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En un sentido, solo hay un líder. En nuestra lectura del Nuevo Testamento de hoy, Jesús
afirma: «Tienen un solo Maestro, el Cristo» (Mateo 23:10). Por otro lado, todo cristiano
está llamado a ser un líder, en el sentido de que otra gente te mirará como ejemplo.
Tienes influencia sobre otras personas de diferentes maneras. Ser llamado por Dios para
influir a los demás es un privilegio extraordinario, pero también conlleva una gran
responsabilidad.
Salmos 18:25-36
Confianza
David era un líder que tenía confianza. Pero no una confianza centrada en sí mismo,
sino confianza en Dios: «Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército; contigo, Dios mío,
podré asaltar murallas» (v.29). David reconoce que necesitaba a Dios para:
Protección
«Escudo es Dios a los que en él se refugian» (v.30b) «Tú me cubres con el escudo
de tu salvación» (v.35).
Fortaleza
«Es él quien me arma de valor y endereza mi camino; da a mis pies la ligereza del
venado, y me mantiene firme en las alturas» (vv.32–33).
Entrenamiento
«Adiestra mis manos para la batalla» (v.34a). En 1992, estaba leyendo este salmo
cuando este versículo me hizo caer en la cuenta de que necesitábamos entrenar
líderes (anfitriones de los grupos pequeños y ayudantes) antes del inicio de cada
curso Alpha. Este fue el origen del «Entrenamiento Alpha».
Guía
Señor, necesito tu ayuda. Oro por tu protección, fortaleza y guía. Lidérame por tu camino
perfecto.
Mateo 23:1-39
Carácter
Jesús confronta a los líderes religiosos de su tiempo con un lenguaje duro: «¡Serpientes!
¡Camada de víboras!» (v.33). Este lenguaje pudo chocar mucho a la gente. Nuestra
imagen de ahora de los «escribas y fariseos», es muy diferente a la manera en la que
eran percibidos en aquellos tiempos. Eran gente bien considerada y respetable.
Los escribas eran juristas que conservaban e interpretaban la ley, estando autorizados
para actuar como jueces. Se les ordenaba después de seguir un itinerario de estudios.
Eran expertos en las Escrituras así como maestros que atraían discípulos en torno a ellos.
Los fariseos eran gente laica. Solían provenir de las clases medias (al contrario que los
saduceos, quienes eran más aristocráticos). Eran muy respetados por su piedad; oraban y
ayunaban con frecuencia. Asistían a los servicios religiosos, daban regularmente y sus
vidas eran «rectas y morales». Tenían una gran influencia en la sociedad y eran muy
admirados por la gente común.
Aun así, Jesús los critica por ser hipócritas: «No hagan lo que hacen ellos, porque no
practican lo que predican» (v.3).
Los «siete lamentos» de Jesús nos plantean el reto de aspirar a las siete características
de un buen influenciador:
Integridad
Jesús ataca la hipocresía de los líderes religiosos (vv. 3-4). Dice: «No hagan lo que
hacen ellos, porque no practican lo que predican. Atan cargas pesadas y las ponen
sobre la espalda de los demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni
un dedo para levantarlas» (vv.3b-4). La integridad es lo opuesto a esto; significa
practicar lo que predicas y asegurarte de que tus palabras animan a la gente en
vez de apesadumbrarlos con la culpa u otras cargas.
Autenticidad
Jesús ataca su superficialidad (vv.5-7). Les dice: «Todo lo hacen para que la gente
los vea» (v.5a). Pero lo que importa es quien eres cuando nadie te ve. Jesús habla
de la vida «secreta» con Dios. ¡Busca desarrollar una vida privada y auténtica con
Dios!
Humildad
Jesús ataca a los líderes religiosos por poner piedras para que la gente tropiece
en su camino (vv.13-15). Dice: «Les cierran a los demás el reino de los cielos, y ni
entran ustedes ni dejan entrar a los que intentan hacerlo» (v.13). Los líderes
necesitan tener justo el espíritu opuesto: un espíritu abierto y de bienvenida a
todos.
Visión
Los líderes tienen que tener una gran visión. Jesús ataca la cortedad de miras y la
estrechez de mente de los líderes religiosos (vv. 16-22) con sus ridículas
discusiones bizantinas (v.19). No eran capaces de distinguir el árbol del bosque.
Tienes que concentrarte en los asuntos importantes, orar para recibir la visión de
Dios y no distraerte de lo esencial. Pídele a Dios que te dé una visión que sea tan
grande que sin Él sea imposible.
Enfoque
Céntrate en lo que de verdad importa (vv.23-24). Evita dejarte atrapar por los
detalles menores y convertirte en un legalista. Jesús dice: «Cuelan el mosquito
pero se tragan el camello» (v.24). En vez de esto, tenemos que enfocarnos en «los
asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la
fidelidad» (v.24). Lucha contra la injusticia y la pobreza; demuestra «fidelidad» en
tus relaciones con tu familia y los demás.
Generosidad
Estos son unos estándares muy altos y extremadamente difíciles de cumplir. A medida
que sus lamentos se acercan a su clímax (vv.29-36), las palabras de Jesús son de las
más fuertes que salen de su boca. Es importante señalar que no se dirigían a la gente
común. Jesús estaba criticando a los líderes poderosos que buscaban «enaltecerse a sí
mismos» (v.12) y que «cierran a los demás el reino de los cielos» (v.13).
No debemos usar estas palabras como excusa para regañar a la gente común, ni
tampoco a los líderes que buscan sinceramente señalar a la gente el camino a Jesús. Son
palabras desafiantes, ¡pero el reto no debe ser dirigido a la gente incorrecta!
Lo que resulta tan asombroso de las palabras de Jesús es que, humanamente hablando,
él estaba en una posición de debilidad extrema, a pesar de lo cual no temió enfrentarse a
los poderes de su tiempo.
Señor, perdóname por las veces que he fallado en estas áreas. Ayúdame a llevar una vida
de integridad, autenticidad, humildad, compasión, visión, enfoque y generosidad.
Ayúdame a tener la misma preocupación por mi ciudad que Jesús tuvo por la suya.
Job 33:1-34:37
Crítica
El pobre Job, quien estaba en una postura de liderazgo destacada (ver capítulo 1) tuvo
que aguantar un aluvión constante de críticas abusivas de parte de sus detractores.
Resulta más doloroso porque salen de los que se llamaban sus «amigos». La crítica
siempre es más dura cuando proviene de aquellos que tendrían que ser nuestros amigos.
Es triste cuando la crítica injustificada a los líderes religiosos sale de la misma iglesia, de
aquellos autodenominados «amigos».
Para Job tuvo que ser extremadamente irritante tener que oír a Eliú. Era alguien mucho
más joven, a pesar de lo cual estaba convencido de su propia experiencia. Le dijo con
arrogancia: «Yo te impartiré sabiduría» (33:33) y añadió: «Job no sabe lo que dice; en sus
palabras no hay inteligencia» (34:35) insinuando que «a su pecado ha añadido rebeldía
(contra Dios)» (v.37) porque no había estado de acuerdo con sus detractores.
Eliú —igual que hacen tantos críticos— pretende «hablar con sinceridad» (33:2-3)
después de haber deliberado concienzudamente, así como tener una motivación pura.
También dice que los otros están de acuerdo con él: «Los hombres sabios que me
escuchan, y las personas sensatas, me dirán: “Job está hablando sin saber; sus palabras
no tienen sentido”» (34:34–35, DHH).
Aunque se ha señalado que nadie ha levantado un monumento a una persona por criticar,
esto no nos impide que todos queramos ser críticos. Ten mucho cuidado con lo que dices
de otras personas y si estás en el lado de los que reciben críticas, no te sorprendas.
Señor, enséñame a evitar formular juicios superficiales sobre otras personas. Dame
sabiduría y sensibilidad para con aquellos que tienen dificultades en la vida. Ayúdame a
fijar mis ojos en el único líder verdadero, Jesucristo, para someterme a su Señorío, seguir
su ejemplo y ser una buena influencia.