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Estrategas de la esperanza
El dominio del futuro y la geopolítica de los ases
Salvador Montoya • Lunes 8 de abril de 2019
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La fuerza material está en la MASA


y la fuerza moral está en el MOVIMIENTO.
Simón Rodríguez
Los imperios del futuro serán los imperios de la mente.
Winston Churchill

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Al gran futurista global y experto en negocios digitales Mike Walsh se le preguntó, en 2018, cuál
era el secreto para descollar en el porvenir como personas y como países, y entonces él contestó,
profundamente directo, con una anécdota:
Uno mira excelentes líderes como Masayoshi Son, presidente de Softbank en Japón. Hace algunas
semanas conocí a diferentes líderes de su compañía y les pregunté: “¿Cuál es el secreto de
Masayoshi Son?”. La respuesta que encontré es que él no trata de imaginarse cuál va a ser la
próxima cosa grande que va a hacer. Él piensa cómo va a ser la gente en cincuenta años, cómo va a
vivir, cómo va a trabajar, la vida humana, y se devuelve para pensar qué tipo de compañía, servicios
e infraestructura tendrían que existir para habilitar todo aquello. Si puede encontrar alguna cosa de
esas la compra o invierte en ella, y si no puede encontrarla va a alentar a la gente a que arranque ese
estilo de compañías.1
Dominar el futuro, por tanto, requiere un estratega de poder. De acuerdo al australiano Walsh, el
estratega de poder piensa:
1. Cómo va a ser la gente en cincuenta años.
2. Cómo va a vivir esa gente.
3. Cómo va a trabajar esa gente.
4. Cómo va a ser la vida humana.
5. Qué tipo de compañía, servicios e infraestructura tendrían que existir para habilitar todo eso.
6. Encontrar cosas (las soluciones a esa gente) e invertir en ellas.
7. Impulsar a otros a crear ese estilo de compañías.
Dominar el futuro, entonces, requiere generar ideas y respuestas para los desafíos planetarios.

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Estos desafíos planetarios están muy bien descritos por el pensador Yuval Noah Harari en su libro
21 lecciones para el siglo XXI: el desafío tecnológico, el desafío político, desesperanza y esperanza,
verdad y resiliencia. Y para enfrentar desafíos planetarios hay que tener mentalidad de estratega
de poder. Afirma el inglés Lawrence Freedman, el máximo experto en estrategia histórica, que “la
estrategia es el arte de crear poder”.2 Y cada revolución industrial potenció un sistema-mundo de
poder. La primera revolución industrial conectada a la máquina de vapor y a la creación de los
ferrocarriles aceleró la conciencia planetaria de productividad. La segunda revolución industrial
con su electrificación, la implantación en la sociedad del petróleo, los inventos del automóvil, la
radio, los aviones, dio un mayor giro copernicano al sistema interno de dominio en la vida
civilizatoria. Y en la tercera revolución industrial con su computación, los satélites, la
automatización de los datos, el código binario estableció la arquitectura de un planeta entre la
devastación y los pináculos de la opulencia. Hoy en la cuarta revolución industrial con su
inteligencia artificial, su big data, su computación cuántica y su biotecnología trasciende en sus
destinos por las ambiciones desmedidas. Por ello, el estratega de poder se conecta al sistema de
ideas que diseña el futuro de la humanidad en sus lógicas interna y externa.

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El sistema de ideas precisa filósofos, pensadores. Luego estas ideas son debatidas y criticadas
también por intelectuales, artistas prominentes de todas las ramas, escritores y científicos
sociales (mayormente esta gente está relacionada con las universidades). Después estas ideas son
expandidas por escritores populares y por el arte pop junto a la música, los videos, el cine
masivo y la publicidad (esta esfera la dominan los medios masivos de comunicación). Y luego
estas ideas son tomadas por los políticos, los activistas, los líderes de diferentes causas. Y por
último estas ideas son hechas leyes y con las leyes viene la polarización y las marchas y
contramarchas, las diatribas en las redes sociales. Por consiguiente, ¿a qué nivel estamos actuando?
Porque si queremos ser estrategas de poder no sólo tenemos que batallar en las leyes o con los
políticos. Es necesario generar filósofos, pensadores del futuro. Es decir, penetrar a todos los
espacios del sistema de ideas. Y desde un filósofo hasta las leyes pasa una generación, es decir
cuarenta años. Por ejemplo, el investigador y profesor Wallace S. Broecker, en 1975, escribió el
primer artículo científico donde mencionó el peligro del calentamiento global y el cambio
climático.3 Hoy, cuarenta años después, nos enfrentamos a las consecuencias que Broecker predijo.
Por eso dilucida el filósofo Alvin Góngora que: “[La poesía] va un par de pasos adelante de la
reflexión teórica, un kilómetro adelante de la postulación científica y varios años luz adelante de la
aplicación técnica y la novedad tecnológica”.4 En otras palabras, un estratega de poder domina el
futuro porque interpreta lo porvenir en la poesía que produce esa sociedad, por la reflexión teórica
(filosofía), por la postulación científica (las innovaciones), la aplicación técnica y la novedad
tecnológica (los instrumentos).

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Ahora bien, el dominio del futuro es geopolítico. Por ello, un estratega del poder conoce que el
dominio del futuro es geoestratégico. Señala el doctor Renato Valderrama, en su conferencia “El
impacto de la Cuarta Revolución Industrial en la geopolítica del siglo XXI”,5 que para liderar el
futuro se tiene que innovar desde el lenguaje que trae resultados. Mayormente tenemos las
respuestas del siglo pasado para problemas futuros y por ello nos quedamos sin productividad y
atrasados. Por su parte, el doctor Alfredo Jalife Rahme, reconocido como uno de los máximos
geopolitólogos de América Latina, manifiesta en su conferencia “El mundo en el nuevo póquer
geoestratégico tripolar de EU/Rusia/China”6 que el futuro estará dominado por la influencia de
estos tres países: Estados Unidos, Rusia y China. En otras palabras, nuestra mentalidad está ya
conducida por las ideas que producen estos tres gigantes geopolíticos. Así que ser un estratega de
poder requiere evaluar y desarrollar los potenciales que nos dirijan a sacar el mejor provecho de
nuestras ventajas.

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Ya que ser un estratega de poder es ser un estratega de la esperanza. Sostiene con rigor y
profundidad Edgar Morin, en su libro La vía, que existen los cinco principios de esperanza:
1. El surgimiento de lo inesperado y la aparición de lo improbable.
2. Las virtudes generadoras/creadoras inherentes a la humanidad.
3. Las virtudes de la crisis.
4. Las virtudes del peligro.
5. La multimilenaria aspiración de la humanidad a la armonía.
Actuar como un estratega del poder es conectar a la gente a la esperanza y a la vida en
abundancia, es sacar el máximo potencial de sus corazones y de sus espíritus.
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Por lo tanto, cada estratega del poder lidera con la geopolítica de los ases. Así como en el juego de
las barajas españolas hay una mano de victoria que tienen los estrategas del poder para dominar el
futuro, esos ases son símbolos de autoridad y de dominio. El as de oro representa nuestra riqueza y
ella es el desarrollo de nuestra materia gris, de nuestros talentos. El as de bastos representa el
territorio que producimos, que hacemos prosperar. El as de copas representa la abundancia que
compartimos y que hacemos multiplicar. Y por último, el as de espadas representa la defensa de lo
que somos y de lo que tenemos para las próximas generaciones. Así que por eso luchamos para que
seamos hallados diez veces mejores como en su generación lo fue Daniel al ser consultado por el
rey Nabucodonosor, el rey del Imperio Neobabilónico, con los avances científicos y artísticos más
poderosos de su tiempo, en aquel episodio bíblico: “En todo asunto de sabiduría e inteligencia que
el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo
su reino” (Daniel, 1.20). En todo asunto de sabiduría y de inteligencia (estrategas de poder)
fueron hallados diez veces mejores que los mejores. Allí está el dominio del futuro con la
geopolítica de los ases.

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