Carné: 1-16-2410 Fecha: 16 de marzo del 2,019 LA VIDA CRISTIANA ¿Cuál es el concepto de Pablo de la buena vida? Cuando uno lee a Pablo con esta interrogante en mente, se pone de manifiesto que no tiene un sistema ético. El “fruto del Espíritu” en Gál. 5:22-23 a menudo se entiende como normativo en el concepto paulino de la vida cristiana, pero estas virtudes deben compararse con listas similares en Fil. 4:8 y Col. 3:12-15. Estas listas no ofrecen una ética formal, ni tienen el propósito de describir la norma ni el ideal cristiano al que debemos aspirar. Fuentes: Es muy poco probable que las instrucciones éticas que dan sean creación original de Pablo, o que las recibiera por revelación divina. Parece incuestionable que una de las influencias más poderosas fue el Antiguo Testamento. Pablo apela a varios mandamientos concretos del Decálogo que el cristiano cumple con el amor (Ro. 13:8-10). Como cristiano, seguía considerando que el Antiguo Testamento había sido escrito “para nuestra enseñanza” (Ro. 15:4). Además, algunos estudiosos detectan una fuerte influencia del historial rabínico de Pablo. En la terminología y estilos paulinos se pueden detectar claros indicios de una influencia helenista. Se ve la influencia griega en el uso de algunas metáforas de guerra (2 Co. 10:3; 1 Ts. 5:8) o competiciones atléticas (1 Co. 9:25); en el uso de expresiones “lo que conviene” (Flm. 8; Col. 3:18; Ef. 4:5), “como conviene” (Ef. 5:3), “lo que es vergonzoso” (Ef. 5:12); y sobre todo las virtudes de Filipenses 4:8. Aunque no se puede dudar que Pablo utilizó el lenguaje de la filosofía popular helenista, lo cierto es que lo usa de una forma diferente. Se detecta el pensamiento helenista en dos puntos concretos. A menudo Pablo se refiere a la conciencia (tsuneidesis). Conciencia para Pablo, como para el mundo helenista, era la capacidad humana universal de juzgar las propias acciones. Otro término propio de la filosofía helenista es naturaleza (physis). Pablo afirma que los gentiles que no poseen la Ley revelada de Dios son capaces “por naturaleza” de hacer lo que la Ley exige (Ro. 2:14). Aunque su pensamiento no sugiere que exista una ley natural universal intrínseca la naturaleza humana, sino que el Dios Creador ha puesto en el ser humano el conocimiento del bien y del mal. Otra fuente importante de la enseñanza ética de Pablo es la de Jesús. En algunas ocasiones, Pablo recurre directamente a la autoridad del Señor, por ejemplo: en el asunto del divorcio (1 Co. 7:10-11), en el apoyo de los obreros cristianos (1 Co. 9:14), en la conducta adecuada para la Cena del Señor (1 Co. 11:22), en la venida del Señor (1 Ts. 4:15), y en la conducta general (1 Co. 14:37). Motivaciones: ¿Cuáles son las motivaciones de la vida cristiana? Pablo apela no solo a la presencia del Espíritu Santo en el cristiano como poder motivador, sino también a otros principios. A veces apela simplemente a la razón y al sentido común: la embriaguez es disolución y perdición (Ef. 5:18); los cristianos deberían vivir de forma que se les respete (1 Ts. 4:12) y merezcan aprobación de las personas (Ro. 14:18); los cristianos deberían evitar todo lo que avergüence (Ef. 5:12). La lista de virtudes en Filipense 4:8-9 se recomienda por sí misma, y Pablo solo apela al buen sentido de sus lectores. También utiliza la motivación de la imitación de Cristo. El contexto de esta imitatio Cristi es el servicio sacrificado. Pablo presenta el ejemplo de la obediencia sacrificial de Cristo al Padre para mostrar que los cristianos no deberían buscar sus propios intereses. A menudo se ha reconocido que la ética paulina está fuertemente anclada en su teología. Pablo veía la raíz de todo mal en la impiedad. La impiedad precede a la maldad y es su última fuente (Ro. 1:18). En el aspecto positivo, uno de los motivos teológicos principales es el de la unión con Cristo. Que esta forma de pensar es parte del núcleo de la teología de Pablo se demuestra en Romanos 6. El significado ético de la unión con Cristo vuelve a ilustrarse en Efesios 2, donde ésta se expresa como una nueva vida por medio de la identificación con Cristo en su resurrección y ascensión. Otra motivación para llevar una conducta agradable a Dios es que Cristo y el Espíritu Santo moran en el cristiano. Es evidente que Pablo concibe el Espíritu como un nuevo poder que está presente y que se manifiesta en la conducta. La nueva vida es el don del Espíritu (2 Co. 3:6; Gá. 6:25), y ésta se demuestra por el “fruto del Espíritu” (Gá. 5:20), que Pablo interpreta como virtudes cristianas. En conexión íntima con la presencia del Espíritu está la doctrina de la santificación. Santificación no es sinónimo de crecimiento moral. Cuando se aplica a los cristianos, santidad o santificación no es un concepto ético, aunque se incluye. Denota ante todo la verdad soteriológica de que los cristianos pertenecen a Dios. Los cristianos son santos, incluso en su existencia corporal, cuando se entregan a Dios (Ro. 12:1). Los creyentes gentiles entran en el pueblo santo de Dios “santificados por el Espíritu (Ro. 15:16). Como los creyentes pertenecen a Dios, se les invita a experimentar la santificación y a descartar la impureza. Aunque la santificación es obra del Espíritu Santo (2 Ts. 2:13), también implica una respuesta humana. Pablo pide a los creyentes que se purifiquen de toda contaminación de cuerpo y espíritu, y que perfeccionen su santidad en el temor de Dios (2 Co. 7:1). Los cristianos ya no deben ceder a la impureza sino a la justicia para santificación (Ro, 6:19). Dios no nos ha llamado a la impureza sino a la santidad (1 Ts. 4:7). Otro motivo poderoso que influye en la conducta es la escatología. Los cristianos, al igual que el mundo, deben presentarse ante el tribunal de Dios (Ro. 14:10) y de Cristo (2 Co. 5:10). Se les exhorta a “perfeccionar la santidad en el temor de Dios” (2 Co. 7:1); a los esclavos se les anima a ser obedientes con temor y temblor (Ef. 6:5), y a los cristianos a ocuparse de su salvación del mismo modo (Ef. 2:12); el que obre mal recibirá lo que se merece por la injusticia cometida (Col. 3:25). Se concluye que Pablo utiliza la obtención final de la salvación en el Reino de Dios como una motivación para una vida cristiana fiel y dedicada. La motivación más importante para la vida cristiana es el amor. El amor es la ley de Cristo (Gá. 6:2). El Espíritu es el Espíritu de amor (Ro. 15:30; Col. 1:8) que ha derramado el amor de Dios en nuestro corazón (Ro. 5:5). El charisma más excelente, que todos deberíamos anhelar, es el amor (1 Co. 13). Indicativo e imperativo: En algunas de las motivaciones paulinas para la vida cristiana se ve una tensión entre lo indicativo e imperativo. Esto refleja la infraestructura teología fundamental de todo el pensamiento paulino: la tensión entre los dos siglos. El cristiano vive en dos siglos. Lo nuevo ha llegado (2 Co. 5:17) mientras lo viejo permanece. Lo indicativo implica la afirmación de lo que Dios ha hecho para iniciar una nueva edad; lo imperativo implica la exhortación de vivir esta nueva vida instalados en el antiguo siglo. Puede ilustrarse explícitamente con la porción parenética de la carta más teológica de Pablo: Romanos 12:1- 15:21. Lo que se renueva o vivifica es el espíritu de la persona (Ef. 2:1; Ro. 8:10) y su voluntad. Ahora quiere hacer la voluntad de Dios y se ha consagrado como sacrificio vivo en un acto de culto espiritual. Ascetismo: Este no conformarse al mundo a menudo se ha entendido como ascetismo o falta de compromiso social. Pablo rechaza expresamente las prácticas ascéticas (Col. 2:23). De hecho, designa esta interpretación ascética de la religión como un elemento del mundo, porque apela al orgullo y a los logros humanos más que a la confianza humilde en la salvación de Cristo. La idea cristiana es que “del Señor es la tierra y su plenitud” (1 Co. 10:26). Separación: En las relaciones sociales, Pablo exige que el creyente no se una en yugo desigual con los incrédulos (2 Co. 6:14). La advertencia contra el “yugo desigual” se dirige contra vínculos estrechos que relacionan a cristianos con no creyentes en formas paganas de pensamiento y acción. La no conformidad con este siglo no significa ni el ascetismo ni el rechazo de las costumbres sociales del mundo, sino el alejamiento de su idolatría y su conducta pecaminosa. Vicios: El tipo de vida a la que no debe conformarse la nueva humanidad se ofrece en algunas listas de vicios (Ro. 1:29-32; 1 Co. 5:11; 6:9; 2 Co. 12:20; Gá. 5:19-21; Ef. 4:21; 5:3-4; Col. 3:5- 9). Estos pecados forman cinco grupos: pecados sexuales, pecados de egoísmo, pecados de palabra, pecados de actitud, y pecados de ebriedad. Si predominan los pecados sexuales se debe a la notoria inmoralidad del mundo grecorromano. Sin embargo, la codicia y la idolatría aparecen en cinco de las listas, y la ira en cuatro. Pablo estaba muy preocupado por cómo manejaban los cristianos sus asuntos comerciales. La ambición egoísta que se manifestaba en codicia, no debía tener cabida en la vida cristiana. Ética social: Pablo tiene bastante que decir sobre la relación del cristiano con las instituciones sociales de su tiempo. Cada uno, en el estado en que fue llamado, en él se quede (1 Co. 7:20) porque la apariencia de este mundo se pasa (1 Co. 7:31). Mujeres: Respecto a la posición de las mujeres, el siguiente principio es obvio en la enseñanza paulina: “no hay varón, ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gá. 3:28). Pablo exhorta a los varones a que amen a sus esposas con una preocupación análoga al amor de Cristo (Ef. 5:25). Sin embargo, mantiene la idea judía de la subordinación de la mujer al hombre: “la cabeza de todo hombre es Cristo, y la cabeza de toda mujer es su esposo (1 Co. 11:3); así como el hombre es la imagen y gloria de Dios, asi la mujer es la gloria del hombre (1 Co. 11:7)”. Matrimonio: Aunque Pablo fue célibe y considero el celibato como un don de Dios que todos debería desear, reconoció que no todos los hombres poseían esa capacidad y recomendó casarse antes que verse consumidos por los deseos sexuales insatisfechos (1 Co. 7:9). Dentro del vínculo matrimonial, Pablo aconseja desprendimiento y entrega de sí mismo, “ni el marido ni la mujer deben privar al otro del placer sexual (1 Co. 7:4-5). Pablo rechaza totalmente el divorcio, y lo hace basado en la autoridad del Señor. Si se da la separación, la mujer no debe volver a casarse, y el hombre no se puede divorciar de su mujer (1 Co. 7:10-11). Si uno de los cónyuges se convierte, y el otro no creyente no quiere continuar la relación, se admite la separación (1 Co. 7:12-15). Esclavitud: Una de las instituciones más perversas del mundo grecorromano fue la esclavitud. Era universal e inseparable de la organización social de la época. Pablo no critica la institución como tal. De hecho, aconseja a los esclavos que su posición social les sea indiferente (1 Co. 7:21), porque el esclavo es realmente libre delante de Dios. Por tanto, los esclavos como cristianos deben obedecer y ser leales a sus amos, prestándoles un servicio completo (Col. 3:22-25; Ef. 6:5-8), mientras que los amos deben tratar a sus esclavos con justicia y consideración (Col. 4:1; Ef. 6:9).