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13 de Agosto de 2004 00:00


Importancia de la familia en la sociedad de hoy

La familia no tiene valor puramente sociológico y jurídico; tiene ante todo, valor ético-
filosófico: es una comunidad de personas que conviven. La familia, como comunidad personal,
tiene valores psíquicos y espirituales que la sociología no puede descubrir ni el derecho
regular. La ética es la única que puede captar estos valores, porque lo que el hombre vive en el
matrimonio, adquiere su plena significación en el amor.

/ ABC Color

Los valores de la familia se manifiestan no en la estadística sociológica ni en la fuerza de la ley,


sino en el misterio del amor. Claro que esta concepción personalista de la familia no desconoce
los demás valores de la familia -por ejemplo, valor sociológico, valor jurídico, entre otros-, pero
trata de darles el lugar que por naturaleza deben ocupar. Por ello, la familia es, antes que
cualquier otra cosa, una comunidad de personas que conviven en el amor para lograr su
madurez psíquica y humana.

La misma naturaleza -dijeron Aristóteles y Santo Tomás de Aquino- instituyó la familia para
satisfacer las necesidades de la vida diaria: casa, vestido y sustento. Por ello, Aristóteles,
citando a los poetas añadía, que los miembros de la familia son compañeros de mesa o
compañeros de fogón.

En la familia deben reinar la paz, el amor, la alegría, la diversión. Si la familia es


psicológicamente sana y humanamente normal habrá un hermoso ambiente de tranquilidad y
de dicha. Todo esto supone que la familia vive en el amor.

La tarea principal de los padres es la educación. Tarea difícil, por cierto, pero importantísima.
El niño es un haz de posibilidades, está abierto a todos los futuros; es apenas una esperanza
que puede llegar a ser una hermosa realidad. Lo que llegue a ser depende en gran parte de los
padres. De aquí su grave responsabilidad.

Por educación se entiende, en general, la promoción de los hijos hasta su estado perfecto de
personas. Lo cual indica que la educación abarca el aspecto físico-fisiológico, el aspecto
psíquico cognoscitivo y volitivo, el aspecto afectivo y el aspecto sobrenatural (en el creyente).
En pocas palabras, la educación consiste en la formación de la persona funcionalmente
completa.
Ordinariamente los padres tratan de hacer de los hijos una copia, una réplica de sí mismos: se
proyectan en los hijos y se empeñan en que los hijos sean lo que ellos, los padres no pudieron
ser -proyección por deseos frustrados-. Para ello le imponen sus ideas, sus gustos, sus
opiniones y, a veces, los padres son los que escogen la carrera de los hijos.

La verdadera educación consiste en ayudar a los hijos a que sean ellos mismos, es decir, a que
desarrollen su propia personalidad. Tienen que dejarles progresivamente sus iniciativas para
que vayan adquiriendo responsabilidades. Tienen que educarlos para la libertad. Mientras los
hijos no sean independientes
-psicológicamente- de sus padres, no pueden ser personas completas. Pero independencia no
significa que todos los miembros de la familia no colaboren en la armonía, en el bienestar, y
en la felicidad de todos.

PARA LEER Y REFLEXIONAR

La familia no tiene valor puramente sociológico y jurídico; tiene ante todo, valor ético-
filosófico: es una comunidad de personas que conviven.

La familia, como comunidad personal, tiene valores psíquicos y espirituales que la sociología
no puede descubrir ni el derecho regular.

Los valores de la familia se manifiestan no en la estadística sociológica ni en la fuerza de la ley,


sino en el misterio del amor.

La familia es, antes que cualquier otra cosa, una comunidad de personas, que conviven en el
amor para lograr su madurez psíquica y humana.
En la familia deben reinar la paz, el amor, la alegría, la diversión. Si la familia es
psicológicamente sana y humanamente normal habrá un hermoso ambiente de tranquilidad y
de dicha.

La tarea principal de los padres es la educación. Tarea difícil, por cierto, pero importantísima.

TENER EN CUENTA:

Ordinariamente los padres tratan de hacer de los hijos una copia, una réplica de sí mismos: se
proyectan en los hijos y se empeñan en que los hijos sean lo que ellos, los padres no pudieron
ser -proyección por deseos frustrados-. Para ello le imponen sus ideas, sus gustos, sus
opiniones y, a veces, los padres son los que escogen la carrera de los hijos.

IMPORTANTE:

Por educación se entiende, en general, la promoción de los hijos hasta su estado perfecto de
personas. Lo cual indica que la educación abarca el aspecto físico-fisiológico, el aspecto
psíquico cognoscitivo y volitivo, el aspecto afectivo y el aspecto sobrenatural (en el creyente).
En pocas palabras, la educación consiste en la formación de la persona funcionalmente
completa.
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Tatiana Sanchez Revilla


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