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DOLORES O LA FELICIDAD
Odisea en tres actos de David Olguín (1995)
Lo contemplamos y no lo vemos;
Su nombre es El Invisible.
Lo escuchamos pero no lo oímos;
Su nombre es El Inaudible.
Lo tocamos sin hallarlo;
Su nombre es El Sutil.
Lao-Tzu
Tao Te Ching, 14
[2]
PERSONAJES*:
Las parcas:
Átropos
Láquesis
Cloto
El Ángel
Lola Sola y sus dobles:
Lola Sola 1 Lola Madre
Lola Sola 2 Lola Abuela
Lola Sola 3 Lola Bisabuela
Lola Plástica 1 Lola Ejecutiva
Lola Plástica 2 Lola Secre
Lola Plástica 3 Lola Mocha
Lola Mearrastro Lola Robótica
Lola Asústame Lola Cura
Lola Mento Lola Mantra
LUGAR: Una habitación blanca. Las paredes son una apariencia: ocultan otras realidades. En un plano alto está una
rudimentaria máquina de tejido. Es el territorio de Las parcas. Se trata de un espacio mental, una especie de no lugar donde
conviven tiempos y espacios diversos. Domina la síntesis de elementos.
VESTUARIO: Las Parcas visten de negro. El Ángel de gris y blanco. Lola y sus dobles usan una misma gama de color en
su vestuario.
PRIMER ACTO
I Las parcas
En un plano alto, Las parcas tejen el Destino. Cloto tiene mal de San Vito y un defecto de habla. Cada vez que trata de
sostener un hilo enmaraña más y más la rueca. Láquesis, ocupada en su revista de moda, se olvida por completo del huso.
Átropos, con lentes oscuros, sostiene una tijera tan oxidada que apenas puede cortar los hilos.
Cloto busca desenredar los hilos pero provoca el efecto contrario. Láquesis continúa absorta en la lectura de su revista.
Cloto observa con impotencia el desastre: los hilos se han enredado en sus manos, la rueca y su cuello.
Átropos se arroja, tijera por delante, sobre Láquesis. Esta se hace a un lado y Átropos cae sobre Cloto.
Láquesis: ¡Cuidado!
Cloto: Los hilos...
Átropos: ¡Toma, perra ingrata! ¡Toma, recalcitrante!
Átropos acciona la tijera sobre Cloto, pero sólo corta hilos a diestra y siniestra.
Pausa.
II El Ángel
Se hace visible una sombra en el balcón. De pronto, aparece en él un Ángel que carga en brazos a Lola Sola, una mujer
joven que viene inconsciente. El Ángel viste un viejo traje gris, cercano a la moda de los años cuarenta, cubierto con una
gabardina raída. Sus grandes alas están percudidas. Una de ellas, rota. Tiene atrofiada una pierna. Cojea hacia el centro
del escenario. Descubrimos su rostro casi femenino, hasta cierto punto perverso. Está rodeado de luz.
Ángel: (Sin ver a Las parcas.) Vengo a presentar una querella. ¡Estoy harto de su estupidez!
[5]
Láquesis: ¿Y éste?
Átropos: ¿Pero qué palabras se te han escapado del cerco de los dientes?
Láquesis: Ay hermana, háblale en cristiano...
Átropos: ¿Acaso no sabes quienes somos?
Ángel: Lo sé... Las parcas, de ingrata memoria. En pocas palabras, un trío de imbéciles.
Átropos: Hombre funesto, pagarás cara tu insolencia. ¡Cloto, sostén su hilo! ¡Láquesis, pónlo en el huso...!
Cloto: No lo encuentro...
Átropos: ¡Ah, cielos, ya verás el poder de mi tijera!
Cloto: La rueca esta enredada.
Átropos: (A Cloto.) ¡Tú sí que eres una imbécil! ¡Busca el hilo, idiota!
Ángel: No lo encontrará jamás. Mi reino es y no es de este mundo.
Láquesis: Cálmate. Déjalo hablar. (En secreto.) Es bastante atractivo.
Átropos: (A Láquesis.) No empieces.
Láquesis: Mira, cojea. Se ve interesante, ¿no?
Átropos: (Al Ángel.) ¿Quién eres?
Ángel: Un pobre diablo. (Deposita amorosamente el cuerpo de Lola Sola en el piso.) En otra esfera mi brillo sería
insufrible para los ojos físicos. Estoy ante ustedes con un cuerpo que nace del éter. ¿Podría tu tijera cortar el aire?
Átropos: Claro que podría.
Láquesis: (Susurra.) Está oxidada, Átropos. Mejor ni digas.
Átropos: Tú cá-lla-te...
Láquesis: Escúchalo. Es guapísimo.
Átropos: ¿Quién eres...? Responde.
Ángel: Ya te dije, un pobre diablo...
Láquesis: Es encantador...
Ángel: Uno de los últimos mensajeros.
Átropos: ¿De quién?
Ángel: De un dios muerto... Otro pobre diablo que se cansó de reinar sobre esferas atrofiadas, sin música. Murió de hastío.
Cloto: ¿Cómo está eso, Átropos?
Átropos: (ACloto.) No seas metiche...
Láquesis: ¿Y estás hecho de éter?
Ángel: La eternidad es mi materia. El tiempo, el aire que respiro. Mi cuerpo es una sombra.
Cloto: ¿Qué es una sombra?
Átropos: Tu cerebro no daría para entenderlo. (Al Ángel.) Vaya... el éter, la inmortalidad... Pero hay formas de destruir a un
ángel. Cortar tus alas, por ejemplo. Tú lo sabes...
Ángel: ¿Y qué más da? Han muerto millones de Tronos y Querubines, Arcángeles, Principados... Han caído en la más
ingrata de las formas del tiempo: el olvido. (Señalando a Lola.) Por lo menos esta mujer todavía me recuerda.
Tiene fe.
Cloto: ¿Qué es el olvido, Átropos?
Átropos: Cállate, hija de... Júpiter...
Cloto: Es que no me acuerdo. ¿Qué es?
Átropos: Cierra el pico. Lo abres sólo para ponernos en vergüenza.
Láquesis: Este hombre tiene una lengua divina... Me la comería enterita. (Al Ángel.) Habla. ¿De dónde vienes?
Ángel: Ya no hay otro cielo encima del que vemos. Un sol negro extiende sus rayos sobre el humo de esta ciudad sombría.
Tengo las alas rotas de tanto caer del cielo.
Láquesis: Un ángel...
Ángel: Un pobre diablo, ya te dije.
Láquesis: Es divino...
Cloto: (Después de mucho cavilar.) Claro, ya entendí... Es un ángel, Átropos. ¡Un ángel de verdad! Por fin conozco uno...
Láquesis: Ay, Cloto...
Cloto: Oye, ¿y vuelas?
Átropos: Ya es hora, ¿no? Bastante mala fama tenemos.
Cloto: ¡No...! ¡La mordaza no...!
Átropos: Como de que no.
Cloto: Por favor, la mordaza no...
Láquesis: Ni pareces del linaje de Júpiter.
Cloto: ¡Quiero hablar con él!
Láquesis: Lo siento. Es un visitante distinguido.
[6]
Láquesis: (Al Ángel.) Perdona, encanto, pero mi hermana es bastante limitada. Tú comprenderás: una no escoge a su
familia... ¿Qué te tomas?
Átropos: ¡Láquesis, por favor! (Al Ángel.) ¿Qué quieres...?
Láquesis: (Adelantándose, coqueta.) ¿..., ángel de hermosas grebas?
Ángel: (Señalando a la mujer tendida en el piso.) Lola. Soy su guardián.
Láquesis: ¿Qué le pasó a la criatura?
Ángel: Eso quiero saber. Tenía serios problemas... y, para colmo, un tijeretazo dejó su vida en suspenso.
Láquesis: Te lo dije, Átropos.
Átropos: ¿Me dijiste qué...?
Láquesis: Tu ciega tijera...
Átropos: Cierra el hocico.
Ángel: Cayó del balcón de un tercer piso.
Láquesis: ¡Válgame!
Ángel: Alcancé a detenerla en el aire. Su grito me desgarró el alma.
Láquesis: Qué bueno que la salvaste...
Ángel: Está suspendida. A dos metros del piso... A dos metros de que su cuerpo se descoyunte y su cabeza se estrelle y la
sangre brote y sus sueños, lo más entrañable, mueran en una acera gris, sucia, entre orines de perro y escupitajos...
Cloto busca con rapidez en la maraña de hilos separando los que están rotos.
Átropos: Ya le tocaba.
Ángel: Imposible. Lo hubiera sabido.
Átropos: ¡Ya le tocaba!
Ángel: No ha terminado. No ha encontrado lo que busca.
Láquesis: ¿Y qué busca?
Ángel: A Lola.
Láquesis: ¿Lola?
Ángel: A sí misma.
Átropos: Oh, Dioses, otra más que se busca a sí misma... No, no, por favor...
Ángel: ¡Busca ser feliz!
Átropos: ¡Lo que una tiene que oír!
Láquesis: ¿Y quién es ella?
Ángel: Una mujer sola... Está perdida. No sabe qué hacer... Mucho podría contarles, pero basta con hablar de su último día...
El tiempo es el aire que respiramos... Hay gestos que resumen una vida. Un salto al vacío es un suspiro que no sale...
Contener el aire y dejarse ir contemplando la inmensidad de la noche... Su grito me desgarró el alma.
Descubrimos, en distintas áreas de la habitación, a tres mujeres con el mismo vestido de Lola Sola: Lola 1 plancha. Lola 2
talla una pieza de madera. Lola 3 termina de hacer una maleta y camina con ella de un lado a otro. Lola Sola está sentada
frente a una botella de licor y un vaso. Bebe y fuma. Todas accionan de manera concertada, como si fuera un sueño donde
enfrentamos, una y otra vez, la misma rutina fatigosa. El Ángel ronda.
Lola Sola: (Mira su reloj. Se incorpora y apaga la grabadora donde suenan los Rolling.) Las tres de la madrugada. Me miro
en un espejo y veo a una mujer extraña.
Lola 2: Si pudiera dejar este cuarto saturado de sales. Huir del trabajo, la ciudad, tu recuerdo.
Lola 1: Siete de la mañana...
Lola 2: Salir de mí misma...
Lola 1: Llueve. Otro día nublado. Gris sobre gris en la ciudad. Vestirme, pintarme, estar bonita... Ir al trabajo, saludar al
jefe, ser hipócrita. Poner buena cara. Ejecutiva, de preferencia... ¿Y para qué? Arrastro mis pies día tras día.
Sobrevivo...
Lola 3: Nueve de la noche y sigo aquí... No me atrevo. Si pudiera irme... Bajar la escalera corriendo, tomar un taxi a la
estación, comprar el boleto del tren. ¿A dónde? Al mar. ¿A qué parte? No importa. Lejos... Dejarlo todo.
[7]
Lola 1: Empieza el día... Café, cigarro, café, cigarro... Otra cruda. “No se ve bien en una dama”, dirá de nuevo el jefe. En la
tarde me invitará a comer. Tratará de tocar mis nalgas...
Lola 2: Podría coger con él. Despeñarme, hundirme... No valgo nada.
Lola Sola: Tres y quince y pienso que uno hace lo que puede...
Lola 2: ¿En dónde estás...?
Lola Sola: No me gusté a tu lado.
Lola 2: ¿Qué sueño habitas...? ¿En qué cama?
Lola Sola: Me desprecio y te desprecio...
Lola 2: Apenas son las cuatro de la tarde y ya no sé cómo terminar el día.
Lola 1: Mi cuerpo pesa.
Lola 2: Siempre pensé que eras un ángel con las alas rotas.
Lola 1: Mis párpados caen sobre este amanecer oscuro...
Lola 2: Jamás podríamos volar...
Lola 1: Cómo quisiera cerrarlos para siempre. No haber despertado. Las últimas gotitas de licor hicieron que ya no pensara
en ti. Pero el llanto del bebito de abajo me siguió en sueños... Tenaz. La vecina cantaba arrullos de cuna. Su voz me
atravesó como un cuchillo. “Un aborto quita la carga”, pensamos... pero ¿quién se lleva el recuerdo? Siempre quise
tener un hijo. Ahora todo es un recuerdo. ¿Estaba dormida o despierta?
Lola Sola: Todavía suena la sirena. La ambulancia recogió a una mujer sola. Quedó un charco de sangre en el piso. El grito
enmudeció el canto de la vecina. “Fue la del décimo. Estaba borracha”, le dirá el conserje.
Lola 1: ¿Estaba dormida o despierta?
Lola 3: En algún sitio podría empezar de nuevo. Donde nadie me conozca. Salir, viajar...
Lola 1: ¿Estaba dormida o despierta?
Lola 3: Nueve y veinte y sigo aquí, despeñada... Cómo me gustaría ser otra.
Lola 2: Tus alas. Me ahogaría en tus alas azules, en el mar de tu mirada...
Lola 3: Soy una cobarde. Nueve y veinticinco... Debería largarme, debería... Siempre debería: si yo hubiera, si yo pudiera, si
yo tratara... Cuánta mierda. (Mira su reloj.) Nueve veintiséis. Lárgate. ¡Ya lárgate!
Lola Sola: “Las mujeres valen menos que los hombres, hija”. Resígnate. “Niña bonita, mujer solita, vieja arrugadita”.
Resígnate.... Resígnate o conquista, castra o cede, revienta o revienta...
Lola 3: ¡Bla, bla, bla, bla! Cuántas frases aprendidas, huecas... Lárgate de aquí, Lola...Ten fe. Tú tienes fe, Lola. Empieza
otra vida. Busca algo distinto...
Lola 2: Una isla... Si tuviera dinero me iría a Grecia. Ojalá pudiera volar sobre tus alas.
Lola Sola: Huesos rotos que han amado. Mis labios, irreconocibles. Fracturas de mandibula, cráneo, espalda... Los ojos
fijos, abiertos...
Lola 3: Cómo me gustaría verte antes de irme, mamá. Nunca nos entendimos, pero me gustaría verte de nuevo... Con los
mismos ojos que cuando te vi por primera vez.
Lola Sola: ¿Por qué hacerlo?
Lola 2: Por nada. Un gesto.
Lola Sola: Nadie tendría la culpa. Hoy mismo, tres treinta de la madrugada...
Lola 1: No, no, vete.
Lola Sola: “Bebía demasiado en las noches”, dirá el conserje.
Lola 2: “Era medio puta. Quería cogérmela. Pobre pendeja... de lo que se perdió”.
Lola 3: El mar... Tus alas... El tiempo...
Cuando Lola Sola enfila decidida hacia el balcón, se hace el oscuro súbito. La música crece.
Luz. Silencio. El Ángel tiene, de nuevo, a Lola entre sus brazos. Se arrodilla y deposita amorosamente su cuerpo en el piso.
Átropos: ¡Deja los hilos, Cloto! (Al Ángel.) Lárgate. No podemos hacer nada.
Láquesis: Claro que podemos.
Átropos: No empieces, Láquesis.
Ángel: No ha muerto. Encuentren el hilo.
Átropos: ¡Jamás nos equivocamos!
Láquesis: Cloto, busca ese hilo.
Ángel: ¡Cometieron un error!
Átropos: ¡Vete!
Láquesis: ¡Átropos, con un carajo...!
Átropos: Respeta a tu hermana mayor. No somos iguales. Háblame con respeto.
Láquesis: (Sarcástica.) ¡Aplaca, oh indómita, la funesta cólera...!
Átropos: ¡Infecta perra arrogante!
Láquesis: ¿Querías respeto, no?
Átropos: ¡Haber vivido tanto para oír estas burlas! ¡Qué impudente vejez!
Láquesis: ¡Ya, doña Atropina, ya..! Bájele, sea razonable por una vez en su vida.
Átropos: Yo no soy razonable; tú lo sabes.
Ángel: ¡Lo que ustedes saben es que cometieron un error!
Átropos: (A Láquesis.) Simplemente no soy razonable. Guárdalo en tu cabeza. Yo no soy razonable. Jamás lo he sido y
nunca lo seré.
Ángel: ¡Cortaron hilos a diestra y siniestra!
Láquesis: Sí, Átropos. No puede seguir este caos. (Señalando a Lola.) Con esta criatura podríamos empezar a remediarlo.
Átropos: ¿Remediar qué?
Láquesis: Todo. Aquí los asesinos gobiernan, los narcos son policías y hasta las esposas blancas tienen de pronto hijos
negros...
Átropos: No seas imbécil. Ahora resulta que los cornudos también presentarán su queja a Las parcas, ¿no?
Láquesis: Hay que arreglar el mundo.
Átropos: (A Láquesis.) Estoy harta de tus sueños de felicidad general. Unos sufren; otros gozan, pero luego sufren. Así es y
punto.
Láquesis: ¿Qué culpa tenía Lola?
Átropos: Mucha. Haber nacido.
Ángel: Déjenla encontrar lo que busca.
Átropos: (Al Ángel.) Ya lárgate, miserable cojo. ¡A buscar lástima a otro sitio!
[9]
Cloto que ha estado buscando un hilo, lo hace ahora con mayor desesperación.
Átropos: (Al Ángel.) Tus ojos encierran una tristeza extraña. Eso nos acerca a los humanos. También desconocemos la
felicidad...
Ángel: Es una ciega esperanza.
Átropos: Una palabra más.
Cloto: ¡Yo soy muy feliz!... Bueno, a mí me hubiera gustado no ser una carpa...
Átropos: ¡Parca, idiota. Parca!
Láquesis: Si yo me refocilara con un ángel, sería feliz.
Átropos: (Al Ángel.) ¿Ves? Nadie se conforma con lo que tiene. No existe.
Ángel: No sé... Lola espera, desespera... Quiere largar a buscarla. Sueña con una isla, una playa, un tren... Tal vez la pueda
encontrar. Eso me atrae... Me intriga...
Átropos: Hagamos un trato. No voy a cortar el hilo.
Cloto: ¡Bravo!
Láquesis: ¡Por fin algo sensato!
Átropos: ¡¿Podrían guardar silencio?! (Al Ángel.) Te va a costar caro.
Ángel: ¿Qué quieres?
Láquesis: (En secreto.) Lo que te dije... Una buena cogida con cada una para empezar.
Átropos: Cá-lla-te. Esto va más allá de tus apetitos.
Láquesis: (En secreto.) No me cabe la menor duda... eres frígida, querida.
Átropos: ¡Perra puta, puta bastarda! ¡Estamos hablando de la felicidad!
Ángel: ¡Ya basta!
Cloto: Ay, me espantó...
Láquesis: Por fin un hombre te pone en tu lugar. Estoy segura de que podría con las tres.
Ángel: (A Átropos.) ¿Qué quieres?
Pausa.
Transición de luz.
V La anunciación
Lola despierta de un largo sueño. La luz de la habitación blanca es intensa. Ella parece flotar en la luz. El Ángel la
contempla.
Lola observa alrededor tratando de comprender dónde está, qué sueño habita.
Lola: ¿Sueño?
Ángel: No... La vida sigue tras los párpados cerrados. Real, tangible...
Lola: Dios mío, ayúdame... Estoy perdida.
Ángel: Te traigo el mensaje, la llave que abre las puertas.
Lola: ¿Qué me está pasando?
Ángel: Las puertas son de aire. Atraviesa el umbral. Viaja.
Lola: Todo me da vueltas.
Ángel: Tu alma salió del cuerpo. Es un viaje circular... Viajas a otro país, un territorio extraño donde eres y no eres. Soy y
no soy. Tu casa es y no es tu casa. No escuchas mi voz porque viene de otra parte. Es y no es.
Lola: ¡No te escucho!
Ángel: Viaja mientras tu cuerpo queda en el aire. Desafía la gravedad. El cuerpo encierra sueños.
Lola: ¿Dijiste sueño?
Ángel: Quiero salvarte...
Lola: ¿Salvarme?
Ángel: ¡Te llevaré a otros reinos!
Lola: ¡Habla más despacio!
Ángel: Tú encierras a otras Lolas. Alguna debe ser feliz.
Lola: ¡No te entiendo, carajo!
Ángel: ¡Escucha, con un demonio! La felicidad, Lola. Sígueme. Estoy contigo... ¡Escucha el mensaje!
Lola: ¡No entiendo!
El Ángel: (La estruja.) ¡Búscala, con un demonio!
Lola cae como si desfalleciera tras una pesadilla. El Ángel la sostiene y la coloca sobre una silla. Escribe en un pedazo de
papel. Lo hace bola y lo pone en la mano de Lola. Desaparece. Transición de luz. Lola despierta. Voltea hacia donde
estaba El Ángel. No hay nadie.
Lola: Fue un sueño... un sueño. (Descubre el papel hecho bola en su mano. Lo extiende con desesperación. Lo lee
ansiosa.) Roma 45, primer piso... ¿Ángel? (Lo vuelve a leer incrédula.) ¿Fue un sueño...? Lo hice de nuevo. Hace
años que no duermo en la tierra. Soy de aire. Fragilidad. La nariz, los ojos, la dentadura. Todo se desvanecerá un día.
Tenía una meta: la soga, la estufa de gas, el balazo en la oscuridad de la noche. ¿Y ahora? Ciudad irreal. Devórame.
(Toma la maleta que la acompañará en todo su viaje. Se dispone a salir. ) ¿Fue un sueño? Roma 45... La felicidad.
Oscuro.
[12]
SEGUNDO ACTO
Un Spa ultramoderno. Los instrumentos de belleza y acondicionamiento físico semejan aparatos de tortura. Música techno.
El Ángel, con un traje de instructor de aerobics y lentes oscuros, conduce la rutina. Las Lolas plásticas cuidan sus carnes:
Plástica 1 acompaña al Ángel en la motivación. Plástica 2 agita sus turgentes lonjas en una banda vibradora; Plástica 3,
una señora restirada a más no poder, luce un generoso equipo de implantes y, más que ejercitar su cuerpo al ritmo de los
aerobics, admira su rostro en un espejo. Entre las Plásticas se encuentran tres impostoras: Láquesis, con traje de
leopardo, trata de seguir la rutina. Apenas puede sostener un par de mancuernas. Átropos, con sus típicos lentes oscuros,
se mueve con una rigidez olímpica. Hay otra mujer (Cloto), dentro de una especie de horno de estufa a manera de sauna.
Diálogos superpuestos.
Plástica 2: ¡Lo que hace una para gustarle a los culeros, fíjate!
Plástica 1: ¡Oh, my god! Pero qué bien te ves.
Láquesis: La felicidad tiene un alto precio, mi reina. Altísimo...
[13]
Entra Lola Sola con su maleta en mano. Observa extrañada. Átropos se acerca a Láquesis.
Átropos: (Señalando a Lola.) Ahí está. Mucha atención, Láquesis. Vigila. Desconfío del ángel. Es capaz de
escamotearnos la felicidad.
Láquesis: Mientras sigamos su pista no habrá manera de que nos engañe.
Átropos: Disimula.
Láquesis: Voy a platicar con alguna de estas gallinas.
El Ángel sale. Las plásticas vuelven a formar corrillos. Cacarean. Ocupadas en su festín, ni siquiera se percatan de la
presencia de Lola Sola
Plástica 2: Fíjate, no me había dado cuenta... Tu cutis... Pero qué bonito te quedó. (Riendo.) ¿Te acuerdas de las
verrugas que tenías?
Plástica 3: Ay, cállate, corazón, ni me digas.
Láquesis: ¿Y de plano nada?
Plástica 1: Na-da de na-da. No se le paraguas. Ni siquiera porque me operé la nariz
Plástica 2: Estás guapìsima, fíjate.
Plástica 3: ¿Tú crees? .
Plástica 2: (Riendo.) Pero claro...Bien lo decía my mother. “¿Los hombres? Como los teléfonos, hija. O no sirven o están
ocupados”.
Átropos: (Llamando a Láquesis.) Ven acá, niña.
Plástica 1: Te habla tu tía.
Láquesis: (A Átropos.) Espérame.
Átropos: ¡Ven acá!
Plástica 1: Vaya genio el de tu tía.
Láquesis: (En secreto.) Es frígida y amargada.
Átropos: ¡Ven!
Plástica 1 se aleja.
Átropos: (Fuera de papel.) Por Júpiter Tonante, te dije que mantuvieras los ojos muy abiertos.
Láquesis: Ay, Átropos, me estaban contando un chisme buenísimo.
Átropos: Esto es peor que el Hades... ¿Dónde está Cloto, la de mirada torpe y lengua atrofiada?
Láquesis: En el sauna.
Átropos: ¡Dioses! ¡Qué impudente vejez!
Se comen vivas.
Plástica 3: Ay, no me quiero reír. Me hice la cirugía para ser felíz, pero no me puedo reír.
Plástica 1: I can´t believe it.
Plástica 2: ¿De veras...? ¿En el coche?
Plástica 3: Mientras mi marido hacía el super. No me puedo reír. Me lo prohibió el doctor.
Plástica 2: ¿Te lo cogiste ahí?
Plástica 1: ¿Really? ¿A tu edad?
Plástica 3: ¿Pues cuántos años crees que tengo, idiota?
Plástica 1: Es un milagro que a tu edad...
Plástica 3: Estoy mejor que tú, pendejeta ésta...
Plástica 1: Okey, Abuela, okey.
Plástica 3: Puta.
Plástica 2: Venerable puta...
[14]
Plástica 3: (A Plástica 2.) Tú no te metas. Por algo te mandaron a hacer cintura... Tocineta, bolsa de agua, fabada cuajada...
Plástica 2: ¡Vete al museo de cera, pinche araña!
Plástica 1: ¡Fuck off!
Reaparece El Ángel, como instructor, y pide atención. Las plásticas se aplacan. Empiezan a notar la presencia de Lola
Sola. Murmuran.
Ángel: ¡Quietas, perras, quietas....! ¡Llegó la hora! ¡Abramos la estufa y festejemos a nuestra amiga!
Ángel: (Leyendo el peso.) ¡Un kilo menos! ¡Lo logró! ¡Un aplauso!
Cloto: Ay,ayayayayayayay....
Música rave. Las plásticas desvisten a Lola hasta dejarla en ropa interior.
Empiezan el diagnóstico.
Plástica 1: ¿Estatura?
Plástica 2: Uno sesenta y ocho.
Plástica 1: Hay que estirarla. ¿Ojos?
Plástica 2: Cafés.
[15]
Empieza la rutina de perfeccionamiento físico. La tortura culmina en una plancha de quirófano. “La operan”. Por último,
le pondrán un vestido de gala, zapatos de tacón alto, peluca, estola y un cigarrillo con boquilla de oro en los labios. Al
terminar la música, contemplan a Lola “plástica”.
Ángel: Pregunté
por la escalera al cielo,
el reino de los dioses
donde no habita el tiempo.
Ángel: Sí.
Lola: Qué extraño...
Ángel: ¿Por qué?
Lola: Al menos me conforta oír tu voz...
Ángel: ¿Cómo te sientes?
Lola: Mal. Sola.
Ángel: Te ves muy bonita.
Lola: ¿Si?
Ángel: Ya avanzamos en algo.
Lola: Es una apariencia.
Ángel: Por lo menos.
Lola: Nada me contenta. El aire que respiro está enrarecido.
Ángel: Muévete, Lola. No tenemos tiempo. Hay que encontrar lo que buscas.
Lola: ¿Dónde?
Ángel: Berlín 47.
Lola: ¿Tiene sentido?
Ángel: No hay tiempo que perder. Tus ojos están fijos. Mis alas rozan una ventana... Cuerpos suspendidos en el aire, en el
tiempo, en esa extraña materia que respiramos... Muévete, Lola. Berlín 47... No lo olvides. Estaré ahí. Berlín 47.
Lola: Sí.
Las parcas entran a bordo de un vehículo extraño, una maquinaria patafísica. Cruzan el escenario en plena persecución.
Las parcas salen. Aparece El Ángel bajo el disfraz de un locutor. Enciende un radio: suena una estrofa de “Somos novios” ,
de Armando Manzanero, en la voz de Las parcas. Queda, bajo una luz cenital, frente a un micrófono de pie.
Ángel (al micrófono): A ti que te palpita el corazón. A ti que todavía sientes en tu piel vibrar la emoción del primer beso. A
ti, sensitiva que floreces para morir de amor... A ti, mujer eterna... Donde quiera que te encuentres, mujer, mujer que
ama demasiado, sintoniza tu radio con H-69, el más querido...
Suena la rúbrica del programa después de cada “H-69”. Se ilumina el estudio: sentadas en un pequeño estrado están Lola
Sola, Lola Mearrastro, Lola Asústame y Lola Mento rodeando a un maniquí con un vestido de novia. “Las enamoradas”
forman un cuadro cursi. Lola desentona. En otra zona, están Las parcas bajo el disfraz del trío Las arpas que
-intempestivamente- lanza, en vivo y en directo, una estrofa de “Somos novios”:
Ángel: Hoy tengo en el estudio a cuatro damitas que traen su dolor a flor de piel, que acumulan salitre en sus párpados de
tanto llanto, sufrimiento y espera... cuatro damitas que quieren compartir contigo su desesperación de mujer. Y como
todos los días, la ganadora recibirá el paquete “luna de miel” que ofrece...“La eterna enamorada”, su programa predilecto de
H- 69, el más querido.
Lola Mearrastro: ¿Yo? ¿Yo qué? La mera verdá, yo me arrastro... Mi Jaime era borrachito, pero lindo como pocos... Casi a
diario llegaba en la madrugada apestando a trago y un poquito, también, por qué no decirlo... a eso que huele
cuando una se pone... cuando una está en la cosa... O sea que me engañaba con cualquiera... Yo lo sabía, pero la mera
verdá mi Jaime era bien lindo... A veces, cómo se dice, me Madreaba, pero pus yo le daba sus motivos... ¡Ay, ese
hombre! Nunca traía dinero a casa entre semana, pero eso sí... qué pachangones los domingos, qué espléndido mi
Jaimito comprándoles helados a los chiquillos en Chapultepec... ¡Ay, esos domingos! Me acuerdo y de veras que
fui feliz con mi Jaime... (Empieza a sollozar.) Pero todo cambio un día, como todo en este valle de lágrimas... Pienso
en esa tarde y las palabras se me atragantan en el buche y se me atascan lágrimas en los ojos... Todo cambió el día
en que a mi marido se lo raptó un hombre... Sí, señor, como usted lo oye, se lo llevó por la fuerza, a punta de pistola,
amarrado, encostalado, como novia de pueblo... Pobrecito de mi Jaime.
Átropos: Qué degradación. Para raptos, el de Helena.
Láquesis: Silencio, Átropos.
Lola Mearrastro: (En pleno llanto.) Y si en algún lugar de la República te encuentras, Jaimito, piensa que yo sigo
esperando, que cuando te puedas escapar de las garras de ese pinche puto, aquí tendrás a tu mujer de siempre, la que
te quiere, la única, la que te espera... Así que si ustedes me preguntan ¿y yo qué? Pues yo, la mera verdá, yo me
arrastro, yo no quiero puntos de encuentro, yo no quiero casarme de nuevo, no me interesa ningún hombre... ¡Para
hombres uno: mi Jaime...! ¡Ay, qué desdichada soy!
Ángel: Qué dolor, qué dolor el suyo, señora...Usted ha recibido verdaderos ramalazos de la vida, pero tengo que
descalificarla......
Lola Mearrastro: ¡Cómo te fue a raptar ese pinche puto infeliz..
Ángel: Este espacio es para solteras que buscan un punto de encuentro...
Lola Mearrastro: A mí me van y me vienen los puntos de encuentro. Haga lo que quiera. Yo sólo vine a la radio para
mandarle un mensaje a mi Jaimito... Como decía mi mami, primero muerta que sola. Yo te espero... Yo... ¿Yo?
¿Yo qué? Yo me arrastro.
Una señal del Ángel y el Trío ataca. Me Arrastro regresa con “Las enamoradas”.
[18]
Ángel: Gracias. Muchas gracias por su participación. Ahora queda con ustedes nuestra siguiente concursante... Lola Mento.
¿Y usted qué?
Lola Mento se acerca al micrófono. Es una solterona que parece pieza de museo: traje y modales de principios de siglo.
Trae una botellita con licor.
Lola Mento: ¿Yo? Yo necesito una copita para relajarme. (Bebe.) Ay, Dios... Si Alberto me viera haciendo estas caras, se
defraudaría. Tanto esmero que puso para enseñarme a tomar y nunca aprendí... Cómo lo lamento.
El Ángel: ¿Y usted qué?
Lola Mento: ¿Yo? ¿Yo qué? Yo lo lamento. No saben cuánto, queridos radioescuchas. Salud. (Suspira.) Ay, Alberto.¿Me
oyes? (Bebe.) Nomás no te olvido. (Saca una carta; la lee.) "Jamás te vi tan bella y graciosa a la par. Daría la vida
por estrecharte en mis brazos. Tengo la cabeza trastornada. ¡Ah si me amases la mitad de lo que yo te amo! Alberto
Zacarías.” Ay, Alberto... ¿Por qué nunca llegaste a la iglesia, Alberto? ¿Por qué? ¿Por qué, mi vida? Me hiciste
pedazos. Y me dejaste como... (Se entona.)
"Macetita embalsamada,
con orillas de laurel
qué bonitos son los hombres
cuando empiezan a querer”.
Átropos: ¡Ya calle a esa borracha, señor locutor! ¡Para música, el trío Las arpas!
Ángel: (A Lola Mento.) Lo lamento, señora, tengo que descalificarla. Vuelva a su sitio.
Lola Mento: No, no, yo soy quien lo lamenta.
Átropos: ¡Movida, execrable adoradora de Baco!
El Ángel: Lamentos, lamentos y más lamentos. Sí, señoras, éste es el único programa donde usted confiesa su
sufrimiento y gana. Este es el auténtico Gólgota de la felicidad... Y queda con ustedes...Lola Asústame. ¿Y usted
qué?
Se acerca Lola Asústame, una mujer fea, gorda. Toma el micrófono con decisión.
Lola Asústame: ¿Yo? ¿Yo qué? Yo soy fea, muy fea... Y tengo, por desgracia, la mala suerte de la bonita...Cuando nací mi
mamá gritó: “Ay, hija, ya´stuvo que te quedaste p´ ajuarear santos”. Y sí...digo, para hablar claro ni las moscas se me
acercan y hasta los perros me ladran...
El Ángel indica la entrada del comercial y ahora trata de que la concursante regrese a su sitio.
Las Parcas: “Piquetitos de insectitos, espinillas y barritos. Le conviene el tubo grande de esta buena medicina...”
Lola Asústame: Yo no quiero puntos de encuentro. ¡Descalifíquenme! (Al Ángel.) Yo sólo vine para mandarte a chingar a tu
Madre. Digo, es injusto. Un hombre feo no es un feo, es un hombre interesante, varonil, viril y hasta atractivo... Pero una
mujer fea es una fea... Y sí, yo soy fea, pero chinguen a su Madre.
Ángel: ¡Y sigue vacante el premio! ¡Sufre y gana! ¡Música, maestras del trío Las arpas!
Ángel: Nadie es perfecto, queridos radioescuchas. Vaya sustos que uno tiene que aguantar. Y queda con nosotros... Lola
Sola... ¿Y usted qué?
Lola Sola: Yo, ¿yo qué? Yo no sé qué decir...
El Ángel: ¿Y usted qué?
Lola Sola: ...Yo vivía con un hombre. Nos amábamos. Mucho... Y tal vez por eso... no sé... nos hicimos daño. Por una
palabra, por el silencio, por tocarnos, por un gesto, una mirada, un recuerdo, por un perro muerto, por todo crecía la
distancia... Y de pronto el otro desaparece. Se pierde, desaparece pero está ahí... Respira... Tiempo después, sentí
unas manos que la asfixiaban... Eran sus manos. Por fin volvía a encontrarlo. (Pausa.) A veces pienso que
deberíamos encontrarnos en otra parte, en el aire, tú y yo... Debería, siempre debería. El tiempo pasa. (Pausa.) Renté
un departamento. El décimo piso; cerca del cielo. Pero, en realidad, me sentía sin espacio, sin aire, sin nada... Una
madrugada sucedió algo muy extraño... Un tren se detuvo frente al balcón. Estruendo enorme. Vapores a presión. El
silbato de salida. Y corrí, corrí al descubrir lo que siempre había anhelado... Irme, viajar, empezar de nuevo... Me
parecía un milagro. El tren estaba ahí... Suspendido en el aire. Tomé la maleta, me acerqué al balcón, calculé la
distancia entre el balcón y el estribo y lo hice... Di el paso... Me fui.
Ángel: ¡Extraordinario! ¡ Sublime! ¡Por fin una ganadora! ¡Lola Sola se lleva el paquete “luna de miel” de “Punto de
encuentro”!
Lola Sola: Gracias, pero no quiero ningún premio. Me voy.
Ángel: Tú te quedas.
Lola Sola: No, yo sólo quería hablar. En serio.
El Ángel: ¡Se nos casa Lola Sola...!
Las parcas festejan. Las otras mujeres desvisten a Lola Sola. Se resiste. Traen el vestido de novia. La obligan a ponérselo.
[20]
Cuando todo ha finalizado, Lola Sola grita y se desploma. Todos salen con excepción de Las parcas.
Las parcas salen a bordo de su maquinaria patafísica. El Ángel reaparece. Se acerca a Lola Sola.
Oscuro súbito.
Una galería de espejos. Lola Bisabuela, Lola Abuela y Lola Madre tejen ropa de bebé. Caminan con un solo vestido de
novia -un gran miriñaque y tres torsos.
Arrullan con su canto el sueño de Lola Sola hasta que ella despierta.
Ríen.
[21]
Lola Sola, para evadir el regaño, canturrea una letanía infantil. Aparece El Ángel en un plano alto.
Lola Sola: Regresa... ¿A dónde? Estoy lejos del círculo. Pregunto y empiezo a estar herida. Pregunto y empiezo a caminar,
caminar, caminar sin reposo. ¿Persiguiendo qué? A uno mismo. Pero yo mismo estoy aquí, conmigo. Perseguir una
sombra. Perseguir y hablar, recordar esas palabras lastimeras que tanto lastiman... Te amo, te necesito, acaríciame,
ven conmigo, no me dejes, te amo, acércate, no te vayas, mar, cielo, lápiz, basura... Sólo me queda caminar, caminar.
Aquí no caben los gritos. Acaso una plegaria: “¿Qué será de nosotros, Dios mío? A ti me abandono”.
La luz se concentra en El Ángel que tiene las alas extendidas en plenitud. Lola lo contempla.
[23]
Una oficina de lujo. Suena “La culebra” en un radio antiguo. Lola Ejecutiva -vestida con elegancia masculina- y Lola
Secre bailan un minué totalmente ajeno al ritmo tropical de la canción. El Ángel observa. Lola Secre le dice, al oído, algo a
la Ejecutiva.
Lola Secre apaga el radio. Hace pasar a Lola Sola. Viene con su maleta de viaje.
Ángel: Exactamente.
Lola Ejecutiva: Necesito a alguien como tú. Que tenga belleza y candor, que necesite dinero... Alguien dispuesto.
Ángel (A Lola Ejecutiva.): De medio pelo, ¿no, puerca?
Lola Ejecutiva: ¿Cuál es tu más grande aspiración? (Pausa.) Dímelo.
Lola Sola: Siento pena de decirlo.
Lola Ejecutiva: ¿De veras? ¿Qué es?
Lola Sola: Ser feliz.
Ángel: Pendeja...
Lola Secre: Se lo dije. Es perfecta.
Ángel: Ya no hables de eso. Busca, busca en serio.
Lola Secre: Qué encanto, qué monada, qué lindura, qué bella... “Ser feliz...”.
Lola Ejecutiva: El trabajo es tuyo, amor. (A Lola Secre, sacando unos billetes de su cartera.) Ve a comprarle un vestido y
haz pasar al comité.
Lola Secre: Con gusto, senadora.
Sale. El Ángel, con tacto sutil, se hace de la cartera. Revisa los billetes.
Lola Ejecutiva: Adelante, señoras. ¡Ya la tengo...! ¿Qué tal, eh? Jamás había visto semejante mirada. Sus ojos hablan. Justo
lo que necesitamos. ¿Qué mejor imagen para nuestra campaña?
Lola Sola: ¿Qué campaña, perdón?
Lola Ejecutiva: (A Átropos.) Interróguela, licenciada.
Átropos: (A Lola Sola.) Replica claramente a mi alocución...
Láquesis: ¡Licenciada, por favor...! En cristiano.
Átropos: ¿Has oído hablar del zoon politikon?
Lola Sola: Perdón yo...
Lola Ejecutiva: Contesta.
Ángel: ¡Rápido, contesta!
Lola Sola: No.
Lola Ejecutiva: ¡Perfecto! ¿Lo ven?
Átropos: Osada tendrás que ser y no imperita en el decir...
Láquesis: En cristiano, Licenciada...
Átropos: (A Lola Sola.) ¿Hablas en público?
Lola Ejecutiva: Aprenderá. Ese no es problema. Quiero- que- trabaje- conmigo.
Átropos: De acuerdo, impertérrita senadora, pero las reglas dicen...
Lola Ejecutiva: Me cago en las reglas. (A Lola.) Habla, amor. Deslúmbralas.
Ángel: (A Lola Sola.) ¡Habla!
Cloto: (A Láquesis en secreto.) ¿Alguna de ustedes...?
Láquesis: Shshsh.
Lola Ejecutiva: ¡Habla! ¡Serás parte de nuestra campaña!
Lola Sola: ¿De qué?
Lola Ejecutiva: Es lo de menos. ¡Habla!
Cloto: Yo pienso que...
Lola Ejecutiva: Usted no piensa, licenciada. ¡Entienda la línea!
Lola Sola: ¿De qué diablos hablan? No entiendo.
Lola Ejecutiva: Precisamente de eso se trata. Aquí no hay que entender, hay que actuar, criatura.
Cloto: ¡Claro, claro... ya entendí!
Átropos: ¿Entendiste qué, animal del averno?
Cloto: ¡Ya entendí!
Lola Ejecutiva: (A Lola Sola.) No hay nada que entender, hija. Un revólver dispara, actúa, no piensa. ¡Habla! ¡Improvisa!
II Un beso en la tierra
Lola Sola: Ya tuve suficiente. En todos lados me ponen una camisa de fuerza.
Ángel: Hay algo. Por fin empieza la pizca.
Oscuro.
Una habitación clandestina. Átropos, Láquesis y Cloto -con pelucas de plástico- aguardan sentadas. Lola Mocha las
observa con agudeza inquisitorial. Todas visten, únicamente, batas de baño.
Entra Lola Robótica -una escultural chica mecánica- y les entrega unos catálogos.
[27]
Lola Robótica: Esta es una grabación. Pleasure and toys informa a su distinguida clientela que el dolar afectó la
importación de juguetes. Los artículos de la página 4 están agotados. Los vibradores de doble enchufe sólo quedan en color
negro. ¿Condones músicales? Agotados. Ricky y Tony ya no hacen Table. Sólo servicio completo. Yo trabajo en la sección
S. M. Puedes hacerme lo que quieras. Soy de hule. Esta es una grabación. Pleasure and Toys te da la más cordial
bienvenida. Thank you and welcome.
Átropos: ¡Por Júpiter Tonante ¿a dónde diablos hemos venido a parar?!
Cloto: ¿Alguna de ustedes podría...?
Láquesis: (Señalando el catálogo.) ¡Aquí está la felicidad, Átropos! ¡En algún sitio teníamos que encontrarla! ¡Por fin!
Mira qué papacitos...
Átropos: ¡Qué impudente vejez!
Entra Lola Sola. Lola Robótica le da un catálogo y sale. Suena a todo volumen Dire Straits. Lola Sola se sienta al tiempo
que se ilumina una vitrina que encierra a Lola Cura -una doctora con liguero y otros atuendos sexys. A medida que avanza
su exposición, se iluminan otras vitrinas. Es como un circo con todas las variedades del placer. Tras una vitrina, aparece El
Ángel. Lola Robótica, tras otra, se ejercita con un vestuario sadomasoquista.
Lola Cura: Queridas mías... Como respuesta a la muerte de Dios, el sicoanálisis transformó el confesionario en un diván.
Sin embargo, la inverosímil ciencia del Doctor Freud es inútil frente a la dimensión de nuestros problemas. ¿Buscas la paz
interior? Pues usa adecuadamente el diván. Pleasure and Toys y tu amiga Lola Cura te enseñan qué hacer con tu locura. Sí,
querida, libera tus fantasías en una cama; descubre tus miedos más profundos frente a un látigo.Ya no sufras si tu marido
sólo se excita con pornos, tiene eyaculación precoz o no se le para. ¡Ya no fingas orgasmos! ¡Atrévete! ¡Extermina la
culpa! ¡Despliega tu erotismo y cúrate! ¡Pulveriza tu razón! ¡Pleasure and Toys cura tu locura!
Láquesis: ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!
Átropos: ¡Láquesis, por el amor de Júpiter, conténte!
Lola Cura:Hot line, table, virtual reality, contacto directo con el nene de tus sueños, el hombre que sí tiene ese animal que
tanto anhelas. ¡La frigidez tiene cura!
Átropos se entusiasma.
Lola Mocha: ¡El ángel de las aguas derramará su copa sobre el mar, y se convertirá en sangre y toda alma viviente será
muerta en el mar! ¡Ya viene la ira de Dios!
Átropos: ¿Cuál ira? ¡Para Dioses, Júpiter!
Lola Mocha: ¡Cállate, gran puta de Babilonia!
Átropos: ¡Ah, execrable lengua bífida!
Lola Cura: ¡Largo de aquí, vieja mocha, santurrona...!
Lola Mocha: ¡Cristo! ¡Cristo! ¡Cristo!
Las Parcas: ¡Júpiter, Júpiter ra ra ra!
Lola Mocha: ¡Impías adoradoras de Dioses falsos!
Átropos: ¡Mortal impertinente!
Lola Mocha: ¡Ángel del abismo!
Átropos: ¡Perra!
Lola Mocha: ¡Pecadora!
Átropos: ¡Puta!
Lola Mocha: ¡Frígida!
Átropos: ¡Ah... ay, Júpiter Tonante, haber vivido tanto para soportar ese insulto!
Láquesis: (Burlándose de Átropos.) De nuevo te pusieron en tu lugar.
Átropos: Ya vámonos, Láquesis...
Cloto: ¿Alguna de ustedes...?
Átropos: ¡Al Olimpo! ¡Qué impudente vejez!
Lola Cura: ¡Seguridad! ¡Seguridad!
Las parcas salen al tiempo que Lola Mocha agrede a Lola Cura y la echa fuera.
Lola Mocha: Véanla, véanla... ahí viene la bestia que surge del mar... Siete cabezas y diez cuernos... diez diademas y sobre
las cabezas de ella un nombre de blasfemia...
Una sala de meditación. Incienso. Lola Mantra está sentada, en posición de flor de loto, frente a una mesita donde se
encuentran varias imágenes, amuletos y piedras. Entra Lola Sola. Viene con la respiración agitada.
Lola Mantra: Calma, Lola... Respira profundamente; tranquiliza tu espíritu. Ya estás con Lola Mantra. Respira.
Lola Sola: Lamento distraerte.
Lola Mantra: Apenas entré en meditación.Todavía no alcanzaba la inconsciencia. ¿Qué tienes?
[29]
Lola Sola se acerca. Hay un tapete hindú en el piso. Se para sobre él.
Lola Mantra: (Saliendo violentamente de su meditación.) ¡Quítate los zapatos! ¡Eres una imbécil! ¡¿Cómo te atreves?!
Lola Sola: Perdón...
Lola Mantra: ¡Este tapete lo bendijo el mismísimo Baba!
Lola Sola: Perdóname. No lo sabía.
Lola Mantra: Está escrito en la puerta. ¿No sabes leer? Traes lodo en los zapatos. Maldita sea. ¡Mira!
Lola Mantra: Te llegó la hora de la verdad. Eso es lo que te preocupa, ¿no? La verdad sobre ti misma...
Lola Sola: Sí, de alguna manera.
Lola Mantra: Yo sentía un vacío muy profundo. Estaba como tú ahora.
Lola Sola: ¿Cómo?
Lola Mantra: Como un animal acorralado... Pero no te preocupes. Ese animal trae la luz dentro. Yo la encontré.
Lola Sola: ¿Dónde?
Lola Mantra: Cálmate, sí... No te muevas. Respira hondo....
Lola Sola: ¿Cómo fue? ¿Qué hiciste?
Lola Mantra: Zamora 195.
Lola Sola: ¿Zamora...? ¿Qué hay ahí?
Lola Mantra: La casa de Gurumai.
Lola Sola: (Para sí, tras una pausa.) La paz en el templo.
Lola Mantra: ¿Qué quieres decir?
Lola Sola: (Moviéndose de un lado a otro.) Creo que Dios está con la gente...
Lola Mantra: Deja de moverte, ¿quieres?
Lola Sola: Dios no está en el cielo...
Lola Mantra: No, está en tu interior...
Lola Sola: Pero tu interior está en el mundo...
Lola Mantra: ¿Por qué no te sientas...?
Lola Sola: Me gustaría encontrarlo...
Lola Mantra: Siéntate...
Lola Sola: A veces me parece verlo junto a un mendigo, una anciana perdida...
Lola Mantra: Om-nama-shibaya...
Lola Sola: ...gente que grita, moribundos...
Lola Mantra: Om-nama- shibaya...
Lola Sola: ...con un perro atropellado, un preso, un gato, hablando en boca de un loco ...
Lola Mantra: Om-nama-shibaya...
Lola Sola: En un baño, en el cielo...
Lola Mantra: Om-nama-shibaya...
Lola Sola: ... en el metro, en una pared, en un bote de basura ...
Lola Mantra: ¡Ya! ¡Ya! ¡Quédate en paz! ¡Ya no te muevas! (Lola Sola se para en seco ante el arrebato.) ¡Desperdicias tu
energía! (Se contiene. Respira profundamente.) Om-nama-shibaya... Todos estamos perdidos. Pero llega el día en que
buscas la luz...Yo la encontré en el templo. Encuéntrala donde se te pegue la gana.
[30]
Ángel: Siempre buscas con la pregunta equivocada y sin hallarle el modo a la gente. (Recorre la habitación. Tiene una
mirada siniestra.) Escuché todo.
(Cierra la puerta con llave y saca un sobrecito con cocaína. Se acerca a l la mesita y la prepara. Se da varios pases.) Me
la he pasado bien, Lola... Lola Sola... Hay mucho qué experimentar y ver en la tierra. No me explico por qué en cada
estación yo encuentro algo nuevo y tú nada. Pides mucho.
Lola Sola: ¿Dónde has estado?
Ángel: Aprendo rápido los usos de este mundo....La pureza estorba. Sé feliz. Date un pase.
Lola Sola: Vámonos.
Ángel: Llévatela con calma.
Lola Sola: Ya no puedo. Encontré algo. Vámonos.
Ángel: Ay, Lola, ya me cansé de andar tras de ti. (Se mete más coca.) Es una sensación tan placentera..
Lola Sola: No tengo tiempo.
Ángel: Hay más tiempo que vida. Ven. Acércate, nos quedan unos minutos. Ya todo está perdido.
Lola Sola: Tengo que seguir buscando...
Ángel: ¡Quieta...!
Lola Sola: ¿Qué te pasa...? ¿No me quieres ayudar?
Ángel: Ya no puedo... El tiempo... Estoy hecho de tiempo.
Lola Sola: ¿Tú...? ¿Qué quieres decir...?
Ángel: Tiempo...
Lola Sola: Me duele verte así... Te quiero.
Ángel: ¿Cómo me quieres?
Lola Sola: (Tras una pausa.) Como algo perdido. Así te quiero.
Ángel: Suena ridículo... En estos tiempos suena ridículo... La felicidad...
Lola Sola: No pienses... Cierra los ojos.
Ángel: El tiempo...
Lola Sola: Abrázame.
El Ángel: ...es el aire que respiramos...
Lola Sola: Ya no hay que pensar. Tal vez de eso se trate. Moverse sin pensar. Tener una esperanza.
El Ángel: Consignas, lecciones, máximas... Así hablamos arriba. Aquí todo es frágil. Escucha... Escucha pasar el tiempo...
Lola Sola: Bésame. (Ella lo besa.) Bésame otra vez.
Ángel: El tiempo... Escucha...
Lola Sola: Ya, por favor. No sigas. Ven. Abrázame.
Se abrazan; se acarician. Poco a poco se irán apartando. El Ángel está definitivamente en otra parte, mira con otros ojos.
Ángel: Sería como un suspiro... como el tiempo... Caímos del cielo como un rayo. Nos hundimos en la tierra.
Lola Sola: Pero tiene sentido.
Ángel: Hundirse... morir.
Lola Sola: Ayúdame. Queda poco tiempo.
Ángel: Nada me contenta. El aire que respiro está enrarecido.
Le ofrece un pase a Lola que mira con tristeza una pared. Se lo dan.
Oscuro súbito.
VI. El paraíso
En el plano alto, las parcas aguardan al Ángel. Átropos contempla la rudimentaria máquina de tejido. Láquesis se
entretiene con su revista de moda. Cloto custodia un hilo y observa con desasosiego el reloj de arena
[31]
Átropos: Grande es el prodigio que a mi vista se ofrece, hermanas. La arena de ese reloj se acerca a su fin. Oídme, la hora
ha llegado. Volvamos a entramar el destino. (Señalando el hilo que cuida Cloto.) Láquesis, pon ese hilo en el huso;
Cloto, sostenlo. Ya es hora. Voy a cortarlo con mi fatídica tijera.
Cloto: ¡No te atrevas!
Átropos: ¿Te rebelas contra tu hermana?
Láquesis: No grites, Átropos...
Átropos: (A Cloto.) ¡Perra funesta, dame ese hilo!
Cloto: (Sin su típico defecto de habla.) ¡No! El Ángel traerá la felicidad. Estoy segura. Y algo te dará contra ese genio tan
horrible que tienes. ¡Estamos hartas de ti! ¿Me oíste? ¡Hartas!
Láquesis: ¡Cloto, se te destrabó la lengua!
Átropos: ¡Qué impudente vejez!
Cloto: ¡Nadie tocará ese hilo! Lolita merece vivir.
Átropos: ¡Pero qué cursilería es ésta!
Láquesis: Ya, Atropina, tómalo con calma...
Átropos: ¡Trae acá ese hilo! ¡Voy a despedazarlo!
Cloto: ¡No permitiré que le haga daño una vieja amargada y frígida!
Átropos: (A Cloto.) No vuelvas a mencionar esa palabra o...
Cloto: ¿O qué?
Átropos: O te encajo la tijera.
Cloto: ¡Vieja frígida!
Átropos: ¡Perra inmunda!
Láquesis: Vas a provocar otro desastre...
Átropos: ¡¿Y qué?! ¡Ven a mí, furia homicida! ¡Cortaré todos los hilos de raíz!
Cloto: ¡Atrévete...!
Láquesis: ¡Ya, Cloto...!
Átropos: ¡Destruiré el entramado del universo!
Láquesis: ¡Átropos, por favor! Date cuenta de lo que dices.
Átropos: (A Cloto.) Mira, perra puta... (La amenaza con la tijera.) O pones los hilos en el huso o...
Cloto: ¿O qué?
Átropos: ¡Por Júpiter Tonante, mide las consecuencias!
Cloto: Eres una vieja rancia. Te aborrezco. Me querías tener siempre de tu pendeja, ¿no? ¡Pues se acabó...!
Láquesis: (Asombrada.) Esto es increíble...
Cloto: Me rebelo. ¡Muerte a la tirana! ¡Guillotina a la perra vieja! Llegó mi hora. Paso a la juventud. Anda, entrega la tijera,
criada inmunda. Yo quiero mandar. De ahora en adelante serás nuestra vieja criada y cuando mueras escupiré sobre tu
frígido cadáver.
Átropos: (Por primera vez serena.) Haber vivido tanto para oír estas palabras...
Cloto: ¡La tijera!
Átropos: Muy bien. Me queda claro que no me quieres, malagradecida. Tanto esmero que puse en tu educación y todo para
nada. Me decepcionas más que los humanos...
Cloto: ¡La tijera!
Átropos: Tómala.
Láquesis: ¿Estás segura, Átropos?
Átropos: (Entrega la tijera. ) Absolutamente... Pero queda un pequeño detalle por resolver.
Átropos abre una trampilla y saca, ante el asombro de sus hermanas, un extraño artefacto, un gragroje inservible hecho de
elementos disímbolos, una especie de maquinaria patafísica.
Láquesis: ¡Cuidado!
Átropos: ¿Qué? ¿Tienes miedo de que pudiera pasarle algo?
Cloto: (Recuperando su defecto de habla.) Átropos...mejor déjala donde estaba. Te regreso tu tijera.
Átropos: No, ya no la quiero. Llegó mi hora, Clotito. La felicidad no es el único don, pero cómo nos cuesta aceptarlo. ¿Ves
la hora? Tu angelito no ha traído nada. Y no me voy a contentar con el hilo de esa perra funesta.
Cloto: Átropos, por favor...
Láquesis: Si lo vas a hacer, toma vuelo.
Átropos: Los humanos viven mal, los ángeles son corruptos y los dioses nos hemos vuelto un atado de imbéciles.
Cloto: No lo hagas. Perdóname.
Láquesis: Ándale, Átropos. Que cante la gorda. Estoy harta de nuestro oficio. Ya, en serio, que cada quien jale por su lado y
si las conocí, ya ni me acuerdo. Quiero regentear un burdel en el Hades.
Átropos: Puta descarada.
Láquesis: ¡Hazlo, frígida!
Átropos: ¡No me saques de quicio!
Cloto: Chicas, por favor...
Láquesis: ¡Jubílate y goza de los beneficios de la tercera edad!
Átropos: ¡Insolente!
Cloto: Calma, el ángel traerá la felicidad.
Átropos: Es un farsante.
Láquesis: ¡Hazlo, Átropos! ¡Atrévete! ¡El hongo nuclear! ¡La devastación! ¡El apocalipsis!
Átropos está a punto de arrojarla al piso cuando irrumpe El Ángel con Lola, que viene inconsciente entre sus brazos. El
Ángel viste un traje elegante, lentes oscuros, joyas, celular...
Láquesis: (Observando al Ángel.) Dioses, viene transformado... Está buenísimo. Qué bueno que no la arrojaste. Ahora sí
me lo cojo.
Átropos: (Señalando el reloj.) Te pasaste del tiempo previsto.
Ángel: No fue fácil encontrarla.
Átropos: ¿Y triunfaste?
Ángel: Sí, señoras, tal cual lo prometí...
Cloto: ¡Qué júbilo!
Átropos: ¿Dónde está?
Ángel: Acérquense. Desde aquí la verán. (Saca cocaína.) Pero antes métanse esto para la impresión.
Átropos: ¡Por Júpiter, ¿qué diablos es?!
Láquesis: Parece talco.
Ángel: Prueben.
Cloto: ¿Cómo?
Láquesis le pone la mordaza a Cloto en una acción expedita. Átropos toma el hilo de Lola entre sus dedos.
Pausa.
Átropos acciona su tijera en el aire. Cloto observa conmovida. El Ángel inclina la cabeza. De pronto, se escucha el violento
sonido de un tren. Lola Sola despierta extrañada. Suena el silbato de salida. Hay vapores a presión. Mira al Ángel.
Intensa luz blanca. Dentro del departamento de Lola Sola hay una playa. Lola Sola despierta en su silla como de un largo
sueño. En otras áreas de la habitación, hay dos mujeres con el mismo vestido del primer acto: Lola 1 escribe a máquina;
Lola 2 recoge los pedazos de una pieza de madera para tallar y empieza a pegarlos. La paz de Lola y sus dobles es
absoluta. Suena el mar. Lola 3 entra a la habitación con su maleta de viaje. Lola Sola voltea a verla.