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El niño costero

El Niño costero, también llamado Fenómeno de El Niño costero (FEN costero), es un


evento climatológico que consiste en el calentamiento anómalo de las aguas del Océano
Pacífico ecuatorial en las proximidades de las costas sudamericanas, lo que implica que
afecta el clima de países como Perú, Ecuador y en ocasiones precisas a Chile.1 Es un
fenómeno local que no afecta el clima a nivel mundial, por lo que hay que resaltar la
diferencia con El Niño, el cual es un fenómeno climático global de mayores dimensiones
que consiste en el calentamiento anómalo del Pacífico central y ecuatorial. Es por esto que
se considera que el Niño costero, a diferencia de El Niño global, no está relacionado
directamente con el patrón climático ENOS (El Niño-Oscilación del Sur).2

Característica
Cuando el calentamiento anómalo se produce durante el verano austral (invierno boreal),
puede traer graves consecuencias porque coincide con la estación lluviosa que va desde
diciembre a abril. El incremento de lluvias ha ocasionado inundaciones
y huaicos (aluviones en Perú) que ocasionaron daños materiales y personales cuantiosos
en diversas ocasiones.

Comparación entre el Niño costero y El Niño global


Para los expertos del estudio climático en el Perú, el fenómeno del Niño (FEN) tiene dos
variantes: el más conocido es El Niño (FEN global), con consecuencias a escala mundial, y
el Niño costero (FEN costero), un evento local. Se considera que un Niño global es un
evento "muy fuerte" cuando las temperaturas del Pacífico ecuatorial han aumentado por
encima de 2°C durante al menos tres meses, mientras que un Niño costero es un evento
más repentino y de menor duración. En los últimos 150 años se han producido unos cuatro
niños globales muy fuertes en 1877-78, 1982-83, 1997-98 y en 2014-16; y unos tres niños
costeros, en 1891, 1925 y recientemente el Niño de 2017.
Comparando ambos fenómenos, El Niño global tiene como fuente de predectibilidad
climática a ENOS (Oscilación del sur), lo que aporta la gran ventaja de permitir hacer
pronósticos con varios meses de anticipación debido a que está más estudiado y en un
área más amplia; además la dinámica es más lenta debido a la velocidad de las onda
Kelvin y Rossby ecuatoriales al cruzar el Pacífico y lo que demora la interacción con la
atmósfera. En cambio, el Niño costero está más relacionado con la migración de la Zona
de convergencia intertropical hacia el sur del ecuador terrestre por la alteración de
los vientos alisios y la presencia de un intensa banda lluviosa en el Pacífico ecuatorial
sudamericano, además de la presencia de la corriente del Niño en el Perú.
En ambos fenómenos hay un calentamiento de la superficie oceánica, pero mientras que
en el Niño global la capa de agua afectada es de unos 100 metros, en el Niño costero esta
capa es de unos 30 metros, lo que hace que el Niño costero tenga una dinámica bastante
Más rápida y calentamiento puede ocurrir en escala de semanas.3

Comparación entre El Niño costero durante marzo de 2017 con El Niño global durante diciembre
de 1997.

El Niño costero de 2017


Artículo principal: Niño costero de 2016-2017

Este evento constituyó el mayor desastre en la región desde 1998. Las lluvias arreciaron
desde fines de enero de 2017 y su mayor impacto fue a fines de marzo, durando hasta
abril. En Perú se reportó un total de 101 fallecidos, 353 heridos, 19 desaparecidos, 141
000 damnificados y casi un millón de afectados; mientras que en Ecuador se reportaron 16
fallecidos. En Perú, las precipitaciones tuvieron un incremento en todo el país, produciendo
lluvias torrenciales y tormentas eléctricas que ocasionaron desbordes, inundaciones,
derrumbes huaicos (aluviones), registrándose más lluvias en la selva, nevadas o
granizadas en la sierra, y afectando especialmente a las regiones costeras
de Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad, Ancash y Lima. En Ecuador se afectó
especialmente las provincias de El Oro, Loja, Azuay y la ciudad de Guayaquil,
produciéndose lluvias 5 veces mayores de lo normal.
El fenómeno repercutió también en áreas de Colombia, Bolivia y norte de Chile. Esto
produjo un incremento en las lluvias de Perú, pero también hubo un efecto en Chile: las
temperaturas. Tanto máximas como mínimas durante el verano 2016/2017 en la costa
norte de Chile presentaron un incremento importante, produciendo olas de calor de gran
duración y también, de gran intensidad. Por ejemplo, la cantidad de tardes con
temperaturas extremas alcanzaron 38, 46 y 29 días en Arica, Iquique y Antofagasta,
respectivamente, mientras que estas mismas ciudades pasaron casi un tercio del verano
bajo condiciones muy cálidas en la noche.4
Las temperaturas de la superficie del mar en las costas de Perú y Chile han venido en
aumento desde diciembre de 2016 y han alcanzado valores entre +2 y +4ºC por sobre lo
normal, en enero de 2017. La posible explicación se debe al Anticiclón Subtropical del
Pacífico Sur, estuvo más débil y levemente desplazado hacia el sur de su posición normal.
Los vientos fuertes de la costa e del área marítima se debilitaron, generando dos efectos:
(1) disminución de la surgencia de las aguas frías;
(2) disminución de la nubosidad.
Esto produjo un aumento de la temperatura de la agua del mar en todo el borde continental
. Arica, Iquique y Antofagasta han presentado niveles anormalmente bajos de nubosidad y
temperaturas altas, producto de la cercanía con esta área de mayor temperatura.5
El Niño costero de 1925
En 1925 se presentó un Meganiño costero que produjo lluvias copiosas en la costa norte
peruana desde mediados de enero hasta fines de abril de 1925. Fue considerado una
catástrofe que produjo gravísimos daños, con desbordes e inundaciones. La temperatura
del mar aumentó grandemente, produciendo gran mortandad de peces y aves guaneras,
tal como se vio en las playas, además de desaparición del plancton. Los departamentos
más afectados fueron Tumbes, Piura y Lambayeque, produciéndose crisis de alimentos,
de transporte, aparición de plagas y epidemias de malaria o
paludismo, beriberi, disentería y otras enfermedades tropicales que hicieron gran número
de víctimas mortales. Para graficar la magnitud, se puede observar que en Trujillo, el
promedio de lluvia anual que era de 35 mm llegó a 395 mm en marzo de 1925, mientras
que la temperatura del mar usual de marzo de 19°C, llegó a 27°C este año.6
Es importante destacar que terminado este Niño costero, se inicia un Niño global que tuvo
la calificación de "fuerte" y que duró desde julio de 1925 hasta agosto de 1926, lo que
produjo en el Perú lluvias copiosas anómalas durante el verano austral de 1926, pero no
tan fuertes como las de 1925.

El Niño costero de 1891


En el Perú de 1891, un verano muy caluroso estuvo acompañado de fuertes y catastróficas
lluvias, especialmente en la costa norte. El fenómeno se extendió desde el sur de Ecuador
hasta Pisco. Se ha podido establecer que este evento fue un Meganiño costero y no
global, debido a que los valores del Índice de Oscilación Sur, los cuales están
reconstruidos a partir de 1876, así lo señalan. Fuertes lluvias afectaron gravemente el
norte desde mediados de febrero, en marzo afectaron la costa central y duraron hasta
mediados de abril. La Sociedad Geográfica de Lima identificó el rol importante que jugó la
irrupción de la corriente cálida de El Niñoproveniente del litoral ecuatoriano y que llegó
hasta La Libertad.7
Se estima que los fallecidos superaron largamente los dos mil en todo el país, pasando de
cincuenta mil los damnificados. Los daños fueron muy grandes debido a las inundaciones
en sembríos y ciudades como Piura y Trujillo, desbordes, aluviones, cambio del cauce de
ríos en Piura, aislamiento de poblaciones (Huaraz se aisló casi 3 meses), la costa
de Ancash quedó en ruinas, hubo escasez de alimentos, epidemias de paludismo y cólera,
y todos los ferrocarriles se dañaron, incluso el del sur. Luego de este Niño, en Piura
sobrevino una sequía de 20 años.

Meganiños más antiguos


Es muy difícil establecer detalles climatológicos que permitan identificar meganiños más
antiguos, por lo que para ello se usan las crónicas históricas. Se pueden encontrar relatos
que hablan de inundaciones y desbordes nunca antes vistos para determinadas
localidades, cuando en realidad muchos desastres muestran patrones que se repiten
después de décadas, pero que son olvidados por la memoria colectiva, llegándose a creer,
por ejemplo, que por quebradas y "ríos secos", nunca pasó el agua. Tal es el caso
del Niño de 1728, en que llovió torrencialmente en la costa norte peruana de febrero a
marzo y durante 40 días, inundando ciudades y destruyendo campos, y donde se identificó
la relación de este fenómeno con la presencia de fuertes vientos del noroeste.8

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