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El Comidista
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Mi abuela fue una mujer muy de su tiempo. Lo que quiere decir que probablemente
estaba en la cocina más de lo que le hubiese gustado, aunque nunca se quejó por ello.
Cuando la visitaba en su pisito del Paseo de Extremadura, casi siempre la recuerdo
delante de los fogones. No había momento del día que no estuviera preparando algo en
la sartén o la cazuela. Por la mañana eran unas judías pintas, por la tarde era algún
escabeche y de cenar algo ligero, como un lenguado. Tampoco faltaba la casquería:
sesos, riñones, hígados o callos.
Hoy día son pocos los restaurantes que continúan con la cocina casera que nuestras
yayas nos han dejado. Es un verdadero bajón recorrer las barriadas de Madrid y ver
cómo multitud de casas de comidas han cerrado o se han adaptado a otras dinámicas.
Sin embargo, las que sobreviven se valoran cada día más. Su manera de dirigir un
negocio se da de tortas con el de grandes franquicias. Muchas continúan comprando en
los puestos del mercado de toda la vida, son fieles a quienes durante las vacas gordas les
suministraban un género inmejorable. Mientras, el recetario pasa de boca en boca; en
una gran mayoría de casos son familiares quienes lo continúan, pero en otros son los
mismos empleados los que se encargan de heredar el negociado.
Casa Adolfo
“Poco más y nazco aquí”, relata Adolfo del Barrio, dueño de un negocio familiar que
cogió su padre en 1962. Su madre, con 79 primaveras, aún se deja caer por los fogones
de esta sencilla taberna ubicada en el número 27 de Bravo Murillo. “Solemos dar más
de cien comidas al mediodía, siempre tradicionales”, informa Del Barrio, quien además
de atender en sala trabaja en cocina preparando croquetas o salmorejos. Le ayudan siete
personas más, en las que se incluye su hermana, María. Una jornada cualquiera, el menú
puede estar formado por seis primeros y ocho segundos. “En este tiempo nos ha pasado
de todo. Lo más bonito es que venga gente ya mayor y te diga que se conocieron aquí”.
Casa Adolfo: C/ Bravo Murillo, 27. Tel. 914 482 070. Mapa.
Casa Mundi
“Me llamo Hermógenes Martín tengo 69 años y abrí Casa Mundi en 1984. Mi mujer
siempre se encargó de los fuegos, hasta hace un mes y medio que se jubiló. Ahora
tenemos a un cocinero que ha continuado el legado de ella”, relata el mandamás del
restorán. Productos de primera y una cocina de mercado es lo que llama la atención de
este mítico espacio gastronómico de la calle Donoso Cortés, en Moncloa. Su nivel no ha
bajado en más de tres décadas. ¿Preferencias? Alubias blancas del Barco de Avila,
bonito con tomate, calamar gordo de potera en su tinta, salmonete de roca, lomo de
buey, rabo de toro, piononos de Santa Fe… “Estoy muy a gusto trabajando, y espero no
retirarme hasta dentro de mucho. Hoy día trabaja conmigo mi sobrino”, confiesa este
verdadero entusiasta de todo lo que tenga que ver con denominaciones de origen.
Casa Mundi: C/ Donoso Cortes, 14. Tel. 914 466 006. Mapa.
Casa Pedro
Un rincón de Casa Pedro. CASA PEDRO
Seis generaciones, que se dice pronto, han pasado por Casa Pedro, uno de los
restaurantes más antiguos de Madrid. Inaugurado en 1825 como fonda y casa de
comidas en lo que antiguamente era el camino de Irún, su dedicación siempre ha sido
plena. “Nuestro estilo es casero. No podemos dejar de lado una cocina que ha pasado de
boca en boca”, cuenta Irene Guiñales, una de las últimas en unirse al negocio. Entre los
platos que más demanda tienen están las perdices escabechadas, el conejo al ajillo, el
cordero asado, los garbanzos con boletus, el rabo de toro o las mollejas. Cocina
castellana de siempre a la que hay que sumar una bodega envidiable, con tesoros que
tienen más de un siglo de historia.
Casa Pedro: C/ Ntra. Sra. de Valverde, 119. Tel. 917 340 201. Mapa.
Casa Ricardo
El pan es muy necesario en Casa Ricardo. ABRAHAM RIVERA
Esta taberna abrió sus puertas en 1935. Su reforma a lo largo de los años ha sido
mínima. Hoy su responsable es Edwin Patricio, ecuatoriano que comenzó como
camarero hace 18 años y que en 2009 heredó el local. “Seguimos con lo mismo que se
hacía antes. Mi madre, mi padre y mi mujer se encargan de cocina y sala”, revela sobre
una práctica habitual en muchos de los locales más tradicionales de Madrid. Y no es
para menos, sus especialidades siguen siendo gloriosas: gallina en pepitoria, callos con
garbanzos, caracoles a la madrileña, riñones de cordero, potaje de vigilia… “Nos gusta
seguir con lo que hemos conocido: cocina lenta y de siempre”. La dulcería, que incluye
arroz con leche o filloas de crema, también se encuentra entre lo más solicitado.
Casa Ricardo: C/ Fernando El Católico, 31. Tel. 914 476 119. Mapa.
El Bierzo
“Aquí no hay nada congelado”, revela Miguel González, de 78 años, en cuanto se le tira
un poco de la lengua. El Bierzo abrió sus puertas en 1971, y lleva desde esa fecha dando
menús en Chueca. Un oasis entre tanto establecimiento dedicado a pokés y ceviches. La
compra ahora la realiza en el mercado de Barceló. “Antes íbamos a surtirnos al de San
Antón, que está a unos metros. Pero desde la reforma se volvió más elitista”, explica
sobre un nuevo fenómeno, el de la hipsterización de los mercados de abastos, que afecta
también a los restaurantes de barrio. En el establecimiento trabajan cinco personas más:
su hijo, su nuera y tres cocineros. “Mi mujer ya se jubiló. Así que yo ahora estoy en
todo, hasta las 12.00 en la cocina y luego en sala”. Gonzalez alterna chaquetilla y
mandil día sí, día también. Entre los platos más demandados se encuentran las acelgas
al ajoarriero, los riñones al jerez o el hígado encebollado. Los domingos aún le da
tiempo para ir de caza y ofrecer por encargo perdiz estofada o ciervo.
El Llar: C/ Fernandez de los Rios, 11. Tel. 915 938 316. Mapa.
El Ñeru
El mítico pote asturiano. EL ÑERU
Otro local que aún sobrevive en las inmediaciones de la calle Mayor es El Ñeru, una
tasca asturiana que mantiene el excelente nivel de sus comienzos. No hay mañana en la
que no se arremolinen en la entrada multitud de camiones con motivos del Principado.
“El restorán lo montó mi padre, junto a mi madre, a mediados de los setenta”, aclara
Vanesa Caso, ganadora recientemente del premio a la mejor fabada de Madrid y cuarta
en la clasificación nacional. También son dignos de reivindicar su pote asturiano, cuya
berza viene directamente de Cangas de Onís, y los callos, que llevan chorizo, jamón y
morcilla picantona; deben comerse con un cucharín, como manda la tradición. La tarta
de queso la elaboran con un producto muy tierno que importan de la zona de Llanes.
El Puchero
Así luce El Puchero. EL PUCHERO
Hermanos Miguez
Merluza a la romana en Hermanos Míguez. ABRAHAM RIVERA
Hermanos Miguez: C/ Herminio Puertas, 10. Tel. 609 010 019. Mapa.
La Castañal
Hoy no son tan habituales, pero hubo un tiempo en que cada distrito de una gran ciudad
tenía sus propias marisquerías. La Castañal es un ejemplo de manual, un espacio sin
grandes pretensiones -cuenta con 12 mesas-, pero con un género envidiable. Quien
quiera conocerlo solo debe desplazarse hasta Tetuán y perderse por las calles del
interior. Un lugar de tradición familiar que lleva abierto desde 1961, primero como bar
y desde el 91 especializado en mariscos venidos de Galicia (O Grove, Costa da Morte,
Moaña). “Un buen día, cuando es temporada, no pueden faltar camarones, centollas,
navajas, berberechos, almejas o cigalas”, detalla Alfonso Ramos, uno de los socios.
Entre sus clásicos, también están los arroces con bogavante y los callos con garbanzos.
La Nieta
En La Nieta siempre se come bien. ABRAHAM RIVERA
La Sanabresa
Las papas fritas de La Sanabresa son para rendirles culto. ABRAHAM RIVERA
El 20 de mayo de 1964, La Sanabresa -en la calle del Amor de Dios, a la vuelta del
Teatro Monumental de Antón Martín-, ofrecía sus primeros menús. Una casa de
comidas reconocible y económica desde sus inicios, según cuentan los más viejos del
lugar. Sus camareros han trabajado allí prácticamente toda la vida: Joaquín (desde 1979)
y Antonio (desde 1991) son el alma de este establecimiento. “Aquí el que manda es el
que más trabaja”, relata Antonio, que heredó el negocio hace dos años al jubilarse el
dueño. En la cocina también está su mujer, que lo ha aprendido todo de la anterior
cocinera. La carta no ha variado: las berenjenas siguen estando espectaculares. Como
los callos, el cocido (martes), el rabo de toro, la pechuga Villeroy, el pollo en pepitoria,
el conejo al ajillo o la ternera guisada. La receta del flan ha ido pasando de generación
en generación hasta hoy.
La Sanabresa: Calle Amor de Dios, 12. Madrid. Tel. 914 290 338. Mapa.