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Sebastián Ospina Marulanda

Antropología Filosófica
Trabajo Práctico

El ser humano, desde el principio de su existencia, ha tenido que enfrentar la posibilidad de


sufrir. Puede que, en otros momentos de la historia, el sufrimiento se haya contemplado de
una manera distinta, pero en sí mismo, el sufrimiento es eso que se muestra indeseable,
contrario a la felicidad. Entonces ¿De qué manera el humano ha sido capaz de enfrentarse a
este contrario de la tranquilidad? Una de las capacidades más importantes del ser es su
capacidad de resiliencia, porque, una vez existe eso que es indeseable para la existencia, tiene
que existir algo que responda a esas situaciones, para así, darle sentido a la existencia.

Por esta razón, el concepto central de este trabajo será el sufrimiento, pero, rodeado de dos
visiones fundamentales, producto del sentir del sufrimiento. Para Viktor Frankl, psicólogo,
víctima del holocausto nazi, el sufrimiento propio y el colectivo es una de las maneras en que
el humano encuentra sentido, pues es inherente, es universal. Nosotros, como seres que
caemos y estamos dados al mundo, a la realidad, no elegimos nuestra forma de vida, pero si,
la recibimos. Somos sufrientes, porque tenemos que afrontar la realidad, y la realidad nos
genera un conflicto interno con la vida, pues, muchas veces, no sabemos cómo vivirla, sobre
todo, en este presente, el cual nos muestra un velo ante nuestros ojos, velo que nos reduce
nuestra capacidad de reconocer la realidad.

Pero, lo más bello del sufrimiento, es que él nos permite el pensamiento, porque, una vez
experimentado, ya interiorizado, el ser es capaz de resolver las cosas-experiencias nuevas
que se presenten, de una manera crítica y creativa. De esta manera, las dos visiones que
enfrentará el sufrimiento en este trabajo son: primero, la resiliencia, desde un nivel
psicológico, afrontando las posturas de, Frankl, con su logoterapia, consecuencia de su auto
relato en los campos de concentración, y, de Boris Cyrulnik (psicoanalista francés), que, en
su libro La maravilla del dolor quiere describir el sentido de la resiliencia; segundo, qué
sentido tiene el sufrimiento a partir de un análisis filosófico, en donde, para Frankl, la muerte
no puede quedar como una posibilidad sin sentido, pues, lo que la antecede es la vida misma,
permitiendo al ser, darle sentido a su existencia. Este análisis se hará confrontando la postura
de Frankl y la postura que tiene Miguel de Unamuno, en su libro Del sentimiento trágico de
la vida, en su capítulo “Amor, dolor, compasión y personalidad”.

¿por qué este tema del sufrimiento? Cuando uno como individuo tiene que pasar por
experiencias que son desconocidas, estas experiencias generan curiosidad, pues uno está
conociendo nuevas percepciones con las que se puede referir a la realidad. Y son, las
situaciones más fuertes de sufrimiento personal, las que invitan a una reflexión, a un pensar,
qué es esto que me pasó, por qué, y, cómo soy capaz de digerirlo espiritualmente. Por lo
tanto, al final del trabajo, haré una reflexión de mi situación personal, en la que rocé la única
posibilidad universal de la vida, la muerte, y fue esta mi motivación para entender el
sufrimiento humano.

Ahora bien, para Frankl, la logoterapia viene de las vivencias y análisis de lo que él vivió en
los campos de concentración nazis, que, durante la biografía que hace, encuentra la manera
de justificar y legitimar su técnica, ya que son estos los momentos en el que el hombre
necesita de sentido. Y aunque el hombre es capaz de construir estos artefactos de destrucción,
son los mismos hombres los que sobreviven a estos.

“En los campos de concentración, en aquel laboratorio, en aquel banco de pruebas,


observamos y fuimos testigos de la actitud de nuestros compañeros: mientras unos se
comportaron como cerdos, otros lo hicieron como santos. El hombre goza de ambas
potencialidades.”1

De esta manera, el hombre, para Frankl, pierde su sentido, o por lo menos, se pierde a sí
mismo en la búsqueda del sentido. Por esto, la existencia se hace dura y tosca, a lo que el
humano tiene que responder con la voluntad, voluntad para encontrar el sentido. La
logoterapia es “una psicoterapia centrada en el sentido” (Frankl, Viktor; El hombre en busca
de sentido; Pag. 126), un sentido que está atado a la existencia. El sentido no es algo que está
dado, es algo que el humano descubre, pero se tiene que quitar el velo de las cosas más
próximas y mirar su vida desde una visión extensa, pues, “en última instancia, el hombre no
debería cuestionarse sobre el sentido de la vida, sino comprender que es él a quien la vida
interroga”. (Frankl, Viktor; El hombre en busca de sentido; Pag. 137).

1
Frankl, Viktor; El hombre en busca de sentido; Pag. 160
Frankl se centra en cuatro sentidos que son inmediatos al humano – el sentido de la vida, el
sentido del amor, el sentido del sufrimiento, el supra sentido - que se transfieren a lo que él
llama, la voluntad de sentido: El sentido de la vida se refiere a esa capacidad del humano de
responder ante las situaciones, particulares en su contexto, momentos únicos de la vida
vivida, las que no se volverán a repetir; el sentido del amor, “el amor es la única vía para
llegar a lo más profundo de la personalidad del hombre” (Frankl, Viktor; El hombre en busca
de sentido; Pag. 139), capaz de reconocer las potencialidades más profundas del humano; de
las cosas que se preocupa el humano, por lo menos entendiéndolo desde el humano
contemporáneo, es en evitar el sufrimiento, pero la vida es la que nos pone, inevitablemente,
a prueba para saber si somos capaces o no, desde nuestra esencia, de aceptar el sufrimiento.
Por esto, es innegable escapar al sufrimiento, pero, el sentido de la vida se puede hallar en el
sufrimiento, si se encuentra el sentido, el sufrimiento deja de ser sufrimiento; para el supra
sentido, la vida tiene que apropiarse del sufrimiento, sin caer en la tentación de que él se
apropie de la vida, porque, una vez entendido que el sufrimiento está para entender la
existencia, se entiende porque concebimos al sufrimiento como lo que es, una transitoriedad
para la sabiduría.

El sufrimiento está en el humano gracias a que somos capaces de concebir su existencia en


nuestra vida, le damos un sentido y le damos una significancia. Lograr captar lo que nos
condiciona, es lo que nos permite relacionarnos con la realidad, y eso es lo que hacemos con
las experiencias, catalogarlas en interpretaciones, y una de estas interpretaciones es el
sufrimiento. Ahora bien, el sufrimiento existe como concepto, y hace parte de nuestra
realidad, porque, de alguna u otra manera, nos afecta, está ahí, en nuestra sensibilidad que
nos hace humanos. Pero, más importante que reconocerlo, es también ser conscientes de su
importancia en nuestra esencia, pues tenemos potencialidades, como dice Frankl, que nos
capacitan para afrontar la realidad, y cuando afrontamos al sufrimiento, también
reconocemos nuestra capacidad de hacerlo. Esta capacidad se llama la resiliencia, concepto
que Cyrulnik describe como ese resorte que nos brinda apoyo frente a los golpes de la vida.

Cyrulnik hizo un seguimiento a los niños sobrevivientes del holocausto, en donde encontró
que la mayoría de los niños sufrieron depresión después de, y los únicos que no, fueron los
niños que afrontaron a los nazis, aquellos que tuvieron un arma en la mano, o que de alguna
forma los enfrentaron. Además, después de que la mayoría estuvieran en depresión, la misma
depresión los obligó a buscar la felicidad, esto como consecuencia de la resiliencia, que para
Cyrulnik, tiene como precio un oxímoron2. Este concepto de oxímoron se asemeja a lo que
Frankl define como sentido, es eso que permite al humano tener la capacidad de resistir a la
vida, y afrontar al sufrimiento. “El sobreviviente es un héroe culpable de haber matado a la
muerte.” (Cyrulnik, Boris; La maravilla del dolor; Pag. 49)

Ambos, Frankl y Cyrulnik, desde un nivel de conocimiento científico, desde la psicología, es


de donde quieren demostrar como el ser humano tiene la capacidad de desenvolverse frente
al sufrimiento, pues, tanto el oxímoron y el sentido son causas de la resiliencia. Hay que tener
en cuenta que Cyrulnik habla de la importancia de la memoria en los niños que estuvieron en
Auschwitz. Para él, aquellos que fueron recordando el relato durante su experiencia en los
campos, o que incluso escribían diarios, eran aquellos que en el futuro no encontraban
problemas de superación ante lo vivido, ya que reconocieron de frente su realidad, la
vivieron. Pero, a los otros que no supieron cómo afrontar aquello que les pasó, sino que lo
dejaron ahí, sin siquiera un relato, procurando olvidar, fueron los que más sufrieron, su
capacidad de resiliencia disminuyó.3 Y, si pensamos en la voluntad de sentido que menciona
Frankl, es esa voluntad de hacer, de renacer, de vivir, de amar, de sufrir, de existir, de desear,
la que dio herramientas a los sobrevivientes para tener resiliencia.

La voluntad, además de ser la voluntad de sentido, es también una exigencia ontológica,


exigencia pensada como esa capacidad que le es dada al humano, la cual trasciende de las
necesidades biológicas, y se convierte en el querer de la acción. Este querer, que se presenta
como una exigencia, es finito, pero es inacabable por el querer infinitamente, satisfaciéndose
con el constante intento. De esta manera, la voluntad de sentido se muestra como la constante
búsqueda del humano por querer tener una tranquilidad, una tranquilidad dada desde su
experiencia como ser dado al mundo.

2
Aquel que cuando recibe un golpe se adapta dividiéndose (da felicidad y sentido a la vida). Característica de
una personalidad herida pero resistente. La expresión de como un sufrimiento se transforma en una obra de
arte. Boris Cyrulnik; La maravilla del dolor
3
“De modo que muchos de esos niños se convirtieron en novelistas, actores o gente de teatro. Allí pudieron
contar una historia análoga a la suya y socialmente aceptable. El arte fue para ellos una sutura, una costura, un
remiendo entre las dos partes desgarradas de su personalidad. Se puede hablar de uno mismo con la condición
de no decir nunca yo.” Cyrulnik, Boris; La maravilla del dolor; Pag. 119
“La selección, la adaptación, la herencia, no son sino condiciones externas. A esa
fuerza íntima esencial, se le ha llamado voluntad por suponer nosotros que sea en los
demás seres lo que en nosotros mismos sentimos como sentimiento de voluntad, el
impulso a serlo todo, a ser también los demás sin dejar de ser lo que somos. Y esa
fuerza cabe decir que es lo divino en nosotros, que es Dios mismo, que en nosotros
obra porque en nosotros sufre.”4

Por otro lado, para Unamuno, la voluntad está en nuestra preocupación de humanizar la
realidad, antropomorfismo de lo que se sale de nuestra percepción, confiando lo que somos
al otro. Una de las ruedas más importantes de Unamuno para que el humano funcione, como
ser, es el amor. El amor por sí mismo no cumple con todo el funcionamiento del engranaje,
depende también de la compasión, del dolor y el sufrimiento. El amor carnal es lo que, para
él, nos enceguece del amor espiritual, no entrega el sentido propio al otro, se queda en lo
biológico, de lo producido por el deseo y el placer, el sexo. En cambio, “esta otra forma del
amor, este amor espiritual, nace del dolor, nace de la muerte del amor carnal.” (De Unamuno,
Miguel; Del sentimiento trágico de la vida; Pag. 68). Este es el momento en que se ama más
al otro. Pero también, los hombres son capaces de sentir el amor espiritual, si juntos han
sufrido el mismo dolor. Por esto, la compasión, se vuele esencial en el amor espiritual, porque
es capaz de comprender el dolor del otro, haciendo posible esa exterioridad del dolor,
compartido y padecido desde la soledad.

Es por eso que el sentido en Unamuno, el sentido de la vida, del sufrimiento, se encuentra en
la creación de una conciencia superior que da tranquilidad a nuestra conciencia humana. Ese
amor que produce dolor y sufrimiento es el que nos deja solos, en la soledad del sufrimiento,
que es concebido por el humano como parte de la realidad. Pero, con la conciencia de Dios,
el humano deja de estar solo y, a Dios, lo creamos para que él sienta nuestra conciencia como
parte de su conciencia superior, para que sienta también nuestro dolor. Así, el humano, en el
sentir indeseable del dolor, a partir de su capacidad de religiosidad, da sentido, como lo
hablaba Frankl, un sentido que le dé las riendas de su vida, y así, superar el sufrimiento.

4
De Unamuno, Miguel; Del sentimiento trágico de la vida; Pag. 74
Este análisis del sufrimiento se diferencia del psicológico porque este es un tipo de saber
filosófico, que reflexiona sobre las causas y el porqué de estos fenómenos inherentes del
humano. Por esta razón, Frankl, a pesar de ser psicólogo, también hace un análisis desde el
nivel filosófico, encarnando en la esencia del humano su pesar y su transgredir en el
sufrimiento, que no es solo sintiente, sino que también es perpetrador. En este caso, el
humano conoció las dos caras de la moneda (holocausto), empieza por una rabia
generalizada, que se convirtió en una estratégica retórica de nacionalismo, discurso que venía
de un sentimiento popular de los alemanes, el dolor por su patria, dolor que nace del amor
que le tenían. Este amor perpetuó el dolor del otro, el sufrimiento que haría entender, de una
manera más compleja, como la resiliencia humana no solo es individual, sino también
colectiva, esta está como herramienta que da sentido a la vida humana. 5

En el caso de Frankl, su libro destaca lo que es el sufrimiento encarnado en el cuerpo y en el


espíritu. cuando hace la descripción de su paso por los campos de concentración, este
sufrimiento es meramente corporal, pues es ese paso un desgaste físico a todos los que lo
padecieron. Pero también, a raíz de ese desgaste y esa incertidumbre sobre la vida y la muerte,
fue lo que forzó a las personas, y a Frankl, a repensar cuál era su sentido en la vida, para darle
así, un sentido a su existencia, para sobrevivir. Y este sentido, que está dado a partir de lo
material, se vuelve inmaterial, pues, los motivos y razones que ayudan a una persona a
encontrar su sentido no son estrictamente del cuerpo, son también parte de su espíritu, eso
que lo ata a la realidad, que le hace feliz, que le da una responsabilidad para con otro o
consigo mismo.

Por lo tanto, Frankl, en su estudio sobre el sentido del humano, no cae en un reduccionismo
antropológico, pues, a pesar de que tiene rasgos de psicología y filosofía, busca entender el
sentido de una manera amplia, que sea capaz de tener en cuenta esa capacidad material e
inmaterial, de lo bio-psíquico y de la vida racional capaz de comprender símbolos y de
conocer, lo que subyace en el pensamiento y la voluntad, características propias del ser
humano.

5
“Nuestra generación es muy realista, pues, después de todo, hemos llegado a conocer al hombre en estado
puro. El hombre es ese ser capaz de inventar las cámaras de gas en Auschwitz, pero también es el ser que ha
entrado en esas mismas cámaras con la cabeza erguida y el Padrenuestro o el Shemá Israel en los labios.”
Frankl, Viktor; El hombre en busca de sentido; Pag. 160.
Reflexión crítica conclusiva

De nuevo estoy en frente a la inmensidad de no poder escribir lo que quiero contar, sin verme
obligado a lo que mi vida me lleva a sacar de mi mismidad. Dicen unos, que mis
pensamientos están corroídos, otros dicen, que viví y morí y volví a vivir en una misma vida,
conociendo así a la misma nada, no lo creo. Eran esos momentos en que nada sentía, en mis
recuerdos, esos instantes parecen limbos, no hablé con nadie, mis sentidos no percibieron
interacciones de mi ser con algo, siento en el recuerdo a mi conciencia perdida, asociando la
experiencia con el color negro, es decir, la ausencia de toda realidad, luz o verdad. Nunca
hubiese podido sentir tal recuerdo perdido en mi memoria, de no ser que lo real me detuviera.
Voy a retomar, entonces, la libidinosidad de la situación que trato de analizar, quizá pensar.

Como he escrito a lo largo de este ensayo, son los momentos de dolor, de sufrimiento, los
que permiten tener una anchura de la realidad, que dan mano para entender las situaciones, y
analizarlas, de manera crítica y creativa. Voy a empezar por el sentido. Yo tuve un accidente
de tránsito del cual no recuerdo nada. Desperté en un hospital cuatro días después, rodeado
de mi familia y de máquinas que me estabilizaban físicamente. Todo lo que sé acerca de lo
que me pasó fue por el relato de los otros (el hecho de que me indujeran a un coma hizo que
mi memoria se viera afectada, antes y después del accidente). Duré un mes en el hospital, y
otro mes sin poder caminar. Como dice Cyrulnik, “en el momento del traumatismo no se ve
sino la herida” (Cyrulnik, Boris; La maravilla del dolor; Pag. 55) y como consecuencia del
delirio que tuve a lo largo de mi recuperación en el hospital, no fui capaz de dimensionar la
gravedad de lo que había sucedido, solo estaba esperando para salir y continuar con mi vida
normal, como antes.

Pero, eso es imposible, el dolor y el sufrimiento, como ya le he dicho varias veces, una vez
vivido genera ciertas capacidades, pero también, reduce otras cotidianidades. Lo que pasó
después del hospital fue difícil, pero pudo ser más difícil si no hubiese tenido la compañía de
mi familia y amigos. Fueron ellos, los que, a raíz de apoyo, me ayudaron a encontrar un
sentido para salir de choque, aunque ellos no lo supieran. El sentido lo encontré en varias
circunstancias, el amor espiritual de mis padres, que renació y se fortaleció después del
accidente, me dio a mí, motivos para tener una tranquilidad, pues la vida seguía su curso, y
logré ingresar, a los tres meses, a la universidad. Otro instrumento fue la escritura6, que yo
lo pienso como el arte que Cyrulnik describe como eso que atraviesa al dolor y al sufrimiento
ante la realidad desoladora, e invita a soñar. Por esto el arte, cuando se expone en él la
realidad vivida, y la interpretación de los fenómenos que nos rodean, es la expresión más
sensata y poderosa, capaz de expandir nuestra apropiación de la existencia.

Varios meses después, mi padre me abraza y me dice, tu eres un hombre capaz de resiliencia,
lo que me llevó a pensar el papel del sufrimiento en mi vida y en la vida del ser humano –
reitero, el sufrimiento es inherente a nosotros pues lo concebimos y lo vivimos, y aunque sea
indeseable, es tan vital para la construcción del ser como la misma felicidad, pues sin él no
seríamos capaces de ser conscientes de nuestra felicidad. Estamos en un vaivén entre nuestras
decisiones, aquellas que nos dan felicidad y aquellas que nos dan sufrimiento, el punto está
en apropiarse de lo que suceda.

Bibliografía

- Cyrulnik. Boris; La maravilla del dolor; Barcelona; Ed. Granica; 2001.


- De Unamuno, Miguel; Del sentimiento trágico de la vida; Salamanca; 1913; Extraído
de internet.
- Frankl, Viktor; El hombre en busca de sentido; Barcelona; Ed. Herder; 2015.

6
“Incesantemente me siento conflictuado conmigo mismo. No me separo ni del bien ni del mal. Son dos los
loros que tengo en mis oídos, contrariados por la inmensidad de la realidad, sin poder llegar a un consenso
consigo mismos. La conciencia, por su parte, y la inconciencia, por otra. Ahora, qué debo hacer para tener la
tranquilidad que es tan anhelada por la mayoría. Nada, eso debo hacer, quedarme quieto y disuelto, ante todo,
ante todos. Dejar que mi corazón palpite y haga lo que tenga que hacer para sentir que el aire de la verdad me
lleve. Y, si me enfrento a ella, viviría o moriría. Qué tanto estoy dispuesto a dejar, para así sobrepasar esta
situación, y dejar de lado los conflictos que me atan.” Fragmento del escrito, hecho semanas después del
accidente.

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