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El recurso de los internos contra las sanciones

disciplinarias penitenciarias
Arocena, Gustavo A.

Publicado en: Sup. Penal 2010 (septiembre) , 218

Sumario: I. Introducción. — II. El recurso del interno contra las sanciones disciplinarias
penitenciarias.

Cita Online: AR/DOC/5849/2010

I. Introducción

1. La ley nacional n° 24.660 (Adla, LVI-C, 3375), de Ejecución de la Pena Privativa de


la Libertad (1) (B.O. 16/7/1996) sienta las reglas a las que debe ajustarse la ejecución
de esta especie de pena, en todas sus modalidades.

En su Capítulo I, ella establece un conjunto de "Principios básicos de la ejecución", que


se ven complementados por otros principios generales que surgen del resto del
articulado del texto legal.

Estas directrices fundamentales de la ejecución del encierro carcelario son: el principio


de reinserción social como objetivo de la ejecución de la pena privativa de la libertad; el
principio de reserva; el principio de régimen progresivo, con tratamiento facultativo
interdisciplinario, programado e individualizado; el principio de igualdad; el principio
de respeto a la dignidad del interno; el principio de "democratización"; el principio de
no marginación; y, en lo que interesa particularmente a los fines de este escrito, el
principio de control jurisdiccional permanente.

2. A la hora de escrutar el contenido del control que corresponde al juez respecto de la


ejecución de la pena privativa de libertad, cabe anotar que, a lo largo de todo su
articulado, la citada ley nacional prevé una multiplicidad de funciones del juez de
ejecución o juez competente, las que pueden ser sistematizadas distinguiendo entre
funciones de tutela, funciones decisorias en cuestiones relativas a las modalidades de
ejecución "en sentido estricto", funciones de mero conocimiento y funciones de control
propiamente dicho.

Como uno de los muchos cometidos inherentes a este último rol -o sea, el relativo al
control "en sentido estricto" que incumbe al órgano jurisdiccional en orden a la
ejecución del encierro carcelario-, el ordenamiento prescribe que el juez de ejecución o
juez competente debe conocer de los recursos que interponga el interno contra las
sanciones disciplinarias que se le aplicaren (artículo 96 L.E.P.P.L.).

El presente texto versará, justamente, sobre esta impugnación que permite al recluso
cuestionar las decisiones de la administración penitenciaria que imponen una sanción
disciplinaria.
II. El recurso del interno contra las sanciones disciplinarias penitenciarias

1. Aproximación general

Entre las reglas de garantía que prevé el régimen disciplinario consagrado por la ley
nacional n° 24.660, se encuentra el principio de inviolabilidad de la defensa.

Esta máxima reclama que un miembro del personal directivo del establecimiento
informe al interno de la infracción que se le imputa, de sus fundamentos y alcances, y
de su derecho a presentar sus descargos, ofrecer prueba y ser recibido en audiencia por
el director de la unidad carcelaria antes de dictar resolución fundada (artículos 91 y 95
L.E.P.P.L.).

Pero, además, el ordenamiento legal establece que el interno podrá recurrir la sanción
ante el juez de ejecución o juez competente dentro de los cinco días hábiles, derecho del
que deberá ser informado el interno al notificársele la resolución (artículo 96
L.E.P.P.L.).

Ésta es, conforme hemos adelantado, la impugnación que procuraremos examinar en


este artículo.

2. El ejercicio del poder de recurrir como "disparador" de la operatividad del principio


de control jurisdiccional permanente

Para comenzar, débese enfatizar que el efectivo ejercicio -por parte del recluso- del
derecho de recurrir la sanción disciplinaria impuesta por la administración penitenciaria
derivará en la apertura de la instancia judicial que, por medio de la intervención del
juez encargado de la ejecución, concretizará el principio del permanente control judicial
que prevé el artículo 3 de la ley nacional nº 24.660 (2), y que hemos presentado en los
primeros títulos de este texto.

3. Caracterización del recurso

La impugnación consistirá en un recurso ordinario, devolutivo, sin efecto suspensivo


salvo que expresamente se lo asigne el magistrado interviniente, sin formalidades
legalmente preestablecidas distintas del término de interposición, dirigido contra las
resoluciones del Director de un establecimiento penitenciario que disponen la
aplicación de una sanción disciplinaria, por el cual el interno reclama al juez de
ejecución o juez competente un nuevo examen de la cuestión resuelta en el
pronunciamiento impugnado y, tras él, su revocación, modificación o anulación.

Analicemos separadamente cada uno de los rasgos que integran el concepto.

a. Se trata de un recurso ordinario porque el ordenamiento jurídico no establece para su


procedencia motivos específicos taxativamente determinados.

Por consiguiente, la impugnación podrá plantearse con fundamento en la pretendida


irregularidad de la actividad procedimental a través de la cual la administración
penitenciaria produjo la decisión o en la supuesta incorrección del juicio contenido en la
resolución adoptada por el Director del establecimiento; en el primer caso, el vicio o
error afirmado en el recurso es in procedendo; en el segundo, es in iudicando.

En este último supuesto, si el vicio en el juicio del Director del establecimiento


descansare en el hecho, por haber sido fijado en la resolución con error sobre la verdad
histórica, será in factum; si, en cambio, el error radicare en la inteligencia de la norma
que a ese hecho debe aplicarse, será in iuris (3).

Cualquiera de éstos pueden ser, entonces, los fundamentos específicos de la


impugnación, que se añaden al fundamento genérico de todo recurso, materializado en
la pretensión de subsanar, eliminar o corregir la actividad viciada o defectuosa llevada
a cabo por órganos del Estado integrados por seres humanos que, en cuanto tales, son
susceptibles de cometer errores en la ardua tarea de aplicar las normas jurídicas al caso
concreto.

Puesto que -como acaba de anotarse- el ordenamiento jurídico no establece límite


alguno en cuanto a los motivos que pueden invocarse para la procedencia del recurso, la
amplitud de la impugnación es absoluta, abarcando no sólo a los errores de juicio -en
cuanto al hecho y en cuanto al derecho-, sino también a los vicios de procedimiento.

En razón de esto, y en virtud de las obligaciones inherentes a la función de control


judicial permanente que corresponde al juez, éste deberá, durante el trámite del recurso,
disponer todas las indagaciones y diligencias que crea útiles a los fines de esclarecer
circunstancias de hecho atinentes al vicio in procedendo o al vicio in iudicando in
factum denunciado por el quejoso.

Desde luego que, durante la sustanciación de dicho trámite, las partes tendrán el derecho
de ofrecer prueba y de controlar la recepción de la misma, conforme lo exige el
principio del contradictorio (4). Es una máxima que impone que el órgano de la
acusación y el interno cuenten con la efectiva posibilidad de fiscalizar el ingreso al
proceso de los elementos probatorios y argumentar sobre su eficacia conviccional.

b. El recurso tiene efecto devolutivo, toda vez que, a consecuencia de su interposición, la


cognitio causae se transfiere a un agencia estatal distinta y -en algún sentido- de
jerarquía superior a la de quien emitió la decisión impugnada. Es que, deducido el
recurso, el nuevo examen y la consiguiente decisión (sobre la cuestión objetada) es
funcionalmente atribuida al "juez de ejecución o juez competente" (artículo 96 ley
nacional nº 24.660) o "Tribunal competente" (artículo 24, 2° párrafo, Anexo I del
decreto provincial cordobés nº 344/08), sin posibilidad jurídica alguna de que la
resolución de éste sea revisada por el Director del establecimiento carcelario o cualquier
otro miembro de la administración penitenciaria.

A esto obedece, justamente, que aludamos al juez o tribunal competente haciendo


referencia a la agencia del Estado de "jerarquía superior" a la de quien dictó el
pronunciamiento atacado.
c. La interposición del recurso, en principio, "...no tendrá efecto suspensivo" (artículo
96 L.E.P.P.L.; artículo 24, párrafo 3°, Anexo I del decreto provincial cordobés nº
344/08), o sea, no evita la ejecutoriedad de la decisión impugnada.

Sin embargo, las mismas disposiciones que consagran la regla general de la


ejecutoriedad de lo resuelto en el acto administrativo opugnado prescriben que el
recurso adquirirá efecto suspensivo cuando "...así lo disponga el magistrado
interviniente" (artículo 96 L.E.P.P.L.; artículo 24, párrafo 3°, Anexo I del decreto
provincial cordobés nº 344/08).

Esta máxima general de la ausencia de efecto suspensivo del recurso parece, como
mínimo, discutible, en tanto y en cuanto contraría un principio general del derecho de
las impugnaciones, según el cual las resoluciones recurribles no serán ejecutadas
durante el término para recurrir y mientras se tramite el recurso (arg. [p. ej.] artículo
453 C.P.P. de Córdoba).

Es un principio que responde a un fundamento evidente: cuando la ley confiere a los


sujetos del proceso el poder de impugnar una decisión, en tanto él no caduque o sea
renunciado o mientras se tramite el recurso interpuesto debe suspenderse, por regla
general, la ejecutoriedad de lo resuelto en dicho acto, no sólo porque la resolución
declarada impugnable -a pesar de su imperatividad- no es aún inmutable y puede, por
tanto, ser alterada en su mandato, sino también por los perjuicios -a veces irreparables-
que podría ocasionar la no paralización de la actividad que necesariamente debía seguir
a su pronunciamiento (5).

Con todo, ante la vigencia de las disposiciones jurídicas que hemos reseñado -y sin que,
prima facie, se advierta la palmaria inconstitucionalidad de las mismas (lo que
conduciría a su ilegitimidad), cabe puntualizar que el magistrado interviniente no podrá
decidir antojadizamente respecto del eventual carácter suspensivo del recurso, sino que
deberá apreciar discrecionalmente si la presentación de la impugnación pone en
evidencia -por la verosimilitud de la pretensión esgrimida por el interno, del apriorístico
valor decisivo de la prueba ofrecida por el recluso o por cualquier otra circunstancia- la
aparente falta de fundamento fáctico o jurídico del reproche disciplinario dirigido en
contra del quejoso.

Puédese aseverar, así, que el juez tendrá, no ya la facultad, sino incluso la obligación de
evitar la ejecutoriedad de la resolución impugnada, cuando la mencionada hipótesis
tenga lugar.

d. Este particular recurso carece de formalidades legalmente preestablecidas distintas


del término de interposición: el artículo 96 de la ley nacional nº 24.660, en lo que aquí
interesa, refiere únicamente que las sanciones serán recurribles ante el juez de ejecución
o juez competente "dentro de los cinco días hábiles". Pero no exige ningún requisito
formal de presentación del mismo.

Es relevante recordar que, en general, la circunstancia de tiempo es rigurosa para la


admisibilidad de los recursos.
En este caso, se establece un término perentorio de iure (6), el que, en virtud de un
principio general del derecho procesal, se computará individualmente (arg. artículo 180
C.P.P. de Córdoba), esto es, empezará a correr para cada interesado desde su
notificación.

En el plazo de cinco días se computarán solamente los días hábiles; se invierte, pues, la
regla vigente en materia penal, según la cual los términos son continuos (arg. artículo
181 C.P.P. de Córdoba.).

Hemos anotado que la ley no establece ninguna condición formal de presentación de la


impugnación.

No obstante, el ya mencionado Anexo I del decreto provincial cordobés nº 344/08


-"Reglamento de Disciplina de los Internos"- prescribe en su artículo 24, párrafo 2º, lo
siguiente: "Tanto el recurso verbal, asentado en acta, como el escrito que presente ante
la administración penitenciaria, deberán elevarse en el término de las seis (6) horas
subsiguientes a su recepción".

Se desprende de esta regla que el recurso podrá ser deducido ante la administración
penitenciaria por medio de un acto verbal y actuado -o sea, de una exposición oral que
se consigna en un acta- o de un acto escrito -vale decir, de una declaración de voluntad
formulada a través de un texto escrito.

De cualquier manera, pensamos que nada obsta a que el interno manifieste su voluntad
impugnativa por conducto de una simple diligencia asentada en las actuaciones
administrativas al momento de notificársele la resolución del Director del
establecimiento, o incluso a que recurra verbalmente, por simple diligencia o mediante
un escrito, ante el propio juez de ejecución o juez competente que conocerá de la
impugnación.

e. Reparando en el acto que puede ser objeto del recurso, hemos señalado que la
impugnación procede contra las resoluciones del Director de un establecimiento
penitenciario que disponen la aplicación de una sanción disciplinaria.

De esta forma, el ordenamiento jurídico limita el objeto impugnable a los


pronunciamientos que el dicta el Director de la unidad carcelaria para resolver el
recurso interpuesto por el recluso.

Desde luego que esta determinación del objeto impugnable, en razón de un principio
general en materia recursiva, responderá a una regla de taxatividad según la cual sólo
serán recurribles tales resoluciones expresamente individualizadas por las normas
aplicables. Por lo tanto, quedan excluidos los actos del procedimiento disciplinario
distintos de la resolución con la cual éste concluye. El recurso, entonces, no podrá tener
por objeto actos tales como, por ejemplo, la información al interno de la infracción que
se le imputa (artículo 96 L.E.P.P.L.) (7).

f. Ahora bien, si se tienen en cuenta las condiciones para la impugnación desde un


punto de vista subjetivo, veremos que, en el conjunto de los requisitos establecidos por
la ley en orden a los sujetos del proceso, se insertan normas que prescriben que el
derecho de recurrir las sanciones ante el juez de ejecución o juez competente
corresponde al interno (artículo 96 L.E.P.P.L.).

También aquí, en sede de análisis de la impugnabilidad subjetivo del recurso que


estudiamos, regirá un principio general de taxatividad en cuya virtud el poder de
recurrir corresponde tan sólo a quien le es expresamente acordado por la ley (arg.
artículo 443 C.P.P. de Córdoba). Será, pues, únicamente el interno sancionado quien
podrá ejercer dicho poder.

Es sabido que, en general, las leyes procesales penales, al ocuparse de este punto, no
sólo acuerdan el poder de recurrir a determinados sujetos o a todas las partes, sino que
además exigen un interés en recurrir como condición de procedencia del remedio (arg.
artículo 443 C.P.P. de Córdoba). AYÁN explica este requisito sosteniendo que, para que
exista tal interés, "...la resolución que se ataca debe tener un contenido desfavorable
para el impugnante, a los efectos del ordenamiento jurídico, concretamente, y no según
su apreciación subjetiva. Es lo que se conoce por agravio o gravamen en el lenguaje
procesal. El interés capaz de sustentar el recurso debe ser objetivamente aprehensible
por la existencia de un gravamen causado al sujeto por el sentido de la resolución. En
consecuencia, ésta debe ocasionarle un agravio o gravamen, esto es, un perjuicio o una
desventaja, consistente en una restricción a su derecho o a su libertad. El perjuicio o
desventaja es un componente esencial en la definición de los recursos"(8).

Con referencia al recurso previsto en el artículo 96 de la ley nacional nº 24.660,


conviene puntualizar que el interés en recurrir no debe ser escudriñado sólo en función
del concreto cumplimiento de la sanción impuesta (9) al interno, sino también de la
repercusión que la cuestión disciplinaria tiene en la calificación de conducta del
condenado (artículo 100 L.E.P.P.L.) (10); y ésta, a su vez, "...tendrá valor y efectos para
determinar la frecuencia de las visitas, la participación en actividades recreativas y otras
que los reglamentos establezcan" (artículo 103 L.E.P.P.L.). De tal suerte, la existencia de
gravamen podrá reconocerse aun cuando el recluso hubiera cumplido la sanción que se
le hubiere aplicado, pues, como remanente perjudicial, subsiste la incidencia que la
medida disciplinaria podrá tener respecto de la conformación de la nota de conducta y
de la ponderación de la eventual observancia -por parte del interno- de los reglamentos
carcelarios.

Bolotnikoff -en un texto relativo a las medidas disciplinarias aplicadas a los presos
preventivos, pero mediante argumentaciones aplicables a nuestro tema- aduce que,
aunque de la normativa aplicable parecería surgir que el único que puede interponer un
recurso respecto de una sanción disciplinaria es el interno, y que debe hacerlo ante la
Administración, "...también podría ser interpuesta la apelación directamente en sede
judicial por un abogado en favor del interno. De no permitirse esta forma de
interposición del recurso -asegura este autor-, la consecuencia sería, en muchos casos, la
indefensión del interno sancionado, ya que no es poco habitual que la Administración
incumpla su obligación de notificar al juez los recursos interpuestos por los
internos"(11).
No podemos más que compartir esta interpretación; sucede que, al fin y el cabo, el
abogado defensor del interno protege e integra la personalidad jurídica de éste, y las
leyes procesales penales, en general, incluyen una disposición general en materia
impugnativa conforme la cual los recursos a favor del imputado podrán ser deducidos
por él o su defensor (arg. artículo 445 C.P.P. de Córdoba).

g. Mediante la interposición del recurso, el interno reclama al juez de ejecución o juez


competente un nuevo examen de la cuestión resuelta en el pronunciamiento impugnado
y, tras él, su revocación, modificación o anulación. Esto se vincula con las finalidades
que persigue la presentación de la impugnación.

Es indudable que en la deducción del remedio está inmanente la pretensión de provocar


un nuevo examen del asunto sobre el que se pronuncia la resolución del Director del
establecimiento que agravia a aquél: éste es, pues, el fin inmediato de la impugnación.

Sin perjuicio de esto, el realización de ese nuevo análisis de la cuestión resuelta en el


pronunciamiento atacado no satisface las expectativas que definen la posición jurídica
y el rol de quien ha ejercido su derecho de recurrir el acto administrativo; por el
contrario, la finalidad mediata a la que se orienta la interposición del recurso es, como
hemos señalado, que el juez de ejecución o juez competente, revoque, modifique o
anule la resolución que dispone la sanción. Como bien explica Ayán, esto no significa
que, abierta la vía impugnativa, necesariamente, deba concluirse en uno de esos
pronunciamientos. El planteamiento del recurso contiene una pretensión procesal que
puede ser acogida o rechazada. Si el órgano jurisdiccional desestima la pretensión del
impugnante, el pronunciamiento será confirmatorio de la primera resolución -la dictada
por Director del establecimiento-, y ésta se mantendrá incólume. Si la acoge, revocará,
modificará o anulará la resolución atacada (12).

4. Término para la resolución del recurso

La revocación, modificación o anulación pretendidas por el recurrente deberán decidirse


por medio de una resolución que, conforme surge del artículo 96 de la ley nacional nº
24.660 -y del artículo 24, párrafo 4°, Anexo I del decreto provincial cordobés nº
344/08-, deberá dictarse en el término de sesenta días.

Conviene añadir que estas mismas disposiciones que establecen el plazo de sesenta días
para la resolución del recurso, en una cuestionable decisión normativa (13), prescriben:
"Si el juez de ejecución o juez competente no se expidiese dentro de los sesenta días, la
sanción quedará firme".

En nuestro concepto, las reglas del artículo 96 de la ley nacional nº 24.660 y del
artículo 24, párrafo 4°, Anexo I del decreto provincial cordobés nº 344/08 son normas
inconstitucionales (14), y así deben ser declaradas por los órganos jurisdiccionales
competentes para conocer del recurso interpuesto por el interno (15).

No desconocemos que la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación, en


jurisprudencia inveterada, ha sostenido que la declaración de inconstitucionalidad de
un precepto es un acto de particular gravedad institucional (16).
Sin embargo, pensamos que la confirmación ficta de una sanción disciplinaria
penitenciaria recurrida por el interno sancionado resulta vulneratoria de la garantía - de
raigambre constitucional- de la tutela judicial efectiva (artículo 25 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos; artículo 75, inciso 22, C.N.).

Como lo ha sostenido Cesano, "...la Convención Americana sobre Derechos Humanos


garantiza el derecho a la tutela judicial efectiva (artículo 25). Tal principio no sólo
confiere el "derecho a un recurso sencillo y rápido [...] ante los jueces o tribunales
competentes" (art. 25.1), sino que además exige a los Estados parte "garantizar que la
autoridad competente prevista por el sistema legal [...] decidirá sobre los derechos de
toda persona que interponga tal recurso" (artículo 25.2.a). La garantía en cuestión no
hace otra cosa que exigir, a los Estados parte, la previsión de un recurso efectivo. Se
trata de una auténtica obligación de resultado por cuanto -como apunta Juan Carlos
Hitters- "[...]no es suficiente con que exista en el derecho interno la posibilidad
abstracta de ejercer un carril de este tipo, sino que es necesario que el mismo (es decir:
el recurso) produzca los efectos deseados, esto es, que sea efectivo para proteger el bien
jurídico tutelado. Esta exigencia jamás podría ser satisfecha con una previsión (como la
del artículo 96 [de la ley nacional nº 24.660]), en la cual el silencio del juez (la omisión
de resolver) es presumida por el legislador como una respuesta confirmatoria del
ejercicio de la potestad disciplinaria penitenciaria"(17).

En función de esto, y teniendo en cuenta que el Tribunal Superior de la Provincia de


Córdoba ha admitido la declaración de inconstitucionalidad de oficio (18),
consideramos que el juez de ejecución o juez competente, en las hipótesis en que ha
expirado el plazo de sesenta días al que nos hemos referido, debe oficiosamente declarar
la invalidez de las normas que prevén la confirmación ficta de la sanción disciplinaria,
esto es, de los artículos 96 de la ley nacional nº 24.660 y 24, párrafo 4º, Anexo I, del
decreto provincial 344/08; y ello, insisto, en razón de que constituyen prescripciones
conculcatorias del derecho a la tutela judicial efectiva, que consagra nuestro
ordenamiento constitucional, en los artículos 25 de la Convención Americana de
Derechos Humanos y 75, inciso 22, de la Constitución Argentina.

El juez de ejecución o juez competente, entonces, deberá resolver el recurso interpuesto


por el recluso contra el acto administrativo que dispone la imposición de la sanción
disciplinaria, por medio de un pronunciamiento que expresamente dirima la cuestión; y
tal decisión jurisdiccional, por resolver un incidente de ejecución (19), habrá de revestir
la forma de auto.

Es que, como es sabido, esta clase de resolución jurisdiccional es, justamente, la que
deben dictar los jueces para resolver un incidente o artículo del proceso (arg. artículo
141 C.P.P. de Córdoba).

Cabe agregar que, contra el auto que resuelva el incidente de ejecución provocado por la
interposición del recurso contra la sanción disciplinaria, procederá recurso de casación
(artículo 502 C.P.P. de Córdoba).

En lo tocante a este último tópico, parece pertinente mencionar que la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, en el precedente "Romero Cacharane", dejó sin efecto una
resolución de la Cámara Nacional de Casación Penal que, para declarar mal concedido
un recurso de casación interpuesto contra la decisión de un juez de ejecución penal que
no hizo a un recurso deducido contra una sanción impuesta por el Servicio Penitenciario
de Mendoza a un recluso, había aducido que: a) las cuestiones relacionadas con la
función de control penitenciario, de competencia originariamente administrativa
excepcionalmente resultan recurribles ante el juez de ejecución"; b) cuando éstas sean
apelables lo serán en el interior del país ante las cámaras federales y en la Capital
Federal ante la cámara nacional; y c) las acotadas cuestiones de naturaleza netamente
jurídica que resuelve el juez de ejecución no estaban sujetas a embate casatorio a no
ser que se encontraran vinculadas con el título ejecutivo de la condena. Según el
cimero tribunal nacional, aunque las postulaciones planteadas en el caso remitían "a
cuestiones de derecho procesal", ellas "...estaban sometidas a control judicial del juez
de ejecución y al doble conforme a través del recurso previsto en el artículo 491 del
Código Procesal Penal [de la Nación]. Por otra parte [enfatizó el alto cuerpo], todo lo
referente a la proporcionalidad de la sanción disciplinaria así como al procedimiento
llevado a cabo para su imposición, constituían cuestiones vinculadas directamente con
puntos regidos por nuestra Constitución, a la ley 24.660 y a las normas de derecho
internacional dentro de las cuales ésta se encuentra inserta por decisión del legislador
al sancionarla. En tales condiciones [concluyó la Corte], el pronunciamiento
impugnado, al omitir pronunciarse sobre cuestiones fundamentales para la resolución
del caso, está desprovisto de fundamentación suficiente para tenerlo como un acto
jurisdiccional válido y consecuentemente corresponde su descalificación"(20) (el
destacado es agregado). Se remarcó también en el fallo que "...diferenciar cuestiones
administrativas de cuestiones jurídicas responde a una concepción anacrónica de la
ejecución de la pena en la que la relación de sujeción especial del condenado con el
Estado se da dentro de un ámbito "administrativo" donde no existe delimitación de
derechos y obligaciones de modo que todo queda librado a la discrecionalidad del
Estado"(21) (el destacado es añadido) (22).

En la misma orientación, la Sala Penal del Tribunal Superior de Córdoba, en autos


"Herrera"(23), sostuvo: "...en materia de ejecución de penas, su control por vía del
recurso de casación se encuentra limitado a las resoluciones que pongan fin a la pena, o
hagan imposible que continúen, o que denieguen la extinción, conmutación o
suspensión de la pena, a las que aún cuando no tengan ese efecto signifiquen el cese del
encierro (libertad condicional, libertad asistida, prisión domiciliaria, prisión
discontinua), o bien cuando se trate de decisiones que mantienen situaciones que se
relacionan con el agravamiento de las condiciones de cumplimiento de la pena, sea bajo
modalidad de encierro o no (...), o se trate de una cuestión que vincule la infracción
impuesta con la pérdida de algún beneficio (...). En este marco, corresponde admitir
también la impugnabilidad de resoluciones como la del caso de autos, en la que se
confirman las sanciones disciplinarias impuestas al interno, lo que le impide, por lo
menos abstractamente, obtener beneficios tales como la flexibilización del encierro
carcelario (v. gr., salidas transitorias, semilibertad, libertad condicional y asistida). Es
que durante el período de prueba, se procura la flexibilización del encierro penitenciario
siempre que se hayan desarrollado conductas que implican capacidad para el
sostenimiento y ejercicio sistemático de métodos de autogobierno, de modo que
habiliten la disminución progresiva de las medidas de vigilancia como preparación para
el egreso" (la bastardilla es nuestra) (24).
La Corte provincial agregó que la casación procede no sólo contra resoluciones del juez
de ejecución que confirman una sanción disciplinaria de una entidad tal que implique la
pérdida -incluso potencial- de un beneficio relacionado con la flexibilización del
encierro carcelario, sino también cuando, careciendo la medida disciplinaria de dicha
entidad, ha sido inadmitido arbitrariamente el recurso de apelación, frustrándose la vía
prevista para la tutela judicial efectiva con exceso de rigor formal (25).

(1) En adelante: L.E.P.P.L.

(2) En este sentido, v. C.S.J.N., "Romero Cacharane", del 9/3/2004, voto conjunto de los
ministros Juan C. Maqueda y Eugenio R. Zaffaroni, considerando nº 17.

(3) Mutatis mutandis, AYÁN, Manuel N., Recursos en materia penal, 2ª edición,
actualizada por Gustavo A. Arocena y Fabián I. Balcarce, Lerner, Córdoba, 2001, pp. 95
y 96.

(4) En el precedente "Arce", la Sala Penal del Tribunal Superior de Córdoba, al resolver
una casación interpuesta contra el pronunciamiento del juez de ejecución que desechó
un recurso deducido contra una sanción disciplinaria, manifestó: "Este Tribunal ha
señalado, ...en atención a la garantía de la inviolabilidad de la defensa en juicio, que
todo imputado tiene derecho a controlar la producción de la prueba que se pretenda
incorporar al proceso en su contra, en igualdad de condiciones con el órgano del estado
habilitado para el ejercicio de la acción penal. Lo dicho, se individualiza como el
principio del contradictorio" (T.S. de Córdoba, Sala Penal, "Arce", Sent. n° 70, del
23/3/2010, con negrita ya incluida en el original). Y, en virtud de ello, añadió: "En el
caso, el Juez de Ejecución inmediatamente después de que el Sr. Fiscal solicitara, previo
a dictaminar, la recepción del testimonio de ...[determinado guardiacárcel], debió poner
en conocimiento de la defensa el diligenciamiento de la prueba ofrecida, para garantizar
en este caso el derecho que posee el encartado y su defensor de controlar la producción
de la misma, logrando así la igualdad de condiciones entre el Ministerio Público y la
defensa" (T.S. de Córdoba, Sala Penal, "Arce" cit.).

(5) Mutatis mutandis, Ayán, Recursos, pp. 280 y 281.

(6) Sin perjuicio de esto, conviene destacar que la Sala Penal del Tribunal Superior de
Córdoba, en el precedente "Hadad", tuvo oportunidad de resolver que "...la declaración
de inadmisibilidad por la extemporaneidad en la interposición de la apelación a la
sanción disciplinaria impuesta al interno, importa un exceso de rigor formal y una
frustración arbitraria de la vía impugnativa intentada, conculcatorio del derecho de
defensa en juicio y del debido proceso (C.N., 18 y Const. Prov., 40). Ello así [explicó la
Casación cordobesa], por cuanto se trata de un escrito formulado por una persona
privada de la libertad, carente de auxilio técnico y cuyo contenido claramente está
dirigido a impugnar la sanción que le fue impuesta, pues aparece prístina su intención
recursiva, cuando de su puño y letra y al pie de la Orden Interna..., al notificarse de la
misma escribió la palabra: "Apelo". Tales circunstancias [agregó la Corte provincial]
debieron ser consideradas por el Tribunal de Ejecución a los efectos de analizar la
temporaneidad de la voluntad de impugnar, más aún en virtud del control judicial
permanente que tiene a su cargo (ley nacional nº 24.660, art. 3)" (T.S. de Córdoba, Sala
Penal, "Hadad", Sent. nº 68, del 23/3/2010, con negritas que no obran en el original).

(7) La afirmación del texto principal, aunque pueda parecer perogrullesca, tiene su
razón de ser: en la práctica, no es infrecuente que el interno, al ser informado del hecho
que se le atribuye para que pueda hacer su descargo, en lugar de formular éste, impugne.
Si se reflexiona en detalle sobre esta hipótesis, se advertirá que el recluso se agravia de
una resolución aún no ha sido dictada. Es que, una cosa es el control "preventivo" de los
actos de la administración penitenciaria que se le permite el interno mediante el
descargo, y otra muy distinta, el control "reparador", que materializa la interposición del
recurso y su consiguiente conocimiento por parte del juez de ejecución o juez
competente. Ahora bien, en el supuesto mencionado, esa manifestación de voluntad
recursiva que el recluso formula en oportunidad de ser intimado a los fines de su
descargo, podrá ser tomada como una expresión impugnativa ad eventum, esto es,
subordinada al efectivo dictado de la resolución que dispone la sanción.

(8) V. Ayán, Recursos, pp. 148 y 149.

(9) Según el artículo 87 de la ley penitenciaria nacional, las sanciones aplicables al


recluso son: a) la amonestación; b) la exclusión de las actividades recreativas o
deportivas hasta diez (10) días; c) la exclusión de la actividad común hasta quince (15)
días; d) la suspensión o restricción total o parcial de derechos reglamentarios de hasta
quince (15) días de duración; e) la permanencia en su alojamiento individual o en celdas
cuyas condiciones no agraven ilegítimamente la detención, hasta quince (15) días
ininterrumpidos; f) la permanencia en su alojamiento individual o en celdas cuyas
condiciones no agraven ilegítimamente la detención, hasta siete (7) fines de semana
sucesivos o alternados; g) el traslado a otra sección del establecimiento de régimen más
riguroso; y h) el traslado a otro establecimiento.

(10) Dispone esta regla: "El interno será calificado de acuerdo a su conducta. Se
entenderá por conducta la observancia de las normas reglamentarias que rigen el orden,
la disciplina y la convivencia dentro del establecimiento". En la misma sintonía, el
artículo 64 del Anexo IV -Reglamento de la Progresividad y del Programa de
Prelibertad- del decreto provincial cordobés nº 344/08, manifiesta: "La calificación de
Conducta del interno se basará en las manifestaciones exteriores de su actividad,
especialmente en todo lo relacionado a la observancia de las normas reglamentarias que
rigen el orden, la disciplina y la convivencia en el establecimiento y durante las salidas
transitorias, el régimen de semilibertad o los permisos de salida. Se considerarán los
antecedentes del interno registrados en su legajo, los correctivos disciplinarios, llamados
de atención, observaciones especiales, recompensas, y toda otra circunstancia
relevante"; su artículo 65 reproduce la citada regla nacional que prescribe: "La
calificación de Conducta tendrá valor y efectos para determinar la frecuencia de las
visitas, la participación en actividades recreativas y otras que la autoridad competente
establezca". Asimismo, la conducta del interno resulta trascendente a la hora de analizar
la procedencia de las salidas transitorias o la incorporación del interno el régimen de
semilibertad (artículo 17, apartado III, L.E.P.P.L.). Por fin, la cuestión disciplinaria se
muestra idónea para influir en la propia duración del encierro carcelario, en tanto y en
cuanto el ordenamiento jurídico establece como una de las condiciones para la
procedencia de la libertad condicional, la observancia regular de los reglamentos
carcelarios (artículo 13 C.P.), lo que, desde ya, comprende los antecedentes de conducta
del recluso (arg. artículo 28 L.E.P.P.L.) y la eventual existencia de sanciones
disciplinarias (arg. artículo 52 Anexo IV del decreto provincial cordobés nº 344/08).

(11) V. Bolotnikoff, Pablo, "Sanciones disciplinarias penitenciarias impuestas a los


presos preventivos y su forma de impugnación", en Cuadernos de Doctrina y
Jurisprudencia Penal, año IX, nº 17, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2004, p. 176.

(12) Mutatis mutandis, Ayán, Manuel N., "Recurso de apelación", en AA.VV., Medios
de impugnación en el proceso penal, Alveroni, Córdoba, 2007, p. 53.

(13) En orden a este punto, y basándose en constataciones hechas respecto del


funcionamiento de los Juzgados Nacionales de Ejecución Penal de la Capital Federal,
GIL Belloni y García sostienen que, en la práctica, se advierten demoras de la autoridad
penitenciaria al informar al órgano judicial la aplicación de las sanciones disciplinarias,
y que los jueces carecen de oportunidad real para efectuar el debido control judicial
debido al desmesurado cúmulo de tareas que tiene a su cargo, por lo que resulta
irracional que el efecto de la interposición de la impugnación no sea suspensivo; dadas
las condiciones actualmente reinantes -sentencian estos autores-, el efecto de la
apelación debe ser suspensivo de manera tal de impedir la imposición de una sanción
que -una vez controlada por el juez competente- puede resultar ilegítima, nula,
inaplicable e injusta (cfr. Gil Belloni - García, "El control judicial de las sanciones
disciplinarias", p. 305).

(14) Inclusive así lo hemos declarado en reiterados casos, en oportunidad de resolver


recursos contra sanciones disciplinarias en nuestro carácter de titular del Juzgado de
Ejecución Penal nº 3 de Córdoba. Pueden verse, por ejemplo, nuestros
pronunciamientos en los autos "Loyola", del 8/3/2010; "Crespo", del 22/4/2010;
"Peralta", del 7/5/2010; "Heredia", del 11/5/2010; "Flores Mercante", del 21/5/2010;
"Banegas", del 15/6/2010; "Calvimonte", del 30/6/2010, entre otros. También ha
declarado esta inconstitucionalidad el Juzgado de Ejecución Penal nº 1 de nuestra
ciudad, en los precedentes "Churquina", del 30/4/2004; "Herrera", del 17/4/2008"; y
"Nieto", del 11/5/2010, entre otros.

(15) De la misma opinión, Cesano, José Daniel, "Derechos fundamentales de los


condenados a penas privativas de la libertad y restricciones legales y reglamentarias: En
búsqueda de los límites del legislador y de la administración", en Ícaro, Revista de
Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad y el Encierro, año 3, nº 3, Fabián J. Di
Plácido Editor, Buenos Aires, 2008, pp. 221 y 222.

(16) C.S.J.N., Fallos: 258:60; 292:211; 296:22, entre muchos otros.

(17) Cfr. Cesano, José Daniel, Derecho penitenciario: aproximación a sus fundamentos,
Alveroni, Córdoba, 2007, pp. 231 y 232.

(18) T.S. de Córdoba, Sala Penal, "Zabala", Sent. nº 56, del 8/7/2002.
(19) Recuérdese que, por la alocución "incidente de ejecución", debe entenderse "...toda
cuestión o controversia accesoria, promovida por el Ministerio Público, por parte
interesada, organismo administrativo legitimado o provocada de oficio, surgida con
ocasión del proceso en su fase ejecutiva y que abre una vía de trámite distinta a la
principal" (cfr. Ayán, Manuel N., Ejecución penal de la sentencia, actualizado por
Fabián I. Balcarce, Advocatus, Córdoba, 1998, p. 35).

(20) C.S.J.N., "Romero Cacharane", del 9/3/2004, voto conjunto de los ministros Juan
C. Maqueda y Eugenio R. Zaffaroni. El máximo tribunal del país se pronunció aquí por
unanimidad, aunque sólo estos vocales votaron en forma conjunta; lo hicieron "según su
voto" Enrique S. Petracchi, Carlos S. Fayt, Antonio Boggiano y Adolfo R. Vázquez.

(21) C.S.J.N., "Romero Cacharane", del 9/3/2004, voto conjunto de los ministros Juan
C. Maqueda y Eugenio R. Zaffaroni.

(22) Para un muy interesante análisis de este pronunciamiento, v. Cesano, José Daniel,
"Sanciones disciplinarias penitenciarias, control jurisdiccional y principio del doble
conforme (A propósito del fallo de la Corte in re "Romero Cacharane")", en Ley, Razón
y Justicia, año 6, nº 9, mayo de 2004 - abril de 2005, Alveroni, Córdoba, 2005, donde el
jurista resalta la importancia del fallo, entre otras cosas, "...porque ha reconocido que el
principio del doble conforme se extiende, también, a toda aquella decisión que ocurre
durante la etapa ejecutiva" (cfr. . Cesano, "Sanciones disciplinarias", p. 292).

(23) TSCórdoba, Sala Penal, "Herrera", Sent. n° 180, del 6/12/2006.

(24) Esta concepción fue reiterada por la Sala Penal de la Corte provincial en los casos
"Lobos", Sent. n° 130, del 21/6/2007; "De Anquín", Sent. n° 76, del 15/4/2008;
"Altamirano", Sent. n° 133, del 30/5/2008; "Guzmán", Sent. n° 264, del 29/9/2008;
"Vega", Sent. n° 318, del 18/11/2008; "Adrober", Sent. n° 133, del 27/5/2009; y
"Cánovas Badra", Sent. n° 258, del 2/10/2009, entre otros casos.

(25) TSCórdoba, Sala Penal, "Guzmán", Sent. nº 264, del 29/92008.

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