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Gwen Kirkpatrick
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La nueva novela, escrita por Juan Luis Martínez entre 1968 y 1975, ha venido
adquiriendo una enorme importancia para los escritores chilenos desde que se
publicó en 1977. Durante el período de su composición, Chile vivió el
dramático impacto de la elección del gobierno socialista de Salvador Allende,
el sangriento golpe de estado que perpetró el ejército al mando de Augusto
Pinochet y la dictadura subsiguiente que acarreó un largo período de silencio,
represión, censura, destierros y desapariciones. Sin embargo, ninguno de estos
sucesos encuentra cabida en la narración, como seria de esperarse de un libro
titulado La nueva novela. Por el contrario, este libro repudia el concepto
mismo de nombrar, de contar un relato coherente, de restaurar cualquier orden.
El texto rompe completamente con nuestros acostumbrados patrones de
significación, con todas las formas de la lógica —desde la filosofía y las
matemáticas hasta la identidad individual— que nos han permitido articular un
orden a partir del caos. Incluso el título, La nueva novela, refleja las
ambigüedades de su clasificación. El texto se denomina a sí mismo como una
novela, pero sigue el patrón de un libro de poesía con elementos visuales o
ideogramáticos casi constantes, y lo más desconcertante es que ganó un
concurso literario chileno en la categoría de ensayo. Inscrito en la tradición de
collage de los surrealistas y dadaístas, Martínez yuxtapone elementos de
universos separados: recortes de periódico, fotografías, trozos de poesía,
autobiografía, fórmulas matemáticas, sin faltar objetos adheridos a las
páginas: anzuelos, perforaciones cubiertas con papel transparente, y papel de
seda. También dramatiza, a veces de una manera cómica, la ansiedad
metafísica asociada con los problemas del lenguaje y otros sistemas de
significación. Martínez intenta explorar los límites de un universo utópico en
su búsqueda de un lenguaje original a través de la recolección de materiales
provenientes de un mundo avasallado por los clisés de la cultura.
Para apreciar el texto de Martínez no hay que leerlo sólo a partir del contexto
de inestabilidad social y política en Chile. Chile no es un caso aislado en ese
proceso más amplio de rearticulaciones profundas de los sistemas de
significación, la noción del individualismo, las relaciones del estado y la
familia, el desamparo de la Patria, y la sensación de pérdida y desorden que
genera la lucha misma por encontrar nuevas narrativas para darle un sentido a
la existencia. De hecho, La nueva novela es un texto que supera las fronteras
locales y nacional. Sin embargo, su epígrafe de Edward Lear, "There was an
Old Person of Chili / Whose conduct was painful and silly / He sat on the
stairs eating apples and pears / That imprudent Old Person of Chili," ["Habia
una Vieja Persona de Chile,/ su conducta era odiosa e idiota: / Sentada en una
escalera comía manzanas y peras/ esa imprudente y Vieja Persona de Chile"],
así como las "Dos dedicatorias encontradas por el autor", con su nota oscura
acerca del "denso y trágico" clima psicológico de Chile, nos llevan a pensar
que Martínez quería que por los menos una de las múltiples lecturas posibles
fuese una lectura a partir de Chile. Uno de los elementos que subraya esta
lectura de La nueva novela es su posdata de múltiples páginas que comienza
con una bandera en papel de seda a colores, sobreimpuesta a las palabras "UN
LIBRO CONDENADO: POLÍTICA". Bajo la bandera aparece la ya
mencionada cita de Francis Picabia sobre la Patria y la inmolación de los hijos
(135). Aún más ominosa es la página siguiente, una gráfica con bordes negros
que tiene un conejo (no cualquier conejo sino el de Dürer) en la esquina
inferior de la derecha con las instrucciones: "Dibuje el contorno de cada
cuarto incluyendo puertas y ventanas. Marque dos rutas de escape para cada
miembro de su familia" (136). Martínez reprodujo esta página como la
contraportada del libro, pero en esta segunda reproducción el grabado del
conejo ha desaparecido. Aunque al mismo tiempo podemos leer La nueva
novela en un contexto universal, resulta claro que Martínez concibió su libro
como un texto marcado por su tiempo y lugar. Su atención a los problemas del
lenguaje, a la imposibilidad de la expresión en sistemas de significación
insuficientes, son relevantes para cualquier hablante en cualquier tiempo y
lugar, pero más aún para un escritor que vive bajo las leyes de un estado
militar represivo.
Como cualquier texto que pretende explicar alguna cosa, La nueva novela
tiene su índice, con siete capítulos, una sección de notas y referencias, y un
epígrafe. Todo parece estar en orden. Pero una mirada a los títulos de las
secciones revela de primera instancia algunos de los problemas en esta amplia
gama de "problema a resolver." Los capítulos son:
V. "La zoología"
VI "La literatura"
"Notas y referencias"
Las referencias en los títulos de los primeros capítulos a Jean Tardieu, poeta
francés y dramaturgo del teatro del absurdo, nos dan una idea del tipo de
cuestionamientos que el texto articula. Tardieu era muy conocido por su
lirismo, su sentido teatral, y su cuestionamiento de clisés culturales. También
es el creador de un personaje cómico, el Professeur Froeppel, quien emprende
una búsqueda paranoica y fársica de un lenguaje utópico y personal que le
devolvería al habla su unidad primigenia, en ocasiones evocada como un
balbuceo de onomatopeyas.[4] Otro elemento menos evidente en las
referencias que hace Martínez a Tardieu es el hecho de que él era el líder de la
resistencia literaria durante la ocupación de Hitler en Francia en la Segunda
Guerra Mundial. Al igual que Borges, Martínez ha identificado un escritor
mucho menos conocido como su precursor personal, concediéndose así la
libertad para inventar atributos e influencias. Martínez llega incluso a
reproducir fotos del poeta cuando era un infante, así como una foto del padre
de Tardieu, el pintor Víctor Tardieu, añadiendo con ello otro hilo a la narrativa
entretejida alrededor del tema de la paternidad, tanto literaria como literal.
(126)
Al igual que varios pasajes del libro, esta sección (reproducida parcialmente
aquí) termina con una referencia al nombre del autor, un juego iniciado desde
la primera página del libro. Seguramente esta sección hace referencia al texto
Altazor, compuesto por su predecesor chileno, Vicente Huidobro. En Altazor
Huidobro postulaba un nuevo origen del lenguaje poético, una liberación de
los significados consagrados. Sus experimentos con la fonética de
"golondrina" ("La goloniña / La golongira / La golonlira / La golonbrisa / La
golonchilla...") juegan con el mismo símbolo de la poesía como canto lírico.
De igual manera termina el libro de Martínez, con una página que dice "La
nueva novela: el poeta como Superman". Este Superhombre, "primero bajo la
apariencia de un periodista, luego de un fotógrafo y, por último, tras las
múltiples máscaras de un inquietante y joven poeta chileno, que renuncia
incluso a la propiedad de su nombre" incorpora el mito que "satisface las
secretas nostalgias del hombre moderno, que [...] sueña rebelarse un día [...]
como un `héroe' cuyos sufrimientos están llamados a cambiar las pautas
ontológicas del mundo" (147). Nada en La nueva novela sugiere que el
sufrimiento de este "héroe" o cualquier otro ser humano cambiará los
esquemas del mundo. En un acto final de auto-negación, Juan Luis Martínez,
Juan de Dios Martínez anula toda trascendencia e individualismo que se pueda
identificar en cualquier cosa que él haya "creado" de los trazos del saber a su
alcance. Como en la tapa del libro, se rayan las dos versiones del apellido,
negando la paternidad del autor y la identificación tan fundamental del acto de
nombrar —ni el apellido queda intacto o inmutable.
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NOTAS
[1] "Chile: salir de las catacumbas. Diálogo con Raúl Zurita", Casa de las Américas (La
Habana), Enero-Febrero 1987, no. 160, n. p.
[2] Como dice Brito en Campos minados: Cabe destacar finalmente que este libro jamás fue
absorbido por el sistema dominante ni por la historia oficial. Se mantuvo y se mantiene
hasta hoy como un libro vigente para los escritores chilenos. Martínez es una referencia
cultural insoslayable; su obra, salvo escasos intentos, ha sido pocas veces abordada. No
obstante, me parece que es este escritor rebelde, enigmático, el que encabeza la línea de
lectura, claves de interpelación de la realidad, de los modos de producción textual en Chile,
dejando un camino abierto al arte joven de hoy (42).
[3] Señales de ruta de Juan Luis Martínez (Santiago: Ediciones Archivo, 1987).
[4] Ver: Un mot pour un autre ("Le professeur Froeppel", "Petits problèmes et travaux
pratiques") Paris: Gallimard, 1951, revisado y publicado como Le professeur Froeppel en
1978.
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BIBLIOGRAFÍA