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disciplinarias penitenciarias
Arocena, Gustavo A.
Sumario: I. Introducción. — II. El recurso del interno contra las sanciones disciplinarias
penitenciarias.
I. Introducción
Como uno de los muchos cometidos inherentes a este último rol -o sea, el relativo al
control "en sentido estricto" que incumbe al órgano jurisdiccional en orden a la
ejecución del encierro carcelario-, el ordenamiento prescribe que el juez de ejecución o
juez competente debe conocer de los recursos que interponga el interno contra las
sanciones disciplinarias que se le aplicaren (artículo 96 L.E.P.P.L.).
El presente texto versará, justamente, sobre esta impugnación que permite al recluso
cuestionar las decisiones de la administración penitenciaria que imponen una sanción
disciplinaria.
II. El recurso del interno contra las sanciones disciplinarias penitenciarias
1. Aproximación general
Entre las reglas de garantía que prevé el régimen disciplinario consagrado por la ley
nacional n° 24.660, se encuentra el principio de inviolabilidad de la defensa.
Esta máxima reclama que un miembro del personal directivo del establecimiento
informe al interno de la infracción que se le imputa, de sus fundamentos y alcances, y
de su derecho a presentar sus descargos, ofrecer prueba y ser recibido en audiencia por
el director de la unidad carcelaria antes de dictar resolución fundada (artículos 91 y 95
L.E.P.P.L.).
Pero, además, el ordenamiento legal establece que el interno podrá recurrir la sanción
ante el juez de ejecución o juez competente dentro de los cinco días hábiles, derecho del
que deberá ser informado el interno al notificársele la resolución (artículo 96
L.E.P.P.L.).
Para comenzar, débese enfatizar que el efectivo ejercicio -por parte del recluso- del
derecho de recurrir la sanción disciplinaria impuesta por la administración penitenciaria
derivará en la apertura de la instancia judicial que, por medio de la intervención del
juez encargado de la ejecución, concretizará el principio del permanente control judicial
que prevé el artículo 3 de la ley nacional nº 24.660 (2), y que hemos presentado en los
primeros títulos de este texto.
Desde luego que, durante la sustanciación de dicho trámite, las partes tendrán el derecho
de ofrecer prueba y de controlar la recepción de la misma, conforme lo exige el
principio del contradictorio (4). Es una máxima que impone que el órgano de la
acusación y el interno cuenten con la efectiva posibilidad de fiscalizar el ingreso al
proceso de los elementos probatorios y argumentar sobre su eficacia conviccional.
Esta máxima general de la ausencia de efecto suspensivo del recurso parece, como
mínimo, discutible, en tanto y en cuanto contraría un principio general del derecho de
las impugnaciones, según el cual las resoluciones recurribles no serán ejecutadas
durante el término para recurrir y mientras se tramite el recurso (arg. [p. ej.] artículo
453 C.P.P. de Córdoba).
Con todo, ante la vigencia de las disposiciones jurídicas que hemos reseñado -y sin que,
prima facie, se advierta la palmaria inconstitucionalidad de las mismas (lo que
conduciría a su ilegitimidad), cabe puntualizar que el magistrado interviniente no podrá
decidir antojadizamente respecto del eventual carácter suspensivo del recurso, sino que
deberá apreciar discrecionalmente si la presentación de la impugnación pone en
evidencia -por la verosimilitud de la pretensión esgrimida por el interno, del apriorístico
valor decisivo de la prueba ofrecida por el recluso o por cualquier otra circunstancia- la
aparente falta de fundamento fáctico o jurídico del reproche disciplinario dirigido en
contra del quejoso.
Puédese aseverar, así, que el juez tendrá, no ya la facultad, sino incluso la obligación de
evitar la ejecutoriedad de la resolución impugnada, cuando la mencionada hipótesis
tenga lugar.
En el plazo de cinco días se computarán solamente los días hábiles; se invierte, pues, la
regla vigente en materia penal, según la cual los términos son continuos (arg. artículo
181 C.P.P. de Córdoba.).
Se desprende de esta regla que el recurso podrá ser deducido ante la administración
penitenciaria por medio de un acto verbal y actuado -o sea, de una exposición oral que
se consigna en un acta- o de un acto escrito -vale decir, de una declaración de voluntad
formulada a través de un texto escrito.
De cualquier manera, pensamos que nada obsta a que el interno manifieste su voluntad
impugnativa por conducto de una simple diligencia asentada en las actuaciones
administrativas al momento de notificársele la resolución del Director del
establecimiento, o incluso a que recurra verbalmente, por simple diligencia o mediante
un escrito, ante el propio juez de ejecución o juez competente que conocerá de la
impugnación.
e. Reparando en el acto que puede ser objeto del recurso, hemos señalado que la
impugnación procede contra las resoluciones del Director de un establecimiento
penitenciario que disponen la aplicación de una sanción disciplinaria.
Desde luego que esta determinación del objeto impugnable, en razón de un principio
general en materia recursiva, responderá a una regla de taxatividad según la cual sólo
serán recurribles tales resoluciones expresamente individualizadas por las normas
aplicables. Por lo tanto, quedan excluidos los actos del procedimiento disciplinario
distintos de la resolución con la cual éste concluye. El recurso, entonces, no podrá tener
por objeto actos tales como, por ejemplo, la información al interno de la infracción que
se le imputa (artículo 96 L.E.P.P.L.) (7).
Es sabido que, en general, las leyes procesales penales, al ocuparse de este punto, no
sólo acuerdan el poder de recurrir a determinados sujetos o a todas las partes, sino que
además exigen un interés en recurrir como condición de procedencia del remedio (arg.
artículo 443 C.P.P. de Córdoba). AYÁN explica este requisito sosteniendo que, para que
exista tal interés, "...la resolución que se ataca debe tener un contenido desfavorable
para el impugnante, a los efectos del ordenamiento jurídico, concretamente, y no según
su apreciación subjetiva. Es lo que se conoce por agravio o gravamen en el lenguaje
procesal. El interés capaz de sustentar el recurso debe ser objetivamente aprehensible
por la existencia de un gravamen causado al sujeto por el sentido de la resolución. En
consecuencia, ésta debe ocasionarle un agravio o gravamen, esto es, un perjuicio o una
desventaja, consistente en una restricción a su derecho o a su libertad. El perjuicio o
desventaja es un componente esencial en la definición de los recursos"(8).
Bolotnikoff -en un texto relativo a las medidas disciplinarias aplicadas a los presos
preventivos, pero mediante argumentaciones aplicables a nuestro tema- aduce que,
aunque de la normativa aplicable parecería surgir que el único que puede interponer un
recurso respecto de una sanción disciplinaria es el interno, y que debe hacerlo ante la
Administración, "...también podría ser interpuesta la apelación directamente en sede
judicial por un abogado en favor del interno. De no permitirse esta forma de
interposición del recurso -asegura este autor-, la consecuencia sería, en muchos casos, la
indefensión del interno sancionado, ya que no es poco habitual que la Administración
incumpla su obligación de notificar al juez los recursos interpuestos por los
internos"(11).
No podemos más que compartir esta interpretación; sucede que, al fin y el cabo, el
abogado defensor del interno protege e integra la personalidad jurídica de éste, y las
leyes procesales penales, en general, incluyen una disposición general en materia
impugnativa conforme la cual los recursos a favor del imputado podrán ser deducidos
por él o su defensor (arg. artículo 445 C.P.P. de Córdoba).
Conviene añadir que estas mismas disposiciones que establecen el plazo de sesenta días
para la resolución del recurso, en una cuestionable decisión normativa (13), prescriben:
"Si el juez de ejecución o juez competente no se expidiese dentro de los sesenta días, la
sanción quedará firme".
En nuestro concepto, las reglas del artículo 96 de la ley nacional nº 24.660 y del
artículo 24, párrafo 4°, Anexo I del decreto provincial cordobés nº 344/08 son normas
inconstitucionales (14), y así deben ser declaradas por los órganos jurisdiccionales
competentes para conocer del recurso interpuesto por el interno (15).
Es que, como es sabido, esta clase de resolución jurisdiccional es, justamente, la que
deben dictar los jueces para resolver un incidente o artículo del proceso (arg. artículo
141 C.P.P. de Córdoba).
Cabe agregar que, contra el auto que resuelva el incidente de ejecución provocado por la
interposición del recurso contra la sanción disciplinaria, procederá recurso de casación
(artículo 502 C.P.P. de Córdoba).
En lo tocante a este último tópico, parece pertinente mencionar que la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, en el precedente "Romero Cacharane", dejó sin efecto una
resolución de la Cámara Nacional de Casación Penal que, para declarar mal concedido
un recurso de casación interpuesto contra la decisión de un juez de ejecución penal que
no hizo a un recurso deducido contra una sanción impuesta por el Servicio Penitenciario
de Mendoza a un recluso, había aducido que: a) las cuestiones relacionadas con la
función de control penitenciario, de competencia originariamente administrativa
excepcionalmente resultan recurribles ante el juez de ejecución"; b) cuando éstas sean
apelables lo serán en el interior del país ante las cámaras federales y en la Capital
Federal ante la cámara nacional; y c) las acotadas cuestiones de naturaleza netamente
jurídica que resuelve el juez de ejecución no estaban sujetas a embate casatorio a no
ser que se encontraran vinculadas con el título ejecutivo de la condena. Según el
cimero tribunal nacional, aunque las postulaciones planteadas en el caso remitían "a
cuestiones de derecho procesal", ellas "...estaban sometidas a control judicial del juez
de ejecución y al doble conforme a través del recurso previsto en el artículo 491 del
Código Procesal Penal [de la Nación]. Por otra parte [enfatizó el alto cuerpo], todo lo
referente a la proporcionalidad de la sanción disciplinaria así como al procedimiento
llevado a cabo para su imposición, constituían cuestiones vinculadas directamente con
puntos regidos por nuestra Constitución, a la ley 24.660 y a las normas de derecho
internacional dentro de las cuales ésta se encuentra inserta por decisión del legislador
al sancionarla. En tales condiciones [concluyó la Corte], el pronunciamiento
impugnado, al omitir pronunciarse sobre cuestiones fundamentales para la resolución
del caso, está desprovisto de fundamentación suficiente para tenerlo como un acto
jurisdiccional válido y consecuentemente corresponde su descalificación"(20) (el
destacado es agregado). Se remarcó también en el fallo que "...diferenciar cuestiones
administrativas de cuestiones jurídicas responde a una concepción anacrónica de la
ejecución de la pena en la que la relación de sujeción especial del condenado con el
Estado se da dentro de un ámbito "administrativo" donde no existe delimitación de
derechos y obligaciones de modo que todo queda librado a la discrecionalidad del
Estado"(21) (el destacado es añadido) (22).
(2) En este sentido, v. C.S.J.N., "Romero Cacharane", del 9/3/2004, voto conjunto de los
ministros Juan C. Maqueda y Eugenio R. Zaffaroni, considerando nº 17.
(3) Mutatis mutandis, AYÁN, Manuel N., Recursos en materia penal, 2ª edición,
actualizada por Gustavo A. Arocena y Fabián I. Balcarce, Lerner, Córdoba, 2001, pp. 95
y 96.
(4) En el precedente "Arce", la Sala Penal del Tribunal Superior de Córdoba, al resolver
una casación interpuesta contra el pronunciamiento del juez de ejecución que desechó
un recurso deducido contra una sanción disciplinaria, manifestó: "Este Tribunal ha
señalado, ...en atención a la garantía de la inviolabilidad de la defensa en juicio, que
todo imputado tiene derecho a controlar la producción de la prueba que se pretenda
incorporar al proceso en su contra, en igualdad de condiciones con el órgano del estado
habilitado para el ejercicio de la acción penal. Lo dicho, se individualiza como el
principio del contradictorio" (T.S. de Córdoba, Sala Penal, "Arce", Sent. n° 70, del
23/3/2010, con negrita ya incluida en el original). Y, en virtud de ello, añadió: "En el
caso, el Juez de Ejecución inmediatamente después de que el Sr. Fiscal solicitara, previo
a dictaminar, la recepción del testimonio de ...[determinado guardiacárcel], debió poner
en conocimiento de la defensa el diligenciamiento de la prueba ofrecida, para garantizar
en este caso el derecho que posee el encartado y su defensor de controlar la producción
de la misma, logrando así la igualdad de condiciones entre el Ministerio Público y la
defensa" (T.S. de Córdoba, Sala Penal, "Arce" cit.).
(6) Sin perjuicio de esto, conviene destacar que la Sala Penal del Tribunal Superior de
Córdoba, en el precedente "Hadad", tuvo oportunidad de resolver que "...la declaración
de inadmisibilidad por la extemporaneidad en la interposición de la apelación a la
sanción disciplinaria impuesta al interno, importa un exceso de rigor formal y una
frustración arbitraria de la vía impugnativa intentada, conculcatorio del derecho de
defensa en juicio y del debido proceso (C.N., 18 y Const. Prov., 40). Ello así [explicó la
Casación cordobesa], por cuanto se trata de un escrito formulado por una persona
privada de la libertad, carente de auxilio técnico y cuyo contenido claramente está
dirigido a impugnar la sanción que le fue impuesta, pues aparece prístina su intención
recursiva, cuando de su puño y letra y al pie de la Orden Interna..., al notificarse de la
misma escribió la palabra: "Apelo". Tales circunstancias [agregó la Corte provincial]
debieron ser consideradas por el Tribunal de Ejecución a los efectos de analizar la
temporaneidad de la voluntad de impugnar, más aún en virtud del control judicial
permanente que tiene a su cargo (ley nacional nº 24.660, art. 3)" (T.S. de Córdoba, Sala
Penal, "Hadad", Sent. nº 68, del 23/3/2010, con negritas que no obran en el original).
(7) La afirmación del texto principal, aunque pueda parecer perogrullesca, tiene su
razón de ser: en la práctica, no es infrecuente que el interno, al ser informado del hecho
que se le atribuye para que pueda hacer su descargo, en lugar de formular éste, impugne.
Si se reflexiona en detalle sobre esta hipótesis, se advertirá que el recluso se agravia de
una resolución aún no ha sido dictada. Es que, una cosa es el control "preventivo" de los
actos de la administración penitenciaria que se le permite el interno mediante el
descargo, y otra muy distinta, el control "reparador", que materializa la interposición del
recurso y su consiguiente conocimiento por parte del juez de ejecución o juez
competente. Ahora bien, en el supuesto mencionado, esa manifestación de voluntad
recursiva que el recluso formula en oportunidad de ser intimado a los fines de su
descargo, podrá ser tomada como una expresión impugnativa ad eventum, esto es,
subordinada al efectivo dictado de la resolución que dispone la sanción.
(10) Dispone esta regla: "El interno será calificado de acuerdo a su conducta. Se
entenderá por conducta la observancia de las normas reglamentarias que rigen el orden,
la disciplina y la convivencia dentro del establecimiento". En la misma sintonía, el
artículo 64 del Anexo IV -Reglamento de la Progresividad y del Programa de
Prelibertad- del decreto provincial cordobés nº 344/08, manifiesta: "La calificación de
Conducta del interno se basará en las manifestaciones exteriores de su actividad,
especialmente en todo lo relacionado a la observancia de las normas reglamentarias que
rigen el orden, la disciplina y la convivencia en el establecimiento y durante las salidas
transitorias, el régimen de semilibertad o los permisos de salida. Se considerarán los
antecedentes del interno registrados en su legajo, los correctivos disciplinarios, llamados
de atención, observaciones especiales, recompensas, y toda otra circunstancia
relevante"; su artículo 65 reproduce la citada regla nacional que prescribe: "La
calificación de Conducta tendrá valor y efectos para determinar la frecuencia de las
visitas, la participación en actividades recreativas y otras que la autoridad competente
establezca". Asimismo, la conducta del interno resulta trascendente a la hora de analizar
la procedencia de las salidas transitorias o la incorporación del interno el régimen de
semilibertad (artículo 17, apartado III, L.E.P.P.L.). Por fin, la cuestión disciplinaria se
muestra idónea para influir en la propia duración del encierro carcelario, en tanto y en
cuanto el ordenamiento jurídico establece como una de las condiciones para la
procedencia de la libertad condicional, la observancia regular de los reglamentos
carcelarios (artículo 13 C.P.), lo que, desde ya, comprende los antecedentes de conducta
del recluso (arg. artículo 28 L.E.P.P.L.) y la eventual existencia de sanciones
disciplinarias (arg. artículo 52 Anexo IV del decreto provincial cordobés nº 344/08).
(12) Mutatis mutandis, Ayán, Manuel N., "Recurso de apelación", en AA.VV., Medios
de impugnación en el proceso penal, Alveroni, Córdoba, 2007, p. 53.
(17) Cfr. Cesano, José Daniel, Derecho penitenciario: aproximación a sus fundamentos,
Alveroni, Córdoba, 2007, pp. 231 y 232.
(18) T.S. de Córdoba, Sala Penal, "Zabala", Sent. nº 56, del 8/7/2002.
(19) Recuérdese que, por la alocución "incidente de ejecución", debe entenderse "...toda
cuestión o controversia accesoria, promovida por el Ministerio Público, por parte
interesada, organismo administrativo legitimado o provocada de oficio, surgida con
ocasión del proceso en su fase ejecutiva y que abre una vía de trámite distinta a la
principal" (cfr. Ayán, Manuel N., Ejecución penal de la sentencia, actualizado por
Fabián I. Balcarce, Advocatus, Córdoba, 1998, p. 35).
(20) C.S.J.N., "Romero Cacharane", del 9/3/2004, voto conjunto de los ministros Juan
C. Maqueda y Eugenio R. Zaffaroni. El máximo tribunal del país se pronunció aquí por
unanimidad, aunque sólo estos vocales votaron en forma conjunta; lo hicieron "según su
voto" Enrique S. Petracchi, Carlos S. Fayt, Antonio Boggiano y Adolfo R. Vázquez.
(21) C.S.J.N., "Romero Cacharane", del 9/3/2004, voto conjunto de los ministros Juan
C. Maqueda y Eugenio R. Zaffaroni.
(22) Para un muy interesante análisis de este pronunciamiento, v. Cesano, José Daniel,
"Sanciones disciplinarias penitenciarias, control jurisdiccional y principio del doble
conforme (A propósito del fallo de la Corte in re "Romero Cacharane")", en Ley, Razón
y Justicia, año 6, nº 9, mayo de 2004 - abril de 2005, Alveroni, Córdoba, 2005, donde el
jurista resalta la importancia del fallo, entre otras cosas, "...porque ha reconocido que el
principio del doble conforme se extiende, también, a toda aquella decisión que ocurre
durante la etapa ejecutiva" (cfr. . Cesano, "Sanciones disciplinarias", p. 292).
(24) Esta concepción fue reiterada por la Sala Penal de la Corte provincial en los casos
"Lobos", Sent. n° 130, del 21/6/2007; "De Anquín", Sent. n° 76, del 15/4/2008;
"Altamirano", Sent. n° 133, del 30/5/2008; "Guzmán", Sent. n° 264, del 29/9/2008;
"Vega", Sent. n° 318, del 18/11/2008; "Adrober", Sent. n° 133, del 27/5/2009; y
"Cánovas Badra", Sent. n° 258, del 2/10/2009, entre otros casos.