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Biografía
Niña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho escribió
su primera loa. En 1659 se trasladó con su familia a la capital mexicana.
Admirada por su talento y precocidad, a los catorce fue dama de honor de
Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo. Apadrinada por los
marqueses de Mancera, brilló en la corte virreinal de Nueva España por su
erudición, su viva inteligencia y su habilidad versificadora.
Perdida gran parte de esta obra, entre los escritos en prosa que se han
conservado cabe señalar la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz. El obispo de Puebla,
Manuel Fernández de la Cruz, había publicado en 1690 una obra de Sor Juana
Inés, la Carta athenagórica, en la que la religiosa hacía una dura crítica al
«sermón del Mandato» del jesuita portugués António Vieira sobre las «finezas
de Cristo». Pero el obispo había añadido a la obra una «Carta de Sor Filotea
de la Cruz», es decir, un texto escrito por él mismo bajo ese pseudónimo en
el que, aun reconociendo el talento de Sor Juana Inés, le recomendaba que
se dedicara a la vida monástica, más acorde con su condición de monja y
mujer, antes que a la reflexión teológica, ejercicio reservado a los hombres.
En la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (es decir, al obispo de Puebla), Sor Juana
Inés de la Cruz da cuenta de su vida y reivindica el derecho de las mujeres
al aprendizaje, pues el conocimiento «no sólo les es lícito, sino muy
provechoso». La Respuesta es además una bella muestra de su prosa y
contiene abundantes datos biográficos, a través de los cuales podemos
concretar muchos rasgos psicológicos de la ilustre religiosa. Pero, a pesar de
la contundencia de su réplica, la crítica del obispo de Puebla la afectó
profundamente; tanto que, poco después, Sor Juana Inés de la Cruz vendió
su biblioteca y todo cuanto poseía, destinó lo obtenido a beneficencia y se
consagró por completo a la vida religiosa.
Murió mientras ayudaba a sus compañeras enfermas durante la epidemia de
cólera que asoló México en el año 1695. La poesía del Barroco alcanzó con
ella su momento culminante, y al mismo tiempo introdujo elementos
analíticos y reflexivos que anticipaban a los poetas de la Ilustración del siglo
XVIII. Sus obras completas se publicaron en España en tres
volúmenes: Inundación castálida de la única poetisa, musa décima, Sor Juana Inés de la
Cruz (1689), Segundo volumen de las obras de Sor Juana Inés de la Cruz (1692) y Fama y
obras póstumas del Fénix de México (1700), con una biografía del jesuita P. Calleja.
La poesía de Sor Juana Inés de la Cruz
Aunque su obra parece inscribirse dentro del culteranismo de inspiración
gongorina y en ocasiones en el conceptismo de Quevedo, tendencias
características del barroco, el ingenio y originalidad de Sor Juana Inés de la
Cruz la han colocado por encima de cualquier escuela o corriente particular.
Ya desde la infancia demostró gran sensibilidad artística y una infatigable sed
de conocimientos que, con el tiempo, la llevaron a emprender una aventura
intelectual y artística a través de disciplinas tales como la teología, la
filosofía, la astronomía, la pintura, las humanidades y, por supuesto, la
literatura, que la convertirían en una de las personalidades más complejas y
singulares de las letras hispanoamericanas.
Lord Byron
(George Gordon; Londres, Gran Bretaña, 1788 - Missolonghi, actual Grecia,
1824) Poeta británico que figura entre los más emblemáticos representantes
del romanticismo europeo. Perteneciente a una familia de la aristocracia de
su país, perdió a su padre a los tres años. En 1798, al morir su tío abuelo
William, quinto barón Byron, heredó el título y las propiedades.
En 1815 se casó con Anna Isabella Mibanke, con quien tuvo una hija, Augusta
Dada, aunque se separaron al cabo de un año. El personaje libertino y amoral
que Lord Byron encarnaba frente a la sociedad terminó por volverse contra
él, sobre todo a partir de los rumores sobre sus relaciones incestuosas con
su hermanastra Augusta, por lo que terminó por abandonar el Reino Unido
en 1816, para no regresar jamás y convertirse en poeta errante por Europa.
Orientado cada vez más hacia la causa liberal, en 1823, a raíz de la rebelión
de los griegos contra los turcos, Lord Byron reclutó un regimiento para la
causa de la independencia griega, aportó sumas económicas importantes y
se reunió con los insurgentes en julio de 1823 en Missolonghi. Murió de unas
fiebres en esta misma ciudad poco después, a los treinta y seis años de edad.
Durante su carrera iba a ser conocida por sus interpretaciones de Lucia, que
cantó 166 veces, y Amina, con la que registró 122 actuaciones; también
obtuvo elogios con la trágica Violetta de Verdi en "La Traviata",
como Adina en la comedia de Donizetti "L'Elisir d'Amore", con la "Norma" de
Bellini y con la "Aida" de Verdi.
Nieto del también escritor Ireneo Paz, los intereses literarios de Octavio Paz
se manifestaron de manera muy precoz, y publicó sus primeros trabajos en
diversas revistas literarias. Estudió en las facultades de Leyes y de Filosofía
y Letras de la Universidad Nacional. Sus preocupaciones sociales también se
dejaron sentir prontamente, y en 1937 realizó un viaje a Yucatán con la
intención de crear una escuela para hijos de trabajadores. En junio de ese
mismo año contrajo matrimonio con la escritora Elena Garro (que le daría
una hija y de la que se separaría años después) y abandonó sus estudios
académicos para realizar, junto a su esposa, un viaje a Europa que sería
fundamental en toda su trayectoria vital e intelectual.
En París tomó contacto, entre otros, con César Vallejo y Pablo Neruda, y fue
invitado al Congreso de Escritores Antifascistas de Valencia. Hasta finales de
septiembre de 1937 permaneció en España, donde conoció personalmente
a Vicente Huidobro, Nicolás Guillén, Antonio Machado y a destacados poetas de la
generación del 27, como Rafael Alberti, Luis Cernuda, Miguel Hernández, Emilio
Prados y Manuel Altolaguirre. Además de visitar el frente, durante la Guerra Civil
española (1936-1939) escribió numerosos artículos en apoyo de la causa
republicana.
En Libertad bajo palabra (1949), Octavio Paz agrupó diversos libros escritos
entre 1935 y 1947. Las primeras composiciones respondían a una estética
neorromántica y a fuertes preocupaciones sociales; pero pronto se añadió
una temática existencial, que giraba en torno al sentimiento de soledad, los
problemas de su tiempo, la comunicación, la posibilidad del amor...
Siguiendo ese camino, su poesía devino un instrumento de conocimiento de
sí mismo y del mundo; en suma, una poesía de signo metafísico.
Pero pronto el descubrimiento del surrealismo le enseñaría el poder liberador
de la palabra y, con la valoración de lo irracional, la posibilidad de devolverle
al lenguaje unas dimensiones míticas. Se produjo así, paralelamente y como
dijo el propio Octavio Paz, un regreso a la vanguardia y un retorno a la
palabra mágica. Ambas direcciones se materializaron en los poemas que van
desde ¿Águila o sol? (1949-50) a una extensa y magistral composición
titulada Piedra de sol (1957), construida a partir de los mitos aztecas del
tiempo circular.
Señalada a menudo como una de sus obras maestras, Piedra de sol se sitúa en
una encrucijada de su trayectoria lírica: el poema condensa por un lado sus
preocupaciones históricas y existenciales, y anticipa por otro su obra
posterior. Se compone de 584 endecasílabos (la misma cifra que los años del
calendario azteca) de gran densidad y poderosas imágenes, tras los cuales
el poema vuelve al principio. Esta estructura circular no impide el avance de
las indagaciones del poeta, referidas al amor, al individuo y al sentido de la
historia y del mundo.
Gabriela Mistral
(Seudónimo literario de Lucila Godoy Alcayaga; Vicuña, Chile, 1889 - Nueva
York, 1957) Poetisa y educadora chilena. Tras el declive del modernismo,
parte de la lírica hispanoamericana de los años de entreguerras siguió los
pasos de las vanguardias europeas: citando solamente ejemplos chilenos,
éste sería el caso de Vicente Huidobro, fundador del creacionismo, o de Pablo
Neruda, deudor del surrealismo en Residencia en la tierra.
Otros poetas, en cambio, optaron por alejarse del modernismo orientándose
hacia una poesía más sencilla y humana. Gabriela Mistral es la figura capital
de esta última tendencia: tras unos inicios aún marcados por el modernismo,
desarrolló una expresividad propia basada en un estilo elemental de
imágenes intensas, con el que desnudó su intimidad dolorida y un corazón
rebosante de amor, volcado (tras el amor trágico de Desolación) sobre los
niños, los desvalidos o su propia tierra, en tonos hondamente religiosos. Su
vida se movió sin pausas entre la literatura, la docencia y la carrera
diplomática, actividad esta última por la que realizó numerosos viajes y pasó
diversas temporadas en ciudades europeas, norteamericanas y
latinoamericanas, en las que publicó la mayoría de sus obras.
Biografía
Hija de un maestro de escuela, con dieciséis años decidió dedicarse ella
también a la enseñanza; trabajó como profesora de secundaria en su país y
como directora de escuela. Como poetisa, Gabriela Mistral se dio a conocer
en los Juegos Florales de Chile en 1914 con Los sonetos de la muerte, nacidos del
dolor causado por el suicidio de su prometido, el empleado ferroviario
Romelio Ureta, a quien había conocido en 1906. Firmados ya con el
pseudónimo de Gabriela Mistral (formado a partir de dos autores admirados,
el italiano Gabriele D'Annunzio y el poeta provenzal Frédéric Mistral), estos tres
sonetos fueron incorporados en 1922 a una colección más amplia de sus
versos editada por el Instituto Hispánico de Nueva York bajo el título
de Desolación.
Ese mismo año dejó Chile para trasladarse a México, a petición del gobierno
de este país, con el fin de que colaborara en la reforma de la educación
iniciada por José Vasconcelos. En México, Gabriela Mistral fundó la escuela que
lleva su nombre y colaboró en la organización de varias bibliotecas públicas,
además de componer poemas para niños (Rondas de niños, 1923) por encargo
del ministro de Instrucción Pública mexicano, y preparar textos didácticos
como Lecturas para mujeres (1924).
Terminada su estancia en México, viajó a Europa y a Estados Unidos, y en
1926 fue nombrada secretaria del Instituto de Cooperación Intelectual de la
Sociedad de Naciones. Paralelamente, fue redactora de una revista de
Bogotá, El Tiempo (sus artículos fueron recogidos póstumamente en Recados:
contando a Chile, en 1957). Representó a Chile en un congreso universitario en
Madrid y pronunció en Estados Unidos una serie de conferencias sobre el
desarrollo cultural estadounidense (1930).
La poesía de Gabriela Mistral