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En torno al profesorado

Joaquín García Carrasco y Antonio Bernal Guerrero


Institución y decepción. La salubridad institucional y la práctica docente.

Bernardo Gargallo López


Estilos de docencia y evaluación de los profesores universitarios y su influencia
sobre los modos de aprender de sus estudiantes.

E. Pesquero Franco, Mª E. Sánchez Martín, M. González


Ballesteros, R. Martín del Pozo, S. Guardia González, J. Cervelló
Collazos, P. Fernández Lozano, M. Martínez Aznar y P. Varela Nieto
Las competencias profesionales de los maestros de primaria.

María Teresa Padilla Carmona y Javier Gil Flores


Evaluación orientada al aprendizaje en la Educación Superior:
Condiciones y estrategias para su aplicación a la Docencia Universitaria.
Institución y decepción. La salubridad
institucional y la práctica docente

por Joaquín GARCÍA CARRASCO


Universidad de Salamanca
y Antonio BERNAL GUERRERO
Universidad de Sevilla

1. Malestar y decepción en las En las conversaciones entre docentes


instituciones docentes se encuentra extendida la referencia a la
Desde hace más de veinte años se han decepción profesional, por múltiples cau-
multiplicado los estudios sobre el “malestar sas. Ya se trate de un verdadero trastor-
docente”. A la difusión de esta preocupación no psicosomático o de una decepción emo-
en España contribuyó el conocimiento de los cional, el resultado final es que son
muchos los que, no obstante una acredi-

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trabajos realizados por Ada Abraham
(1987) en la década de los años ochenta del tada formación intelectual, incluso una
pasado siglo, la extinguida A.I.R.P.E evidente competencia pedagógica, no se
(Asociación Internacional para la reconocen, desde el interior, emocional-
Investigación de la Personalidad de los mente, enriqueciéndose personalmente en
Docentes), así como las investigaciones de esa práctica profesional. Todo ello es
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Esteve (1987). Aquellos estudios recalcaban patente, cuando el sondeo a los profesores
el papel que juega en las situaciones educa- y estudiantes se hace, como lo llevó a cabo
tivas la gestión del sistema emocional y los Latir (2004) y lo han realizado muchos
riesgos a los que en tales contextos se some- otros, mediante historias y entrevistas en
te. En la actualidad, incluso los sindicatos profundidad. En esos casos, aparece al
asumen el malestar psicosomático como observador el malestar en todo su alcan-
uno de los riesgos profesionales que afronta ce. Se afirma que el cansancio emocional
la función docente. Todos comprenden que del profesorado se produce como conse-
la práctica de la formación instituye un cuencia de unos continuados niveles de
entorno de acción con fuertes implicaciones estrés que sobrepasan lo soportable. El
personales, tanto por parte de los alumnos agotamiento emocional del profesorado se
como por parte de los profesores. ha convertido en un riesgo real para todos

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los docentes. A partir de los estudios Creemos que lo más preocupante de la


actuales, puede confirmarse que enferme- situación no está tanto en los riesgos que
dades psiquiátricas como el estrés, la se atribuyen a la profesión docente –todas
ansiedad o la depresión son la principal las instituciones sociales los contienen–,
causa de baja entre el profesorado, espe- sino en el crecimiento del estado de decep-
cialmente en la Educación Secundaria. ción, porque oculta las fuentes desde las
Más de la mitad de los docentes reconoce que la institución docente puede alimen-
que sus problemas de salud están directa- tar la ilusión y constituirse en el espacio
mente relacionados con el ejercicio de su para la realización personal de los profe-
trabajo (Esteve, Franco y Vera, 1995). sionales.

La Fundación Encuentro (2005), en su 2. Comprensión e innovación


informe “España-2005”, denuncia la “vio- En paralelo con la decepción, se va
lencia en el ámbito escolar” como fenóme- extendiendo en el profesorado la convic-
no frecuente; 4 de cada 10 alumnos reco- ción de que la solvencia para beneficiarse
nocen agresiones de otros alumnos de las instituciones educativas requiere
(bulling, mobbing-escolar), y el 10% de los de cierta cultura mínima y exige alguna
profesores, también. Más recientemente, idoneidad básica de la que todos han de
los investigadores advierten de que el disponer antes de sobrepasar sus umbra-
fenómeno innegable del acoso sufrido en les. De ahí que a algunos les entren dudas
la escuela persigue a sus víctimas, pasa- sobre la convicción democrática que esta-
dos incluso muchos años (Piñuel y Oñate, blece el derecho de la educación para
2007). La dramática de esta situación ya todos y otros opinen que la mera idonei-
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fue expuesta en 1906 en la novela de dad cognitiva no proporcione garantía


Robert Musil (1989) sobre las tribulacio- suficiente para la profesionalidad docen-
nes del estudiante Törless. te. Cualquiera de los dos asuntos sitúa la
profesión docente en una situación des-
Estos son, brevemente enunciados, los concertante, si en primer lugar hay que
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datos del problema. La magnitud de estas cambiar el mundo.


cifras muestra cómo el desarreglo emocio-
nal, generado en la práctica profesional, pro- Tal vez, en las buenas prácticas de
duce una interferencia insalubre sobre el muchos profesores se esconda un princi-
trabajo docente. Las instituciones de forma- pio preventivo para el malestar docente y
ción son escenarios de competencia relacio- un principio activo que incide, directa-
nal en los que se encuentra profundamente mente, sobre la motivación haciendo aflo-
implicado el sistema emocional, pero en los rar todo el poder realizativo de la profe-
que la competencia en la gestión emocional sión y todo el potencial desde el que inci-
no se encuentra institucionalmente inscrita den sobre las situaciones problemáticas
en su proyecto educativo, ni explícitamente que, de hecho, se presentan en las insti-
se entiende, a veces, que ha de formar parte tuciones. Como botón de muestra, señala-
del compromiso personal de sus actores. mos dos que tenemos a mano. En uno,
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profesores de literatura, situaban como de el estrés y, en su fase avanzada, apare-


ingrediente de su proyecto docente inno- ce el síndrome del educador burnout: can-
vador buscar “el placer” de estudiar sancio existencial, fatiga, desilusión, sen-
determinados temas literarios y la “ini- timientos de desamparo aprendidos,
ciativa” de los estudiantes al proponer los desesperanza.
temas para indagar, aproximando el estu-
dio de la literatura al propio trabajo de Hay textos que, frente a la desmotiva-
componer una novela (Pennac, 1992). El ción de los alumnos, piden con nitidez
otro ejemplo lo presenta un profesor de más autoridad y más esfuerzo, dos cuali-
filosofía, en un instituto ubicado en un dades imprescindibles. Incluso los hay
barrio “non prestigieux”; situaba en el que atribuyen, precisamente, al criterio
punto de partida para cada tema de su pedagógico del placer y la iniciativa la
programa, vivencias próximas de los estu- fuente del “virus”, con el que la educación
diantes y el contenido de ejercicios libres se encuentra infectada. Muchos profeso-
de redacción (Defrance, 1997). Son infini- res innovadores muestran en sus prácti-
dad las buenas prácticas profesionales en cas que la autoridad, el esfuerzo, el placer
situaciones análogas a aquellas de las que y la iniciativa no son incompatibles: entre
se obtienen los datos y cifras del malestar muchos otros, sirva de ejemplo la obra
docente. Pero, estas prácticas, personales antropológica de Bermúdez (2004), capaz
o institucionales, no proporcionan noti- de conciliar una narrativa placentera con
cias. Es común a las buenas prácticas la información rigurosa. Cuando leemos
plantear la motivación no como problema los informes de buenas prácticas de los
psicológico, ni como idoneidad de acceso, profesores, suelen argumentar sus auto-

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ni como cultura mínima previa, sino como res la validez de sus propuestas mediante
reto pedagógico. No decimos esto como el éxito notable que alcanzaron respecto a
una prueba de ingenuidad o como una las metas que se propusieron. La meta
manera de no asumir la importancia del más frecuente suele mostrarse en datos
problema que demuestran las cifras, sino de éxito para los estudiantes o en benefi-
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por entender que la fatalidad es la mejor cios para la dinámica de la institución;
manera de añadir leña al fuego y de dila- suele quedar invisible la satisfacción pro-
pidar el rico capital humano de que dis- fesional personal que obtuvieron.
pone el Sistema de Enseñanza. La actitud
de fatalidad termina por asumir el punto Todo ello muestra que, entre los obje-
de vista de Bauman (2001), el sentimien- tivos actuales de la supervisión institu-
to de que “el mundo está agotado”. Este cional, hay uno perentorio: el de hacer
es, tal vez, el mejor caldo para la disfun- visibles y difundir las buenas prácticas de
cionalidad emocional de los profesores, si los profesores y las iniciativas innovado-
cualquiera de ellos se hunde en su charco, ras de las instituciones: el de promover-
al tiempo que se ve encadenado a la pro- las, el de facilitarlas, el de estimularlas,
fesión de educador: de este alimento al menos, en la misma medida en que las
comen las decepciones, en esa yesca pren- situaciones problemáticas estimulan el
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malestar de los docentes. Creemos que la como psíquicamente. Como consecuencia


impotencia para la innovación alienta en de este cansancio motivacional-emocio-
mayor medida la decepción de los profeso- nal, el sujeto se hace proclive a la desco-
res que las situaciones problemáticas que nexión participativa con los demás, ve
se ven abocados a afrontar. Disponer de crecer la percepción impersonal de su
infraestructura emocional es tan impor- actividad. La pérdida paulatina del senti-
tante como disponer de infraestructura miento de implicación personal se torna
material, ambas han de formar parte de en el instrumento más a mano para ali-
las responsabilidades de gestión institu- viar las tensiones que atormentan. La
cional. situación se torna en un círculo agobian-
te, surge el sentimiento de falta de reali-
3. El Síndrome de Burnout. zación profesional y personal, aparecien-
El profesor “quemado” do cuadros de ansiedad que disminuyen
Este síndrome, también popularmente la concentración y el rendimiento. Este
conocido como “síndrome de desgaste per- sentimiento de bajo logro profesional y de
sonal” o “síndrome del quemado”, se da escasa realización personal alimenta acti-
particularmente en organizaciones que tudes negativas hacia uno mismo y hacia
promueven servicios, y suele afectar a pro- su trabajo. Se entra así en una fatal espi-
fesionales que mantienen trato con clien- ral alimentada por la baja autoestima, la
tes o usuarios. Como consecuencia del incapacidad para soportar la presión y la
estrés laboral, el síndrome de burnout conciencia de bajo rendimiento profesio-
representa la fase avanzada de dicho nal. La peor de las actitudes frente a este
estrés. Una etapa en la que el sujeto padecimiento real o ante el riesgo poten-
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queda en un sentimiento y sensación de cial de la profesión es la de ocultarlo o la


agotamiento de los propios recursos, per- de no tomarlo en consideración, la de qui-
diendo paulatinamente el interés por su tarle importancia o la de minimizar la
trabajo, creciendo la percepción de impo- incidencia.
tencia ante cualquier requerimiento de
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esfuerzo. Cansancio, fatiga, desilusión, No obstante lo dicho, no se puede con-


sentimientos de desamparo y de desespe- firmar una relación lineal y simple entre
ranza, vienen a dibujar un cuadro sinto- malestar docente y salud mental del pro-
mático que calificamos precisamente como fesor, equivaldría a afirmar que todo pro-
“estar quemado”. En este sentido, se con- blema laboral pone la salud del colectivo
templa el síndrome desde tres dimensio- en riesgo (Schaufeli, Salanova, González-
nes: agotamiento emocional, despersonali- Romá y Bakker, 2002). El porcentaje de
zación en la actividad y percepción de profesores con problemas verdaderamen-
falta de realización profesional y personal. te serios de salud mental es ciertamente
reducido. Esteve (1987, 70), cuando trató
El agotamiento emocional constituye de enumerar las principales consecuen-
el elemento central del síndrome, pudién- cias psicológicas del malestar docente,
dose manifestar esta fatiga, tanto física distinguió gradualmente doce niveles,
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Institución y decepción. La salubridad institucional y la práctica docente

restringiendo sólo a los tres últimos esca- 4.1. Nuevas exigencias profesionales,
lones los referidos abiertamente a la nuevas condiciones laborales y organiza-
salud mental, que se corresponden con el
menor número de profesores afectados.
tivas
Las modificaciones del rol del profesor,
En cualquier caso, las alteraciones ampliándose sus responsabilidades profe-
físicas (insomnio, cansancio crónico, sionales y exigiéndose un mayor compro-
hipertensión, úlceras o desórdenes gas- miso personal, constituyen un importante
trointestinales, etc.) y comportamentales foco de malestar docente, de inquietud
que describen el síndrome de burnout profesional, porque todo cambio impor-
parecen tener un origen primordial en el tante siempre se encuentra asociado a la
estado de cosas del sistema emocional; controversia y al conflicto vital.
estado que puede verse alterado por la
incidencia de situaciones ajenas a la acti- Es el propio contexto de actividad el
vidad propiamente docente (Martínez, que postula, de facto, modificación en las
Salanova, Llorens, García, Grau y Cifre, competencias profesionales, el contexto
2003). presiona más que las leyes que reforman el
sistema. Es el contexto el que expande la
4. ¿Por qué hay profesores varianza en la diversidad de sus alumnos,
“quemados”? y no sólo en variables cognitivas, sino tam-
El contexto laboral y el contexto social bién en las actitudinales y en las cultura-
en el que los profesores han de desplegar les. La competencia pedagógica del profe-
su actividad profesional, presentan una sor, que demanda el momento actual, debe
ser ejercitada en un contexto cultural que

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influencia inequívoca en el quehacer
docente (Blase, 1982). Los grandes cam- se le presenta conflictivo. Un conflicto cul-
bios culturales y sociales contemporáneos tural del que se ve rodeada la profesión y
han inducido importantes transformacio- del que no puede zafarse; conflicto que no
nes en la función docente. Estos cambios sólo afecta a las actitudes ante el conoci-
ponen en crisis las instituciones funda- miento, sino a las actitudes de socializa-
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mentales de la sociedad (Duch, 1997): cri- ción, los modos de ser social, que muchas
sis en las instituciones de acogida (escuela, veces se presentan problemáticos. Son
familia, comunidad), que son los espacios estas actitudes sociales las que especial-
del desarrollo biológico, cognitivo, social y mente erosionan o alteran el perfil profe-
afectivo; crisis de las formas de la cultura, sional con el que solemos identificarnos los
puesto que la cultura literaria tradicional docentes. Frente a la alteración del contex-
(palabra, escritura, libros…) ha ido dando to de socialización, el otro componente de
paso a una cultura audiovisual y de las tec- la controversia –la demanda de centrarse
nologías de la información, modificando en el aprendizaje del alumno, que reclama
profundamente los espacios de actividad y cambio en las prácticas de enseñanza–
provocando brechas generacionales y con- presenta, en las conversaciones de los pro-
textos de incomprensión. fesores, un nivel de importancia menor. La

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suma del compromiso con la socialización tuciones y de las políticas educativas. Sin
problemática y la exigencia de compromiso embargo, este tema parece todavía tra-
con la modificación de las prácticas de tarse en voz baja. En los propósitos refor-
enseñanza, da una resultante de presión madores de la enseñanza suele contras-
sobre el perfil profesional asumido. Se pide tar, comúnmente, la atención prestada al
al profesor que atienda a la diversidad, ya diseño del currículum y la que se concede
sea ésta de orden étnico, social o de cual- a todo lo relativo a las condiciones organi-
quier otro tipo. En los procesos valorativos zativas y laborales en las que los profeso-
de los estudiantes al profesor se le reclama res tienen que desarrollar su actividad.
que acentúe la dimensión personal de la Este aspecto es tanto más a tener en
evaluación. Se demanda al profesor que cuenta, cuanto es generalizada y perma-
sea un profesional reflexivo, investigador e nente la demanda de las reformas en la
innovador. Al tiempo, se le reclama que práctica institucional (Bolívar, 1999).
coadyuve activamente en la realización de
los diversos proyectos de su centro escolar, Las exigencias profesionales actuales,
en permanente estado de cambio institu- constituyen demandas de innovación razo-
cional. Paralelamente, el tiempo de dedica- nables: atención a la diversidad, integra-
ción a la actividad suele computarse, gene- ción de las nuevas tecnologías en el desa-
ralmente, por la ocupación visible (horas rrollo curricular, nuevos métodos de traba-
de clase); cuando los cambios que en su jo, enriquecimiento de los contextos de
perfil profesional se demandan requieren aprendizaje... Pero, si aumenta la presión,
de dedicación invisible (preparación de cla- asociada a la decepción, termina por
ses, innovación tecnológica, reciclamiento expandirse la confrontación entre los pro-
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profesional). Los profesores declaran que fesionales y la dinámica del Sistema de


ésta es también una fuente de presión, si Enseñanza en el que son actores funda-
ha de mantenerse la identificación con los mentales. Del conflicto local, provocado
compromisos profesionales. por minoritarias situaciones problemáti-
cas, se puede pasar a un estado de contro-
Humanizar la profesión (Hargreaves, versia global, a una vivencia conflictiva, no
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1996) nos compromete a todos, no sólo en por el conflicto real, sino por el presenti-
lo que atañe al cambio en el perfil del pro- miento de conflicto generalizado. Este es el
fesor y a la actualización de sus compe- camino, cuyas roderas llevan de la decep-
tencias, o a la actualización de la cultura ción al profesor quemado (Suñé, 2001).
docente, sino también con las exigencias
de la salubridad en el ejercicio profesio- 4.2. La universalización de la educación,
nal. Es decir, el problema del bienestar en la diversificación del alumnado y el
la práctica profesional constituye un ele- incremento de la violencia en los centros
mento esencial de los proyectos institucio- educativos
nales, de los valores y metas a conseguir Tendemos a organizar los significados
por las instituciones: se ha convertido en de los momentos sucesivos de una expe-
un elemento clave del diseño de las insti- riencia dentro de una estructura biográfi-

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ca ordenada. Ese orden, no es un orden discurso (el informe sobre la realidad) en


meramente lógico, aunque está jerarqui- la medida en que se presenta como falsa-
zado en una estructura de dependencias y ble, anda a la búsqueda de la corrobora-
de coherencias. Da cuenta de uno de los ción de teorías y de hechos en contrario,
poderes de la mente. Solemos aglutinar para construir refutaciones. Dentro del
esos poderes sólo a partir de lo que trabajo con la mente narrativa, todos
Bruner denomina la mente paradigmáti- andamos tentados de sobrevalorar lo
ca –conjunto de funciones y operaciones conocido, lo instituido, lo tradicional o
mentales que giran en torno al concepto acostumbrado, por necesidad de vivir en
de “cociente intelectual” –. Pero, hay otro la seguridad del sentido –es imposible
conjunto de funciones y operaciones men- vivir sin él–, y a infravalorar lo novedoso,
tales, mediante las cuales gestionamos porque introduce inseguridad en la expe-
las intenciones, las relaciones personales, riencia; porque, en cierta medida, la nove-
los estados emocionales, propios y ajenos, dad invalida los patrones de comporta-
y la comunicación interpersonal: la mente miento que ya conocemos y dominamos.
mediante la cual tratamos de otorgar sen- Como afirma Esteve (2003), se generaliza
tido a la experiencia en el mundo e inter- en todos los sistemas educativos la pro-
cambiarla y compartirla comunicativa- puesta, por primera vez en la historia de
mente con otras personas. A esta modali- la narrativa pedagógica, de ir más allá de
dad de la mente la califica Bruner (1988) la enseñanza en las acciones de la educa-
de mente narrativa. La denomina así, por ción. Para la mente narrativa esta pro-
la importancia que en ella toman las for- puesta introduce necesariamente contro-
mas narrativas del lenguaje coloquial y versia dentro de las formas habituales de

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literario, frente al informe científico y al discurso, porque se produce una bifurca-
discurso causal regido por la lógica. La ción y confrontación con las narrativas de
mente narrativa, que trabaja con la cohe- la experiencia que teníamos asumidas.
rencia comprensiva que el sujeto constru-
ye sobre su experiencia, se corrobora no En este contexto de profundas trans-
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con el experimento, sino con el consenso formaciones de su labor profesional, todo
negociado del significado en la acción profesor afronta una crisis de identidad,
comunicativa. La mente paradigmática ve removida la seguridad de su experien-
trata de descubrir la estructura del cia y tenemos dificultad para ver con cla-
mundo, la mente narrativa trata de ridad los motivos por los que se nos urge
encontrarle sentido al mundo; es otra el cambio. Como cualquier otro grupo pro-
manera de “hacerlo” (Goodman, 1990). fesional, el de los docentes se ve impelido
Creemos que es en el ámbito de la mente a una permanente adaptación, pero de
narrativa donde el sujeto se juega el sen- modo diferente a la mayoría de aquellos.
tirse enriquecido o sentirse quemado. La propuesta de cambio, aquí, suele
implicar con su discurso un juicio de valor
La mente paradigmática, siguiendo a sobre el “librillo” en el que cada quien
Popper (1991), es una mente que valora el tiene narrada la justificación del proceder
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en su práctica (Fernández Enguita, a promover desde la experiencia formati-


2003). El profesor, ante esta paradójica va. Este es el meollo de lo que pedagógi-
situación, se encuentra emocionalmente camente se denomina objetivo de motiva-
atrapado entre sus deseos de realizar una ción. La dificultad que presenta ese obje-
enseñanza de calidad y las dificultades tivo brota desde las múltiples diferencias
reales de hacerlo según los patrones y desigualdades de acceso –culturales,
metodológicos planteados por los actuales étnicas, sociales, lingüísticas–, las cuales
sistemas educativos. Los cambios en las ponen de manifiesto las múltiples formas
propuestas metodológicas, si no es el pro- en que la diversidad reta a la competen-
pio sujeto quien las promueve, siempre cia profesional de los docentes. “El proce-
llevan, al menos transitoriamente, a una so de socialización convergente en el que
cierta ruptura interior, que predispone al se afirmaba el carácter unificador de la
malestar; especialmente, cuando el cam- actividad escolar en el ámbito de la cultu-
bio no se propone desde un discurso que ra, la lengua y las costumbres, ha sido
parte del valor de la práctica, sino que se barrido por un proceso de socialización
construye en un discurso elaborado, por netamente divergente, que obliga a una
principio, desde una ruptura con ella, diversificación de la actividad del profe-
desde la crítica por sistema. Esta ruptura sor para atender así a la diversidad de
suele, a veces, caracterizar al denomina- sus alumnos” (Esteve, 2003, 198). Se
do discurso progresista o sociocrítico. El incrementa la diversidad en los centros
discurso de la innovación, como conse- educativos y su necesidad de atención,
cuencia de los cambios sociales, debe pero paralelamente muchos profesores no
hacer justicia con la práctica, porque efec- han sido preparados para afrontar tan
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tivamente se trata de una propuesta con- complejo problema pedagógico.


tingente, dentro de la vigencia de una his-
toria de práctica docente; siempre se El discurso crítico sobre la educación
trata de contingencia dentro de una debe precaverse de que, en estas circuns-
vigencia, así es siempre el cambio sisté- tancias, los juicios de hecho –por ejemplo,
mico, el cambio evolutivo en los sistemas sobre el fracaso educacional–, pueden ser
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complejos. recibidos como juicios de valor que recaen


sobre los agentes de la práctica educativa.
La práctica en otros sistemas sociales El juicio de valor siempre es invalidante.
se construye dentro de una dialéctica de La atribución de culpabilidad, consecuen-
demanda real o inducida y de una oferta te al juicio de valor, genera desmoraliza-
que regula la producción y el mercado. La ción y, en contrapartida, una propuesta
práctica en el sistema de enseñanza se reactiva de intensificar, respecto a los
regula desde un principio de derecho a alumnos, el juicio de valor que los clasifi-
oportunidad para todos y para una pobla- ca en válidos y mediocres. Creemos que la
ción infantil y adolescente en la que, la controversia así planteada es caldo de
conciencia de necesidad que configura la cultivo para la decepción, en vez de incen-
demanda, constituye uno de los objetivos tivar la motivación del profesorado para

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Institución y decepción. La salubridad institucional y la práctica docente

contrarrestar el efecto de las circunstan- dico, la violencia real en las instituciones


cias con iniciativas de innovación. escolares, no la percepción de situaciones
violentadas, supone un impacto inequívo-
A menudo, el docente, desmoralizado, co en el incremento de las tensiones psi-
en lugar de interrogar los hechos e inda- cológicas y sociales que padece una parte
gar sobre las circunstancias que obstacu- del profesorado. Ciertamente, las relacio-
lizan un adecuado desarrollo de la ense- nes entre profesores y alumnos global-
ñanza, propende a atribuir a los estu- mente han cambiado, volviéndose conflic-
diantes la causa del fracaso del sistema, tivas en ocasiones. Existen centros en los
rebotando hacia ellos la culpabilidad. Ya que, por razones de marginación social de
se encargan muchos padres de que rebote, algunos alumnos, o por diferencias cultu-
de nuevo, la atribución. Si los hechos se rales, es posible que los profesores se
reciben como juicios de valor, se asumen encuentren en las aulas con serios proble-
como una declaración de incompetencia. mas, que ahondan sus raíces fuera de la
Por aquí, aboca la situación al malestar institución escolar. Los problemas de dis-
docente. No vemos otra salida al círculo ciplina y de convivencia allí originados
vicioso que romperlo, primero, por el cam- tienen mucho que ver con la construcción
bio en el procedimiento. Este contexto de de “identidades de resistencia” por parte
círculo vicioso, alimentado por los juicios de los niños y los adolescentes. Los profe-
de valor, una imprudencia grave del dis- sores son vistos por ellos como miembros
curso crítico, creemos que es lo que ha lle- de los grupos de poder a los que resisten y
vado en la controversia, al otro juicio de confrontan. El profesorado padece los
valor por el que la insistencia en la inno- variados efectos de esa “resistencia” cul-
tural a la “violencia simbólica” que

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vación se atribuye a una “secta pedagógi-
ca” (Ruiz Paz, 2003) o se interpreta el dis- supuestamente ejercen, la cual se convir-
curso pedagógico como la narrativa de tió en teoría del sistema de enseñanza por
una colosal mentira y al pedagogo, a todo los años setenta del siglo pasado
defensor del discurso de la innovación, (Bourdieu, 1977), cuya tesis era que toda
como si fuese un “comisario político”. La acción pedagógica suponía un ejercicio de
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alternativa, dentro de la controversia violencia simbólica, porque pretendía
sobre el fracaso de la enseñanza, algunas inculcar una arbitrariedad cultural.
veces, se presenta como el tratado o la
teoría de la defensa de la mediocridad en Desde otra perspectiva, las actitudes
el escenario formativo (Salvador, 2004). rebeldes, indolentes, desinteresadas y
En la controversia construida con juicios aun violentas de muchos estudiantes,
de valor, verdaderamente andamos des- pueden interpretarse como manifestacio-
trozándonos unos a otros, sin que por ello nes diversas de un conflicto identitario,
mejore la comprensión de los hechos. modos poco solventes de reclamar partici-
pación personal, voces que tratan de
Aunque sea un problema, de hecho, hacerse oír, aunque se elijan formas ina-
minoritario o institucionalmente esporá- propiadas de expresión, versiones cultu-

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rales contradictorias. La diferencia entre no en contextos no sólo difíciles, sino a


una y otra perspectiva estriba en que en veces de cierta hostilidad (Smyth, 1995).
la primera queda invalidada la práctica La sociedad ha definido la exigencia de un
social y los agentes sociales de esa prácti- alto nivel de calidad para los servicios
ca; desde la segunda, quedan márgenes educativos. El profesor ha sufrido fre-
de acción posible y se encuentran razones cuentemente la atribución de los fracasos
para continuar profesionalmente en la del sistema de educación.
práctica formativa que, además de consis-
tir en una acción profesional, no puede Dos líneas contrapuestas pueden
dejar de ser una acción humanitaria. observarse en las imágenes que del profe-
sor transmiten los medios de comunica-
El hecho de que la violencia sea la que ción social y la literatura de acompaña-
constituya la noticia del sistema de ense- miento a las reformas del sistema de
ñanza daña la imagen pública de la insti- enseñanza: de un lado, se señala a la pro-
tución. Es difícil encontrar en los medios fesión docente como una profesión proble-
de comunicación noticias o comentarios mática; de otro, se presenta una imagen
sobre experiencias ejemplares de la activi- idealizada del profesor, como si la profe-
dad en el sistema de enseñanza, aunque sí sión docente fuese la más digna de las
se encuentren informaciones sobre las profesiones y la de exigencia social más
innovaciones en el sistema científico tecno- imperiosa. La imagen conflictiva de la
lógico. De ahí que creamos que, entre las profesión se alimenta en la controversia
responsabilidades de la gestión del siste- social sobre la educación y en las noticias
ma de enseñanza, debe estar la de crear sobre la violencia en las aulas. El estere-
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instrumentos que hagan visibles las inno- otipo ideal ha sido tradicionalmente
vaciones de los profesores. Se podría fomentado en la etapa de formación ini-
hablar de la invisibilidad del esfuerzo ejem- cial del profesorado, adoptando un enfo-
plar de los profesores. Esta situación no que normativo, planteando el ejercicio
juega precisamente a favor de la preven- práctico futuro desde el reconocimiento
ción del malestar docente, ni a favor del
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de sus objetivos y metas finales, sin pre-


valor real que se concede al fomento de la caver con profesionales experimentados
innovación desde la gestión del sistema. ante las dificultades reales que la prácti-
ca de la enseñanza, más tarde o más tem-
4.3. La imagen pública del profesor prano, en una u otra situación, sin duda
La valoración social de la profesión presentará.
docente oscila entre el elogio y la desacre-
ditación. Por un lado, se habla de la capi- Investigaciones recientes insisten en
tal importancia que tiene el profesorado el deterioro importante de la imagen
dentro del engranaje social, y, por otro, se pública del profesor. La imagen social que
magnifican sucesos realmente lamenta- parece instalarse en la opinión propone
bles. Es frecuente en las conversaciones una visión negativa del hecho educativo
del profesorado el sentimiento de abando- en general. Bastaría un análisis somero
414
Institución y decepción. La salubridad institucional y la práctica docente

de la imagen que, sobre el escenario de la mente único en el que se transmite la


actividad de enseñanza, han resaltado los información; con las tecnologías, el rol
medios de comunicación (Civila, 2005). del profesor se modifica. Y en este senti-
Las oscilaciones emocionales ligadas a do se habla de profesional que ha de
una elaboración muy tensa del autocon- enseñar el “oficio de aprender”. Pero no
cepto contribuyen, en algunos casos, a la todo el profesorado se encuentra a este
sensación de agotamiento de los docentes. lado de la brecha generacional que han
abierto las tecnologías de la información
En la sociedad actual, la apreciación y de la comunicación. Hoy, a muchos pro-
social de las profesiones presenta un fesores se les presenta el reto de cómo
signo claramente materialista, procla- gestionar una relación asimétrica inver-
mándose triunfante el adagio popular tida respecto al empleo de las tecnologías
“tanto tienes, tanto vales”. Desde esta digitales. Los alumnos son los expertos
concepción de las profesiones es fácil en el manejo de las máquinas y el profe-
deducir que, para gran parte de la pobla- sor el que tiene que proponer el sentido
ción, si se puede ganar más dinero en de su empleo. Esta asimetría la expresa-
otras actividades profesionales, y te dedi- ba Negroponte, un gurú de las tecnologí-
cas, pese a ello, a la enseñanza, se trata as, de otra manera: cuando un grupo de
de una decisión incomprensible. Otra sen- adultos discute sobre informática, es que
tencia popular lo expresa paladinamente: tienen en sus casas niños que andan
“el que vale (sabe), vale (sabe), y el que manejando computadoras. Muchos
no, a enseñar”. Hace tiempo, la sociedad docentes y muchas instituciones están
apreciaba en los docentes su saber, su integrando ventajosamente las nuevas

año LXVI, nº 241, septiembre-diciembre 2008, 405-424


abnegación y su vocación; ahora, las pro- posibilidades de trato con las tecnologías
fesiones se valoran directamente por el de la información; la dinámica de los
nivel de ingresos. El saber, la abnegación tiempos indica que quienes pretendan
y la vocación no se estiman como antaño. sostener un modelo de formación cons-
El poder adquisitivo de los profesores se truido únicamente sobre habilidades de
convierte, por esta vía, en un elemento
revista española de pedagogia
actividad presencial, desde el punto de
más de la crisis de identidad que algunos vista del contexto de práctica social que
pueden padecer. viene llegando a toda prisa, participan en
una batalla perdida.
4.4. La soledad de la función docente
En la sociedad informatizada, la Tradicionales agencias socializadoras,
escuela, en cierto modo, también padece como la familia y los grupos sociales
de una crisis de identidad, las funciones organizados, delegan sus responsabilida-
que la definen como proyecto colectivo des educativas, según rezan sus discur-
que toma cuerpo social, se ven alteradas sos, en los sistemas escolares; a veces se
por las formas de actividad por las que percibe, por diferentes razones, un cierto
presionan las tecnologías informáticas. proceso de inhibición, reducción y aun
Ya no es el lugar privilegiado y práctica- dimisión de otros agentes de socializa-
415
Joaquín GARCÍA CARRASCO y Antonio BERNAL GUERRERO

ción (Sarramona, 2000, 68). Pero, ade- es claudicar y dar por perdido un quehacer
más, esta ampliación de las exigencias profesional en el que, como lo demás profe-
hacia los centros educativos no se realiza sores, estamos comprometidos.
en una hipotética situación de sinergia
absoluta entre todas las partes, como era Cuando se trata de plantear estrate-
propio de sociedades más tradicionales o gias para prevenir o reciclar el malestar
de ciertas sociedades contemporáneas en docente, estamos hablando de proponer
las que el consenso social es muy elevado. vías de actividad que protejan de las
No es difícil imaginar que estas transfor- repercusiones negativas del ejercicio pro-
maciones sociales han provocado descon- fesional. La más directa e inmediata de
cierto, a menudo perplejidad y, frecuen- las estrategias es tomar con la suficiente
temente, acusado malestar. Esta es la seriedad el planteamiento de la formación
problemática típica que deben superar inicial de los profesores. Parece de senti-
muchos Consejos Escolares. do común que han de tomarse en conside-
ración tres líneas de planteamiento de
Todo ello constituye motivo para que esa formación inicial. La primera, el esta-
el profesor piense que, en definitiva, se blecimiento de mecanismos de selección
encuentra solo, frente a la rápida diná- para el acceso a la profesión, entre los que
mica de cambio social y al catálogo de deben contarse, sin duda, los conocimien-
responsabilidades crecientes. Sus éxitos tos disponibles; porque, es difícil negar
profesionales permanecen invisibles o que, también, se requieran característi-
arropados en el silencio social, los fraca- cas de personalidad y cierta solidez en las
sos institucionales, en ocasiones, le motivaciones del aspirante. La segunda,
año LXVI, nº 241, septiembre-diciembre, 2008, 405-424

toman como diana. Algún autor ha reco- un acercamiento real al horizonte cogniti-
gido el sentimiento que en voz baja vo en el que han de desempeñar su activi-
comentan en algunos corrillos los profe- dad, el cual no se corresponde, al menos
sores: el de “enseñantes perseguidos” en la enseñanza secundaria, con el de la
(Ranjard, 1984). Algunos profesores se especialización que adquirieron los aspi-
rantes en la Universidad; la formación
revista española de pedagogia

sienten ofendidos y viven en grupo un


inicial requiere de un reciclamiento en
sentimiento de persecución; ocultarlo, no
una mayor interdisciplinariedad del cono-
favorece ni la verdad ni la regeneración
cimiento disponible y en un acercamiento
de sus sentimientos. El sentimiento de
actitudinal y cognitivo a los planteamien-
soledad profesional es un buen alimento
tos de transversalidad que, en todos los
para el estrés o para la decepción.
documentos que declaran las metas del
Sistema de Enseñanza, se proponen. Si la
5. En busca de respuestas para un Universidad ha de jugar un papel en este
malestar en flujo constante capítulo debe favorecer el compromiso con
Pretender dar satisfacción a esta pro- esta perspectiva. La tercera línea tiene
blemática excede de nuestras posibilida- que ver, sin duda, con que se ofrezca a los
des. Pero renunciar a proponer estrategias aspirantes a profesor un escenario de

416
Institución y decepción. La salubridad institucional y la práctica docente

experiencias en las que puedan compro- el nombre, su entraña consiste en un con-


bar la relevancia de los procedimientos en sejo de sabiduría experimentada: debe-
la consecución de los objetivos de forma- mos buscar el remedio en el mismo espa-
ción; entre esos procedimientos deben cio donde se genera el malestar, para no
mostrarse, en la propia organización de la caer en las formas explícitas o implícitas
formación inicial, las virtualidades de la de huida, a las que aludía Freud (1975) en
tecnología en la práctica. Para esta for- su libro de 1920 El malestar de la cultura:
mación inicial no tenemos amplia cultura todas las formas de narcosis (la magia del
disponible, tenemos gran variación de medicamento), la huida a la fantasía (el
planes. Estimamos que convendría dejar contraste entre entornos destruidos y
iniciativa a las Universidades para crear entornos paradisíacos), el aislamiento…
planes experimentales de formación ini- El engagement (Schaufeli, Salanova,
cial y, a partir de ahí, crear una cultura González-Romá y Bakker, 2002) da cuen-
de buenas prácticas. Incluso se ha de ta del fomento de una actitud de vincula-
ensayar la responsabilidad compartida ción y compromiso realizativos con la
entre profesores universitarios y profeso- práctica, su consecuencia lleva a un esta-
res de los diferentes niveles de enseñan- do en el que la modalidad de implicación
za. No deben las competencias diferentes es, al mismo tiempo, el venero de la ener-
limitar una planificación compartida, que gía, del vigor. De esa modalidad de víncu-
se ve, a todas luces, razonable. Incluso, lo con la actividad dan buena muestra las
parece lógico, que la “formación inicial” madres de hijos problemáticos, los cuida-
del profesorado debe presentar dos eta- dores de enfermos crónicos, o quienes per-
pas: una antes de, y otra, inmediatamen- sisten en la investigación aunque el obje-

año LXVI, nº 241, septiembre-diciembre 2008, 405-424


te posterior a la inserción en el sistema. tivo indagado se resiste a aparecer; es la
modalidad de implicación en el trabajo la
Desde la óptica de este trabajo, cual- que alimenta y sostiene la resistencia a la
quier planteamiento preventivo, para evi- fatiga, la que alimenta el autoconcepto
tar el malestar docente, en el nivel de la que vigoriza la decisión de permanecer en
formación inicial, será seguramente más la búsqueda, la que mantiene abierta la
revista española de pedagogia
importante que las iniciativas posteriores compuerta de la gratificación interna, por
de formación permanente (Lopes y otros, más áspero o riguroso que sea el contexto
2007). de actividad. De ese compromiso dan
buena prueba los profesores implicados,
Tanto para la prevención del desgaste persistentemente, en proyectos de inno-
emocional, como para su reparación, vación. No se trata en ningún caso de un
viene proponiéndose, desde la investiga- compromiso contractual, ni siquiera de
ción sobre el tema (Salanova, Schaufeli, un compromiso profesional, ya que dentro
Llorens, Peiró y Grau, 2000) un marco de de él se generó el malestar. Es un víncu-
actividad denominado “work engage- lo con la práctica que sostiene la concen-
ment” (vinculación psicológica con el tra- tración en ella y la dedicación a ella, aun-
bajo). Lo único extraño de la propuesta es que las circunstancias de hecho sean

417
Joaquín GARCÍA CARRASCO y Antonio BERNAL GUERRERO

penosas y la expectativa de éxito lejana; actividad, la autoeficacia, afecta el modo


los tiempos de la actividad transcurren de pensar, el de actuar, y también el de
con rapidez, la demora con la que trans- sentir. La autoeficacia positiva se asocia
curre la actividad no se enlentece, se con la persistencia, con la dedicación y la
tiene la sensación de que el tiempo de la satisfacción en aquello que realizamos; la
práctica transcurre fluida y satisfactoria- autoeficacia negativa se vincula al males-
mente. Todo lo contrario, pues, de lo que tar y a la insatisfacción, al desamparo y al
sucede al sujeto estresado, y a la persona burnout, a la ansiedad y a la depresión
“quemada”. Todos, en una u otra familia (Salanova, Grau, Cifre y Llorens, 2000).
de actividad, tenemos experiencia de esta
modalidad de compromiso práctico. De él Es decir, las creencias sobre la propia
suelen ser buenos ejemplos los profesores eficacia adquieren particular relevancia
que exhiben entusiastas sus trabajosas para afrontar los distintos contextos de
innovaciones, sus “buenas prácticas”. práctica, como un desafío o como una
amenaza. La convicción de competencia
Al estudiar esos contextos de actividad ayuda al profesor para afrontar animosa-
se comprueba la presencia de elementos mente sus relaciones con los colegas en el
facilitadores; entre ellos, la percepción de centro, los diversos problemas organizati-
tener alcance a recursos institucionales vos, materiales y funcionales de la insti-
suficientes, así como poseer condiciones tución, las dificultades de las distintas
personales adecuadas, incrementan los tareas cotidianas en el aula, etc.
niveles de engagement. (Salanova y otros, 2001). Percibirse como
competente no es una cuestión meramen-
año LXVI, nº 241, septiembre-diciembre, 2008, 405-424

Cuando el profesor experimenta que te cognitiva o instrumental, sino también


posee un nivel de autonomía profesional y fundamentalmente afectiva. Los esta-
satisfactorio, cuando tiene el suficiente dos emocionales del sujeto determinan la
grado de control sobre las tareas que ha suerte final de la percepción de su propia
de realizar, tiende a sentirse mejor con percepción de eficacia. El agotamiento
revista española de pedagogia

relación a su actividad profesional, es emocional del profesor fomenta la creen-


decir, aumenta su nivel de engagement. cia negativa sobre su propia competencia,
En la mayoría de investigaciones realiza- y su escasa o nula eficacia para afrontar
das en esta línea, el recurso personal más los múltiples problemas que se le presen-
estudiado es la autoeficacia, o sea, la cre- tan, no hace sino alimentar dramática-
encia en la propia capacidad para organi- mente su cansancio emocional. Se entra
zar y ejecutar los cursos de acción exigi- así en una espiral de negatividad que
dos para manejar situaciones futuras daña continuamente la imagen profesio-
(Bandura, 1997). Tendemos a realizar nal interiorizada y puede perjudicar la
aquellas actividades que dominamos y salud psíquica del docente. El profesor
tratamos de evitar aquellas otras que que percibe más dificultades para la rea-
pensamos que sobrepasan nuestras capa- lización de su labor profesional, no es el
cidades. El compromiso humano con la realista que juzga una situación comple-
418
Institución y decepción. La salubridad institucional y la práctica docente

ja, sino el que se encuentra más próximo de competencias afectivas y emocionales,


a la situación de “quemado”. No estamos que ayudan a combatir los niveles perni-
confrontando el realismo a la ingenuidad, ciosos de estrés en el sujeto (Extremera,
sino la capacidad de resistencia a la difi- Fernández-Berrocal y Durán, 2003; Neves
cultad real y el agotamiento de las posibi- y Esteve, 2000; Prados, 1999; Sureda,
lidades de salida, porque no se encuentra 2002).
margen de acción posible. No proponemos
que la medida a fomentar sea únicamen- Estamos seguros de que un camino de
te la de pagar la dificultad real del con- exploración muy sugerente es el que tra-
texto de actividad aportando únicamente zan aquellos profesores que han pasado
la moneda de la fortaleza psíquica del de padecer, de sufrir con su trabajo, a
profesorado. Más bien proponemos man- adoptar actitudes favorables hacia la
tener las energías para la crítica del sis- enseñanza, pudiendo incluso llegar al dis-
tema, donde lo merezca, precisamente ali- frute personal, a alcanzar notables nive-
mentándolas y sosteniéndolas desde les de entusiasmo y a implicarse en prác-
parámetros de promoción de la autoefica- ticas innovadoras. Cuando las personas
cia. En el profesor quemado no queda creen afrontar situaciones estresantes,
energía ni siquiera para la crítica consis- ciertos mecanismos deben ponerse en
tente, él es la encarnación de la condición acción para que se activen los correspon-
crítica de la situación: la padece, no parti- dientes factores protectores. La enseñan-
cipa en ella. za no es realmente un contexto de prácti-
ca desamparada. Cuando un sujeto, a
Es muy importante la investigación pesar de encontrarse en una situación

año LXVI, nº 241, septiembre-diciembre 2008, 405-424


sobre los mecanismos que median la estresante o claramente desfavorable,
situación de quemado y la del críticamen- desarrolla y manifiesta competencias de
te comprometido, que todavía encuentra afrontamiento, se dice que dispone de
hueco para una práctica personalmente resiliencia, o sea, de la capacidad de evo-
realizadora. Uno y otro profesor partici- lucionar de una manera psicológicamente
revista española de pedagogia
pan de contextos equivalentes ¿Cómo salir sana en situaciones de riesgo o de conflic-
de un estado para encaminarse hacia to, afrontándolas y actuando con iniciati-
otro?, ¿cómo convertir una disfuncionali- va. Entre las aptitudes que permiten al
dad en una funcionalidad?, en definitiva, sujeto afrontar y superar un estado situa-
¿cómo hacer surgir el bienestar del profe- cional problemático –las relacionadas con
sor donde hay malestar? Contar con una el temperamento, con habilidades cogniti-
gama suficiente de recursos personales es, vas, con habilidades relacionales…–, las
como hemos dicho anteriormente, terreno que proporcionan el principal resorte
abonado para una adecuada disposición reactivo son de índole emocional
emocional para afrontar la dificultad. Por (Cyrulnik, 2005).
eso, se han propuesto medidas destinadas
al desarrollo de entrenamientos específi- Tal vez la lección más interesante, que
cos, de habilidades individuales y sociales, se obtiene de quienes mantienen prácti-
419
Joaquín GARCÍA CARRASCO y Antonio BERNAL GUERRERO

cas innovadoras afrontando contextos o implícito, asistimos a momentos de


realmente problemáticos, sea la de cómo cambios de los escenarios escolares que, a
sostienen y argumentan la posibilidad de no dudarlo, están suponiendo y van a
construir una vida significativa, positiva, suponer grandes retos al profesorado, una
creadora, a pesar de las condiciones prueba para su identidad profesional
adversas. No se trata de proponer la bús- (Elmore, 1995). El mantenimiento o la
queda de un tranquilizante, un opio fren- recuperación del orgullo profesional,
te a la realidad problemática e injustifica- habrá de pasar indefectiblemente por la
ble. No por sostenerse en la práctica difí- reconstrucción de las convicciones y de los
cil se hacen más ciegos e inadvertidos res- sentimientos sobre la enseñanza.
pecto a la situación inaceptable. No son Podríamos, tal vez, sostener razonable-
más débiles, ni menos rigurosos, ni menos mente que analizar el bienestar-malestar
lúcidos, ni menos valientes, ni menos crí- docente, consiste en buena medida en un
ticos, ni más blandos; tal vez siguen análisis de la filiación de las creencias y
defendiéndose de la decepción porque son de las convicciones. En ellas nos construi-
más compasivos. mos o nos debilitamos. Tal vez sea esta
convicción en el poder de la creencia lo
Como afirma Castilla del Pino, el que refleja brillantemente Jorge Luis
“lugar” del desequilibrio y el del bienestar Borges (2005, 30) en sus meditaciones
psíquico “está en la intimidad”, compar- sobre Cervantes y Don Quijote: “… ¿qué
ten la geografía interior (Caballé, 2005). significa creer en Don Quijote? Supongo
El fracaso de la práctica, en el ámbito que que significa creer en la realidad de su
sea, lo percibe el actor como un fracaso en personaje, de su mente. Porque una cosa
año LXVI, nº 241, septiembre-diciembre, 2008, 405-424

la intimidad, lo vive como una frustra- es creer en un personaje, y otra muy dife-
ción, lo que, en última instancia, es una rente es creer en la realidad de las cosas
frustración en el proyecto de identidad. que le ocurrieron”. Sin desconocer los
La decepción de los profesores debe ser múltiples obstáculos que se presentan,
tomada como una situación preocupante. sin que la ilusión se convierta en ceguera
revista española de pedagogia

El malestar docente, debe asumirse como o en estupidez, tener ilusiones, poner en


un fenómeno social, básicamente relacio- juego la propia imaginación, en el desem-
nado con las expectativas de la sociedad peño profesional, es absolutamente nece-
sobre el sistema escolar y con el apoyo sario para el bienestar del profesor, y con-
social que se proporciona al profesorado. secuentemente para quienes le rodean en
su labor, poniéndonos todos más allá de la
Hoy, cuando se resalta el conflicto, es monótona realidad, de la “verdadera rea-
razonable la reivindicación del optimis- lidad”. Imaginar, a fin de cuentas, es atre-
mo. No para cancelar o domar la crítica, verse a pensar que las cosas pueden ser y
sino para, sin rebajarla, fomentar la gra- para conseguir estar de otra manera. El
tificación posible al trabajar con otras pensamiento con fantasía, la brega soste-
personas y hacerlo en colaboración nida con realidades en construcción, es un
(Santos Guerra, 2004). De modo explícito capital insustituible para regenerar el
420
Institución y decepción. La salubridad institucional y la práctica docente

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422
Institución y decepción. La salubridad institucional y la práctica docente

Descriptores: Decepción profesional,


malestar docente, instituciones escolares,
bienestar del profesorado, vinculación
personal al trabajo, teoría de la educa-
ción.

Summary:
Institution and disappointment.
Institutional health and the teaching
profession
Emotional imbalance, generated in
teaching practice, produces an unhealthy
interference on professional activity. In
this work, we argue that the most worry-
ing aspect of this situation lies not so
much in the risks attributed to the teach-
ing profession, but in the growth of the
state of disappointment among teachers,
as this conceals the sources from which
the teaching institution can foster enthu-
siasm and become a space for personal
realisation.

año LXVI, nº 241, septiembre-diciembre 2008, 405-424


In the good practices of many teachers
there may be a preventive principle for
teaching malaise and an active principle
that influences motivation. Whilst recog-
nising the many obstacles occurring in
reality, enthusiasm in professional per- revista española de pedagogia
formance, by means of innovation and cri-
tical thinking, has the potential to build a
meaningful and creative life despite
adversities. This may be the best antido-
te to the emotional exhaustion existing
among teachers.

Key Words: Professional disappoint-


ment, teaching malaise, school institu-
tions, teachers’ wellbeing, work engage-
ment, theory of education.

423

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