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UNA NUEVA CONCEPCIÓN DE LA

DEMOCRACIA. POR LUZ MARÍA


ESCARRÁ GIL
Por Guayoyo en Letras el día diciembre 2, 2012 en GuayoyoComunal

Por Luz María Escarrá Gil

Hoy en día, hablar de un cambio en la dinámica del Estado y el Poder tiene


necesariamente que pasar por un análisis de la coyuntura histórica que vivimos,
por más breve que sea ese análisis, es necesario para comprender dónde
estamos y para dónde vamos.

La primera referencia fundamental es el proceso constituyente, del cual se


obtuvo nuestra vigente Carta Magna, con una infinidad de nociones jurídicas y
políticas nuevas, otras reforzadas y otro tanto que se mantuvo y que son en
conjunto, las que demarcan el camino que seguimos.

Cuando creamos la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,


dimos claras luces de lo que pretendíamos que fuera Venezuela, y ello quedo
allí plasmado. La articulación popular, la elección de los candidatos
constituyentes, la consulta al pueblo, la participación del pueblo por medio de
debates, asambleas, la integración del pueblo a los debates dados en la
Asamblea Nacional Constituyente mediante el acceso constante a los mismos,
denotan la vocación participativa y protagónica que se vio plasmada en la Carta
Magna de una forma muy clara.

El pueblo venezolano en el preámbulo de su Carta Magna expresa que, “con el


fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad
democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un
Estado de justicia, federal y descentralizado”, y además hace constar que la
Republica Bolivariana de Venezuela “se constituye en un Estado democrático y
social de Derecho y de Justicia”. Luego declara como uno de sus fines “el
ejercicio democrático de la voluntad popular” y de forma sabia estipula que “la
soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente
en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente,
mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público.” aclarando
para no dejar lugar a dudas, que “los órganos del Estado emanan de la
soberanía popular y a ella están sometidos”. En ese momento el pueblo
venezolano está haciendo un cauce por el que debe transitar todo el accionar
del Estado y la sociedad venezolana.

Entonces, en definitiva, iniciando la lectura de texto constitucional (su


preámbulo y sus 5 primeros artículos), queda clara la orientación que esta
determina, como reflejo de la voluntad popular, de lo que se pretende sea el
rumbo de la nación.

Luego, en cuanto a la ejecución de esta hoja de ruta plasmada, está el artículo


62 de la propia carta magna: “Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el
derecho de participar libremente en los asuntos públicos, directamente o por
medio de sus representantes elegidos o elegidas.

La participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión


pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su
completo desarrollo, tanto individual como colectivo. Es obligación del Estado y
deber de la sociedad facilitar la generación de las condiciones más favorables
para su práctica.” Y continúa en su artículo 70 expresando de manera
enunciativa los medios de participación y protagonismo del pueblo en ejercicio
de su soberanía.

Con esto queda claro el “qué” y el “cómo”, ahora bien, una vez creada una
carta magna como la nuestra, con características muy peculiares, cargada de
vitalidad, creatividad, participación, compromiso, etc., es evidente que esta
debe permear todo el ordenamiento jurídico y que este se debe concebir como
ejecutor de lo que allí se establece.

La condición de Social y de Justicia de nuestro Estado, las características de


nuestra democracia, protagónica y participativa nos permite concebir a nuestra
democracia como una democracia fortalecida al incluir expresamente al
soberano (que nunca deja de serlo) como base inexorable en el desarrollo de la
nación y en consecuencia del proceder del gobierno en todas sus instancias,
pues queda claro que a él se debe y por él existe.

Los mecanismos de participación enunciados en el artículo 70 de nuestra carta


magna y desarrollados en las leyes, dentro de las que resaltan las llamadas del
Poder Popular, son mecanismos diseñados para perfeccionar el gobierno
mediante el ejercicio directo de la soberanía apoyando con la fuerza
constituyente, al poder constituido que acciona indirectamente la soberanía en
su condición de elegido popularmente por medio del voto.

Lo que es indispensable resaltar es que el mandatario de la soberanía popular


es concebido para servir al detentador de la soberanía, que es el pueblo y por
tanto la modalidad directa de gobierno, que obedece a enaltecer a un pueblo
responsable de su destino, conocedor de sus necesidades, y que interviene en
la gestión del gobierno de forma activa, mediante los mecanismos previstos por
la CRBV y las leyes de la República.

En este sentido se puede observar cómo en el Primer Plan Socialista de la


Nación se avoca la tercera directriz a la democracia protagónica y
revolucionaria para “consolidar la organización social, a fin de transformar su
debilidad individual en fuerza colectiva, reforzando la independencia, la libertad
y el poder originario del individuo”. Y en definitiva consolidar al ciudadano como
parte del Estado y corresponsable de la vida pública. A su vez, en el Primer Plan
Socialista de la Nación se hace un llamado a la integración, comunicación y
coordinación entre las diversas organizaciones populares como espacio para la
participación protagónica y así mantener la coherencia entre el discurso sobre
la democracia protagónica revolucionaria y el proceder de todas las
instituciones de la sociedad.

En este sentido, el Primer Plan Socialista de la Nación llama al continuo


incentivo de los valores democráticos, garantizando el mantenimiento del poder
popular de las venideras generaciones. Ello se concreta en los objetivos y en las
estrategias y políticas, las cuales están orientadas a fortalecer el poder popular
mediante la orientación a la organización y participación del pueblo en la toma
de decisiones, personificando “el proceso sustantivo de toma de decisiones”,
formando una nueva cultura política acorde a nuestra Carta Magna, donde el
soberano es corresponsable y debe participar en la mejora de la sociedad. La
adecuación del ordenamiento jurídico a este mandato constitucional es parte
fundamental del Plan Nacional Simón Bolívar.

Sin duda alguna, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela


plantea en términos muy claros lo que es la voluntad popular, y se han estado
ejecutando y fortificando sus designios. E Proyecto Nacional Simón Bolívar que
forma parte del ordenamiento jurídico desde el 2007, es sólo un reflejo de ello;
las llamadas leyes del poder popular, el fortalecimiento de la participación
popular a todos los niveles y en todos los ámbitos y ahora, la Propuesta del
Presidente electo para la Gestión Bolivariana Socialista, la cual está siendo
discutida y elaborada en conjunto por la sociedad venezolana, son muestra de
ello.

La referida propuesta, que se encuentra ahora en discusión plantea la


radicalización de la democracia protagónica y participativa como factor de
continuidad al Proyecto Nacional Simón Bolívar. Primer Plan Socialista de la
Nación 2007-2013. En aquélla se expresa certeramente sobre el Plan Socialista
que “solo con la participación protagónica del pueblo, con su más amplia
discusión en las bases populares, podremos perfeccionarlo, desatando toda su
potencia liberadora y creadora”.

Cuando este nuevo Plan Socialista en discusión siguiendo un principio


fundamental de la Constitución: democracia protagónica y participativa, tiene
dentro de sus objetivos “Consolidar y Expandir el Poder Popular y la Democracia
Socialista” no está más que siguiendo el cauce marcado por la soberana
voluntad popular y plasmado en nuestra Carta Magna. Y los objetivos
estratégicos y generales que allí se plantean obedecen a una nueva cultura
democrática en la que el protagonismo y la participación del soberano, son
elementos fundamentales para su existencia.

Esta concepción de la democracia implica el replanteamiento de las estructuras


constituidas sobre el modelo anterior. Se trata, pues, de una nueva
democracia, donde el soberano es el protagonista y participa de manera activa
en el desarrollo de la sociedad y el Estado.

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