Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Resumen
Debido a los recientes cambios operados en el mercado de alquiler de tierras para
cosecha en el Norte de la provincia de Buenos Aires, este trabajo se propone relevar
cuales fueron las modificaciones más importantes ocurridas, cual es la situación actual, y
determinar el posible efecto de estos cambios sobre el uso de tecnología y la
productividad de los cultivos. Para ello se entrevistaron a arrendatarios y aparceros que
operan en esta zona utilizando una metodología de estudios de casos múltiples.
Del estudio surgen indicios de la existencia de un cambio estructural en marcha en el
mercado de alquileres y de alteraciones en las relaciones de fuerza entre propietarios e
inquilinos respecto del pasado reciente. No se encontraron diferencias de importancia
entre arrendamientos y aparcerías en el nivel de insumos utilizados y los
correspondientes niveles productivos. Asimismo hubo pocas diferencias de manejo
entre cultivos realizados en tierras propias vs alquiladas cuando las prácticas
consideradas, i.e. siembra directa y fertilización nitrogenada, son capaces de producir
resultados económicos favorables vis a vis las convencionales en el corto plazo.
Introducción.
Si bien no se dispone de datos censales actualizados, se estima que en el NE de la
provincia de Bs As, perteneciente a la zona núcleo agrícola pampeana, entre un 50 y un
60% de la superficie sembrada para producción de cereales y oleaginosas se realiza en
tierras de terceros. Las formas de alquiler más usadas son los contratos accidentales por
una campaña con pago fijo estipulado como el equivalente monetario de una cierta
cantidad de quintales de soja, conocida como arrendamiento, y en segundo lugar el
pago de un porcentaje sobre el volumen cosechado, conocida como aparcería.
Recientemente están empezando a difundirse formas que resultan de combinar las dos
anteriores.
En las últimas décadas debido al incremento de los rendimientos de los cultivos, el
aumento del precio de los granos y la fuerte competencia por la tierra disponible, los
valores de alquileres medidos en producto tuvieron un crecimiento sostenido de largo
plazo, alcanzando un pico de máxima hacia el año 2008 donde llegaron a duplicar los
prevalecientes unas pocas décadas atrás, para luego producirse un cambio de
tendencia.
Antecedentes.
La producción agropecuaria realizada en tierras alquiladas ha sido estudiada bajo
aspectos tecnológico-productivos, económicos, sociales y de conservación del ambiente.
Ya en 1890 A. Marshall señalaba que en los contratos a porcentaje o aparcerías sería de
esperar que el esfuerzo del aparcero y la cantidad de producto obtenido sean menores
comparados con los que se alcanzan en tierra trabajada por el mismo dueño o bajo
contratos con pago fijo. Esto se debe a que el aparcero se apropia solamente de una
parte del incremento de producción originado en un mayor esfuerzo o uso de insumos,
en forma similar a lo que ocurriría si se aplicase un impuesto sobre el precio del
producto. Acorde a Cecchi (2006) Marshall era consciente de que en realidad muchos
apareceros y sus familias no tenían ocupaciones alternativas con lo que en ese caso
igualmente utilizarían toda su capacidad de trabajo en la medida que el retorno
marginal sea mayor que cero.
Por su parte Cheung (1969) sostiene que si el dueño de la tierra puede definir por sí
mismo las condiciones del contrato y puede monitorear la labor del aparcero fácilmente
o con escaso costo, los arreglos a porcentaje son igual de eficientes que los
arrendamientos. En algunos casos, sin la necesidad de un estricto monitoreo, la
amenaza de perder reputación y la tierra en alquiler serían incentivos suficientes para
un adecuado cumplimiento de los compromisos sin la presencia de riesgo moral.
Surgen así dos líneas de pensamiento que dieron origen a numerosos trabajos
teóricos y empíricos destinados a responder las siguientes preguntas: a-si las aparcerías
generan actividades tan eficientes y productivas como la tenencia en propiedad o los
contratos a renta fija y b- si la forma de los contratos se ajusta a las predicciones
teóricas.
Stiglitz (1974) en un trabajo que desarrolla uno de los primeros modelos completos
de tipo principal-agente, arriba a una serie de resultados según los cuales cuando el
propietario es indiferente al riesgo y el inquilino averso, diferentes combinaciones de
contratos de arrendamiento, aparcería y trabajo asalariado pueden ser todas óptimas.
En la medida que los derechos de propiedad estén correctamente definidos y de no
existir costos de transacción, el tipo de contrato no debería afectar ni la producción ni
el uso de insumos (Lema D., 2008). Suponiendo una situación inicial de un contrato a
porcentaje donde por menor uso de insumos, el producto y los márgenes por hectárea
son inferiores a los deseables, existiría entonces espacio para que, mediante un proceso
de negociación, se alcance una mejor situación para ambas partes. Así el propietario
podría recibir en promedio el mismo monto que en una situación de renta fija. Cabe
mencionar que suponiendo aversión al riesgo por ambas partes, en la medida que bajo
aparcería aumenta el riesgo asumido por el propietario y disminuye el del inquilino
debería observarse una diferencia equivalente a la prima de riesgo entre el alquiler
esperado de la aparcería y el alquiler cobrado con certeza en la renta fija.
2
en situaciones donde el inquilino no tiene buena disponibilidad de capital (Laffont y
Matoussi 1995), los atributos y aportes del suelo son importantes para el proceso
productivo, la medición o control del producido son fácilmente realizables y el riesgo
productivo es más o menos elevado (Allen y Lueck, 2001).
Respecto del impacto de los alquileres sobre los recursos naturales, el factor que ha
sido más considerado es el de la duración de los contratos y en menor medida el tipo
de alquiler. Cuando la producción es llevada adelante por el propietario, éste al decidir
el uso y manejo de la tierra tendrá en cuenta los efectos futuros sobre el estado del
recurso y su productividad. En el caso de contratos de alquiler de corta duración, el
arrendatario o aparcero no considera los impactos que puedan producirse más allá del
periodo de alquiler ante la incertidumbre de seguir o no trabajando esa misma tierra en
próximas campañas o al no reconocerse en términos económicos a la finalización del
contrato las mejoras o los daños realizados a los recursos naturales. Es por ello que los
incentivos para incorporar prácticas conservacionistas que requieren del transcurso del
tiempo para mostrar sus beneficios son mayores para un propietario que para un
inquilino con contrato de corto plazo o que se enfrenta a plazos inciertos de duración
del alquiler, aspecto ya destacado por Ciriacy-Wantrup, en 1952.
En un trabajo realizado por Brescia y Lema, (2006) con microdatos censales a nivel
local, no se detectaron diferencias en el uso de prácticas conservacionistas, siembra
directa y fertilización nitrogenada, bajo diferentes formas de tenencia, pero se debe
tener en cuenta que ambas tecnologías son capaces de brindar resultados económicos
comparables o mejores en el corto plazo que las prácticas convencionales. Por su parte
Soule y otros (2000) encontraron que las tecnologías que generan beneficios en el
mediano-largo plazo tienen más probabilidades de ser adoptadas por los propietarios
que por los arrendatarios y aparceros.
El pago de rentas fijas en lugar de un porcentaje sobre el ingreso neto, o en su
defecto sobre el ingreso bruto, empeoraría el nivel de conservación de los recursos
impulsando la sobre-explotación de los mismos (Ciriacy-Wantrup, op.cit., Allen y Lueck
op. cit., Dubois P., 2002) lo que se ve agravado en situaciones de pobres resultados
económicos de la actividad agropecuaria.
Materiales y métodos.
La necesaria celeridad, la escasez de recursos y la falta de datos actualizados llevaron
a la selección de metodologías de trabajo relacionadas a los diagnósticos rurales rápidos
con una orientación cualitativa-cuantitativa en el manejo y análisis de la información.
Usando una metodología de estudios de casos múltiples, se realizaron encuestas semi-
3
estructuradas en profundidad dirigidas a la persona responsable de tomar las
decisiones o gestionar explotaciones agropecuarias -EAPs- (INDEC, 2002) que alquilaron
tierra para sembrar cultivos de cosecha en el Norte de la provincia de Buenos Aires
durante la campaña 2013-14. No se trató de cubrir a todas las posibles figuras o
tipologías de inquilinos sino que se enfatizó en aquellos casos más difundidos, y que a
priori parecían tener mejores posibilidades de cubrir los espacios dejados por los PoS,
aunque fuera temporalmente.
1
Se agradece el apoyo recibido por parte del personal de las AER INTA de Chacabuco, Chivilcoy, General
Villegas, 9 de Julio, San Antonio de Areco, y Trenque Lauquen para la realización de este trabajo
4
Se encuestaron 8 productores en la zona agrícola, 8 en la agrícola ganadera y 6 en la
ganadero agrícola (esa última abarca NO Bonaerense y O medanoso en el mapa). En un
trabajo previo realizado con las mismas encuestas, mediante el análisis de la estructura
de la explotación junto con la trayectoria y racionalidad del decisor, se identificaron tres
tipos de EAPs entre las que arriendan y/o alquilan tierras en por lo menos una de las
tres zonas: chacareros que se transformaron en empresarios y ampliaron la escala de
trabajo (ChE), acopios de granos y/o agronomías (AcA) y agrónomos emprendedores,
que incluye a profesionales que articulan y gestionan redes locales de propietarios,
contratistas de labores e inversores (AgE) (Calcaterra, 2014 en edición).
5
Excepto dos situaciones, todos los casos estudiados poseen contratos con más de un
propietario predominando las situaciones mixtas de arreglos de arrendamiento y
aparcería (en adelante, se hará referencia a los tres tipos de inquilinos en conjunto
como ArrA).
Utilizando esta tipificación basada en aspectos estructurales de las EAP y mediante
estadística descriptiva, se caracterizaron las variables más relacionadas al tema de
alquiler de tierras y manejo de cultivos, para luego pasar a aplicar métodos propios de
los estudios de casos y las entrevistas en profundidad haciendo énfasis en el análisis
lógico de las observaciones in situ y el relato de los ArrA, para finalizar validando los
resultados mediante la opinión de los mismos informantes calificados que intervinieron
en la selección de los casos.
Dadas las dificultades que surgían cuando se trataba de definir la forma en que los
encuestados calculaban el valor del porcentaje que podían ofrecer en las aparcerías, en
seis entrevistas se realizó un ejercicio calculando juntamente con el ArrA la distribución
acumulada de probabilidades de Márgenes Brutos por hectárea y por cada 100$
invertidos de un cultivo de soja de primera en arrendamiento y en aparcería.
Se utilizó el método Montecarlo corriendo las simulaciones en una planilla Excel,
usando costos de cultivo y distribuciones triangulares de precios y rendimientos
estimadas por los propios productores para la campaña 2013-14. En un primer paso se
calculó el valor esperado de MB/ha y la probabilidad de cubrir los costos totales del
cultivo con renta fija, luego se procedió a calcular los mismos resultados con alquiler a
porcentaje, siempre en base a los valores más comúnmente pagados por el productor.
Para la determinación de los factores que pueden afectar el monto de alquiler se
ajustaron curvas de regresión al solo efecto de dar mayor soporte y facilitar la
interpretación de los datos presentados y/o las hipótesis planteadas, pero dado el
carácter no probabilístico de la muestra no se recomienda extrapolar al resto de la
población los valores obtenidos.
Resultados.
Evolución reciente
Casi todos los entrevistados mencionaron que previo a la década del noventa los
alquileres medidos en producto eran significativamente más bajos y había más oferta
de campos a porcentaje. La posterior tendencia alcista en los alquileres habría estado
alimentada por el incremento de los rendimientos debido al cambio tecnológico, el
avance de la agricultura sobre tierras de menos calidad con un efecto „Ricardiano‰ de
aumento de la renta de los propietarios, y la competencia entre los mismos inquilinos
en un mercado atomizado y con barreras a la entrada relativamente bajas. Acorde a los
encuestados el pico más reciente de los alquileres medidos en quintales de soja se dio
aproximadamente en 2008 y a partir de ahí se produjo un tendencia bajista que se
mantuvo hasta la campaña 2013-14 en la que produjo una brusca caída.
Desde el punto de vista de los propietarios, la preferencia por los contratos fijos
versus a porcentaje en este período, posiblemente tuvo que ver con una mayor
6
simplicidad de control cuya importancia aumentó con la aparición de nuevos actores
con escasa trayectoria zonal previa (los PoS) y la aversión al riesgo.
Luego, la misma competencia entre los ArrA tradicionales, a la que se sumaron, los
PoS fue aumentando el valor de los alquileres, reduciendo los márgenes hasta un nivel
donde en algunas campañas los factores de la producción apenas alcanzaban a cubrir
su costo de oportunidad incluso en las evaluaciones ex ante utilizando rendimientos
promedios. El tema del riesgo pasó a tener una importancia creciente para los
arrendatarios, quienes en este momento mayormente manifiestan su preferencia por
acceder a aparcerías en las que el riesgo es compartido con el propietario.
7
restringido al segundo mercado dada su condición de actores „extra territoriales‰. Estas
diferencias pueden ser importantes cuando se plantean las estrategias de negociación
entre propietarios de tierra y arrendatarios y contribuirían a explicar, aunque sea
parcialmente, la persistencia de chacareros empresarios o los agrónomos
emprendedores frente al avance de los grandes PoS en campañas previas.
Situación actual.
1 Test Chi2: H0= hay independencia entre categorías de las columnas y las variables de
las filas. Niveles de rechazo 5% (*) y 1% (**). Nivel de dependencia: estimado con
Coeficiente de Contingencia de Cramer.
Solamente la relación entre lotes alquilados en forma fija y el total alquilado tuvo
diferencias importantes entre tipos de ArrA, con mayor participación relativa de los
arrendamientos en el caso de los AgE y mayor proporción de aparcería entre los ChE y
los AcA. Esto podría estar asociado con la evolución histórica de las formas de alquiler
8
y los diferentes niveles de conocimiento y confianza entre propietarios e inquilinos. Los
ChE y los AcA tienen una más larga historia como contratistas que los AgE, quienes en
su mayoría empezaron su actividad luego del año 2000 –ver cuadro 1-. Algunas de las
relaciones ininterrumpidas de alquiler de los ChE datan de hace más de veinte años, la
mayor parte superan los 10 años, y fueron iniciadas en un momento que eran más
comunes las aparcerías. Muchos de los ChE señalaron seguir manteniendo una cierta
proporción de estos contratos „históricos‰ a porcentaje aunque de a poco los estarían
perdiendo en la medida que los campos entran en sucesión y se interrumpen las viejas
relaciones de chacarero contratista que le alquilaba el campo a un vecino también
chacarero, o que fue chacarero antes de empezar a ceder su tierra.
9
Cuadro 4. Valores de alquileres por cultivo relevados para la campaña 2013-14
Alquiler Parámetros Soja Trigo Cebada Soja Maíz Maíz Girasol Sorgo
primera (1) (2) segunda temp. tardío (5)
Fijo-
Fijo- qq Mediana 13,0 6,5 6,5 6,5 12,0 - 9,0 -
soja/ha-
soja/ha- Máximo 17,0 8,5 8,5 8,5 17,0 - 10,0 -
(3) Mínimo 8,5 4,3 4,3 4,3 8,5 - 8.5 -
Sup. (ha) 13.871 2.514 2.180 4.995 4.757 851 1.288 350
N° casos 22 13 5 14 15 5 3 1
A Mediana 40,0 35,0 37,0 35,0 37,5 - 35,0 33,5
porcentaje Máximo 50,0 40,0 40,0 40,0 48,0 - 35,0 35,0
-%- (4) Mínimo 35,0 30,0 35,0 25,0 32,0 - 35,0 32,0
Sup. (ha) 13.586 1.361 820 2.760 1.662 282 1.392 350
N° casos 18 7 3 8 12 4 5 2
(1)En el caso del doble cultivo de trigo, u otro invernal, con soja de segunda se asignó
arbitrariamente 50% del arrendamiento al primer cultivo y 50% al siguiente.
(2)Incluye otros cultivos de invierno además de la cebada: colza, arveja, lenteja etc.
(3)Para calcular el valor monetario del alquiler se debe tomar precio lleno de soja, por
lo general sobre puerto de Rosario.
(4)Participación del propietario sobre el producido puesto sobre camión en el lote.
(5)Los valores de alquiler de girasol no son directamente comparables con el resto de
los cultivos dado que los casos relevados corresponden a zonas más desfavorables.
10
Cuadro 5 Regresión entre monto alquiler con la forma de alquiler, cultivo, tipo de
inquilino, escala, potencial rendimiento lote y riesgo.
Los cultivos „compiten‰ entre sí por los lotes disponibles y en la medida que no se le
atribuya a uno de ellos alguna ventaja de interés para el dueño del establecimiento, no
serían de esperar diferencias en los alquileres de mercado. Existe información disponible
de que la soja sembrada sobre antecesor maíz rinde en promedio 4-5 quintales mas que
la sembrada sobre un antecesor soja. Siendo sencillo determinar cuál es el cultivo
antecesor de un lote, aún ya cosechado, esto debería reflejarse en una disposición de
los inquilinos a pagar un mayor valor de alquiler por lotes con antecesor maíz y de los
propietarios a aceptar uno menor para realizar un cultivo de maíz, pero esta situación
nunca se manifestó en las entrevistas.
La zona Ganadero Agrícola Oeste presenta alquileres promedios 2,6 qq/ha de soja
mas bajos que los de la zona Agrícola, seguramente asociado a menores potenciales
productivos, mayor riesgo y costos de transporte.
Una escasa relevancia de las economías de escala y el carácter local de todos los ArrA
encuestados (no hay PoS en la muestra seleccionada) podrían explicar que el coeficiente
relacionado a superficie sembrada por el inquilino no difiera estadísticamente de cero.
11
rendimientos con los alquileres fijos, por lo que resulta extraño que el valor esperado
en los alquileres a porcentaje, donde el riesgo es compartido, sea menor que el pago
cierto propio de los alquileres a renta fija. Siendo más lógico suponer que el contratista
esté dispuesto a pagar (y el dueño de campo a reclamar) una prima por compartir el
riesgo cet.par.
Con más razón si se tiene en cuenta que los pagos a porcentaje suelen realizarse mas
tardíamente (algunos se realizan directamente a cosecha) respecto de los alquileres
fijos y por lo tanto permiten sembrar más superficie cuando la disponibilidad de capital
es limitante. Cabe destacar que desde un punto de vista teórico-Marshalliano, sería
posible esperar un menor nivel de rendimientos y por tanto un menor alquiler con
pagos a porcentaje asociado a un menor uso de insumos y rendimientos esperados
pero, como se mencionara, éste no fue el comportamiento observado entre los ArrA
entrevistados.
Varios ArrA manifestaron que, comparados con ellos mismos, gran parte de los
dueños que ceden su tierra son más aversos al riesgo, en particular si se trata de
pequeños propietarios para los que el alquiler suele ser el más importante, cuando no
el único, ingreso familiar. Otra limitante de los contratos a porcentaje frecuentemente
mencionada fue que algunos propietarios ya no están registrados como productores de
grano por lo que no pueden vender su cuota de lo cosechado. En estos casos es el ArrA
quien vende la totalidad del grano pagándole al propietario su parte previo descuento
12
de los costos de comercialización. Esto que parece una solución simple no lo es tanto si
se tiene en cuenta que muchos ArrA son acreedores del estado en importantes montos
de Impuesto al Valor Agregado y que los contratos de alquiler no son alcanzados por el
mismo.
En las actuales condiciones los ArrA en su gran mayoría señalaron preferir los
contratos a porcentaje „para compartir el riesgo con el dueño de la tierra‰; aunque en
algunos casos se señaló que en una situación de alquileres en baja y en un mercado
ofertado “pagando fijo y por adelantado se pueden hacer muy buenos negocios,
porque hay muchos dueños de campo que venían acostumbrados con los pooles
de siembra y ahora no pueden esperar a la próxima cosecha y necesitan la plata
para vivir. Además es mucho más fácil, se hace el contrato, se paga en los
momentos convenidos y no hay que andar negociando con el dueño de la tierra
hasta la próxima campaña…. (un ArrA)”
Pese a sus ventajas en situaciones de riesgo, los contratos a porcentaje tienen que
cubrir más requisitos que los fijos para contribuir a mantener una buena relación entre
las partes. Durante el período de cultivo los aparceros deben intercambiar opiniones
respecto del manejo del cultivo con los propietarios quienes pueden participar en las
decisiones más importantes, no siendo así en los alquileres fijos. Por su parte los dueños
de la tierra deberían efectuar controles durante la cosecha, principalmente de no existir
una fuerte relación de confianza con el ArrA.
Para que los contratos a porcentaje sean viables se requiere cierto nivel de confianza
y afinidad de objetivos entre las partes y una mínima cercanía entre el propietario, su
campo y la actividad agropecuaria para bajar los costos de negociación entre
propietario-inquilino durante la conducción del cultivo. Por otra parte el esfuerzo para
negociar un nuevo contrato parecería menor en los casos de aparcería que cuando se
negocia a quintales fijos dado que los porcentajes tienden a suavizar el efecto de las
variaciones de precios sobre el ingreso relativo de dueños e inquilinos y por ello estarían
menos sujetos a cambios bruscos con las necesarias re-negociaciones. Puesto de otro
modo un cambio importante en el precio de los granos tienden a poner mayor presión
sobre la renegociación de los contratos a renta fija, siendo menor el cambio que
generan en el porcentaje.
Durante la realización de las entrevistas surgió como hipótesis que los contratistas
utilizaban distintos criterios y mecanismos para estimar los montos de alquiler que
podían ofrecer en el caso de arrendamientos y aparcerías por lo que a seis de los ArrAs
entrevistados se les preguntó sobre la forma en que usualmente calculaban estos
valores. Siguiendo los pasos descriptos en materiales y métodos, se realizó una
estimación de la distribución de probabilidades de resultados económicos en campo en
alquiler y en aparcería.
13
En cambio, parece existir una mayor dificultad para responder a la pregunta de
œcuánto puedo pagar de porcentaje en esta campaña?, en particular cuando se quiere
tomar en cuenta el riesgo. En el cálculo de las distribuciones de probabilidades de los
márgenes y en concordancia con lo declarado previamente por los mismos
entrevistados no hubo diferencias entre costos de cultivo y los rendimientos estimados
en arrendamiento o aparcería; pero con alquiler a porcentaje los valores de MB/ha
esperados para los ArrA, fueron siempre superiores y las probabilidades de un mal
resultado fueron significativamente menores comparados con el alquiler fijo. La ventaja
del pago a porcentaje fue aun mas importante cuando se calcularon las funciones de
probabilidades acumuladas para los Márgenes Brutos /100$ invertidos lo que haría
sospechar de la posible existencia de un fenómeno de anclaje de los porcentajes en
valores históricos y/o de información asimétrica y riesgo moral.
Por una parte es probable que se recurra a estimaciones basadas en los valores de la
campaña pasada o alguna regla heurística para determinar el porcentaje de alquiler a
ofrecer y por la otra cada vez son menos frecuentes los casos de „chacareros que
alquilan a ex chacareros‰ donde el dueño del campo solía conocer los rendimientos
locales, la potencialidad y las características de cada lote tan bien o mejor que el
contratista. Por el contrario cada vez es más común que quien cede tierra en alquiler
sea un propietario ausente, más o menos alejado de la producción agropecuaria.
14
En contra de lo que predice la teoría Marshalliana acerca del menor nivel de uso de
insumos y la consiguiente ineficiencia de los contratos a porcentaje, prácticamente 95%
de los ArrA entrevistados manifestaron manejar de igual manera los cultivos en
arrendamiento y aparcería, utilizar la misma cantidad y calidad de insumos y obtener
los mismos rendimientos. El 5% restante incluso señaló hacer mayor uso de insumos en
los cultivos a porcentaje.
Calculados a partir de la ocupación del suelo en las EAP individuales, las medianas de
los porcentajes de superficie sembrada en campo arrendado con soja de primera, trigo,
soja de segunda y maíz fueron de 56%, 8%, 9% y 13% respectivamente, estando el
resto sembrado con girasol, sorgo, cebada, colza lo que indican una insuficiente
participación de las gramíneas desde el punto de vista de la conservación del suelo. La
mayor parte de los ArrA manifestaron la intención y necesidad de realizar secuencias de
cultivos mas balanceadas pero dados los actuales resultados económicos opinaban que
les era muy difícil llevarlas a cabo. En cinco situaciones en que los ArrA además poseían
campo propio señalaron que en esa condición las secuencias de cultivos eran mas
conservacionistas, con mayor incorporación de gramíneas, que las que podían realizar
en campo arrendado.
Estos resultados son en términos generales coincidentes con lo informado por Lema
(op. cit) y además proveerían soporte a la hipótesis de que la adopción de tecnología
conservacionista en campos arrendados por periodos cortos dependería
15
fundamentalmente del tiempo que le toma generar beneficios a la práctica, mas breve
el período, mayores las posibilidades de adopción.
Comentarios finales.
Se generó así un mercado flexible donde difícilmente algún actor individual pueda
imponer sus condiciones, más allá de algunos efectos locales, y una producción agrícola
competitiva con un nivel de conservación de los recursos que por lo menos no parece
ser marcadamente menor al de los campos en propiedad. En el trabajo no surgieron
evidencias de diferencias en manejo que produzcan que la erosión de suelos sea
significativaemente mayor en tierras alquiladas en comparación con la tierra en
propiedad, siendo más probable la existencia de algunas diferencias en cuanto a la
reposición de nutrientes, fosforo en particular y la secuencia de cultivos con una menor
participación de gramíneas y más reducido aporte de carbono al suelo. Por otro lado los
factores que promueven el monocultivo de soja de primera afectan de modo similar a
todas las formas de tenencia, comparada con otros cultivos la soja posee elevados
márgenes, bajos costos de implantación y reducido riesgo productivo y comercial.
16
Lueck (1992, 1993) en cuanto a que cuando el propietario comparte con el aparcero los
costos de los insumos en una proporción similar a la del contrato, éste se torma
eficiente. Adicionalmente se pueden tener en cuenta opciones de financiamiento para
los propietarios y facilitarles los trámites necesarios para la comercialización de granos,
y promover el desarrollo de algún mecanismo imparcial de control durante la cosecha.
Existen situaciones donde este tipo de contrato ya se está aplicando pero las tablas y
criterios en uso pueden resultar algo confusos y los resultados esperados y niveles de
riesgo difíciles de evaluar ex ante. Con mayor razón en este caso serían necesarias
estimaciones realizadas en lo posible por terceros imparciales, basadas en
probabilidades obtenidas a partir de datos históricos o modelos de simulación, para que
sirvan de referencia para las negociaciones entre las partes interesadas.
En los alquileres a renta fija es el ArrA quien decide en forma solitaria acerca del
manejo del cultivo durante la campaña, excepto algunas condiciones que pueden estar
especificadas previamente en el contrato y en las aparcerías suele consultar al
propietario antes de tomar decisiones de cierta importancia, pero en el largo plazo, por
acción u omisión, sigue siendo éste último quien elige el nivel de conservación de los
recursos y se beneficiaría en mayor medida con una más elevada productividad del
suelo. Dado el distanciamiento que se vendría produciendo entre muchos propietarios
„ausentes‰ y la actividad productiva sería importante un mejor conocimiento de las
características, historia y racionalidad de los propietarios cededores de tierra e impulsar
acciones de extensión que les estén destinadas específicamente destacando la
importancia y beneficios de la conservación del suelo.
Bibliografía.
Allen, Douglas, and Dean Lueck. 1992. Contract Choice in Modern Agriculture: Cash
Rent Versus Cropshare. Journal of Law and Economics 35: 397-426.
Allen, Douglas, and Dean Lueck. 1993. Transaction Costs and the Design of Cropshare
Contracts. RAND Journal of Economics 24: 78-100.
AllenD. and D. Lueck 1998 A Transaction Cost Primer on Farm Organization Canadian
Journal of Agricultural Economics 48: 643-652
17
Allen D. y D. Lueck, 2001. The nature of the farm. Contracts, Risk and Organization in
Agriculture. The MIT Press.Cambridge. Massachusetts. London. England
Brescia, Víctor y Daniel Lema (2006) Separación entre propiedad y control de la tierra:
evidencia a partir del análisis de microdatos censales (mimeo).
Bellemare, M. F. 2006. Three Essays on Agrarian Contracts. PhD. diss., Cornell University.
Cecchi C. Share tenancy and sharecropping in The Elgar Companion to Alfred Marshall
T. Raffaelli, G. Becattini and M. Dardi Edward Elgar Publishig, Cheltenham, 2006
Ciriacy-Wantrup, S.V. 1952 Resource Conservation: Economics and Policies. Berkeley and
Los Angeles, University of California Press.
Cheung, S. N. S. (1969), The Theory of Share Tenancy: With special application to Asian
agriculture and the first phase of Taiwan land reform, Chicago: University of Chicago
Press.
Dubois, Pierre. 2002. Moral Hazard, Land Fertility, and Sharecropping in a Rural Area of
the Philippines.Journal of Development Economics 68: 35-64.
18
Mitchell, J. Clyde (1983). „Case and situation analysis‰, Sociological Review, Vol. 31,
Issue 2, p. 187, 25 p. May.
Soule M., Tegene A, Wiebe K.: 2000. Land tenure and the adoption of conservation
practices. American Journal of Agricultural Economics, n° 82, pags. 993-1005.
Stiglitz, J.E. 1974: Incentives and Risk Sharing in Sharecropping. Review of Economic
Studies 41:219-255-
Yin, Robert K. (1994). Case Study Research: Design and Methods. Sage Publications,
Thousand Oaks, CA.
19