinai con la Universidad Católica de Valparaíso. Por otra parte, afirmaba
"francamente el señor Belisario Velasco es muy contrario y no entiendo las razones".
Asimismo en otro periódico afirmaba que "esto es una bofetada en la cara y yo no me
merezco ese trato de parte de algunas autoridades en el gobierno". Y, en Las Ultimas
Noticias, "estamos viviendo una escena Kafkiana, propia de la inquisición y poco a
poco estamos llegando hasta la coronilla, como se dice acá". Por último, ante las
reiteradas acusaciones de que jamás donaría las tierras a la fundación contestó "es
imposible contestar esas estupideces. Atropella mi dignidad".
Por su parte, el 15 de agosto, Nelson Avila, Diputado PPD, expresaba "no sé qué
es lo que queda como margen de duda para impedir que se concrete un proyecto de esta
naturaleza. La verdad es que hay como una especie de doble estándar, un cierto
contrasentido que no atino a explicarme".
Sin embargo, al otro día, el rector Donoso discrepó de la versión del gobierno,
que daba por resuelta la venta del fundo señalando que la UCV resolvería en enero
próximo el destino definitivo de Huinai. Por otra parte, miembros de la fundación
calificaron de "abierta discriminación en su contra el anuncio del ministro Ortega".
Asimismo la agrupación Defensores del Bosque expresó su molestia por "los
trascendidos y declaraciones oficiosas de personeros de gobierno en una actitud hostil al
Parque Pumalín".
Zulema Ojeda era una de los colonos del fundo Huinai que más se oponía al
proyecto de Douglas Tompkins, por ello señalaba a Las Últimas Noticias en abril de
1996 que en Huinai no querían nada con el norteamericano pues "más ha arrebatado que
comprado tierras. Ha pagado miserias y saca con engaños". La señora Ojeda relataba
que su hija había trabajado con Tompkins "y vió muchas cosas. Es un dictador en su
fundo". En este sentido a principios de Mayo de 1996 La Segunda afirmaba que los
colonos de Palena se movilizarían para pedir la expulsión del país de Douglas
Tompkins.
Otro hecho relevante es una carta enviada por ENDESA a la Secretaria General
de la Presidencia en que advierte a la autoridad la necesidad de dejar explicitado el tema
de los tendidos eléctricos dentro de las negociaciones con el empresario norteamericano.
Esto porque si el proyecto no considera expresamente el paso de líneas de transmisión,
se estará cercenando el 40% del potencial energético del país.
[2] Luego diría en La Segunda ... "vamos a ser claros para que aparezca la noticia bien dada, porque
este tema parece ser complicado ... yo solamente tengo una preocupación, que estas iniciativas sean
permanentes en el tiempo".
[3] En este punto su asesor Hermosilla aclaraba "en la audiencia que Tompkins tuvo con Belisario
Velasco en La Moneda, este le preguntó si tenía tierras en Argentina, a los que Tompkins respondió que
si, lo que no es un misterio para nadie, ya que incluso fue publicado por El Mercurio en su edición del 26
de marzo pasado. Posteriormente, a la salida, un periodista le consultó si era efectivo que tenía en
Argentina terrenos colindantes con Pumalín a lo que respondió que no, porque no es efectivo".
[4] La fundación debía componerse de 7 miembros, cuatro designados por Douglas Tompkins, los
demás por la Universidad Austral, por la Academia de Ciencias de Chile y por el Arzobispado de Ancud.
Caza y Pesca
8
La difícil campaña para evitar la caza de ballenas en los mares australes
Asimismo el Canciller afirmó que nuestro país proponía que "se acepte una
invitación de Australia para realizar una reunión intersesional, abierta a todos los
estados miembros de la BCI, otros países interesados y organizaciones no
gubernamentales, en el que se discuta sobre un santuario austral y se aborde las
cuestiones legales, políticas, ecológicas, geográficas, financieras y ambientales".
Esta propuesta, patrocinada por Chile, Brasil, Finlandia, Suecia y Suiza fue
aprobada el 14 de mayo de 1993 por 19 votos a favor, 8 en contra y 4 abstenciones,
postergándose por un año la decisión sobre el establecimiento de un santuario. Sobre el
levantamiento parcial de la moratoria propuesto por Noruega y Japón, la Comisión
Ballenera Internacional también aplazó su determinación para el año 1994.
Ante este fallo adverso, el Gobierno de Japón amenazó con retirarse de la CBI y
proseguir con la caza de ballenas pues a su juicio la decisión carecía de fundamentos
científicos. Además, la Sociedad para el Aprovechamiento de las Ballenas (kyodo
senpaku kaisha) de ese país juró la guerra a los extremistas del ambiente. En Noruega,
por otra parte, se afirmó que se proseguiría con la caza limitada del mamífero ya que,
también, estimaban que la instauración de un santuario carecía de fundamentos
científicos.
Según el presidente de RGI American Seafood los japoneses y los españoles que
tenían barcos operando en Chile estaban preocupados por que tenían una tecnología
muy antigua que les hacía sentir temor frente al American Monarch.
Al mes siguiente la prensa informaba sobre los preparativos que los pescadores
artesanales, a través de la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales, y
Greenpeace realizaban para impedir el ingreso a aguas territoriales chilenas del
American Monarch, en lo que titulaba como "la guerra naval por el buque factoría".
El arquitecto Juan Honold, refutando esta afirmación, estimaba que "el trazado
por Arturo Prat atraería la inversión privada en una zona de 200 hectáreas y el área se
remodelaría radicalmente. En un plazo de diez años, por la vía de los ingresos por
tributación, se recuperaría con creces el gasto adicional que implica la alternativa que
presentamos, (...) que supone no sólo la eficacia del transporte, sino también el
desarrollo de áreas periféricas, la renovación de zonas más obsoletas y la revalorización
del suelo".
Pero Sergio Saavedra contestaba que "la revalorización urbanística del área de
Avenida Matta, que según el Colegio de Arquitectos se produciría automáticamente, es
cuestionada por empresarios de la Línea 5 y algunos expertos en transporte". Por su
parte, Pedro Fernández, de la Secretaría Ejecutiva de la Comisión de Planificación de
Inversiones en Infraestrutura de Transportes (SECTRA), afirmaba "son apuestas que no
se pueden probar" y Claudio Hohmann, del Ministerio de Transportes, señalaba ")pero
que pasa si esto no sucede? ... perderíamos los 90 millones de dólares". En otra
oportunidad, Fernández señalaba que el "barrio Alameda Oriente, la Gran Avenida y la
Norte Sur no han tenido ningún desarrollo urbano aún teniendo el Metro. El paso del
ferrocarril metropolitano no es requisito sine qua non para la renovación de la zona".
Los arquitectos por su parte insistieron en que la Línea 5 del Metro fuese trazada
por Arturo Prat y Matta pues un mayor número de comunas del Gran Santiago se verían
beneficiadas por esta alternativa que respondía a un planteamiento integral de
urbanismo. Por un lado el área centro sur de Santiago estaría beneficiada por el proceso
de renovación urbana que generaría el Metro. Por otro las comunas del área norte se
verían directamente beneficiadas con la prolongación de la Linea 5 en esa dirección.
Asimismo, las comunas del oriente no sufrirían los inconvenientes que iba a provocar la
congestión provocada por los pasajeros provenientes de La Florida en estación
Baquedano.
Por otra parte los vecinos que tanto se habían esforzado por parar la obra ya
estaban resignados. La Segunda de ese día entrevistó a Carmen Narvaéz, Presidenta de
la Junta Vecinal N1 16 del sector quien "con la voz quebrada por la impotencia y la
amargura" explicaba que en la sesión municipal del 20 de abril de 1993 se había
aprobado la construcción de la Línea 5 en esa área. Así, la dirigenta vecinal señalaba al
diario que "la alcaldesa nos llamó y con mucho dolor nos dijo que habíamos perdido la
pelea, en el fondo para que no siguiéramos como quien dice luchando por esto".
Sólo el transcurso de los años y el juicio que la opinión pública y técnica emita
sobre los resultados urbanísticos obtenidos a partir de la ejecución del proyecto podrán
definir quien tenía la razón en este conflicto, pues sólo en 20 o 30 años más será posible
evaluar con perspectiva la resolución de construir la línea 5 por Ramón Carnicer. Por el
momento solamente podemos presentar los argumentos que los diferentes actores
esgrimieron en torno a este polémico asunto
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[1] Juan de Dios Jiménez, Secretario Metropolitano del Colegio de Profesores, fue uno de los pocos que
discutió esta decisión señalando en una carta al Director de la Segunda fechada el 1 de febrero de 1993:
“)es racional gastar dos millones de dólares en este traslado, en circunstancias que con dicha cantidad se
podrían plantar cientos de miles de árboles y en sectores que realmente lo necesitan como imperativo
moral y ecológico?, me refiero a Renca, Huechuraba, Cerro Navia, La Pintana, Lo Espejo, etc. )Acaso la
estética del Parque Bustamante es cualitativamente más importante que las necesidades biológicas y
psicológicas de los habitantes del resto de la ciudad?”
11
La mosca de la fruta y el encendido conflicto por las fumigaciones aéreas sobre
Santiago.
Por su parte, Leopoldo Sánchez, Director del SAG, replicó los cargos de los
alcaldes afirmando que "no sólo se contaba con la autorización del Ministerio de Salud
para fumigar, sino que el Malation es hoy utilizado a nivel mundial como un insecticida
inocuo pues es biodegradable y en 30 minutos se vaporiza completamente". Según
Sánchez, los alcaldes que se oponían a las fumigaciones debían pensar con interés de
país ya que la agricultura "proporciona el 20% de la mano de obra y genera el 20% de
nuestras divisas".
Días después el director del SAG anunció una nueva fumigación, afirmando que
en total podían ser cuatro o nueve, de acuerdo con el comportamiento de la plaga ante el
plaguicida.
Uno de los temas del medio ambiente urbano que estalló en la opinión pública a
partir del 12 de agosto de 1992 fue la polémica que se creó en torno a una propuesta
para construir una autopista sobre el Río Mapocho, que formuló la empresa Sigdo
Koppers Sociedad Anónima. La vía rápida de transporte por el Mapocho consistía en
una ruta pavimentada en hormigón o piedra de tres vías, cada una de tres metros y
medio de ancho, construida dentro del lecho a una altura intermedia entre el fondo del
cauce y el nivel medio de la ribera, en una tramo de seis kilómetros de largo
comprendido entre el puente Lo Saldes y un punto al oriente del nudo norte sur.
13
El difícil y errático recorrido del proyecto Alumysa
Por otra parte, Sergio Vergara, Subsecretario de Bienes Nacionales, señalaba que
lo que interesaba verdaderamente al país era, además de cuidar el medio ambiente,
"facilitar en ciertas regiones el desarrollo de empresas, entidades que den estabilidad,
que den empleo, que permitan poblar el territorio".
Las autoridades estaban tratando de localizar el punto por donde fluyó la carga
contaminante ya que la empresa causante del daño ambiental no había dado aviso del
incidente como tampoco había informado que tipo de solvente era exactamente, para así
tomar las medidas necesarias.
Esta información fue confirmada por el Intendente Cesar Castillo quien señaló a
la prensa que la contaminación del Loa se debía a un fenómeno natural. Lo mismo
opinaba el ingeniero químico de la Universidad Católica del Norte Fabricio Queirolo
"las aguas de los ríos de esta región tienen altas concentraciones de cloruros, nitratos e
inclusive arsénico los que al disminuir el caudal se depositan en la orilla y son -más
tarde- nuevamente arrastrados cuando crece el río, especialmente durante el invierno
boliviano".
En la oportunidad el diputado Navarro informó que "en este cauce existe una
mancha que contiene el reactivo xantato que avanza a una hora por kilómetro y llegó a
la desembocadura del río, en el Océano Pacífico, en la mañana de ayer". A su juicio lo
más grave del hecho era que se ignoraba si se trataba de una mancha de naturaleza
tóxica y cuáles eran sus grados de toxicidad pues existían cuatro estudios técnicos no
coincidentes entre sí.
Días después se dio a conocer un estudio del Instituto de Salud Pública que
afirmaba que la contaminación del Loa era normal, no detectándose en ellas xantato ni
hidrocarburos volátiles. Al respecto la secretaria regional ministerial subrogante de
salud, doctora Marcela Hernando Pérez, reiteró que lo que estaba ocurriendo se
relacionaba con las crecidas del río y por lo tanto el fenómeno obedecía a causas
naturales.
A fines de mayo la polémica por la contaminación del río Loa era cada vez más
intensa. Parlamentarios de la bancada verde responsabilizaron directamente a empresas
del Estado como las principales causantes del fenómeno. Cantero afirmaba que era
evidente que se había producido "un grave colapso ecológico ambiental de gran
envergadura".
No obstante, en vista del informe final elaborado por los expertos suecos, que
reiteraba que en la contaminación del río era un incidente que no podía explicarse con
los antecedentes disponibles, la Intendencia de la Región de Antofagasta dio por cerrado
el polémico caso de la contaminación del río Loa.
Rápidamente cundió la alarma en todos los sectores de opinión pública del país.
La Dirección del Territorio Marítimo y Marina Mercante de la Armada Nacional
(Directemar) tomó contacto con la Comisión Nacional de Energía Nuclear para
coordinar las medidas que podría requerir. Por su parte la Cancillería se preocupó de
hacer estudios para evaluar la verdadera dimensión del problema.
Japón por su parte no fijaba ni la ruta ni la fecha del viaje del Akatsuki Maru,
aduciendo problemas de seguridad, especialmente por posibles atentados terroristas.
Durante los meses de octubre y noviembre de 1992 prácticamente todos los días
aparecieron noticias sobre el eventual paso del barco maldito por el Cabo de Hornos,
inclusive por aguas territoriales chilenas. Asimismo se hicieron gestiones de todo tipo
para evitar la catástrofe. Se iniciaron contactos oficiales con Argentina y Brasil para
rechazar el paso del barco, se realizaron foros internacionales para analizar el problema,
incluso se presentó un proyecto de ley para impedir accidentes por radioactividad y el
paso de plutonio. Dirigentes políticos humanistas le plantearon al Ministro de
Relaciones Exteriores “su total oposición a la posibilidad de que el navío japonés
navegue cerca de las costas chilenas”. El CODEFF declaró insuficiente la labor de la
Cancillería y el gobierno. Los ecologistas iniciaron una gran campaña. El tema fue
ampliamente debatido por expertos y principiantes. Todo el país opinó sobre el paso del
Akatsuki Maru.
Ha sido una de las pocas veces en que prácticamente toda la opinión pública
nacional está de acuerdo sobre la necesidad de impedir el paso del buque con plutonio.
En este contexto Chile y Argentina emitieron una declaración oficial donde no se
aceptaba el tránsito por el mar territorial y los puertos de ambos países.
Otro que tampoco estaba de acuerdo con la alarma pública generada fue el
Almirante en retiro José Toribio Merino quien señaló a la prensa que el buque con
plutonio no revestía riesgo alguno pues "no puede ni tan siquiera suponerse que quienes
transportan el plutonio lo hagan sin previamente haberlo envasado en forma tal que
brinde todas las garantías para que nada suceda".
Japón, por su parte, rechazó las críticas, enfatizando la seguridad del barco y de
su carga de plutonio.
Por otra parte, el gobierno de Japón, reconociendo las críticas de que era objeto
anunció que el buque no incursionaría en aguas territoriales de otros países.
Dos años después, en marzo de 1995, se reabriría la polémica pero con menos
fuerza, tornando el traslado de plutonio casi en un hecho inadvertido por la ciudadanía.
Paradojalmente esta vez si fue el Cabo de Hornos la ruta elegida para el traslado del
material radiactivo.
Nuevas denuncias sobre el paso de barcos con plutonio por el Cabo de Hornos se
realizaron en febrero y diciembre de 1996 pero la cobertura periodística fue
notablemente menor. El transporte de material radioactivo dejó de ser un hecho
inquietante para la ciudadanía o bien para los periodistas.
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PRENSA REVISADA PARA ELABORAR
LOS ESTUDIOS DE CASOS
Período 1992 a 1998
Diversos estudios han planteado que los privilegios que el denuncio de bosques
otorgaba a los mineros habrían provocado el deterioro irreversible del ambiente del
Norte Chico. El presente artículo pretende relativizar esta tesis planteando que el
paisaje era semiárido antes de la expansión de la minería y proponiendo la hipóte-
sis que la discusión para derogar los denuncios fue un conflicto entre mineros y
agricultores por definir la propiedad de los bosques, pero de los que se encontra-
ban más al sur.
Several studies had stablished that the privilege that the claim or denounce of
forests that have been given to the miners had caused the irreversible damage to
the land of the Norte Chico. This article pretends to diminish this thesis, arguing
that the lands was semi dry o semi desertic before the expantion of mines
suggesting the hipothesis that the argument to stop with the claim was a struggle
betwenn the miners and the farmers to define the property of the forets, but the
ones further south.
EL ESCENARIO NATURAL
2 Un ejemplo reciente sobre la deforestación de las provincias del Norte Chico, Mauricio Fol-
chi: “La insustentabilidad de la industria del cobre en Chile: los hornos y los bosques durante el siglo
XIX”. Mapocho, N° 49, 2001.
3 Carlos María Sayago: Historia de Copiapó. Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires,
1973 (primera edición 1874), 133-134.
4 Ibid., 314.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 291
señalaba que, a principios del siglo XVIII, en el puerto del Inglés, probablemente
la actual Bahía Inglesa, “no hay agua, ni leña”. En Caldera, la leña era muy difícil
de encontrar y para obtenerla había que “internarse cinco o seis leguas en el valle
donde pasa el río”5. En 1744, José Fernández Campino señalaba que el Obispado
de Santiago, comprendido entre los ríos Copiapó y Maule, especialmente hacia el
norte, tenía un:
5 Amadeo Frezier: Relación del viaje por el mar del sur. Biblioteca Ayacucho, Caracas, Vene-
zuela, 1982, 131.
6 José Fernández Campino: Relación del Obispado de Santiago.1744. Editorial Universitaria,
Santiago, Chile, 1981, 23.
7 Francisco Solano (ed): Relaciones geográficas del Reino de Chile. 1780, Santiago, Chile, 1995, 59.
8 Thaddaeus Haenke: Descripción del Reyno de Chile. Editorial Nascimento, Santiago, Chile,
1942, 190.
292 HISTORIA 37 / 2004
“las más de las montañas, despobladas hasta de leña y arbustos, deleitan poco a
la vista. En sus faldas y quebradas se hallan algunos y en parte espino, litre,
algarrobo, y algún otro árbol de poca corpulencia, que sirven para reparo de las
minas y construcción de ranchos14”.
9 Francisco Solano (ed): Relaciones económicas del Reino de Chile, 1756, Madrid, 1994, 59.
10 Amadeo Frezier: Relación del viaje por el mar del sur. Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1982,
124.
11 José Fernández Campino : Relación del … Op. Cit., 47.
12 Francisco Solano (ed): Relaciones económicas … Op. cit., 195.
13 Alejandro Malaspina : Viaje político científico alrededor del mundo por las corbetas Descu-
bierta y Atrevida. Desde 1789 a 1794. Madrid, 1885, 536.
14 Becerra , José Antonio: “Representación de don José Antonio Becerra al M.I.S.P. don Ambro-
sio Higgins Vallenar. Revista Chilena de Historia y Geografía. Santiago, N° 112, 1948, 383.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 293
En 1600, fray Diego de Ocaña señalaba que en las 70 leguas que separan
Coquimbo de Santiago la “tierra es llana y escombrada de árboles, sino es en los
valles por donde pasan ríos”15. En los mejores valles esta vegetación silvestre
disputaba el espacio con las actividades agrícolas, pues en todos los sectores rega-
dos la tierra era fértil y producía todo género de árboles frutales, flores y legum-
bres provenientes de Europa, especialmente trigo, viñas y legumbres, como tam-
bién numerosas hierbas medicinales16. Frezier destacaba que en los valles de Elqui,
Sotaqui, Salsipuedes, Andacollo y Limarí se obtenía trigo para cargar cuatro o
cinco navíos de 400 toneladas con destino a Lima. También estos valles abastecían
a Santiago de vino y de aceite “el que es considerado el mejor de la costa”17.
Insertando en su Descripción del Reyno de Chile atribuida a Thaddaeus
Haenke, la representación de Antonio Pineda del camino entre Coquimbo y Punita-
qui, señala que entraron a
“un caxón de la Cuesta del cura o Martencillo, pequeño valle agostado y escaso
de aguas: cúbrese, no obstante, de variedades de plantas, arbustos y árboles,
más o menos frondoso a proporción de su proximidad al agua18”.
Observaba que, en general, los hombres habitaban las quebradas y valles, en cam-
bio “los parajes altos son solitarios”19. Así al llegar a Samo Alto se encontró con un:
hermoso valle, por el cual pasamos, recreando nuevamente la vista con los árboles
y arbustos verdes que crecen en su umbría (y) se contrapone con la aridez de las
montañas que le cercan20.
A fines del siglo XVIII, en Sotaquí y Combarbalá se cortaban y comerciaban
maderas de algarrobo21. Sin embargo, en general, la falta de árboles de grandes
dimensiones era propia de las características ambientales de estas regiones semiári-
das y uno de los problemas de las actividades mineras, según se desprende de la
siguiente reflexión del teniente del navío Don Quintano, “la falta de maderas gran-
des será siempre en mi sentir, un atraso para el beneficio de esta mina (Punitaqui)
tanto para enmendar las galerías que lo necesitan, cuanto para los molinos y demás
ingenios que tanto facilitan esta especie de faenas. En el día las que están enmade-
radas no tienen seguridad, y se ven los palos de espino rotos por el demasiado peso
a que no pueden resistir por su poca corpulencia y figura tortuosa”22.
Peter Schmidtmeyer, aunque un poco tardíamente respecto del inicio de la ex-
pansión minera, señalaba que en su viaje al Norte Chico, en 1820 o 1821, había
“oído que en muchas minas, la mayor parte del valor del cobre obtenido está
15 Ocaña, Diego de: Relación del viaje a Chile, año de 1600. Introducción de Eugenio Pereira
Salas. Separata de los Anales de la Universidad de Chile, s/f., 6.
16 Ibíd.
17 Amadeo Frezier: Relación del viaje por … Op. cit., 127.
18 Thaddaeus Haenke: Descripción del … Op. cit., 213.
19 Ibid. 215.
20 Ibid. 219.
21 Francisco Solano (ed): Relaciones económicas … Op. cit., 204 y 205.
22 Thaddaeus Haenke: Descripción … Op. cit., 234.
294 HISTORIA 37 / 2004
23 Peter Schmidtmeyer: Viaje a Chile a través de los Andes. En los años 1820 y 1821. Editorial
Claridad, Buenos Aires, 1947, 251, 257, 267, 258 y 246.
24 José Fernández Campino: Relación del Obispado … Op. cit., 452.
25 Alejandro Malaspina: Viaje político científico … Op. cit., 535.
26 José Antonio Becerra: Representación de don José Antonio Becerra al … Op. cit. 383.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 295
LA CONSTRUCCIÓN DE UN DISCURSO
los montes, pastos y aguas fuesen comunes a españoles e indios, lo que explicaría que
la tuición de los bosques se confiara a los cabildos.
Las Reales ordenanzas para la dirección, régimen y gobierno del importante
cuerpo de la minería en Nueva España, el más importante de todos los cuerpos de
legislación minera en América, fue aprobada para aquel virreinato el 22 de mayo
de 1783; posteriormente, por cédula de 8 de diciembre de 1785, dirigida al virrey
del Perú, se mandó adoptarlas en el Perú y en Chile. En nuestro país estuvieron
vigentes hasta la aprobación del Código de Minería en 187432.
Las ordenanzas de Nueva España disponían en su Título XIII, artículo 7, que
las diputaciones territoriales podían visitar, reconocer y examinar con frecuencia
las fuentes manantiales perennes que forman el caudal de las aguas que sirvan para
mover las máquinas de la minería, a fin de poder representar a la justicia, con
oportunidad y debida instrucción, para que se evite en ellos, o en sus cercanías el
desmonte de los montes que los cubran o se rocen para sembrar o cualquier otra
cosa que se haga para agotarlos o aminorarlos. El artículo 14 del mismo título
señalaba, respecto de la leña y el carbón, que a los leñadores y carboneros “les
prohibo con el mayor vigor la corta de los renuevos de árboles para hacer leña y
carbón; y ordeno que donde no los hubiere se trate de plantar y replantar arboledas,
principalmente en los sitios y parajes donde anteriormente los hubo”33.
De las disposiciones señaladas se deduce que la Corona de Castilla se preocupó
de legislar sobre el manejo de los bosques. Sin embargo, aparentemente, no se
ocupó de asegurar el buen cumplimiento de las medidas. Es posible que las distan-
cias, la escasa densidad de la población, las difíciles comunicaciones y la permisi-
vidad de los cabildos favorecieran el escaso cumplimiento de la ley, sobre todo en
Chile, donde, además de lo anterior, los recursos madereros parecían inagotables.
Asimismo, que los bosques, pastos y aguas fuesen comunes también provocó efec-
tos negativos ya que nadie se preocupó de su conservación y fomento. También
contribuyó a la destrucción de los bosques de Chile el denominado “denuncio de
bosques” que en la práctica permitió a los mineros disponer de las maderas y los
combustibles necesarios para la explotación de los minerales.
El artículo XII del Título XIII de las ordenanzas, señalaba que:
“los montes y selvas próximas a las minas deben servir para proveerlas de
maderas con destino a sus maquinas y de leña y carbón para el beneficio de sus
metales; entendiéndose lo mismo con los que sean propios de particulares con
tal que se les pague el justo precio: en cuya forma será a estos prohibido, como
lo prohíbo, el que puedan extraer la madera, leña y carbón las dichas pertene-
cías para otras poblaciones que puedan proveerse de distintos parajes34”.
32 José Bernardo Lira: Esposición de las leyes de minería en Chile. Imprenta del Mercurio,
Valparaíso, 1870, 12. Alejandro Vergara Blanco: Principios y sistema del Derecho Minero. Estudio
histórico dogmático. Editorial Jurídica de Chile, Santiago, Chile, 1992, 57.
33 Ordenanzas de Minería i colección de las órdenes y decretos de esta materia. París, Librería
de Roser y Bouvet, 1854, 139.
34 Ibid., 138.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 297
En efecto, las Ordenanzas de Nueva España permitían a los mineros usar las
maderas de los bosques para construir casas, ingenios de fundición y toda obra
necesaria para el laboreo de minas o para el beneficio o afinación de metales,
aunque fuere en un sitio diferente al de sus minas; hacer pastar bueyes y bestias de
carga en terrenos así públicos como privados; pescar y cazar libremente tres leguas
alrededor del asiento minero; aprovechar gratuitamente la leña de los montes co-
munes; proveerse en los montes y selvas de particulares próximos a las minas de
madera con destino a las máquinas, y de leña y carbón para la fundición de meta-
les, pagando su justo precio a su dueño, el cual quedaba inhibido de extraer made-
ra, leña y carbón para venderlo en población que pudiera procurarse estos elemen-
tos en parajes distintos35.
Con estas medidas, la Corona española trataba de fomentar e incrementar la
producción minera en América y en Chile. La importancia que adquirió la mine-
ría, con relación a las demás actividades económicas, se ve reflejada en estos
derechos, especialmente en el último de ellos, el denominado “denuncio de bos-
ques”, que permitía a los mineros asegurarse los bosques próximos a los yaci-
mientos con el objetivo de obtener madera, leña y carbón, necesarios para la
explotación de minerales.
En la práctica, el “denuncio de bosques” consistía en una petición escrita pre-
sentada al juez local para que se le asegurase el bosque en beneficio de su mina. En
este contexto de privilegios jurídicos para el impulso de la minería, en cada mina y
trapiche se asolaron los bosques y matorrales adyacentes debido a las necesidades
de combustible y alimentación de los animales de carga.
Esta disposición jurídica legitimó la tala indiscriminada de bosques en las re-
giones mineras del Norte Chico, sobre todo del espino, cuya leña tiene alto poder
calórico, por lo que era muy apetecida en los establecimientos de fundición36.
Además, debido a que frecuentemente se abandonaban las minas en busca de nue-
vos y mejores yacimientos, este proceso se fue repitiendo en diversos lugares:
Andacollo, Real de Cogón, Punitaqui, Talca, Vallenar, Petorca, La Ligua, Catapil-
co, Illapel, etcétera, según se desprende de las noticias de las principales minas
conocidas, entregadas por Antonio Martínez de Mata en 178837.
Con la intensificación de las actividades mineras en el siglo XVIII, el uso de la
madera local en las fundiciones se aceleró, lo que explicaría el rápido proceso de
tala de matorrales y arbustos ubicados en las proximidades de las fundiciones y
35 Ibid., 208-209.
36 Federico Saelzer: La evolución de la legislación forestal chilena. Universidad Austral, Valdi-
via, 1973, 2.
37 Manuel Martínez de Mata: “Noticias sobre las principales minas conocidas en el Reino de
Chile, sacadas de la visita general que hizo de ellas en 1778”. Revista Chilena de Historia y Geogra-
fía, 1948, Nº 111. Sobre la minería y los yacimientos mineros ver Ricardo Nazer: José Tomás Urme-
neta. Un empresario del siglo XIX. Dirección de Archivos Bibliotecas y Museos, Santiago, 1994. Luz
María Méndez: Instituciones y problemas de la minería en Chile. 1787-1826. Santiago, 1979. Carlos
María Sayago: Historia de Copiapó. Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires, 1973. Benjamín
Vicuña Mackenna: El libro del cobre. Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires, 1978. Francisco
San Román: Reseña industrial e histórica de la minería i metalurgia de Chile. Imprenta Nacional,
Santiago, Chile, 1894.
298 HISTORIA 37 / 2004
“el combustible, es decir la leña de los bosques primitivos, no tenía más valor en
las estancias que el costo de echar los árboles abajo, y aun considerábase como
un beneficio talar selva para la rosa eficaz y productiva de las siembras. El
combustible es hoy el gran obstáculo en el fomento de las industrias subterráneas,
exactamente como durante la colonia fue su estimulo principal, por que donde
había montes, allí el primer venido cortaba adobes y fabricaba ingenios38”.
La presión sobre los recursos vegetales del Norte Chico se intensificó aún más
durante las primeras décadas del siglo XIX con los descubrimientos de los minera-
les de plata de Agua Amarga (1815), Arqueros (1825), Chañarcillo (1832) y Tres
Puntas (1848) y con la explotación de un sinnúmero de pequeñas y medianas minas
de cobre a partir de 1826. Vicuña Mackenna afirmaba que la introducción de los
hornos de reverbero de Carlos Lambert, permitieron la obtención de cobre a través
de sulfuros, por lo que activó muchos yacimientos ya abandonados por falta de
tecnología para extraer el cobre más allá de los carbonatos y óxidos de cobre, que
se encontraban en las capas superficiales. Pero, por su alta demanda de combusti-
ble, paralelamente, el horno de reverbero habría producido la destrucción casi total
de los recursos vegetales y paisajísticos del Norte Chico chileno entre 1831 y
1851. Posteriormente, ante el progresivo agotamiento de los recursos madereros
locales, las fundiciones comenzaron a reemplazar la leña por carbón mineral, el
que era extraído de los yacimientos carboníferos del golfo de Arauco39.
Así, la acción devastadora de los mineros, apoyados jurídicamente por el denun-
cio de bosques, habría significado el empobrecimiento progresivo de la vegetación
de las provincias del norte, especialmente a partir del siglo XVIII y durante el siglo
XIX. En estas circunstancias, en 1839, el naturalista francés Claudio Gay, refiriéndo-
se a la disminución de los bosques de la Provincia de Coquimbo, señalaba:
38 Benjamín Vicuña Mackenna: El libro del cobre y del … Op. cit., 81.
39 Ver discusiones en el Congreso Nacional de los proyectos de ley sobre denuncio y corta de
bosques de principios de la década de 1870. El senador Pedro Félix Vicuña, por ejemplo, alude a que
él mismo funde con carbón piedra pero que este se estaba encareciendo desmedidamente producto de
la discusión sobre concluir con los privilegios de la minería en cuanto al denuncio de bosques.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 299
“los montes se han cortado en nuestro país sin número ni tasa, sin orden ni
medida... de este eterno azote con que se les ha castigado ¿qué podrá esperarse
sino la aridez y la devastación? ¿El aspecto que presentan nuestros campos se
parece en algo al que ofrecían cincuenta años atrás? Las llanuras de Maipo y la
Dehesa, la Punta y lo de Aguirre, pobladas según la historia de espesísimos
montes ¿Qué demuestran ahora sino los vestigios de las selvas que en otros
tiempos las cubrieron?41”.
40 Claudio Gay: “Memoria sobre las causas de la disminución de los bosques en la provincia de
Coquimbo”. El Araucano, Nº 399. 20 de abril de 1838, 2.
41 Sociedad Nacional de Agricultura: Memoria Económico Legal sobre los bosques que la comisión
encargada al efecto presenta a la sección de policía rural y legislación agrícola. Santiago, Chile, 1839, 11.
300 HISTORIA 37 / 2004
La segunda parte del informe trata sobre los obstáculos que se oponen al fo-
mento y conservación de los montes, clasificándolos en tres tipos: de opinión,
físicos y legales. Entre los obstáculos de opinión, la memoria destaca que había
quienes consideraban
42 Ibid., 13-14.
43 Ibid., 14-16.
44 Ibid., 20.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 301
“situación de Chile con respecto a bosques se asemeja más bien al estado salvaje
de una naturaleza inculta y primitiva, que a una nación que tiene que lamentar las
faltas de combustibles y maderas de construcción. Si se exceptúa la Provincia de
Coquimbo que por su situación geográfica, su carencia de aguas, y su ingrato
terreno ha sido siempre sin bosques todas las demás los tienen en exceso y todos
los años vemos impiadosamente arder sin el menor provecho, para facilitar cam-
pos a la agricultura, que con el aumento de la población exige mayor cultivo47”.
“si hay una nación que poco se haya cuidado de la explotación y conservación
de sus bosques, esta es por cierto España... me ha parecido que, tratándose de
proponer los medios más eficaces para la conservación de nuestros bosques, no
debía ofrecer como modelo los poco y malos reglamentos españoles49”.
45 Ibid.
46 “Contestación a la memoria económico legal de la comisión de bosques de la Sociedad Nacio-
nal de Agricultura”. Imprenta de la Opinión, Santiago, Chile, 1839, 2.
47 Ibíd., 3.
48 Esperidión Garridos: “Memoria sobre Bosques y Montes”. En: Anales de la Universidad de
Chile. Imprenta Chile, Santiago, Chile, marzo de 1855, 509.
49 Mastardi Fioretti: “Reglamentación sobre corte y conservación de bosques”. En: Anales de la
Universidad de Chile. Imprenta Nacional, Santiago, Chile, septiembre de 1866, 77.
302 HISTORIA 37 / 2004
“el uso y abuso que se ha hecho entre nosotros de esta disposición legal la
conoce sobradamente la Honorable Cámara. No solo los lugares vecinos a los
asientos de minas han sido desojados de sus bosques, sino más tarde y a impul-
so del desarrollo dado a la industria de fundición de metales casi no ha habido
fundo alguno de la República que se haya escapado a la devastación. Los de-
nuncios de bosques se han repetido sin cesar y el hacha que la codicia española
ponía en las manos del minero a sacrificado a la agricultura, empobreciendo la
fertilidad de nuestros campos, desnudándolos de su vegetación y trayendo por
consecuencia la forzosa desecación de las vertientes naturales destinadas a fe-
cundizarlos50”.
LA DISCUSIÓN PARLAMENTARIA
50 Francisco Echaurren: Proyecto de ley presentado por el señor diputado por Quillota Francis-
co Echaurren. Imprenta Nacional, Santiago, Chile, 1868, 4.
PABLO CAMUS GAYAN / LOS BOSQUE Y LA MINERÍA EN CHILE 303
La Cámara, después de una larga discusión, aprobó la idea de legislar los aspec-
tos relativos a la supresión de los denuncios, dejando para más adelante la discusión
de una ley general sobre la corta de bosques. Con el objetivo de redactar un proyecto
adecuado a este contexto, se nombró una comisión especial compuesta por los dipu-
tados Domingo Arteaga Alemparte, Ramón Barros Luco, Enrique Cood, Isidoro
Errázuriz, Ángel Custodio Gallo, Manuel Antonio Matta, Zorobabel Rodríguez, Ma-
riano Sánchez, Antonio Subercaseaux, Ignacio Zenteno y José Tocornal.
Esta comisión especial despachó el siguiente proyecto sobre la supresión de los
denuncios:
“¿acaso no se puede por medio de otra ley restablecer las cosas a un estado
constitucional dando a la propiedad todo el desarrollo que puede tener por el
Por su parte, también atacando los denuncios, el diputado por San Fernando,
Osvaldo Rengifo, señalaba que el denuncio de bosques no podía considerarse una
transacción usual pues:
“en todo contrato, sea de compraventa o de otra clase, debe concurrir la volun-
tad de ambos contratantes; al paso que en un denuncio no sucede así, puesto
que se obliga al dueño de los montes contra su voluntad a entregarlos. Por
consiguiente, no hay razón para decir que en los denuncios hay derechos adqui-
ridos que respetar, como sucede cuando se celebra un contrato53”.
Pero la discusión continuó con vigor y por largo tiempo. Al igual que Antonio
Varas, el diputado por Los Andes, Eulogio Allendes, defendía los denuncios de
bosques en cuanto eran un derecho ya adquirido por los denunciantes y autorizado
por las Ordenanzas de Minas y la Constitución. Por lo tanto, planteaba que no era
posible arrebatarlos a quienes ya hubiesen denunciado un bosque.
El conflicto se centró, por lo tanto, más que en los denuncios mismos, en el
inciso segundo del proyecto, que autorizaba a continuar con los derechos adquiri-
dos por un plazo de tres años. En este sentido Allendes señalaba:
“no sé, señor, como puede sostenerse que pueda una ley privar a un individuo
de un derecho, a pura pérdida, sin resarcirle los perjuicios que la privación de
ese derecho le ocasiona... Lo único que pido es que seamos justos, seamos
equitativos. Conviene acordar el remedio para el mal, pero de modo que no
perjudiquemos el derecho de nadie... yo veo muy en relieve que es el interés
particular de los agricultores el que preside en este debate55”.
“ustedes van a perder todos los derechos que han adquirido. Una ley de esta
naturaleza ¿puede decirse que es conforme con la Constitución? Indudablemen-
te que no. La Constitución exige no solo que la expropiación sea por motivos
de utilidad pública, sino que ordena además que se resarza al expropiado los
perjuicios que se le irrogan... Será posible que venga una ley a arrebatar a los
dueños de establecimientos su industria y las expectativas que a ella estaban
vinculadas sin indemnizarle siquiera los gastos que han tenido que hacer? ¿Es
esto constitucional?56”.
“incendian sus bosques para aprovechar el terreno que estos ocupan. Pero un
señor diputado ha dicho que la roza de los bosques por medio del fuego produ-
ce un gran bien y que merced a este arbitrio se ha cultivado todo el valle
central. Si tal es la opinión que tienen los agricultores es evidente que no se
conseguirá el fin que se propone este proyecto, por que si se les va a quitar los
bosques a los fundidores para dejárselos a los propietarios y estos creen que es
necesario quemarlos para beneficiar sus terrenos, es el caso que los bosques
serán siempre cortados57”.
55 Ibid., 541.
56 Ibid.
57 Ibid., 543.
306 HISTORIA 37 / 2004
Así redactada, la ley dejaba el problema en pie, pues no definía qué sucedía con
los derechos adquiridos sobre los denuncios ya realizados. Por lo tanto, el tema de la
explotación de los denuncios existentes en 1871, volvió a ser motivo de debate en
1872, al retomarse la discusión del proyecto general sobre la ley de corta de bosques.
Se volvió, entonces, al tema de precisar si la limitación de los denuncios estable-
cida en la ley de 1871 afectaba a los denuncios ya efectuados antes de su promulga-
ción. Al respecto, el senador Francisco Marín estimaba que era posible pues
“la legislación, señores, no podrá tener jamás un carácter irrevocable; las leyes
deben amoldarse a la situación política y social de los pueblos para que se
dictan y ponerse en armonía con su estado de atraso o madurez. Declarar que
las reglas y mandatos que rigen para gobernar bien lo presente serán siempre
“la pérdida que la minería presentase con la presente ley sería insignificante.
Los hornos del norte, donde las minas tienen su principal asiento, que se funden
con leña son ya poquísimos, habiéndola ya casi generalmente reemplazado por
el carbón piedra61”.
“de hacer depender la minería de los pocos dueños y explotadores del carbón
piedra... que de dos pesos y medio a que se vendieron en Lebu cuarenta mil
toneladas, ha subido a dieciséis pesos y también a veinte los de mejor calidad,
imposibilitando a los mineros fundir sus minerales”.
Para Vicuña no era posible, sin quebrantar la Constitución, arrebatar los dere-
chos adquiridos por los mineros, reduciéndose toda la iniciativa a una “guerra
eterna” que los propietarios de la tierra “han sostenido contra los mineros”. Ello se
notaba en las discusiones sostenidas en la Cámara de Diputados, pues “en los
discursos, en las ideas allí emitidas, en la precipitación de sus resoluciones, en la
anarquía y confusión que apareció en sus discusiones, se ve claramente el espíritu
que la impulsaba”. En este contexto, Vicuña planteaba que “la ley nueva no debe
arrebatar los derechos que están adquiridos”62.
No obstante, al aprobarse la ley general sobre corta de bosques, el 13 de julio
de 1872, se limitó la explotación de los derechos adquiridos a tres años. Por tanto,
los denuncios de bosques hechos con anterioridad a esta fecha facultaban a los
denunciantes que tuviesen hornos en labor para seguir ejercitando sus derechos con
arreglo a ordenanza, por el término de tres años contados desde la promulgación de
la ley, pudiendo solo cortar los árboles que se consumieran durante ese período.
Quedaban exentos de toda expropiación forzada los montes anteriormente cortados
“el viajero que recorre las provincias del norte, esos terrenos que presentan la
fisonomía de Arabia, se admira al llegar en cada jornada a lugares desiertos en
que no existen ya ni aun restos de vegetación y que sin embargo conservan
todavía sus antiguos nombres, que son otros tantos testimonios del antiguo
esplendor de esas localidades. Esos puntos, que ahora solo sirven para señalar
las jornadas y conocer las distancias recorridas, llevan todavía como sarcasmo
los nombres de Carrizal, Algarrobal, Puquios, Esteros, Maitenes, cuando en
realidad nada existe ya sino el nombre, así como sobrevive el nombre de los
muertos sobre la loza que oculta sus cenizas64”.
“Las comarcas contrastaban con él por la abundante vegetación que los poblaba
i por los bosques frondosos que lo embellecían, por las plantas rastreras que
conservaban en ellas la humedad de la atmósfera y del suelo, son hoy comarcas
desiertas de florestas i de bosques, áridas, rígidas, sedientas, calurosas. El alga-
rrobo cuya vista deleitaba a los que se alejaban del desierto comienza a desapa-
recer por completo de la vista ansiosa; el chañar, que parecía expresamente
creado para aquellas arenosas soledades; el carbón, cuya lustrosísima madera
monopolizaba los contornos de Coquimbo; todos esos árboles, con los parásitos
trepadores, rastreras, líquenes y musgos que les sirven de cortejo; con las flo-
res, el césped i la verdura que alimentaban i los alimentan al descomponerse i
convertirse en abono vegetal, han muerto bajo el hacha del minero65”.
Sin embargo, por todo lo expuesto, queda una pregunta fundamental: ¿Cuál fue
la verdadera magnitud de la destrucción de la vegetación por los mineros? ¿Se
transformó una “selva valdiviana” en un desierto como podría desprenderse a pri-
mera vista de las palabras de Eugenio Hostos?
La visión que se inicia con Claudio Gay y que prosigue con Vicuña Mackenna,
pronto forma parte del debate parlamentario. Se trata de una postura inclinada a
hacer prevalecer los derechos de propiedad sobre los árboles de los dueños de las
tierras, es decir, de los agricultores. El contenido del discurso agricultor es que
antes de la expansión minera, el Norte Chico tenía una vegetación de grandes
árboles que habían sido arrasados por el hacha del minero. En consecuencia, había
que derogar los denuncios de bosques que permitían tales “abusos”. Los agriculto-
res aprovechaban este discurso para su fin. No es que la postura haya sido pro
bosques sino no más bien pro definición de la propiedad de los montes del país.
No obstante, aun cuando no desconocemos el problema de la representación del
paisaje de acuerdo a los prejuicios de quien observa, sí consideramos las descrip-
ciones del paisaje del Norte Chico realizadas a partir de cronistas y viajeros que
estuvieron en la región antes de la expansión minera, y queda la impresión que
solo había árboles en los valles que formaban los ríos y quebradas y que ellos
competían con las actividades agropecuarias por el uso del suelo. Todos los autores
citados concuerdan en describir la región como una zona muy seca, con las laderas
de los cerros descubiertas de árboles y vegetación, aunque, probablemente, en
algunos sectores más húmedos de exposición sur había cactus y otras especies
asociadas al clima semiárido que prevalece en la zona de tiempos inmemoriales.
Con todo, no cabe duda que los mineros terminaron por destruir la vegetación
arbórea que había en las quebradas, en los valles y en las aguadas u oasis de las
regiones mineras y terminaron por sellar la suerte del semiárido chileno en su
transformación en un desierto.
No se trata, entonces, de minimizar la devastación de espinos, algarrobos, cha-
ñares, molles, sauces y otras especies para alimentar los hornos de fundición y
otras labores de la industria minera, pero sí de llamar la atención sobre ciertas
construcciones románticas y legendarias del pasado, especialmente en lo que se
refiere a temas ecológicos, que permiten argumentar y hacer prevalecer ciertos
razonamientos sobre bases que limitan con el mito o la idealización66.
En el caso de Chile, esto se ejemplifica en la idea de una naturaleza prístina y
no intervenida hasta la llegada de los españoles y especialmente hasta el inicio de
los ciclos económicos minero y triguero. Si consideramos que los habitantes pre-
hispánicos de los cordones transversales del Norte Chico practicaban la agricultura
y siempre han sido considerados más adelantados en este ámbito que los habitantes
del valle central, debió existir cierta competencia entre los árboles y las necesida-
des de tierras de cultivo, sobre todo si buena parte de las laderas de los cerros
estaban desnudas de vegetación. El espacio de los valles debió estar bastante más
66 Karl Butzer (editor) : “The Americas before and after 1492”. En: Annals of the Association of
American Geographers, Vol, 82, N° 3, septiembre de 1992. Ver: Robert Whelan: Indómito en los
bosques. El mito del buen salvaje en el ecologismo. Universidad Finis Terrae. S/f.
310 HISTORIA 37 / 2004
67 Gilberto Harris: “El cuidado y la protección de los montes de la región del Maule. 1848”. En:
Revista de Marina, N o 4, 1997, 359.
De la panacea a la tragedia. Bosques, erosión y
forestación en Chile. Siglos XIX y XX
From panacea to tragedy. Forests, Erosion and Forestation in Chile during the
Nineteenth and Twentieth Centuries
XIX e XX
Frente a la destrucción por medio del fuego de los bosques de Chile y las
AUTOR
continuas rotaciones de trigo en los suelos despejados, se levantó en el país un
Pablo Camus Gayan discurso que impulsó las plantaciones forestales como un medio para detener la
erosión de suelos y elevar su productividad. Los esplendidos incentivos otorgados
Pontificia Universidad
por el decreto ley 701 de 1974 impulsaron un notable crecimiento de las plantaciones
Católica de Chile,
Santiago, Chile de pino radiata lo cual fue denunciado por los sectores conservacionistas del país
pcamusg@uc.cl como una tragedia para el bosque nativo chileno. Luego de ser considerada como
el remedio contra la erosión la forestación se habría transformado en una verdadera
catástrofe para los ecosistemas nativos de Chile.
DOI
Diante da destruição que o fogo gera nas florestas do Chile e as contínuas
10.3232/RHI.2014.
V7.N2.01 rotações de trigo nos solos limpos, originou-se no país um discurso que impulsionou
as plantações florestais como um meio para deter a erosão de solos e aumentar
a produtividade. Os ótimos incentivos concedidos pelo decreto de lei 701 de 1974
impulsionaram um crescimento notável das plantações de pinheiro radiata e isso
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De la panacea a la tragedia. Bosques, erosión y forestación en Chile. Siglos XIX y XX
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foi denunciado pelos setores mais conservadores do país, que o consideraram como uma tragédia
para a floresta nativa chilena. Logo de ser considerado o remédio contra a erosão, o reflorestamento
se transformou em uma verdadeira catástrofe para os ecossistemas nativos do Chile.
Durante el ciclo económico del trigo, mediante el fuego, la Cordillera de la Costa al norte
del Bio Bío fue despejada de su cubierta arbórea con el objetivo de cultivar el preciado cereal.
Poco después, se iniciaba con la misma finalidad la colonización de Valdivia y luego la ocupación
de la Araucanía, regiones que pronto se convertirían en el “granero de Chile”2.
“en un espacio relativamente corto de tiempo, en menos de cincuenta años, el aspecto del país,
su clima, su feracidad, su salubridad habían experimentado una lamentable transformación. Si
no el desierto, algo que se asemejaba mucho al desierto, habría invadido provincias enteras; el
terreno cultivable iba haciéndose más y más escaso; las siembras de rulo en las provincias al
norte de Santiago, iban siendo ya un peligrosísimo juego del azar, en el que las probabilidades de
perder iban creciendo año a año; las lluvias venían tarde, escasas y mal distribuidas; los ríos iban
perdiendo paulatina pero visiblemente su caudal; las vertientes desapareciendo, y en fin, todos los
elementos de feracidad, de belleza, de salubridad, agotándose a vista de ojo”3.
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los daños que se habían causado a la nación serán comprendidos tarde o temprano y caerá
la culpa sobre los que se han empeñado con ahínco y porfía en dificultar el desarrollo del
estudio y el fomento de la materia. La generación actual será juzgada por la venidera, que
tendrá que sufrir las consecuencias de la falta de precaución de la nuestra y de no querer oír
a tiempo. Serán los hijos quienes juzgarán el proceder de sus padres6.
Posteriormente, la magnitud de los incendios se ve retratada, por ejemplo, en una nota que en
1936 envía el embajador argentino en Chile al Ministerio de Tierras y Colonización alertando
sobre el peligro que existía en algunos pasos cordilleranos por donde “un incendio, en condiciones
favorables de viento, podía invadir fácilmente el territorio argentino y llegar a producir un desastre
de proporciones incalculables”7.
Ante la devastación de los bosques del país, al igual que en Europa, emergieron en Chile
una serie de ideas y planteamientos acerca de la influencia positiva de los bosques, los árboles
y las plantaciones forestales sobre el clima, las inundaciones, la conservación de la tierra y el
control de la erosión. Paradójicamente, pese a la aparente abundancia de los bosques de Chile
y su destrucción, era evidente la necesidad de su fomento y conservación ya que la madera
proveniente de los bosques seguía siendo uno de los recursos fundamentales de la sociedad,
pues era el principal combustible y la materia prima para la fabricación de navíos, muebles,
juguetes y otros utensilios indispensables para el desarrollo de la humanidad8.
Ya en 1839, Carlos Durant de Maisons, por ejemplo, envió desde Francia a Pedro Mena,
Director de la Sociedad Nacional de Agricultura, “un cajoncito de semillas” que contenía más
de cien especies de árboles, “para que se propaguen semillas de los árboles más interesantes
del bosque de construcción y frutales de Europa, que aún se conocen aquí, y cuya utilidad es
excusado encarecer”9. Durant de Maisons recomendaba, sin ninguna duda, la plantación de
pinos marítimos en Santiago para “suplir la leña que cada año va escaseando en los alrededores
de la capital, también en la provincia de Aconcagua, igualmente entre Valparaíso y Concepción,
sobre la costa donde hay tantos terrenos arenosos en que el árbol se produce tan alto y tan
bello”. Incluso señalaba, adelantándose muchos años a la masificación de las plantaciones de
pinos en Chile:
no dudo del proceso de naturalización del pino en las provincias de Santiago y Valparaíso,
Aconcagua y Concepción, porque ya desde hace dos años se ha sembrado bastante en
Valparaíso y en diferentes haciendas de sus alrededores, y también muchos de mis paisanos
han sembrado bastante que ha prosperado, principalmente el señor Chabry, agricultor
distinguido que tiene en La Zorra, su propiedad cerca de Valparaíso más de 500 individuos
en completa prosperidad10.
A principios del siglo XX surgió la figura del naturalista alemán Federico Albert quien
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realizó en Chile una incansable y épica labor tendiente a la gestión de los recursos naturales,
de los bosques, la pesca, la caza y el agua11. Albert era un ferviente partidario de la forestación
de los suelos del país como un medio de detener la erosión de los suelos y proveer de madera
y combustible a los centros urbanos y las crecientes actividades industriales12. Por ejemplo,
escribió diversos artículos promoviendo la forestación e inició un programa de forestación de las
dunas de Chanco que permitió reconquistar con plantaciones forestales más de 300 hectáreas
de “arenas volantes”13.
nadie puede, pues, ignorar la importancia de este problema. No afecta sólo al agricultor
que labora la tierra erosionada sino que por igual a todos. La vida de la nación está
amenazada. La capacidad de producir alimentos y vestidos está en peligro. La magnitud,
complejidad y consecuencias de los problemas de conservación de suelos exigen que no
dependan sólo de técnicos y de los directamente afectados, sino que deben preocupar a
toda la colectividad15.
Al año siguiente, Víctor Bianchi indicaba en su texto Erosión: cáncer del suelo que:
un incendio en los bosques cordilleranos como el que se produjo en los años 1943 y 1944 ha
dejado sin vegetación arbórea a más de 100.000 hectáreas de terrenos forestales. La capa
vegetal de estos terrenos está siendo arrastrada hacia los ríos que crecen y se enturbian
después de cada aguacero, para bajar después en forma alarmante en los meses de sequía.
En los ríos mueren los peces faltos de agua cristalina. En los puertos los barcos encuentran
cada día menos calado. Desaparecen los mariscos de las playas y una faja más o menos
ancha de campos de cultivos situada a la orilla del mar es cubierta por las dunas y los médanos.
¿Y quién ganó con esta catástrofe nacional? Media docena de agricultores apresurados que
siguen el bárbaro sistema del fuego para hacer limpias en su campo. Pero ni aun ellos
podrán disfrutar más de cinco años del producto que desataron entre Arauco y Llanquihue, en
cuyas llamas perecieron cuarenta personas. La erosión comienza a manifestarse sin control
ni enemigos. Zanjas y rocas lavadas muestran el material primario y estéril de la cordillera
chilena16.
Por su parte, Francesco di Castri, eminente ecólogo italiano radicado por muchos años
en Chile, afirmaba que:
en pocos países es dable observar una semejante extensión e intensidad de los fenómenos
de degradación irreversible de los recursos; los bosques se están implacablemente
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acabando con escaso aprovechamiento y con un ritmo que permite pronosticar un desierto
en un plazo relativamente breve, la mayoría de las especies autóctonas está en vías de
extinción, praderas y estepas naturales se están agotando por sobrepastoreo, y finalmente,
consecuencia ultima de estos desequilibrios, la erosión está amenazando la mayor parte del
territorio nacional17.
Frente a la catástrofe erosiva tomó cada vez más impulso el discurso favorable a la
forestación pues se pensaba que el bosque era el “elemento conservacionista por excelencia
del suelo. Defiende como ningún otro recurso natural su conservación, amortiguando la acción
mortificante del agua lluvia, el viento y los cambios atmosféricos”18. De este modo, tal como
ocurrió en el ámbito internacional con la aparición de las ciencias forestales, la receta o remedio
ideado para luchar contra los efectos de la catástrofe erosiva inminente y las inundaciones fue la
forestación de los suelos desprovistos de árboles y vegetación. Este discurso conservacionista
permitía, al mismo tiempo, una reconversión agroproductiva tendiente a elevar el rendimiento
económico de los suelos desgastados y satisfacer las demandas mundiales de madera, celulosa
y papel19.
Siguiendo las ideas y lineamientos planteados por Federico Albert, un primer instrumento
de fomento a la forestación fue el Decreto Ley N° 4.363 de 1931, más conocido como Ley de
Bosques, que consolidó y sintetizó varios decretos aprobados con anterioridad, definiendo los
terrenos que serían considerados forestales, los cuales quedarían sujetos a planes de vigilancia,
cultivo, repoblación y explotación, como también a expropiación. Prohibió el roce como métodos
de explotación de terrenos forestales, la corta de bosques cerca de manantiales y vertientes, y
concedió la exención de impuestos territoriales a los proyectos de reforestación.
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de la naturaleza y al aire puro de la parcela. Un empleado de Santiago podía tomar el tren al sur
del viernes por la noche, llegar a Yumbel, disfrutar del fin de semana, para regresar en el tren del
domingo por la noche y arribar a su trabajo el lunes a las 9:30 completamente repuesto, mientras
su inversión se mantenía a salvo de la temida inflación21.
Durante el régimen militar se aprobó en 1974 el Decreto Ley N° 701 de fomento forestal
por medio del cual se dispuso una serie de incentivos a las plantaciones en terrenos declarados
forestales, de aptitud preferentemente forestal y bosques naturales, los cuales quedaron exentos
del impuesto territorial; tampoco se considerarían para determinar la renta presunta, ni para el
cálculo del global complementario. Tampoco para los efectos de la ley de herencias, asignaciones
y donaciones. Asimismo, el Estado los declaró no expropiables y determinó que bonificaría a
quienes forestaran con un 75% de los costos netos de la forestación. Los incentivos otorgados
por el decreto ley N°701 fueron notables. En el período 1974-1980 la superficie promedio de
plantación anual fue de 77.583 hectáreas, tres veces el promedio anual de plantaciones del
período anterior, predominando ampliamente las plantaciones privadas. Para 1984 se habían
forestado más de un millón de hectáreas y en 1989 había cerca de dos millones de hectáreas.
La expansión de las plantaciones permitió que las exportaciones forestales subieran de 127.000
toneladas en 1974 a 730.100 toneladas en 1989. Hacia 1990, prácticamente toda la Cordillera
de la Costa desde Colchagua al Bio Bío se hallaba completamente forestada con pino insigne y
las plantaciones seguían avanzando hacia la Araucanía y Valdivia23.
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Una de las organizaciones que inició las críticas a las plantaciones forestales fue el Grupo
de Investigaciones Agrarias de la Academia de Humanismo Cristiano. Pionero en este sentido fue
el documento La realidad forestal chilena, elaborado por María Elena Cruz y Rigoberto Rivera,
en el cual se planteaba que el indiscriminado crecimiento de las plantaciones había provocado
profundas transformaciones ecológicas y sociales. La población había sido expulsada de los
campos pues era incompatible con las plantaciones, en tanto que a nivel físico “la concentración
de grandes plantaciones en paños muy continuos provoca alteraciones de diversos tipos, tales
como acidificación de los suelos, pérdida de la capacidad de amarre mecánico del suelo y
problemas fitosanitarios asociados al monocultivo. Pero en su opinión, las alteraciones de mayor
significación en el largo plazo y que afectan directamente a las poblaciones ubicadas en las
áreas de plantación se referían “a las modificaciones que sufren los ciclos hídricos, lo que afecta
gravemente a la actividad agrícola circundante”. A juicio de los autores, era evidente que las
extensas plantaciones de pino insigne producían el desecamiento de las vertientes, pozos y otras
fuentes naturales de agua, el embancamiento de los cursos de agua, el anegamiento de valles,
además de crecidas irregulares en los ríos25.
Otro cambio ocurrió en los patrones de poblamiento de la población rural, lo que se vio
reflejado en la expulsión de los campesinos, quienes terminaban sucumbiendo ante las ofertas de
compra de las empresas forestales. Casi veinte años después de las primeras críticas, CODEFF
indicaba que el precio que obtenían por sus terrenos difícilmente aseguraba la reconstrucción
en otro lugar de una nueva vida que sustentase a la familia, pero se veían obligados a vender,
ya que el cambio de su entorno, el avance de las plantaciones y las migraciones de los vecinos,
terminaban por afectar su sistema económico y social: la escuela rural cerraba por falta de
alumnos, se cortaban los caminos, escaseaban los pequeños animales silvestres que cazaban o
los frutos del bosque que servían de alimento a los chanchos, etc28.
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De este modo, con el avance inexorable de las plantaciones forestales incentivadas por
el decreto ley 701, la “sustitución” se había transformado para algunos sectores de la sociedad
nacional en una verdadera “tragedia del bosque chileno”31. El remedio o panacea contra la
erosión revelaba también su lado oculto: elevar la productividad de los suelos desgastados por
el ciclo triguero con una nueva especie quizá aún más invasora, pero adecuada a la industria
de la celulosa y el papel en el mundo, independiente de los matorrales de especies nativas allí
existentes, que siguieron siendo exterminadas por medio del fuego. Se trataba en definitiva de
un lucrativo negocio que consistía en establecer monocultivos capaces de cobrar los generosos
subsidios del fisco y de tener ya probadamente, desde Durant de Maisons en 1839, varias
rotaciones en un lapso corto de tiempo y además acorde con el desarrollo de la tecnología por
ser funcionales a la industria de la celulosa y del papel, a nivel nacional y luego mundial. El
remedio contra la erosión se había transformado en una de las peores pesadillas de los sectores
conservacionistas.
Conclusiones
En las primeras décadas del siglo XX, el discurso en favor de la forestación convocó
tanto a los sectores productivistas como a los conservacionistas. Por un lado, se pensaba que el
repoblamiento forestal de las áreas erosionadas producto del ciclo económico del trigo permitiría
conservar los suelos y mejorar los ciclos hídricos. Por otra parte, se sabía que había especies
exóticas que se daban muy bien en el país como el pino marítimo o pino pinaster o bien el
pino radiata o insigne, que crecía muy rápido y podía ser plantado como un monocultivo, lo
que aseguraba un volumen determinado de madera al cabo de una rotación. Esta conjunción
de intereses permitió instalar en el país un discurso e incentivos tributarios favorables a las
iniciativas forestadoras. Los estímulos propuestos por el decreto ley 701 de 1974 hicieron de las
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Pablo Camus Gayan
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Pablo Camus Gayan
Notas
1
Pablo Camus, Ambiente, bosques y gestión forestal en Chile, 1541-2005, LOM-Centro de Investigaciones Barros Arana,
2006.
2
Sergio Sepúlveda, El trigo chileno en el mercado mundial, Un ensayo de geografía histórica, Santiago, Editorial
Universitaria, 1959.
3
Rafael Larraín, Corta de Bosques, Informe de la comisión nombrada para dictaminar esta materia y reglamento
dictaminado por el Presidente de la República, Santiago, Imprenta Nacional, 1873, p, 7.
4
Luis Otero, La huella del Fuego, Historia de los bosques nativos, poblamiento y cambios en el paisaje del sur de Chile,
Pehuén, 2006.
5
Rafael Elizalde, La sobrevivencia de Chile, Santiago, Chile, SAG, 1970, p, 23.
6
Federico Albert, “El problema forestal en Chile”, en: Boletín de bosques, pesca y caza, Tomo I, N°10, Santiago, abril de
1913, pp. 696-697.
7
Archivo Nacional, Fondo Ministerio de Tierras y Colonización “Circulares y órdenes ministeriales”, Vol.1113, 1935-1940.
8
Pablo Camus, Ambiente, bosques y gestión forestal…, op. cit.
9
Carlos Durant de Maisons, “Carta al presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura don Pedro Mena”, Archivo
Nacional, Fondo Ministerio de Hacienda, Vol. 173.
10
Idem.
11
Pablo Camus, “Federico Albert, Pionero de la gestión ambiental en Chile”, Estudio introductorio a Plan general para el
cultivo de bosques en Chile, Biblioteca Fundamentos de la Construcción de Chile, 2012.
12
Pablo Camus, “Federico Albert: Artífice de la gestión de los bosques de Chile”, Revista de Geografía Norte Grande, Nº
30, Instituto de Geografía, Universidad Católica de Chile, 2003.
13
Federico Albert, Las dunas, o sea, las arenas volantes, voladeros, arenas muertas, invasión de las arenas, playas y
médanos del centro de Chile: comprendiendo el litoral desde el límite norte de la provincia de Aconcagua hasta el límite
sur de la de Arauco, Imprenta Cervantes, Santiago, Chile, 1900.
14
Juan Elgueta y Manuel Jirkal, Erosión de suelos en Chile, Santiago, Imprenta Sud Americana, 1942.
15
Manuel Rodríguez y José Suárez, La conservación de suelos en Chile, Santiago, Ministerio de Agricultura, 1946.
16
Víctor Bianchi, Erosión, Cáncer del suelo, Santiago, Imprenta Universitaria, 1947.
17
Francesco di Castri, “Posición de la ecología en la ciencia y en la sociedad actual”, Anales de la Universidad de Chile,
N°131, 1964.
18
Florencio Durán, La Conservación del suelo y la Erosión, Santiago, Zig-Zag, 1970.
19
Pablo Camus, “Erosión, inundaciones y forestación: mitos fundadores del bosque contemporáneo”, Revista de
Geografía Norte Grande, Instituto de Geografía, Universidad Católica de Chile Nº 28, 2001.
20
Comunidad Irarrázaval-Larraín, Parcelas Bosques, Santiago, 1942.
21
Comunidad Irarrázaval-Larraín, Parcelas Bosques, Santiago, 1942. Más antecedentes en Pablo Camus, Ambiente,
bosques y gestión forestal…, op. cit.
22
José Leyton, “El fomento de la actividad forestal y su impacto sobre el desarrollo rural de Chile”, CEPAL, El desarrollo
frutícola y forestal en Chile y sus derivaciones sociales, Naciones Unidas, 1986.
23
INFOR, “Estadísticas Forestales 1999”, Boletín Estadístico, N° 74, Santiago, Octubre del 2000.
24
Ver el libro reciente de Thomas Klubock, La Frontera: Forests and Ecological Conflict in Chile’s Frontier Territory,
Durham, Duke University Press, 2014.
25
Más antecedentes en, Pablo Camus, Ambiente, bosques y gestión forestal… op. cit.
26
Rodolfo Contreras, Más Allá del bosque, La explotación forestal en Chile, Concepción, Amerindia Estudios, 1988.
27
Mario Aravena, “Detrás de los bosques”, Hoy, N°165, Santiago, 1980.
28
CODEFF, “Sustituyen campesinos por pino radiata. Ente las VII y IX regiones”, ECOS, CODEFF, año 27, N° 19,
Santiago, julio, 1996.
29
Más antecedentes en, Pablo Camus, Ambiente, bosques y gestión forestal…, op. cit.
30
Pablo Camus, Fabián Jaksic y Sergio Castro, “El conejo Europeo en Chile, Historia de una invasión biológica”, Instituto
de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, Historia, Vol. II, Nº 41, 2008,
31
Defensores del Bosque Chileno (ed.), La Tragedia del bosque chileno, 1a ed., Santiago de Chile, Ocho Libros Editores,
c1998.
HIb. REVISTA DE HISTORIA IBEROAMERICANA | ISSN: 1989-2616 | Semestral | Año 2014 | Vol. 7 | Núm. 2
HISTORIA N o 41, vol. II, julio-diciembre 2008: 305-339
ISSN 0073-2435
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 305
PABLO CAMUS*
SERGIO CASTRO**
FABIÁN JAKSIC***
Este trabajo analiza las relaciones entre los seres humanos y su ambiente, a partir
de la historia de la aclimatación y posterior invasión de conejos en Chile, consta-
tando que, en el largo plazo, las acciones humanas tienen efectos e impactos insos-
pechados sobre el medio natural. En efecto, si bien inicialmente los conejos fueron
vistos como una oportunidad de desarrollo económico a partir del aprovechamien-
to de su piel y su carne, pronto esta especie se convirtió en una plaga difícil de
controlar en diversas regiones del país, como Chile central, Tierra del Fuego e
islas Juan Fernández. Así, con el paso del tiempo, el conejo se ha terminado por
transformar en nuestro país en un verdadero “convidado de piedra”.
This work analyses the relationship between human beings and their environment
taking into consideration the adjustment and eventual invasion of rabbits in Chile.
It argues that in the long run, human actions have unsuspected effects upon the
environment. In fact rabbits were seen initially as an opportunity for economic
development because of the exploitation of their meat and skin. Later, rabbits
became a plague in different areas of Central Chile, Tierra del Fuego and Juan
Fernández islands, which was difficult to control. Over the years rabbits became
unwelcome guests in Chile.
INTRODUCCIÓN1
EL CONEJO EUROPEO
6 Sergio A. Castro, Javier A. Figueroa, Mélica Muñoz-Schick y F.M. Jaksic, “Minimum residen-
ce time, biogeographical origin, and life cycle as determinants of the geographical extent of naturali-
zed plants in continental Chile”, en Diversity & Distributions, Vol. 11, Nº 3, Stellenbosch, South
Africa, 2005.
7 Fabián M. Jaksic, “Vertebrate invaders and their ecological impacts in Chile”, en Biodiversity
& Conservation, Vol. 7, Nº 11, Springer, Netherlands, 1998.
8 Fabián M. Jaksic y Eduardo Fuentes, “El conejo español: ¿un convidado de piedra?”, en E.
Fuentes y S. Prenafeta (eds.), Ecología del paisaje en Chile central: estudios sobre sus espacios
montañosos, Santiago, Ediciones Universidad Católica, 1988.
308 HISTORIA 41 / 2008
11 H. Thompson y C. King (eds), The European Rabitt. The history and biology of a sucessful
colonizer, Oxford, Oxford Science Publications, 2004.
12 Juan Ignacio Molina, Compendio de la historia civil del Reyno de Chile, Madrid, Imprenta de
Sancha, 1788-1795, tomo I, LXXXVIII, 348.
13 Juan Ignacio Molina, Ensayo sobre la historia natural de Chile, Santiago, Ediciones Maule,
1987, 288.
14 Molina, Compendio..., op. cit., tomo I, LXXXVIII, 289.
310 HISTORIA 41 / 2008
No obstante, al menos hasta mediados del siglo XIX, los conejos no eran consi-
derados en Chile como una especie invasora o problema. Así lo estimaba Claudio
Gay, quien señaló que esta especie era “desgraciadamente poco abundante con
relación a los numerosos servicios que presta su carne como alimento y sus pelos
como fieltro para los sombreros”15. En su tratado de Zoología, Claudio Gay indica-
ba que el conejo que había en Chile era “de un gris mezclado de flavo en el estado
salvaje, con bermejo en la nuca; su garganta y vientre son blanquizos. Las orejas
casi de la longitud de la cabeza. La cola menos larga que el muslo y bruna por
cima; pero en el estado doméstico los colores varían mucho”. Lo cual nos indica
que, en su percepción, antes de mediados del siglo XIX, había conejos silvestres o
salvajes en Chile, aunque no en la abundancia requerida, para un francés acostum-
brado a ellos, para ser percibidos como plaga. En consecuencia, Gay señalaba que
en Chile “sería sin duda útil que se tratase de propagarlos en el estado salvaje,
sobre todo en las grandes comarcas próximas á las cordilleras donde los terrenos
no están todavía cultivados, pues ofrecerían además de una carne mucho más
gustosa y sana que la de los caseros, gran cantidad de pieles, que el arte de la
sombrerería emplea tan generalmente y con tanta ventaja”16.
Tenemos, en todo caso, más noticias de la existencia de conejos a mediados del
siglo XIX y también de los primeros indicios de su potencial como plaga ambien-
tal, a partir de referencias de las que disponemos sobre un conejar establecido
antes de 1849. Así lo recuerda Nathan Miers, quien señala que ese año Manuel
Ruiz Tagle le había contado que “en su fundo La Calera tenía una conejera de
cómo cuatro cuadras de extensión, con muchos conejos. Averiguando sobre ella,
colijo que, muerto él, sus herederos no cuidaron los conejos, i es probable, según la
explicación que se me ha hecho, que, encerrados con paredes de cal y ladrillo y no
recibiendo alimentación, perecieron en su mayor parte. Algunos deben haber esca-
pado. Porque hace pocos días, alguien me contó que en territorios vecinos de la
Calera se ven conejos”17.
En suma, de los planteamientos de Juan Ignacio Molina, Claudio Gay y Nathan
Miers se puede deducir que, a diferencia de lo planteado originalmente por Fer-
nand Lataste, había conejos en Chile con anterioridad a 1884. Aunque probable-
mente estos fueron mantenidos bajo cautiverio, en atención a su carne y piel, no
está claro si las poblaciones de conejos asilvestrados en el territorio central de
Chile fueron conformadas por individuos liberados o escapados de la crianza. Por
otra parte, con la evidencia disponible no es posible determinar si la introducción
de conejos al país se realizó en una o varias oportunidades, o si sus escapes o
eventos de liberación ocurrieron en más de una ocasión. Lo concreto es que, para
fines del siglo XIX, ya existía la crianza cautiva de conejos, así como conejos
asilvestrados en Chile central.
Hacia el último tercio del siglo XIX se inició una interesante polémica acerca
de la aclimatación del conejo en Chile y de los beneficios que la crianza de esta
especie podía tener en el desarrollo económico nacional, especialmente para los
sectores más desprovistos de recursos. Para unos se trataba de una especie muy
rentable, que, por su capacidad para multiplicarse rápidamente, proporcionaría en
abundancia y a bajo costo pieles y carne para el consumo de las familias del
campo; mientras que para otros, como Rodulfo A. Philippi, se trataba de una
especie que, si escapaba de sus planteles, podía causar enormes estragos a la
agricultura, tal como había ocurrido en otras regiones del mundo. En todo caso, la
mayoría de los autores advertía sobre la importancia de cerrar muy bien las coneje-
ras, para que estos animales no pudiesen alcanzar la libertad.
Es así como en 1870 el Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura publicó
un artículo titulado “Cría del Conejo”, en el que destacaba la importancia del
conejo en los campos, señalando que, hasta entonces, este vertebrado desempeñaba
“un papel secundario en nuestros corrales”, pero que en otras latitudes era recono-
cido por “su carne blanca, limpia y de un gusto siempre agradable, no empalaga y
se puede guisar mil diversas maneras. Pero no es lo exquisito de su gusto lo que
nos hace realzarlo en este ligero estudio que le dedicamos; es una consideración
superior todavía y que se roza con la economía doméstica del pobre: es la impor-
tancia que tiene como alimento para las familias campestres”. En consecuencia, el
artículo concluía “recomendando a nuestros hacendados su difusión entre los cam-
pesinos”. En todo caso planteaba que la conejera debía ser “construida con un
material que impida la salida del conejo, que es diestro y esforzado en hacer
grandes cuevas donde se oculta al principio y por donde se proporciona la libertad
al fin”18.
Santos Tornero también alentaba, en aquel período, el desarrollo de la presencia
de los conejos en Chile. En 1875, destacaba los beneficios de crianza de esta
especie, al señalar que era útil, “cuando en condiciones apropiadas se multiplica la
raza doméstica. Su asistencia es poco costosa, y además de los productos, da una
excelente carne, su piel y su pelo tienen mucho valor, y como se presta a que las
familias pobres los críen, son un gran recurso para la economía doméstica”19. Sin
embargo, al mismo tiempo, advertía sobre lo “dañino del conejo en estado de
libertad”20.
Ese mismo año, el Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura publicó
nuevamente un artículo sobre la cría del conejo “para manifestar la gran utilidad
que en otros países sacan los agricultores de este ramo mui descuidado de la
República”, en el cual se señalaba que “en cuanto a las conejeras al aire libre es
preciso tener presente que cuanto mayor sea la extensión tanto mejor prosperarán.
Cada conejera debe ser cerrada exactamente por todas partes, con tapias de cal y
canto de unos diez pies de altura i con los cimientos bastante profundos para que
los conejos no puedan pasar por abajo […] Ojalá que uno de nuestros compatriotas
que actualmente se hayan en Europa pasase a Flandes para adquirir algunos pares
de estos animales bonitos y provechosos”21. Texto que se puede interpretar como
una preocupación por la posible invasión de conejos, dada su ya conocida fecundi-
dad, o como una inquietud por la pérdida de productividad del conejar a partir de
la salida de algunos ejemplares.
Diez años más tarde, el naturalista Rodulfo Amando Philippi pensaba que, de
acuerdo a sus observaciones, “los conejos no se han hecho salvajes por felicidad, a
pesar que algunos franceses hayan tratado de ponerlos en una que otra chacra para
tener el gusto de cazarlos i de comer su carne, mui estimada en Francia. Pronto se
ha visto el gran daño que hacían i se han exterminado antes de que hayan podido
volverse salvajes. Los ingleses, grandes cazadores de conejos, los han transportado
a Australia, donde se han multiplicado en algunos puntos de un modo tan excesivo
que llega a ser una plaga; de modo que los pobladores no saben como librarse de
estos animales, que amenazan con devastar toda plantación”22. Es interesante ana-
lizar este comentario de Rodulfo Philippi, pues es la primera referencia que tene-
mos acerca de la plaga de conejos en Australia, tópico que será más que recurrente
para explicar los perjuicios del conejo en la documentación disponible en las déca-
das siguientes. Por otra parte, señala algunas acciones emprendidas para extermi-
narlos antes de que se volviesen salvajes, y, especulando, pensamos que de algún
modo cuestiona los planteamientos del francés Claudio Gay, ya referidos, acerca
de la conveniencia de soltar conejos a la vida silvestre.
Por su parte, René Le Feuvre, director de la Quinta Normal de Agricultura,
planteaba que la crianza de conejos convenía “sobre todo a los pobres del campo;
tanto porque les permite variar algo su alimentación, como porque puede efectuar-
se muy económicamente haciendo recoger por niños, ordinariamente muy desocu-
pados, las yerbas y malezas de que se alimentan estos animales”23. Consecuente
con las lecciones de Le Feuvre, director del más importante centro de experimenta-
ción agrícola del país, en 1900 la Escuela Práctica de Agricultura de Chillán infor-
maba que en su establecimiento los conejos “se han multiplicado bastante hasta
formar una buena base para explotarlos en mayor escala”24.
En cambio, Nathan Miers, un colaborador frecuente del Boletín de la Sociedad
Nacional de Agricultura, temía los efectos de la propagación de los conejos en
Chile, debido a su asombrosa fertilidad. Así, discutiendo las visiones que ensalza-
ban las bondades económicas del conejo, señalaba que:
21 “Cría del conejo”, en Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura, Vol. VI, Nº 13, Santia-
go,1875, 346.
22 Rodulfo Philippi, “Sobre los animales introducidos en Chile desde su conquista por los espa-
ñoles”, en Anales de la Universidad de Chile, LXVIII, Santiago, junio de 1885, 323 y 324.
23 René Le Feuvre, Lecciones teórico-prácticas de Agricultura y Zootecnia: dadas a los alumnos
de la Escuela Normal de Preceptores, Valparaíso, Imprenta Excelsior, 1885, 345.
24 Memoria del Ministerio de Industria y Obras Públicas, Santiago, 1900, 18.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 313
“El año pasado hice los siguientes apuntes relativos a un par de conejos que tenia: el
macho era blanco i la hembra negra. Esta parió ocho chicos el 26 de Octubre; siete el 27
de Noviembre siguiente, i nueve el 2 de Enero. Así, en 68 días un par se multiplicó
hasta 27. Calculando que el primer par procreara durante siete meses del año; i que sus
hijos solo desde seis meses de edad, se puede establecer que en un año podría contarse
con 570. Este cálculo no es fantástico, es sí algo todavía mui limitado, cuando se
considera que el estado natural de plena libertad i suficiente alimento es siempre mas
favorable para la procreación que el artificial i de confinamiento”25.
“en Chile, especialmente en la región central, que comparte sus caracteres con la región
de origen, este roedor ha encontrado un suelo apto para socavar y abundancia de cercas
vivas para protegerse de la persecución de que es objeto por los daños que causa. Se
encuentra aquí tan bien, tan a su gusto que se multiplica prodigiosamente invadiendo los
campos de cultivo con asombrosa rapidez, para lo cual cuenta con el valioso concurso de
la zarzamora, planta invasora que le sirve de guarida inviolable, salvo por el fuego”28.
“el conejo como muchos otros seres orgánicos aclimatados fuera de su país de origen,
ha encontrado en otras regiones de la tierra condiciones tan aptas para prosperar que
han adquirido un grado de rusticidad completamente imprevisto por sus introductores.
Es lo que ha pasado en Chile con el manzano y también con el pez dorado, la galega
como yerba fanagerta i la zarzamora, tres calamidades. En Chile dichas plantas, como el
pez dorado, han hallado en el clima, en la calidad del suelo y en la falta de todos
aquellos agentes naturales que en un sentido u otro se oponen a su multiplicación y
diseminación, condiciones tan favorables a su rusticidad que de seres útiles se han
transformado en nocivos”29.
En otro artículo, Castillo planteaba que “el conejo y la zarzamora no solo han
hallado en Chile fácil aclimatación sino también se han vuelto silvestres de modo
imprevisto hasta el extremo de convertirse en seres altamente perjudiciales para la
agricultura”30.
Al año siguiente, el Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura señalaba,
en un artículo sobre plagas y problemas de la agricultura, que
A pesar del peligro del conejo como especie invasora, los beneficios económi-
cos que se esperaba obtener a partir de la explotación de su piel y de su carne
permitieron considerar a esta especie como una oportunidad para el desarrollo del
país, sobre todo para los pequeños propietarios agrícolas. En efecto, especialmente
a partir de la década de 1920, comienza en la documentación disponible una persis-
tente campaña para introducir la cunicultura como una buena alternativa de desa-
rrollo económico. En 1921, por ejemplo, Carlos Echeverría publicó un manual de
cunicultura en el que señalaba que
“la industria del conejo es una de las pocas que podría fácilmente i en el corto tiempo
convertirse en una verdadera fuente de riqueza para nuestro país y en los momentos
actuales son los más apropiados para su desarrollo ya que no exige gran capital i que
contribuiría poderosamente a resolver en muchos puntos el abastecimiento de carne para
la alimentación ... las personas desocupadas o impedidas para hacer trabajos forzados,
las mujeres que viven en los campos i poblaciones rurales pueden fácilmente cuidar dos
o tres conejos de cría i proporcionarse un alimento mui nutritivo a menor precio”.
“la mayoría de los conejos que se venden en nuestros mercados son los provenientes de
los conejos que viven en libertad i que algunas personas han soltado para que se propa-
guen y poder después dedicarse a la caza sin imaginarse el gran perjuicio que ocasionan
a nuestra agricultura, inutilizando las cosechas i minando los terrenos i aun las casas
para construir sus madrigueras”32.
“la piel de conejo ahora ya ha triunfado y no hay necesidad de disfrazarla bajo otros
nombres para que se les otorgue la estimación que merece. Nuestras damas no tendrán
por que considerar en menos las confecciones con esta clase de pieles, puesto que la
moda más reciente, en los países que la imponen, está a su favor y los mismos persona-
jes reales aceptan llevar pieles de este origen”34.
El Boletín de dicho mes destacó también “la exhibición de conejos hecha en las
vitrinas de Gath y Chaves” y el folleto que se repartía allí sobre los beneficios
posibles de la crianza de conejos para obtener su piel. Los editores del Boletín
planteaban, asimismo, que estas iniciativas del Departamento de Tierras y Coloni-
zación, dependiente del Ministerio de Fomento, eran una prueba del interés por
auspiciar el nacimiento de una lucrativa industria como la de pieles. En consecuen-
cia, exclamaban: “Felicitémonos de que haya llegado la hora en que sea tomada en
cuenta una riqueza del país a la cual no se había mirado en serio hasta ahora”. No
obstante, advertían que no bastaba con la “pequeña industria fácil de establecer en
quintas o terrenos cercanos a las ciudades, sino que es menester ir a la industriali-
zación de explotaciones hechas en grande escala, establecidas con ayuda del Esta-
do, por lo menos en lo que se refiere a la entrega de ciertas porciones de territorio
que se dedicaría exclusivamente a ese fin”. Planteaban además que el Gobierno
debía eliminar los derechos de aduana para los ejemplares vivos que se introduje-
sen al país y, tomando el ejemplo de Estados Unidos y Canadá, conceder “el
arrendamiento de islas a lo largo del litoral chileno, donde las hay en gran canti-
32 Carlos Echeverría, Conejos y conejeras. Lecciones prácticas sobre los medios de manejar esta
industria, 1921, 2-4.
33 “La cría del conejo”, en Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura, Vol. LX, Nº 3,
Santiago, marzo de 1928, 172.
34 “Consejos para la producción de piel”, en Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura,
Vol. LX, Nº 6, Santiago, junio de 1928, 381 y 382.
316 HISTORIA 41 / 2008
35 “Medida indispensable que el Gobierno debe adoptar a favor de la industria peletera nacio-
nal”, en Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura, Vol. LX, Nº 6, Santiago, junio de 1928, 385.
36 “Cunicultura. La explotación del conejo de Angora”, Boletín de la Sociedad Nacional de
Agricultura, Vol. LX, Nº 7, Santiago, julio de 1928, 457.
37 Idem.
38 “La cría de conejos y su reproducción”, en Revista de Ganadería y Agricultura Veterinaria,
Año V, Nº 53, Santiago, 1930, 692.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 317
Hacia fines de la década de 1920 los conejos se hallaban por todo el valle
central. En 1929, por ejemplo, Camacho reconocía como
“un hecho innegable que en algunas partes del país tenemos establecida la plaga del
conejo, que causa perjuicios importantes en las plantaciones, sembrados y praderas. […]
Esta plaga según informaciones que tengo sigue extendiéndose y puede que en fecha no
lejana, sea necesario tomar medidas para evitar que continúe aumentando la superficie
invadida y para controlar la situación en las partes ya invadidas”39.
39 C. Camacho, “El conejo Silvestre”, en Boletín del Departamento de Agricultura, Año I, Nº 10/
12, Santiago, octubre/diciembre de 1929, 3.
40 Chile. Congreso Nacional, Cámara de Diputados, Diario de Sesiones. Publicación Oficial de
la Cámara de Diputados, 41ª sesión ordinaria en 10 de septiembre de 1928, 1.246.
318 HISTORIA 41 / 2008
ción según la cual se pague una prima por la exportación del cuero de conejo
debido a que este animal se ha extendido considerablemente hasta el extremo de
ser una plaga en los campos agrícolas, como sucede en la región de Melipilla”41.
En 1930, Ismael Vicuña, cónsul de Chile en Bremen, envió una nota al Ministe-
rio de Relaciones Exteriores y Comercio en la cual entregaba “antecedentes impor-
tantes sobre la manera que podrá emplearse en nuestro país para atacar la gran
invasión de conejos que está produciendo tan graves daños a la agricultura”. En
este sentido, realizó “un estudio de los sistemas utilizados en Alemania para com-
batir a los conejos silvestres constituidos en plaga para la agricultura”42. A juicio
de Vicuña, en Chile, existía “un peligro gravísimo para la agricultura por los
perjuicios que vienen ocasionando los conejos, y lo peor es que los agricultores
han debido convenir que se hace indispensable no seguir cazando los zorros que
son animales que se comen los conejos. Pero hay que tener presente que son
mortales enemigos de los corderos y de las aves de corral”. Al mismo tiempo,
Vicuña envió a la Sociedad Nacional de Agricultura dos modelos de trampas para
cazar conejos, con sus precios y también otros catálogos referentes a aparatos para
usar gas sulfocarburo, con los precios del aparato y del gas. Finalmente, justificaba
la extensión de su informe “en el entendimiento de que dejo tratada una materia
que ha de servir a los agricultores, quienes están alarmados con los inmensos daños
que reciben de los conejos”43.
Reconociendo la plaga, el 8 de marzo de 1932, mediante el oficio Nº 300, la
Dirección General de Pesca y Caza solicitó al Ministro de Fomento la prórroga por
cinco años de prohibición de caza de las distintas especies de zorros, entre otras
especies nativas, con el objetivo de controlar las poblaciones de conejos44. Pocos
meses después, el 23 de junio de 1932, se dictó el decreto Nº 1.046, ante el cual los
agricultores de la zona central levantaron numerosos reclamos, pues consideraron
que autorizaba bajo ciertas condiciones la caza del zorro, lo que ocasionaría “un
grave peligro para la agricultura […] La extinción o merma de la referida especie
significa anular uno de los medios naturales más eficaces para concluir con la
plaga de conejos y liebres que invaden los campos con grave perjuicio de la econo-
mía nacional”. Además, consideraban que, si bien en el decreto 1.046 se fijaban
normas para compensar los efectos de la apertura parcial de la caza del zorro,
como por ejemplo comercio y exportación de pieles de zorro con la obligación de
exportar al mismo tiempo grandes cantidades de pieles de liebres y conejos, “esta
compensación no corresponde a la magnitud de los daños que se pueden origi-
nar”45. En efecto, la Sociedad Agronómica de Chile había planteado diez días
antes, el 13 de julio, la necesidad de mantener la veda absoluta de caza del zorro,
argumentando que “el solo hecho de que el zorro sea un enemigo poderoso de una
de las más perjudiciales plagas que comienzan a surtir sus efectos en nuestra
agricultura, bastaría para tratar de proteger su existencia por todos los medios
posibles”46. En estas circunstancias, el Departamento de Pesca y Caza del Ministe-
rio de Fomento optó por la derogación del Decreto Nº 1.046, manteniendo “en todo
su rigor los preceptos de la Ley Nº 4.601, en cuanto se refiere a la veda de la caza
del zorro y demás animales protegidos”47. Pocos días después, el Ministerio de
Fomento aprobó el Decreto Nº 1.253, mediante el cual prorrogó “por el término de
tres años a contar desde el 1º de diciembre del año en curso, la prohibición estable-
cida en la letra b) del artículo 2º del reglamento de la ley 4.601”48.
Sin embargo, en 1934, en el valle central la plaga de conejos no cedía. Ese
año Carlos Reed publicó un folleto que denominó Aprovechemos la carne y la
piel del conejo silvestre y con esto contribuiremos al bienestar nacional, en el
que señalaba que
“en los últimos veinte años el conejo en estado silvestre se ha multiplicado extraordina-
riamente en los campos de Chile, y ya va llegando al sur […] la agricultura se lamenta
de los grandes destrozos que este roedor le ocasiona en sus cultivos […] yo atribuyo un
valor extraordinario desde el punto de vista de la salud de nuestro pueblo, a la aclimata-
ción del conejo en estado silvestre, en los campos de Chile […] el campesino antes no
comía carne […] ahora con la multiplicación del conejo, la carne entra en la dieta diaria
de los campesinos y también de los habitantes de las ciudades”49.
Reed había podido constatar que “más de cien mil conejos muertos, cazados
con trampas o con perros, llegan mensualmente durante los meses de invierno, a la
ciudad de Santiago, para ser vendidos en los diversos mercados. En un solo día, en
el año 1933, según pude informarme, entraron a Santiago más de cinco mil conejos
muertos”. Por lo tanto, “la carne de conejo se vende a bajo precio en Santiago”.
Luego recomendaba una serie de recetas de conejo, para concluir que
“el pueblo chileno, haría obra patriótica si consumiera mas carne de conejo y procurara
reemplazar, hasta cierto punto, con esta carne, la de vaca, cordero y gallina […] que su
consumo aumente en todos los hogares de Chile y con esto pues disminuirá la plaga de
conejos en los campos y el pueblo estará mejor nutrido, habrá menos consumo de carne
de vacuno importado y además las pieles de conejos debidamente secadas podrán ser
mejor aprovechadas por la industria peletera nacional y también como un articulo im-
portante de exportación”50.
“proteger estos animales de la tenaz persecución que venían siendo objeto y evitar la
extinción de especies que propagadas en forma conveniente podían llegar a constituir
una gran riqueza económica para el país; y por lo que respecta al zorro un elemento de
defensa natural a la invasión de las liebres y conejos de las propiedades agrícolas del
centro y sur de nuestro territorio. La veda establecida por el reglamento y decretos
posteriores se ha mantenido hasta hoy con ligeras excepciones, lo que ha hecho que
todos los años, los comerciantes en pieles hayan recurrido al ministerio del digno cargo
de US., pidiendo la suspensión temporal de ella en esta misma época, o sea la del
invierno, que es cuando los animales de que se trata adquieren la plenitud de su valor en
lo que se refiere a la calidad de su pelaje. A este respecto, y toda vez que en las
provincias de Coquimbo y Atacama no hay plagas de liebres y conejos que combatir y
el zorro, en esa zona, constituye en realidad un peligro para las crías del ganado lanar y
cabrío y aun para la especie cada vez más extinguida, de chinchilla, opina esta dirección
que no habría inconveniente en otorgar ese permiso hasta el 31 de agosto, próximo,
previa inscripción de los cazadores y pago de carné correspondiente en las gobernacio-
nes que procedan [...] en cuanto a lo que se refiere a la caza del zorro en la zona
comprendida entre las provincias de Aconcagua al sur, y a pesar de lo que afirman los
solicitantes de que la caza de este animal les serviría de estímulo para dar al mismo
tiempo una batida en regla a los roedores (liebres y conejos) que invaden los campos,
considero que esta materia es digna de un mayor estudio y que para resolverla, sería
preciso consultar previamente al Ministerio de Agricultura”53.
“el zorro era un valioso elemento de defensa natural contra la invasión de liebres y
conejos en las propiedades agrícolas del Centro y Sur de nuestro territorio. Los conejos
y las liebres son una plaga desde la provincia de Aconcagua hasta la de Cautín, inclusi-
ve, de modo que desde este punto de vista todo lo que se haga por conservar los zorros
será solamente en beneficio de nuestra agricultura. Los daños que puedan causar estos
animales creo que no pueden tomarse en cuenta al lado de los perjuicios causados por
los roedores mencionados; además los agricultores pueden fácilmente tomar precaucio-
nes para impedir este daño que puedan causar los zorros. La opinión del suscrito con
respecto al zorro es por lo tanto que desde la provincia de Aconcagua hasta Cautín
inclusive, no se permita su caza, haciéndose por el contrario más estricta la veda exis-
tente, a fin de evitar todo comercio clandestino de pieles de zorro. Me permito aun
insinuar que deben confiscarse todas las pieles que existen almacenadas en los fundos,
de animales cazados durante la veda, y que están en espera de que se abra el permiso
para exportar, para poder venderlas. Si no se toma esta precaución los períodos de veda
resultan completamente inútiles pues los mayordomos y otros empleados en los fundos
continúan cazando zorros y guardan los cueros hasta el momento en que su venta sea
permitida. Por lo que respecta a las provincias de Coquimbo y Atacama y al sur de la
provincia de Cautín donde el problema de los conejos prácticamente no existe, no veo
inconveniente para que se de la autorización pedida”54.
53 Idem.
54 Idem.
322 HISTORIA 41 / 2008
“se multiplicaron los zorros en tal abundancia, que, si bien es cierto que se ha logrado
reducir la plaga de conejos, a su vez, ya no encuentran alimento suficiente, por lo que
se han lanzado a la caza de ganado lanar, como lo asevera el informe Ministerio de
Agricultura. Es, por lo tanto, llegado el momento de dar libre la caza del zorro, en la
forma como lo establece el reglamento de la Ley de Caza en su articulo 1º, dejando
solo subsistente la veda total que establece por espacio de cinco años, el decreto
1.745, de 21 de agosto de 1942, en la pequeña zona comprendida entre los ríos
Mapocho y Maipo”59.
55 Idem.
56 Idem.
57 Ibid., Vol. 1968. Decreto Ley 1.745, 21 de agosto de 1934.
58 Ibid., Vol. 15. Expediente Decreto Ley Nº 618, 16 de agosto de 1943.
59 Idem.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 323
“zorros plateados, azules y grises y otros animales de piel fina, una especie en cada
isla, donde encontrarían el alimento necesario para su sustento, en forma de liebres,
conejos y cabritos. Una vez que se hubieren multiplicado esos animales pelíferos,
sería llegado el momento de la labor directa del hombre, quien, desde el primer día
encontraría animales que le proporcionarían valiosas pieles y ganancias consiguientes
inmediatas”63 .
Rafael Housse, por su parte, señalaba que el zorro culpeo se alimentaba de “los
mamíferos de reducido tamaño incapaces de resistirles: todas las especies de ratas,
liebres y conejos de cualquiera edad, vizcachas, cabritos, corderos, pudúes y ca-
sualmente gatos domésticos”. Según Housse, los posibles daños que podía causar
el zorro culpeo en los animales domésticos que devora:
“en realidad no son muchos sus estragos, por lo mismo que la especie vive comúnmente
en partes apartadas y silvestres que no frecuentan el ganado menor y que distan de las
60 Idem.
61 Carlos Schneider, “Catálogo de los mamíferos de la provincia de Concepción”, en Boletín de
la Sociedad de Biología de Concepción, tomo XXI, Concepción, 1946, 76.
62 AN.FMF, Vol. 1976. “Repoblación de las islas australes”.
63 “Detengamos el exterminio de nuestras especies”, en Pesca y Caza, Año II, Nº 2, Santiago,
marzo de 1943, 28.
324 HISTORIA 41 / 2008
viviendas humanas. Estos daños son muy inferiores a los beneficios que el culpeo
reporta al hombre por la cantidad enorme de liebres y conejos, crías y adultos, que
destruye preservando los campos de los destrozos. Así lo proclama la experiencia:
donde la gente inconsiderada ha mermado o exterminado a los culpeos, allí cundieron
en tal forma los conejos y liebres que inutilizaron las siembras y acabaron con los
cultivos. Lo propio sucedió en la cuenca del río Claro, al este de Molina, en los años
1928-1930. Por codiciar el valor comercial de las pieles dedicándose los montañeses a
la matanza de culpeos, de resultas de esa aberración los leporidos se multiplicaron de tal
forma que invadieron las laderas y quebradas cordilleranas y rebasaron el valle central,
siendo incontenible tan funesta plaga”64.
Never Bonino y Reinaldo Gader señalan, por su parte, que entre 1945 y 1950
se vieron por primera vez conejos en Argentina, en la provincia de Neuquén y
más precisamente en la localidad de Andacollo. Los autores plantean que estos
conejos “provinieron casi con seguridad de Chile, ya que en el sector chileno a
igual latitud, se encontraban establecidas poblaciones de esta especie, y en esta
zona existen numerosos pasos que cruzan la cordillera con una altitud que de
ninguna manera constituye un impedimento para el avance de los conejos” 65. Por
su parte, John Keever Greer realizó observaciones de mamíferos en la provincia
de Malleco entre 1960 y 1962 y estimó que el conejo se distribuía “a todo lo
largo de la provincia de Malleco, exceptuando las partes altas de la cordillera de
los Andes” 66.
Por otra parte, las estadísticas sobre pieles de conejos y zorros exportadas por
Chile nos indican que efectivamente disminuyó el número de pieles de zorro envia-
das al extranjero, lo cual es evidencia de una menor cacería, producto de las
restricciones impuestas por la ley de caza de 1929. Sin embargo, el número de
pieles de conejos exportadas aumentó notablemente, al menos hasta la década de
1960, alcanzando un máximo de 479.031 pieles exportadas en el período 1950-
1954. En este sentido, los números indican que no existiría una correlación directa
entre el aumento de la población de zorros y la disminución de la población de
conejos, pues a pesar de disminuir la exportación de pieles de zorros, la exporta-
ción de pieles de conejos fue en aumento. Esto obedecería, con los antecedentes
disponibles hacia 1960, a dos factores señalados en este trabajo. Por un lado, el
fomento de la cunicultura mencionado precisamente para aquel período y, por otro,
la expansión de la presencia del conejo silvestre en Chile central.
TABLA 1
67 José A. Iriarte y Fabián M. Jaksic, “The fur trade in Chile: an overview of seventy years of
export data (1910-1984)”, en Biological Conservation, Vol. 38, Barking, 1986, 247.
68 Fabián M. Jaksic y José Yáñez, “¿Quién controla las poblaciones de conejos introducidos?”,
en Medio Ambiente, Nº 4, Valdivia, 1980, 43.
326 HISTORIA 41 / 2008
Desde otro punto de vista, solo nos queda plantear que, a pesar de este equivo-
cado y reiterado pensamiento analógico, que trasplantaba el rol de los zorros espa-
ñoles en el control de los conejos peninsulares a la capacidad intrínseca de los
zorros chilenos para controlar la plaga de esta especie exótica en el país, las
especies de zorros nacionales posiblemente fueron resguardadas por las institucio-
nes del Estado, permitiendo, al menos, disminuir el proceso de extinción en que se
hallaban antes de la ley de pesca y caza de 1929. Efectivamente, como lo denotan
las demandas de los cazadores del valle central, con esta ley se puso una serie de
cortapisas para la exportación de pieles de zorros, que se redujo sustantivamente
tal como lo demuestra la estadística en la Tabla 1. Así, el mito que ha reputado a
los zorros chilenos como voraces comedores de conejos, se construyó sobre la base
de suposiciones y no sobre una plataforma científica con datos cuantificados sobre
la dieta efectiva de estos depredadores. En todo caso, afortunadamente esta suposi-
ción y mitificación permitió la aplicación más férrea de una institucionalidad que
reguló la caza del zorro y de otras especies en el país y que intentó impedir o
dificultar al máximo la exportación de sus pieles, a raíz, en este caso, del supuesto
rol ecológico que cumplían.
69 Pedro Arentsen, “Control Biológico del Conejo”, en Boletín Ganadero, Nº 43, Punta Arenas,
1954, 4.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 327
TABLA 2
1948, un pertinente artículo titulado “Una advertencia a Chile”, escrito por el señor
Jorge Mulgrue y aparecido en la revista Imperial Review. Este artículo, Mulgrue
planteaba que:
“desde hace varios años a esta parte y debido a la caza implacable y sin control y el
libre comercio de cueros, plumas, pelos de zorros, chingues, quiques, gatos monteses y
pajeros, águilas, aguiluchos, etc., se ha ocasionado la desaparición de estas especies y la
multiplicación desmedida de otras como ser el conejo cuya multiplicación es asombrosa
con el consiguiente desequilibrio de la naturaleza, originando la verdadera plaga del
conejo que está talando todos los campos destinados a la crianza de los ovejunos”76.
73 Jorge Mulgrue, “Una advertencia a Chile”, en La Prensa Austral, Punta Arenas, 19 de junio de
1948.
74 “Plaga de Conejos invade Tierra del Fuego”, en Boletín Ganadero, Año I, Nº 5, Punta Arenas,
abril de 1950, 2.
75 Idem.
76 “Campaña nacional contra plaga de conejos”, en Boletín Ganadero, Año I, Nº 7, Punta Are-
nas, julio de 1950, 21.
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77 “Labor Directiva”, en Boletín Ganadero, Año I, Nº 6, Punta Arenas, mayo de 1950, 23.
78 AN.FMF, Vol. 280, Expediente Decreto Ley Nº 757, 13 de julio de 1950.
79 Idem.
80 Ibid., 23 de junio de 1950.
81 Arentsen, op. cit., 6.
330 HISTORIA 41 / 2008
“no era una panacea infalible ya que había estudios efectuados por bacteriólogos e
inmunólogos que comprobaban que se podía producir en el animal una resistencia
bastante notable al virus y cuando lleguemos a este estado de cosas deberemos recu-
rrir a todos los medios posibles como son los perros, armas de fuego, venenos, etc. y
establecer el equilibrio natural de la isla mediante los predadores que atacan al conejo
y la acción del hombre para llegar a un control efectivo de la plaga. En las circunstan-
cias actuales parece necesario, en forma imperativa, la colocación de mallas para
defender tanto los campos erradicados, como así también, para continuar la lucha en
áreas más pequeñas, haciéndose de esta manera más efectiva la infestación y mortali-
dad de los conejos”84 .
82 Ibid., 22.
83 “Campaña enérgica contra la plaga de conejos”, en Boletín Ganadero, Año IV, Nº 44, Punta
Arenas, diciembre de 1954, 10.
84 Elías Sabat, “La mixomatosis no es una panacea infalible”, en Boletín Ganadero, Nº 45, Punta
Arenas, 1955, 23.
85 Arentsen, op. cit., 14.
86 “Foro público contra la plaga del conejo”, en Boletín Ganadero, Año IV, Nº 40, Punta Arenas,
abril de 1954, 8.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 331
aquel que viera conejos en sus campos o vecindad que persiga intensamente a los
mismos para destruirlos sin piedad”87. Marco Davisón, director de la Unión de
Pequeños Ganaderos de Magallanes, por su parte, recordaba que el conejo había
llegado hace algunos años y se debía solamente al “espíritu aventurero y deportista
exótico” de un hombre que, para
“producirse distracción de caza fácil y abundante se le ocurrió traer a esta región unas
parejitas de conejos, largándolas al campo y ahora nos hallamos ante el pavoroso hecho
de que se pueden estimar en millones, es decir, 10 conejos por cada oveja, el año que
viene ya habrá 20 conejos por cada oveja y a los años de 20 a 40, de modo que si no se
toman cartas en el asunto de inmediato se puede adelantar que Tierra del Fuego se
transformará en muy breve plazo en una bola de billar”88.
La situación era percibida por los ganaderos de Tierra del Fuego como de
“extrema gravedad”. El conejo había afectado los campos, que presentaban “claros
signos de erosión, en algunos casos, y si bien es cierto, esta erosión apenas se
insinúa no es menos cierto que terminaran por erosionarse en forma definitiva de
continuar de esta manera”. Por otra parte el conejo también había afectado a la
población ovina, pues
“en la lucha biológica entre el ovino y el conejo, gana este último siempre, ya que está
favorecido por una larga lista de factores, como ser su gran proliferación, gran rustici-
dad, gran sanidad y aún la misma viveza del animal. De esta manera afectó a la pobla-
ción ovina, disminuyendo su número, disminuyendo su producción, disminuyendo su
calidad zootécnica en un 20, 30, 40 y más por ciento según los casos”.
Las 9.290 hectáreas del archipiélago de Juan Fernández fueron declaradas par-
que nacional en 1935, el cual se encuentra bajo la tutela administrativa de la
Corporación Nacional Forestal. En 1977, el archipiélago fue nombrado por la
UNESCO como Reserva Mundial de la Biosfera, reconociendo de esta manera este
valioso ecosistema que se caracteriza por el alto grado de endemismo de sus espe-
cies vegetales. A pesar de encontrarse protegido y bajo la administración de CO-
NAF , Francisco Sáiz y Patricio Ojeda señalan que la isla Robinson Crusoe “ha sido
campo de las más inverosímiles introducciones de especies, muchas de las cuales
se han convertido en graves plagas, transformando profundamente el ambiente de
la isla, tales como ganado doméstico, zarzamora, maqui, trun, zorzal, cabra, coatí,
conejo, etc.”94. Entre estas invasiones a la isla, Sáiz y Ojeda destacaban los cone-
jos, que eran importantes cooperadores de la acción de deterioro ejercida por el
ganado, así como otros factores, tales como la construcción de caminos vehicula-
res, la corta de árboles y la introducción de otras especies animales y vegetales.
Las informaciones disponibles indican que el conejo europeo (Oryctolagus cu-
niculus), fue introducido en la isla Robinson Crusoe en la década comprendida
entre 1930 y 1940, más precisamente en 193595 o 193696, con la finalidad de criar
“este lagomorfo asuela la vegetación que cubre los suelos de algunos lugares de Robin-
son Crusoe, tales como “Puerto Inglés”, “Puerto Francés”, “Villagra” y “Plazoleta del
Yunque”. En Alejandro Selkirk los isleños aseguran haber visto algunos hace años.
Nosotros tratamos de comprobar la posible presencia de estos animales recorriendo gran
parte de la isla, con resultado negativo. Por otra parte, constatamos la presencia de
gatos domésticos en estado salvaje, por lo que estimamos difícil encontrar conejos en la
actualidad. Sin embargo, Mann asegura haber observado algunos ejemplares en las
cercanías de la “Quebrada de las Casas”, animales que habrían sido introducidos recien-
temente por los isleños con el objeto de practicar la caza. Actualmente en la isla Santa
Clara existe una gran población de conejos, los que son naturalmente controlados por el
“nuco” (Asio flammeus suinda)”98.
“en las islas Santa Clara y Robinson Crusoe, su población es muy numerosa aproxima-
damente 7.000 ejemplares como promedio y fluctúa grandemente año tras año, repre-
97 Patricio Ojeda, Hernán González y Guillermo Araya, “Erradicación del conejo europeo (Oryc-
tolagus cuniculus Linnaeus, 1758) desde la Isla Santa Clara, Archipiélago de Juan Fernández”, Infor-
me Técnico N°48, CONAF, diciembre de 2003.
98 D. Torres y A. Aguayo, “Algunas observaciones sobre la fauna del archipiélago de Juan
Fernández”, en Boletín de la Universidad de Chile, Nº 112, Santiago, junio de 1971, 34.
99 Guillermo Mann, “Observaciones sobre el estado actual de algunos representantes de flora y
fauna en el Parque Nacional Juan Fernández”, en Boletín del Museo Nacional de Historia Natural, Nº
34, Santiago, 1975, 211.
100 CONAF, Plan de Manejo Parque Nacional Juan Fernández, CONAF, 1976.
334 HISTORIA 41 / 2008
101 Guillermo Mann, “Análisis del Plan de Manejo y situación actual del Parque Nacional Juan
cias, ya que la plaga de conejos dañaba severamente las especies nativas de las
islas, destruyendo plántulas y brotes tiernos105.
En el año 2005, la CONAF buscaba financiamiento en el Fondo del Medio Am-
biente Mundial de las Naciones Unidas, para realizar estudio por un monto de 1,6
millón de dólares, cuyo objetivo era fijar acciones para conservar la flora y fauna
nativa en peligro de extinción en la isla y erradicar a los animales que amenazaban
la biodiversidad local. Según explicaba el director de CONAF de la V Región, Mario
Gálvez, la primera parte de la iniciativa consistía en realizar una evaluación del
estado de conservación de las especies y ecosistemas terrestres y marinos del
archipiélago. Por otra parte, se buscaba proponer un modelo para erradicar estas
especies, por medio de capturas cuya efectividad sea superior a las capacidades de
reproducción106. En octubre de 2005, Aarón Caviedes y Guillermo Araya señala-
ban la importancia de este proyecto, pues el archipiélago albergaba un alto porcen-
taje de especies endémicas que transformaban al lugar en uno de más ricos del
planeta en cuanto a biodiversidad. En particular, una de las principales preocupa-
ciones la constituía la presencia del conejo, que incluso había llegado hasta las
partes más altas de la isla, es decir, a las zonas las mejor conservadas. En este
sentido, el guardaparque de CONAF Guillermo Araya señalaba que, “en lugares de
difícil acceso como El Yunque, se han encontrado muestras de fecas, lo que es un
indicador de su presencia”107.
Después de más de setenta años desde su introducción, los conejos siguen
asolando el archipiélago y causando graves perjuicios a los ecosistemas isleños,
con su variada gama de especies endémicas. Evidentemente, la caza ha demostra-
dor ser insuficiente como método de control de los conejos en las islas Juan Fer-
nández.
105 E. Bellido, “Plagas devoran Juan Fernández. Animales y vegetales exóticos amenazan equili-
“enorme daño que ocasiona el conejo silvestre en la reforestación, ha sido una de las
causas principales de dedicar recursos y esfuerzos por parte de la Corporación Nacional
Forestal para estudiar y aplicar técnicas avanzadas de control racional de este animal
[...] al cabo de cincuenta o más años el conejo silvestre está ocupando prácticamente
todos los ambientes donde de una forma u otra le ha sido posible llegar y aclimatarse, a
excepción de algunas regiones altoandinas, área norte de la provincia de Magallanes y
provincia de Aysén” 111.
De acuerdo con los antecedentes que disponían, señalaban que el conejo silves-
tre alcanzaba su mayor importancia entre las provincias de Los Andes, por el norte,
y Malleco, por el sur, y suponían que “la especie tiene como límite norte de
distribución el valle del Limarí. Se ignora si este ha constituido una limitante
ecológica o meramente física”. A juicio de los autores del estudio, el método más
adecuado de erradicación en Chile continental consistía en la aplicación de mo-
nofluoracetato de sodio 1.080, “a pesar de su alta peligrosidad para el hombre y
los animales domésticos”112.
En este marco, en febrero de 1977, la revista El Celarauco, de la empresa de
Celulosa Arauco, señalaba que “uno de los enemigos más implacables es el temido
conejo silvestre, capaz de destruir hasta el 100% de una plantación de pino insig-
ne”. Más adelante indicaba que “se calcula que la población estable sube de los
cinco millones y que, en determinadas épocas del año sobrepasa los treinta millo-
nes de ejemplares [...] en las zonas afectadas puede haber entre 4 a 15 conejos por
108 Jaime Péafur et al., “Estudio preliminar de mamíferos silvestres chilenos: su distribución,
113 “Se le acabó la suerte al conejo: Se le acusa de destructor de plantas de pino”, en El Celarau-
ción, ya que habían demostrado ser ineficaces en Chile. Respecto de los métodos
químicos, señalaba que diversos ensayos de control de lagomorfos en plantaciones
forestales, con anticoagulantes de segunda generación, habían entregado muy bue-
nos resultados, siendo incluso mejores que los obtenidos por el monofluoracetato
de sodio 1.080. Según sus pruebas, recomendaba la utilización de bloques parafi-
nados de brodifacoum, conocido también como klerat, ya que tenía buena acepta-
ción entre los lepóridos, ejerciendo un eficaz control contra el daño y disminuyen-
do el riesgo, tanto para hombres como para animales beneficiosos, ya que posee
antídoto y su dosis letal es elevada119.
El año 2002, Ovalle, Ojeda y Skewes señalaban que el tagasaste (Chamaecyti-
sus proliferus palmensis) fue introducido en Chile, el año 1988, por el Instituto de
Investigaciones Agropecuarias (INIA), como parte de un proyecto de búsqueda y
selección de arbustos y árboles forrajeros que contribuyesen al mejoramiento de la
producción ganadera en las zonas de secano. Sin embargo “una de las limitantes de
mayor importancia en el establecimiento del tagasaste es el daño provocado por
lagomorfos (conejos y liebres), en el período comprendido entre la plantación y el
primer año de vida de la planta”120. Lo cual nos indica que en el siglo XXI el
conejo sigue siendo una plaga en Chile central, en tanto problema para la silvicul-
tura y el hombre, y que las dificultades para controlar su excesivo crecimiento
poblacional persisten.
CONCLUSIONES
El conejo europeo fue introducido en Chile en una fecha incierta. Las primeras
referencias sobre la existencia de conejos en el país son de mediados del siglo
XVIII y fueron realizadas por el abate Molina, para describir a los europeos ciertas
especies chilenas como los cuyes y las vizcachas. En el siglo XIX, varios autores
se refieren a la existencia de conejos y conejares en Chile central. Algunos aconse-
jan la crianza de este animal por sus beneficios económicos, mientras que otros
advierten sobre los peligros que para la agricultura podía significar la aclimatación
de esta especie. No es posible establecer si el asilvestramiento del conejo fue
intencional o casual. ¿Se escaparon los conejos de los planteles de cunicultura? o
bien ¿fueron liberados a los campos en forma intencional para practicar la caza y
obtener carne y pieles? Las fuentes manuscritas no han dejado huella sobre estas
interrogantes.
Lo cierto es que, a principios del siglo XX, muchos observadores comenzaron
a advertir de los peligros que entrañaba el “conejo en libertad”. Es posible presu-
mir que muchos conejares no habían sido construidos bajo estrictas normas de
seguridad, y que ello se comenzó a notar especialmente en la segunda mitad de la
119 Idem.
120 C. Ovalle, F. Ojeda y O. Skewes, “Evaluación de distintos métodos de prevención de daño
causado por lagomorfos en plantaciones de tagasaste (Chamaecytisus proliferus ssp. palmensis)”, en
Agricultura Técnica, Vol. 62, Nº 3, Santiago, julio 2002, 396.
PABLO CAMUS, SERGIO CASTRO y FABIÁN JAKSIC / EL CONEJO EUROPEO EN CHILE 339
década de 1920. Desde entonces, la presencia del conejo como plaga es descrita,
a veces con dramatismo, en Chile central, Tierra del Fuego y el archipiélago Juan
Fernández. Frente a esta realidad, el Estado respondió formulando políticas pú-
blicas que han intentando detener la plaga de conejos. En la década de 1930, se
vedó la caza de los zorros, lo cual permitió la protección de estas especies y la
desarticulación de buena parte de la industria peletera nacional. No obstante, tal
como se comprobó décadas después, los zorros chilenos se alimentan solo margi-
nalmente de conejos, pues se encuentran mejor adaptados para depredar otros
animales nativos, lo cual nos indica que esta política fue fundada sobre bases
erradas y que no debió tener resultados. Posteriormente, la industria forestal
debió recurrir a un potente y peligroso veneno, que no tiene antídoto en caso de
envenenamiento humano. Persisten, entonces, las dificultades para controlar esta
especie invasora en Chile central.
En la actualidad, existen evidencias de que el problema del “conejo en libertad”
en Chile central no ha sido resuelto en forma definitiva. En el caso de Tierra del
Fuego, después de una alarma generalizada que incluyó la llegada a la zona de
cazadores, trampas, venenos y depredadores, el Estado implementó exitosamente la
introducción del virus mixoma, entonces ampliamente reconocido en el ámbito
mundial por su eficacia para controlar el crecimiento desmedido de las poblaciones
de conejos. En el archipiélago de Juan Fernández, tras años de financiamiento
internacional y esfuerzos nacionales, los conejos siguen siendo una especie difícil
de controlar.
Las disputas por el mar: bienes comunes, pescadores artesanales y
pesca industrial. El caso de la caleta Cocholgüe en el litoral centro
sur de Chile a mediados del siglo XX. Sea Dispute: Common Property,
Artisanal Fisheries and Industrial Fishing. The Case of Caleta Cocholgüe in
South Central Chile in the Mid Twentieth Century. Pablo Camus,
Rodrigo Hidalgo y Enrique Muñoz. Población & Sociedad [en línea],
ISSN-L 0328 3445, Vol. 23 (2), 2016, pp. 91-114. Puesto en línea en
diciembre de 2016.
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Camus-Hidalgo-Munoz.pdf
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Las disputas por el mar: bienes comunes,
pescadores artesanales y pesca industrial. El caso
de la caleta Cocholgüe en el litoral centro sur de
Chile a mediados del siglo XX
Pablo Camus
Rodrigo Hidalgo
Enrique Muñoz
Resumen
Partiendo desde la historia ambiental enfrentamos la historicidad del mar,
estudiando el desarrollo de las transformaciones de las relaciones entre el
hombre y el mar. La presente investigación estudia la historia de la pesca en
Chile a mediados del siglo XX (en un contexto global de fomento de la pesca
industrial). Analizamos la relación entre pescadores artesanales e industriales
y el problema de la definición de los derechos de propiedad. De mediador
central se situarán las instituciones políticas. En este marco, destacan los
pescadores artesanales quienes desarrollaron una fuerte conciencia de los
desafíos legales, ecológicos y económicos, desplegando diversas tácticas de
adaptación y resistencia.
Palabras clave: bienes comunes; pescadores libres; pesca industrial; caleta
Cocholgüe
Abstract
From environmental history we move to the historicity of the sea, especially
the changes in the relationship between man and the sea over the years. This
research study focuses on the history of fishing in Chile in the mid-twentieth
century (in a global context of commercial fishing encouragement). We
analyze the relationship between artisanal and commercial fisheries and the
right to property definition problems. Political institutions acted as mediators
whereas artisanal fishermen played a key role in raising awareness of legal,
ecological and economic challenges by deploying distinctive resistance and
adaptation tactics.
Keywords: common property; artisanal fishing; commercial fishing; Caleta
Cocholgüe
Introducción1
En los últimos años el mar se ha vuelto un problema mediático ante
el declive de los recursos marítimos alrededor del mundo. Detrás de
esta situación yace la historia de cómo el hombre se relaciona con el
medio ambiente marítimo. Desde tiempos inmemoriales se caracterizó
al mar como un objeto intemporal, y por lo mismo ajeno a los efectos
que el hombre podía causar sobre él, en tanto su inmensidad parecía
garantizarle un status de fenómeno a-histórico. La actual fragilidad es
la cara contrapuesta que distintos investigadores de las ciencias
sociales se han volcado a comprender y explicar. Lamentablemente
muchas de las investigaciones no se preguntan por el proceso mismo
de transformación que ha llevado a la situación actual. Por lo tanto,
urge dotar de historicidad al mar para comprender la evolución de su
relación con el ser humano a lo largo del tiempo. De esto se desprende
la posibilidad de dilucidar las dinámicas de desenvolvimiento de los
actores involucrados. Sin entender la historia detrás de las
transformaciones es improbable que logremos comprender a
cabalidad sus causas, pero aún más importante es el hecho de que sin
poseer una perspectiva de larga duración nos será muy difícil, por no
decir imposible, elaborar políticas públicas coherentes para el futuro
(Bolster, 2006).
La historia de la pesca se caracteriza por ser un área de
convergencia interdisciplinaria donde confluyen la economía, la
sociología, los estudios medio ambientales (Armiero, 1998). Uno de los
ejes de la presente investigación se centra en el hecho mismo de los
recursos naturales marítimos y sus formas de apropiación en tanto
bien común. Las luchas por la definición y la naturaleza del régimen
de propiedad del mar provocan una serie de conflictos a lo largo del
tiempo donde se entrecruzan la naturaleza y la historia. Al pensar en
la transformación de los océanos se vuelve un tema central el
desarrollo del capitalismo y de sus modos de acumulación, donde el
capitalismo ha sido la mayor fuerza de cambio medio ambiental en la
historia (Worster, 1990).
Entonces, estudiar el mar significa preguntarse por los distintos
grupos y su desempeño a la hora de la explotación del mismo. Es
sumamente importante destacar que las características biológicas del
mar (dependiente del equilibrio de un ecosistema muy dinámico) y
espaciales (los peces se desplazan libremente) lo hacen un tipo de
recurso natural único a la hora de definir sus derechos de propiedad
(Mansfield, 2004). Ante las complejidades técnicas y biológicas al
momento de definir los derechos de propiedad en el mar, las políticas
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Consideraciones finales
Ahora podemos establecer que la historia de la pesca en Chile
confirma ciertos patrones ya vistos en otras latitudes. Especialmente el
problema de los derechos de propiedad y los desafíos que implica
establecer éstos en un medio ambiente de complejidad mayor como es
el mar. Con Durrenberger y Pálsson (1987) vimos que la
territorialización de las áreas costeras sólo puede entenderse dentro de
un contexto socioeconómico total al que pertenecen estas reglas. Por lo
tanto, nuestro estudio abordó por un lado la articulación de lo local y
lo global, estudiando a las instituciones del Estado de Chile, los
pescadores industriales y los pescadores artesanales.
El papel jugado por el Estado de Chile, en especial CORFO desde
la década de los ‘60, fue el de promover el desarrollo de la industria
pesquera mediante distintos mecanismos como subsidios, exenciones
y créditos, dentro de un contexto global que clamaba la
industrialización de los mares para alimentar al mundo. Pero tal como
se vio, el rol que juega el Estado no se queda sólo en la promoción de
la industria, sino que tempranamente se transforma en el mediador a
la hora de establecer los derechos de propiedad de los recursos del
mar. No deja de ser decidor que el Estado no haya previsto los
conflictos que sus políticas iban a provocar, lo que muestra la
insuficiencia de la promoción de la pesca industrial sin integrar de
manera coherente lo local. El caso de Chile coincide con la situación en
Baja California, México (Young, 2001) vista supra. El Estado y sus
distintas políticas sobre el mar se caracterizaron por ser de corto
alcance temporal y sin una coordinación integral entre ellas, situación
que provocó innumerables conflictos entre los actores y promoviendo
de manera no intencionada la sobreexplotación.
Mirada de corto plazo, no solo proveniente del Estado sino que
característica de la industria pesquera de Chile y sus lógicas de
acumulación. Los industriales desarrollaron una industria pensada en
el ámbito del comercio internacional, favoreciendo las lógicas de
circulación globales. El producto principal de la industria fueron las
harinas (siguiendo los lineamientos internacionales de la FAO), un
producto de bajo valor agregado basado en la pesca de arrastre que no
hace mayores distinciones de tamaño, edad o especie, es decir, sin
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Referencias
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110
Pablo Camus, Rodrigo Hidalgo, Enrique Muñoz. Las disputas por el mar
111
Población & Sociedad, ISSN-L 0328 3445, Vol. 23 (2), 2016, pp. 91-114
112
Pablo Camus, Rodrigo Hidalgo, Enrique Muñoz. Las disputas por el mar
Notas
1 Proyecto FONDECYT N° 1150331, La “tragedia de los comunes” en los mares y litorales
de Chile central. Hacia una historia de las relaciones humanas con los ambientes y
ecosistemas marinos y costaneros s. XIX y XX.
2 Archivo Nacional de Chile (ANCh), Ministerio de Industrias y Obras Públicas (MIOP). Año
s.f.
5 ANCh, MOP. Año 1919, Vol. 2929, s.f.
6 ANCh, Fondo Ministerio de Hacienda (FMH). Año 1913, Vol. 4773, s.f.
7 ANCh, MOP. Año 1912, Vol. 2507, s.f.
8 Ver: Food and Agriculture Organization (1952), Informe al gobierno de Chile sobre peces
alimenticios de Chile. Roma: FAO. De Buen, F (1953). Las familias de peces de importancia
económica. Santiago, Chile: Oficina Regional de la FAO. González, C (1954). Higiene y
sanidad de los productos pesqueros. Santiago, Chile: Oficina Regional de la FAO. López, A
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subproductos. Santiago, Chile: Oficina Regional de la FAO. Ministerio de Educación de
Chile & Oficina coordinadora de la FAO Fomento Consumo Pescado (1953) Nuestro
pueblo y el consumo de pescado. Santiago, Chile: MINEDUC.
9 ANCh, Ministerio de Agricultura (MA). Año 1954, Vol. 1026, s.f.
10 ANCh, MA. Año 1954, Vol.1026, s.f.
11 ANCh, MA. Año 1954, Vol.1026, s.f.
12 ANCh, MA. Año 1959 Vol. 1321, s.f.
13 ANCh, MA. Año 1959 Vol. 1321, s.f.
14 ANCh, MA. Año 1960, Vol.1322, s.f.
15 Decreto con Fuerza de Ley (DFL) Nº266 del 6 de abril de 1960. Ver
http://www.leychile.cl.
16 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
17 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
18 Síntesis de entrevistas realizadas por Romina Monsalve en el contexto del proyecto
FONDECYT N° 1150331, “La “tragedia de los comunes” en los mares y litorales de Chile
central. Hacia una historia de las relaciones humanas con los ambientes y ecosistemas
marinos y costaneros. s. XIX y XX”.
19 Síntesis de entrevistas realizadas por Romina Monsalve en el contexto del proyecto
FONDECYT N° 1150331, “La “tragedia de los comunes” en los mares y litorales de Chile
central. Hacia una historia de las relaciones humanas con los ambientes y ecosistemas
marinos y costaneros. s. XIX y XX”.
20 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
21 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
22 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
23 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
24 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
25 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
26 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
27 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
28 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
29 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f.
30 ANCh, MA. Año 1969, Vol.1809, s.f..
113
Población & Sociedad, ISSN-L 0328 3445, Vol. 23 (2), 2016, pp. 91-114
114
ESPECIAL: CONFLICTOS MINEROS
La insustentabilidad
del boom minero
chileno:
política y medio
ambiente,
1983-2003
Mauricio Folchi D*
26 - 2003 23
Gráfico Nº1
Gráfico Nº 1
Gráfico Nº2
Gráfico Nº 2
Producciónchilena
Producción chilena de
de cobre,
cobre,1950-2001
1950-2001
Principales
Principales paísespaíses productores de cobre,
productores 1981-2001 1981-2001
de cobre,
(Producción
(Producción anualanual
enen Miles
Miles de de
T.M. T.M.
en cobre
enfino)
cobre fino)
5.00
0 5.000
Este aumento de la producción se debe, en parte, a la La producción chilena ha estado aun por encima de esa
expansión de los yacimientos «históricos» de propiedad públi- tendencia. En el presente, ésta representa un 350% de la de
ca, pero, sobre todo, a la proliferación de nuevos y enormes esos años, lo que ha repercutido en que el cobre chileno haya
proyectos mineros de propiedad privada, y en su mayoría, ex- pasado de una cuota del 17% a una cuota del 35% de la pro-
tranjera, que han sido posibles gracias a un nuevo arreglo ducción mundial entre 1986 y el 2001. Este gran incremento
institucional construido a partir de 1974, que abrió las puertas es consecuencia, sobre todo, del incremento de la demanda
a la inversión extranjera y ofreció facilidades y garantías a los proveniente de los países asiáticos. A mediados de los ochenta,
consorcios transnacionales para instalarse en el país. los principales importadores de cobre en el mundo eran Japón,
El desarrollo de estos nuevos proyectos mineros de gran Alemania y EE UU, (que sumaban el 44% de las importacio-
escala ha impulsado un cambio estructural en la industria del nes mundiales). En la actualidad los principales importadores
cobre chileno y ha llevado a que el país se empine, con distan- son Japón, China y EE UU. Respecto de Chile, EE UU. ha
cia, como el principal productor de cobre de mina y primer perdido el puesto de comprador principal frente a Japón y
exportador de cobre (fundido y refinado) del mundo, por en- China.4
cima de sus competidores históricos (EE UU, Canadá, Zambia)
y de otros países que también han experimentado un creci-
miento acelerado en los últimos años, como Indonesia o Aus-
tralia (ver gráfico Nº 2). 4
En términos relativos, el cambio más significativo es el caso chino, que
Como ha sido la constante histórica, prácticamente, la de importar el 4,6% del cobre chileno ha pasado a ocupar una cuota del
10,8%. En términos absolutos, el incremento más importante en la de-
totalidad de esta producción está dirigida al mercado interna-
manda de cobre chileno ha sido el de Japón, que en la actualidad con-
cional, escenario en el que, desde el punto de vista de la de- sume 590 mil toneladas anuales más que a mediados de los ochenta.
manda, se han producido varios cambios significativos durante Los países que mayor incremento proporcional de consumo de cobre
estos años. El consumo mundial de la actualidad (promedio chileno han tenido en estos años son China, Corea del Sur y Japón
que, en promedio, han multiplicado por siete su demanda. Estos cam-
1999-2001), representa un 152,4% respecto del consumo de bios corresponden a la comparación del período 1984-1986 con el pe-
mediados de los ochenta (promedio 1984-1986). ríodo 1999-2001, de acuerdo a los datos de COCHILCO, 1997 y 2003.
24 26 - 2003
CHILE, UN PARAÍSO MINERO desapego al dogma liberal fue más que compensado con el nuevo
marco institucional que dejó instalado, mediante un paquete
Un hecho que puede destacarse como «paradójico» en el régi- de leyes para la minería del cobre: el «Estatuto de Inversión
men ultraliberal de Pinochet (1973-1989) es que, en medio Extranjera» (1974), la Nueva Ley de Concesiones Mineras
del masivo proceso de privatización de las empresas públicas (1982) y el Nuevo Código de Minería (1983), en los que se
efectuado, la empresa nacional del cobre (CODELCO) per- siguió a rajatabla los lineamientos neoliberales.6
maneciera en manos del Estado.5 No obstante, este pequeño
La Honorable Junta de Gobierno estima necesario [...]
que para lograr un acelerado desarrollo de la actividad eco-
5
Sólo en la década de los setenta se privatizaron 550 empresas de nómica del país resulta indispensable el concurso de la
propiedad estatal. La explicación que se ha dado para esta «excepción» inversión extranjera [... en consecuencia], ha parecido fun-
nacional-desarrollista es, en primer lugar, que esta empresa era la prin- damental la dictación de un cuerpo orgánico de normas
cipal generadora de divisas para el país, divisas que en el contexto de
políticas de «ajuste externo» que siguieron a la llamada «crisis de la
que signifique una real promoción a la inversión extranje-
deuda», eran imprescindibles para poder cumplir con los acreedores. ra y que estimule su desarrollo y permanencia en el país.7
Otra razón, que sin duda tuvo peso en aquella decisión, fue que desde
1976, gracias a la Ley Reservada Nº 13.196, el 10% de las ventas del
Según las palabras del Ministro de Minería de la época e
cobre (de las ventas, no de los beneficios operativos) van directamente
al presupuesto de las Fuerzas Armadas. ideólogo de esta reforma institucional, la intención era:
6
El Estatuto de Inversión Extranjera buscaba incentivar la inversión ex-
tranjera con mecanismos tales como la venta de bonos de la deuda
[...] abrir el camino a una presencia privada preponderan-
externa chilena contra una participación en proyectos mineros, facilida-
des para remesar al exterior utilidades y dividendos y garantía de la
te en la producción de cobre a través de una legislación
devolución de su inversión en caso de expropiación. Mediante la Ley [...] que alentara el descubrimiento de escondidos yaci-
Orgánica Constitucional Sobre Concesiones Mineras (21/01/82) y el mientos y la ampliación de los existentes.8
Código de Minería (26/09/1983) se establecía el principio de no discri-
minación entre nacionales y extranjeros, la libertad de exploración (ser-
vidumbres incluidas), se introducía el concepto de «concesión plena» ¿Cómo se les abrió camino? Estableciendo un marco de
(que consagraba el derecho de propiedad a perpetuidad) y se estable- garantías y facilidades funcionales al objetivo de atraer la inver-
cía un criterio de «indemnización justa» en caso de expropiación «con-
sión extranjera directa, entre las que se cuenta la no existencia
forme al daño patrimonial efectivamente causado». Véase Piñera (2002).
7
Considerando del «Estatuto de la Inversión Extranjera», Decreto Nº de impuestos especiales.9 Al igual que en Zimbabwe, Namibia,
600, 11 de julio de 1974. El Congo y Marruecos, en Chile no existe un régimen tribu-
tario especial para las empresas extractivas, los llamados royalties
8
José Piñera Echenique fue miembro del grupo de economistas que
implantó el sistema neoliberal en Chile durante la dictadura militar. Como
Ministro de Trabajo y Previsión Social (1978-1980), privatizó del sistema
(ver gráfico Nº 3).10 Las empresas mineras se encuentran suje-
de pensiones y promovió la Reforma Laboral que flexibilizó y desprotegió tas a las mismas normas fiscales que cualquier otro negocio,
el mercado del trabajo. Piñera asumió el Ministerio de Minería durante más el pago de las patentes correspondientes a sus concesiones,
1981 para liberalizar el sector. Véase Piñera, José: «El cascabel a la
minería: la ley constitucional minera», op cit.
de precios inofensivos.11 De los siete principales países
9
El tema del aporte al fisco de la ‘gran minería’ tiene una historia que exportadores de cobre, sólo Chile y Perú eximen de este pago a
conviene mencionar brevemente. Entre 1904 y 1951 el Estado Chileno las empresas. 12
prácticamente no participó de los beneficios obtenidos por la gran mine-
El ministro de minería de la dictadura que definió esta
ría del cobre. Éstos quedaron exclusivamente en manos de las empre-
sas norteamericanas que explotaban los yacimientos. A partir de ese política, fue muy explícito respecto de la justificación de esta
año, en que se establece una participación del 20% en la producción, la política: «A Chile le conviene una explotación minera acelera-
situación se fue revirtiendo progresivamente hasta que, en 1971, por da por la enorme magnitud de sus recursos. Le conviene ha-
una enmienda constitucional que contó con el respaldo de todos los
partidos políticos presentes en el Congreso Nacional, se expropiaron (o
cerlo a la brevedad porque lo que hoy es riqueza, mañana bien
«nacionalizaron») estas empresas. puede no serlo».13 Años más tarde, un organismo influyente
26 - 2003 25
en estos temas, vinculado a los partidos que gobiernan hoy en ca bananera (la expresión no es textual). En resumen, califican
Chile: el ‘Centro de Estudios del Cobre’ (CESCO), suscribía lo ocurrido con la industria del cobre como un fenómeno de
este criterio al reiniciarse la vida democrática. Refiriéndose al «desnacionalización» de la principal riqueza chilena.15
cobre, argumentaba que «los riesgos de obsolescencia de meta- Las críticas de estos sectores han trascendido el debate aca-
les ubicados en el tramo final de su ciclo de vida [...] aconsejan démico, pues se ha llegado a interponer un demanda ante los
acelerar la producción hoy».14 Bajo la influencia de esa idea, se tribunales contra estas compañías por «los daños causados a
explica la asombrosa continuidad existente entre la política todos los ciudadanos de este país».16 Los querellantes han sos-
minera de la dictadura y la de los gobiernos democráticos. tenido que el creciente predominio de las empresas extranjeras
se ve agravado por el hecho de que éstas, además de las garan-
Gráfico Nº 3 tías que se les ha conferido por ley, se las arreglan para desvane-
Royalty a la extracción de cobre
(Países seleccionados)
10 10,0
Canon sobre el precio mercado (%)
10
Can 9,0 Los royalties son un impuesto especial que deben pagar las empre-
on
sobr 8 sas que extraen recursos no renovables, como compensación por la
e el
prec reducción (o depreciación) del capital natural disponible que su activi-
io 6
de dad supone, es decir, es una forma de contabilizar los costos de reposi-
mer 5,0
cad ción que representa la pérdida definitiva de un recurso. Tal recaudación
o 4
(%) 3,0 debería invertirse en otras formas de capital (físico, natural o humano)
2,5
2,0
que permitan sostener el ingreso en un horizonte de tiempo que sobre-
2 1,0
pase el agotamiento de los yacimientos.
0,0
11
0 La tributación ordinaria recae sobre los resultados; esto es, una tasa
Turquía Kazakjstan Indonesia Australia Mongolia Zambia Sudáfrica Chile del 16% sobre la renta tributaria y un «Impuesto Global Complementa-
Fuente: Barbard
Fuente: Barbard (1999). rio» de un 35% sobre las utilidades percibidas por los dueños de las
(1999).
empresas. El Código de Minería define la patente como un pago anual
por la concesión, que corresponde a aproximadamente 4,0 US$ por
hectárea, si es explotación, y 0,80 US$ por hectárea, si es exploración.
La consecuencia directa de este proceso de apertura es un Véase Código de Minería, Título X, párrafo 1, artículo 142 y ss..
hecho sin precedentes. En la actualidad, la «Gran Minería» de 12
En este punto conviene introducir un matiz. Si bien es cierto que la
imposición o no de los royalties marca una clara voluntad de política
propiedad pública convive (y compite) con una «Gran Mine-
minera, y en ese sentido pueden considerarse representativos de ésta,
ría» privada (nacional y extranjera), que ha venido creciendo un análisis más exhaustivo obligaría a revisar la carga tributaria efectiva
de manera sostenida durante los últimos 20 años, hasta sobre- total sobre las empresas mineras de cada país.
13
pasarla. En 1990, la producción privada de cobre equivalía a 14
La cita ha sido tomada de Fermandois (1999), p. 8.
Cabe agregar que la política recomendada por el CESCO añadía la
una quinta parte de la producción de las empresas públicas necesidad de «utilizar dicho sector como plataforma de expansión de
(CODELCO y ENAMI) y participaba con casi un 17% de la sectores productivos vinculados, que a futuro puedan servir de relevo,
producción nacional. En la actualidad, los papeles se han in- independizando la economía de contingencias naturales o tecnológicas,
como el agotamiento o la obsolescencia de determinados recursos. Ello
vertido. Es la producción pública la que equivale a un poco significará definir políticas de extracción de excedentes y de reinversión
más de la mitad de la producción privada, la que representa a que aseguren un crecimiento armónico y eficiente», Gana, (1990), p. 28.
su vez, el 65% de la producción total del país (ver gráfico Nº4). Una lectura mordaz de la participación del CESCO en la formulación de
la política minera durante la transición democrática chilena en Farías
En consideración a que no existen royalties y al hecho
(2002).
que la mayor parte de la producción nacional de cobre sea de 15
Este problema ha dado lugar a un intenso debate. Al respecto, ver los
propiedad extranjera, la política minera del país ha sido trabajos de Vera (1994), Caputo (1996), Alcayaga (1999), Lavandero
26 26 - 2003
Gráfico Nº4
Gráfico Nº 4 o semibeneficiado a sus empresas matrices (es decir, a sí mis-
Distribución
Distribución dedelala producción
producción totaltotal
de cobre
de cobre
entre entre el sector
el sector público yyelel
público privado, 1980-2000
privado, 1980-2000
mas) en un precio declarado, hasta en un 30% inferior al que
marca la Bolsa de Metales de Londres, sin que el fisco le impu-
100%
90%
te un valor a su producción.18
80% Por otra parte, la legislación autoriza la «inversión con
70% deuda», con lo cual las utilidades de las empresas operadoras
60% (creadas al efecto) se diluyen con la amortización de los crédi-
50%
tos que han contratado con alguna empresa del mismo hol-
40%
30%
ding al momento de crearse (es decir, consigo mismas). Las
20% autoridades han reconocido que, de la totalidad de proyectos
10% mineros surgidos en el actual contexto, sólo dos han pagado
0% impuestos al fisco en los últimos 10 años.19
1980 1985 1990 1996 2000
Durante el 2002, la compañía Exxon Minerals (filial de
% S. Público % S. Privado
Exxon Mobil) protagonizó un verdadero «escándalo financie-
Fuente:
Fuente: Cochilco
Cochilco (1997);
(1997); Cochilco
Cochilco (2001); Vera (1994).
(2001); Vera (1994). ro», que vino a respaldar todas estas críticas. La empresa, pro-
pietaria de la mina «Disputada de las Condes» desde 1978,
después de haber declarado pérdidas durante casi la totalidad
cer sus utilidades, y no tributar, con lo cual una parte impor-
de sus ejercicios, y por lo tanto, sin haber pagado jamás im-
tante de la riqueza del país no se traduciría en prácticamente
puestos al fisco, apareció vendiendo la propiedad a otro con-
ningún aporte a las arcas del Estado. «Las empresas extranjeras
sorcio (Anglo American), en la no modesta cifra de 1.300 mi-
que poseen minas en Chile —afirman— no tienen como ob-
llones de dólares. El hecho obligó a reaccionar al gobierno,
jetivo obtener beneficios directos aquí, sino en el extranjero,
cuando se conoció la intención que tenían estas empresas de
donde se encuentran sus bases industriales y comerciales».17 El
cerrar el negocio fuera de Chile, con lo cual eludirían los im-
mecanismo empleado son los llamados «precios de transferen-
puestos con los que las leyes chilenas gravan este tipo de tran-
cia». De acuerdo a la legislación chilena, las empresas tienen
sacciones: «yo no puedo aceptar que una mina de nuestro país
derecho a exportar, libremente, mineral en bruto, concentrado
se venda en una transacción en una islita donde no se pagan
o refinado. Así, lo que ocurre, en la práctica, es que las empre-
impuestos», declaró el Presidente.20 Tras la enérgica (e inerme)
sas instaladas en Chile pueden vender el cobre no beneficiado
reacción del gobierno para contravenir las intenciones de Exxon
Minerals; y después de una seguidilla de acusaciones mutuas,
17
Lavandero (1999), p. 130. CODELCO refina el 95% de su producción. de querellas cruzadas en los tribunales, de reformas legislativas,
Las empresas privadas refinan el 30,3% de lo que producen. Lavandero de innumerables operaciones de lobby y negociaciones a puer-
(1999) p. 98. tas cerradas, se terminó firmando un acuerdo, en el mismo
18
Sobre estas cuestiones véase: Lavandero (1999), p. 130 y ss. y Vera
(1996) p. 103 y ss.
despacho del Presidente de la República, por el cual el fisco
19
«Gobierno autoriza venta de Disputada tras compromiso tributario de chileno consiguió recaudar 40 millones de dólares por concep-
comprador», La Tercera, Santiago de Chile, 01/10/2002, p. 22. Gustavo to de «ganancias del capital», previo juramento público del eje-
Lagos (1997) ha señalado que este problema es una cuestión de tiem-
cutivo de que no habría innovaciones en materia de carga fis-
po. En algún momento, una vez que estas inversiones hayan amortizado,
las empresas deberían comenzar a pagar impuestos. cal sobre el sector minero, es decir, que no se aplicarían royalties
20
«Segundo hombre de Exxon llega a Chile para sellar acuerdo en caso en el sector, y de rechazar explícitamente la demanda inter-
Disputada», La Tercera, Santiago de Chile, 30/08/2002, p. 28.
21
puesta contra las grandes compañías mineras.21
«Lagos confirmó que no habrán nuevos impuestos a la minería»,
Areaminera.com (Periódico electrónico), 20/08/2002. Más antecedentes
En medio del acalorado debate que este incidente animó,
sobre este caso en Ibáñez (2002). el presidente de la República salió a tranquilizar a las grandes
26 - 2003 27
el tributario, sino que había que «explorar en conjunto» otras 20 Canadá 160
fórmulas, sin enredarse en discusiones por «un par de pesos Chile
18
que entran o que salen».22 140
es 23
Para un análisis más detenido de este proceso a nivel latinoamerica-
de 12.000
US no véase Moguillansky (1998) y Sánchez, Ortiz y Moussa (1999).
10.000
24
$ El Fraser Institutute es una organización independiente de orientación
de 8.000
neoliberal fundada en 1974 y que se dedica a investigar y difundir la
200 6.000
1 economía de libre mercado en Canadá. Sus puntos de atención princi-
4.000 pales son las políticas públicas y la regulación de los mercados. Desde
2.000 1997, el Instituto publica un informe anual con los resultados de una
0 encuesta aplicada a los ejecutivos de las empresas mineras (metáli-
cas), para determinar cómo las dotaciones de mineral y los factores
1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000
institucionales tales como impuestos y regulación afectan la inversión
Fuente:Elaborado
Fuente: Elaborado con
con datos
datos deldel Comité
Comité de de
Inv. Ext., Chile. en exploración.
Inv. Ext., Chile.
28 26 - 2003
vista del «potencial minero».25 Ponderando ambos factores, Chi- que la regulación ambiental y la tributación sean un obstáculo
le se presenta como la región más atractiva del mundo para la para invertir en Chile (ver cuadro Nº1). La opinión del presi-
inversión minera, seguida de Québec (Canadá), Australia, Ne- dente de una compañía canadiense de inversiones mineras, ex-
vada (EE UU) y Perú (ver gráfico Nº7).26 presada en 1991, es muy ilustrativa sobre estas cuestiones.
Gráfico Nº7
Gráfico Nº 7 Es necesario que exista un sistema justo equitativo y bien
Índice
Índice dedeatracción
atracción (100 a 1)aa la
(100 1)inversión minera en mienra
a la inversión los en definido para regular las adquisiciones, las mesuras o los
principales países
los principales países exportadores
exportadores de cobre,
de2002/2003.
cobre, 2002/2003
títulos de concesión. Por ello es importante la actitud del
100 gobierno y del pueblo: ¿Desean ellos en realidad que haya
94
inversiones extranjeras en minería? En caso afirmativo.
90 89
¿Transmiten este deseo los funcionarios de gobierno? [...].
80 84 Naturalmente, Chile está bien calificado en estas materias
y los resultados están a la vista. Hay una gran cantidad de
70
63
recursos extranjeros que están llegando a Chile para hacer
60 56
inversiones en minería y no tengo la menor duda de que
49 esta tendencia continuará en el futuro».27
50
40
Este flujo de inversión minera hacia Chile se ha traduci-
CHILE AUSTRALI PERÚ RUSIA CANADÁ INDONESIA
INDONESI
CHILE
A
AUSTRALIA PERÚ RUSIA CANADÁ
A
do en que, en la actualidad, de los once proyectos mineros más
Fuente:
Fuente: Annual Survey
Annual Survey of Mining
of Mining Companies
Companies 2002/2003.
2002/2003 . grandes del país, sólo tres sean de propiedad exclusivamente
nacional (pública o privada). El resto pertenece mayoritaria-
Observada dicha encuesta con detalle, resulta chocante cons- mente a las grandes multinacionales del sector minero:
tatar cuáles son las ventajas que ofrece Chile respecto de sus com- Mitsubishi Corporation (Japón), Phelps Dodge (EE UU),
petidores: no hay ninguna empresa del mundo que considere Anglo American (Reino Unido), Placer Dome (Canadá), y BHP
Billiton (Australia).
Ponderando la participación de las empresas públicas y
25
Un rasgo determinante en el desarrollo de la industria del cobre en de los privados nacionales en los principales proyectos mine-
Chile es que sus yacimientos cuentan con ventajas comparativas por su ros del país, se puede afirmar que prácticamente el 60% del
gran tamaño y la calidad del mineral, de leyes relativamente altas y otras
cobre chileno es explotado por compañías extranjeras (ver cua-
características que hacen más eficiente su tratamiento. En cuanto al
marco institucional, la mejor puntuación de Chile en la encuesta la con-
dro Nº 2) .28
sigue en: régimen tributario, regulación ambiental y no duplicación ni Por último, cabe destacar otra característica extravagante
inconsistencias de las normas. del boom minero chileno, y que es la convivencia entre el sec-
26
En el gráfico, el valor asignado a Canadá corresponde al promedio de
los valores de las 12 jurisdicciones que comprende: Alberta, British Co-
tor público, el empresariado y las compañías extranjeras, que
lumbia, Quebec, etc. se ha planteado en términos sorprendentemente fraternos. En
27
Conferencia de George D. Tikkanen, presidente de Cominco Resources lo que constituye un hecho inédito en la historia de la minería
International Limited, en Santiago de Chile, 10/04/1991. Publicada como:
del cobre en Chile, en 1998 las diecisiete más grandes empre-
«La inversión minera en Chile. Una visión desde el Exterior», Revista
Minerales, Vol. 46 (195), Santiago de Chile, julio-septiembre de 1991, p. sas mineras que operan en el país constituyeron una asociación
33. gremial para defender sus intereses: el «Consejo Minero», que
agrupa a compañías públicas y privadas, de capitales extranje-
28
CODELCO y ENAMI tienen alguna participación en proyectos de in-
versión mixta (estatal y privada). Para el cálculo se ha ponderado la
producción de las empresas de acuerdo a la participación accionaria en
ros y nacionales. Analizado en clave política, este hecho cobra
las mismas. relevancia, pues refleja la consecuencia política del boom mi-
26 - 2003 29
Cuadro Nº1
Factores disuasivos para la inversión en proyectos de
exploración minera. Encuesta a las empresas que operan en 47 regiones mineras
Chile
«Mejores» «Peor»
% Posic.
Cuadro Nº 2
Participación en la producción del año 2000 de las
11 principales empresas mineras del país
Propietario
nero. El primer efecto del boom es que la importancia de esta LA INSUSTENTABILIDAD DEL BOOM MINERO
industria en la economía nacional se haya acentuado. Y el se-
gundo, derivado de la forma en que éste se planteó (inversión A partir de esta expansión de la actividad productiva podría
privada y sobre todo extranjera), ha sido la promoción y inferirse, mecánicamente, que los mismos problemas ambien-
«empoderamiento» de un nuevo actor: los grandes mineros tales directos e indirectos que provocó tradicionalmente la gran
privados (incluidas las empresas transnacionales), que ha irrum- minería, ahora se han extendido por el territorio e incrementa-
pido en la arena política como un actor gravitante, defensor do proporcionalmente al incremento de las faenas extractivas.
del axioma «las reglas del juego tienen que ser estables». Todo Esto no ha sido así, debido a tres razones.
esto introduce cambios importantes en la gobernabilidad del Primero, el «boom minero» ha coincidido con el naci-
sector minero, y específicamente, en la gobernabilidad ambiental miento de una política ambiental, impulsada por los gobiernos
del mismo, que deben tenerse en cuenta. democráticos (desde 1990), que ha establecido un marco de
30 26 - 2003
regulación para la actividad minera y comenzado a fiscalizar secuencias ambientales previsibles: expulsión a la atmósfera de
sus procesos y a aplicar sanciones cuando ha sido necesario. En gases nocivos y polvo sin ningún tipo de medidas de control,
segundo lugar, la expansión de las actividades extractivas en vertido indiscriminado de desechos industriales (metales pesa-
Chile ha coincidido con una tendencia en la minería metálica dos y reactivos químicos) directamente sobre el suelo, cursos
mundial al desarrollo de nuevas tecnologías, más eficientes y de agua u océano, etc.31
más limpias. Por último, y a diferencia de lo que ocurría veinte La situación comenzó a cambiar de manera decisiva con
años atrás, no todo el cobre extraído en Chile es procesado por el restablecimiento del régimen democrático, a partir de 1990.
completo, es decir, que la expansión de las actividades conta- En junio de ese año se creó la Comisión Nacional del Medio
minantes de beneficio (concentración, fundición y refino) no Ambiente (CONAMA), dos años más tarde, se presentó al
ha sido directamente proporcional al aumento de las faenas Congreso el proyecto de ley sobre «Bases Generales sobre el
extractivas, y por lo tanto, los impactos ambientales tampoco. Medio Ambiente», que fue finalmente aprobado en marzo de
Todo ello ha impedido que el desarrollo explosivo de las 1994. En 1997 se promulgó el «Reglamento de Evaluación de
actividades mineras en Chile haya desembocado en una catás- Impacto Ambiental», con lo que se completó el sistema nor-
trofe ecológica de una magnitud equivalente a su expansión, y mativo para la minería y demás actividades productivas del país.
que los daños ambientales que se producen en la actualidad A partir de entonces, ningún proyecto vinculado a la actividad
sean menos generalizados y queden menos impunes que en el minera puede iniciarse sin contar con la aprobación de un Es-
pasado. 29 tudio de Impacto Ambiental 32 por parte de la autoridad com-
petente, en el que se expliciten «las medidas que se adoptarán
para eliminar o minimizar los efectos adversos del proyecto o
Política y regulación ambiental en el sector
actividad y las acciones de reparación que se realizarán, cuando
minero
ello sea procedente».33
En Chile existe legislación ambiental aplicable a la minería des- De acuerdo a estos hitos, el establecimiento de una regu-
de 1916. A partir de entonces, se dictaron varias leyes, decretos lación ambiental sobre la actividad minera en el país se puede
y reglamentos de «alcance ambiental», pero como éstos no for- dividir en tres fases. Hay un primer período, relativamente lar-
maban parte de un cuerpo sólido y coherente y no había una go, que podemos llamar de incubación (1963-1990), que com-
política manifiesta al respecto, simplemente no se respetaban.30 prende los dos últimos gobiernos del período «nacional-
En la práctica, las empresas mineras adoptaban soluciones tec- desarrollista» (incluido el gobierno socialista) y la Dictadura
nológicas con criterios estrictamente económicos, con las con- Militar, durante el cual la ciudadanía, algunos Ministerios y los
tribunales ordinarios, fueron los que marcaron la pauta hacia
la protección ambiental, apoyándose en algunas normas dis-
29
Otros trabajos que analizan los efectos ambientales del boom minero persas de higiene o salubridad vegetal, y más tarde, en la propia
chileno son: Pagani (1994), Lagos (1997), Borregard et al (1999), Lagos Constitución (de 1980). A partir de la creación de la CONAMA
et al (2002), Padilla (2002).
30
Se estima que a partir de 1916, se habrían dictado en Chile cerca de
se abre una fase de transición (1990-1999) —que coincide con
40 normas sobre contaminación del aire, suelo y aguas. Véase, Casal la transición política e institucional del país— en la que se
(1990), p. 8. manifiesta la voluntad política de elaborar un marco de regula-
31
Algunos antecedentes sobre la historia ambiental de la minería del
ción ambiental, y al mismo tiempo se abre un espacio para la
cobre en Chile se pueden encontrar en Folchi (1998), Folchi (2001a),
Folchi (2002) y Folchi (2003). negociación y ajuste respecto de la nueva institucionalidad. Por
32
El Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental establece una dife- último, puede distinguirse un período de consolidación (desde
rencia según tipo de proyectos y sector involucrado. Algunos de ellos 1997, hasta la actualidad) que llega con la definición de las
deben presentar un «Estudio de Impacto Ambiental», otros sólo una
«Declaración de Impacto Ambiental».
últimas normas de calidad ambiental y la expiración de los pro-
33
Ley 19.300, artículo 12, letra e. cesos negociados de modernización ambiental al que se acogen
26 - 2003 31
las principales empresas contaminantes, esto es, con el funcio- En el caso de la fundición de «Chagres», propiedad de la
namiento en forma de los marcos reguladores (ver cuadro empresa Disputada de las Condes, puesta en operaciones en
Nº 3).34 1957 (y hasta 1993, la única fundición de cobre privada del
país), las quejas de los agricultores de la zona, levantadas poco
después de la entrada en funcionamiento de la planta, llevaron
El período de incubación, 1963-1990
a la autoridad a efectuar un estudio que determinó que:
El régimen militar (1973-1990), tuvo un comportamiento con-
tradictorio en relación al tema ambiental. Su adscripción al [...] las emanaciones de humos, provenientes de la citada
paradigma neoliberal, lo llevó a convertirse en un gran fundición, causan serios daños en los predios agrícolas ve-
«desregulador» de la actividad económica, al mismo tiempo que cinos a ella debido, principalmente al hecho de que con-
implementaba políticas de crecimiento basadas en la expansión tienen anhídrido sulfuroso el que, disuelto en la hume-
del sector primario-exportador (sector forestal, minería, pesca, dad del aire constituye un elemento altamente perjudicial
etc.). Sectores en los cuales se crearon o agudizaron los proble- para las plantas, árboles frutales y animales.40
mas ambientales en todas las regiones del país.35 Pero, por otra
parte, el gobierno de Pinochet tuvo «iniciativas ambientalistas», En consecuencia, la planta fue obligada a suspender sus
tales como crear un Sistema de Áreas Silvestres Protegidas y operaciones cada vez que la «concentración de anhídrido sulfu-
suscribir todos los convenios internacionales en materia de pro- roso [...] exceda de los límites que se consideran peligrosos»,
tección ambiental que pudo.36 Una de las sorpresas en esta para lo cual debía instalar un sistema de monitoreo a su costo.
línea, fue que en la nueva Constitución que promulgó (1980), Más tarde y ante la ineficacia de tal sistema, la empresa se vio
se estableció el derecho de todas las personas a «vivir en un «obligada a instalar una fábrica de ácido sulfúrico de 100 t/día
medio ambiente libre de contaminación» y se indicaba que era a partir de los gases de sus convertidores».41 A pesar de ello, los
deber del Estado «velar para que este derecho no sea afectado y problemas de contaminación persistieron, y en 1985 una nue-
tutelar la preservación de la naturaleza».37
La existencia de normas específicas dispersas y en desu-
so, más este mandato constitucional, permitió que los con-
38
34
Las etapas que se describen son claramente identificables, pero los
flictos planteados entre el sector minero y algunas comunida-
años que las delimitan no deben considerarse como cortes limpios, ob-
des afectas por la contaminación, terminaran en resoluciones viamente, éstas etapas se superponen.
judiciales que forzaron a estas empresas a adoptar medidas de 35
En esta idea los trabajos que más profundizan son los de Quiroga
control ambiental, con anterioridad a la creación de la CONA- (1994), Quiroga y Van Hauwermeieren (1996) y Claude (1997). También
se puede consultar a Silva (1996), Castro Brignardelo(1999) y Quiroga
MA. Entre ellas estaban las dos empresas públicas del cobre: (2001).
CODELCO y ENAMI y la única fundición privada que ha- 36
Véase Silva (1996), pp. 10 y 11.
bía sobrevivido desde principios del siglo XX: la Fundición de 37
Constitución Política, Capítulo III, artículo 19, Nº 8.
38
Algunas de estas normas son la ley de «Sanidad Vegetal» de 1948, el
Chagres. A juicio de los propios intereses mineros, en este pe- Decreto Supremo Nº144, de 1961, del Ministerio de Salud, que ordena-
ríodo: ba la «eliminación de gases, vapores, polvo, emanaciones o contami-
nantes de cualquier naturaleza producidos en cualquier establecimiento
fabril o lugar de trabajo», y el ‘Código Sanitario’ (promulgado en 1967),
Las restricciones actuales a la contaminación ambiental son
que establecía por su parte, la: «conservación y pureza del aire y evitar
ejercidas por diferentes ministerios, organismos, servicios, en él la presencia de materia olores que constituyan una amenaza para
cada uno actuando en forma independiente, estando li- la salud, seguridad o bienestar del hombre o que tengan influencia des-
mitada su acción por disponibilidad de personal y presu- favorable sobre el uso y goce de los bienes» (Art. Nº 83).
39
Casal (1990): «Proyecto de Ley General de Medio Ambiente», p. 8.
puestos, lo que hace que el conjunto sea, por decir lo 40
Decreto Nº583 del Ministerio de Agricultura, 22 de Agosto de 1963.
menos, poco eficaz y a veces discriminatorio.39 41
Zauschquevich y Sutulov (1975) p. 204-6.
32 26 - 2003
Cuadro Nº 3
Etapas en la regulación ambiental para el Sector Minero, 1980-2003
(1963-1985) Decretos sucesivos (1991-97) Son declaradas «zonas (1997) Promulgación del Regla-
que obligan a la Fundición de saturadas de contaminación» to- mento del Sistema de Evaluación
Chagres a controlar las emisiones das las Fundiciones Estatales de de Impacto Ambiental.
de SO2. Cobre: Chuquicamata (1991),
(1999-2002) Reformulación de al-
Paipote (1993), Ventanas (1993),
(1988) Sentencia judicial que obli- gunos planes de Descontamina-
Caletones (1994) y Potrerillos
ga a la División El Salvador de ción.
(1997).
CODELCO a reconducir sus rela-
ves. (1994) Promulgación de la Ley
Sobre Bases Generales del Me-
(1990) Reestablecimiento de la
dio Ambiente.
Democracia y creación de la Co-
misión Nacional del Medio Am- (1993-1999) Formulación y pues-
biente, CONAMA. ta en marcha de Planes de Des-
contaminación de las Fundiciones
Estatales: Chuquicamata (1993),
Paipote (1994), Ventanas (1995),
Caletones(1996) y Potrerillos
(1999).
va acción legal recayó en la empresa, por medio de la cual la tener a su costo un sistema de vigilancia de las concentraciones
compañía quedó obligada a proyectar, instalar, operar y man- de anhídrido sulfuroso en la atmósfera, bajo el control de los
organismos de salud y de agricultura regionales.42 Finalmente,
en 1991 una nueva iniciativa legal forzó a la empresa a
42
Decreto Supremo Conjunto Nº4, de los Ministerios de Salud, Agricul- implementar un nuevo y definitivo programa de descontami-
tura y Minería (11 de enero de 1985). nación con plazos y metas acordados con las autoridades sani-
tarias o ambientales.43 Con todo, esta planta fue la primera
43
En marzo de 1991, fue dictado un nuevo decreto (Decreto Nº28 del
Ministerio de Agricultura) en vistas a que «la información disponible indi-
ca que la capacidad de dilución de anhídrido sulfuroso en la atmósfera
fundición del país en cumplir las estándares de emisión de ga-
del área agrícola circundante a la Fundición de Chagres está práctica- ses contaminantes.
mente colmada por las actuales emisiones de la Fundición y que, por lo En 1987, las organizaciones cívicas de la ciudad de
tanto, es necesario establecer mecanismos para regular éstas y [... ]
que, a la fecha, es necesario actualizar los procedimientos técnicos de
«Chañaral» (ubicada en la costa de la 2ª Región) entablaron un
monitoreo de calidad del aire y señalar las condiciones para autorizar juicio contra la División «El Salvador», de CODELCO, la que
una eventual ampliación de la capacidad de producción de las instala- desde 1938 había estado descargando sus desechos sólidos
ciones de la Fundición Chagres». Además de esto, la empresa propieta-
(‘relaves’) directamente al río Salado, que, arrastrados hasta el
ria de la fundición de Chagres, la compañía «Disputada de las Condes»
(entre 1978 y el 2002, propiedad de Exxon Minerals, EE.UU.) además mar, en la bahía de aquella localidad, habían formado una «playa
de haber reestructurado sus proceso en la planta de refinación de de relaves» y contaminado gravemente las aguas. Los máximos
«Chagres», ha tomado otras medidas como el trasladado de los relaves tribunales dieron la razón a la ciudadanía y condenaron a la
de la mina de cobre «Los Bronces» a un lugar más seguro («Minería
chilena aporta al desarrollo sustentable del país», El Mercurio, 11/08/
empresa pública, que fue obligada a poner término definitivo a
1994, p. C8). la disposición de estos desechos en el mar.
26 - 2003 33
A partir de este incidente, CODELCO ha venido mos- La dramática perturbación de los ecosistemas de una re-
trando, poco a poco, mayor preocupación por los problemas gión debe ser prevista, analizada y estudiadas sus conse-
ambientales que provoca. No obstante, y según ha reconocido cuencias. Y he aquí otro desafío que generaciones presen-
la propia empresa, con anterioridad a 1994, sólo realizaron ac- tes y futuras exigen a los mineros del cobre, y que es hoy
ciones de diagnóstico y evaluación de los problemas ambienta- en todo el mundo motivo de debates y controversias.47
les de sus operaciones, sin hacer «inversiones importantes ni
esfuerzos de gestión para su tratamiento efectivo». Sólo a par- Es conveniente tener esto presente a la hora de establecer
tir de ese año la empresa asumió «la necesidad de poner en el momento en que el sector minero chileno «toma concien-
marcha un proceso de incorporación real y efectivo de la di- cia» y se hace cargo de los problemas ambientales que genera.
mensión ambiental a la gestión del negocio».44 A veces se insinúa lo contrario, 48 pero el carácter contaminan-
Con la otra empresa pública del sector, ENAMI, que se te de las actividades mineras es algo de lo cual siempre se tuvo
dedica a la fundición y refinación del cobre, se produjo una conocimiento, tanto en Chile como en el exterior.49 Lo que
evolución similar. La Refinería de «Ventanas» (inaugurada en cambia en la década de los setenta es que en los países indus-
1964) nunca reconoció que sus emisiones de gases contami- trializados se enfrenta el problema con políticas públicas, que
nantes pudieran perjudicar a la actividad agrícola y a la salud afectaron prácticamente a todos los sectores industriales. Cabe
de los habitantes de la zona. Durante los años setenta y ochen- recordar que en 1970, fue creada en EE UU la Agencia de
ta hubo quejas privadas, protestas disimuladas, reclamos for- Protección del Ambiental (EPA), y ese mismo año es promul-
males ante la autoridad y algunas acciones judiciales contra la gada la famosa «Clean Air Act».50
empresa, que no prosperaron. La movilización social se hizo Cuando las compañías mineras de Japón, Canadá y EE UU
más decidida a partir de 1987-1988, en vísperas de la recupera- debieron hacerse cargo de sus problemas de contaminación y
ción de la democracia. Finalmente, en 1990 la empresa reco- tuvieron que modificar sus procesos de extracción y beneficio,
noció que contaminaba e implementó un sistema para reducir en Chile existía plena conciencia de que ello estaba ocurrien-
en un 30% las emisiones de anhídrido sulfuroso.45
Otra fuerza que interviene en el reconocimiento del pro-
blema ambiental en las operaciones mineras en Chile es el 44
CODELCO: Reporte ambiental 1999, p. 12.
45
Algunos antecedentes sobre este caso se encuentran en Sabatini et
contexto internacional. Estos años coinciden, a nivel mun-
al (1997).
dial, con el giro de las actividades mineras hacia el desarrollo 46
Zauschquevich y Sutulov, 1975: 206. Estas herramientas eran las ini-
de procesos más eficientes y más limpios, de lo cual, en Chi- ciativas legales de los sesenta referidas en la nota Nº.
una legislación específica, pero el Servicio Nacional de nes, en vistas a «proteger y elevar la calidad del recurso aire de la Na-
ción, para promover la salud pública y el bienestar y la capacidad pro-
Salud tiene algunas herramientas legales como para inter- ductiva de su población». (Véase, David Field (1996): «The Clean Air
venir en determinadas circunstancias.46 Act Amendments of 1990» [http://gurukul.ucc.american.edu/TED/]).
34 26 - 2003
do. En consecuencia, no es admisible atribuir el retraso en la En esta coyuntura de conflictos internos y de una ten-
adopción de medidas de control ambiental en Chile al «desco- dencia internacional hacia la modernización ambiental, en Chile
nocimiento» del problema.51 Ya en el programa oficial del Mi- comienza a identificarse un «discurso ambiental minero» que,
nisterio de Minería del año 1982, se fijó la tarea de «determi- más tarde, se transformaría en la política ambiental del sector
nar las bases de correlación de los efectos de las actividades en la que terminarían aunados: los expertos, las autoridades
mineras en la salud humana y en el sistema ecológico».52 El mineras y los empresarios.
estudio se realizó, no obstante, no se derivaron de él las medi- Tempranamente (mediados de los setenta), los expertos
das correctoras que planteaba. Además de esto, las empresas chilenos reconocían la necesidad de «tomar medidas» respecto
extranjeras que se instalan en Chile a mediados de los ochenta, de los problemas de contaminación, pero sólo para los «nuevos
y que provenían de países donde las políticas de regulación proyectos». Estas medidas debían aplicarse sobre todo para pro-
ambiental ya se habían consolidado, y que, por lo tanto, ha- teger los lugares de trabajo y el perímetro de las propias faenas,
bían adoptado tales políticas y practicas como propias, desarro- para lo cual se estimaba como aspectos decisivos «la ubicación
llan sus actividades en el país con los mismos cuidados que lo de la fundición y chimenea y la altura de esta última».55 Res-
hacían en sus países de origen. Con lo cual, se les puede consi- pecto de la contaminación zonal, es decir, la que afecta a los
derar las pioneras.53 Un ejemplo de ello lo constituye la com- habitantes de las centros urbanos próximos y a las áreas agríco-
pañía Billiton plc., subsidiaria del Grupo Shell, propietaria de las circundantes, se sostenía que las medidas anticontaminación
la mina Choquelimpie (Au, Ag y Cu) que entró en operacio- debían aplicarse teniendo en cuenta la «disparidad ecológica»
nes en 1988, de acuerdo a un plan que contemplaba un estu- del país». Así, éstas deberían plantearse como una exigencia
dio ambiental previo, tal «como lo hace en cualquier país del estricta sólo a los planteles ubicados en la zona central del país;
mundo».54 con flexibilidad en las zonas interiores (Cordillera de los An-
des) y, en ningún caso, se justificaría imponer medidas de con-
trol a los planteles de la zona norte, ya que:
51
La comunidad científica de ciencias mineras es una colectividad muy
integrada internacionalmente y completamente compenetrada con las Tanto Chuquicamata como Potrerillos, por estar en zonas
compañías mineras. La minería chilena siempre ha estado muy vincula- desérticas y lejos de centros urbanos de mayor importancia,
da ese saber minero internacional. En su origen, la gran minería del
no presentan problemas de contaminación atmosférica.56
cobre en Chile formó parte de ese concierto internacional, pero tanto
antes como después de la nacionalización de las grandes empresas del
cobre, los expertos formados en las universidades chilenas (y especia- Otro argumento que comienza a aparecer en este mo-
lizados en las extranjeras) se mantuvieron completamente al día res-
mento y en el que luego se insistiría bastante, es la idea de que
pecto de los avances y los problemas tecnológicos que ha enfrentado el
sector. Lo que nos consta es que hubo presencia chilena en el
no se podía olvidar que Chile era un «país subdesarrollado» y
Symposium on Minerals and the Environment, organizado por la Institution que la modernización ambiental era un «lujo» que sólo se po-
of Mining and Metallurgy, en Londres, en julio de 1974, en el cual no dían permitir los países desarrollados, cuyas empresas estaban
sólo se presentaron los efectos de las actividades mineras sobre el Medio
Ambiente, sino que las fórmulas para impedirlo e incluso, repararlo. Véa-
en condiciones de llevar a cabo las reformas tecnológicas exigi-
se, Sutulov et al (1978), pp. 235-242. das, justamente, gracias a haber experimentado un largo proce-
52
Moraga (1982), p. 49. El estudio se encargó al Ministerio de Agricultu- so de desarrollo a expensas de cierto deterioro del ambiente.
ra y éste lo delegó en la División de Recursos Naturales Renovables del
Por lo tanto, sería absurdo, o por lo menos anticipado, que los
Servicio Agrícola y Ganadero. El estudio identificó 44 focos de contami-
nación minera y fijó los principales problemas la disposición de relaves países que todavía no alcanzaran un nivel de desarrollo equipa-
y la contaminación atmosférica. rable, como era el caso de Chile, hicieran el mismo esfuerzo.
53
Lagos, Blanco, Torres y Bustos (2002), p. 368.
54
Véase, Cuadra (1989).
55
Zauschquevich y Sutulov (1975), p. 206.
Es evidente que los sistemas anticontaminación en los
56
Zauschquevich y Sutulov (1975), p. 204. países desarrollados se están pagando, en alguna medida,
26 - 2003 35
con el desarrollo producido en los períodos en que las En abril de 1988, el Ministerio de Minería creo una co-
empresas se consolidaron libres de trabas y de inversiones misión asesora en temas ambientales, integrada por la asocia-
onerosas.57 ción gremial de empresarios mineros (SONAMI), el colegio
profesional de ingenieros, los organismos técnicos mineros de-
El fenómeno interesante es cómo el discurso ambiental mi- pendientes del Estado y las empresas mineras públicas. Al cabo
nero de estos años, poco a poco, se transforma en la política del de un año presentaron una propuesta para una «Política sobre
sector. Como se ha dicho, el régimen militar tuvo un comporta- uso y protección del Medio Ambiente» en la que, si bien se
miento extraño en materias ambientales. Una de las «iniciativas reconocía el deber de proteger el Medio Ambiente, se partía de
ambientalistas» que tuvo fue la de incluir en su Programa Socio- la premisa de que:
Económico para el período 1981-1989 la definición de directri-
ces para la «defensa y desarrollo del medio ambiente».58 En no- La generación y emisión de materias susceptibles de con-
viembre de 1984 creó la «Comisión Nacional de Ecología» para taminar, es consecuencia inevitable de toda actividad hu-
asesorar a la presidencia en las acciones generales del gobierno mana [...y que] el medio ambiente tiene la capacidad para
vinculadas a la protección del medio ambiente y a la conserva- absorber, diluir y neutralizar variados tipos de emisiones y
ción de los recursos naturales renovables. A la vez, organizó una tiene también capacidad de regeneración.61
Comisión de Legislación del Medio Ambiente, que tuvo a su
cargo la elaboración de un anteproyecto de Ley General sobre En el documento, se hacía énfasis en la necesidad de «com-
Protección del Medio Ambiente.59 Transcurridos doce meses de patibilizar» la protección del medio ambiente con el aprove-
su formación, la Comisión —en la que estaba excluido el Minis- chamiento de los recursos naturales como «factores de progre-
terio de Minería— presentó un anteproyecto que mereció un so y desarrollo económico y social.»62 Además, se volvía a de-
decidido rechazo por parte de esta cartera, pues: fender un «tratamiento diferenciado» para las «faenas instaladas
y funcionando desde hace muchos años, que se han regulado
[...] «contenía numerosas materias que eran incompati- por la legislación existente» 63 y los proyectos a desarrollarse en
bles con los problemas, fuentes y niveles reales de conta- el futuro, «exigiendo a éstos últimos las evaluaciones de impac-
minación de las instalaciones mineras y con la realidad to ambiental y el uso de tecnología adecuada que neutralice las
ecológica que existe en torno de cada operación minera
individual». Y porque las medidas de mitigación propues-
tas: «causarían fuertes repercusiones económicas al sector 57
Ibidem, p. 206. Es indudable que, por lo menos en parte, el crecimien-
y éstas no estaban basadas en conceptos científicos y téc- to de las empresas mineras del resto del mundo se hizo externalizando
costos ambientales, sin embargo, esto también ocurría en Chile al mis-
nicos y que no armonizaban el equilibrio que debe existir mo tiempo. Por lo tanto, el diferencial de crecimiento entre las econo-
entre lo técnico-económico y el medio ambiente».60 mías mineras, hay que buscarlo en los otros factores que inhibieron el
crecimiento relativo le la minería chilena o que la hicieron menos com-
petitiva. Negarse a internalizar los costos ambientales en la producción
El anteproyecto no prosperó y la Comisión cesó sus fun- de una materia prima dirigida íntegramente al mercado internacional, en
ciones sin llegar a establecer una política ambiental para el régi- un momento en que los competidores se veían obligados a hacerlo, no
men militar. A pesar de su corta e inútil vida, ésta aventura fue es otra cosa que una política de dumping ambiental.
58
Moraga (1982), Bases preliminares..., p. 50.
entendida por los intereses mineros como una señal clara de 59
De acuerdo a Rojas (1994) y Silva (1996), esta iniciativa habría sido
que, tarde o temprano, se terminarían imponiendo restriccio- una respuesta ante la movilización de los académicos producida a par-
nes ambientales sobre las actividades mineras. Frente a ese dile- tir de 1983.
36 26 - 2003
emisiones».64 En resumen, los intereses mineros pedían un le- el país.67 Las palabras del Ministro de Minería del primer go-
gislación moderada, pues, en caso contrario, las empresas del bierno democrático son ilustrativas al respecto.
sector no estarían en condiciones (ni disposición) de cumplir.
El diseño de una política global sobre medio ambiente
Esperamos que en el futuro, partiendo por [...] el equili- requiere, además de una voluntad política, una voluntad
brio entre el desarrollo económico y la naturaleza, nos ambiental decidida. Esa voluntad ha sido demostrada cla-
permita llegar a una Ley General del Uso y Protección del ramente por el gobierno, trayendo a la luz pública el pro-
Medio Ambiente que sea clara, comprensible, realista, flexi- blema de la contaminación [...]. Hemos actuado de cara a
ble para diferentes escenarios y finalmente eficaz y cum- la comunidad y a la opinión pública, sacando el velo a
plible.65 aquello que todos conocíamos, pero que se ocultó por
muchos años. Sabíamos que no sería una tarea fácil pero
decidimos abordarla con valentía.68
El período de transición, 1990-1999
Durante los años ochenta se consolidó el movimiento ecologista Al retornar la democracia existía el compromiso y la vo-
chileno, hermanado, por una parte, con las fuerzas políticas de luntad política de contener los procesos de degradación am-
oposición a la dictadura (que a partir de 1990 se hicieron car- biental, pero ello había de hacerse de acuerdo a las reglas del
go del gobierno), y por otra, con la comunidad científica am- juego del sistema democrático, es decir, respetando la voz y el
biental que se iba afianzando en las universidades.66 En ese peso político de los intereses mineros. Así, el período 1990-
concierto, el retorno a la democracia implicó un compromiso 1999, puede considerarse una etapa de transición de la regula-
ineludible con el establecimiento de una política ambiental en ción ambiental, en la que se comenzaron a aplicar de manera
flexible los primeros controles y se sometió a discusión y nego-
ciación política la legislación que se establecería en el país, con
64
Ibidem, p. 9.
la participación (formal o no) de los diversos actores impli-
65
Ibidem, p. 10. cados.
66
La fecha de «nacimiento» del movimiento ecologista chileno suele fi- La Asociación Gremial del sector (SONAMI), planteaba,
jarse en 1963 con la fundación del Comité de Defensa de la Fauna y
hacia 1992, que la única forma de conseguir que las empresas
Flora, CODEFF. Un hito importante en el desarrollo del movimiento
ecologista chileno fue la celebración del Primer Congreso Científico del «se comprometieran lealmente en la aplicación de normas am-
Medio Ambiente, en la ciudad de la Serena, en que contó con la partici- bientales» era que estas normas fueran «realistas» y que se esta-
pación de 377 personas. La reunión significó la constitución de una co-
blecieran «plazos razonables» para su aplicación.69 Cuando la
munidad científica preocupada de los problemas ambientales. Para un
análisis de este proceso, véase Rojas (1994).
autoridad clausuró por primera vez una actividad minera por
67
Para un análisis de la conformación de la política ambiental en Chile, consideraciones ambientales (febrero de 1993), la asociación
véase Silva (1996). gremial reaccionó con indignación, acusando al gobierno de
68
BMM: «Discurso del Ministro de Minería, Juan Hamilton, en la inaugu-
ración de la Red de Monitoreo ENAMI-Ventanas», 10 de abril de 1992.
una «animosidad antiempresarial» y de estar bajo la influencia
69
«Políticas ambientales y países en desarrollo», El Mercurio, Santiago, de «grupos de presión escondidos detrás de las organizaciones
09/10/1992, p. A2. Cabe señalar que los empresarios mineros no eran ecologistas»; exigió la revocación de la medida y que se sancio-
los únicos que marcaron posiciones defensivas en este trance de deba-
nara a los funcionarios que habían impulsado la clausura.70
te. Los industriales, agrupados en la Sociedad de Fomento Fabril
(SOFOFA), declaraban su rechazo a la fijación de «estándares ambien- La empresa pública del Cobre (CODELCO), por su par-
tales altamente exigentes, propios de un país desarrollado» y pedían te planteaba que:
«normas de protección ambiental [...] acordes a nuestro nivel de desa-
rrollo socioeconómico»(SOFOFA: Memoria Anual 2000/2001, p. 26).
70
«Clausura de mina ‘La Campana’ revela ánimo antiempresarial», El
Chile no se puede dar el lujo de aplicar restricciones am-
Mercurio, Santiago, 16/02/1993, p. B1. bientales similares a las de los países industrializados sin
26 - 2003 37
afectar de forma negativa los recursos requeridos para aten- de liderazgo en materia de protección del medio ambien-
der sus urgentes necesidades sociales y sin provocar una te, el sector minero actúa con realismo y decisión al anti-
pérdida de competitividad de sus operaciones, que haría ciparse a un proceso de carácter mundial que aún no está
peligrar las bases de su subsistencia.71 completamente consolidado en Chile [...] proyecta una
imagen seria y responsable de la industria frente a la ciu-
La autoridad minera, por su parte, coincidentemente con dadanía.75
estas ideas de moderación, afirmaba que:
Como era el deseo de los intereses mineros, la política
El diseño de políticas ambientales requiere, para ser eficaz, ambiental sobre el sector ofreció un trato distinto a los nuevos
una normativa realista y posible de cumplir. Poco sacare- proyectos mineros que a los antiguos. La promulgación de una
mos si la norma aparece como muy buena en teoría, pero ley de Bases del Medio Ambiente (1992-94), en la que se pe-
imposible de llevar a la práctica.72 naliza a quien «culposa o dolosamente cause daño ambiental»76
definido éste como: «toda pérdida, disminución, detrimento o
Ése fue el clima en el que se desarrolló el proceso de menoscabo significativo inferido al medio ambiente o a uno o
formulación de la regulación ambiental, que tomó cinco años, más de sus componentes»77 significaba, virtualmente, ilegalizar
desde la presentación del Proyecto de Ley sobre Bases del a las empresas contaminantes.
Medio Ambiente (1992), hasta la promulgación del Regla- Algunas de éstas no reaccionaron oportunamente al nue-
mento del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental vo escenario y fueron forzadas a hacerlo hasta llegar a ser
(1997). clausuradas.78 Otras firmas tuvieron el tino (o el privilegio) de
Siguiendo la lógica de ocupar una «posición de liderazgo» negociar con la autoridad los términos de su transición am-
en el tema ambiental y evitar el riesgo que implicaría la adop-
ción de una posición más pasiva o defensiva, todos los pro-
yectos mineros inaugurados en ese período (1992-1997) se 71
Las palabras corresponden a Gerardo Muñoz, quien era Director de
sometieron voluntariamente a evaluaciones de impacto am- Control Ambiental de CODELCO. Véase Muñoz (1993: 243).
biental, lo cual significó que en todos ellos se contemplaran 72
BMM: «Discurso del Ministro de Minería, Juan Hamilton, en la inaugu-
ración de la Red de Monitoreo ENAMI-Ventanas», 10 de abril de 1992.
medidas de mitigación de sus impactos y prevención de inci- 73
No obstante, según ha afirmado Padilla (2002), tales proyectos fueron
dentes que pudieran representar algún riesgo para el medio aprobados en un contexto bastante precario, desde el punto de vista de
ambiente. En este escenario, la minería cumplió un rol que la regulación ambiental. «Muchos proyectos fueron aprobados por auto-
no se puede desconocer: del monto total de inversiones so- ridades sin experiencia en el tema y sin capacidad de exigir efectiva-
mente las condiciones preventivas que aseguran un impacto reducido
metidas a Estudios de Impacto Ambiental, los proyectos mi- de las explotaciones mineras» (p. 15).
neros representaron el 44%.73 En el período en el que este 74
10 años de minería..., op cit, p. 44.
trámite era ya obligatorio (a partir de 1997), la representa- 75
BMM, Discurso del Ministro de Minería, Juan Hamilton sobre Balance
de la Gestión Ambiental en el Sector Minero, Universidad Católica, San-
ción alcanzó el 39%, lo que sitúa al sector minero en el pri- tiago, 16 de mayo de 1991.
mer lugar, en relación a los montos de inversión sometidos a 76
Ley 19.300, Art. 51.
escrutinio ambiental.74 77
Ley 19.300, Art. 2º.
78
Este es el caso de la «Compañía Explotadora de Minas», cuyo yaci-
La estrategia de tomar posiciones de «avanzada» rindió
miento de cobre ubicado en el cerro La Campana, al interior de un área
buenos frutos: se ganó el respaldo del Ejecutivo: silvestre protegida fue clausurado por el Gobierno por razones de ries-
go ambiental en febrero de 1993 («Clausura de mina ‘La Campana’ re-
El gobierno valora sobremanera todas las acciones desa- vela ánimo antiempresarial», El Mercurio, Santiago, 16/02/1993, p. B1).
También es el caso de la Empresa Minera Las Juntas (que describire-
rrolladas por el sector minero para incorporar la dimen- mos más adelante) cuyo tranque de relaves fue clausurado en el año
sión ambiental en sus actividades. Al asumir una posición 2001.
38 26 - 2003
Miles de toneladas/año
radas».80 De acuerdo a esto, entre 1991 y 1997, las cinco plan-
tas de fundición y refino de cobre de propiedad estatal fueron 200
En general, estos planes se han venido ejecutando con éxito. Fuente: CODELCO.
Fuente: CODELCO.
Las inversiones y cambios técnicos comprometidos se llevaron
a efecto y los distintos planteles fueron reduciendo sus emisio-
nes hasta cumplir con las normas progresivas fijadas ad hoc.82 De acuerdo al plan original, debía cumplir con la norma
La única excepción ha sido la Fundición de Chuquicamata, el año 2000; como esto no ocurrió, se le otorgó una prórroga
que ha incumplido en dos oportunidades los plazos fijados para de dos años, que tampoco fue suficiente para cumplir con ella.
cumplir la norma (ver gráfico Nº 8). A fines del 2002 la CONAMA le concedió un nuevo aplaza-
miento (de un año más) para cumplir con los compromisos de
su plan de descontaminación, que llegará, como mínimo, con
79
Según lo anunciaba el propio Ministro de Minería, la legislación «esta-
cuatro años de retraso.
blece límites a las emisiones de las presas emisoras de gases y polvo y Con todo, es justo reconocer a lo largo de estos años,
les otorga un período negociable para ajustarse a la nueva normativa efectivamente se ha conseguido una reducción significativa de
[...]. Las empresas deben proponer planes de descontaminación a la
las emisiones de gases contaminantes en el conjunto del sector,
intendencia y a la comisión técnica de calidad del aire que estudiará la
propuesta y negociará un cronograma satisfactorio para ambas partes». tanto en términos absolutos (toneladas métricas de SO2 libera-
(BMM: «Discurso del Ministro de Minería, Juan Hamilton, en la inaugu- das a la atmósfera) como relativos (como proporción de la pro-
ración de la Red de Monitoreo ENAMI-Ventanas», 10 de abril de 1992.)
80
ducción de cobre) (ver gráfico Nº 9).83
De acuerdo a la legislación, una zona declarada «saturada» es aque-
lla en que una o más normas de calidad ambiental se encuentran so-
Ahora bien, no debe olvidarse de que el problema de la
brepasadas. contaminación atmosférica, problema al cual se han aplicado
81
El Decreto Nº 94 de la Secretaría General de la Presidencia (15/05/ tanto las autoridades como las empresas mineras durante estos
1995) define el Plan de Descontaminación como un instrumento de ges-
tión ambiental que tiene por finalidad recuperar los niveles señalados en
años, no es el único problema ambiental que genera esta acti-
las normas de calidad ambiental de una zona saturada. vidad. En consecuencia, una valoración seria de los avances rea-
82
Los planes deberían completarse al año 2005 con el cumplimiento de lizados en estos años, no debe limitarse a este aspecto sino que
las metas más exigentes. En el caso de El Teniente (CODELCO), por
debería recogerlos todos.
ejemplo, esto implica la conversión de sus sistemas de combustión, que
serán completamente alimentados con gas natural. En el caso de
Chuquicamata, exige el traslado del campamento minero a una distan-
cia de las chimeneas segura para su salud.
El período de consolidación, 1997-2003
83
Una revisión pormenorizada de los cambios técnicos que han hecho
posible esta reducción de las emisiones en Sánchez y Castro (2002);
Transcurridos ya más de diez años desde que se iniciara el pro-
Lagos, Lehuedé y Andía (2001), y Álvarez (2002). ceso de conformación de un marco de regulación ambiental
26 - 2003 39
Gráfico Nº 9
Gráfico Nº9 [...] instrumento de política ambiental que, sobre la base
Producción
Producciónde Cobre
de Cobre (Blister
(Blister más Refinado)
más Refinado) y
y Emisiones
de un convenio celebrado entre la industria y la autoridad
Emisiones dede Dióxido
Dióxido de Azufre
de Azufre
3.000 pública competente, o sobre la base de una declaración
unilateral de la industria, persigue lograr objetivos am-
2.500
bientales concretos.85
En miles de Toneladas
En
mile 2.000
s de
Ton Estos acuerdos entre la autoridad (el ejecutivo, más los
elad 1.500 organismos sectoriales), las empresas y otros actores involucra-
as
1.000 dos, entre los que no se cuentan las asociaciones de base ni los
Dióxido de azufre
Cobre Blister y Refinado
afectados, tienen carácter voluntario, pero incorporan un siste-
500
ma de monitoreo y control. Así, estas iniciativas vendrían a
0 promover la adopción y aplicación de medidas eficaces que se
1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 anticipan a la legislación. El objetivo explícito de este tipo de
Fuente: Conama
Fuente: Conama 2 aproximados)
(Datos SO 2 y
aproximados) y Cochilco, 2001. acuerdos es:
(Datos SO Cochilco, 2001.
40 26 - 2003
Cuadro Nº 4
Evolución de la regulación ambiental efectiva sobre las actividades mineras
Emisión de SO2
Emisión de arsénico
Contaminación de agua
Abandono de faenas
88
Los temas de estos materiales son los siguientes: 1) Gestión de Resi- Al cabo de dos años de trabajo, el comité técnico creado al
duos Industriales Sólidos Mineros y Buenas Prácticas. 2) Gestión de efecto ofreció sus primeros resultados: cuatro Manuales Técnicos
Residuos Industriales Líquidos Mineros y Buenas Prácticas. 3) Guía
Metodológica sobre drenaje ácido en la industria minera. 4) Guía y dos Guías Metodológicas, que analizaban seis áreas críticas para
metodológica para el cierre de faenas mineras. 5) Uso eficiente de ener- el sector: la generación de aguas ácidas, el cierre y abandono de
gía en la industria minera y Buenas Prácticas. 6) Uso eficiente de aguas
en la industria minera y Buenas Prácticas.
faenas, el uso eficiente de la energía y del agua, y el manejo de los
89
En el proceso de la calcopirita (CuFeS2), por ejemplo, hay una prime- residuos industriales sólidos y líquidos. Estos materiales permiti-
ra fase de flotación, con la cual se obtiene concentrado de cobre, un rían, de acuerdo a la comisión, una gestión ambiental proactiva
producto cuyo contenido típico es: 30% de cobre, 34% de azufre, 27%
de hierro y un 8% de agua, más el desecho del proceso que son los de parte de las empresas mineras, y al mismo tiempo, proporcio-
relaves. A continuación, los concentrados son sometidos a procesos naría los elementos técnicos que facilitarán la labor de fiscalización
pirometalúrgicos (fundición y conversión), gracias a los cuales se obtie-
ne cobre blister (99% de cobre fino) y, como desechos del proceso, se
a los organismos públicos.88 Los resultados sociales y ambientales
libera el azufre en forma de SO2 y se obtiene un residuo de escorias. de estos «acuerdos de caballeros» aún no podemos conocerlos.
Finalmente, el cobre blister es refinado a fuego para obtener ánodos de
cobre (99,5% de cobre fino), y luego vuelto a refinar, por electro-refina-
ción, para conseguir cátodos de 99,99% de cobre fino. Todos los mine-
Sistemas tecnológicos y calidad ambiental
rales sulfurados, como la calcopirita (que es el mineral más abundante),
son sometidos al mismo tratamiento. Los procesos tradicionales a los
que son sometidos a minerales oxidados son levemente diferentes, y de
Los impactos y problemas ambientales derivados de las opera-
ellos también se obtienen cátodos de 99,99% de ley de cobre. ciones de beneficio del cobre varían mucho de un proyecto a
26 - 2003 41
otro, dependiendo, en primer lugar, del tipo de mineral a pro- en cambio, los productos de nuevas tecnologías, los llamados
cesar (sulfuros u óxidos de cobre) de cuál sea el grado de trata- «Cátodos SX-EW»90 representan hoy once veces más que en
miento metalúrgico a los que sea sometido dicho mineral (que 1991 y comprenden el 51,5% de la producción de cobre refi-
puede ser depurado hasta conseguir entre un 30% y un 99,99% nado.91 La importancia de este cambio radica en que en la
de cobre fino), y del tipo de tecnología empleada (flotación, producción de estos Cátodos SX-EW se consume hasta una
lixiviación, biolixiviación, fundición a mata, extracción por sol- cuarta parte de agua que lo consumen los procesos tradiciona-
ventes, electrobtención, etc.), pues las hay más y menos conta- les, y se emite un volumen de gases contaminantes considera-
minantes, y más o menos intensivas en uso de otros recursos y blemente menor, pues se salta el proceso de fundición.92
de energía.89 Un buen ejemplo de la importancia de variable tecnológi-
El boom minero también ha acarreado cambios impor- ca en la estimación del impacto ambiental del boom de la mi-
tantes en este sentido. En la actualidad, sólo el 53% del total nería del cobre es el caso del proyecto minero «El Abra» (pro-
de cobre extraído en Chile es refinado, es decir, procesado por piedad de Phelps Dodge Corp. y CODELCO), en operacio-
completo, el resto sólo llega a la fase pirometalúrgica (fundi- nes desde 1996. Esta planta tiene un sistema de producción en
ción a mata y conversión) o a la fase anterior de concentración. circuito cerrado, con el cual asegura conseguir un nivel cero de
La expansión producida durante los últimos 20 años, en contaminación.93 Otro ejemplo lo constituye el proyecto «Que-
términos absolutos, no ha afectado al cobre blister, que es el brada Blanca» (propiedad de Aur Resources, Canadá y Socie-
producto del proceso de fundición a mata, sino a los refinados dad Minera Pudahuel, en operaciones desde 1994), que, al igual
y graneles (concentrados y otros productos), y en términos re- que «El Abra», figura entre las principales empresas mineras del
lativos, sobre todo a los graneles, que corresponden al tipo de país, y que obtiene el metal mediante biolixiviación, tecnolo-
producto que menos generación de residuos supone —y tam- gía que, a diferencia de los procesos de concentración y
bién al que menor valor añadido genera— (ver gráfico Nº 10).
Entre los productos refinados, por su parte, los productos de
89
En el proceso de la calcopirita (CuFeS2), por ejemplo, hay una prime-
procesos tradicionales (cátodos electrolíticos y cátodos refina- ra fase de flotación, con la cual se obtiene concentrado de cobre, un
dos a fuego) representan sólo un 20% más que hace diez años, producto cuyo contenido típico es: 30% de cobre, 34% de azufre, 27%
de hierro y un 8% de agua, más el desecho del proceso que son los
relaves. A continuación, los concentrados son sometidos a procesos
pirometalúrgicos (fundición y conversión), gracias a los cuales se obtie-
Gráfico Nº
Gráfico Nº10
10 ne cobre blister (99% de cobre fino) y, como desechos del proceso, se
Producción
Producciónchilena decobre
chilena de cobrepor
por libera el azufre en forma de SO2 y se obtiene un residuo de escorias.
tipo
tipode
deproducto, 1980-2000
producto, 1980-2000. Finalmente, el cobre blister es refinado a fuego para obtener ánodos de
cobre (99,5% de cobre fino), y luego vuelto a refinar, por electro-refina-
5.000
ción, para conseguir cátodos de 99,99% de cobre fino. Todos los mine-
4.500 Graneles
rales sulfurados, como la calcopirita (que es el mineral más abundante),
4.000 Blister
Miles de TM de Cobre fino
42 26 - 2003
lixiviación tradicionales, no genera relaves, y que tiene un bajo cobre. Los incidentes de daño ambiental se siguen suscitando
consumo de energía y de agua.94 constantemente.
La mina de cobre El Abra, en diciembre de 1997, sufrió
un derrame de ácido sulfúrico en su planta de lixiviación que
Los fallos de la gestión ambiental en el sector
contaminó el río Loa.96 En abril de 2002 el incidente se repi-
minero, 1997-2002
tió, pero con mayor gravedad: se derramaron cinco mil metros
Si bien es cierto que el sector minero ha protagonizado un cúbicos de esta sustancia. En agosto del mismo año, la empre-
proceso de modernización ambiental efectivo y que, compara- sa sufrió el derrame de una solución de refino.97 Como conse-
tivamente, sus avances han sido mayores que los conseguidos cuencia de estas infracciones, la compañía fue multada con un
en otros sectores (como la industria forestal, los transportes y poco más de 80 mil US$, en agosto de 2002.98
la agroindustria),95 los hechos indican que tanto el marco nor- En octubre de 1997, a consecuencia de seísmo, varios tran-
mativo, como la aplicación del mismo, es decir, la política am- ques de relaves ubicados en la proximidades de la localidad de
biental efectiva, al igual que el desempeño ambiental de las Illapel y cuenca del río Elqui sufrieron derrumbes de impor-
empresas (tanto privadas como públicas), ya sea por falta de tancia, que causaron gran alarma a la población al contaminar
fiscalización o de incentivos, no ha sido suficiente para resolver las aguas de varios ríos y esteros.99
definitivamente los problemas ambientales de la minería del En agosto de 1999, un derrame de relaves desde una planta
de concentración de la empresa Cobrex SA. contaminó el em-
balse de agua Lautaro, cerca de Copiapó.100 La misma empresa
94
La «oxidación bacteriana» es un proceso que ocurre naturalmente, de
ha contaminado con sus relaves en reiteradas ocasiones el río
hecho, es el responsable de la acidez del ‘agua de minas’. El fenómeno
era conocido desde la época de los romanos, pero no fue entendido ni
Elqui, lo cual le significó, a fines del 2002, la revocación de su
controlado hasta mediados del siglo XX, cuando se aisló la bacteria que permiso ambiental.101
tiene la propiedad de atacar y solubilizar el mineral (Thiobacillus En julio de 2002, la Compañía Minera Los Pelambres,
ferroxidans).
95
Para un análisis de la situación ambiental en distintos sectores véase
recibió una multa de 12 mil dólares por el vertido de concen-
CAPP (2000), Claude,(1997), Quiroga (1994) y trados de cobre, ocasionado por la ruptura del ducto a través
96
«Derrame de El Abra», Minería Chilena, Nº188, febrero de 1998, p. 42. del cual éstos son trasladados a 120 km. de distancia.102
97
«Nueva contingencia ambiental en El Abra», El Mercurio de
La Compañía Minera «Portezuelo», que opera una planta
Antofagasta, 06/08/2002, p. A4.
98
«Corema aplicó sanción a empresa minera», El Mercurio de de lixiviación en las cercanías de Illapel, fue objeto de una in-
Antofagasta, 15/08/2002, p. A3. vestigación sumaria y sanciones a raíz de dos incidentes de ver-
tido de residuos líquidos al estero Aucó, durante abril y junio
99
«Río Illapel contaminado por derrumbe de relaves», El Día, La Sere-
na, 17/10/1997, p. 13. «Estricta fiscalización del agua en la región», El
Día, La Serena, 24/10/1997, p. 11.
de 2002.103
100
«Contaminado embalse Lautaro por relaves», El Mercurio, Santiago, En noviembre de 2002, la fundición Altonorte, la única
11/08/1999, p. C4. planta de refinación levantada durante el boom (1993), de pro-
101
«Emergencias ambientales en el norte por derrames mineros», El
Mercurio, Santiago, 09/11/2002, p. C9; «Revocan resolución ambiental
piedad de la empresa canadiense Norada, fue sancionada con
de Minera Cobrex», Puntocoquimbo (Periódico electrónico), 20/12/2002. 18 mil dólares de multa por excederse en sus emisiones de an-
102
«$8.600.000 deberá pagar Los Pelambres por accidentes ambienta- hídrido sulfuroso.104
les», Áreaminera.com (Portal electrónico), 25/07/2002.
103
A principios de octubre de 2003, uno de los depósitos de
«Toman Medidas en situación de drenes en estero Aucó», La Voz del
Choapa, Illapel, 27/06/2002, p. 3. relaves de la mina Cerro Negro, una mediana empresa en acti-
104
«Confirman sanciones por daños ambientales», El Mercurio de vidad desde 1945, que ya había sufrido un accidente idéntico
Antofagasta, 15/11/2002, p. A6.
105
en 1965, sufrió una fractura, con el consiguiente derrame de
«Alerta por grave emergencia ambiental», El Mercurio de Valparaíso,
4/10/2003.
50 mil toneladas de lodos tóxicos que contaminaron los cursos
de agua de la localidad agraria de Guayacán.105
26 - 2003 43
En el sector público, también se han reiterado estos pro- ricas anteriores. Al año 2001, por ejemplo, había 15 comuni-
blemas. En agosto de 1998, en la División Andina (CODEL- dades en conflicto con proyectos mineros.112 La explicación de
CO) escaparon concentrados de cobre hasta el Río Blanco.106 esto es que la mayor parte de las faenas de explotación se reali-
Y en junio del 2000, la misma división, sufrió un derrame de zan en zonas deshabitadas, con lo cual, los impactos ambienta-
5.280 metros cúbicos de relaves que contaminaron cursos de les que puedan tener alguna respuesta social se reducen a las
agua y ocasionaron la muerte del ganado de los agricultores actividades beneficio del mineral, que se desarrollan en zonas
vecinos en la quebrada El Maitén.107 A principios de 1998, la pobladas (de hecho, la norma de emisiones se ajusta a la proxi-
mina El Teniente (CODELCO), se derramaron al río Coya midad de la población). En segundo lugar, y como ya hemos
mil toneladas de concentrado de cobre durante catorce días.108 destacado, la política ambiental impide que los nuevos proyec-
En agosto de 2001, esta misma división de CODELCO derra- tos (a diferencia de lo que ocurría en el pasado) tengan proce-
mó 26.000 litros de ácido sulfúrico al mismo río. Según ha sos que provoquen daños sobre el medio ambiente de manera
reconocido la propia empresa pública, en el período 1994-1999, ostensible y permanente, con lo cual, los episodios de conta-
se contabilizaron trece ‘infracciones ambientales’ (incumplimien- minación son sucesos relativamente esporádicos y accidentales
to de las normas) y 45 el año 2001.109 En febrero de 2002, y, por lo tanto, la resiliencia social frente a los mismos, más
una fuga de anhídrido sulfuroso intoxicó a 33 trabajadores en larga. En tercer lugar, las empresas (privadas y públicas) co-
El Teniente. Más recientemente, en noviembre de 2002, en mienzan a implementar una política sistemática de «coopera-
dos oportunidades consecutivas, la rotura de cañerías provocó
el derrame de relaves en la división Chuquicamata que forma-
106
ron una laguna de tres kilómetros lineales que, según la empre- «Indignación ecologista por derrame», La Tercera, Santiago, 16/08/
1998, p. 3.
sa, «no provocaron daño ecológico alguno».110 107
«Derrame de relaves en División de CODELCO», El Mercurio, San-
Además de estos problemas que se producen directamen- tiago, 25/11/2000, p. C7.
te en las labores mineras, hay que considerar los daños am- 108
«Nuevo derrame de cobre en Caletones», El Rancaguino, Rancagua,
06/02/1998, p. 5. Por este incidente la compañía habría tenido que pa-
bientales que se generan por los accidentes de las operaciones gar una multa cuyo monto equivale al 3% de los excedentes de un solo
de transporte y embarque de sustancias peligrosas que son de- día de producción. «Multarán a CODELCO por vaciado de cobre», La
mandadas o generadas por las actividades mineras, tales como Época, 02/02/1998, p. 15. La multa máxima que la legislación permite en
estos casos es de US$ 29.000. En 1998 los excedentes (antes de im-
fugas o derrames por el volcado de camiones, cuya frecuencia
puestos) de CODELCO fueron de 355,3 millones de dólares.
se va acentuando en las regiones mineras durante los últimos 109
CODELCO: Reporte ambiental 1999: 36; 2001: 31. Por este concep-
años.111 to, el año 2001 la empresa pagó 125 mil dólares en multas.
110
«Emergencias ambientales en el norte por derrames mineros», El
Mercurio, Santiago, 09/11/2002, p. C9. «Emergencia por derrame tóxi-
co», El Mercurio de Antofagasta, 09/11/2002, p. A3.
LA RESPUESTA SOCIAL A LOS IMPACTOS 111
Este es un problema no menor. Sólo por las carreteras de la Segun-
AMBIENTALES DEL BOOM MINERO da Región se mueven anualmente, en promedio, un millón 440 mil tone-
ladas de ácido sulfúrico, un millón 322 mil toneladas de combustibles,
324 toneladas de nitratos y 3 mil 600 toneladas de explosivos. Por el
Hemos dicho que la legislación ambiental es incompleta y que, Puerto de Antofagasta pasan 75 mil toneladas de todo tipo de sustan-
por falta de fiscalización o disuasión, los incidentes de daño cias peligrosas. Se estima que diariamente circulan por la región 289
camiones con sustancias tóxicas. Los accidentes de este tipo tienen
ambiental se siguen produciendo permanentemente. Cabe pre-
lugar en un 44% en caminos y carreteras, 36% en plantas y empresas,
guntarse entonces, cómo ha reaccionado la sociedad civil fren- 12% en vías férreas y 8% en recintos portuarios. (Fuente: «Emergencia
te a esto. por derrame de ácido sulfúrico», El Mercurio de Antofagasta, 13/02/2003,
44 26 - 2003
ción» con su entorno social, que les garantiza la lealtad y com- to minero «Los Pelambres» contemplaba el procesamiento
prensión de éste frente a situaciones de este tipo, con lo cual, de concentrados de cobre en una planta vecina a la locali-
la propensión a reaccionar en contra de las compañías no es dad de pescadores de «Los Vilos». En principio, los habi-
espacialmente aguda.113 tantes se opusieron a la construcción de la planta por los
A pesar de esto, en estos años ha habido casos de riesgos de contaminación que implicaba para la bahía. Fi-
conflictividad ambiental en torno a las actividades mineras, que nalmente, la empresa firmó un «acuerdo de cooperación»
dan algunas luces respecto de las imperfecciones del sistema —en con la comunidad, la que declinó su oposición al proyecto.114
cuanto a los criterios vigentes para aprobar los proyectos, como a c) Pilas de lixiviación en Andacollo, cuarta región (1997-2002).
la fiscalización de los mismos— que merecen ser destacados. La empresa minera «Carmen de Andacollo», subsidiaria de
la firma canadiense «Aur Ressaurce Inc.», practica el trata-
a) Traslado de ácido sulfúrico desde la «Fundición Caletones» miento de sus minerales por el método de ‘lixiviación en
de «El Teniente» (CODELCO) al puerto de San Antonio pilas’ que consiste en regar con ácido sulfúrico el mineral
(1997-1998). Por la propia imposición de un plan de re- apilado. La planta se encuentra a menos de 200 metros de
ducción de emisiones de anhídrido sulfuroso, la empresa la localidad de Chepiquilla, cuyos pobladores han denun-
comenzó a capturar los gases en forma de ácido sulfúrico, ciado los problemas suscitados por la filtración y dispersión
que sería exportado por el puerto de San Antonio. Las co- de esta sustancia tóxica, y han llegado a presentar una de-
munidades emplazadas entre ambos puntos se opusieron a nuncia ante tribunales internacionales contra la autoridad
que éste fuera trasladado en camiones, por el riesgo que ambiental chilena que autorizó en 1995 el funcionamiento
ello implicaba, y obligaron a la empresa pública a implemen- de la planta con este sistema.115
tar un sistema más seguro (camino especial y estación de d) Terminal minero en Caleta Coloso (1990-1997). La com-
transferencia). pañía minera «La Escondida», en operaciones desde 1991,
b) Planta de tratamiento de concentrados de cobre en la loca- construyó una planta de secado y embarque de concentra-
lidad de «Los Vilos», cuarta región (1996-1998). El proyec- dos en la caleta Coloso. El traslado de los concentrados
húmedos se hace por medio de un ducto de 170 kilóme-
tros de longitud desde la mina hasta el litoral. Una vez ex-
113
Cabe señalar que la «política ambiental» que declaran las empresas
traída el agua, éstos se embarcan y el agua se descarga en el
privadas ha levantado algunas suspicacias entre los grupos
ambientalistas: es posible que ésta sea más bien una estrategia de mar- mar. Los habitantes y pescadores de la localidad protestaron
keting verde y no la sincera materialización de una convicción de res- por el polvillo que se liberaba en las maniobras de carga y
ponsabilidad ambiental. Por otra parte, les llama la atención que las
por el vertido de agua de desecho al mar. Finalmente, la
empresas estén haciendo esfuerzos para evitar los conflictos con las
comunidades vecinas a sus faenas, congraciándose con ellas, en lugar
empresa accedió a las demandas de los habitantes del lugar
de limitarse a reducir a cero sus impactos ambientales. De este modo, y modificó sus sistemas para solucionar estos problemas.116
han llamado la atención, por ejemplo, sobre el hecho que la Sociedad e) Tranque de relaves de la Minera «Los Pelambres» (2000-
Nacional de Minería (SONAMI) haya sugerido a las empresas que estu-
dian proyectos mineros, que tengan una temprana aproximación a las
2002). Esta compañía minera, en operaciones desde 1999,
comunidades afectadas y propietarios de terrenos sujetos a exploración, ha intensificado su producción de cobre, con el consiguiente
para adelantarse así a la presentación de conflictos ambientales. Véase incremento en la producción de relaves. Como consecuen-
Padilla (2000a), p. 12.
114
cia de ello, ha colmado prematuramente el tranque de relaves
Más antecedentes sobre el caso en Mayorga, 2000.
115
Más antecedentes sobre el caso en Corvalán, 1999. autorizado por la autoridad ambiental (Tranque «Los
116
Más antecedentes sobre el caso en Padilla, 2000; y VV.AA., 1997: 80- Quillayes»). A partir de diciembre de 2000, ha intentado
81. También en D. Arcos (Ed.) Minería del Cobre, Ecología y Ambiente conseguir la autorización para construir nuevos tranque de
Costero, Editora Aníbal Pinto S.A-Escondida, Chile, 1998.
117
Más antecedentes sobre el caso en sitio web del Observatorio Lati-
relaves, pero se ha encontrado con la oposición decidida de
noamericano de Conflictos Ambientales, OLCA. (http://www.relca.net/oca). las comunidades potencialmente afectadas.117
26 - 2003 45
f) Tranque de relaves de la Minera ‘Las Juntas’ en Ovalle (2000- tas transformaciones, interpretadas en clave política, se expre-
2001). Esta empresa, que venía funcionando desde hace san en una redistribución del «poder minero», que ha sido
varios años, utilizaba un sistema de acopio de relaves muy gravitante en la definición (o redefinición) de las políticas so-
defectuoso, provocando constantes episodios de contami- bre el sector.
nación en el estero ‘San Miguel’. Las comunidades agríco- La lógica del proyecto expansionista, fraguado a comien-
las afectas iniciaron acciones ante las autoridades que termi- zos de los ochenta es que, ante el riesgo de una cercana
naron dándoles la razón y decretaron la clausura del tran- obsolescencia, había que intensificar la explotación del recurso
que de relaves colapsado. Finalmente, la empresa se declaró en el presente —hasta agotarlo si fuera necesario— y obtener
en quiebra y abandonó el establecimiento sin ningún plan con ello la mayor renta posible. Tal proyecto no podía ser asu-
de manejo de los desechos mineros.118 mido por las empresas públicas del cobre, con lo cual era im-
prescindible abrir la puerta a las compañías extranjeras intere-
Por otra parte, los conflictos ambientales ocurridos du- sadas en invertir en Chile. Para conseguir que ello ocurriera, la
rante los últimos doce años, vienen a demostrar que la defini- presión fiscal, la regulación ambiental y las demás reglas del
ción técnico-política de los estándares ambientales no siempre juego debían ser relativamente atractivas para estas empresas,
coincide con la definición social de los mismos, y que la regu- pero al mismo tiempo (y en condiciones de no discrimina-
lación ambiental aún tiene vacíos, es decir, que todavía hay ción), debían permitir la supervivencia de la empresa pública
aspectos no regulados taxativamente, tales como la disputa por (CODELCO), que en este modelo, viene a ser la única que
recursos/insumos a nivel local (agua o suelo) o los impactos genera ingresos sustantivos (e irrenunciables) para el fisco. El
indirectos y remotos que puedan generar los proyectos mine- proyecto ha tenido los resultados deseados: se extrae cobre en
ros. Estas cuestiones todavía están en el terreno de la acción volúmenes sin precedentes y CODELCO sigue siendo un pi-
colectiva. lar del ingreso fiscal.
Este ciclo de expansión ha coincidido —afortunadamen-
te— con la puesta en vigor de una incipiente política ambien-
SÍNTESIS Y CONCLUSIONES tal, (en sintonía con una tendencia en la minería metálica
mundial orientada al desarrollo de nuevas tecnologías, más efi-
La espectacular expansión de la producción minera ocurrida cientes y más limpias) que ha promovido cambios técnicos e
durante los últimos veinte años en Chile es el resultado de la institucionales que han impedido que el boom minero haya
combinación de dos factores: la excepcional dotación del sub- desembocado en una catástrofe ecológica de proporciones, y
suelo chileno y el aumento de la demanda mundial de cobre. que ha conseguido que los daños ambientales que se generan
Pero el factor decisivo que hizo posible el boom minero, fue la en la actualidad sean menos generalizados y queden menos
voluntad política de los últimos gobiernos del país que han impunes que en el pasado.
creado o mantenido un marco institucional favorable al desa- No obstante, la política ambiental sobre las actividades
rrollo de nuevos proyectos extractivos de gran escala. mineras tuvo que someterse a la política minera general, y, con-
El boom minero no sólo ha supuesto el incremento de forme a ella, ajustarse a ciertos requisitos: moderación, gradua-
los volúmenes de producción, también ha repercutido en una lismo y flexibilidad. Estos principios han primado, en primer
transformación del sector, en el que hoy, las empresas públicas lugar, con las propias empresas públicas, que pudieron hacer
representan una cuota muy reducida de la producción «chile- una modernización ambiental paulatina para cumplir con unos
na» del cobre, mientras la mayor parte de ésta es controlada estándares de calidad ambiental menos exigentes que los que
por manos privadas, y sobre todo, por los grandes consorcios
transnacionales del sector: BHP Billiton, Mitsubishi, Falcon-
bridge, Anglo-American, Placer Dome, Outokumpu, etc. Es- 118
Ibídem.
46 26 - 2003
26 - 2003 47
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26 - 2003 49
La difusión de la información
Se pretende crear un marco común de debate, reflexión y comunicación que se traslade a la sociedad, contribuyendo a
mejorar su nivel científico. Algunas medidas podrían ser el redireccionamiento a lugares donde existe esta información, o la
publicación de artículos en revistas de divulgación.
La difusión del principio de precaución en todos los ámbitos también constituye uno de los fines que persigue la asocia-
ción. Conocer el riesgo que comportan ciertas substancias es imprescindible para poder intentar evitar su presencia en nuestro
entorno. La información es un derecho de cualquier ciudadano y por tanto es un deber que ésta pueda ser asequible a cual-
quier persona interesada. El secretismo que continúan albergando algunos datos científicos, debería ser substituido por una
información transparente e inteligible.
Es importante substituir la figura intocable del científico que tiene la información y habla desde su supuesta «neutralidad»,
y acercarse a la sociedad mediante un lenguaje asequible y modesto.
La dispersión de opiniones frente a conclusiones extraídas de unos mismos datos empíricos, no deja de ser una buena
herramienta para un debate social enriquecedor.
Núria Ferrer
Científicos por el Medio Ambiente
http://axtom.modwest.com/cima/index.htm
PRÓLOGO
La apreciable aridez y la pobreza del tapiz vegetal, probablemente sean las características
más distintivas del paisaje de la región genéricamente denominada Norte Chico, comprendida
desde el valle de Copiapó hasta el cordón de Chacabuco. ¿Existe alguna relación entre este
paisaje y el devenir histórico de la región?
Tanto en el ámbito de la historiografía minera, como en el de la historia ambiental,
incluso en algún manual de Historia, circula una especie de “rumor” según el cual, durante el
siglo XIX se habría producido en esta región un proceso sostenido de deterioro de la cubierta
vegetacional como consecuencia del desarrollo de la industria del cobre, la que habría
consumido enormes cantidades de leña en los hornos de fundición. Algunos de estos trabajos
son los de Bahre, (1979: 43), Vayssiere, (1982: 59-61), Gligo y Morello (1981: 142),
Fuentes (1994: 194), Barros (1986: 60) y Silva (1979: 480). Desgraciadamente, en todos
ellos, dicha afirmación se hace con bastante ligereza, casi como un dato ornamental, obtenido
conjeturalmente, sin detenerse a fundamentar tal juicio, con lo cual éste pierde crédito. El
único trabajo que profundiza más sobre el punto —pero que tampoco alcanza a ser un estudio
historiográficamente concluyente— es el de Pedro Cunill, (1975: 59-74).
*
El autor es Licenciado en Historia, Magister en Estudios Latinoamericanos(c). Se desempeña como
académico del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile, en área de Historia Ecológica. El
autor quiere manifestar su agradecimiento a Elena Reyes, Juan Pablo Iglesias y Adolfo Sandoval por su
desinteresada colaboración. Cualquier comentario que este artículo provoque será bien recibido en el e-mail:
maurofolchi@hotmail.com
1
Citado por Elizalde Mac Clure: La sobrevivencia de Chile. La conservación de sus recursos naturales
renovables, Ministerio de Agricultura, Dirección general de producción agraria y pesquera, Santiago de Chile,
1958, pág. 14.
Reconstruir con exactitud cuál era el paisaje original de esta región, calcular la
biomasa total de los distintos tipos forestales que alguna vez existieron, determinar el
funcionamiento primitivo de los diversos ecosistemas de la región, para luego cuantificar con
precisión el ritmo e intensidad del impacto que tuvo la actividad minera sobre él, es una tarea
que aún no se lleva a cabo, y que requerirá de los afanes concertados de distintos especialistas
y de la utilización de metodologías complejas.
No obstante, con la documentación disponible, se pueden verificar históricamente
varios hechos significativos. Primero, la presencia de formaciones vegetacionales en
distintos puntos de la región que ahora, simplemente, ya no existen. Segundo, el desarrollo
exponencial de la industria del cobre en Chile durante gran parte del siglo XIX, tanto en sus
faenas de extracción del mineral como de su procesamiento por medio de fundición (con el
consiguiente incremento en la utilización de combustible). Tercero, que paralelamente al
desarrollo de la actividad metalúrgica de beneficio del cobre se produjo una disminución
sostenida de la disponibilidad de combustible (leña) en toda la región minera, lo cual
evidenciaría, finalmente, el empobrecimiento progresivo de la cubierta vegetacional de la
región a causa de dicha actividad. Cuarto, que varios miembros de la intelectualidad chilena
del siglo XIX advirtieron este fenómeno, lo denunciaron y trataron de impulsar medidas para
contenerlo.
El presente trabajo trata de reconstruir históricamente el desarrollo de la industria del
cobre durante el siglo XIX y muy especialmente, las labores de beneficio del mineral.
Siguiendo atentamente los cuatro problemas enunciados antes, se intenta fundamentar
historiográficamente, la relación causal entre la actividad de beneficio vinculada a la industria
del cobre y el deterioro de la cubierta vegetacional originaria en dicha región.
2
Entrevista de Marcelo Mendoza, en: Todos queríamos ser verdes, Planeta, Santiago de Chile, 1994.
pág. 61.
150
CIENCIAS SOCIALES
3
La actividad minera de explotación del cobre se desarrolló en el período histórico que nos interesa
(siglo XVIII hasta 1875) fundamentalmente entre Copiapó y el valle de Aconcagua. Toda esa región conformaba
una unidad, cultural y económicamente homogénea, claramente distinta a la región que se extendía desde Santiago
hasta la frontera sur, donde la principal actividad económica era la agricultura y la hacienda constituía la entidad
socioeconómica preponderante. Por el contrario, en la región que podríamos denominar “Norte Histórico”, la
principal actividad era la minería, lo cual dio origen a una organización social, económica y cultural
marcadamente diferente.
4
Antonio de Ulloa Gacetero Americano, citado por Molina, Compendio de la Historia Natural de
Chile, pág. 356.
5
Pissis, Amado: “Consideraciones sobre el estado actual de la industria minera en Chile”, en Revista de
Ciencias i Letras, Tomo I, Nº1, Santiago, 1857, pág. 589.
6
Reales ordenanzas para la dirección rejimen i gobierno del importante cuerpo de la minería de Nueva
España, Título XIX, artículo 1º, en: Ezquerra del Bayo, Elementos de laboreo de minas, pág. 487.
7
Ib idem.
151
MAPOCHO
muy abundante y de fácil extracción. Tanto es así, que se llegó a creer que en algunos cerros
el cobre ‘brotaba’ todos los días, como en una vertiente:
«Los indios llaman a uno de estos cerros, Payen, es decir, cobre [...] Se ven
algunas piedras con parte de cobre bien formado i otra de cobre imperfecto; lo
que quiere decir que en ese lugar la tierra es creadora, es decir, que el cobre se
forma allí todos los días» 8
8
Fuente: Frezier, Relación del viaje por el mar del sur a las costas de Chile y Perú (1716), pág. 54-55.
9
Gomez de Vidaurre, Historia geográfica, natural y civil del reino de Chile, pág. 200; también Molina,
op. cit., pág. 357.
10
Compendio de la historia jeográfica, natural y civil de Chile (Anónimo), Bolonia, Italia, 1776. En
Colección de Historiadores de Chile, Tomo XI, 1878, pág. 237.
11
Vicuña Mackenna, El libro del cobre y del carbón piedra, pág. 84-85.
12
Molina, op cit, págs. 358-359 y Gomez de Vidaurre, op cit, pág 201. También se describe el proceso
en Morales, Historia del Huasco, pág. 209-210.
152
CIENCIAS SOCIALES
Así, a través del sencillo mecanismo del denuncio (solicitud de disfrute), los mineros
y fundidores podían apropiarse de las leñas, siendo imposible para los propietarios de los
terrenos donde éstas se encontraban, negarse a la transacción. Un dato importante es que este
marco legislativo de la actividad minera, puesto en vigencia a partir de 1787 en nuestro país,
se prolongó hasta la época republicana. En junio de 1833 se dictó un decreto supremo que
revalidó la normativa.
153
MAPOCHO
los comerciantes ingleses que introducían productos elaborados en Chile, los productos
minerales eran un negocio redondo, pues en el viaje de regreso de todos modos debían cargar
lastre en sus bodegas.
En verdad, Chile no tenía una diversidad de productos que ofrecer al mercado
exterior. Éramos básicamente “productores” de metales, vocación que se vio incentivada,
para el caso específico del cobre, con la convergencia de varios factores. En primer lugar, el
comienzo del fenómeno llamado “revolución industrial” que se tradujo desde comienzos del
siglo XIX en un aumento sostenido del consumo mundial de cobre, y por consiguiente, en la
ampliación del mercado externo para el metal rojo chileno. Así mismo, influyó de manera
creciente hacia la mitad del siglo, el inicio del agotamiento de las reservas de cobre de
Inglaterra.17
Por otra parte, en este contexto de economía primario exportadora, la explotación del
cobre resultaba ser mejor negocio que la minería del oro o la plata. Como no se practicaban
reconocimientos de ninguna especie, no había certidumbre respecto de la duración y éxito de
una faena aurífera o argentífera. El éxito estaba sujeto a la suerte del minero quién además
debía hacer frente a un sin número de imponderables que podían perjudicar sus labores. No
en pocas ocasiones estas empresas arrojaron sólo pérdidas. La producción de cobre, en
cambio, se consideraba mucho más segura. Las vetas no se agotaban repentinamente y los
costos se mantenían estables. Así:
«La explotación del cobre debe considerarse, sin embargo, como un negocio
mucho más lucrativo y como una verdadera rama de la industria del país, pues
ocupa numerosos obreros y no está sujeta a un agotamiento de las minas. Aun
cuando el descubrimiento casual de minas de plata puede inducir a abandonar las
de cobre, los obreros, seducidos a trabajarlas, pero luego desengañados, volverán
tarde o temprano a la ocupación mucho más segura que les ofrecen las minas de
cobre».18
Durante el siglo XIX la industria del cobre en Chile se expandió con fuerza, el
mercado internacional incrementó la demanda por el metal rojo, y sobre todo en la zona norte
del territorio, proliferaron las faenas de extracción del mineral y los establecimientos de
beneficio.
La estructuración de la “economía mundo” permitió la conformación en Chile de un
complejo sistema de financiamiento y comercialización de las riquezas minerales cuyos
principales gestores fueron los comerciantes ingleses que se establecieron en el país,
especialmente en Valparaíso. En este período se produjo, además, en concordancia con este
auge comercial para la industria del metal rojo, y como consecuencia de él, la primera
revolución tecnológica en la explotación del cobre. La industria inglesa del cobre introdujo
un nuevo tipo de horno de fundición que reemplazaría al viejo “horno de manga”, el horno de
reverbero, que permitió fundir un tipo de mineral de cobre, los sulfuros o “bronces”, que era
17
Cavieres, Eduardo: Comercio chileno y comerciantes ingleses, 1820-1880. (Un ciclo de historia
económica), Instituto de Historia, Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, 1988, pág. 181.
18
Poeppig, Eduard: Un testigo en la alborada de Chile (1826-1829), Ed. Zig-Zag, Santiago, 1960, pág.
261-262.
154
CIENCIAS SOCIALES
lejos lo más abundante y que hasta ese momento, por la imposibilidad tecnológica de
beneficiarlo, se despreciaba.19
«Cuando una labor trabajada por metales de cobre daba, como es casi lei
universal de su formación jeolojica... en bronces amarillo o morados...
declaraban nuestros abuelos la veta en broceo, i sentábanse a su puerta
desconsolados renunciando al trabajo i a la esperanza como delante de
irremediable calamidad»20
La diferencia fundamental entre el nuevo horno y el español, era que éste tenía dos
bóvedas conectadas, una para el mineral y otra para el combustible, cuyo calor fundía el
mineral por reverberación.21
Esta renovación tecnológica en la metalurgia del cobre tuvo un impacto considerable
para el desarrollo de la industria del metal rojo en nuestro país. Gracias a la innovación
metalúrgica introducida por los ingleses, que se difundió en la región minera entre 1831 y
1841, se amplió de forma notable la cantidad de mineral de cobre en disposición de ser
explotado, lo cual coincidía con el aumento sostenido de la demanda generada por la
industrialización en los países del norte. Como resultado de la convergencia de estos dos
factores se produjo un notable incremento en la explotación del mineral. A principios del
siglo XIX, es decir, antes que los comerciantes ingleses y con ellos la economía mundo
ungiera a la industria del cobre chileno, nuestro país explotaba en promedio 1.500 toneladas
anuales (equivalente en cobre fino)22. Durante el último quinquenio de la década del cuarenta,
o sea, cuando los nuevos procesos metalúrgicos se habían difundido y la demanda mundial de
cobre crecía aceleradamente, la producción del mineral alcanzó las 9.900 toneladas promedio
anuales, explotación con la cual nuestro país se hacía responsable del 40% de la producción
mundial de este metal.23 Al finalizar este ciclo de auge, en el período 1870-1880, la cantidad
de cobre producido en Chile llegaba a las 45.677 toneladas anuales promedio, con lo cual,
nuestro país cubría ya el 62% de las necesidades mundiales de cobre en el mundo y se
constituía lejos, en el principal productor del metal rojo.24
El año de 1876 fue el año cúspide de este ciclo ascendente de la industria del cobre.
Hasta ese momento la producción se fue incrementando de un año a otro, hasta llegar a la
cifra ‘peack’ de 52.308 TM. Desde ese año en adelante, la producción comenzó a decaer,
sobre todo después de 1884 cuando el descenso se hizo sostenido. A principios de la década
del 80 el panorama de la industria cuprífera comenzaba a tornarse sombrío:
19
Esta innovación se ha atribuido al minero de origen francés, Charles Lambert, quien se habría
instalado en Chile alrededor de 1818, primero como empleado de la Compañía de Minas de Copiapó y más tarde
como empresario independiente hasta 1851. Mayores detalles sobre su trabajo en Chile se pueden encontrar en
Moraga, 1987.
20
Vicuña Mackenna, op cit, pág. 197.
21
Cobo, José Manuel, “Algunas nociones prácticas sobre el mecanismo de las fundiciones de cobre”,
pág. 378.
22
“Cobre fino” es la expresión para referirse al contenido de cobre puro que tiene un mineral o un
producto elaborado de cobre, de acuerdo a su ley. Así, un quintal de mineral de cobre con una ley del 25% tiene
un cuarto de ese quintal en cobre fino, es decir, 25 libras.
23
Cavieres, Eduardo: Comercio chileno…, op cit, pág. 195.
24
Herrmann, Alberto, La producción en Chile de los metales..., pág. 56-57.
155
MAPOCHO
«hoi dia la industria minera en Chile, y mui especialmente la industria del cobre,
jime y se retuerce desesperadamente en medio de la inanición y de la
indiferencia más inexplicable de nuestros capitalistas y mineros...»25
Hasta 1881 Chile era aún el principal productor de cobre en el mundo. Cinco años
más tarde ya había sido superado por la producción ibérica y por Estados Unidos, cuya
industria cuprífera experimentaba un desarrollo notable. En 1905, nuestra producción de
cobre nos ubicaba ya en el sexto lugar a nivel mundial.26
La crisis de la industria del cobre chileno se debía a varios factores, pero el hecho
más claro es que se agotaba un ciclo de crecimiento fácil, basado en la explotación de
minerales de ley excepcional, pero no en la optimización de los procesos productivos. Por lo
tanto, no se había desarrollado propiamente la “Industria del Cobre”, sino que se había
intensificado su explotación, que no es lo mismo.
«Nadie se preocupaba gran cosa de la economía industrial ni de los sistemas
razonados de explotación en el trabajo de las minas. El minero no creía tener
más misión que la de extraer en el menor tiempo posible la abundante riqueza
sin preocuparse del porvenir»27
El auge que experimentó la industria del cobre en la región minera entre 1841 y 1884,
obviamente significó el desarrollo de los múltiples eslabones que eran necesarios para
alimentar esa industria. Desarrollo portuario y naviero, un incremento y especialización en la
mano de obra y un desarrollo de las fórmulas para captarla, la complejización de las formas
de financiamiento de las empresas, etc.28 Y también implicó, necesariamente, el desarrollo e
intensificación de las faenas de beneficio. El horno de reverbero, en este sentido, es clave,
pues no sólo aumentó los volúmenes totales de mineral beneficiado (recordemos que
permitía beneficiar el cobre que antes se despreciaba), sino que incrementó el consumo de
leña por unidad de mineral beneficiado, pues se generaba más calor, pero con mayor
consumo de combustible.29
Si esta es la historia del Norte Chico en este período; una historia de expansión de la
industria del cobre, en la que tanto las faenas de extracción como las plantas de beneficio se
multiplicaron considerablemente por todos los rincones de la región, no parece descabellado
pensar que alguna relación pudo tener dicha actividad con la fisonomía actual del paisaje de
dicha región, en términos del impacto que el consumo de leña pudo generar.
Un primer testimonio que respalda esta conjetura nos lo ofrece Vicente Pérez
Rosales. En 1846, cuando viajaba desde Copiapó a Chañarcillo, apuntó la existencia de una
aguada llamada “el injenio”, que debía su nombre a un establecimiento de fundición que
había estado instalado allí en el pasado, cuestión que se podía reconocer, según el viajero,
25
Aracena, Francisco: Apuntes de viaje, la industria del cobre… pág. 37.
26
Gandarillas, Bosquejo del estado actual de la industria minera del cobre… pág. 28.
27
San Román, Francisco: Reseña industrial e histórica de la minería i metalurgia de Chile, pág. 366-7.
28
Cavieres, Eduardo: Comercio chileno…, op cit, passim.
29
El diseño original del horno consideraba la utilización exclusiva de carbón piedra como combustible,
pero en nuestro país el modelo fue adaptado para utilizar leña.
156
CIENCIAS SOCIALES
«por las escorias que aun quedan, i por la total destrucción de toda la vejetación
circunvecina»30.
Las ciencias forestales han establecido que el clima es el factor que determina las
formaciones vegetacionales de una región.31 De esta premisa se desprende el concepto de
“tipos climáticos”, de acuerdo al cual se considera que las condiciones climáticas
(principalmente hídricas) que imperan en una región relativamente extensa, determinan el
surgimiento de tipos de vegetación dominante en coherencia con esas condiciones: hidrófita
(grandes necesidades de agua), mesófita (necesidad de agua moderada) y xerófita (poca
necesidad de agua).
De acuerdo a estas premisas, resulta fundamental establecer cuál ha sido el clima de
la región para luego inferir cuáles pudieron haber sido los tipos vegetacionales que se
desarrollaron originalmente en ella.
En términos generales, el clima que se presenta en esta parte del territorio es de
tendencia mediterránea, lo cual significa que se produce un largo período de sequía en el año,
acompañado de cielos despejados que provocan intensa insolación. Estas condiciones
generales: poca humedad y elevadas temperaturas diurnas, que —por cierto— han
permanecido estables en períodos históricos, podrían llevarnos a concluir rápidamente que
frente a tal adversidad climática la posibilidad que se desarrollara una cubierta vegetacional
menos exhigua a la que se observa hoy día en la región es prácticamente inexistente. No
obstante, existen dos hechos que nos permiten configurar un cuadro más acabado de las
condiciones ambientales de la región y de las formaciones vegetacionales que éstas pudieron
haber permitido.
En primer lugar, conviene establecer que en esta región no existe un clima
homogéneo. Las combinaciones de temperatura y humedad que se dan en la zona determinan
la presencia de nueve tipos de clima diferentes (Antonioletti, 1972). Esta heterogeneidad
climática se produce como consecuencia de la combinación de dos factores. Primero, la
variable precipitación, que no es pareja, sino que mucho más severa en la parte septentrional
y considerablemente más moderada hacia latitudes más australes. Segundo, la topografía. El
relieve de la región se presenta esencialmente montañoso, lo cual repercute en la
conformación de condiciones de temperatura y humedad especialmente benignas en ciertos
sectores.
Por otra parte, debemos tener presente también, la existencia de especies y
asociaciones vegetales que tienen la capacidad de adaptarse a condiciones climáticas
rigurosas y de desarrollarse con una disponibilidad de agua mínima, soportando largos
períodos de sequía. La existencia de especies como el algarrobo, el arrayán y otras, nos
recuerdan que un clima seco no equivale a poca vegetación, sino al desarrollo de cierto tipo
de vegetación.
30
Pérez Rosales, Vicente: Lo que fue Copiapó, 1903, pág. 12.
31
Por cierto, existen otras condiciones que también intervienen, como el suelo, el que no obstante,
también es determinado por el clima.
157
MAPOCHO
La región que hemos definido como “región minera”, presenta una considerable
diversidad biogeográfica. Un elemento ordenador es que la aridez y la temperatura castigan
severamente a la parte norte, pero se van moderando hacia el sur. La irregularidad
topográfica complejiza el panorama. El aspecto general del relieve es el de una red de
cordones montañosos que se descuelgan desde el macizo andino hacia el mar, desplegándose
hacia el norte y el sur, enlazándose unos con otros, hasta llegar a los brazos del macizo
costero. Este entramado de cerros da origen a un sin número de pequeñas quebradas
diseminadas por toda la región entre las que se asoman escasos terrenos planos.
Para efectos de simplificar la descripción de esta región, que abarca más de cien mil
Km2, conviene identificar tres tipos de sectores que se presentan desde el extremo norte al
límite sur de la zona, de acuerdo a la homogeneidad de factores y elementos climáticos y
geomorfológicos que determinan en ellas la formación vegetacional (CIREN-CORFO, 1990).
Así, podemos hablar de la franja litoral conformada por las planicies costeras y su
prolongación hacia el interior, los valles fluviales transversales, y los sectores montañosos.
a) La franja litoral
El clima del sector costero de la región es el más homogéneo a lo largo del año, sus
precipitaciones son bastante bajas en general, sobre todo en la parte norte, sin embargo, el
déficit hídrico no es tan pronunciado, pues las condiciones de radiación solar, térmicas y de
humedad relativa dan lugar a montos de evotranspiración relativamente bajos. Como
resultado de esto, en la franja litoral, prolongándose hacia los valles, se dan las condiciones
para que prácticamente en toda la extensión de estas planicies abunden formaciones
vegetacionales xeromórficas en la parte septentrional, con especies como el mirto y el arrayán
y vegetación mesomórfica hacia el sur, con especies como el algarrobo y el boldo. Así, los
cronistas de mediados del siglo XVII que visitaron La Serena la describieron como sigue:
«el sitio en que esta ciudad está fundada, que es muy ameno i alegre, ni alto ni
bajo, del cual hasta el mar hay dos leguas de la mas agradable y vistosa vega que
se conoce, toda llena de mirtos y arrayanes, como si a propósito los hubieran allí
plantado»32
Esto concuerda con un testimonio de 1684, en el que una vecina de la Serena, doña
María Astudillo, alegaba derechos sobre un sitio ribereño que según su descripción:
32
Alonso de Ovalle: Histórica relación…., op cit, pág. 302.
158
CIENCIAS SOCIALES
«está [el sitio] barranca abajo del río, el cual era un monte de arrayanes mui
cerrado i yo a mi costa lo he desmontado»33.
Igual observación hizo el viejero francés Amadeo Frezier en 1712, respecto de esta
localidad, que aún era «un vallecito plantado de árboles siempre verdes, la mayor parte de
esta especie de mirtos […]. En medio de esos hermosos boscajes se vé serpentear el río»34.
Avanzando hacia el sur, en la medida que se iba debilitando progresivamente el
déficit hídrico, por una mayor frecuencia de precipitaciones, las planicies litorales iban
adquieriendo una vegetación más exuberante. Según se informaba al Gobernador del país en
1791, entre Santiago y La Serena, por el camino de la costa «desde la estancia de Purutún del
señor marqués de Azúa, se hallan maderas bastantemente buenas y en abundancia»35. Hacia
1770, el puerto de Quinteros se presentaba «con mucho monte, de buenas maderas en sus
inmediaciones».36 Lo cual es corroborado por varios testimonios posteriores. Así por
ejemplo, el sector comprendido entre Los Vilos y Huentelauquén, todavía en 1856, en toda su
superficie se veía «con abundancia una casia arborescente, el algarrabo, el boldo y un gran
número de synantéreas arborescentes»37 y en las partes más húmedas, vale decir, en sectores
pantanosos y en los fondos de los valles más estrechos se encontraban «canelo, patagua, el
maqui, i diversas especies de arrayanes»38. Mientras que en la parte más austral de la misma
franja, (entre Quintero y Concón) el belloto constituía la especie dominante; «este hermoso
árbol forma casí por sí solo todos los bosques de las haciendas de Catapilco i de Pullallí, i
llega a sus mayores dimensiones»39.
En el extremo austral de la región que describimos, esta riqueza forestal era aún
mayor. A principios del siglo XVIII, la planicie costera donde hoy se emplaza la ciudad de
Viña del Mar era descrita de la siguiente forma:
«A legua i media de Valparaíso, al N. E. hai un vallecito llamado Viña del Mar,
donde se encuentran árboles para leña, de la que se aprovisionan los buques, a
pesar de la distancia, i tambien para hacer tablas y bordajes.»40
Internándose por el valle hacia la cordillera, “penetrando cuatro o cinco leguas más
adentro”, es decir, un poco más de 20 kilómetros, esto es cerca de Quilpué, se encontraban
árboles en tal abundancia y calidad que resultaba el lugar apropiado para abastecerse de
maderas destinadas a la construcción de buques:
«Ahí nos hicimos de tablas de laurel, de madera blanca i muy liviana; de belloto
también de madera blanca; de peumo, que es muy frájil, i de raulí que es la
33
Citado por M. Concha: Crónica de La Serena, pág. 129.
34
Frezier, op cit, pág. 121.
35
Representación de Don José Antonio Becerra al M.I.S.P. Don Ambrosio Higgins Vallenar, Santiago,
31/3/1791. En Revista Chilena de Historia y Geografía, Nº112, 1948, pp. 382-3.
36
Amat y Juinent, Manuel: Historia geográfica é hidrográphica con derrotero general correlativo al
plan de el Reyno de Chile, °N 102.
37
Pissis, op cit, pág. 282.
38
Ib idem.
39
Pissis, op cit, pág. 281.
40
Frezier, op cit, pág. 105. (Los “bordajes” corresponde a los tablones que cubren un barco).
159
MAPOCHO
mejor y la mas suave [... El]capitán de la Asunción, hizo mientras estábamos ahí,
una barca de treinta i seis piés de quilla con esas maderas»41
41
Frezier, ib idem. Que la embarcación tuviera 36 pies de quilla significa que la embarcación tenía un
poco más de diez metros de popa a proa por la parte inferior, lo cual habla de la dimensión de los árboles que
debieron ser utilizados.
42
Frezier, op cit, pág. 135.
43
Sayago, op cit, pág. 313.
44
Ib idem, pág. 134.
45
Ib idem, pág, 124.
160
CIENCIAS SOCIALES
Más al sur, en el valle del río Elqui, era posible observar a principios del siglo XVIII,
«muchos algarrobos, especie de tamarindo, que da una habichuela mui resinosa»46. De
acuerdo a un testimonio de 1841, el valle del río Choapa, ubicado más al sur, todavía era «un
hermoso y ancho valle [...con] campos poblados a trechos […] por los verdes quillayes»47.
Al norte de Quillota, en el valle de Purutún, viajando hacia Coquimbo, en mayo de 1838,
Ignacio Domeyko halló «bosques con árboles tan altos como nuestros robles y tilos» y
observó que «los inmensos peumos estaban cubiertos de frutas del tamaño de nuestras
bellotas»48.
Al rededor de 1790, en las proximidades del valle de Putaendo, en un sitio “en la
parte que a este le toca de cordillera”, unos mineros:
«hallaron corpulentos maderos de espino i algarrobo que allí no los hai, i sin
duda fueron conducidos desde los valles donde abundan esas maderas de que se
valen para los empotrados que sostienen las máquinas»49
46
Frezier, op cit, pág. 128
47
Domeyko, Ignacio: Mis viajes. Memorias de un exiliado, Ediciones de la Universidad de Chile,
Santiago, 1977, vol. I, pág. 476.
48
Domeyko, Ignacio: Mis viajes… vol. I, pág. 349.
49
Carvallo i Goyeneche, op cit, pág. 78.
50
Pissis, op cit, pág. 281.
51
Domeyko, Mis viajes…, op cit, vol. I, pág. 481.
52
Pissis, op cit, pág. 281.
161
MAPOCHO
costa regularmente [...]En sus faldas y quebradas se hallan algunos y en parte espinos, litre,
algarrobo y algún otro árbol de poca corpulencia, que sirven de reparo para las minas y
construcción de ranchos»53.
Hacia 1840, cuando Domeyko viaja por el Valle que une Los Hornos con Illapel,
describe que en las:
«estribaciones occidentales se ve un inmenso bosque de cactus, espinoso, gris,
del mismo color que las rocas [...] ese bosque espinoso, por su forma, color y
situación sobre la empinada estribación del cerro, no se parece a bosque alguno,
es original, difícil de describir.»54
53
Representación de Don José Antonio Becerra al M.I.S.P. Don Ambrosio Higgins Vallenar, Santiago,
31/3/1791. En Revista Chilena de Historia y Geografía, Nº112, 1948, pp. 382-3.
54
Domeyko, Mis viajes…, op cit, pág. 472.
55
Frezier, op cit, págs. 74 y 86.
56
Pissis, op cit, pág. 281.
162
CIENCIAS SOCIALES
norte de la región minera, esto es, en la zona ecológicamente denominada “mediterránea per-
árida” (muy árida), que comprende las cuencas de los ríos Copiapó y Huasco, para más tarde
ir avanzando hacia el sur, hacia las zonas donde hay mayor humedad; la región
“mediterránea árida”, comprendida por las cuencas de los ríos Elqui, Limarí y Choapa (entre
La Serena e Illapel) para extenderse finalmente, hasta la región “mediterránea semi-árida” en
la que se encuentran las cuencas de los ríos Petorca, La Ligua y Aconcagua, que comprende
desde la localidad de Petorca hasta el cordón de Chacabuco.
a) El agotamiento de la leña
En 1792, en el extremo norte, en la región de Copiapó, un connotado minero, Pedro
de Fraga, quien había levantado un artificio de metales de cobre hacia 1786 en la hacienda La
Ramadilla, distante a 15 kilómetros desde el poblado hacia el mar57, se excusaba de no poder
responder a la demanda de cobre que “a cuenta del Rey” se le hacía desde la Capital,
argumentando que:
«Los crecidos costos que demanda en este Partido el laborío de las minas de
cobre y la escasez de combustible para la fundición y refina de este metal, me ha
obligado tiempo ha a suspenderlo, desengañado por propia experiencia de las
cortas ventajas que ofrece su continuación»58
En el informe del Real Tribunal de Minería de 1802 (diez años más tarde), en el que
se planteaban cuáles eran los factores que afectaban el desarrollo de la industria del país, se
auguraba ya un negro futuro para los “montes” de la región del Huasco (100 kilómetros al sur
de Copiapó). Respecto de los mineros de esta región se afirmaba que era «tanta la cantidad
de leña que consumen [en la actividad de beneficio], que en breve concluirán con aquellos
montes»61, sin embargo, en el mismo informe se sostenía que en asientos mineros ubicados
más al sur, como Illapel, Mincha y Combarbalá, aún existían “pastos y leñas” en
abundancia.62
Algunos años más tarde, en 1831, Diego Portales, célebre hombre de los negocios y
de la política, dirigió una carta al Ministerio de Hacienda con el objeto de conseguir algunas
franquicias para crear un establecimiento de beneficio en el Departamento de Valparaíso.
Como fundamento de su solicitud, Portales hacía el siguiente diagnóstico respecto de la
57
Sayago, Carlos María: Historia de Copiapó, pág. 419.
58
Archivo Nacional, Fondo Capitanía General, vol. 404, fj. 98. (Citado por Cavieres, 1996, pág. 190)
59
Archivo Nacional, Fondo Capitanía General. vol. 251, pza. 19: “Don José Monrreal sobre la libertad
de cortar y sacar leña de cualesquier monte para fundir metales de cobre en el Partido de Copiapó” (1793), fj. 218.
(Debo agradecer esto datos a Juan Pablo Iglesias).
60
Ib idem, fj. 234.
61
Egaña, Juan: Informe al Tribunal..., pág 31.
62
Ib idem, series estadísticas.
163
MAPOCHO
situación del abastecimiento de combustible para los hornos de fundición ubicados entre
Copiapó y Coquimbo:
«En Coquimbo escasean notablemente las leñas, en Huasco son aún más
escasas, y en Copiapó ya se ven precisados a servirse para las fundiciones de las
cepas o raíces de árboles que cortaron en otro tiempo con el mismo destino»63
Hacia 1840, mientras en el extremo norte de la región minera la leña ya escaseaba por
completo, en su extremo sur todavía abundaba. Según el testimonio del geólogo Ignacio
Domeyko, en Copiapó, incluso la leña más sencilla, que se utilizaba como combustible en los
requerimientos domésticos de los campamentos mineros era «traída de los lejanos
desfiladeros»66. Seis años más tarde, en el mismo lugar, Vicente Pérez Rosales observó
cómo la leña era traída desde él único lugar que, dada sus distancia (tres leguas, o sea, 16
kilómetros):
«se había librado del hacha del apir[…] Desde que amanecía ya se veían los
caminos del monte i los de la aguada cubiertos de borricos [… cargados] de
manojos de chamiza i mala leña que costaba ocho reales»67
Pero en el valle de Aconcagua en cambio, hacia la misma época, a ojos del propio
Domeyko, se ofrecía un cuadro muy diferente:
«Se diría que es el primer valle en el hemisferio austral (yendo de norte a sur…)
donde se encuentra tanta vegetación [...] hai mucho mas combustible aquí que en
todo el país desde Copiapó a Petorca: lo que hace muy favorable a este
departamento para la fundición de minerales»68
63
Archivo del Ministerio de Hacienda, vol 26, Stgo. 28/12/1831.
64
De su visita redactó un informe para el Ministro del Interior, que fue publicado en el periódico El
Araucano, órgano oficial del Gobierno. La cita, El Araucano, Nº 399, 20 de abril de 1838, pág. 2.
65
Ib idem.
66
Domeyko, Mis viajes..., op cit, pág. 429.
67
Pérez Rosales, Vicente, op cit, pág. 12.
68
Domeyko, Escursión a las minas de..., op cit, pág. 418-9.
164
CIENCIAS SOCIALES
Pero al mismo tiempo que las leñas se hacían escasas en ese sector, en los valles
ubicados en la parte noroeste de la Provincia la situación era diferente. En La Ligua, las
leñas eran todavía abundantes, tanto como el cobre, a raíz de lo cual, en 1856 se podía
observar cómo «se han multiplicado los establecimientos que sirven para la extracción de este
metal»71 alcanzando un total de ocho planteles. De la misma manera, en Petorca, donde
había numerosas vetas de “bronces amarillos” y “apavonados”, el combustible alcanzaba para
que funcionaran cinco planteles:
«El combustible todavía muy abundante en la parte superior de los valles i en las
cercanías de la costa, facilita ahí el establecimiento de Injenios para el beneficio
de aquellos minerales»72
69
Domeyko, Escursión a las minas de..., op cit, pág. 422.
70
Pissis, op cit, pág. 294.
71
Pissis, op cit, pág. 298.
72
Pissis, op cit, pág.501..
73
Sayago, op cit, pág. 314.
74
Memoria del Ministro del Interior, 1871. (Citado por Vayssiere, Un siècle de capitalisme..., pág. 61).
165
MAPOCHO
De acuerdo a estos testimonios, queda bastante claro que el tapiz vegetacional fue
siendo consumido por una ola de devastación que avanzó de norte a sur, buscando los montes
“más a propósito” para instalar en sus proximidades los hornos, expandiéndose por los
intersticios del relieve hasta llegar a los últimos remanentes de montes naturales.
75
Vicuña Mackenna, op cit,, pág. 380.
76
Cavieres, “Comercio chileno…”, op cit, pág. 183.
77
Domeyko, Mis viajes..., op cit, pág. 472
166
CIENCIAS SOCIALES
78
Domeyko, Ignacio: “Medidas para fomentar..”, pág. 470.
79
Valencia Avaria, Luis: Memoria íntimas de Don Pedro Félix Vicuña Aguirre, Santiago de Chile, 1943,
pág. 96.
80
Cunill, Pedro, “La temprana sementera urbana chilena y los comienzos del deterioro ambiental”,
Universidad de Chile, 1975, pág. 73.
81
Una investigación muy interesante sobre este punto está desarrollando una alumna tesista del
Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile, que esperamos pronto esté concluida.
82
Ver Figueroa, Pedro Pablo: Historia de la fundación de la industria..., pág. 11-19. También
Astorquiza, Octavio, Lota. Antecedentes históricos..., pág. 28 y ss.
167
MAPOCHO
mínimamente los intereses de los dueños de los terrenos donde se encontraban las leñas. No
obstante, el proyecto no prosperó. La Comisión de Hacienda y Minería de la Cámara de
diputados se opuso a la iniciativa argumentando que, si bien la región minera:
«ha sufrido la destrucción de algunos de los muy pocos bosques, que en
concepto a su extensión, han existido en ella; mas esto no ha provenido, a juicio
de la Comisión, por el uso que se ha hecho de las leñas, sino por el abuso que se
ha hecho por el corte de ellas [sic]»83
Tres años más tarde, en 1838, el científico francés Claudio Gay —como vimos—
levantó la primera voz de alarma pública respecto de los daños que la industria minera estaba
ocasionando en la cubierta vegetacional de la región, al publicar en El Araucano, periódico
oficial del gobierno, una memoria científica dirigida al Ministerio del Interior. A juicio de
este botánico (comisionado por el gobierno para estudiar las potencialidades económicas del
territorio nacional) era evidente que los montes estaban siendo devastados por los leñadores
que trabajaban para las fundiciones, lo cual tenía como consecuencia más grave, a su juicio,
el cambio del estado atmosférico de la región, con lo cual se perjudicaría el desarrollo de las
actividades agrícolas en el futuro. Consciente de la imposibilidad de impedir la corta de
árboles sin perjudicar el trabajo minero que, constituía «uno de los principales ramos del
comercio de esta provincia», propuso como solución el traslado de los minerales hacia la
provincia de Concepción para ser fundidos utilizando los bosques que allí existían en
abundancia.84 Sensible frente al diagnóstico y recomendaciones de Claudio Gay, el gobierno
encomendó a la Sociedad Nacional de Agricultura la elaboración de un proyecto de ley en el
que se acogieran las inquietudes del científico. Después de un intenso debate con los sectores
vinculados al gremio de los mineros, el proyecto de ley no pudo prosperar, y el consejo de
Gay finalmente, sólo fue seguido por un particular, Joaquín Edwards, quien levantó una
fundición en Lirquén, en la provincia de Concepción85.
Veinticuatro años después de su primera denuncia, el científico recordaba su
intervención pública para proteger los bosques:
83
Cámara de Diputados, 15/7/1835, vol. XXIV, pág. 85. (Debo agradecer esta información a Elena
Reyes)
84
Gay, Claudio: “Sobre las causas de...” loc cit.
85
Figueroa, Pedro Pablo: Historia de la fundación de la industria del carbón de piedra en Chile, pág.
41.
86
Gay, Claudio: Agricultura Chilena, pág. 231-2.
168
CIENCIAS SOCIALES
87
Domeyko: “Medidas para…”, pág. 470.
88
Ib idem
89
Vicuña Mackena: Estudios sobre Agricultura, pág. 118-119.
90
Ib idem, pág. 119. Vicuña Mackenna sostenía, sin embargo, que el mal no estaba en el hecho de
cortar los bosques, que eran una de nuestras industrias más ricas, sino en la forma en que esto se practicaba.
Proponía tomar como modelo el código forestal de Francia, donde a pesar del intenso uso de la leña como
combustible, los bosques conseguían mantenerse intactos gracias a medidas como la prohibición de cortarlos en
plazos inferiores a los 18 años bajo la dirección de un Inspector de Bosques. Y agregaba como ejemplo, que en
Prusia había escuelas especiales donde se enseñaba “Ciencia Forestera”, y que en Inglaterra el único combustible
que se empleaba era el carbón mineral.
169
MAPOCHO
En 1856, el científico francés Amado Pissis, que años antes había sido contratado por
el gobierno chileno para hacer una descripción geológica del país, preparó una descripción
geográfica de la Provincia de Aconcagua, región en la cual funcionaron los últimos
establecimientos de fundición alimentados con leña. En su ensayo reparaba en la “rapidez
espantosa” con que eran devastados los montes aledaños a las fundiciones de cobre, y en el
proceso erosivo que lo seguía:
«Donde quiera que se esploten minas de cobre, el consumo de las leñas marcha
con rapidez espantosa, i la provincia de Aconcagua ofrece un ejemplo bien triste
de esta aserción. Donde existieron hermosas selvas, no se encuentran ya hoi,
sino áridas rocas. Como la falta de vejetación arborescente disminuye la
humedad de la atmósfera, los pastos dejan de crecer en las faldas de las
montañas que, pronto despojadas de la débil capa de tierra vejetal que las cubría,
no presentan ya sino rocas enteramente desnudas»91
Una segunda cruzada legislativa de protección, tuvo lugar diez años después de las
proposiciones de Amado Pissis. En 1868, el diputado Francisco Echaurren presentó un
proyecto de ley para reglamentar “el corte y uso de los bosques naturales”.93 Esta iniciativa
dio origen a una larga e intensa disputa entre los intereses de los mineros y de los
hacendados. Finalmente, con leyes de julio de 1871 y julio de 1872 se consiguió abolir el
procedimiento del denuncio, que según los legisladores: “conducía al exterminio de los
bosques”. Según el impulsor de esta modificación legislativa, Rafael Larraín Moxó,
presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura:
«La explotación de las minas tomó proporciones colosales, los hornos de
fundición cubrieron el territorio que se extiende desde el Maipo a Copiapó, y
Chile, que había vivido en la creencia de que los bosques eran inagotables, supo
un día con asombro, que ya no le quedaban mas que restos escasos de aquel
tesoro inmenso»94
91
Pissis, op cit, pág. 294.
92
Ib idem, pág. 295.
93
El proyecto de ley establecía la prohibición de cortar en ciertos lugares y de la práctica del roce a
fuego, la obligatoriedad de reforestar en cada corte, y la derogación de las disposiciones relativas a los bosques de
la Ordenanza de Minas.
94
Citado por Elizalde Mac Clure: La sobrevivencia..., pág. 19.
170
CIENCIAS SOCIALES
Lamentablemente, esta ley de protección llegó 100 años tarde, cuando la actividad
humana sobre la región había cambiado irreversiblemente paisaje, transformándolo en lo que
conocemos hoy en día. Y la industria del cobre, por lo demás, ya había entrado en un ciclo
declinante del que no se recuperó sino hasta el primer decenio del siglo XX, con la segunda
revolución tecnológica de dicha industria.
En 1872, Chile organizó la “Esposición Nacional de Artes e Industria”, en cuyo
marco se realizó un certamen de ensayos científicos. La Memoria premiada en esa ocasión,
escrita por el intelectual portorriqueño, Eugenio María Hostos, presenta un claro balance de
la situación de los bosques en la región minera. A juicio de Hostos en las “comarcas
septentrionales” se estaba produciendo un cambio de clima a raíz de la disminución de la
vegetación:
«Los palmares que entonces abundaban, escasean ahora; el algarrobo, cuya vista
deleitaba a los que se alejaban del desierto, empieza a desaparecer por completo
de la vista ansiosa; el chañar, que parecía espresamente creado para aquellas
arenosas soledades; el carbón, cuya lustrosísima madera monopolizaban los
contornos de Coquimbo; el arrayán, que recorría toda la zona vejetal de Chile,
desde Valdivia hasta Coquimbo; todos esos árboles, con las parásitas,
trepadoras, rastreras [...] han muerto bajo el hacha del minero»95
95
Hostos, Eugenio: “Memoria presentada...”, pág. 14.
171
MAPOCHO
que en nuestro país hace necesaria la imposición periódica de vedas que alivian
momentáneamente la presión sobre las especies cuya sobrevivencia se ve amenazada.
Ahora bien, con los recursos abióticos (no vivos) el concepto de “sustentabilidad”
debe ser recogido en un sentido más amplio. Los minerales como el cobre, el salitre o el
carbón no se reponen en ningún plazo histórico, sino en períodos geológicos. ¿Es posible
plantear un desarrollo sustentable de las industrias asociadas a estos recursos?
La sustentabilidad de estas industrias no está determinada tanto por la sobrevivencia
del recurso explotado —cuestión que no deja de ser una inquietud importante— sino por la
situación del ambiente en el que la actividad de explotación se llevan a cabo. En estos casos,
la pregunta central es si son mayores los beneficios o los perjuicios que se generan a partir de
una actividad de explotación.
La transformación de un mineral diseminado entre algunas rocas, en una hermosa
pieza metálica de color rojo, que en algunos casos puede ser una obra de arte y en otras un
implemento extremadamente útil como un conductor eléctrico, no puede ser considerada una
acción intrínsecamente perniciosa. El problema se presenta en los procesos que son
necesarios para llevar a cabo esa transformación. La remoción de tierra, el consumo de agua
(del que necesariamente son privadas otras actividades) y energía (con los múltiples procesos
desencadenados por la generación y conducción de ésta), los procesos de depuración del
mineral, que generan contaminación de los cursos de agua donde son depositados los relaves,
o “lluvia ácida” a raíz de la liberación de dióxido de azufre a la atmósfera en los procesos de
refinación, son algunos de los perjuicios externos que acompañan a la industria.
La sustentabilidad entonces, está determinada por el balance general de todos estos
factores. En un platillo de la balanza está el mineral obtenido y en el otro, los daños a la
salud de las personas, las carencias de recursos traspasadas a las generaciones futuras como
consecuencia el daño provocado al medio ambiente, la pobreza ambiental y económica de las
comunidades que son perjudicadas por estas actividades y que no tienen la fuerza para
contrarrestar a las empresas causantes del daño, son parte de una larga lista.
En el caso de los bosques que desaparecieron bajo el hacha de los fundidores durante
el siglo XIX, debemos poner en un platillo las 870 mil toneladas de cobre fino que fueron
vendidas entre 1822 y 1880 y sumarle a ello los beneficios posteriores arrojados por la
dinámica económica generada con los ingresos de esas ventas. ¿Y en el otro? La
incalculable cantidad de biomasa quemada en los hornos, los distintas especies animales y
vegetales que se desarrollaban asociadas a esos ecosistemas que también debieron perecer,
los derechos de agua de animales, plantas y seres humanos que han habitado desde entonces
esa región, el suelo que se ha erosionado sostenida e irremediablemente desde que se perdió
la cubierta vegetal de la región, etc.
La operación matemática en cuestión, la suma y resta de beneficios y perjuicios, es
probablemente imposible de realizar y tal vez sea inoficioso hacerlo. La posibilidad de
reponer lo perdido es inexistente. ¿Qué queda por hacer? No mucho. Algunos dirán: “hacer
conciencia” para evitar que ello se siga produciendo. Sería lo lógico, pero si, como se ha
visto, ya entonces hubo conciencia y no sirvió de nada, de qué podría servir ahora.
La intención de quien ha escrito estas páginas ha sido sencillamente disputar una
parte de la memoria histórica, intentar introducir esta historia en “La Historia” y esperar que
algún día la sustentabilidad sea algo más que un elemento retórico de fácil apropiación para
justos y pecadores.
172
CIENCIAS SOCIALES
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174
CIENCIAS SOCIALES
175
Varia Historia
ISSN: 0104-8775
variahis@gmail.com
Universidade Federal de Minas Gerais
Brasil
MAURICIO FOLCHI D.
Académico del Área de Historia Ecológica del Departamento de Ciencias Históricas
de la Universidad de Chile; Profesor asociado del Departamento de Historia e
Instituciones Económicas de la Universidad Autónoma de Barcelona
maurofolchi@hotmail.com
32 VARIA HISTORIA, nº 33
Palavras-chave efeitos ambientais, beneficiamento de minerais metáli-
cos, contaminação
1. Introducción
El beneficio de minerales metálicos puede entenderse como un con-
junto de operaciones mecánicas, químicas o biológicas destinadas a
obtener ciertos elementos metálicos contenidos en algunas rocas de la
corteza terrestre, en las que se movilizan, transforman y consumen gran-
des cantidades de materia.
Algunas de esas operaciones son: la trituración de los minerales a
golpe de martillo o en molinos, la decantación de partículas en piscinas,
la aspersión de ácido sobre rocas amontonadas, y la fundición con leña
o carbón mineral. Todas estas acciones (a las que habría que añadir las
de tipo indirecto) han provocado a lo largo de la historia algún efecto
sobre el entorno en el que tuvieron lugar.
La historia de estos efectos está determinada, en primer lugar, por el
desarrollo de las faenas mineras en cuanto a la escala de la explotación
y a su expansión geográfica (la tendencia ha sido al desarrollo de opera-
ciones cada vez a mayor escala y a afectar a una porción cada vez más
amplia de las regiones mineras). Por otra parte, estos efectos se han
ajustado a las características geológicas de los yacimientos explotados,
los cuales han cambiado a lo largo de la historia explotándose yacimien-
tos de progresiva menor ley y de composición mineralógica más com-
pleja. Pero, por sobre todo, los efectos ambientales del beneficio han
variado históricamente de acuerdo a los cambios técnicos de estas la-
bores, cada vez más complejas y exigentes, y que han tenido unos efec-
tos ambientales cada vez más diversos, complejos y profundos.1 Como
1 Conviene explicitar que en este trabajo sólo hacemos referencia a los efectos ambientales de las labores de
beneficio y no a las restantes fases de la actividad minera (prospección y extracción). Asimismo, este estudio
se restringe a las labores de beneficio de la minería metálica, y especialmente, de los metales no ferrosos.
Janeiro, 2005 33
se comprenderá, la obtención del oro nativo mediante selección en bate-
as con agua desviada de algún estero, accionadas por trabajadores
manuales, típica de los primeros siglos coloniales, acarreaba unos efec-
tos ambientales bien distintos a los de las grandes plantas construidas a
principios del siglo XX que obtenían el metal en soluciones de cianuro.
2 En la actualidad, se hace una distinción un poco distinta para clasificar los procedimientos de beneficio y se
habla de una etapa de ‘preparación del mineral’ — también llamada mineralurgia — que comprende las
operaciones de molienda, selección y concentración, y una segunda etapa, que sería la propiamente extrac-
tiva y propiamente metalúrgica, correspondiente a la transformación química del mineral, denominada ‘meta-
lurgia extractiva’.
3 Estos metales tienen la propiedad de entrar en fusión con temperaturas que están por debajo de los 800 C°,
y que se podían conseguir quemando materiales carbonáceos (leña).
4 La ley de corte corresponde al porcentaje mínimo necesario de metal contenido (ley) en la roca para que ésta
se considere aprovechable económicamente.
5 BALLESTER, A.; VARDEJA, L.F. y SANCHO, J. (2000): Metalurgia extractiva, vol. I, Síntesis, Madrid, pág. 38.
34 VARIA HISTORIA, nº 33
positivos mecánicos (más eficientes y de mayor capacidad) y en el uso
creciente de energía. En cuanto a la reducción y afino, las mejoras han
sido posibles gracias al desarrollo científico (de la Física y de la Quími-
ca) que se ha aplicado al perfeccionamiento de las técnicas pirometalúr-
gicas (que fueron las primeras que desarrolló la humanidad) y al desar-
rollo (y posterior perfeccionamiento) de técnicas nuevas como la hidro-
metalurgia, la electrometalurgia y la biometalurgia6 (véase cuadro Nº 1).
Cuadro Nº 1
Técnicas y procedimientos del beneficio de metales no ferrosos
6 La hidrometalurgia se define como el tratamiento de materiales metálicos a través de métodos húmedos que
producen la disolución de alguno de sus componentes y su posterior recuperación; véase BALLESTER et al.
(2000), op. cit., pág. 330. La electrometalurgia comprende procesos electrotérmicos similares a los pirometa-
lúrgicos (efectuados en ‘hornos eléctricos’) y a la descomposición de soluciones o la disolución anódica de
metales impuros, mediante electrólisis; véase MORRAL et al. (1982): Metalurgia general, Reverté, Barcelona,
pág. 201. La biometalurgia (o biolixiviación u “oxidación bacteriana”) es la técnica que se vale de una bacte-
ria (Thiobacillus ferroxidans) que tiene la propiedad de atacar y solubilizar el mineral; véase BALLESTER et al.
(2000), op cit., pág. 397 y ss.
Janeiro, 2005 35
3. Los efectos ambientales del beneficio
7 La distinción entre ecosistemas naturales, domesticados y construidos en ODUM, Eugene (1995): Ecología:
peligra la vida, McGraw Hill, México D.F., págs. 1-16 y 233-235.
8 La historia de la metalurgia está colmada de casos en los que los propios trabajadores son los que primero se
resienten por la mala calidad del ambiente. Un ejemplo de esto lo encontramos en la fundición de la Com-
pañía Metalúrgica Mexicana (1890-1920) en San Luis de Potosí, la que llegó a contabilizar un promedio de 30
trabajadores enfermos al mes a consecuencia de respirar los gases fugitivos de la planta, cuyos conductos
estaban construidos de madera; véase GÁMEZ, Moisés (2003): “Minería y metalurgia en el centro-norte me-
xicano: la Compañía Metalúrgica Mexicana”, Universidad Autónoma de Barcelona, Departamento de Econo-
mía e Historia Económica, mimeografiado, pág. 26.
36 VARIA HISTORIA, nº 33
es posterior e independiente al hecho de que tales elementos fueran
liberados al ambiente.9
3.2 Acciones no naturales
Una vez definido efecto ambiental como cualquier cambio ocasiona-
do por una acción no natural sobre un medio ambiente dado (que in-
cluye toda clase de ambientes), se sigue que tales acciones son muy
diversas e incluso innumerables, y que, por lo tanto, un intento de identi-
ficación y clasificación causa/efecto debe combinar distintos criterios y
conceptos. Así, se puede aceptar que, a escala local (que es la que aquí
interesa) existen — aunque solapados entre sí — tres órdenes de accio-
nes sobre el medio que acarrean efectos ambientales: las emisiones y
descargas de elementos extraños (contaminación), la extracción de re-
cursos y la transformación del paisaje (véase el cuadro Nº2).10
Cuadro Nº2
Acciones sobre el medio y sus efectos ambientales
9 El proceso de toma de conciencia y valoración negativa de un determinado efecto ambiental por parte de la
sociedad en su conjunto, o de un segmento de ella, es lo que media — a veces con notable retraso y otras con
sorprendente simultaneidad — entre el efecto ambiental y el problema ambiental. Mientras lo primero es algo
mensurable, observable, y en ese sentido, objetivo, el problema ambiental es la construcción social del mismo y,
por lo tanto, es subjetivo, y sólo se manifiesta cuando se asienta la convicción de que esos efectos representan
una merma o una amenaza para la salud, el confort o el bienestar de las personas, es decir, cuando representan
un “problema”. Para un desarrollo más largo de esta idea de transición entre efecto ambiental, problema ambiental
y su ulterior conflicto ambiental; véase FOLCHI, Mauricio (2001): “Conflictos de contenido ambiental y ecologismo
de los pobres: no siempre pobres, ni siempre ecologistas”, en Ecología Política Nº22, Barcelona, págs. 79-100.
10 Una de las consecuencias más importantes de la actividad humana en el medio ambiente es el cambio
climático que aquí excluimos para centrarnos en los cambios a escala local.
Janeiro, 2005 37
3.3 Tipos de efecto ambiental
El tipo de efecto es un aspecto del problema que conviene tener
claro a la hora de valorar estos fenómenos, pues no todos los efectos
ambientales se dejan sentir de forma simultánea ni instantánea, tampoco
aparecen siempre como una consecuencia evidente de las actividades
de beneficio, y, en algunos casos, ni siquiera se producen donde estas
faenas se practican. Los efectos ambientales derivados o imputables a
las actividades de beneficio se pueden dar en corto, mediano o largo
plazo; además pueden ser directos o indirectos; y, por último, pueden
manifestarse como efectos in situ o como efectos ex situ.
Los impactos ambientales se presentan en un horizonte de tiempo
variable. Mientras unos efectos, como la intoxicación por humos nocivos
puede considerarse un efecto inmediato, hay otros que se presentan con
considerable retraso, a consecuencia de varios mecanismos que existen
en la naturaleza que le permiten resistir durante cierto tiempo los emba-
tes de la contaminación sin sufrir perturbaciones apreciables.11 Pero, la
capacidad de absorción de los sistemas naturales tiene un límite, y una
vez que se sobrepasa cierto umbral, los daños ambientales afloran.
Otra distinción importante debe establecerse entre efectos directos
e indirectos. Los primeros, son aquellos que se producen como conse-
cuencia inmediata y directa de una acción sobre el ambiente, y que, por
lo mismo, son fácilmente identificables. Los segundos, son aquellos en
los que el efecto ambiental es el desenlace de una reacción posterior o
de una serie de reacciones desencadenadas a partir de una primera
perturbación, y que, por lo tanto, no guarda una relación evidente con el
daño. La erosión del suelo, por ejemplo, es un efecto indirecto de la de-
forestación: los leñadores y carboneros no son quienes erosionan el sue-
lo, sino el viento y la lluvia, que actúan una vez que el suelo ha perdido
esa cubierta protectora que es la vegetación, y arrastran los sedimentos
y partículas que componen el suelo.
Un buen ejemplo de esto, muy vinculado a las labores de beneficio,
es el efecto de las emisiones de anhídrido sulfuroso (SO2) sobre la vege-
tación, cuyo impacto está mediado por una serie de reacciones quími-
cas que hacen que el SO2 liberado a la atmósfera — que no mata direc-
tamente la vegetación — sea transformado, mediante el fenómeno cono-
cido como “lluvia ácida”, en ácido sulfuroso (H2SO3), y ataque a las hojas
de árboles y plantas, haciéndolas más vulnerables a la acción del viento,
el frío, la sequía, las enfermedades y los parásitos.12
11 La resiliencia es la capacidad de un sistema de mantener sus funciones y controles, a pesar de estar some-
tido a un disturbio, ya sea por la habilidad del sistema para resistir un disturbio o de autoorganizarse y
asimilar perturbaciones sin deteriorarse definitivamente. El límite hasta el cual un ecosistema puede soportar
perturbaciones sin desequilibrarse definitivamente se llama “umbral de resiliencia”.
12 En condiciones atmosféricas determinadas el anhídrido sulfuroso (SO2), liberado por oxidación, produce
38 VARIA HISTORIA, nº 33
Otra consideración importante es que, si bien los daños ambientales
más ostensibles suelen producirse in situ, es decir, en el lugar mismo de
las actividades mineras (como la descarga directa de residuos líquidos
en cursos de agua o lagos), también es posible que se produzcan daños
ambientales imputables a las actividades de beneficio en lugares apar-
tados de éstas, ya sea porque se producen en lugares distintos a los del
beneficio, o bien porque los residuos son desplazados hasta lugares
apartados (a veces un país vecino) por el viento o cauces naturales, o
incluso porque éstos son trasladados ex profeso.
3.4 Efectos hacia atrás y efectos hacia adelante
Si bien la acción fundamental del beneficio corresponde a la opera-
ciones que van desde la trituración de las rocas hasta la obtención de
productos metálicos finales (barras, cátodos, lingotes, etc.), para efec-
tos de establecer su responsabilidad ambiental debe considerarse tam-
bién como acción sobre el medio la ejecución de las obras de infraes-
tructura que exige el funcionamiento de un establecimiento de beneficio
(construcción de caminos y puentes, desvío de cursos de agua, cons-
trucción de presas, etc.), y también los efectos derivados de la provisión
de los recursos requeridos por los procesos de beneficio: principalmen-
te, energía y agua, los cuales acarrean efectos sobre el entorno tan o
más agudos que los de la actividad principal. Todas esta cuestiones, en
la experiencia histórica, son problemas que frecuentemente han resuelto
las empresas mineras por sus propias manos.
Aquí llamamos efectos hacia adelante (de acuerdo al sentido del
proceso productivo), a aquellos efectos asociados a “lo que sale” (ou-
tputs) del lugar de beneficio, esto es, los distintos productos metálicos
(concentrados, soluciones, cátodos, etc.), más los desechos de los mis-
mos (gases, ripios, escorias, aguas residuales, etc.) que son expulsados
voluntaria o accidentalmente al entorno, y cuyo efecto sobre éste se pu-
ede resumir en una palabra: contaminación. Llamamos efectos hacia atrás,
a todos los efectos anteriores al proceso de beneficio propiamente tal,
que se derivan de la obtención de los insumos (inputs) (agua y energía
en forma de leña o electricidad) y de la construcción de la infraestructura
requerida por el mismo (la más importante: la de transporte), es decir,
todo aquello que queda comprendido por las categorías extracción de
recursos y transformación del paisaje antes mencionadas (véanse es-
quemas Nº1 y Nº3).
anhídrido sulfúrico (SO3), y éste reacciona con el vapor de agua del aire produciendo ácido sulfuroso (H2SO3)
o ácido sulfúrico (H2SO4), el que, arrastrado por las precipitaciones, provoca el fenómeno de la “lluvia ácida”,
que afecta las hojas de los vegetales, despojándolas de su cubierta cerosa y provocando pequeñas lesiones
que alteran la acción fotosintética. Con ello, las plantas pierden hojas, y así, la posibilidad de alimentarse
adecuadamente. En ocasiones, la lluvia ácida hace que penetren al vegetal ciertos elementos como el alumi-
nio (éste bloquea la absorción de nutrientes en las raíces), que también afectan su desarrollo.
Janeiro, 2005 39
Esquema Nº 1
Efectos ambientales de las actividades de beneficio (resumen)
40 VARIA HISTORIA, nº 33
reconstrucción de Tenochtitlan se obtenía del valle del Mezquital donde,
para alimentar los hornos en que ésta se producía, se talaron y quema-
ron los extensos bosques de roble que existían en el área sur de este
valle, en Tezcatepec y Axacuba.13 Más al norte, los mineros de Ixmiquil-
pan (mineral de plata y plomo) talaron sistemáticamente los bosques cir-
cunvecinos desde 1540, hasta hacerlos desaparecer de esa zona hacia
finales del siglo.14 Más tarde, hacia 1599, en la cercanías de la mina de
plata de Pachuca, fueron los propios indígenas de Tlilcuautla y Torna-
custla quienes talaron sus bosques para vendérselos a los mineros.15 A
mediados del siglo XVI, dos pueblos de indios cercanos a las minas de
plata de Taxco, se enfrentaron judicialmente por este problema. Los indi-
os de Tenango querían explotar los bosques para abastecer a los mine-
ros y los de Teticpac querían impedirlo. La autoridad dio la razón a los
primeros e impuso “perpetuo silencio” a los segundos.16 De la misma
manera, en la provincia de Santa Bárbara (al sur del actual estado de
Chihuahua) la minería de la plata fue exterminando progresivamente los
bosques, incluso cuando ya se había introducido el tratamiento de la
plata con mercurio (1631), ya que sólo los grandes mineros podían obte-
ner mercurio a crédito de la Corona. Los pequeños mineros, mientras
tanto, continuaron beneficiando los minerales de plata por fundición di-
recta.17 Toda esa zona, que llegó a alimentar de leña hasta cinco centros
mineros a mediados del siglo XVII, hoy “es calificada como semiárida y
se encuentra casi totalmente desertificada y desnuda de árboles”.18 Por
último, en Zacatecas, a fines del siglo XVI, después de cincuenta años
de labores extractivas, se había producido el mismo proceso. En pala-
bras del obispo del lugar:
13 MELVILLE, E. (1999): Plaga de ovejas. Consecuencias ambientales de la conquista de México, FCE, México
D.F., pág. 113.
14 Ibidem, pág. 133.
15 Ibidem, pág. 121.
16 AYALA, M.de la L.(1999): “La pugna por la propiedad de los montes y bosques”, en MARTÍNEZ, Bernardo
García y JÁCOME, Alba González (comps.), Estudios sobre historia y ambiente en América, vol. 1, El Colegio
de México, México D.F., pág. 81.
17 CRAMAUSSEL, C. (1999): “Sociedad colonial y depredación ecológica: Parral en el siglo XVII”, en GARCÍA y
GONZÁLEZ, op. cit., pág. 97.
18 Ibidem, pág. 98.
19 Citado por CRAMAUSSEL (1999), op. cit., pág. 101.
Janeiro, 2005 41
sivamente en América Latina, aun en las máquinas a vapor, con las con-
secuencias acostumbradas. Este fue el caso de las minas de plata de
Real del Monte (México), una antigua explotación de la que se hizo car-
go una empresa inglesa entre 1824 y 1849. Los ingleses trabajaron con
el método de beneficio de barril y consumían grandes cantidades de
leña en las máquinas de vapor (necesarias para mover los barriles), que
además se empleaban para desaguar las minas. Al principio, la com-
pañía no tuvo problemas de abastecimiento, pues en sus propias tierras
“existían grandes zonas boscosas”. Doce años después de su puesta en
marcha, éstas se habían agotado y la empresa tuvo que adquirir nuevas
tierras con bosques y firmar contratos de tala, en zonas cada vez más
alejadas. En 1948, el administrador de la empresa (ya en decadencia)
estimaba que las reservas de leña alcanzaban para “más que otras dos
semanas”.20 Una situación similar se prudujo siglos más tarde en la Guya-
na venezolana, en el último tercio del siglo XIX, durante una especie de
fiebre del oro que vivió la región; y, a pesar de que existían otros métodos
de beneficio, para facilitar la molienda del mineral de cuarzo (con el que
estaba mezclado el mineral de oro) se practicaba la técnica de calentar
las rocas en hogueras alimentadas con leña de los bosques cercanos,
que también fueron arrasados.21 Lo mismo ocurrió en Chile, en la exten-
sa región denominada Norte Chico en la que, entre 1800 y 1870, se elimi-
naron casi todos los bosques existentes para alimentar los hornos de
fundición de cobre.22 Según resumió el presidente de la Sociedad Naci-
onal de Agricultura:
20 RANDALL, R.W. (1977): Real del Monte: una empresa minera británica en México, F.C.E., México D.F., págs.
181-183.
21 GONZÁLEZ DELUCA, M.E. (1992): “Estrategias políticas, minería y poblamiento en la Guyana venezolana”,
en: ÁVILA, Dolores; HERRERA, Inés y ORTIZ, Rina (comps.), Empresarios y política minera, vol. II, págs. 27-
40, INAH, México D.F., pág. 46.
22 FOLCHI, M. (2001): “La insustentabilidad de la industria del cobre en Chile: los hornos y los bosques durante
el siglo XIX”, en Mapocho, Nº 49, págs. 149-177, Santiago de Chile.
23 MOXÓ, R.L. (1872). Citado por Elizalde Mac Clure: La sobrevivencia de Chile. La conservación de sus recur-
sos naturales renovables, Ministerio de Agricultura, Dirección general de producción agraria y pesquera,
Santiago de Chile, 1958, pág. 14.
42 VARIA HISTORIA, nº 33
an sucedido a los que habían sido esquilmados durante “la fiebre del
oro” en los siglos XVII y XVIII . Un observador señalaba que los lugares
que “hasta hace poco estaban poblados de gigantescas bignonias” es-
taban “casi completamente devastados”.24
Otro tipo de efecto ambiental hacia atrás, vinculado al problema
energético, lo constituyen las obras de generación eléctrica construi-
das especialmente para alimentar la maquinaria de estos planteles. Un
buen ejemplo de esto es lo ocurrido con el río Necaxa (México) a prin-
cipios del siglo XX, y que además es un caso muy demostrativo de lo
difícil que puede ser advertir los efectos indirectos, de mediano y largo
plazo, y más aún el valorar los perjuicios que éstos acarrean para la
sociedad, que a veces pueden ser muy sutiles pero profundos, como la
alteración del ritmo de la vida. Siguiendo a Aboites, el desarrollo de la
energía eléctrica emergió en México con la construcción de dos gran-
des centrales hidroeléctricas en los ríos Necaxa y Tenango, entre 1903
y 1916, que generaban energía para abastecer a los centros mineros
de Pachuca y El Oro. El caudal del río Necaxa, a partir de entonces, no
tuvo más el ritmo natural de los deshielos o de las lluvias, sino el que
dictaban las necesidades mineras e industriales, más intensas durante
el día y más bajas durante la noche y constantes a lo largo del año. Los
agricultores que vivían río abajo (la mayoría indígenas), a partir de en-
tonces no pudieron vadear el río en los momentos del día en que acos-
tumbraban hacerlo, sino que debían hacerlo entre las seis y las diez de
la mañana, cuando la generación era menos intensa y el caudal más
bajo; en algunos casos estas personas encontraron la muerte cuando
el río aumentaba su caudal repentinamente mientras lo intentaban cru-
zar.25 Además del costo humano que supuso la alteración del caudal,
con toda seguridad, el cambio también afectó a las comunidades de
flora y fauna que estaban adaptadas a las variaciones del caudal del
régimen natural del río.26
Otro caso que ilustra esta dimensión del problema es la producción
de aluminio: un metal que se obtiene a partir de la bauxita, pero cuyo
insumo más importante durante la producción no es la bauxita sino la
electricidad. En Jamaica — comenta Elizabeth Dore — , para sostener
las minas de bauxita, “las compañías construyeron presas que inunda-
ron fértiles valles y obligaron a los agricultores a abandonar sus tierras”.
Además de eso, “el barro rojo [llamada así por el color de la bauxita] ha
24 DEAN, W. (1996): A ferro e fogo: a história e a devastação da Mata Atlântica brasileira, Editora Schwartz, São
Paulo, págs. 212-214.
25 ABOITES, L. (1999): “Relación sociedad-naturaleza desde la historia de los usos del agua en México (1900-
1940)”, en García y González, op. cit., pág. 179.
26 Esta alteración les perjudica en tanto favorece las bioinvaciones. Un claro ejemplo de esto se ha discutido
recientemente en España a propósito del proyecto de trasvase del río Ebro, río en el cual estaría amenazada
la pervivencia de un bivalvo mediterráneo endémico: la margaritífera, por la invasión del mejillón cebra.
Janeiro, 2005 43
contaminado el suelo y el agua de zonas alrededor de las minas”.27 Pa-
rece claro que una misma actividad de beneficio puede desencadenar
impactos ambientales de distinto tipo: contaminación directa e in situ
(barro rojo) y efectos indirectos y ex situ (la alteración del paisaje agrario
y con ello las formas de reproducción material de una parte de la pobla-
ción).
44 VARIA HISTORIA, nº 33
Cuadro Nº3
Principales formas de contaminación
30 Aunque se aplican técnicas biometalúrgicas en las que los minerales son atacados con bacterias, aún no se
han documentado casos de contaminación biológica.
Janeiro, 2005 45
forma segura en el interior de la corteza terrestre y expulsarlos a la
superficie en volúmenes considerables y concentraciones elevadas.31
Además de ello, estos procesos transforman estos elementos, convirti-
endo en sustancias tóxicas aquellos que, originalmente, no represen-
tan ningún peligro, como por ejemplo, el azufre, que ingresa al benefi-
cio en forma de mineral (minerales sulfurados) y sale transformado en
dióxido de azufre, que luego se convierte naturalmente en ácido sulfú-
rico.
No obstante, no hace falta que los desechos mineros sean tóxicos
para que provoquen contaminación. La distinción entre contaminación
física y química es importante, porque, si bien una parte considerable de
los desechos mineros pueden ser componentes inofensivos para los or-
ganismos vegetales o animales, como la mica, la ortosa o el cuarzo, su
gran volumen y mala disposición, habitualmente se traduce en proble-
mas de contaminación física, tan indeseables o lesivos como pueden ser
los fenómenos de contaminación química (tóxica).
La historia minera está plagada de casos de contaminación física.
Así por ejemplo, el administrador del Ferrocarril del puerto de Chañaral
(en el Norte de Chile), a principios del siglo XX, consultado por la autori-
dad respecto del estado de la infraestructura portuaria de dicha locali-
dad, sostenía que:
En Guanajuato (México) a fines de los años ’60 del siglo XX, la pobla-
ción se veía en problemas, porque una de las presas construidas en el
siglo XVIII para regular el caudal del río que atravesaba la ciudad y ase-
gurar su abastecimiento de agua, se encontraba completamente ‘azol-
vada’ (colmatada), lo que provocaba que “las aguas de las avenidas […]
brinquen a todo lo largo de la cortina [del muro] causando grandes des-
trozos”. El origen del problema se encontraba en los “loseros” (canteras
para extraer losa) que funcionaban río arriba, ya que “los trabajadores
acostumbran labrar la losa en la entrada del losero, tirando ahí mismo los
fragmentos que resultan de labrarla, los cuales son posteriormente ar-
31 Es de reconocer que también existen episodios muy excepcionales de contaminación natural en los que
ciertos elementos son movilizados desde la corteza por lixiviación natural o arrastre fluvial.
32 “Carta al Ministro de Industrias y Obras Públicas”, desde la Dirección General de Ferrocarriles del Estado,
Santiago, 09.10.1901. (Archivo Siglo XX, Fondo Ministerio de Obras Públicas, vol XLII, ff. 4254 y ss.).
46 VARIA HISTORIA, nº 33
rastrados por el agua [del Río de los Loseros] y depositados en las pre-
sas”.33
Si nos concentramos en las formas de contaminación química, es
decir, en las formas tóxicas de contaminación, podemos advertir que los
elementos contaminantes provienen de cuatro fuentes distintas.
En algunos casos, el elemento en explotación es, en sí mismo, un
elemento tóxico o perjudicial para el medio ambiente. En estos casos,
cualquier imperfección o fallo del proceso de recuperación supone la
introducción inmediata al ambiente del elemento nocivo. Y lo mismo ocurre
en caso de que haya defectos o pérdidas en el almacenamiento o trans-
porte de estos productos. En este sentido, el plomo, el arsénico, el cro-
mo el cadmio, y el mercurio son los ejemplos más evidentes, dada su
alta toxicidad; pero otros elementos, como el cobre, el níquel, el estaño,
la plata, el hierro, o el zinc — varios de los cuales son necesarios para los
organismos en minúsculas dosis — a partir de ciertas concentraciones
tampoco se consideran inocuos. Cada vez que la recuperación de estos
elementos es ineficiente, ya sea de forma sistemática o accidental, la
pérdida se traduce en una alteración inmediata de los ecosistemas en
los que estas operaciones se llevan a cabo, y, muy especialmente, en un
perjuicio inminente para la salud de las personas que trabajan o viven en
esos ambientes contaminados.
En segundo lugar, aun cuando el proceso de obtención del elemento
deseado fuera perfecto, es decir, se consiguiera recuperar de forma se-
gura el 100% del metal contenido en las rocas, o bien, si las pérdidas
fueran insignificantes desde el punto de vista ambiental, dada la baja o
nula toxicidad del elemento o la pequeña proporción de la pérdida, el
acto de separar completamente el elemento deseado del resto de la
materia contenida en las rocas — la llamada ‘ganga’ y el ‘estéril’ — ,
implica, por definición, la expulsión al ambiente de muchos otros ele-
mentos potencialmente contaminantes.
33 ÁLVAREZ, T.: “Consideraciones relativas al azolve de las presas de La Olla y de San Renovato”, Guanajuato,
25.01.1968. (Archivo Histórico de la Ciudad de Guanajuato, Salubridad y Asistencia, Tomo XI, s.f.).
Janeiro, 2005 47
Cuadro Nº 4
Principales minerales de plata, plomo y cobre y sus componentes
Fuente: Criddle, A.J. y C.J. Stanley (1993): Quantitative data file for ore minerals, Lon-
don, Chapman & Hall.; y Klein, Cornelis y Cornelius S. Hurlbut (1997): Manual de mine-
ralogía: basado en la obra de J.D. Dana, 4a ed, Barcelona, Reverté.
34 Un mineral se define como un sólido de origen inorgánico, que aparece naturalmente en la corteza terrestre,
que tiene una composición físico-química definida, por ejemplo: CuFeS2 (calcopirita), o NiAs (niquelita), o
Ag2S (argentita). Una roca es una mezcla de minerales (cada uno de cuales tiene una composición físico-
química determinada), mientras que una mena es un tipo de roca de la que se puede extraer con provecho
(económico) uno o más elementos químicos contenido en alguno de los minerales que la componen.
48 VARIA HISTORIA, nº 33
sos de obtención de algunos metales. Allí puede apreciarse que los mi-
nerales de plata contienen alguna fracción de azufre, más un porcentaje
de antimonio o de arsénico; que los minerales principales del plomo con-
tienen proporciones significativas de cloro, azufre y arsénico, además de
fracciones más pequeñas de fósforo o flúor, y que, entre los minerales de
cobre, el azufre aparece como un contaminante potencial muy importan-
te, junto con el plomo y el antimonio.
Si tomamos como ejemplo el caso del cobre, podemos estimar la
cantidad de azufre potencialmente liberado al entorno en forma de dióxi-
do de azufre (SO2). En 1993, las 2.756.000 Tm de cobre fino que se pro-
dujeron en América Latina representaban una emisión potencial de
427.000 mt3 de este gas.35 Si planteamos esto históricamente, podemos
estimar una curva de emisión potencial de dióxido de azufre 1880 y 1993,
de acuerdo a las cifras de producción disponibles, por parte de los prin-
cipales productores de este metal en América Latina36 (véase gráfico
Nº1).
En tercer lugar, es preciso considerar que los minerales que despier-
tan el interés de las empresas mineras no se encuentran aislados, sino
que asociados con otros minerales en la misma roca.37 Por lo regular, no
se encuentran yacimientos de rocas que contengan exclusivamente un
único mineral. Volviendo al ejemplo de la tenantita, ésta normalmente se
encuentra asociada a minerales como la blenda (zinc) o la galena (plo-
mo), que son minerales que, a su vez, contienen otros elementos (que no
son ni plomo ni zinc, tales como hierro, molibdeno, calcio, aluminio, sili-
cio, etc.) que, en principio, están destinados a formar parte de los dese-
35 Una aclaración importante es que esta estimación se refiere a las emisiones “potenciales” y no a las emisio-
nes “efectivas”, pues éstas serán menores en la medida en que no todo el cobre producido es despojado de
la totalidad del azufre contenido en los minerales antes de su comercialización. Una parte del cobre conteni-
do es exportada sin refinar, ya sea como concentrado de cobre ( 30% Cu; 34% S; 27% Fe) o eje (45,0% Cu;
27,2% S; 27,8% Fe). Esa porción de azufre contenido en estos productos supone una transferencia al exterior
de contaminantes potenciales que, en un cálculo más fino de “contaminación aparente” habría que descon-
tar. Asimismo, en los casos en que los concentrados son sometidos a procesos de fundición y el combustible
empleado es un tipo de carbón mineral que contenga azufre, la volatización del mismo (en forma de SO2)
tendría que ser añadida a la de origen mineral.
36 Para hacer esta estimación se han tomado las cifras de producción publicadas en las estadísticas oficiales
de Bolivia, Cuba, Chile, México y Perú, recogidas por MITCHELL, B. R. (1998): International historical statis-
tics. The Americas 1750-1993 (4th ed), Macmillan, New York, pág. 333 y ss.; y se ha supuesto, siguiendo a
Habashi, que el 90% del cobre que se produce en el mundo proviene de tres minerales (calcopirita, bornita y
calcocita) cuya media de azufre contenido es 26,9%, cifra que se ha empleado como cuociente. Con este
método, los datos que se ofrecen sólo pueden tomarse como una aproximación, pues la distribución de los
minerales y su paragénesis puede variar considerablemente entre yacimientos distintos y al interior de un
mismo yacimiento. Un cálculo preciso de esto (aunque quizá impracticable) debería partir de un inventario de
los minerales que se han extraído de cada una de las “zonas de mineralización” en cada uno de los yacimi-
entos explotados, en cada momento histórico. VÉASE HABASHI, Fathi (1997): Handbook of extractive me-
tallurgy, vol. II. Wiley-VCH, Quebec, pág. 497.
37 Esto es lo que en geología se conoce como paragénesis, que se refiere al conjunto de minerales que compo-
nen una roca y han permanecido en equilibrio, y se generaron simultáneamente, bajo las mismas condiciones
de presión y temperatura. Algunas paragénesis son muy frecuentes, como la del granito, que está compuesto
por tres minerales: ortosa [KAlSi3O8], mica [XY3Si4O12] y cuarzo [SiO2], otras raras y algunas, por razones
fisico-químicas, imposibles. GONZÁLEZ, Ángel; et al. (1996): Minerales. Estudio y reconocimiento, Omega,
Barcelona, pág. 12.
Janeiro, 2005 49
chos del proceso de obtención del cobre contenido en la tenantita (salvo
que su presencia sea tan alta que haga conveniente desarrollar un siste-
ma específico para su recuperación).
Gráfico 1
Producción anual de cobre y estimación de la emisión potencial de
dióxido de azufre. Bolivia, Cuba, Chile, México y Perú (1880-1993)
50 VARIA HISTORIA, nº 33
Cuadro Nº 5
Minerales asociados a la casiterita
Cuadro Nº 6
Minerales presentes en el Cerro Rico de Potosí
Janeiro, 2005 51
Por último, hay ingredientes potencialmente contaminantes que no
provienen de las menas explotadas, sino que se añaden en el proceso
de beneficio (por ejemplo, fundentes y reactivos). Los casos más evi-
dentes son la amalgamación de la plata con mercurio, la disolución del
oro con cianuro, y la lixiviación de óxidos de cobre con ácido sulfúrico.
Estos elementos añadidos pueden terminar en el ambiente, ya sea por
accidentes en el transporte o almacenamiento de los mismos, o bien
porque pasan a formar parte de los desechos del proceso.
5.3 La tecnología y la producción de desechos
Las técnicas de beneficio determinan las características químicas y
físicas de las sustancias contaminantes que son introducidas en el ambi-
ente. En primer lugar, de acuerdo a cuál sea el procedimiento empleado
para obtener el metal, se determina el ‘estado de la materia’ en la que
serán expulsados los residuos, esto es, en estado sólido, líquido o gase-
oso; de lo cual depende, a su vez, la forma y lugar de su expulsión, y en
último término, el medio afectado por la contaminación: suelo, agua o
aire (véase esquema Nº2).
52 VARIA HISTORIA, nº 33
Cada uno de estos medios presenta unas interacciones determina-
das con los desechos mineros, siendo el medio acuático, probablemen-
te, el más sensible de ellos, puesto que propicia la disolución de ciertos
compuestos, y además, resulta ser el medio idóneo para la dispersión
natural de los contaminantes. Mientras que en medios áridos las sustan-
cias contaminantes tienden a quedar depositadas, en los medios de al-
tas precipitaciones éstas son rápidamente incorporadas a los suelos,
infiltrándose hasta el sistema hídrico subterráneo, alcanzando desde éste,
el sistema hídrico superficial y el mar, extendiéndose así el problema en
una amplia zona.
Por otra parte, dependiendo de cuál sea el surtido de elementos del
proceso de beneficio y cuáles sean las reacciones químicas que forman
parte de los mismos, los residuos tendrán una composición específica,
que puede tener un efecto sobre el ambiente más o menos agudo. Por
ejemplo, en el caso de los residuos del beneficio del plomo, las reaccio-
nes resultantes de la descarga en el ambiente no serán las mismas si se
trata de un residuo rico en óxido de plomo (2PbO) que de un residuo
compuesto de sulfato de plomo (PbSO4), mucho más estable. Cada com-
puesto se comporta de una manera específica en cada ambiente, unos
son más estables que otros, y por lo tanto, no todos tienen la misma
peligrosidad: mientras algunos penetran directamente en los organismos
y en la cadena alimenticia, otros pueden ser fijados o neutralizados natu-
ralmente en el medio.
El ejemplo histórico más generalizado respecto de la repercusión
ambiental de la tecnología, es la generación de dióxido de azufre (SO2) a
partir de minerales sulfurados como la galena (Pb), la argentita (Ag), la
calcopirita (Cu), la millerita (Ni) o la blenda (Zn). El método más recurren-
te para separar el metal deseado del azufre que lo acompaña, ha sido
tradicionalmente la volatización del segundo (en forma de SO2), lo cual
se consigue con un proceso de calcinación o tostación de los minerales,
ya sea en hornos o al aire libre.38
El caso más emblemático en la historia ambiental minera en relación
con las emisiones de anhídrido sulfuroso (SO2) a partir de minerales sul-
furados, probablemente sea lo ocurrido en las famosas minas de Río
Tinto (Huelva, España) a fines del siglo XIX.
El método de beneficio del cobre empleado en Río Tinto, se iniciaba
con la calcinación al aire libre de los minerales, que consistía en hacer
pilas de rocas (‘teleras’) encima de ramajes secos y prenderles fuego para
que ardieran, ininterrumpidamente, entre seis y doce meses. La reacción
química transformaba el azufre en anhídrido sulfuroso que era liberado a
38 La tostación o calcinación se practica para reducir el contenido de azufre en los minerales que impide la
fusión directa de los metales.
Janeiro, 2005 53
la atmósfera en enormes cantidades, las que se fueron incrementando en
la medida que se intensificó la actividad extractiva en la región.
En respuesta a la contaminación provocada, se organizó un movimi-
ento “antihumista” en el que participaron los agricultores vecinos, cuyos
cultivos se veían mermados por efectos de los humos, y los propios tra-
bajadores de la empresa cuya salud se veía directamente afectada.39 La
presiones que se ejercieron contra las teleras de Río Tinto (y sobre las
demás empresas de aquella región minera), apuntaban principalmente
hacia el reemplazo del método de beneficio y al pago de compensacio-
nes por los daños en la agricultura.
En febrero de 1888 (el “año de los tiros”), en un contexto de creciente
tensión, agricultores y trabajadores de la mina convocaron a una mani-
festación en el Municipio de Río Tinto, en las que las reivindicaciones
antihumistas se mezclaban con demandas laborales. La manifestación
fue objeto de una represión violentísima por parte de las fuerzas de or-
den del gobierno provincial, que se saldó con la muerte (oficial) de trece
personas. A consecuencia de estos sucesos, el gobierno se vio en la
obligación de aprobar un Real Decreto por el que prohibía las calcinaci-
ones al aire libre. Éstas, no obstante, no se abandonaron por completo
hasta 1907.40
Otro ejemplo que puede citarse respecto de la condición determi-
nante de la tecnología en la generación de los residuos, es el caso de las
técnicas de concentración por vía húmeda (flotación o espumación),
patentada en Alemania hacia 1877. Esta técnica, especialmente apropi-
ada para las menas sulfurosas (de cobre o de níquel, por ejemplo), con-
siste en mezclar las menas trituradas con agua y cubrir las partículas del
mineral con un reactivo que tiene la propiedad de adherir estas partícu-
las a burbujas de aire, con lo cual éstas flotan, mientras los restantes
elementos precipitan, lo cual permite su fácil selección y recogida. El
desarrollo de la flotación implicó la generación de un nuevo tipo de de-
secho: el material sobrante del proceso, un compuesto formado por agua,
reactivos, algún porcentaje de elementos metálicos y materiales estéri-
les contenidos en los minerales asociados al mineral principal en las
menas, al que se denomina ‘relaves’ (o ‘aguas ácidas’, o ‘colas’, o tailin-
gs, o ‘lodos tóxicos’, o ‘jales’) y que generaron un tipo de impacto ambi-
ental no conocido hasta entonces.
39 El SO2 es un gas incoloro y con sabor ácido picante, perceptible por el olfato en concentraciones de 3 ppm.
a 5 ppm. Cuando se encuentra en niveles de 1 a 10 ppm. induce al aumento de la frecuencia respiratoria y el
pulso. Cuando alcanza las 20 ppm. produce una fuerte irritación en ojos, nariz, garganta, incrementa la crisis
asmáticas y recrudece las alergias respiratorias. Si la concentración y el tiempo de exposición aumentan, se
producen afecciones respiratorias severas. Una exposición a 400-500 ppm, aunque sea breve, puede resul-
tar fatal para el organismo al producir o agravar ciertos padecimientos cardiovasculares.
40 FERRERO BLANCO, M.D. (1998): Capitalismo minero y resistencia rural en el sureste andaluz. Río Tinto,
1873-1900, Universidad de Huelva, Huelva.
54 VARIA HISTORIA, nº 33
En Chile, los relaves se dieron a conocer en 1911, en la mina ‘El
Teniente’, propiedad de la empresa norteamericana Kennecott Copper
Co., situada en la Cordillera de los Andes. Los relaves de la planta prime-
ro fueron descargados directamente al río, y más tarde depositados en
unos embalses muy precarios construidos sobre el mismo lecho del río
(previamente protegido por un acueducto), que se desplomaron en re-
petidas ocasiones. El resultado de ello fue la contaminación de un río
que se usaba para riego agrícola en el extenso y rico valle del Cachapo-
al. Los grandes propietarios de dichas tierras, vieron con espanto cómo
las aguas bajaban “arrastrando sustancias nocivas”, y se movilizaron con
diligencia y efectividad. En 1916 el Parlamento chileno dictó una ley que
prohibió a las empresas mineras arrojar sus desechos directamente a los
ríos.41
Una historia similar se puede contar respecto del beneficio del oro
por ‘vía húmeda’, y del desarrollo de las técnicas hidrometalúrgicas en
general. El principio de la hidrometalurgia moderna fue determinado ha-
cia 1844, en Rusia, por P. Bragation o, hacia 1846 por L. Elsner en Ale-
mania, quienes establecieron la reacción de disolución del oro en soluci-
ones de cianuro, pero fue J.S. McArthur y los hermanos Forrets quienes,
varios años más tarde (1887), desarrollaron y patentaron el proceso de
cianuración de minerales de oro, que empezó a aplicarse casi de inme-
diato en Nueva Zelanda y Sudáfrica.42
Hacia 1907, en México, el antiguo mineral de El Oro, en el que se
había trabajado antes por fundición directa y por amalgamación con
mercurio, se encontraba en su tercera fase tecnológica: la concentraci-
ón por cianuro o cianurización. Los agricultores vecinos, que al parecer
habían logrado sobrevivir a los métodos anteriores, se quejaron enton-
ces del “envenenamiento de las aguas del río por el cianuro que mata
nuestros ganados, esteriliza las tierras y torna las propias aguas en im-
posibles para los usos domésticos y aun para el lavado de la ropa”.43
6. Síntesis y conclusiones
Las labores de beneficio son, por definición, generadoras de efectos
ambientales. Al remover y procesar ciertos minerales de la corteza ter-
restre para obtener un elemento específico contenido en los mismos (a
41 Pero la historia no terminó ahí. Con posterioridad a la promulgación de esa ley, se siguieron produciendo
problemas con los relaves de esta y otras minas, a veces con desenlaces trágicos. Más antecedentes en
Folchi, Mauricio (2003): “El beneficio del cobre por ‘vía húmeda’ y su impacto en el medio ambiente (Chile,
1904-1990)”, Simposio de Historia Ambiental Americana, Santiago.
42 HABASHI, F. (1987): “One hundred years of cyanidation”, CIM Bulletin, Vol 80 (905), págs. 108-110. Ese
mismo año, Karl Josef Bayer patentó en Alemania el proceso de lixiviación de la bauxita, seguido de la
precipitación electrolítica del metal por vía seca, utilizando el proceso de Hall-Heroult. Véase Ballester, et al
(2000), op. cit., pág. 331.
43 Citado por ABOITES (1999), op cit., pág. 184.
Janeiro, 2005 55
veces en una proporción muy pequeña), inevitablemente, se movilizan
una gran cantidad de materiales, perturbando la dinámica de un territo-
rio y transformando en desechos sólidos, líquidos o gaseosos ciertos
elementos asociados al elemento deseado. Todas estas acciones sobre
el medio provocan, directa o indirectamente, a corto o largo plazo, un
menoscabo en el bienestar o la salud de los ocupantes y habitantes del
medio en el que éstas se llevan a cabo.
Los efectos de las operaciones de beneficio sobre el entorno biofísi-
co en el que éstas se realizan, deben buscarse tanto hacia adelante como
hacia atrás (en el sentido del proceso productivo), es decir, tanto en la
fase de aprovisionamiento de insumos y ejecución de las obras que es-
tas labores requieren, como en la fase final de descarga de los desechos
generados (véase esquema Nº3). Esto nos lleva, en otras palabras, a
construir un balance input/output en términos físico-químicos de estas
labores, identificando qué es “lo que entra” y qué es “lo que sale” del
proceso de beneficio.
Para hacer esto, es necesario determinar cuál es la composición de
la materia prima (las rocas de las que se obtiene el elemento deseado), y
conocer con exactitud los sistemas tecnológicos empleados en su trata-
miento, especialmente el funcionamiento de los dispositivos que lo inte-
gran, pues son éstos los que determinan cuáles son los insumos reque-
ridos y cuál es el tipo de desecho formado.
Así como las labores de beneficio han experimentado una transfor-
mación notable a lo largo de la historia, los efectos ambientales deriva-
dos de las mismas han tenido un desarrollo histórico análogo. Esto nos
lleva a situar en el tiempo y en el espacio el desarrollo y difusión de los
distintas técnicas de beneficio, determinando qué procesos y qué ope-
raciones se realizaban en cada momento y lugar (molienda, calcinación,
lixiviación, flotación, cementación, etc.), y con qué maquinas y reactores
se efectuaban tales procesos (molinos, teleras, pilas, celdas de flotaci-
ón, cubas, etc.). A partir de ese conocimiento, se podrán inferir los efec-
tos ambientales previsiblemente ocurridos y buscar las evidencias de
los mismos.
Sobre esta base, la historia ambiental puede comprender histórica-
mente el origen y evolución de los efectos ambientales de las labores de
beneficio, en términos de transformación del paisaje y de degradación
ambiental (agotamiento de recursos y deterioro de las condiciones de
habitabilidad para personas, animales y plantas), junto con sus conse-
cuencias consabidas: desestructuración socio ambiental (cambio en las
reglas de acceso a los recursos, redistribución del uso del territorio), y
detrimento de las bases de la reproducción material de las comunidades
afectadas.
56 VARIA HISTORIA, nº 33
Janeiro, 2005 57
LA HIGIENE, LA SALUBRIDAD PÚBLICA Y
EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA POPULAR
EN SANTIAGO DE CHILE, 1843-1925.
MAURICIO FOLCHI D.*
Área de Historia Ecológica
Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile
INTRODUCCIÓN
Los ‘cuartos redondos’ y, mayoritariamente, los ‘conventillos’ fueron la solución
arquitectónica espontánea en Santiago de Chile frente al crecimiento de los sectores
populares durante la segunda mitad del siglo XIX. Ambos tipos de vivienda, ofrecidas
en régimen de arrendamiento, estaban emplazadas al interior de la ciudad. Eran
edificaciones de una sola planta que comprendían una sola habitación por grupo
familiar, sin cuarto de baño, ni cocina, ni dormitorios. Fueron habilitadas al interior de
antiguas casonas o construidas expresamente para alojar a este segmento social, con total
despreocupación por su seguridad y salud. Hacia 1912 se calculaba que existían, por lo
menos, 1.574 conventillos, habitados por una población superior a las 75.000 personas, lo
que representaba casi el 25% de la población censada en la ciudad.1
La condición de hacinamiento, insalubridad y precariedad general en las que vivía este
sector social levantó un contundente alegato. El discurso oficial de la época definió estas
viviendas como lugares en los que se veía “todo lo contrario de lo que la higiene pide” y,
por lo mismo, fueron vistos como “nidadas de anarquía”; el caldo de cultivo idóneo para
los defectos típicos atribuidos a las clases populares: la promiscuidad, la pereza, la
rebeldía, etc. Todo ello animó una campaña por resolver el llamado problema de la
vivienda popular que se prolongó desde mediados del siglo XIX hasta las primeras
décadas del siglo XX.
* El autor quiere agradecer el inestimable apoyo y colaboración de Isabel Torres, Raissa Kordic, Adolfo
Sandoval, Sebastián Rivera y Enrique Aliste. Naturalmente, estos colegas están exentos de responsabilidad
respecto de las afirmaciones y omisiones que este artículo contenga.
1 Además de estas viviendas, para las clases populares estaban los ‘ranchos’ que eran viviendas
unifamiliares extendidas caóticamente en los suburbios de la ciudad y los ‘cités’ (sobre ambos volveremos
más adelante).
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Los historiadores que se han ocupado de este tema han interpretado este
fenómeno, en general, bajo el prisma de la llamada “cuestión social”, y en consecuencia,
han dado a entender (implícita o explícitamente) que la lucha por la erradicación de los
conventillos fue un asunto de justicia social, es decir, una cuestión de desigualdad o
injusticia social.2 Ninguno de estos estudios ha reparado en los argumentos específicos
—sorprendentemente unánimes— en los que se apoyó tal empeño, cuales eran, en
resumen, los “inconvenientes de la vida colectiva”, es decir, el hacinamiento, y las
“deplorables condiciones higiénicas” de esas viviendas: húmedas, mal ventiladas y
desprovistas de luz solar.
2 Los principales trabajos que se han ocupado directamente de esta cuestión para Santiago son: Torres, Isabel
(1986): “Los conventillos en Santiago (1900-1930)”, Cuadernos de Historia, Nº 6, pp. 67-85, Departamento de
Ciencias Históricas, Universidad de Chile, Santiago; Romero, Luis Alberto (1984): “Condiciones de vida de
los sectores populares en Santiago de Chile, 1840-1895 (vivienda y salud)”, Nueva Historia, Vol. 3, Nº 9, pp.
5-86, Londres; Salazar, Gabriel (1985): Labradores, peones y proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular
chilena del siglo XIX, Ediciones Sur, Santiago; Espinoza, Vicente (1988): Para una historia de los pobres de la
ciudad, Ediciones Sur, Santiago; Garrido Vargas, Mabel (1995): “Del rancho al conventillo. El problema
habitacional de los sectores populares en Santiago de Chile, 1860-1920: una primera aproximación”, Tesis
de Licenciatura, Universidad Católica, Santiago.
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Figura 2. Conventillo mandado a demoler por el Consejo Superior de la Habitación
3 Algunos antecedentes sobre la historia del higienismo pueden encontrarse en Lindemann, Mary (2002):
Medicina y sociedad en la Europa moderna, 1500‐1800, Siglo XXI, Madrid, págs. 201 y ss.; Rodríguez Ocaña,
Esteban (1992): Por la salud de las naciones. Higiene, microbiología y medicina social, Ediciones Akal, Madrid.;
Urteaga, Luis (1997): Ideas medioambientales durante el siglo XVIII. Naturaleza, clima y civilización, Akal,
Madrid, pp. 7-21. Y muy especialmente, los trabajos de Carlo Cipolla (1993): Contra un enemigo mortal e
invisible, Crítica, Barcelona. Cipolla, Carlo M.,(1989): Miasmi ed umori: ecologia e condizioni sanitarie in Toscana
nel seicento, Il Mulino, Bologna. Cipolla, Carlo M. (1976): Public health and the medical profession in the
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principales promotores de la lucha contra los conventillos en Santiago (y al mismo tiempo
los autores de todos los documentos que leemos hoy sobre el problema) fueron,
justamente, los intelectuales que publicaban en la Revista Médica de Santiago, en los Anales
de la Universidad de Chile, y en la Revista Chilena de Higiene.
Mi opinión es que el alegato sobre la vivienda popular en Santiago de Chile —
contemporáneo al sanitary movement británico y a las campañas de construcción de cités
ouvriers en Francia— debe entenderse, fundamentalmente, como una lucha por lo que
hoy llamamos salud ambiental, es decir, por lo que en el vocabulario del siglo XIX era la
higiene pública; un ideario bastante reñido, por lo menos en sus versiones predominantes,
con la idea de justicia social que manejamos hoy, mayoritariamente comprometido con
un modelo de sociedad elitista y un proyecto civilizatorio que difícilmente podría
calificarse como de integración social.
Las páginas siguientes intentan respaldar esta posición, enfocando el problema
de la vivienda popular en el plano discursivo. Se sitúa el discurso sobre la vivienda
popular en su contexto teórico universal, reconociendo en el paradigma higienista las
categorías y preceptos a partir de los cuales se configuró, entendió y testimonió este
problema en Santiago de Chile durante la segunda mitad del siglo XIX y primeras
décadas del siglo XX.
EL PARADIGMA HIGIENISTA DEL SIGLO XIX
En la actualidad entendemos por higiene, básicamente, un conjunto de buenas
prácticas de aseo y limpieza. No obstante, durante el siglo XIX, higiene era un concepto
mucho más amplio e incluso, a primera vista, algo extravagante: “un arte que se
propone, por medio de los modificadores cósmicos o individuales, mantener o
restablecer la salud del hombre sano o enfermo […] en las condiciones más favorables al
desarrollo o desenvolvimiento regular de su organización física, intelectual y moral”.4
La Higiene era un conjunto de creencias sobre la constitución de los organismos,
la salud y el origen de las enfermedades; de prácticas orientadas a preservar la salud
física y moral de las personas y las sociedades; y de políticas públicas inspiradas en esos
mismos conceptos. Bien puede decirse que la Higiene constituía lo que hoy
denominamos un paradigma científico.5
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Las ideas fundamentales de este paradigma pueden resumirse en cuatro puntos.
Primero, la aceptación del principio hipocrático según el cual, la salud de las personas
dependía de la calidad del ambiente que éstas habitaban, y de la idea de que existían
lugares ‘sanos’ y otros ‘insanos’.6 Durante más de veinte siglos, los médicos (que
ignoraban la existencia de los agentes patógenos que hoy conocemos bien: virus,
bacterias y protozoarios) creyeron que el estado de salud de las personas era
consecuencia directa (aunque imprecisa) de las condiciones ambientales que envolvían a
los individuos. Por una parte, el ambiente determinaba la constitución fisiológica de los
organismos y por otra, se entendía que mientras persistiera una combinación concreta de
circunstancias ambientales, se producirían determinadas enfermedades.
Segundo, la adhesión a la teoría miasmática desarrollada durante el Renacimiento,
según la cual, las enfermedades infecciosas se originaban en la corrupción de la
atmósfera por un elemento invisible y abstracto que llamaron miasma. Los higienistas
aceptaron que los miasmas eran un elemento maligno que se identificaba vagamente con
los “vapores deletéreos”, “exhalaciones nocivas” o “emanaciones mefíticas”, que se
desprendían de la materia orgánica en descomposición, del agua pútrida estancada, de
los excrementos fétidos, de las emanaciones de los cráteres y los “efluvios” procedentes
de las grietas en la tierra, e incluso, de los cuerpos sanos en situación de hacinamiento
(por ejemplo, en los barcos, en las prisiones, o en los talleres).
Tercero, la convicción de que la propagación de las enfermedades era algo
evitable. Los higienistas estaban convencidos de que, aun cuando las enfermedades no
pudieran curarse, sí podían impedirse, ya fuera por la vía de la prevención del contagio
(impidiendo que los enfermos se mezclaran con los sanos), o por la vía de atacar los
focos de las enfermedades, mediante el saneamiento de los lugares potencialmente
infecciosos. Según declaraban los higienistas, era factible hacer frente a las
enfermedades epidémicas, destruyendo las “emanaciones malignas” que afectaban “por
medio de una atmósfera corrompida” a los “individuos colocados en el espacio que ésta
ocupa”.7 Esto significaba extinguir las fuentes de emanación de los miasmas, practicando
“campañas de saneamiento”, que constituyeron, en la práctica, una política de
transformación del ambiente para hacerlo más “sano”.8
Cuarto, la convicción de que el Estado tenía el deber de velar por la salubridad
pública. Los higienistas medievales se preocuparon de la salud de la alta nobleza, pero
no de la del vulgo. Durante el Renacimiento, aparecieron las primeras acciones de
6 Hipócrates escribió un tratado con el título Sobre los aires, aguas y lugares en el que sentó la idea de que los
“lugares”, es decir, los distintos tipos de hábitat, ya fueran más secos o más húmedos, expuestos a vientos
cálidos o fríos, con aguas de mejor calidad o peor, etc., determinaban el estado de salud de los habitantes
del mismo. Véase López Férez y García Novo (1986):Tratados hipocráticos, Vol. II, Gredos, Madrid.
7 Londe, Michael (1829): Nouveaux éléments d’hygiène. Traducción castellana, Nuevos elementos de Higiene,
Librería de los señores viuda de Callejas é hijos, Madrid, pág. 256.
8 Entre otras acciones promovidas por los higienistas, se pavimentaron calles, enyesaron y pintaron las
paredes, se drenaron charcas o pozas, se desecaron lagunas y pantanos, se retiraron las basuras, se alejaron
los cementerios de las ciudades, se plantaron árboles en las ciudades y se cortaron en aquellas zonas
demasiado húmedas, etc.
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alcance colectivo, pero eran relativamente aisladas y episódicas. Los higienistas del siglo
XIX, en cambio, estaban convencidos de la necesidad de una política pública de salud
sistemática. El aire, un bien colectivo por excelencia, era el soporte de las enfermedades
que amenazaban al conjunto de la sociedad, por lo tanto, la salud se transformaba en una
cuestión de responsabilidad y gestión pública.
Además de estos cuatro elementos, es preciso señalar que los higienistas
abrazaban un proyecto vasto, que promovía la salud en un sentido amplio: la salud física
y espiritual, la salud individual y colectiva, y que también se pronunciaban sobre
cuestiones como la convivencia social, los modelos educativos, las diferencias de sexo, la
observancia religiosa, la prostitución, etc. Todos estos asuntos eran interpretables desde
el paradigma higienista, y respecto de todos ellos los higienistas tuvieron una posición
que manifestaron y defendieron decididamente.
Desgraciadamente, no es posible profundizar aquí en todas las derivaciones
teóricas y actuaciones que se permitió el paradigma higienista a partir de una concepción
tan vasta de la Higiene; pero sí es preciso ahondar en el tema específico que orienta las
páginas restantes: el discurso higienista sobre la clase obrera, que fue una cuestión que les
preocupó especialmente.
La aparición del higienismo a fines del siglo XVIII debe interpretarse como una
reacción frente a los cambios medioambientales introducidos por el modelo urbano‐
industrial que se iba imponiendo en Europa y respecto de los cuales los higienistas se
mostraron particularmente sensibles. En ese contexto, la clase obrera resultaba ser el
sector social más desfavorecido, primero, porque vivían en las ciudades, que, a juicio de
los higienistas, eran en sí mismas un atentado a la Higiene, segundo, porque los barrios
de los pobres y de los obreros eran los que presentaban las peores condiciones de
salubridad, y por último, porque los obreros ocupaban unas viviendas en pésimas
condiciones.
Las viviendas de los obreros, en cualquier ciudad que estuvieran, a ojos de los
higienistas, coincidían en no ofrecer a sus moradores las mínimas condiciones higiénicas.
En alusión a Madrid y Barcelona, por ejemplo, se señalaba que todas las “habitaciones
particulares de los jornaleros son generalmente poco higiénicas”,9 eran “o muy bajas, y
privadas por consiguiente de luz y de calor; o muy altas, y expuestas, por lo tanto, a los
rigores de las temperaturas extremas, del viento”.10 Estas viviendas, “situadas, de
ordinario, en las calles más insalubres o más inmundas, [eran] también estrechas:
familias de cinco o seis individuos no tienen a veces más que un mal cuarto donde
duermen, cocinan, y tal vez trabajan todo el día”.11
9 Monlau, Pedro Felipe (1847): Elementos de higiene pública, Imprenta de Don Pablo Riera, 2 vols., Barcelona,
pág. 549.
10 Monlau, Pedro Felipe (1856): ¿Qué medidas puede dictar el gobierno a favor de las clases obreras?. Memoria que
obtuvo el premio de una medalla de oro ofrecido acerca de esta cuestión por la Academia de Medicina y Cirugía de
Barcelona. Imprenta Polt. de Tomás Gorchs, Barcelona, pág. 16.
11 Monlau, P. F. (1847): Elementos de higiene pública, op. cit., pág. 549.
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La descripción de una vivienda obrera en Lilla (Francia) remite al mismo cuadro.
“Es imposible figurarse el aspecto de las habitaciones de estos pobres [...]. La incuria en
que viven llama sobre ellos los males que convierten su miseria en terrible, intolerable y
mortífera [...]. En sus cuevas obscuras, en sus aposentos, que pueden llamarse calabozos,
el aire no se renueva jamás [...], es infecto”.12
Todas las descripciones de los barrios obreros europeos parecen estar escritas
por la misma mano. En la ciudad de Macclesfield (Inglaterra) había: “34 edificios sin
puerta trasera u otra medida de ventilación; las casas son principalmente pequeñas,
húmedas y oscuras [...]. Para estas casas hay tres baños descubiertos; aquí pequeñas
charcas de agua, con toda clase de asaduras; la materia animal y vegetal muerta está
amontonada junto a una masa sucia y podrida, desagradable a la vista y repugnante al
olfato; los vapores de contagio, esparcidos por sí mismos periódicamente en el
vecindario, producen diversos tipos de fiebre y trastornos estomacales e intestinales. Las
personas que habitan estas moradas están pálidas e insaludables, y en una casa en
particular, están pálidas, hinchadas y tambaleantes”.13
12 Documento del Consejo de Salubridad francés, citado por Salirach, Joaquim (1858): Higiene del tejedor, ó
sean: medios físicos y morales para evitar las enfermedades y procurar el bienestar de los obreros ocupados en hilar y
tejer el algodón, Imprenta y librería de Soler hermanos, Vich, España, pág. 125.
13 Chadwick, Edwin (1842): Report on the sanitary condition of labouring population of Great Britain. Edición de
M.W. Flinn, Edinburgh University Press, Edinburgh, 1965, pág. 91.
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Conscientes de esta situación, los higienistas se empeñaron remediar todos estos
males, expresando que “el saneamiento de las habitaciones de las clases laboriosas” era
uno de “los más ardientes votos de la higiene publica”, y que a los gobiernos tocaba “en
mucha parte satisfacerlo”.14 Afirmaban con decisión que, si bien “la habitación del
obrero no debe ser llena de comodidades” tampoco debía faltarle lo más preciso:
“sobre todo el aire; procure el artesano que no le haga falta este elemento que
debe vivificar la sangre de sus venas; huya como de una epidemia de esas
cuevas húmedas y sombrías, cuya fetidez mohosa indica ya al inquilino la suerte
que le aguarda si se sujeta a su influjo”.15
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Figura 5: Humedad causada por la cercanía de un pozo negro
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principios, a las escuelas y a los partidos más disolventes, o procura distraerse en
la taberna o en otro lugar igualmente inconveniente”.18
Si bien nunca se especificó cuál era el mecanismo por el cual ambas cosas se
asociaban, en la lógica higienista, esta asociación no era disparatada. Era un hecho
ampliamente aceptado, de acuerdo a la tradición galeno-hipocrática, que la composición
interna de los “humores” determinaba el temperamento, y que los trastornos de éste,
como la nostalgia u otros, se debían a una perturbación del equilibrio humoral, es decir,
que temperie y temperamento estaban relacionados. Las topografías médicas19 estaban
plagadas de afirmaciones deterministas, tales como que “las pasiones y los
temperamentos de las gentes” eran modificados por el clima.20
Los higienistas tenían para la clase obrera un proyecto integral que suponía
mejorar sus condiciones de habitabilidad, pero también “civilizarlo”, o lo que es lo
mismo, integrarlo a la sociedad higiénica, es decir, a la sociedad decente, moderada y
cristiana. Las siguientes palabras de la figura emblemática del higienismo en España,
Pedro Felipe Monlau (1808-1871), constituyen un resumen desinhibido de sus ideas e
intenciones respecto de la clase obrera.
“El obrero es pobre: socorredle, ayudadle. El obrero es ignorante: instruirle,
educarle. El obrero tiene instintos aviesos: moralizadle. Socorredle! porque la
religión lo manda, la humanidad lo dicta, y el mismo interés de las clases
afortunadas lo aconseja. Arrancadle de la miseria, porque entonces será mayor
su robustez [...]. Instruidle! cultivad su inteligencia en la medida adecuada, y
comprenderá sus deberes, y no maldecirá su condición, y respetará el orden
jerárquico de la sociedad [...]. Socorred e instruid al obrero, y de seguro lo veréis
romper con la imprevisión, con la embriaguez, con la holgazanería, con los
instintos de sedición, y con las otras malas pasiones y tristes hábitos que se
observan en la clase social a [la] que pertenece. Socorred e instruid al obrero, y
tendréis expedito el camino para hacerle morigerado y religioso”.21
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LA VIVIENDA POPULAR EN SANTIAGO DE CHILE DURANTE EL SIGLO XIX
22 Los habitantes de los conventillos eran los “sectores populares”. No se trata de la “clase obrera” en su
sentido clásico, sino un grupo heterogéneo de familias cuyo principal rasgo en común era la pobreza.
Había entre ellos obreros, pero también artesanos, trabajadoras domésticas, trabajadores independientes,
cesantes, ancianos, enfermos y viudas, todos juntos o mezclados, buscándose la vida en una sociedad
oligárquica, por lo tanto, una sociedad excluyente, y en una ciudad que crecía, pero no se industrializaba.
23 El fenómeno de la migración sobre Santiago (y sobre las otras dos grandes ciudades del país: Valparaíso y
Concepción), por parte de todas las clases sociales, es un fenómeno determinante en la transformación
urbana del país. El fenómeno —no del todo lógico— se explica por factores económicos (desarrollo de
actividades típicamente urbanas) pero también culturales. Más que una razón práctica para emigrar, a la
gente la movilizó el deseo de hacerlo, pues pasar de la provincia a la capital (o del campo a la ciudad)
constituía una forma de ascenso social, y estos eran vistos como espacios en los cuales encontrar mejores
oportunidades; pero estas oportunidades, por lo menos para las clases bajas, no existían.
24 Vicuña Mackenna, Benjamín (1931): Miscelánea, Nº 29, Zig-Zag, pág. 115. Citado por Garrido (1995): “Del
rancho al conventillo...”, op. cit., pág. 13.
25 De Ramón, Armando (1992): Santiago de Chile (1541‐1991). Historia de una sociedad urbana, Mapfre, Madrid.
También Romero (1984), “Condiciones de vida de los sectores populares...”, op. cit.
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zonas de edificación precaria, en la periferia semirrural, hacia el norte y poniente de la
ciudad y en los márgenes del río que atraviesa, en las que se alojaban las familias del bajo
pueblo en extensos “arrabales” o “rancheríos”.
Sobre esta cartografía, podían reconocerse cuatro tipos de viviendas populares.
En primer lugar estaban los ranchos (de donde proviene la expresión rancheríos, conjunto
de ranchos), que eran la réplica urbana de las viviendas de los trabajadores agrícolas,
construidas con materiales precarios, habitualmente de adobe, con techo de paja o zinc,
levantadas extensamente en las zonas suburbanas y otros puntos de la ciudad. Los
propietarios eran los dueños del suelo agrícola, que subdividían el terreno y arrendaban
pequeños lotes para que el inquilino construyera su propia vivienda. Así se formaron
extensas barriadas de casuchas amontonadas sobre callejuelas sin salida, sin ningún
orden ni infraestructura.26
Luego estaban, en el corazón de la ciudad, los cuartos redondos, que eran
viviendas de un solo ambiente, que formaban parte de las antiguas casonas
abandonadas (en parte o del todo) por sus antiguos habitantes, de las cuales se
alquilaban los cuartos que daban a la calle o, previo trabajo de tabiquería, algunos
cuartos interiores. No tenían ni baño ni cocina, pero aún así fueron alquilados como
viviendas familiares. Debían su nombre no a su forma (eran de planta cuadrada), sino al
hecho de ser habitaciones cerradas, sin ninguna abertura además de la puerta de
entrada. De acuerdo a un testimonio de 1877, este tipo de vivienda “de pequeñas
dimensiones las más veces”, servía de “morada permanente, por lo general, a más de dos
personas” y tenía “una sola puerta para la entrada del aire”.27
La forma más renombrada de las viviendas populares, apareció más tarde: los
conventillos, que tienen su origen en el arrendamiento de alas enteras de viejas casas de
planta colonial, y que, en buenas cuentas, eran un conjunto de cuartos redondos
alrededor de una patio interior, con una distribución similar a la del claustro de un
convento (de ahí su nombre). Sobre ese diseño, y con la misma denominación, fueron
levantados más tarde conjuntos similares de cuartos dispuestos en torno a un espacio
común de tierra y sin techo, con baños y cocina compartidos, construidos ex profeso para
ser alquilados a familias pobres. En la legislación de 1901, los conventillos se definieron
como “la propiedad destinada a arrendamiento, por piezas o por secciones, a la gente
proletaria, y que en varias piezas o cuerpos de edificios arrendados a distintas personas
tengan patio o zaguán común”.28 En principio, los conventillos fueron vistos con buenos
ojos, porque se trataba de viviendas de nueva construcción que podían diseñarse
adecuadamente, pero en la práctica esto no ocurría casi nunca, con lo cual terminaron
tan desprestigiados como las otras formas de vivienda popular.
26 Véase Romero (1984): “Condiciones de vida de los sectores populares...”, op. cit., pp. 10-17.
27 Cotardo, Jenaro (1877): “Causas de la propagación de la viruela en Chile y de la excesiva mortalidad que
producen sus epidemias”, Revista Médica de Chile, tomo VI, pág. 215.
28 “Reglamento de Conventillos”. Revista de Higiene, tomo VII, Santiago, 1901.
372
Finalmente, al finalizar el siglo XIX, aparecieron los cités, que tomaron su
nombre (sólo el nombre) de los proyectos de viviendas populares parisinos: las cités
ouvriers. Los cités chilenos eran cuartos de una planta, alineados a ambos costados de un
pasillo que daba a la calle, y que representaron una mejora importante en el diseño de
las casas colectivas destinadas a las clases populares (o al segmento más alto de éstas),
pues cada vivienda tenía baño y cocina propios.29
LAS IDEAS HIGIENISTAS EN CHILE
Cómo no podía ser de otra forma, el paradigma higienista fue el que predominó
en Chile entre los médicos y demás intelectuales interesados en la sanidad.30
Desgraciadamente, no existe ningún estudio histórico sobre la difusión del paradigma
higienista en Chile, no obstante, su presencia puede constatarse con facilidad, por lo
menos, desde los primeros años de la década del ’50, en diversos artículos publicados en
revistas especializadas que dan cuenta de las ideas etiológicas y preventivas que tenían
los médicos chilenos. No es posible hacer aquí una revisión exhaustiva de estos
testimonios, pero sí podemos presentar algunos ejemplos.
Para explicar una epidemia en la ciudad de La Serena hacia 1851, se
argumentaba que la enfermedad habría consistido en la contaminación de la sangre con
el propio sudor del organismo: “un material depurativo muerto tenazmente retenido”
que “devasta la organización”, que no podía ser expelidos de los organismos a través la
piel a causa del aumento excepcional de la humedad atmosférica e inestabilidad
barométrica ocurrida en dicha localidad.31 En la misma línea, hacia 1854 se planteaba
que la mejor estrategia para prevenir las enfermedades hereditarias era “cambiar al
individuo de país, de lugar y de clima [...], y hacerlo habitar en medio de un concurso de
circunstancias tales [...] que modifique su constitución y corrija su disposición orgánica a
la enfermedad”.32 Respecto de la viruela, se creía que las “calles i suburbios de la
ciudad” y algunos establecimientos, fábricas y casas eran “pequeños focos de
29 Más información sobre los cités en Garrido Vargas (1995): “Del rancho al conventillo...”, op. cit., pp. 25-37.
Cuando estos cités tenían salida a dos calles, por cada uno de sus extremos, recibieron el nombre de
“pasajes”.
30 La influencia europea en el desarrollo de la medicina chilena es un hecho indiscutible. La primera carrera
de medicina que existió en el país (1833) fue organizada por un médico británico, Guillermo Blest, y a
partir de ésta se organizó diez años más tarde la primera Facultad de Medicina, bajo la dirección del
médico francés Lorenzo Sazié, y en cuyo claustro figuraban ocho médicos: dos chilenos, cuatro británicos y
dos franceses.
31 Brunner, Dr. (1854): “Sobre la epidemia de 1851 en La Serena”, Anales de la Universidad de Chile, tomo XI,
pp. 39-42.
32 Miquel, Juan (1854): “Memoria acerca de las enfermedades hereditarias en Chile y con especialidad en
Santiago”, Anales de la Universidad de Chile, tomo I, pág. 353.
373
emanaciones permanentes” de la enfermedad, y que, reunidos en la ciudad, eran capaces
de “infectarla por completo”.33
El avance del pensamiento higienista en el país se reflejó también en la
publicación, sólo entre 1855 y 1891, de, por lo menos, ocho manuales de Higiene en los
que se seguía con fidelidad las ideas desarrolladas en Europa. Asimismo, se hicieron
traducciones de obras francesas tales como el Cours dʹhygiène, de Auguste Tessereau,
publicado en Santiago de Chile en 1867.34 También llegó a publicarse la traducción de
un informe sobre el cólera firmado por el mismísimo Edwin Chadwick.35 No es posible
aquí dar cuenta del contenido de estos trabajos, pero sí podemos destacar uno de ellos,
salido de la pluma de uno de los más distinguidos representantes del higienismo
chileno: Federico Puga (1856-1935),36 en cuyo libro, Elementos de Higiene (1891), este
médico y político, declaraba haber seguido “el método de la obra de [Aimé] Riant
premiada por la academia de medicina de París”, convenientemente “ajustada a los
últimos e interesantes hechos adquiridos por la ciencia”, que encontró en la lectura de
algunos higienistas franceses como A. Proust, Apollinaire Bouchardat, y especialmente,
Jules Arnould.37
Los higienistas chilenos no hicieron ninguna contribución relevante a la ciencia
de la Higiene, pero sus observaciones sobre su realidad inmediata constituyen para
nosotros un testimonio valioso (aunque sesgado) respecto de la salud ambiental durante
la segunda mitad del siglo XIX. El diagnóstico que los higienistas hacían era bastante
alarmante. Su convicción era que el país, si bien, por la “inmunidad providencial” propia
de su clima templado, parecía escapar del “azote destructor de las epidemias asoladoras
de otros lugares”, padecía de un “calamitoso estado de salubridad pública” que actuaba
en el sentido inverso.38
33 Cotardo, Jenaro (1877): “Causas de la propagación de la viruela…”, op. cit., pág. 217. La lista de artículos
publicados en las revistas especializadas que dan cuenta de la adhesión de los médicos chilenos al
paradigma higienista es demasiado extensa para incorporarla aquí. No obstante, es obligado mencionar la
publicación de tres “topografías médicas”: la de Francisco Javier Tocornal (1859), “Principales causas de las
enfermedades en Santiago de Chile”; la de Francisco Julio Lafargue (1863), Memoria sobre el Estado de Chile
considerado bajo el aspecto médico e higiénico; y la de Wenceslao Díaz (1875), Jeografía médica de Chile.
34 Tessereau, A. (1867): Curso elemental de hijiene, Imprenta Nacional, Santiago de Chile. La edición francesa se
publicó en 1855 (Garnier Frères, París).
35 El informe se publicó a instancias de Andrés Bello en el periódico Araucano, en 1851. Véase Bello, Andrés
(1892): Obras completas de Andrés Bello, vol. XIV, Imprenta Cervantes, Santiago de Chile, pp.473-553.
36 Federico Puga Borne es considerado el médico de mayor influencia política en la historia de Chile. Estuvo a
cargo de la cátedra de Higiene y Medicina Legal de la Universidad de Chile. Además de esto, fue electo en
varias oportunidades como parlamentario. Fue el primer director del Instituto de Higiene de Santiago
(1891) y presidente del Consejo Superior de Higiene Pública (1906). Publicó, además de sus Elementos de
Higiene, otros cinco trabajos de interés.
37 Puga, Federico (1891): Elementos de Hijiene, Imprenta Gutemberg, Santiago de Chile, pág. 42.
38 Pretot, Víctor (1853): “Discurso de incorporación como miembro de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Chile”, Anales de la Universidad de Chile, tomo X, pp. 36-38.
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“Tomando en consideración el clima i sus habitantes, Chile debería ser un país
mui sano i mui próspero, pues la naturaleza ha sido pródiga, al darnos un suelo
tan variado i tan hermoso [...]. El orden natural ha sido, sin embargo, alterado i
cambiado desventajosamente, por defectos de todo orden debidos
principalmente al desconocimiento o descuido de las prácticas hijiénicas”.39
39 Gabler Coester, Federico (1898): “Saneamiento de Santiago. El alejamiento i la destrucción de las basuras”,
Revista Chilena de Hijiene, tomo IV, pág. 70.
40 Lafargue, Dr. (1863): “Informe sobre la memoria del Estado de Chile, considerado bajo el aspecto médico e
higiénico, por el doctor Lafargue, médico establecido en Chile (comisionados los señores Gerardren, Bally
y Renauldin)”, Anales de la Universidad de Chile, Tomo XXIII, 1863, pág. 751.
41 Padin, Vicente (1853): “Contestación de don Vicente A. Padin al discurso de incorporación como miembro
de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile”, Anales de la Universidad de Chile, tomo X, pág. 38.
42 Vicuña Mackenna, Benjamín (1873): Un año en la Intendencia de Santiago: lo que es la capital i lo que debería ser,
Imprenta de la Librería del Mercurio, Santiago, vol. II, pág. 411.
43 Vicuña Mackenna, ibidem, vol. II, pág. 413.
375
muerte”.44 Para conseguir tal segregación, el proyecto, contemplaba la “demolición
sistemática y gradual de los ranchos [enclavados en la parte decente de la ciudad] que
emponzoñan la ciudad”45, la apertura de calles y la construcción de un camino de cintura,
esto es, una circunvalación que separara los dos segmentos de la ciudad.
El proyecto de transformación espacial de Vicuña Mackenna —que nunca llegó a
completarse— era, innegablemente, un proyecto de discriminación social, y por ello se
ha ganado la antipatía de los historiadores sociales chilenos. No obstante, éstos no han
advertido, o no han valorado, el hecho de que el proyecto tuviera inspiración higienista.
El proyecto de segregación era una solución práctica frente el problema de salubridad
pública que suponía la existencia de lo que el intendente llamaba despectivamente el
“potrero de la muerte”. La idea —que había sido planteada en Europa muchos años
antes— de construir un ‘camino de cintura’ que sirviera como “una especie de cordón
sanitario por medio de sus plantaciones, contra las influencias pestilenciales de los
arrabales”46 no buscaba segregar a los pobres sólo porque fueran pobres, sino porque se
creía que éstos suponían un peligro para la salud del resto de los habitantes de la
ciudad.47 Pero no era sólo el entusiasta intendente quien pensaba de esta manera, sino
también algunos médicos, quienes veían en los arrabales de la periferia “un círculo de
miasmas” rodeando “a la hermosa ciudad de Santiago”.48 Algunos de ellos, incluso
mucho antes que Vicuña Mackenna, se declararon convencidos de que en “la clase
indigente” se encontraba el “foco de donde parten, en la mayoría de los casos, las
enfermedades que se han hecho endémicas en Chile”.49 En la misma línea se afirmaba
que las viviendas de los pobres eran una “herencia de la Colonia”, que los propietarios
sólo conservaban “en perjuicio de la salubridad pública”.50
376
EL DISCURSO DEL HIGIENISMO CHILENO SOBRE LA VIVIENDA POPULAR
Al igual que sus modelos europeos, los higienistas chilenos tenían muy clara la
asociación entre nivel de vida, condiciones de habitabilidad y estado de salud. Así, por
ejemplo, Jenaro Cotardo constató, respecto de la viruela, que “la casi totalidad de las
víctimas pertenece a la clase pobre del pueblo”, quienes, a consecuencia de su ignorancia
“en sumo grado [de] las más simples nociones de higiene”, y dado “el género de vida”
que llevaban —“mal alimentados y excediéndose en la bebida”— estaban predispuestos
a contraer la enfermedad.51
La idea marco de los higienistas chilenos respecto de este segmento social era la
misma que predominaba en Europa. Así lo manifestaba Federico Gabler Coester, para
quien “las condiciones en que vive la gente de medianos recursos i particularmente las
clases proletarias son por desgracia demasiado tristes y calamitosas. Es urgente poner
remedio enérgico a este estado de cosas y dictar leyes que corrijan estos defectos”.52 El
propio Federico Puga, antes mencionado, resumía esta misma creencia de la siguiente
manera:
“La miseria, descendiente inmediata de la ignorancia, [que es un] mal contra el
que debieran ponerse en campaña los variados recursos que la sociedad posee
[...], es muchas veces obstáculo invencible para la salud. ¿De qué sirve aconsejar
una vivienda sana al infeliz que puede pagar un rancho a duras penas?, ¿de qué
[sirve] exigir aseo a los que tienen que pagar por cántaros el agua?. Pero este mal
tiene sus grandes remedios y la Higiene no es en absoluto extraña a ellos. Una
de sus ramas toda entera, la higiene pública, es la higiene de los pobres”.53
Al igual como ocurrió con sus homólogos europeos, los higienistas chilenos (y
con ellos, una buena parte de la intelectualidad chilena de la segunda mitad del siglo
XIX), se fijaron el objetivo de mejorar las condiciones de habitabilidad de estos sectores,
las que, de manera generalizada, incumplían los preceptos de la higiene. “¿Quién que
conozca el interior de estas miserables pocilgas —se preguntaban— no se sentirá harto
de conmiseración y de lástima para tantos infelices que se ven obligados a habitarlas?”. 54
LO CONTRARIO DE LO QUE LA HIGIENE PIDE
Para los higienistas de cualquier parte del mundo, una vivienda sana era aquella
que reunía una serie de condiciones bien claras. Primero, que estuviera a salvo de
“emanaciones mefíticas”, lo cual dependía de la aptitud del suelo sobre el que se
levantaría la vivienda (no podía ser un suelo que previamente hubiera estado ocupado
377
por desperdicios orgánicos ni agua estancada) y contar con sistema eficiente de
eliminación de las materias fecales, aguas sucias y de los desperdicios domésticos. En
segundo lugar, la vivienda debía permanecer libre de humedad, es decir, debía
mantenerse con las paredes y el suelo perfectamente secos. Además de esto, era
necesario que estuviera bien ventilada, para evitar que no se produjera el fenómeno del
“aire confinado”, lo cual exigía la existencia de más de una abertura, en paredes
opuestas, para conseguir que el aire circulara. En cuarto lugar, la vivienda tenía que
estar generosamente bañada por los rayos del sol, lo cual exigía unas ventanas de
tamaño razonable para que éstos pudieran penetrar. Se consideraba imprescindible,
también, que la vivienda contase con un suministro adecuado agua potable. Fuera de
esto, era preciso que la vivienda se mantuviera bien aseada. Por último, ésta debía estar
habitada por una cantidad limitada de personas, de acuerdo a las dimensiones de la
misma, de tal manera que cada habitante pudiese disponer de, por lo menos, doce
metros cúbicos de aire.
En la documentación que dejaron los higienistas de Santiago respecto de todas
las formas de vivienda ocupadas por los sectores populares, y especialmente los
conventillos, éstas parecen réplicas de las viviendas que ocuparon los primeros obreros
europeos, a pesar de tratarse de ciudades muy distintas y de formas arquitectónicas
también distintas (edificios elevados y calles estrechas en Europa y casas de una sola
planta y calles más anchas en Santiago). A los ojos de estos intelectuales, ataviados con
idéntico paradigma médico, estas viviendas eran, en resumen: lo contrario de lo que la
higiene pide.
“Los que estamos acostumbrados a ver de cerca estas casas y habitaciones, los
que una sola vez hayan mirado al interior de una de ellas, podrán asegurarse
cómo lo que ahí se ve es precisamente lo contrario de lo que la higiene pide; ahí
encontramos presencia de agua y falta de aire. A la falta de aire y presencia
natural de agua, por constituirse en sitios húmedos, tenemos que agregar [la]
respiración de productos en descomposición [...]. La acequia misma, contribuye
con sus aniegos a llenar esos largos patios, en forma de callejones, de una agua
celagosa que dará, un poco después, lugar a la formación de miasmas de tantas
enfermedades infecciosas y, en consecuencia, a epidemias que toman su origen,
precisamente, en este punto”.55
De acuerdo al juicio del higienista Jenaro Cotardo, los conventillos reunían todas
las características de la vivienda antihigiénica: piezas bajas, generalmente inferiores al
nivel del suelo, húmedas, sin aire ni luz, “en donde jamás penetra un rayo de sol”, con
apenas un patio mezquino que no eras más que “un pasillo angosto formado por la
unión de los aleros de un lado con los del otro”. Además, eran viviendas que daban
378
“asilo a familias numerosas que por las condiciones de vida que observan, suministran
un contingente nada pequeño de […] enfermedades infecto contagiosas”.56
Frecuentemente los conventillos fueron levantados en unas condiciones que
contravenían los principios básicos del higienismo, como por ejemplo, el referido a la
idoneidad del suelo.
“En la misma cañadilla se está construyendo un conventillo. La tierra del sitio en
que se levanta el conventillo ha sido extraída en grandes cantidades para hacer
adobes, ha sido necesario pues rellenar terraplenes [...] pues bien, el relleno se ha
hecho con desperdicios de cervecería, de caballerizas y, sobre todo, esto parece
un verdadero poema de horror, con desperdicios del hospital de San Vicente,
con algodones usados para úlceras y otras llagas con fajas, trapos sucios e
infectados [...]. Sobre estas murallas se levantarían los futuros cuartos de
conventillos”.57
379
El aire en estos ambientes no sólo estaba contaminado, sino además era escaso.
Se trataba —según Dávila Boza— de “piezas siempre desproporcionadamente estrechas
para el número de individuos que se amontonan en ellas para vivir y dormir”.61
“Muchas de esas habitaciones no tienen más de dos y medio a tres metros de
altura, ninguna ventana y una sola puerta. En realidad, de verdad que tales
habitaciones apenas estarían buenas para establos. Y pensar que en ellas se
amontonan familias de tres y cuatro, y hasta de cinco y de seis individuos”.62
61 Dávila Boza (1899): “Mortalidad de los niños en Santiago”, op. cit., pág. 334
62 Dávila Boza, Ricardo (1893): “Ordenanza sobre la salubridad de conventillos, fábricas y establecimientos
análogos”, Revista Médica de Chile, tomo XXI, pág. 171.
63 Altamirano, C. (1895): “Apuntes para un estudio...”, op. cit., pág. 20.
64 Dávila Boza (1899): “Mortalidad de los niños en Santiago”, op. cit., pág. 334
65 Ibidem.
380
habitaciones, contándose a veces hasta ocho individuos en cada una. Cien mil
personas que viven en el hacinamiento y en la promiscuidad más repugnante”.66
CUARTELES DE DOLORES, NIDADAS DE ANARQUÍA
Los higienistas chilenos estaban tan convencidos como sus homónimos europeos
de que había una conexión infalible entre las condiciones ambientales y la constitución
física y moral de las personas. Jenaro Cotardo, por ejemplo, defendía la idea de que la
mala conducta era una precondición de la mala salud. Según él, la viruela actuaba sobre
las clases populares a consecuencia, entre otros factores, de las costumbres que tenían
estos sectores, “entregados constantemente a toda clase de desórdenes”.67 Desórdenes
que eran intrínsecos a las condiciones de habitabilidad de los conventillos, en los que los
higienistas veían “una abigarrada población, compuesta por individuos de toda edad,
sexo y condición moral y confundidos en horrenda promiscuidad”.68
Así, las condiciones de vida de los conventillos fueron consideradas no sólo foco
de las enfermedades contagiosas (enfermedades biológicas, digamos) sino que también
caldo de cultivo para los desórdenes morales tales como la anarquía y los malos hábitos.
Augusto Orrego Luco (1848-1933), el intelectual que instaló en Chile el debate sobre la
cuestión social, afirmaba que la “atmósfera del rancho” era “material y moralmente, [...]
una atmósfera malsana y disolvente”; para él, mientras el ‘bajo pueblo’ estuviera:
“sumergido en la miseria, mientras viva en la promiscuidad horrenda de los
ranchos, no solamente tendremos condiciones físicas que hagan inevitable la
mortalidad de los párvulos, sino también un fenómeno más grave; la falta de los
sentimientos de familia en que nuestra sociabilidad está basada.”69
66 Editorial del periódico El Mercurio, sd/sd/1910. Citado por Urmeneta, Roberto (1984): Condiciones físicas y
sociales de conventillos, cités, pasajes y residenciales en la zona centro de Santiago: análisis descriptivo. Facultad de
Arquitectura de la Universidad Católica, Santiago de Chile, pág. 19.
67 Cotardo, Jenaro (1877): “Causas de la propagación de la viruela...”, op. cit., pág. 215.
68 Dávila Boza (1899): “Mortalidad de los niños en Santiago...”, op. cit., pág. 334.
69 Orrego Luco, Augusto (1884): La cuestión social en Chile, Imprenta Barcelona, Santiago.
70 Romero, Alberto (1932): La viuda del conventillo, Editorial Ercilla, Santiago.
381
[...]. En estos rincones —cuarteles de dolores, nidadas de anarquía— el pueblo
procrea y muere [...]. Es una tremenda vida de desorden. Casi no existe familia.
Hombres y mujeres, arrastrados por sus pasiones y por sus pobrezas, forman un
día un hogar, y luego lo destrozan. Como resultado de esta vida de miseria, las
criaturas crecen mirando cara a cara el desenfreno de sus padres. Junto a la cuna
se sienta la infamia.”71
Aquella miseria era en el mediano plazo una amenaza: nada bueno podía salir
de allí. Así, por ejemplo, Orrego Luco planteaba que de las malas condiciones de vida,
además de la mortalidad infantil, se derivaba “el problema más grave todavía de la
constitución del estado civil, de la organización fundamental de la familia”, que era un
“problema formidable”, en el cual hasta entonces “no se [había] fijado la atención” a
pesar de que estaba “llamado a hacer una peligrosa aparición en un término acaso no
lejano”.74 Ello explica que los sectores conservadores hayan tenido una voz decidida en
contra de los conventillos. Resolver el problema de la vivienda del pobre era una forma
de “radicarle al hogar y a la patria”, de hacerle ver “el fruto de su trabajo y de su
ahorro”, lo cual permitiría hacer de él “un miembro conservador de la sociedad, un buen
ciudadano”.75
¿Cómo conseguir este objetivo, si no se podía “contar con los obreros para hacer
llegar a un buen fin una obra de esta importancia”, ya que no tenían “ni los
conocimientos ni los capitales necesarios”, y además tenían una “manera de comprender
los deberes sociales” que no permitía “contar con ellos para encontrar solución”?76 La
382
respuesta de los higienistas era que debía existir una asociación entre “las clases
laboriosas y las clases que poseen el capital”, y que era a “las clases ricas a las que
pertenece la iniciativa i el patronato”.77
VIVIENDAS BARATAS E HIGIÉNICAS PARA LA CLASE OBRERA
Paralelamente al despliegue del discurso higienista que hemos revisado sobre las
condiciones de habitabilidad de los sectores populares, se fue desarrollando una política
de mejoramiento de tales condiciones, que puede fecharse entre 1843 y 1925, y que,
básicamente, consistió en iniciativas legales contra las viviendas que no cumplían con los
preceptos mínimos de la higiene.78
En 1843 se estableció una ordenanza sobre los cuartos redondos, según la cuál se
prohibía “habitar todo cuarto a la calle cuando no tenga una ventana cuando menos de
vara y cuarta de alto [1,05 mts.] y expeditamente con un corral o patio”.79 Otras
disposiciones en contra de los ranchos y cuartos redondos se emprendieron en 1857 y
1861, sin que llegaran a ejecutarse ya que, según el criterio de las autoridades
municipales, llevarlas a cabo redundaría en “un gravísimo mal para una proporción de
nuestro pueblo”.80 Otras acciones legislativos infructuosas o insuficientes por parte de la
autoridad para “resolver” el problema de la vivienda popular datan de 1868, 1874, 1883
y 1893.81
La primera acción institucional efectiva al respecto fue la promulgación del
“Reglamento de Conventillos” de 1899, que impuso ciertas exigencias sobre la
construcción y funcionamiento de estas viviendas. El texto puede considerarse una
genuina expresión del espíritu higienista.
“El terreno que se destine a esas habitaciones debe ser seco, limpio y no estar
expuesto a desbordes e inundaciones: lugares que hayan recibido basuras o
desperdicios infectos, no podrán ser utilizados sin que previamente se extraigan
esos materiales y terraplenes con cascajo o tierra limpia [...]. Las partes del
edificio destinadas a habitación deben ser construidas de manera que el
77 Ibídem.
78 El período 1900-1930 de este proceso está bien estudiado en Torres (1986): “Los conventillos en
Santiago…”,op. cit..
79 “Disposiciones legales y municipales de policía y beneficencia”, 1843. Citado por Torres (1986) “Los
conventillos en Santiago…”, op. cit., pág 68.
80 El Ferrocarril, 25/11/1859. Citado por Romero (1984): “Condiciones de vida de los sectores populares...”, op.
cit., pág. 72.
81 Una ordenanza municipal del año 1868 prohibió la construcción de ranchos dentro de ciertos límites
urbanos; otra disposición de 1874 fijó la altura máxima de los edificios para efectos de la salubridad. En
1883 aparece una medida innovadora que aplicaba incentivos para que los empresarios construyeran
viviendas para obreros. En 1893 se presentó un proyecto de “Ordenanza sobre salubridad de conventillos,
fábricas y establecimientos análogos”.
383
pavimento de las piezas esté a lo menos 20 cms. más alto que la superficie del
suelo. El espacio que queda entre el suelo y el pavimento de las piezas deberá ser
fácilmente ventilable”.82
384
mismo tiempo, satisfacer la demanda creciente de alojamiento. Hacia 1910, el periódico
El Mercurio hacía unas observaciones que coinciden con este enfoque.
“En esta clase de vivienda es donde se aglomera la parte de la población más
difícil de alojar en buenas condiciones: el alojamiento de personas que viven de
una renta o sueldo fijo ofrece, sin dudas, menos dificultades que el obrero que
recibe el salario semanal [...]. El problema se complica aún más tratándose de
aquél grupo, tan numeroso de personas, especialmente de mujeres que viven de
un oficio manual o que ejercen alguna pequeña industria como son las
lavanderas, verduleras, costureras y que van a refugiarse en los conventillos,
porque en ninguna otra parte podrían encontrar habitación más barata, pero
también la más infeliz”.85
Por otra parte, si bien las características de las viviendas no eran aceptables, el
cuadro empeoraba según aumentara la cantidad de gente que se instalara dentro de
éstas, cuestión que ya no era responsabilidad del propietario del inmueble, sino de los
propios inquilinos, o en último término, del país.
Ante el escaso resultado de la ley de 1906, se comienza a plantear, al igual que
había ocurrido en Gran Bretaña, en Bélgica, en Alemania y Francia, que el Estado debía
asumir una participación mayor en la solución del problema de la vivienda obrera. Con
el decreto ley Nº 308, de marzo de 1925 se estableció un nuevo marco para promocionar
la construcción de “habitaciones baratas”, que contemplaba garantías a la inversión y un
paquete de medidas tributarias destinadas a fomentar la construcción de edificios
cooperativos colectivos y de poblaciones nuevas, que serían adecuadamente urbanizadas
“teniendo presente las exigencias de la higiene moderna”. Se creó un organismo
específico para gestionar el problema: el Consejo Superior de Bienestar Social con un
fondo crediticio a su disposición.
Los conventillos quedaron expresamente excluidos de este conjunto de regalías,
a la vez que se estableció la condición explícita de que “los departamentos o casitas, aun
cuando sean de una pieza” que quisieran acogerse a los beneficios que otorgaba la ley
“deberán tener patio independiente, con W. C., baño y cocina individuales”.86 Además
de ello, en el Reglamento de la ley se detallaban las características técnicas que debían
presentar las nuevas viviendas; entre las cuales estaban algunas que resultan familiares:
la aptitud del terreno (que debía estar seco, sin rellenos de basuras ni depresiones que
“hagan temer la formación de charcos”), la conducción de los cursos de agua que
atravesaran el terreno en tubos, la preparación de un suelo de las viviendas en
condiciones de “impedir todo peligro de humedad y siempre que pueda practicarse una
ventilación eficaz bajo los entablados”, la reserva de una franja de pequeñas plantaciones
en la fachada de los edificios, una superficie y altura mínimas de las viviendas, y,
385
especialmente, de los dormitorios que deberían asegurar “un volumen mínimo
equivalente a quince metros cúbicos por habitante”.87
Esta ley marcó el fin de la construcción de conventillos en Santiago, y dio paso a
otras dinámicas de edificación, con lo cual, el problema de la vivienda obrera, siempre
vigente, siguió otros derroteros. Los conventillos no fueron demolidos; siguieron
existiendo y siguieron siendo habitados por el mismo sector social durante el resto del
siglo XX. Un informe de 1984, patrocinado por el Arzobispado de Santiago, daba cuenta
de que en Santiago aún existían 815 de estas viviendas colectivas: 227 conventillos y 588
cités, con 7,6 y 10,5 viviendas en promedio, respectivamente, en las que vivían
aproximadamente 27.000 personas.88
SÍNTESIS Y CONCLUSIONES
386
que estas condiciones de habitabilidad dependían de tres variables principales: el aire, el
agua y la luz solar. El aire no debía estar viciado ni contaminado por ‘emanaciones
miasmáticas’ o ‘efluvios’, y disponible, además, en cantidad adecuada. El agua debía ser
igualmente limpia, no contener restos orgánicos ni ‘sustancias deletéreas’. La luz del sol,
fuente de la salud, debía bañar los lugares y a las personas. De acuerdo a esto, los
higienistas vieron con espanto las viviendas de las clases trabajadoras, que no cumplían
ninguna de las condiciones que ellos estimaban imprescindibles para conservar la salud.
Las viviendas populares eran pequeñas y los pobres se hacinaban en su interior; tenían
pésima ventilación, permanecían húmedas, no contaban con agua potable, ni con un
sistema adecuado de eliminación de los desechos orgánicos; la suciedad se acumulaba en
su interior y, además, estaban emplazadas en unas zonas urbanas igualmente insalubres.
Por otra parte, los higienistas estaban persuadidos de que las condiciones ambientales
determinaban además, vía alteración o constitución de los organismos, el temperamento y
las pasiones de los individuos, es decir, sus “constituciones morales”. En consecuencia,
¿qué se podía esperar de una vida bajo aquellas condiciones de habitabilidad? Según los
higienistas: sólo la degradación física y moral de las clases populares.
Al no reparar en el hecho de que la crítica hacia las pésimas condiciones de la
vivienda popular de la intelectualidad chilena estaba inspirada y determinada por el
paradigma higienista, la Historiografía chilena ha interpretado —explícita o
implícitamente—, tanto “el problema de la habitación obrera” como el de la “lucha por
la habitación obrera” como una cuestión de justicia social. Dicha interpretación puede ser
correcta para los años treinta y posteriores del siglo XX, pero cabe dudar de que lo sea
para los años anteriores. Mientras no se forjó y extendió un pensamiento político con
acento social —ya fuera de inspiración cristiana o laica— que impulsara la igualdad o la
promoción social, la denuncia de las malas condiciones de la vivienda de las clases
populares difícilmente puede interpretarse en esa clave; como expresión de un
pensamiento que aún no existía, o, por lo menos, que no predominaba.
Las tempranas denuncias y acciones que se efectuaron en Chile sobre las
condiciones de habitabilidad de las clases populares (desde 1843 en adelante), sólo
pueden enmarcarse dentro de la “cuestión higiénica”, pero no como brotes de la
“cuestión social” (en el sentido que adquirió más tarde esa expresión). El higienismo era
mayoritariamente conservador y moralista. La Higiene tenía la misión “de predicar
constantemente las máximas que defienden la vida y sirven para conservar la salud del
cuerpo, y con ella la salud del alma”, declaraban.89 Su idea básica era que un medio
ambiente insano —como el que padecían las clases trabajadoras masivamente—
terminaría corrompiendo física y moralmente a éstos y a la sociedad en su conjunto.
Tales creencias los movilizaron a denunciar las malas condiciones de las viviendas de los
pobres, conjuntamente con promover el saneamiento de la ciudad y procurar divulgar
los demás preceptos de la Higiene, orientados a que las personas tuvieran una vida sana
y larga, para que las sociedades, a su vez, tuvieran un desarrollo armónico y próspero.
89 Rodríguez y Rodríguez, Ambrosio (1902): Contribución al estudio de la higiene de los trabajadores y
enfermedades de los jornaleros. Tipolitografía ‘La Industria’, Gijón, pág. 165.
387
Todo esto nos lleva a concluir que el problema de la vivienda obrera en Santiago
de Chile durante el siglo XIX, al igual que lo fue en Londres, París y Madrid, era, para la
intelectualidad chilena, básicamente un problema de Higiene y salubridad pública, es
decir, de miasmas y efluvios en el aire, y no de injusticias y privaciones en la Tierra.
388