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Nezahualcóyotl

(o Netzahualcóyotl; Texcoco, México, 1402 - 1472) Soberano chichimeca de


Texcoco. Nezahualcóyotl era hijo del sexto señor de los chichimecas
Ixtlilxóchitl ("flor de pita"), señor de la ciudad de Texcoco, y de la princesa
mexica Matlalcihuatzin, hija del rey azteca Huitzilíhuitl, segundo señor de
Tenochtitlán. Al nacer, le fue impuesto el nombre de Acolmiztli o "puma
fuerte", pero las tristes circunstancias que rodearon su adolescencia hicieron
que se cambiara el nombre por el de Nezahualcóyotl, que significa "coyote
hambriento".

Cuando contaba dieciséis años de edad, el príncipe texcocano Nezahualcóyotl


tuvo que hacer frente a la invasión tepaneca, encabezada por Tezozómoc,
señor de Azcapotzalco, cuya intención era asesinar a su padre, el rey
Ixtlilxóchitl, y a toda su familia para apoderarse del trono. El heredero del
trono quiso luchar y repeler el ataque, pero su padre, que conocía la
superioridad de los atacantes, prefirió huir y mantenerse oculto hasta
conseguir la ayuda de otros pueblos. Así, mientras las huestes de Tezozómoc
rastreaban los alrededores de la ciudad para encontrar al rey y al príncipe
texcocanos, éstos se refugiaron en las cuevas de Cualhyacac y
Tzinacanoztoc. No pudiendo ocultarse allí por mucho tiempo, Ixtlilxóchitl
ordenó a su hijo que se adentrara en el bosque, mientras él y unos pocos
hombres leales trataban de detener sin éxito el avance de sus captores.

Nezahualcóyotl logró escapar y se encaminó a Tlaxcala, ordenando a algunos


de sus partidarios que abandonaran la resistencia mientras él veía la manera
de liberarlos de la tiranía. Tezozómoc ofreció recompensas por su captura,
pero, con su innegable astucia, consiguió burlar a sus perseguidores hasta
que, en 1420, las esposas de los señores de México y Tlatelolco convencieron
a Tezozómoc de que lo perdonara.

Maxtla, que había sucedido a Tezozómoc a la muerte de éste (1427), le


tendió varias emboscadas, de las que consiguió zafarse. Con gran habilidad
diplomática, Nezahualcóyotl consiguió atraerse los favores de otras ciudades
descontentas con la tiranía tepaneca y organizó un frente común, cuyo peso
principal recayó en los tlaxcaltecas y los huejotzincas. El ejército aliado, de
más de cien mil hombres, logró la conquista de Otumba y de Acolman y tomó
Texcoco. Ante el sitio de México y Tlatelolco por los tepanecas,
Nezahualcóyotl liberó ambas ciudades y, en una cruenta batalla, destruyó
Azcapotzalco después de un sitio de ciento catorce días. Maxtla murió a
manos de Nezahualcóyotl, quien, dispuesto a inaugurar una época de
esplendor en el valle de México, selló un pacto confederal, la Triple Alianza,
con Itzcóatl, de Tenochtitlán, y Totoquiyauhtzin, señor de Tacuba.

Poco después de finalizada la contienda, Tacuba desapareció de la escena,


pero la cooperación perduró a lo largo del siglo XV entre las dos restantes
ciudades aliadas. Nezahualcóyotl, que había perdido el trono a manos de los
acolhuas sublevados y se había refugiado en los bosques de Chapultepec, lo
recuperó en 1429, aunque cedió su anterior posición dominante en el lago
en favor de Tenochtitlán, ciudad que se convirtió en estado independiente.

Cuando en 1472 falleció Nezahualcóyotl, subió al trono su hijo Nezahualpilli,


quien gobernó la ciudad hasta el año 1516, continuando la política expansiva
emprendida por su antecesor.

El legado cultural y literario de Nezahualcóyotl

Miembro de la realeza prehispánica y poeta de delicada percepción sobre los


fenómenos transitorios del mundo, Nezahualcóyotl encarnó el prototipo del
estadista y humanista de gran sensibilidad, en contraposición a la rigidez
militar de los conquistadores españoles. Antes de que su padre fuera
expulsado de Texcoco, este príncipe recibió una educación muy completa,
dirigida a permitirle gobernar a su pueblo con valentía y sabiduría; una vez
que hubo recuperado el trono, demostró toda su sapiencia en el campo de
las ciencias, las artes y la literatura. Así, su amplia formación intelectual se
traducía en una elevada sensibilidad estética y en un gran amor por la
naturaleza, que quedaron reflejados no sólo en la arquitectura de la ciudad,
sino también en sus manifestaciones poéticas y filosóficas.
Gustavo Adolfo Bécquer
(Gustavo Adolfo Domínguez Bastida; Sevilla, 1836 - Madrid, 1870) Poeta
español. Junto con Rosalía de Castro, es el máximo representante de la poesía
posromántica, tendencia que tuvo como rasgos distintivos la temática
intimista y una aparente sencillez expresiva, alejada de la retórica
vehemencia del romanticismo.
La obra de Bécquer ejerció un fuerte influjo en figuras posteriores como Rubén
Darío, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la generación del 27,
y la crítica lo juzga el iniciador de la poesía española contemporánea. Pero
más que un gran nombre de la historia literaria, Bécquer es sobre todo un
poeta vivo, popular en todos los sentidos de la palabra, cuyos versos, de
conmovida voz y alada belleza, han gozado y siguen gozando de la
predilección de millones de lectores.
Biografía
Hijo y hermano de pintores, quedó huérfano a los diez años y vivió su infancia
y su adolescencia en Sevilla, donde estudió humanidades y pintura. En 1854
se trasladó a Madrid, con la intención de hacer carrera literaria. Sin embargo,
el éxito no le sonrió; su ambicioso proyecto de escribir una Historia de los templos
de Españafue un fracaso, y sólo consiguió publicar un tomo, años más tarde.
Para poder vivir hubo de dedicarse al periodismo y hacer adaptaciones de
obras de teatro extranjero, principalmente del francés, en colaboración con
su amigo Luis García Luna, adoptando ambos el seudónimo de «Adolfo
García».
Durante una estancia en Sevilla en 1858, estuvo nueve meses en cama a
causa de una enfermedad; probablemente se trataba de tuberculosis,
aunque algunos biográfos se decantan por la sífilis. Durante la convalecencia,
en la que fue cuidado por su hermano Valeriano, publicó su primera
leyenda, El caudillo de las manos rojas, y conoció a Julia Espín, según ciertos
críticos la musa de algunas de sus Rimas, aunque durante mucho tiempo se
creyó erróneamente que se trataba de Elisa Guillén, con quien el poeta habría
mantenido relaciones hasta que ella lo abandonó en 1860, y que habría
inspirado las composiciones más amargas del poeta.
En 1861 contrajo matrimonio con Casta Esteban, hija de un médico, con la
que tuvo tres hijos. El matrimonio nunca fue feliz, y el poeta se refugió en
su trabajo o en la compañía de su hermano Valeriano, en las escapadas de
éste a Toledo para pintar. La etapa más fructífera de su carrera fue de 1861
a 1865, años en los que compuso la mayor parte de sus Leyendas, escribió
crónicas periodísticas y redactó las Cartas literarias a una mujer, donde expone
sus teorías sobre la poesía y el amor. Una temporada que pasó en el
monasterio de Veruela en 1864 le inspiró Cartas desde mi celda, un conjunto de
hermosas descripciones paisajísticas.
Económicamente las cosas mejoraron para el poeta a partir de 1866, año en
que obtuvo el empleo de censor oficial de novelas, lo cual le permitió dejar
sus crónicas periodísticas y concentrarse en sus Leyendas y sus Rimas,
publicadas en parte en el semanario El museo universal. Pero con la revolución
de 1868, el poeta perdió su trabajo, y su esposa lo abandonó ese mismo año.
Se trasladó entonces a Toledo con su hermano Valeriano, y allí acabó de
reconstruir el manuscrito de las Rimas, cuyo primer original había
desaparecido cuando su casa fue saqueada durante la revolución
septembrina. De nuevo en Madrid, fue nombrado director de la revista La
Ilustración de Madrid, en la que también trabajó su hermano como dibujante. El
fallecimiento de éste, en septiembre de 1870, deprimió extraordinariamente
al poeta, quien, presintiendo su propia muerte, entregó a su amigo Narciso
Campillo sus originales para que se hiciese cargo de ellos tras su óbito, que
ocurriría tres meses después del de Valeriano.
La obra de Gustavo Adolfo Bécquer
La inmensa fama literaria de Bécquer se basa en sus Rimas, que iniciaron la
corriente romántica de poesía intimista inspirada en Heine y opuesta a la
retórica y ampulosidad de los poetas románticos anteriores. La crítica literaria
del momento, sin embargo, no acogió bien sus poemas, aunque su fama no
dejaría de crecer en los años siguientes.
Las Rimas, tal y como han llegado hasta nosotros, suman un total de ochenta
y seis composiciones. De ellas, setenta y seis se publicaron por vez primera
en 1871 a cargo de los amigos del poeta, que introdujeron algunas
correcciones en el texto, suprimieron algunos poemas y alteraron el orden
del manuscrito original (el llamado Libro de los gorriones, hoy custodiado en la
Biblioteca Nacional de Madrid).
Sor Juana Inés de la Cruz
(Juana Inés de Asbaje y Ramírez; San Miguel de Nepantla, actual México,
1651 - Ciudad de México, id., 1695) Escritora mexicana, la mayor figura de
las letras hispanoamericanas del siglo XVII. La influencia del barroco español,
visible en su producción lírica y dramática, no llegó a oscurecer la profunda
originalidad de su obra. Su espíritu inquieto y su afán de saber la llevaron a
enfrentarse con los convencionalismos de su tiempo, que no veía con buenos
ojos que una mujer manifestara curiosidad intelectual e independencia de
pensamiento.

Biografía
Niña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho escribió
su primera loa. En 1659 se trasladó con su familia a la capital mexicana.
Admirada por su talento y precocidad, a los catorce fue dama de honor de
Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo. Apadrinada por los
marqueses de Mancera, brilló en la corte virreinal de Nueva España por su
erudición, su viva inteligencia y su habilidad versificadora.

Pese a la fama de que gozaba, en 1667 ingresó en un convento de las


carmelitas descalzas de México y permaneció en él cuatro meses, al cabo de
los cuales lo abandonó por problemas de salud. Dos años más tarde entró en
un convento de la Orden de San Jerónimo, esta vez definitivamente. Dada
su escasa vocación religiosa, parece que Sor Juana Inés de la Cruz prefirió el
convento al matrimonio para seguir gozando de sus aficiones intelectuales:
«Vivir sola... no tener ocupación alguna obligatoria que embarazase la
libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado
silencio de mis libros», escribió. Su celda se convirtió en punto de reunión de
poetas e intelectuales, como Carlos de Sigüenza y Góngora, pariente y admirador
del poeta cordobés Luis de Góngora (cuya obra introdujo en el virreinato), y
también del nuevo virrey, Tomás Antonio de la Cerda, marqués de la Laguna,
y de su esposa, Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, con quien le
unió una profunda amistad. En su celda también llevó a cabo experimentos
científicos, reunió una nutrida biblioteca, compuso obras musicales y escribió
una extensa obra que abarcó diferentes géneros, desde la poesía y el teatro
(en los que se aprecia, respectivamente, la influencia de Luis de
Góngora y Calderón de la Barca), hasta opúsculos filosóficos y estudios musicales.

Perdida gran parte de esta obra, entre los escritos en prosa que se han
conservado cabe señalar la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz. El obispo de Puebla,
Manuel Fernández de la Cruz, había publicado en 1690 una obra de Sor Juana
Inés, la Carta athenagórica, en la que la religiosa hacía una dura crítica al
«sermón del Mandato» del jesuita portugués António Vieira sobre las «finezas
de Cristo». Pero el obispo había añadido a la obra una «Carta de Sor Filotea
de la Cruz», es decir, un texto escrito por él mismo bajo ese pseudónimo en
el que, aun reconociendo el talento de Sor Juana Inés, le recomendaba que
se dedicara a la vida monástica, más acorde con su condición de monja y
mujer, antes que a la reflexión teológica, ejercicio reservado a los hombres.
En la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (es decir, al obispo de Puebla), Sor Juana
Inés de la Cruz da cuenta de su vida y reivindica el derecho de las mujeres
al aprendizaje, pues el conocimiento «no sólo les es lícito, sino muy
provechoso». La Respuesta es además una bella muestra de su prosa y
contiene abundantes datos biográficos, a través de los cuales podemos
concretar muchos rasgos psicológicos de la ilustre religiosa. Pero, a pesar de
la contundencia de su réplica, la crítica del obispo de Puebla la afectó
profundamente; tanto que, poco después, Sor Juana Inés de la Cruz vendió
su biblioteca y todo cuanto poseía, destinó lo obtenido a beneficencia y se
consagró por completo a la vida religiosa.
Murió mientras ayudaba a sus compañeras enfermas durante la epidemia de
cólera que asoló México en el año 1695. La poesía del Barroco alcanzó con
ella su momento culminante, y al mismo tiempo introdujo elementos
analíticos y reflexivos que anticipaban a los poetas de la Ilustración del siglo
XVIII. Sus obras completas se publicaron en España en tres
volúmenes: Inundación castálida de la única poetisa, musa décima, Sor Juana Inés de la
Cruz (1689), Segundo volumen de las obras de Sor Juana Inés de la Cruz (1692) y Fama y
obras póstumas del Fénix de México (1700), con una biografía del jesuita P. Calleja.
La poesía de Sor Juana Inés de la Cruz
Aunque su obra parece inscribirse dentro del culteranismo de inspiración
gongorina y en ocasiones en el conceptismo de Quevedo, tendencias
características del barroco, el ingenio y originalidad de Sor Juana Inés de la
Cruz la han colocado por encima de cualquier escuela o corriente particular.
Ya desde la infancia demostró gran sensibilidad artística y una infatigable sed
de conocimientos que, con el tiempo, la llevaron a emprender una aventura
intelectual y artística a través de disciplinas tales como la teología, la
filosofía, la astronomía, la pintura, las humanidades y, por supuesto, la
literatura, que la convertirían en una de las personalidades más complejas y
singulares de las letras hispanoamericanas.
Lord Byron
(George Gordon; Londres, Gran Bretaña, 1788 - Missolonghi, actual Grecia,
1824) Poeta británico que figura entre los más emblemáticos representantes
del romanticismo europeo. Perteneciente a una familia de la aristocracia de
su país, perdió a su padre a los tres años. En 1798, al morir su tío abuelo
William, quinto barón Byron, heredó el título y las propiedades.

Educado en el Trinity College de Cambridge (etapa en la que curiosamente


se distinguió como deportista, a pesar de tener un pie deforme de
nacimiento), Lord Byron vivió una juventud amargada por su cojera y por la
tutela de una madre de temperamento irritable. A los dieciocho años publicó
su primer libro de poemas, Horas de ocio, y una crítica adversa aparecida en el
Edimburgh Review provocó su violenta sátira titulada Bardos ingleses y críticos
escoceses, con la que alcanzó cierta notoriedad.
En 1809, al ser declarado mayor de edad, Lord Byron emprendió una serie
de viajes en los que recorrió España, Portugal, Grecia y Turquía. A su regreso
publicó, como memoria poética de su viaje, los dos primeros cánticos de La
peregrinación de Childe Harold, que le valieron rápidamente la fama. El héroe del
poema, Childe Harold, parece basado en elementos autobiográficos, aunque
sin duda recreados y aumentados para configurar lo que sería el típico héroe
byroniano -al que él mismo trató de emular en su vida-, caracterizado por la
rebeldía frente a la moral y las convenciones establecidas y marcado por una
vaga nostalgia y exaltación de sentimientos, en especial el sufrimiento por
un indeterminado pecado original.

En 1815 se casó con Anna Isabella Mibanke, con quien tuvo una hija, Augusta
Dada, aunque se separaron al cabo de un año. El personaje libertino y amoral
que Lord Byron encarnaba frente a la sociedad terminó por volverse contra
él, sobre todo a partir de los rumores sobre sus relaciones incestuosas con
su hermanastra Augusta, por lo que terminó por abandonar el Reino Unido
en 1816, para no regresar jamás y convertirse en poeta errante por Europa.

En Suiza, de donde había llegado procedente de Bélgica, Lord Byron convivió


con el poeta Shelley y sostuvo relaciones amorosas con Claire Clairmont. Tras
una estancia en Génova, se trasladó a Venecia, donde inició, en 1819, una
nueva y turbulenta relación amorosa con la condesa Guiccioli y llevó una vida
fastuosa y salpicada de escándalos; más tarde fue a Ravena.
En esta época terminó el cuarto canto de Childe Harold y su Manfredo (1817),
que le permitió sostener correspondencia con Goethe, quien diría de él que se
trataba del «primer talento de su siglo». En 1819 inició su famoso Don Juan,
considerada por muchos como su mejor obra, en la que recrea al mítico
personaje en un tono que oscila entre la gravedad y la ironía. En 1822, y
junto a los poetas Shelley y Leigh Hunt, fundó en Pisa la revista The Liberal,
cuya publicación se interrumpió enseguida debido a la muerte del primero y
a la disputa de Byron con Hunt.

Orientado cada vez más hacia la causa liberal, en 1823, a raíz de la rebelión
de los griegos contra los turcos, Lord Byron reclutó un regimiento para la
causa de la independencia griega, aportó sumas económicas importantes y
se reunió con los insurgentes en julio de 1823 en Missolonghi. Murió de unas
fiebres en esta misma ciudad poco después, a los treinta y seis años de edad.

La fama de que gozó en su época se ha visto reducida en gran medida con


el paso de los años y el aumento de la perspectiva histórica. Se ha discutido
el valor literario y sobre todo el carácter innovador de sus composiciones
líricas, mientras que su facilidad versificadora y su expresión ágil e incisiva
mantienen el interés de sus sátiras y composiciones narrativas. Byron
encarnó para sus coetáneos el ideal del héroe romántico, tanto en su obra
como en su vida, y como tal fue considerado y admirado por no pocos
escritores, José de Espronceda y Gustavo Adolfo Bécquerentre ellos.
Ángela Peralta
Angela Peralta fue una cantante de ópera conocida internacionalmente
como el "Ruiseñor Mexicano", fue primera soprano de su país en una carrera
relativamente breve. María de los Ángeles Manuela Tranquilina Cirila Efrena
Peralta, nació el 6 de julio de 1945, donde fue criada en circunstancias pobres
e incluso trabajó como sirvienta. Dio sus primeras muestras de talento,
apareciendo por primera vez en público a los ocho años, interpretando una
canción de Donizetti. La buena impresión que dio le permitió estudiar en el
Conservatorio Nacional de Música y debutar en la ópera a los 15 años
interpretando a Leonore en "Il Trovatore" de Giuseppe Verdi, en el Teatro
Nacional en la Ciudad de México.
Patrocinada para continuar sus estudios en Italia, hizo su debut en La Scala
de Milán el 13 de mayo de 1862, en el papel principal de Donizetti de "Lucia
di Lammermoor". Ángela también interpretó el papel de Amina en "La
Sonnambula" de Vincenzo Bellini, ante el rey Víctor Manuel II en el Teatro
Regio de Turín; entre 1863 y 1864 cantó en Roma, Nápoles, Florencia,
Lisboa, Madrid y Barcelona, así como en Rusia y Egipto.

Durante su carrera iba a ser conocida por sus interpretaciones de Lucia, que
cantó 166 veces, y Amina, con la que registró 122 actuaciones; también
obtuvo elogios con la trágica Violetta de Verdi en "La Traviata",
como Adina en la comedia de Donizetti "L'Elisir d'Amore", con la "Norma" de
Bellini y con la "Aida" de Verdi.

De regreso a México en 1865 fue nombrada "Cantante de Cámara del


Imperio", pero cuando el imperio cayó en 1866 regresó a Europa con
presentaciones en La Habana y Nueva York en su camino.

Ángela dividió el resto de su carrera entre México y Europa, formando su


propia compañía operística, en 1871.

Su vida personal fue desafortunado con un primer matrimonio que terminó


con su esposo internado en un asilo a sólo un año de la boda, y su segundo
realizado en su lecho de muerte. Ángela y otros 75 miembros de su compañía
murieron en una epidemia de fiebre amarilla mientras estaba de gira. Su
deceso se produjo el 30 de agosto de 1883.
Hoy en día, teatros de las ciudades de Mazatlán y San Miguel de Allende
llevan su nombre.
Octavio Paz
(Ciudad de México, 1914 - id., 1998) Escritor mexicano. Junto con Pablo
Neruda y César Vallejo, Octavio Paz conforma la tríada de grandes poetas
que, tras el declive del modernismo, lideraron la renovación de la lírica
hispanoamericana del siglo XX. El premio Nobel de Literatura de 1990, el
primero concedido a un autor mexicano, supuso asimismo el reconocimiento
de su inmensa e influyente talla intelectual, que quedó reflejada en una
brillante producción ensayística.

Nieto del también escritor Ireneo Paz, los intereses literarios de Octavio Paz
se manifestaron de manera muy precoz, y publicó sus primeros trabajos en
diversas revistas literarias. Estudió en las facultades de Leyes y de Filosofía
y Letras de la Universidad Nacional. Sus preocupaciones sociales también se
dejaron sentir prontamente, y en 1937 realizó un viaje a Yucatán con la
intención de crear una escuela para hijos de trabajadores. En junio de ese
mismo año contrajo matrimonio con la escritora Elena Garro (que le daría
una hija y de la que se separaría años después) y abandonó sus estudios
académicos para realizar, junto a su esposa, un viaje a Europa que sería
fundamental en toda su trayectoria vital e intelectual.

En París tomó contacto, entre otros, con César Vallejo y Pablo Neruda, y fue
invitado al Congreso de Escritores Antifascistas de Valencia. Hasta finales de
septiembre de 1937 permaneció en España, donde conoció personalmente
a Vicente Huidobro, Nicolás Guillén, Antonio Machado y a destacados poetas de la
generación del 27, como Rafael Alberti, Luis Cernuda, Miguel Hernández, Emilio
Prados y Manuel Altolaguirre. Además de visitar el frente, durante la Guerra Civil
española (1936-1939) escribió numerosos artículos en apoyo de la causa
republicana.

El grueso de la vasta producción de Octavio Paz se encuadra en dos géneros:


la lírica y el ensayo. Su poesía se adentró en los terrenos del erotismo, la
experimentación formal y la reflexión sobre el destino del hombre. A grandes
rasgos cabe distinguir tres grandes fases en su obra poética: en la primera,
el autor pretendía penetrar, a través de la palabra, en un ámbito de energías
esenciales que lo llevó a cierta impersonalidad; en la segunda entroncó con
la tradición surrealista, antes de encontrar un nuevo impulso en el contacto
con lo oriental; en la última etapa de su trayectoria lírica, el poeta dio
prioridad a la alianza entre erotismo y conocimiento.

En Libertad bajo palabra (1949), Octavio Paz agrupó diversos libros escritos
entre 1935 y 1947. Las primeras composiciones respondían a una estética
neorromántica y a fuertes preocupaciones sociales; pero pronto se añadió
una temática existencial, que giraba en torno al sentimiento de soledad, los
problemas de su tiempo, la comunicación, la posibilidad del amor...
Siguiendo ese camino, su poesía devino un instrumento de conocimiento de
sí mismo y del mundo; en suma, una poesía de signo metafísico.
Pero pronto el descubrimiento del surrealismo le enseñaría el poder liberador
de la palabra y, con la valoración de lo irracional, la posibilidad de devolverle
al lenguaje unas dimensiones míticas. Se produjo así, paralelamente y como
dijo el propio Octavio Paz, un regreso a la vanguardia y un retorno a la
palabra mágica. Ambas direcciones se materializaron en los poemas que van
desde ¿Águila o sol? (1949-50) a una extensa y magistral composición
titulada Piedra de sol (1957), construida a partir de los mitos aztecas del
tiempo circular.
Señalada a menudo como una de sus obras maestras, Piedra de sol se sitúa en
una encrucijada de su trayectoria lírica: el poema condensa por un lado sus
preocupaciones históricas y existenciales, y anticipa por otro su obra
posterior. Se compone de 584 endecasílabos (la misma cifra que los años del
calendario azteca) de gran densidad y poderosas imágenes, tras los cuales
el poema vuelve al principio. Esta estructura circular no impide el avance de
las indagaciones del poeta, referidas al amor, al individuo y al sentido de la
historia y del mundo.
Gabriela Mistral
(Seudónimo literario de Lucila Godoy Alcayaga; Vicuña, Chile, 1889 - Nueva
York, 1957) Poetisa y educadora chilena. Tras el declive del modernismo,
parte de la lírica hispanoamericana de los años de entreguerras siguió los
pasos de las vanguardias europeas: citando solamente ejemplos chilenos,
éste sería el caso de Vicente Huidobro, fundador del creacionismo, o de Pablo
Neruda, deudor del surrealismo en Residencia en la tierra.
Otros poetas, en cambio, optaron por alejarse del modernismo orientándose
hacia una poesía más sencilla y humana. Gabriela Mistral es la figura capital
de esta última tendencia: tras unos inicios aún marcados por el modernismo,
desarrolló una expresividad propia basada en un estilo elemental de
imágenes intensas, con el que desnudó su intimidad dolorida y un corazón
rebosante de amor, volcado (tras el amor trágico de Desolación) sobre los
niños, los desvalidos o su propia tierra, en tonos hondamente religiosos. Su
vida se movió sin pausas entre la literatura, la docencia y la carrera
diplomática, actividad esta última por la que realizó numerosos viajes y pasó
diversas temporadas en ciudades europeas, norteamericanas y
latinoamericanas, en las que publicó la mayoría de sus obras.
Biografía
Hija de un maestro de escuela, con dieciséis años decidió dedicarse ella
también a la enseñanza; trabajó como profesora de secundaria en su país y
como directora de escuela. Como poetisa, Gabriela Mistral se dio a conocer
en los Juegos Florales de Chile en 1914 con Los sonetos de la muerte, nacidos del
dolor causado por el suicidio de su prometido, el empleado ferroviario
Romelio Ureta, a quien había conocido en 1906. Firmados ya con el
pseudónimo de Gabriela Mistral (formado a partir de dos autores admirados,
el italiano Gabriele D'Annunzio y el poeta provenzal Frédéric Mistral), estos tres
sonetos fueron incorporados en 1922 a una colección más amplia de sus
versos editada por el Instituto Hispánico de Nueva York bajo el título
de Desolación.
Ese mismo año dejó Chile para trasladarse a México, a petición del gobierno
de este país, con el fin de que colaborara en la reforma de la educación
iniciada por José Vasconcelos. En México, Gabriela Mistral fundó la escuela que
lleva su nombre y colaboró en la organización de varias bibliotecas públicas,
además de componer poemas para niños (Rondas de niños, 1923) por encargo
del ministro de Instrucción Pública mexicano, y preparar textos didácticos
como Lecturas para mujeres (1924).
Terminada su estancia en México, viajó a Europa y a Estados Unidos, y en
1926 fue nombrada secretaria del Instituto de Cooperación Intelectual de la
Sociedad de Naciones. Paralelamente, fue redactora de una revista de
Bogotá, El Tiempo (sus artículos fueron recogidos póstumamente en Recados:
contando a Chile, en 1957). Representó a Chile en un congreso universitario en
Madrid y pronunció en Estados Unidos una serie de conferencias sobre el
desarrollo cultural estadounidense (1930).
La poesía de Gabriela Mistral

De tendencia modernista en sus inicios, su poesía derivó hacia un estilo


personal, con un lenguaje coloquial y simple, de gran musicalidad, y un
simbolismo que conecta con una imaginería de tradición folclórica. En sus
obras expresó temas como el sufrimiento o la maternidad frustrada, así como
inquietudes religiosas y sociales que responden a su ideología cristiana y
socialista. Poetisa de acento genuino y entrañable, parte de su no muy
abundante producción está dedicada a los niños (fue maestra rural durante
quince años), y tal vez sea éste el aspecto más conocido y celebrado de su
obra. Sin embargo, su verdadera personalidad se revela, sincera, poderosa
y conmovedora, en versos por los que circula una intimidad dolorida y una
ternura en busca de sus propios cauces de manifestación.

La obra de Gabriela Mistral pasó por distintas etapas; en un primer momento,


con la publicación de Desolación (México, 1922), existe un fuerte predomino
del sentimiento sobre el pensamiento, a la vez que una cercanía muy
estrecha con lo religioso. Los temas que aparecen en este libro, bajo una
profunda reivindicación del retorno a valores de una trascendente
espiritualidad, giran en torno a la frustración amorosa, al dolor por la pérdida,
la muerte, la infidelidad, la maternidad y el amor filial, todo ello envuelto en
la reflexión adulta de la poetisa, que vivió el suicidio de su amado como una
pérdida irreparable.
Duque de Rivas
(Ángel de Saavedra, duque de Rivas; Córdoba, 1791-Madrid, 1865) Poeta y
dramaturgo español cuya obra es considerada emblemática del romanticismo
hispano. De ideas liberales, luchó contra los franceses en la guerra de
independencia y más tarde contra el absolutismo de Fernando VII, por lo que
tuvo que exiliarse a Malta. Estas experiencias inspiraron algunos de sus
poemas, como Con once heridas mortales, al modo de los antiguos romances
pastoriles. Sus primeros versos (reunidos en Poesías, 1813) y obras teatrales,
como Ataúlfo(1814) y Lanuza (1822), se encuadraban dentro del orden
neoclásico. Sin embargo, durante su exilio maltés conoció la obra de William
Shakespeare, Walter Scott y Lord Byron y se adscribió a la corriente romántica con
los poemas El desterrado y El sueño del proscrito (1824), y El faro de Malta (1828).
Vivió en Francia de 1830 a 1834, año en que pudo regresar a España y
heredar el título nobiliario y una gran fortuna. Inició entonces su evolución
hacia el ideario conservador. Tras los sucesos de La Granja, renunció a su
cartera de Gobernación y se exilió en Lisboa. De esta época son sus obras
más representativas: El moro expósito o Córdoba y Burgos en el siglo XI (1834),
«leyenda en doce romances» sobre el tema de los infantes de Lara y el
bastardo Mudarra que es considerada pieza fundacional del romanticismo en
España, y el drama en prosa y verso Don Álvaro o la fuerza del sino (1835), cuyo
estreno conoció un estruendoso éxito que recuerda el que en Francia había
obtenido Victor Hugo con su Hernani.
Don Álvaro o la fuerza del sino inauguró el teatro romántico español y con ello el
teatro moderno en España. En esta obra aparecen todos los elementos típicos
del romanticismo, como la melancolía o el pesimismo, y se desarrolla un
tema característico: el del hombre arrastrado a la desgracia por un destino
contra el que su voluntad nada puede hacer. Los principios románticos de
fatalidad y rebeldía surgen, como en la tragedia clásica, como expresiones
de un sistema social y acaso cósmico determinado por la injusticia como
trasunto del destino, el cual, como fuerza irresistible fruto de la misteriosa
combinación de azar y necesidad, gobierna los actos de los personajes.
Con posterioridad, el duque de Rivas fue embajador en Nápoles (1846) y en
París (1859), y director de la Real Academia Española. De su última etapa
son la comedia Tanto vales cuanto tienes (1840), el drama El desengaño de un
sueño(1842) y el estudio histórico Historia de la sublevación de Nápoles (1848). En
1841 publicó sus Romances históricos: destaca de esta colección de sesenta y
nueve romances un gusto por lo decorativo y descriptivo, por las sensaciones
casi pictóricas en las que se reconocía su afición por este arte, del que llegó
a ser un notable maestro, así como la variedad temática. De entre los de
ambiente medieval merecen mencionarse romances como Don Álvaro de
Luna y Una antigualla en Sevilla; otros se sitúan en la época de los Austrias: Un
castellano leal, Una noche en Madrid, Recuerdos de un gran hombre, El mayor
desengaño y El Conde de Villamediana. Escribió también por esos años algunas
leyendas románticas al estilo de Zorrilla, pero con menor soltura, como La
azucena milagrosa (1847).

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