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DEFINICIÓN BÁSICAS: DE ÉTICA, MORAL, AXIOLOGÍA Y DEONTOLOGÍA

LA AXIOLOGÍA

La axiología es la rama de la filosofía que se encarga del estudio de la naturaleza de los


valores. En pocas palabras la axiología es la teoría del valor, pero no se trata solamente
de los valores psositivos, sino también de los antivalores, permitiendo analizar los
principios de lo valioso o no.

Max Scheler considera que los valores no son propiedades, sino objetos en sí, aunque
diferenciados de los ideales y de los objetos reales. Dentro de esta concepción, el valor
se halla fuera del espacio y del tiempo.

Los valores están ordenados de manera jerárquica, por el hecho de que existen valores
que son superiores a otros, valores más necesarios en un momento determinado que
otros, o valores que nos parecen más importantes que otros.

LA ETICA

La Ética es una rama de la Filosofía que investiga las leyes y principios de la conducta
humana, para formular las normas que convienen al máximo grado de la evolución
psicológica y social del hombre.

Según Leopoldo Saeza y Aceves: “La ética es la disciplina filosófica, y más


propiamente axiológica, que se ocupa del estudio de los valores bueno-malo”

Según Juan Germán Prado: “La ética es la disciplina filosófica que estudia la moral,
laconducta y las obligaciones del hombre ante sus semejantes”.

El objetivo de la Ética es esclarecer, reflexionar, fundamentar la experiencia humana,


que es la moral.
MORAL

Nietzsche considera que lo moral es una forma de entender ciertas cosas y ciertos
comportamientos, toda interpretación se hace desde determinada perspectiva. Propone
una perspectiva diferente frente a la moral, una perspectiva que sea una afirmación de
esta vida y su fuerza fundamental, que es la voluntad de poder, que sea un eterno sí a la
vida sin excluir nada.

La moral es el conjunto de normas y creencias que guían y orientan el comportamiento


de las personas, individual o colectivamente, en una determinada sociedad, es algo así
como el parámetro que estas tienen para saber cuándo algo está mal o bien.

DEONTOLOGIA

La deontología es una disciplina que se enfoca en estudiar el “deber ser” del hombre,
es decir, su orientación moral y su desarrollo en este sentido. La deontología puede
comprenderse como una forma de ética, esto es, un espacio de reflexión en lo que
concierne a las perspectivas de moralidad en el hombre; no obstante, difiere de la ética
tradicional en lo que respecta a la fuerte raigambre teológica de esta última.

La deontología basa la realización de acciones en función del deber que el hombre


tiene, dejando de lado cuestiones como el placer o la conveniencia utilitaria,
circunstancia que explica en buena medida su relación con el ejercicio de muchas
profesiones.
ARTICULO DE OPINION

DE KANT A RORTY

LA ÉTICA EN KANT

Kant critica duramente y sin piedad la ética de Aristóteles y Epicuro, (FELICIDAD y


PLACER), el imperativo categórico es un concepto central en la ética kantiana, y de toda la
ética deontológica moderna posterior, en la ética kantiana, la manera como yo actuó es
recomendable universalmente, lo más importante es la AUTONOMÍA ya había mencionado
HUME EN su obra “Tratado de la naturaleza humana” que LA RAZÓN ES LA ESCLAVA
DE LAS PASIONES, la inteligencia humana en el fondo está siempre al servicio de los
deseos, pasiones, gustos, placeres etc. del ser humano, EN KANT VEMOS UN
PROGRESO ÉTICO de la humanidad en este aspecto, no se obedece a las pasiones sino a
la razón pura.

Kant formula complejamente bien lo que ya tenemos en sentido común moral, la necesidad
de la aplicación de la ética del deber; pasa por que los códigos de ética y moral no
resultaban efectivos frente a la corrupción del hombre, pese a que la sociedad siempre
reclamaba, hombres prudentes y honestos que por principio debían regir el destino de la
humanidad, sin necesidad de una ley obligatoria que los condicione, y así poder evitar las
malas actuaciones de las personas en las distintas circunstancias, ya sea dentro de las
instituciones públicas o fuera de ellas, ya sea en las distintas relaciones humanas y en los
ámbitos familiares. Pues, si bien los códigos normativos son elaborados por algunos
entendidos y aficionados en la materia de ética, luego puestos en vigencia por la voluntad
política de aquellos que legislan en cada Estado, en ciertos casos no resultan efectivos en
cuanto a su cumplimiento, debido a que, por una parte, los códigos no siempre son
infundidos en la conciencia de todo sujeto racional y, por otro lado, algunas autoridades
públicas indicadas en actuar acorde con los códigos y también con la responsabilidad de
hacer que todo ciudadano se comporte con buenos actos, en los hechos ceden a los malos
actos a partir de los cuales se prolifera la corrupción humana traducible en el peor crimen.
Una alternativa de superar la continuidad de aquellos actos malos consistirá en asumir la
ética del deber, con base en los planteamientos de Kant, el cual no sólo supone una
aplicación directa de reglas a la voluntad general, sino que también se requiere forjar el
carácter inteligible de las nuevas generaciones mediante la educación.

Kant nos ofrece una formula el imperativo categórico para ordenar un poco las cosas,
cuando uno es preso de sus pasiones u omite la ética kantiana no está siendo MADURO O
AUTÉNTICO en esta condición débil se asume una función social o administración
pública, algunos actúan por intereses ubicándose por el lado malo (violar normas, atentar
contra la voluntad de los demás, corrupción etc.) para lograr una ventaja económica o
posición jerárquica, más allá de los méritos reconocidos; si consiguen, entonces les parece
conveniente la actuación por el lado no ético.

LA DIGNIDAD SEGÚN KANT

El Hombre se convirtió tanto en el punto de partida como en el punto de llegada de las


investigaciones kantianas, que lo describieron según dos puntos de vista, como ser sensible
y ser moral. Kant pudo en ciertos aspectos considerar que el Hombre fuese superior a los
animales pero su concepto de dignidad no derivó de esta tradicional fundamentación. No
derivaba de la particularidad o de la superioridad de su naturaleza, sino de su capacidad de
formular y seguir un cierto tipo de ley moral definida como “imperativo categórico”, que a
su vez, pretendía regular la coexistencia entre los Hombres. La noción de “humanidad”
coincidía con esta capacidad para establecer y seguir máximas universales morales de
acuerdo con este imperativo. La humanidad de las personas hacía referencia a esta cualidad
del ser moral, del legislador universal, y más ampliamente de la cualidad a proponerse
algún fin. Kant otorgó una dignidad al ser humano porque era capaz de conformar su
comportamiento de acuerdo con unos mandamientos morales y en este sentido este ser
humano se volvió “persona”. Ahora bien, la dificultad ante la cual se afrentó y que generó
como hemos visto la mayoría de las críticas, fue su intento por demostrar la perfecta
compatibilidad entre el cumplimiento sin fallo de la moral y la plenitud de la autonomía
personal. Kant no demostró realmente la compatibilidad entre obedecer y ser libre, sino que
recurrió previamente a un tercer elemento, la “voluntad buena”, como vía de salida.
En relación con el alance “práctico” de la concepto de dignidad en el pensamiento kantiano
se puede señalar lo siguiente. Primero la mera vinculación teórica entre dignidad y respeto
tuvo una aplicabilidad directa en cuanto a la regulación de las relaciones individuales. Kant
exigía que los Hombres reconocieran su igualdad innata y mostró que las diferencias
sociales no importaban a la hora de evaluar el valor de cada uno. De allí una incipiente
igual dignidad en su pensamiento. Segundo, mostró en todos los ámbitos de sus reflexiones
una preocupación fundamental: hacer que el Hombre fuese “dueño de sí mismo”, en la
plasmación de su autonomía, en la búsqueda de su felicidad y en el uso de su razón. Incluso
de forma general, la marcha hacia el progreso de la Humanidad consistía en que se
apoderarse de su propio futuro.

Kant pretendía cambiar la percepción que los Hombres tenían de sí mismos y de los demás
pero no de forma estrictamente aristocrática, aunque los filósofos seguían teniendo un papel
importante en este proceso. Ahora, los Hombre no tenían nada que perder al atreverse a
seguir un ideal de paz y respetar la dignidad humana. Debía infundir la conciencia de ser
“ciudadano del mundo”, es decir no sólo ser miembro de la humanidad sino también actor
de su progreso, superando Kant sus primeras formulaciones antiguas. En efecto, el
individuo no sólo era un ser cosmopolita sino que participaba y era responsable
individualmente de la edificación de este ideal de progreso cosmopolita. Dicho progreso
hacia la civilización, derivaba particularmente del desarrollo de la cultura y de los
sentimientos de simpatía y delicadeza, en un perpetuo equilibrio entre la virtud y el bien
vivir, y en una reactivación de las fuentes clásicas y de las humanitas por ejemplo. Para
nosotros hay algo incongruente entre la modernidad extraordinaria de la concepción
kantiana de la dignidad humana y sus aplicaciones en esas pautas morales y religiosas. Esta
incongruencia manifiesta sin embargo dos cosas: primero el implícito acierto (moderno) de
Kant al definir la autonomía como fundamento de la dignidad de la persona y a contemplar
un deber de respeto. Segundo, y desde una visión global, que la historia fundamentación
moderna de la dignidad humana no puede concebirse solamente a través de la especulación
filosófica. Necesita complementarse con de la historia de los derechos humanos para
abarcar todo su significado y alcance. Ahora bien esta misma conexión apareció también de
forma muy incipiente en Kant, al exigir del Estado que reconociera la libertad pensamiento
de los ciudadanos porque debía, como vimos, “tratar al Hombre, que es algo más que una
máquina, conforme a su dignidad”. Kant intuía esta conexión entre la dignidad de la
persona y el reconocimiento de sus derechos, conexión que debía además garantizar el
Estado. M. Horkheimer abundaba también en este sentido cuando consideraba que “el
formalismo de Kant es tan rico en contenido que de él derivan el respeto por cada uno, la
igualdad de derechos para todos, la república, y el estado justo de la humanidad”.

Según J. Habermas que es Kantiano sostiene, con razón, que sólo pueden ser considerados
miembros de la comunidad moral de comunicación aquellos seres que pueden “obligarse
recíprocamente y esperar los unos de los otros comportamientos conformes a normas (…)
la “dignidad humana” en estricto sentido moral y legal está ligada a esta simetría de
relaciones. No es una propiedad que se “posea” por naturaleza como la inteligencia o los
ojos azules…” La dignidad puede ser predicada sólo de los individuos de la especie
humana que forman parte de la comunidad moral, que se reconocen como libres e iguales e
interactúan, con expectativas de reciprocidad, sobre la base de relaciones de simetría.

El pensador alemán introduce también una importante distinción entre lo indisponible y lo


inviolable: la vida humana en cuanto tal es considerada indisponible, esto es, debe ser
tratada con el respeto que merece su valor intrínseco; a diferencia de ello, sin embargo, las
personas poseen una dignidad inviolable y, en cuanto tales, merecen un respeto absoluto.

Habermas realiza también otras distinciones que, en mi opinión, son menos convincentes.
Por ejemplo, desde la perspectiva de los miembros efectivos de la comunidad de seres
morales tendría que poder determinarse más claramente la cuestión de la pertenencia a la
comunidad de seres morales: ¿Quiénes pertenecen a dicha comunidad? ¿Quiénes quedan
afuera? ¿Esta comunidad moral está conformada sólo por individuos adultos o también los
recién nacidos forman parte de ella? En mi opinión, estas preguntas, y otras similares, no
son contestadas satisfactoriamente por Habermas; tampoco me es posible abordarlas en este
contexto, dada la amplitud y complejidad del tema.

La distinción entre lo natural y lo social, la afirmación habermasiana de que el nacimiento


constituye la línea divisoria entre “naturaleza” y “sociedad”, el nacimiento, lejos de marcar
una escisión entre naturaleza y sociedad, representa sólo una etapa en el devenir de un
mismo y único proceso vital humano. Habermas sostiene, por un lado, que “sólo en el
momento en que rompe la simbiosis con su madre el niño entra en un mundo de personas
que le salen al encuentro, le dirigen la palabra y hablan con él”, y, por otro lado, que “el ser
genéticamente individuado en el claustro materno no es, como ejemplar de una sociedad
procreativa, de ninguna manera “ya” persona. Sólo en la publicidad de una sociedad
hablante el ser natural se convierte a la vez en individuo y persona dotada de razón”. Este
texto sugiere que el nacimiento marca una escisión fundamental en la evolución del ser
humano, a tal punto que en él reside la causa de que un organismo puramente natural,
genéticamente individuado en el claustro materno, se transforme en persona, lo cual
implica, asimismo, que el ingreso a la comunidad real de comunicación sólo tendría lugar a
partir del nacimiento. En efecto, por un lado hay que tener en cuenta lo siguiente: si bien es
verdad que el feto, para poder vivir, depende de la madre, no es menos cierto que una
dependencia semejante de los demás se da también después del nacimiento. Si a un niño
recién nacido no se lo asiste adecuadamente y se lo abandona a su suerte, muere. En tal
sentido puede afirmarse que la interdependencia es un fenómeno constitutivo en el proceso
de desarrollo de la vida de los seres humanos. Por otro lado, esta interdependencia no es un
fenómeno puramente natural, como parece sugerir la noción de simbiosis, sino que se trata
ya siempre de un fenómeno social, cuya base es lingüístico-comunicativa y en el cual están
en juego aspectos afectivos, expectativas, miedos y esperanzas. Desde la perspectiva ético-
discursiva es posible aportar una fundamentación ético-filosófica del concepto de dignidad
humana que sea más convincente, desde un punto de vista teórico, que la comprensión
habermasiana, y también menos cuestionable desde el punto de vista práctico. Esta tarea
representa un desafío que no puedo afrontar en esta exposición, pero que abordaré en un
futuro trabajo.

ÉTICA PROFESIONAL Y DEONTOLOGIA KANTIANA

En efecto, Kant tuvo una preocupación esencial para desvincular los parámetros éticos de
su filosofía de cualquier elemento contingente. LA “VOLUNTAD” ENCARNABA EL
PRINCIPIO BÁSICO DE LA ACCIÓN Y SU “BONDAD” DERIVABA DE SU PUREZA
QUE NO ACTUABA SEGÚN FINES EXTERNOS, LOS ALUMNOS EN CLASE
DEBERIAN ACTUAR DEACUERDO A UNA ETICA QUE CONSIDERE AL OTRO
COMO UN FIN EN SI MISMO Y O COMO UN MEDIO Y ESTO DEBERIA DE
PROMERLO EL DOCENTE.

Sobre la libertad el hombre se volvía libre cuando seguía esta voluntad buena y ésta lograba
a ser justa cuando seguía un principio que no buscaba el resultado sino la mera intención.
KANT ENCONTRÓ ESTE PRINCIPIO PRECISAMENTE EN EL DEBER Y EL
IMPERATIVO CATEGÓRICO, EL DOCENTE DEBE ENTENDER QUE EL ALUMNO
NO DEBE TRABAJAR DE ACUERDO A UN PREMIO O RESULTADO SINO DE
ACUERDO A COMO QUIEREN QUE LOS DEMAS SE COMPORTEN CON ESE
ALUMNO, ACTUAR DE ACUERDO QUE TU MÁXIMA SEA UNIVERSAL.

KANT PRETENDÍA QUE EL SER HUMANO FUESE CAPAZ DE CONOCER Y


ACCEDER JUSTAMENTE A ESTE VALOR DE LA DIGNIDAD EN SU PERSONA Y
EN LOS DEMÁS. Para lograr aquello, recurrió a la razón pero también y de forma
permanente, y a veces, implícita, utilizó a las emociones.

KANT CONTEMPLÓ UNA IGUAL DIGNIDAD DE LAS PERSONAS EN LA MEDIDA


QUE TODOS ERAN POTENCIALMENTE SERES MORALES. AHORA BIEN, NUNCA
APLICÓ UNA IGUAL DIGNIDAD EN EL ÁMBITO DE LA CIUDADANÍA. TAMPOCO
PUSO EN DUDA, LA SUPERIORIDAD DE LOS HOMBRES SOBRE LAS MUJERES,
NI LA DE EUROPA SOBRE LOS RESTANTES CONTINENTES. INCLUSO, SE VIO
QUE EL CONCEPTO DE DIGNIDAD HUMANA NO CONSTITUYÓ UN VALOR
BÁSICO DEL DERECHO.

CRITICA A LA ETICA CLASICA KANTIANA


Rorty en su opinión opina sobre Kant que este autor es quien convierte definitivamente la
filosofía en epistemología, con la carga de “autoritarismo” que ello conlleva. Tal lectura,
como casi todas las de Rorty, depende en gran medida de la reconstrucción que realiza del
desarrollo histórico de la filosofía, la cual permea gran parte de su obra, aflorando en los
puntos más significativos. Como sabemos, la historia de la filosofía es para Rorty “EL
RELATO DE LA REBELIÓN”, por parte de un grupo de “héroes”, como Darwin,
Freud, Dewey, o Heidegger, a los que engloba bajo la etiqueta común de pragmatistas,
frente a una tradición opresiva, la “tradición, platónico-kantiana”

Beltrand Russell decía que: “el escepticismo es la esencia misma de la filosofía


pragmatista: nada es cierto, todo es susceptible de revisión, es imposible alcanzar una
verdad de la que podamos estar seguros.”

En este sentido es absurdo que nos preocupemos sobre lo que es realmente verdadero,: lo
único que debe preocuparnos es lo que consideremos verdadero.

Beltrand Russell señala cómo está estrechamente relacionada el espíritu democrático del
pragmatismo con la creencia en el poder humano ilimitado sobre el mundo y la naturaleza.
O sea en términos habermasianos, el interés emancipatorio de liberación con el interés
técnico dominador de la naturaleza.

Para Beltrand Russell en el pragmatismo subyace una confianza excesiva e inconsciente en


el progreso humano, siendo inconscientes de las limitaciones no-humanas del poder
humano.

HACIA UNA ETICA POSMODERNISTA Y PRAGMATISTA

El pensamiento de Dewey es el producto de un temprano neohegelianismo, de la teoría


darwiniana de la evolución, del pragmatismo de Peirce y de la nueva psicología
behaviorista.
En un sentido Platónico, en este sentido la filosofía sería sustituta de la religión o el mito.
Dewey afirma que es necesario que se libere de esta carga, renunciando a trasmitir valores
creados bajo el dominio de la imaginación, la emotividad, de la inseguridad y del miedo
(verdades fijas e infalibles, fines impuestos y seguros) y alentar la capacidad de dirigir la
propia vida y la búsqueda de objetivos reales adecuados a circunstancias reales, ello
requiere usar intensa y prácticamente la inteligencia, experimentar la moral y la política.

La filosofía, para Dewey, surge de los problemas humanos, de los conflictos concretos de la
experiencia que dan lugar a nuestra perplejidad y a nuestra confusión. Por tanto, surgen de
contextos socioculturales

Según Dewey la filosofía requiere ser entendida ya no como un saber contemplativo y


espiritual, sino en directa relación con los fines humanos y la experiencia propia del
hombre. Superando el dualismo teoría-práctica, dicha filosofía deja de ser entendida como
un estudio ‘en sí mismo’ y es comprendida desde las diferencias que para la práctica
supone. La educación, por su parte, requiere ser recomprendida como una experiencia que
lleva al alumno hacia la reorganización y reconstrucción de la su experiencia toda, para así
darle sentido y aumentar su capacidad de dirección inteligente. Esta educación que Dewey
reconoce como ciencia puede sí identificarse con esa filosofía a la que se reconoce como
pragmatismo.

Es posible alcanzar esta recomprensión de la filosofía y la educación sólo en una sociedad


democrática porque este tipo de sociedad permite la apertura plena a las posibilidades de la
experiencia

La definición de Dewey de la verdad como asertabilidad garantizada no es la afirmabilidad


justificada de Rorty porque Dewey diferencia entre una aserción, emitir juicios a partir de
una experiencia, y una afirmación, idea en proceso de investigación. Lo que Dewey intenta
conjugar es la idea de una realidad que se nos impone con la idea de una realidad que no
escapa a nuestro lenguaje. Por eso hemos afirmado que Dewey recoge en su propuesta tanto
el lado subjetivo de la propuesta de James, la verdad como conveniencia, así como el lado
objetivo de la propuesta de Peirce, la verdad como meta de la investigación.
Autor: AUGUSTO VICENTE

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