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Sergio Rojas Quiñones
Grupo de Investigación en Derecho Privado
Pontificia Universidad Javeriana
Hace algunos meses vaticinábamos que en Colombia estaba por darse la discusión
sobre el daño a la persona y su cuantificación. La existencia de criterios
retardatarios que empleaban los derroteros propios del daño a las cosas para
determinar la magnitud de los perjuicios en las personas no solamente era un
rasgo vergonzoso en el concierto internacional, sino un sensible agravante de la
situación de víctimas y victimarios que quedaban a la deriva judicial.
Por eso, desde hace varios días, la Sección Tercera del Consejo de Estado había
empezado a dar interesantes pasos en la carrera por la revaluación y modernización
de los sistemas de indemnización del denominado daño corporal.
Según el artículo 2341 del Código Civil, existe responsabilidad extracontractual cuando
quien por delito o culpa, está obligado a indemnizar los perjuicios causados a un tercero.
Esto también es desarrollado por la Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, para
la cual la reparación de los daños causados se encuentra en cabeza de quien ejerce este
tipo de actividades y que en el momento del daño tenía bajo su esfera de control el
gobierno, dirección, administración del riesgo. Esto solo puede ser exonerado si se
demuestra que no tenía estas facultades, ya sea por transferencia de su dominio o por
que el daño no se encuentra relacionado con el ejercicio de la actividad peligrosa ya sea
por fuerza mayor, caso fortuito o culpa exclusiva de la víctima.
Daño Patrimonial: En principio, la acción dañina puede recaer en forma inmediata sobre
bienes patrimoniales o extrapatrimoniales de los perjudicados; a su vez, la lesión de ese
bien puede repercutir en otros bienes patrimoniales o extrapatrimoniales de la víctima
directa o de terceras personas, parientes o no, del primer perjudicado. Dentro de este
concepto podemos encontrar el daño emergente y el denominado lucro cesante.
-Daño emergente: Hay daño emergente cuando un bien económico salió de la esfera
patrimonial de la víctima, como son, por ejemplo, los gastos en que hubiese incurrido la
víctima en un accidente de tránsito, tales como servicios médicos, terapias de
rehabilitación, medicamentos, pérdida de capacidad laboral, entre otros.
-Lucro cesante: Nos referimos a lucro cesante en el supuesto en que un bien económico,
o una expectativa legítima se perdió en razón del accidente. Si seguimos con el ejemplo
de un accidente de tráfico, pueden ser entonces los salarios dejados de percibir por la
víctima, durante el tiempo de incapacidad.
Daño extrapatrimonial: Los individuos poseen también bienes de carácter
extrapatrimonial, como pueden ser la tranquilidad, la libertad, la honra, la buena imagen,
la vida en relación, la vida en sociedad, la intimidad, y otra gran cantidad de bienes que
son difícilmente mesurables, por cuanto se refieren directamente a la esfera personal y
afectiva de la víctima. Sin embargo, que dichos bienes no sean valorables en dinero, no
significa que dichos bienes no deban ser reparados a la persona que sufrió un daño.
Si bien la valoración de éstos perjuicios son dependientes de cada persona afectada por
el acto dañino, la jurisprudencia ha otorgado unos parámetros mediante los cuales se
delimita la reparación integral de éstos bienes morales y personales, poniendo como
límite la suma de 100 salarios mínimos mensuales.