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14/4/2019 Los novelistas costarricenses - Ls clasificaciones de la literatura costarricense

Los novelistas costarricenses


En este blog pretendemos formar e informar sobre las generaciones de los novelistas costarricenses.
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10/27/2010
Ls clasificaciones de la literatura costarricense
LAS CLASIFICACIONES DE LA LITERATURA COSTARRICENSE
La literatura costarricense carece de una historia completa y sistemática de sus creadores y por lo tanto de su producción
literaria como tal. Fue en el año de 1957 cuando don Abelardo Bonilla Baldares publicó su Historia de la Literatura
Costarricense1. Es obvio señalar que hoy se presenta, por sus años de existencia, incompleta. Por ello y otras razones que
tendremos oportunidad de fundamentar, afirmamos que es insuficiente.
Antes de don Abelardo Bonilla Baldares, don Rogelio Sotela escribió su obra Valores Literarios de Costa Rica, en 1921,
Escritores de Costa Rica, en 1923, Escritores y Poetas de Costa Rica, en 1923 y Literatura Costarricense:
Antología y Biografías, en 1932. En 1942, Francisco Núñez, publicó un ensayito titulado Itinerario de la novela
costarricense. También aparecieron sendos artículos de Joaquín Gutiérrez Mangel ¿Hay una literatura costarricense
contemporánea? Notas para un ensayo y Napoleón Quesada y Rogelio Sotela Reseña de historia literaria de
Costa Rica, ambos publicados en Repertorio Americano, el primero, en 1947 y el segundo, en 1937. También Emilio Abreu
Gómez publicó una obra titulada Escritores de Costa Rica, en 1950. Antes, de 1949 a 1950, José Fabio Garnier, publicó,
en el periódico La Nación, un estudio que llamó Cien novelas costarricenses.
Estos son los antecedentes a la clásica Historia de la literatura costarricense de don Abelardo Bonilla Baldares. Con
base en ello, para comprender mejor los intentos por clasificar la literatura costarricense, podemos hablar de tres momentos:
antes de don Abelardo, con don Abelardo y después de don Abelardo.
El primero tiene inicio en 1920 con la publicación de Rogelio Sotela Valores Literarios. El segundo se lo damos a la obra
escrita de don Abelardo Bonilla Historia de la literatura costarricense, y termina en 1950 con la obra de José Fabio
Garnier Cien novelas costarricenses, publicada en 1957.
El tercero y último, corresponde a una serie de estudios posteriores a la Historia de la literatura costarricense de don
Abelardo y llega hasta nuestros días. Este grupo está configurado por trabajos que, en un inicio siguió los pasos de su maestro
y que hizo un aporte importante, sobre todo bibliográfico pero que careció de iniciativa propia en lo que respecta a la
metodología empleada. En 1964, aparece el trabajo titulado El cuento en Costa Rica de Elizabeth Portugués de Bolaños y
en 1966, El costumbrismo en Costa Rica, de Margarita Castro Rawson. En la década de los años setenta se publicaron
nuevos trabajos, tales como, la Narrativa contemporánea de Costa Rica, en 1975 de Alfonso Chase Brenes; Puertas
adentro, puertas afuera de León Pacheco, en 1976. Resumen de literatura costarricense de Virginia Sandoval de
Fonseca, en 1978 Rebelión y sumisión de la literatura de los años 40, en 1979, de Quince Duncan Moodie. En 1979,
Carlos Duverrán, publica Notas para una reseña de la literatura costarricense y ese mismo año se publica, quizás una
de las obras más ambiciosas de ese momento: Para una nueva interpretación de la literatura costarricense de Jorge
Valdeperas.
En los años ochentas se han publicado algunos ensayos, casi todos de carácter preliminar. Sus mismos títulos así lo indican:
Resumen, notas, aportes, aproximaciones, deslindes, acercamientos, etc. El más ambicioso y de gran importancia es el de
don Álvaro Quesada Soto, titulado, La formación de la narrativa nacional costarricense 1890-1810. Enfoque
histórico-social, publicado en 1986. Sólo estudia un lapso de tiempo inicial y un género específico: la narrativa.
Hemos revisado las tesis que realizaron los estudiantes de Filología en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad
Nacional y no encontramos ninguna que abarque el tema de la historia de la literatura costarricense y sus clasificaciones. Casi
todas tratan de un autor o una novela en particular y aplican, por regla general, el método descriptivo estructuralista. Las
investigaciones que se han realizado en las universidades son las que más se ajustan a un estudio integral de la literatura
costarricense. La escuela de Literatura y Ciencias del Lenguaje de la Universidad Nacional realizó, a través de la profesora
Sonia Marta Mora y otros investigadores, un trabajo importante sobre la novela que titularon La novela del agro, aún no
se ha publicado y recientemente, en 1997, se publicó Cien años de literatura costarricense de las investigadoras Flora

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Ovares y Margarita Rojas González. En 1993, Flora Ovares y otros investigadores publicaron la investigación La casa
paterna, obra importante para el conocimiento de la literatura costarricense y posteriormente en 1998, se publicó la obra del
recién fallecido Álvaro Quesada Soto Uno y los otros. Es el último estudio de importancia que conocemos. Por supuesto no
hacemos referencia a estudios importantes sobre autores particulares que se han publicado y no en escasas ocasiones.
Tanto los trabajos pequeños y menos ambiciosos, así como los más extensos, han dividido y clasificado las obras y a veces
los autores. Todos, sin excepción, han sentido la necesidad imprescindible de ubicarlos en el tiempo. No todos siguen la
misma metodología pero sí acuden a las clasificaciones. Es imposible prescindir del tiempo en la historia. Nuestro interés, en
este apartado, es sistematizar las clasificaciones, buscar sus rasgos comunes, su paradigma, su conceptualización, sus puntos
de partida explícitos o no. Al final confrontaremos lo hecho, con la teoría de las generaciones aquí expuesta. Sacaremos las
conclusiones necesarias. Este trabajo se hizo a través de las obras que utilizan esta temática, más sobresalientes, publicados
hasta el presente.
Rogelio Sotela publicó, en 1942, Escritores de Costa Rica. Divide este libro en:
1. Los precursores.
2. Cuatro generaciones: primera, segunda, tercera y cuarta.
3. Los jóvenes.
Como fácilmente se desprende de esta división, utiliza el método histórico de las generaciones, explícitamente. De igual
manera lo hizo en su obra anterior Valores literarios de Costa Rica, que publicó en 1920.
Rogelio Sotela no distingue épocas y períodos. No realiza la metodología de las generaciones para obtenerlas y por ello
mezcla, autores de unas, con otras, como si fueran de una misma. No hay duda de que conocía aspectos teóricos sobre este
método pero se limitó a fijar lapsos de tiempo alrededor de una fecha cualquiera y luego introdujo los autores que nacieron
alrededor de esa fecha. Por ejemplo 1860. A ellos llamó primera generación, los nacidos alrededor de 1865, quince años
después, llamó la segunda generación; los nacidos hacia 1885, diez años después, tercera generación; los nacidos entre 1895 y
1900, la cuarta generación y por último, se refirió, brevemente, a los jóvenes, nacidos después de 1900. Su trabajo más parece
una lista de autores, con sus biografías y algunos juicios de valor sobre sus obras, que una historia de la literatura. Está muy
lejos de ser un trabajo sobre las generaciones literarias de la literatura costarricense. Nunca presentó una descripción
conceptual de su metodología. Aprovechó las generaciones para agrupar a los escritores y nada más.
Francisco María Núñez publicó en 1946 un libro que tituló Itinerario de la novela costarricense. Establece dos épocas,
la primera es la de 1900. En ella agrupa
“La cosecha del 89 a principios del nuevo siglo” y “1940 para catalogar el movimiento que llega hasta nuestros días”1.
En cada época, que no define, establece etapas. La primera estaría comprendida entre el año 1887 y 1900 (tres años)2. La
segunda etapa empieza a partir de 1900, llamados los novecentistas3 y la subdivide en dos tendencias: los de corte europeo y
los nacionalistas. Estos conceptos los encontraremos utilizados por muchos autores posteriores. Entre los años treintas y
cuarentas ubican este nuevo movimiento que llega hasta 1940 (año en que se celebró un concurso sobre la mejor novela
latinoamericana)4. A partir del año 1940 establece la segunda etapa hasta el año de 1947, que es cuando publica este
trabajo.
Núñez funda su clasificación, de los novelistas costarricenses en dos “momentos”5 bien claros: 1900 y 1940. Esta clasificación
se seguirá utilizando hasta hoy. Unos la han llamado épocas, otros períodos y los más, generaciones. Ahora que acaba de
morir Fabián Dobles Rodríguez, los periódicos encabezaron algunos títulos así:
“Ha muerto una de las mejores plumas de la generación del 40”6.
Por último, Núñez hace una lista de los novelistas estrictamente cronológica y realiza algunos comentarios sobre el autor y
sus novelas, generalmente de tipo temático.
Joaquín Gutiérrez Mangel, novelista costarricense de mucho prestigio, se refiere en su ensayo ¿Hay una literatura
costarricense contemporánea? Notas para un ensayo, de 1947, concretamente a la generación del 40. Comenta
algunas de las novelas y tipifica esa generación como la vanguardia de la literatura costarricense.
Otro tanto hacen Napoleón Quesada y Rogelio Sotela en su ensayo Reseña de historia literaria de Costa Rica.
Afirman los autores, que la verdadera literatura patria comienza a mediados del siglo XIX y dan una lista de los cultivadores
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de literatura más destacados. La inician con Manuel Argüello Mora. Hablan de una última generación, la de Marín Cañas y
otros, y de un grupo intelectual al que perteneció Francisco Soler.
Podemos resumir este primer momento, que intenta clasificar la literatura costarricense así:
1. Los historiadores o críticos de la literatura, fijan dos lapsos de tiempo, más o menos grandes y desiguales. A ellos unos
llamaron épocas, otros, períodos y algunos, generaciones. Cronológicamente los ubican, el primero a finales del siglo XIX, de
1889 a 1900, y el segundo de 1900 en adelante.
2. En la primera época, o período, o etapa, establecen la generación de los precursores, los iniciadores, sin precisar, claro
está ¿qué entendían por generación, época, período o etapa? Fue una necesidad meramente cronológica. En la segunda
“época”, tipifican dos “períodos” o momentos diferentes: De 1900 a 1930, que serían los fundadores de la literatura
costarricense y que dividen en nacionalistas y europeístas. Una segunda “generación” la establecen a partir de 1930. Más
bien es una década que va de ese año a 1940, año que marca el inicio de los “jóvenes” y que después llamaron “generación
del 40”.
3. Si bien, en general, clasifican a los autores por algo parecido a generaciones, lo cierto es que el año de la publicación de
las obras juega un papel decisivo en sus clasificaciones.
4. Por último, cave advertir que en todos los trabajos, realizan listados de autores en estricto orden cronológico, comentan
aspectos biográficos y se refieren a los temas o contenidos de las obras. Son trabajos temático-estilísticos.
A partir de 1957, con la aparición de la obra de don Abelardo Bonilla Baldares, Historia de la literatura costarricense,1
da inicio, en Costa Rica, una serie de trabajos muy importantes, sobre crítica literaria de la literatura costarricense que de
una, u otra forma, clasifican históricamente y por generaciones nuestras letras. Sin lugar a equivocarnos, podemos afirmar
que la obra de don Abelardo Bonilla Baldares es hasta hoy la única historia importante sobre la literatura costarricense. Hay
varias razones que fundamentan esta afirmación.
1. La obra abarca no sólo la literatura costarricense desde sus inicios (finales de siglo XIX)2, sino que se convierte en un
estudio general de la cultura costarricense. Comprende aspectos, tan variados, como periodismo, historia, derecho, ensayo,
teatro, poesía, etc.
2. Inicia su trabajo desde la Colonia y establece ahí la primera generación, la de 1889 y concluye en la generación de los
jóvenes que vivían la década del 40 al 50. Su fin fue:
“Comprender el Alma Nacional e interpretar las obras literarias”.3
3. Don Abelardo manifiesta su postura metodológica e ideológica. Afirma que utilizará la doctrina de las generaciones de
Julius, así como Ortega y Gasset. Tendremos ocasión de revisar su apego o no a esta teoría, más adelante.
4. Su propósito fue realizar una Historia de la Cultura Costarricense al estilo de Francisco de Santis o Gustavo Lanson. Es
un proyecto de gran envergadura y a fe que lo consigue.
La obra de don Abelardo está estructurada de la siguiente manera:
1 . Una introducción.
En ella, fija las cuatro épocas en que divide su libro:
a. Época Colonial:
“Comprende desde el descubrimiento de América hasta 1840, incluyendo en ella, los primeros años de vida independiente,
que no se diferenciaron esencialmente de los anteriores”.1
b. Época de formación y consolidación del Estado: de 1840 a 1900:
“en que las letras estuvieron al servicio de la idea política y en que predominaron el Derecho, la Historia y las Ciencias
Políticas”.2
c. Época realista:
“Abarca las tres primeras décadas del siglo XX y fue de florecimiento literario por el desarrollo de la novela, el cuento, los
cuadros de costumbres en prosa y del Modernismo de la Poesía”.3
d. Época contemporánea:
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“Se caracteriza como síntesis de las anteriores y asimilación de las corrientes universales”.
Y agrega:
“Ya veremos que a esta época corresponden cuatro períodos lingüísticos”.4
Cronológicamente dividió la obra así:
Época colonial: 1502 a 1840.
Época de formación y consolidación del Estado: 1840 a 1900.
Época realista en prosa y modernista en Poesía: 1900 a 1930.
Época contemporánea: 1930 a 19575
Observemos que para él, época, período, así como, a veces, generación, son lo mismo.
Dice:
“La obra realizada en los finales del siglo por los hombres de la llamada generación de 1889 fue densa y brillante, al
menos en el campo de la educación, de la historia, y de la política, y su espíritu ha trascendido en tal forma que para
muchos costarricense los de cierta edad, ese período fue una época de oro”.6
En cada una de las “épocas” establece diferentes partes. En ellas comenta los hechos históricos que sucedieron, las
principales figuras destacadas en ellas, y va obteniendo sus conclusiones. Por ejemplo el “período” o “época” de formación lo
clasifica así: El siglo XIX, desde su independencia, El Positivismo, La Historia, El Derecho, El Periodismo, y una breve
síntesis. En cada parte destaca las figuras más importantes por su aporte a las letras nacionales.
El siglo XX lo divide en cuatro décadas. Parte de 1900 y llega hasta 1940. Se refiere a las novelas de Manuel Argüello Mora,
anteriores al siglo XX y luego establece un capítulo aparte para Joaquín García Monge, otro para la tradición académica y
europea: Alejandro Alvarado Quirós, Rafael Ángel Troyo Pacheco, José Fabio Garnier Ugalde y Francisco Soler Carranza.
Pasa luego a Manuel González Zeledón, la escuela del Costumbrismo: Carlos Gagini Chavarría, Manuel de Jesús Jiménez
Oreamuno, Teodoro Quirós y Claudio González Rucavado.
Destaca otro grupo de escritores: Jenaro Carmona Valverde, Carmen Lyra, Gonzalo Sánchez Bonilla y algunos guanacastecos,
un tanto desconocidos. A ellos los califica de realistas. Después se refiere al que llama grupo de La estilización del
realismo. Aquí nombra a Luis Dobles Segreda, Max Jiménez Huete, Manuel Segura Méndez y Gonzalo Chacón Trejos.
Tipifica algunas novelas ajenas al Costumbrismo como las de María Fernández de Tinoco, Diego Povedano, Moisés Vincenzi
Pacheco, Arturo Castro Esquivel, Emmanuel Thompson Thompson, Román Jugo Lamieg y otros.
Los demás capítulos los dedica a los restantes géneros: poesía, teatro, ensayo, derecho, historia, ciencias
económicas y políticas y el periodismo. Así termina esa época.
La cuarta “época” la titula La literatura contemporánea. Para él comienza con la llamada generación del 40. Así inicia
cronológicamente este “período”, “época” o “generación”. Hace énfasis en los novelistas José Marín Cañas,1 Carlos Luis
Fallas, Fabián Dobles Rodríguez, Joaquín Gutiérrez Mangel, Yolanda Oreamuno y Carlos Salazar Herrera.
n los últimos capítulos estudia La Lírica y El Ensayo Contemporáneo: 1940 a 1957.
Podemos concluir lo siguiente:
1. El autor confunde época con períodos y, a veces, con generación.
2. Las cuatro “épocas” o “períodos” son muy desiguales en tiempo. Se deja llevar por lo temático y, por la preponderancia
de una disciplina o campo intelectual.
3. Con respecto al surgimiento de la literatura y su formación, establece las mismas generaciones de don Rogelio Sotela:
generación de 1889, correspondiente al siglo XIX y que escasamente produjo literatura y generación de 1900. A pesar de que
no lo explica, sí se desprende de su clasificación y estudio, que el año de 1900 es clave, sobre todo por la aparición de la novela
(para muchos) El Moto de Joaquín García Monge y desde luego por ser inicio de siglo. Comenta sobre la temática
empleada por algunos escritores y como Francisco María Núñez, diferencia a nacionalistas y europeístas, y se refiere, con
alguna consideración al Costumbrismo. Por último, se detiene en la llamada generación del 40, que en nuestro estudio
corresponde a generación de 1942. Rogelio Sotela lo había señalado: es propiamente la primera generación de la literatura
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costarricense. La producción significativa de novelas, el famoso concurso sobre las novelas y la afinidad ideológica de un
grupo de ellos, hicieron posible que los críticos, en general, se refieran con interés a esta generación. Tendremos
oportunidad de comentar, con más amplitud, a estos novelistas costarricenses, más adelante.
3. Como puede desprenderse fácilmente, de estas observaciones, la obra de don Abelardo Bonilla Baldares, no sólo reunió
una visión de la cultura costarricense, sino que abarcó y concretó los más variados juicios de los teóricos de ese entonces y
antes de él. Y lo que es más importante, creó la obra Historia de la literatura costarricense de mayor relevancia en su
momento y hasta hoy. Es el trabajo más citado y conocido por los estudiosos posteriores a don Abelardo Bonilla Baldares.
A partir de los años setenta comienzan a publicarse algunos estudios dignos de consideración, menos ambiciosos pero muy
importantes.
El tercer momento de los estudios literarios formales, sobre la literatura costarricense, comienza con algunos trabajos
hechos por discípulos de don Abelardo, tales como El cuento en Costa Rica, 1964 de Elizabeth Portugués de Bolaños y El
costumbrismo en Costa Rica, 1966 de Margarita Castro Rawson1. Son obras de enorme importancia sobre los temas
tratados pero que para nuestros objetivos, en esta investigación, no agregan nada nuevo ya que siguieron al maestro
fielmente.
En 1975, Alfonso Chase Brenes, novelista costarricense, publica un trabajo que es fruto de una investigación realizada en la
Escuela de Literatura y Ciencias del Lenguaje de la Universidad Nacional y que tituló Narrativa contemporánea de
Costa Rica.2
Alfonso Chase Brenes parte, para su estudio, también de dos momentos históricos que son básicamente los mismos
establecidos por los críticos anteriores, sólo que él señala la importancia del gobierno de don Rafael Iglesias (1861-1924) que
gobierna el país de 1894 a 1902. Según su opinión fue uno de los gobernantes más decisivos en la historia nacional porque le
tocó enfrentar la modernización del Estado, superar las crisis económicas de fin de siglo y porque enfrenta, en contra de una
gran mayoría nacional, desde las clases populares, a los intelectuales que llamaron La generación del Olimpo.3
Vamos a tener presentes dos conceptos importantes que Alfonso Chase Brenes trae a colación en este trabajo.
1. La formación del Estado costarricense y su modernización.
2. La llamada Generación del Olimpo.
Esto será tratado cuando nos refiramos a las generaciones de los novelistas costarricenses.
También Alfonso Chase Brenes, divide a los narradores, sólo que por “promociones”.4
Dice:
“Hemos dividido a los narradores nacionales en promociones, pero se destaca en cada uno de ellos la presencia individual,
antes que la conciencia de grupo”.1
Y agrega:
“Las promociones son de obras”.
Entonces establece las promociones que van de 1928 a 1940:
1. 1828 Esos Fantoches de Max Jiménez Huete.
2. 1929 Los bigardos del ron de José Marín Cañas
3. 1931 Bananos y hombres de Carmen Lyra
4. 1932 El infierno verde de José Marín Cañas
5. 1937 El Jaúl de Max Jiménez Huete
6. 1939 Juan Varela de Adolfo Herrera García
La segunda promoción la llama de igual manera que sus antecesores, La generación del 40.
Dice:
“El grupo presentaba una característica especial: una homogeneidad de clase definida por la procedencia social de
muchos de ellos y también porque sus inquietudes respondían a un pensamiento definido, en cuanto a democracia social se
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refiere” 2
Los comentarios a estas afirmaciones las haremos en su debido momento, sólo deseamos señalar que por la simple razón de
que Adolfo Herrera García, publica su novela Juan Varela, en 1939, no lo considera como miembro de la generación del 40,
que nosotros llamamos del 42, cuando era un escritor de esa generación y precisamente del grupo que él destaca, partidarios
de la ideología comunista.
También el escritor Alfonso Chase Brenes da una lista de obras publicadas y cita sus autores después de los años cincuenta y
nos habla de la generación del 48, quizás influenciado por la llamada “revolución del 48” de José María Figueres Ferrer.
Luego divide las décadas en quinquenios de acuerdo con la publicación de la obra.
A pesar de no contemplar en este trabajo, los géneros de Teatro y Lírica, haremos una breve referencia a un artículo de
Virginia Sandoval de Fonseca, llamado Dramaturgia Costarricense, 1987.3 En él, Virginia divide el teatro costarricense
por etapas:
1. La primera etapa se extiende hasta los dos primeros decenios del siglo XX.
2. La segunda etapa. Es el período de transición y:
“está formada por autores cuya creación se ubica en las décadas tercera y cuarta de nuestro siglo”.1
3. La tercera etapa. Es el teatro consolidado:
“Domina este período la trinidad dramática formada por Alberto Cañas, 1920, Samuel Rovinski, 1932 y Daniel Gallegos,
1930, los que más han producido”.2
Las mismas observaciones que hemos venido señalando anteriormente se pueden confirmar en esta división del teatro
costarricense: confusión de términos, tales como generación y período, escogimiento de porciones de tiempo sin conceptuar,
se ajusta mucho a las divisiones hechas anteriormente.
En 1978, la Editorial Costa Rica le había publicado un interesante libro que la misma autora tituló Resumen de la
Literatura Costarricense3 y que tal y como lo indica su título es un resumen de la producción literaria en general.
Incluye todos los géneros y hace referencia a varios autores y algunas de sus obras que reseña y da algunas opiniones. Afirma
en la presentación, que el libro es:
“…un híbrido, pues entrecruza lo temático con lo cronológico, a fin de que lo referente a cada autor no quedase
disperso”.4
Así se refiere al siglo XIX y de éste pasa al siglo XX que es el que ocupa la mayor parte de su preocupación. Cita y comenta
algunas obras de autores que escoge según su popularidad. Como tantos otros, divide los escritores en nacionalistas y
cosmopolitas y se refiere al costumbrismo. Por último destaca la literatura contemporánea que la ubica de los años cuarenta
en adelante y llega hasta Fernando Durán Ayanegui (1939). No le interesa agrupar a los escritores por generaciones sino por
temas o ideologías. Después se dedica a reseñar otros géneros. Sigue la misma posición metodológica tradicional.
Quince Duncan Moodie, novelista costarricense, también realiza un estudio bajo el título Visión panorámica de la
narrativa costarricense (1987).5 Lo divide en:
1. Génesis de la narrativa costarricense.
Aquí señala los primeros hechos históricos del país y habla de dos períodos: Período Colombino y Período Colonial. Destaca
la carencia de literatura en esos períodos. Afirma que de 1881 a 1938 se dieron pasos importantes como: influencia de la
oligarquía de Cartago, desarrollo de la clase media, jóvenes que salen a estudiar al extranjero, consolidación de San José como
la capital de Costa Rica, fundación de la Banca Privada, importación de productos industriales europeos, la toma del poder en
1938 por una oligarquía progresista, la apertura de la Universidad de Santo Tomás, la creación de las escuelas normales,
colegios de secundaria, la creación del Teatro Nacional y la educación gratuita y obligatoria. Dice:
“Es a este período liberal al que corresponden las dos grandes corrientes de la narrativa costarricense: la aristocrática y
la nacionalista”.
Obsérvese que las fechas que da 1881 a 1938 casi corresponden a las que nosotros llamamos Período Naturalista: 1890 a
1934 y a las tres generaciones de él, la de 1882, la de 1897 y la de 1912.
Luego pasa a describir esas dos corrientes:
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a. Aristocrática: 1860 a 1935.


Cita en ella a los autores Manuel Argüello Mora, Ricardo Fernández Guardia, Manuel González Zeledón (Magón), Carlos
Gagini, Joaquín García Monge y otros.
b. La Nacionalista: 1899 a 1937.
Aquí incluye autores como Joaquín García Monge, Carlos Gagini, Gonzalo Chacón Trejos.
Introduce autores en ambas corrientes, creemos que por hacerlo según las obras que escribieran. Los escritores que incluye
en esas corrientes, a veces pertenecen a generaciones diferentes No sabemos por qué llevó este período hasta el año 1937. El
nuestro llega hasta el año 1934 y esta fecha es de gran relevancia, como lo veremos después.
También plantea un período: El Reformista: 1939 a 1973.
El nuestro corresponde al período que llamamos superrealismo que va de 1935 a 1979 y comprende tres generaciones. Este
“período”, para él, lo abre la publicación de la novela Juan Varela (esta es la razón de la fecha) que se publicó en 1939 de
Adolfo Herrera García y lo cierra, la publicación en 1973, Murámonos Federico de Joaquín Gutiérrez Mangel. Para
nosotros la fecha de publicación de una novela no importa tanto como el tipo de novela y la generación a que pertenece.
Habla de una corriente Naturalista como parte de la corriente reformista. La inicia José Marín Cañas con la novela Pedro
Arnáez (1942) y la finaliza con los Cuentos de Angustias y paisajes (1947) de Carlos Salazar Herrera. Esta corriente
está cercana a la generación de 1942.
Otro período sería El Transformista: 1948 hasta 19871. Lo divide también en dos:
a. Corriente testimonial: 1952
b. Corriente existencialista: 1962
En el primero, incluye las obras de Carlos Luis Fallas Sibaja, Fernando Durán Ayanegui, José León Sánchez Alvarado,
Alberto Cañas Escalante, Abel Pacheco. Aquí, la mezcla es más compleja y escapa a toda lógica sistemática, se atiene más a
cierta temática. Por ejemplo no cita a Yolanda Oreamuno Unger, ni a Rima Rothe de Valbona.
En la corriente existencialista ubica a Carmen Naranjo, Quince Duncan Moodie y Julieta Pinto.
Termina su trabajo con la afirmación de que, a partir del gobierno de Rodrigo Carazo 1978-1982, se abre un nuevo período
histórico costarricense. Sólo lo indica pero no hace referencia a sus características.
Este trabajo reúne todas las características apuntadas anteriormente sólo que amplificadas. Es rico para observar la
disparidad de criterios usados a la hora de clasificar a nuestros escritores.
Manuel Picado publicó Literatura, Ideología, Crítica. Notas para un estudio de la Literatura Costarricense,
en 1983.1 En él, encontramos la preocupación por definir, conceptuar, precisar, la metodología empleada en los estudios que
se realizan sobre literatura. Es consciente y lo explicita, de que se ha venido hablando de generaciones, períodos, etc. sin
aclarar esos términos. Afirma que no se propone un trabajo exhaustivo de la literatura sino una producción arbitraria de la
literatura costarricense en su género narrativo.
Dice:
“Originalmente, las presentes líneas tenían como tema el análisis de algunas muestras de la producción narrativa
costarricense publicadas en un período aproximado que oscila entre 1940 y 1950”.2
Y define el corpus escogido o como él llama, período:
Para referirnos a estos autores (sólo escoge seis: Adolfo Herrera García, José Marín Cañas,3 Carlos Luis Fallas Sibaja,
Fabián Dobles Rodríguez, Joaquín Gutiérrez Mangel y Yolanda Oreamuno Unger):4
“y a sus obras. Se usará el término de período 1940-1950, en el entendido de que el vocablo no tendrá ningún sentido
técnico, sino que será manejado en su acepción corriente de unidad cronológica. Esta denominación obedece únicamente al
hecho de que es por esa época cuando se da la eclosión del grupo de novelas y autores que nos han ocupado”.5
Es importante señalar que después de don Abelardo Bonilla Baldares, es Manuel el primero en ofrecer una preocupación
metodológica rigurosa y una gran honestidad teórica. Es curioso que, a pesar de que Juan Varela, la única novela de Adolfo

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García Herrera, se publicara en 1939, Manuel la incluyera en su corpus, intuición acertada pues pertenece a la misma
generación que los otros que escogió, como la que más.
No sólo es honesto desde el punto de vista teórico-metodológico sino que señala la poca claridad que existe en el tratamiento
de los conceptos generación y período y la variedad de usos que de ellos se hacían (y se hacen). Concluye indicando lo
necesario de precisar esos vocablos y recomienda la lectura de Julius Petersen y Ortega y Gasset. Es por estas razones que
creemos marca un hito en la investigación literaria de la literatura costarricense. A pesar de ello se siguieron haciendo
trabajos sin tomar en cuenta sus observaciones.
Mario Alberto Marín publicó un artículo titulado Un monumento a la novelística costarricense, en La Nación, 1984.1
Coleccionaron 31 novelas entre los años 1900 a 1983 y el criterio usado fue:
“…según la importancia de su tema, esencialmente arraigado en nuestra realidad histórica y cultural”.2
Y agrega:
“adecuada tipificación de los personajes, habilidad demostrada en el manejo de la trama y la pertinente ambientación”.3
Para ubicar las novelas dice:
“Las incluiremos dentro de las tres generaciones literarias que reconoce el joven crítico Jorge Valdeperas, en su ensayo,
Para una interpretación de la literatura costarricense: la generación de 1900, la de 1940 y la de 1960”.4
Como su posición metodológica la apoya en Valdeperas, lo correcto es reseñar este ensayo.
Jorge Valdeperas define así:
“Nuestra posición materialista dialéctica nos impide considerar la existencia de verdades absolutas, pero también nos hace
estar firmemente convencidos de que sólo mediante acercamientos progresivos, mediante verdades relativas puede el
hombre avanzar en el conocimiento cada vez más perfecto (sic) de la realidad”.5
Y nos habla de generación, período, época, etapas, etc. con la misma confusión que hemos venido señalando.
Dice:
“Metodológicamente, hemos partido de una puntualización de los valores fundamentales, creados en un período
determinado por la interacción de fuerzas sociales objetivas, para de allí pasar a enfocar el producto literario”.6
Esto no contraviene la metodología de las generaciones, es correcto y nos parece pertinente su uso, lo mismo que cuando
afirma:
“Las características generales de períodos específicos han sido tratadas tomando en consideración únicamente las
tendencias y contradicciones fundamentales, es decir, aquéllas que de alguna manera les brindan su identidad”.
Esta posición es importante y le permitirá, seguramente, comprender el por qué dentro de una misma generación como la
de 1942, coexisten posiciones encontradas que afirman la misma generación. Pero a la hora de ubicar a los escritores o sus
obras, cae en los mismos errores en que otros incurrieron:
“Un primer grupo de escritores que se ubican hacia las postrimerías del siglo pasado y los inicios del actual- conocida
como la generación de 1900- a cuya cabeza encontramos a Joaquín García Monge y a Carlos Gagini, y que es con el que
propiamente arrancan los intentos serios de elaborar una literatura autóctona”.1
Y prosigue:
“Una segunda circunstancia feliz para las letras nacionales se produce hacia 1940 - la llamada generación del 40- y,
finalmente, de la encrucijada histórica que para Costa Rica han significado los hechos del 48, ha surgido en los últimos
años dos importantes tendencias literarias- no bautizadas aún- que constituido, por así llamarlo el motor de la actividad
cultural costarricense, sobre todo a partir de 1960. Cada uno de estos momentos obedece, como se ha dicho, a
circunstancias histórico-sociales específicas y comporta, más que confluencias de tipo estilístico y formal, una comunidad
en cuanto a la visión de mundo; mientras que la literatura del primer período es la orientación marcadamente liberal, los
novelistas del 40 presentan una perspectiva de tendencia socialista, por su parte, cada una de las dos vertientes literarias
surgen después de 1948, remite el origen de su convergencia y polémica con la otra por los problemas de la concepción de
mundo”.2

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No es cierto que todos los novelistas, de la que ellos llaman generación del 40, y que técnicamente corresponde a la
generación de 1942, tengan esa tendencia socialista. Habrá ocasión de esclarecer este error en su debido momento. Por
ahora basta señalarlo como producto de seguir textualmente lo que todos habían señalado. Observen que fija sus períodos
o generaciones en tres momentos que habían sido fijados por Sotela, don Abelardo y otros: antes de 1900, de 1900 a 1940 y
de 1940 a 1960 y de este año en adelante que no se fijó antes, por no existir. Como ejemplo de confusión de vocablos, tales
como generación, período, época, etc. observemos esta cita:
“Ambas obras: Juan Varela y El sitio de las abras y quizás muy especialmente la proyección política del mismo Fallas
fue, sin lugar a dudas, el eje alrededor del cual nace la novelística social de la década del cuarenta. Los acontecimientos del
año 34, que son el foco principal de acción de la novela Puerto Limón de Joaquín Gutiérrez Mangel que, a pesar de que
es bastante posterior a la de Fallas (1950), ha de haber tenido su período de generación por esa época”.
Otro trabajo que merece, por su contenido, ser analizado y citado es el de Álvaro Quesada Soto, La formación de la
narrativa nacional costarricense (1890-1910). Enfoque histórico-social.1 Es, sin temor a equivocarnos, el estudio
más serio y rico de los últimos años. Fue publicado en 1986. De él haremos referencias posteriormente, cuando nos
aboquemos al análisis de ese “período”, que para nosotros es el último de la época moderna y que se llamó Período
Naturalista, y va desde 1890 (coincidimos con el autor) hasta 1934.2
Álvaro Quesada Soto utiliza los mismos criterios de Jorge Valdeperas, en la clasificación de los autores y sus obras por lo
que cometerá las mismas imprecisiones en ese aspecto. Así, confundirá o hará como sinónimos generación con período y
época, etc. Un ejemplo:
“En esta primera década del siglo se definen las nuevas posiciones, las alianzas, y las transformaciones del liberalismo”.
Refiriéndose al término generación dice:
”La diferencia es más notaria en el caso de Manuel Argüello Mora, que pertenecía a una generación anterior a la que
perteneció la mayoría de los escritores de ese período”.
Manuel Argüello Mora perteneció al período anterior, llamado Romanticismo que va de 1845 a 1889. Su generación fue
la de 1867, que tuvo vigencia de 1875 a 1889. Es la última generación de ese período. Por lo tanto el juicio es correcto.
Luego agrega:
“En estos autores, la edad de oro de las costumbres costarricenses no coincide ya con la edad de oro de la rancia
aristocracia cafetalera, que Manuel de Jesús Jiménez ubicaba en el período 1850-1870. La edad de oro de esta oligarquía
de medio pelo coincide con la época de gestación de las reformas liberales, el período de gobierno del general Tomás
Guardia (1870-1882). Esta etapa histórica coincide a su vez con la infancia y adolescencia de los propios escritores, es el
período al que dedica Magón la mayor parte de sus relatos”.
Aclaremos algunos aspectos para que se esclarezca la importancia conceptual y cómo cobra claridad y sentido las
apreciaciones de don Álvaro Quesada Soto. Lo que él llama período de 1850-1970, 1no es sino parte de una generación, la
última del período anterior, la generación de 1912 y que se ha llamado Mundonovismo.
Afirma Álvaro Quesada Soto:
“Vimos en un principio cómo los aspectos contradictorios de la estructura patriarcal-oligárquica se manifestaron en todos
los niveles de la vida costarricense en el período 1850-1870. La nueva estructura liberal-oligárquica que se establece
durante el período 1870-1890, no es menos contradictoria”.
Observemos que lo que él llama período 1850-1870 corresponde al Período Romántico y va de 1845 a 1889 y la primera
generación de él, tiene vigencia de 1845 a 1859 y la segunda, de 1860 a 1874, por lo tanto lo que el autor llama período no lo
es, estrictamente, sino parte de él. Comprende sus primeras dos generaciones. Luego establece otro período que va de 1870 a
1890. Éste, casi corresponde a la tercera generación del período romántico que tiene su vigencia de 1875 a 1889.
En otro apartado dice el autor:
“Los historiadores de nuestra literatura coinciden en señalar cómo entre los años 1890 y 1900 surgen una serie de
fenómenos culturales y literarios totalmente nuevos”.[1]

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Notemos que ese lapso de tiempo establecido por él, tomándolo de otros autores, casi corresponde a la generación de 1882
que tiene su vigencia de 1890 a 1904. Esta es la primera generación del período llamado Naturalista que va de 1890 a 1934 y
que cierra la época moderna.
Otro ejemplo testimonia lo que venimos afirmando.
Dice:
“La diferencia es más notoria en el caso de Manuel Argüello Mora, que pertenecía a una generación anterior a la que
perteneció la mayoría de los escritores de este período”.2
Por supuesto, no sólo perteneció a otra generación sino a un período anterior. Manuel Argüello Mora fue el único novelista
costarricense de la generación de 1852, es la última generación del período romántico y tuvo su vigencia de 1860 a 1974.
Es importante mencionar un trabajo reciente y quizás el más importante de los últimos años. Nos referimos a 100 años de
literatura costarricense de las investigadoras Margarita Rojas González y Flora Ovares, publicado en 1995.3
1. La primera parte la hacen corresponder a la segunda mitad del siglo XIX. De 1850 a 1900. En ella ubican a los novelistas3
Manuel Argüello Mora y Manuel de Jesús Jiménez Oreamuno. Consideran también a Pío Víquez que fue un periodista.
2. La segunda agrupación la ubican de 1870 a 1920. La llaman El Olimpo Político. Se refieren a la polémica nacionalista y
comentan la obra de Manuel de Jesús Jiménez Oreamuno, Manuel González Zeledón, Ricardo Jiménez Fernández, Carlos
Gagini Chavarría, Jenaro Cardona Valverde, Aquileo J. Echeverría, que es básicamente un poeta.4 Nos hablan del
modernismo de Brenes Mesén: 1900 a 1915. A esto lo consideran una primera etapa y de 1913 a 1930 establecen otra.
Comentan acerca de la época de la constitución, de la nacionalidad costarricense y se refieren a la generación de los escritores
que publican a fines del siglo XIX y principios del XX.
1. Generación del Repertorio.
Comprende las décadas iniciales del siglo XX. Son los escritores nacidos entre 1870 y 1880 y los llaman la generación de los
intelectuales. Van de 1900 a 1930. Comentan algunas obras de Joaquín García Monge: El Moto e Hijas del campo;
Carmen Lyra: En una silla de ruedas, y de Luis Dobles Segreda: Por el amor de Dios.
2. Establecen un lapso de tiempo que va desde 1930 a 1950. Primero hablan de la década de 1920 a 1930. Ahí ubican a Max
Jiménez Huete (1900-1947), con El Jaúl, José Marín Cañas con El Infierno Verde y Pedro Arnáez, Adolfo Salazar
Herrera con sus Cuentos de angustias y paisajes y A ras de suelo de Luisa González Gutiérrez(1904-1999), Juan
Varela de Adolfo Herrera García (1914-1975), El sitio de las abras de Fabián Dobles Rodríguez, Mamita Yunai, Gentes
y Gentecillas de Carlos Luis Fallas Sibaja (1909-1966), Manglar, Puerto Limón y Murámonos Federico de Joaquín
Gutiérrez Mangel (1918-2000) y La ruta de su evasión de Yolanda Oreamuno Unger 1916-1956).
3. Se refieren a los años que van de 1950 a 1970, divididos en sus dos décadas.
Comentan la obra Al Pairo de Jorge Montero Madrigal, Una casa en el barrio del Carmen de Alberto Cañas Escalante
(1920), El diario de una multitud de Carmen Naranjo Coto (1930), Ceremonia de Casta de Samuel Rovinski Grüzco
(1932), Las sombras que perseguimos de Rima Rothe de Valbona (1931), comentan algunos relatos de Myriam Bustos
Arratia (1933), la novela El despertar de Lázaro de Julieta Pinto González (1922), La isla de los hombres solos y
Tenochitlan de José León Sánchez Alvarado (1928).
4. Es la última etapa y la ubican de 1970 a 1995. Aquí comentan textos sobre los escritores más recientes. Van desde Quince
Duncan Moodie (1940), César Hurtado Ortiz (1949), Fernando Durán Ayanegui (1939), Tatiana Lobo Wiehoh (1939), Alfonso
Chase Brenes (1944), Rafael Ángel Herra (1943), Linda María Berrón Samudo (1951), Anacristina Rossi Lara ((1952), Hugo
Rivas Ríos (1954-1992), Víctor Hugo Fernández (1955), José Ricardo Chaves (1958) y los más cercanos, como Dorelia
Barahona Riera (1959), Carlos Cortés Zúñiga (1962), Rodrigo Soto González (1962) y Fernando Contreras Castro (1963).
Como podrá notarse no existe una clasificación uniforme; a veces interesa la publicación de la obra y otras la fecha de
nacimiento del autor. Pero el elemento que más toman en cuenta pareciera ser los acontecimientos históricos importantes
que agrupan a los escritores, tales como la Huelga Bananera de 1934, la llamada Guerra Civil de 1948, etc.
Esto lleva a las autoras a ubicar escritores que pertenecen a diferentes generaciones como si fueran de la misma y a cometer
errores de apreciación que tendremos oportunidad de señalar cuando comentemos las diferentes generaciones de los
novelistas costarricenses.
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Por último haremos referencia a un ensayo de Álvaro Quesada Soto, que publicó poco antes de su muerte en Enero del año
2000 y que tituló: La narrativa costarricense de fines de siglo.1
Álvaro Quesada Soto, en este ensayo panorámico, como solía hacerlo siempre,2 comienza haciendo una síntesis apretada de
los acontecimientos más sobresalientes de lo que se ha dado en llamar La segunda República, que tiene inicio, según los
historiadores en el año de 1948, con lo que ellos llaman Guerra Civil. Después de citar los principales hechos como la
abolición del ejército, la nacionalización de la banca, la participación del estado como sujeto importante en la educación, las
comunicaciones, los seguros, la creación de empresas, y la modernización del Estado, divide la casi segunda mitad del siglo
veinte en décadas:
La primera va de 1960 a 1970.3
A esta década, le asigna el nombre de promoción de 1960 y coloca en ella a escritores tales como Alberto Cañas Escalante
(1920), Julieta Pinto (1922), José León Sánchez (1929), Carmen Naranjo (1931), Rima Rothe de Valbona (1931), Samuel
Rovinski Grüzco (1932) y Virgilio Mora Rodríguez (1935). A Fernando Durán Ayanegui (1939), Quince Duncan Moodie
Wiehoff (1940), Alfonso Chase Brenes (1945) y Gerardo César Hurtado Ortiz (1949), los coloca en un segundo grupo.4
Con excepción de Virgilio Mora Rodríguez, los autores citados en el primer grupo forman parte de la generación de 1957,
llamada Irrealista. Virgilio Mora Rodríguez pertenece a la siguiente generación, que él llama el segundo grupo. Es la
generación de 1972 y está conformada por los autores citados y muchos más que él no nombra.
La segunda gran división que hace es la de 1980. En esta década coloca a los escritores Linda Berrón Samudo(1951), Ana
Cristina Rossi Lara (1952), Hugo Rivas (1954-1992), Rodolfo Arias (1956), José Ricardo Chaves (1958), Dorelia Barahona
Riera (1959), Carlos Cortés Zúñiga (1962), Rodrigo Soto González (1962 y Fernando Contreras Castro (1963) y también
incluye a Tatiana Lobo (1939) y Rafael Ángel Herra (1943).
Los dos últimos autores pertenecen a la generación de 1972, mientras que los primeros citados se incluyen en la generación
siguiente, la de 1987. Dejó de incluir algunos autores de esta generación.
Como podrá notar el lector, salvo algunas incongruencias, la clasificación que realiza Álvaro Quesada Soto, se ajusta al
método de las generaciones, casi puntualmente. Si el autor no le importara el año en que publica el novelista su obra, quizás la
coincidencia sería más notoria.
Para concluir, hacemos una referencia puntual que esclarece nuestra preocupación con respecto a las clasificaciones que
hacen los mismos autores de novelas. En el suplemento Áncora del periódico La Nación aparece un comentario del
novelista y periodista Carlos Cortés Zúñiga, el día domingo 6 de octubre del año 2002, en las páginas 2 y 3.
Textualmente se pregunta, refiriéndose al escritor Alberto Cañas Escalante:
“¿Y cuál es su generación? No es ni la del 40- la suya por calendario, no por ideología- ni del todo la del 60”. 1
Fácilmente se infieren varios errores. Primero, las generaciones no se asocian necesariamente a las décadas (10, 20, 30 40,
etc.), sino a una rigurosa clasificación metódica, tal y como lo explicamos al inicio de este texto. Don Alberto Cañas Escalante
perteneció por calendario y por ideología a la generación de 1957 ya que nació en 1920. Es el primer novelista de esta
generación a la que pertenecen, entre otros, Julieta Pinto González, Victoria Garrón Orozco (1920-2005), Álvaro Dobles
Rodríguez 1923) (hermano de don Fabián), César Valverde Vega 1928-1989), José León Sánchez (1928), Carmen Naranjo
Coto (1930), Rima Grettel Rothe de Valbona (1931), Samuel Rovinski Grüzco (1932) y otros más. Él es fundador del Partido
Liberación Nacional y, casi todos ellos, forman una generación, en lo fundamental, con la misma ideología. Pertenecen a la
última generación del período inicial de la época contemporánea, llamado superrealismo. Es la tercera y última generación de
este período, llamada irrealismo y desde luego es de clausura, de cierre, de fin de período y no de ruptura, de iniciación.
Antes de morir Álvaro Quesada Soto publica una Breve historia de la literatura costarricense. También ahí utiliza los
términos generación, período y época sin precisar los conceptos. Llega hasta a plantear una generación de Repertorio
Americano, en donde incluye autores de varias generaciones y habla de períodos de formación de la generación del Olimpo
sin distinguir conceptualmente generación, de período. Es una mezcolanza de términos que en vez de aclarar la
sistematización, la empeoran.1
El último intento por clasificar, sobre todo la narrativa costarricense, lo realiza Adriano Corrales Arias,2 en un artículo de
escasas ocho páginas. Comete los mismos errores que se han venido anotando y agrega otros mayores como la mezcla en una

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misma generación de escritores pertenecientes a tres diferentes generaciones, Luisa González Gutiérrez, Carmen Naranjo
Coto y Alfonso Chase Brenes.

1 La bibliografía completa de todos estos libros la encontrará el lector al final de la investigación


1 Núñez, Francisco María. Ob. Cit. p. 9. El año de la publicación de su libro fue 1947.
2 Paréntesis nuestro.
3 Ib.
4 Ib.
5 Comillas nuestras.
6 Destacado nuestro.
1 Bonilla Baldares, Abelardo. Historia de la literatura costarricense, Universidad Autónoma de Centro América,
Editorial Studium, San José, 1981.
2 Paréntesis nuestro.
3 Bonilla B., Abelardo. Ob. Cit. P. 15.
1 Ídem, P. 32.
2 Ib.
3 Ib.
4 Ib.
5 Es la fecha de la publicación del libro.
6 Bonilla Baldares, Abelardo. Ob. Cit., p. 105.
1 Pertenece a la generación anterior.
1 Castro Rawson, Margarita. El costumbrismo en Costa Rica. Imprenta Las América, Editorial Costa Rica, San José,
1966.
2 Chase Brenes, Alfonso. Narrativa contemporánea de Costa Rica. Ministerio de Cultura, juventud y Deportes, San
José, 1975.
3 Chase Brenes, Alfonso. Ob. Cit., p.39.
4 Entrecomillado nuestro.
1 Íd. p. 179
2 Ib.
3 Fonseca de Sandoval, Virginia. Dramaturgia Costarricense. Revista Iberoamericana, New Cork, 1987.
1 Sandoval Fonseca de, Virginia. Ob. Cit. P. 177.
2 Íd. P. 179.
3 Fonseca de Sandoval, Virginia. Resumen de Literatura Costarricense. Ed. Costa Rica, San José, 1978.
4 Íd. Palabras Preliminares.
5 Duncan Modie, Quince. Op. Cit.
1 Solo en él hemos encontrado este nombre. Es además de impreciso, ambiguo.
1 Picado Gómez, Manuel. Literatura, ideología. Notas para un estudio de la literatura costarricense. Ed. Costa.
2 Ob. Cit., p. 13.
3 No pertenece a la generación llamada equivocadamente de 1942.
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4 El paréntesis es nuestro.
5 Ib.
Marín Mario Alberto. Un monumento a la novelística costarricense. La Nación, San José, 1984.
2 Ídem, documento.
3 Valdeperas, Jorge. Para una interpretación de la literatura costarricense. Ed. Costa Rica, San José, 1979.
4 Valdeperas, Jorge. Ob. Cit., p. 13.
5 Ídem, p. 12.
6 Íd. p. 12.
1 Íd. p. p. 26-27.
2 Id.
[1] Ídem, p. 93.
2 Íd. P. 169.
3 Rojas G. Margarita y Ovares, Flora. 100 años de literatura costarricense. Ed. Farben, Norma, San José, 1995.
4 Rojas G. Margarita Ob. Cit. P. 40. Nosotros solo nos referimos a los novelistas.
1 Quesada Soto, Álvaro. La narrativa costarricense de fin de siglo en: Tópicos del Humanismo, No. 4, Enero del 200.
Centro de Estudios Generales, Universidad Nacional, Heredia.
2 Para desgracia de la crítica literaria de Costa Rica, murió en el año, 2001.
3 Íd. p. 2.
4 Ib.
1Cortés Zúñiga, Carlos. Áncora, La Nación, citado en el texto.
2 Flora Ovares, Margarita Castro, Carlos Santander y María Elena Carballo, publican en el año 1993, la obra Casa Paterna
que es una excelente investigación sobre la literatura costarricense en general. Es un estudio realizado desde una metodología
distinta a la que se había venido utilizando. Ellos dividen la literatura más por temáticas y paradigmas, ajustadas a los
períodos históricos. Así comentan la literatura propia del nacionalismo en oposición con el europeismo, la inclusión y la
exclusión, el campo y la ciudad y sus respectivos discursos textuales e ideológicos, los lugares amenos, su nostalgia, la pérdida
de la arcadia, etc. Casi no se refieren a las generaciones, períodos o épocas y cuando lo hacen es en el sentido semántico como
lapsos de tiempo determinados, por ejemplo, de diez años.
1 Corrales Arias Adriano. La nueva novela costarricense en Revista Comunicación, publicada en Internet,
recom@itcr.ac.cr.
2 Corrales Arias, Adriano. La nueva novela costarricense en Revista Comunicación, publicada en Internet, recom@itcr.ac.ct.

27/10/2010 10:56:06
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