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a Ilíada, el más antiguo lósofos” y se haya consolidado muchas maneras. Analicemos, claves del sentido. Como si la para decir esta oscuridad que
documento escrito de en la relación crítica de Platón entonces, las expresiones que a Ilíada no fuera un poema sino un envuelve la muerte: niebla que
la cultura griega, funda con Homero). lo largo del poema nombran a la documento arqueológico. se vierte sobre los ojos, negra
la literatura occidental y, sin El contexto de la Ilíada —una muerte y que, pese a su reitera- En un poema de masacres, nube de la muerte, que cubre,
embargo, no se concibe inicial- guerra interminable de conquis- ción, dejan ver tonos y matices la muer te se sobreentiende de modo que la oscuridad que
mente como obra literaria ni ta y venganza que enfrenta a los gracias a los cuales podemos cuando se habla del destino de cubre los ojos no puede ser otra
tampoco en su origen se gesta aqueos y a los troyanos— realza percibir no sólo cómo se recru- infausto nombre, que envuelve. que la definitiva.
como escritura. Su composición como tema capital el de la dece la guerra y se encarniza la Y compararla con el sueño es Ocurre también que el poe-
monumental, atribuida a un muerte, que no se presenta crueldad sino también cómo se ironía: dormir doblegado bajo la ma adjetive la muerte y le ponga
aedo o rapsoda ciego llamado entonces como muerte “natu- ahonda la visión homérica de pica. Entre lo tácito de la muerte un nombre conocido. Habla,
Homero (aunque algunos ven ral”, sino como muerte violenta todo aquello que el final de la y una de sus metáforas más entonces, de la vana tentativa
la necesidad de imaginar para en la batalla y, a partir de ahí, vida pone en juego. evidentes, el poema despliega por esquivar la negra ker, de la
tan hercúlea tarea el vigor de determina un conjunto de te- El análisis de los modos una diversidad de expresiones muerte purpúrea que arrebata,
una comunidad de homeros), mas concomitantes, como la múltiples de decir la muerte que encuentran su unidad en de alcanzar la muerte y la negra
procede de una larga tradición amistad, el valor de la vida, la nos lleva a preguntarnos, como la correlación de la vida y la ker por obra de un adversario,
oral y el poema resultante de la omnipresencia de los dioses y propósito central, por la concep- muerte. de las keres de la negra muerte
misma se consideró por mucho del destino, la relación con el ción propiamente homérica del Rara vez el poema nombra la como funestas guías. Llamar
tiempo como una especie de “más allá” y, por ende, con el término de la vida como límite muerte sin más. Los casos que negra a la muerte alude segu-
enciclopedia de todo saber. No cadáver y con los ritos funera- que determina la relación del más se acercan a una pura de- ramente a la ya mencionada
en vano se tuvo a Homero por rios que garanticen la paz de hombre con las dos caras de signación son los siguientes: la inhumación del cadáver. Lla-
el educador eminente de Grecia las sombras. la existencia y, por ende, su muerte que envuelve, el cumpli- marla purpúrea podría aludir a la
hasta tiempos de Platón. Decíamos que la Ilíada nos valoración tanto de lo que sabe miento de la muerte, la muerte sangre y, por ende, a la muerte
Gracias a su condición inau- enfrenta a los temas iniciales y de ella como de lo que ignora que cubre, la segadora muerte, violenta (de ahí el arrebatar) y
gural, la Ilíada nos sitúa ante a los primeros modos de decir o sólo presiente. La materia la muerte y el imperioso destino redunda, a fin de cuentas, en
los temas y los modos de decir del pensamiento occidental. En prima para la formulación de (que penden incluso sobre Aqui- el derramamiento de sangre
que han preocupado desde la formulación general del tema dicha pregunta la encontramos les), la muerte a la que llaman propio de la guerra.3
entonces al pensamiento, tanto nos referimos a la muerte como en la preocupación del poema los dioses. Pero incluso en tales En estas adjetivaciones me-
al literario como al filosófico a una especie de imán que atrae por el antifuneral, el funeral y casos se percibe la necesidad diante colores sombríos apare-
(no es casual que la filosofía las principales preocupaciones el Hades. de acompañar a la muerte de ce ya la muerte en compañía
haya surgido de la “antigua del hombre homérico. Pero la una acción opresiva (envolver, de la ker o las keres. Homero
discordia” entre “poetas” y “fi- muerte, como el ser, se dice de La muerte cubrir), violenta, masiva y anóni- habla con frecuencia de librarse
Las expresiones sobre la ma (ese segar que desparrama de la ker, las funestas keres, las
muerte que aparecen en la Ilía- la muerte), apremiante (ser pesadas keres de la muerte. Es
da1 proporcionan un punto de imperiosa) e inevitable (llamar). raro, en cambio, el caso en que
partida objetivo para tratar el Homero no se limita a hablar se habla de la ker que se acepta
tema propuesto. Forman parte de un término que se cumple, cuando Zeus quiera traerla,

Homero
tanto de la narración que hace sino que dicho cumplimiento porque ello es propio del vana-
el poeta como de los discursos presenta un carácter tal que no gloriarse de los guerreros de
que pronuncian los personajes. permite pensar, por ejemplo, mayor renombre, como Aquiles,
Van desde lo sensible hasta lo en un cobijo o en una túnica (ni quien se jacta de ese modo.
abstracto y algunas entrecruzan siquiera en una mortaja), sino Cuando el mismo Aquiles, en
estos rasgos. Son abundantes más bien en el cubrimiento el contexto de su valoración

la muerte y el Hades
y, en cierto modo, reiterativas, opaco de la tierra. de la vida como único bien no
pero sería apresurado redu- En este mismo sentido se ha- intercambiable, habla de sus
cirlas al propósito de facilitar bla de velo y velar, porque estas dobles keres (IX, 411) no debe
la memonzación del poema,2 palabras no hacen referencia ni asimilarse sin más el nombre
como si no dijeran nada en el mucho menos al raído juego de ker al término destino, sino, a la
plano del contenido y fueran velar y revelar. Así, se habla de inversa, pensar el cumplimiento
Natalia Guarín Hincapié simplemente intercambiables. la muerte como la tenebrosa del destino —en un caso, gloria
O como si la forma no tuviera noche que vela los ojos y que sin vida; en el otro, vida sin
nada que ver con el contenido. cubre con su velo. También gloria— como abominable, en
O como si no proporcionara las recurre Homero al “mal tiempo” el mismo sentido en que Zeus

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DE ANTIOQUIA
pone sobre su balanza áurea ante la crucial cuestión de la queda atrás cuando amenaza a “Que ninguno ahora, entreteni-
las dos keres de aqueos y tro- consumación de la muerte. su grey con estas palabras: do sobre los despojos, atrás /
yanos y el día fatal se inclina se quede, para llegar a las naves
inevitablemente para uno de El antifuneral ¡Atacad las naves y dejad los con más carga que nadie” (VI,
ensangrentados despojos!
los dos bandos: están en juego En el campo de batalla se 68-69). Se trata de incrementar
Al que yo vea en otro sitio que
destinos espantosos. Pese a la teme tanto por la vida como el botín de guerra, y no, todavía,
no sea junto a las naves,
“contradicción” textual (cf. I, por la muerte, pues el modo de allí mismo me las ingeniaré para del puro ensañarse con el cuer-
352), el sentido conserva su perder esta vida puede poner en matarlo, y quizá no le hagan po del vencido, como cuando,
fuerza: viejo (acaso del modo peligro la “otra vida”. El temor a partícipe del fuego tras la muerte tras la derrota de Héctor, no
que teme Príamo) o joven (como la errancia y al menoscabo del sus parientes y parientas, hay nadie que se presente y no
Patroclo), Aquiles será engullido alma tras la pérdida de la vida sino que los perros lo arrastra- “hiera” su cadáver (XXII, 371).
por la ker que le correspondió explica la intensa preocupación rán delante de nuestra ciudad Sin embargo, la toma del botín
al nacer (XXIII,78-81).4 del griego homérico por la suer- (XV, 347-351). —despojar al caído— es el acto
Si ya la adjetivación de las te del cuerpo, sobre todo si se que precede a la profanación del
La amenaza de Héctor mani-
keres como pesadas y funestas, tiene en cuenta que Homero no cadáver por los animales carro-
fiesta lo que permanecía velado
como algo de lo que guerreros y trata esto en un plano teórico ñeros e, incluso, si el furor así
en la amenaza de Agamenón,
héroes tratan de librarse, puede ni en un presente gnómico sino lo dictamina, por los “animales
que ser presa de los anima-
hacer pensar en una muerte en el tiempo de la guerra (y de racionales”.
les carroñeros implica verse
nada feliz, su caracterización guerra tan prolongada como La amenaza del antifuneral
privado del duelo familiar, de
como criaturas monstruosas no la que da lugar a la Ilíada). El la profieren los reyes, o bien
la purificación por el fuego y,
deja duda de que el temor a la temor a la muerte se encarna, aquellos en los que sustentan su
en general, del funeral, que
muerte violenta invade el esce- entonces, no sólo en la preocu- autoridad. Vemos así a Poseidón,
representa tanto honra como
nario de la guerra, así como sus pación por el cadáver, es decir, bajo la figura de Toante, advertir
condición de ingreso al reino
inclinaciones gastronómicas por el trato que éste reciba de a Idomeneo: “Que ya no regrese
de Hades.
por los agonizantes son indicio los guerreros enemigos, por de Troya y aquí mismo / se con-
Pero en las palabras de Héc-
de la presencia constante en su exposición a los carroñeros vierta en juguete de los perros
tor hay algo más. Tras amenazar
dicho escenario del temor a la y por el cumplimiento de los aquel hombre / que en el día de
con la muerte a sus propios Yo no ultrajaré tu terrorífica acatamiento a la usanza de la
negación del funeral. Las keres rituales funerarios conducentes hoy deje de combatir por volun-
hombres (“me las ingeniaré persona en caso de que Zeus cremación. Y, sobre todo, es el
pertenecen de suyo al escudo a su entrada definitiva al Hades, tad propia” (XIII, 232-234).
para matarlo”), trae a sus men- me conceda la fortaleza y yo único que evidencia la impor-
heráldico de la guerra, al de sino también en el cuidado de El temor del antifuneral es
tes la amenaza de la profanación logre quitarte la vida, tancia del papel que desempeña
Aquiles, como también, en He- la integridad del cuerpo vivo en más patente, sin embargo,
(“los perros lo arrastrarán”) sino que, tras despojarte de las
la comunidad en el duelo, cuya
síodo, al de Hércules.5 cuanto cuerpo combatiente. en el enfrentamiento entre
para impedir que se entreguen ilustres armas, Aquiles,
Expresiones como: el aban- La acción que se opone al guerreros que se encuentran ausencia la hiere de manera
ellos mismos, a destiempo, a devolveré tu cadáver a los aqueos.
dono del ánimo, exhalar el debido trato para con el cadáver en relativa igualdad de poder y Haz tú también lo mismo.
imposible de cicatrizar.7 Todo
la profanación de los enemigos esto no deja de ser irónico (en
ánimo, arrebatar el ánimo dulce es el antifuneral. A él se recurre de condiciones. Héctor intenta
(“¡dejad los ensangrentados el sentido en que se habla de
como la miel, el ánimo que en la guerra para amenazar disuadir del duelo a Áyax con Aquiles le replica: “¡Héctor!
despojos!”) y de ese modo des- la ironía de las cosas o de la
abandona los huesos, vida que incluso a los guerreros del estas elocuentes palabras: “Y tú ¡No me hables, maldito, de pac-
cuiden el combate, sin el que vida o del destino). Aquel que
se desmaya, colmar el hado de propio bando, situación en la morirás entre ellos [los demás tos!” (XXII, 256-261). Cuando
ciertamente no habría muertos tanto se preocupa por la debida
la vida, vida que se precipita por que está de por medio la re- argivos], si osas / oponerte a mi Héctor agoniza, la propuesta
que despojar. Con la sabiduría cremación, es el defensor de la
la llaga abierta, el término de la lación de poder. Así, los reyes gran lanza, que te desgarrará cede su lugar a la súplica:
que proporcionan los años, Nés- ciudad que pronto será toda ella
vida, que cubre ojos y narices, que comandan el ejército se la delicada piel, / y saciarás a
tor arengaba así a sus gentes: ¡Te lo suplico por tu vida, tus una pira sin honras fúnebres.
aliento vital que sale volando, valen del temor que inspira el los perros y a las aves de presa
“Matemos a los hombres y des- rodillas y tus padres! La negación del funeral vale
hablan de aquello a lo que la antifuneral para mover a sus de los troyanos / de grasa y de
pués con tranquilidad también / No dejes a los perros devorarme
tanto para el individuo como
muerte pone fin. El temor a subordinados al combate, como carne ...” (XIII, 829-832).
podréis despojar por la llanura junto a las naves de los aqueos;
morir, que atraviesa el cuerpo hace Agamenón cuando arenga Esta situación tiene su mo- para la totalidad del bando con-
los cuerpos de los muertos” (VI, ... y devuelve mi cuerpo a casa,
del poema, es el temor a per- de este modo a sus huestes: “Al mento de mayor tensión en el para que al morir del fuego trario, aunque en la Ilíada prima
70-71). Es la famosa sabiduría la amenaza individual que se
der la dulce vida. Afirmar esto que yo vea que por su voluntad duelo entre Héctor y Aquiles. El me hagan partícipe los troyanos
práctica de hacer cada cosa en profiere en los grandes duelos
sería una trivialidad si no fuera lejos de la lucha / trata de que- primero se apresura a proponer y las esposas de los troyanos
el momento y lugar justos. El entre las figuras de renombre,
porque el trasfondo del temor darse junto a las corvas naves, un pacto que, si bien permite (XXII, 338-343).6
argumento de la tranquilidad es o bien entre una de éstas y un
a morir es el temor a no morir. no habrá para él / medio de el despojo, reclama el respeto
seguramente decisivo. Héctor es el único guerrero guerrero cualquiera. Así, Ulises
Como vemos a continuación, librarse de los perros y de las por el cuerpo del vencido; el
El comienzo de la arenga que propone pactos de respeto dice a Soco:
no estamos ante una paradoja aves de rapiña” (II, 391-393). segundo, no quiere saber nada
de Néstor muestra el tipo de al cadáver del vencido y de
del pueril ingenio humano, sino En el otro bando, Héctor no se de tales pactos. Héctor le dice:
despojamiento del que se trata:

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... ¡Ah desdichado! A ti ni tu padre para vengar la violación de las quias. Ni siquiera tu madre Sarpedón, de la casta de Zeus, ¡Ea, arriba! ¡No sigas tendido! la posibilidad que él considera,
ni tu augusta madre leyes de la hospitalidad (por podrá depositarte en un lecho y pues de dardos, sangre y polvo Sienta tu ánimo escrúpulos sino en su voluntad de resistirse
te cerrarán los ojos al morir; parte de Alejandro Paris, raptor llorarte; el Escamandro / su cuerpo estaba envuelto de de que Patroclo se convierta en a ella, en caso de que realmente
las aves de presa carniceras de Helena, esposa de Menelao), turbulento te llevará a la deriva la cabeza a la punta de los pies” juguete de las perras troyanas. ocurra.
te despedazarán, cuando te hasta el vasto seno del mar (XXI, Para ti sería una afrenta si
en el caso de los aqueos, y la (XVI, 638-640). La narración Para ter minar, debemos
echen el manto de sus tupidas 122-125). va mutilado a unirse con los
obligada defensa de la ciudad, no ahorra detalles sobre los retomar la afirmación inicial
alas. muertos (XVIII, 175-180).
Mas a mí, si muero, los divinos
en el de los troyanos. Aquellas Y a propósito de Asteropeo, procedimientos conducentes de que la preocupación por el
aqueos me tributarán exequias palabras dejan traslucir el puro también muerto por Aquiles, a la destrucción del cuerpo La lucha contra la profana- cuerpo no se limita a su futuro
(XI, 452-455). deseo de aniquilar, sin pretexto dice Homero: del rival. Del comportamiento ción del cuerpo y, en general, como cadáver sino que abarca
y sin propósito. Pero el deseo de Aquiles con el cadáver de contra el antifuneral es la lucha también su presente de cuerpo
Ulises, quien en este poema de negar los funerales del ene- Tras arrebatarle la vida, lo dejó Héctor, dice: “Le taladró por para evitar que el alma entre combatiente. En efecto, una
tiene fama de orador (cuyas migo da la medida del temor de allí mismo detrás los tendones de ambos mutilada al Hades, dado que mutilación durante la lucha
palabras caen como invernales padecer en carne propia dicha yaciendo sobre la arena, donde pies / desde el tobillo al talón, equivale a que, tras la muerte, y
se le concibe a imagen y seme-
copos de nieve: III, 222), men- negación. la negra agua lo mojaba, enhebró correas de bovina piel pese incluso al cumplimiento de
janza del cuerpo, como indica
ciona aquí detalles significati- mientras las anguilas y los peces
/ que ató a la caja del carro y el pasaje en el que Patroclo los debidos rituales funerarios,
se ocupaban de su cuerpo
dejó que la cabeza arrastrara” muerto se le aparece en sueños se llegue al Hades con el alma
royéndolo y cebándose con la
grasa que cubría sus riñones (XXII, 396-398). a Aquiles (o, en otras palabras, mutilada. Que un guerrero per-
(XXI, 201-204). Mientras tanto, la naturaleza regresa de las puer tas del mita esa mutilación en la batalla
hace lo suyo con el cuerpo inse- Hades porque no lo han hecho sería, pues, tan vergonzoso o
El antifuneral en el agua se pulto de Patroclo. No en vano aún partícipe del fuego, como deshonroso como permitir que
presenta menos horrible e impú- Aquiles teme que durante su él mismo dice: XXIII, 75-76). se mutile un cadáver del propio
dico a los ojos de los moradores ausencia la descomposición del Aquiles dice entonces: bando (XVIII, 180). Tanto como
de la tierra. El agua se lleva el cadáver encuentre libre curso. no desearlo y buscarlo para los
cuerpo. Pero ninguna cantidad Así se lo dice a su madre Tetis: ¡Ay! También en las mansiones enemigos.
de agua bastaría cuando se de Hades es algo
trata de una masacre. Por eso, Pero muy atroz miedo siento el alma y la sombra, aunque la El funeral
de que entretanto en el cuerpo inteligencia no se conserva:
Escamandro se enfurece con- La Ilíada empieza con la evo-
del fornido hijo de Menecio pues ha sido el alma del mísero
tra Aquiles, que está llenando cación de la peste que desata el
penetren las moscas por las Patroclo la que toda la noche
su lecho con la impureza de heridas abiertas por el bronce, ha estado presente ante mí dios de la lira por el desacato
los cadáveres expuestos a los críen gusanos, mancillen lo llorando y gimiendo, de Agamenón a uno de sus
vos, como el de cerrar los ojos Por otra parte, el antifuneral predadores del agua, y urde que ya sólo es un cadáver y me ha dado detallados sacerdotes (I, 10). Como con-
del muerto, que además da una se cumple tanto en la tierra con su hermano Simoente esta —su vida ya está exterminada— encargos; prodigioso era el secuencia de dicha peste, “sin
idea indirecta de la brutalidad como en el agua. En el poema acción: y se pudra toda la piel (XIX, parecido (XXIII, 103-107). pausa ardían densas las piras
de la muerte que los saca de sus predominan las amenazas que 23-27). de cadáveres” (I, 52). Aquiles
órbitas; y, frente a su certeza de sitúan en la tierra su cumpli- ... Y a él mismo lo revolcaré Toda esta preocupación por dice al jefe de la expedición, el
recibir las exequias, humilla al y lo cubriré con las arenas, le Lo que está en juego en todo la integridad del cadáver como
miento a manos de los perros mismo Agamenón: “¡Oh Atrida!
echaré encima escombros lo relativo a la profanación del condición de la integridad del
otro concediéndole una mortaja y las carroñeras, dado que la Ahora creo que de nuevo a la
a millares, y los aqueos no serán cadáver y a la negación de los fu- alma da tanto más que pensar
de alas de buitre. batalla se desenvuelve casi en deriva / regresaremos, en caso
capaces ni de recoger nerales, lo pone Homero en boca
En cuanto a la amenaza su totalidad en tierra, y, sin cuanto que parece coexistir con de que escapemos de la muerte,
sus huesos: tanto será el fango
de una negación colectiva de embargo, las dos únicas oca- de la mensajera de los dioses, es la posibilidad de que en el Hades / si la guerra y la peste juntas
con el que lo cubriré.
los funerales, las palabras de siones en que el antifuneral se decir, de un personaje que hace los muertos no se acuerden de van a doblegar a los aqueos”
Ahí mismo tendrá fabricado su
Agamenón a Menelao: “¡Que a hace explícito tienen lugar en el túmulo, y ninguna falta le hará pensar a los mortales más allá de los muertos, según se despren- (I, 59-61).
la vez todos / los de Ilio queden agua. Y ello ocurre a manos de un montón de tierra cuando los su mundo. En efecto, en vista de de del voto de Aquiles: “Incluso El poema de Homero sobre la
exterminados sin exequias y sin Aquiles a su regreso al combate, aqueos le hagan el funeral (XXI, los vejámenes que Héctor desea si en la morada de Hades uno se guerra inicia, pues, con aquello
dejar traza!” (VI, 59-60); y, en el lo que da una idea del furor 318-323). propinar al cuerpo de Patroclo, olvida de los muertos, / también que desborda los propósitos y
otro bando, de Polidamante a que le anima tras la muerte de Iris advierte a Aquiles de las con- allí yo tendré en la memoria a las previsiones de los mortales.
Héctor y demás jefes troyanos: su amigo Patroclo. A Licaón, En tierra, como indicába- secuencias con estas palabras: mi querido compañero” (XXII, La enfermedad mortal epidé-
“que los aqueos perecieran aquí hijo de Príamo, le dedica esta mos, resultan más visibles las 389-390). No parece probable mica conlleva una especie de
... El esclarecido Héctor es
lejos de Argos sin dejar nombre” especie de oración fúnebre: consecuencias de la profana- que, en medio del dolor, Aquiles antifuneral cuya amenaza no
el que más
(XII, 70), anteponen a la guerra ción del cuerpo del vencido. plantee una mera posibilidad procede del hombre y obliga a
ansía tirar de él; y su ánimo le
un fin diferente del puramente Descansa ahora ahí entre los Así, el narrador dice que: “Ni impele a clavarle la cabeza teórica sino que, más bien, unos “funerales” en masa. En el
práctico que inicialmente la peces, que de la herida siquiera un hombre perspicaz en lo alto de la empalizada, tras padece un temor propio de su reino de la masacre, la muerte
mueve: la conquista de Troya te lamerán la sangre sin exe- habría podido ya reconocer/ a cortar su delicado cuello. mundo. Lo extremo no está en se presenta, irónicamente,

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como imprevisible e inespera- Rescatar los cadáveres, pu- su grasa el cadáver y las hacinan El Hades y bien determinado en cuanto a realidad, atravesarlas resulta
da. El poema empieza, pues, rificarlos con agua y fuego, y alrededor de éste; el más íntimo su naturaleza. imposible sin cumplir con la
con el imperio de la necesidad, amontonar tierra sobre los hue- añade ánforas de miel y de aceite, No pretendas, Ulises preclaro, El narrador nombra la caída, purificación del despojo mor-
buscarme consuelos
que está por encima de todo. sos: tales son las operaciones de cuatro caballos, dos perros y pero también los personajes la tal. Por eso, Patroclo, muerto
de la muerte, que yo más querría
Ante la amenaza de la peste un funeral común, como el de los doce muchachos del bando rival ser siervo en el campo dicen, amenazan con ella, la ya, suplica a Aquiles con estas
no hay muertos de renombre. apestados. La tregua no alcanza (en este caso, troyanos) (XXIII, de cualquier labrador sin caudal desean para el enemigo o para palabras: “entiérrame cuanto
El poema que supuestamente para el duelo. Príamo, incluso, 166-176). Se trata, como ha y de corta despensa los cobardes —tanto aqueos antes, que quiero cruzar las
que reinar sobre todos los muertos
celebra el heroísmo de los gue- “había prohibido llorar” (VII, dicho Aquiles, de “proporcionar como troyanos ruegan a Zeus puertas de Hades / [...] en vano
que allá fenecieron.8
rreros empieza con el “guerrero 427) a sus hombres. Aqueos y todo lo que es preciso / que el que Paris “perezca y se sumerja vago por la mansión, de vastas
desconocido”. La muerte que troyanos, hasta hace un momen- cadáver tenga en su viaje bajo el en la morada de Hades” (III, puertas, de Hades” (XXIII, 71-
Desde los versos iniciales del
borra hasta el nombre es la que to rivales a muerte, ante el hecho tenebroso poniente” (XXIII, 50- 322)—. El mismo Zeus no está 74). Vastas, pero exigentes. Está
poema se habla de la muerte
primero se presenta en la Ilíada. consumado se topan ahora de 51). Una vez arde el cadáver, se lejos de amenazar a sus colegas de por medio el respeto para
como caída. Los muertos se
La enfermedad constituye la frente y no se reconocen, unos apaga la pira con vino; se recogen con enviarlos a la mayor sima del con el cuerpo, no los méritos
precipitan a un lugar del que
muerte del héroe. y otros van en silencio con el los huesos y, recubiertos de gra- Hades, donde está la cárcel de del alma.
los oyentes de Homero ya han
Un poco más tarde, a los que corazón afligido. sa, se guardan en una urna (XXIII, los dioses, el Tártaro: al dios Y si entrar al Hades es difícil,
recibido noticias, pues basta
tanto amenazan con el antifu- En contraste con estos “en- 243-244). Por último, se erige el que desobedezca su orden de salir de él resulta imposible.
con nombrarlo. El poeta no
neral, la necesidad los obliga a tierros de tercera” que reciben túmulo (Aquiles lo ordena no muy no intervenir en el combate en Que sea difícil salir del Tártaro
informa todavía nada acerca de
pactar una tregua para llevar a los guerreros anónimos, el grande, hasta tanto él no se una a cierto momento de la guerra, no implica necesariamente que
él, pero el verbo precipitar da a
cabo unos funerales colectivos, poema presenta los funerales su amigo) (XXIII, 245-248). lo arrojará, dice, “al tenebroso sea fácil salir del Hades. Que
entender su ubicación. Tampoco
dada la enorme cantidad de de héroes de renombre, como A diferencia de Patroclo, Tártaro / bien lejos, donde más aquél esté dentro de éste, “tan
se dice de entrada si todos los
cadáveres que se ha ido acu- Patroclo y Héctor. Tras el en- quien muere lejos de su tierra profundo es el abismo bajo dentro [...] como el cielo dista
muertos van a ese lugar. Llama
mulando con el combate. Las tierro del primero se celebran y tiene sólo amigos y compa- tierra” (VIII, 10-14). de la tierra” (VIII, 16), y que sus
la atención que se precipiten
almas a las puertas del Hades, incluso juegos fúnebres. Y an- ñeros, Héctor muere en casa Así como se habla de pre- puertas sean “férreas” y “bron-
a él “muchas valientes vidas
sus cuerpos insepultos. En cada tes del mismo, Aquiles puede y lo acompañan, sobre todo, cipitarse, también se habla de cíneo” su umbral, se debe a que
(psychás) / de héroes” (I, 3-4),
bando la propuesta viene de entregarse largamente al dolor mujeres. Su entierro no difiere sumergirse en la morada de su función es la de encerrar a
es decir, que el heroísmo no
los más ancianos, Néstor por e incluso mancillarse en el del de aquél en sus rasgos bási- Hades (III, 322), de descender dioses. Con los mortales no hay
exima de caer, tras la muerte,
parte de los aqueos y, simul- momento de recibir la noticia cos, pero semeja una miniatura, dentro del Hades (VI, 284), de que tomar tantas precauciones,
a ese lugar.
táneamente, del lado de los de la muerte de su amigo, para y no pintada sino dibujada con penetrar dentro de Hades (VI, pues el Hades no es un encierro
La continuación del verso
troyanos, Príamo. El primero se unirse a la impureza que padece trazos breves y rápidos, como si 284), de las almas que bajaron transitorio, ni siquiera un lugar
anterior —“y a ellos mismos
ha dirigido a los suyos en estos el cadáver: al Hades (VII, 330). El nombre de paso, sino el destino definiti-
los hizo presa para los perros/
términos: del lugar va ganando en concre- vo de los muertos: las excepcio-
Cogió con ambas manos el y para todas las aves” (I, 4-5)—
ción, se va haciendo más hondo nes confirman la regla.
¡Atridas y demás paladines del requemado hollín hace pensar en que, a diferencia
y espacioso, como si el camino Que las mansiones de Hades
bando panaqueo! y se lo derramó sobre la cabeza, de aquello que se precipita al
hacia él no estuviera allanado y sean aborrecibles incluso para
Han muerto ya muchos aqueos, afeando su amable rostro, Hades, queda algo sobre la
mientras la negra ceniza se posaba no bastara caer para entrar en los inmortales, da una idea sufi-
de melenuda cabellera, tierra cuya suerte no luce mejor
cuya oscura sangre a orillas del sobre su túnica de néctar. él: hay que sumergirse, pene- ciente de lo que pueden ser para
que la caída. Que pueda ser pre-
Escamandro, de buen caudal, Y extendido en el polvo cuan trar. Como si se ascendiera al los mortales. Cuando Poseidón
sa de perros y aves indica que
ha esparcido el feroz Ares y largo era, gran espacio revés. Como si, para el hombre sacude la tierra y las cimas de
se trata del cuerpo y, tal como
cuyas almas bajaron al Hades. ocupaba y con las manos se homérico, ni siquiera caer fuera los montes, el propio Aidoneo
se expresa el verso, se pensaría
Por ello debes suspender el mancillaba y mesaba los cabellos fácil. teme que deje al descubierto
que su destino es siempre la
combate de los aqueos al alba. (XVIII, 23-27). No basta morir para entrar su reino:
profanación. Sin embargo, el
Nosotros mismos reunidos al Hades. La amenaza de Tlepó-
debemos acarrear aquí los Homero describe en detalle
Diomedes, Ulises, Néstor, Aquiles, Agamenón. La Ilíada desarrollo del poema muestra Sintió miedo en lo hondo Aidoneo,
lemo a Sarpedón haría pensar
cadáveres el procedimiento que se sigue que, mientras todas las “almas” soberano de los subterráneos,
el tiempo apremiara. Troya tiene lo contrario, como si bastara
con bueyes y mulas e incinerarlos en la realización de las honras se precipitan al Hades, los y con el susto saltó del trono y dio
sus días contados. ser doblegado para cruzar las
algo alejados de las naves; fúnebres. En primer lugar, los cuerpos, en cambio, no estan un alarido, temeroso de que
Un canto fúnebre se oye al puertas de Hades (V, 646). Igual
así, cada uno podrá llevar los compañeros del difunto se cortan expuestos todos a una única Poseidón, agitador del suelo,
final de la Ilíada: “... y sentaron ocurre cuando, para hablar de resquebrajara la corteza terrestre
huesos de alguien a sus hijos
la cabellera y visten con ella el suerte. La heterogénea fatali-
a su casa, cuando de nuevo al lado a cantores / para que lo odioso, se lo compara con y quedaran patentes ante mortales
cadáver (XXIII, 135-136). Luego, dad de los cuerpos introduce
regresemos a la tierra patria. entonaran cantos fúnebres: las puertas de Hades (IX, 312), e inmortales las mansiones
los más cercanos fabrican una diferencias en aquéllas. Ante
Erijamos un túmulo alrededor de éstos el lastimero canto / fú- porque en este caso se hace pavorosas y sombrías, que hasta
pira monumental de “cien pies la incertidumbre que envuelve
la pira para una tumba común, nebre entonaban, y las mujeres referencia al momento en que los mismos dioses aborrecen
por uno y otro lado” (XXIII, 164). el destino final del cuerpo, se
amontonando tierra de la llanura respondían con sus gemidos” se abren, no a la dificultad (Il. XX, 61-65).
Desuellan reses para cubrir con diría que es un alivio saber que
(VII, 327-337). (XXIV, 720-722). de transponerlas. Pero, en
al alma la espera un solo lugar

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DE ANTIOQUIA DE ANTIOQUIA
Deífobo, al matar a Hipsenor como profesora de cátedra, dic-
para vengar a Asio, dice que tando seminarios y conferencias
éste, “aunque baje a la morada sobre Homero, Rogelio Echavarría
y Giovanni Quessep.
de Hades, el rudo carcelero,/
se alegrará en su ánimo porque Notas
le he dado quien le escolte” 1 Homero. Ilíada. trad., intr. y notas de
(XIII, 415-416). Pese a todo lo Emilio Crespo Güemes. Madrid: Gredos,
1991.
anterior, en la Ilíada no aparece 2 Kirk, G. S. “El poeta oral y sus
el Hades como castigo. métodos”. En: Los poemas de Homero.
En relación con la poesía Barcelona: Paidós, 1985, pp. 69-108.
épica en general —y no en Trad. de Eduardo J. Prieto.
3 Sobre la coloración “hosca” como
particular sobre la Ilíada— se “forma elemental” de la muerte en la
ha dicho que el Hades es un Ilíada, véase Emily Vermeule. La muerte
reino “peculiarmente selecto, en la poesía y en el arte de Grecia. Trad.
aristocrático y helénico”,10 en de José L. Melena. México: FCE, 1984,
pp. 82-83.
Los soberanos del Hades son el que los bárbaros muertos 4 La traducción de Emilio Crespo pone
Hades, o Aidoneo, y su mujer, (carentes de alma, como los parcas donde dice keres. Suponemos
la terrible (epainós) Perséfone, indígenas para los españoles) que este filólogo habrá sustentado
serían intrusos. Los mejores (los su decisión en razones de peso, pero
como la llama discretamente el término elegido mueve a pensar
el propio Homero en el Canto aristoi) están en el Hades. Pero erróneamente en el mito de las tres
IX de la Ilíada (457 y 569), ya recordemos que Aquiles —por parcas.
que hasta los poetas se cuidan lo menos en la Odisea— no en- 5 Redfield, J. M. La tragedia de Héctor.
cuentra consuelo de la muerte Naturaleza y cultura en la Ilíada. Barcelo-
de describirla.9 En el reparto na: Destino, 1992, pp. 328-331. Trad.
de todo, al dios Hades tocó el en la idea de reinar sobre tan de Antonio J. Desmonts. Del escudo de
“tenebroso poniente” (XV, 191), selectas y heroicas sombras y Aquiles se habla en La Iliada. XVIII, 535-
mientras a Zeus el cielo y a preferiría ser siervo de mísero 538; del de Hércules, en el hesiódico
labrador. Mejor pobre vivo que Aspis, 249 ss. Sobre lo que va de los
Poseidón el mar. Los tres dioses colores a las keres, entendidas como
disfrutan del Olimpo y poseen rico muerto. “equivalente poético y privado de los
en común la tierra. Pero a esta La cuestión es, pues, la si- depredadores de cadáveres de las
posesión común la atraviesa por guiente: si para el griego homé- guerras”, véase Emily Vermeule. Op.
rico el Hades es pavoroso, som- cit., pp. 83-84.
la sutil diferencia entre mortales 6 Sobre esto, véase Mejía Toro, Jorge.
y muertos. brío, aborrecible y tenebroso, si “Cenotafio”. En: Estudios de Filosofía, N.°
Hades es, pues, “soberano ya sus puertas son odiosas, y si 26, agosto de 2002, Medellín: Universi-
de los de bajo tierra” (XV, 188). el dios que lo regenta es impla- dad de Antioquia, pp. 149-160.
cable e indomeñable, odioso, 7 Redfield, J.M. Op. cit., p. 327: “La per-
Se lo llama “el infranqueable fecta negación de la comunidad [...] no
celador” (VIII, 367), el “rudo abominable, infranqueable cela- consiste fundamentalmente en matar al
carcelero” (XIII, 415). Sólo él dor y rudo carcelero (que incluso enemigo, sino en negarle el funeral, pues
abre y cierra las hojas. Sólo él, se hace herir en defensa de las esto significa que la comunidad ajena
puertas de su reino), ¿por qué no sólo es herida, sino que también se
posee los rasgos de implacable le niegan los medios para curarse”. En
e indomeñable: “por eso es para ese griego no teme en absoluto el caso de Troya cabe suponer que no
los mortales el más odioso de caer, tras la muerte, a un lugar quedó a quién curar.
todos los dioses” (IX, 158-159). tan tristemente célebre? ¿Por qué 8 Así habla Aquiles en el Hades (Odisea
incluso, como el joven Patroclo, 11, 488-491).
El abominable (VIII, 368). Se re- 9 En la Odisea (11, 634-635) se dice
quiere de situaciones insoporta- no ve la hora de entrar en él? que ella envía en representación suya
bles, como la que provoca en un ¿Por qué se preocupa por llegar la cabeza de la Gorgona. Lo hace para
rey la cobardía de los guerreros, allí con la integridad de su cuer- “aterrorizar a los intrusos procedentes
po-alma? Porque, tras perder la del mundo independiente de la vida”,
para que, siendo mortal, implo- Emily Vermeule. Op. cit., p. 77.
re a los inmortales que la vida dulce vida, nada sería peor que 10 Ibíd., p. 77. Vermeule considera
se vaya de sus miembros a la errar en la muerte. u que la exclusividad del Hades griego
es una “idea instintiva, no teológica,
mansión de Hades (VII, 131). En
Natalia Guarín Hincapié como la escasez de budistas en el cielo
el viaje a este lugar no es nada cristiano” (pp. 77-78). Sólo que el ra-
Egresada del Instituto de Filoso-
desdeñable un “escolta”, así se fía de la Universidad de Antioquia; cismo instintivo ha encontrado siempre
trate de un enemigo. En efecto, donde actualmente se desempeña legitimaciones teológicas.

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