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Filosofía de la Ciencia

Profesor: Carlos Mario Muñoz


Estudiante: Juan David Jaramillo A.
Trabajo final.

El experimento mental como instrumento de la teorización científica social.

La discusión filosófica sobre la ciencia y los métodos implementados para evidenciar


sus alcances, invita a cuestionar las maneras en que se produce un tipo de contenido
mental, pues dentro de las instancias de la ‘verdad’ subyace una creencia subjetiva
sostenida por un trasfondo conceptual que edifica el saber, el creer y el hacer. La
experiencia (campo empírico) es sin duda el espacio dentro del cual se nutren los
conceptos teóricos, a través de una articulación epistémica pero también
metodológica del conocimiento; de ahí que los experimentos mentales puedan ser
entendidos como mecanismos de expansión del mismo, mediante caminos que no
necesariamente obedecen a la reproducción de un método científico positivo.

A manera de tesis se pretende sostener que, dada una interpretación del Dictum de
Hume sobre la manera en que se relaciona el hombre con el mundo y lo que éste
infiere por realidad, puede edificarse un sentido restrictivo sobre los contenidos
mentales que subyacen a nuestra intelección del entramado empírico, es decir, esboza
una restricción general sobre el conocimiento. Ya que las expresiones causales
‘nutren’ y encauzan el sentido de las creencias científicas, e incluso en el campo de la
moral y lo político; tal como los teóricos neo-institucionalistas que al reestructurar las
teorías causales de la acción racional (TER) fuertemente utilizadas para los procesos
económicos de Estado, abrieron camino a la variable del tiempo y su historicidad;
sobre todo por las enunciaciones causales que permeaban la significatividad de los
procesos económicos del tejido social. Esto alteró notablemente la interpretación
sobre los dilemas socio-políticos en Estados Unidos, e influenció la manera de
concebir la política en países como Colombia que introdujeron planes de gobierno
edificados en el neoliberalismo y luego el neopopulismo. Lo anterior pretende dar un
ejemplo claro de cómo desde las ciencias económicas se pudieron expandir los
horizontes para tratar temas de comunidad en términos políticos, lo cual aumentó el
conocimiento del método con que interpreta el científico social y la valoración de
sentido sobre los objetos dentro del fenómeno cultural.

Sin embargo, la discusión central se desarrollará dilucidando las posibilidades que


tiene el experimento mental como eje transversal a las nuevas posibilidades del
conocimiento, en tanto sitúa y describe el mundo que nos rodea, pero también como
un ejercicio individual, un autoconocimiento de la comprensión que se tiene sobre la
naturaleza. Incluso el experimento mental, dependiendo de las finalidades de su uso,
permite o ayuda a la comprensión de un concepto; cerrando la brecha entre hechos
empíricos y contenidos teóricos.

El panorama metodológico del ensayo consistirá en exponer una descripción sobre el


Dictum en David Hume, evidenciar su relación con los límites de cómo formulamos el
conocimiento en nuestra ‘maquinaria mental’. Posteriormente resaltaré la
importancia de los experimentos mentales en el desarrollo de nuevas teorías
científicas, pero no sólo en la dimensión de las naturales, sino también de las ciencias
sociales. Así pues, podré corresponder un elemento vital para el desarrollo del
conocimiento con las prácticas que determinan lo humano, la política y la sociedad.

Para Hume, las relaciones de causalidad se establecen, o mejor, se infieren como


derivados del hábito perceptivo por parte del sujeto. Para poner un ejemplo, el intento
por afirmar un evento natural, como la lluvia, no es posible sin una enunciación causal
de los hechos empíricos que interioriza la percepción subjetiva del hombre a través de
una creencia, un deseo y el trasfondo conceptual que estos encarnan. Decir que está
lloviendo es la enunciación de un amplio proceso de elementos contiguos que
suceden/ aparecen a nuestra sensibilidad, sin embargo, relacionamos sus definiciones
espacio-temporales con nuestra interpretación de lo observado, creyendo que el
fenómeno en cuestión consolida un hecho de la realidad. Hume derrumba estos
postulados con el Dictum, para él los individuos no pueden capturar las leyes
fundamentales de la naturaleza per se, sino que éstos establecen relaciones de orden
causal debido a sus inferencias, a sus hábitos regulares; en tanto establecen
propiedades de segundo orden (ser causa o ser efecto) al relacionarse con un fenómeno
o hecho empírico. Es imposible que vean las relaciones de causalidad, pero pueden
describirlas a través de enunciados o condiciones regulares de su acción. Esto mismo
sucede en el orden social y sus teorizaciones de la institución, ya que tales patrones de
comportamiento regulares en el tiempo y de talante performativo consolidan las
prácticas de los individuos por medio de la repetición, la perlocución o intención con
que dirigen sus acciones, la normatividad que deben seguir para garantizar la libertad
(un presupuesto clave) y los incentivos o desincetivos que dan un sentido completo al
contexto de las oportunidades, es decir, el lugar donde confluyen los agentes en
competencia.

“Cuando miramos los objetos externos en nuestro entorno y examinamos la acción de


las causas, nunca somos capaces de descubrir de una sola vez poder o conexión
necesaria algunos, ninguna cualidad que ligue el efecto a la causa y la haga
consecuencia indefectible de aquélla. Sólo encontramos que, de hecho, el uno sigue
realmente a la otra (…) Esto es todo lo que aparece a los sentidos externos. La mente
no tiene sentimiento o impresión interna alguna de esta sucesión de objetos” (Hume,
2004, p. 87). La anterior formulación permite contrastar la relación entre ciudadano e
institución, de modo que es evidente afirmar que el hombre edifica una creencia sobre
sí y su mundo de acuerdo a las imputaciones estructurales que induce el Estado. No
obstante, es una creencia sujeta a refutación y posible cambio, que termina
expresándose en los cambios institucionales y la legitimidad de la sociedad civil. La
sociedad del Siglo XVII se tranformó pujantemente hasta el presente, no sólo en
materia científica o en reflexiones teóricas y filosóficas, sino también en la percepción
del hombre y su entorno, por medio de la identificación con ciertas ideologías y
tendencias mercantiles.

Recordemos que para Hume las ideas son meras impresiones de aquello que sentimos,
siendo imposible pensar algo que no esté mediado por la sensibilidad. Según Hume,
dicha relación sujeto-mundo es de inferencia y permite evidenciar que existen
nociones de causalidad, pero dificilmente podría establecerse algo como real per se.
Lo cual suscita una pregunta: ¿El Dictum de Hume permite resaltar el valor
metodológico del experimento mental, como herramienta que flexibiliza los límites
tanto de la comprensión objetual (contenido semántico) y las competencias
conceptuales? Si bien ganar en contenido semántico al comprender lo que conocemos
sobre x es un aspecto importante del experimento mental, el objetivo principal es
tansformar las competencias conceptuales de los sujetos, involucrados en la
experimentación y la teorización del fenómeno: inducir al cambio conceptual a partir
de lo que ya se sabe. Es decir, lo que subyace a nuestras creencias reside en el aparato
conceptual, y la experimentación mental puede alterar las razones quetenemos para
creer y puede a su vez alterar el conocimiento empírico. Desplazando los límites que
nutren la discusión filosófica o científica sobre lo humano.

Como se dijo anteriormente, la exposición de Hume y la articulación del valor


metodológico en los experimentos mentales, puede responder a un desarrollo de las
teorías que hoy día imponen el quehacer del científico, es decir, la implementación de
este método en la verificación de axiomas o fenómenos podría consolidar una nueva
epistemia en los distintos frentes del conocimiento humano. No quiero decir que los
alcances científicos pierdan su valor nomológico y objetivo, sino que además podrán
cultivarse cambios en las ciencias humanas, las ciencias sociales y en específico la
ciencia política. Las limitaciones que existen a la hora de edificar categorías de análisis
dependientes o independientes en las ciencias sociales, casi siempre son ambiguas por
sus pretensiones causales de la acción y de la historia, por lo que vincular la
experimentación mental para construir un sentido de la sociedad, estaría sustentado
en la apropiación del observador (científico social) y del participante (ciudadano); ya
que este mecanismo metodológico permite conocer ‘verdades’ sobre los objetos a
estudiar, pero también entender la manera en que se están llevando a cabo tales
interpretaciones ontológicas y deontológicas.

En conclusión, hablar de filosofía y ciencia no puede ser ajeno al comportamiento


social y político, pues éste contruye toda una estructura epistemológica, teleológica y
normativa por medio de la imitación de patrones inducidos performativamente
(carácter institucional). El ser humano hace parte de un conjunto de ‘realidades’ sobre
las cuales edifica una idea de yo. Si el científico logra evidenciar y flexibilizar los
horizontes del conocimiento, podrá atender realmente a las necesidades del hombre e
incluso ampliar la comprensión de este.

Referencias.
Hume, D. (2004). Investigación sobre el entendimiento humano (Vol. 216). Ediciones
AKAL.

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