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Fuerza centrífuga.

La fuerza centrípeta es la componente de fuerza dirigida hacia el centro de curvatura


de la trayectoria de una partícula. En mecánica clásica, las fuerzas centrípetas son
fuerzas reales asociadas causalmente a la acción de algún agente exterior a la
partícula o el cuerpo. En el caso del movimiento circular uniforme, la fuerza
centrípeta está dirigida hacia el centro de la trayectoria circular y es necesaria para
producir el cambio de dirección de la velocidad de la partícula. Si sobre la partícula
no actuase ninguna fuerza, se movería en línea recta con velocidad constante.
La "fuerza centrífuga" no es una fuerza en el sentido usual de la palabra, sino que
es una fuerza ficticia que aparece en los sistemas referenciales no-inerciales. Es
decir, la fuerza aparente que un observador no inercial parece percibir como
resultado de la no inercialidad de su sistema de referencia.
Así, por ejemplo, si un cuerpo está girando alrededor de un centro de fuerzas fijo, la
única fuerza real que actúa sobre el cuerpo es la fuerza de atracción hacia el centro
de la trayectoria (fuerza centrípeta) necesaria, desde el punto de vista de un
observador estacionario (inercial, [X,Y,Z]) para que el cuerpo pueda describir una
trayectoria curvilínea. Dicha fuerza real, (la tensión de la cuerda en el ejemplo
ilustrado en la Figura) proporciona la aceleración centrípeta característica de todo
movimiento curvilíneo.
Sin embargo, un observador situado en un referencial en el cual el cuerpo esté en
reposo (referencial en rotación [x,y,z] y, por tanto, no inercial) observará que el
cuerpo no presenta aceleración alguna en la dirección de la fuerza aplicada (que
podrá medir intercalando un dinamómetro en la cuerda de la Figura). Para
reconciliar este resultado con el requerimiento de que la fuerza neta que actúa sobre
el cuerpo sea nula, el observador imagina la existencia de una fuerza igual y de
sentido opuesto a la fuerza centrípeta; esto es, postula la existencia de una fuerza
centrífuga, que no tiene existencia real y que solo resulta útil al observador no-
inercial para poder escribir la segunda ley de Newton en la forma usual.
Pongamos otro ejemplo para aclarar el concepto. Imaginemos un pasajero en un
automóvil que toma una curva cerrada hacia la izquierda con una cierta velocidad.
La inercia asociada a la masa del pasajero se opone a cualquier cambio de dirección
de movimiento de éste, impeliéndole a continuar su inicial trayectoria rectilínea.
Puesto que el automóvil gira hacia la izquierda, el pasajero se siente desplazado
hacia la puerta situada a su derecha. Una vez que el pasajero establece contacto
con la puerta, ésta ejercerá sobre el pasajero la fuerza centrípeta necesaria para
que, al igual que el automóvil, pueda girar hacia la izquierda. El rozamiento entre el
asiento y los pantalones del pasajero también contribuye a contrarrestar el efecto
centrífugo y, si el viraje se produce a baja velocidad, puede ser suficiente para
impedir que el pasajero se deslice sobre el asiento y proporcionar la fuerza
centrípeta necesaria para el viraje.
En la mecánica clásica o mecánica newtoniana, la fuerza centrífuga es una fuerza
ficticia que aparece cuando se describe el movimiento de un cuerpo en un sistema
de referencia en rotación, o equivalentemente la fuerza aparente que percibe un
observador no inercial que se encuentra en un sistema de referencia rotatorio.
El calificativo de "centrífuga" significa que "huye del centro". En efecto, un
observador no inercial situado sobre una plataforma giratoria siente que existe una
«fuerza» que actúa sobre él, que le impide permanecer en reposo sobre la
plataforma a menos que él mismo aplique otra fuerza dirigida hacia el eje de
rotación. Así, aparentemente, la fuerza centrífuga tiende a alejar los objetos del eje
de rotación. El término también se utiliza en la mecánica de Lagrange para describir
ciertos términos en la fuerza generalizada que dependen de la elección de las
coordenadas generalizadas.

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